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Los incas borbónicos: la elite indígena

cuzqueña en vísperas de Tupac Amaru 1

David T. Garret

El 12 de junio de 1824, cuando Lima había caído en manos de Bolívar, el virrey del Perú
se había retirado al Cuzco y al dominio hispano en los Andes le quedaba menos de un año de
vida, el procurador de naturales del Cuzco presentó un pedimento al virrey a nombre de los
24 electores del cabildo de incas, para que se permitiera a éstos seguir su "practica antigua
desde inmemorial tiempo [ ... ] que en los días de víspera y día del glorioso apóstol Señor
Santiago se celebre anualmente las funciones del Real Estandarte en memoria del triunfo de
nuestros invencibles armas católicas" .2 Ya en vísperas de la república criolla, los descen-
dientes de los incas de sangre -"los señores naturales que fueron de estos reynos"- solici-
taban por última vez su privilegio de llevar el estandarte real en las procesiones del día de
Santiago, establecido más de dos siglos antes. 3

A lo largo de varios años, diversas instituciones apoyaron generosamente mi estudio de la nobleza


indígena surandina colonial tardía, del cual forma parte este artículo: en particular la Tinker Foundation ,
el Social Sciences Research Council, Columbia University y Reed College. Quiero agradecer sobre todo
a Donato Amado Gonzales y Margareth Najarro, sin cuya colaboración, ayuda y camaradería intelec-
tual esa tarea habría sido imposible. La mayoría de las investigaciones se hizo en el Archivo Regional
del Cuzco, y agradezco también al Sr. Jorge Polo y la Borda, al Dr. Manuel Jesús Aparicio Vega y a los
funcionarios del archivo por su asistencia y amabilidad durante varios años. Este artículo se basa en una
charla qut di en el Centro Bartolomé de Las Casas del Cuzco en noviembre de 2002, a invitación del
Dr. Jean-Jacques Decoster, y agradezco, a él y al CBC, su interés en este proyecto.
2 ARC, Intendencia, Virreinato, Leg. 160, 1823-1824.
3 El alférez real y el cabildo inca se fundaron en las últimas décadas del siglo XVI. Véase Amado 2002;
y García 1937.

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Estudios y debates

Este pedido, un anacronismo en 1824, nos recuerda -como intentaban recordarle al


virrey La Serna- la existencia de una nobleza incaica en el obispado del Cuzco durante todo
el virreinato del Perú. Descuidada casi por completo durante el primer siglo y medio de la
historiografía peruana, en las últimas décadas esta elite indígena ha pasado al primer plano
de los estudios académicos de la sociedad colonial, de dos modos. En primer lu~ar, la enorme
ampliación del interés por la historia material y social de la sociedad indígena bajo el dominio
hispano ha prestado una considerable atención al papel del cacique en la sociedad colonial ,
y en la economía colonial en particular. 4 Dichos estudios subrayaron la importancia de la
nobleza indígena para el funcionamiento de las economías tributaria y de mercado en el
virreinato, y para las economías de subsistencia de los pueblos indios, al mismo tiempo que
exponen el conflicto y la estratificación social producidos en la sociedad indígena por la
existencia de esta elite sometida. En segundo lugar, y algo que es particularmente relevante
para la historia de la región del Cuzco, los historiadores culturales recientemente iluminaron
el papel central del "Inca" en la vida ceremonial, religiosa y política de los Andes coloniales. 5
Juntas, estas tendencias de la historia social y cultural han ampliado enormemente nuestra
comprensión de la complejidad de la sociedad andina colonial, y de las relaciones entre
españoles y andinos. Al mismo tiempo, al considerar las elites indígenas, principalmente en
el contexto de la sociedad colonial, como un todo, por lo general estos estudios no han
tratado la organización interna y la reproducción de dichas elites.
El presente artículo examina cómo los descendientes de los "incas de sangre" conser-
varon su cohesión como un grupo distintivo, tanto como su dominio de la república india en
su tierra natal histórica, en las décadas anteriores a la rebelión de Tupac Amaru. Aunque la
victoria española en el cerco del Cuzco en 1536 -seguida por la ejecución de Tupac Amaru I
y el exilio de muchos nobles incas de la ciudad por obra del virrey Toledo en la década de
1570-marcó el final efectivo del gobierno y la organización política incas a nivel imperial,
nada de esto destruyó los privilegios y la autoridad incaica en los aproximadamente mil
kilómetros cuadrados que rodean la antigua capital imperial. A través del control de los
cacicazgos en las nueve parroquias de la ciudad y las dos docenas de pueblos circundantes,
así como del difundido goce dé la nobleza legal, los incas coloniales se reprodujeron a sí
mismos y su autoridad aquí, durante casi tres siglos, como una elite al mismo tiempo colonial
e indígena. El artículo trata, primero, el problema de la definición de los incas coloniales y su
territorio, dadas tanto la escasez de las fuentes de archivo como la ambigüedad que lo "inca"
tuvo en el periodo colonial. De allí se pasa a su posición en el Cuzco virreinal, esbozando las
bases ideológicas, legales, administrativas y económicas hispanas de sus privilegios colo-
niales. El hecho de que la superioridad inca en la república de indios cuzqueña se debiera al
reconocimiento español y a diversos aspectos del orden colonial, no quiere decir que los
incas mismos no hayan sido cruciales para su conservación. Mediante la defensa legal y la
creación y negociación de barreras sociales, los incas coloniales defendieron sus privilegios

4 Para el cacicazgo andino colonial, véanse Rostworowski 1961 , 1978; Espinoza 1969; Pease 1992:
Saignes 1985; Choque Canqui 1993; Spalding 1970 y 1973 ; Murra 1978; Stern 1982; Glave 1989;
Assadourian 1994; Powers 1995.
5 Flores Galindo 1988; Burga 1988 ; Dean 1999; Bradley y Cahill 2000.

1O Revista Andina
David Garret: Los incas borbónicos: la elite indígena cuzqueña

mientras negociaban y cuestionaban las jerarquías entre ellos mismos. La organización de


los privilegios que tuvieron es el tema de la parte central del artículo, que a continuación
examina brevemente el colapso de estos mismos privilegios al final del periodo colonial. En
general, el objetivo del artículo es concentrar la atención sobre la complejidad de la organiza-
ción y la competencia social dentro de las sociedades indígenas coloniales, examinando
detalladamente una nobleza provincial que era, al mismo tiempo, quintaesencialmente indí-
gena y un producto del dominio colonial.

¿Quiénes, cuántos y dónde?


En el registro archivístico surge claramente que una considerable nobleza incaica,
reconocida como descendiente de los incas anteriores a la conquista, sobrevivió durante casi
todo el periodo colonial en las provincias que lindan con el Cercado del Cuzco, y ocupó la
mayoría de los cacicazgos de la zona. Infortunadamente, no están del todo claras las dimen-
siones y el área precisa ocupada. Las razones de ello son múltiples. La primera es simplemente
un problema de conservación de fuentes. Sobreviven las actas electorales del cabildo inca del
Cuzco urbano del siglo XVIII y los ocasionales poderes y peticiones a los tribunales reales,
pero casi ningún otro documento relacionado con la nobleza incaica como grupo. 6 Y lo más
probable es que jamás haya habido muchos . En la década de 1540 Carlos V había efectuado
varias concesiones formales de nobleza a diversos incas que no se habían unido a Manco
Inca en su refugio de Vilcabamba, y una serie de familias incaicas contaban con documentos
que las confirmaban en la posesión de sus cacicazgos. Pero salvo por el cabildo inca, esta
nobleza no tenía ninguna presencia institucional reconocida por el gobierno virreinal y, excep-
ción hecha de unos cuantos ayllus nobles en las parroquias de San Sebastián y San Jerónimo,
la nobleza legal era reconocida por persona y familia. Y quienes tenían nobleza eran responsa-
bles por la conservación de sus documentos: las familias presentaban sus papeles a los
oficiales reales cuando se ponía en duda sus privilegios nobles o se cuestionaba la posesión
de un cacicazgo, mas no había registro alguno de la nobleza india. Solos en la república de
indios, los nobles dejaban un rastro de papeles de negocios, disputas legales, testamentos y
así sucesivamente, pero éstos a menudo contienen poca información genealógica detallada;
en lugar de ello los testadores ocasionalmente mencionan legados como el que don Bernardo
Caye tan o Orcoguaman y Díaz hiciera de "unas armas del Gran Tupa Yupanqui juntamente con
los instrumentos de la nobleza de esta casa por pertenecerle a él, como a descendiente que es
de ella" .7 En consecuencia, a partir de este registro fragmentario los historiadores únicamente
pueden intentar armar una relación parcial de estos incas coloniales.
Más allá de estos desafíos para el historiador hay serios problemas terminológicos.
En primer lugar está el de simplemente definir la región en cuestión. Los incas coloniales del
Cuzco conformaban una nobleza provincial que dominaba la histórica tierra natal incaica,
una región clara (aunque mal definida) de unos mil kilómetros cuadrados. La gran expansión
imperial de tos incas se inició en el siglo XV; en los doscientos o trescientos años que

6 ARC, Corregimiento, Causas Civiles, Leg. 29, Exp. 620; ARC, Notarios, Ambrocio Arias de Lira,
Leg. 31; ARC, Notarios, Joseph Bernardo Gamarra, Leg. 113.
7 ARC, Notarios, Ambrocio Arias de Lira, Leg. 33, 314ff.

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precedieron a su meteórico ascenso, los ayllus interrelacionados de los "incas de sangre"


habían consolidado su dominio sobre un área a unos sesenta kilómetros del Cuzco. x Una
descripción del bautismo de Melchor Carlos Y nga, en 1571, sugiere que esta tierra natal de
los incas sobrevivió como una región distintiva durante por lo menos una generación des-
pués de la conquista española. Ocampo Conejeros enumeró a quienes fuero1n al Cuzco a
rendir homenaje al heredero inca:

[... ] todos los Yngas de las parroquias del Cuzco, Pacarectambo, Araypallpa,
Colcha, Cucharipampa, Pampacuchu, Pacopata, Accha, Pilpinto, Pocoray,
Huaihuacunca, Parcoos, Juquissana, Urcos, Andaguaylillas, Oropesa, San
Geronimo, San Sebastian, Anta, Pucyura, Conchacalla, Xaquissahuana, Mar-
co, Equeque, Zurite, Limatambo, Maras, Tambo, Urubamba, Yucay, Chinchero,
Urcos, Palpa, Pisac, y San Salvador, que todos estos son pueblos que habitan
Yngas; y de los Canas, Canchis, y Collas, y de todas quantas naciones se
pudieron juntar.9

O casi todos los pueblos y parroquias al este del Apurímac y al norte de Canas y
Canchis. Tal como lo habían sido durante siglos, las comunidades entre Quiquijana
[Quispicanchis] y Ollantaytambo [Urubamba], a lo largo del Vilcanota y en la cadena monta-
ñosa al este; en el valle del Huatanay (empezando con el Cuzco); en la pampa de Anta y en
los profundos valles de los pequeños tributarios del Apurímac, en Chilques y Masques, eran
los "pueblos que habitan Yngas". Y llama la atención que a mediados del siglo XVIII unos
hombres (y algunas mujeres) que afirmaban descender directamente de los incas de sangre
-es decir, nobles incas coloniales- ocuparan cacicazgos precisamente en esta región: en las
nueve parroquias del Cercado del Cuzco, en Anta, Pucyura, Zurite, Guarocondo [Abancay J;
Yucay, Maras, Guayllabamba [Urubamba] ; Coya, Pisac, Taray, Lamay, San Salvador [Calca y
Lares]; Caycay, Guasac, Colquepata [Paucartambo] ; Oropesa, Urcos, Quiquijana
[Quispicanchis] ; Corca, Colcha, Araypalpa, Guanoquite y Paruro [Chilques y Masques]. 111
Para dar tan solo unos ejemplos: en Anta y Pucyura los Poma Y nga, los Ñancay y los Alférez

8 Bauer 1992; Rostworowski 1999; D' Altroy 2002.


9 Melchor Carlos Ynga era nieto de Paullu Ynga, hijo de Guayna Capac y hermano de Huascar y Manco
Inca; Paullu se alió con los españoles y se bautizó (como Cristóbal) en 1543. Ocampo Conejeros
1999(1610):163 .
1O En el siglo XVIII, en las parroquias urbanas de San Bias, San Cristóbal y Hospital, los cacicazgos del
ayllu pasaban entre los artes.anos maestros y los indios nobles de las parroquias, muchos de ellos incas.
Los cacicazgos eran hereditarios únicamente en Santa Ana y Santiago. En la primera, durante este
siglo, los Ramos Tito Atauchi lograron desplazar a los Uclucana, una familia de incas de privilegio qu e
dominaba la parroquia desde su fundación. En Santiago, los Sahuaraura y un linaje femenino de los
Yarisi, casado con nobles incas, ocupaban los dos cacicazgos principales. Las panacas de los incas
"tempranos" se redujeron en las parroquias de San Sebastián, San Jerónimo y Belén; éstas (y especial-
mente San Sebastián) permanecían como plazas fuertes de la nobleza incaica hasta, y aun después de,
la independencia. Dichos cacicazgos se desplazaron entre varios linaj es incas y es sumamente difícil
establecer los patrones de sucesión. El cuadro 4, al final de este artículo, indica las familias que
ocuparon cacicazgos fuera del Cercado del Cuzco, en el medio siglo previo a 1780; se indican los casos
de pretensiones explícitas de descendencia de un monarca inca.

