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CA PÍTULO 8

Desarrollo urbano
de Baja California

Tito Alegría
Garita fronteriza de San Ysidro entre Tijuana y San Diego.
Alfonso Caraveo Castro, Archivo Colef.
Introducción

L a gran urbanización de Baja California es singular por ser históricamente reciente, por
su rapidez absoluta y relativa comparada con el resto del país, y porque su territorio es
débil en recursos naturales que han mostrado ser propicios para la formación y creci-
miento de ciudades en otras latitudes, en particular, fuentes de agua dulce y de energía.
Al inicio del siglo xx el estado tenía menos de 8 000 residentes y Ensenada, con menos de 2 000
habitantes, era su única ciudad; en 2005 la entidad se acercó a los 3 millones de residentes concen-
trados la mitad de ellos en Tijuana, la más grande de sus ciudades. Desde 1921 la población de Baja
California creció 121 veces, mientras que el país lo hizo siete veces, y las ciudades del estado, particu-
larmente las fronterizas, fueron las que absorbieron ese crecimiento demográfico, de manera que 85
por ciento de su población residía en localidades de más de 15 mil habitantes al 2005.
Ese rápido y singular proceso de urbanización no puede explicarse con las teorías que explican
el crecimiento de urbes del interior del país (Garza, 1985). Al respecto, el autor ha desarrollado
una interpretación del crecimiento urbano en la frontera norte de México (Alegría, 1992, 2009)
que moldea la explicación de la urbanización de Baja California que se presenta en este ensayo.
Desde esa interpretación las ciudades crecieron debido a la mezcla de factores surgidos en dos es-
calas territoriales: la primera incluye aspectos macroeconómicos de México y Estados Unidos, y la
segunda se refiere a procesos localizados en la región entre los cuales destacan las consecuencias
de la evolución del rol institucional de la frontera internacional.
Este documento presenta en el primer apartado el cambio locacional de la concentración urbana,
desde el interior del estado hacia el borde internacional. Luego se presenta la interpretación de ese cam-
bio locacional y del gran crecimiento urbano sobre la frontera; después se desarrolla el rol institucional
del límite internacional en el desarrollo urbano fronterizo, y se finaliza con comentarios sobre el futuro
cercano del crecimiento urbano en la etapa que podemos caracterizar de posglobalización.

Jerarquía urbana y procesos transfronterizos

En general, el tamaño de las ciudades se debe a las funciones o actividades que contiene en un
período determinado, y ellas se agrupan en dos tipos, las funciones de lugar central y las especia-
les. Las primeras son los servicios que proveen a su región circundante, las cuales pueden ser por

[ 127 ]
ejemplo atención a la agricultura con insumos y como lugar de mercado de sus productos agrope-
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cuarios, o atención a las ciudades menores con servicios especializados (por ejemplo, hospitales,
tito alegría

universidades, gobierno) y bienes, de manera que sólo las ciudades grandes proveen productos de
poca frecuencia de consumo y alto precio. Este tipo de organización es jerárquica porque habrá
varias ciudades de poco tamaño y pocas funciones, y sólo una urbe de mayor tamaño con casi todas
las funciones atendiendo y liderando a su región circundante.
Las funciones especiales aparecen sólo en algunas ciudades, y su presencia generalmente de-
pende de las características de su localización y de los recursos naturales cercanos, como minas o
cuerpos de agua que dan lugar a puertos.
Las ciudades de Baja California están organizadas con una jerarquía funcional liderada por
Tijuana, además, en cada ciudad predominan funciones especiales, como la maquila en la ciudad
líder, gobierno en Mexicali, y puerto, en Ensenada. En épocas anteriores, sin embargo, esta estruc-
tura era diferente.
La urbanización de Baja California tiene la singularidad de expresar de manera directa las
fuerzas del capitalismo moderno que la fomentaron por no tener las restricciones de una historia
urbana anterior, colonial. La localización de sus ciudades no está atada a alguna mina, a un punto
de defensa, ni a un centro político administrativo, como sucede con la mayoría de las actuales
grandes ciudades mexicanas que fueron fundadas por los españoles. La localización, el tamaño y
las funciones de sus ciudades son producto de las fuerzas económicas e institucionales, binaciona-
les desde un inicio, que influyeron poco en la urbanización del resto del país.
En la época del cambio del siglo xix al siguiente, ambos lados de la frontera internacional era
una zona casi sin población, siendo el pequeño San Diego el único poblado cercano. Al principio
del siglo xx todo el estado tenía muy poca población, cuya mayoría se encontraba en pequeñas
localidades dispersas, teniendo a Ensenada con menos de 2 000 habitantes como su única ciudad
(Cuadro 1). Los intentos del gobierno federal en la segunda parte del siglo xix por poblar este te-
rritorio habían fracasado.

