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HIPNOSIS
SEGURA
Una guía para el control de riesgos
biblioteca de psicología
Desclée De Brouwer
HIPNOSIS SEGURA
GUÍA PARA EL CONTROL DE RIESGOS
ROGER HAMBLETON
HIPNOSIS SEGURA
GUÍA PARA EL CONTROL DE RIESGOS
BIBLIOTECA DE PSICOLOGÍA
DESCLÉE DE BROUWER
Título de la edición original:
PRACTISING SAFE HYPNOSIS.
A Risk Management Guide
© 2002, Roger Hambleton, Crown House publishing Ltd, Wales, UK
Queda prohibida, salvo excepción prevista en la ley, cualquier forma de reproducción, dis-
tribución, comunicación pública y transformación de esta obra sin contar con la autoriza-
ción de los titulares de propiedad intelectual. La infracción de los derechos mencionados
puede ser constitutiva de delito contra la propiedad intelectual (arts. 270 y sgts. del Código
Penal). El Centro Español de Derechos Reprográficos (www.cedro.org) vela por el respeto
de los citados derechos.
Introducción .................................................................................. 11
3. La naturaleza de la hipnosis.................................................. 43
Definición y características ...................................................... 43
Estado o no-estado .................................................................... 52
Historia
Algunas personas creen que los milagros, sobre todo las “curacio-
nes” descritas en la Biblia, pueden explicarse como efecto de las
habilidades hipnóticas del curandero que “produjo” el milagro.
Aunque no existan pruebas científicas relativas a la existencia de una
forma temprana de hipnosis, las descripciones de curaciones mila-
16 HIPNOSIS SEGURA
Mesmer sólo trató enfermedades del sistema nervioso y éstas eran las
únicas que él accedía a tratar; a los pacientes con otros trastornos los
remitía a sus propios médicos, porque el fluido magnético ejercía una
influencia menor sobre esos trastornos (1976, p. 6).
[…] a partir de 1825, durante todo el resto del siglo, es evidente la este-
rilidad observada. Casi no se ha logrado nada durante todo este perío-
do salvo la corrección muy gradual de […] errores. (1933, p. 18).
Teorías
Teoría de la sugestión
Teoría de Pavlov
Teoría psicoanalítica
Son muchas las técnicas psicoanalíticas destinadas a liberar la
información de la mente inconsciente, donde se halla oculta median-
te estratagemas que Freud denominó “mecanismos de defensa”. Los
mecanismos de defensa han sido creados para manejar directamente
los sentimientos de ansiedad y no la fuente de ésta, ocultando así la
ansiedad de la mente consciente.
Según Freud, la descarga de la información reprimida produce
una catarsis, porque ya no se puede evitar que dicha información lle-
gue a la conciencia, ni que se disfrace de alguna otra manera. Inde-
pendientemente del mecanismo de defensa que se emplee y de la
naturaleza del material de la mente inconsciente, cuando este mate-
rial accede a la mente consciente se ha eliminado ya la protección de
la realidad externa. En este estado se produce la catarsis con sus con-
secuentes y subsiguientes efectos beneficiosos.
HISTORIA Y TEORÍAS DE HIPNOSIS 29
Inducción
El método permisivo
El método intermedio
El método autoritario
Profundización
Sugestión directa
Utilización de la imaginería
Terminación
Susceptibilidad
selecciona a las personas más susceptibles, que suelen ser las invita-
das a participar voluntariamente sobre el escenario.
Ernest R. Hilgard (1965), el psicólogo experimental americano,
manifiesta que son muy pocas las personas no susceptibles a la hip-
nosis. Con ayuda de las Escalas de Standford de Susceptibilidad a la
Hipnosis (véase descripción más adelante) descubrió que entre el 5%
y el 10% de la población no podía ser hipnotizada, y sólo el 5% era
capaz de alcanzar un trance profundo.
