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PERDÓN Y ARREPENTIMIENTO

1. ORACIONES
SALMO MISERERE
Tenme piedad, oh Dios, según tu amor,
por tu inmensa ternura borra mi delito,
lávame a fondo de mi culpa,
y de mi pecado purifícame.
Pues mi delito yo lo reconozco,
mi pecado sin cesar está ante mí;
contra Ti, contra Ti solo he pecado,
lo malo a tus ojos cometí.

Por que aparezca tu justicia cuando hablas


y tu victoria cuando juzgas.
Mira que en la culpa ya nací,
pecador me concibió mi madre.
Mas Tú amas la verdad en lo íntimo del ser,
y en lo secreto me enseñas la sabiduría.
Rocíame con el hisopo, y seré limpio,
lávame, y quedaré más blanco que la nieve.
Devuélveme el son del gozo y la alegría,
exulten los huesos que machacaste Tú.
Retira tu faz de mis pecados,
borra todas mis culpas.
Crea en mí, oh Dios, un puro corazón,
un espíritu dentro de mí renueva;
no me rechaces lejos de tu rostro,
no retires de mí tu santo espíritu.
Vuélveme la alegría de tu salvación,
y en espíritu generoso afiánzame;
enseñaré a los rebeldes tus caminos,
y los pecadores volverán a Ti.
Líbrame de la sangre, Dios, Dios de mi salvación,
y aclamará mi lengua tu justicia;
abre, Señor, mis labios,
y publicará mi boca tu alabanza.
Pues no te agrada el sacrificio,
si ofrezco un holocausto no lo aceptas.
El sacrificio a Dios es un espíritu contrito;
un corazón contrito y humillado, oh Dios, no lo desprecias.
¡Favorece a Sión en tu benevolencia,
reconstruye las murallas de Jerusalén!
Entonces te agradarán los sacrificios justos,
--holocausto y oblación entera--
se ofrecerán entonces sobre tu altar novillos.
Cristo con los pecadores arrepentidos
de Otto Van Veen, 1607
Landesmuseum, Mainz

Si el ladrón obtuvo la gracia del paraíso, ¿por qué el cristiano no ha de obtener el perdón?

San Máximo de Turín


Sermón 53

No dudéis del perdón, pues, por grandes que sean vuestras culpas, la magnitud de su misericordia perdonará, sin duda, la enormidad de
vuestros muchos pecados

San Jerónimo
Coment. sobre el profeta Joel

Dios no se escandaliza de los hombres. Dios no se cansa de nuestras infidelidades. Nuestro Padre del Cielo perdona cualquier ofensa, cuando
el hijo vuelve de nuevo a El, cuando se arrepiente y pide perdón

Beato José Mª Escrivá de Balaguer


Es Cristo que pasa, 64

YO PECADOR
(CONFITEOR)

Yo, pecador, me confieso a Dios todopoderoso, a la bienaventurada siempre Virgen María, al


bienaventurado san Miguel Arcángel, al bienaventurado san Juan Bautista, a los santos Apóstoles Pedro y
Pablo, a todos los santos, y a vosotros, hermanos, que pequé gravemente con el pensamiento, palabra y
obra; por mi culpa, por mi culpa, por mi gravísima culpa. Por tanto, ruego a la bienaventurada siempre
Virgen María, al bienaventurado san Miguel Arcángel, al bienaventurado san Juan Bautista, a los santos
Apóstoles Pedro y Pablo, a todos los santos, y a vosotros, hermanos, que roguéis por mí a Dios nuestro
Señor. Amén.

ACTO DE CONTRICIÓN I
¡Señor mío, Jesucristo! Dios y Hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío; por ser Vos quien sois,
Bondad infinita, y porque os amo sobre todas las cosas, me pesa de todo corazón haberos ofendido;
también me pesa porque podéis castigarme con las penas del infierno. Ayudado de vuestra divina gracia,
propongo firmemente nunca más pecar, confesarme y cumplir la penitencia que me fuere impuesta.
Amen.

