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El Canto de la Viña

Ed. Ramírez Suaza, P.ThM

Son muchas las cosas lindas y feas que logramos con las canciones. Con las canciones reforzamos
los enamoramientos, fortalecemos una amistad, celebramos un logro, un matrimonio, un triunfo. Con
cantos hacemos reclamos e insultamos.
Algunos ejemplos.
Un canto para insultar, de Paquita la del barrio:
Rata inmunda
Animal rastrero
Escoria de la vida
Adefesio mal hecho
Infrahumano
Espectro del infierno
Maldita sabandija
Cuánto daño me has hecho.

Un canto para fortalecer la amistad, Amigos de los enanitos verdes:


un amigo es una luz brillando en la oscuridad,
siempre seras mi amigo, no importa nada mas.

También hay cantos para enamorar, como esta:


Quiero beber los besos de tu boca
Como si fueran gotas de rocío
Y ahí en el aire dibujar tu nombre junto con el mío.

Eso de dedicar canciones también lo hizo Dios. Dios le dedicó una canción corta a Israel, es un canto
de reclamo, de reproche; es una parábola musicalizada. Esa parábola musical la encontramos en el
fascinante libro del profeta Isaías 5.1-7; 27.2-5
Israel es como viñedo en el que Dios buscó justicia y rectitud, pero encontró en ellos
injusticia e iniquidad.

EL CANTO DE LA VIÑA
en búsqueda de la justicia y la rectitud

El libro del profeta Isaías es un universo completo de fascinación, belleza, poesía y prosa, canto e
inspiración. Es un texto que ha consolado muchos corazones a lo largo de la historia de salvación
desde el momento de su publicación. Es un libro que ha usado el Señor para orientar la fe muchos
quienes comenzaban a extraviarse. Quizá sea Isaías, el libro más leído del AT después de los
Salmos.

Para esta hermosa oportunidad, Dios nos hablará por medio de otra parábola del AT, como lo ha
venido haciendo durante los domingos de este mes.

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El Canto de la Viña
Ed. Ramírez Suaza, P.ThM

Como dije hace poco, es una parábola a través de la cual Dios hace un reclamo de justicia y de
rectitud, porque su pueblo ha venido procediendo de maneras opuestas.
Es una parábola que se canta, donde la vid es una metáfora de Israel, el viñador es una
representación de Dios y los frutos, una imagen de la justicia y la rectitud.

Vamos a desempacar entonces la parábolas en algunas escenas:


1. El canto
2. El viñador
3. La viña
4. El juicio

Empecemos.
Canto
Se Dios se dicen muchas cosas, menos que sea cantante.
Los músicos se preguntarán, si Dios canta ¿Será un tenor? ¿Barítono? ¿Será que canta música lírica
o popular? ¿Será afinado? Bueno, una vez lo escucharon 12 hombres en una casa prestada, en la que
celebró la pascua con los discípulos. Algunos queremos imaginarlo cómo cantó ese himno. El ritmo
de la canción, si era alegre o algo parecido a la balada. Si los discípulos le hicieron la segunda, o
cantaban como pescadores desafinados. ¡Qué cosa! ¿No?
Isaías exhorta a Israel con la letra de una canción que proviene de Dios. No creo que el profeta haya
escuchado la melodía de la canción, sencillamente vino a él la Palabra divina y pudo discernir de
parte del Espíritu Santo la letra de un canto que se compuso en el cielo.
Para mí es sorprendente la noticia de que Dios compusiera un canto, y siendo Dios ese canto no haya
ingresado a las 100 mejores canciones de todos los tiempos, no se ha ganado un grammy ni un disco
de oro. Es un canto impopular. La industria musical consideraría este hit como un fracaso.
¿Sabes por qué? Porque aunque el canto es hermoso, nos fastidia vernos dibujados en la viña que no
da buenas uvas.

El viñador
Isaías le ha facilitado su voz a Dios para que se haga oír en la tierra, como un hombre que tiene un
terreno fértil. Como buen inversionista, siembra en su terreno las semillas de las mejores vides del
mercado, porque espera que su viñedo le dé las mejores uvas.
El viñador es una persona diligente: cercó el terreno, lo despedregó, construyó una torre y un lagar.
Mejor dicho, hizo la empresa completa.
La ilusión del viñador al cuidar tanto sus sembrados, pues había escogido las mejores semillas para
sembrar, era una cosecha de buenas uvas. ¡Esto es apenas lógico! Pero esta es una viña extraña,
consciente de que su viñador ha invertido, se ha esforzado, ha cuidado de ella, como si fuera una
cosa de gusto, le da a su labrador uvas silvestres. Uvas que no sirven para fabricar un buen vino.
El viñador se desencantó de su viña.
La viña
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El Canto de la Viña
Ed. Ramírez Suaza, P.ThM

Esta es una viña, inicialmente privilegiada:


● Tiene al mejor viñador
● Está sembrada en una ladera fructífera
● Está sembrada con vides escogidas
● Su duelo la cuida con esmero
Como también es una viña, vaya cosa rara, con la opción de dar frutos bueno o silvestres, y ha
escogido darle a su dueño uvas inservibles.
Los cantos a las viñas, por lo regular eran una metáfora para cantarle a las esposas, a las novias. Y
este es un canto de un esposo que reclama a su mujer, en clave de viña, lo infiel que le ha sido.
Ha esperado fidelidad y ha encontrado todo lo opuesto.

