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Especialización en Educación y Derechos Humanos

Módulo: Educación y derecho de la niñez, la


adolescencia y la juventud

Clase 2: Paradigmas sobre el cuidado de la


niñez y su expresión normativo-institucional

En esta segunda clase reflexionaremos sobre la relación


entre niñez, juventud y Estado analizando los distintos paradigmas que, históricamente,
estuvieron asociados a la atención de estos grupos de edad. Los invitamos a preguntarse,
¿cómo fueron transformándose a lo largo del tiempo los modelos de niñez y juventud a través
de los cuales las interpretamos?, ¿de qué modo impactan en el tratamiento institucional de
la niñez y la juventud?; ¿cómo ingresan y se expresan estos modelos en las prácticas
escolares?, ¿en qué encontramos evidencias del atravesamiento de esos modelos en nuestras
propias prácticas?

En la primera clase vimos cómo las representaciones de la niñez y la juventud son una
construcción social que cambia en el tiempo, el espacio y la cultura. De la misma
manera, el tipo de intervención que se propone sobre la niñez y sus “problemáticas” -desde
las organizaciones públicas y las instituciones del Estado- está orientada en función de esas
representaciones dominantes. Dicho de otro modo, la forma en la que se piensa y se
habla socialmente sobre la niñez será la que determine la forma y el sentido que tendrán las
políticas destinadas a esta.

Siendo las escuelas lugares donde se trabaja con niños, niñas y jóvenes, resulta de mucha
importancia reconocer estos diferentes enfoques de las políticas de niñez, porque también
ayudarán a reconocer y enmarcar históricamente las políticas educativas.

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1. Las políticas dirigidas a la niñez: un breve marco introductorio


En principio, como ya hemos visto en
la clase 1, es necesario reconocer a
la niñez como una categoría
relativamente reciente para
diferenciar un sujeto social específico.
En tanto la niñez se vuelve
un “problema” especial o
diferenciado a ser abordado
socialmente, coexisten distintas
discusiones respecto de cómo y
quiénes deben abordarlo. En nuestro
Fuente: https://flic.kr/p/2SqBe3 país las distintas posturas se
desarrollaron en tensión permanente,
desde que el niño fue diferenciado
como un sujeto de intervención específico.

No obstante, si vamos al plano de las políticas públicas, este reconocimiento tardó aún
bastante más en convertir a los niños y niñas en destinatarios directos de intervenciones
específicas y más aún en reconocerlos como sujetos titulares de derechos.

La condición de niño/a -al igual que ha sucedido con la condición de género para las mujeres-
ha sufrido históricamente una situación de desigualdad en el acceso y el ejercicio de los
derechos de la ciudadanía. Esto quiere decir que las niñas y los niños no solo tuvieron que
esperar más tiempo para el reconocimiento formal de sus derechos, sino que, aún hoy, en
gran parte de los países del mundo, tienen más dificultades que otros grupos de edad para
poder ejercerlos efectivamente.

Y, si consideramos la protección de los derechos de los adolescentes y jóvenes, la cuestión


se vuelve aún más compleja.

Generalmente es más fácil lograr consenso sobre la protección especial que necesita la
infancia pero, tal como se expusiera en la clase anterior, los adolescentes y jóvenes, aun
siendo incluidos dentro de la categoría de niñez en términos de la protección, son

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representados de tal forma que, muchas veces, negativizan su imagen social. Al mismo
tiempo, suele confundirse la necesidad de educar para la progresiva autonomía con el
desplazamiento de la responsabilidad indelegable que el adulto tiene, en tanto orientador y
protector de los derechos también de los adolescentes y jóvenes. Aunque los niños y jóvenes
vayan ganando autonomía de acción y decisión, la protección de sus derechos es siempre
responsabilidad de los adultos.

