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ARTÍCULO ESPECIAL Reich MR

Con un pie adormecido.


Encuentro con los sistemas de salud*
Michael R Reich

En 1998, Michael R. Reich, profesor de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Harvard y


director del Centro de Estudios sobre Población y Desarrollo de esa misma universidad, sufrió un grave
accidente de tránsito en República Dominicana. En este artículo nos cuenta la historia de ese accidente y
su recuperación, así como la forma en que ambas experiencias cambiaron su visión sobre muchos temas de
la salud pública.

E ncuela
las últimas dos décadas como profesor de la Es-
de Salud Pública de Harvard he dedicado
oído para mantenerme del lado de la vida, mientras el
chofer del autobús metía reversa para escapar lo más
mucho tiempo a pensar en los sistemas de salud de los pronto posible. Estas imágenes provienen de los recuer-
países en vías de desarrollo, en el papel que juega el dos de mi esposa, contados una y otra vez durante los
poder en la medicina y en la asignación de recursos últimos cuatro años, para finalmente llenar los vacíos
escasos a la atención médica de alto costo. En ocasio- de mi memoria.
nes las cosas que estudiamos de manera profesional Algunos lugareños separaron a Bárbara de mi
surgen de pronto desde su realidad virtual sin que lo cuerpo maltrecho y ensangrentado al tiempo que enca-
hayamos pedido, brotan desde su cercana distancia e denaban camiones para arrancar la puerta del coche y
invaden nuestras vidas. Nunca pensé que tendría la sacarme de ahí. Pero no había ninguna ayuda médica,
oportunidad de reflexionar sobre temas de políticas de ninguna ambulancia, ningún equipo de urgencias, no
salud a partir de una experiencia personal. Pero así había nadie que hiciera algo para detener el sangrado,
sucedió. nadie que se ofreciera a llamar para pedir ayuda. Mi
El 23 de junio de 1998, en una autopista del inte- esposa estaba enloquecida. Con las manos ensangren-
rior de República Dominicana (RD), un autobús inter- tadas, agarró las elegantes solapas del traje de un hom-
urbano se cruzó de carril y chocó de frente con el Toyota bre de negocios para exigirle un teléfono celular. Sólo
Tercel rentado que iba yo manejando. Nuestras vaca- había miradas vacías como respuesta. Más tarde se
ciones familiares se convirtieron en una sangrienta preguntaba a quién hubiera llamado si hubiese logra-
pesadilla. Mi hijo de ocho años, Gabriel, salió ileso. Mi do ponerle las manos encima a un teléfono y por qué
esposa, Bárbara, sufrió una fractura de clavícula y sus nadie se había ofrecido a ayudar.
pies descalzos se le llenaron de vidrios. Yo casi fallecí, Fue entonces que llegaron tres soldados de la Fuer-
con el lado izquierdo de mi cuerpo rasgado, golpeado za Aérea de Estados Unidos y tomaron la situación
y roto. Todos teníamos puestos los cinturones de segu- en sus manos. Dos de ellos eran ciudadanos estadou-
ridad, de otro modo ninguno de nosotros hubiera so- nidenses originarios de la República Dominicana que
brevivido. se habían enrolado en la Fuerza Aérea en donde se
La escena del accidente fue un caos total: el Toyo- habían convertido en paramédicos. Su auto estaba pa-
ta aplastado quedó varado en medio de la carretera; rado en la larga fila del embotellamiento y se acercaron
había sangre escurriendo de mi cabeza y brazo; se jun- cuando escucharon que una mujer estadounidense
tó un montón de gente de los autos y pueblos cerca- cubierta en sangre gritaba en medio de la carretera.
nos; largas filas de vehículos se formaron en ambas Sabían exactamente qué hacer y cómo. Pidieron pres-
direcciones. Mi esposa me abrazaba, susurrando en mi tada una agujeta de los zapatos de mi hijo para hacer

* Publicado originalmente en Harvard Public Health Review. Se reproduce con autorización. Disponible en: http://www.hsph.harvard.edu/
review/review_summer-02/reich.html

