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Para efectos de esta sección nos interesa principalmente su obra de 1979 titulada en español
como “La condición postmoderna” y, en francés, “La condición posmoderna: rapport sur
le savoir”, es decir, se ocupa de la condición posmoderna así como de realizar un reporte
sobre la noción de conocimiento en esta sociedad posmoderna. Este informe sobre el saber
en las sociedades desarrolladas fue propuesto por el Conseil des Universités del gobierno de
Quebec, por demanda de su presidente. Es justamente este libro el que tendrá mayor eco en
la comunidad intelectual y abriría un gran debate que continúa hasta nuestros tiempos. En la
introducción Lyotard nos informa sobre el objeto de su estudio que es la condición del
saber (y el poder, que son caras de una misma moneda) en las sociedades
desarrolladas. Lyotard llama a esta condición “posmoderna” y que designa “el estado de
la cultura después de las transformaciones que han afectado a las reglas de juego de la
ciencia, de la literatura y de las artes a partir del siglo XIX”[1].
Uno de los temas centrales de su obra es la crisis de los relatos. Es esto último lo que
caracteriza a la postmodernidad, la incredulidad frente a los diferentes metarrelatos que se
han formado a lo largo de la historia humana. En su breve libro de 1986 “La posmodernidad
(explicada a los niños)”, Lyotard aclara qué entiende por estos metarrelatos expuestos en su
obra de 1979:
Lyotard aclara que estos metarrelatos no son mitos en el sentido de las fábulas, puesto que, a
diferencia de estas, los metarrelatos no buscan la legitimidad en un acto originario
fundacional, sino que en un “futuro que se ha de producir, es decir, en una Idea a realizar.
Esta Idea (de libertad, de luz, de socialismo, etc) posee valor legitimante porque es
universal”[3]. Más adelante agrega Lyotard: “Por metarrelato o gran relato, entiendo
precisamente las narraciones que tienen función legitimante o legitimatoria”[4]. Además,
para Lyotard, no solamente ha caído en desuso el dispositivo metanarrativo de la
legitimación, sino que la misma filosofía metafísica ha entrado en crisis de manera tal que la
sociedad que viene ya no partirá de una “antropología newtoniana”, sino que de una
“pragmática de las partículas lingüísticas”, idea que Lyotard toma de Ludwig
Wittgenstein y su idea de “juegos de lenguaje”.
Regresemos al tema que señalado al comienzo: ¿cuál es la situación del saber en las
sociedades de los países industrializados? Para nuestro pensador el saber es la mercancía
informacional indispensable para las potencia productivas y ha sido el principal motor
de producción que ha reconfigurado la situación de los países desarrollados, así como el gran
embudo de los países en vías de desarrollo. Esto lleva a Lyotard a pensar que la brecha
existente entre estos dos mundos no hará más que aumentar en el futuro. Junto a esto, está el
futuro del Estado frente a los avances tecnológicos y la globalización económica. Al respecto
escribió Lyotard:
“La transformación de la naturaleza del saber puede, por tanto, tener sobre los poderes
públicos establecidos un efecto de reciprocidad tal que los obligue a reconsiderar sus
relaciones de hecho y de derecho con respecto a las grandes empresas y más en general con
la sociedad civil. La reapertura del mercado mundial, la reanudación de una competencia
económica muy viva, la desaparición de la hegemonía exclusiva del capitalismo americano,
el declive de la alternativa socialista, la apertura probable del mercado chino al comercio,
y bastantes otros factores, ya han venido, en los últimos años de los 70, a preparar a los
Estados para una seria revisión del papel que habían adquirido la costumbre de interpretar
a partir de los años 30, y que era de protección y de conducción, e incluso de planificación
de las inversiones”[5].
