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http://www.bebesymas.

com/alimentacion-para-bebes-y-ninos/los-peligros-de-las-grasas-
trans

A menudo escuchamos hablar de las grasas trans o los aceites vegetales


hidrogenados. Son componente de muchos de los alimentos industriales, especialmente
bollería, precocinados y aperitivos. Los tomamos creyendo que son iguales que
cualquier otra grasa, necesaria para nosotros en cantidad moderada.

Incluso nos engañamos al leer “grasa vegetal” pensando que son más saludables que las
animales. Sin embargo no es verdad. Las grasas trans son artificialmente solidificadas
y mantienen esta estructura después de la ingesta, y esto no es bueno para nuestros
corazones ni para nuestros cerebros.

Las grasas trans son ácidos grasos que se forman cuando los aceites vegetales se
procesan y se transforman en más sólidos o en un líquido más estable. Aparecen
etiquetadas como grasas hidrogenadas. Vamos a ver cuales son sus efectos perniciosos
para la salud, que los tienen y muy serios, especialmente para los niños.

Lo más evidente es que su ingesta en un porcentaje alto hace que aumente el


riesgo de sufrir trastornos cardiovasculares al reducir los niveles de colesterol
“bueno” y subir el “malo”. ) e incrementar los de LDL (“malo”)

Hace unos días el responsable de Componentes y Aditivos de la Agencia Española de


Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN), el doctor Pedro Mario Fernández habló
sobre ellas en las XIII Jornadas Nacionales de Nutrición Práctica.

Estos productos permiten que los alimentos duren más tiempo y tengan una textura
apetitosa pero hay que tener en cuenta que se traslada al bebé durante la gestación y la
lactancia, pudiendo incidir en un menor coeficiente intelectual ya el cerebro necesita
grasas de calidad para formarse correctamente y también pueden tener relación con el
bajo peso al nacer.

Además estas grasas interfieren en la absorción de las vitaminas liposolubles (A,D,E y


K) que son fundamentales para el crecimiento y la salud infantil, y predisponen a la
obesidad.

Por tanto hay que eliminar o reducir enormemente la ingesta de productos industriales
que las contengan. La bollería industrial, las patatas prefritas, los precocinados y los
aperitivos deberían ser consumidos muy poco, y cuando digo muy poco quiero decir
que nada de hacerlo semanal o diariamente, sino como mucho una vez al mes. Aunque
lo ideal es desterrarlos de la alimentación, especialmente la de los niños.

Aceite de oliva y pescado azul son las grasas más adecuadas, pudiendo tomarse de
forma esporádica grasas animales, pero las hidrogenadas las considero peligrosas y
muy poco recomendables. En realidad, conociéndose como se conocen sus efectos
negativos a nivel nutricional, no entiendo que se permita el uso alimentario de las
grasas trans. Míremos las etiquetas y desechemos las que nos indiquen que llevan estos
componentes. Nuestra salud y la de nuestros hijos nos lo agradecerá.
http://www.voltairenet.org/article147384.html

Las grasas en la alimentación


por Equipo desde abajo

¿Qué papel cumplen las grasas en el organismo? ¿Debemos


eliminarlas completamente de nuestra dieta? Presentamos a
continuación un breve repaso sobre las funciones, características,
ventajas y desventajas de su consumo.

Con el deseo de percibir lo mejor que nos ofrece la vida, a menudo


todos los seres humanos buscamos satisfacciones en diferentes
21 DE ABRIL épocas y en distintos escenarios. Se trata siempre de disfrutar lo que
DE 2007 nos rodea, y sentirse mejor cuando se puede compartir con los seres
que amamos.
Desde
Bogotá Las delicias de la vida son variadas, emocionantes e inolvidables.
(Colombia) Pero quiero centrarme en una actividad, más bien hábito, con certeza
necesidad, que cumple con más de una ventaja y está presente en
Herramientas todo ser vivo: la alimentación.

Imprimir Mediante el cuidado de nosotros mismos a través de la comida,


Enviar somos artífices de la calidad de vida que tenemos, de la figura que
presentamos, de la dinamia que nos mueve y sobre todo de la salud
Países que cultivamos cada día.
Colombia

Lo versátil de la alimentación radica en varios puntos:

Motivo de interrelación con nuestros semejantes, y sobre todo


vínculo de unión y armonía familiar.
Fuente de vida, base de salud y juventud.
Fortaleza emocional y psicológica.
Puntal de rendimiento físico e intelectual.
Pero sobre todo, una experiencia placentera.

A pesar de la importancia de los puntos mencionados, cabe subrayar


que lo que más guía al ser humano en la irreemplazable comida es la
satisfacción del paladar, ignorando anexos. Es ahí donde empieza y
termina toda consideración de los múltiples “lados buenos” de saber
alimentarse.