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Un encuentro con los sistemas de salud ARTÍCULO ESPECIAL

un torniquete alrededor del brazo y después me lleva- que la persona que dormía en la cama contigua era la
ron de inmediato hasta un hospital en una ciudad cer- enfermera. Al principio no podía hablar, así que silbé
cana. Esos actos me salvaron la vida. y ella me dio agua para beber.
Los padres de uno de los soldados se encargaron El impulso inmediato de Bárbara fue tratar de sa-
de mi esposa y mi hijo durante esa noche, dándoles carnos de RD para ir a casa lo más pronto posible. Hizo
seguridad, tranquilidad y apoyo. También una ducha los arreglos necesarios para rentar un Lear-jet para eva-
fría a la mañana siguiente para que Bárbara limpiara cuación médica y volar a Miami más tarde ese mismo
mi sangre de su cabello. Unos meses después le es- día, el miércoles, un día después del accidente. Mien-
cribimos al Secretario de la Fuerza Aérea de Estados tras se preparaba para pagar la cuenta del hospital se
Unidos para recomendar a los soldados por “el cum- enfrentó con una sorpresa: el hospital pedía que se hi-
plimiento de acciones que iban más allá de su deber”. ciera el pago total en efectivo. Pero amablemente puso
Cada uno de ellos recibió una medalla. a su disposición un guardia armado que la acompaña-
Mientras mis ángeles-soldados me transportaban ría al único banco de la ciudad en el que podría hacer
desde la escena del accidente, se preguntaban a dónde retiros de nuestro banco en Boston usando nuestra
llevarme. Finalmente se decidieron por un hospital que tarjeta bancaria. La cuenta total por la operación y
se encontraba a 25 millas de ahí, en la ciudad donde todos los servicios ascendió a $2 300 dólares: una gan-
vivían, Santiago. Los hospitales públicos y de la se- ga, diez veces menos de lo que nos hubieran costado
guridad social en RD no son conocidos por la alta cali- los mismos procedimientos en un hospital de Estados
dad de sus servicios. De hecho, mis propios estudios Unidos.
sobre los fracasos en los intentos por reformar el siste- Un sistema mixto público/privado puede produ-
ma de salud de RD descubrieron múltiples problemas, cir atención médica de buena calidad en países pobres
tanto de los servicios públicos como de los privados. –si puedes pagar por ella–. A través del hospital que
El personal del hospital de Santiago en el que fui aten- escogieron mis soldados-ángeles, la intervención de
dido estaba formado por médicos que enseñaban en mi esposa-enfermera y las conexiones médicas de las
la escuela privada de medicina de la ciudad. Según mi familias dominicanas de los soldados, recibimos bue-
esposa, ella misma una experimentada enfermera espe- na atención en RD: atención médica y quirúrgica para
cializada en cuidados paliativos, el hospital se veía lim- mí, apoyo personal para mi esposa e hijo, y asistencia
pio y profesional; otra buena decisión de los soldados. profesional a través de la burocracia médica. Tuvimos
Sin embargo, se necesitó de una fuerte presión –la una suerte increíble y estaremos eternamente agrade-
amenaza a gritos de mi esposa de que entraría en el cidos. Miami fue otro mundo.
campo estéril de la sala de operaciones– para convencer Para empezar, déjenme decir que nuestra organi-
al cirujano de que siguiera sus dos exigencias: ningu- zación de conservación de la salud (Health Maintenan-
na transfusión sanguínea y nada de anestesia general. ce Organization –HMO–) nos brindó un apoyo total
Más tarde averiguamos que los cirujanos hicieron un luego de nuestro percance. Aprobaron inmediatamen-
buen trabajo en la sala de operaciones. El “alfiler” que te nuestra petición de evacuación médica desde RD
colocaron en mi codo (en realidad un tornillo de cinco (después de que mi esposa hizo múltiples llamadas
centímetros) sanó muy bien y no necesitó de ninguna telefónicas al consultorio de mi médico general). Me
reparación quirúrgica, aunque mi ortopedista de Bos- sometieron a un largo periodo de terapia física y acep-
ton emitió un despectivo “Ya no hacemos las cosas de taron nuestra petición de segundas opiniones en cues-
ese modo”cuando vio las radiografías por vez primera, tiones críticas. Esta “activa respuesta”, sin embargo,
una semana después del accidente. Hoy día, comple- dependió en gran medida de la aguda experiencia de
tamente sano, mi brazo perdió unos cuantos grados mi esposa en el manejo de la burocracia de los seguros
de extensión, pero nadie lo nota. del sistema médico de Estados Unidos, así como de su
Los cirujanos también cosieron mi cara y cuero persistencia. Sin sus esfuerzos, yo hubiera seguido un
cabelludo y colocaron correctamente mi cadera dis- camino médico diferente. Incluso contando con ellos,
locada estabilizándola con un clavo Steinman que in- tuve algunos problemas importantes.
sertaron en la pierna. Hicieron todo esto sin provocar La atención gerenciada (managed care) puede pro-
ninguna infección o efecto secundario. Tal vez no ac- ducir desastres sociales para las familias. Miami fue
tuaban bajo los estándares técnicos de una Meca mé- un desastre social para la mía. Después de haber es-
dica (como algún hospital universitario de Boston), tado de acuerdo con sacarnos de RD, nuestra HMO
pero la atención fue clara, efectiva y personal. Cuando escogió un hospital en Miami. Para mí sigue siendo
me desperté al día siguiente de la operación en el cuarto un misterio el modo en que fue elegido. Pero lo que sí
que servía de unidad post-operatoria, me percaté de entendimos es que existe un próspero negocio médico