12 Revista Andina
David Garret: Los incas borbónicos: la elite indígena cuzqueña

Poma Orcosupa sostenían descender de Tupac Yupanqui. Los Tamboguacso de Pisac y


Taray contaban con varios emperadores incas como antepasados, entre ellos Guayna Capac.
Los Cusipaucar de Araypalpa y de Maras descendían de Paullu Ynga, en tanto que los
Chillitupa, de la panaca de Viracocha, ocupaban cacicazgos en Oropesa y Zurite. En total,
cada año varios miles de tributarios pagaban sus obligaciones a caciques incas, y varias
decenas de miles de indígenas vivían bajo el mando inca. Es decir que desde la conquista
española hasta la rebelión de Tupac Amaru, una nobleza indígena colonial descendiente de
los incas de sangre dominaba no todo el territorio ancestral de los incas cerca del Cuzco,
porque esta región también fue un centro de población española en la sierra colonial , pero sí
la república de indios de esa zona. Así se mantuvo la dominación de esta región por parte de
la etnia inca, que duró por lo menos desde el siglo XIV hasta finales del siglo XVIII.
Ciertamente, estos no eran los únicos caciques y nobles indígenas del Perú colonial
que sostenían descender de los incas. Una serie de los cacicazgos más valiosos de los
Andes -en particular alrededor del Titicaca- eran detentados por linajes fundados en los
siglos XV o XVI con el matrimonio de los hijos de Guayna Capac o Tupac Yupanqui con hijas
de los señores locales. 11 Pero el gobierno colonial no reconoció las formaciones políticas
indígenas por encima del nivel local (transformando, además, las entidades étnicas más
grandes en corregimientos regidos por funcionarios hispanos), y pocas fuerzas funcionaban
para preservar los lazos que habían unido a la elite imperial a lo largo de miles de kilómetros
de terreno montañoso. Hay indicios de que en el siglo XVII los incas del Cuzco sí conserva-
ban vínculos maritales con los linajes gobernantes alrededor del Titicaca, pero para el siglo
XVIII la decadencia del comercio de Potosí, la maduración de las economías regionales
alrededor de las ciudades de la sierra, y los cambios en las leyes referidas al tributo de los
forasteros disminuyeron dramáticamente el atractivo de dichos lazos.12 Esto no significa
negar la importancia que "ser inca" tuvo en los Andes coloniales, pero lo que constituía la
"incanidad" variaba enormemente según la región. En las zonas que habían tenido una
importancia central para el imperio incaico, numerosas familias cacicales (aunque desde lejos
no todas) sostenían tener ascendencia inca y estas pretensiones sirvieron para reformar la
legitimidad de su mando hereditario. Pero no formaban parte de la nobleza colonial incaica
que se desarrolló alrededor del Cuzco, una pequeña casta casada entre sí de unas mil perso-
nas que dominaban la vida en unas cuantas docenas de aldeas indias.
A decir verdad, en el siglo XVIII no había fronteras definitivas entre este territorio
"inca" alrededor del Cuzco y el resto de los Andes del sur: estas fronteras no tenían ningún
significado administrativo o jurídico para los españoles, por lo cual no fueron ni formali zadas
ni acatadas. Al norte y este, en los valles de Paucartambo y el Bajo Vi\canota, el dominio

11 Por ejemplo, los Tito Atauchi de Copacabana, los Choquehuanca y Mango Turpa de Azángaro, los
Chuquicallata de Saman y Taraco, los Quispe Cavana de Cavanilla, los Guamansullca de Caravaya.
Fuentes, respectivamente: ANB, Expedientes Coloniales, 1773-83; Altuve Carrillo 1991 :41-47; Sala
i Vila 1996: 118-128; RR.EE., Puno, Real Audiencia, Exp. 482; ANB , Expedientes Coloniales, 1785-
1823 ; Durand Flórez, ed., 1980, III:51.
12 La ascendencia incaica de los Quispe Cavana se debía a un matrimonio colonial con una noble inc a de
San Sebastián; y hubo lazos matrimoniales y políticos entre los incas del Cuzco y Asilla en el siglo
XVII. Para Quispe Ca vana, ANB , Expedientes Coloniales 1785-1823, 69v; para Asilla, Glave 1989:279-
304, pero también el reciente estudio de Amado Gonzales 2000: 149-164.

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hispano y las demandas del mercado de Potosí crearon una delgada área fronteriza de ha-
ciendas cocaleras y azucareras propiedad de españoles, en tierras que fueron periféricas a la
tierra natal de los incas y que llegaban a las tierras bajas tropicales, las que permanecerían
fuera de la economía política andina hasta el siglo XX. Hacia el noroeste y oeste las fronteras
naturales, históricas y políticas servían para delimitar la tierra natal de los inca's. El profundo
valle del Apurímac jamás fue un obstáculo para las formaciones políticas más grandes -huari ,
inca, española o peruana-, pero hasta el siglo XV separaba a los incas de sus ri vales chancas.
De hecho, su victoria sobre estos últimos marcó su paso de una potencia regional a otra
imperial. Esta histórica frontera indígena fue reforzada durante el periodo colonial por los
asentamientos hispanos a gran escala en el valle del Apurímac -donde las haciendas azucare-
ras pasaron a ser un pilar de la economía criolla-; y por la división administrativa entre los
obispados del Cuzco y Huamanga. Pero al sur y al suroeste, y sobre todo en Canas y Canchis,
resulta difícil localizar el punto en el cual terminaba la hegemonía inca en la "república de
indios". Por todo Canas y Canchis las dinastías locales gobernaban sobre pueblos y ayllus,
usando sus pretensiones de ascendencia inca para apuntalar su legitimidad. 13 Pero estas
familias cacicales parcialmente incas tenían pocos vínculos cercanos con los incas del Cuzco y,
lo que es más importante, de ningún modo todas, ni siquiera una mayoría, sostenían poseer
ascendencia inca. 14 Tal vez el indicador más claro de una frontera entre los pueblos dominados
por los incas alrededor del Cuzco y una elite gobernante étnicamente compleja al sur es los
nombres de los caciques de ayllu en Quiquijana durante la epidemia de 1720: don Francisco
Niño, don Martín Tiraquimbo, don Melchor Guamansauni , don Thomas Ramos y don Alonso
Orcoguaranca. Tenemos aquí una clara mezcla de apellidos incas (quechuas) y otros más bien
aymaras. 15 De este modo, aunque no hay ninguna frontera fija en el territorio de la nobleza
colonial inca del Cuzco, tanto su monopolio sobre el cargo como los vínculos que ligaban a
este grupo disminuían a medida que se subía por el valle del Vilcanota. Y si bien Canas y
Canchis -al igual que todas las provincias rurales con grandes pueblos indios- tenían su
propia nobleza indígena, en la cual la ascendencia inca jugaba un papel importante, esta elite
era distinta de la nobleza de la vieja tierra natal inca, obsesionada por la pureza de sangre.
Pero incluso alrededor del Cuzco es difícil definir con precisión la nobleza colonial
inca, por dos razones. En primer lugar, los incas jamás vivieron solos en su tierra natal. El Inca
Garcilaso y otros cronistas e historiadores de los siglos XVI y XVII distinguieron entre los
"incas de sangre" y los "incas de privilegio". 16 Los primeros eran los ayllus interrelacionados
que sostenían descender de Manco Capac y de los "monarcas" incas, tal como se les
entendía en el periodo colonial. Los segundos eran otros ayllus de la zona, muchos de los

13 Los Condorcanqui-Tupac Amaru son la familia más famosa , pero hubo otros tambi én, como los
Challco y los Fernández Pillaca de Sicuani, que afirmaban descender de "los Yngas Orejones de es te
Reyno". ARC, Corregimiento, Causas Civiles, Provincias, Leg. 72 ( 1766- 1769); ARC, Real Audien -
cia, Asuntos Administrativos, Leg. 151 ( 1791 - 1792).
14 Y muchas veces las pretensiones incaicas de estas familias fueron rechazadas por los incas del Cuzco:
por ejemplo, su referencia a Tupac Amaru : "Jose Gabriel Condorcanqui y Noguera, finjido Tupac
Amaro, . .. que no fue quien se arrojó atitular, ni tubo el origen que falzamente se apropió". ARC,
Intendencia, Gobierno, Leg. 133 ( 1785).
15 Stavig 1999:230.
16 Bauer 1992:21-22.

14 Revista Andina
David Garret: Los incas borbónicos: la elite indígena cuzqueña

cuales databan su presencia de antes del arribo de Manco Capac, que conformaban una
clase de -comuneros (aunque al parecer con sus propias elites) cuyos privilegios crecieron
con el imperio. Muchos ayllus y pueblos coloniales alrededor del Cuzco evidentemente eran
"reducciones" de incas de privilegio. Guarnan Poma menciona a los "antas" y los "uaro
condos" de la pampa de Anta, el núcleo de los pueblos de Anta y Guarocondo. 17 El ayllu
étnico de los ayarmaca, que antecedía a los incas en la zona, fue reducido en San Sebastián,
Pucyura y Chinchero. 1K Los lares del valle del Vilcanota produjeron un pueblo epónimo en la
provincia de Calca y Lares. Río arriba, los quehuar y quiguares conformaban un ayllu de
Andaguayllilas y el pueblo de Quiguares, respectivamente [Quispicanchis]. 19 Y así sucesi-
vamente. Los reasentamientos mayores emprendidos por los incas imperiales para brindar
mano de obra a la elite también dejaron su huella en la zona. Santa Ana, en el Cuzco Cercado,
tenía ayllus de chachapoyas y chasquis, desplazados desde el norte peruano, y a fines del
siglo XVIII había ayllus cañaris en Urubamba, Yucay, Guayllabamba y Andaguaylillas.211
En unas cuantas de estas comunidades los caciques sólo eran periféricamente incas:
don Mateo Pumacahua, de Chinchero [Calca y Lares] y don Vicente Choquecahua, de
Andaguaylillas [Quispicanchis], no formaban parte de la nobleza colonial inca basada en las
panacas pero evidentemente eran los pares de los caciques incas del Cuzco y para el siglo
XVIII estaban estrechamente emparentados por el matrimonio.21 No eran "incas" con miras al
limitado fin de definir quiénes eran elegibles para sentarse en el cabildo inca cuzqueño. Pero
sugerir una distinción más pronunciada entre estos caciques y la nobleza inca probablemen-
te exagere la distinción. Otros ayllus y pueblos de los viejos "incas de privilegio" evidente-
mente estaban bajo el mando de caciques descendientes de incas de sangre. No está claro
cómo las personas de estas comunidades percibían su relación con los incas coloniales;
infortunadamente es muy difícil evaluar, por la falta de fuentes, si compartían una amplia
identidad "inca" o si se veían a sí mismas como comunidades discretas gobernadas, con
justicia o no, por una elite inca. De vez en cuando encontramos algunos indicios de que no
sólo el gobierno español y los incas mismos valoraban su ascendencia regia, sino también
los tributarios cerca del Cuzco. Por ejemplo, a finales del siglo XVIII el subdelegado de
Abancay, que estaba involucrado en una lucha de poder con los caciques incas de Pucyura,
don Bias Quispe Uscamayta y don Manuel Corimanya, se quejó de la autoridad e influencia
que estos dos tenían en el pueblo: "emparentados los dos con todos principales y quasi
idolatrados del comun, a la sombra de ciertos documentos de nobleza de que hacen alarde,
ha servido grangearse entro los suios el renombre de Ynga".22

17 A estos se debe sumar a los equeco, reducidos en Anta. Bauer 1992:21: ARC, Intendencia, Real
Hazienda, Leg. 204 (1797).
18 Pucyura tenía ayllus Ayarmaca Anansaya y Ayarmaca Urinsaya a finales del siglo XVIII. Véase la
matrícula de A banca y en ARC, Intendencia, Real Hazienda, Leg. 194 ( 1792). Para la historia de los
ayarmac a desde tiempos preincaicos hasta el siglo XX, véase Rostworowski 1969-1970:58-1 Ol.
19 Véase la matrícula de Quispicanchis, ARC, Intendencia, Real Hazienda, Leg. 185 ( 1787).
20 Véanse la\ matrículas para Cuzco Cercado, Urubamba y Quispicanchis, en ARC, Intendencia, Real
Hazienda, Legs. 186 (1787), 163 (1785), y 185 (1787), respectivamente.
21 Hubo nobles incas viviendo en Chinchero, y la esposa de don Francisco Pumacahua fue descendiente
de Guayna Capac (Covarrubias 1950:217).
22 ARC, Intendencia, Real Hazi enda, Leg. 211 (1801).