Es innegable que lo que se puede disfrutar en la comida no siempre


es compatible con la salud, pero es sabroso y eso basta; lo que más
contribuye a dar una sazón deliciosa tiene un componente común, al
margen de los dulces: las grasas, que hacen más apetecible cualquier
plato.

Para informar acerca de lo sabroso de muchas comidas, la grasa,


deseo reivindicar las grasas animales, constantemente atacadas,
siempre mal consideradas y desvalorizadas.

Las grasas saturadas, provenientes de la carne animal y de plantas


tropicales como el aceite orgánico virgen de coco, son normalmente
sólidas o semisólidas a temperatura ambiente y no se enrancian
fácilmente pero han sido muy desprestigiadas; sin embargo, en
estudios recientes (Weston A. Price Foundation) se ha demostrado su
importancia en los procesos vitales:

Constituyen por lo menos el 50 por ciento de las membranas


celulares, manteniendo su consistencia e integridad.
Son vitales en la conformación de los huesos porque la
incorporación efectiva del calcio en el esqueleto necesita por lo
menos un 50 por ciento de grasa saturada.
Disminuyen la presencia de lipoproteínas, predisponiente
sanguíneo de los ataques cardíacos.
Protegen el hígado frente al alcohol y otros tóxicos.
Fortalecen el sistema inmunológico y son necesarias para el uso
apropiado de los ácidos grasos esenciales; cuando la dieta es rica en
grasas saturadas, los omega-3 por ejemplo, se fijan mejor en los
tejidos.

En la actualidad se confunden con las grasas saturadas naturales,


usualmente de origen animal. Las grasas procesadas o trans,
obtenidas por hidrogenación, que les otorga su consistencia sólida o
semisólida a la grasa y se ofrecen como margarinas y mantecas
vegetales, son dañinas para el organismo.

Lo saludable es medir, no eliminar, el consumo de grasas saturadas


naturales (una o dos veces por semana) y eliminar las margarinas
hidrogenadas o grasas artificiales, que son, entre otras, causa
comprobada de enfermedades mortales. Preferir lo natural será
siempre la mejor receta.

Para tristeza y preocupación de los amantes de la buena mesa, el


consumo exagerado de grasas animales y/o grasas trans, sin
complemento de vegetales, verduras, frutas y agua, hace que el
cuerpo humano empiece a dar voces de alerta por el depósito de
grasas insolubles en nuestras arterias, que con diferentes nombres y
comportamientos (colesterol, triglicéridos, lipoproteínas…) atentan
contra el funcionamiento y buena salud de los seres humanos, desde
cada interior.

La opción de prescindir de platos deliciosos no le agrada a nadie, y


difícilmente se renuncia a ellos. De frente o disimuladamente se los
ingresa en el cuerpo, con la sensación de que aquéllos no harán
daño, pero desde luego sí mucha satisfacción al paladar.

¿Qué papel cumplen las grasas en el organismo?

Las grasas de reserva se ubican sobre todo en los tejidos


subcutáneo e intramuscular, forjadores directos de nuestra figura y
aislamiento corporal contra la pérdida de calor.
Están en relación con órganos como el corazón, los riñones y los
ovarios.
Son más eficaces que los carbohidratos y proteínas en cuanto a
reserva de energía.
Son protectores contra lesiones mecánicas de órganos
importantes.
Dependen de la nutrición y otros factores, ya que se utilizan y
reemplazan continuamente. Aquí cabe la responsabilidad de cada uno
para su más apropiada ingesta.
Son un factor importante en la producción de hormonas.

En definitiva, una alimentación sin grasas es un contrasentido porque


éstas son importantes para el normal funcionamiento y el cuidado del
organismo humano.

En el organismo animal, las grasas ingeridas son hidrolizadas en el


intestino por la lipasa intestinal y pancreática, proceso en el cual
ayudan los ácidos biliares, que las mezclan apropiadamente. Tanto
los resultantes ácidos grasos como la glicerina son reabsorbidos por
la mucosa intestinal y vuelven a transformarse en triglicéridos.

Esta grasa, en un 60 por ciento, pasa con la linfa a la sangre venosa


y se deposita en los diversos tejidos (grasa de reserva). El resto es
transportado para transformarse en el hígado.

Cada tejido tiene una composición típica en glicéridos. Las grasas


ingeridas tienen que ser modificadas antes de su reutilización luego
de la resíntesis de glicéridos. Sin embargo, cambios radicales en las
grasas de los alimentos, en frecuencia y cantidad, pueden rebasar la
capacidad del cuerpo para modificar los ácidos, lo que origina
variaciones en la composición de la grasa de reserva y su distribución
en el organismo.

