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TEMPESTADES
Alfredo Sáenz
LA NAVE Y LAS
TEMPESTADES
La persecución en México
y la gesta de los Cristeros
EDICIONES GLADIUS
2012
LA NAVE Y LAS TEMPESTADES
Sáenz, Alfredo
La nave y las tempestades: La persecución en México
y la gesta de los Cristeros
1ª ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires - Gladius, 2012.
v. 12, 552 p. + Papel: il.; 18x11 cm.
ISBN 978-987-659-036-5
1. Historia de la Iglesia. I. Título
CDD 270
Fecha de catalogación: 23/10/2012
Índice
Capítulo Primero
Dos grandes vertientes históricas .............................15
I. Agustín de Iturbide (1783-1824).............................20
1. De oficial realista a adalid de la Independencia...21
2. El Plan de Iguala y las Tres Garantías.................26
3. Iturbide Emperador............................................36
4. El drama del novel Emperador..........................41
5. El inesperado retorno de Iturbide.......................46
II. Benito Juárez (1820-1872)......................................55
1. La Constitución..................................................60
2. Las Leyes de Reforma.......................................63
3. Juárez y Maximiliano.........................................72
Capítulo Segundo
La persecución religiosa del siglo XX ......................95
I. Venustiano Carranza (1917-1920)........................100
1. La política persecutoria de Carranza................101
2. La consagración de México a Cristo Rey..........113
3. La Constitución de Querétaro..........................114
II. Álvaro Obregón (1920-1924)................................123
1. El gobierno de Obregón...................................125
2. Su política religiosa..........................................126
III. Plutarco Elías Calles (1924-1928).........................134
1. La figura de Calles...........................................134
2. Su actuación como estadista............................137
3. La persecución a la Iglesia...............................142
4. Los aliados de Calles........................................147
5. El intento de un cisma......................................152
6. La llamada “Ley Calles”..................................160
Capítulo Tercero
Una figura paradigmática:
El padre Miguel Agustín Pro ....................................175
I. Un joven ardiente llamado al sacerdocio...............178
II. El México que encontró al volver..........................183
III. Anhelo de martirio................................................187
IV. Un apóstol infatigable............................................195
V. Su intensa vida interior.........................................212
VI. Homo ludens........................................................221
VII. Vivir “peligrosamente”..........................................227
VIII. El testimonio supremo...........................................236
Capítulo Cuarto
Anacleto González Flores:
mártir de la cristiandad ............................................255
I. El “Maistro”...........................................................258
II. El dirigente............................................................267
1. México católico, despierta de tu letargo............267
2. El forjador de caracteres...................................273
3. Hacia un catolicismo pletórico de juventud......289
4. El enamorado del verbo...................................294
III. La resistencia civil.................................................300
1. La Unión Popular y la oposición pacífica.........302
2. Actitud de Anacleto ante el alzamiento
armado de los cristeros....................................306
IV. La muerte del héroe..............................................310
Capítulo Quinto
La guerra cristera y sus avatares .............................321
I. Prolegómenos del alzamiento................................324
1. La A.C.J.M......................................................325
2. La Unión Popular.............................................332
3. La Liga Nacional de Defensa Religiosa............333
4. El cierre de las iglesias y los primeros
brotes de rebelión............................................338
5. “El Congreso o las armas”...............................342
II. Licitud del levantamiento......................................344
1. Diversas actitudes de los pastores.....................345
2. El recurso a la Santa Sede................................357
III. Cómo se concretó el levantamiento
y su ulterior organización......................................359
1. Guadalajara, corazón del levantamiento..........362
2. De guerrilla a ejército.......................................363
3. Las autoridades cristeras..................................375
4. El ejército federal.............................................384
5. Las Brigadas de Santa Juana de Arco..............387
IV. Una guerra teológica.............................................392
V. Personajes singulares.............................................410
VI. Galería de héroes..................................................420
1. Obispos............................................................421
2. Sacerdotes.......................................................426
3. Laicos..............................................................433
Capítulo Sexto
“Los Arreglos... si Arreglos pueden llamarse” ......455
I. Situación previa a los Arreglos...............................457
II. Los gestores de los Arreglos...................................466
III. Diversas reacciones frente a los Arreglos................475
IV. Los generales Gorostieta y Degollado Guízar........495
V. Obediencia heroica...............................................508
VI. ¿Un triunfo de la masonería?.................................513
VII. Trágicas consecuencias de los Arreglos..................521
VIII. Coletazos..............................................................536
Bibliografía.....................................................................549
Muchas son las olas que nos ponen en
peligro, y graves tempestades nos amenazan;
sin embargo, no tememos ser sumergidos
porque permanecemos firmes sobre la ro-
ca. Aun cuando el mar se desate, no rompe-
rá la roca; aunque se levanten las olas, no
podrán hundir la nave de Jesús.