Cuadro 1: Baja California: Población por localidad

1900 1921 2005

Tijuana (*) 242 1 028 1 410 687


Rosarito 27 59 56 887
Mexicali - 6 782 653 046
Tecate 127 493 59 124
Suma: localidades fronterizas (LF) 396 8 362 2,179 744
Ensenada 1 726 2 178 260 075
Baja California 7 583 23 537 2 844 469
(LF)/Ensenada 0.2 3.8 8.4
(LF)/Baja California 0.05 0.36 0.77

Fuentes: Censos de población.


(*) En 2005, la población de Tijuana es la municipal.
Al inicio de la tercera década Mexicali se había convertido en la ciudad líder del estado, con-

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centrando casi la cuarta parte de su población, liderazgo que mantuvo hasta fines de la década de

desarrollo urbano de baja california


los sesenta. Para 1970, Tijuana había asumido la primera posición en la jerarquía urbana regional
con la tercera parte de la población de la entidad. Hacia 2005 la ciudad de Tijuana ya concentraba
la mitad de los habitantes del estado; su liderazgo se había consolidado aún más al incorporar a la
ciudad de Rosarito dentro de su esfera de influencia metropolitana.
Acompañando al cambio de jerarquía urbana en la entidad se produjo también un cambio en
la localización de su liderazgo. Con el mismo patrón histórico que el de otras regiones fronterizas,
como Chihuahua, el crecimiento urbano se ha concentrado en las zonas al lado de la línea inter-
nacional, disminuyendo la importancia de las ciudades interiores que habían en algún momento
sido las más grades de sus propias regiones. Ésta es una tendencia secular que se ha intensificado
recientemente. En 1921, alrededor de la tercera parte de la población de Baja California residía en
sus ciudades fronterizas; al final de la primera década del siglo xxi esa concentración aumentó a
cerca de 80 por ciento.
En esta historia hay tres factores de relevancia que coyunturalmente hicieron crecer a las ciuda-
des y explican en parte su actual estructura urbano-regional. El primero es la conducción del agua
del río Colorado hacia el oeste de su lecho en la primera década del siglo xx, que permitió solucionar
la falta de agua para dar inicio a la agricultura de exportación que sustentó económicamente el cre-
cimiento inicial de la ciudad de Mexicali y atrajo población del resto del país y extranjera (los chinos
fueron 12 por ciento de la población del estado en 1921). El segundo fue la revolución social en la
segunda década del siglo xx, pues muchas personas se refugiaron en la frontera huyendo de la gue-
rra. Ambos factores contribuyeron al gran crecimiento de la población del estado, con 10 por ciento
anual en los primeros 21 años de ese siglo (el país apenas creció 0.3 por ciento). El tercer factor fue
la instauración del Programa Bracero en 1942, lo cual permitió que muchos trabajadores utilizaran
las ciudades fronterizas como plataforma de migración itinerante hacia Estados Unidos, favoreciendo
su crecimiento a una tasa anual de nueve por ciento en la década de los cuarenta (el país creció 1.5
por ciento). Estos factores coyunturales, sin embargo, no explican las casi permanentes mayores tasas
de crecimiento demográfico del estado respecto al nacional a lo largo de los últimos 100 años, ni la
concentración de ese crecimiento en ciudades sobre la línea internacional.
En la explicación del gran crecimiento urbano se debe considerar por separado las fuerzas
que impulsan el crecimiento y los medios o procesos a través de los cuales esos impulsos se mate-
rializan. Dada la preponderancia de las urbes fronterizas en el estado, la explicación que aquí se
presenta es sobre el desarrollo urbano fronterizo en tanto una particular combinación del patrón
especializado con el del lugar central.
Los procesos que han hecho crecer esas ciudades son de dos tipos, los trasnacionales y los
transfronterizos, que se materializan como actividades económicas y demográficas cuyo ámbito
geográfico atraviesa la frontera, lo que los hace binacionales; tales procesos impulsan el crecimiento
urbano en términos económicos al inyectar inversión y dinero a las ciudades, y demográficos al gene-
rar empleos que retienen a los residentes.
Los procesos de naturaleza trasnacional incluyen actividades cuyos orígenes y destinos no son fronte-
rizos. Las dos actividades más importantes de este tipo son la migración y el comercio internacional. Las
ciudades fronterizas son el puente internacional para estas actividades, recibiendo de ellas efectos multipli-
cadores en empleo y consumo. Este tipo de actividades fue muy importante para las ciudades fronterizas
[ 130 ]
en las primeras décadas del siglo pasado, decayendo su importancia relativa en décadas recientes.
tito alegría