ACTO DE CONTRICIÓN II
Yo confieso ante Dios todopoderoso y ante vosotros, hermanos, que he pecado mucho de pensamiento,
palabra, obra y omisión. Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa. Por eso ruego a santa María,
siempre Virgen, a los Ángeles, a los Santos y a vosotros, hermanos, que intercedáis por mí ante Dios,
Nuestro Señor.
1. Se trata del más famoso de los salmos penitenciales (nº 51) y la expresión más perfecta de un
corazón verdaderamente arrepentido. Se atribuye al rey David, el cual lo pronunció tras su
arrepentimiento por el adulterio cometido con Betsabé. A próposito de él comenta San Pedro de
Alcántara (1499-1562): Misericordia, Dios mío, por tu bondad. Porque si en todas tus obras eres
incomparable, en la misericordia te superaste a ti mismo... Te encarnaste por misericordia, naciste,
viviste, moriste por misericordia. Tan natural te es tener misericordia como al fuego quemar y al
sol alumbrar; y antes dejará el fuego de quemar y el sol de alumbrar, que tú de tener misericordia.
¿Acaso te faltará misericordia para un pobre como yo, que con tanta insistencia te la pide?.
(Fuente: Directorio franciscano).

http://www.devocionario.com/varias/perdon_1.html#O4

PERDÓN Y ARREPENTIMIENTO
2. ORACIONES PARA IR A CONFESAR

¡Ay de mí! ¿Qué hice? Ofender a un Dios que me ha creado, que me ha redimido con su sangre
preciosa y diariamente me está colmando de beneficios... ¡Cuánta ingratitud! ... Obrar contra la
razón y la propia conciencia; pecar con tanto conocimiento... ¡Cuánta malicia!... Por un vil gusto
o interés, perder la paz del corazón y hacerme reo del infierno... ¡Cuánta locura!... Y ¿no habrá
remedio para mí?... Sí; Dios es misericordioso con los que se arrepienten. Y ¿no le pediré
perdón?... ¿No propondré la enmienda?... ¿No trataré de huir de las ocasiones o peligros
próximos de pecar?... ¿No me confesaré?... Si, lo haré ahora mismo con firme resolución y
propósito de la enmienda.

1. ORACIÓN PARA ANTES


DEL EXAMEN DE CONCIENCIA

Mirad, oh amado y buen Jesús, un pecador, postrado lleno de confianza a vuestros pies. Mis pecados me
llenan de temor y no encuentro otro refugio que vuestro amantísimo Corazón. A la vista de ese divino
Corazón, la confianza vuelve otra vez a mi alma. Soy, en verdad, oh Señor, el más ingrato de vuestros
hijos, que tan mal ha correspondido a vuestro amor, ofendiéndoos a Vos, que sois mi Padre
bondadosísimo. Ya no soy digno de ser llamado hijo vuestro. Pero mi pobre corazón no puede vivir sin
Vos. Merezco un juez severo; pero en vez de esto, encuentro un Dios, lleno de ternura y amor, clavado en
la cruz, por mi bien, y con los brazos abiertos, dispuesto a recibirme, cual Padre amoroso.

Vuestras cinco llagas son como otras tantas lenguas que me invitan al arrepentimiento y hablan a mi
pobre corazón: vuélvete, hijo mío, vuélvete a Mi, arrepiéntete y no dudes de mi amor y de mi perdón.

Acabad, oh dulce Maestro la obra que en vuestra infinita caridad habéis comenzado. Concededme un poco
de aquel conocimiento y de aquel dolor que Vos teníais de mis pecados, cuando en el huerto de los Olivos
sudasteis sangre a la vista de ellos, y caísteis como muerto sobre vuestro sagrado rostro, para que yo
comprenda el peso y la malicia del pecado y conciba un verdadero dolor. Iluminad mi entendimiento para
que conozca claramente mis pecados. Fortaleced mi voluntad para aborrecer mis pecados y arrepentirme
de todos ellos.

Oh María, Madre de los dolores, ayudadme en esta grande tribulación de mi alma.

Angel de mi guarda, Patronos míos, rogad por mí, para que haga una buena confesión. Así sea.