Josephine R. Hilgard (1970), una hipnoterapeuta americana, fue
la primera en proponer una clasificación de las personas en razón de
su susceptibilidad, sobre la base del tipo de personalidad (extroverti-
da, introvertida, etc.), pero tras mucha experimentación optó por
abandonar su teoría. En la actualidad se considera que las personas
muy imaginativas, que disfrutan soñando despiertas o son capaces de
generar imágenes mentales muy reales son las más susceptibles.
La susceptibilidad a la hipnosis se estabiliza en la persona cuando
ésta alcanza la madurez, pero la misma estabilidad no está presente
durante la infancia. Por ello, existen escalas de susceptibilidad hip-
nótica diferentes para adultos y para niños. Desde mucho tiempo
atrás se reconoce que los niños son más susceptibles que los adultos
a la hipnosis. Hace más de un siglo H. Bernheim, un historiador de
la hipnosis, afirmaba:
Sintomatología
Definición y características
Definición
Mayor sugestibilidad
Mayor interpretación
Conducta posthipnótica
para todos los sucesos ocurridos durante el trance. Todos los sujetos,
cuando en el curso de una conversación ordinaria escuchaban la
palabra “experimento”, tocaban su frente. Los sujetos no podían
explicar esta conducta ni los orígenes de la misma.
Cuando a un sujeto hipnotizado se le sugiere una conducta post-
hipnótica, conviene asegurarse de que la conducta sólo se reproduci-
rá en respuesta a la indicación del hipnotizador. El estudio de Orne
et al. no incluía estas instrucciones, porque en aquel caso se buscaba
la reacción del sujeto cuando la palabra clave era pronunciada por
una tercera persona. Además, también es recomendable establecer
un límite de tiempo para la continuidad de la conducta posthipnóti-
ca, que en el estudio de Orne et al. era de 48 horas. Un hipnotizador
escénico prudente debería limitar la conducta posthipnótica al tiem-
po que dura el entretenimiento.
Actividad ideosensorial
Estado o no-estado
Estado de hipnosis
Segunda premisa
Tercera premisa
Una vez más, se deja en manos del sujeto la tarea de describir los
cambios internos que se han producido entre el estado de vigilia y el
estado hipnótico.
Cuarta premisa
La segunda base
McGill (1966) afirma que son los sujetos quienes inician la inter-
pretación hipnótica, pero Meeker y Barber (1971) atribuyen al hip-
notizador la responsabilidad de iniciar la simulación y, en conse-
cuencia, los sujetos responden a sus sugestiones. Esta diferencia no
tiene consecuencias prácticas. Lo importante es el acuerdo existente
relativo a que puedan producirse fenómenos hipnóticos sin induc-
ción hipnótica.
Aunque la teoría del no-estado se refiera en este punto a la hipno-
sis escénica, sus aportaciones también son aplicables a otros contex-
tos. Barber fue uno de los primeros investigadores en sugerir la nece-
sidad de:
Una formulación […] que no invoque a un estado especial de con-
ciencia (“hipnosis” o “trance”) para justificar las conductas que histó-
ricamente se han asociado con la palabra hipnotismo (1969, p. 100).
La tercera base
DSM-IV
Sin embargo, cada caso debe ser juzgado sobre la base de los
hechos que se presenten. En algunos estudios, donde las indicacio-
nes relativas a los efectos adversos son escasas o inexistentes, deben
hacerse presunciones y éstas suelen estar influenciadas por la natu-
raleza de los efectos adversos. Por ejemplo, la depresión cotidiana
ordinaria, que todos padecemos de cuando en cuando, es obviamen-
te leve y de corta duración, mientras que un trastorno de personali-
dad (denominado “cambio de personalidad” en el listado de
MacHovec) es ciertamente un problema moderado, si no grave, en
intensidad e indudablemente duradero.
Recurriendo a las definiciones de MacHovec, el elemento corres-
pondiente al “daño” provocado por una “agresión ilegal” puede des-
cribirse como una lesión de origen psicológico que ha sido causada
por la hipnosis, que está contenida en el DSM-IV y cuya naturaleza
no es ni leve ni temporal.