LA PERSECUCIÓN EN MÉXICO
Y LA GESTA DE LOS CRISTEROS
P
ara mejor entender el ambiente en que se
gestó el levantamiento heroico de los criste-
ros se vuelve indispensable retrotraernos a
los orígenes del México independiente. Porque en
esta noble nación, como entre nosotros, las cosas
fueron ambivalentes, contrariamente a la ideolo-
gía unívoca que intentó imponer la exégesis ofi-
cial, basada en la institucionalización de la mentira
histórica. Impúsose, así, la imagen de un México
bien definido, que nació y creció en el espíritu del
iluminismo, debiendo afrontar los embates de las
tinieblas católicas y de las raíces hispánicas. Tal
es la concepción pseudo-histórica del oficialismo
laicista. No resulta, pues banal destacar quiénes
fueron los auténticos héroes y quienes los verda-
deros traidores.
Capítulo Primero
3. Iturbide Emperador
1. La Constitución
3. Juárez y Maximiliano
***
LA PERSECUCIÓN RELIGIOSA
DEL SIGLO XX
Hasta acá hemos considerado lo acontecido en
México durante buena parte del siglo XIX, tratan-
do de corporizar dicho lapso de su historia en dos
destacados caudillos: Iturbide y Juárez.
Nos adentraremos ahora en el siglo XX, para
irnos colocando en los umbrales del levantamien-
to cristero, lo que nos permitirá detectar mejor su
origen y sus causas. Como señala Luis Alfonso
Orozco, en su excelente libro El martirio en Méxi-
co durante la persecución religiosa, la gran nación
del norte vivió en la primera mitad de dicho siglo
una de las épocas más turbulentas de su historia.
En las últimas décadas del siglo XIX y la primera
del XX, ocupó el poder una figura verdaderamente
relevante. Nos referimos a Porfirio Díaz. Este ge-
neral, oriundo de Oaxaca, gobernó aquel convul-
sionado país desde 1867 a 1911. Su régimen, por
98 La Nave y las Tempestades
3. La Constitución de Querétaro
1. El gobierno de Obregón
2. Su política religiosa
1. La figura de Calles
3. La persecución a la Iglesia
5. El intento de un cisma
I. Un joven ardiente
llamado al sacerdocio
Un tercer relato:
En otra ocasión al ir a decir misa en una barria-
da, me topo de buenas a primeras con dos geníza-
ros que custodiaban la casa en que iba a celebrar.
−Diablo, me digo, esta vez la jerramos. Entrar era
exponerse, volver grupas era miedo, dejar encam-
panada a la gente que estaba adentro era infame.
Con el mayor descaro de que soy capaz, me paro en
frente de los técnicos [policías], tomo el número de
la casa, me desabrocho el chaleco, como si quisiera
enseñarles mi tierno corazón, y guiñando el ojo, les
digo: −¡Aquí hay gato encerrado! Ellos me saludan
militarmente y me dejan pasar. Me creyeron uno de
la reservada que les mostraba la placa que llevan
ellos dentro del chaleco. −Ora sí que hay gato en-
cerrado, me dije yo, al trepar de tres en tres escalo-
nes. Imposible fue decir la misa. La gente, al verme
llegar, se puso lívida. Y a no ser por mis puños que
impidieron un atropello a mi persona, aseguro a Uds
que a estas horas estaría todavía encerrado en un
ropero, lleno de chinches, donde la caridad de mis
feligreses quería embarrarme. −Pero, benditos, les
dije, si ahora es cuando podemos estar más seguros,
puesto que los técnicos nos cuidan la casa! Pero… ni
agua [todo inútil]. Por las once mil vírgenes me ro-
garon saltara por la azotea. Yo tomé mi sotana, hice
una pirueta, a modo de saludo, y con el tradicional
234 La Nave y las Tempestades
en nuestra patria,
en nuestro suelo,
que es de María la nación.
Como acabamos de señalarlo, más que una ce-
remonia fúnebre el sepelio pareció un acto triun-
fal. Durante el trayecto habían pasado delante del
Castillo de Chapultepec, residencia del presiden-
te Calles. Desde las ventanas del palacio, el tira-
no ha de haber visto desfilar a sus enemigos ven-
cedores que no cesaban de vivar a Cristo Rey, su
enemigo personal.
Tras el entierro del padre Pro, se dirigieron a
la fosa preparada para Humberto. Allí también se
hizo silencio, mientras se bendecía el sepulcro don-
de descansarían sus restos, y luego bajaron el ca-
dáver. Entonces don Miguel tomó una pala y arrojó
la primera tierra que había de cubrirlo. Acababa de
sepultar a sus dos queridos hijos. Con la sobriedad
que lo caracterizaba exclamó: “¡Hemos terminado!
