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GEOLOGÍA DE YACIMIENTOS MINERALES

Un manual de Recursos Minerales, realizado por Pablo Higueras Higueras (Universidad de Castilla-La Mancha), y Roberto
Oyarzun Muñoz (Universidad Complutense de Madrid),

Indice General
1.- Concepto y origen de los yacimientos minerales
2.- Métodos de estudio de los yacimientos minerales
3.- Clasificación de los yacimientos minerales
4.- La erosión y el transporte
5.- Productos de la meteorización
6.- Rocas y yacimientos sedimentarios detríticos
7.- Rocas y yacimientos sedimentarios carbonatados
8.- Rocas y yacimientos de precipitación química
9.- Recursos energéticos de origen orgánico
10.- Rocas y yacimientos ortomagmáticos
11.- Rocas y yacimientos ligados a volcanismo
12.- Procesos tardiomagmáticos y yacimientos asociados
13.- Metamorfismo y yacimientos minerales
14.- La exploración minera
15.- La explotación minera

1.- CONCEPTO Y ORIGEN DE LOS YACIMIENTOS MINERALES


INTRODUCCIÓN
Los elementos químicos que componen nuestro planeta están distribuidos de una forma que a grandes
rasgos es muy regular, ya que depende de dos grandes factores:
 Su abundancia en cada una de las capas que componen el planeta,
 La naturaleza y composición de las rocas presentes en cada sector concreto que analicemos.
Sobre la base de los datos conocidos sobre la naturaleza y composición geoquímica, mineralógica y petro-
lógica de las diferentes capas en que está dividido nuestro planeta, la composición es simple y homogé-
nea en la zona más profunda (núcleo), e intermedia en el manto, mientras que la capa más superficial (la
corteza) presenta una composición más compleja y heterogénea. Esto último se debe a su vez a dos fac-
tores:
o El hecho de que la diferenciación planetaria haya producido un enriquecimiento relativo de esta
capa en los elementos más ligeros, que no tienen cabida en los minerales que componen el man-
to, que son de composición relativamente simple: fundamentalmente silicatos de Mg y Fe. Eso
hace que con respecto al manto, la corteza sólo esté empobrecida en elementos como Fe y Mg
(en lo que se refiere a elementos mayoritarios) y Ni, Cr, Pt, en lo que se refiere a minoritarios o
trazas.
o La mayor complejidad de los procesos geológicos que operan en la corteza producen fenómenos
muy variados de enriquecimiento o empobrecimiento de carácter local, que afectan a la concen-
tración de los distintos elementos químicos de diferentes maneras.
De esta manera, podemos entender a la corteza como aquel segmento de nuestro planeta en el que se
rompe la homogeneidad de la distribución de los elementos que encontramos en capas más profundas.
Por ejemplo, a pesar de que existan algunas variaciones composicionales en el manto, éstas son insignifi-
cantes con respecto a la altísima variabilidad que observamos en la corteza. Así, en ésta podemos obser-
var rocas ígneas que independientemente de su lugar de origen (manto astenosférico, manto litosférico,
corteza) van desde composiciones peridotíticas hasta las graníticas. Es en la corteza donde, además,
encontraremos las rocas sedimentarias y metamórficas.
Los procesos que llevan a la diferenciación de un magma, o a la formación de una roca sedimentaria o
metamórfica implican en ocasiones transformaciones profundas químico-mineralógicas. Es durante el cur-
so de esos procesos que algunos elementos o minerales pueden concentrarse selectivamente, muy por
encima de sus valores "normales" para un tipo determinado de roca, dando origen concentraciones "anó-
malas" que de aquí en adelante denominaremos "yacimientos minerales".
El carácter "anómalo" de estas concentraciones hace que los yacimientos constituyan singularidades en la
corteza terrestre.
Es muy importante considerar el aspecto geoquímico del concepto: todos los elementos químicos están
distribuidos en la corteza de forma muy amplia, aunque en general su concentración en las rocas es de-
masiado baja como para permitir que su extracción de las rocas resulte rentable. Como hemos explicado,
su concentración para dar lugar a un yacimiento mineral se produce como consecuencia de algún proceso
geológico (ígneo, sedimentario o metamórfico) que provoca la concentración del elemento. Por ejemplo, el
oro que se encuentra concentrado en los yacimientos sedimentarios de tipo placer puede proceder del oro
diseminado en áreas de gran extensión regional. En esas áreas el oro estará presente en las rocas, pero

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en concentraciones demasiado bajas como para poder ser extraído con una rentabilidad económica. Sin
embargo, el proceso sedimentario produce su concentración en los aluviones o en playas, posibilitando en
algunos casos su extracción económica.
En definitiva, para que un elemento sea explotable en un yacimiento mineral, su concentración debe ser
muy superior a su concentración media (clark) en la corteza terrestre.
El otro factor importante a considerar es el económico: esas concentraciones podrán ser o no de interés
económico, lo que delimita el concepto de Yacimiento explotable o no explotable, en función de factores
muy variados, entre los que a primera vista destacan algunos como el valor económico del mineral o mine-
rales extraídos, su concentración o ley, el volumen de las reservas, la mayor o menos proximidad de pun-
tos de consumo, la evolución previsible del mercado, etc., factores algunos fácilmente identificables, mien-
tras que otros son casi imposibles de conocer de antemano.
Esta conjunción de factores geológicos y económicos hace que el estudio de los yacimientos minerales
sea una cuestión compleja y problemática, en la que hay que conjugar la labor de especialistas de distin-
tos campos, ya que incluye desde las cuestiones que afectan a la prospección o búsqueda de estas con-
centraciones, su evaluación, el diseño y seguimiento de su explotación minera, el estudio de la viabilidad
económica de la explotación, el análisis del mercado previsible para nuestro producto, hasta factores polí-
ticos (estabilidad económica y social de un país) o cuestiones medioambientales, como la recuperación de
los espacios afectados por esta actividad.
El término de yacimiento mineral se he venido utilizando tradicionalmente para referirnos únicamente a los
yacimientos de minerales metálicos, que se emplean para obtener una mena, de la que se extrae un me-
tal. Es el caso, por ejemplo, del cinabrio, que se explota para la extracción del mercurio. No obstante, el
auge de las explotaciones de minerales y rocas industriales, y la similitud de los procesos que dan origen
a los yacimientos metálicos y de rocas y minerales industriales hacen que esta precisión no tenga ya sen-
tido. De esta forma, en este temario se va a abordar de forma integral el estudio de ambos.

CONCEPTOS BÁSICOS
Cuando hablamos de Yacimientos Minerales, hay una serie de conceptos que tienen una gran importan-
cia, ya sea en los aspectos geológicos-geoquímicos, o en los económicos. Los
más importantes son los siguientes:
Mena: Es el mineral que presenta interés minero. En general, es un término que
se refiere a minerales metálicos y que designa al mineral del que se extrae el
elemento de interés. Para poder aprovechar mejor la mena, suele ser necesario
su tratamiento, que en general comprende dos etapas: el tratamiento a pie de
mina para aumentar la concentración del mineral en cuestión (procesos hidrome-
talúrgicos, flotación, etc.), y el tratamiento metalúrgico final, que permita extraer el
elemento químico en cuestión (tostación, electrolisis, etc.).
Ganga: Comprende a los minerales que acompañan a la mena, pero que no
presentan interés minero en el momento de la explotación. Conviene resaltar que
minerales considerados como ganga en determinados momentos se han trans-
formado en menas al conocerse alguna aplicación nueva para los mismos.
Subproductos (o by-products): Suelen ser minerales de interés económico, pero
que no son el objeto principal de la explotación, si bien aumentan el valor eco-
nómico de la producción: por ejemplo, el Cd o el Hg contenido en yacimientos de
sulfuros, o el manganeso contenido en los pórfidos cupríferos.
Reservas: cantidad (masa o volumen) de mineral susceptible de ser explotado.
Depende de un gran número de factores: ley media, ley de corte, y de las condi-
ciones técnicas, medioambientales y de mercado existentes en el momento de
llevar a cabo la explotación. Se complementa con el concepto de Recurso, que
es la cantidad total de mineral existente en la zona, incluyendo el que no podrá
ser explotado por su baja concentración o ley.
Ley media: Es la concentración que presenta el elemento químico de interés
minero en el yacimiento. Se expresa como tantos por ciento, o como gramos por
tonelada (g/t u onzas por tonelada (oz/t).
Ley de corte o cut-off: Es la concentración mínima que debe tener un elemento
en un yacimiento para ser explotable, es decir, la concentración que hace posible
pagar los costes de su extracción, tratamiento y comercialización. Es un factor
que depende a su vez de otros factores, que pueden no tener nada que ver con
la naturaleza del yacimiento, como puede ser su proximidad o lejanía a vías de
transporte, avances tecnológicos en la extracción, etc., por ejemplo.
Factor de concentración: es el grado de enriquecimiento que tiene que presen-
tar un elemento con respecto a su concentración normal para que resulte explo-
table, es decir:

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Ley de corte
Fc = ---------------------
Clark
Así, por ejemplo, el oro se encuentra en las rocas de la corteza en una proporción media o clark de 0.004
ppm, mientras que en los yacimientos de la cuenca de Witwatersrand (RSA) su ley de corte es de 7 g/t
(1.750 veces mayor). La figura muestra los factores de concentración de una serie de elementos, y se
aprecia como para elementos escasos este valor es mucho más alto que para los elementos más comu-
nes, más abundantes en el conjunto de la corteza.

ORIGEN DE LOS YACIMIENTOS MINERALES


El origen de los yacimientos minerales puede ser tan variado como lo son los procesos geológicos, y prác-
ticamente cualquier proceso geológico puede dar origen a yacimientos minerales.
En un estudio más restrictivo, hay que considerar dos grandes grupos de yacimientos:
1. Los de minerales, ya sean metálicos o industriales, que suelen tener su origen en fenómenos loca-
les que afectan a una roca o conjunto de éstas,
2. Los de rocas industriales, que corresponden a áreas concretas de esa roca que presentan carac-
terísticas locales que favorecen su explotación minera.
A grandes rasgos, los procesos geológicos que dan origen a yacimientos minerales serían los siguientes:
Procesos ígneos:

Plutonismo: produce rocas industriales (los granitos en sentido amplio), y minerales metálicos e
industriales (los denominado yacimientos ortomagmáticos, producto de la acumulación de minera-
les en cámaras magmáticas).
Volcanismo: produce rocas industriales (algunas variedades "graníticas", áridos, puzolanas), y
minerales metálicos (a menudo, en conjunción con procesos sedimentarios: yacimientos de tipo
"sedex" o volcano-sedimentarios).
Procesos pegmatíticos: pueden producir yacimientos de minerales metálicos (p.e., casiterita) e
industriales: micas, cuarzo...
Procesos neumatolíticos e hidrotermales: suelen dar origen a yacimientos de minerales metáli-
cos muy variados, y de algunos minerales de interés industrial.

Procesos sedimentarios:

La sedimentación detrítica da origen a rocas como las areniscas, y a minerales que podemos
encontrar concentrados en éstas, en los yacimientos denominados de tipo placer: oro, casiterita,
gemas...
La sedimentación química da origen a rocas de interés industrial, como las calizas, y a minera-
les industriales, como el yeso o las sales, fundamentalmente.
La sedimentación orgánica origina las rocas y minerales energéticos: carbón e hidrocarburos só-
lidos (bitúmenes, asfaltos), líquidos (petróleo) y gaseosos (gas natural). También origina otras ro-
cas y minerales de interés industrial, como las fosforitas, o las diatomitas, entre otras.
Como ya se ha mencionado, la sedimentación asociada a los fenómenos volcánicos produce
yacimientos de minerales metálicos de gran importancia.

Procesos metamórficos:
El metamorfismo da origen a rocas industriales importantes, como los mármoles, o las serpentini-
tas, así como a minerales con aplicación industrial, como el granate. No suele dar origen a yaci-
mientos metálicos, aunque en algunos casos produce en éstos transformaciones muy importantes.
Así pues, y a modo de conclusión, en cada caso han de darse unas determinadas condiciones que permi-
tan que se origine el yacimiento, como algo diferenciado del conjunto rocoso, en el que uno o varios pro-
cesos geológicos han actuado de forma diferencial con respecto al resto del área, lo que ha permitido que
se produzcan esas condiciones especiales que suponen la génesis del yacimiento.

Lecturas recomendadas
Bustillo Revuelta, M.; López Jimeno, C. (1996). Recursos Minerales. Tipología, prospección, evaluación,
explotación, mineralurgia, impacto ambiental. Entorno Gráfico S.L. (Madrid). 372 pg.
Carr, D.D.; Herz, N. (1989). Concise encyclopedia of mineal resources. Pergamon Press. 426 pg.
Díaz Prieto, P. (1995). Glosario de términos mineros (Inglés-Español/Español-Inglés). Secretariado de
Publicaciones. Universidad de León. 291 pg.
Earth Science Australia. http://www5.50megs.com/esa/mindep/mindep.html
Evans, A.M. (1993). Ore geology and industrial minerals: An introduction. Blackwell Science, 389 pg.
Guilbert, J.M.; Park, Ch.F. (1986). The geology of ore deposits. Freeman. 985 pg.

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Jébrak, M. Manuel de gîtologie (on line). http://www.unites.uqam.ca/~sct/gitologie/mjg1.htm
Kesler, S.E. (1994). Mineral resources, economics and the environment. Maxwell Macmillan International.
391 pg.
Lunar, R.; Oyarzun, R. (Eds.) (1991). Yacimientos minerales: técnicas de estudio, tipos, evolución metalo-
génica, exploración. Ed. Centro de Estudios Ramón Areces. 938 pg.
Sawkins, F.J. (1984). Metal deposits in relation to plate tectonics. Springer-Verlag. 325 pg.
Shakelton, W.G. (1986). Economic and applied geology. Croom Helm. 227 pg.
Skinner, B.J. (1980). Economic Geology - Seventy-fifth anniversary volume (1905-1980). Economic Geol-
ogy Publishing Co. (El Paso, Texas). 964 pg.
Smornov, V.I. (1982). Geología de Yacimientos Minerales. Mir. 654 pg.
Vázquez Guzmán. F. (1997). Geología económica de los Recursos Minerales. Fundación Gómez Pardo
(Madrid). 481 pg.

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2.- MÉTODOS DE ESTUDIO DE LOS YACIMIENTOS MINERALES

Estudios de tipo geológico


Estudios de carácter económico-minero
Cubicación de reservas
Estudio de viabilidad
Lecturas recomendadas

Los yacimientos minerales presentan, como ya hemos visto en el tema anterior, dos aspectos comple-
mentarios de gran relevancia: los geológicos y los económicos. Cada uno de estos aspectos merece ser
estudiado de forma autónoma, aunque coordinada, ya que se condicionan mútuamente.

ESTUDIOS DE TIPO GEOLÓGICO


La geología de los yacimientos minerales es fundamental para:
1. Conocer con el mayor detalle características del yacimiento que condicionan su explotación mine-
ra
2. Determinar sus límites geográficos
3. Buscar yacimientos similares en áreas próximas o no
Estos estudios comprenden una serie de aspectos diferenciados, pero complementarios, que nos deben
llevar a conocer aquellos aspectos que en cada caso sean relevantes: en unos casos será la naturaleza
de las rocas asociadas, en otros, la tectónica que los afecta, etc. Estos aspectos serían los siguientes:
 Mineralógicos y petrológicos: La mineralogía y la petrografía detallada de los minerales y rocas
que componen un yacimien to constituyen una información básica a conocer sobre el mismo. Para
ello disponemos de una amplia variedad de técnicas:
o Microscopía petrográfica (luz transmitida). Nos permite identificar los minerales no metáli-
cos y las relaciones que es establacen entre ellos y los metálicos que puedan existir en
las muestras estudiadas.
o Microscopía metalográfica (luz reflejada). Sirve para identificar los minerales metálicos y
sus relaciones mútuas.
o Difracción de Rayos X. Nos permite identificar con mayor precisión la naturaleza de los
componentes minerales del yacimiento, sobre todo de los que por su pequeño tamaño de
grano no sean fácilmente identificable con las técnicas anteriores.
o Microscopía electrónica/Microsonda electrónica: son técnicas específicas para el estudio a
gran detalle de los minerales que componen el yacimiento, bien en el aspecto de relacio-
nes entre ellos (Microscopía) o bien en el de las variaciones menores de la composición
de los minerales o de caracterización detallada de las fases minoritarias, que en determi-
nados casos pueden ser las de mayor valor económico (caso de oro o de los elementos
del grupo del platino).
 La geoquímica del yacimiento, es decir, conocer con el mayor detalle la distribución de los conte-
nidos en los elementos químicos relacionados de forma directa o indirecta con la mineralización, o
afectados por los procesos que han formado o modificado el yacimiento, tiene importancia directa
en cuanto que define las áreas de mayor interés minero, e indirecta, pues a menudo nos permite
definir guías de prospección dentro del propio yacimiento, o para otros similares.
 Geométricos: los aspectos geométricos de un yacimiento son siempre fundamentales: conocer
cual es su orientación con respecto al norte (dirección o rumbo) y su inclinación promedio (o bu-
zamiento). A menudo estos datos no son constantes, variando de forma más o menos acusada: la
variabilidad es máxima en los yacimientos estratoligados plegados, y mínima en algunos yaci-
mientos filonianos muy regulares. El espesor (o potencia) también se puede considerar dentro de
esta categoría. Para estudiar este aspecto necesitamos datos de observación, ya sea directa o a
través de sondeos mecánicos.
 Complementario con el aspecto anterior tenemos la relación que se establece entre la orientación
del yacimiento y la de las rocas en las que se localiza: cuando ambos son paralelos hablamos de
yacimientos estratoligados, estratoides, o incluso sedimentarios (o singenéticos), mientras que
cuando no son paralelos hablamos de yacimientos no concordantes o epigenéticos. Con respecto
a los términos indicados, estratoligado se refiere a una yacimiento que se encuentra formando ca-
pas, pero no sabemos si tiene o no origen sedimentario; estratoide se suele utilizar para designar
yacimientos en capas cuyo origen no parece ser sedimentario; el término singenético se refiere

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exclusivamente a concentraciones que se originan por procesos sedimentarios, a la vez que el re-
sto de las rocas sedimentarias que forman la secuencia.
 En los yacimientos estratoligados hay otros factores que suelen ser de importancia en su estudio y
caracterización: los aspectos estratigráficos (caracterización de la secuencia sedimentaria en la
que se enclavan, del nivel concreto en que se localizan, etc.); los aspectos sedimentológicos (me-
dio sedimentario en que se formó la secuencia, variaciones paleogeográficas que puedan existir);
los aspectos petrológicos (características de las rocas implicadas); los aspectos tectónicos (plie-
gues y fallas que puedan afectar a las formaciones o capas que forman el yacimiento).
 En los yacimientos no concordantes o diagenéticos puede haber también una gran variedad de
factores a considerar. En general, el principal es conocer el control geológico y geométrico de la
mineralización: si está confinado en una estructura discordante bien delimitada (dique o filón), si
está confinado por un conjunto estructural más amplio (bandas de deformación o de cizalla), si es-
tá diseminado o concentrado en un conjunto rocoso sin que muestre ningún patrón claro, si apare-
ce en una situación concreta, como puede ser el contacto entre dos tipos de rocas distintas... Otro
factor suele ser el mineralógico/petrológico, que busca establecer relaciones entre los minerales o
rocas que forman el yacimiento y los procesos que pueden afectarla: cristalización, alteración
hidrotermal, alteración superficial...
 En cuanto a la prospección o investigación de yacimientos, se pueden considerar cuatros aspec-
tos diferentes: los geológicos, geoquímicos, geofísicos y las labores mineras, incluyendo los son-
deos mecánicos. En el Tema 19 estudiaremos con mayor detalle estos aspectos.
 Una vez conocidas las características generales de los yacimientos, de acuerdo con lo hasta aho-
ra expuesto, disponemos de los suficientes datos para conocer los procesos que lo han formado y
modificado. No obstante, en ocasiones esta información no es suficiente, dado que puede haber
procesos distintos que por convergencia han podido ser los responsables de estas características
más comunes: si encontramos oro en una roca sedimentaria de tipo arenoso, puede ser porque se
depositó conjuntamente con ella, pero también puede ser que halla sido introducido en la misma
por un proceso hidrotermal, aprovechando la porosidad y permeabilidad de la misma. En estos
casos, existen estudios más detallados que nos permiten conocer mejor el proceso o procesos
implicados en la formación del yacimiento:
o El estudio de las inclusiones fluidas atrapadas en minerales (fundamentalmente de la
ganga) suele aportar datos relevantes sobre la composición y temperatura de los fluidos
implicados en la formación del yacimiento.
o El estudio de la geoquímica isotópica aporta datos en dos aspectos: la edad de los mine-
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rales (a través de la geoquímica de isótopos radiogénico o radioactivos, como C , por
ejemplo), y relaciones entre los minerales del yacimiento y otros minerales o fluidos aso-
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ciados (a través de la geoquímica de isótopos estables, como S , O , etc.).
En definitiva, todos estos estudios nos llevan a este conocimiento básico del yacimiento que nos debe
permitir establecer sus características mineras, pero que requieren un complemento: Su valorización en
términos económicos, lo que debe permitir establecer si la explotación es viable o no desde el punto de
vista económico.

ESTUDIOS DE TIPO ECONÓMICO -MINERO


Desde este punto de vista, son dos los estudios requeridos para obtener una idea clara de si una concen-
tración mineral se puede considerar o no un Yacimiento Mineral: la cubicación de sus reservas, y el estu-
dio de su viabilidad económica.
La cubicación de reservas de un yacimiento consiste en establecer de forma numérica los principales
parámetros de la explotación: tonelaje (o volumen) del material explotable, ley media y ley de corte, así
como el valor económico total de estas reservas. Para ello, se parte de datos puntuales, que en general
proceden de sondeos mecánicos, que se extrapolan a datos areales, se multiplican por la potencia para
obtener volúmenes, que se multiplican a su vez por la densidad para obtener tonelaje de todo uno, y por
los contenidos (leyes) para obtener el tonelaje del mineral o elemento de interés minero que vamos a ob-
tener. En la valoración económica hay que tener en cuenta este tonelaje, pero afectado por el rendimiento
de la planta de tratamiento (que nos define la proporción del elemento que queda inaprovechado debido a
pérdidas en el proceso de concentración), y en su caso, el precio que nos pagarán en las plantas metalúr-
gicas por la tonelada del concentrado que podamos conseguir en el lavadero. También hay que conocer
los contenidos en elementos que puedan añadir valor comercial a nuestra producción, o que puedan afec-
tar negativamente a éste.
Esta cubicación, además de por lo datos puramente geológicos, está afectada por otros factores, como el
geométrico (mayor o menor continuidad de la mineralización el en yacimiento, que puede hacer que de-
terminadas zonas queden inaccesibles a la explotación), y por el tipo de minería que se pretende llevar a
cabo: no es lo mismo la explotación subterránea que la a cielo abierto, como diferencias más acusadas.
En cada caso, el planteamiento económico-minero puede ser diferente, puesto que, por ejemplo, en la

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explotación a cielo abierto, a menudo el hecho de que la explotación de una zona rica pueda obligar a
desmontar una zona con mineralización pobre puede hacer rentable la explotación de esta zona, que en
otras condiciones sería subeconómica.
Una cuestión siempre importante es el análisis de las perspectivas de futuro del valor económico de la
producción. Es un dato siempre interpretativo, no podemos "conocer el futuro", saber qué oscilaciones van
a poder tener los precios de los minerales, metales o rocas a lo largo de la vida prevista para nuestra ex-
plotación minera, ni de qué oscilaciones va a tener el dólar, principal divida en que se produce su cotiza-
ción. No obstante, es necesario tener alguna indicación en ese sentido: conocer las perspectivas de mer-
cado de nuestro producto, que no sean negativas de antemano, pues ello afectará negativamente a este
dato del valor económico de la producción.
El estudio de viabilidad tiene como dato de partida el valor económico de nuestra producción, proceden-
te la cubicación. Para que esta viabilidad sea cierta, ha de darse que:
Producción = Costes de explotación + beneficio industrial
De esta forma, el estudio de viabilidad incluye fundamentalmente el análisis de los costes de explotación,
aunque a menudo también el de las expectativas de futuro del valor de la producción.
Para este análisis, un dato primordial es el del plazo previsto para la explotación, que, en términos genera-
les, no debe ser inferior a 10 años, para obtener la amortización completa de las inversiones. Para ello,
normalmente se divide el tonelaje de las reservas entre 10, y se obtiene un valor indicativo de la produc-
ción anual prevista, lo que a su vez nos da el valor anual de la producción.
Otro dato importante corresponde a la técnica de explotación a emplear, dado que cada una requiere unas
inversiones determinadas, tanto en instalaciones como en maquinaria.
El tratamiento que requiera la mena implica también unas inversiones, que en general dependen también
del volumen de la producción anual, e implican un coste adicional fijo por tonelada.
Las distancias a medios de transporte, tanto de ámbito local/regional (carreteras o ferrocarriles) como de
mayor ámbito (puertos), añada un coste por tonelada variable en función de esta distancia y de la distan-
cia al punto de consumo final.
Los condicionantes medioambientales son en la actualidad muy estrictos, y pueden llegar desde la prohi-
bición total de realizar determinadas explotaciones mineras, a la necesidad de llevar a cabo una restaura-
ción ambiental, cuyo coste se añade al propio de la explotación en sí.
Por último, nos referiremos al coste de la explotación en sí, que incluye los costes del personal, tanto im-
plicado directamente en el proceso (los mineros), como los necesarios para el funcionamiento administra-
tivo de la empresa, y los costes de explotación (consumibles, como energía eléctrica, combustible de ma-
quinarias, repuestos...).
Otro capítulo a considerar como coste es el de la investigación minera que se llevó a cabo para descubrir
el yacimiento, que ha de ser cubierto también por la explotación. Incluso hay que incluir los costes de otras
prospecciones llevadas a cabo son éxito antes de encontrar este yacimiento, así como de las que se sigan
llevando a cabo para descubrir otros, mientras que no se produzca otro descubrimiento que pueda asumir
esos costes.
En definitiva, la viabilidad de un yacimiento depende de tantos factores, que además pueden variar tanto a
lo largo del periodo de actividad de la explotación, que a menudo se dice que el estudio de su viabilidad
solamente termina cuando el yacimiento ya se ha agotado. Por ello, la minería tiene la justa consideración
de actividad económica de alto riesgo.

Lecturas recomendadas
Annels, A.E. (1991). Mineral deposit evaluation: A practical approach. Chapman & Hall. 436 pg.
Bustillo Revuelta, M.; López Jimeno, C. (1996). Recursos Minerales. Tipología, prospección, evaluación,
explotación, mineralurgia, impacto ambiental. Entorno Gráfico S.L. (Madrid). 372 pg.
Craig, J.R.; Vaughan, D.J. (1981). Ore microscopy and ore petrography. Wiley. 406 pg.
Fander, H.W. (1985). Mineralogy for metallurgists: An illustrated guide. The Institution of Mining and Metal-
lurgy. 77 pg.
Jones, M.P. (1987). Applied mineralogy: a quantitative approach. Grahan & Trotman. 259 pg.
Mangas, J.; Sierra, J. (1991). Las inclusiones fluidas: Métodos de análisis e interpretación. In: Lunar, R.;
Oyarzun, R. (Eds.). Yacimientos minerales: técnicas de estudio, tipos, evolución metalogénica, exploración
(Parte 1). Ed. Centro de Estudios Ramón Areces. 79-146.
López Vera, F. (1991). Isótopos estables ligeros en el estudio e investigación de los yacimientos minera-
les. In: Lunar, R.; Oyarzun, R. (Eds.). Yacimientos minerales: técnicas de estudio, tipos, evolución metalo-
génica, exploración (Parte 1). Ed. Centro de Estudios Ramón Areces. 147-177.

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3.- LOS YACIMIENTOS MINERALES: BASES PARA UNA CLASIFICACIÓN
Introducción
Procesos geológicos externos o exógenos
Procesos geológicos internos o endógenos
Lecturas recomendadas

INTRODUCCIÓN
Un aspecto fundamental de cualquier estudio sistemático es la clasificación de los objeto del estudio. El
principal problema que se plantea en cualquier clasificación de objetos naturales es fijar el o los criterios a
seguir a la hora de efectuar esta clasificación de forma que nos sea de utilidad práctica, y que permite un
agrupamiento de los objetos de tipo unívoco, es decir, que el mismo objeto no entre más que en uno solo
de los grupos que se establezcan.
De esta forma, una clasificación que es poco adecuada para los minerales, como es la genética (el cuarzo,
por ejemplo, se clasificaría en todos los grupos que se establezcan, pues se forma en todos los ambientes
geológicos posibles) sí es adecuada para la clasificación de rocas y de yacimientos minerales, pues éstos
tienden a formarse por procesos concretos y únicos. No obstante, el problema a menudo es identificar
correctamente qué proceso es el que ha formado una roca o un yacimiento mineral en concreto.
Una ventaja importante de la clasificación genética es que nos permite establecer un criterio importante
para la investigación de otros yacimientos similares: el conocimiento preciso del modo de formación impli-
ca identificar las rocas con las que se asocia, las relaciones que presenta la mena con la ganga, las rela-
ciones espaciales entre roca y yacimiento y a su vez éstas con su entorno estructural. Este cuadro nos va
a servir de guía en la búsqueda de nuevos yacimientos en áreas próximas, o en otras regiones similares
desde el punto de vista geológico.
Por tanto, la clasificación que hemos adoptado aquí para el estudio de los yacimientos es en general, una
clasificación genética, basada en la identificación del proceso geológico que ha dado origen a esa concen-
tración de minerales. Estos procesos pueden ser englobados en dos grandes grupos:
1. Procesos exógenos, esto es, todos aquellos que tienen lugar por encima de la superficie terres-
tre, como consecuencia de la interacción entre las rocas y la atmósfera y la hidrosfera.
2. Procesos endógenos, o todos aquellos que tienen lugar por debajo de la superficie terrestre,
como consecuencia de los procesos de liberación del calor interno del planeta, materializados en
la Tectónica de Placas y procesos asociados, tales como el magmatismo y el metamorfismo.

PROCESOS GEOLÓGICOS EXTERNOS O EXÓGENOS


La exposición de las rocas a la acción de los agentes externos de nuestro planeta (atmósfera, hidrosfera)
produce una serie de efectos que en general conocemos bien: alteraciones (por ejemplo, la oxidación de
los metales, como el hierro), cambios bruscos de temperatura, disolución de componentes. Fenómenos
que se conocen con el nombre de meteorización (química y física). Como resultado, los materiales duros y
compactos se disgregan y disuelven en parte, y los productos (fragmentos, sales), son transportados
hídrica o mecánicamente. La migración y posterior depósito de estos productos serán consecuencia de las
condiciones físicas y químicas del medio (barreras físicas y químicas).
Estos procesos conducen a la formación de las rocas y yacimientos de origen exógeno. A efectos de
una clasificación más detallada, se pueden diferenciar dos grandes subtipos: rocas o yacimientos residua-
les (originados como consecuencia de los fenómenos de meteorización in situ, de la propia roca-madre), y
rocas o yacimientos sedimentarios, originados como consecuencia de los fenómenos de depósito, en ge-
neral a distancias más o menos grandes de las rocas-madre. Estos yacimientos o rocas sedimentarias se
clasifican en mayor detalle, en función del proceso sedimentario:
 Rocas o yacimientos detríticos: el depósito se origina de forma física, como consecuencia de la
pérdida de poder de arrastre del agente de transporte, con lo que las partículas transportadas
caen al fondo de la cuenca. Se depositan así los materiales sedimentarios (gravas, arenas) y mi-
nerales sedimentarios. Un ejemplo de yacimientos de este tipo son los placeres de metales pre-
ciosos, como el oro.
 Rocas o yacimientos químicos: el depósito se produce por precipitación de las sales o compuestos
químicos, como consecuencia de una saturación de las aguas en estas sales o por la acción de
barreras geoquímicas (Eh, pH, presencia de electrolitos. Ejemplos de este tipo de yacimientos son
las evaporitas (sales, yeso) o las formaciones bandeadas de hierro (BIF).
 Rocas o yacimientos bioquímicos y orgánicos: la sedimentación es una acumulación de restos de
organismos (conchas, caparazones, esqueletos, materia vegetal). Las fosforitas y el carbón son
ejemplos de este tipo de yacimientos.