Procurando generar una mirada empática respecto de lo que sienten los


jóvenes en relación al tema arriba planteado, los/as invitamos a mirar el siguiente video
y procurar reflexionar sobre las preguntas que les acercamos a posteriori.

https://youtu.be/P7t9ZC0b9a4

Nos preguntamos…

¿Cómo podemos evitar que los niños y jóvenes caigan en el “abismo”? ¿Cuáles serían
los “abismos” a evitar? ¿Qué puentes son posibles tender desde la escuela?

Es bueno saber que…

Este video de un minuto “Bebé, más allá de la niñez”, realizado por adolescentes de
Jujuy, ganó el concurso internacional Media Magic-make a difference! One-minute Video
Contest, realizado en Nueva York. Fue elegido entre 10 finalistas de todo el mundo.

No obstante las desigualdades históricas en el acceso y ejercicio de sus derechos, los niños y
niñas deben ser comprendidos socialmente como sujetos plenos de derechos. Esto
significa, por un lado, una tarea ardua que implica modificar paradigmas y representaciones
dominantes; esto es: generar un nuevo “sentido común” en gran parte del conjunto social.
Por otro, el cambio debe ser sostenido y reforzado por políticas activas de parte de los
Estados, en tanto principales garantes de los derechos de la ciudadanía.

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En este sentido, las políticas que promueven


y protegen de manera especial los derechos de la
niñez requieren, para ser efectivas, construir
En el siguiente link pueden
consensos nacionales e internacionales. A partir
indagar en los distintos tratados
de los llamados pactos internacionales se internacionales de derechos humanos.
fueron ampliando y generando, progresivamente,
derechos para grupos específicos de personas, http://www.ohch r.org/Documents/
Publications/CoreT reatiessp.pdf
como es el caso de los derechos para los niños y
las niñas.

2. Las políticas para la niñez y los paradigmas en tensión


En este apartado describiremos algunos rasgos y características fundamentales que nos
permitirán diferenciar los sustentos políticos e ideológicos de cada paradigma, es decir, en
qué se basan, cómo surgen, en qué contextos se construyeron estos modelos interpretativos

2.1 Paradigma tutelar y la Ley de Patronato Estatal de Menores


Desde mediados del siglo XIX se empieza a clasificar a la infancia con un criterio
socioeconómico: los niños de “buenas familias”, contenidos en sus necesidades materiales,
afectivas y sociales, y los niños de familias pobres, que empezaron a ser comprendidos como
un problema social. La inmigración creciente -y generalmente hacinada en centros urbanos-
vuelve visible en las calles a la niñez desposeída, a la niñez que no se encontraba dentro de
la “regularidad” prevista. Estos niños eran percibidos como potencialmente peligrosos,
población que brindaba contexto propicio para el surgimiento del vicio, la vagancia y el
crimen. Es así como la infancia queda diferenciada entre “niños” y “menores”,
generando prácticas diferentes para la atención de unos y otros.

Durante las últimas décadas del siglo XIX y las primeras del XX la infancia
desamparada es asistida por organizaciones religiosas y de beneficencia, que brindaban
más apoyo espiritual que material porque se consideraba necesario minimizar los efectos que
producía la debilidad moral a la que estos niños estaban expuestos, ya que se consideraba

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que la pobreza era consecuencia de la incapacidad de las personas y no de la desigualdad o


la injusticia social.

A principios del siglo XX, el Estado busca dar una respuesta a esta niñez en condiciones de
pobreza, cuya situación concebía como irregular, meritoria de control y medidas
disciplinadoras de re-socialización, que debían ser implementadas por instituciones creadas a
tal fin ya que, desde esta perspectiva, se consideraba que las familias pobres estaban
incapacitadas para cuidar y educar apropiadamente a sus hijos.

En el año 1919 se dicta la Ley de Patronato Estatal


de Menores (Ley Nº 10.903), también conocida
como “Ley de Agote”, por ser el Dr. Luis Agote,
médico y diputado conservador por la provincia de
Buenos Aires, quien la había presentado (en cuatro
oportunidades, desde al año 1910) en la Cámara de
Diputados.