Los procesos de naturaleza transfronteriza incluyen actividades cuyos orígenes o destinos son
fronterizos. Algunas actividades de este tipo fueron importantes desde el inicio de la urbanización
fronteriza, pero han sido cada vez más importantes, y han aparecido nuevas, a medida que la frontera
se volvía menos permeable a la interacción y que las economías de ambos países se hacían más dife-
rentes. Las actividades transfronterizas más importantes para el crecimiento urbano son tres: la inver-
sión manufacturera, el empleo transfronterizo, y las ventas de bienes y servicios de consumo final.
La jerarquía urbana que surgiría de la lógica del patrón del lugar central se modificó al añadirse
en algunas ciudades funciones especializadas, que son las que constituyen los procesos binaciona-
les de ambos tipos. La jerarquía urbana que surgiría sólo de las funciones de lugar central emerge
de condiciones de mercado internas a la región, teniendo la ciudad líder la función de vínculo con
otras regiones. Hay ciertos bienes y servicios que requieren pocos consumidores, por lo que pueden
ofrecerse en todas las ciudades; pero hay otros que pueden ser proveídos desde un solo lugar, por-
que éste necesita la demanda de toda la región para ser rentable, y por ello este lugar es el centro
regional. Al crecer (o aparecer) alguna función especializada en la región (como la maquila), el
patrón de localización de esta función influye en el cambio de la estructura jerárquica urbana;
cuando las funciones especiales tienen impulsos estructurales fuertes subyugan a las fuerzas que
organizan el patrón de lugar central, promoviendo hacia arriba dentro de la jerarquía urbana a las
ciudades que reciban esas funciones especializadas. El patrón de localización de estas funciones
es en la dirección norte-sur orientado hacia la frontera, y en la dirección este-oeste orientado hacia
la mayor concentración de población en el otro lado de la frontera, hacia el oeste; ello explica por
qué Tijuana, localizada en la frontera y el oeste, asumió el liderazgo regional.
Los procesos binacionales de ambos tipos son producto del efecto combinado de tres condi-
ciones históricamente determinadas: las diferencias estructurales de las economías de México y
Estados Unidos, la contigüidad espacial en la frontera de esas diferencias, y la selectividad del flujo
transfronterizo. De no haber diferencias estructurales, los intercambios entre ambos lados de la
frontera serían menores y similares a los que ocurren dentro de un país entre dos ciudades que tie-
nen un patrón espacial de lugar central, o parecidos a aquéllos entre ambos lados de la frontera de
países de similar desarrollo como en Sudamérica; sin contigüidad geográfica de esas diferencias,
los flujos tendrían diversos orígenes y destinos dentro del país, y reforzarían el patrón espacial del
lugar central antes que el especializado; sin selectividad del flujo transfronterizo no habría razón
para que por ejemplo se permita el flujo hacia el norte de mercancías pero no de personas, elimi-
nándose su influencia en la especialización de la frontera mexicana.

Contigüidad de las diferencias estructurales

Los procesos binacionales son producto de la contigüidad geográfica de las diferencias estructura-
les de las formaciones económico-sociales de México y Estados Unidos, pero además son el medio
y mediación de los impulsos o estímulos al crecimiento urbano los que generan tales diferencias.
Las diferencias estructurales se plasman en niveles disímiles entre ambos países en la ca-
pacidad de acumulación de capital, el producto nacional per cápita, el monto de los salarios, la
distribución social del ingreso, la estructura de precios y las tasas de desempleo. Los diferenciales
en estas variables son estímulos que generan un gran potencial de interacción entre ambos países

[ 131 ]
en términos de flujos de capital, trabajadores y mercancías. Por ejemplo, la inversión se dirige a