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Todas estas rocas o yacimientos de origen sedimentario presentan caracteres generales comunes: suelen
estar estructurados en capas, están afectados por la deformación tectónica, y suelen presentar una gran
extensión lateral, y en general, una potencia (espesor) limitado.

PROCESOS GEOLÓGICOS INTERNOS O ENDÓGENOS


Los procesos que tienen lugar por debajo de la superficie de nuestro planeta tienen su origen en la libera-
ción de su calor interno, y se manifiestan en una serie de fenómenos, algunos de los cuales pueden ob-
servarse directamente en la superficie, como es el caso del volcanismo.
Esta liberación del calor interno se produce de dos formas: por radiación (o conducción) y por convección.
La radiación es la liberación del calor transmitido desde zonas calientes a zonas frías, de la misma forma
que el extremo exterior de una cuchara sumergida en un líquido caliente termina calentándose: no implica
movimiento de materia, solo transmisión del calor. En la convección el calor se transmite en forma de
movimiento de lo caliente hacia zonas frías. Ejemplos son la convección de aire caliente que se produce
desde los radiadores de las habitaciones, y el movimiento que se produce del agua al calentarla en un
recipiente.
De la misma manera, nuestro planeta, cuyo interior se encuentra a altas temperaturas, libera su calor de
estas dos formas. Por un lado, emite calor hacia el espacio, con lo que la temperatura superficial es un
compromiso entre el calor que el propio planeta libera y el producido por la irradiación solar, y esta tempe-
ratura aumenta con la profundidad (gradiente geotérmico). Por otra parte, la convección produce un lentí-
simo movimiento de las rocas de zonas profundas hacia la superficie, que fuerza el movimiento de las
rígidas placas litosféricas, lo que conocemos con el nombre de tectónica de placas.
La combinación de estos dos mecanismos (y las interacciones que se producen entre las placas) es res-
ponsable de los fenómenos internos del planeta: fenómenos sísmicos (terremotos), fenómenos magmá-
ticos (volcanismo, como más conocido) y fenómenos de transformación de las rocas al quedar sometidas
a altas presiones y/o temperaturas (metamorfismo). Los fenómenos sísmicos no dan origen a rocas ni a
yacimientos, pero los otros dos si.
El magmatismo incluye los procesos implicados en la génesis y evolución de los magmas, es decir, de
masas de roca fundida que se originan en regiones profundas del planeta y ascienden, pudiendo llegar
hasta la superficie. Estudiaremos con más detalle este proceso en los temas correspondientes, pero hay
una serie de apartados que permiten una subdivisión más completa de las rocas y yacimientos originados
en relación con este proceso:
 El origen de los magmas. La formación del magma obedece a fenómenos complejos, que tienen
lugar en regiones profundas de la corteza, o el manto superior. Por tanto, su estudio solo se puede
abordar desde la experimentación en laboratorios muy especializados, que permita reproducir las
condiciones de alta presión y temperatura responsables de estos procesos. Un aspecto muy im-
portante a considerar es que se originan por fusión incompleta de los materiales correspondientes:
no es una fusión total de éstas, sino parcial, comenzando por los minerales de punto de fusión
más bajo, y finalizando con los más reactivos. Esto hace que, en función de cual sea el porcentaje
de fusión, se puedan obtener a partir de un mismo material madre magmas muy diferentes.
 La evolución del magma: una vez formado, y hasta que se consolida completamente por cristali-
zación, el magma asciende a través de la corteza terrestre, sufriendo algunos cambios mineralógi-
cos y químicos. Entre estos cambios, los más importantes son la cristalización fraccionada (posibi-
lidad de que algunos de los cristales que pueda contener el magma se separen de éste), la asimi-
lación (digestión parcial de rocas de la corteza por el magma durante su ascenso) y la mezcla de
magmas. Estos cambios, por tanto, pueden modificar de forma muy importante la composición de
un magma.
 La cristalización del magma: Al ascender en la corteza el magma se pone en contacto con rocas
más frías, y él mismo se enfría. Al alcanzase las temperaturas de cristalización de minerales de-
terminados, éstos se forman, disminuyendo la capacidad del magma de ascender: aumenta su
viscosidad. Durante el proceso de enfriamiento se forman determinados minerales, en función de
la termodinámica del fundido, reteniendo determinados elementos (los que pasan a formar parte
de esos minerales) y produciendo un enriquecimiento residual en los elementos que no tienen ca-
bida en los minerales formados. Así, esta etapa de cristalización principal da origen a las rocas
plutónicas, cuya mineralogía y textura estarán relacionadas con la historia global del magma.
 Con posterioridad a la cristalización principal del magma, los fluidos residuales se liberan y evolu-
cionan entre la zona de cristalización y la superficie. Cristalizan allí donde se encuentran con con-
diciones favorables para ello: cuando el enfriamiento del fluido provoca la cristalización de deter-
minados minerales, o cuando cambian las condiciones de presión, o de Eh-pH. En ocasiones, es-
tos fluidos llegan a regiones superficiales, dando origen al desarrollo de sistemas geotérmicos.
 Por otra parte, el magma puede alcanzar la superficie de la corteza, dando origen a los procesos
volcánicos. En estas condiciones se pueden dar dos situaciones diferentes: que alcance la super-
ficie continental, en un medio subaéreo, o que la salida del magma, o erupción, se produzca bajo

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el agua del mar, o de lagos... Cuando el enfriamiento es muy brusco, los componentes mayorita-
rios del magma cristalizarán o se enfriarán formando un vidrio (obsidiana o perlita) o un material
escoriáceo (pómez), mientras que los volátiles se liberarán a la atmósfera, y se dispersarán. En el
segundo caso, los volátiles podrán interaccionar con el agua y sus sales, formando compuestos
insolubles de esos elementos (Pb, Zn, Cu, Fe, Hg....) lo que dará origen a yacimientos minerales.
De esta forma, los procesos magmáticos se pueden considerar como un conjunto de procesos muy acti-
vos en la formación de yacimientos, tanto de rocas como de minerales de interés minero.
Por contra, el metamorfismo es un proceso que no suele producir transformaciones de interés minero.
Algunas excepciones son la transformación de las calizas en mármoles, de mayor compacidad y vistosi-
dad que la de las rocas originales, la formación de serpentinitas, roca también con posibilidades ornamen-
tales, o la génesis de minerales nuevos con aplicaciones industriales, como el granate, la andalucita...
Pero en general, el metamorfismo, al ir acompañado de deformación tectónica, y de removilización de
componentes volátiles, es un proceso que destruye los yacimientos, más que generarlos.
Todo ello nos lleva a una clasificación en que prima el criterio genético, la relación que se establece entre
el proceso geológico responsable de la formación de la roca o mineral correspondiente y su producto final.

El proceso generador sedimentario


La erosión y el transporte
Sedimentación detrítica
Sedimentación química y bioquímica
Sedimentación orgánica
El proceso generador magmático
Plutonismo y subvolcanismo
Volcanismo
Metasomatismo
Hidrotermalismo
El papel del metamorfismo

Lecturas recomendadas
Earth Science Australia. http://www5.50megs.com/esa/mindep/depfile/clas_dep.htm
Evans, A.M. (1993). Ore geology and industrial minerals: An introduction. Blackwell Science, 389 pg.
Guilbert, J.M.; Park, Ch.F. (1986). The geology of ore deposits. Freeman. 985 pg.

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4.- LA EROSIÓN Y EL TRANSPORTE
Introducción
Procesos erosivos
Meteorización física
Meteorización biológica
Meteorización química
Factores que influyen en la meteorización
Procesos de transporte
Lecturas recomendadas

INTRODUCCIÓN
Dentro del ambiente exógeno, uno de los procesos más importantes que tienen lugar, debido a la dinámi-
ca superficial del planeta, es la erosión, es decir, el desgaste físico y químico que sufren las rocas bajo la
acción de los agentes atmosféricos. Asociado a este proceso está el de transporte de los productos de la
erosión (fragmentos de rocas, minerales, sales) por los mismos agentes que producen los fenómenos de
erosión: el agua, el viento.
Los procesos erosivos tienen lugar como consecuencia de tres grupos de fenómenos:
1. Los de carácter físico, ligados a cambios de temperatura, o de estado físico del agua (cristaliza-
ción de hielo en grietas),
2. Los de tipo químico (disolución de minerales, hidrólisis de éstos, cristalización de sales)
3. Los de tipo biológico (acción de determinados microorganismos, como las bacterias, líquenes, o
de las raíces de plantas).
Como resultado, las rocas de la superficie terrestre, formadas en determinadas condiciones de presión y
temperatura, al quedar sometidas a otras muy diferentes reaccionan con el entorno, lo que induce a un
desequilibrio. Esto da lugar a su fragmentación y a la salida de determinados componentes químicos, des-
de su casi totalidad (si se produce su disolución), a la lixiviación o lavado de determinados componentes,
que deja un residuo insoluble enriquecido en determinados elementos o compuestos.
Por su parte, el papel del transporte es también importante, ya que en algunos casos, si su acción es mas
lenta que la del proceso erosivo, se podrá producir la acumulación in situ de los productos de la erosión.
En otros casos el proceso erosivo puede suponer el desmantelamiento continuo de estos productos. El
transporte juega también un papel muy importante en la clasificación de los productos de la erosión, ya
que su mayor o menor capacidad de arrastre y reactividad química condicionan el que los productos de la
erosión sigan o no siendo transportados.

PROCESOS EROSIVOS
Como ya se ha indicado, la erosión tiene lugar mediante tres grupos de mecanismos: físicos, químicos y
biológicos, que en general se combinan, con mayor o menor importancia de unos u otros en función de un
factor primordial: el clima, que condiciona a su vez la disponibilidad de agua, de vegetación, las temperatu-
ras medias, sus oscilaciones. Estos factores influyen en la degradación a la intemperie de cualquier sólido.
Por ello, hay climas que favorecen la preservación de las rocas, y climas bajo los que se produce una muy
intensa meteorización, así como la rápida descomposición de cualquier resto orgánico.
Meteorización física
La meteorización física agrupa a aquellos procesos o mecanismos que provocan la disgregación de las
rocas, sin afectar a su composición química o mineralógica. Son de naturaleza variada:
 La acción del cambio de temperatura nocturno/diurno, sobre todo en zonas con fuerte insolación,
provoca efectos de contracción/extensión térmica de los minerales que producen su rotura. Esta
oscilación térmica es especialmente activa en los vértices y aristas de bloques de rocas, y es el
principal responsable de las forma de "bolos" de los bloques graníticos sometidos a la acción de la
intemperie.
 La acción abrasiva de los materiales arrastrados por el agua, el viento o el hielo (glaciares), que
golpean o se frotan contra las rocas, favoreciendo su disgregación mecánica.
 La acción de helada/deshielo en climas húmedos hace que el agua que se introduce como hume-
dad en las grietas de las rocas (formadas por otros procesos, como la oscilación térmica, p.ej.) al
congelarse genere unas enormes presiones internas, que tienden a acentuar esas fracturas.
 Del mismo modo, la introducción de aguas cargadas en sales en esas grietas suele ir acompaña-
da de la cristalización de las sales (sulfatos, carbonatos, cloruros) con el mismo efecto de provo-
car un aumento de la presión en la grieta, que produce su ampliación.
 Al irse aproximarse a la superficie de la Tierra, las rocas que han estado sometidas a altas presio-
nes de confinamiento sufren una pérdida de carga o descompensación litostática, lo que se tradu-
ce en la aparición en las mismas de fracturas por lo general paralelas a la superficie topográfica.

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 La fracturación tectónica de las rocas, previa a los procesos erosivos, favorece la meteorización
de éstas.
Cada uno de estos procesos se da con mayor o menor importancia en unas regiones u otras en función de
su climatología, y lo normal es que en cada región se den varios mecanismos, que pueden ser más o me-
nos activos en cada caso dependiendo de la época del año (variaciones estacionales).
Meteorización biológica
Los organismos provocan también la meteorización de las rocas, en dos vertientes: una biofísica y otra
bioquímica.
En el apartado biofísico tenemos fundamentalmente la acción de las raíces de árboles y arbustos, que al
introducirse en el subsuelo ensanchan las grietas que puedan existir y colaboran en la fracturación de las
rocas. También podemos señalar el papel de algunos animales, sobre todo los que excavan madrigueras,
o los organismos costeros que viven sobre las rocas perforando pequeñas oquedades, contribuyendo de
forma muy marcada a la acción erosiva del oleaje. Papel aparte merece la acción erosiva desarrollada por
el hombre, que con sus obras, construcciones, etc., provoca tantos y tan variados efectos erosivos.
En el apartado bioquímico, las propias raíces de árboles y plantas actúan químicamente con las rocas,
captando cationes y contribuyendo a la alteración de los minerales. Los líquenes, famosos por su capaci-
dad de colonizar las superficies de todo tipo de rocas, segregan ácidos que permiten su fijación al sustrato
rocoso. Por otra parte, los productos metabólicos de los organismos que viven sobre las rocas incluyen
productos muy agresivos para éstas, que favorecen su descomposición.
Meteorización química
Las rocas, al estar formadas por minerales, son sensibles al ataque de los agentes químicos existentes en
la superficie de la Tierra. Por tanto, las posibilidades de la meteorización química son tan variadas como
puedan ser las relaciones que se establezcan entre las propiedades del mineral y la naturaleza del medio
ambiente en el que se encuentre. Hay minerales solubles en agua, otros en ácidos débiles, otros en áci-
dos fuertes, otros tienen tendencia a incorporar agua a su estructura, algunos se ven afectados por la luz o
por el calor solar, etc. Sin embargo, en lo que se refiere a sus efectos, son en su mayor parte de tres tipos:
disolución, hidrólisis y oxidación, sin olvidar otros que pueden ser localmente importantes, como la des-
composición térmica.
La oxidación de minerales implica el cambio del estado de valencia de los metales que contiene en pre-
sencia de oxígeno libre. El caso más conocido es el paso del hierro de 2+ a 3+, que afecta a minerales
como pirita, olivino, piroxeno, biotita. Esta oxidación produce además un aumento de la carga positiva en
-
el mineral, que tiende a compensarse con la entrada de iones hidroxilo (OH ) Esto, unido al mayor tamaño
3+
iónico del Fe , desestabiliza la red cristalina del mineral. La oxidación puede ir acompañada de los proce-
sos que veremos a continuación.
La hidratación implica la absorción de moléculas de agua y su incorporación a la estructura cristalina de
algunos minerales. Es un proceso que suele implicar un aumento de volumen del mineral, y que en algu-
nos casos puede ser reversible. El mineral hidratado suele tener distinta estructura cristalina que el origi-
nal, es decir, se produce la formación de otro mineral. Es el caso, p.ej., de la anhidrita, que por hidratación
se transforma en yeso:
CaSO4 + 2 H2O -> CaSO4 · 2 H2O
Otro caso es el de algunos minerales de la arcilla (las denominadas arcillas expandibles, del grupo de la
bentonita), capaces de absorber grandes cantidades de agua, lo que puede traducirse en un aumento de
su volumen en hasta un 60%, mientras que al perder agua por desecación se vuelven a contraer.
En algunos casos, la repetición cíclica de procesos de hidratación-deshidratación, propios de climas esta-
cionales, puede provocar la destrucción de la red cristalina del mineral.
La hidrólisis consiste en la descomposición de los minerales debido a la acción de los hidrogeniones de
las aguas ácidas. El proceso implica tres pasos: 1) rotura de la estructura del mineral. Debido a su peque-
+
ño tamaño y a su gran movilidad, los iones H se introducen con facilidad en las redes cristalinas, lo que
produce la pérdida de su neutralidad eléctrica; para recuperarla, el cristal tiende a expulsar a los cationes,
cuya carga es también positiva. Como consecuencia, la estructura cristalina colapsa, y se liberan también
los aniones. 2) Lavado o lixiviado de una parte de los iones liberados, que son transportados por las aguas
fuera de la roca meteorizada. 3) Neoformación de otros minerales, por la unión de los iones que dan como
resultado compuestos insolubles. La intensidad del proceso hidrolítico se traduce en el grado de lixiviación
de elementos químicos y en la formación de nuevos minerales. Veamos un ejemplo:
Un mineral frecuente en las rocas ígneas es la ortoclasa. Su hidrólisis produce la pérdida de parte de su
potasio y de su sílice:
+ +
3 KAlSi3O8 + H -> KAl2(Al,Si3)O10 (OH)2 + 6 SiO2 + 2 K
Es decir, implica la formación de un filosilicato (illita), sílice (en forma de cuarzo o de gel, que puede ser
arrastrado por el agua), y iones potasio, que se lixivian con el agua. Ahora bien, cuando el medio es muy
rico en H+, se produce también la hidrólisis de la illita:
KAl2(Al,Si 3)O10 (OH)2 + 2 H+ -> 3 Al2Si2O5(OH)4 + 2 K+

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Es decir, la formación de caolinita y la liberación total del potasio contenido en el mineral original. En me-
dios aún más ácidos, y a temperaturas más altas, se llega a producir también la hidrólisis de la caolinita,
con formación de hidróxido de aluminio, gibbsita:
3 Al2Si 2O5(OH)4 + H+ -> 2 Al(OH)3 + 2 SiO2
Otro caso de lixiviación es el que afecta a los carbonatos, en especial a la calcita:
2+ -
CaCO3 + H2O -> Ca + 2 HCO3
La disolución implica que determinados componentes químicos de la roca pasan de formar parte de ésta,
en forma de un compuesto mineral, a formar iones en disolución acuosa. Esto afecta sobre todo a los mi-
nerales que constituyen compuestos solubles, como la halita (NaCl) o en menor medida, el yeso (CaSO4 ·
2H2O).
No hay que olvidar que este proceso implica la disolución de algunos de los componentes de la roca, pero
no de otros, es decir, arrastra (o lixivia) a unos componentes, los más lábiles, y concentra relativamente a
otros en el residuo. En cada caso, dependiendo de la concentración del mineral que se disuelve, los cam-
bios serán más o menos importantes.
Los procesos de disolución e hidrólisis se ven favorecidos por factores climáticos y ambientales, y en es-
pecial por las altas temperaturas de los climas cálidos, que favorecen la dinámica de los procesos, y por
-
tanto, la presencia de aniones en el agua que la hacen más activa químicamente: caso de los aniones Cl ,
2- 3-
SO4 , HCO . La presencia en el área de compuestos "precursores" de estos aniones, como los carbona-
tos o sulfuros, favorece aún más este hecho. Es el caso, p.ej., de la existencia de yacimientos de sulfuros
metálicos.
Es importante observar que frente a estos procesos de disolución y lixiviación hay elementos que se movi-
lizan con mayor facilidad que otros; hay elementos que entran en disolución con gran facilidad, mientras
que otros tienden a formar geles, menos solubles, o forman rápidamente compuestos muy insolubles,
quedando por tanto retenidos en el residuo de la roca. Así, los elementos se lixivian por el siguiente orden
de mayor a menos facilidad:
Na2O>CaO>FeO>MgO>K2O>SiO2>Al2O3
mientras que los que tienden a concentrarse en la roca alterada son:
H2O>Fe2O3
Factores que influyen en la meteorización
Como hemos visto, son muchos los mecanismos que actúan de forma coordinada para producir la meteo-
rización. Cada uno precisa de unas condiciones más o menos importantes para actuar, en forma de una
serie de factores condicionantes: el clima, la litología, la topografía, la actividad biológica, el tiempo de
actuación y los procesos de transporte.
El clima tiene, como ya se ha indicado anteriormente, una influencia fundamental, ya que controla la ma-
yor o menos abundancia de agua (principal agente de la meteorización) y de vegetación. Otro factor aso-
ciado es la temperatura y sus oscilaciones. Destaquemos, en lo que se refiere a la meteorización química,
que cada aumento de 10ºC de la temperatura duplica la velocidad a la que se producen la mayoría de las
reacciones químicas.
Así, el clima más favorable para los procesos de meteorización es el tropical, en el que la abundancia de
agua, unido a las altas temperaturas existentes, favorece la mayor parte de los mecanismos erosivos ana-
lizados. En climas extremos siempre habrá un agente muy predominante: en climas muy fríos serán los
propios del arrastre por el hielo (acción de los glaciares), en los muy secos y cálidos, la acción del sol, etc.
La litología tiene una influencia decisiva sobre determinados mecanismos. Hay rocas, como las cuarcitas,
que por su estabilidad química apenas son afectadas por los procesos de meteorización química, y por su
dureza, tampoco por los de tipo físico; por eso, normalmente aparecen formando altos topográficos. Otras
presentan distintas características en función del clima. Los granitos se alteran con gran facilidad en cli-
mas cálidos por la hidrólisis de sus feldespatos, mientras que en climas fríos y secos resisten bien los
efectos de la meteorización. De igual manera, las calizas necesitan climas cálidos y húmedos para que se
produzca su disolución. Una observación importante es que en las rocas ígneas la estabilidad de los mine-
rales que las forman (Serie de Goldich) es contraria al orden en que se forman, definido por la denomina-
da Serie de Bowen.
Factores asociados al litológico son la porosidad y permeabilidad que pueda presentar la roca, y su mayor
o menos grado de fracturación tectónica, que favorecen la infiltración de aguas superficiales, favoreciendo
a su vez los procesos de meteorización química y/o biológica.
La topografía, o las formas locales del relieve, pueden afectar a algunos de los mecanismos activos de
erosión: por ejemplo, las laderas de solana sufren procesos distintos que los de las de umbría. En las pri-
meras los veranos serán favorecedores de los procesos que implican la insolación, mientras que en las
segundas durante los inviernos la acción del hielo podrá ser un agente erosivo importante. También el
hecho de que exista una pendiente favorece procesos distintos a los propios de las planicies; en las prime-
ras el agua discurre arrastrando los iones, mientras que en las segundas se produce un contacto más
continuado entre el agua cargada de sales y las rocas. Así, por ejemplo la laterización requiere un relieve
muy suave.

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La actividad biológica afecta también a los mecanismos de meteorización activos. En términos genera-
les, la presencia de una cubierta vegetal continua favorece los procesos de meteorización química, mien-
tras que la ausencia de ésta favorece los de tipo físico.
El tiempo favorece los procesos de meteorización, en general: todos estos procesos son de carácter len-
to, con lo que cuanto más tiempo queden sometidas las rocas a la acción de la intemperie, mayor facilidad
tendrán los procesos erosivos para actuar. Así, si las rocas que albergan un depósito mineral son rápida-
mente cubiertas por otras (p.ej., sedimentarias o volcánicas), éste será preservado de los procesos erosi-
vos. En este sentido, la tectónica regional puede jugar un importante papel.

PROCESOS DE TRANSPORTE
Como hemos visto, la acción de los mecanismos erosivos, físicos y químicos, tiende a dar origen a tres
tipos de productos: fragmentos de minerales o rocas (que reciben el nombre de clastos), geles e iones en
disolución.
El transporte se lleva a cabo de tres formas: como iones en solución, como suspensiones coloidales, o
como carga en fondo.
Los iones viajan en solución, y para que se produzca su precipitación química han de quedar sometidas a
condiciones específicas producto de solubilidad (kps), o de sobresaturación, como las que ocurren en las
salinas. Otra posibilidad es que los aniones y cationes sean fijados por organismos para construir sus ca-
parazones, como es el caso de muchos moluscos, algunas algas microscópicas (diatomeas), u otros mi-
croorganismos, que fijan el carbonato cálcico de las aguas. También es posible que la mezcla con otros
fluidos produzca la precipitación de determinados compuestos. Por ejemplo, en relación con las emisiones
volcánicas submarinas se produce la salida de abundantes metales pesados y formas químicas del azufre,
provocando la precipitación de sulfuros de esos metales.
En suspensión se transportan las partículas más pequeñas, y los geles, mientras que como carga en
fondo se transportan los clastos de mayor tamaño. A su vez, dentro de esta última modalidad existen tres
posibilidades: saltación, rodadura o arrastre. El hecho de que las partículas físicas sean transportadas de
una u otra forma depende en primer lugar de la velocidad de la corriente (cuanto mayor sea ésta, mayor
será el tamaño medio de las partículas transportadas por cada modalidad). Otros factores que influyen son
el tamaño de las partículas, su densidad y su forma: a igualdad de tamaño las más densas serán transpor-
tadas con mayor dificultad, mientras que la forma influye sobre todo en el mecanismo de transporte activo:
las más redondeadas tenderán a rodar, y las menos, a ser arrastradas, o a saltar (ver figura).

El depósito de las partículas se produce cuando la corriente pierde energía, o lo que es lo mismo, veloci-
dad. Primero dejará de ser transportada la carga en fondo, y cuando la energía sea muy baja, es decir, en
aguas mansas o al cesar el viento, se depositará también la carga en suspensión.
También en estas condiciones de baja energía de transporte, y sobre todo si se producen cambios en la
fisico-química de las aguas de transporte (como suele ocurrir en la desembocadura en un mar o lago) se
produce la floculación de los geles, constituidos normalmente por partículas arcillosas.

Lecturas recomendadas
Collison, J.D.; Thompson, D.B. (1989). Sedimentary structures. Unwin & Hyman. 207.
Macdonald, E.H. (1983). Alluvial mining: The geology, technology and economics of placers. Chapman &
Hall. 508 pg.
Tucker, M.E. (1991). Sedimentary petrology. Backwell Science. 260 pg.

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5.- PRODUCTOS DE LA METEORIZACIÓN

Regolitos y suelos
Perfil del suelo
Clasificación de los suelos
Paleosuelos
Lateritas y bauxitas
Gossans
Otros yacimientos residuales
Alteración de los monumentos
Lecturas recomendadas

Hemos visto a lo largo del tema anterior como se produce la meteorización, y cuales son sus principa-
les productos: los clastos, geles e iones, que son transportados hacia los medios de depósito. Pero hay
minerales y rocas que son producto de estos procesos, produciéndose una acumulación in situ caracterís-
tica. Los más extendidos son los regolitos y suelos, las lateritas y bauxitas, y los gossans. También nos
vamos a referir dentro de esta tema a los procesos de degradación de la piedra natural, lo que recibe el
nombre genérico de "mal de la piedra".

REGOLITOS Y SUELOS
La acción de los agentes atmosféricos sobre las rocas existentes en la superficie del planeta produce unos
cambios en su naturaleza cuyo alcance hemos visto en el tema anterior. El resultado es la formación de un
manto más o menos continuo de materiales intensamente alterados, de espesor variable y caracteres que
dependen en el detalle de diversos factores, entre los que los más importantes son la naturaleza de la
roca original y el clima existente en la región.
Denominamos regolito al conjunto de materiales producto directo de la meteorización de un sustrato. Se
trata de un conjunto de materiales relativamente homogéneo, formado por los fragmentos de la roca origi-
nal, y de minerales neoformados durante el proceso (arcillas, carbonatos).
Por su parte, recibe el nombre de suelo este mismo conjunto cuando aparece estructurado, es decir, divi-
dido en una serie de bandas u horizontes, que se originan durante la evolución geológica y biológica del
regolito.
Esta diferencia explica el que al "suelo" de otros planetas, como el de nuestro satélite, la Luna, no se le
denomine así, sino regolito: se trata de una acumulación no estructurada de polvo cósmico y de materiales
procedentes de la trituración de rocas de la superficie planetaria como resultado del impacto de meteori-
tos.
Los regolitos y suelos están formados por componentes sólidos, líquidos y gaseosos, además de un im-
portante componente orgánico. Los componentes sólidos son los fragmentos de rocas y minerales proce-
dentes de la meteorización. Los líquidos, el agua de infiltración, más o menos cargada de sales en disolu-
ción. Los gaseosos corresponden a aire atrapado en los poros del componente sólido, más o menos oxi-
genado cuanto mejor sea la porosidad del material. La materia orgánica corresponde a restos de la des-
composición de organismos (vegetales y animales), más o menos transformada en ácidos húmicos, pero
también materia viva: raíces de plantes, y microflora bacteriana saprofítica.
El suelo se utiliza con fines agrícolas, ganaderos y como reserva forestal; son muy importantes las modifi-
caciones debidas al uso urbano de éste. Las actividades industriales, urbanas, agrícolas y ganaderas im-
plican la existencia de residuos tóxicos o desechos peligrosos para los suelos y el agua. Los responsables
de las explotaciones industriales, ganaderas y agrarias deben asegurar un tratamiento de desechos en los
lugares adecuados a fin de degradar en el menor grado posible su valor ecológico y permitir su utilización
posterior.
Perfil del suelo
Como ya hemos referido, cuando un regolito aparece estructurado recibe el nombre de suelo. Salvo en
situaciones muy concretas, o en regolitos muy recientes, normalmente esta estructuración aparece des-
arrollada al menos en sus términos básicos. Es decir, que cuando observamos este manto de alteración
existente bajo la superficie de cualquier punto de nuestro planeta, podemos ver que está formado por una
serie de capas u horizontes, distribuidos de forma aproximadamente paralela a la superficie topográfica.
Se pueden diferenciar tres horizontes principales, que se designan como A, B y C.
El horizonte A es el más superficial, y se caracteriza por su color oscuro, debido a la presencia en el mis-
mo de abundante materia orgánica. Además, es el más intensamente afectado por los procesos de disolu-
ción, que arrastran sus iones hacia horizontes más profundos, por lo que se le conoce también como hori-
zonte de lixiviación o de lavado.

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El horizonte B recibe también el nombre de horizonte de acumulación, porque en él se produce el depósito
de iones procedentes del lavado del A. Se caracteriza por la abundancia de componentes minerales, que
pueden ser tanto arcillas, producto de la meteorización de la roca, como sales precipitadas: carbonato
cálcico e hidróxidos de hierro son los más comunes.
El horizonte C es el formado directamente sobre la roca, por lo que está constituido mayoritariamente por
fragmentos más o menos alterados y estructurados de ésta.
El proceso de formación del suelo recibe el nombre de edafogénesis. El proceso comienza con la forma-
ción de un regolito, sobre el que se implanta la vegetación y se produce la vida y muerte de animales y
plantas. La acumulación de esta materia orgánica, y los procesos de lavado superficial producen la dife-
renciación de un suelo AC. Con el tiempo se llegan a desarrollar los procesos de transporte y meteoriza-
ción avanzada que dan origen al horizonte de acumulación (B), formándose el característico suelo comple-
to ABC (ver figura).