Esta ley reflejaba la representación


hegemónica de niñez en esa época, que se
sostuvo en la doctrina de la situación
irregular

Lejos de lograr la igualdad y el acceso a los


derechos de la infancia, esta Ley generó aún más
Dr. Luis Agote segregación de los niños y niñas pobres,
considerados “menores” y, por ende, objeto de
Fuente: http://es.wikipedia.org/
wiki/Luis_Agote
control social. Asociada a esta perspectiva, se creó
el Juzgado de Menores, que daba la posibilidad a
los jueces de disponer de la vida y el destino de los
niños desamparados que, una vez separados de sus padres, podían ser entregados a la
tutela de “(...) una persona honesta, pariente o no, o a un establ ecimiento de
beneficencia, privado o público, o a un reformatorio público de menores ”. Dicho de
otra forma, los sujetos “menores” eran en realidad tratados como “objetos de
tutela”, disponiéndose de ellos en muchos casos con gran arbitrariedad.

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Dado que la asistencia era principalmente moral y espiritual, estaba a cargo de instituciones
religiosas y de beneficencia.

Un ejemplo a mencionar, que concentró gran parte de las actividades y políticas en relación
con la asistencia a los “menores” y desamparados, fue la Sociedad de Beneficencia, creada
por Bernardino Rivadavia en el año 1823. En las prácticas de esta Sociedad se encarnaban
los sustentos de la Ley Agote, en tanto las situaciones de vulneración de derechos se
concebían como parte de una debilidad moral que convertía a los niños -y a los pobres en
general- en potencialmente peligrosos, por lo cual eran institucionalizados (generalmente en
centros cerrados como orfanatos, asilos, etc.) y re-socializados a partir prácticas
moralizantes, degradantes y disciplinadoras de la pobreza.

Huérfanos del Patronato de Menores. Buenos Aires, 1925


(Imagen del Archivo General de la Nación)

“(…) Yo tengo la convicción profunda que nuestra Ley falla si no llegamos a suprimir
el cáncer social que representan 12 a 15 mil niños abandonados moral y
materialmente, que finalmente caen en la vagancia y después en el

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crimen”. (Fragmento del discurso de Luis Agote, extraído del trabajo “10903, la Ley
Maldita”, de Demaría, V. y Figueroa, J., 2007)

¿Cuánto de estas representaciones de la niñez y juventud desamparada siguen


vigentes en nuestros discursos, prejucios, en las representaciones mediáticas? ¿De qué modo
se los estigmatiza? ¿Qué cuestiones se ponen en tensión según la diferente pertenencia social
de las niñas, niños y jóvenes?

3. Hacia un nuevo paradigma


A mediados del siglo XX se produce una crisis en relación a la perspectiva tutelar, que
pone explícitamente en tensión a este paradigma de la situación irregular en relación con
la niñez, dentro de un marco más amplio en el que también se cuestiona la penalización
de la pobreza. A partir de la llegada del peronismo, y bajo la premisa “los únicos
privilegiados son los niños”, empieza a cerrarse la diferenciación entre “niños” y “menores”,
universalizando los derechos asociados a la niñez y ubicándolos bajo la órbita del Estado,
dado que hasta ese momento estaban en su mayoría a cargo de la Sociedad de Beneficencia.

Si bien la Ley Agote continuó vigente, las prácticas degradantes y penalizadoras de la pobreza
fueron discutidas y, en varios casos, directamente prohibidas. De hecho, en 1946 se intervino
la Sociedad de Beneficencia, modificando muchas de sus prácticas habituales. También se
dejaron de transferir fondos desde el Estado a todas las entidades privadas de caridad,
creándose, al mismo tiempo, la Dirección de Asistencia Social, que tomó a su cargo las
políticas de infancia. A partir de esta responsabilidad, el Estado asume como principio
terminar con la asistencia de la infancia desde la perspectiva de “corregir los desvíos sociales”.
La Fundación Eva Perón creada en 1948, representó un avance hacia el paradigma de
protección integral. Fue un dispositivo para estatal, que tenía como objeto mejorar la vida de
niños y niñas que no estaban al cuidado de sus familias u otros adultos, así como de otros
grupos vulnerables o desamparados, entre los que se encontraban las madres solteras, los
ancianos, etc.