Juicio
El juicio es contundente, repasemos el vv. 5: Pues bien, les voy a decir qué pienso hacer con mi
viñedo: voy a quitarle la cerca, para que lo destruyan; voy a agrietarle el muro, para que lo
pisoteen; 6 voy a dejarlo abandonado. No lo podarán ni lo desyerbarán, y se llenará de espinos y
maleza. Voy a ordenar a las nubes que no envíen su lluvia sobre él. Ahora leamos Is. 27.4-5: No
estoy enojado con él. Si tuviera espinos y maleza, saldría a hacerles la guerra y los quemaría por
completo. 5 Si quiere que yo lo proteja, que haga las paces conmigo, sí, que haga las paces
conmigo.»

Esta parábola cantada del amado a su viña, deja clarísimo que con Dios no se juega.
Dios no puede ser burlado.
Nadie puede “pasarse a Dios por la galleta”.
Cuando la viña le dio los frutos amargos, en lugar de buenas uvas, el viñador desprotegió el viñedo
quitando el cerco. Lo abandonó. Dejó de podarlo. Dejó de rociarle agua.
En el cap. 27, el juicio sobre la viña que da uvas amargas es más severo: dice el Señor: “les haré la
guerra y los quemaré por completo.”

Isaías interpreta la melódica parábola a los israelitas en el vv. 7, que dice: El viñedo del Señor
todopoderoso, su sembrado preferido, es el país de Israel, el pueblo de Judá. El Señor esperaba de
ellos respeto a su ley, y sólo encuentra asesinatos; esperaba justicia, y sólo escucha gritos de dolor.
Imagínate esta escena: una cosa es la que Dios espera, otra es la que su pueblo le ofrece.
En otras palabras, como viña, Israel fue un fracaso.

Cuando Dios envió a su hijo Cristo, entre otras, lo envió para que fuese el verdadero Israel. Y en
muchas experiencias de Dios que los hebreos vivieron en el AT, se reflejan en Jesús a cabalidad, a la
perfección. Ejemplo: el cruce por el desierto. Cada que tenían hambre y sed, los hebreos renegaron y
tentaron al Señor. Jesús cuando tuvo hambre y sed en el desierto, venció la tentación.
No sólo Jesús desempeña un papel de verdadero Israel en la travesía del desierto, lo hace también en
la parábola de la viña.
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El Canto de la Viña
Ed. Ramírez Suaza, P.ThM

Vamos al evangelio de Juan 15.1-2: Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el que la cultiva. 2 Si una
de mis ramas no da uvas, la corta; pero si da uvas, la poda y la limpia, para que dé más.
Esta afirmación de Jesús, cuando se presentó como vid de Dios es fascinante, porque el fracaso de
Israel como vid, en el caso de Jesús es un éxito perfecto.
Escucha por favor cómo lo expresa el Galileo: “Yo soy la vid verdadera…” Si en el AT testamento
el verdadero pueblo de Dios fue Israel, ahora la vid verdadera es Jesucristo, para afirmar con eso
que, “No hay más pueblo de Dios que el que se construya a partir de Jesús.”
Dios el Padre es quien cuida de su nueva vid, la verdadera. Y todos los creyentes somos las ramas. Y
se espera que las ramas sigamos dando frutos de justicia y rectitud, buenas uvas. Pero la rama que no
da fruto o da frutos amargos, será cortada, separada de la vid, la viña verdadera.

Este canto de la viña es también una canción dedicada a la Iglesia del siglo XXI, para esta ocasión
especial, para nosotros. La vid verdadera ahora es Cristo, las ramas somos cada uno de nosotros. El
Padre, el viñador, espera con ansia nuestros frutos existenciales, y no pide más que la justicia y la
rectitud.

Vivimos en un país, en una cultura de injusticia y de faltas de rectitud en casi todas las áreas. Se nos
hace difícil dar los frutos que el Padre Dios espera de nosotros.
La justicia y la rectitud empieza por casa, cuando el marido ama a su esposa incondicionalmente.
Cuando la esposa, respeta y se sujeta a su marido, incondicionalmente. Eso es hacer justicia.
Justicia es cuando los padres no provocan a ira sus hijos ni los decepcionan. Justicia es que los hijos
obedezcan y honren a sus padres. Justicia es que el empleador no page lo legal sino lo justo a sus
empleados. Justicia es que el empleado no trabaja con trampa, pereza y desgano; por el contrario,
tiene empeño, iniciativa, diligencia, alegría. Justicia, es tratar la naturaleza como la trata el Creador.
Justicia es perdonar a quien le ofende, así lo haga 70 veces diarias. Justicia es poner la otra mejilla a
quien le ofende. Justicia es bendecir a quien te maldice. Justicia es darle agua a tu enemigo cuando
tenga sed. Justicia es orar por quienes hablan mal de ti. Justicia es compartir lo que tienes con quien
padece necesidades. Justicia es no difamar a tu prójimo, por el solo hecho de no coincidir con tu
filosofía, creencia, color político, cultura, en fin. En este mundo cabemos todos, así no seamos
iguales, pero podemos ser respetuosos.

Cristo viene pronto, esta verdad parece ser una noticia que no impacta nuestros corazones. Este
anuncio nos debe pellizcar las ganas de vivir en justicia y rectitud. Porque cuando él regrese y no
encuentre los frutos que desea, que nos exige; entonces desatará su ira y esas ramas sin fruto o con
frutos amargos serán lanzadas al fuego eterno.
Dios es amor. Dios es fuego consumidor. Dos rostros de la misma divinidad.
Estamos a tiempo de dar los mejores frutos.

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El Canto de la Viña
Ed. Ramírez Suaza, P.ThM

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