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que consiste en traer a casa a estadounidenses enfer- rehabilitación. Las decisiones se toman en una caja ne-
mos o heridos desde las islas del Caribe. Los pacientes gra, bien oculta a la vista del paciente. Ocasionalmen-
son básicamente turistas que se lastiman durante sus te, puede uno ponerle las manos encima y sacudirla,
vacaciones: por lo general ataques cardíacos, caídas, obteniendo información valiosa y modelando la de-
crisis diabéticas y accidentes automovilísticos. Las com- cisión según sus preferencias. Pero eso requiere de
pañías de evacuación médica vuelan de ida y vuelta un gran esfuerzo y mucha fuerza. Las estrategias per-
todos los días, usando a Miami como estación de tra- sonales y los aliados entre el personal son esenciales.
tamiento. Y que el cielo te ayude si el médico que te asignaron es
El hospital de Miami no estaba en absoluto prepa- incompetente.
rado para una familia. A Bárbara y Gabriel los hospe- Nadie me advirtió del dolor que me esperaba lue-
daron en un Howard Johnson’s muy mal localizado, go de la cirugía. La morfina escondió el dolor de las
sin transporte público, que no contaba con instruc- incisiones y la colocación de ocho tornillos y una placa
ciones sobre cómo llegar hasta ahí y sin servicios de para fijar el pedazo de cadera que se me rompió en el
apoyo social. El personal del hospital se adhería rígi- choque. Pero no hizo nada por el dolor de un vientre
damente a viejas reglas impidiendo que mi hijo acce- hinchado, abotagado como efecto secundario de las
diera a mi cuarto en la unidad de cuidados intensivos. medicinas contra el dolor e impedido en su funciona-
Aunque parezca increíble, el hospital no tenía acceso a miento. Los narcóticos fueron excelentes para supri-
una cafetería para las comidas de mi familia. Y la lista mir el dolor primario producido por el choque. Pero
no acaba ahí. sin la atención adecuada para los intestinos, los medi-
Mientras tanto, el hospital me trataba como una camentos provocaron su propio desajuste de segundo
alcancía. Con un cheque en blanco de mi HMO, metie- orden: un dolor espantoso debido a más de una sema-
ron cada parte de mi cuerpo que cupo dentro del scan- na de ausencia de movimiento de mis entrañas. (En el
ner de tomografía axial computarizada para echarle hospital de Miami me habían administrado los nar-
un vistazo. Todos los jefes de departamento se dieron cóticos fuertes para el dolor primario, pero no los la-
una vuelta para visitarme. Es cierto que realizaron al- xantes que debían haberlos acompañado, a pesar de
gunos servicios útiles, como meter una sonda pleural las peticiones expresas de mi esposa, otra omisión más.)
en mi colapsado pulmón izquierdo y recolocar el cla- A pesar de que era paciente en uno de los más
vo de mi pierna para poderla jalar y reducir la presión importantes hospitales universitarios (el que emplea-
en mi cadera fracturada. Pero la cuenta del hospital, ba a Bárbara), de todos modos tuvimos problemas. No
pagada casi por completo por mi HMO, llegó a $22 000 fue fácil encontrar a alguien que nos ayudara en el
dólares en sólo dos días –y ni siquiera pasé por la sala hospital. Pasaron varios días luego de la operación
de operaciones. antes de que el cirujano residente nos presentara
Miami representó el punto bajo de nuestra odisea con la enfermera de control del dolor, quien empezó a
post-accidente. La tensión en Miami fue horrible, mu- encargarse de mi tratamiento, tratando de desinflamar
cho más traumática que en Santiago. Con una habi- mi vientre y calmar el dolor de abdomen. Mientras
lidad agresiva, el hospital proponía sus servicios de tanto, le correspondió a mi esposa intervenir con
atención facturables al más alto precio, mientras que parte de su conocimiento en manejo del dolor. Me dio
los servicios más suaves se quedaban de lado. Mi es- a tomar aceite de oliva, un truco de su especialidad
posa decidió que necesitábamos regresar a Boston lo como enfermera destinado a engrasar el intestino para
más pronto posible. El viernes firmamos la salida y facilitar la salida de las heces. Con su estímulo y su
volvimos a subirnos en un Lear-jet para volar hacia el consejo, la enfermera de control del dolor ajustó mis
norte. Llegamos a Boston tarde esa misma noche: por medicamentos y, para el jueves, por fin pude dormir
fin en casa, aunque no totalmente intacto. Creímos que por la noche.
estábamos de vuelta en nuestro elemento, en donde La siguiente negociación fue cambiarme a un
conocíamos el sistema y tendríamos algo de control. hospital de rehabilitación. Mi esposa decidió a dónde
Pero no fue así. debía ir, con base en su experiencia de años en el área.
La atención de la salud es un proceso de negocia- Pero la pregunta era cuándo. El fin de semana del 4
ción en el cual el paciente tiene menos poder que los de julio no era el mejor momento para estar en el hos-
otros jugadores. De vuelta en Boston, redescubrimos pital: es época de vacaciones del personal de apoyo y
la política de la atención a la salud. Como paciente, me fecha en la que los nuevos internos llegan a los hospi-
convertí en cautivo de los demás para que me movie- tales universitarios. ¿Estaría yo mejor en una cómoda
ran a través de las diferentes instalaciones médicas: cama de un hospital universitario sin fisioterapeutas a
cuartos de hospital, salas de operación, clínicas de lo largo de un fin de semana de fiesta? ¿O debía mu-

