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Luis de Góngora
El reloj de arena
no existía.
la muerte solamente
una palabra
de los otros.
ahora veteranos
la nuestra.
Beatus ille
Locus amoenus
Garcilaso de la Vega
Égloga I
Nemoroso:
Mi corazón oprimido
Siente junto a la alborada
El dolor de sus amores
Y el sueño de las distancias.
La luz de la aurora lleva
Semilleros de nostalgias
Y la tristeza sin ojos
De la médula del alma.
La gran tumba de la noche
Su negro velo levanta
Para ocultar con el día
La inmensa cumbre estrellada.
El campo
de olivos
se abre y se cierra
como un abanico.
Sobre el olivar
hay un cielo hundido
y una lluvia oscura
de luceros fríos.
Tiembla junco y penumbra
a la orilla del río.
Se riza el aire gris.
Los olivos,
están cargados
de gritos.
Una bandada
de pájaros cautivos,
que mueven sus larguísimas
colas en lo sombrío.
Carpe diem
Garcilaso de la Vega
SONETO XXIII
Luis de Góngora
Jaime Sabines
No tengo ningún deseo de que me digan que la luna es diferente a mis sueños.