desarrollo urbano de baja california


México buscando menores salarios y abundante mano de obra, y la migración se dirige hacia el
norte en busca de empleo y mejores salarios. Las diferencias estructurales son el motor impulsor
de los procesos trasnacionales y transfronterizos.
Esas diferencias estructurales crean un potencial de interacción entre ambos países presente
en cada porción del territorio nacional, incluso en la frontera. La interacción tiene costos de trans-
porte, que disminuyen con la distancia entre origen y destino. La contigüidad de las diferencias en
la frontera permite que el potencial de interacción entre ambos países se solucione con los menores
costos de transporte, generando así una gran interacción, sobre todo en los procesos transfronteri-
zos. A través de los procesos trasnacionales y transfronterizos las ciudades localizadas en el borde
internacional de Baja California obtienen su impulso al crecimiento de esa contigüidad de las
diferencias estructurales; el resto de ciudades también, pero en menor intensidad.
Las diferencias económicas es la razón que más explica los flujos transfronterizos de personas,
capital y bienes. Las diferencias económicas entre México y Estados Unidos son grandes y han
crecido desde hace varias décadas; podemos notar estas diferencias utilizando como indicador el
producto interno bruto per cápita (pibp). En 1960, el pibp de México fue de 3 695 dólares (a precios
del 2000 según paridad del poder de compra) y el de Estado Unidos fue 3.5 veces mayor; en 2004,
la diferencia creció a 4.4 veces (el pibp mexicano ese año fue 8 168 dólares). Las tendencias indican
que en el futuro cercano las diferencias entre ambos países serán más profundas (véase gráfica 1).
Por ello, las ciudades fronterizas seguirán creciendo rápidamente.

Gráfica 1. pib per cápita real (precios constantes) en E. U. y México

Dólares (en precios constantes de 2000)


40 000

35 000

30 000

25 000
20 000

15 000

10 000

5 000
0
1950 1960 1970 1980 1990 2000 Año

E. U. México

Fuente: Heston, Summers y Aten (2006).


Un segundo tipo de impulso al crecimiento urbano fronterizo proviene de modificaciones estructu-
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rales (mediano plazo) y variaciones macroeconómicas (corto plazo) en el ámbito nacional; estos cambios
tito alegría

están relacionados con la escala binacional y han sido relativamente independientes entre sí en el pasado,
sin embargo, recientemente hay una tendencia a una menor autonomía a medida que México se hace
más dependiente de sus exportaciones y las concentra en un país comprador, Estados Unidos, de manera
que el ciclo económico mexicano dependa cada vez más del de su vecino. Por ejemplo, en 1990 69 por
ciento de las exportaciones mexicanas fueron dirigidas a Estados Unidos, creciendo a 89 por ciento en
2004 (bie-inegi). Para Estados Unidos, la relación con México tiene menos importancia, aunque tam-
bién es creciente. E. U. envió a México en 1985 sólo cinco por ciento de sus exportaciones, y en 2004 10
por ciento (U. S. Census Bureau). A pesar de la creciente interacción entre ambos países, especialmente
después de la firma del tlcan, la divergencia de sus economías es notable en el tiempo.
Los impulsos provenientes del ámbito nacional se materializan como un conjunto de procesos
que surgen al reducirse el crecimiento económico del país, pero que paradójicamente lo impulsan
en la frontera, fomentando así su crecimiento urbano. Para entender la mecánica de este factor
nacional se puede hacer una simulación suponiendo que en el corto plazo la economía de Estados
Unidos no crece y que la mexicana tiene crecimiento negativo (como claramente se vio en la crisis
de 1994-95), que se esquematiza en la gráfica 2.

Gráfica 2. Interpretación del desarrollo urbano en frontera de Baja California


El crecimiento depende de la contigüidad geográfica
de las diferencias estructurales entre Estados Unidos y México.

Reducción del crecimiento económico de México

Diferencias Estructurales
Crece la diferencia entre el pibp-E. U. y el pibp-México

Frontera País
las diferenciastransfronterizas crecen Desempleo y bajos salarios
en salarios y otros costos

Frontera Frontera
Crecimiento Económico Crecimiento Demográfico
• Más inversión maquiladora Migración hacia la frontera
• Transmigración crece
• Otros procesos transfronterizos
crecen

Cuando le va mal a México


le va bien a la frontera de Baja California
La primera gran consecuencia de esta situación es un incremento de las diferencias estruc-

[ 133 ]
turales entre ambos países, que se materializa como una mayor desigualdad entre sus pibp, y un