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Un encuentro con los sistemas de salud ARTÍCULO ESPECIAL

darme a un hospital de rehabilitación en donde po- Ponerme de pie era imposible. Sentarme en el borde
dría empezar la fisioterapia de inmediato? Nuestra de la cama, con las piernas colgadas a un lado, me de-
amigable enfermera de control del dolor propuso un jaba exhausto. Sentarme en una silla eran palabras
movimiento rápido para empezar con la fisioterapia: mayores. El accidente no sólo me rompió los huesos y
“Mientras más pronto empiece, mejor va a estar.” me desgarró la piel, también destruyó mi capacidad
Bárbara quería tener unos cuantos días más de para funcionar.
relativa calma y estabilidad en el cuarto privado del Tenía que reaprender todo, avanzando gradual-
hospital universitario. Aquí las negociaciones se des- mente en el aprendizaje de las tareas relacionadas con
lizaron hacia la familia. Yo quería mudarme; ella ac- las diferentes edades. Como si hubiera vuelto a nacer,
cedió, no muy contenta. El sábado me llevaron en tenía que volver a aprender las cosas más simples de la
ambulancia al hospital de rehabilitación en Cambridge. vida: masticar y tragar alimentos fáciles de deglutir;
Nuestro más grande conflicto con el sistema de aten- comer sentado en la cama; ajustar mi conducto digesti-
ción a la salud tuvo lugar en ese hospital. El personal vo para que recibiera y expulsara en un horario regular;
de enfermería fue comprensivo y me dio todo su apo- quitarme y ponerme los pantalones de la pijama sin in-
yo durante mis batallas nocturnas con el dolor. Los clinarme; moverme de la cama hasta el cómodo; pasar
fisioterapeutas y los terapeutas ocupacionales eran de la cama a la silla de ruedas mientras me vigilaban;
justo lo que yo necesitaba. Pero sentimos que el mé- pararme agarrado a una caminadora. Las cosas más sim-
dico era terco e incomprensivo. Me presionó para que ples de la vida –las cosas que había hecho antes sin pen-
me sometiera a terapia de habla desde el primer día, sar– se habían vuelto casi imposibles. Poco a poco, con
tal vez porque se especializaba en desórdenes cerebra- práctica diaria, fisioterapia continua y persistencia, vol-
les relacionados con traumatismos. Después de que me ví a aprender las tareas más básicas de la existencia.
rehusé a hacer las pruebas para problemas del habla, La experiencia de la discapacidad me dio una nue-
pareció vengarse. Cuando le pedimos un cambio en va perspectiva de la vida. Si bien me sentía afortuna-
los medicamentos contra el dolor para evitar una so- do de seguir vivo, aunque no pudiera levantarme y
bredosis de paracetamol, redujo la prescripción de nar- caminar, los demás me veían como terriblemente des-
cóticos por abajo del nivel terapéutico. El dolor en mi afortunado. A principios de agosto, en cuanto logré