Decía más arriba que un metarrelato se legitimaba por medio de una Idea a realizarse en el
porvenir. Importante es, por lo demás, aclarar que la legitimización de un saber particular
hay que encontrarlos en los relatos y, por ello, Lyotard se adentra en el análisis de
estos. Lyotard pone en duda la legitimación del saber científico. ¿Puede la ciencia salir
incólume de la disolución de los grandes relatos? Entendemos por legitimación el
proceso por el cual un legislador se encuentra autorizado para promulgar una ley como
norma. Así, en el caso del saber científico, la legitimación es el proceso por el cual el
legislador que se ocupa de este tipo de discurso “está autorizado a prescribir las condiciones
convenidas (en general, condiciones de consistencia interna y verificación experimental)
para que un enunciado forme parte de ese discurso, y pueda ser tenido en cuenta por la
comunidad científico”[6].
El segundo discurso acerca del lazo social es el de la corriente marxista y todas las
escuelas que la componen, esto es, aquellas que admiten el principio de la lucha de clases y
la dialéctica como dualidad que produce la unidad social. Pero, de acuerdo a Lyotard, este
modelo crítico, refinado por pensadores, como los de la Escuela de Frankfurt, adolece de una
debilidad y es que el principio de la división, esto es, la lucha de clases, “se difuminó hasta
el punto de perder toda radicalidad, encontrándose finalmente expuesto al peligro de perder
su estabilidad teórica y reducirse a una “utopía”, a una “esperanza”, a una protesta a favor
del honor alzado en nombre del hombre, o de la razón, o de la creatividad, o incluso de la
categoría social afectada in extremis por las funciones ya bastante improbables de sujeto
crítico, como el tercer mundo o la juventud estudiantil”[8]. En contra de esta solución dual,
Lyotard propone la alternativa posmoderna de la naturaleza del lazo social. La sociedad
actual no se acomoda con el enfoque binario de la sociología decimonónica y de aquella de
finales de la Segunda Guerra Mundial. La nueva sociedad, si es que puede denominarse de
ese modo, se caracteriza por la atomización de lo social en redes flexibles de juegos de
lenguaje. En esta sociedad los Estados-naciones, los partidos, las instituciones y tradiciones
históricas pierden su atractivo. De la descomposición de los grandes relatos, afirma
Lyotard, sigue la disolución del lazo social, “y el paso de las colectividades sociales al
estado de una masa compuesta de átomos individuales lanzados a un absurdo movimiento
browniano”[9]. Tenemos, pues, que el lazo social es lingüístico y no está hecho de una
sola fibra. En lugar de grandes metarrelatos filosóficos, políticos y religiosos, sólo
existen distintos “juegos de lenguaje” y, de acuerdo a esta idea desarrollada por
Wittgenstein, existen múltiples usos del lenguaje y son estos usos son los que establecen
los significados a las palabras. Las palabras tienen un significado de acuerdo a los
distintos contextos en los cuales se usan, por lo que los usos del lenguaje tienen relación
con formas de vida particulares y no existe, por ende, un metalenguaje, es decir, un
lenguaje utilizado para hablar del lenguaje que pueda ser entendido por estos distintos
juegos de lenguaje.
Para el "segundo" Wittgenstein, es decir, el de las "Investigaciones Filosóficas", el
significado de una palabra es el uso que se le da en el lenguaje y que hablar un lenguaje forma
parte de una actividad o una "forma de vida"
Para Lyotard el saber científico deja de tener un rol hegemónico en relación con otras
clases de narrativas. Para el autor francés tanto las ciencias como las tecnologías de punta se
apoyan en el lenguaje y, como tal, tienen sentido dentro de sus propias fronteras, por lo que
la ciencia estaría compuesta por juegos de lenguaje que dan origen a distintas narrativas, por
lo que Lyotard asesta un duro golpe al mismo estatuto de las ciencias ya que estas no
estarían por encima de todas las demás clases de narrativas ya que ella misma sería otra más
de estas. Vemos, entonces, que la ciencia, antaño concebida como la más alta forma de saber,
que trascendía las subjetividades, las religiones, supersticiones, que progresaba hacia un
saber totalizador y pretendía tener una validez universal, se desmorona si estamos de acuerdo
con el discurso de Lyotard. ¿La ciencia libera?