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Las dificultades planteadas por los "incas de privilegio" tienen su contraparte entre
los "incas de sangre". Distribuidos por todo el Cuzco en el momento de la conquista, sola-
mente algunos de ellos habían sido ennoblecidos por los españoles. Las parroquias de San
Sebastián y San Jerónimo fueron únicas: aunque por toda la zona había incas con patentes
de nobleza, en ningún otro lado había ayllus íntegros exentos del tributo reconocidos y
como nobles (véanse los cuadros 1-3). Incluso aquí, para finales del siglo XVIII no todas las
panacas tenían condición de noble, mientras que en otras sólo algunas eran reconocidas
como tales. En 1785 todos los miembros del ayllu Sucso de San Sebastián eran legalmente
nobles, pero ninguno del ayllu Sucso de San Jerónimo lo era.23 A la inversa, tres de los 17
varones del ayllu Aucaylli de San Sebastián eran nobles, en tanto que los 23 del Aucaylli de
San Jerónimo lo eran. En Belén [Cercado], apenas cuatro de los 38 varones del ayllu Uscamayta
tenían condición de noble. No está claro si los tributarios de estos ayllus "reales" se consi-
deraban a sí mismos "incas", o si sus nobles vecinos los veían así.
El problema es más grande fuera del Cuzco. Los incas de sangre estaban concentra-
dos en el valle del Huatanay, a lo largo de la extensión templada del Vilcanota, en los valles de
Yaurisque y Paruro, y en la pampa de Anta. La primera zona comprendía el Cercado del
Cuzco, la segunda las provincias de Urubamba, Calca y Lares. Allí, en el tardío siglo XVIII ,
Yucay y Ollantaytambo contaban con ayllus Cuzco, al igual que Calca, Lamay, Coya y
Pisac.24 La tercera zona, en Paruro, era, según la leyenda, el hogar ancestral de los incas .25
Allí, los pueblos alrededor de Pacarectambo -Paruro, Yaurisque, Guanoquite, Coror y Capi-
tenían todos ellos ayllus Yngacona ("gente inca").26 También aparecen otros ayllus con
nombres incas. Zurite, en la pampa de Anta, tenía un ayllu Tumipampa, en tanto que Acos,
subiendo el valle de Livitaca desde los asentamientos incaicos de Chilques y Masques ,
contaba con un ayllu Sahuaraura.27
A diferencia de las panacas de San Sebastián, estos restos de las redes de ayllus
incas no gozaban de una amplia exención del tributo (pero algunos de sus miembros sí). Si
los tributarios del siglo XVIII de los ayllus Yngacona se consideraban a sí mismos incas, o
eran considerados como tales, es una pregunta intrigante aunque no podamos responderla .
En esencia, lo que tenemos aquí es: cómo la redefinición española de los incas, de un grupo
étnico privilegiado a un estamento noble, había rediseñado la concepción que los incas
tenían de sí mismos . Las fuentes sobrevivientes no dan indicio alguno de si los tributarios
del ayllu Yngacona de Guanoquite veían a sus caciques de la familia Borja Quispe Carlos
Ynga (que sostenían descender de Guayna Capac) como parientes o como una nobleza
separada, o un término medio. Ni tampoco podemos saber de las jerarquías entre los ayllus
de yngacona y los otros en medio de los cuales vivían.

23 Para 1785 , ARC, Intendencia, Real Hazienda, Leg. 173. Para 1768, ARC , Corregimiento, Causas
Civiles, Leg. 49, Exp. 1129.
24 Yucay tenía el ayllu Loyola, legado del matrimonio de la ñusta Beatriz con Martín de Loyo la. Véanse
las matrículas en ARC, Intendencia, Real Hazienda, Leg. 163 ( 1785) (Urubamba) y ARC, Intenden-
cia, Real Hazienda, Leg. 196 (1792) (Calca y Lares).
25 Para Pacarectambo y los orígenes de los incas, véanse Urton 1990 y Bauer 1992: 109-124.
26 Véase la matrícula, ARC, Intendencia, Real Hazienda, Leg. 198 ( 1792).
27 Véase las matrículas de Abancay (Zurite), ARC , Intendencia, Real Hazienda, Leg. 194 (1792) : y
Quispicanchis (Acos), ARC, Intendencia, Real Hazienda, Leg. 185 ( 1787).

16 Revista Andina
David Garret: Los incas borbónicos: la elite indígena cuzqueña

Por último, la definición de quién era "inca" evolucionó con el tiempo. No toda la
nobleza inca de sangre formaba parte de las panacas: el ayllu Sahuaraura de San Sebastián
(presumiblemente descendiente del general inca Gran Sahuaraura) era íntegramente noble. Y
la frontera entre los "incas de sangre" y los de "privilegio" tampoco fue estática. Los ayllus
Ayarmaca y Pomamarca de San Sebastián, en particular, fueron reconocidos como nobles,
pero en el siglo XVI evidentemente no eran "incas de sangre". Sin embargo, para el siglo
XVIII eran por lo general considerados "incas", aunque no sin alguna oposición de la
nobleza inca descendiente de los emperadores. 2R Aunque la "incaización" gradual de los
nobles ayarmacas despertó la oposición ocasional de los incas de las panacas, estos movi-
mientos subrayan la fluidez que la "incanidad" tenía en el Cuzco colonial. Todas estas
ambigüedades hacen que sea difícil definir, y mucho más reconstruir, la organización de los
incas coloniales. Pero esta ambigüedad, así como la imposibilidad de ubicar con precisión a
todos los que tenían el privilegio inca, no debe oscurecer su importancia en el Cuzco colo-
nial. Al igual que tantas cosas en la sociedad virreinal, la nobleza incaica operaba tanto en la
esfera de la costumbre como en la de la legislación. Una serie de factores interactuaban para
producir o preservar la estratificación social en las comunidades indígenas alrededor del
Cuzco, de modo que tal vez el cinco por ciento, o entre mil y dos mil personas, eran conside-
radas en términos generales como indios nobles; ellos a su vez buscaban activamente con-
servar dicho privilegio, que en general era considerado un producto de sus lazos ancestrales
con la elite imperial cuzqueña anterior a la conquista.

Los fundamentos coloniales del privilegio neoinca

Cuando el subdelegado de Abancay se quejó, en 1800, de la deferencia dada a los


caciques de Pucyura debido a su ascendencia incaica, expuso el continuo poder de la
"incanidad" en la sociedad andina, casi tres siglos después de la caída del gobierno imperial
inca. La supervivencia de la autoridad incaica en la zona alrededor del Cuzco ciertamente
debió mucho a la comprensión indígena de su legitimidad, y las obras pioneras de Alberto
Flores Galindo y Manuel Burga han mostrado cómo el papel del "inca" en el pensamiento
político y social andino evolucionó de símbolo de la tradición imperial indígena (él mismo
objeto de una gran resistencia) a núcleo del anticolonialismo, tanto indígena como criollo.29
Sin embargo, los incas del Cuzco virreinal eran en esencia una nobleza colonial, no una
vanguardia anticolonial. De hecho, en los grandes desafíos al dominio hispano, desde Man-
co Inca a Tupac Amaru y Pumacahua, lo más probable era que se aliaran con los españoles
y no que se unieran a la rebelión . Y si bien su ascendencia inca sí hizo mucho para que su
posición privilegiada fuera legítima tanto a ojos de los criollos como de las masas tributarias ,
esa misma posición era producto de leyes, instituciones y relaciones coloniales. En efecto,
su repudio por la Corona después de la rebelión de Tupac Amaru fue lo que produjo la caída
de la nobleza inca como un grupo coherente y privilegiado. Sobresalen tres en particular: la
nobleza lega1 el cacicazgo y la compleja economía tributaria y de mercado del sur andino.
1

28 Amado Gonzales 2002:228-231 ; Cahill 2000. Y véase la oposición de Diego Cusiguaman a la elección de
Mateo Pumacahua como alférez real en 1802. ARC, Corregimiento, Causas Civiles. Leg. 29, Exp. 620.
29 Flores Galindo 1988; Burga 1988.

Nº 36, primer semestre del 2003 17


Estudios y debates

Para los sectores medios y altos de la sociedad hispana del siglo XVI (delos cuales se
extraía los funcionarios reales) era una cuestión de fe que las sociedades se estratificaban
siguiendo líneas naturales de nobleza, y que ésta era tanto hereditaria como algo bastante
difundido. 30 Aunque los cronistas e historiadores coloniales rápidamente identificaron el
1
papel del demonio en buena parte de la civilización andina -sobre todo en su poligamia, el
politeísmo y el énfasis en los sacrificios-, ninguno dudó de que una sociedad tan compleja,
y sobre todo una ciudad tan espectacular como el Cuzco, tuviese una nobleza innata. Es más ,
muchos de estos nobles -los incas de sangre y una gran parte de la elite no inca- se pusieron
de lado de los españoles en su campaña contra las fuerzas de Atahualpa y poco después
contra Manco Inca.31 Por lo tanto, el "dominio justo" de los Habsburgo necesitaba que se
reconociera la nobleza de sus aliados en la elite inca, y en la década de 1540 Carlos V
concedió una serie de patentes de nobleza a los incas del Cuzco.32 Esta nobleza trajo consigo
numerosos -aunque elementales- privilegios. La nobleza inca quedaba exenta de las princi-
pales obligaciones debidas al rey por los comuneros indígenas: el tributo y los servicios
personales. También tenía derecho a buscar justicia en los tribunales reales (y no en manos
del corregidor), un costoso privilegio que invocar, pero que la elite inca usó para afirmar su
autonomía del cabildo cuzqueño. 33
Los incas del Cuzco no fueron los únicos indios del Perú colonial que gozaban de la
condición nobiliaria. Además de los caciques y sus familias, muchos pueblos contaban con
linajes prominentes que eran considerados nobles, evitando, en la mayoría de los casos, los
servicios personales y a veces pagar tributo. 34 Pero estos privilegios generalmente funciona-
ban a través de la costumbre y, en este sentido, las patentes de Carlos V convirtieron a la
nobleza indígena del Cuzco en algo singular en el Perú. Eso se debía, en gran parte, simplemen-
te a una cuestión de escala: uno de cada diez de los 2 800 indios adultos matriculados en la
ciudad del Cuzco en 1786 tenía condición de noble, y en su inmensa.mayoría eran incas. 35 En
ningún otro lugar de los Andes coloniales había una nobleza indígena tan grande y coherente.
Por último, aunque esas patentes eran una merced española, ellas confirmaban y legitimaban
una historia imperial con los incas en el centro. Las patentes de nobleza usualmente contenían
escudos de armas. El que fue concedido a la panaca Sucso capta magníficamente la coopta-
ción simbólica y el reconocimiento de la autoridad incaica por parte del monarca español :

30 Castilla fue una de las partes "más nobles" de Europa: en 1600 uno de cada diez castellanos era
legalmente noble, y la proporción subió a uno de ocho en 1700 (Bush 1988:7-13).
31 Gibson 1948:71-87; Temple 1948:168-175 ; Stern 1982:27-50.
32 Para concesiones de nobleza por Carlos I, véase ARC, Corregimiento, Causas Ordinarias, Leg. 49,
Exp. 1122 (1768) ; ARC, Corregimiento, Causas Civiles, Leg . 50, Exp. 1147 (1769); ARC ,
Corregimiento, Causas Civiles, Leg. 47, Exp. 1036 ( 1767); y ARC , Intendencia, Real Hazienda, Leg.
212 (1801).
33 Véase la carta de febrero de 1780 en que don Thoribio Tamboguacso - uno de los 24 electores incas del
Cuzco- recordó al cabildo que éste no tenía jurisdicción sobre la nobleza inca y que sólo el gobierno
superior podía recibir pleitos c iviles y criminales de los electores incas. ARC, Cabildo, Pedimentos,
Leg. 114 (1773 - 1786).
34 En los repartimientos de Huarochirí y Chaclla en la sierra central , una de treinta casas y una de veinte
casas, respectivamente, fueron matriculadas como nobles en 1751 (Spalding 1982:235-236).
35 "Matricula de la ciudad del Cuzco, desde Navidad, 1785", ARC , Intendencia, Real Hazienda, Leg. 173
(1785). En 1785, 271 de los 2 881 hombres indígenas eran nobles.