desarrollo urbano de baja california


menor precio real de casi cualquier mercancía o servicio en México, como salario, renta del suelo
o servicios a la producción. Esta situación se presenta también en la frontera mexicana porque es
parte de la misma formación económica nacional, por lo que sus salarios y otros costos reales dis-
minuirían, constituyendo un enorme incentivo para intensificar los procesos transfronterizos, base
del crecimiento urbano. Así, por ejemplo, cuando el salario real de Tijuana o Mexicali disminuye,
habrá más residentes que buscarán trabajo en San Diego o Imperial, y más inversionistas de Esta-
dos Unidos que abrirán una maquiladora en esas ciudades de Baja California. La intensificación
de estos procesos implicará un apreciable crecimiento económico para las ciudades fronterizas
mexicanas. Este esquema de crecimiento puede ser tipificado como desigual y combinado desde
el punto de vista estructural.
La segunda gran consecuencia de una situación de recesión económica en México sería un
mayor desempleo y menores salarios reales, particularmente en las regiones centrales, donde se
concentra la población del país. Ello promovería la emigración de trabajadores desde el centro del
país hacia los dinámicos centros turísticos de playa y hacia las ciudades fronterizas, donde podrían
encontrar empleo, que a su vez fue promovido por la desaceleración económica del país. Estos mi-
grantes establecidos constituyen, de hecho, el crecimiento demográfico de las ciudades fronterizas
de Baja California.
El crecimiento económico y el demográfico son los componentes de la expansión urbanística de
las ciudades, de manera que puede ocurrir que cuando el país se encuentra en recesión la frontera
puede crecer económicamente, sin embargo, algunos procesos transfronterizos, como la maquila,
dependen también del ciclo económico de Estados Unidos, además de las diferencias estructurales
entre ese país y México, por lo que la frontera puede experimentar reducción coyuntural de su creci-
miento económico aun si las diferencias estructurales no se modificaran; éste es el caso del efecto de
la recesión de Estados Unidos entre 2007 y 2009, que ha producido un alto nivel de desempleo en la
frontera de Baja California por la reducción de la actividad maquiladora.
A continuación veremos con más detalle dos de estos procesos, que son impulsos nacionales y
binacionales al crecimiento urbano fronterizo.

Industria maquiladora

Se llama así a un conjunto diverso de actividades industriales orientadas a la exportación, realiza-


das generalmente por empresas extrajeras –estadounidenses en su mayoría–, y cuya acción prin-
cipal es ensamblar productos de consumo final. Inicialmente, este programa fue aplicado sólo en
la frontera con la intención de atraer inversión extranjera para abatir el desempleo generado por el
retorno de trabajadores al finalizar el Programa Bracero, a mediados de los sesenta. Este régimen
legal ha tenido continuas modificaciones desde entonces, entre ellas la de permitir el estableci-
miento de empresas maquiladoras fuera de la frontera. El último cambio ocurrió en noviembre de
2006, con la emisión de un nuevo régimen denominado “Industria manufacturera, maquiladora
y de servicios de exportación” (Immex), que agrupó a las maquiladoras y a las empresas sujetas al
“Programa de importación temporal para producir artículos de exportación” (Pitex). Lo que se ha
mantenido desde el inicio es que las empresas inscritas en México bajo el régimen de maquila no
[ 134 ]
pagan impuestos a la venta de lo que exportan, ni aranceles por los insumos importados, ni por
tito alegría

sus exportaciones. Ello complementa la excención de impuestos que permiten las fracciones 806 y
807 del régimen aduanal de Estados Unidos para insumos exportados que vuelven formando parte
de un producto
La industria maquiladora ha crecido significativamente desde sus inicios, convirtiéndose en
un segmento importante de las actividades económicas del país y de Baja California, y aunque exis-
ten empresas maquiladoras en muchas partes del país, esta actividad persiste como un fenómeno
principalmente fronterizo. El empleo de la industria maquiladora del estado creció 11 por ciento
anual promedio entre 1990 y 2006, permitiéndole concentrar la tercera parte de esa actividad en
la frontera al final de ese período (cuadro 2). En este crecimiento, Tijuana ha jugado un rol pre-
ponderante, pues con una tasa anual de crecimiento de 12 por ciento ha acumulado la cuarta parte
del sector maquilador en la frontera.

Cuadro 2. Personal de la industria maquiladora: Participación (%) en total fronterizo

Tijuana Tecate Mexicali Baja California

1990 17.8 1.5 6.2 26

2006 23.5 1.5 7.6 33.8

Tasa anual 1990-2006 12 7 11 11

Fuente: Estimaciones hechas con datos del bie-inegi.