Clasificación de los suelos


La naturaleza de un suelo depende de gran número de factores, que se conjugan para dar origen a distin-
tos tipos, que pueden clasificarse de maneras muy diversas. Una clasificación básica es la que divide los
suelos en dos grandes grupos: zonales y azonales.
Los suelos zonales son suelos maduros, en cuya evolución juega un papel primordial el clima, con el que
se encuentran en equilibrio. Es por ello que su distribución geográfica suele presentar un carácter regional,
en respuesta a la distribución de la vegetación y las regiones climáticas. Pertenecen a esta categoría,
entre otros:
 Suelos en zonas polares. Las bajas temperaturas reinantes en estas zonas hacen que la meteo-
rización química sea poco activa. La mayor parte del suelo se encuentra permanentemente helado
(permafrost) y sólo la parte superficial del mismo (mollisuelo) llega a deshelarse durante el verano.
En este último, los hielos y deshielos provocan deslizamientos de partículas, que unido a la exis-
tencia del permafrost a partir de los dos o tres metros de profundidad, impiden la formación de los
diferentes horizontes edáficos. Además, en determinadas zonas el permafrost presenta hidratos
de gas (los denominados clatratos), que constituyen un posible recurso geológico para la obten-
ción de metano.
 Suelos de latitudes medias cálidas. Son propios de regiones de clima mediterráneo, y pueden
ser de varios subtipos: suelos pardos mediterráneos, con un horizonte A decolorado y horizonte B
rico en arcilla y de color pardo rojizo; suelos rojos mediterráneos, típicos de condiciones más ári-
das, y con un horizonte B de color rojizo; costras calcáreas o caliches, propios de regiones áridas
o semiáridas, sin horizonte A y con un horizonte B formado por una costra o escudo de carbonato
cálcico.
 Suelos de latitudes medias frías. En estas regiones se forman los suelos de tipo podsol, con un
horizonte B que incluye un nivel oscuro de acumulación de humus y óxidos de hierro. En regiones
algo menos frías se forman las tierras pardas, con un característico horizonte B de color pardo.
 Suelos de latitudes bajas. En climas tropicales muy húmedos, con gran intensidad y larga dura-
ción de la meteorización química, se forman suelos con un horizonte B de gran espesor, muy
compactos y resistentes, y enriquecidos en óxidos de hierro y aluminio: las lateritas y bauxitas que
veremos a continuación.
Los suelos azonales son suelos cuya génesis está condicionada principalmente por un factor particular
distinto al climático, y que puede ser el litológico o el topográfico. Entre los condicionados por la litología
de la roca subyacente se encuentran la rendzina, un suelo oscuro que se desarrolla sobre calizas; el ran-

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ker, similar al anterior pero formado sobre rocas silicatadas, como el granito o la pizarra, o el chernozem,
formado sobre el loess, y caracterizado por un horizonte A de gran espesor.
Entre los condicionados por la topografía se encuentran los suelos hidromorfos o gleys, propios de zonas
encharcadas, o los suelos aluviales, que se forman sobre los sedimentos de las llanuras de inundación de
los ríos.
Paleosuelos
Son suelos formados en un pasado geológico, que se han preservado de la acción erosiva por parte de los
agentes externos y han quedado fosilizados dentro de una secuencia sedimentaria. Al tratarse de la parte
más superficial y alterada del sustrato rocoso, los suelos son susceptibles de ser erosionados, lo que difi-
culta su presencia en el registro geológico. Los suelos que con más facilidad pueden conservarse, son
aquellos que presentan un perfil con niveles resistentes (lateritas, costras calcáreas, etc.); aunque en cier-
tas condiciones suelos poco resistentes pueden también llegar a conservarse.
Debido al condicionamiento climático que presentan los suelos, el estudio de las características de los
paleosuelos permite conocer las condiciones climáticas que reinaron en el pasado, durante su formación.

LATERITAS Y BAUXITAS
Como acabamos de ver, las lateritas y bauxitas corresponden en realidad a un tipo particular de suelo,
desarrollado en condiciones específicas: en climas tropicales, con temperaturas medias altas, y con alta
pluviosidad. Un carácter también necesario para el desarrollo de estos suelos peculiares es la topografía
plana, por favorecer la permanencia del agua en el suelo, y retardar los procesos erosivos sobre el mismo.
Por su interés minero, los estudiamos de forma específica.
Las lateritas se pueden definir como horizontes edáficos fuertemente enriquecidos en óxidos e hidróxidos
de hierro, como consecuencia de la acumulación de estos componentes en respuesta a la meteorización
química avanzada de una roca que ya previamente mostraba un cierto enriquecimiento en este compo-
nente.
Están formadas mayoritariamente por hidróxidos y óxidos de hierro (goethita, lepidocrocita, hematites), a
menudo acompañado de sílice o cuarzo, y de hidróxidos de aluminio y manganeso. En general estos mi-
nerales se disponen en agregados terrosos o crustiformes, formando capas de espesor muy variable, que
puede llegar a la decena de metros.
Se forman en zonas de relieve horizontal sobre rocas ricas en hierro, fundamentalmente sobre rocas íg-
neas básicas o ultrabásicas, ricas en minerales ferromagnesianos como el olivino o el piroxeno. La hidróli-
sis de estos minerales, a través de serpentina y clorita fundamentalmente, produce como productos finales
óxidos/hidróxidos de hierro, sílice, y sales solubles de Mg y Ca (procedente de clinopiroxeno). Algunos de
los componentes minoritarios de estos minerales (Ni, Cr, Co) pueden también concentrarse en la laterita,
aumentando sus posibilidades mineras.
De las lateritas se extrae fundamentalmente hierro, a menudo enriquecido, como hemos mencionado, en
elementos metálicos refractarios. Algunos de los yacimientos de hierro más importantes del mundo son de
este tipo, como los del estado de Minas Gerais, en Brasil.
Las bauxitas son muy similares a las lateritas, pero enriquecidas preferencialmente en hidróxidos de alu-
minio, debido a que se forman sobre rocas previamente enriquecidas en este elemento.
Los minerales que forman las bauxitas son bohemita, diasporo y gibsita, a menudo acompañados de
hidróxidos de hierro, óxidos de hierro y titanio (hematites, rutilo), y minerales arcillosos, fundamentalmente
caolinita. Al igual que en las lateritas, estos minerales se asocian en agregados terrosos y crustiformes,
así como bandeados, brechoides, pisolíticos. Suelen presentar coloraciones claras, a menudo con tonali-
dades rojizas, debidas a la presencia de hidróxidos de hierro.
Su composición química es variable en el detalle, y nos define su calidad industrial. En especial su rela-
ción Al2O3/SiO2 y su contenido en Fe2O3 permiten su clasificación detallada y comercial. Especial interés
tiene el parámetro ALFA, cuya fórmula es la siguiente:
ALFA = [0.85 · (%SiO2 – (%Al2O3)]/%Al 2O3
Este parámetro define aproximadamente el exceso o déficit de alúmina de un material respecto a una cao-
linita, afectado por un signo negativo, y permite clasificar los materiales bauxíticos en las siguientes cate-
gorías:
 Bauxitas: ALFA entre –1 y –0.75
 Bauxitas arcillosas: ALFA entre –0,75 y –0.50
 Arcillas bauxíticas: ALFA entre –0,50 y –0.25
 Arcillas poco bauxíticas: ALFA entre –0,25 y 0.00
 Materiales arcillosos: ALFA entre 0.00 y 0.25
 Materiales detríticos: ALFA 0.25
Se forman sobre rocas ricas en minerales alumínicos, y en concreto, sobre rocas ígneas ácidas, ricas en
feldespatos (granitos, sienitas), o sobre rocas sedimentarias arcillosas (lutitas) o sobre rocas metamórficas
ricas en moscovita (esquistos, micasquistos). También pueden formarse sobre calizas, como consecuen-

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cia de la disolución de estas, que deja un residuo arcilloso (terra rossa) cuya meteorización a su vez pue-
de dar lugar a la bauxita.
Las bauxitas se explotan para la extracción metalúrgica del aluminio, del que son la única mena. Los prin-
cipales yacimientos de bauxitas se localizan en Australia, Brasil, Guayana, Surinam.
Gossans
Con este nombre de gossan se conocen también las monteras de alteración de algunos yacimientos de
sulfuros: cuando éstos quedan sometidos a la acción de la intemperie, sufren una serie de procesos su-
pergénicos con zonación vertical, de la forma indicada en la figura adjunta, que muestra un esquema típico
de un gossan, en el que se pueden diferenciar tres grandes zonas, de abajo arriba:
 Zona primaria, que corresponde a los sulfuros inalterados.
 Zona de cementación, que es la situada por debajo del nivel freático, en la que se producen enri-
quecimientos en sulfuros de cobre de tipo calcosina – covellina.
 Zona de oxidación, comprendida entre el nivel freático y la superficie, y caracterizada por un muy
importante enriquecimiento en óxidos e hidróxidos de hierro. Se puede considerar subdividida en
dos subzonas: la situada por debajo de la superficie, en la que aún podemos tener otros compues-
tos metálicos oxidados, como sultatos, cloruros..., y la zona superficial o de gossan propiamente
dicho, formada por una acumulación masiva de hidróxidos de hierro. En conjunto, por tanto, se ca-
racteriza por un importante enriquecimiento en hidróxidos de hierro tipo goethita, lavado de Zn y
Cu fundamentalmente, y concentración diferencial del oro y la plata, que, además, pasan de estar
como impurezas en las redes cristalinas de los sulfuros, a estar como elementos nativos, lo que
favorece su explotabilidad.

La formación de un gossan implica la alteración de los sulfuros, lo que a su vez implica que el azufre de
éstos pasa a forma de sulfatos solubles, que se liberan en el medio ambiente produciendo fenómenos de
acidificación de aguas, similares a los que se producen cuando se liberan en la superficie del terreno sulfu-
ros, durante la minería. De hecho, algunas escombreras romanas de la Faja Pirítica Ibérica son auténticos
gossans, ya que en ellas se han producido los mismos fenómenos que en los gossans naturales, inclu-
yendo la liberación y concentración de oro.
Otra cuestión a considerar es que este proceso de alteración implica la liberación de aniones sulfato al
medio ambiente, que producen una importante acidificación de las aguas procedentes de áreas en las que
existen este tipo de yacimientos. Además, a menudo esta agua contienen proporciones variables de meta-
les pesados, que pueden quedar dispersos también en el medio, produciendo algunos de ellos efectos
tóxicos para los seres vivos. La minería favorece aún más este proceso, exponiendo a la intemperie una
mayor proporción de sulfuros inalterados.
Otros yacimientos residuales
La destrucción de las rocas es siempre un proceso diferencial: determinados minerales de las rocas se
descomponen o solubilizan con facilidad, mientras que otros pueden permanecer inalterados durante pe-
riodos mucho más largos. Ello condiciona que el proceso de meteorización pueda dar origen a yacimientos
minerales caracterizados por la facilidad con la que es posible separar el mineral o minerales de interés
económico, que no se da cuando la roca está sana. Para que se produzca se ha de dar una conjunción de
factores litológicos y climáticos que favorezcan la degradación de los minerales sin interés, pero que no
afecte al mineral o minerales explotables.
Algunos ejemplos de este tipo son los yacimientos de granate de la zona del Hoyazo de Níjar, en Almería,
en la que la alteración generalizada de la roca que los contiene permite la explotación de este mineral, o
algunos yacimientos de feldespato sobre rocas ígneas fuertemente alteradas, en las que el clima favorece
la destrucción del resto de los minerales de éstas, pero no del feldespato, o los yacimientos de caolín que
se originan sobre este mismo tipo de rocas cuando la destrucción de los feldespatos es el fenómeno pre-
dominante.

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En general los yacimientos de este tipo suelen presentar morfologías planares y paralelas a la superficie
del terreno, similar a la de los suelos, debido precisamente a su similar proceso genético.
Alteración de los monumentos
La mayor parte de los monumentos construidos por el hombre están construidos con piedra natural o la
incluyen como elemento auxiliar. Entre las rocas más utilizadas para ello se encuentran rocas de alta re-
sistencia a la meteorización, como el granito, pero también otras como la arenisca, o la caliza, que son
rápidamente afectadas por los fenómenos de intemperie. Además, otros productos de origen natural tam-
bién se emplean, más o menos transformados, para ello: es el caso de los morteros, argamasas, o incluso
los ladrillos, tejas, etc. La degradación que sufren estos componentes de las edificaciones se conocen con
el nombre genérico de mal de la piedra, y es un problema que cada vez se hace mayor, sobre todo debi-
do a que la atmósfera urbana cada vez está más degradada por la presencia de mayores concentraciones
de contaminantes, cuyo efecto sobre estos materiales es devastador.
Al igual que en todos los casos que hemos visto hasta ahora, el grado de evolución del proceso tiene un
triple control: el litológico (el tipo de roca, que favorece o no la meteorización que la afecta) el climático (los
climas más templados y húmedos son los que más favorecen este tipo de procesos), y el tiempo (los mo-
numentos más antiguos están más degradados que los más recientes, a igualdad de los demás factores).
A este se une, como ya hemos referido, el factor implicado en la contaminación urbana, que favorece es-
pecialmente los fenómenos químicos (disolución, hidrólisis...).
Los principales procesos que se reconocen en relación con este fenómeno de la alteración de los monu-
mentos son:
 Formación de pátinas: son costras superficiales, que a su vez pueden ser de suciedad, cromáticas
o biogénicas.
 Formación de depósitos superficiales. También pueden tener diversos orígenes, desde eflores-
cencias salinas, pasando por acumulaciones de suciedad, hasta origen biológico.
 Alveolización: Consiste en la formación de una red bastante continua de huecos u alveolos, carac-
terístico de ciertos materiales, sobre todo si son porosos.
 Excavaciones y cavernas. A diferencia del anterior, son de carácter individual, desarrollándose
puntualmente o bien por erosión local de la roca, o bien por la presencia previa en la roca de hue-
cos.
 Erosiones superficiales. Son consecuencia de una desagregación de los granos de rocas como la
arenisca o el granito.
 Disgregación. Similar al anterior, pero sobre rocas de tipo químico, en la que los granos no se in-
dividualizan con facilidad (caso de las calizas).
 Fragmentación. Es la formación de fracturas, bien nuevas, porque la pieza esté sometida a gran-
des tensiones en su colocación, bien porque presentaba fracturas previas que se reabren o reacti-
van.
 Separación en placas. A menudo algunas rocas se descaman en placas, como consecuencia de
su naturaleza laminada y la desagregación de estas láminas.
 Humectación: acumulación de suciedad y humedad ligada a rocas muy porosas en climas muy
húmedos.
 Acción antrópica: es muy variada, desde las acciones físicas (colocación de letreros, etc.) hasta la
química (pintadas, y posterior uso de disolventes para eliminarlas).
 Pérdidas de material. A menudo, como consecuencia de la suma de procesos, llegan a desapare-
cer completamente algunos elementos; ladrillos, morteros, bloques de piedra...
En definitiva, todos estos fenómenos hacen que la conservación de los monumentos sea un campo en
el que el conocimiento de la roca y de sus características, así como de los procesos de meteorización
activos en cada zona concreta tenga una gran importancia, suponiendo una necesidad a cubrir por técni-
cos en mineralogía y petrografía.

Lecturas recomendadas
Blanchard, R. (1968). Interpretation of leached outcrops. Mackay School of Mines, University of Nevada.
196 pg.
Collison, J.D.; Thompson, D.B. (1989). Sedimentary structures. Unwin & Hyman. 207.
Guilbert, J.M.; Park, Ch.F. (1986). The geology of ore deposits. Freeman. 985 pg.
López-Acevedo Cornejo, V.; Algaba Suarez, M.; García Romero, E.; Martín-Vivaldi Caballero, J.L.; Soutu-
llo García, B. (1997). Estudio de las alteraciones en el claustro principal del Monasterio del Paular. Univer-
sidad Complutense-Comunidad Autónoma de Madrid. 23 pg.
López García, J.A. (1991). oYacimientos de oxidación y enriquecimiento secundario. In: Lunar, R.; Oyar-
zun, R. (Eds.). Yacimientos minerales: técnicas de estudio, tipos, evolución metalogénica, exploración. Ed.
Centro de Estudios Ramón Areces. 475-492.

19 de 71
Ordóñez, S. (1992). Bauxitas. In: García Guinea, J.; Martínez Frías, J. (Coord.). Recursos Minerales de
España. Textos Universitarios, CSIC. 197-220.
Tucker, M.E. (1991). Sedimentary petrology. Backwell Science. 260 pg.
Winkler, E.M. (1975). Stone: Properties, durability in man’s environment. Springer-Verlag. 229 pg.

20 de 71
6.- ROCAS Y YACIMIENTOS SEDIMENTARIOS DETRÍTICOS
Sedimentos y rocas sedimentarias detríticas
Yacimientos de tipo placer
Otros yacimientos en rocas detríticas
Uranio
Cobre en capas rojas
Las rocas detríticas como almacén de fluidos
Lecturas recomendadas

La sedimentación detrítica tiene lugar, como ya hemos indicado, como consecuencia de la pérdida de
energía del medio de transporte, que hace que este se interrumpa, con lo que las partículas físicas que
son arrastradas tienden a depositarse. Se originan así los sedimentos, y a partir de éstos, y mediante el
proceso de diagénesis, las rocas sedimentarias detríticas. Entre ambas, rocas y sedimentos, las más co-
munes son las arenas y areniscas y las rocas arcillosas (lutitas o pelitas). Además, a menudo estos mate-
riales contienen minerales de interés minero, que se depositan conjuntamente con el resto de la roca (ca-
so de los yacimientos de tipo placer), o se introducen en la misma aprovechando su alta porosidad y per-
meabilidad (caso del agua, del petróleo, del gas natural).
SEDIMENTOS Y ROCAS SEDIMENTARIAS DETRÍTICAS
Son la consecuencia directa de la sedimentación de las partículas físicas arrastradas por las aguas, el
viento o el hielo. A su vez, es posible diferenciar dos formas de depósito, en función del tamaño y natura-
leza de las partículas:
 Las de tamaño superior a 4 micras suelen ser granos minerales, entre los cuales los más comu-
nes son los de cuarzo, seguidos de los de feldespatos, así como fragmentos líticos. En el detalle,
en lo que se refiere a la naturaleza de los granos minerales, las posibilidades son prácticamente
ilimitadas: granos de otros silicatos (micas, piroxeno, anfíbol...), de óxidos (magnetita, ilmenita,
cromita...), incluso de metales nativos, como el oro; estos granos viajan arrastrados por el agua o
viento, en suspensión o como carga en fondo, y al disminuir la energía del medio de transporte se
depositan casi de inmediato (proceso físico).
 Las de tamaño inferior a 4 micras suelen corresponder a minerales de la arcilla, y en este caso el
transporte se produce en suspensión coloidal, lo que hace que puedan seguir siendo transporta-
dos incluso mediante aguas no agitadas. El depósito en este caso se produce por el proceso físi-
co-químico de floculación, que puede tener lugar de forma conjunta y simultánea al depósito físico
de las partículas, o con posterioridad, en zonas tranquilas. En el primer caso se origina la matriz
de las rocas detríticas, es decir, la componente intergranular fina, arcillosa, de los conglomerados
y arenas o areniscas, mientras que en el segundo se da origen a las rocas arcillosas (lutitas, peli-
tas).
El principal carácter diferenciador de los sedimentos y rocas sedimentarias es su tamaño de grano. En
concreto, la escala más utilizada es la de Wenworth, que diferencia entre las variedades gruesas, de diá-
metro superior a 2 mm (gravas, conglomerados, pudingas, brechas), las de grano intermedio (arenas y
areniscas), de diámetro comprendido entre 2 mm y 64 mm, y las de grano fino, entre 64 y 4 mm, y que
corresponden a los limos y limolitas.
Otro carácter importante es la naturaleza de los clastos, sobre todo en las de mayor tamaño: cuando es
variado hablamos de rocas polimícticas, mientras que si corresponden mayoritariamente a un tipo litológi-
co hablamos de roca oligomíctica. Como componentes mayoritarios, en los conglomerados podemos tener
fragmentos de rocas, en general cuarcíticos o carbonatados, aunque pueden estar formados por rocas de
naturaleza mucho mas variada; en las arenas o areniscas el componente más común es el cuarzo, en
general acompañado de feldespatos. Son también relativamente frecuentes las denominadas areniscas
calcáreas bioclásticas, formadas por la acumulación de fragmentos de conchas de lamelibranquios, gaste-
rópodos, etc., en medios costeros (playas).
También suele ser objeto de interés el grado de evolución de los fragmentos, que se traduce en su forma:
los más inmaduros suelen ser angulosos y de baja esfericidad, mientras que los más evolucionados, los
que encontramos más lejanos al área fuente, suelen ser mucho más redondeados y de mayor esfericidad,
debido al efecto abrasivo del transporte.
El hecho de que se trata de sedimentos sueltos o de rocas ya consolidadas marca también una diferencia
considerable: las gravas y arenas son los materiales sueltos, mientras que los conglomerados (o brechas)
y areniscas son rocas compactas, en las que los granos o clastos están más o menos sólidamente cemen-
tados.
Todas estas diferencias nos llevan a establecer las posibles aplicaciones de cada uno de estos tipos lito-
lógicos: las gravas sueltas, sobre todo las de las riveras de ríos, se utilizan como áridos de construcción,
ya sean edificaciones u obras públicas. El mismo uso reciben algunas arenas sueltas. En cuanto a las

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rocas ya consolidadas, las areniscas bien cementadas se han utilizado también en construcción, como
"piedra de corte", debido a su fácil labra. No obstante, es una roca a menudo muy problemática por su
alterabilidad. Otros usos de las arenas y areniscas más puras (arenas silíceas) están en las industrias del
vidrio y del silicio. Por su parte, las variedades arcillosas se emplean fundamentalmente como materia
prima en la industria cerámica. En este caso, la naturaleza de los minerales que componen estas rocas y
sus caracteres texturales y estructurales permiten definir su mejor uso dentro de una amplia gama: ladrille-
ría, cerámica estructural, gres...

YACIMIENTOS DE TIPO PLACER


Determinados minerales de interés económico que componen las rocas son muy resistentes a la meteori-
zación física y química, pero a menudo en estas rocas no resulta rentable su explotación minera. Esto es
debido a dos factores: su baja ley en la misma, y la necesidad de realizar una explotación completa de la
roca, incluyendo además un proceso de concentración a menudo problemático. En los yacimientos de tipo
placer se produce de forma natural la separación y concentración de estos minerales en sedimentos no
consolidados, lo que abarata muy considerablemente su aprovechamiento minero.
La separación de la fase mineral de interés económico tiene lugar como consecuencia de la meteorización
diferencial de los minerales que forman la roca. Como ya sabemos, y en función de factores climáticos y
meteorológicos, este proceso hace que la roca se desgrane, por la destrucción de algunos de sus compo-
nentes minerales. Los que no se destruyen, por ser resistentes a la meteorización existente en esa área y
momento geológico, son arrastrados por el agua o el viento, es decir, se movilizan, pasan a sufrir el proce-
so de transporte. Es importante resaltar el hecho de que el hecho de que un determinado mineral se me-
teorice o no depende de las condiciones externas imperantes en cuanto al clima o la composición de la
atmósfera. Hasta fechas recientes ha sido objeto de controversia el determinar si la uraninita presente en
los yacimientos de tipo placer de la cuenca de Witwatersrand (RSA) tenía origen detrítico o no; en la at-
mósfera actual eso es impensable, la uraninita en condiciones oxidantes se meteoriza con gran facilidad,
6+
liberando U . Sin embargo, en la atmósfera del Precámbrico, cuando estos yacimientos se formaron, no
había apenas oxígeno, era una atmósfera reductora, en la que la uraninita pudo actuar como mineral detrí-
tico, al no sufrir meteorización.
La concentración de los minerales tiene lugar como consecuencia de su diferencia de densidad respecto
al resto de minerales arrastrados por el medio de transporte: estos minerales suelen ser metálicos, con lo
que su densidad es muy superior a la del resto. Ello condiciona que se concentren en puntos concretos del
curso fluvial (figura), o que el viento deje de arrastrarlos antes que al resto, o que se concentren preferen-
cialmente en determinados puntos de una playa.

En cuanto a los minerales que solemos encontrar formando este tipo de yacimientos, tenemos que men-
cionar en primer lugar a los metales nobles nativos: oro, plata y platino son, sin duda, los más conocidos.
En este caso, además, el oro en particular se va acrecionando a las pepitas, aumentando su tamaño con
el grado de evolución a lo largo del transporte. Otros minerales comunes en estos yacimientos son: casite-
rita, ilmenita, rutilo, monacita, granate, entre otros. También algunas gemas, como el diamante, el rubí o el
zafiro, pueden aparecer en este tipo de yacimientos.

OTROS YACIMIENTOS EN ROCAS DETRÍTICAS


Las rocas detríticas, y en particular las areniscas, a menudo contienen concentraciones de minerales de
interés minero que no se han depositado conjuntamente con la roca, sino que se han introducido con pos-
terioridad en la misma, aprovechando sus características de alta porosidad y permeabilidad. El origen
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concreto de estas concentraciones puede ser muy variado: desde la posibilidad de que se trate de fluidos
mineralizados relacionados con procesos volcánicos que se infiltran en la porosidad de la roca, en la que
se produce el depósito de los minerales (caso de los mineralizaciones de tipo Almadén, que vemos en el
tema 11), hasta casos en los que determinados puntos de la formación arenosa actúan como trampa para
iones metálicos. Estos se depositarían preferencialemente en esos puntos al ser arrastrados en disolución
por las aguas que circulan por esa formación: caso de los yacimientos de uranio de tipo "roll-front", en
los que las trampas corresponden a áreas locales con condiciones reductoras, relacionadas con la con-
centración de materia orgánica (restos vegetales, fundamentalmente), que favorecen la reducción del ión
6+ 4+
U , muy móvil en condiciones atmosféricas, a U , mucho menos móvil. La figura adjunta muestra un es-
quema de este tipo de yacimientos.

En cualquier caso, los más conocidos e importantes son las denominadas "formaciones de cobre en
capas rojas", entre las que destacan, por su importancia económica, las de los distritos de Kupferschiefer
(Polonia), White Pine en Michigan (EEUU) y el cinturón cuprífero africano (Zambia-Zaire). El origen de
estas mineralizaciones es controvertido, aunque en ningún caso se consideran como sedimentarios puros,
sino diagenéticos, en relación con cuencas de tipo aulacógeno (rifts abortados).

LAS ROCAS DETRÍTICAS COMO ALMACÉN DE FLUIDOS


Las rocas detríticas gruesas (arenas/areniscas, gravas/conglomerados) están formadas, como sabemos,
por granos, de formas más o menos regulares, lo que hace que entre estos granos exista una alta porosi-
dad, en la que a menudo podemos encontrar fluidos, sobre todo agua, pero además otros, como petróleo
o gas natural.
La presencia de los correspondientes fluidos en la roca obedece a distintos procesos: el agua puede ser
de infiltración de agua de lluvia, o transportada por un río bajo su cauce visible, o almacenada durante el
depósito de la roca en forma de fase intergranular. Los hidrocarburos naturales, por su parte, proceden de
la liberación de la roca madre en la que se forman, y consecuente migración, hasta acumularse en estas
rocas (rocas almacén).
Los parámetros litológicos que definen la posibilidad de aprovechar el fluido son dos: la porosidad y la
permeabilidad.
La porosidad es el volumen de huecos de la roca, y define la posibilidad de ésta de almacenar más o
menos cantidad de fluido. Se expresa por el porcentaje de volumen de poros respecto al volumen total de
la roca (porosidad total o bruta).
Además de esta porosidad total, se define como porosidad útil la correspondiente a huecos interconecta-
dos, es decir, el volumen de huecos susceptibles de ser ocupados por fluidos. Este concepto de porosidad
útil está directamente relacionado con el de permeabilidad.
La porosidad útil es, en general, inferior en un 20-50% a la total, dependiendo, sobre todo, del tamaño de
grano de la roca: cuanto menor sea este tamaño de grano, más baja será la porosidad útil respecto a la
total. También influye la forma de los granos (ver figura).

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La diferencia entre porosidad total y porosidad útil expresa el agua (o fluido en general) inmovilizado de-
ntro de la roca, y recibe la denominación de "agua irreductible" de la roca.
La Permeabilidad representa la facilidad con la que una roca o formación permite a un fluido de viscosi-
dad dada atravesarla. Viene definida por la fórmula de D'Arcy:
K dp -nV
V = - ---- x ----- , y por tanto K= - -------
n dL d p/dL
donde:
3
v = q/A= velocidad del fluido o flujo a través de unidad de área medida en cm/sg o en cm
-1 -2
x seg x cm
K = permeabilidad
-1 -1
N = viscosidad medida en centiposises (1 poise= 1 g x cm x seg )
dp/dL = gradiente de presión del fluido en la dirección del movimiento, en atmósferas/cm3.
En estas condiciones, la unidad de medida de la permeabilidad es el Darcy, generalmente demasiado
grande para los almacenes de hidrocarburos, por lo que se utiliza el milidarcy (md).
Este parámetro depende, fundamentalmente, del tamaño medio y de la forma de los granos que constitu-
yen la roca (ver figura).
Si el fluido es homogéneo, y no produce ninguna acción importante sobre la roca, se habla de permeabi-
lidad absoluta; pero si en la roca existen varios fluidos, como es el caso de un yacimiento petrolífero, en
el que podemos tener petróleo, agua y gas, se producen interferencias entre ellos que dan origen a per-
meabilidades efectivas para cada uno de los fluidos diferentes de sus permeabilidades absolutas.
Se define así como permeabilidad efectiva de un fluido la expresión de la propiedad de una roca o forma-
ción de ser atravesada por ese fluido en presencia de uno o varios otros fluidos. Depende por un lado de
las características de la roca, y por otro, de las proporciones o porcentajes respectivos de los distintos
fluidos presentes.
La permeabilidad relativa corresponde a la relación entre permeabilidad absoluta y efectiva. Para un
fluido dado, varia en función directa con la saturación de ese fluido en la roca, y se expresa en tanto por
uno de movilidad de un fluido respecto a otro.
En un sistema agua-crudo, la permeabilidad relativa del crudo es máxima, y muy próxima a 1, cuando la
saturación del crudo es máxima (100 a 70-80%), y es mínima, mientras que la del agua se hace máxima,
para baja saturación en crudo.
Como expresa la figura, la permeabilidad relativa del crudo decrece rápidamente con la disminución de la
saturación en éste, pero la del agua permanece muy baja o nula hasta saturación en agua del orden del
45%. A partir de ese momento, crece muy rápidamente hasta alcanzar el valor 1 para una saturación del
100%.
En términos de producción, esto se traduce en que en un yacimiento petrolífero con bajo contenido inicial
en agua, se podrá extraer petróleo sin agua; al ir aumentando el grado de extracción, al alcanzar una satu-

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ración en crudo del orden del 50-55%, se extraerá una mezcla de crudo y agua, en la que la proporción de
la segunda irá aumentando progresivamente, hasta un valor de saturación en agua del 80-90%, momento
en que solamente se extraerá agua (ver figura).

En definitiva, la permeabilidad condiciona el ritmo de extracción, lo que explica su importancia en el estu-


dio de los almacenes de hidrocarburos.

Lecturas recomendadas
Force, E.R.; Eidel, J.J.; Maynard, J.B. (Eds.) (1991). Sedimentary and diagenetic mineral deposits: A basin
analysis approach to exploration. Reviews in Economic Geology, Society of Economic Geologists. Vol. 5.
216 pg.
Guilbert, J.M.; Park, Ch.F. (1986). The geology of ore deposits. Freeman. 985 pg.
Macdonald, E.H. (1983). Alluvial mining: The geology, technology and economics of placers. Chapman &
Hall. 508 pg.
Oyarzun, R. (1991). Yacimientos de uranio. In: Lunar, R.; Oyarzun, R. (Eds.). Yacimientos minerales: téc-
nicas de estudio, tipos, evolución metalogénica, exploración. Ed. Centro de Estudios Ramón Areces. 493-
507.
Tucker, M.E. (1991). Sedimentary petrology. Backwell Science. 260 pg.
Sawkins, F.J. (1984). Metal deposits in relation to plate tectonics. Springer-Verlag. 325 pg.

25 de 71
7.- ROCAS Y YACIMIENTOS SEDIMENTARIOS CARBONATADOS
Rocas carbonatadas
Calizas
Dolomías
Otras
Yacimientos de minerales metálicos en rocas carbonatadas
Otras rocas y yacimientos de origen bioquímico
Diatomitas
Fosforitas
Lecturas recomendadas

Las rocas carbonatadas son rocas formadas mayoritariamente por carbonatos, cálcico (calcita en las
calizas) o cálcico-magnésico (dolomita en las dolomías). De ellas, solo las calizas tienen un auténtico ori-
gen sedimentario, pues las dolomías se forman por procesos posteriores al depósito. Las rocas carbona-
tadas tienen un interés minero, que se sustenta en sus aplicaciones directas (por ejemplo, en la fabrica-
ción de cemento). También son interesantes desde el punto de vista geológico-minero por poder albergar
concentraciones de minerales metálicos, e incluso agua y otros fluidos (petróleo y gas).