18 Revista Andina
David Garret: Los incas borbónicos: la elite indígena cuzqueña

[ ... ] un escudo hecho dos partes en la una en campo roxo un sol de oro con
una mascapaicha colorada en la caveza y a los lados dos buytres negros
cogiendo en los picos una mascapaicha. Y en la otra parte en campo de plata
unas orlas de sangre y en medio de ellas un leon de oro coronado con chamvi
en las manos y a los pies quatro ca vezas de bytres y por ni bel un yelmo de oro,
y en medio una Cruz Roja, y por diversa los lobos parados. 36

Este reconocimiento oficial de la ascendencia regia incaica por parte de la Corona


hispana constituyó la base ideológica y legal de los privilegios que la nobleza colonial
incaica del Cuzco tendría hasta 1825.
Pero los privilegios incaicos coloniales asimismo descansaban sobre otra forma de
nobleza, una del cargo, que era absolutamente esencial para el dominio hispano en los
Andes. Por todo el virreinato peruano los caciques gobernaban sobre pueblos y ayllus,
sirviendo como una combinación de cobradores de impuestos, jueces de paz y señores
locales. Los caciques cobraban el tributo y mantenían el orden en la comunidad; también
dirigían la economía local, organizaban las faenas y mitas para las haciendas vecinas, arregla-
ban la venta de las cosechas de la comunidad, etc. En consecuencia servían como nexo entre
el corregidor (y el gobierno virreinal) y las comunidades de indígenas, tanto como entre el
mercado y la economía de los pueblos. Aquí también, la creencia hispana en las jerarquías y
en el derecho de los señores de vasallos a conservar su autoridad, junto con un compromiso
con la nobleza innata, conducía a una clara preferencia por colocar a los indios nobles como
caciques. 37 Dado que los incas de sangre eran reconocidos como la elite tradicional de la
zona del Cuzco, tanto por los españoles como por muchas comunidades, los cacicazgos de
los ayllus y pueblos en y alrededor de la ciudad pasaban por las manos de la nobleza
indígena. De este modo, el ordenamiento colonial no solamente brindaba los privilegios de
nobleza legal a varios centenares de incas alrededor del Cuzco, sino que además imponía
cincuenta o sesenta cargos administrativos que les permitían conservar su control de las
comunidades indígenas en torno a la ciudad.
Algo menos directo, mas no menos importante, era que la evolución de la economía
híbrida tributario-mercantil del sur andino colonial también brindaba mecanismos con los
cuales el poder incaico se reproducía alrededor del Cuzco, de tres formas. La primera de ellas
era simplemente a través del poder cacica!. Buena parte de las economías de ayllus y pueblos
de los Andes rurales siguió organizada comunalmente durante el periodo colonial, desde la
propiedad de la tierra y la organización de la siembra y la cosecha al cómputo de las obliga-
ciones tributarias. 3x La responsabilidad por el pago del tributo de la comunidad a menudo
dejaba a los caciques a cargo de las cosechas comunales; la organización de la economía
colonial y los mercados del Cuzco -una de las ciudades más grandes de Sudamérica- hacía

36 ARC, Corregimiento, Causas Civiles, Leg. 49, Exp. 1122 (1768). La mascapaycha, una borla escar-
lata usada \en la cabeza por los emperadores incas, quedaba como signo de autoridad inca durante la
Colonia. Véase Dean 1999: 100-11 O.
37 Chamberlain 1939; Díaz Rementería 1977.
38 En 1796 los siete ayllus de Anta (Abancay) -con 762 tributarios- tuvieron 2 674 topos de tierras
comunales, 1 600 de los cuales fueron regados. ARC, Intendencia, Real Hazienda, Leg. 204 ( 1797).

Nº 36, primer semestre del 2003 19


Estudios y debates

de ellos importantes agentes vendedores.39 Con las ganancias de estas transacciones, unos
cuantos caciques incas lograron amasar fortunas sustanciales, aunque en modo alguno
cerca del nivel de las grandes familias cacicales de la cuenca del Titicaca, o las capas supe-
riores de la sociedad criolla del Cuzco. 40 Más importante que esta acumulación de propieda-
des privadas era la autoridad que este papel como intermediario daba a los catiques en sus
comunidades. Dicho papel reproducía la posición de los curacas anteriores a la conquista,
los señores locales que supervisaban las propiedades y la producción comunal, pero era
también un producto de la comprensión y la defensa hispana de las propiedades de las
comunidades y de la monetización del tributo.
Los aspectos económicos del cacicazgo fortalecían la autoridad de la nobleza india por
todo el Ande. Lo que distinguía a la zona del Cuzco no eran los cargos, sino que la mayoría de
ellos estaban en manos de miembros de una elite étnica autoidentificada. Igualmente impor-
tante para ta supervivencia de los incas como un grupo colonial privilegiado era la economía
urbana del Cuzco mismo. Si bien la ciudad fue desplazada como el centro político de los Andes
por Lima y como centro económico por Potosí, ella siguió siendo la urbe más grande en medio
de las dos últimas y un gran centro manufacturero, religioso, intelectual y económico. Al igual
que en todas las ciudades coloniales andinas, la economía urbana estaba dividida y estratificada
étnicamente: las profesiones letradas y clericales eran abrumadora y a menudo exclusivamen-
te hispanas, las ocupaciones de baja condición o no calificadas eran el campo de los indíge-
nas y mestizos pobres de la ciudad. Pero entre estos extremos había toda una gama de oficios
y ocupaciones respetadas y razonablemente lucrativas, ocupados por igual por la población
española e india de la urbe; en esta última dominaban los nobles, sobre todo los incas.
Quienes sostenían que Viracocha, Maita Capac, Pachacutic y Guayna Capac eran sus antepa-
sados se convirtieron en maestros candeleros, sastres, barberos y pintores, presentes en
todos los gremios del Cuzco. 41 Otros trabajaban como comerciantes o poseían chorrillos a lo
largo de los pequeños ríos Saphi y Tullumayo. Y la riqueza de la nobleza incaica urbana podía
ser impresionante: en 1759 el patrimonio de doña Antonia Loyola Cusitito Atauyupanqui fue
estimado en 7 500 pesos. 42 Era una descendiente de Yahuar Huaccac, viuda de don Tomas
Cusipaucar Villegas (también descendiente de Yahuar Huaccac y alférez real del cabildo inca),
pero su riqueza semejaba la de cualquier mujer acomodada en una ciudad hispana. El grueso

39 Para caciques como negociantes de las cosechas comunales -algunas veces al valor de miles de pesos-
véase AAC, VVI-5-84 ( 1771 ), para don Alexo Orcoguaranca Ynga de Guayllabamba [Urubamba], y
ARC, Notarios, Joseph Tapia Sarmiento, Leg. 253 , 376 ff.. 7 de julio de 1770, para Rosas y Quispe-
guaman de Anta.
40 Salvo unos muy excepcionales -como Mateo Pumacahua- los caciques ricos alrededor del Cuzco
tuvieron fortunas de dos o tres mil pesos. Véanse los testamentos de don Joseph Tamboguacso (ARC,
Notarios, Pedro Joseph de Gamarra, Leg. 166, 672 ff., 2 de junio de 1761) y don Vicente Choquecahua
(ARC, Notarios, Tomas Gamarra, Leg. 176, 324 ff., 15 de junio de 1782). En comparación, las
fortunas de los caciques ricos de Puno llegaban con frecuencia a más que diez mil pesos; véase la de don
Diego Choquehuanca (ADP, Intendencia, Exp. 46, 1O de abril de 1802 y Exp. 51, 30 de octubre de
1802). Las fortunas grandes criollas del Cuzco podían ser, en el siglo XVIII. de más de cien mil pesos;
véase ARC, Corregimiento, Causas Civiles, Leg. 41 , Exp. 871 para el marqués de Casa Xara.
41 Para indios nobles y los gremios del Cuzco, véanse Gutiérrez 1979; Covarrubias Pozo 1958; Mesa y
Gisbert 1982:139-191 y 224-225 ; y Garrett 2002 :183-186.
42 ARC , Notarios, Juan de Dios Quintanilla, Leg. 237, 260 ff.. 30 de mayo de 1759.

20 Revista Andina
David Garret: Los incas borbónicos: la elite indígena cuzqueña

de su propiedad lo conformaban tres casas urbanas sustanciales, con un valor total de 6 500
pesos. También tenía 600 pesos en equipos de procesamiento de tela, incluyendo las tinas y
prensas de teñido, y poseía cinco chicherías, junto con los implementos para hacer chicha.
Los aspectos solamente económicos de su legado inca se limitaban a una parte de seis topos
de las tierras de la familia en San Sebastián.
Las fortunas de esta escala eran inusuales para la nobleza inca y algo más común entre
los incas urbanos que entre sus primos rurales. Pero como grupo, la nobleza inca era económi-
camente privilegiada en comparación con la república de indios como un todo. Lo que llama la
atención es que este privilegio pueda ser cuantificado como el de doña Antonia, por lo menos
parcialmente. Sigue sin estar claro el grado en que la tierra y los recursos podían ser entendidos
como propiedad privada en el imperio incaico. El estrato superior de la elite inca-los emperado-
res y grandes generales, en especial- ciertamente tenía patrimonios que entendía como suyos
y que estaban separados del de las comunidades; éstos eran transmitidos a sus herederos
(quienes también heredaban la obligación de venerar suntuosamente la momia de su antepasa-
do) y al parecer no podían ser alienados, por lo menos por el fundador.43 Pero ciertamente no
había un mercado de propiedades ni se entendía la tierra como una mercancía comercializable,
y esos patrimonios eran la excepción. Para virtualmente toda la población del imperio inca,
inclusive los miembros de la elite de sangre, el acceso a la tierra y otros recursos estaba
determinado por la pertenencia a una comunidad. El acceso era claramente desigual y la posi-
ción social en esta última tenía manifestaciones materiales. Pero la introducción de una extensa
propiedad privada en tierras, una creación de la sociedad hispana, tuvo un enorme impacto en
la sociedad andina y se convirtió en otra herramienta crucial en la reproducción que los incas
hicieron de sus privilegios en los pueblos alrededor del Cuzco.
La propiedad comunal siguió siendo la base de la economía de la república de indios
y apenas un pequeño porcentaje de familias indígenas poseía tierras , pero el reconocimiento
de la posesiones privadas de algunos de los incas más importantes del siglo XVI, y las
compras hechas por la nobleza inca de las tierras vendidas por la Corona en las composicio-
nes de los siglos XVII y XVIII -en montos que iban desde un topo a una hacienda conside-
rable- crearon una respetable clase yeoman o kulak de incas nobles en los valles alrededor
del Cuzco. En el siglo XVIII, las posesiones más grandes eran las de los caciques incas, pero
es claro que la propiedad de la tierra estaba más difundida entre la nobleza inca. Es imposible
realizar la estimación más vaga de tales posesiones, pero tres protocolos notariales del tardío
periodo colonial de Urubamba y Calca y Lares , que sobreviven en Archivo Regional del
Cuzco, dejan en claro que no eran excepcionales. Pocos nobles incas dictaban testamentos:
no más de uno de diez y tal vez menos; estos tres libros contienen 17 testamentos de indios
de las décadas de 1770 a la de 181 O, la mayoría de ellos de personas que asumían el honorífico
"don" o "doña" y tenían apellidos marcadamente incas. Aunque sólo tres son de caciques,
todos menos uno mencionan propiedades, pero éstas rara vez consistían en algo más que
unos cuantos topos de tierra, los que, cuando mucho, valían unos cuantos cientos de
pesos .44

43 D' Altroy 2002:127-140 y Rostworowski 1999:184-191.


44 ARC, Notarios, Thomas Santos Gamarra, Leg. 181 ; ARC, Notarios, José Francisco de Moya, Leg. si n
número, Urubamba, 1784-97; Porciones de otros libros de Moya, incluidos en ARC, Notarios.