Aunque aún no se discutía en el contexto mundial ni nacional un estatuto general de derechos


para los niños, podría decirse que las políticas asociadas al estado de

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bienestar representaron un avance que puso en cuestión los argumentos del paradigma
tutelar.

Estado de bienestar

Si bien hay mucha discusión sobre la aplicación y características del Estado de


Bienestar, se usa este concepto para definir un modelo de organización social según
el cual el Estado provee servicios que garantizan el cumplimiento de los derechos
sociales reconocidos a la totalidad de los habitantes de un país, que mundialmente
se desarrolló desde mediados del siglo XX.

Dado que, en general, los sectores más pobres son los que tienen más dificultades
para acceder a los derechos, los pilares fundamentales de este modelo fueron las
políticas sociales destinadas a los más humildes, el pleno empleo y el sostenimiento
del consumo. En nuestro país coincide histórica y políticamente con los inicios del
peronismo, que reflejó esta forma de organización en sus políticas de Estado.

Para saber más…

En el contexto internacional, la Declaración Universal por los Derechos Humanos,


firmada en 1948, brinda un marco de acuerdo para empezar a pensar los derechos
como integrales e indivisibles, estableciendo, a su vez, la dignidad, la equidad y la
justicia social como principios universales. No obstante, es recién en 1959 que los
Estados que conformaban la Organización de las Naciones Unidas firman de manera
unánime la Declaración por los Derechos del Niño, que presenta una lista de
derechos reconocidos para la niñez.

Aunque en términos estrictos, es desde 1989, con la firma de la Convención


Internacional por los derechos del Niño, que es posible hablar del inicio formal del
paradigma de protección integral de derechos.

4. El paradigma de protección integral de derechos


La Convención sobre Derechos del Niño se promulga en el año 1989, obteniendo rango
constitucional cuando se incorpora a nuestra Carta Magna en 1994. Esta Convención propone
un paradigma de protección integral, que implica reconocer a la niñez como un nuevo
sujeto, con derechos específicos. Este reconocimiento se sostiene en la igualdad de

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derechos, lo que equivale a rechazar las desigualdades entre niños y niñas basadas en su
género, condición socioeconómica, religión, nacionalidad o cualquier otra circunstancia social.

Desde esta concepción, y de acuerdo a la posterior sanción en 2005 de la Ley Nacional 26.061
de Protección Integral de los Derechos de Niños, Niñas y Adolescentes, los mismos son sujetos
de derecho y no objeto de protección o meros beneficiarios. Por ende, al contrario de lo que
sucedía con el paradigma tutelar, la situación socioeconómica no es motivo suficiente para
separar al niño o niña de su familia, que debe ser asistida por el Estado a través de
organismos y/o programas específicos, en caso de verificarse la falta de recursos que limitan
o impiden el acceso a derechos básicos.

Otra diferencia fundamental con la perspectiva tutelar es la limitación de intervenciones del


poder judicial que antes podía decidir total y arbitrariamente sobre el destino de los
niños: desde el paradigma de protección integral de derechos el juez evalúa y decide
solo cuando se trata de problemas de índole jurídica, y siempre existe la obligación
de escuchar a los niños y niñas y que su opinión sea considerada. Esto sucede porque,
desde este enfoque, ya no se considera que los niños tengan “desviaciones” a ser corregidas
a través de procesos de resocialización, sino que el Estado debe generar políticas o
intervenciones que mejoren la inclusión y el acceso a derechos de los niños y niñas que tienen
impedimentos o dificultades para esto.