pierna era tremendo y sus instrucciones lo empeora- tener un poco de movilidad en silla de ruedas, volví a
ron. Frecuentemente me despertaba en medio de la mi oficina en la Escuela de Salud Pública para trabajar
noche con un dolor horrible y contando los minutos en un seminario. Veía a mis colegas desde un nuevo
hasta la siguiente dosis permitida. Buscamos todos punto de vista, para ser más exacto, desde el nivel del
los caminos alrededor y por encima de él, contactando ombligo. Y ellos me miraban y se preguntaban si vol-
amigos que conocían al director del hospital, buscando vería a caminar.
a otros médicos del personal, consultando al jefe del Para mi sorpresa, no había ni un solo baño accesi-
departamento, presionando a las enfermeras para que ble en silla de ruedas en todo el edificio de 14 pisos.
me ayudaran. Dos semanas después, justo antes de ser Para ir al baño tenía que desplazarme hasta el quinto
dado de alta, cambié de médico y tuve una plática in- piso de un edificio contiguo o de plano usar una baci-
teligente con mi nuevo doctor. Por fin dimos un pro- nica en mi oficina. Mi esposa se quejó con el decano y,
fundo suspiro de alivio. gracias a eso, adaptaron un baño para que yo pudiera
Luego de tres semanas fui dado de alta del hospi- tener acceso en el piso inmediatamente superior. Pa-
tal de rehabilitación. Una vez más, necesitábamos pre- recía irónico que, entre todos los lugares posibles, la
parar el coctel para controlar el dolor. Mi nuevo médico Escuela de Salud Pública de Harvard no contara con
me apoyaba, pero fue mi esposa quien sugirió los me- accesos para sillas de ruedas. Para mi esposa, se tra-
dicamentos que había que probar. A través de ensayo taba de un problema que sólo podía resolverse me-
y error llegamos a un conjunto de medicamentos razo- diante una acción directa.
nablemente eficaz para atender la combinación de do- Cuanto llegó el mes de septiembre, recibí a los
lores de huesos, músculos y nervios que se presentaron nuevos estudiantes de mi departamento apoyándome
después del accidente y las cirugías. en una caminadora. Mi mente estaba obnubilada por
La rehabilitación significa empezar de nuevo a los cuatro tipos de medicamentos contra el dolor que
partir de casi nada. En los días que siguieron a la ciru- seguía tomando cada ocho horas. Sentía mis frases tro-
gía, de inmediato me percaté de lo que significa la dis- pezadas y sin conexión; ya no fluían tan fácilmente
capacidad y cuán debilitado estaba. La primera vez que como antes. ¿Mi mente había sido afectada de alguna
traté de sentarme erguido en la cama necesité de 20 manera? ¿Acaso las medicinas estaban haciendo que
minutos de lucha con ayuda de dos fisioterapeutas. mi cerebro funcionara con lentitud? Bárbara sugirió

