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La berenjena (Solanum melongena L.) pertenece a familia de las solanáceas, así como el tomate, el
pimiento, el chile y la papa; la planta puede llegar a una altura de 1 – 1.8 m y su sistema radicular
puede alcanzar la profundidad de un metro; es cultivada a gran escala en Asia, África y en áreas
tropicales y subtropicales de la India y América, al igual que en regiones templadas del sur de los
Estados Unidos y del Mediterráneo, el mayor consumo se concentra en China, India e Irán
(Araméndiz et al., 2008).
En América, México, USA, República Dominicana, Venezuela, Honduras y Guyana son los principales
países productores de esta hortaliza, y de ella, la mayor parte se destina para satisfacer el mercado
internacional. Por ello México, USA, Honduras y República Dominicana se denominan los principales
exportadores con 63,613, 17,769, 8,539 y 6,299 t, en su orden (FAO, 2015).
En contraste, los abonos orgánicos constituyen una alternativa sostenible, aunque no contengan los
nutrimentos suficientes para la obtención de cosechas de alto rendimiento, porque promueven el
incremento de la materia orgánica del suelo, la actividad microbiana y una liberación gradual de
nutrientes a la planta, para una nutrición mineral más balanceada, por ello en muchos programas
de fertilización orgánica la mejor forma de proveer los nutrientes necesarios a la planta, es la
aplicación de diversos abonos orgánicos en momentos puntuales durante el desarrollo del cultivo.
Con la adición de materiales orgánicos al suelo reduce procesos como lixiviación, fijación y
volatilización, que dependen de la tasa de descomposición del material orgánico, la cual es
controlada por la temperatura, humedad, textura, mineralogía del suelo y composición química del
material orgánico utilizado (Mueller et al., 2013).
La agricultura ecológica es una alternativa que permite, además de sustituir los insumos
tradicionales, mantener y mejorar la calidad del suelo, la producción de alimentos libre de
trazabilidad no sostenible, dado que no incorpora en los sistemas de producción, agroquímicos que
afectan los recursos agua, suelo y medio ambiente.
A través de este estudio se determinó que no hay variabilidad en el empleo de vermicompst, ácidos
húmicos, lixiviados de humus de lombriz o la mezcla de estos para nutrir al cultivo, a pesar de que
cada uno tenía diferentes cantidades de los elementos presentes, el cultivo de berenjena no mostro
cambios entre uno u otro. Pero si es de destacarse que cuando se realizó la mezcla de los abonos la
respuesta de la planta se vio mayormente favorecida, la plantas presentaron un mejor porte, los
frutos tenían mejor desarrollo y coloración.
Se encontró una variación en el peso de frutos por planta de 262.12g a 279.12g. Esto podría
atribuirse al hecho de que los nutrientes en los abonos orgánicos, se liberan gradualmente a través
del proceso de mineralización, con el fin de mantener los niveles óptimos de suelo durante períodos
prolongados de tiempo. Así mismo, algunas de las sustancias orgánicas liberadas durante la
mineralización pueden actuar como quelatos que ayudan en la absorción de hierro y otros
micronutrientes (Suge et al., 2011).
Comparar una fertilización convencional con NPK y el empleo de un plan de fertilización orgánica
utilizando abonos y lixiviados es suficiente para completar los requerimientos necesarios de la
berenjena, pero es necesario realizar los análisis de suelo para adecuar las dosis y los momentos de
fertilización en uno u otro sistema.