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Conmemoración de la Insurgencia
Sindical de 1958-1959
ÓSCAR ALZAGA*

Cuando nuestros relojes marcaban las diez horas,

ninguno hablaba y todos veíamos pasar los minutos
con espantosa lentitud, hasta que me llamaron por
teléfono. Los primeros informes fueron de los
centros de trabajo del Distrito Federal: nadie tra-
bajaba. El paro era completo. Poco después recibi-
mos noticias de las demás secciones en los mismos
términos. Suspendieron […] sus labores en una
admirable demostración de disciplina sindical y
compañerismo. Sólo los charros estuvieron en con-
tra, pero obligados por la circunstancia de que casi
la totalidad se encontraba en paro, dejaron de tra-
bajar… (26 de junio de 1958).
Demetrio Vallejo, Las luchas ferrocarrileras que
La lucha de los ferrocarrileros,
conmovieron a México. vanguardia del movimiento sindical del país.

El 1º de julio de 2008 se cumplieron 50 años lidad de la dirección de la empresa y de los líderes

del primer triunfo de los ferroviarios encabezados
por Demetrio Vallejo, cuando lograron un au-
mento salarial que los dirigentes “charros” se ne-
garon reclamar. Fue a través del Plan del Sureste,
de una labor organizativa por todo el país y de un
ejemplar movimiento de paros escalonados, que
logran el aumento salarial de 215 pesos al mes,
que para algunas categorías significó el 100%.
Esta lucha convirtió al movimiento vallejista en
vanguardia sindical de telegrafistas, maestros, pe-
troleros, electricistas, telefonistas y otros gremios
de esos años. A esta lucha indebidamente se le ha
calificado de “economista” y “espontánea”, me-
nospreciando la difícil tarea de organización y
orientación independiente, en un marco de hosti-
* Miembro y fundador de la Asociación Nacional de Abogados
Democráticos (ANAD) y de la Asociación Latinoamericana de Aboga-
dos Laboralistas (ALAL).
del sindicato, más la del gobierno, máxime que
fue una lucha de masas ejemplar y una experien-
cia de la que hay mucho que aprender.
Aunque tenía confianza en que los trabajadores
iban a demostrar una vez más de lo que son capa-
ces cuando se trata de luchar por una causa justa,
lo cierto es que esta vez no se trataba de una lucha
por un beneficio económico, sino por una cuestión
de principio y en defensa de un derecho: el de ele-
gir y deponer a sus dirigentes. Por tanto, de la deci-
sión y combatividad de los ferrocarrileros, depen-
día el resultado, difícil de prever, de esta nueva
lucha, cuya singularidad hacía que mi incertidum-
bre se trocara en tensión nerviosa, hasta que ésta,
una hora después, fuera rota al informárseme que
el paro se había generalizado en todo el sistema fe-
rrocarrilero del país (2 de agosto de 1958).
Demetrio Vallejo, Las luchas ferrocarrileras que
conmovieron a México.