Además de la grasa de los alimentos que consumimos, en el propio


organismo se almacenan los triglicéridos sintetizados, incrementando
el índice graso en el cuerpo. Los ácidos grasos se derivan de los
carbohidratos (pan, fideos, pastas…) e indirectamente de las
proteínas (carne, queso, huevos…) y la glicerina, que se une a los
ácidos grasos para formar los lípidos empleados por el organismo.
Proviene del desdoblamiento de la glucosa (azúcar) de la sangre,
primordialmente.

La concentración de grasas y otros lípidos en la sangre aumenta


luego de digerir una comida rica en grasas, luego de días de ayuno
(metabolismo más activo) o tras la ingesta de alcohol y ciertos
narcóticos.

En general, la concentración de grasas y otros lípidos en la sangre es


regulada por la glándula tiroides.

Luego del panorama elemental del laboratorio bioquímico de un


organismo vivo, analicemos qué ocurre cuando el procesamiento de
las grasas supera la capacidad del cuerpo para utilizarlas.

Se deposita como grasa insoluble y disminuye la luz de las arterias.

Puede ser causa de hipertensión.


Afecta el normal funcionamiento del corazón.
Por bajar la irrigación sanguínea, puede ser la razón de apoplejía y
otros accidentes cerebro-vasculares.
Desde luego, produce fatiga y debilidad física.
Disminuye la concentración y el aprendizaje.
No necesariamente afecta la figura, pero en todo sobrepeso se
debe descubrir la causa.

Es para meditar el hecho de que con consentimiento, placer y


descuido, todos seamos actores de esta sobrecarga grasa en el
cuerpo, y desde luego de generar la protesta del organismo mediante
los síntomas que presenta.

Resumiendo, las grasas son malas o buenas según como las


administremos. Es ahí donde radica la sabiduría, el respeto y el amor
a nuestra existencia. Sabiduría, porque es evidente que no debemos
prescindir de ellas en la alimentación necesaria para vivir, pero ante
todo porque habremos de elegir y preferir las verdaderamente
“amigas protectoras” de la salud humana. Entonces estaremos
respetándonos y amándonos.

Para cumplir con nosotros mismos, se debe recordar que las grasas
comestibles provienen de dos fuentes: la animal y la vegetal.

Las grasas de origen animal, como mantecas, mantequillas, cremas o


natas, tienen un alto porcentaje de las llamadas grasas saturadas,
sólidas y semisólidas, que al ingerirse exageradamente formarán
depósitos insolubles en el cuerpo humano. Desde luego, por ser más
difíciles de digerir, necesitan mayor tiempo para su apropiada
utilización en el organismo, lo cual favorece la formación de radicales
libres, causa de envejecimiento prematuro y de enfermedades
dolorosas e incurables.

Estos depósitos internos alteran la tensión arterial hacia su elevación


y sobrecargan el trabajo del corazón con predisposición a infarto de
miocardio o también a falta de irrigación sanguínea en órganos
importantes con resultados mortales.

Si a este consumo se añade la falta del complemento alimenticio de


fibras, que proporcionan las verduras y frutas, la acción de las grasas
sólidas es lenta y progresiva, sin síntomas evidentes pero con
resultados negativos en la cotidianidad, siempre devastadores. Esto
se incrementa en el caso de las frituras, que aumentan la saturación
grasa y penetran mayormente en el alimento así tratado. Entonces se
ingiere sin percibir mayor cantidad de grasa y calorías. Desde luego,
el sabor es excelente.

Las grasas de origen vegetal se hallan en estado líquido a


temperatura ambiente: aceites, semillas, nueces, almendras,
aguacate… tienen un alto porcentaje de grasas mono y
poliinsaturadas, que aparte de proporcionar la energía necesaria
tienen la importante función de limpieza por arrastre de los depósitos
grasos insolubles en el interior del cuerpo, contribuyendo así a un
buen estado de conducción de la sangre en las arterias, menor
elevación del peso corporal y por tanto mayor agilidad física y
mental. Normal funcionamiento hormonal y cardíaco evitan los
radicales libres, y por tanto protegen de enfermedades peligrosas
para el cuerpo.

Las grasas poliinsaturadas o grasas líquidas se dividen en dos clases


–omega-3 y omega-6–, compuestos por ácidos grasos esenciales. El
primero, proveniente de aceite de pescado, semillas y maíz, y el
segundo, de grasas poliinsaturadas. El consumo de estos dos aceites
debe estar balanceado para una salud ideal.