2. ORACIÓN PARA DESPUÉS


DEL EXAMEN DE CONCIENCIA
(acto de contrición)

Señor mío Jesucristo, Dios y hombre verdadero, Creador y Redentor mío: por ser Vos quien sois, y
porque os amo sobre todas las cosas, me pesa, Señor, de todo corazón de haberos ofendido, y propongo
firmemente nunca más pecar, apartarme de todas las ocasiones de ofenderos, confesarme, cumplir la
penitencia que me fuere impuesta; os ofrezco mi vida, mis obras y trabajos en satisfacción de todos mis
pecados, y así como os lo suplico, así confío en vuestra divina bondad y misericordia infinita me los
perdonaréis por los méritos de vuestra preciosa Sangre, Pasión y Muerte, y me daréis gracia para
enmendarme y perseverar en vuestro santo servicio hasta el fin de mi vida. Así sea.

¡Mi Jesús, azotado en la columna por mis deshonestidades! ¡Mi Señor, coronado de espinas por mis malos
pensamientos! ¡ Mi Dios agonizando de pena en el huerto, por mis ingratitudes! ¡El Rey del cielo y tierra
tenido por loco y pospuesto a Barrabás por mi soberbia! ¡El autor de la vida puesto en una cruz por mis
malditas culpas! ¿Y yo no lloro? Pero no, que ya se enternece el corazón al considerar que yo fui causa de
tantos dolores; ya se angustia mi corazón; ya clamo a las puertas de vuestra clemencia.

Dios mío, fuente de misericordia, tened por bien, de limpiarme de mis pecados. Pequé, Dios mío por
flaqueza, contra Vos, Padre Eterno, Todopoderoso; por Ignorancia, contra vuestro Unigénito Hijo,
Sabiduría infinita; y por malicia contra el Espíritu Santo. Con estas culpas os ofendí, Trinidad Soberana.
Ayudadme, oh mi dulcísimo Jesús, con vuestra gracia que todo lo puede. En Vos pongo toda mi confianza.
Oh Jesús mío, para Ti vivo, para Ti muero, oh Jesús mío, soy Tuyo en vida y muerte. Así sea.

3. ORACIÓN PARA DESPUÉS


DE LA CONFESIÓN

Gracias, oh Padre Celestial, gracias infinitas os doy, por el inmenso beneficio que acabáis de concederme.
Habéis purificado mi pobre alma con la Sangre preciosísima de vuestro divino Hijo, mi buen Salvador.

Os ofrezco esta mi confesión y mi penitencia en unión con todos los actos de penitencia que hicieron todos
los santos y en especial la de nuestro Señor Jesucristo, su santísima Madre y San José, pidiendo a vuestra
bondad paternal que os dignéis aceptarlos y hacerlos meritorios para mi eterna salvación. Lo que haya
podido faltar a la sinceridad de mi preparación, a mi contrición y a la acusación de mis pecados, lo pongo
todo en el Corazón adorable de mi buen Jesús, tesoro infinito de todo bien y de todas las gracias.

Os ofrezco, oh Padre Eterno el Corazón de vuestro divino Hijo, con todo su infinito amor, todos sus
sufrimientos y todos sus méritos para digna satisfacción de mis pecados.

Madre dulcísima de Jesús, María, acordaos que sois también mi madre, Mi pobre alma os fue
encomendada por Jesús mismo. En la cruz fue El quien me os dio por Madre. Obtenedme, pues, oh tierna
Madre, la gracia de sacar de este santo sacramento todos los frutos que Jesús quiere que yo alcance.
Alcanzadme, oh amabilísima Madre, por los dolores que sufristeis al ser separado de Jesús, vuestro divino
Hijo, un amor ardiente y fiel a Jesús. ¡Muestra que eres mi Madre!
Angel de mi guarda, mi dulce compañía; mis santos patronos y todos los ángeles y santos de Dios,
interceded por mí y alcanzadme la gracia de cumplir fielmente con mis propósitos. Así sea.

PERDÓN Y ARREPENTIMIENTO
3. ORACIONES PARA IR A CONFESAR

(Y vino a El un leproso que, rogándole de rodillas, le


decía: Si quieres puedes limpiarme). Aquel hombre se
arrodilla postrándose en tierra lo que es señal de
humildad y de vergüenza, para que cada uno se
avergüence de las manchas de su vida. Pero la vergüenza
no ha de impedir la confesión: el leproso mostró la llaga y
pidió el remedio. Su confesión está llena de piedad y de
fe. Si quieres, dice, puedes: reconoció que el poder
curarse estaba en manos del Señor