Por lo mismo, ya no se considera que los niños y niñas son “adultos incompletos” o “adultos
en formación”, sino que niños, niñas y jóvenes son etapas vitales que determinan una forma
particular de ser personas completas, sujetos titulares de derechos que se encuentran en
pleno desarrollo progresivo de la autonomía, por lo cual son sujetos de protección
especial. Los chicos y chicas tienen derechos y los pueden ejercer por sí mismos, porque no
se preparan para ser en el futuro, son en el aquí y ahora, y tienen capacidad de hacer.

Una cuestión fundamental de este enfoque es que establece que el interés de la infancia
debe considerarse prioritario en el diseño de las políticas, debiendo ser sus derechos
satisfechos de manera integral y simultánea.

Desde esta perspectiva, todos los adultos y el Estado tienen la responsabilidad


indelegable de proteger los derechos de la niñez, garantizando las condiciones y
posibilidades para su ejercicio efectivo.

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Para tener en cuenta…

Si bien para cada paradigma es posible reconstruir un proceso histórico de origen,


configuración e instalación social, es importante tener en cuenta que, aunque la
discusión ha permitido el surgimiento de posicionamientos superadores, los
elementos de los paradigmas se sostienen y son posibles de reconocer en muchas
prácticas actuales. Dicho de otro modo, las representaciones respecto de la niñez no
se reemplazan unas a otras automáticamente. A 27 años de la Convención
Internacional por los Derechos del Niño y a más de una década de la Ley de Protección
Integral de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes hay una gran parte de las
prácticas y del discurso respecto de la niñez y la adolescencia que se sostienen en el
paradigma tutelar.

En la próxima clase seguiremos profundizando sobre las tensiones entre paradigmas que se
sostienen en prácticas y discursos sobre la infancia y la adolescencia en la actualidad. En esta
oportunidad, enfocaremos nuestra mirada sobre la escuela y nuestras prácticas como
docentes.

¡Hasta la próxima clase!

Actividades

Participar en la Actividad Colaborativa:

Divididos en grupos de trabajo, esta actividad cuenta con dos momentos:

1. Durante esta semana se solicita la participación en el foro grupal se


presentará un relato personal para problematizar y discutir sobre las
prácticas propias del paradigma de patronato.
2. A partir de la semana próxima, comenzaremos a trabajar en la
elaboración de un informe grupal acerca del proceso de cambio de

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paradigma: del modelo tutelar al paradigma de protección


integral de derechos.

Bibliografía obligatoria
 De la Iglesia, M.; Velázquez, M. y Piekarz, W. (2008): Devenir de un cambio: del
patronato de menores a la protección integral de los derechos de niños, niñas y
adolescentes. Anuario de investigaciones, VOL. XV. Facultad de Psicología
(UBA) Recuperado de: http://www.scielo.org.ar/pdf/anuinv/v15/v15a32.pdf

Normativa mencionada
 Convención Internacional por los Derechos del Niño
(1989) http://www.unesco.org/education/pdf/34_72_s.pdf
 Ley de Protección Integral de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes
(2005) http://www.educ.ar/sitios/educar/recursos/ver?id=118943

Bibliografía complementaria
 Firpo, I. y Salazar L. (2011) Parte 2: Breve reseña histórica de las políticas sociales
en la Argentina (pp. 17-38) En: Cuadernillo 1: Estado, Política y Niñez. Secretaría
Nacional de Niñez Adolescencia y Familia. Ministerio de Desarrollo Social. Facultad de
Trabajo Social (UNER) Recuperado
de: http://postitulo.derechoshumanos.infd.edu.ar/archivos/repositorio//1500/1613/P
aginas_desdeFirpo_y_Salazar.pdf

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Cómo citar este texto:

Especialización Docente de Nivel Superior en Educación y Derechos Humanos (2016).


Educación y derecho de la niñez, la adolescencia y la juventud: Clase 2:
Paradigmas sobre el cuidado de la niñez y su expresión normativo-
institucional. Especialización en Derechos Humanos. Buenos Aires: Ministerio de
Educación y Deportes de la Nación.

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