Se ha demostrado que en esta consistencia los aceites ayudan


asimismo en la disminución de inflamaciones, además de que regulan
la presión arterial, reducen la sangre espesa y disminuyen el
colesterol malo (LDL), incrementando el bueno (HDL), y son el
vehículo que transporta las vitaminas liposolubles (A, D, E, K) a las
células.

En las frituras, según el origen del aceite, sobre todo el de oliva y


girasol, que soportan dos y tres reutilizaciones, pero no más, se
saturan y adquieren las mismas características de las grasas
comerciales trans, en cierto modo artificiales.
El óptimo rendimiento de los aceites naturales se logra al ingerírseles
crudos, en ensaladas o aderezos. Si se adaptan al gusto de cada uno,
una cucharada diaria hace milagros. Tienen la ventaja de no penetrar
profundamente en los fritos, y por tanto en estos preparados se
consume menos grasa y calorías.

Ya que las grasas vegetales se presentan en semillas de calabaza y


de girasol, en nueces y almendras, en maní y ajonjolí, es necesario
que su primer tratamiento se lo haga en la boca con una buena
masticación e insalivación, que controlará en el estómago la
sensación de llenura. Por otra parte, se requiere dosificar la cantidad
que se consume. El aceite de oliva, considerado aceite de fruta por
su obtención directa por presión en frío de los frutos, es un amigo de
la salud y el bienestar, y soporta mayores temperaturas,
conservando su calidad y acción beneficiosa. El de girasol, de
cualidades similares, es más económico. Los dos son excelentes si se
consumen “al natural”, con la certeza de que se está comiendo
conscientemente y ayudando de la mejor manera a la naturaleza en
su esfuerzo por la preservación de la vida.

Las grasas nocivas para el organismo son aquellas que han sido
modificadas por el ser humano, conocidas como grasas trans,
presentes en alimentos procesados y que reemplazan las grasas
saturadas naturales; se encuentran en helados, snacks (papas fritas,
maíz pira para microondas, dulces, galletas, pastas), pollo frito,
etcétera. En ocasiones, cuando hay poco tiempo para cualquier
preparación o se consumen como picadas, desconocemos qué
factores negativos tienen para la salud, así como, el tipo de aditivo
de los productos que proclaman “cero grasas”.

Efectos de las grasas trans en el organismo:

Bajan el colesterol bueno y elevan el malo.


Suben las lipoproteínas que bloquean las arterias.
En todas las lactantes, baja la calidad de la leche.
Tienen efecto negativo en los diabéticos y en la respuesta
inmunológica.
En laboratorio, bajan el nivel de testosterona en los machos e
interfieren la gestación en las hembras.

Todas las grasas sometidas a calentamiento hasta que humeen se


saturan y cambian lo bueno en malo. De allí que para las frituras
convenga emplear aceites de calidad, sin exagerar su calentamiento,
y aquellos que pueden tolerar hasta tres reutilizaciones, aplicando en
lo posible una filtración para un nuevo empleo.

En la cocina, una grasa saturada beneficiosa es el aceite orgánico


virgen de coco. Los aceites de oliva y girasol proporcionan un aliño
saludable en todas las ensaladas y demás preparaciones que
permitan ingerirlos crudos.

Alimentarse bien es una responsabilidad personal que redundará en


buena salud, resistencia y mejor recuperación en las enfermedades,
así como vida dinámica y productiva, estabilidad emocional y
psicológica, y óptimo rendimiento intelectual.

Una nutrición apropiada debe ser guiada por el conocimiento y tiene


vigencia durante cada día de la existencia, dentro de tres parámetros
básicos: variedad, calidad y atención para ingerir, sin exageraciones
de exceso o defecto.

Institute of Medicine of the National Academies, Dietary. Reference


intake for energy, carbohydrate, fiber, fatty acids, cholesterol,
protein and aminoacids (Julio 2005).
Pamplona R. Jorge, El poder medicinal de los alimentos (Asociación
Casa - Editora Sudamericana, Buenos Aires (Argentina), 2004).
Leme de Vidal, Eunice, El placer de comer bien: Alimentos para
prevenir y curar (Asociación Casa - Editora Sudamericana, Buenos
Aires (Argentina), 2004).
J.R. Geigy S.A., Basilea (Suiza), Documenta Geigy, Tablas
científicas, (Sociedad Alianza de Artes Gráficas, Barcelona (España),
1965).
Enig, Mary, Know your fats: The complete primer for
understanding the nutrition of fats, oils and cholesterol.

compartir esta

http://labrujanocturna.blogspot.com/2008/07/atencin-la-grasa-
trans.html

Atención a la grasa trans

Para saber si un producto tiene grasa trans se debe comprobar, en su


etiqueta, si presenta grasas hidrogenadas o parcialmente hidrogenadas

Hoy en día se sabe que el exceso de grasa saturada en la dieta tiene un efecto
perjudicial para la salud. Sin embargo, recientes estudios afirman que el efecto
de la grasa trans puede resultar todavía más peligroso. La industria alimentaria
para elaborar determinados productos como snacks, galletas, bollería o productos
precocinados utiliza diferentes tipos de aceites y grasas. En algunos casos se
emplean aceites de oliva, girasol o soja; en otros casos aceites de coco y de
palma o bien grasas hidrogenadas o parcialmente hidrogenadas. Entonces, ¿De
dónde surgen las grasas trans? ¿Qué ocurre si se abusa de ellas?