Aunque fue posibilitado por la complementariedad de los regímenes arancelarios de México


y Estados Unidos, el surgimiento de la industria maquiladora ha sido interpretado como producto
de la aparición de una nueva división internacional del trabajo en el mundo después del gran
crecimiento del comercio internacional que siguió a la Segunda Guerra Mundial, y en la escala
binacional su crecimiento se explica a partir de las variaciones de las condiciones de demanda y de
oferta localizadas de los productos maquilados.
Por el lado de la demanda, la maquila depende del ciclo económico de Estados Unidos (Gru-
ben, 2001), y está orientada a producir bienes de consumo final para la exportación; los cambios
de la maquila dependen de su mercado, es decir, de la capacidad de compra de los consumidores
estadounidenses, lo cual está asociado a su propio ciclo económico. Si la economía de Estados
Unidos está en auge, la maquila crece, y decrece si entra en recesión (gráfica 3a). La explicación
de las variaciones de la actividad maquiladora con el factor demanda ha llegado a ser prevaleciente,
oscureciendo otras causas, por ejemplo las del lado de la oferta.
Gráficas 3a, 3b. Crecimiento de la maquila de Baja California

[ 135 ]
(1988-2004) dependiendo del ciclo económico de Estados Unidos: Demanda

desarrollo urbano de baja california


E. U. México

Tasa anual: Personal ocupado en maquila


40
R2 = 0.53
30

20

10

0
-2 0 2 4
-10

-20
Tasa anual: pibp EE UU

Crecimiento de la maquila de Baja California (1988-2004) dependiendo de las diferencias estructurales entre Estados
Unidos y México: Oferta.

Tasa anual: Personal ocupado en maquila


40
30 R2 = 0.4

20

10

0
-3 -.0 -1 -10 0 1 2 3 4 5

-20
Tasa anual: (pibp E. U.) - (pibp México)

Fuente: Estimaciones hechas con datos del bie-inegi (maquila) y de Heston, Summers y Aten (2006) (pibp).

Por el lado de la oferta, el crecimiento de la maquila se debe al incremento de las diferencias


de costos entre Estados Unidos y Baja California. Cerca de la mitad de los costos en la indus-
tria maquiladora son los salarios, pero también consume localmente servicios de diverso tipo,
como alquiler de la planta, gestión frente a los requerimientos gubernamentales, transporte de
los trabajadores, limpieza, seguridad, etcetera. Además, algunas empresas compran insumos lo-
calmente. Cada vez que se agranda la brecha en el crecimiento económico de ambos países los
costos en México se hacen relativamente menores, incrementando el incentivo para la inversión
maquiladora (gráfica 3b). Adicionalmente, los costos laborales relativos en México, e igualmente
[ 136 ]
en Baja California, se han reducido también debido a que la regresiva distribución del ingreso
tito alegría

–que la sociedad asumió– se ha profundizado en décadas recientes (Legovini et al., 2005); aunque
en ambos países la porción del ingreso nacional que obtienen los pobres es ahora más bajo que
antes, en México es aún menor, lo que expresa la tendencia a la reducción del salario real.
La industria maquiladora es importante para el crecimiento de las ciudades fronterizas por sus
efectos directos sobre el empleo y los impuestos que genera, pero también por sus efectos indirectos
e inducidos. Indirectamente, la maquila genera empleos en los sectores de servicios y de manufac-
tura en cada ciudad por los insumos nacionales que requiere. Por su parte, los efectos inducidos en
el empleo local se producen por las compras para consumo final que hacen los trabajadores de la
maquila y aquéllos generados indirectamente en los servicios y la manufactura. Hace unos años se
estimó, por ejemplo, que por cada trabajador en la maquila se genera en otros sectores locales un
trabajador en el caso de Tijuana (Alegría, 1995).

El empleo transfronterizo

El proceso binacional que impulsa en segundo lugar el crecimiento urbano en la frontera de Baja
California ha sido denominado trasmigración, y consiste en personas residentes en el lado sur de la
frontera que cotidianamente cruzan hacia el lado norte para ir a trabajar. Este proceso está atado a
la localización fronteriza de residencias y empleos, y es estimulado por las diferencias de salarios.
El impulso al crecimiento urbano de la trasmigración proviene de tres fuentes: i) constituye un flu-
jo de dinero hacia la frontera del estado no producido localmente; ii) al tener su empleo en las ciudades
vecinas de Estados Unidos, disminuye el desempleo local en el lado mexicano de la frontera, permitien-
do que el salario local no disminuya; iii) al residir en el lado mexicano, ellos y sus familias realizan gran
parte de su consumo final en el lugar de residencia, generando empleos indirectos localmente.
En general, tomando datos de las dos más grandes ciudades fronterizas del estado, Tijuana y
Mexicali (Alegría, 2002), los trasmigrantes son en su mayoría hombres (81 por ciento en ambos
lugares), adultos de mediana edad (38 años promedio en ambas ciudades), que terminaron la se-
cundaria (sólo 36 por ciento estudió más que secundaria en ambas ciudades) y reciben ingresos
alrededor del salario mínimo del lugar de empleo. Los promedios de sus salarios mensuales en
cada ciudad eran 1 069 en Tijuana y 1 003 dólares en Mexicali, sin embargo, el salario promedio
mensual incluye personas que trabajaron menos de cinco días a la semana, por lo que el salario
promedio por hora es mayor que el salario mínimo en California.
La participación de los trasmigrantes entre la población trabajadora ha estado creciendo desde
hace algunos años. En 2002 estos trabajadores fueron 8 por ciento de la población económicamen-
te activa (pea) en Tijuana, después de ser 6.3 por ciento en 1994; en Mexicali fueron en el primer
año 7.8 por ciento de su pea, habiendo sido 7.2 por ciento en 1998 (cuadro 3). No todos los tras-
migrantes pueden legalmente trabajar en Estados Unidos; por ejemplo en 1998, en Tijuana, entre
los mexicanos no documentados en San Diego la mayoría eran aquellos que ingresaban a Estados
Unidos con visa de visita (43 por ciento del total de trasmigrantes) y el resto ingresaba sin documen-
to propio (10%); los trabajadores documentados fueron 47 por ciento, incluyendo a los ciudadanos
estadounidenses (14%) y a mexicanos con permiso de trabajo (33 por ciento).
Cuadro 3. Trasmigrantes en la población económicamente activa

