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– Corona: Fue instituida en el reinado de los Reyes Católicos,

bajo un cetro común, la cual terminó de estructurarse como tal


en el reinado de Felipe II, uniendo los Reinos Europeos de
Aragón, Castilla, Cataluña, Navarra, Valencia, etc. Con los
Reinos Americanos de Nueva España, Nueva Granada, Nueva
Extremadura, etc.
La corona, con el fin de proteger la libertad de acción tanto
individual como colectiva de sus súbditos americanos, puso a
disposición diversos medios para que pudieran hacerse oír por el
rey y por sus representantes más cercanos (virreyes,
gobernadores, etc.).
A la cabeza de esta institución se encontraba el rey, cuya
principal función era atender el bien de su comunidad, desde la cual emanaba su poder, sin poder usarlo para su
propio beneficio.
Manejaba al resto de los organismos menores, los cuales estaban a su cargo y todos dependían de la decisión del
monarca.

– Consejo de Indias: El Real y Supremo Consejo de Indias,


conocido simplemente como Consejo de Indias, fue el órgano
más importante de la administración indiana (América y las
Filipinas), ya que asesoraba al Rey en la función ejecutiva,
legislativa y judicial.

– Casa de Contratación: En 1503 se estableció por decreto real


la Casa de Contratación de Indias en Sevilla, creada para
fomentar y regular el comercio y la navegación con el Nuevo
Mundo. Su denominación oficial era Casa y Audiencia de Indias.
La Iglesia durante la Colonia

Desde los comienzos de la época de la Conquista, los sacerdotes venían dispuestos a evangelizar a los indígenas
y convertirlos al cristianismo, con lo que se cumplía el fin espiritual de la colonización.
En un principio, los sacerdotes que se radicaron en Chile fueron capellanes de ejército, que incluso tuvieron que
participar en combates más de alguna vez. Más tarde, se dedicaron a convertir a los aborígenes sometidos tras
dichas guerras, y otros fueron misioneros en tierras de Arauco.
La institución religiosa tuvo un papel muy importante en la colonización americana, especialmente en Chile. Los
Reyes Católicos y sus sucesores estuvieron obligados a promover la evangelización y constituyeron un Patronato
Real sobre la Iglesia, por el que se aseguraba la retribución (remuneración) del clero, la construcción de iglesias,
catedrales, conventos y hospitales. El clero también percibía en muchos casos el tributo del indígena y disponía de
haciendas trabajadas mediante encomendados, esclavos indígenas o asalariados.
Dominicos, franciscanos y jesuitas

El clero, en esta época, comenzó a aumentar considerablemente. Solo en Santiago, a mediados del siglo XVII,
existían 200 religiosos. Para la Corona era mucho más fácil “dar el pase a América” a las órdenes religiosas y no a
muchos sacerdotes en forma individual.
Los dominicos y los franciscanos comenzaron una labor misionera cerca de los pueblos indígenas utilizando la
persuasión para convencerlos, aunque también existían algunos evangelizadores que solo vinieron a hacer fortuna
a América.

Los franciscanos fueron los primeros en llegar a Chile, pero además de estas órdenes aquí se encontraban los
agustinos, los mercedarios y los jesuitas. Estos últimos, gracias a la influencia del padre Luis de Valdivia y de la
guerra defensiva, consiguieron extenderse en la región araucana.
– Tribunal de la Inquisición: Fue instituido en el año 1569 por el rey Felipe II y quedó a cargo de una orden
eclesiástica: los dominicos y en América solo se aplicó en México y Perú.
Su principal y única función era moderar las costumbres de la época, es decir, juzgar y procesar todo lo que
estuviera fuera de las costumbres normales de la Colonia.
Quedaban bajo el control de los inquisidores todos aquellos que estuvieran en contra al modelo ideal: los herejes,
invocadores del diablo, los judíos, adivinos y hechiceros o todo aquel que tuviera una posición diferente o contraria
a la Iglesia. También cabían en esta categoría los infieles, bígamos y frailes corruptos o solicitantes. Esta institución
era completamente autónoma frente a las autoridades americanas.
Intercambio comercial
El comercio de todas las colonias españolas estaba bajo los dictámenes de la corona. Con el fin de aprovechar al
máximo la nueva fuente de materias primas de alta calidad, España estableció un monopolio comercial con
América. Para ello se implementó el sistema de flota y galeones, que consistía en la circulación de navíos
mercantes desde Europa hacia América y viceversa, los que transportaban las materias primas y los productos
manufacturados para ser transados. Estos, además, eran vigilados de cerca por barcos de guerra (galeones), los
que aseguraban la integridad de las mercancías y de la tripulación.
Gracias a esta modalidad, el intercambio era continuo. Los comerciantes de nuestro país, por medio de sus
agentes, llegaban a la ciudad de Portobello (Panamá) para adquirir los productos manufacturados provenientes de
Europa, entre los que destacaban armas, joyas, aceite, vino y telas. Su traslado incrementaba considerablemente
el precio de venta, lo que, paralelamente, fomentaba el contrabando de mercancías para conseguirlas a menor
costo.
El monopolio comercial era tan estricto que incluso el intercambio entre las mismas colonias estaba fuertemente
vigilado. Este hecho cambió de forma progresiva a contar del siglo XVII, cuando la corona flexibilizó las trabas
comerciales. Una de ellas repercutió de manera directa en nuestro país, ya que permitió la apertura de dos
importantes puertos, Valparaíso y Talcahuano.
El modelo de Felipe II
Una vez establecido un control del territorio americano estable por parte española, Felipe II de España emitió el
«Ordenanzas de descubrimiento, nueva población y pacificación de las Indias» en 1573, también avalado por el
Consejo de Indias.
El nuevo modelo plantea como principio esencial una selección adecuada del lugar para ubicar los asentamientos.
Se ordenó no ocupar tierras con asentamientos de indios para construir ciudades, ya que ello podría traer perjuicios
culturales de convivencia. Este modelo considera como tarea primordial para construir una ciudad el trazado de la
Plaza Mayor o de Armas a eje y cordel, con definición de las calles, solares y cuadras, y con especificación
distintiva entre caminos, calles y carreras principales. Así mismo dispone que de la plaza salgan cuatro calles
principales destinadas al comercio.
Las ciudades costeras deben contar con puertos o embarcaderos, en proporción a un largo de ancho y uno y medio
de lado. En los lugares cálidos se dispone la construcción de calles angostas para que las edificaciones permitan
un rápido sombreado, y en los sitios fríos calles anchas que faciliten la entrada e irradiación de los rayos solares.
La orientación de las calles se disponía teniendo en cuenta los vientos dominantes, para que no fueran barridas
directamente por ellos.
Estas y otras medidas se pusieron en práctica en algunas ciudades novohispanas, como en la Nueva Veracruz
diseñada por Bautista Antonelli en 1590, la propia Ciudad de México, Valladolid, Guadalajara, San Luis Potosí,
Puebla de los Ángeles, Oaxaca de Juárez, y en otros territorios como en Santiago de Cuba y Santo Domingo, por
nombrar algunos de los modelos más regulares.
La llegada del español a América significó una conquista no sólo territorial y política, sino también una dominación
cultural para las diversas poblaciones aborígenes. La conquista española impuso una manera de ver el mundo: la
cristiana y occidental. Ello significó que todas las culturas indígenas americanas se vieran afectadas por lo que se
ha denominado el “choque cultural”, es decir, el mutuo cuestionamiento de sus correspondientes maneras de ver el
mundo: sus valores, creencias, costumbres y tradiciones. Durante todo el periodo colonial se desarrollaron
múltiples y complejas relaciones entre españoles e indígenas. Estas fueron más allá de la confrontación militar y de
la mezcla racial, abarcando muchos otros planos y ámbitos de la cultura.