ROCAS CARBONATADAS
Calizas
Las calizas son rocas originadas por un proceso de sedimentación directa. Esta sedimentación puede
tener diversos orígenes, si bien la más común es la denominada precipitación bioquímica: el carbonato
cálcico se fija (en general, en forma de aragonito) en las conchas o esqueletos de determinados organis-
mos, ya sean microscópicos (foraminíferos), o macroscópicos (lamelibranquios, braquiópodos, gasterópo-
dos...), y a su muerte, estas conchas o esqueletos se acumulan, originando un sedimento carbonatado. El
aragonito, inestable en condiciones atmosféricas, se va transformando en calcita, y la disolución parcial y
reprecipitación del carbonato cementa la roca, dando origen a las calizas. Otra forma de depósito es la
fijación del carbonato sobre elementos extraños, como granos de cuarzo, o pequeños fragmentos de fósi-
les, dando origen a los oolitos (calias oolíticas). También las algas fijan este compuesto, dando origen a
mallas de algas o estromatolitos, que si se fragmentan y ruedan originan los pisolitos (calizas pisolíticas).
Todas estas posibilidades dan origen a los diversos tipos de calizas.
Junto con el carbonato cálcico se suele producir el depósito de otros componentes, ya sean detríticos me-
dio-finos (arena-limo), o finos (arcillas); el primer caso es propio de medio energéticos, caracterizados por
la sedimentación de fragmentos de fósiles, o resedimentación de fragmentos de calizas ya más o menos
consolidadas. Así se originan las denominadas calizas bioclásticas, o de intraclastos, respectivamente. En
el segundo caso, se produce la floculación de las arcillas conjuntamente con el depósito de los carbona-
tos, ya que ambos son propios del depósito en aguas tranquilas, y se originan las denominadas margas,
margocalizas, y calizas margosas, formadas por proporciones variables de caliza y arcilla.
En cuanto a sus aplicaciones, son relativamente numerosas:
 La más extendida es en la industria cementera: el cemento más común, el de tipo Portland, es una
mezcla finamente pulverizada y debidamente dosificada de caliza y arcilla, que calentada en horno
a temperatura entre 1.400 y 1.500ºC reacciona para dar un producto que recibe el nombre de clin-
ker, al cual una vez enfriado se le adiciona una pequeña cantidad de yeso para obtener el produc-
to final, que es el cemento.
 Otra aplicación común, aunque actualmente en retroceso, es la obtención de cal (CaO), por calci-
nación:
CaCO3 + calor -> CaO + CO2
Esta cal a su vez se utiliza para la limpieza y desinfección de fachadas (encalado), y como producto-base
de otras aplicaciones en la industria química.
 Otra aplicación directa es como roca marmórea, para construcción: la mayor parte de lo que los
marmolistas llaman mármoles no son tales rocas metamórficas, sino calizas poco o nada recrista-
lizadas; tienen menor calidad que los mármoles auténticos, si bien mayor variabilidad textural, y
por tanto, mayor variedad y vistosidad (rojo alicante, negro marquina, etc.).
 Una aplicación a resaltar, por su importancia creciente, es su utilización como lecho de procesos
de combustión de carbón rico en azufre, ya que evita la movilización de éste mediante la forma-
ción de CaSO4 (anhidrita).
 Otra aplicación común es como árido, sobre todo para la subbase de carreteras.
Es también interesante el comportamiento de estas rocas frente a los fluidos: las calizas suelen presentar
escasa porosidad primaria, es decir, debido a la disposición original de sus elementos texturales, por lo
que las calizas sanas y no fracturadas suelen tener escasa capacidad de almacenamiento de fluidos. Sin

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embargo, en determinadas condiciones (a bajas presiones y temperaturas) pueden responder a la defor-
mación tectónica fracturándose, lo que les confiere una cierta porosidad secundaria. Además, el carbonato
cálcico es soluble en agua, sobre todo en aguas cálidas, en las que existe ácido carbónico disuelto como
consecuencia de las reacciones:
CO2 + H2O -> H2CO2
2+ -
H2CO3 + CaCO3 -> Ca + 2 HCO3
Ello hace que bajo la acción del agua, ya sea superficial o subterránea, las formaciones de calizas des-
arrollen los denominados procesos kársticos, que implican la formación de cuevas y cavernas, formas de
disolución (lapiaces y cárcavas) o de hundimiento superficial (dolinas), etc., así como la forma de relieve
más característico, el torcal. Además, en estas formaciones kársticas se puede acumular agua en grandes
volúmenes: son excelentes acuíferos subterráneos, aunque también son formaciones poco adecuadas
para almacenar aguas superficiales, que suelen infiltrarse con gran facilidad a través de sumideros, doli-
nas, etc.

Dolomías
Las dolomías se originan como consecuencia de procesos postsedimentarios: las calizas, formadas por
los procesos antes descritos, pueden ponerse en contacto con aguas enriquecidas en magnesio, lo que da
origen al proceso llamado de dolomitización:
2 CaCO3 + Mg2+ → CaMg(CO3)2 + Ca2+
Al ser la dolomita más densa y de estructura cristalina más compacta que la calcita, este proceso implica
un aumento del volumen de huecos de la roca, es decir, de su porosidad.
Texturalmente las dolomías no presentan apenas variabilidad, al tratarse de rocas recristalizadas. Todo lo
más, pueden preservar relictos texturales de la caliza original.
En cuanto a sus aplicaciones, las dolomías se utilizan como piedra de construcción y ornamentación, y
también en la fabricación de ciertos cementos. En la industria química, en la obtención de magnesia
[(OH)2Mg], que se emplea en la preparación de revestimientos refractarios siderúrgicos. También tiene
aplicación como mena del magnesio metálico.
Las dolomías, a diferencia de las calizas, no son solubles en agua, lo que impide el desarrollo de los pro-
cesos kársticos sobre ellas. Si tienen una cierta capacidad de almacenamiento de fluidos, relacionada con
la porosidad secundaria que desarrollan durante el proceso de dolomitización.
Otras rocas carbonatadas
Además de las calizas y dolomías, hay otras rocas formadas mayoritariamente por carbonatos, aunque
son mucho menos frecuentes, y a menudo están originadas por otro tipo de procesos, no sedimentarios
(reemplazamientos). Entre ellas destacan las rocas de magnesita y de siderita, de interés minero por ser
importantes menas de magnesio e hierro, respectivamente.

YACIMIENTOS DE MINERALES METÁLICOS EN ROCAS CARBONATADAS


Las rocas carbonatadas con cierta frecuencia contienen mineralizaciones metálicas, sobre cuyo origen ha
habido una larga y aún inconclusa polémica: se han defendido desde un origen estrictamente sedimentario
para los mismos, hasta un origen claramente postdeposicional, pasando por la posibilidad de que tengan
origen diagenético.
Los más frecuentes corresponden a yacimientos de sulfuros de Pb-Zn-Cu, a menudo acompañados de
fluorita y barita, que también pueden llegar a ser mayoritarios: se conocen también con el nombre de "ya-
cimientos de tipo Mississippi Valley", ya que son muy abundantes en esta región del centro de los Estados
Unidos. Son también abundantes en las formaciones carbonatadas de las cordilleras alpinas europeas
(Alpes, Béticas...), por lo que también reciben el nombre de yacimientos de tipo Alpino.
Suelen aparecer encajados en formaciones carbonatadas, en forma de masas más o menos continuas
lateralmente y de potencia muy variable en el detalle, y la mineralización suele ir asociada a encajante
dolomítico. Este hecho sugiere que su origen sea posterior al proceso de dolomitización, y posiblemente
esté condicionado por el aumento de porosidad de estas rocas, que favorece la entrada de fluidos en la
misma. En cualquier caso, lo que a menudo resulta evidente es que son el resultado de la interacción en-
tre fluidos mineralizados y la roca carbonatada; al tratarse de fluidos por lo general ácidos, su introducción
en la roca se ve favorecida por la reactividad de sus componentes (calcita y/o dolomita) frente a la acción
de estos fluidos.

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Esquema de los yacimientos de Silvermines-Ballynoe (Irlanda), pertenecientes al
tipo Mississippi Valley

OTRAS ROCAS Y YACIMIENTOS DE ORIGEN BIOQUÍMICO


Además de las calizas, hay otra serie de rocas que son producto de la acumulación de minerales que los
organismos incorporan a sus conchas o piezas esqueletales. Entre ellos tenemos las diatomitas y las fos-
foritas.
Diatomitas
Las diatomitas son rocas silíceas, formadas como consecuencia de la acumulación de caparazones de
diatomeas, que son algas microscópicas, propias de aguas tanto marinas como dulces, cuyo caparazón (o
frústula) está constituido por sílice amorfa. Esta acumulación se produce en medio sedimentarios extensos
y poco profundos, en los que el agua contenga abundantes nutrientes y sílice. Además, debe tratarse de
medios protegidos de los aportes terrígenos, para que la acumulación sea suficientemente rica en los res-
tos silíceos.

Frústulas de diatomeas
La mayor o menor pureza de la diatomita condiciona sus aplicaciones. Las de mayor calidad son las más
ricas en sílice (95% SiO2), mientras que las impurezas, normalmente de carbonatos, minerales de la arci-
lla, óxidos de hierro, materia orgánica, disminuyen su aplicabilidad.
Sus aplicaciones están relacionadas con sus propiedades físicas: baja densidad, alta porosidad, alta ca-
pacidad absorbente (que aumenta al calcinar la roca), baja conductividad térmica, alto punto de fusión
(entre 1.400 y 1.700ªC), y moderado poder abrasivo. Así, sus aplicaciones concretas son las siguientes:
Como filtros y clarificadores de grandes volúmenes de líquidos; en procesos químicos y metalúrgicos; en
la producción de alimentos, productos farmacéuticos, etc.; como carga, aislante, absorbente, aditivo en
cementos, fuente de sílice reactiva, entre otras.
En cuanto a producción, en España existen yacimientos de diatomitas relativamente importantes, en es-
pecial en el Sur y Sudeste de la península, en formaciones marinas o continentales terciarias, en concreto

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en la Cuenca del Guadalquivir y en la zona Prebética manchega (Sierra de Alcaraz, Albacete). Las únicas
en actividad en la actualidad son las de Albacete, con una producción anual de unas 75.000 t.
Fosforitas
Las fosforitas son rocas que contienen al menos un 20% de P2O5, en forma de flourapatito criptocristalino
("colofana"), que suelen aparecer como capas de espesor variable, de aspecto semejante al de muchas
capas de calizas fosilíferas o pisolíticas, aunque con colores más oscuros.

Su origen es aún objeto de debate, pero parece evidente que se forman bajo las siguientes condiciones: 1)
presencia de surgencias (upwellings) de aguas frías ricas en fósforo inorgánico disuelto (DIP en inglés); y
2) presencia de una plataforma marina, somera y con aguas cálidas, en la que se produce la acumulación
del fosfato orgánico. El fósforo, un nutriente esencial, dispara la formación del fitoplancton, el cual a su
vez, al ser la base de la cadena trófica marina, multiplica la vida de organismos superiores (p.ej., peces).
Tanto el fitoplancton como los peces al morir van a parar al fondo de la plataforma, sufriendo sus partes
orgánicas una degradación que supone la acumulación de sus esqueletos. El continuo reflujo de fósforo
por las surgencias produce una continua transformación de estos esqueletos en hidroxi- y flúor-apatito.
También pueden formarse como consecuencia de procesos diagenéticos de reemplazamiento de calizas
por el apatito, por sustitución del anión carbonato por el fosfato.
Se explotan para su tratamiento con ácido sulfúrico para la obtención de fertilizantes (superfosfatos). Las
principales áreas productoras, en el Sahara ex-español (Fos-Bucraa) y en Estados Unidos (Florida y
Wyoming-Idaho). En España, fosforitas atípicas, de origen turbidítico y de edad precámbrica en la zona
Norte de la Provincia de Ciudad Real y Sur de la de Toledo (Fontanarejo-Horcajo de los Montes-Robledo
del Mazo), que no han llegado a ponerse en explotación hasta la fecha.

Lecturas recomendadas
Arias Prieto, D. (1992). Geoquímica y mineralogía del yacimiento de Pb-Zn de Rubiales (Lugo). In: García
Guinea, J.; Martínez Frías, J. (Coord.). Recursos Minerales de España. Textos Universitarios, CSIC. 969-
984.
Bustillo Revuelta, M. (1992). Los yacimientos de Pb-Zn del tipo “Mississippi Valley”: Visión global. In: Gar-
cía Guinea, J.; Martínez Frías, J. (Coord.). Recursos Minerales de España. Textos Universitarios, CSIC.
939-946.
Evans, A.M. (1993). Ore geology and industrial minerals: An introduction. Blackwell Science, 389 pg.
Guilbert, J.M.; Park, Ch.F. (1986). The geology of ore deposits. Freeman. 985 pg.
Krauskopf, K.B.; Bird, D.K. (1995). Introduction to geochemistry. McGraw-Hill International Editions. 647
pg.
Seebold, I.; Fernández, G.; Reinoso, J.; Alonso, J.; Escayo, M.A.; Gómez, M. (1992). Yacimientos estrato-
ligados de blenda, galena y marcasita en dolomías: Mina de Reocín (Cantabria). In: García Guinea, J.;
Martínez Frías, J. (Coord.). Recursos Minerales de España. Textos Universitarios, CSIC. 949-968.
Tucker, M.E. (1991). Sedimentary petrology. Backwell Science. 260 pg.

29 de 71
8.- ROCAS Y YACIMIENTOS DE PRECIPITACIÓN QUÍMICA

Evaporitas marinas
Evaporitas lacustres
Sulfato sódico
Arcillas fibrosas
Evaporitas de medios desérticos
Yacimientos de azufre
Evaporitas y holocinesis o diapiriesmo
Yacimientos de hierro
Formaciones de hierro bandeadas (BIF)
Ironstones
Yacimientos de manganeso
Lecturas recomendadas

La precipitación química directa de los iones contenidos en las aguas que rellenan las cuencas sedi-
mentarias da origen a diversos tipos de yacimientos, entre los cuales los más característicos son los de
evaporitas. En el resto de los casos, y en especial en el caso de yacimientos metálicos, la presencia de
estos iones en el agua de la cuenca correspondiente a menudo está relacionada con actividad volcánica,
lo que hace que este tipo de yacimientos se agrupen como volcano-sedimentarios, o exhalativo-
sedimentarios. No obstante, algunos de ellos sí se describen como relacionados con procesos sedimenta-
rios sin participación volcánica, como es el caso de los nódulos de manganeso de los fondos abisales.
Las rocas evaporíticas son las principales rocas químicas, es decir, formadas por precipitación química
directa de los componentes minerales. Suelen formarse a partir del agua de mar, si bien también existen
evaporitas continentales, formadas en lagos salados, o en regiones desérticas que se inundan esporádi-
camente.
Se originan, por tanto, como consecuencia de la evaporación de aguas conteniendo abundantes sales en
disolución. Al alcanzarse, por evaporación, el nivel de saturación en las sales correspondientes, se produ-
ce la precipitación del mineral que forma ese compuesto. A menudo se producen precipitaciones sucesi-
vas: en un primer momento precipitan las sales menos solubles, y cuando aumenta la evaporación van
precipitando las más solubles.

EVAPORITAS MARINAS
Los mares contienen la mayor proporción de sales. En concreto, el contenido medio en sales de los
mares es del siguiente orden:
Ión Concentración (ppm)

Cl - 19.010
2-
(SO4) 2.717
-
(HCO3) 137
+
Na 10.800
2+
Mg 1.296
2+
Ca 413

K+ 407
La salinidad media del agua del mar es del orden de 3.5%, valor que es relativamente homogéneo en
términos de grandes océanos. Este valor se hace mayor es determinados casos, alcanzando valores de
incluso el 30%.
Para que se pueda producir la concentración de las sales que lleve a la saturación, debe darse un meca-
nismo que favorezca la evaporación del agua en volúmenes reducidos, y sin comunicación con el mar que
renueve el agua de concentración normal. Esto se produce en un tipo determinado de medios sedimenta-
rios: las albuferas, en las que existe un brazo de mar individualizado del mismo por una barra de arena,
que permite ocasionalmente el paso del agua, pero la aísla durante largos periodos de tiempo. En estas
condiciones, y bajo una fuerte insolación, el agua se evapora, aumentando progresivamente la concentra-
ción en sales, hasta que durante una tormenta o una pleamar especialmente intensa vuelve a introducir

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agua de mar en la cuenca, reiniciando el pro-
ceso.

En cualquier caso, el contenido medio en


sales de los mares y océanos permite esta-
blecer la naturaleza de las sales que precipi-
tan a partir del agua de mar: en primer lugar
se alcanza la saturación en sulfato cálcico,
que es el menos soluble, así que serán yeso
o anhidrita los primeros minerales que precipi-
ten. A continuación se produce la saturación
en cloruro sódico, produciéndose la precipita-
ción de halita. Por último precipitan los cloru-
ros de potasio y magnesio (silvina, carnali-
ta...), que son los más solubles. A menudo
estos minerales aparecen constituyendo ca-
pas dentro de las formaciones evaporíticas,
con yeso en las capas basales, halita en las
intermedias, y sales potásicas y magnésicas
en las más altas (ver figura).
Sobre este modelo general, en cada cuenca
concreta suele darse un predominio de unos u
otros minerales: en algunos casos será el
yeso (a menudo acompañado de anhidrita) el
mineral mayoritario, lo que permite su explo-
tación, en otros, el cloruro sódico (halita), y en
otros, los cloruros de potasio y magnesio [sil-
vina (KCl), carnalita (KMgCl 3 · 6 H2O), poliha-
lita (K2Ca2Mg(SO4)4 · 2 H2O, como más im-
portantes].
Este último tipo constituye los yacimientos de
este grupo de mayor valor económico, los
denominados yacimientos potásicos, de los
que se extraen las sales potásicas o "potasas", para su uso como fertilizante. Para que se formen este tipo
de yacimientos, se requieren condiciones geológicas y climáticas muy extremas: cuencas relativamente
profundas, de ambiente marino confinado, y sometidas a condiciones climáticas de gran aridez.
En cuanto a las aplicaciones de este tipo de rocas, son tan variadas como su propia naturaleza: las ricas
en yeso se explotan para obtener material de construcción (la escayola, obtenida por calcinación del ye-
so), las ricas en halita, para obtener cloruro sódico, para su empleo industrial en la obtención de cloro y
sus derivados, y sosa y sus derivados, así como para la industria alimentaria, mientras que las sales potá-
sicas se explotan para obtener fertilizantes, como ya se ha expresado, y para fabricación de jabones, vi-
drios especiales, cerámicas.
Yacimientos importantes a nivel mundial son los de Rusia (Solikamsk en los Urales, Soligorsk en Bielorru-
sia), Canadá (Saskatchewan y New Brunswick) Alemania (Hannover y Stassfurt). Es España los yacimien-
tos evaporíticos más importantes se localizan en las series Terciarias de la zona externa del Pirineo –
Valle del Ebro(Suria-Cardona), en la Cordillera Cantábrica (Cabezón de la Sal), y en general, en las cuen-
cas marinas terciarias, como la depresión del Guadalquivir.
Datos de producción española de yeso, halita, sales potásicas.

EVAPORITAS LACUSTRES
Los lagos contienen por lo general aguas dulces, pero en ocasiones pueden llegar a contener aguas ricas
en sales, que pueden ser distintas a las que encontramos en el mar, al menos cuantitativamente. En con-
creto, tres son los tipos de yacimientos minerales que pueden formarse a partir de las aguas de lagos sali-
nos intracontinentales: depósitos de sales sulfatadas sódicas (thenardita, glauberita) o magnésicas (ep-
somita), depósitos de carbonatos alcalinos (trona, natron), y depósitos de arcillas especiales (sepiolita,
palygorskita). De ellos tienen importancia sobre todo los de sulfato sódico y arcillas especiales.
Los de sulfato sódico constituyen acumulaciones estratificadas de estos minerales (thenardita y glauberi-
ta mayoritarios, a menudo acompañados de otras sales, como halita, yeso, polihalita, y otros sulfatos más
o menos complejos e hidratados de Na, Ca y Mg, fundamentalmente, a menudos interestratificados tam-
bién con niveles arcillosos.

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Se explotan para la extracción del sulfato sódico puro, que se emplea sobre todo en la fabricación de de-
tergente sólido, en sustitución de los fosfatos, que producen efectos medioambientales indeseados (eutro-
fización). También, en la fabricación del papel kraft, y de vidrios especiales.
Las principales áreas de explotación de estos yacimientos son los lagos salinos del Norte-Centro de
EE.UU. y Sur-Centro de Canadá (el Gran Lago Salado, de Salt Lake City, Utah, como más importante), el
Lago Searles. En España existen también importantes yacimientos de este tipo, intercalados en los sedi-
mentos terciarios de las cuencas de Madrid (los más importantes: Villaconejos, M. y Villarrubia de Santia-
go, Toledo) y del Ebro (Alcandrade-Arrúbal, La Rioja y San Adrián, Navarra).
Producción española
El otro tipo de yacimientos que pueden formarse en este tipo de cuencas son los de arcillas especiales,
fibrosas (sepiolita-palygorskita). En concreto, se señala que la palygorskita es característica de ambien-
tes marinos, mientras que la sepiolita lo es de ambientes continentales. El origen estaría en la precipita-
ción química directa de este mineral en medios evaporíticos atípicos (fundamentalmente pantanos de re-
giones áridas) caracterizados por la escasez de aniones cloruro y sulfato y la abundancia de cationes,
especialmente Mg. Suelen constituir masas lentejonares, de espesor y continuidad lateral variable, interca-
ladas entre materiales detrítico-carbonatados, a menudo directamente relacionados con secuencias eva-
poríticas típicas.
Datos de producción española de sepiolita y palygorskita.

EVAPORITAS DE MEDIOS DESÉRTICOS


En los grandes desiertos la meteorización química actúa generando sales solubles que quedan durante
largos periodos de tiempo sobre las rocas a partir de las cuales se forman. Pero cuando se producen llu-
vias torrenciales, escasas pero no excesivamente infrecuentes en estos climas, se produce el lavado de
estas sales, que forman grandes charcas, que al cesar las lluvias se evaporan rápidamente y producen la
concentración de las sales arrastradas.
En estas condiciones se forman concentraciones salinas de composición muy variable, en función de la
naturaleza de las rocas existentes en la zona. Ejemplos conocidos son el Salar de Atacama, en Chile, en
el que se produce la concentración de halita enriquecida en elementos como Mg, K, Li y B (ver la gama de
productos), el Valle de la Muerte, en el Desierto de Mojave (SE de California, EE.UU.), en el que el mineral
concentrado es el bórax, o las zonas desérticas de alta montaña (Himalaya) de Cachemira (India), en la
que también se localizan lagos ricos en depósitos de bórax.

YACIMIENTOS DE AZUFRE
El azufre nativo a menudo se encuentra asociado a los yacimientos de yeso evaporítico, como conse-
cuencia de la acción de bacterias sulforreductoras, que transforman el sulfato en sulfuro, que se reduce a
su vez para dar azufre nativo. Se forman así concentraciones masivas de azufre sedimentario, que junto
con las de origen volcánico constituyen los principales tipos de yacimientos de este elemento. No se pue-
den considerar, por tanto, yacimientos químicos en sentido estricto, sino bioquímico, aunque aparecen
asociados a los yacimientos químicos de evaporitas.
Es interesante describir brevemente el método de explotación utilizado para este elemento: el denominado
"método Frasch", consistente en la inyección de agua sobrecalentada o de vapor de agua en las formacio-
nes que contienen este elemento, debido a que éste funde a 112ºC, y a 160ºC constituye un líquido de
viscosidad muy baja, que fluye con gran facilidad y puede ser bombeado hasta superficie.

EVAPORITAS Y HALOCINESIS O DIAPIRISMO


Un carácter común en los yacimientos de evaporitas, que afecta a su morfología respecto a las series
sedimentarias que los albergan, es que pueden haber sufrido los efectos del proceso denominado diapi-
rismo o halocinesis, es decir, el movimiento de las masas salinas a lo largo de series sedimentarias para
dar origen a los denominados diapiros.
Este fenómeno está relacionado con dos características típicas de estos materiales: su baja densidad y su
comportamiento mecánico, de carácter viscoso. De esta forma, cuando una capa potente, o toda una for-
mación de estos materiales intercalados entre otros más densos sufre una incipiente deformación tectóni-
ca que implica la formación de un bucle, se produce una cierta migración de material hacia la zona del
bucle que incrementa localmente el espesor de la capa o formación en ese punto. Este aumento de poten-
cia implica también un aumento de volumen, y a su vez, un aumento del empuje de Arquímedes producido
por la diferencia de densidad entre estas rocas y las situadas por encima y debajo, que se traduce en el
desencadenamiento de un proceso de ascenso de los materiales, formado el diapiro propiamente dicho.
La morfología final de estos diapiros puede ser muy variada, en función de distintos factores, entre los que
destacan la potencia original de la capa o formación salina, y la naturaleza y comportamiento mecánico de
las rocas suprayacentes, afectadas por el proceso de halocinesis.
Este proceso es, por tanto, el responsable de que las evaporitas, a pesar de tratarse de rocas sedimenta-
rias, a menudo formando parte de series sedimentarias de regiones muy poco afectadas por deformación

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tectónica, no se encuentren constituyendo capas horizontales, perfectamente interestratificadas en las
series originales, sino formando estas estructuras, de morfologías más o menos complejas, y que incluso
pueden mostrar actividad a escala de observación directa, como es el caso, por ejemplo, del diapiro de
Cardona (Barcelona), en el que se registran ascensos anuales de 5 a 10 mm.

YACIMIENTOS DE HIERRO
El hierro, en forma de óxidos e hidróxidos, constituye un metal que se acumula en determinados medios
sedimentarios, dando origen a yacimientos que llegan a ser de enormes dimensiones. En el detalle, existe
una gran variedad de tipos de concentraciones de óxidos/hidróxidos de hierro de origen sedimentario, que
van desde las grandes acumulaciones de tipo BIF, hasta las pequeñas costras ferruginosas que se forman
en algunas fuentes, o los nódulos de goethita que se forman en medios pantanosos ("hierros de los pan-
tanos"). De entre todas estas variedades, las de mayor interés minero son dos: las de tipo BIF, y los de-
nominados "ironstones".
Los BIF (Banded Iron Formations) o Formaciones de hierro bandeadas, corresponden a alternancias mili-
métricas a centimétricas de óxidos de hierro con jaspes (foto 1). Llegan a tener decenas de metros de
espesor (foto 2), y contienen óxidos e hidróxidos de hierro: hematites en los que no han sido afectados por
metamorfismo regional, y magnetita en los que sí han sufrido este proceso (la mayor parte).

El origen de estos yacimientos tipo BIF ha sido objeto de debate hasta fecha reciente, en que se ha esta-
blecido su origen como probablemente relacionado con el cambio en el quimismo de la atmósfera terres-
tre: originalmente ésta no contenía oxígeno, siendo por tanto de carácter reductor. En estas condiciones,
2+
el hierro presente en las rocas era fácilmente puesto en disolución en forma de Fe , altamente soluble.
De esta forma, los océanos terrestres llegarían a contener grandes cantidades de hierro en disolución.
Con la aparición de la vida, las bacterias primitivas comenzarían a generar oxígeno como consecuencia de
su metabolismo fotosintético, consumiendo CO2 y agua para producir oxígeno. La concentración de éste
en el aire iría aumentando, y dio origen a la posibilidad de oxidar al hierro disuelto en los océanos, dando
origen a óxidos e hidróxidos (hematites-goethita) que precipitarían para dar estas Formaciones.
Los Ironstones corresponden a capas de espesor métrico de óxidos e hidróxidos de hierro con texturas
oolíticas que aparecen intercalados en secuencias marinas someras, de calizas limos y areniscas, de
edades variadas. Su origen es aún discutido, y podrían haberse formado como consecuencia de la erosión
y redepósito de formaciones lateríticas.

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YACIMIENTOS DE MANGANESO
Los óxidos de manganeso constituyen yacimientos de tipología muy variada, que van desde tipologías
epigenéticas, filonianas, a claramente sedimentarias, y dentro de esta categoría podemos di ferenciar en-
tre los estrictamente sedimentarios, no ligados a actividad volcánica, y los claramente relacionados con
ésta, que se estudian en el capítulo 11.
A su vez, los yacimientos puramente sedimentarios de manganeso pueden ser de dos tipos claramente
diferenciados:
1. Los que se localizan en áreas marginales de cuencas euxínicas (reductoras), que constituyen
acumulaciones pisolíticas u oolíticas de estos minerales (normalmente, pirolusita y criptomelana),
a menudo asociados con carbonatos de manganeso (rodocrosita), que llegan a ser también explo-
tables.
2. Los que se localizan en los fondos oceánicos profundos, que constituyen acumulaciones nodula-
res de óxidos de Mn, a menudo con ciertos contenidos en Cr y ¿qué mas?. Su formación parece
estar relacionada con actividad hidrotermal submarina, aunque no en su proximidad inmediata.

Lecturas recomendadas
Alonso, H.; Risacher, F. (1996) Geoquímica del Salar de Atacama, parte 1: origen de los componentes y
balance salino. Revista Geológica de Chile, 23-2, 113-122.
Galán, E. (1992). Palygoskita y sepiolita. In: J. Gacía Guinea & J. Martínz Frías (eds.) Recursos Minerales
de España. Ed. Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Madrid, 71-94.
García del Cura, M.A.; Ordóñez, S. (1991). El sulfato sódico natural: Características generales y yacimien-
tos. In: R. Lunar & R. Oyarzun (eds.) Yacimientos minerales. Técnicas de estudio – Tipos – Evolución
metalogénica – Exploración. Ed. Centro de Estudios Ramón Areces, Madrid, 1211-1228.
Ordóñez, S.; García del Cura, M.A. (1991) El sulfato sódico natural en España: Las sales sódicas de la
Cuenca de Madrid. In: R. Lunar & R. Oyarzun (eds.) Yacimientos minerales. Técnicas de estudio – Tipos –
Evolución metalogénica – Exploración. Ed. Centro de Estudios Ramón Areces, Madrid, 1229-1250.
Ortí, R.; Rosell, L.; Salvany, J.M. (1991). Depósitos evaporíticos de España: Aspectos geológicos y recur-
sos.In: R. Lunar & R. Oyarzun (eds.) Yacimientos minerales. Técnicas de estudio – Tipos – Evolución me-
talogénica – Exploración. Ed. Centro de Estudios Ramón Areces, Madrid, 1171-1210.
Ramírez, A. (1991). Yacimientos potásicos. In: R. Lunar & R. Oyarzun (eds.) Yacimientos minerales. Téc-
nicas de estudio – Tipos – Evolución metalogénica – Exploración. Ed. Centro de Estudios Ramón Areces,
Madrid, 645-672.
Risacher, F.; Alonso, H. (1996). Geoquímica del Salar de Atacama, parte 2: Evolución de las aguas. Revis-
ta Geológica de Chile, 23-2, 123-134.
Salvany, J.M.; Ortí Cabo, F. (1991) El yacimiento glauberítico de Alcanadre: Procesos sedimentarios y
diagenéticos (Mioceno Inferior, Cuenca del Ebro).In: R. Lunar & R. Oyarzun (eds.) Yacimientos minerales.
Técnicas de estudio – Tipos – Evolución metalogénica – Exploración. Ed. Centro de Estudios Ramón Are-
ces, Madrid, 1251-1274.