Debe subrayarse que incluso aunque algunos efectos secundarios
de la hipnosis (Ej. dolores de cabeza, mareos y nauseas) estén inclui-
dos en la definición anterior de MacHovec, y no aparezcan enumera-
dos en el DSM-IV, esto no implica que no sean reales ni desagradables.
Sólo implica que no satisfacen los criterios para ser considerados
como motivo de daño en una demanda. Por eso es tan importante y
valioso disponer de una referencia consensuada, como el DSM-IV,
donde se defina coherentemente el daño psicológico y que nos per-
mita tener la certeza de que los trastornos clasificados serán recono-
cidos por la ley como trastornos psicológicos aceptables en el sentido
jurídico de agresión.
Seis estudios
dad. Este síntoma apareció una hora más tarde y su presencia fue muy
breve, por lo tanto no sería considerado como motivo de demanda.
Los efectos a largo plazo experimentados por dos estudiantes que
sufrieron distorsión cognitiva y confusión no se incluyen en el DSM-
IV, porque aunque puedan ser síntomas de un trastorno, en sí mis-
mos no constituyen un trastorno, ni por separado ni combinados. La
confusión se incluye también en el listado de complicaciones de
MacHovec (véase Parte II del Apéndice B). La referencia a la distor-
sión cognitiva no debe interpretarse como un trastorno de desperso-
nalización (véase listado del DSM-IV, bajo el encabezamiento de
“Trastornos disociativos”, en la Parte I del Apéndice B), en el que la
persona percibe su propio cuerpo desde la distancia y como si se le
hubiera alterado el tamaño. Los dos casos de distorsión cognitiva y
confusión hallados fueron también de naturaleza menor y, si hubie-
ran sido crónicos en los términos de MacHovec (es decir, si hubieran
durado meses o años), Hilgard los hubiera señalado en su informe.
En resumen, en ninguno de los 120 estudiantes que participaron
en el estudió se hallaron efectos secundarios que pudieran calificar-
se como daño psicológico en el sentido jurídico. Sin embargo, el estu-
dio de Hilgard se limitó a los efectos secundarios causados sólo por
la hipnosis en sujetos que, presumiblemente, no presentaban ningu-
na condición psicológica preexistente.
Este artículo fue escrito por Auerback mientras ejercía como pro-
fesor de Psiquiatría en la Escuela de Medicina de la Universidad de
California, y lo presentó en una de las reuniones de la Asociación
Americana de Psiquiatría.
El principal objetivo del cuestionario enviado por Auerback fue
comprobar en qué medida se había extendido el uso de la hipnosis
entre los psiquiatras de California. Se envió el cuestionario a 828 psi-
quiatras de los cuales sólo respondieron 414 y, de éstos, 192 eran
PRESENTACIÓN DE SEIS CASOS 79
[…] Como se informó a todos los sujetos que podrían contactar con
nosotros si surgía alguna dificultad que desearan comentar (una
medida de seguridad que siempre adoptamos) y ninguno de los suje-
tos se puso en contacto con nosotros, disponemos de pruebas indi-
rectas para afirmar que las secuelas no fueron problemáticas (p. 679).
Los efectos adversos registrados tanto por Orne como por Hilgard
fueron de naturaleza muy similar y consistían en dolores de cabeza,
somnolencia y nauseas. Además, todos los efectos fueron transito-
rios. En otras palabras los efectos adversos en ambos estudios fueron
casi con certeza de poca importancia y temporales y no calificables
con finalidades jurídicas.
A primera vista parece que en el estudio de Orne (1965), la baja
incidencia de efectos secundarios leves podría atribuirse a la selección
de estudiantes; los estudiantes con una condición preexistente obvia
habían sido eliminados. Sin embargo, no es así. Más adelante en su
RIESGOS PER SE DE LA HIPNOSIS Y EN SU USO TERAPÉUTICO 91
Contexto de laboratorio
Contexto clínico
En el escenario
Contexto amateur
Kleinhauz y Beran (1984) ilustran con otro ejemplo este caso, rela-
tando la historia de un joven que fue enviado a un centro de salud
mental a consecuencia de su extraña conducta, que incluía el aleja-
miento drástico de los estímulos externos, la apatía y la pasividad.
