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Colegio Durham – Secundaria básica – Prácticas del lenguaje – Prof.

Varela

El payé de Lina
La tarde, bajo la lluvia que se desmenuzaba finamente, parecía hueca y vacía. Allá, en el horizonte, los
árboles dibujaban una línea vaga y azul, y más arriba el gris del cielo se transformaba en una gran mancha
de luz difusa. Si Lina hubiese conocido algo de pintura, probablemente compararía el paisaje con un
cuadro impresionista1. Pero Lina no sabía nada. Además, tenía sus preocupaciones. Avanzaba con rapidez
por el estrecho sendero, salvando los charcos, cubriéndose la cabeza y los hombros con las bolsas viejas.
En realidad tenía miedo. Miedo de lo que iba a hacer. Era la primera vez que acudía a la Madre
Encarnación. Muchas veces la había visto como a una bruja sin escoba, recogiendo ramitas y yuyos en el
monte o a la vera del camino polvoriento. Pero jamás había hablado con ella. Le atemorizaba su rostro
lleno de arrugas, su cuerpo liso como una tabla, la horrible boca con un diente solitario y los ojos hundidos,
vivaces2. Y ahora tenía que verla y hablarle. Porque Lina estaba enamorada.
Desde aquella vez que tuvo que atender el boliche, cuando conoció al gringuito nuevo en el lugar, se
desvelaba soñando despierta. ¡Aldo! El nombre le parecía dulce y lo repetía siempre que se encontraba
sola. Se enfurecía viendo los intentos de la Mercedes por conquistar al muchacho. Y él ni siquiera reparaba
en Lina, desgreñada3 y sucia, con los lindos ojos negros siempre cubiertos por el cabello rebelde y el
cuerpo grácil4 disimulado bajo un suelto vestido rotoso.
Lina perdía ya todas las esperanzas cuando recordó a la madre Encarnación, que curaba los “nacidos”5
con hojas de palán-palán, y que además conocía el secreto de todos los payés conocidos y por conocer. Y
allá iba, empapándose toda, asustada y resulta a la vez, camino del ranchito junto al río en busca de… ¿de
qué? ¡Ni ella misma sabía de qué!
Los árboles formaban casi una maraña6. De repente, Lina se encontró en un claro7. Bajo un espinillo8 se
1
amontonaban algunas gallinas chorreando agua. A la izquierda del río, más acá el rancho con un alero que
formaba una especie de galería casi contra la orilla. Vio una figura en cuclillas. Figura de mujer embozada9
en trapos oscuros. Revolvía con una cuchara de madera el hirviente contenido de un caldero. “Un
embrujo”, pensó mientras se acercaba lentamente. Los amenazadores gruñidos de un perro que se
irguió10 junto a la vieja la obligaron a detenerse. Entonces la madre Encarnación levantó la cabeza y gritó
con una voz cascada:
−¡Quieto, Lobo! –Y dirigiéndose a la muchacha – ¡Vení, que te estás mojando!
Lina se aproximó. El sabroso olor a caldo de gallina que salía del caldero, hizo que cambiara su opinión
acerca de lo que al principio creyó un embrujo. ¡Al fin y al cabo la madre Encarnación también comía!

1
La pintura impresionista nace a partir de la segunda mitad del siglo XIX y quiere, a grandes rasgos, plasmar la luz y el instante, sin
importar demasiado la identidad de aquello que la proyectaba.
2
Que muestra entusiasmo, pasión y gran animación.
3 Despeinada.
4 Que es fino o delicado y transmite una idea de ligereza y armonía.
5
Un “nacido” es un tumor superficial. Explicar lo que es un payé resulta innecesario, pero de todos modos conviene aclarar que se
trata de un amuleto que confiere éxito según las circunstancias a las que se lo aplique. ¿El caburé? Es un ave rapaz a cuyas plumas se
le atribuyen poderes mágicos. (Nota del autor)
6 Conjunto de hilos, pelos o cosas semejantes que están enredados y entrecruzados de manera que no se pueden separar
7 Lugar que recibe o tiene mucha luz, que es luminoso porque está muy despejado o sin nubes.
8
Nombre de diversas especies de leguminosas, que tienen espinas en sus ramas y flores esféricas de color amarillo muy perfumadas.
9
Cubierto el rostro por la parte inferior con una prenda de vestir.
10 Erguirse, poner en posición vertical la espalda o el cuerpo entero.
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−¿Vos sos la hija de la finadita Ulogia, que en paz descanse? –interrogó la vieja mirándola con ojos
escrutadores11.
−Sí, −respondió la chica, ya tranquila.
−¿Y qué miércoles querés aquí, con este tiempo?
El valor de Lina flaqueó otra vez. Trémula12, intentó responder:
−Y bueno… yo…
−Ya sé, ya sé –interrumpió la vieja –Vos anduviste en malos pasos y querés que yo te dé algo pa…
−¡No, no! –gritó Lina −¡No es eso!
La otra sonreía con malicia.
−¿Entonces qué? –dijo con una carcajada que sonaba como un ruido de latas.
Lina, aterida13, temblaba. No sabía si de frío, de vergüenza o de miedo. Grandes lagrimones asomaron a
sus ojos negros. Los secó con el dorso de la mano, sonándose después la nariz con un pañuelo que llevaba
en el cuello.
−Está bien, m’hija, está bien. A ver, contame.
La voz de la madre Encarnación intentaba ser conciliadora. Y Lina contó entre hipos, sollozos14 y suspiros
que estaba enamorada del gringuito, que él ni la miraba, que la Mercedes se lo quitaría…
Cuando dio fin a su relato, la madre Encarnación se incorporó trabajosamente. 2
−Seguime –dijo, y levantó el cuero que servía de puerta, penetrando en el rancho.
Lina fue detrás de ella. Era una sola habitación, de paredes enjalbegadas15, con olor a yuyos y a humo
de leña verde. Sobre una mesa había incontables bolsitas, todas muy pequeñas.
−Adentro están los payés –explicó la vieja con aire de misterio. –Te vuá dar uno pal amor −Y le alargaba
una de las bolsitas, que Lina tomó con manos temblorosas. −Ahí hay plumas de caburé y piedra de imán;
el encantamiento no te lo puedo decir –continuó madre Encarnación. –Tenés que llevar la bolsita colgada
del cuello o de la cintura.
Lina iba a contestar pero la vieja no la dejó.
−El sábado hay luna llena y baile en el boliche de Don Santos. Llevá el payé al baile, porque tenís que bailar
con el hombre que querés en una noche de luna llena pa que risulte.
−¡Pero no tengo con qué ir al baile! –la voz de Lina se estranguló en un sollozo.