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9.- RECURSOS ENERGÉTICOS DE ORIGEN ORGÁNICO
Hidrocarburos naturales
Gas natural
El crudo ó petróleo líquido
Los hidrocarburos sólidos
El carbón
Composición y propiedades
Clasificación del carbón
Origen
Carbonización o coalificación
Lecturas recomendadas
Se incluyen aquí fundamentalmente el carbón y los hidrocarburos naturales (petróleo y gas), que se
forman no como consecuencia de la acumulación de los restos inorgánicos de organismos (sedimentación
bioquímica, que hemos visto en el Tema 7), sino de la acumulación, degradación y evolución de los pro-
pios restos orgánicos de estos organismos. La principal diferencia entre los tipos señalados es que el car-
bón se forma fundamentalmente a partir de restos de vegetales superiores (hojas, tallos, troncos...), mien-
tras que petróleo y gas se forman a partir de microorganismos (plancton, algas, bacterias...).

HIDROCARBUROS NATURALES
El petróleo y el gas natural, los hidrocarburos fósiles, están constituidos casi exclusivamente por hidrocar-
buros, es decir, compuestos orgánicos, más o menos complejos, de Carbono e Hidrógeno, mezclados en
proporciones diversas entre sí, y con otros compuestos químicos: su composición elemental se muestra
en la Tabla adjunta:

ELEMENTO RANGO (%) TIPICO (%)

Carbono 85-95 85

Hidrógeno 5-15 13

Azufre <5 1,3

Oxígeno <2 0,5

Nitrógeno < 0,9 0,2

Metales < 0,1

Se originan como un paso intermedio de la degradación de la materia orgánica, en medio anaerobio, y


en un rango concreto de presiones y temperaturas. El producto intermedio que da origen a estos produc-
tos, a partir de las rocas que lo contienen, recibe el nombre de kerógeno. Los hidrocarburos se forman en
rocas arcillosas que contienen este kerógeno (rocas madre). Sin embargo, para poder ser explotables
(extraíbles por bombeo), estos hidrocarburos han de migrar a rocas porosas y permeables (las rocas al-
macén) y quedar atrapados por algún mecanismo que impida que la migración los lleva hasta la superficie:
las trampas petrolíferas. Estas pueden ser de muy diversos tipos, aunque las más comunes correspon-
den a pliegues anticlinales. La figura 1 muestra una trampa mixta, formada por un anticlinal y un a falla,
mientras que la figura 2, muestra a su vez la distribución de las reservas mundiales de crudo en grandes
yacimientos en los diferentes tipos de trampas, obervándose como la mayor parte corresponde a las es-
trucuras anticlinales.

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La explicación a esta diferencia está en que, como muestra la figura 3, los anticlinales actúan a modo de
bóvedas, abarcando una amplia zona receptora, mientras que otras, como los cambios de facies, recogen
únicamente crudo procedente de la propia capa, o de las inmediatamente adyacentes.

Los hidrocarburos en la naturaleza aparecen en tres formas principales:


 Como gas natural
 Como petróleo crudo, líquido
 Como arenas asfálticas (tar sands) y pizarras bituminosas (oil shales).

Gas Natural
El gas natural se encuentra en dos tipos de yacimientos:
 Yacimientos de gas individualizado
 Yacimientos asociados a los de petróleo, en las zonas altas de los mismos, o en disolución en la
fase líquida.
Los yacimientos de gas natural están compuestos fundamentalmente por metano, que llega a constituir
hasta el 100% de los mismos (gas seco). Además, puede incluir otros hidrocarburos gaseosos, como eta-
no, propano, butano, ..., en proporción decreciente con el número de Carbonos. Otros constituyentes,
minoritarios pero frecuentes, son: H2S, N2, He, Ar, ...
Su poder calorífico constituye la base de su interés económico. Es variable, según la composición especí-
fica del gas. El valor medio es de 38 a 40 megajulio/Kg, ó 9.500-10.000 Cal/gr.
El Crudo ó Petróleo líquido
Está constituido por hidrocarburos líquidos fundamentalmente, y puede tener en solución hidrocarburos
gaseosos (los denominados crudos ligeros), o sólidos (crudos pesados). Otros constituyentes pueden ser:
compuestos sulfurados en diversas formas orgánicas, compuestos nitrogenados, también de carácter or-
gánico, y compuestos oxigenados, como los ácidos grasos. Sus características físicas y económicas están
muy relacionadas con la composición.
La principal característica económica de los petróleos es su poder calorífico, que hace que sean utiliza-
bles como fuentes de energía. Este parámetro varía en función de la densidad, y, por tanto, de la compo-
sición química concreta:
11.700 - 11.100 cal/gr. para un crudo de 0.7 a 0.8
11.100 - 10.675 cal/gr. para un crudo de 0.8 a 0.9
10.675 a 10.500 cal/gr. para un crudo de 0.9 a 0.95
Así, el poder calorífico es mayor para los crudos ligeros que para los pesados.
Como comparación, una hulla presenta un poder calorífico entre 5.600 y 8.000 cal/gr, con lo que, a efectos
de poder calorífico:

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3
1,5 t carbón = 1 t petróleo = 1.000 m gas
Un carácter importante de los crudos es su densidad, ya que es un reflejo directo de su composición quí-
mica. Aumenta con el porcentaje de hidrocarburos y productos pesados, en especial de resinas y asfalte-
nos. Disminuye con la temperatura a la que se encontraba el petróleo en su ambiente de generación, lo
que implica que los yacimientos profundos, enterrados a mayores profundidades, contendrán crudos me-
nos densos.
3
La densidad se expresa en gr/ml, o en gr/cm , o, más comúnmente, en grados API, que evolucionan in-
versamente:
- 1 gr/ml (igual que el agua) = 10º API (crudos pesados)
- 0.77 gr/ml = 50º API (crudos ligeros)
Este parámetro es un criterio muy representativo de la calidad económica del crudo, y se utiliza para fijar
su precio. Los términos comerciales que se utilizan son: crudos ligeros (31.1ºAPI); medios (22.3-31.1ºAPI);
pesados (10-22.3ºAPI) y extrapesados (<10ºAPI).
La principal aplicación del crudo es para obtención de energía, a través de sus productos refinados: gaso-
lina, gas-oil (diesel), fuel-oil, keroseno, etc. Otros usos: materia prima para la industria petroquímica (polí-
meros, etc.); materia prima para lubrificantes (aceites y grasas para motores); aglomerantes asfálticos
(fracciones pesadas).
Los Hidrocarburos sólidos
Se incluyen aquí los hidrocarburos naturales de carácter sólido. Pueden ser de dos tipos diferentes: hidra-
tos de metano, y bitúmenes y asfaltos. Los hidratos de metano son muy poco abundantes en la naturale-
za, por lo que no vamos a insistir en su descripción. La familia de los bitúmenes es mucho más importante,
ya que aparece en dos tipos importantes de yacimientos: arenas asfálticas (tar sands), y pizarras bitumi-
nosas (oil shales).
Los bitúmenes se pueden definir, desde el punto de vista de explotación, como mezclas viscosas natura-
les de hidrocarburos de molécula muy pesada, y productos sulfurosos minoritarios. Su alta densidad y
viscosidad impide su explotación convencional por bombeo.
Los hidrocarburos semirrefinados que se pueden extraer de los bitúmenes reciben el nombre de crudos
sintéticos.
Las rocas que contienen proporciones importantes de estos bitúmenes pueden ser de dos tipos: Arenas
asfálticas y pizarras bituminosas.
Las Arenas asfálticas son rocas sedimentarias, consolidadas o no, que contienen productos petrolíferos
pesados, de viscosidad muy elevada, que no pueden ser recuperados por medios tradicionales.
Se trata de arenas gruesas, bien clasificadas, porosas y permeables, en las que el bitumen representa del
orden del 18 al 20% en peso de la roca.
Desde el punto de vista geoquímico, están formadas fundamentalmente por asfaltenos y productos com-
plejos ricos en nitrógeno, azufre, oxígeno, frente a productos saturados y ligeros.
Las pizarras bituminosas son rocas sedimentarias pelíticas (arcillosas), menos a menudo carbonatadas
(margas), ricas en kerógeno y pobres en bitumen (0.5-5%), y capaces de producir hidrocarburos por piróli-
sis, a unos 500&deg;C. Ocasionalmente reciben la denominación de "esquistos bituminosos", lo que resul-
ta equívoco con respecto a su naturaleza petrográfica, puesto que nunca se trata de materiales metamór-
ficos.
La materia orgánica que contienen está formada por restos de algas lacustres o marinas.
Su composición química es muy variable y compleja, generalmente con altas relaciones H/C (1.25-1.75), y
con relaciones O/C entre 0.2 y 0.02.

EL CARBÓN
El carbón se forma como consecuencia de la acumulación y evolución de la materia orgánica de origen
vegetal que se produce en determinadas cuencas sedimentarias.
El carbón es una roca sedimentaria combustible con más del 50% en peso y más del 70% en volumen de
materia carbonosa, formada por compactación y maduración de restos vegetales superiores.
Desde el punto de vista estratigráfico, es una roca sedimentaria organoclástica de grano fino, compuesta
esencialmente por restos litificados de plantas, que aparece constituyendo secuencias características que
reciben el nombre de ciclotemas.
Composición y propiedades
Dentro de la composición química del carbón se debe diferenciar entre los datos correspondientes a la
estructura química del carbón, y los correspondientes a su composición elemental. Así mismo, es necesa-
rio diferenciar aquellos datos relacionados con la medida de algunos parámetros de importancia tecnológi-
ca. Otros parámetros de gran importancia en la actualidad son los referidos al contenido en elementos
menores que puedan liberarse durante el proceso de combustión, y que pueden tener efectos nocivos
para la salud humana o del medio ambiente.
Los parámetros tecnológicos que se utilizan para definir un carbón son: el contenido en humedad, la
proporción de volátiles, el contenido en cenizas, y el poder calorífico.

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El contenido en humedad se determina por la pérdida de peso relativa de la muestra calentada a 107ºC
durante una hora en una atmósfera inerte.
La proporción de volátiles viene dada por la pérdida de peso de una muestra seca por calentamiento a
temperaturas entre 875 y 1050ºC fuera del contacto con el aire.
El contenido en cenizas se determina por combustión en aire; el residuo, expresado como tanto por ciento
con respecto del peso original de la muestra, constituye la expresión de este parámetro. Sería un fiel refle-
jo del contenido en materia mineral de un carbón, de no ser por el hecho de que en la fracción inorgánica
de éste pueden existir carbonatos y sulfuros que se descomponen a esas temperaturas.
El poder calorífico se determina por combustión dentro de un calorímetro.
Otra propiedad importante del carbón es su densidad, que se relaciona de forma directa con su contenido
en cenizas. Todos los procesos de lavado y concentración de carbones se basan en el aprovechamiento
de esta propiedad.
Desde el punto de vista elemental, el carbón está constituido fundamentalmente por C, H y O, con pro-
porciones menores de N y S.
Clasificación del carbón
El carbón se clasifica según diversos criterios:
- Tipo: diferencias en el tipo y clase de material vegetal que contenga, traducida a los de-
nominados componentes macroscópicos del carbón: fusita, durita, clarita y vitrita.
- Rango: diferencias en el grado de evolución o carbonización que haya sufrido, debidos a
las condiciones de presión y temperatura a que hayan estado sometidos. Es la evolución
de turba a lignito, hulla y antracita.
- Grado: por el nivel de impurezas (cenizas) que contenga.

Lignito Hulla Antracita

Densidad 1.1-1.3 1.2-1.5 1.4-1.8

Humedad (%) 20-50 3-25 3-5

%C 27-31 37-86 89-98

% Volátiles 25-55 25-50 2-14

P. Calorífico 2000-4000 3500-7500 7000-8350


Cal/Kg.

Propiedades del carbón según su rango

Origen:
El origen del carbón está en relación evidente con la acumulación de materia vegetal superior (troncos,
ramas, hojas) en cuencas marinas o continentales. Los parámetros que definen la posibilidad de acumula-
ción de la materia vegetal que va a dar origen al carbón son similares a los que permiten la acumulación
de microorganismos para dar lugar al petróleo:
- Medios protegidos del influjo detrítico
- Profundidad adecuada del medio, para evitar oxidación y permitir la acumulación vegetal.
- pH bajo de las aguas, dado que un pH5 produce la degradación de la materia vegetal.
- Subsidencia continuada del fondo, para mantener unas condiciones uniformes a lo largo
del tiempo.
Esta acumulación se puede producir en el propio medio de vida de las plantas, o en medios distintos al de
formación, como deltas, estuarios o albuferas. Esto permite diferenciar carbones autóctonos, formados en
el propio medio de vida, y aloctónos, formados en un medio diferente al de vida: la materia vegetal ha su-
frido un transporte, más o menos largo.
Según el tipo de medio de formación, también se diferencian los carbones límnicos (formados en medios
lacustres), y parálicos (formados en medio marino).
En concreto, los medios en los que pueden darse procesos de acumulación de materia vegetal son:
- Marismas, saladas o salobres. Son zonas con comunicación ocasional con el mar, en
que se puede producir una importante actividad biológica vegetal.

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- Zonas pantanosas, ciénagas, canales, lagos y charcas intracontinentales, con vegeta-
ción de tipos diversos (herbácea, leñosa, ...) según su profundidad, condiciones del fondo,
temperatura de las aguas, etc. (figura ).
- Manglares de las zonas tropicales.
- Ambientes fluviales y deltáicos.
Uno de los medios sedimentarios mas favorables para la acumulación de materia carbonífera que da ori-
gen al carbón son los deltas, cuyas secuencias estratigráficas normales son muy semejantes a las que
encontramos en los ciclotemas, constituidas por alternancias de capas de carbón con material arcilloso o
arenoso.
Un factor también importante es el paleoclima, o sea, el clima imperante en la época de formación del
carbón. El mas favorable es el paleoclima tropical, generador de vegetaciones exuberantes.
Otra cuestión importante en cuanto al origen del carbón es la edad de las series sedimentarias en que
aparece: las plantas vasculares aparecen en el Silúrico, y pueblan la superficie de La Tierra en el Devóni-
co. Ello implica que los yacimientos más antiguos de carbón conocidos sean de edad Devónica. Poste-
riormente, se dan yacimientos de carbón de todas las edades, pero hay períodos especialmente favora-
bles:

% sobre Recursos mundiales


Carbonífero Inferior 1,0
Carbonífero Medio – Superior 14,5
Pérmico 24,4
Triásico 0,5
Jurásico 14,2
Cretácico 16,7
Paleógeno – Neógeno 28,7
Ello se explica por factores fundamentalmente paleoclimáticos, y de tipo de vegetación predominante en
cada uno de los períodos.
Carbonización o Coalificación
Hace más de 100 años se enunciaba la llamada regla de Hill, según la cual a medida que se profundiza en
una explotación de carbón, el contenido en volátiles disminuye. Esta idea simple es la base conceptual en
la que se apoya la evolución de la materia orgánica durante el enterramiento subsecuente a la sedimenta-
ción. Es un proceso esencialmente físico-químico, con participación biológica en las primeras etapas, que
se conoce con el nombre de carbonización o coalificación.
Los factores que influyen en este proceso son: temperatura, presión y tiempo. Los dos primeros están
relacionados con el enterramiento y con el gradiente geotérmico: en condiciones normales un enterramien-
to produce un aumento de presión debido al peso de los sedimentos suprayacentes, y un aumento de
temperatura del orden de 33ºC/Km (gradiente geotérmico medio), si bien en zonas concretas este gradien-
te puede ser mucho más alto.
El factor tiempo tiene una importancia extraordinaria: la incorporación de la materia orgánica a los sedi-
mentos se realiza a través de geles (geopolímeros), que sufren procesos de envejecimiento que les llevan
primero a deshidratarse, luego a reordenarse y formar moléculas con mayor grado de orden, hasta dar
formas cristalinas incipientes. Este proceso puede tener lugar independientemente de la temperatura y de
la presión, siendo por tanto, solamente función del tiempo. Esto explica la formación de carbones en cuen-
cas antiguas que no han sufrido enterramientos importantes, como es el caso de la de Puertollano.
El principal cambio que se produce en la coalificación (ver figura) es el incremento del contenido en carbo-
no frente a volátiles y humedad, acompañado de pérdida de oxígeno en forma de H2O y CO2 (desde valo-
res por encima del 20% hasta valores próximos a cero en las antracitas) y pérdida de hidrógeno en forma
de agua e hidrocarburos ligeros (desde valores del orden del 5,5% a contenidos entre el 2,5 y el 4%) . El
contenido en carbono pasa de valores del orden del 65% a por encima del 95%.

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En los primeros estadios del proceso (transformación de la materia vegetal en turba) juega un papel impor-
tante la actividad biológica - bacteriana. En estadios sucesivos los cambios son ya de tipo físico - químico.
Lecturas recomendadas
Guillemot, J. (1971). Geología del Petróleo. Ed. Paraninfo. Madrid. 357 pg.
Hunt, J.M. (1995). Petroleum geochemistry and geology. 2nd Edition.. W.H. Freeman and Co. Nueva York.
743 pg.
Hutchison, Ch.S. (1983) Economic Deposits and their tectonic setting. Cap. 12. Mac Millan Press, London.
365 pg.
Instituto Geológico y Minero de España (1985). Actualización del inventario de recursos nacionales de
Carbón. Ministerio de Industria y Energía. Secretaría de la Energía y Recursos Minerales. 217 pg.
Landes, K.K. (1972). Geología del Petróleo. Ed. Omega. Barcelo-na. 463 pg.
Levorsen, A.I. (1973). Geología del Petróleo. Ed. Eudeba. Buenos Aires.
Perrodon, A. (1985). Géodynamique pétrolière. Genèse et repartition des gisements d'hydrocarbures. Ed.
Masson-Elf Aquitaine. 385 pg.

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10.- ROCAS Y YACIMIENTOS ORTOMAGMÁTICOS

La cristalización de los magmas da origen a una gran variedad de minerales, que se asocian para dar
origen a las diversas rocas ígneas, que a su vez pueden contener una cierta variedad de concentraciones
de determinados minerales de interés económico. Esta variedad está en relación con la variedad de pro-
cesos implicados en la génesis y evolución de los magmas desde su formación en niveles más o menos
profundos del planeta hasta su cristalización en proximidad de la superficie.

EL PROCESO MAGMÁTICO
Es un hecho de observación que existe una gran variedad de magmas, que dan origen a la gran variedad
de rocas ígneas que se pueden reconocer en el planeta. También es posible observar cómo en términos
generales los magmas (y por consiguiente, las rocas formadas a partir de éstos) se asocian con situacio-
nes geodinámicas concretas, es decir, que en situaciones geológicas equivalentes solemos encontrar los
mismos tipos de rocas ígneas. De ello se deriva la conclusión de que la formación de los magmas está
íntimamente relacionada con el marco geodinámico que se produce en los diversos ambientes derivados
de la tectónica de placas.
Ahora bien, qué es un magma, y cómo y porqué se forma? Como definición básica, un magma es un fun-
dido, que en general está formado por una fase líquida mayoritaria, a la que acompaña una fase sólida
(cristales o fragmentos de rocas) y otra gaseosa, y que se encuentra a temperaturas entre 1.500 y 800ºC.
La fase líquida suele estar formada por silicatos fundidos (aunque hay otras posibilidades, como es el caso
de los magmas carbonatíticos, formados por carbonatos), con proporciones muy variables de cationes:
Mg, Fe, Ca, Na, K...
El porqué se forman los magmas está relacionado con cambios puntuales en la termodinámica del interior
del planeta: en condiciones normales, las capas superficiales de la Tierra (litosfera) están en estado sóli-
do, debido a que a pesar de encontrarse a temperaturas lo bastante altas como para estar fundidos, la
presión es también suficiente como para incrementar el punto de fusión de los minerales lo suficiente co-
mo para evitar esta fusión. Por tanto, para que se produzca fusión ha de producirse una pérdida de pre-
sión, o un cambio en la composición de la roca que rebaje el punto de fusión de los minerales que la com-
ponen, o bien un incremento sustancial de la temperatura. El primer caso es posible por una descompre-
sión debida a la formación de fracturas profundas, que liberen la presión interna de la roca, y además fa-
vorezcan el ascenso del magma. El segundo caso también se da, y suele ser consecuencia de la adición
de volátiles a la roca (agua, CO2...) durante procesos geológicos concretos (sobre todo, la deshidratación
de corteza durante la subducción). El tercer caso se produce como consecuencia de la formación de las
denominadas plumas mantélicas (puntos calientes), que son fenómenos que incrementan la temperatura
de áreas profundas del planeta de cierta extensión. Otra posibilidad en este mismo sentido es que el in-
cremento de temperatura que origina la fusión esté relacionado con los procesos tectónicos y magmáticos
asociados al metamorfismo regional, en bordes destructivos de placas.
El proceso de fusión raramente es una fusión completa de una porción de roca más o menos voluminosa,
sino que suele ser una fusión parcial, en la que se va produciendo de forma progresiva la fusión de los
componentes minerales menos refractarios de entre los que componen la roca. Esto es especialmente
cierto en los magmas máficos, procedentes de la fusión parcial del manto superior, mientras que en los
magmas félsicos, de afinidad granítica, lo que se suele producir es un fundido de composición determina-
da a partir del conjunto de la roca, en función de su composición concreta, y de las condiciones de presión
y temperatura existentes durante el proceso de fusión. Esto es debido a que estos magmas se suelen
formar como consecuencia de procesos de anatexia, es decir, de fusión local de rocas de la corteza, in-
ducida por fenómenos asociados por lo general a metamorfismo de alto grado.
Resulta evidente que durante esta variedad de procesos, y en función de las distintas variables que hemos
mencionado, se puede originar una gran variedad de magmas, de composiciones distintas en el detalle. A
estos magmas formados "in situ", y que aún no han sufrido los procesos de diferenciación que veremos a
continuación se les denomina magmas primarios.
Una vez formados, estos magmas tienden a ascender, como consecuencia de su densidad, menor que la
de las rocas que las rodean, y de la expansión volumétrica que sufren, a la que contribuye la liberación en
los mismos de una fase gaseosa más o menos abundantes. La ascensión puede ser más o menos lenta,
desde las velocidades supersónicas que son capaces de llevar hasta la superficie magmas del manto su-
perior cargadas de fragmentos de éste de diámetro decimétrico, hasta velocidades lentas, combinadas
con estancias en cámaras magmáticas intermedias que incrementan el tiempo de residencia del magma
en capas más o menos profundas.
A su vez, el ascenso puede implicar la llegada del magma hasta la superficie, dando origen a los fenóme-
nos volcánicos, o hasta su proximidad, originando las rocas subvolcánicas, o puede ser que la roca

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quede emplazada en niveles relativamente profundos de la corteza, dando origen a las rocas plutónicas.
Estos factores implican diferencias en la velocidad a que se produce el enfriamiento del magma: en los
procesos volcánicos esta velocidad es máxima (debido al contraste entre la temperatura del magma y la
del ambiente atmosférico), lo que produce las texturas típicas de estas rocas, porfídicas y parcialmente
vítreas. En las rocas subvolcánicas el enfriamiento es algo más lento, lo que hace que no suelan contener
vidrio, aunque sí desarrollan texturas porfídicas, y/o de grano fino. En las rocas plutónicas el enfriamiento
es lento (el contraste con la temperatura de las rocas en las que encajan es aún menor), lo que favorece la
formación de cristales regulares y de grano medio o grueso.
Por otra parte, durante el ascenso se producen una serie de procesos que cambian la composición del
magma, y que se conocen con el nombre genérico de diferenciación. Los principales mecanismos de
diferenciación son los siguientes:
 Cristalización fraccionada. El magma primario puede contener cristales, o puede ser que éstos se
formen durante el ascenso, si éste es lo suficientemente lento. Cuando estos cristales tienen una
densidad distinta a la del magma, y en condiciones favorables (sobre todo, residencia en cámaras
magmáticas intermedias), se puede producir la separación de estos cristales, o bien por acumula-
ción en la parte superior de la cámara (los de feldespatos, que suelen ser los menos densos) o en
su fondo (olivino, piroxeno, que suelen ser los más densos). Esto origina la segregación de deter-
minados componentes minerales, cambiando la composición del magma residual.
 Asimilación. Durante el ascenso el magma puede fundir rocas con las que se pone en contacto,
incorporando los fundidos correspondientes a su composición, que variará de acuerdo con la
composición de las rocas asimiladas.
 Mezcla de magmas. Ocurre fundamentalmente durante la residencia en cámaras magmáticas,
como consecuencia del aporte de nuevas porciones de magmas primarios, que cambian la com-
posición del magma allí acumulado.
Como consecuencia de estos procesos de diferenciación se originan los denominados magmas diferen-
ciados o derivados, cuya composición puede ser muy diferente a la del correspondiente magma primario.
Todos estos factores (modo de formación, mayor o menor ascenso en la corteza, grado de diferenciación)
son los responsables de la gran variedad de rocas ígneas que conocemos.
Otra cuestión importante en las rocas ígneas es el orden de cristalización de sus minerales, identificable
en muchos casos por las relaciones texturales que se establecen entre ello. Este orden de cristalización
está determinado por dos factores principales: la termodinámica del proceso de cristalización, y la compo-
sición concreta del magma que cristaliza. El primer factor fue estudiado por Bowen, que observó que la
cristalización de los minerales durante el enfriamiento de un magma sigue, en términos generales, una
secuencia determinada, que se puede subdividir en dos grandes ramas (Figura): la denominada rama
discontinua (minerales ferromagnesianos), y la rama continua (plagioclasas), que convergen en un tronco
común, que corresponde a la cristalización de feldespato potásico y finalmente cuarzo, siempre los últimos
en cristalizar. Es lo que se conoce con el nombre de Serie de Bowen. La mayor o menor evolución de la
serie depende fundamentalmente del contenido inicial en sílice, debido a que las reacciones (p.ej., olivino -
> piroxeno -> anfíbol) implican un consumo creciente de este componente (Mg2SiO4 + SiO2 -> 2MgSiO3).

Por otra parte, la composición del magma impone restricciones a este secuencia, de forma que si éste es
pobre en sílice y rico en Mg, Fe, Ca (magmas máficos) solamente cristalizarán los primeros términos de
las dos series (olivino, piroxeno, plagioclasa cálcica), mientras que en los magmas más ricos en sílice y

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pobres en Mg y Fe (magmas félsicos) se formarán esos minerales durante los primeros estadios de la
cristalización magmática, pero reaccionarán con el fundido sucesivamente para dar términos más evolu-
cionados de la serie, y la roca finalmente estará formada por cuarzo, feldespato potásico, plagioclasa só-
dica y biotita. En las rocas formadas a partir de magmas de composición intermedia encontraremos, por
tanto, plagioclasa intermedia, anfíbol y piroxeno como minerales característicos (ver figura).

ROCAS PLUTÓNICAS
Las rocas plutónicas son el producto de las cristalización de magmas a profundidades considerables en la
corteza terrestre. Son rocas caracterizadas por texturas granudas, de grano medio-grueso, y con una mi-
neralogía variable, que permite su clasificación detallada, al ser estudiada mediante microscopía petrográ-
fica. En concreto, su clasificación se lleva a cabo mediante el cálculo de una serie de parámetros de
abundancia mineralógica, y el empleo de diagramas de clasificación, los más usuales de los cuales son
los de Strekeisen (1966), que se muestran (simplificados) en las figuras 5.11 nuestra y de RUB). Los pa-
rámetros utilizados son:
M: % de minerales ferromagnesianos (Sumaolivino+piroxeno+anfíbol+biotita)
Q: Contenido (%) de cuarzo, recalculado a 100% con los parámetros A y P
A: Contenido en feldespato alcalino (Sumaalbita + feldespato potásico) recalculado a 100% con los
parámetros Q y P (si la roca contiene cuarzo) o F y P (si contiene feldespatoide)
P: Contenido en plagioclasa, recalculado a 100% igual que el parámetro A
F: Contenido en feldespatoide recalculado a 100% igual que el parámetro Q
Las rocas con parámetro M igual o mayor a 90% se clasifican como ultramáficas, y su clasificación deta-
llada se basa en los contenidos en olivino, ortopiroxeno y clinopiroxeno (ver figura siguiente).

Si el valor del parámetro M es inferior al 90% se clasifican en el doble triángulo QAPF de la figura siguien-
te.