¿Qué es la grasa trans?


La grasa trans aparece como resultado de añadir hidrógeno a algunos aceites
vegetales, un proceso químico llamado hidrogenación. Concretamente, este
proceso consiste en inyectar hidrógeno a los ácidos grasos poliinsaturados de los
aceites de semillas como el de girasol o el de soja, obteniendo así lo que se
conoce como grasas hidrogenadas o parcialmente hidrogenadas. Lo que en
realidad sucede es que parte de las grasas poliinsaturadas se transforman en
grasas saturadas. De esta forma se modifica el aspecto físico de los aceites, que
pasan de líquido a estado sólido. En el momento en que la configuración de la
grasa se ve modificada es cuando se habla de grasas trans. Por tanto, no todas las
grasas hidrogenadas las contienen. En esta transformación, los aceites vegetales
se enriquecen en grasas saturadas, que consumidas en exceso pueden provocar
graves consecuencias para la salud.

La incorporación de este tipo de grasas hace que aumente la vida útil de los
productos en los que se emplea este proceso, potencia su sabor y mejora su
textura. Además, la adición de grasas hidrogenadas a los productos abarata los
costes, algo que comporta beneficios para la industria alimentaria.

¿Qué alimentos contienen grasa trans?


Para identificar si un producto contiene o no grasa trans se debe atender a la
información que ofrece la etiqueta del producto. En la lista de ingredientes es
donde se indica si el producto tiene grasas hidrogenadas o parcialmente
hidrogenadas (indicativo de que el producto podría contener grasas trans).

Evitar las grasas trans es realmente difícil, ya que forman parte de muchos
alimentos. Se encuentran con frecuencia en snacks y aperitivos salados
(palomitas o patatas fritas), productos precocinados (empanadillas, croquetas,
canelones o pizzas), galletas, margarinas y bollería industrial. Así, no hay que
olvidarse de consultar las etiquetas si se consumen estos productos con
frecuencia. No obstante, algunas clases de margarinas que han sido sometidas a
procesos de hidrogenación han conseguido reducir en gran medida la cantidad de
grasas trans de su composición.

El abuso de estas grasas


En el marco de una dieta equilibrada el consumo ocasional de productos que
incluyen grasas trans no va a provocar consecuencias negativas para la salud. El
problema radica en el abuso de estos productos, ya que además de provocar un
aumento de peso va a suponer un riesgo para la salud. Con el paso de los años son
cada vez más los estudios que determinan las consecuencias que tiene un exceso
de grasas trans en la dieta, todavía más graves que las que producen las grasas
saturadas. El mayor problema es que sus efectos se producen a largo plazo.

La principal consecuencia, conocida desde hace años, es su influencia sobre el


colesterol. Abusar de este tipo de grasas contribuye a aumentar los niveles de
colesterol y de triglicéridos en sangre, lo que provoca un mayor riesgo de sufrir
enfermedades cardiovasculares. Concretamente, hacen que disminuya el
colesterol "bueno" o HDL y elevan el "malo" o LDL.
Sin embargo, el colesterol no es el único afectado por la presencia de las grasas
trans. También pueden retrasar el crecimiento y la maduración del cerebro. Y es
que las grasas son esenciales, ya que forman parte de la membrana de las
células, y la presencia de las mismas puede llevar al organismo a formar paredes
celulares defectuosas.

Los ácidos grasos trans también parecen aumentar el riesgo de diabetes tipo 2 en
mujeres, según los resultados de un estudio aparecido en el American Journal of
Clinical Nutrition, firmado por investigadores de la Universidad de Harvard, en
Estados Unidos.

Control del consumo


En definitiva, las grasas trans son aún más perjudiciales para la salud que las
grasas saturadas propias de la carne, la mantequilla y de algunos productos
lácteos.

Por tanto, es recomendable revisar el etiquetado de los alimentos y no abusar de


aquellos que contengan este tipo de grasas. Conviene sustituirlos por repostería
casera que, aunque también presenta un importante contenido calórico, pueden
prepararse con grasas saludables como aceite de oliva o girasol, y pueden incluir
ingredientes tan saludables como la fruta o los lácteos.