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Vendría el segundo triunfo, luego de dos me-
ses intensos de lucha. Los ferrocarrileros median-
te asambleas seccionales eligen nuevos comités
locales y delegados para instalar la VI Conven-
ción Nacional Sindical Extraordinaria, que desig-
na un nuevo Comité Ejecutivo General encabe-
zado por Demetrio Vallejo. Notificados el
sindicato, la empresa y la Secretaría del Trabajo,
se niegan a reconocer la decisión soberana de la
Convención, obligando de nuevo a los trabajado-
res a acudir a los paros de labores como medida
extrema de presión. El 4 de agosto fue brutalmen-
te reprimida una manifestación de ferrocarrileros
con el saldo de tres trabajadores asesinados:
Andrés Montaño, Rafael Alday y Leopoldo Álva-
rez. El paro ferroviario se hace total y se extiende
a los maestros del Distrito Federal y a los telegra-
fistas. El gobierno se ve obligado a ceder y propo-
ne la celebración de elecciones supervisadas por
inspectores de la Secretaría del Trabajo y utili-
zando como padrón la última nómina de pago. El
22 de agosto de 1958, la planilla de Vallejo inflinge
la derrota más contundente a los charros en la his-
toria sindical: 59,759 votos a favor contra 9 del
El Sindicato Ferrocarrilero, por su número de agremiados y su peso político, representaba una fuerza
considerable en la lucha por la democracia sindical.
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candidato del grupo del charro Díaz de León,
ejercicio democrático sin precedentes en la histo-
ria obrera. Como nunca crecería el prestigio de
Vallejo y del movimiento ferrocarrilero con este
avance democrático de enorme significación para
los sindicatos y el sistema político nacional. Cin-
cuenta años después advertimos que la riqueza
de las experiencias y enseñanzas de aquellas lu-
chas ferroviarias siguen vigentes y que son de
gran utilidad para las nuevas generaciones de tra-
bajadores.
La violación y ruptura del orden constitucional
que cometió el gobierno al destruir, desde enton-
ces, el derecho de huelga, de reunión, de expre-
sión, de organización, de manifestación, de elec-
ción; al reprimir salvaje y arbitrariamente a los
ferrocarrileros […] porque los trabajadores que
realizan una huelga o un paro (suspensión de labo-
res), no incurren en responsabilidad penal, sino ci-
vil, por la sencilla razón legal de que sólo se con-
cretan a ejercer un derecho que la Carta Magna les
otorga, el de trabajar o dejar de hacerlo.
Demetrio Vallejo, Las luchas ferrocarrileras que
conmovieron a México.
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La tercera victoria ocurrió el 26 de febrero
de 1959, cuando lograron el pago del 16.66%
sobre los 215 pesos, correspondiente al séptimo
día; también 10% para fondo de ahorro; la cons-
trucción de casas habitación o pago de ayuda de
renta, además médico y medicinas para los fami-
liares, todo ello producto de una organización efi-
caz y unitaria con capacidad de presión. Para ese
momento, las luchas de los ferrocarrileros, maes-
tros, telegrafistas, petroleros y otros gremios, ya se
articulaban en planes y acciones conjuntas.
El 50 aniversario de la brutal represión
a los ferroviarios en 1959
Veo correr noches, morir los días, agonizar las
tardes.
Morirse todo de terror y de angustia.
Porque ha vuelto a correr la sangre de los buenos
y las cárceles y la prisiones militares son para ellos.
Porque la sombra de los malignos es espesa y
amarga
y hay miedo en los ojos y nadie habla
y nadie escribe y nadie quiere saber nada,
porque el plomo de la mentira cae, hirviendo,
sobre el cuerpo del pueblo perseguido.
Porque hay engaño y miseria
y el territorio es un áspero edén de muerte
cuartelaria.
Porque al granadero lo visten
de azul de funeraria y lo arrojan
lleno de asco y alcohol
contra el maestro, el petrolero, el ferroviario,
y así mutilan la esperanza…
Efraín Huerta, “¡Mi país, oh mi país!”, 4 de
abril de 1959.
El país vivía un auténtico renacimiento sindi-
cal en 1959. Después de la etapa de intensa lu-
cha social del cardenismo en 1934-1940 y de la
política antisindical de Alemán y Ruiz Cortines
de 1946 a 1957, en 1958 importantes sindicatos
reivindicaron de nueva cuenta su autonomía