¡Te Deum laudamus!”. El entierro de Segura Vilchis
y compañeros fue también multitudinario, sólo que
se verificó a la misma hora y en un sitio muy dis-
tante que el de los Pro, en la Villa de Guadalupe.
De Humberto Pro ha dicho el padre Rafael
Martínez del Campo: “Podría igualmente instruir-
se un proceso canónico para demostrar su marti-
rio”. Coincide con dicho sacerdote el padre Ramí-
rez Torres, quien para ello trae a colación un texto
de Santo Tomás en el libro V de las Sent. 49,5,3,
254 La Nave y las Tempestades
I. El “Maistro”
II.El dirigente
2. El forjador de caracteres
LA GUERRA CRISTERA
Y SUS AVATARES
Nos introducimos ahora en lo que constituye
propiamente el objetivo fundamental del presen-
te curso, el levantamiento y la guerra de los cris-
teros. Lo dicho hasta acá no nos ha servido más
que para dilucidar los antecedentes más o menos
remotos de la gesta. En su esclarecedor estudio La
epopeya cristera escribe Enrique Díaz Araujo: “En
ciertas partes de nuestro planeta, en muy determi-
nadas regiones de la tierra, la resistencia a la apla-
nadora masificante de la tendencia modernista ha
sido más obstinada. Más aún, existen zonas selec-
tas: la Vendée francesa de la contra-revolución de
los chuanes, la Navarra española del tradiciona-
lismo carlista, o el Don apacible del voluntariado
ruso blanco, donde esa resistencia ha alcanzado
caracteres épicos, dignos de la tragedia homérica”.
Pues bien, agrega, “entre esos hitos notables ha-
324 La Nave y las Tempestades
1. La A.C.J.M.
2. La Unión Popular
2. De guerrilla a ejército
4. El ejército federal
V. Personajes singulares
***
***
420 La Nave y las Tempestades
1. Obispos
2. Sacerdotes
3. Laicos
***
“LOS ARREGLOS...
SI ARREGLOS PUEDEN LLAMARSE”
Vamos ya llegando al desenlace de esta aven-
tura, ética y mística a la vez, que encarnó lo mejor
del pueblo mexicano.
V. Obediencia heroica
2
¿En qué consistió el arreglo?
¿Nuestro partido triunfó?
¿O viéndola ya perdida,
el Gobierno se rindió?
¿Se reformó nuestra ley?
¿La libertad ya nació?
No le importa nada de eso.
No más que ya se arregló.
3
El sacerdote en el templo
a oficiar ya empezó:
cumpliendo los requisitos
La persecución en México y la gesta de los Cristeros 533
4
Al enemigo un abrazo
Tal como Dios lo mandó.
A vivir ya como hermanos
que la guerra terminó.
Si siguen las balaceras
porque alguno se rindió:
A morir como borregos…
Que ya todo se arregló.
6
Que salgan los sacerdotes.
La Ley los garantizó.
Que vuelva el culto a los templos.
Ya Portes Gil lo pactó.
Pedroza, Galindo, Orozco…
Santa Cruz también murió…
Si siguen matando Padres,
es porque ya se arregló.
7
Por doquiera paz, concordia
el arreglo nos brindó.
Sólo que la dicha paz
en balazos consistió.
Ni el pacífico se escapa
del guacho que lo alcanzó:
También pacíficos matan
hoy que todo se arregló.
534 La Nave y las Tempestades
10
Justo que todos se rindan
hoy que todo se arregló.
Si por eso se mueren
seguro ya les tocó.
Desde el cerro estoy mirando
lo que a muchos les pasó.
¿Que todos ya se rindieron…?
Mentiras. Les falto yo.
VIII. Coletazos
***
Hoy la situación se encuentra en una suerte de
statu quo, si bien con el peligro de que en cualquier
día se reanude el ataque, dado que legalmente se
mantienen en vigor todas las leyes persecutorias,
aunque sin que de facto se exija su cumplimiento.
Gracias a Dios, la epopeya de la Cristiada no es
ya un tema tabú en México. Hasta hace poco no
se hablaba o no se podía hablar de ella. O, como
escribe Meyer, “se la despachaba en unas cuantas
líneas difamatorias”. Hace algunos años, en uno
de nuestros viajes a México, tuvimos la enorme
satisfacción de bendecir e inaugurar el primer mu-
seo cristero que se hizo público en aquella nación,
La persecución en México y la gesta de los Cristeros 545
Noviembre de 2012