Desde la página de CONSUMER EROSKI se puede acceder a varias alternativas a la


bollería industrial, tanto dulces como saladas.
Publicado por Carme Manresa en 01:18
Etiquetas: ALIMENTACIÓN SALUDABLE - BIOLÓGICA - ECOLÓGICA

http://www.consumer.es/web/es/alimentacion/aprender_a_comer_bien/embarazo_y_la
ctancia/2008/06/17/177808.php

Investigadores de la State University of Rio de Janeiro han querido ir más allá de lo que
hasta ahora se conoce sobre las grasas "trans" y su transmisión de madres a hijos durante
la lactancia. En un riguroso estudio elaborado con animales de laboratorio, han
observado que las ratas amamantadas por hembras alimentadas con aceites vegetales
parcialmente hidrogenados sufren problemas en la función cardiaca.
Alimentación de la madre, pieza clave
A pesar de que la investigación se ha llevado a cabo en animales y no en humanos, los
resultados dan pie a pensar e indagar si efectivamente puede pasar lo mismo en la
especie humana, es decir, si los conocidos efectos dañinos de las grasas trans se pueden
extender a la salud de los bebés lactantes. Se trata de consumidores indirectos que
pueden verse afectados por los platos precocinados, la bollería y demás productos
manufacturados que contienen este tipo de grasa y que las madres consumen sin conocer
el alcance que tiene su ingesta en la composición de su leche. Una vez más la
alimentación de la madre embarazada y lactante se revela como pieza clave en la salud
del niño y el futuro adulto.

En el estudio en animales, los investigadores brasileños dividieron a las ratas que


amamantaban en dos grupos; al grupo control le suministraron aceite de soja en su dieta
y al otro grupo aceite vegetal parcialmente hidrogenado, de forma que la cantidad total
de grasas "trans" fue de un 11,75% del total de las grasas diarias aportadas.

Una vez finalizada la lactancia los dos grupos de crías se alimentaron igual hasta que
cumplieron los 60 días, etapa en la que se les tomaron las mediciones oportunas. El
resultado fue que las crías de las ratas que comieron grasas "trans" presentaron un
significativo descenso en las medidas referentes al metabolismo de la glucosa en el
músculo cardíaco. Los autores del estudio fueron más allá y midieron la sensibilidad a la
insulina una vez las crías alcanzaron la edad adulta y observaron que tejidos específicos
como los de los músculos o el tejido adiposo no absorbían correctamente el azúcar, por
lo que los niveles de glucosa en sangre resultaron ser anormalmente más elevados.

Esta circunstancia, según los propios investigadores, aumenta el riesgo de desarrollar


resistencia a la insulina, síndrome metabólico y diabetes tipo II en ratas. Aunque se
requieren más trabajos científicos que corroboren estos resultados y que estos se amplíen
con estudios en humanos, la investigación se convierte en un argumento más para
quienes presionan a la industria alimentaria para que reformule sus productos y retire
este tipo de ingredientes.

De los alimentos a la leche materna


Desde que los análisis de la leche materna de finales de los años 90 en Canadá mostraran
altas cantidades de ácidos grasos "trans" provenientes de aceites parcialmente
hidrogenados, este país introdujo en el año 2003, por vía legislativa, recortes en la
composición de estas grasas en algunos alimentos específicos. En este sentido, miembros
de la University of British Columbia, en Vancouver, han publicado estudios que apoyan las
observaciones de numerosos trabajos que han dado a conocer cómo los ácidos grasos
naturales de la leche humana se ven afectados por las grasas "trans" provenientes de la
dieta.

Sería prudente que las madres redujeran la ingesta de grasas


"trans" durante el embarazo y la lactancia mientras llegan
nuevos resultados que refuercen los conocimientos actuales
sobre sus efectos
Uno de estos estudios mostró que las mujeres canadienses consumen alrededor de 6,9
gramos (2,5% de energía) de ácidos grasos "trans" (trans fat acid, TFA) al día,
provenientes sobre todo de productos de repostería, bocadillos prefabricados y diversos
productos de comida rápida que contienen grasas hidrogenadas. Entre las mujeres
lactantes, los ácidos grasos trans tienden a desplazar los ácidos grasos esenciales (ácido
linoleico y ácido alfa-linolénico) en la leche materna, y los "trans" acaban por
incorporarse a los fosfolípidos del plasma y a los triglicéridos de los niños amamantados.

Teniendo en cuenta el papel crucial de las grasas naturales en el desarrollo del sistema
nervioso de niño, es una cuestión indiscutiblemente importante aclarar los efectos
adversos que los aceites parcialmente hidrogenados pueden ejercer en el lactante a
través de su alimentación natural.