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De entre la variedad de rocas plutónicas existentes, destacaremos para su descripción detallada las más
comunes, o aquellas de más común aplicación industrial: granito, sienita, diorita, gabro y peridotita.
Granito
El granito es la roca plutónica por antonomasia, hasta el punto de que en el mundo industrial se denomi-
nan granitos a todas las rocas plutónicas, independientemente de su composición real. En sus términos
más precisos, el granito es una roca relativamente escasa, aunque difícil de diferenciar en el campo de
sus términos más próximos, sobre todo de la granodiorita, por lo que a menudo estas rocas plutónicas de
tonalidades claras se describen con el nombre genérico de granitoides.
Desde el punto de vista de su composición mineralógica, lo más característico de los granitoides es su
alto contenido en cuarzo, que implica un valor del parámetro Q entre 20 y 60%. Los feldespatos son tam-
bién componentes mayoritarios de estas rocas, y suelen ser plagioclasa sódica (oligoclasa) y/o feldespato
potásico, generalmente ortoclasa y/o microclina. Además, es frecuente que contengan biotita y/o anfíbol, y
en ocasiones moscovita (granitos de dos micas). Como minerales accesorios suelen incluir circón, apatito,
y minerales metálicos entre los que predominan la magnetita, la ilmenita y la pirita.
La textura granítica, propia de estas rocas, es una de las más características de las que presentan las
rocas ígneas: es una textura holocristalina, hipidiomorfa, granular de grano medio, en la que la plagioclasa
y la biotita o anfíbol suelen ser idiomorfos, y el cuarzo y el feldespato xenomorfos e intergranulares, debido
a la secuencia de cristalización (serie de Bowen).
En el campo, el granito aparece formando macizos rocosos que pueden llegar a ser de miles de kilómetros
cuadrados, con contornos en general curvilíneos, a menudo festoneados por la denominada aureola de
metamorfismo de contacto. Es frecuente que a gran escala estos macizos están afectados por una red de
fracturas que puede no ser deformacional; de hecho, en ocasiones se origina simplemente por la contrac-
ción ligada al enfriamiento del macizo (diaclasamiento). Este proceso suele dar origen a una fracturación
concéntrica (tipo capas de cebolla), que suele ser paralela a los contactos externos del macizo (y a menu-
do también a la superficie topográfica) y a una fracturación groseramente radial.
A nivel de afloramiento, suele dar origen a un relieve característico, el denominado berrocal, formado
como consecuencia del desarrollo del proceso de meteorización favorecido por la fracturación que suele
afectar a este tipo de rocas, que suele individualizar paralelepípedos de roca a partir de los cuales, por
erosión diferencial de vértices y aristas, se forman los bolos (p. ej., La Pedriza, en la Sierra de Guadarra-
ma).
En cuanto a su aplicación, el granito es una de las rocas más empleadas en la industria de la construc-
ción, sobre todo en forma de placas pulidas para revestimiento de exteriores e interiores. También en
grandes bloques se utiliza como elemento arquitectónico de tipo sillería, mientras que triturada, o cuando
está ya triturada de forma natural por la tectónica, se emplea como árido, e incluso directamente como
balasto para líneas férreas. Incluso las arenas que se forman por alteración sobre sus afloramientos se
pueden aprovechar para la construcción.
A este respecto de la aplicación, hay que resaltar que el objetivo primordial de la explotación del granito es
la obtención de grandes bloques comerciales, de varios metros cúbicos, para el posterior serrado y pulido
de las placas. Esto no siempre es posible, debido a diversos factores que veremos a continuación, lo que
hace que existan algunas (aunque escasas, sobre todo los tectonizados para áridos) explotaciones de
granito para otros fines. Los factores que definen la explotabilidad del granito como roca de construcción
son, fundamentalmente, los siguientes:

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 El grado de fracturación que lo afecte. Es un factor decisivo, ya que si está afectado por una frac-
turación muy intensa será aprovechable como árido, mientras que los afectados por fracturación
muy espaciada servirán para su explotación en bloques.
 El grado de alteración que afecta a los minerales que componen la roca. Es de importancia pri-
mordial para poder utilizarla, puesto que si está muy alterada tenderá a sufrir procesos de desgra-
nado, o no admitirá un pulimento adecuado.
 La homogeneidad textural, ya que si el granito presenta variaciones bruscas en su textura dificul-
tará enormemente su aprovechamiento. Estas variaciones texturales son muy variadas, incluyen-
do los gabarros (acumulaciones esferoidales de minerales oscuros), las cintas (acumulaciones
planares de minerales primarios o secundarios), los fenocristales, los cambios de tamaño de gra-
no, entre otros.
 La presencia de minerales oxidables (p. ej., sulfuros), que puedan producir efectos indeseados
sobre las placas o bloque en general una vez instalados.
 En general, determinadas características petrofísicas pueden afectan a la calidad del material: la
heladicidad o resistencia a las heladas, el coeficiente de absorción de agua, la calidad del pulido,
la resistencia al ataque químicos, etc.
 Por último, la mayor o menos vistosidad de la roca, en término de coloración (diferente a la más
común, gris), tamaño de grano grueso y homogéneo, presencia de irisaciones en los feldespatos...
condiciona el mayor o menor precio del producto en el marcado.
Si quieres hacer una visita vitual a una de las mayores canteras del granito, la del Monte Airy, en Carolina
del Norte (USA).
Sienita
La sienita es, desde el punto de vista geológico, un granitoide pobre en cuarzo y con un claro predominio
del feldespato alcalino frente al cálcico. Suela estar formada precisamente por feldespato alcalino (ortocla-
sa) junto con plagioclasa de composición sódica (albita-oligoclasa) y suele contener algún mineral ferro-
magnesiano como la biotita o el anfíbol. Además, puede contener una cierta cantidad de cuarzo, o, alter-
nativamente, de feldespatoide (sienitas nefelínicas). Su textura está dominada por los cristales del feldes-
pato alcalino, y es una textura granular hipidiomorfa heterogranular (sin llegar a ser porfídica), en la que el
feldespato constituye los granos mayores y el resto (plagioclasa, cuarzo o feldespatoide, biotita, anfíbol)
suelen ser de menor tamaño.
Desde el punto de vista industrial, la sienita es un granito que suele presentar propiedades interesantes: o
bien un color rojo más o menos intenso, debido a la presencia de abundantes exoluciones de hematites en
el feldespato potásico, o bien irisaciones intensas, de color azulado, en el feldespato. Esto confiere a estas
rocas, a igualdad de otros parámetros (grado de fracturación, de alteración, etc.) mayor interés que a otros
granitoides.
Diorita y gabro
La diorita y el gabro son rocas con importantes semejanzas tanto desde el punto de vista geológico como
industrial. Desde el punto de vista geológico constituyen las rocas gabroídicas, y su diferenciación mutua
solamente se puede realizar mediante microscopía petrográfica, si bien con frecuencia las dioritas son de
tonalidades más claras que los gabros. Desde el punto de vista industrial corresponde al grupo de los gra-
nitos oscuros, muy apreciados en el arte funerario.
Están formadas mayoritariamente por plagioclasa y clinopiroxeno (augita). La diferencia fundamental entre
ambas rocas es que en la diorita la composición de la plagioclasa es de An<50 (oligoclasa-andesina),
mientras que en el gabro es de An50 (labradorita-bitownita-anortita). Esta diferencia suele ir acompañada
de otras: en la diorita además de plagioclasa y clinopiroxeno pueden aparecer cuarzo, biotita y anfíbol,
mientras que en los gabros podemos tener ortopiroxeno y olivino acompañando a los minerales principa-
les. Como accesorios, en ambos casos podemos encontrar óxidos como magnetita, cromita, ilmenita, sul-
furos como pirrotina y pentlandita, etc.
En el campo, los gabros suelen aparecer, como los granitos, formado macizos intrusivos de cierta impor-
tancia. No desarrollan las formas más típicas del berrocal, debido a que suelen presentar una mayor den-
sidad de fracturación, y su alteración superficial suele ser más rápida que la de los granitoides. También
es normal que presenten una aureola de metamorfismo de contacto.
Desde el punto de vista industrial ya se ha comentado que son los granitos de colores oscuros. A menudo
las diorita presentan tonalidades grises oscuras o verdosas, a menudo jaspeadas (caso del "negro ocha-
vo", variedad comercial explotada en la zona de Barcarrota, Badajoz), mientras que los gabros suelen ser
de coloración homogénea. Estas tonalidades oscuras hacen que sean muy apreciados tanto para cons-
trucción, combinado con otros colores, como en el arte funerario.
El principal problema que suelen presentar estas rocas es que sus afloramientos suelen estar afectados
por una fracturación relativamente densa, que dificulta su explotación industrial.
Peridotita

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La peridotita es una roca ultramáfica, formada por más de un 90% de minerales ferromagnesianos, oscu-
ros, que suelen ser olivino y piroxeno (orto- y clino-). Además pueden contener algo de plagioclasa, y mi-
nerales metálicos como cromita, que puede llegar a concentrarse en yacimientos de interés económico.
Las texturas son variables, en función del tipo de peridotita: las hay formadas por acumulación de cristales
en cámaras magmáticas, que desarrollan las llamadas texturas cumulíticas, en las que uno de los minera-
les (fundamentalmente el olivino) aparece formado el armazón general de la roca, con otros minerales
(clinopiroxeno) intergranulares. En otros casos la textura es holocristalina equi- o ligeramente inequigranu-
lar, hipidiomorfa, con piroxeno subidiomorfo y olivino xenomorfo.
Las peridotitas aparecen constituyendo dos tipos diferentes de macizos rocosos, de origen muy diferente:
o bien forman parte de láminas ofiolíticas, formadas por obducción o acreción de litosfera oceánicas en
corteza continental (caso de los macizos máficos del NO peninsular, p. ej., Cabo Ortegal, Bragança. Mo-
rais), o bien forman macizos de gran extensión, que representan diapiros del manto, encajados tectónica-
mente en niveles muy superficiales de la corteza (Serranía de Ronda).
Una constante en este tipo de rocas es que suelen estar serpentinizadas: el olivino es un mineral muy
inestable en las condiciones de la superficie del planeta, tendiendo a transformarse en serpentina. Esto
transforma a estas rocas, en mayor o menor grado, en serpentinitas, que veremos en el capítulo de rocas
metamórficas.
Cuando no aparecen serpentinizadas, las peridotitas son rocas con posibilidades industriales, derivadas
de su característico color negro o verde oscuro. No obstante, la serpentinización parcial que las afecta y la
inestabilidad del olivino suelen dificultar su aprovechamiento.

ROCAS SUBVOLCÁNICAS
Las rocas subvolcánicas se pueden considerar como un caso particular dentro de las plutónicas, ya que
son rocas que también cristalizan bajo la superficie de la Tierra, aunque en condiciones de menor presión
y temperatura (a profundidades someras), lo que hace que su enfriamiento sea más rápido, dando origen
a texturas características, diferentes a las propias de las rocas plutónicas.
Desde el punto de vista composicional, son equivalentes a las plutónicas, por lo que pueden tener la mis-
ma gama de composiciones mineralógicas que éstas. Se suelen nombrar con el nombre de la roca plutó-
nica (o volcánica) equivalente, con el prefijo pórfido (p. ej., pórfido granítico, o pórfido andesítico), o con
nombres que aluden a términos texturales: granófido, por la textura granofídica, dolerita (alude a su textura
dolerítica), ofita (textura ofítica). Otras presentan nombres propios, como las diabasas (de composición
basáltica).
Aparecen formando intrusiones que raramente alcanzan grandes volúmenes. La morfología de estas intru-
siones permite diferenciar entre diques (morfología tabular, y discordantes con la estratificación de la roca
en la que encajan), sills (también tabulares, y concordantes o subconcordantes con la estratificación), la-
colitos (masas de cierto volumen, subconcordantes y de morfología lenticular, con muro plano y techo
convexo hacia arriba), o lopolitos (intrusiones también concordantes en forma de cubeta, cóncavas hacia
arriba).
La textura de las rocas subvolcánicas puede ser muy variada. La más frecuente es la textura porfídica de
matriz microcristalina, que indica una presencia de fenocristales en el magma, y una cristalización rápida
pero no tanto como la de una roca volcánica, en la que la matriz suele ser vítrea o criptocristalina. Otras
texturas que pueden presentar son:
 Granofídica: es típica de rocas subvolcánicas silíceas, félsicas, equivalentes a los granitos en sen-
tido estricto. Es una textura holocristalina hipidiomorfa inequigranular (o incluso porfídica) formada
por cristales mayores de plagioclasa con cuarzo y feldespato potásico intergranulares que des-
arrollan intercrecimientos gráficos.
 Dolerítica: es característica de rocas subvolcánicas máficas, equivalentes al gabro. Es una textura
holocristalina, hipidiomorfa, inequigranular, en general de grano fino-medio, formada por un en-
tramado de plagioclasa idiomorfa con piroxeno xenomorfo intersticial.
 Ofítica: aparece en el mismo tipo de rocas que la anterior, y es holocristalina con tendencia pani-
diomorfa, inequigranular a porfídica, de grano medio-fino, formada por grandes cristales de pi-
roxeno que engloban pequeños microlitos de plagioclasa.
Las principales rocas subvolcánicas son las variedades graníticas (granófido, aplita) y las del gabro (dia-
basa o dolerita y ofita).
Su aplicación industrial suele ser limitada, debido sobre todo al escaso volumen que presentan. Ocasio-
nalmente pueden servir como roca para la obtención de áridos, o, muy excepcionalmente, como roca or-
namental.

YACIMIENTOS METÁLICOS DE ORIGEN ORTOMAGMÁTICO


Los minerales metálicos acompañan, como hemos visto, a las rocas intrusivas como minerales minorita-
rios, en forma de óxidos o de sulfuros, fundamentalmente, que cristalizan a la vez que el resto de compo-
nentes silicatados de la roca. En el detalle, pertenecen a varios subtipos (ver figura):

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 Yacimientos formados por inmiscibilidad líquida. Los magmas máficos a menudo contienen altas
proporciones de sulfuros metálicos, que pueden individualizarse debido a que son inmiscibles con
el magma silicatado. Se forman así yacimientos de sulfuros de Ni-Co-Cu-Fe, formados por minera-
les como pirrotina, pentlandita, calcopirita..., a menudo enriquecidos en elementos del grupo del
platino.
 Yacimientos formados a partir del propio magma silicatado. Existen tres grandes subtipos:
o Formados por cristalización simple. En determinados casos, no es necesaria una segre-
gación que produzca la concentración del mineral en cuestión: es el caso de los diaman-
tes, cuyo alto valor económico hace que a pesar de encontrarse en muy bajas concentra-
ciones, sea explotable.
o Formados por cristalización más acumulación. En la mayor parte de los casos, además de
la cristalización del mineral hace falta un mecanismo que produzca un aumento de su
concentración que lo haga explotable. El principal mecanismo es la cristalización fraccio-
nada acompañada de acumulación preferencial por densidades en la cámara magmática.
El caso más extendido de este tipo corresponde a yacimientos de cromita en rocas máfi-
cas y ultramáficas, en los que de nuevo suelen darse concentraciones interesantes de
elementos del grupo del platino.
o Formados por cristalización más acumulación y segregación. El caso más favorable para
la explotación es aquel en el que los minerales metálicos llegan a separarse físicamente
del resto del magma, por mecanismos diversos, fundamentalmente bajo la acción de es-
fuerzos tectónicos. Algunos yacimientos de magnetita corresponden a esta tipología.

Lecturas recomendadas
Coleman, R. (1977). Ophiolites: Minerals and rocks. Springer-Verlag. 229 pg.
Gervilla. F.; Paniagua, A. (1992). Los yacimientos de cromo, niquel y elementos del grupo del platino. In:
García Guinea, J.; Martínez Frías, J. (Coord.). Recursos Minerales de España. Textos Universitarios,
CSIC. 241-274.
Gervilla. F. (1992). Depósitos de cromita-arseniuros de Ni-(Au-EGP) y de sulfuros de Fe-Ni-Cu y grafito
asociados a las rocas ultramáficas del sur de España. In: García Guinea, J.; Martínez Frías, J. (Coord.).
Recursos Minerales de España. Textos Universitarios, CSIC. 275-290.
Guilbert, J.M.; Park, Ch.F. (1986). The geology of ore deposits. Freeman. 985 pg.
Monterrubio, S.; Lunar, R. (1992). Mineralizaciones de Cr-EPG en el Complejo de Cabo Ortegal (NW de
España). In: García Guinea, J.; Martínez Frías, J. (Coord.). Recursos Minerales de España. Textos Uni-
versitarios, CSIC. 291-320.
Nicolas, A. (1995). Las montañas bajo el mar: Expansión de los océanos y tectónica de placas. Springer-
Verlag. 200 pg.
Thorpe, R.S.; Brown, G.C. (1985). The field descriprion of igneous rocks. Geological Society of London.
154 pg.
Turner, F.J.; Verhhogen, J. (1978). Petrología ígnea y metamórfica. Ed. Omega. 726 pg.

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11.- ROCAS Y YACIMIENTOS LIGADOS A VOLCANISMO
Fenómenos volcánicos
Variabilidad composicional
Localización de las erupciones
Tipología de las erupciones volcánicas
Estructuras volcánicas
Tipología de los productos eruptivos
Clasificación de las rocas volcánicas

Aplicaciones de las rocas volcánicas


Yacimientos minerales relacionados con el volcanismo
Yacimientos de tipo Kuroko
Otros yacimientos de filiación volcánica
Yacimientos de mercurio de Almadén
Formaciones bandeadas de hierro
Yacimientos de óxidos de manganeso
Los yacimientos de magnetita de El Laco (Chile)
Lecturas recomendadas

El volcanismo incluye en el detalle una gran variedad de procesos, en función de la naturaleza del
magma que llega a la superficie, de la forma en que es extruído a la superficie, de los volátiles que acom-
pañan a la roca, así como del hecho de que el proceso se produzca en un medio subaéreo o subacuático.
Esto da origen a la gran variedad de rocas y yacimientos minerales que encontramos asociados a los pro-
cesos volcánicos.

FENÓMENOS VOLCÁNICOS
El volcanismo es la manifestación en superficie de los procesos magmáticos. El principal fenómeno volcá-
nico es la erupción, es decir, la salida a la superficie del planeta del magma Hay una gran variedad de
factores que controlan la salida: unos son propios de la composición del magma; otros son externos a la
naturaleza del magma: tipo de accidente por el que se produce la salida del magma, carácter subaéreo o
submarino de la erupción, etc. Todo ello condiciona la naturaleza del proceso eruptivo, así como de las
rocas que se forman durante éste.
Variabilidad composicional
La composición del magma que alcanza la superficie condiciona el proceso eruptivo de diferentes formas:
 El mayor o menor contenido en sílice (es decir, que el magma sea de tendencia félsica o máfica)
condiciona su viscosidad: los magmas félsicos son siempre más viscosos que los máficos, debido
a que en ellos se originan minerales de estructura más compleja que en los básicos. A su vez, los
magmas menos viscosos suelen dar origen a erupciones tranquilas, con flujo de lava continuo, no
acompañado de emisiones violentas, mientras que los más viscosos suelen dar lugar a erupciones
mucho más violentas, debido a la dificultad del magma para fluir produce interrupciones del flujo
de la lava que se resuelven de forma explosiva.
 El contenido en volátiles también condiciona la violencia de las erupciones. Los magmas ricos en
volátiles dan origen a procesos eruptivos violentos, debido a que su liberación provoca este tipo
de fenómenos. Las rocas resultantes de estos procesos suelen ser muy vesiculares, tipo pómez.
En definitiva, estos dos factores controlan la mayor o menor explosividad del volcanismo, que se traduce
en la formación de distintos tipos texturales: rocas compactas, resultado de la cristalización de lavas, y
rocas fragmentarias (piroclásticas), resultado de la acumulación de material explosivo. Por otra parte, la
propia composición del magma da origen a distintas litologías, formadas por asociaciones minerales dife-
rentes, lo que permite una clasificación de las rocas volcánicas equivalente a la de las rocas plutónicas.
Localización de las erupciones
La localización espacial, tectónica y/o geográfica, del volcanismo es también un factor condicionante del
tipo de erupción:
 Las erupciones se pueden localizar a lo largo de importantes accidentes tectónicos: fallas, lo que
da origen al denominado volcanismo fisural, alineado a lo largo de esos accidentes. Por el con-
trario, el volcanismo central no muestra esta distribución, ya que su relación con accidentes tectó-
nicos es menos estrecha.
 Por otra parte, el volcanismo puede tener lugar en medio subaéreo o en medio submarino. El pri-
mer caso da origen a aparatos volcánicos muy bien estructurados, pero que no suelen preservar-
se, pues son destruidos por la acción de la erosión. Por su parte, el volcanismo submarino no sue-
le originar estos edificio volcánicos vistosos, sino estructuras características, como las lavas almo-

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hadilladas (pillow-lavas). En cualquier caso, la acumulación de lavas puede dar lugar a islas oceá-
nicas, cuya elevación sobre el nivel del fondo marino puede alcanzar más de 10 Km., como es el
caso de las islas Hawaii o las Canarias. Menos común es el volcanismo bajo casquetes polares, o
bajo glaciares, que origina la fusión del hielo suprayacente
 Un tipo especial de volcanismo tiene lugar cuando el magma alcanza niveles muy superficiales,
encajando en sedimentos empapados en agua. En este caso, el magma llega a vaporizar el agua,
produciendo unas características erupciones ultraexplosivas: el denominado volcanismo freato-
magmático.

Tipología de las erupciones volcánicas


En función de todos estos factores, el volcanismo tiene lugar de formas muy diferentes, que se clasifican
de acuerdo con su semejanza con erupciones históricas:
 Hawaiano: es el volcanismo más tranquilo, caracterizado por le emisión de lavas muy fluidas, po-
bres en gases y de composición máfica: es típico de los basaltos de islas oceánicas, como por
ejemplo, los de las islas Hawai, de donde toma el nombre. Los edificios volcánicos a que da origen
son de tipo "en escudo", de gran extensión areal y escasa altura, debido a que la lava fluye hasta
grandes distancias respecto al punto de emisión.
 Estromboliano: en este caso los magmas son también muy fluidos, pero van acompañados de un
alto contenido en gases, que favorece la actividad explosiva intermitente, alternando con periodos
de emisión tranquila de lavas. Los edificios volcánicos característicos son de tipo cono compuesto
o estrato-volcán, en el que alternan capas de lavas y de piroclastos.
 Pliniano: Característico de magmas viscosos y ricos en gases, lo que hace que estos últimos pre-
senten una alta resistencia a quedar liberados, hasta un punto de sobrepresión interna que recibe
el nombre de nivel de fragmentación, en el que se produce la ruptura de la roca en pequeños
fragmentos (piroclastos). Como consecuencia se producen erupciones muy violentas, acompaña-
das de altas columnas eruptivas, que se organizan en edificios volcánicos de tipo cono de cenizas,
acumulaciones escarpadas de material piroclástico que no suelen alcanzar tamaños importantes.
 Vulcaniano: Es un proceso eruptivo muy similar al anterior, caracterizado por la periodicidad de
las erupciones. Se produce con magmas muy viscosos, que solidifican rápidamente, taponando el
conducto volcánico, con lo cual las erupciones han de comenzar rompiendo estos tapones.
 Peleano: Cuando los magmas viscosos llegan a formar pitones (agujas) que ascienden por la pre-
sión de la lava ascendente, la fracturación de estos pitones permite la salida de las denominadas
nubes ardientes, grandes coladas piroclásticas que arrasan el entorno del aparato volcánico. En
otros casos pueden llegar a producirse gigantescas explosiones que destruyen completamente el
edificio volcánico.
 Freatomagmático o hidromagmático: las erupciones freatomagmáticas son consecuencia, como
ya hemos visto, de la interacción entre el magma y un acuífero. Se produce así gigantescas ex-
plosiones subterráneas, que dejan en superficie su traza en forma de una zona deprimida rodeada
de un anillo de materiales proyectados por la explosión; estos edificios característicos reciben el
nombre de maares.

Estructuras volcánicas
En los edificios volcánicos podemos encontrar toda una gama de estructuras, que resultan características
de determinados ambientes o procesos. Entre ellas podemos destacar las siguientes:
 Estructuras de enfriamiento superficial: las lavas subaéreas, al enfriarse en contacto con el ai-
re, tienden a arrugarse dando formas características, que reciben distintos nombres en función de
su aspecto: lavas cordadas, pahoehoe, aa.
 Disyunción columnar: Como consecuencia del proceso de enfriamiento, a menudo las coladas
de lava masivas de cierta potencia se fracturan en columnas verticales de sección subhexagonal.
 Lavas almohadilladas: son exclusivas del volcanismo submarino, y consisten en tubos de lava
similares a almohadas. Estas se producen por el flujo de la lava a partir de puntos de rotura de las
canalizaciones.
Tipología de los productos eruptivos
En función de todas estas características, los materiales que se acumulan como resultado de la actividad
volcánica puede ser de los siguientes tipos:
 Rocas porfídicas: la solidificación de lavas suele dar lugar a rocas porfídicas, formadas por feno-
cristales de naturaleza variada (cuarzo, feldespato potásico y biotita en las riolitas; plagioclasa y
anfíbol o piroxeno en las andesitas; olivino, piroxeno y plagioclasa en los basaltos), en una matriz
criptocristalina o vítrea.
 Obsidiana: es una roca fundamentalmente vítrea, aunque puede contener algunos fenocristales.
 Perlita: es una roca volcánica vítrea en la cual se desarrollan fracturas curvas a subcirculares, que
aislan núcleos de vidrio intacto.

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 Pómez: roca extremadamente rica en vacuolas, como consecuencia de la liberación de gases.
Como estas rocas se forman como consecuencia de procesos explosivos, suelen formar acumula-
ciones escoriáceas, caóticas.
 Bloques y bombas: son también productos de erupciones explosivas, de diámetro superior a 64
mm. Se diferencian en que los bloques son de formas angulosas, debido a que son expulsados
por el volcán en estado sólido, mientras que las bombas suelen presentar morfología fusiforme,
que adoptan durante el vuelo. También pueden presentar una morfología tipo "hogazas de pan".

 Lapilli: es otro piroclasto, de tamaño medio comprendido entre 64 y 2 mm. Suele estar formado
por fragmentos de la propia roca volcánica, porfídicos o vítreos.

 Cenizas volcánicas: son los piroclastos de grano más fino, de diámetro medio inferior a 2 mm.

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A su vez, los materiales piroclásticos pueden originarse como consecuencia de dos mecanismos: por evo-
lución de nubes ardientes (coladas u oleadas piroclásticas), o por colapso de la columna eruptiva (piro-
clastos de caída). Los primeros suelen ser masivos, a menudos soldados, finamente laminados, y de
depositan preferentemente en zonas de topografía deprimida, mientras que los segundos suelen ser mate-
riales suelos, caóticos, sin laminación clara, y se depositan en estratos perfectamente paralelos a la topo-
grafía.

Algunos ejemplos de la zona volcánica de Cabo de Gata: pulse aquí.

CLASIFICACIÓN DE LAS ROCAS VOLCÁNICAS


Las rocas volcánicas se clasifican en primer lugar en función de su tipología: rocas piroclásticas, lávicas,
pumíticas (pómez), obsidiana… A su vez, existe una clasificación granulométrica para las rocas piroclásti-
cas (explicitada básicamente en el punto anterior: diferencia entre bombas y bloques, lapilli y cenizas vol-
cánicas), y una clasificación de base mineralógica para las rocas porfídicas.
La clasificación mineralógica de las rocas porfídicas es similar a la que ya hemos visto para las rocas plu-
tónicas: se basa en el cálculo de los parámetros QAPF (M no suele ser nunca superior a 90 en las rocas
volcánicas) y con estos parámetros la clasificación es similar a las variedades plutónicas, variando los
nombres de las rocas que caen en cada campo: riolita en vez de granito, basalto en vez de gabro, etc. (ver
figura).

APLICACIONES DE LAS ROCAS VOLCÁNICAS


Toda la variedad de rocas descritas pueden tener aplicaciones industriales más o menos importantes:
 Las rocas porfídicas, al tratarse de rocas compactas, aunque a menudo afectadas por disyuncio-
nes más o menos regulares, no suelen tener otra aplicación que como árido de machaqueo. En
concreto, algunos basaltos son excelente materia prima para áridos especiales, como el balasto
de ferrocarril.
 Las rocas de tipo piedra pómez de naturaleza silícea son materia prima para la industria cemente-
ra, ya que por su naturaleza vítrea y su composición reaccionan con la cal para dar compuestos
con propiedades hidráulicas: son los denominados cementos puzolánicos o puzolanas. También
tienen aplicaciones menores en la industria textil, para el lavado a la piedra de prendas vaqueras,
y en la higiene doméstica.
 La obsidiana es una piedra semipreciosa, apreciada para la elaboración de objetos decorativos.
 La perlita es un vidrio volcánico parcialmente hidratado, rico en sílice, que es susceptible de ser
tratado por expansión. Este material ya tratado tiene varias aplicaciones en construcción: árido li-
gero en hormigones, aislante acústico, aislante criogénico. También se utiliza en procesos de fil-
trado y en suelos artificiales, para horticultura.

YACIMIENTOS MINERALES RELACIONADOS CON EL VOLCANISMO


El volcanismo es un mecanismo descrito tradicionalmente como generador de acumulaciones metálicas:
muchos yacimientos de sulfuros guardan relaciones cuanto menos de proximidad geográfica con rocas
volcánicas, lo que sin duda es una indicación de su vinculación genética. De todos los tipos con los que se
ha establecido relación con volcanismo, el caso más claro probablemente corresponde a los yacimientos
de tipo Kuroko o tipo Faja pirírica ibérica (p.ej., Riotinto, Tharsis), es decir, yacimientos de sulfuros polime-

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tálicos masivos, con pirita como mineral mayoritario. En muchos otros casos la vinculación con el volca-
nismo es menos evidente, y se describen como yacimientos sedimentarios con posible influencia de pro-
cesos volcánicos.
En todos los casos, cuando se habla de relaciones entre volcanismo y yacimientos minerales la base em-
pírica es que el proceso de volcanismo aporta elementos químicos, entre ellos metales pesados, que por
lo general se liberan al medio. Esto es un hecho de observación, y en ocasiones vemos en la prensa noti-
cias alarmantes sobre las emisiones de estos elementos de mayor o menor toxicidad a la atmósfera (CO2,
SO2). Incluso en alguna ocasión se han publicado en la prensa los kilogramos de oro que un volcán está
emitiendo, como si el volcán emitiese monedas de este metal. Lo cierto es que estas emisiones se produ-
cen en forma gaseosa, y que es necesario algún mecanismo geoquímico que fije los metales para que
pueda formarse un yacimiento, evitando la dispersión de los metales.
El descubrimiento en determinados puntos de los fondos oceánicos de los denominados "black smokers",
chimeneas de descarga de sistemas hidrotermales submarinos ha permitido observar de forma directa la
formación de estas concentraciones.

Algunos ejemplos de la región de Cabo de Gata (Almería):


Yacimientos de tipo Kuroko
Los yacimientos de tipo Kuroko (o tipo Huelva, ya que la Faja Pirítica Ibérica es la mayor concentración
mundial de este tipo de mineralizaciones) son concentraciones sedimentarias (o volcano-sedimentarias,
como se denominan preferentemente) de sulfuros polimetálicos, por lo general dominados por pirita, a la
que suelen acompañar otros como calcopirita, esfalerita y galena. Además es frecuente que contengan
ciertos valores de metales preciosos (Au, Ag).
Aparecen constituyendo formaciones de potencia variable (por lo general de varias decenas de metros) y
extensión variable (incluso kilométrica), que se encuentran intercaladas en secuencias marinas detríticas
con abundantes intercalaciones volcánicas. Su tonelaje suele ser muy elevado (superior a los 50 Mt), lo
que permite su explotación minera.
En detalle la tipología de estas mineralizaciones puede ser muy variable, en función de diversos caracte-
res, entre los que sobresale la mayor o menos lejanía (distalidad) o cercanía (proximalidad) con respecto
al área de descarga de las emisiones hidrotermales al medio marino. Otro carácter interesante suele ser
su recristalización metamórfica, que produce el aumento de su tamaño de grano, favoreciendo la explota-
ción minera y, fundamentalmente, la concentración de cada mineral.
La mineralogía habitual de estos yacimientos incluye siempre pirita como fase más abundante, acompa-
ñada por calcopirita, esfalerita, galena y barita. Es relativamente frecuente la separación en cuerpos mine-
ralizados con mineralogías diferenciadas: las denominadas “black ores”, constituidas mayoritariamente por
galena y esfalerita, junto con barita subordinada, y las denominadas “yellow ores”, con pirita y calcopirita
como minerales fundamentales. A menudo el yeso y el azufre nativo forman parte más o menos marginal
de este complejo sistema. Como minerales minoritarios dentro de las mineralizaciones principales pode-
mos encontrar otros sulfuros afines, como pirrotina, marcasita, arsenopirita, bornita, o metales nativos

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como oro y plata, siempre en contenidos relativamente bajos (valores del orden de 10-20 gr/t). También
son frecuentes en el sistema los niveles de chert ferruginoso, que aparecen interestratificados en la se-
cuencia volcánica relacionada.

Es frecuente que estos yacimientos se encuentren fuertemente afectados por la deformación tectónica: se
forman en medios oceánicos, lo que implica que para que lleguen a aflorar deben haber sido afectados por
un proceso orogénico de cierta intensidad.
Su formación ocurre en determinados ambientes geodinámicos: en el caso de Japón es clara su relación
con procesos destructivos de tectónica de placas, ya que se localizan precisamente a lo largo de uno de
estos límites de placa. Esta relación no es tan clara en el caso de la Faja Pirítica Ibérica, en la que el
magmatismo no parece ser el característico de esta localización geodinámica, y más parece relacionado
con un proceso de rifting.
En cualquier caso, es evidente siempre la relación entre los yacimientos y un magmatismo volcánico, a
menudo máfico, aunque en el caso de la Faja pirítica ibérica la relación más clara se da con el de natura-
leza félsica.
Otros yacimientos de filiación volcánica
Como ya hemos mencionado, además de los de tipo Kuroko existe un cierto número de yacimientos, de
naturaleza diversa, que distintos autores consideran relacionados con volcanismo. Desde yacimientos de
arcillas especiales, producto de alteraciones específicas de rocas volcánicas (caso de las bentonitas de
Cabo de Gata, Almería), hasta yacimientos de sulfuros metálicos atípicos, como es el caso de los de cina-
brio de Almadén, o los de óxidos metálicos (Fe, Mn, entre otros) que frecuentemente se encuentran inter-
calados en series con rocas volcánicas más o menos abundantes. De entre estos tipos destacaremos los
de mercurio de Almadén, las formaciones bandeadas de hierro (BIF en la terminología anglosajona), y, por

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su singularidad, las coladas de magnetita de la zona de El Laco (Chile), que constituyen un caso único de
mineralizaciones de origen volcánico directo.
Yacimientos de mercurio de Almadén
Los yacimientos de mercurio de Almadén constituyen un caso único a nivel mundial, debido a varios facto-
res:
1. la enorme concentración puntual que representan de un elemento escaso, como es el mercurio
2. la variedad de tipologías que presentan, que va desde mineralizaciones típicamente estratoliga-
das, encajadas en rocas cuarcíticas, hasta mineralizaciones claramente discordantes, epigenéti-
cas
3. el carácter monolemental de todos los tipos de mineralizaciones, independientemente de su tipo-
logía: en todos los casos el mercurio es el único metal que aparece concentrado, sin que existan
elementos asociados, ni siquiera de entre los más afines desde el punto de vista geoquímico (As,
Sb, Au, Ag...)
4. su relación espacial, y más que probablemente genética, con un volcanismo alcalino intraplaca,
relación ésta entre sulfuros estratoligados y volcanismo alcalino que no es común en otros casos.