frente al Estado. Sólo el Sindicato Ferrocarrilero,
por su número de agremiados y su peso político,
hacía contrapeso a la Confederación de Trabaja-
dores de México (CTM); con la suma de los demás
sindicatos representaba una fuerza considerable
en la lucha por la democracia sindical.
Sin embargo, el gobierno de López Mateos
veía una amenaza “comunista” en la lucha de
los ferroviarios, la que era avivada con la histeria
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anticomunista norteamericana por el triunfo de
la Revolución cubana del 1° de enero de 1959. En
ese tiempo la peor acusación que se podía hacer a
un dirigente sindical era llamarlo comunista, si-
nónimo de enemigo o delincuente; equivalente al
estigma de “terrorista” de hoy en día, según el
mal llamado “mundo libre” que encabeza Estados
Unidos.
El gobierno de López Mateos, con la presión
de los yanquis, de los empresarios y medios de co-
municación, cerraron filas y desataron una cam-
paña publicitaria tachando de “comunistas” a los
dirigentes ferroviarios, con el fin de aislarlos e
iniciar una de las represiones más brutales de la
historia.
Demetrio Vallejo, escoltado por
elementos del ejército durante su
detención.
El 28 de marzo de 1959, Demetrio Vallejo y
otros dirigentes fueron aprehendidos y las instala-
ciones ferroviarias fueron ocupadas por el ejérci-
to. Luego siguió la persecución y detención en
campos militares de más de 3 mil ferroviarios y el
despido de 10 mil trabajadores. Los juzgados ce-
rraron sus ventanillas para no dar entrada a las
solicitudes de amparo del Sindicato Ferrocarrile-
ro y los principales diarios se negaron a publicar
toda clase de desplegados de protesta y, en fin, se
recrudeció la represión en todos los ámbitos so-
ciales y políticos de la vida nacional.
Para hacer creíble la acusación a los dirigentes
ferrocarrileros de “comunistas”, se llegó a mane-
jar la brutal mentira de acusar a la Embajada So-
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viética de “intromisión” y de que “estaban impli-
cados en la conjura vallejista”, expulsando a dos
agregados soviéticos (ver Excélsior, 2 y 16 de abril
de 1959).
Demetrio Vallejo permaneció injustamente
encarcelado once años, cuatro meses y un día. La
brutal represión tuvo múltiples repercusiones,
como lo señala José Revueltas:
El gobierno de López Mateos no se hubiera
propuesto romper la espina dorsal del sindicato fe-
rrocarrilero, dislocarlo y pulverizarlo si al mismo
tiempo no se propusiera dislocar, pulverizar, des-
moralizar al apenas renacido movimiento sindical y
obrero independiente, representado por maestros,
telegrafistas, petroleros y, hasta cierto límite, por
electricistas, movimiento a cuya vanguardia supo
colocarse, por propio y legítimo derecho, el sindi-
cato ferrocarrilero.
Enseñanzas de una derrota. Abril de 1959.
Tal fue la trascendencia de la represión de
marzo y abril de 1959, que su brutal impacto
afectó a todo el mundo laboral, no sólo a las co-
rrientes y sindicatos democráticos o de oposición,
también a todos aquellos que no protestaban ni
hacían valer su derechos, de ello da testimonio
involuntario Fidel Velázquez, en memorable de-
claración:
dablemente valiosos, siendo indispensables los de
Demetrio Vallejo como actor central de esa lu-
cha. Sin embargo, aún falta mucho por investi-
gar y conocer de ella, para aprender, ponderar y
recrear esa memorable gesta obrera de hace 50
años.
De la importancia histórica del gremio
y el sindicato ferrocarrilero
En 1959 eran casi 100 mil ferrocarrileros, el gre-
mio con mayor tradición de lucha sindical desde
1890; eran un orgullo nacional por varias razo-
nes, siendo decisiva su contribución en la integra-
ción cultural y territorial de la nación, así como
para el desarrollo económico y social nacional de
los siglos XIX y XX.
En varias etapas se unifican los gremios ferro-
viarios: en 1887, 1902, 1906 y 1908, hasta lograr
su consolidación en el primer sindicato nacional
de industria que integra a todo el gremio: en 1933
constituyen el Sindicato de Trabajadores Ferro-
carrileros de la República Mexicana (STFRM).
Participaron además en diversas luchas políticas
nacionales, como:
a) Las luchas precursoras de la derrota de la
dictadura porfirista, en todo el país.