Además se quejaba también de padecer visión en túnel, el sentimiento
de haberse convertido en un robot y se presentaba ante los doctores
como si fuera un genio. Durante el protocolo de ingreso había señala-
do que había sido hipnotizado por un amigo que quería ayudarle a
aprobar satisfactoriamente los exámenes escritos, pero los doctores
ignoraron esta parte de la información. Se le diagnosticó una psicosis
aguda, pero los progenitores del joven se negaron a administrarle el
tratamiento propuesto y lo sacaron del hospital. El joven pidió a su
amigo que lo deshipnotizara, tras lo cual su conducta volvió a la nor-
malidad y funcionó acorde con ella. Es lamentable que los doctores no
vincularan los síntomas con el hecho hipnótico. Kleinhauz y Beran
(1984, p. 287) señalan: “Es posible concluir que su sintomatología
había sido fruto de la continuidad de su estado hipnótico.”
Contexto clínico
En el escenario
Contexto amateur
Un hecho antisocial debe ser antisocial, no puede ser sólo una actua-
ción de laboratorio y no se requiere de la hipnosis para inducir una
conducta antisocial. De hecho la hipnosis es una dificultad añadida
para la inducción de un comportamiento antisocial […]. Cualquiera
que cometa un acto antisocial quiere saber dónde está y quién está a
su alrededor y qué hora del día es y las posibles consecuencias de sus
actos. La hipnosis… reduce la conciencia del contexto y esta constric-
ción debilita los esfuerzos […]. La persona querría ser plenamente
consciente y auto-protegerse tanto como le sea posible.
Experto 2: R.E.Shor
Creo con firmeza que la hipnosis per se no podría usarse para come-
ter un delito grave. La idea de que las personas hipnotizadas pierdan
sus defensas fundamentales y sus compromisos morales básicos se
opone a todo lo que sé sobre el fenómeno.
[…] Que se manipule una situación para que una persona confiada
pueda ser explotada. […] Esto puede hacerse en hipnosis y fuera de la
hipnosis.
Experto 9: H. Spiegal
No tengo la menor duda con respecto a que la hipnosis pueda ser usa-
da para animar a otra persona a cometer un delito… Aunque es posi-
ble que el sujeto se resista a una señal posthipnótica, existe un factor
de tiempo variable antes de que se produzca la corrección. Durante
esta transición la influencia hipnótica permanece aún presente.
En vista de la revisión que hizo Perry del caso judicial, de las dos
citas de Milne y Conn, de algunos de los once expertos de Conn y de
otros autores citados en este mismo capítulo, parece poco probable
que una persona hipnotizada pueda ser instigada en la vida real a
comportarse indebidamente. Sin embargo, no puede decirse con cer-
teza absoluta que no vaya a ocurrir nunca fuera del contexto experi-
mental, particularmente si tenemos en cuenta las opiniones de expertos
como Crasilneck y Schneck. Por lo tanto, aunque permanezca la duda,
sería conveniente examinar el debate relativo a la conducta coerci-
tiva desde el punto de vista jurídico.
9 Riesgos de la
hipnosis escénica
Errores en la deshipnotización
Ésta es una de las diferencias subrayadas por Echterling (1988)
que puede ser origen de graves efectos psicológicos adversos y a la
que alude indirectamente cuando señala que:
126 HIPNOSIS SEGURA
[…] El hipnotizador escénico rara vez está disponible para los sujetos
hipnotizados que puedan experimentar reacciones adversas tras la
actuación. Desafortunadamente, los hipnotizadores escénicos suelen
actuar y marcharse de inmediato, para apresurarse a su siguiente cita.