De entre los distintos tipos de mineralizaciones existentes en el distrito, las más importantes son sin
duda las estratoligadas, encajadas en la denominada Cuarcita de Criadero, de edad Silúrico basal, que se
han explotado en las minas de Almadén, El Entredicho y La Vieja Concepción. En estos casos, la minera-
lización de cinabrio aparece diseminada en la ya mencionada Cuarcita de Criadero, y esta siempre está en
contacto con la denominada "roca frailesca", toba de lapilli de naturaleza basáltica, sistemáticamente muy
alterada, que constituye diatremas formadas por mecanismos eruptivos explosivos. Los contenidos en
mercurio en la cuarcita decrecen al alejarnos del contacto con esta "roca frailesca", evidenciando la rela-
ción genética con esta roca peculiar.
Formaciones bandeadas de hierro
El termino Banded Iron Formation (BIF; Formación Bandeada de Hierro) ha sido definido en su forma más
simple como rocas sedimentarias químicas conteniendo por lo menos un 15% de hierro, o como unidades
estratigráficas laminadas con al menos 15% de hierro, donde las rocas laminadas son capas de mineral de
hierro, de cuarzo, de chert, o de carbonato. Sin embargo es importante distinguir entre dos tipos principa-
les: 1) BIF tipo Lago Superior, de origen sedimentario químico; y 2) BIF tipo Algoma. Son estas últimas
las que nos interesan en este capítulo, dada su asociación con el vulcanismo. Las BIF tipo Algoma se
relacionan con rocas volcánicas y sedimentarias (tipo grauvacas), en secuencias principalmente del Ar-
queozoico. Se localizan estratigráficamente en cinturones de rocas verdes (greenstone belts), y se carac-
terizan por una laminación fina de chert ferruginoso, conteniendo hematites y/o magnetita. A estas facies
ferruginosas se pueden asociar, además, facies sulfuradas (con pirita y calcopirita y otros sulfuros de hie-
rro y cobre), carbonatadas (p.ej. siderita), y silicatadas (p.ej., stilpnomelana). Su origen puede relacionarse
directamente con el vulcanismo a través de fenómenos exhalativos en condiciones submarinas, donde las
facies sulfuradas serían ‘proximales’ con respecto al foco emisor, y las oxidadas ‘distales’. El que la mayo-
ría de estas BIF sean de edad arqueozoica no significa que se encuentren limitadas a esta edad, ya que
también existen ejemplos de formaciones tipo Algoma en el Paleozoico (p.ej., Cordillera de Nahuelbuta,
Chile).
Óxidos de Mn
Los óxidos de manganeso constituyen yacimientos de tipología muy variada, que van desde tipologías
epigenéticas, filonianas, a claramente singenéticas, estratoligadas. En el caso de los yacimientos singené-
ticos, en algunos la relación con actividad magmática no es evidente, por lo que se pueden considerar
como yacimientos sedimentarios de precipitación química (ver Tema 8). Pero en otros casos, sí hay una
relación genética clara entre yacimientos de esta naturaleza y actividad volcánica. Dos casos que se pue-
den estudiar en España son los yacimientos de óxidos de manganeso de la Faja Pirítica Ibérica (Huelva-
Sevilla), y los de óxidos de Fe-Mn de la región volcánica de Campos de Calatrava (Ciudad Real).
En el primer caso, se trata de mineralizaciones estratoligadas de óxidos y carbonatos de manganeso, re-
lacionados lateralmente con los sulfuros masivos.
En el segundo, las mineralizaciones, constituidas por óxidos de hierro y manganeso, tienen una entidad
mucho menor, y solamente han sido explotadas durante la Segunda Guerra Mundial, por la mayor deman-
da de este elemento, y porque contienen cierta proporción de metales como cromo y níquel, que, al igual
que el manganeso, se aplican como blindaje de carros de combate.
Los yacimientos de magnetita de El Laco (Chile).
Se describe aquí un caso singular de mineralización metálica de origen directamente volcánico: se trata de
una colada lávica de magnetita existente en la Cadena Andina chilena, en la Región de Antofagasta. El
yacimiento, con unas reservas del orden de 1.000 Mt con 50% Fe, se encuentra asociado a un complejo
eruptivo andesítico-riodacítico, con actividad intermitente desde el Mioceno hasta la actualidad, que se
localiza sobre materiales detríticos del Paleozoico.
La mineralización está formada casi exclusivamente por magnetita, que acusa un proceso de transforma-
ción parcial, a alta temperatura, por hematites, y un proceso supergénico de formación de goethita y mag-
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hemita. Desde el punto de vista geoquímico, la magnetita muestra valores muy bajos en los elementos
traza que normalmente se encuentran asociados al hierro en las mineralizaciones de este mineral de ori-
gen ortomagmático (V, Cr y Ti), lo que hace su origen controvertido, entre los defensores de un origen
puramente magmático, y los defensores de procesos de removilización magmática de hierros sedimenta-
rios a partir de la serie paleozoica.

Lecturas recomendadas
Blake, S. (1997). Volcanic arcs. Course S339. The Open University. 97 pg.
Cas, R.A.F.; Wrigth, J.V. (1992). Volcanic successions (modern and ancient). Chapman & Hall. 528 pg.
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up-to-date review and new data. In: Fontboté, L.; Amstutz, G.C.; Cardozo, M.; Cedillo, E.; Frutos, J. (Eds.).
Stratabound ore deposits in the Andes. Springer Verlag. 681-690.
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cos para su exploración y evaluación de reservas minerales. In: García Guinea, J.; Martínez Frías, J. (Co-
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270 pg.
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canic rocks. CODES Key Centre Press, 196 pg.
Ohmoto, H.; Skinner, B.J. (Editores). (1983). The Kuroko and related volcanogenic sulphide deposits. Eco-
nomic Geology Publishing Co. (El Paso, Texas). 604 pg.
Oyarzun, R. (1982). Geology and geochemistry of the banded iron formations in the Nahuelbuta moun-
tains, Chile. Tesis Doctoral. Universidad de Leeds (Inglaterra). 226 pg.
Ruiz de Almodóvar, G.; Saez, R. (1992). Yacimientos de sulfuros masivos de la Faja Pirítica Suribérica. In:
García Guinea, J.; Martínez Frías, J. (Coord.). Recursos Minerales de España. Textos Universitarios,
CSIC. 1309-1324.
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Recursos Minerales de España. Textos Universitarios, CSIC. 1353-1374.
Wilson, M. (1989). Igneous petrogenesis: A global tectonic approach. Unwin & Hyman. 466 pg.
Whitney, J.A.; Naldrett, A.J. (Eds). (1989). Ore deposition associated with magmas. Reviews in Economic
Geology, 4. 250 pg.

55 de 71
12.- PROCESOS TARDIMAGMÁTICOS Y YACIMIENTOS ASOCIADOS

Rocas y yacimientos pegmatíticos


Rocas y yacimientos neumatolíticos
Skarn
Greissen
Rocas y yacimientos hidrotermales

Pórfidos cupríferos
Mineralizaciones epitermales de metales preciosos
Otras manifestaciones tardimagmáticas

Alteraciones de origen endógeno


Manifestaciones superficiales
Energía geotérmica
Lecturas recomendadas

Durante la cristalización de un magma se produce la incorporación de determinados elementos quími-


cos a los minerales que lo componen, pero no de todos. Hay elementos que, por su tamaño iónico o in-
compatibilidad geoquímica con otros, o porque tienden a formar minerales de bajo punto de fusión, que-
dan fuera del sólido que se forma por cristalización magmática. Estos elementos evolucionan de formas
diversas para dar una cierta variedad de rocas y yacimientos, entre los que se encuentran fundamental-
mente las pegmatitas, las rocas y yacimientos neumatolíticos y los yacimientos hidrotermales. Su cristali-
zación se puede producir de dos formas: reemplazando en mayor o menor grado a componentes de de-
terminadas rocas, o rellenando con fluidos zonas de fractura o formando diseminaciones. El primer caso
corresponde a los procesos de reemplazamiento metasomático, mientras que el segundo da origen a
los denominados filones.

ROCAS Y YACIMIENTOS PEGMATÍTICOS


Las pegmatitas son el resultado de la cristalización final de magmas en un ambiente rico en volátiles, que
favorece la migración iónica, y permite la formación de cristales de gran tamaño, que en ocasiones pueden
llegar a alcanzar varios metros cúbicos.
Las pegmatitas presentan una gran variabilidad composicional, que está en función del tipo de roca (nor-
malmente plutónica) con la que están relacionadas genéticamente. Las mas frecuentes son de composi-
ción granítica, asociadas a granitos y granitos alcalinos, y están constituidas mayoritariamente por cuarzo,
feldespato potásico (microclina u ortoclasa), plagioclasa sódica (albita) y mica blanca (moscovita), junto a
otros minerales que pueden ser mas o menos abundantes: turmalina, apatito, fluorita, lepidolita, berilo,
topacio, corindón, monacita, casiterita, uraninita, torbernita, así hasta 300 especies mineralógicas descri-
tas en un solo macizo pegmatítico.
Pueden tener interés económico, debido a sus posibles altos contenidos en minerales tipo gema (esme-
raldas, aguamarinas, topacios, rubíes...), y minerales con contenidos en elementos raros (Li, U, Th, Tierras
Raras) y otros (Sn, W, F). También los minerales comunes de estas rocas suelen tener interés económico,
ya que tanto sus grandes cristales de cuarzo pueden ser utilizados para el tallado de lentes, como los de
feldespato para la producción de cerámica, y los de mica para el aislamiento eléctrico.
Las pegmatitas suelen aparecen en la zona periférica de macizos de rocas plutónicas, constituyendo di-
ques, sills y masas irregulares, de dimensiones muy variables: hasta más de 1 Km. de longitud. Suelen
mostrar zonaciones composicionales, con núcleo interno de cuarzo masivo, y zonas periféricas feldespáti-
cas y moscovíticas.
Desde el punto de vista textural son rocas granudas de grano muy grueso: se han descrito cristales de
moscovita de hasta 10 m de longitud en estas rocas, y de feldespato potásico de varios m3.

ROCAS Y YACIMIENTOS NEUMATOLÍTICOS


Las rocas (o yacimientos) neumatolíticas, son intermedias entre las pegmatitas y las rocas hidrotermales.
Son rocas de reemplazamiento metasomático, es decir, producto del reemplazamiento a alta temperatura
de una roca por otra, por disolución parcial de la original, y depósito a partir de los fluidos mineralizantes.
Las temperaturas características de formación se sitúan entre 600 y 400ºC.
Su composición es muy variable, en función de la de los fluidos, y de la roca a la que reemplazan, con la
que suele producirse mezcla química. Las más conocidas e interesantes desde el punto de vista minero
son los denominados skarns , producidos por la interacción entre fluidos derivados de granitos, y, princi-

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palmente, rocas carbonatadas (calizas o dolomías). Se forman así unas rocas de mineralogía especial,
ricas en silicatos cálcicos (epidota, anfíboles y piroxenos cálcicos, granates cálcicos), y que pueden conte-
ner concentraciones de minerales metálicos de interés económico: scheelita, casiterita, fluorita, calcopirita,
blenda, galena, magnetita, hematites.
Por lo general constituyen masas irregulares en la zona de contacto entre las rocas intrusivas y las enca-
jantes. Su morfología es irregular, aunque se encuentra condicionada por la zona de contacto entre ambas
rocas (ver figura).

Su textura es característica de sistemas de reemplazamiento, con sustituciones seudomórficas, disemina-


ciones irregulares, relleno de fracturillas, etc.
Otro tipo de yacimiento neumatolítico de interés minero es el denominado greissen. Corresponden estos
yacimientos a zonas de alteración relacionadas con granitos, y que por lo general afectan a zonas periféri-
cas o apicales del propio granito. En estas zonas se produce una destrucción del feldespato potásico, con
formación de mica blanca microcristalina (illita), y con entrada de abundante sílice que se deposita en la
roca en forma coloidal (calcedonia), en lo que de denomina proceso de silicificación. La casiterita y la wol-
framita suelen ser las principales menas metálicas asociadas a estos yacimientos. A menudo los greissen
se asocian a yacimientos típicamente filonianos: casos de Panasqueira (Portugal) y Piaotan (China): figu-
ras.

Esquemas geológicos de los yacimientos de tipo greissen de Panasqueira (Portugal) y


Piaotan (China), en zonas de cúpula granítica y con complejos filonianos asociados

YACIMIENTOS HIDROTERMALES
Los yacimientos hidrotermales, comúnmente también conocidos como filonianos (vein deposits), se clasifi-
can según su temperatura de formación (que suele estar entre los 400 y los 100ºC), y en función de la
mayor o menor proximidad a la roca ígnea de la que derivan. No es una clasificación rigurosa, ya que no
siempre es posible determinar con exactitud la temperatura a la que se han formado, ni la distancia a la
roca ígnea de la que derivan, que puede no reconocerse, o puede ser difícil de establecer con precisión

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entre varias próximas. Una clasificación más conveniente se basaría en su mineralogía, pero ésta puede
ser tan variada que invalida cualquier intento de clasificación sistemática en este sentido.
Las mineralizaciones hidrotermales están constituidas fundamentalmente por cuarzo y/o carbonatos diver-
sos, entre los que cabe destacar calcita, dolomita, y siderita, minerales que suelen constituir la ganga o
parte no explotable en los yacimientos de interés minero. Entre los minerales de interés minero (o menas)
que pueden estar presentes en este tipo de rocas o yacimientos, podemos citar barita, fluorita , y minera-
les sulfurados, como pirita, calcopirita, blenda, galena, cobres grises (tetraedrita y tennantita), argentita,
platas rojas (proustita-pirargirita), cinabrio, y un largo etcétera de minerales, entre los que se encuentran
también la plata y el oro nativos.
Los yacimientos filonianos constituyen el relleno de fracturas abiertas en la roca, que suelen presentar
disposiciones planares de dimensiones muy variables (filones en sentido estricto). Otras morfologías inclu-
yen el entrecruzado de vetillas (stockwork) y las diseminaciones de mineral, características ambas de los
yacimientos de tipo pórfido cuprífero. También son relativamente frecuentes los cuerpos irregulares, que
pueden formarse tanto por fenómenos de reemplazamiento como por relleno de cavidades. Las texturas
son características de la cristalización en espacios abiertos: geodas, drusas, crecimientos paralelos, con-
centraciones nodulares, etc.
De entre los distintos tipos de yacimientos hidrotermales, destacaremos dos tipos por su importancia eco-
nómica: los yacimientos de pórfidos cupríferos (+/- Mo) y los epitermales de metales preciosos (Au , Ag).
Tienen también su importancia, aunque menor en la actualidad, las mineralizaciones filonianas de metales
de base (Pb-Zn-Cu), y de estaño-wolframio . También llegan a alcanzar considerable interés minero algu-
nas mineralizaciones de hierro de carácter hidrotermal asociadas a intrusiones, como pueden ser las de
Kiruna (Suecia) o las existentes en la denominada “Franja Ferrífera de Chile”.

Pórfidos cupríferos
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Los pórfidos cupríferos son yacimientos de gran tonelaje (10 -10 t) y bajas leyes de cobre (0.2-c.2%Cu).
Aparte del cobre estos yacimientos pueden presentar cantidades variables de molibdeno y/o metales pre-
ciosos (Au+Ag), susceptibles de ser recuperados económicamente. Se asocian a rocas intrusivas gene-
ralmente félsicas de composición granodiorítica, aunque los pórfidos del Pacífico oriental (desarrollados en
arcos de islas) suelen asociarse a facies intermedias (intrusivos dioríticos). Presentan un modelo zonal
(figura 1) de alteración hidrotermal con un núcleo de alteración potásica (feldespato K, biotita, que grada
hacia fuera hacia una alteración fílica (= cuarzo-sericítica). En su zona periférica encontramos facies argí-
licas (intermedia o avanzada) y propilítica (con clorita, epidota, calcita). La secuencia de alteración (figura
2) es la siguiente: 1) formación de las zonas de alteración potásica y propilítica; 2) desarrollo de la altera-
ción fílica (hacia fuera y arriba); y 3) formación de facies de alteración argílica en la parte superior del sis-
tema. Esta última puede ser avanzada, implicando la presencia de minerales tales como caolinita y alunita.
Se reconoce un solape temporal y espacial en esta secuencia. De 1 a 3 la participación de aguas meteóri-
cas en el sistema hidrotermal es cada vez más importante. De hecho, la parte superior del sistema hidro-
termal entra de lleno en el campo epitermal (alteración argílica avanzada), y en la misma pueden formarse
mineralizaciones auríferas, en un ambiente más superficial (des-

de unos 2 Km. de profundidad hasta la superficie).

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Existen grandes provincias metalogénicas de pórfidos cupríferos, entre las que resaltan las de la cadena
andina (Chile - Perú principalmente, destacando el yacimiento de Chuquicamata) y la del SO de los Esta-
dos Unidos. Dado que los pórfidos son de emplazamiento somero (epizona), es raro encontrar yacimientos
más antiguos que mesozoicos, y de hecho, la mayoría de estos yacimientos son de edad cenozoica. La
razón es simple y radica en la efectividad de los procesos erosivos, que habrían desmantelado los de ma-
yor antigüedad.
Mineralizaciones epitermales de metales preciosos
Como señalábamos anteriormente, en ocasiones el ambiente superior de un sistema hidrotermal puede
dar origen a mineralizaciones epitermales de metales preciosos . Esto último asumiendo que las facies
plutónicas del sistema tipo pórfido cuprífero constituyen las raíces magmáticas superficiales (epizona) de
un sistema volcánico en superficie. Los yacimientos epitermales de metales preciosos se forman, como su
nombre lo indica, en un rango bajo de temperaturas (50-300ºC), en asociación con manifestaciones volcá-
nicas tipo aparato central, calderas, o campos geotérmicos. Son yacimientos de baja ley (algunas decenas
de g/t de Au; aunque esto puede ser extremadamente variable) y se clasifican en dos tipos: 1) sulfato áci-
do; y 2) sercita-adularia (Figura 3). El primer tipo se encuentra relacionado con clásicos fenómenos volcá-
nicos tipo aparato central o calderas, sistemas ricos en azufre (generadores de grandes cantidades de
ácido sulfúrico) que dan origen a facies de alteración tipo argílica avanzada. Otras facies que reconoce-
mos en ellos incluyen la silicificación y la propilitización . El tipo sericita-adularia se encuentra más bien
relacionado con manifestaciones tipo campo geotérmico, y las facies de alteración presentes son princi-
palmente del tipo potásico (adularia) y clorítica. Un tercer tipo, si así podemos denominarles, corresponde
al de los denominados yacimientos epitermales tipo “Carlin”, que toman este nombre de la faja de mismo
nombre en el Estado de Nevada (USA). Se asocian principalmente a facies carbonatadas, en sistemas
estructuralmente extensionales. Así como los yacimientos tipo sulfato ácido son fácilmente detectables por
las importantes anomalías de color que generan (rojos, amarillos, verdes), los Carlin son prácticamente
“invisibles”. Solo los resaltes generados por la silificación de las calizas (jasperoides) constituyen una
muestra más o menos visible de éstos.

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Un ejemplo español: las mineralizaciones de oro en relación con el volcanismo de Cabo de Gata (Alme-
ría).

OTRAS MANIFESTACIONES TARDIMAGMÁTICAS


Hasta ahora se han descrito los principales tipos de rocas y yacimientos que se originan como consecuen-
cia de la actividad tardimagmática. Además otros dos fenómenos que pueden tener este mismo origen: las
alteraciones de origen endógeno y las manifestaciones de actividad tardimagmática más o menos recien-
te.
Al primer caso (alteraciones endógenas) pertenecen toda una gama de procesos o fenómenos que
afectan a la composición mineralógica (y a menudo también al quimismo) de las rocas: se trata de proce-
sos de tipología metasomática, pero de menor temperatura que los de tipo neumatolítico, que a menudo
guardan relación genética con procesos hidrotermales típicos. Algunos de estos procesos son los de silici-
ficación (introducción y/o neoformación de sílice a partir de los minerales preexistentes en una roca), argili-
tización (formación de minerales de la arcilla), cloritización, alunitización, adularización. Suelen ser conse-
cuencia de la interacción de soluciones de tipo hidrotermal con rocas de composición adecuada, que reac-
cionan con estos fluidos dando origen a las asociaciones minerales características de cada caso. Una
breve descripción de los distintos tipos sería la siguiente:

o Alteración potásica: caracterizada por la presencia de feldespato potásico y/o biotita se-
cundaria (anhidrita también puede estar presente). En términos fisicoquímicos esta altera-
ción se desarrolla en presencia de soluciones casi neutras y a altas temperaturas (400º-
600ºC).
o Propilítica: caracterizada por la presencia de clorita, epidota, calcita, y plagioclasa albitiza-
da. Generada por soluciones casi neutras en un rango variable de temperaturas.
o Alteración fílica, también denominada cuarzo-sericítica o simplemente sericítica: caracteri-
zada por el desarrollo de sericita y cuarzo secundario. Es el resultado de una hidrólisis
moderada a fuerte de los feldespatos, en un rango de temperatura de 300-400ºC.
o Alteración argílica, también denominada argílica intermedia: caracterizada por la presen-
cia de caolinita y/o montmorillonita.
o Argílica avanzada: caracterizada por la destrucción total de feldespatos en condiciones de
una hidrólisis muy fuerte, dando lugar a la formación de caolinita y/o alunita.
o Silicificación: caracterizada por la destrucción total de la mineralogía original. La roca que-
da convertida en una masa silícea. Representa el mayor grado de hidrólisis posible. Los
rellenos hidrotermales de espacios abiertos por cuarzo “no son” una silificación.
Reacciones fluido-roca silicatada más comunes en procesos de alteración relacionados con activi-
dad hidrotermal
Formación de feldespato potásico secundario:
+ + 2+
plagioclasa + K -> feldespato potásico + (Na , Ca )
Formación de biotita secundaria:
hornblenda + (H+, Mg2+, K+) -> biotita + (Na+, Ca2+)

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Sericitización del feldespato potásico:
+ +
3 KAlSi 3O8 + 2H -> KAl3Si3O10(OH)2 + 6 SiO2 + 2 K
Caolinización de la sericita:
4 KAl 3Si 3O10(OH)2 + 6 H2O + 4 H+ -> 3 Al 4Si 4O10(OH)8 + 4 K+
Alunitización de la caolinita:
+ + 2-
3 Al4Si4O10(OH)8 + 2K + 6H + (SO4) -> 2 KAl3(SO4)2(OH)6 + 6 SiO2 + 3 H2O
Cloritización de la boitita:
+ +
biotita + H -> clorita + cuarzo + K
Epidotización y albitización de la plagioclasa:
+ +
plagioclasa + cuarzo + H2O + Na -> epidota + albita + H

Las manifestaciones de actividad tardimagmática suelen ser emisiones de aguas o de gases a temperatu-
ras y/o con composiciones anómalas. A su vez, pueden ser de dos tipos, en función de su posibilidad de
ser aprovechadas: emisiones directas en la superficie, y manifestaciones subterráneas (energía geotérmi-
ca).
Las manifestaciones superficiales pueden ser muy variadas: desde las más conocidas y espectacula-
res, como los geysers, o las emanaciones de gases en el entorno de edificios volcánicos recientes (fuma-
rolas, solfataras), a las fuentes termales.

Las manifestaciones subterráneas corresponden a la denominada energía geotérmica, contenida en los


acuíferos localizados a profundidades inferiores a unos 2.500-3.000 m. con aguas a temperaturas por
encima de los 150ºC, que pueden ser explotados comercialmente para la obtención de energía eléctrica.
La elevada temperatura a la que se encuentra este agua está en relación con la presencia de un foco de
calor activo, relacionado normalmente con esta actividad tardimagmática.

Lecturas recomendadas

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Berger, B.R.; Bethke, P.M. (Eds.) (1985). Geology and geochemistry of epithermal systems. Reviews in
Economic Geology, Society of Economic Geologists. Vol. 2. 298 pg.
Casquet, C. (1991). Skarns. In: Lunar, R.; Oyarzun, R. (Eds.). Yacimientos minerales: técnicas de estudio,
tipos, evolución metalogénica, exploración. Ed. Centro de Estudios Ramón Areces. 265-286.
Evans, A.M. (1995). Ore geology and industrial minerals: An introduction. Blackwell Science, 389 pg.
Guilbert, J.M.; Park, Ch.F. (1986). The geology of ore deposits. Freeman. 985 pg.
Heidtke, E. (2003). Geothermal energy. http://www.uwec.edu/grossmzc/heidtken.html
Lillo Ramos, J. (1992). Geology and geochemistry of Linares-La Carolina Pb-ore field (Southeastern border
of the Herperian Massif) . Tesis Doctoral. Universidad de Leeds (Inglaterra). 677 pg.
Ortega Huertas, M.; Fenoll Hach-Alí, P.; Garrote, A. (1992). Los yacimientos de pegmatitas de Sierra Alba-
rrana y otras áreas metamórficas del Norte de la provincia de Córdoba. In : García Guinea, J.; Martínez
Frías, J. (Coord.). Recursos Minerales de España. Textos Universitarios, CSIC. 471-486.
Oyarzun, R.; Oyarzun, J. (1991). Pórfidos cupríferos . In: Lunar, R.; Oyarzun, R. (Eds.). Yacimientos mine-
rales: técnicas de estudio, tipos, evolución metalogénica, exploración . Ed. Centro de Estudios Ramón
Areces. 355-382.
Oyarzun, R. (1991). Mineralizaciones epitermales de metales preciosos. In: Lunar, R.; Oyarzun, R. (Eds.).
Yacimientos minerales: técnicas de estudio, tipos, evolución metalogénica, exploración. Ed. Centro de
Estudios Ramón Areces. 383-403.
Oyarzun R. (1992). Yacimientos de oro. In: García Guinea, J.; Martínez Frías, J. (Coord.). Recursos Mine-
rales de España. Textos Universitarios, CSIC. 829-848.
Río Narcea Gold Mines: http://www.rionarcea.com/
Sánchez Muñoz, L. Yacimientos de elementos raros asociados a las pegmatitas del Hercínico Ibérico. In:
García Guinea, J.; Martínez Frías, J. (Coord.). Recursos Minerales de España. Textos Universitarios,
CSIC. 359-378.
Sawkins, F.J. (1984). Metal deposits in relation to plate tectonics. Springer-Verlag. 325 pg.
Tornos, F.; Gumiel, P. (1992). El wolframio y estaño: Aspectos económicos y metalogénicos. In: García
Guinea, J.; Martínez Frías, J. (Coord.). Recursos Minerales de España. Textos Universitarios, CSIC. 379-
404.

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13.- METAMORFISMO Y YACIMIENTOS MINERALES
Rocas metamórficas con interés minero
Mármol
Serpentinita
Gneis
Minerales industriales de origen metamórfico
Granate
Corindón
Grafito
Asbestos
Nesosilicatos de Aluminio (andalucita, sillimanita, distena)
Yacimientos metálicos relacionados con metamorfismo
Lecturas recomendadas

El metamorfismo es un proceso de transformación de rocas o yacimientos minerales preexistentes, que


ocurre en relación con el aumento de presión y/o temperatura que tiene lugar en determinados puntos de
la corteza terrestre. Como consecuencia, se forman rocas nuevas (las rocas metamórficas), con texturas,
estructuras y composiciones mineralógicas diferentes a la de la roca original. Desde el punto de vista de la
formación de yacimientos, el metamorfismo no presenta excesivo interés, si bien es cierto que da origen a
algunos minerales y rocas de cierto interés minero, y modifica la textura y mineralogía de mineralizaciones
preexistenes.

ROCAS METAMÓRFICAS DE INTERÉS MINERO


Como consecuencia de los procesos de metamorfismo regional se originan dos tipos de rocas que se ex-
plotan en canteras: los mármoles y las serpentinitas. Menor interés presentan otras rocas como los neises.
El mármol es la roca metamórfica con mayor interés minero. Se forma como consecuencia del metamor-
fismo de calizas, bajo condiciones de metamorfismo tanto regional como de contacto, que inducen la re-
cristalización de la calcita a alta temperatura. Este proceso transforma las variadas texturas originales de
las calizas en texturas granoblásticas de tamaño de grano muy variable, que puede llegar a ser de varios
milímetros, lo que se traduce en una mayor resistencia mecánica y homogeneidad de la roca.
Conviene resaltar el hecho de que el término geológico de mármol no es equivalente al empleado en la
industria, que suele incluir las calizas marmóreas en sentido amplio, es decir, calizas compactas, que sue-
len presentar una mayor heterogeneidad texturas y estructural, y peores características de comportamien-
to mecánico y físico químico que los mármoles auténticos.
El mármol está compuesto mayoritariamente por calcita granoblástica, pero pueden contener además
otros minerales, tales como micas (mármoles cipolínicos), dolomita, brucita, vesubianita, wollastonita,
diópsido, tremolita, grafito, pirita.
Un hecho a resaltar en el estudio de los mármoles es que su homogeneidad puede no ser completa: ade-
más de los mármoles homogéneos, blancos o grises tipo Macael, existen otros que presentan heteroge-
neidades, más o menos desarrolladas, que van desde bandeados o foliaciones tectónicas, marcadas por
lo general por acumulación de minerales oscuros, y que son típicas de mármoles formados por metamor-
fismo regional, a formas o cambios de coloración más o menos irregulares, difusas, que pueden ser pro-
ducto de inhomogeneidad de la roca caliza original. Esto permite una clasificación industrial de estas rocas
según su tonalidad, en monocromos (o sencillos), cuando presentan una sola tonalidad, y polícromos (o
compuestos), caso de presentar varios colores. La mayor parte de los mármoles monocromos se presen-
tan en tonalidades blancas, amarillentas, verdosas, o negras, mientras que los polícromos se denominan
según su tonalidad dominante. Los mármoles polícromos o compuestos presentan inclusiones de otros
minerales, generalmente micas, cuarzo y serpentinas, en agregados o vetas que adoptan morfologías
diversas y les confieren diversas tonalidades. Basándose en su estructura, se clasifican en veteados, caso
de presentar colores listados; arborescentes, si las bandas de colores se ramifican; y brechiformes, en el
caso que estén constituidos por fragmentos angulosos. Un caso particular de los mármoles brechiformes
lo constituyen los brocateles, cuyos fragmentos presentan tonalidades distintas.
Un carácter a controlar para definir la explotabilidad de una masa marmórea es su fracturación. Al ser
rocas afectadas por procesos tectónicos, a menudo están muy fracturadas, lo que dificulta su extracción
en bloques comerciales, y favorece el desarrollo de fenómenos kársticos, que igualmente dificultan la ex-
plotación.

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También la presencia de minerales oxidables es un carácter geológico de interés minero, pues éstos pue-
den producir importantes problemas estéticos en el material instalado.
Las aplicaciones concretas del mármol son en general conocidas: chapado de exteriores e interiores, ele-
mentos arquitectónicos auxiliares (p.ej., escalinatas), complementos decorativos (estatuas), arte funerario.
Hay que recordar que el granito está reemplazando en muchas de estas aplicaciones al mármol, por su
mayor resistencia y durabilidad, sobre todo en exteriores y suelos.
Explotaciones importantes de mármoles a nivel mundial se localizan en Italia (zona de Carrara, práctica-
mente agotada) y en España (zona de Macael, Almería).

La serpentinita es otra roca metamórfica de interés ornamental, de color verde, y con tonalidades varia-
das, claras y oscuras, que se forma por el metamorfismo regional de rocas magmáticas ultramáficas (peri-
dotitas).
Desde el punto de vista mineralógico, está constituida muy mayoritariamente por minerales del grupo de la
serpentina (antigorita), que suelen estar acompañados por otros filosilicatos afines, como el talco, por mi-
nerales opacos, como magnetita o cromita, y por carbonatos ricos en Mg (magnesita-dolomita).
Sus caracteres estructurales y texturales pueden ser muy variados, mostrando formas más o menos irre-
gulares, que en unos casos ofrecen caracteres estéticos positivos, mientras que en otros impiden total-
mente la explotación minera. En especial, la fracturación es el principal factor negativo para este tipo de
aprovechamiento.
La serpentinita, por sus caracteres mecánicos (sobre todo, por su baja dureza) se agrupa con los mármo-
les ("mármol verde"). Sus aplicaciones son similares: revestimientos, elementos auxiliares (columnas,
zócalos), etc.
En España existen importantes macizos serpentiníticos, agrupados en tres áreas: los macizos máficos-
ultramáficos gallegos, la Serranía de Ronda (Málaga) y las pequeñas masas existentes entre los materia-
les metamórficos de Sierra Nevada (Granada-Almería).