N2 36, primer semestre del 2003 21


Estudios y debates

Estas pequeñas tenencias separaban a la nobleza inca de los indios del común, a pesar
de que las divisiones materiales en la república de indios alrededor del Cuzco eran mucho
menores que aquellas entre nativos y españoles. En efecto, para el siglo XVIII por lo menos ,
el pequeño privilegio económico de la nobleza incaica debía más a su mayor posición social
que a la inversa. Una fuente innegable de los privilegios de los incas colonial~s -aunque no
cuantificable y de hecho casi indefinible- era simplemente que esta nobleza era inca. La del
siglo XVIII estaba conformada por los descendientes "de los Y ngas señores naturales de los
dichos nuestros reinos del Peru", una ascendencia oficialmente reconocida por los españo-
les, aceptada por la población del Cuzco y vivida agresivamente por la nobleza inca. 45 Ellos
tenían un papel especial en virtualmente toda narrativa de la historia del Cuzco y del Perú .
Para las cortes españolas simbolizaban la transferencia justa del dominio, del señorío inca al
castellano. A esta narrativa, los incas del Cuzco añadieron repetidas veces su lealtad al rey
en contra de los incas de Vilcabamba y en las guerras civiles de la década de 1540, bien
documentada por las mercedes de Carlos V. Y para todos en el Cuzco, la nobleza inca simbo-
lizaba la propia historia orgullosa de la ciudad y su justa (aunque no reconocida) precedencia
sobre Lima. 46 Su papel conspicuo en la vida ceremonial confirmaba esto: los incas nobles
tenían el lugar de honor en las celebraciones de la fiesta de Santiago, marchando detrás del
alférez real inca, y también figuraban prominentemente en las procesiones del Corpus Christi
del Cuzco. 47 Los incas eran miembros y mayordomos de muchas de las cofradías; un gran
lienzo en el templo jesuita conmemoraba el matrimonio de la ñusta Beatriz con Martín de
Loyola, y las reescenificaciones ocasionales en vísperas del día de San Ignacio recordaban
a todos esta unión .48 Aunque estos honores brindaban pocas recompensas materiales direc-
tas (y a menudo involucraban grandes gastos), sí respaldaban la privilegiada posición de los
incas en el Cuzco y sus alrededores.
En suma, los privilegios incaicos coloniales tenían unas bases complejas. El dominio
hispano presuponía y celebraba la superioridad incaica preconquista, pero respetar y preser-
var dicha superioridad reconfiguró íntegramente las panacas incas como una parte integral
de una sociedad colonial de la temprana edad moderna. La deferencia que los incas de sangre

Marcos Forton [Leg. s/n, Urubamba, 1802-18]; y los notariales de Marcos Forton en ibid. ARC,
Notarios, Juan Francisco Grajeda, Leg. s/n, Urubamba, 1827-34, para el testamento anterior de don
Bias Serban Cusipaucar (696 ff., 14 de mayo de 1790). El testamento de Sampac es el único documen-
to que no menciona tierras.
45 En una petición de 1562 presentada en 1796 por doña María Nieves Puma Ynga; ARC, Intendencia,
Real Hazienda, Leg. 202.
46 Véase el comentario por Ignacio Castro cuando se instaló la audiencia real del Cuzco en 1786:
"Quando podia esperar le suciedese lo que a aquellas Capitales de las Provincias que conquistaba el
poder de los romanos, y dexaba con el honor de regir a las demas; y lo que en la América misma se ve
en Mexico que despues de incorporado su Imperio a la dominacion Española, persevera su principal
Ciudad con los honores de Capital, sede de sus Gefes superiores, y de sus mayores Tribunales. La suerte
del Cuzco ha sido verse privado aun de este honor. Lima que nacio despues que el Cuzco fue Español,
lo despojó de esta prerogativa; y se ha visto precisada a mendigar de aquella nueva Capital las
decisiones de la Justicia que la regla" (Castro 1978:67).
47 Dean 1999; Cahill 2000:115-144; Burga 1992.
48 Para la celebración del día de San Ignacio, véase Esquive! y Navia 1980, vol. Il:434. Para incas nobles
en cofradías , Garrett 2002: 181-182.

22 Revista Andina
David Garret: Los incas borbónicos: la elite indígena cuzqueña

habían gozado antes de la conquista fue traducida a los términos de los privilegios de la
nobleza castellana; la autoridad de los señores incas sobre las comunidades alrededor del
Cuzco se convirtió en la del cacique colonial; y sus privilegios materiales fueron redefinidos
en conformidad con la forma en que los españoles entendían la propiedad y con las oportu-
nidades y desafíos del mercado de la temprana edad moderna. Así, aunque los incas se
entendían a sí mismos -y eran entendidos por otros- como los restos reducidos, pero aún
nobles, de la realeza andina, también eran definitivamente una creación del dominio colonial.

La organización de los incas borbónicos

Los archivos del Cuzco dejan en claro la existencia, a lo largo de todo el periodo
colonial, de una considerable nobleza inca en y alrededor de la ciudad, y podemos rastrear
esquemáticamente las necesidades estructurales y discursivas que permitieron a los sobre-
vivientes de la caída elite imperial rediseñarse a sí mismos como una nobleza colonial y
provincial. Infortunadamente, hay dos razones por las cuales se hace mucho más difícil
examinar la organización de la nobleza incaica para poder exponer tanto las tensiones dentro
del grupo más amplio como los mecanismos mediante los cuales reprodujo su dominio sobre
la república de indios alrededor del Cuzco. La primera razón simplemente es la acostumbrada
falta de fuentes sobre la república de indios y su vida cotidiana; la segunda, el dinamismo y
la evolución de la organización de los incas coloniales a lo largo de casi tres siglos, pulcramente
examinados en recientes estudios por Donato Amado y David Cahill. 49 Pero ambas razones
apuntan hacia una cuestión mayor. Aunque la nobleza inca estaba singularmente codificada
para el Perú colonial, con patentes de nobleza desde la década de 1540 y el establecimiento
del cabildo inca algo más adelante en dicho siglo, operaba en general en el ámbito de la
costumbre. No había ninguna institución o asamblea inca que mereciera el reconocimiento
regio, excepción hecha de su cabildo. 50 Más bien, alrededor del Cuzco había un grupo
considerable de miembros razonablemente privilegiados de la república de indios, cuyos
privilegios eran apuntalados por una combinación de nobleza bien documentada, éxito eco-
nómico, cargos locales y una atribución general de superioridad hereditaria. En modo alguno
todos los integrantes de la nobleza india gozaban de estos privilegios : la mayoría de nobles
patentados eran campesinos en la doctrina de San Sebastián; muchos prósperos artesanos
y comerciantes urbanos eran generalmente considerados "indios nobles", y no pocos caci-
ques "incas" sostenían descender en general de los "reyes incas". 51 Las tasas impresionan-
tes de mortalidad, una masiva dislocación social, la pobreza generalizada, la herencia partible
y muy pocas fuentes escritas: todo ello se combinó para producir una fluidez social en la
república de indios. La existencia de privilegios y autoridades incas fue tomada como algo

49 Amado Gonzales 2002; Cahill 2000.


50 También ~ubo alféreces reales incas en Urubabamba y Chilques y Masques, pero todavía no hemos
encontrado más que algunas referencias a ellos. Para Urubamba , ARC , Cabildo, Causas Civiles, Leg.
44, Exp. 1056; y la disputa entre don Alfonso Paucar Cuzco Ynga y su tío, en ARC, Co1Tegimiento,
Causas Civiles, Provincias, Leg. 71 ( 1752-1765). Para Paruro, véase e l pedimento de 1769 por don
Andrés Navarro Cachaguallpa, ARC , Corregimiento, Pedimentos, Leg. 91 ( 1766- 1784 ).
51 ARC , Intendencia, Real Hazi enda, Leg. 2 11 ( 1801 ); Covarrubias 1950:228.

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Estudios y debates

dado en Cuzco dos siglos y medio después de la conquista, y las bases arriba discutidas
permanecieron mayormente intactas. Pero el ámbito de dichos privilegios y quiénes habrían
de gozarlos radicaba tanto en la esfera de la costumbre como en la de los escritos legales. Y
o~ganizar ~u .rep~od~cci~n Je tocaba mayormente a quienes goza?an de ellos. ~n consecuen-
cia, los pnv1leg1os mca1cos eran tanto constantes como cambiantes, y las observaciones
abajo presentadas sobre su organización son aplicables únicamente al siglo XVIII, en las
décadas antes de la gran rebelión .
Aunque buena parte de las bases de los privilegios coloniales incas debía su existen-
cia al dominio hispano, su conservación recaía directamente sobre los incas coloniales. Lo
más obvio es que los decretos que concedían privilegios a los incas debían defenderse
constantemente. A medida que pasaban décadas y siglos desde que Carlos V hiciera las
mercedes de nobleza, muchos en el Perú hi spano cuestionaban los privilegios allí concedi-
dos. Ya fuera contra encomenderos o corregidores que buscaban cobrar el tributo a personas
que contaban con dispensas nobiliarias, o contra criollos cuzqueños que se rehusaban a
mostrar la deferencia debida a los descendientes de los emperadores incas, la nobleza incaica
apelaba -individualmente o como una entidad unificada- a los tribunales y oficiales reales
para defender sus privilegios, y por lo general tenía éxito.52 Los edictos de Carlos V ciertamen-
te buscaban imponer una disciplina colonial a la realeza inca, ligando sus privilegios al
reconocimiento de su sujeción al monarca castellano. Pero estos edictos también disciplina-
ron al dominio colonial, de tal modo que en el siglo XVIII el compromiso con la nobleza inca
seguía siendo vinculante, cuando las ventajas estratégicas de una alianza con la nobleza inca
ya se habían desvanecido: y los mismos incas lo escenificaron repetidas veces.
Si los actos de la nobleza inca eran esenciales para la reproducción de sus privilegios
coloniales, ellos eran igualmente necesarios para la reproducción de los mismos incas. Y lo
más importante era el uso de una institución no sólo abierta, sino también impuesta por los
españoles a la población nativa de los Andes: el matrimonio monógamo. Lamentablemente,
las fuentes notariales y parroquiales no permiten hacer ninguna reconstrucción sistemática
de los patrones matrimoniales de los incas coloniales, aunque las evidencias anecdóticas sí
son claras. El mejor indicador de la presencia de una considerable nobleza indígena mayor-
mente inca alrededor del Cuzco es simplemente su negativa a contraer matrimonio con la
población tributaria que no era inca.53 Lo mismo podría decirse de la mayoría de las familias

52 Ya en 1562 varios incas nobles de Callachaca (que pronto se reduciría en San Sebastián) recurrieron
a la audiencia de Chuquisaca contra el encomendero Martín de Olmos, quien trataba de cobrarles el
tributo. Los incas ganaron . Ver ARC, Intendencia, Real Hazienda, Leg. 202 (1796) sobre la nobleza
de doña María Nieves Puma Ynga. En los años 1760 el corregidor del Cuzco, don Diego Manrique de
Lara, también trató, sin éxito, de matricular a los incas de San Sebastián como tributarios; véanse sus
probanzas presentadas en defensa contra Manrique de Lara: ARC Corregimiento, Causas Civiles, Leg.
46 (Exp. 1023); Leg. 47 (Exps. 1036, 1037, 1038); Leg. 49 (Exps. 1098, 1109, 1122, 1123 , 1124,
1125, 1126, 1127); Leg. 50 (Exp. 1147); y ARC Corregimiento, Admini strativo , Leg . 94 (1767 -
1784). Para las defensas ·contra su matrícula por el intendente Benito Mata de Linares después de la
rebelión de Tupac Amaru, ver Garrett 2002:445-456. Para un ejemplo de la defensa de su posic ión
social en Cuzco por un inca noble, véase el pedimento de don Andrés Cachagualpa Navarro Cayanchara,
en ARC, Cabildo, Causas Criminales, Leg. 94 ( 1740-1759).
53 Claro que no se puede hacer un estudio estadístico de los matrimonios incas, pero entre los más de 150
testimonios de indígenas en los notariales del ARC entre 1750 y 1825 , casi no aparecen matrimonios

24 Revista Andina
David Garret: Los incas borbónicos: la elite indígena cuzqueña

cacicales en todo el Ande colonial. Lo que distingue a los incas es que había suficientes de
ellos, de modo tal que a través de sus matrimonios unieron repetidas veces a los diversos
pueblos en los que vivían, forjando una casta noble que no sólo cruzaba las fronteras de
estos últimos, sino también de los corregimientos. Por ejemplo, en la década de 1730 doña
Paula Auccati_nco, de un noble linaje de Quiquijana, contrajo matrimonio con don Pascual
Quispeguaman, de la parroquia cuzqueña de Belén y presuntamente emparentado con el
linaje de los Quispeguaman, que casaron con los Poma Ynga de Anta, uno de los linajes
incaicos más importantes, y obtuvo así el cacicazgo principal de Anta a mediados del siglo
XVIIl.5 4 Pascual tenía ya un cacicazgo en Belén y la pareja evidentemente prosperó. Tuvo
cuatro hijas, todas las cuales contrajeron matrimonio con la nobleza indígena alrededor del
Cuzco. Santusa casó con don Vicente Choquecahua, cacique de Andaguaylillas, quien pare-
ce haber descendido de los incas de privilegio antes que de los de sangre; era, sin embargo,
uno de los caciques más prominentes alrededor del Cuzco. 55 Isidora casó con don Antonio
Quispe Tacuri, un comerciante y miembro de un linaje reconocido como descendiente de
Manco Capac, al cual se le concedió la nobleza y su escudo de armas en 1545. 56 Rosa y
Rafaela casaron con caciques incas: Rosa con don Sebastián Tupa Cusiguallpa, cacique (y
alférez real) de Yucay, y Rafaela con don Juan Bautista Puma Alférez Orcosupa, un cacique
de Pucyura. 57
Los Quispeguamán-Auccatinco no eran excepcionales. 5 x Semejantes alianzas liga-
ban a las familias nobles y cacicales de diversos pueblos en una casta regional (o noble) que
se reproducía a sí misma y a su autoridad con un alto grado de endogamia. Al mismo tiempo,
estos matrimonios afirmaban la primacía de la familia y la unidad doméstica en la reproduc-
ción de la autoridad inca más amplia en el área del Cuzco. La asociación primaria de las capas
superiores de la nobleza inca era la familia, y relacionada con ella el linaje. Se impone una
advertencia: no sobrevive casi nada de información sobre la organización interna de los
ayllus nobles propietarios de tierras de San Sebastián y San Jerónimo, y aquí es probable que
la preservación del ayllu mayor haya primado, fortalecida por la posesión comunal de la
tierra. Sin embargo, una comprensión de la familia como algo arraigado en la unidad domés-
tica monógama evidentemente desplazó a la panaca en las filas superiores de la nobleza
incaica, ya fuera entre los comerciantes y artesanos acomodados del Cuzco urbano, o los