11 Observar o examinar algo o a alguien con mucha atención y minuciosidad.


12 Temblorosa.
13 Que está paralizada o entumecida a causa del frío.
14 Movimiento convulsivo que se realiza en ocasiones al llorar desconsoladamente y que consta de varias inspiraciones bruscas,

entrecortadas, seguidas de una espiración.


15 Blanqueadas por cal, yeso o tierra blanca.
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La madre Encarnación meneó la cabeza y se dirigió a un rincón. Apartó una mesa, sacó cuadros de
santos, la imagen de la Virgen de Itacuá16 y montones de cosas. Persignándose17, abrió un baúl quizá más
viejo que ella. Con inesperada delicadeza sacó un vestido blanco con vuelos ribeteados de rojo.
−Esto era mío −dijo− Lo usé cuando era como vos. Tu mamá, que Dios la tenga en su Santa Gloria, me lo
rigaló. Y ahora yo te lo doy. Lo acortás, porque ahura vienen los vestidos más cortones, y te lo ponés el
sábado. Y te peinás esas crines18 y te das un güen baño, y si tenés perjume, te lo ponés también.
Lina, maravillada, había tomado el vestido y lo acariciaba con embeleso. Todo lo que atinó a decir fue:
−¡Gracias, señora! Yo… ¿cuánto le debo?
La vieja la miró burlonamente.
−Nada. Pero cuando tengás un chico traémelo pa verlo.
Había dejado de llover y el sol arrancaba de los charcos luces multicolores.
Cuando Mercedes vio en el baile a Aldo, intentó aproximársele, como siempre. Pero se quedó muda e
inmóvil. El gringuito se acercaba a Lina que, sentada entre un grupo de mujeronas, estaba desconocida.
Sus cabellos eran brillantes y renegridos, partidos al medio y cayendo en cascada sobre los hombros
morenos, descubiertos por el escote redondo de un hermoso vestido blanco. En los ojos de la chica
parecían titilar todas las estrellas y su boca pintada de carmín19 era una verdadera tentación.
En ese instante, los cantores iniciaron un chamamé20, después un valseado21, después una milonga22.
Lina y Aldo bailaron toda la noche.
Días después anunciaron que se casaban. Las comadres del lugar murmuraron; se dijo que Lina tenía
3
un payé de la madre Encarnación. Mercedes oyó el chisme y fue al ranchito junto al río, para consultar a
la vieja.
La madre Encarnación le dio la consabida bolsita, pero esta vez cobró sus buenos pesos por el favor. Y
cuando Mercedes se marchó, pensando en recuperar al gringo, la bruja se quedó riendo filosóficamente:
−¡Je! ¡Pobre diabla! ¡Nunca tendrá el payé de Lina! Vamos, Lobo… ¿Querés saber cuál es el payé de Lina?
¿Pues no lo viste? Te lo vuá decir: es linda como un sol y tiene veinte años…
Eduardo Gudiño Kieffer
En Ta te tías y otros juegos, Bs. As., Emecé, 1980

16 Es una de las advocaciones marianas (alusión mística relativa a apariciones, dones o atributos de la Virgen María) más importantes
de la región sur del Paraguay, conocida también como la "Virgen de los pobres".
17
Hacerse la señal de la cruz al tocarse con los dedos de la mano derecha sucesivamente la frente, el pecho y cada hombro, como
oración o invocación al dios de los cristianos.
18 Ese pelo sucio y enmarañado, dicho simpáticamente.
19 Rojo
20 El chamamé es una manifestación cultural que comprende un estilo de música y danza propios de la provincia de Corrientes,

en Argentina. Ha desempeñado un papel relevante en la evolución cultural del litoral argentino. Data del siglo XVI, y existe controversia
sobre su origen, ya que si existen distintas opiniones y vertientes, ninguna de ellas puede ser comprobada de forma histórica. De todas
las hipótesis sobre su origen, la tesis más extendida es la del origen guaranítico.
21
El vals es un elegante baile musical a ritmo lento, originario de Austria.
22
La milonga es un género musical folclórico rioplatense, típico de Argentina y Uruguay. El género proviene de la cultura gauchesca.
En compás binario, pero a menudo con un acompañamiento de guitarra en 6/8.

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