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que sería una buena experiencia para los estudiantes –unos cuantos días sin ese apoyo– para estar seguro.
de la Escuela de Salud Pública tomar clases con un Pero todavía me dolían los nervios de mi pie izquierdo
profesor que usara silla de ruedas. Estuve de acuerdo, y aún necesitaba 30 minutos diarios de fisioterapia para
pero hubiera preferido que ese profesor fuera otra per- fortalecer mis músculos.
sona. Retrasé mi curso de ética hasta noviembre. Pero El primer aniversario del accidente, el 23 de junio
incluso entonces di clases apoyado en muletas de alu- de 1999, fue agridulce. El choque fue la combinación de
minio y tomando medicinas contra el dolor. una extraña mezcla de destinos: increíblemente desafor-
La recuperación es un proceso y las apariencias tunado el que sucediera, increíblemente afortunado el
son engañosas. En los primeros días de enero dejé de que todos sobreviviéramos y el que yo me recuperara
lado las muletas, empecé a trastabillar con un bastón y casi por completo. Todos los que me daban atención
fui a patinar en hielo con Gabriel. Apenas podía cami- médica –cirujano ortopedista, neurólogo, médico gene-
nar, pero quería entrar a la pista de hielo –como una ral, fisioterapeuta– estaban de acuerdo en un punto: me
prueba de mi recuperación–. ¿Qué tanto podría hacer? había recuperado mucho mejor de lo que ellos espera-
Con la bendición de mi ortopedista (“¿Patinar en hie- ban. Incluso mi esposa admitía que yo había sido “mu-
lo? No veo por qué no.”) me amarré las agujetas de cho mejor paciente” de lo que ella había anticipado.
mis viejos patines de hockey y me lancé al hielo, empe- Eso significaba que casi no me quejaba del dolor (o de
zando con las manos sobre los hombros de mi cuñado cualquier otra cosa, en realidad), y que había seguido
durante la primera vuelta. Me dolía y casi no tenía las instrucciones de mis terapeutas y médicos a lo lar-
apoyo en mi pierna izquierda, pero el placer de desli- go del verano de recuperación. Al llegar la primavera,
zarme en el hielo me dio una enorme satisfacción. Nue- al parecer me había recuperado lo suficiente para vol-
vamente vivo. ver a mi conducta masculina normal (quejarme, no
En algún momento de febrero, lleno de dudas, dejé obedecer instrucciones, trabajar demasiado). Al final
el bastón. Como que me gustaban mi apariencia y la del año, 18 meses después del accidente, dejé el último
sensación –y la seguridad– de contar con un palo en el de mis medicamentos para el dolor y caminaba ya la
cual apoyarme. Pero era hora de dejarlo y empezar a milla hasta el trabajo sólo con un leve dolor, aunque
caminar por mí mismo, fortalecer mis músculos sin todavía sentía el pie izquierdo medio adormecido.
ayuda externa. Casi de inmediato la gente empezó a En el nuevo ambiente de la atención gerenciada,
felicitarme por mi “completa” recuperación. Y yo les buena parte de la “gerencia” o el manejo han pasado
explicaba que no estaba “completamente” recuperado, hacia el paciente y la familia. En ese contexto, yo tuve
que, de hecho, cada paso me dolía cuando mi pie iz- suerte. Mi esposa es una experta en tratar con médi-
quierdo tocaba el suelo. Lo que desde el exterior pare- cos, compañías de seguros, dolor y medicamentos para
cía una recuperación, estaba lejos de serlo en el interior. el dolor, intestinos y atención en casa. Y ella hizo todo