En vista de todos los hallazgos que se disponen en la actualidad, sería prudente que las
madres redujeran en lo posible la ingestión de ácidos grasos "trans" durante el embarazo
y el amamantamiento, mientras se esperan nuevos resultados que refuercen los
conocimientos actuales sobre sus efectos negativos tanto en el desarrollo del feto y del
lactante.

Disposiciones internacionales

La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda a los


gobiernos de todo el mundo que eliminen o reduzcan la cantidad de grasas vegetales
parcialmente hidrogenadas en los alimentos. Esta recomendación apoya las evidencias
que en los últimos años relacionan este tipo de grasas con efectos nocivos sobre la salud.
Hoy en día gobiernos y, sobre todo, industria alimentaria, en concreto la estadounidense,
han empezado a tomar medidas para erradicar este compuesto de diferentes productos.

En EE.UU. es obligatorio, desde 2006, declarar en la etiqueta nutricional la cantidad de


grasas "trans" por porción de producto si éste contiene más de 0,5 gramos. Esta valiosa
información se suma a la obligación, vigente desde 1990, de informar sobre el contenido
total de grasa total, grasa saturada y colesterol. Canadá también exige que se detallen
las grasas "trans" en la etiqueta nutricional de cualquier producto. En el ámbito europeo,
Dinamarca es el único país que cuenta, desde junio de 2003, con una normativa que
obliga a incluirlas en las etiquetas alimentarias. Además, la Administración danesa exige
a los productores que no superen el 2% de grasas "trans" en sus productos, ya sean propios
o importados.

En España no hay una normativa específica. No obstante, desde la Estrategia NAOS


(Nutrición, Actividad Física y prevención de la Obesidad), impulsada por el Ministerio de
Sanidad y Consumo, se insta a la industria alimentaria y a las empresas de restauración a
que disminuyan de forma progresiva en sus productos los niveles de estos componentes.
http://www.laflecha.net/canales/ciencia/noticias
/el-colesterol-bueno-es-una-aliado-de-la-memoria

El colesterol "bueno" es un aliado de la memoria


Un estudio realizado por investigadores franceses muestra que el déficit
intelectual experimentado por el hombre a partir de los 60 años está relacionado
con los bajos niveles en la sangre de colesterol "bueno".
02 Jul 2008 | AFP

"
El estudio pone en evidencia la clara relación entre el colesterol bueno y la
aparición de un declive cognitivo, incluidos numerosos factores susceptibles de
conducir a una demencia" (accidentes cardiovasculares, consumo de alcohol),
afirma la directora del estudio, Archana Singh-Manoux, del Instituto Público de
Investigaciones Médicas (INSERM).

El declive cognitivo es la primera etapa hacia la demencia. El estudio, publicado


en la revista especializada Ateriosclerosis, Thrombosis and Vascular Biology, se
realizó entre 3.700 funcionarios ingleses no dementes.

Se tomaron muestras de sangre con cinco años de diferencia (en 1999 y 2004)
para medir las concentraciones de grasas sanguíneas, el colesterol HDL (el
bueno) y el colesterol LDL (el malo). Al mismo tiempo, los participantes fueron
sometidos al test de memoria de las "20 palabras": debían citar el máximo
número de palabras de la veintena presentadas instantes antes.

La incapacidad de citar más de cuatro palabras significa "un déficit cognitivo",


mientras que el olvido de más de dos palabras entre dos fases del estudio se
interpreta como un "declive". Para las personas con un bajo nivel de colesterol
bueno (menos de 40 miligramos por decilitro) el riesgo de déficit intelectual
aumenta un 27% con respecto a aquellos con un nivel de HDL elevado (+60
mg/dl).

Cinco años más tarde, las personas con un nivel de colesterol bajo presentaron
un 53% de riesgo suplementario de tener un declive intelectual (61%). Según
Singh-Manoux, los niveles de colesterol bueno (beneficioso para el sistema
cardiovascular y neurológico) se pueden aumentar con "medidas simples".
La American Heart Association preconiza una actividad física regular, evitar el
consumo de grasas "trans" (de origen industrial) y de reducir de manera general
el consumo de grasas, especialmente de origen animal, y sustituirlo por el aceite
de oliva.

http://es.wikipedia.org/wiki/%C3%81cido_graso_trans

Ácido graso trans


De Wikipedia, la enciclopedia libre
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A: Ácido elaídico (trans) y B: Ácido oleico (cis)

Los ácidos grasos trans (en inglés trans fatty acids, TFA) son un tipo de ácido graso
insaturado que se encuentra principalmente en alimentos industrializados que han sido
sometidos a hidrogenación como la margarina o al horneado como los pasteles, entre
otros. También se encuentran de forma natural en pequeñas cantidades en la leche y la
grasa corporal de los rumiantes.