[ 137 ]
de las dos principales ciudades de Baja California

desarrollo urbano de baja california


Año Tijuana Mexicali
Abs. % Abs. %

1994 22 042 6.3 n.d.

1995 27 361 7.1 n.d.

1998 36 628 7.7 17 855 7.2

2002 42 093 8 19 125 7.8

Fuente: eneu, inegi.

Este proceso se explica por las crecientes diferencias estructurales entre México y Estados Uni-
dos, que en esta frontera son adyacentes y se materializan como diferencias en salarios. Por ejemplo,
en 1988 el salario hora hombre promedio en la manufactura en San Diego era 9.3 dólares mayor que
en Tijuana; esa diferencia aumentó a 10.4 dólares en 1998.1
Los impulsos que los trabajadores de Baja California tienen para buscar empleo cruzando
la frontera surgen cuando cualquiera de esas personas verifica que los salarios locales mexicanos
pierden su poder de compra en ambos lados de la frontera. Un cambio macroeconómico negativo
crea una situación en la cual a lo largo de la frontera (aun al día siguiente del cambio negativo) el
mismo monto de salario mexicano tiene menor poder de compra localmente (producto de la infla-
ción) y en la ciudad vecina de E. U. (producto de la devaluación del peso). Por la misma cantidad
de tiempo trabajada se recibe menos salario real. Por ejemplo, por cada uno por ciento de aumento
de la diferencia de salarios entre Tijuana y San Diego, los trasmigrantes se incrementan en tres por
ciento, en no más de tres meses desde el cambio salarial (Alegría, 2002).
Aunque la proporción de trasmigrantes no es muy alta en cada una de las ciudades, su impor-
tancia para la economía local es mucho mayor debido a que esos trabajadores reciben en promedio
un salario mucho mayor que los locales y su consumo genera efectos multiplicadores en los secto-
res comercio y servicios. Por ejemplo, en 1998 el ingreso de los trasmigrantes en promedio fue 2.8
veces mayor que el del resto de trabajadores en Tijuana, y en Mexicali 2.4. Por ello, 7.7 por ciento
de la población trabajadora de Tijuana que laboraba en San Diego acumulaba alrededor de 20 por
ciento de la masa salarial de los residentes de Tijuana.
La trasmigración significa empleo directo para los residentes de la frontera de Baja California y
crea un efecto multiplicador en el sector terciario de la economía de sus ciudades, constituyéndose así
en un fuerte impulso al crecimiento urbano del estado.
El crecimiento económico producido por la trasmigración, la industria maquiladora y otros pro-
cesos transfronterizos provee de empleos a los inmigrantes provenientes del resto del país, incluso del

1Fuentes: eneu-inegi para datos de México, y cps –Bureau of Labor Statistic– para E. U.
extranjero (Alegría, 2005), permitiendo bajos niveles de desempleo en las ciudades de la frontera de
[ 138 ]
Baja California y con ello un crecimiento urbano socialmente aceptado, sin embargo, en esta historia
tito alegría

asoma con fuerza su lado negativo. El inusitado y reciente crecimiento del desempleo, que ha llegado
a 7.9 por ciento en Tijuana en 2009, es expresión de la creciente dependencia de la economía del país
y del estado frente a Estados Unidos. Supeditar cada vez más el crecimiento local a la inversión y co-
mercio exterior hace a las ciudades del estado más débiles y sujetas a los vaivenes de la buena fortuna
de los vecinos del norte, a pesar de la creciente obstrucción de la porosidad de la frontera.