(Pp.153-154)
Elementos de un delito
Actus reus
Mens rea
Mens rea implica el delito mental. La parte acusadora debe de-
mostrar que existió este estado mental en el momento en que se pro-
dujo el presunto delito y también que estuvo presente durante el
desarrollo del actus rea (es decir, que coincidan temporalmente el
actus rea y el mens rea). En consecuencia, corresponde al acusado
demostrar que no hubo mens rea asociado al delito que se le imputa.
Mens rea se deriva bien de la ley misma que contempla el delito o
bien de la existencia de un precedente, que es una sentencia o parte
de una sentencia y que establece jurisprudencia.
Para los fines de este libro, existen tres ejemplos habituales y rele-
vantes de mens rea: la intención de provocar una consecuencia deter-
minada, la imprudencia con respecto a que se produzca tal conse-
cuencia y la negligencia.
Algunos delitos, los conocidos como de “responsabilidad objeti-
va”, no requieren demostrar la existencia del mens rea. Entre ellos se
hallan las infracciones de tráfico o las transgresiones vinculadas a la
producción de alimentos. Al igual que en todos los restantes delitos,
la ausencia de mens rea por ignorar la ley no constituye un motivo de
defensa. Sin embargo, esto no implica que el acusado no pueda admi-
tir la presencia de mens rea, pero seguir defendiéndose aduciendo,
por ejemplo, a la coacción a la que fue sometido por otra persona o
por las circunstancias que le rodeaban.
A continuación se profundizará en los tres aspectos que se inclu-
yen en el mens rea con referencia particular a su aplicabilidad a los
casos de delito por hipnosis.
Intención
Martin (1994, p. 205), en su Diccionario Jurídico, define “inten-
ción” como “El estado de mente de una persona que pretende provo-
car una consecuencia particular”.
Aunque en el código penal no exista un consenso sobre el signifi-
cado de la intención, Clarkson y Keating (1998) presentan tres pun-
tos de vista representativos del término “intención” y que han sido
aceptados en los tribunales:
132 HIPNOSIS SEGURA
Imprudencia
Negligencia
Delito e hipnosis
Consentimiento informado
Con todo, no debe pensarse que sea razonable ignorar todos los
riesgos previsibles cuya ocurrencia sea improbable. En los casos en
que el riesgo sea pequeño debe considerarse también la circunstan-
cia de lo practicable, o el coste de las medidas preventivas. Si el cos-
te de las medidas preventivas es muy desproporcionado en relación
al pequeño riego de dañar a otros, el tribunal podría entender que el
riesgo estaba justificado. En consecuencia, en los casos en los que
haya riesgo previsible, por pequeño que sea, los tribunales no insisti-
rán en la adopción de medidas preventivas que produzcan la seguri-
dad absoluta si el coste de las mismas es astronómico. Por otra par-
te, si el riesgo hubiera podido ser eliminado o reducido sin costes
extremos, y el acusado no hubiera adoptado las medidas preventivas,
se consideraría que hubiera actuado de forma no razonable.
Esta situación se observó en el caso de Overseas Tankship Ltd.
Versus Millar Steamship Co. donde el riesgo de que el petróleo arroja-
do al mar prendiera fuego se podía prever, y aunque fuera pequeño,
168 HIPNOSIS SEGURA
Daños
West y Deckert (1965) señalan que sólo existe una prueba indirec-
ta e inferencial relativa a que con tratamiento hipnoterapéutico los
trastornos requieran un período más prolongado del que necesitarí-
an para mejorarse o para curarse. No existen evidencias científicas
relativas a este peligro y, por lo tanto, no se considera como motivo
de demanda por negligencia.
Conclusiones
¡Duérmete!
Artículos de prensa
Auerback, A. (1962) ‘Attitudes of Psychiatrists to the Use of Hypnosis’,
Journal of the American Medical Association, 11, 917-921.
Barber, T.X. (1961) ‘Antisocial and Criminal Acts Induced by Hypno-
sis’, Archives of General Psychiatry, 5, 109-120.