entre incas y personas que no fuesen descritas como "indios nobles" o no tomasen el honorífico
"don" o "doña".
54 Los testamentos de Paula, ARC, Notarios, Juan Bautista Gamarra, Leg. 133, 21 de agosto de 1747;
Leg. 145, 11 de octubre de 1765. Para los Auccatincos en Quiquijana, AGI, Escribanía, Leg. 1058c,
Exp. 29.
55 ARC, Notarios, Andres de Zamora, Leg. 294,360 ff., 24 de noviembre de 1788; ARC, Notarios, Juan
Bautista Gamarra, Leg. 145, 19 de julio de 1766.
56 ARC, Intendencia, Real Hazienda, Leg. 176 (1786).
57 ARC, Notarios, Juan Bautista Gamarra, Leg. 133, 21 de agosto de 1747; AGN, Derechos Indígenas,
Exp. 413\1785).
58 Para otros, véanse los Guamantica de Guarocondo (discutidos abajo) y los Ramos Tito Atauchi de
Santa Ana. ARC, Notarios, Ambrocio Arias de Lira, Leg. 39, 549 ff., 29 de abril de 1779, y ARC,
Notarios, Juan Bautista Gamarra, Leg. 133, 9 de enero de 1749 y 26 de agosto de 1755 para los
testamentos de Asencio Ramos Tito Atauchi y María Vasques Obando.

Nº 36, primer semestre del 2003 25


Estudios y debates

caciques de las aldeas rurales. En efecto, formar parte de la nobleza superior en cierto sentido
significaba estar sin un ayllu: más que formar parte de sus ayllus, los caciques coloniales
incas gobernaban sobre ellos. Por lo tanto, los matrimonios de la nobleza en la tardía Colonia
tendieron a fortalecer las redes interfamiliares a costa de los lazos intraayllus.
En efecto, la posición liminal de la nobleza incaica con respecto a sus1comunidades
-encima, pero no necesariamente parte de- tenía un paralelo mayor en su posición e n la
república de indios como un todo. Los nobles indios eran conceptualizados como la cima de
la sociedad indígena, pero la barrera legal que los separaba del Perú criollo resultó ser más
porosa a nivel personal y familiar que la frontera social que la nobleza erigió entre ella y los
indios del común. Los matrimonios entre incas y españoles databan de los primeros años de
la conquista, cuando muchos conquistadores casaron con mujeres de la realeza inca y varias
de las familias criollas más prominentes del Cuzco orgullosamente proclaman una ascenden-
cia tal.5 9 En el siglo XVIII, las capas superiores de la sociedad criolla no efectuaban semejan-
tes matrimonios y estaban más interesadas en establecer alianzas con los inmigrantes hispa-
nos que con nobles incaicos. Pero justo por debajo de las grandes casas tituladas, los
comerciantes, maestros artesanos y hacendados provinciales criollos del Cuzco sí se casa-
ban con incas, al igual que sus hijos e hijas . En el siglo anterior a la rebelión de Tupac Amaru,
criollos prominentes avecindados en los pueblos alrededor del Cuzco contrajeron matrimo-
nio con familias cacicales. La familia Rosas, bien establecida en Anta, en 1689, contrajo
matrimonio con las tres dinastías cacicales más prominentes del pueblo: los Poma Ynga, los
Llanac Ponca y los Quispe Guarnan."º Nicolás Rosas, quien casó con la heredera cacical doña
María Dominga Quispe Guarnan, fue cacique en nombre de ella en las décadas de 1760 y
1770; del mismo modo doña Rita Tamboguacso, que heredó el cacicazgo de Taray a finales de
la década de 1770, contrajo matrimonio con don Sebastián Unzueta, de una familia de hacen-
dados locales, quien gobernó en su nombre .61 Después de la rebelión de Tupac Amaru se
hicieron más comunes los cacicazgos asumidos por los españoles al casarse con herederas
de los mismos . Sin embargo, antes de la rebelión Unzueta y Rosas eran la excepción: en el
siglo XVIII, los matrimonios interraciales servían más para colmar la división entre la nobleza
incaica y sus contrapartes criollas. Las familias con numerosos hijos a menudo casaban
algunos con españoles y otros con incas: de los siete hijos de los Ramos Tito Atauchi, uno
entró a la Iglesia y los otros contrajeron matrimonio con dos mujeres incas nobles y asumie-
ron el cacicazgo de su padre en la parroquia de Santa Ana. Tres hijas casaron con hacenda-
dos criollos (uno de Urcos, el hogar ancestral de los Ramos Tito Atauchi) y dos con nobles
indios: una con el Sahuaraura heredero de un cacicazgo en Santiago, la otra con .un indio

59 Para uniones y matrimonios entre mujeres de la realeza inca y hombres españoles, véase Temple
1948 (especialmente pp. 144-145 y 170); para las encomiendas de estas parejas (que incluían Juliaca,
Urcos, Chalhuanca, Combapata y Chalchaca), De la Puente Brunke 1992:344, 350, 353. 359, 365 ,
379. Las familias criollas importantes en Cuzco durante el siglo XVlll incluían a los Carrillo Soto
Ynga y los Betancur Tupa Amaru.
60 Villanueva Urteaga, ed., 1982: 195; ARC, Notarios, Juan de Dios Quintanilla, Leg. 231, 144 ff. , 1Ode
febrero de 1756; ARC, Notarios, Joseph Tapia Sarmiento, Leg. 253 , 376 ff. , 7 de julio de 1770; ARC,
Intendencia, Real Hazienda, Leg. 200 ( 1797).
61 ARC, Real Audiencia, Causas Civiles, Leg. 31 ( 1798) para el informe de Sebastián Unzueta sobre el
cacicazgo.

26 Revista Andina
David Garret: Los incas borbónicos: la elite indígena cuzqueña

noble inmigrante (y maestro platero) de Arequipa, quien también era cacique en Santa Ana.
Llama la atención que las dotes de las dos hijas que casaron con indios nobles fueron
considerablemente más grandes que las de sus hermanas.62 Y muchos eligieron como segun-
do cónyuge a personas de una "república" étnica diferente del primero. Isidora Auccatinco
casó con don Joseph Soloaga luego que Quispe Tacuri falleciese, y don Luis Francisco
Quispe Borja Ynga, un descendiente de Guayna Capac cuyo padre Simon fue cacique de
Guanoquite, casó primero co.n doña Agustina Castilla, "española", y luego con la noble inca
doña Barbara Laura Tupa Ynga.63
De este modo, mediante el matrimonio la nobleza indígena abrumadoramente incaica
de alrededor del Cuzco delineó y al mismo tiempo hizo borrosas las fronteras sociales. De un
lado, el matrimonio entre las familias nobles creó una barrera dentro de la república de indios.
La nobleza india cimentó lazos entre sí, ya fuera dentro de un pueblo o entre comunidades,
creando así una elite provincial. La poligamia de las elites anteriores a la conquista permitió
a los varones de la misma forjar alianzas con otros linajes de la elite, tanto como casarse
dentro del ayllu al que gobernaban. Para el siglo XVIII, las alianzas formales entre las familias
cacicales y nobles con los comuneros en medio de los cuales vivían era algo inaudito, y
cuando tenían lugar indicaban su decadencia, no un mecanismo con el cual preservar los
vínculos a través de las castas dentro de la república india. Al mismo tiempo, los difundidos
matrimonios entre la nobleza indígena y los criollos del Cuzco permitieron a estos dos grupos
dominantes forjar vínculos que atravesaban la divisoria legal entre ambas repúblicas. Una
vez más, todas estas estrategias funcionaban a nivel de la unidad doméstica y la familia: los
privilegios, la autoridad y la riqueza incas se reprodujeron alrededor del Cuzco porque quie-
nes lbs poseían buscaban transmitirlos a través de las generaciones.
Un resultado de esto fue la ausencia de una jerarquía fija entre los incas coloniales. En
las primeras décadas de la conquista, los españoles habían reconocido la primacía de las
líneas de Paullu Ynga y -después que abandonase Vilcabamba- Sayri Tupac. Y hasta 1570 la
persistente línea de Vilcabamba evidentemente tenía derecho a la primacía. Sin embargo, el
virrey Toledo hizo trizas toda jerarquía fija, ejecutando a Tupac Amaru I y pretendiendo
exiliar a las capas altas de la nobleza inca. Este último intento fracasó, pero con Felipe III los
herederos de Paullu y Sayri Tupac -Melchor Carlos Ynga y Lorenza Ñusta de Loyol a-
fueron enviados a España y asimilados a la elite peninsular.M A partir de ese momento, la
restante nobleza inca no tuvo ninguna jerarquía fija. Los descendientes de Guayna Capac
perdieron su monopolio del alferazgo real en el siglo XVI y la organización de la nobleza inca
del Cercado del Cuzco en doce "casas" iguales hizo que los descendientes de Maita Capac
y Guayna Capac fuesen simbólicamente equivalentes. 65 Claro, los de Guayna Capac y Tupac
Yupanqui dominaban los cacicazgos rurales.66 Pero para el siglo XVIII, los incas más próspe-

62 ARC , Notarios, Juan Bautista Gamarra, Leg. 133, 9 de enero de 1749 y 26 de agosto de 1755 para los
testament~s de Asencio Ramos Tito Atauchi y María Yasques Obando.
63 ARC, Notarios , Andrés de Zamora, Leg. 294, 360 ff. , 24 de noviembre de 1788; ARC, Juan Bautista
Gamarra, Leg. 133, 4 de mayo de 1779.
64 ARC, Fondo Betancur, 111 , 145-154 y 587-622.
65 Amado Gonzales 2002:222-231.
66 Véase supra, nota 10 y c uadro 4 a co ntinuació n.

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Estudios y debates

ros eran por lo general los artesanos y comerciantes urbanos cuya nobleza provenía de los
ayllus nobles de San Sebastián y San Jerónimo (las panacas de los primeros reyes incas , a
menudo míticos), y no de los emperadores. Cayetano Tupa Guamanrimachi, del ayllu Aucaylli
(de Yahuar Huacac, el séptimo Inca), se convirtió en uno de los incas tardo-coloniales más
poderosos gracias a su control del cacicazgo principal de la parroquia de San S~bastián, más
acaudalado e influyente que muchos descendientes de emperadores posteriores. En conse-
cuencia, mientras que la nobleza inca defendía sus privilegios e hi storia como grupo, dentro
de él había una considerable fluidez en su importancia. La "empresa colectiva de superviven-
cia" de los incas -para tomar prestada la frase de Nancy Farriss- no debe sugerir la ausencia
de competencia dentro de la colectividad. 67
La complejidad de la organización nobiliaria inca -o la falta de una organización
clara-y la competencia entre los mismos nobles incas surge con mayor claridad eri el control
de los cacicazgos. Las fuentes supervivientes otra vez son extremadamente fragmentarias.
No hay una respuesta clara ni siquiera para la pregunta más elemental, a saber qué formas de
asociación gobernaban los caciques incas, o más bien a las respuestas que surgen les falta
uniformidad. Con Toledo, los ayllus de los Andes en teoría habían sido reunidos y "reduci-
dos" en parroquias y pueblos. 6H Pero la creación de nuevas unidades administrativas --cuya
presencia física y social se convirtió en un rasgo que define a la sociedad andina- no abolió
al ayllu. Aunque Toledo sentó claramente el modelo de gobierno en estos poblados, la orga-
nización interna del pueblo y las relaciones entre ayllus en realidad variaban dramáticamente
de una parroquia a otra. 69 De hecho, una variedad particularmente pronunciada signaba la
organización de los pueblos en las parroquias dominadas por los incas alrededor del Cuzco. En
varios de los pueblos agrícolas pequeños -sobre todos los del valle del Vilcanota-, todos los
ayllus estaban claramente unidos bajo el mando de un único "cacique principal".70 En otras
parroquias y pueblos --en especial aquellos con grandes poblaciones de nobles incas-,
distintos ayllus conservaron sus propios caciques, pero bajo el mando de un cacique princi-
pal. Pucyura, un pueblo considerable que era un anexo de Anta, tenía tres caciques incas en
sus ayllus, todos los cuales caían bajo el mando del cacique principal de Anta, quien tal vez
gobernaba a más de cinco mil personas en el siglo XVIII, lo cual le convertía en el cacique
inca más poderoso. 71 Del mismo modo, Maras, San Sebastián y San Jerónimo -las concentra-
ciones más grandes de la nobleza inca tardo-colonial- contaban con numerosos caciques de
los ayllus incas (casi una docena en San Sebastián) y un cacique principal supremo. 72 En
otras parroquias el pueblo no reemplazó al ayllu, dándose una suerte de división en parcia-
lidades con dos caciques, no formalizada explícitamente como en los grandes pueblos del
Collasuyo.73 En Oropesa, los ayllus Moina y Huascar cayeron bajo el mando de un linaje,