Estas ciudades en el futuro cercano

Después del viraje de la política exterior de Estados Unidos en 2001, que enfatizó aspectos de
seguridad, su frontera con Baja California es cada vez menos porosa, aunque haya un mayor po-
tencial de interacción transfronteriza. Pero la porosidad de la frontera ha sido selectiva y lo seguirá
siendo en el futuro cercano.
La selectiva de la porosidad de esta frontera ha cambiado en el tiempo, de acuerdo con el
modelo económico de desarrollo nacional de cada país. En el proceso de extensión del capitalismo
y de conformación del Estado‑nación moderno se instituyeron las fronteras como definición del
alcance del ejercicio territorializado de su soberanía y de control de sus mercados internos.
Al principios del siglo xx dominaba la ideología liberal, la economía mundial se articulaba
con el libre comercio, los países sustentaban su desarrollo interno con el comercio y la inversión in-
ternacional. Con estados nacionales poco estructurados para intervenir en la economía y con una
división internacional del trabajo que requería intenso intercambio, las fronteras fueron bastante
permeables al flujo de mercancías, capital y trabajo. En esa época, la frontera de Baja California
con Estados Unidos prácticamente no existía como una línea precisa de división socioecológica y
tampoco era totalmente definible en el paisaje, era más bien una zona de transición que compren-
día territorios de ambos países, y experimentaba libre flujo transfronterizo de personas, dinero y
gran parte de los bienes consumidos, siendo “inexistente para la vida cotidiana de aquella época”.
En la siguiente etapa, que se basó en el “desarrollo hacia adentro” y que requirió de Esta-
dos‑nación consolidados, las fronteras perdieron permeabilidad para los factores económicos, prin-
cipalmente para las mercancías y el trabajo.
A mediados de la década de los veinte, Estados Unidos instauró el requerimiento de visa para
entrar y trabajar en su territorio, y en las décadas siguientes los aranceles a las importaciones de
ambos países crecieron, sin embargo, en Baja California se atenuó su pérdida de permeabilidad
por la presencia de flujos reglamentados de factores económicos, como los asociados al Programa
bracero y a la zona libre, y no reglamentados, como la migración indocumentada y el comercio
internacional “hormiga” realizado por los habitantes fronterizos.
En la etapa que se abrió con el creciente comercio internacional de la posguerra y el reaviva-
miento de la ideología liberal, la selectividad de la porosidad de la frontera se profundizó a través
de acuerdos entre países sobre comercio e inversión internacionales, pero restringiendo aún más la
migración entre el norte desarrollado y el sur en vías de crecimiento. El crecimiento del comercio
mundial, la liberalización del flujo de capitales, los avances en las tecnologías de comunicación,
el retraimiento del estado para intervenir en la economía y un decreciente precio del petróleo sus-
tentaron la emergencia de la ideología de la globalización, que auguraba un “achicamiento” del

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mundo y el correspondiente incremento de la porosidad de las fronteras.

desarrollo urbano de baja california


Aunque el discurso a favor de la globalización aún prevalece, las prácticas de los gobiernos del
norte, particularmente de Estados Unidos, hoy van en la dirección opuesta, como lo muestran sus
recientes intervenciones en su propio sistema financiero y sus disputas con China sobre la balanza
comercial entre ambos países.
Este escenario internacional se expresa en Baja California con una decreciente interac-
ción transfronteriza, porque en esta etapa es más difícil cruzar la frontera para las personas, y
también es más costoso para las mercancías. Por ejemplo, de 62 millones de cruces de personas
a través de las dos garitas internacionales de Tijuana en 2003, en 2008 se redujeron a 44 millo-
nes.2 Esta reducción de la porosidad de la frontera no será permanente, como lo demuestran
sus vaivenes en la historia, sin embargo, muestra que el optimismo previo en la reducción de
las limitaciones al cruce internacional debe revisarse, pues es probable que hayamos entrado
a una época posglobalizada, con una selectividad más intensa en la porosidad de la frontera.
La posglobalización, entonces, no eliminaría los impulsos al desarrollo urbano de Baja Cali-
fornia, pero sí lo haría más costoso y lento, reduciendo la competitividad de sus ciudades. Para
enfrentar estos obstáculos está la alternativa de hacer más diversa la base económica de las
ciudades, una diversidad menos atada al rumbo económico de Estados Unidos, es decir, hacer
menos fronteriza esta frontera.

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