Evangelización
Desde un principio, la llegada del español a nuestro territorio
tuvo connotaciones religiosas. Los monarcas españoles se
habían comprometido con el papado a predicar el cristianismo
y a procurar la conversión de los pueblos conquistados. Esta
tarea involucró una tensión permanente para los intereses de
los conquistadores, que no veían en el indígena un sujeto de
evangelización, sino más bien mano de obra útil para explotar
las riquezas que ofrecía el nuevo continente. Por otra parte,
también estaba el interés de la Iglesia en asumir
frecuentemente la defensa de los derechos y de la protección
de la población indígena, a quienes consideraba criaturas de
Dios y súbditos del Rey, tal cual eran los propios españoles.
No obstante, dentro del contexto de la época, este respeto de
la Iglesia por el mundo indígena no incluía la tolerancia a sus
propias creencias religiosas, en las cuales veía
manifestaciones de herejía de las que consideraba que había
que salvarlo.
Las primeras órdenes religiosas que llegaron a América fueron congregaciones de carácter misionero. A Chile
arribaron primero los mercedarios (1548), luego los franciscanos y dominicos y, finalmente, los jesuitas en el año
1593. Junto con la evangelización, estos sacerdotes transmitirían también la cultura europea, pues ellos fueron los
primeros educadores y hombres de ciencia que surgieron en la América recientemente conquistada.

Sincretismo cultural
Otro de los fenómenos que se produce fruto de la relación entre el
mundo religioso español y el indígena es el sincretismo cultural. El
intento de imponer el cristianismo no pudo desterrar las concepciones
tradicionales religiosas del mundo aborigen. Ello dio como resultado
que ambas visiones se mezclaran y relacionaran sincréticamente,
surgiendo así una combinación de sistemas de creencias, como
resultado de la influencia mutua entre el catolicismo y las religiones
aborígenes. Esto explica que en Chile existan hoy en día variadas
expresiones del mundo religioso cristiano en distintivos sectores de
nuestra población. En algunos de ellos se presentan elementos
propios del catolicismo hispano oficial – habitualmente ligados a los
sectores altos – y en otros, en cambio, aparecen aspectos de
religiosidad popular. Por ejemplo, en las zonas andinas de nuestro
país se han traspasado a la Virgen María funciones maternales y de
protección, que los antepasados atribuían a la Pachamama o Madre
Tierra. El fiel invoca o agradece esa protección en fiestas coloridas, bailes con máscaras y peregrinaciones. Es el
caso de la fiesta nortina a la Virgen de La Tirana.
Mestizaje
La empresa de conquista se caracterizó por ser esencialmente masculina: la presencia de la mujer española en los
primeros años es prácticamente nula. Esta ausencia de la mujer europea en los primeros años explica que el
fenómeno del mestizaje resulte prácticamente inevitable. El mestizaje es el proceso de interrelación forzado o
voluntario entre dos o más culturas. Este proceso se produjo en Chile casi exclusivamente entre indígenas y
españoles. Su principal escenario fue el valle central, por ser la región más poblada del territorio y la que presentó
una resistencia menor a la Conquista española.

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