Los gneises son rocas que pueden formarse por distintos mecanismos, que se pueden agrupar en dos: el
metamorfismo de alto grado de rocas pelíticas, que da origen a los denominados paraneises, y la defor-
mación tectónica (por lo general acompañada de metamorfismo) de rocas graníticas, que origina los de-
nominados ortoneises. Estos últimos son los que presentan mayores posibilidades industriales, por ser
rocas compactas y competentes, susceptibles incluso de pulimento.
Están formados mayoritariamente, al igual que los granitos, por cuarzo, feldespato potásico, plagioclasa,
mica (biotita a menudo acompañada de moscovita), como minerales mayoritarios más comunes, que pue-
den estar acompañados de muchos otros (granate, anfíbol, cordierierita), y de los accesorios comunes en
este tipo de rocas (apatito, esfena, circón, pirita).
Sus texturas y estructuras están dominadas por la presencia de una foliación o bandeado, marcado por
reorientación mecánica y/o recristalización de minerales laminares (micas), por la granulación del cuarzo,
y por la rotación de los granos de feldespato, que suelen dar origen, por su mayor resistencia al aplasta-
miento, a formas ocelares (augen). El resultado es el bandeado neísico típico, con alternancias claro-
oscuras y nódulos claros, de feldespato.
Los neises se agrupan con los granitos en cuanto a su explotación minera y aplicaciones industriales. Co-
mo carácter específico, hay que señalar que el hecho de que sea una roca bandeada afecta a su instala-
ción en obra y a su aprovechamiento, que estarán condicionados por este factor.

MINERALES INDUSTRIALES DE ORIGEN METAMÓRFICO


El metamorfismo origina otras muchas rocas, aparte de las descritas, en general sin aplicación industrial
directa. Sin embargo, en algunos casos estas rocas pueden contener concentraciones de minerales de
interés económico, susceptibles de extracción minera y concentración. Algunos de los más significativos
son: granate, corindón, grafito, asbestos, nesosilicatos de aluminio (andalucita- sillimanita- distena).

El granate se forma en muchas rocas metamórficas de origen pelítico (esquistos en sentido amplio, nei-
ses), aunque también aparece en algunas rocas ígneas, y, debido a su escasa alterabilidad, suele concen-
trarse en sedimentos aluvionares. En las rocas metamórficas solo llega a ser aprovechable cuando es muy
abundante, o cuando la roca está afectada por un proceso de alteración que haya destruido al resto de
minerales.
Un factor importante que afecta a su explotabilidad es el contraste de densidad entre el granate y el resto
de minerales que componen la roca, que suele permitir una separación mineralúrgica de bajo coste.
Las aplicaciones del granate están relacionadas con sus propiedades de: dureza y densidad relativamente
altas, resistencia química, y no toxicidad, que permiten que tenga cinco campos principales de aplicación:
abrasivo para eliminación de óxidos sobre superficies metálicas (decapar), revestimientos abrasivos, filtra-
do de aguas, corte por chorro de agua, y pulido.

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En España se explota en Níjar (Almería), pero no en rocas metamórficas, sino a partir de una roca volcá-
nica excepcionalmente rica en este mineral, y fuertemente alterada, lo que permite la liberación natural del
mineral. A nivel mundial, el mayor productor es EE.UU, a gran distancia de otros como Australia, India y
China.

El corindón se forma fundamentalmente como consecuencia de metamorfismo de contacto a partir de


rocas arcillosas alumínicas, junto con otros minerales típicos de este ambiente (sillimanita, piroxeno).
También se forma en otros tipos de ambientes, sobre todo en pegmatitas, de donde proceden los cristales
de calidad gema (rubí, rojo, y zafiro, azul). El esmeril, por su parte, es un agregado microcristalino de co-
rindón con otros minerales, como hematites, magnetita, cuarzo y/o espinela.
El corindón se emplea fundamentalmente como abrasivo para pulido, en todo tipo de procesos industria-
les. Esto se debe no solo a su gran dureza (9 en la escala de Mohs, el segundo mineral más duro tras el
diamante), sino también a su elevado punto de fusión (1.950ºC), y a la forma de sus granos, controlada
por la partición perfecta que suelen presentar, y que favorece esta aplicación. También se emplea en la
fabricación de ladrillos refractarios.
Por su parte, el esmeril es un abrasivo de menor calidad, que se utiliza fundamentalmente como aditivo en
revestimientos, como antideslizante.
Zimbabwe y la República de Sudáfrica son los principales productores a nivel mundial de corindón, mien-
tras que Turquía y Grecia lo son de esmeril. En España no existen explotaciones mineras de ninguno de
los dos. Por su parte, las variedades gema se obtienen de yacimientos fundamentalmente de tipo pegmatí-
tico, o concentrado en aluviones, de Sri Lanka, Birmania, Tailandia, entre otros.

El grafito es el producto de la recristalización metamórfica de la materia orgánica contenida en las rocas


afectadas por metamorfismo regional o de contacto. Cuando este proceso se produce sobre capas de
carbón, o sobre rocas que contienen hidrocarburos líquidos (petróleo) se producen yacimientos de interés
económico de este mineral, que también pueden tener su origen en otros procesos: grafito magmático,
pegmatítico, hidrotermal...
Sus aplicaciones más conocidas en la actualidad son las relacionadas con la fabricación de objetos y ele-
mentos ligeros pero de alta resistencia, como material deportivo (esquís, raquetas), o piezas de automo-
ción (barras protectoras). También, como elemento moderador en reactores nucleares, como aditivo lubri-
cante, o en la fabricación de carbono activado, entre otros usos.
Los principales países productores de grafito son China, Corea del Sur e India. En España se explota o se
ha explotado hasta fecha reciente en Gadamur y Puente del Arzobispo (Toledo).

La denominación de asbesto se refiere a un grupo de minerales caracterizados por presentar una estruc-
tura fibrosa, y que corresponden al grupo de los anfíboles, o de la serpentina. En concreto, se trata de seis
variedades mineralógicas: crisotilo (variedad de serpentina), crocidolita (variedad del anfíbol riebeckita),
amosita (variedad del anfíbol grunerita), y los asbestos de los anfíboles antofilita, tremolita y actinolita, que
no tienen nombres específicos.
De esta forma, cada uno de estos "asbestos" presenta en el detalles propiedades diferentes, lo que condi-
ciona sus aplicaciones concretas, relacionadas fundamentalmente con el origen etimológico de la palabra
asbesto, que proviene del griego y significa "incombustible": se emplean como aislantes térmicos, si bien
la toxicidad de algunos de ellos (fundamentalmente de la crocidolita) ha hecho decaer de forma muy se-
vera estas aplicaciones. También se emplean como aditivo en cementos (fibrocementos), entre los cuales
el más conocido es la uralita.
Su origen está en relación con el metamorfismo regional de rocas básicas o ultrabásicas. En concreto, los
asbestos suelen formarse como relleno de venas durante estos procesos, de forma que las fibras de as-
besto crecen perpendidularmente a las paredes la fractura, con lo cual la longitud de las fibras, que es un
factor económico muy importante, está condicionado por el espesor de estas venas.
Los principales países productores de asbestos son Rusia, Canadá, Brasil y Zimbawue. Como ya se ha
indicado, su consumo a nivel mundial ha descendido debido a las consideraciones sobre sus efectos so-
bre la salud.

Los nesosilicatos de aluminio andalucita, sillimanita y distena son variedades polimorfas, que se forman
por metamorfismo de rocas alumínicas, pelíticas, bajo diferentes condiciones de presión y temperatura
(ver figura). Existe otra variedad sintética, que es la mullita, que se forma en condiciones de alta tempera-
tura y baja presión, que raramente se dan en la naturaleza (figura típica: la 2.1 de Velho vale). Algunos,
como la andalucita, pueden también formarse bajo otras condiciones más propicias a la formación de ya-
cimientos, como las condiciones hidrotermales. En las rocas correspondientes están acompañados siem-
pre de otros minerales como cuarzo y micas, a lo que pueden acompañar otros como granate, estaurolita,
etc., dependiendo de la composición concreta de la roca y de las condiciones a las que haya estado some-
tida. No obstante, en los casos en que son explotables suelen aparecer concentrados en bolsadas de
cierto volumen.
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Se emplean para la obtención de cerámicas especiales, refractarias, que se utilizan en la industria meta-
lúrgica (revestimientos de hornos, moldes). Algunos de estos minerales tienen variedades de calidad ge-
ma, que no suelen tener origen metamórfico, sino hidrotermal.
Los principales países productores de estos minerales son la República de Sudáfrica, Francia y España
para andalucita, EE.UU. e India para distena, e India para sillimanita. En España son relativamente abun-
dantes, en los distintos terrenos metamórficos (Macizo Ibérico, Zona Bética, Pirineos), pero no llegan a
presentar interés minero.

YACIMIENTOS METÁLICOS RELACIONADOS CON METAMORFISMO


El metamorfismo puede afectar a los yacimientos de minerales metálicos, produciendo en los mismos
cambios más o menos significativos. En especial, cuando el metamorfismo va acompañado de una defor-
mación tectónica importante puede llegar a transformar completamente el yacimiento, en cuento a su dis-
posición geométrica, mineralógica e incluso petrológica. En los casos más "suaves", produce o puede
producir una recristalización de las menas, que implica un aumento del tamaño de grano que favorece el
proceso de beneficio minero. Por ejemplo, en el caso de las Formaciones Bandeadas de Hierro ("banded
iron formations", BIF), el metamorfismo regional induce una recristalización del mineral precursor (p.ej.,
goethita) a magnetita, y del chert original a cuarzo recristalizado poligonal, granoblástico.

Lecturas recomendadas
Bard, J.P. (1985). Microtexturas de rocas magmáticas y metamórficas. Masson. 181 pg.
Miyashiro, A. (1978). Metamorphism and metamorphic belts. George Allen & Unwin. 492 pg.
Oyarzun, R. (1982). Geology and geochemistry of the banded iron formations in the Nahuelbuta moun-
tains, Chile. Tesis Doctoral. Universidad de Leeds (Inglaterra). 226 pg.
Spry, A. (1969). Metamorphic textures. Pergamon Press. 249 pg.
Velho, J.; Gomes, C.; Romariz, C. (1998). Minerais industriais. Geologia, propriedades, tratamentos, apli-
caçoes, especificaçoes, produçoes e mercados. G.C. Gráfica de Coimbra, Lda. 591 pg.
Yardley, B.W.D. (1995). An introduction to metamorphic petrology. Longman Scientific and technical. 248
pg.

66 de 71
14.- EXPLORACIÓN MINERA
Metodología de la investigación minera:
Preexploración
Exploración
Evaluación
Herramientas y técnicas de exploración minera
Recopilación de información
Teledetección
Geología
Geoquímica
Geofísica
Calicatas
Sondeos mecánicos
Interpretación de resultados
Lecturas recomendadas

La explotación de los yacimientos minerales, como veremos en el tema siguiente, es una actividad de
alto riesgo económico, ya que supone unas inversiones a largo plazo que muchas veces se sustentan en
precios del producto minero sujetos a altas oscilaciones. A su vez, la exploración supone también un ele-
vado riesgo económico, derivado éste del hecho de que supone unos gastos que solamente se recuperan
en caso de que la exploración tenga éxito y suponga una explotación minera fructífera. Sobre estas bases,
es fácil comprender que la exploración supone la base de la industria minera, ya que debe permitir la loca-
lización de los recursos mineros explotar, al mínimo coste posible.
Para ello, debe cumplir dos objetivos básicos:
1. Identificar muy claramente los objetivos del trabajo a realizar
2. Minimizar los costes sin que ello suponga dejar lagunas
Para ello dispone de una serie de herramientas y técnicas básicas, que son las que vamos a sintetizar a
continuación.

METODOLOGÍA DE LA INVESTIGACIÓN MINERA


La base de cualquier trabajo bien hecho es la planificación de las actividades a realizar. Esto es especial-
mente importante en la investigación minera, por las razones ya expuestas. Así, en Investigación Minera
se suele subdividir el trabajo en tres etapas claramente diferenciadas, de forma que solamente se aborda
la siguiente en caso de que la anterior haya cumplido satisfactoriamente los objetivos previstos. Aunque
pueden recibir distintos nombres, en términos generales se trata de una fase de preexploración, una de
exploración propiamente dicha y otra de evaluación. Si incluso ésta última alcanza los resultados previstos
se realiza un estudio de viabilidad económica.
Como objetivos generales de cada una de estas etapas se pueden fijar los siguientes:
Preexploración: Tiene por objeto determinar si una zona concreta, normalmente de gran
extensión, presenta posibilidades de que exista un tipo determinado de yacimiento mine-
ral. Esto se establece en función de la información de que disponemos sobre ese tipo de
yacimiento y sobre la geología de la región de estudio. Suele ser un trabajo fundamental-
mente de gabinete, en el que contaremos con el apoyo de información bibliográfica, ma-
pas, fotos aéreas, imágenes de satélite, etc., aunque puede incluir alguna salida al campo
para reconocer las zonas de mayor interés.
Exploración: Una vez establecidas las posibilidades de la región estudiada, se pasa al es-
tudio sobre el terreno. En esta fase aplicaremos las diversas técnicas disponibles para lle-
var a cabo de forma lo más completo posible el trabajo, dentro de las posibilidades presu-
puestarias del mismo. Su objeto final debe ser corroborar o descartar la hipótesis inicial de
existencia de mineralizaciones del tipo prospectado.
Evaluación: una vez que hemos detectado una mineralización de interés minero, es decir,
en la que observamos caracteres que permiten suponer que pueda llegar a ser explotada,
pasamos a llevar a cabo su evaluación o valoración económica. A pesar de lo que pueda
parecer, los datos de ésta no son aún concluyentes, y debe ir seguida, en caso de que la
valoración económica sea positiva, de un estudio de viabilidad, que contemple todos los
factores geológicos, mineros, sociales, ambientales, etc., que pueden permitir (o no) que
una explotación se lleve a cabo.
Para cumplir con cada uno de estos objetivos disponemos de una serie de herramientas, unas para aplicar
en campo y otras en gabinete.

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HERRAMIENTAS Y TÉCNICAS DE EXPLORACIÓN MINERA
La exploración minera se basa en una serie de técnicas, unas instrumentales y otras empíricas, de coste
muy diverso. Por ello, normalmente se aplican de forma sucesiva, solo en caso de que el valor del produc-
to sea suficiente para justificar su empleo, y solo si son necesarias para complementar las técnicas que ya
se hayan utilizado hasta el momento. Las técnicas serían las siguientes:
Recopilación de información
Es una de las técnicas preliminares, de bajo coste, que puede llevarse a cabo en la propia oficina, si bien
en algunos casos supone ciertos desplazamientos, para localizar la información en fuentes externas (bi-
bliotecas, bases de datos…). Consiste básicamente en recopilar toda la información disponible sobre el
tipo de yacimiento prospectado (características geológicas, volúmenes de reservas esperables, caracterís-
ticas geométricas…), así como sobre la geología de la zona de estudio y de su historial minero (tipo de
explotaciones mineras que han existido, volumen de producciones, causas del cierre de las explotacio-
nes…). Toda esta información nos debe permitir establecer el modelo concreto de yacimiento a prospectar
y las condiciones bajo las que debe llevarse a cabo el proceso de prospección.
En esta fase resulta muy útil contar con el apoyo de mapas metalogenéticos que muestren no solo la loca-
lización (y tipología) de yacimientos, sino también las relaciones entre ellos y su entorno. En este sentido,
resulta muy útil la representación gráfica en éstos de metalotectos o provincias metalogenéticas.
Teledetección
La utilización de la información de los satélites artificiales que orbitan nuestro planeta puede ser de gran
interés en investigación minera. Sigue siendo una técnica de relativamente bajo coste (condicionado por el
precio de la información a recabar de los organismos que controlan este tipo de información) y que se
aplica desde gabinete, aunque también a menudo complementada con salidas al campo.
La información que ofrecen los satélites que resulta de utilidad geológico-minera se refiere a la reflectivi-
dad del terreno frente a la radiación solar: ésta incide sobre el terreno, en parte se absorbe, y en parte se
refleja, en función de las características del terreno. Determinadas radiaciones producen las sensaciones
apreciables por el ojo humano, pero hay otras zonas del espectro electromagnético, inapreciables para el
ojo, que pueden ser recogidas y analizadas mediante sensores específicos. La Teledetección aprovecha
precisamente estas bandas del espectro para identificar características del terreno que pueden reflejar
datos de interés minero, como alteraciones, presencia de determinados minerales, variaciones de tempe-
ratura, humedad…
Geología
El estudio en mayor o menor detalle de las características de una región siempre es necesario en cual-
quier estudio de ámbito minero, ya que cada tipo de yacimiento suele presentar unos condicionantes es-
pecíficos que hay que conocer para poder llevar a cabo con mayores garantías de éxito nuestra explora-
ción, así como otras que puedan emprenderse en el futuro. Es un estudio que se lleva a cabo durante las
fases de preexploración y exploración, ya que su coste aún suele ser bastante bajo. Tiene también un
aspecto dual, en el sentido de que en parte puede hacerse en gabinete, a partir de los datos de la recopi-
lación de información y de la teledetección, pero cuando necesita un cierto detalle, hay que complementar-
la con observaciones sobre el terreno.
Dentro del término genérico de geología se engloban muchos apartados distintos del trabajo de reconoci-
miento geológico de un área. La cartografía geológica (o elaboración de un mapa geológico de la misma)
incluye el levantamiento estratigráfico (conocer la sucesión de materiales estratigráficos presentes en la
zona), el estudio tectónico (identificación de las estructuras tectónicas, como fallas, pliegues, que afectan
a los materiales de la zona), el estudio petrológico (correcta identificación de los distintos tipos de rocas),
hidrogeológico (identificación de acuíferos y de sus caracteres más relevantes), etcétera. En cada caso
tendrán mayor o menos importancia unos u otros, en función del control concreto que presente la minerali-
zación investigada.
Geoquímica
La prospección geoquímica consiste en el análisis de muestras de sedimentos de arroyos o de suelos o de
aguas, o incluso de plantas que puedan concentrar elementos químicos relacionados con una determina-
da mineralización. Tiene su base en que los elementos químicos que componen la corteza tienen una
distribución general característica, que aunque puede ser distinta para cada área diferente, se caracteriza
por presentar un rango de valores definido por un distribución unimodal log-normal, En otras palabras, la
concentración "normal" de ese elemento en las muestras de una región aparece como una campana de
gauss en un gráfico semilogarítmico. Sin embargo, cuando hay alguna concentración anómala de un de-
terminado elemento en la zona (que puede estar producida por la presencia de un yacimiento mineral de
ese elemento), esta distribución se altera, dando origen por lo general a una distribución bimodal, que
permite diferenciar las poblaciones normal (la existente en el entorno de la mineralización) y anómala (que
se situará precisamente sobre la mineralización).
Así, las distintas variantes de esta técnica (geoquímica de suelos, de arroyos, biogeoquímica) analizan
muestras de cada uno de estos tipos, siguiendo patrones ordenados, de forma que se consiga tener un
análisis representativo de toda una región, con objeto de identificar la o las poblaciones anómalas que

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puedan existir en la misma, y diferenciarlas de posibles poblaciones anómalas que puedan ser una indica-
ción de la existencia de mineralizaciones.
El coste de estas técnicas suele ser superior al de las de carácter geológico, ya que implican un equipo de
varias personas para la toma y preparación de las muestras, y el coste de los análisis correspondientes.
Por ello, se aplican cuando la geología ofrece ya información que permite sospechar con fundamento la
presencia de yacimientos.
Geofísica
Dentro de esta denominación genérica encontramos, como en el caso de la geología, toda una gama de
técnicas muy diversas, tanto en coste como en aplicabilidad a cada caso concreto. La base es siempre la
misma: intentar localizar rocas o minerales que presenten una propiedad física que contraste con la de los
minerales o rocas englobantes. Igual que para localizar una aguja en un pajar un imán es una herramienta
de gran utilidad, éste mismo imán no nos servirá de nada si lo que hemos perdido entre la paja es una
mina de lapicero de 0.5 mm.
Así, las diversas técnica aplicables y su campo de aplicación puede ser el siguiente:
Métodos eléctricos: Se basan en el estudio de la conductividad (o su inverso, la resistividad) del te-
rreno, mediante dispositivos relativamente simples: un sistema de introducción de corriente al terre-
no, y otro de medida de la resistividad/conductividad. Se utilizan para identificar materiales de dife-
rentes conductividades: por ejemplo, los sulfuros suelen ser muy conductores, al igual que el grafito.
También se utilizan mucho para la investigación de agua, debido a que las rocas que contienen
agua se hacen algo más conductoras que las que no la contienen, siempre y cuando el agua tenga
una cierta salinidad que la haga a su vez conductora.
Métodos electromagnéticos: Tiene su base en el estudio de otras propiedades eléctricas o electro-
magnéticas del terreno. El más utilizado es el método de la Polarización Inducida, que consiste en
mediar la cargabilidad del terreno: se introduce una corriente eléctrica de alto voltaje en el terreno y
al interrumpirse ésta se estudia cómo queda cargado el terreno, y cómo se produce el proceso de
descarga eléctrica. Muy utilizado para prospección de sulfuros, ya que son los que presentan mayo-
res cargabilidades. Otras técnicas: polarización espontánea, métodos magnetotelúricos, etc.
Métodos magnéticos: Basados en la medida del campo magnético sobre el terreno. Este campo
magnético como sabemos es función del campo magnético terrestre, pero puede verse afectado por
las rocas existentes en un punto determinado, sobre todo si existen en la misma minerales ferro-
magnéticos, como la magnetita o la pirrotina. Estos minerales producen una alteración del campo
magnético local que es detectable mediante los denominados magnetómetros.
Métodos gravimétricos: se basan en la medida del campo gravitatorio terrestre, que al igual que en
el caso anterior, puede estar modificado de sus valores normales por la presencia de rocas específi-
cas, en este caso de densidad distinta a la normal. El gravímetro es el instrumento que se emplea
para detectar estas variaciones, que por su pequeña entidad y por la influencia que presentan las
variaciones topográficas requieren correcciones muy detalladas, y por tanto, también muy costosas.
Esta técnica ha sido utilizada con gran efectividad en la detección de cuerpos de sulfuros masivos
en la Faja Pirítica Ibérica.
Métodos radiométricos: se basan en la detección de radioactividad emitida por el terreno, y se utili-
zan fundamentalmente para la prospección de yacimientos de uranio, aunque excepcionalmente se
pueden utilizar como método indirecto para otros elementos o rocas. Esta radioactividad emitida por
el terreno se puede medir o bien sobre el propio terreno, o bien desde el aire, desde aviones o heli-
cópteros. Los instrumentos de medida más usuales son básicamente de dos tipos: Escintilómetros
(también llamados contadores de centelleo) o contadores Geiger. No obstante, estos instrumentos
solo mide radioactividad total, sin discriminar la longitud de onda de la radiación emitida. Más útiles
son los sensores capaces de discriminar las distintas longitudes de onda, porque éstas son caracte-
rísticas de cada elemento, lo que permite discriminar el elemento causante de la radioactividad.
Sísmica: La transmisión de las ondas sísmicas por el terreno está sujeta a una serie de postulados
en los que intervienen parámetros relacionados con la naturaleza de las rocas que atraviesan. De
esta forma, si causamos pequeños movimientos sísmicos, mediante explosiones o caída de objetos
pesados y analizamos la distribución de las ondas sísmicas hasta puntos de medida estratégica-
mente situados, al igual que se hace con las ondas sonoras en las ecografías, podemos establecer
conclusiones sobre la naturaleza de las rocas del subsuelo. Se diferencian dos grandes técnicas di-
ferentes: la sísmica de reflexión y la de refracción, que analizan cada uno de estos aspectos de la
transmisión de las ondas sísmicas. Es una de las técnicas más caras, por lo que solo se utiliza para
investigación de recursos de alto coste, como el petróleo.
En definitiva, la geofísica dispone de toda una gama de herramientas distintas de gran utilidad, pero que
hay que saber aplicar a cada caso concreto en función de dos parámetros: su coste, que debe ser propor-
cional al valor del objeto de la exploración, y la viabilidad técnica, que debe considerarse a la luz del análi-
sis preliminar de las características físicas de este mismo objeto.

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Calicatas
A menudo, tras la aplicación de las técnicas anteriores seguimos teniendo dudas razonadas sobre si lo
que estamos investigando es o no algo con interés minero. Por ejemplo, podemos tener una anomalía
geoquímica de plomo y una anomalía de geofísica eléctrica, pero ¿será una mineralización de galena o
una tubería antigua enterrada? En estos casos, para verificar a bajo coste nuestras interpretaciones sobre
alineaciones de posible interés minero se pueden hacer zanjas en el terreno mediante pala retroexcavado-
ra, que permitan visualizar las rocas situadas justo debajo del suelo analizado o reconocido. Además, es-
tas calicatas permitirán obtener muestras más representativas de lo que exista en el subsuelo, aunque no
hay que olvidar que por su pequeña profundidad de trabajo (1-3 metros, a lo sumo) siguen sin ser compa-
rables a lo que pueda existir por debajo del nivel de alteración meteórica, dado que, como vimos en el
apartado correspondiente, precisamente las mineralizaciones suelen favorecer la alteración supergénica.
Sondeos mecánicos
Los sondeos son una herramienta vital la investigación minera, que nos permite confirmar o desmentir
nuestras interpretaciones, ya que esta técnica permite obtener muestras del subsuelo a profundidades
variables. Su principal problema deriva de su representatividad, pues no hay que olvidar que estas mues-
tras constituyen, en el mejor de los casos (sondeos con recuperación de testigo continuo) un cilindro de
roca de algunos centímetros de diámetro, que puede no haberse recuperado completamente (ha podido
haber pérdidas durante la perforación o la extracción), y que puede haber cortado la mineralización en un
punto excepcionalmente pobre o excepcionalmente rico. No obstante, son la información más valiosa de
que se dispone sobre la mineralización mientras no se llegue hasta ella mediante labores mineras.
Los sondeos mecánicos son un mundo muy complejo, en el que existe toda una gama de posibilidades,
tanto en cuanto al método de perforación (percusión, rotación, rotopercusión), como en lo que se refiere al
diámetro de trabajo (desde diámetros métricos a milimétricos), en cuanto al rango de profundidades alcan-
zables (que puede llegar a ser de miles de metros en los sondeos petrolíferos), en cuanto al sistema de
extracción del material cortado (recuperación de testigo continuo, arrastre por el agua de perforación, o
por aire comprimido). Todo ello hace que la realización de sondeos mecánicos sea una etapa especial-
mente importante dentro del proceso de investigación minera, y requiera la toma de decisiones más deta-
llada y problemática.
INTERPRETACIÓN DE RESULTADOS
A la vista de los hasta ahora expuesto, el proceso de exploración minera consiste en una toma de datos
continua que hay que ir interpretando sobre la marcha, de forma que cada decisión que se tome de seguir
o no con las etapas siguientes esté fundamentada en unos datos que apoyan o no a nuestra interpretación
preliminar.
De esta forma, cada etapa de la investigación que desarrollamos debe ir encaminada precisamente a apo-
yar o desmentir las interpretaciones preliminares, mediante nuevos datos que supongan una mejora de la
interpretación, pero sin buscar sistemáticamente la confirmación a toda costa de nuestra idea: la cabezo-
nería puede ser muy costosa para la compañía, aunque sin ella a menudo no habría investigación minera.
En definitiva, la interpretación de los resultados debe ser muy detallada, y debe buscar las coincidencias
que supongan un apoyo a nuestras ideas, pero también las no coincidencias, que debe analizarse de for-
ma especialmente cuidadosa, buscando la o las explicaciones alternativas que puedan suponer la confir-
mación o el desmentido de nuestras interpretaciones, sin olvidar que al final los sondeos confirmarán o no
éstas de forma casi definitiva.

Lecturas recomendadas
Annels, A.E. (1991). Mineral deposit evaluation: A practical approach. Chapman & Hall. 436 pg.
Bustillo Revuelta, M.; López Jimeno, C. (1996). Recursos Minerales. Tipología, prospección, evaluación,
explotación, mineralurgia, impacto ambiental. Entorno Gráfico S.L. (Madrid). 372 pg.
Earth Science Australia. http://www5.50megs.com/esa/mindep/depfile/explora.htm
Earth Science Australia. http://www5.50megs.com/esa/mindep/depfile/eval.htm
Evans, A.N. (1995). Introduction to mineral exploration. Blackwell Science. 396 pg.
Gunn, A.G.; Plant, J.A. (1998). Multidataset analysis for the developpment of gold exploration models in
western Europe. British Geological Survey. 143 pg.
ITGE (1993). Estudios de viabilidad en estudios mineros. Colección informes minería. ITGE. 133 pg.
Marjoribanks, R. (1997). Geological methods in mineral exploration and mining. Chapman & Hall. 115 pg.
McKinstry, H.E. (1970). Geología de minas. Ed. Omega. 671 pg.
Peters, W.C. (1978). Exploration and mining geology. Willey. 696 pg.
Stone, J.G.; Dunn, P.G. (1994). Ore reserves estimates in the real world. Society of Economic Geologits,
Sp. Publication 3. 150 pg.
Wellmer, F.W. (1998). Economic evaluations in exploration. Springer. 163 pg.

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15.- EXPLOTACIÓN MINERA
La explotación de un yacimiento minero supone la existencia de una concentración de un mineral, ele-
mento o roca con suficiente valor económico como para sustentar esta explotación minera con un benefi-
cio industrial para la empresa. Para que esto se produzca, se ha de cumplir la ecuación:
Valor Producción = Costes + Beneficios
El valor de la producción se obtiene mediante la valoración económica del yacimiento, de acuerdo con los
datos del estudio de investigación minera, y por tanto, dependen de la naturaleza y características de la
mineralización, que serán unas determinadas. De forma que para poder cumplir con esta condición, tene-
mos que analizar los costes que implica la explotación minera del yacimiento.
Este factor, el coste, depende de muchos factores. Algunos de ellos no son modificables: si el yacimiento
se localiza a gran distancia de centros de transporte o de consumo, tendremos un coste de transporte a
asumir (y minimizar en lo posible). Otros dependen de decisiones a tomar: por ejemplo, la decisión de
abordar una explotación a cielo abierto o subterránea incide de forma decisiva sobre este factor de coste.
No obstante, rara vez tomamos este tipo de decisiones libremente, ya que suelen estar condicionadas por
factores propios de mineralización: profundidad a la que se encuentra, geometría (horizontal o vertical,
mayor o menor espesor). En cualquier caso, en la toma de decisiones implicada en el diseño de una ex-
plotación minera siempre tenemos un mayor o menor grado de libertad, que nos permite evaluar distintas
alternativas, y elegir la más adecuada para cada yacimiento, de forma que la ecuación se cumpla (lo cual
no siempre ocurre, naturalmente).

Lecturas recomendadas
Annels, A.E. (1991). Mineral deposit evaluation: A practical approach. Chapman & Hall. 436 pg.
Earth Science Australia. http://www5.50megs.com/esa/mindep/depfile/minper.htm
Hagel, E. (1991). Minería del oro. GEA, Serie Monografías y Textos, nº 1. 227 pg.
Info-Mine: http://www.infomine.com
McKinstry, H.E. (1970). Geología de minas. Ed. Omega. 671 pg.
Thomas, L.J. (1985). An introduction to mining. Methuen. 471 pg.

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