San Beda
Coment. sobre S. Marcos

1. ORACIÓN PARA ANTES


DEL EXAMEN DE CONCIENCIA

Oh Señor y Dios de bondad Bien sé que Vos no queréis la muerte del pecador, sino que se convierta y
viva. Por mi, Dios mío, cargasteis con la Cruz, y desde ella me llamáis, aunque soy la criatura más ingrata
y pecadora: me llamáis, no para castigarme sino para perdonarme. Ayúdame Señor, para que haga con
fruto esta confesión y sane de la mortal dolencia que me causaron mis pecados ¡Oh Virgen Soberana!
Ayúdame, pues sois Madre y refugio de pecadores. No permitáis que el enemigo de mi alma impida lo que
yo tanto deseo. ¿Cómo podré decir las enormes culpas y maldades de mi desconcertada vida, si la gracia
de Dios no me asiste? Alcanzadme esta gracia, oh Virgen Santísima! Gloriosa Santa Magdalena, venid en
mi ayuda, y, si en el pecar os he imitado, siga vuestro ejemplo en confesar mis pecados, y en hacer
penitencia. Santo Angel de mi Guarda, ayudadme en todo. ¡Oh Dios mío, quién pudiera con lágrimas de
sangre borrar tantas culpas!

2. ORACIÓN DEL PENITENTE PARA DESPUÉS


DEL EXAMEN DE CONCIENCIA
Padre lleno de clemencia, como el hijo pródigo que marchó hacia tu encuentro, te digo:

«He pecado contra Ti, ya no merezco llamarme hijo tuyo». Cristo Jesús, Salvador del mundo, como al
ladrón al que abriste las puertas del paraíso te ruego: «Acuérdate de mí, Señor, en tu Reino». Espíritu
Santo, fuente de amor, confiadamente te invoco: «Purifícame y haz que camine como hijo de la luz».

Recuerda, Señor, que tu ternura y tu misericordia son eternas; no te acuerdes de los pecados ni de las
maldades de mi juventud; acuérdate de mí, Señor, con misericordia, por tu bondad. (Sal 24, 67.)

Lava del todo mi delito, Señor, limpia mi pecado, pues yo reconozco mí culpa, tengo siempre presente mi
pecado (Sal 50, 45).
Padre, he pecado contra Ti, ya no merezco llamarme hijo tuyo. Ten compasión de este pecador. (Lc
15,19; 18-13).

Misericordia Dios mío por tu bondad. Aparta de mi pecado tu vista, borra en mí toda culpa. ¡Oh Dios!, crea
en mí un corazón puro, renuévame por dentro con espíritu firme. Jesús, Hijo de Dios, apiádate de mí, que
soy un pecador.

Dios mío, con todo mi corazón me arrepiento del mal que he hecho y de todo lo bueno que he dejado de
hacer. Al pecar te he ofendido a Ti, que eres el supremo bien y digno de ser amado sobre todas las cosas.
Propongo firmemente, con la ayuda de tu gracia, hacer penitencia, no volver a pecar y huir de las
ocasiones de pecado. Señor, por los méritos de la pasión de nuestro Salvador Jesucristo, apiádate de mí.

3. ORACIÓN PARA DESPUÉS


DE LA CONFESIÓN

Acabáis de decirme, Jesús, la consoladora palabra: Vete en paz, tus pecados te son perdonados. Me
habéis purificado con vuestra sangre de la lepra de mis pecados; me habéis sacado de las garras del
enemigo infernal; habéis roto los lazos de la muerte, abriéndome de nuevo el cielo. Vuestra paz y vuestra
alegría han vuelto otra vez a mi corazón y me atrevo a levantar con confianza los ojos hacia Vos. Por toda
la eternidad celebraré y cantaré vuestras bondades y finezas, en unión de los Angeles y los Santos. Pero
me habéis dirigido también este severo aviso: "Ya has recobrado la salud, no vuelvas a pecar, no te
suceda otra cosa peor". Cuando dirijo mi vista a lo pasado, me siento tentado de abandonarme al
desfallecimiento. ¡Tantas veces como he prometido corregirme! y ¡cuántas no he sido desleal a las más
santas resoluciones! Señor, yo soy flaco, y mi voluntad impotente contra la astucia del maligno y la
violencia de las tentaciones. Sostenedme con vuestra gracia, os Lo pido por el amor de vuestro
Sacratísimo Corazón. Con vuestra ayuda seré fuerte, con vuestra protección triunfaré siempre del
enemigo. No me abandonéis en la lucha, cubridme con el escudo de vuestra amorosa presencia en el
momento del peligro, a fin de que no vuelva a caer de nuevo en el pecado. Concededme también, Señor
Jesús, el cooperar con fidelidad y perseverancia a vuestra santa gracia, y ya que mi voluntad está ahora
firmemente resuelta, ¡oh, dulce Salvador mío! procuraré con todo empeño corregirme sirviéndome de los
medios necesarios al efecto: en particular rechazaré tales malos pensamientos... en tanto me aperciba de
su presencia en mi alma, oraré en las tentaciones y evitaré con cuidado las ocasiones peligrosas...