Barber, T.X. (1969) ‘An Empirically-based Formulation of Hypnotism’,
American Journal of Clinical Hypnosis, 12, 100-130.
British Medical Association (1955) Report from Psychological Medicine
Group Sub-committee, British Medical Journal (Suppl.), 1, pp. 190-193.
Chaves, J.F. (1997) ‘The State of the “State” Debate in Hypnosis’, Inter-
national Journal of Clinical and Experimental Hypnosis, 3, 251-265.
Coe, WC. (1973) ‘Experimental Designs and the State-Nonstate Issue in
Hypnosis’, The American Journal of Clinical and Experimental Hypnosis, 16,
118-128.
Coe, WC. (1992) ‘Hypnosis: Wherefore art thou?’, The International Jour-
nal of Clinical and Experimental Hypnosis, 4, 219-237.
Coe, WC. y Ryken, K. (1979) ‘Hypnosis and Risks to Human Subiects’,
American Psychologist, 8, 673-681.
Conn, J.H. (1972) ‘Is hypnosis really dangerous?’, The International Jour-
nal of Clinical and Experimental Hypnosis, 2, 61-79.
Conn, J.H. (1981) ‘The myth of coercion through hypnosis: A brief
communication’, The International Journal of Clinical and Experimental
Hypnosis, 2, 95-100.
Crawford, H.J., Hilgard, J.H. y MacDonald, H. (1982) ‘Transient expe-
riences following hypnotic testing and special termination procedures’,
The International Journal of Clinical and Experimental Hypnosis, 2, 117-126.
Danto, B.L (1967) ‘Management of Unresolved Hypnotic Trances as
Forms of Acute Psychiatric Emergencies’, American Journal of Psychiatry,
124: 96-99.
Echterling, L.G. (1988) ‘Contrasting Stage and Clinical Hypnosis’, Ame-
rican Journal of Clinical Hypnosis, 4, 276-284.
Echterling, L.G. y Emmerling, D.A. (1987) ‘lmpact of Stage Hypnosis’,
American Journal of Clinical Hypnosis, 3, 149-154.
Faw, V., Sellers, D.J. y Wilcox, W.W. (1968) ‘Pathological effects of hyp-
nosis’, The International Journal of Clinical and Experimental Hypnosis, 1,
26.
BIBLIOGRAFÍA 203
ISBN: 978-84-330-2106-9
,!7II4D3-acbagj!
www.edesclee.com biblioteca de psicología
La hipnosis conlleva riesgos. Este libro examina de forma
comprensiva e innovadora los daños que pueden ser causados
por una aplicación inoportuna de las técnicas hipnóticas en
contextos como la terapia, el laboratorio o las presentaciones
escénicas y evalúa la posibilidad de ocasionar daños y perjui-
cios personales y penales cuya responsabilidad recaería sobre
el hipnotizador.
De obligada lectura para hipnoterapeutas, hipnotizadores y
miembros de las profesiones legales y médicas, esta obra
incluye una amplia gama de casos legales y científicos recientes
que contemplan aspectos relativos a:
• Los delitos civiles y penale
• La inducció
• El consentimiento informad
• La coerción hipnótic
• Las condiciones preexistente
• La terminació
El lector hallará también comentarios sobre la historia de
la hipnosis, guiones de inducción para su aplicación apro-
piada, comparaciones teóricas y referencias a la naturaleza
de la hipnosis que incluyen el controvertido debate relativo
a la hipnosis como estado alterado de la conciencia.
Roger Hambleton dispone de un amplio currículum como
defensor y como acusador en causas judiciales y criminales.
Está licenciado en Psicología y en Criminología. Durante años
ha sido socio de un bufete de abogados ingleses. Experto en
la práctica de la hipnoterapia clínica, la Universidad Metropo-
litana de Manchester le condecoró por su experiencia e
investigación relativa a la hipnosis.
ISBN: 978-84-330-2106-9
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