La agitación efectuada durante el año

próximo pasado y parte del actual, pro-
vocó entre otros desajustes, el de la rela-
ciones obrero-patronales que todavía
subsisten, debido a que el sector capita-
lista aprovechándose de las circunstan-
cias, ha confundido a todos los trabaja-
dores con los Vallejos, extremando su
política de intransigencia frente a las de-
mandas obreras, por muy justas que és-
tas sean, y debido a que también ciertas
autoridades, incurriendo en el mismo
error y apartándose del pensamiento
presidencial en materia laboral, juzgan
los conflictos con criterios de inquisido-
res, viendo en cada acción del proleta-
riado un acto de disolución social y em-
pleando la fuerza pública para acallar sus
ansias de mejoramiento.
Informe de la Secretaría General de la
CTM, 30 de agosto de 1959.

Existen varios libros, ensayos y ar- Trabajadores ferrocarrileros clausuran una línea férrea
tículos sobre esa época histórica, indu- durante la realización de la histórica huelga.

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b) En la larga y cruenta Revolución mexicana,
fueron actores de primera línea de la épica
nacional.
c) Después, en la restauración del sistema na-
cional ferrocarrilero, indispensable para la
recuperación de la economía del país.
La histórica huelga de los ferrocarrileros de
1926 y 1927, provocó la creación de la Junta Fe-
deral de Conciliación y Arbitraje, cuyo primer
laudo fue en contra de dicha huelga.
Además, el sindicato ferrocarrilero, el más
grande de México, apoyó a cientos de pequeños y
medianos sindicatos en su formación, en particu-
lar a la difícil integración del minero en 1934 y
del petrolero en 1935, dispersos por todo el país,
cuyas principales empresas eran extranjeras, con
guardias blancas que impedían la organización
sindical.
Los ferroviarios participaron en la formación
de la CTM en 1936, la Confederación Unitaria del
trabajo (CUT) en 1948, el Bloque Unidad Obre-
ra (BUO) en 1953 y el Congreso del Trabajo en
1966. Del mismo modo que el STFRM desde los
años treinta, era capaz de hacer contrapeso a
cualquier central, cuando otros sindicatos lo apo-
yaban, como ocurrió tantas veces de 1935 a 1959.
Así, en 1948, cuando la CTM abanderó la política
de derecha y anticomunista de Alemán, el STFRM
Suscripción
Nombre
Organización
Dirección
Estado C.P.
Tel. E-mail
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junto con mineros y petroleros formaron la CUT,
que puso en jaque a la CTM y que fue desarticu-
lada por la ilegal intervención del Estado.
Como sector productivo es incuestionable su
aporte en el transporte de la carga pesada y de
pasajeros y en el desarrollo nacional. El ferrocarril
sirvió como medio de dominación y saqueo del
país cuando estuvo en manos de las empresas ex-
tranjeras, no así cuando fue propiedad del Estado
y menos con gobiernos progresistas y honestos
como el cardenista. El ferrocarril desarticuló la
economía y aletargó la identidad nacional cuando
estuvo en manos del capital extranjero, no así
cuando sirvió para el desarrollo e integración re-
gional, al mercado interno y a reafirmar la identi-
dad nacional. El ferrocarril comunicó toda la Re-
pública como ningún otro medio de transporte.
En el siglo actual, el servicio ferroviario es fun-
damental en todo el mundo para el desarrollo
económico y social y para la integración territo-
rial de las naciones. Sólo a los gobiernos neolibe-
rales del doble atraso –socioeconómico y políti-
co–, se les ocurre que el desmantelamiento del
transporte ferroviario sea un signo de moderni-
dad y que la entrega al capital extranjero del
transporte de carga ferrocarrilero sea signo de
progreso. Tal política sólo ahonda el atraso y la
desigualdad regionales y pone en riesgo la sobera-
nía e integridad territorial de la nación. <
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