Completad, Señor, la obra de la gracia que en mí habéis comenzado. Amén.

GUÍA PARA LA CONFESIÓN INDIVIDUAL


Rito de la reconciliación
La confesión es el sacramento del hijo arrepentido que regresa a los
brazos de su Padre.

El regreso del hijo pródigo


de Edward John Poynter (1869)
El penitente dice el saludo acostumbrado (por ejemplo, "Ave María purísima" o
"Bendígame Padre, porque he pecado"), y se santigua.

El sacerdote puede decir:

El Señor esté en tu corazón para que te puedas arrepentir y confesar


humildemente tus pecados.

El sacerdote o el penitente puede leer o decir de memoria algunas palabras de


la Sagrada Escritura sobre la misericordia de Dios y el arrepentimiento, por
ejemplo:
Señor, Tú lo sabes todo; Tú sabes que te amo.

El penitente se acusa de sus pecados:

- Mi última confesión fue hace… (días, meses o años aproximadamente).


- Pido perdón a Dios de... (se dicen los pecados cometidos desde la última
confesión.)
- Me acuso también de todos aquellos pecados de los que no me acuerdo.

El sacerdote le da los consejos oportunos y le impone la penitencia. El


sacerdote invita al penitente a manifestar la contrición.

El penitente puede decir, por ejemplo:

Jesús, Hijo de Dios, apiádate de mí, que soy un pecador.

El sacerdote, extendiendo ambas manos o, al menos, la derecha sobre la


cabeza del penitente, dice:

Dios, Padre misericordioso, que reconcilió consigo al mundo por la muerte y la


resurrección de su Hijo y derramó el Espíritu Santo para la remisión de los
pecados, te conceda, por el ministerio de la Iglesia, el perdón y la paz.

Y yo te absuelvo de tus pecados en el nombre del Padre, del Hijo +y


del Espíritu Santo.

El penitente responde: Amén.

El sacerdote despide al penitente:

La Pasión de Nuestro Señor Jesucristo, la intercesión de la Bienaventurada


Virgen María y de todos los santos, el bien que hagas y el mal que puedas
sufrir, te sirvan como remedio de tus pecados, aumento de gracia y premio de
vida eterna. Vete en paz.

El penitente debe cumplir la penitencia impuesta tan pronto como sea posible.

ORACIÓN PARA DESPUÉS DE LA CONFESIÓN

Te doy gracias, Dios mío, por haberme perdonado mis pecados y recibido de
nuevo en tu amistad. Te pido por los méritos de tu Hijo Jesucristo y de su
Madre Santísima, la Virgen María y de todos los santos, suplas con tu piedad y
misericordia cuanto por mi miseria haya faltado a esta confesión de suficiente
contrición, pureza e integridad, por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

1.El sacramento de la penitencia o reconciliación, comúnmente llamada la


confesión, es uno de los siete sacramentos reconocidos por la Iglesia Católica.
Se instituyó el domingo de Pascua, cuando Cristo apareció por primera vez a
los apóstoles después de su resurrección (Juan 20:22-23). Mediante este
sacramento el pecador recupera de nuevo la amistad con Dios. La Iglesia
recomienda la confesión frecuente. Para más información puede consultarse el
documento Introducción al Ritual de la Penitencia disponible en la Biblioteca
Electrónica Cristiana (BEC). También se recomienda el artículo ¿A usted le
cuesta confesarse? publicado en este mismo sitio.

http://www.devocionario.com/

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