67 FaITiss 1984.
68 Málaga Medina 1974; Spalding 1982: 168-208.
69 Ballesteros 1752: 125-220.
70 Caycay, Guasac, San Salvador, Pisac, Taray, Coya, Lamay y Calca (Garrett 2002:626-633).
71 Garrett 2002:611-616.
72 Garrett 2002:197-199, 596-606, 620-623.
73 También Colquepata: los Chiguantupa tuviero n los cacicazgos de la mayoría de los ayllus, pero los
Aucaylli eran caciqu.es de Mica, Guaranca, Catani y Umasbamba. Para los Chiguantupa, BNP, Manus-
cri tos, Exp. C-298; ARC, Notarios, Mario Melendez Paez. Leg. 184, 526 ff., 14 de noviembre de

28 Revista Andina
David Garret: Los incas borbónicos: la elite indígena cuzqueña

mientras que el cacicazgo del ayllu Cuzco le tocó a otro. Ambos estuvieron unidos durante
una generación por el matrimonio de sus herederos, pero a la muerte de don José Bustinza
Cusipaucar Mayta, a finales de la década de 1760, el cacicazgo de Moina y Huascar fue al
marido de su hija en su primera esposa, en tanto que el del Cuzco (que era detentado por su
segunda mujer, doña Melchora Yauric Ariza) pasó a don Pedro Sahuaraura, el marido de su
hija doña Sebastiana Bustinza Yauric Ariza. 74
Esa variedad fue igualmente -y aún más importante- visible en la organización de la
sucesión cacica!. El tema de esta sucesión en los Andes coloniales también ha recibido
relativamente poca atención de parte de los historiadores, quienes han estado demasiado
dispuestos a asumir la imposición, y aceptación, de la primogenitura como el modelo bási-
co.75 La real cédula de Felipe III de 1614, que reconocía la sucesión tradicional en la herencia
de los cacicazgos, sí declaró que la sucesión de padre a hijo era la costumbre andina.76 Pero
como siempre sucedía, la real cédula y la realidad andina fueron sumamente distintas . En
verdad lo más frecuen1e era que los cacicazgos de mediados del siglo XVIII no pasaran de
padre a hijo. Esto se debía en no poca medida a la frecuente ausencia de un hijo vivo que
heredara, dada la asombrosa tasa de mortalidad infantil y la continua baja de la población
indígena debida a las epidemias. 77 Pero más allá de esto, los cacicazgos a menudo no eran
hereditarios, o lo eran en general dentro de un grupo de varias familias nobles interrelacionadas,
pero no pasaban directamente por una sola línea. Las evidencias aquí nuevamente son para
el siglo XVIII y no pueden ser proyectadas hacia atrás. Al mismo tiempo un gran número de
pueblos -algunos de ellos tan al sur como Canas y Canchis- tenían caciques incas que
ocupaban el cargo por nombramiento interino, no por derecho hereditario. Don Gregorio
Queguarca, del ayllu Uicaquirau de San Sebastián (la panaca de Inca Roca), ocupó el cacicazgo
de Corca por más de 40 años a mediados del siglo XVIII; un Poma Y nga de Anta fue cacique
interino de Quiquijana y también de la parroquia de la Matriz del Cuzco; hasta doña Catalina
Pachacutic Salas, de Zurite, fue cacica de Layo y Yanaoca (Canas y Canchis) por décadas .78
Éstos fueron caciques interinos que no parecen haber tenido relaciones familiares inmediatas
con estos pueblos. Tal vez estas comunidades alguna vez contaron con dinastías cacicales
que se habían extinguido, pero otras evidencias sugieren una tradición fuerte, aunque tal vez
no universal, de un cacicazgo parcialmente electivo entre los incas.

1812. Para los Aucaylli, RR.EE. , Cuzco, Notariales, Exp. 166; Corvarrubias 1950: 205-206; ARC,
Notarios, Juan Bautista de Gamarra, Leg. 133, 28 de julio de 1775.
74 Para los Yauric Ariza, véase el testamento de doña Melchora, ARC, Joseph Bernardo GamaiTa, Leg.
11 O, 71 O ff., 3 de julio de 1785. Para Bustinza Cusimayta como cacique principal de todo Oropesa,
véase su queja de 1754, ARC, Corregimiento, Provincias, Causas Civiles, Leg. 71 ( 1752-1765). Para
Sahuaraura, ARC, Juan Bautista Gamarra, Leg. 133, 22 de noviembre de 1770.
75 Díaz Rementería 1977: 111-124; Silverblatt 1987: 150-153 ; Spalding 1982:219-221.
76 Véase Díaz Rementería 1977: 111-124 para la sucesión "de costumbre" y el modo en que se transfor-
mó bajo Felipe II y Felipe III. Para las reales cédulas sobre sucesión, id. :215-218.
77 Alguna id a de los problemas demográficos que enfrentaban la nobleza inca colonial se ven en la
1
epidemia de 1720. Entre junio y octubre de 1720, 16 de los 24 electores del cabildo inca del Cuzco
murieron; solo siete de ellos dejaron hijos vivos. ARC, Corregimiento, Causas Civiles, Leg. 29. Exp. 620.
78 ARC, Intendencia, Real Hazienda, Leg. 212 ( 1801 ); ARC, Corregimiento, Provincias, Causas Civiles,
Leg. 85 ( 1773-1775); C01Tegimiento, Causas Civiles, Leg. 46, Exp. 1024; ARC, Notarios, Miguel de
Acuña, Leg. 14, 302 ff., 17 de junio de 1779.

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Estudios y debates

En San Cristóbal -para el siglo XVIII un barrio urbano habitado por artesanos, comer-
ciantes y trabajadores, pero históricamente parroquia natal del Inca Hanansaya y los des-
cendientes de Paullu Ynga- la nobleza inca en este siglo (muchos de ellos ya de fuera de la
parroquia) asµmía el cargo en forma rotativa. 79 En este mismo siglo, en Maras,posiblemente
el pueblo con la mayor concentración de nobles incas fuera del Cercado del Cuzco, los
cacicazgos de los ayllus y su cacicazgo principal pasaban entre las líneas interrelacionadas de
los Sancho Uscapáucar, Llanac Ponce, Cusi Páucar Aucca Puma y Viñapi Autapáucar.80 De
igual modo, el cacicazgo inca que podría argumentarse era el más importante de todos -el
cacicazgo principal de San Sebastián, un bastión de la nobleza colonial inca- evidentemente
no era hereditario. Este cacicazgo -objeto de considerables conflictos y una politiquería que
atrajo a los nobles y a los caciques de los ayllus de la parroquia, al alcalde criollo del Cuzco, al
corregidor y al cabildo, y que finalmente llegó hasta el virrey, en Lima- estuvo en manos de
don Cayetano Tupa Guamanrimachi desde la década de 1750 hasta 1790, aunque él no lo
heredó de un pariente ni lo pasó a sus hijos. 81
La base de poder de Tupa Guamanrimachi en la parroquia era el ayllu Sucso, la panaca
de Viracocha. Íntegramente noble, con 120 hombres nobles a finales de la década de 1760 (y
otros 74 en el gemelo ayllu Sucso del vecino San Jerónimo), Sucso era de diversos modos el
núcteo de la nobleza inca del siglo XVIII. Remontando su ascendencia hasta el que, en la
época colonial, era considerado uno de los Incas más grandes, los varones de Sucso goza-
ban de la exención universal del tributo y los servicios personales, poseían grandes cantida-
des de tierras comunales y una cierta primacía en San Sebastián. 82 Significativamente, el
cacicazgo de Sucso no pasaba por una línea masculina; aún más llamativo es que en la
segunda mitad del siglo XVIII sus caciques eran incas nobles de otras panacas. Estos
caciques estaban ligados al ayllu Sucso por sus esposas, y por lo menos en un caso también
por la madre. Doña Pasquala Quispe Sucso fue madre de Cayetano Tupa Guamanrimachi; su
esposa, doña Asencia Quispe Sucso, llevó una porción de "la casa principal de San Sebastián"
como parte de su dote.83 Y a Cayetano le sucedió don Simón Tisoc Sayritupa, de la panaca de
Lloque Yupanqui, quien estaba casado con la hija de doña Bartola Quispe Sucso, del ayllu
Sucso. 84 En este caso el cacicazgo evidentemente pasó por una línea femenina noble dentro
del ayllu.
Semejante patrón no era inusual. Que algunos cacicazgos no fueran hereditarios no
quiere decir que ninguno lo haya sido. Por el contrario, para el siglo XVIII eran más los que
pasaban dentro de una familia que a la inversa, aunque no está claro hasta dónde se remon-
taba esta costumbre; casi ninguna familia cacical presentó evidencias que remontaran su
mando más allá de mediados del siglo XVII, aunque muchas sostenían haber gobernado

79 Véase el comentario en la copia de la matrícula de 1725, incluida en la revisita de 1768; ARC,


Corregimiento, Administración, Leg. 94 ( 1767-1784 ).
80 ARC, Real Audiencia, Causas Civiles, Leg. 27 (1798); ARC, Notarios, Marcos Forton, Leg. s/n,
Urubamba, 1802-1818, 426 ff., JO de mayo de 1779; ARC, Corregimientos, Causas Civiles, Leg. 39,
Exp. 849 (1753); ARC, Corregimiento, Causas Civiles, Leg. 45 , Exp. 976 (1762).
81 Garrett 2002:197-199 y 596-606.
82 Garcilaso de la Vega 1985, vol. 1:246-261.
83 AGN , Derechos Indígenas, Exp. 336 (1770).
84 ARC, Notarios, Carlos Rodríguez de Ledezma, Leg. 248, 411 ff. , 8 de julio de 1797.

30 Revista Andina
David Garret: Los incas borbónicos: la elite indígena cuzqueña

"desde la gentileza".R5 Lo que llama la atención es la frecuencia con que los cacicazgos
pasaban por mujeres. A mediados del siglo XVIII, los nobles incas que ocupaban cacicazgos
en Santa Ana, Santiago, San Sebastián, Pucyura, Guarocondo, Maras, Guay\labamba, Lamay,
Guasac, Caycay y Oropesa venían de fuera de la comunidad y habían contraído matrimonio
con las hijas o hermanas de caciques (o cacicas) anteriores.Rfi En efecto, en la mayor parte de
este siglo el cacicazgo principal de Lamay pasó por mujeres. Después de que don Bernabé
Paucarpuña falleciera en la década de 1740, su yerno fue cacique hasta su muerte, una
década más tarde; la hija de Bernabé gobernó entonces como cacica hasta su deceso en
1767. De ahí el puesto pasó a su hermana, cuyo marido lo ocupó a nombre suyo; entonces
pasó a la hija de ambos y a su marido.R7 En algunos casos no había ningún hijo que sucediera
al cacique, pero en otros un yerno tenía la precedencia. A don Joseph Guamantica de
Guaracondo Je sucedió su yerno; su hijo, don Gabriel Guamantica, se convirtió más bien en
cacique del ayllu Choco de Santiago gracias a su ma1rimonio con su heredera. Si bien fre-
cuentemente pasaban por las mujeres , los cacicazgos eran ocupados en general, aunque no
exclusivamente, por varones. A mediados del siglo XVIII, los pueblos de Lamay y Coya, y
algunos ayllus de Santa Ana, Santiago y San Sebastián tuvieron cacicas, las cuales goberna-
ban ellas mismas.RR Pero para el último siglo de dominio colonial, las mujeres de la nobleza
incaica heredaban los cacicazgos con mucha mayor frecuencia de lo que realmente los
ejercían.
El hecho de que numerosos cacicazgos no hayan sido estrictamente hereditarios,
desplazándose más bien entre diversas líneas nobiliarias mediante algún tipo de elección,
sugiere características importantes de la nobleza colonial inca y su organización. En primer
lugar, la transmisión de la autoridad política y económica a través de las mujeres y el mismo
hecho de que las mujeres gozaran de esta autoridad eran aceptables en general. A decir
verdad, la sucesión femenina podía ser materia de conflicto. En 1761 don Lucas Tamboguacso.
cacique de Taray, repelió exitosamente un desafío de su prima segunda, doña Gregari a
Tamboguacso. Ambos tenían un bisabuelo común (don Luis Tamboguacso); Gregoria des-
cendía de su primogénito, quien únicamente tuvo hijas. Lucas venía del hermano menor a
través de la línea masculina. Gregaria buscó el cacicazgo para sí y su marido argumentando

85 Los Tamboguacso de Taray y los Ynga Paucar de Coy a afirmaban su posesión de sus cacicazgos "desde
la gentileza"; en estos casos, por lo menos la posesión desde el siglo XVII es muy clara. Véase Garrett
2002:627-630. Los Sahuaraura de Santiago, descendientes del general inca el Gran Sahuaraura, insis-
tieron que hubieron tenido el cacicazgo del ayllu Cachona desde el siglo XVI (ARC, Intendencia,
Gobierno, Leg. 150, 1800-1802). En Guayllabamba, el Sgto. Mayor don Alejo Tupa Orgocuaranca
Suto Pongo Piña Landavisnay Ynga afirmó su derecho de propietario del cacicazgo del pueblo en
1754, describiéndose como "unico sucesor de linea recta de varon desde la gentilidad en este parte del
gobierno de cacicasgos y repartimientos. de Collana, Pinagua, Guayucari, Yanacona, y Libre Canari"
(ARC, Real Audiencia, Administrativo, Leg. 154, 1795); pero es claro que otros linajes también
ocupaban este · cacicazgo (Garrett 2002:623-625).
86 Garrett 2~02:592-640.
87 ARC, Corregimiento, Causas Civiles, Provincias, Leg. 72 (1766-1769), mayo de 1767 (para el
nombramiento de Manuel Prado Sunatupa); ARC, Notarios, Tomas Gamarra, Leg. 180, 334, 21
August 1782. Para doña Michaela Paucarpuña como cacica en 1755, véase testimonio en el reclamo
para el cacicazgo de Coya por los Poma Ynga, ARC, Real Audiencia, Causas Civiles, Leg. 6 (1790).
88 Garrett 2002 :592-640.