Los ácidos grasos trans no sólo aumentan la concentración de lipoproteínas de baja


densidad (LDL) en la sangre sino que disminuyen las lipoproteinas de alta densidad
(HDL, responsables de transportar lo que llamamos el "colesterol bueno"), provocando
un mayor riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares.

Los ácidos grasos trans se forman en el proceso de hidrogenación que se realiza sobre
las grasas con el fin de solidificarlas, para utilizarlas en diferentes alimentos. Un
ejemplo de ello es la solidificación del aceite vegetal, líquido, para la fabricación de
margarina. Además promueve la frescura, le da textura y mejora la estabilidad.

Estos ácidos grasos pueden ser particularmente peligrosos para el corazón y se asocian
con el mayor riesgo de desarrollo de algunos cánceres. Los estudios más recientes
demuestran que las concentraciones más altas de ácidos grasos trans pueden
incrementar el riesgo de diabetes de tipo II.[cita requerida]
Las grasas hidrogenadas se utilizan en margarina, comidas rápidas, productos
comerciales de pastelería, alimentos procesados y fritos.

Contenido
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 1 Estructura
 2 Estudios sobre el impacto en la salud
 3 Regulación pública
 4 Referencias
 5 Véase también

 6 Enlaces externos

[editar] Estructura

Dado que los dobles enlaces son estructuras rígidas, las moléculas que los contienen
pueden presentarse en dos formas: cis y trans. En los isómeros trans, los grupos
semejantes o idénticos se encuentran en el lado opuesto de un doble enlace, mientras
que en los cis, están en el mismo lado.

Diagrama de la estructura molecular de distintos ácidos grasos


Ácido graso Cis- Ácido graso Trans-
Ácidos grasos saturados
insaturado insaturado

átomos de carbono átomos de carbono


átomos de carbono saturados insaturados (cada uno con 1 insaturados (cada uno con 1
(cada uno con 2 hidrógenos) hidrógeno) unidos por hidrógeno) unidos por
unidos por un solo enlace enlace doble. Configuración enlace doble. Configuración
cis trans

[editar] Estudios sobre el impacto en la salud

Los ácidos grasos trans parecen aumentar el riesgo de la enfermedad cardíaca coronaria
más que cualquier otro macronutriente, confiriendo un riesgo sustancialmente creciente
en los niveles bajos de consumo (del 1 al 3 por ciento de la ingesta total de energía). En
un meta-análisis de cuatro estudios que implicaban a casi 140.000 sujetos, incluyendo
análisis actualizados de los dos estudios más grandes, se asoció un aumento de 2% en
energía procedente de ácidos grasos trans con un aumento de 23% en la incidencia de la
enfermedad cardiaca coronaria.1 2

[editar] Regulación pública

El 25 de julio de 2008, California fue el primer estado de Estados Unidos en prohibir los
ácidos grasos trans en restaurantes. Con efecto en 1 de enero de 2010, los restaurantes
californianos tendrán prohibida la utilización de aceites, mantecas y margarinas que
contengan ácidos grasos trans "artificiales" para untar o para freir, con la excepción de
las rosquillas fritas. Se prohibirá que las rosquillas y otra repostería contengan ácidos
grasos trans "artificiales" a partir del 1 de enero de 2011. La comida envasada, sin
embargo, no está cubierta por la prohibición y se continuará permitiendo que contenga
ácidos grasos trans.3 Los ácidos grasos de tipo trans pueden inhibir algunas
transformaciones de otros ácidos grasos esenciales, retrasando el crecimiento y la
maduración del cerebro. Y es que las grasas son una parte esencial de las membranas
celulares del organismo, y la presencia de grasas trans en lugar de cis puede llevar al
organismo a construir hormonas y paredes celulares defectuosas.

[editar] Referencias
1. ↑ Informe completo (en inglés)
2. ↑ Resumen (en inglés)
3. ↑ (25/07/2008). «California bans trans fats in restaurants». Comunicado de
prensa. Consultado el 30/07/2008.

[editar] Véase también


 Grasa
 Ácido graso saturado

[editar] Enlaces externos


 Consumir grasas hidrogenadas duplica el riesgo de sufrir cáncer de mama
 el incinerador de grasa

Obtenido de "http://es.wikipedia.org/wiki/%C3%81cido_graso_trans"
Categorías: Compuestos orgánicos | Ácidos grasos insaturados | Ácidos carboxílicos
Categorías ocultas: Wikipedia:Artículos con pasajes que requieren referencias |
Wikipedia:Artículos buenos en w:en

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