Algunas personas pensaban que me veía mejor que esto a pesar de que también sufría a causa de su claví-
antes del accidente –subí cinco kilos a causa del estilo cula rota, que le lastimaba cada vez que levantaba algo
de vida obligadamente sedentario. (como subir o bajar mi silla de ruedas de nuestra ca-
A mediados de abril, gracias al estímulo de mi fi- mioneta). Tuvimos suerte de contar con los recursos
sioterapeuta, traté de caminar la distancia de poco más de ambos para dirigir mis cuidados: la experiencia y
de una milla hasta mi trabajo. Fue demasiado y dema- conocimientos de mi esposa, nuestros contactos con
siado pronto. La segunda vez que caminé de vuelta a médicos y nuestra experiencia lidiando con la buro-
casa, el dolor en mi pie izquierdo fue tan intenso que cracia. Sin embargo, hubo momentos en los que el sis-
apenas pude caminar la última cuadra. Apretando los tema nos ahogó.
dientes, reprimiendo los quejidos, cojeé todo desequi- Nos preguntamos, ¿cómo negocian los otros pa-
librado para avanzar los últimos cien pasos. La deses- cientes con los médicos, con los hospitales, las tera-
peración y la desilusión fueron intensas. Caminar al pias, el traslado a casa? Supimos que algunos se las
trabajo y de regreso era la meta que yo mismo me ha- arreglan bien y otros no. Un amigo describió el dolor
bía impuesto como medida de recuperación –la vuelta que todavía siente, años después de que un miembro
a la “normalidad”–. ¿Sería capaz de hacerlo algún día? de su familia hospitalizado se suicidó. Luego de oír
Con el paso del tiempo me fui acercando. Mi nue- acerca de nuestras luchas en el hospital de rehabili-
vo cirujano ortopédico me recomendó que me en- tación, le explicó a Bárbara: “Nosotros no fuimos ca-
trenara a caminar lentamente una milla, aumentando paces de manejar el sistema.”
la distancia poco a poco. Y eso me ayudó. Reduje las ¿Me cambió de manera fundamental esta experien-
medicinas para el dolor de cuatro tipos a uno solo y cia cercana a la muerte? ¿Soy un mejor padre, esposo,
empecé a sentir que tal vez podría llegar a dejar ese investigador o profesor? Es difícil decirlo. Tal vez mi
soporte farmacéutico. Necesitaba un experimento enfrentamiento cara a cara con mi mortalidad –justo
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Un encuentro con los sistemas de salud ARTÍCULO ESPECIAL

antes de cumplir los 50 años– me recordó que es nece- agenda global sobre seguridad en el tránsito en carre-
sario valorar cada momento de la vida, aceptar los re- teras. El choque y todo lo que le siguió me permitieron
trasos en mi vida con menos compulsión y comprender tener un intenso periodo de reflexión, me ofrecieron el
mejor lo que es vivir con una discapacidad. Pero sobre privilegio de rehacerme; mientras que aún veo con cla-
todo me ha mostrado la importancia de los accidentes ridad las partes de mí mismo. Conforme voy recons-
de tránsito en los países en desarrollo, un olvidado pro- truyendo mi vida, todavía llevo conmigo el recuerdo
blema de salud pública. Desde el choque, he converti- constante del accidente, en mis cicatrices externas e in-
do este tema en una prioridad de mis investigaciones ternas, y en mi pie adormecido.
y ahora estoy organizando, con mi colega Vinand Nan-
tulya, una iniciativa internacional en el Centro de Es- Traducción: Víctor M Becerril.
tudios sobre Población y Desarrollo para impulsar una

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