Nº 36, primer semestre del 2003 31


Estudios y debates

que el hermano mayor y sus descendientes tenían más derecho; Lucas sostuvo que "es
costumbre ynconcuza e ymmemorial no succedean las hembras en este Gobierno". La justi-
cia española se sometió a esta "costumbre ymmemorial" y Lucas retuvo su cargo. Sin embar-
go, al fallecer éste a finales de la década de 1770 fue sucedido por su hija, Ritf, quien logró
rechazar exitosamente el desafío de su primo Toribio (hijo del cacique que antecedió a Lucas),
presentando numerosos testigos de que la sucesión femenina era del todo aceptable_x9
Esta caso nos recuerda tanto la fluidez de las "costumbres inmemoriales" en los
Andes coloniales, como la competencia entre la nobleza inca por el puesto de cacique, una
segunda característica de los cacicazgos incas. Esto último tampoco debe sorprendernos :
alrededor del Cuzco había tal vez unos quinientos a mil nobles incas adultos y no más de la
décima parte de cacicazgos, que iban desde los cargos en pequeños ayllus a los cacicazgos
principales de los pueblos y parroquias más grandes. Sin ninguna sucesión hereditaria clara
a muchos de ellos, los nobles contendores tenían pretensiones rivales. Incluso cuando una
sola familia tenía un derecho claro a un cacicazgo -como en Taray, donde los Tamboguacso
gobernaron por lo menos durante cinco generaciones-, era posible que se cuestionara qué
integrante de la familia debía ocuparlo. El árbitro final en estos casos era un tribunal real -el
del corregidor o de la audiencia- y si bien la pugna por cacicazgos no era inusual en los
Andes del siglo XVIII, ellas eran algo particularmente usual en la tierra natal de los incas. Tan
solo para las décadas de mediados del siglo XVIII, los archivos contienen juicios por
cacicazgos en San Sebastián, Santa Ana, Santiago, Maras, Taray, Caycay, Guasac, Colquepata
y Oropesa. 90 Los rivales a menudo restaban importancia a las pretensiones de sus oponentes.
En 1756 don Pablo Llanac Páucar Aucapuma, cacique del ayllu Mullacas de Maras, cuestio-
nó los derechos de "Antolin Usca, tributario de la villa de Anta" y marido de doña Julian a
Uscapaucar, heredera del Ayllu Maras y también pretendiente a Mullacas. En realidad, Antolin
era don Antolin Quispe Uscamayta, de una familia de caciques en Pucyura, que contaba
entre sus antepasados a Guayna Capac y Mayta Capac. 9 1 De igual modo, en 1775 don Josef
Manuel Tupa Guamanrimachi -hijo de Cayetano, de San Sebastián- cuestionó la posesión
del cacicazgo del ayllu Choco de Santiago por parte de Gabriel Guamantica. Josef estaba
casado con doña Pascuala Tisoc Sayritupa, otra hija del cacique anterior y cuñada de Gabriel.
En su acusación, Josef sostuvo que Gabriel no estaba en condiciones de gobernar por ser

89 Incluidos en el informe presentado por Sebastián Unzueta; ARC, Real Audiencia, Causas Civiles, Leg.
31 (1798).
90 San Sebastián: AGN, Derechos Indígenas, Exp. 336; ARC, Corregimiento, Leg. 47, Exp. 1043; ARC.
Corregimiento, Leg. 47, Exp. 1060; ARC, Corregimiento, Causas Criminales, Leg 81 (1766-9) .
Santa Ana: ARC, Corregimiento. Causas Civiles, Leg. 50, Exp. 1149 and Leg. 52, Exp. 1169.
Santiago: ARC, Intendencia, Gobierno, Leg. 139 (1787); ARC, Corregimiento, Causas Civiles, Leg.
61, Exp. 1395. Maras: ARC, Real Audiencia, Causas Civiles, Leg. 27 (1798) ; ARC, Corregimiento,
Pedimentos, Leg. 90 (1753-65). Taray : ARC, Real Audiencia, Causas Civiles, Leg. 31 ( 1798).
Caycay y Guasac: BNP, Manuscritos, Exp., C-4218; ARC, Intendencia, Real Hazienda, Leg. 218
(1807); RR.EE. , Cuzco, Real Audiencia, Exps. 409 y 410; RR.EE., Cuzco, Superior Gobierno, Exp.
31. Colquepata: BNP, Manuscritos, Exps. C-298 y C-4197; RR.EE., Cuzco, Real Audiencia, Exp.
114. Oropesa: ARC, Corregimiento, Causas Civiles, Leg. 59, Exp. 1338.
91 ARC, Corregimiento, Pedimentos, Leg. 90 ( 1753-65); para los Quispe Uscamayta de Pucyura, ARC,
Real Audiencia, Administrativo, Leg. 156 (1797), y ARC. Notarios, Pedro Joaquín Gamarra, Leg. 77.
584 ff. , 16 de agosto de 1804.

32 Revista Andina
David Garret: Los incas borbónicos: la elite indígena cuzqueña

"de la clase de tributarios" .92 En realidad, el padre de Gabriel había sido cacique de
Guarocondo, cargo que pasó al cuñado de este último (don Lorenzo Copa Cusicondor, un
noble indio de Urubamba). La nobleza de los Guamantica fue confirmada por los virreyes en
1638 y 1688 como recompensa por "los servicios de sus antepasados al Rey nuestro senor en
la conquista de este reyno".9 3 De este modo, si bien los nobles eran rápidos para difamarse
el uno al otro y cuestionar su ascendencia por conseguir los cacicazgos, las fuentes super-
vivientes sugieren con fuerza que los pretendientes rivales provenían todos de linajes reco-
nocidos como nobles.
En suma, Jo que emerge de las fuentes de archivo es el dominio del cargo cacica! en
los alrededores del Cuzco, por parte de una nobleza inca que se reproducía a sí misma
mediante una negativa casi total a casarse con comuneros, una preferencia marcada por el
matrimonio entre ellos mismos y una disposición a casarse con otros nobles indios y criollos.
El cargo de cacique fue ocupado abrumadora, aunque no exclusivamente, por varones, no
obstante lo cual el paso de mujeres por el puesto no era algo inusual. Aunque en el siglo
XVIIl muchos cacicazgos eran hereditarios de algún modo , otros eran evidentemente electi-
vos. Y el arreglo sucesorio no era fijo ni siquiera en aquellos que eran hereditarios. La
competencia entre nobles incas por la posesión de estos cacicazgos estaba mediada de
diversas formas, la más importante de las cuales era la sucesión femenina, que impedía la
monopolización de uno de ellos por una línea masculina, y la apelación en las cortes reales .
El resultado fue una nobleza inca que lograba tanto conservar su control sobre los pueblos
alrededor del Cuzco como seguir siendo bastante fluida en su organización interna.

Tupac Amaru y el derrumbe de los incas coloniales


El objetivo de este artículo era presentar la supervivencia de una elite incaica en y
alrededor del Cuzco por más de dos siglos después de la conquista española, y examinar su
organización y la forma en la cual reproducía su autoridad dentro de la república de indios en
vísperas de la rebelión de Tupac Amaru. Pero es imposible detenernos en 1779, por dos
razones : en primer Jugar, porque la cuestión de la "incanidad" estuvo en el centro de la
rebelión ; y segundo, porque la respuesta de la Corona después de ella puso fin al gobierno
colonial incaico en los pueblos en los alrededores del Cuzco. El mismo José Gabriel Tupac
Amaru dejó en claro la importancia de ser inca, fundando la legitimidad de su rechazo de los
corregidores (a nombre del rey) en que "la mía es la única que ha quedado de la sangre de los
Incas Reyes de este Reyno".94 Y sin embargo, la naturaleza misma de este llamado necesaria-
mente alienó a la nobleza incaica del Cuzco. Hijo de un linaje cacica! hereditario de un
pequeño pueblo bien arriba en el valle del Vilcanota, en las márgenes de la tierra natal de los
incas, Tupac Amaru tomó como apellido el del último Inca de Vilcabamba, ejecutado en 1572,
y a quien su linaje paterno -los Condorcanqui- reclamaba como su antepasado. Esas preten-
siones fueron ampliamente cuestionadas por una prominente familia criolla del Cuzco, que

92 ARC, Intendencia, Gobierno, Leg. 139 ( 1787).


93 ARC, Intendencia, Real Hazienda, Leg. 173 (1785).
94 Angles Vargas 1983, vol. 11 : 139-141.

Nº 36, primer semestre del 2003 33


Estudios y debates

sostenía que ellos, y no José Gabriel Condorcanqui, eran los descendientes legítimos de
Tupac Amaru; por otras familias nobles indígenas de las aldeas vecinas que cuestionaron la
expansión del poder de José Gabriel a costa de ellas en la década de 1770; y por los incas del
Cuzco. 95
En el Cuzco no fue bien recibido que un cacique de la puna, cuyÓ últim6 (y cuestiona-
do) vínculo con los incas era su tatarabuela, se proclamase a sí mismo heredero de Manco
Inca. Aceptar como heredero de la ñusta Beatriz a alguien con casi ningún lazo de parentesco
con la nobleza inca superviviente habría minado una premisa básica de la misma: que lo que
mantenía a la nobleza inca eran los constantes matrimonios dentro del grupo, y que las líneas
devenidas bastardas del antiguo imperio no tenían ningún papel en la vida política y ceremo-
nial del Cuzco. En esencia, la cuestión era si los "incas" habían dejado de existir en el siglo
XVI, de modo que quienes podían remontar su ascendencia hasta los gobernantes anterio-
res a la conquista también podían autodenominarse incas, o si éstos eran una nobleza étnica
presente, que preservaba celosamente la pureza de su sangre (aceptándose los matrimoni os
juiciosos con otros nobles indígenas y criollos de buena familia) . De este modo, la rebelión
golpeó en el centro mismo de un modelo corporativista de la sociedad andina, que mantenía
una posición privilegiada para la nobleza inca. Y así, durante la rebelión, la nobleza inca
alrededor del Cuzco permaneció leal al rey casi como un solo hombre. 96 El regimiento de
nobles incas marchó en contra de los rebeldes tan pronto como las noticias de la ejecuci ón
del corregidor Arriaga llegaron a la ciudad; en la batalla de Sangarará los leales fueron
ejecutados y un buen número de ellos murió .
Irónicamente, a pesar de la lealtad a la Corona mostrada por los incas (y otros indios
nobles) durante la rebelión, el gobierno colonial culpó a la elite india por ella y se volvió contra
ellos una vez restablecido el orden, desmontando metódicamente las complejas bases de los
privilegios de los incas coloniales. Sucede que los oficiales reales tomaron a Tupac Amaru al
pie de la letra cuando decía ser el heredero de la autoridad inca. Por lo tanto, toda muestra de
"incanidad" necesariamente era una amenaza al dominio hispano. Mientras la rebelión aún
ardía, el obispo del Cuzco había urgido que la vestimenta ceremonial de los Incas fuese
prohibida a los integrantes de la nobleza india, junto con el uso de "Y nga" como calificativo. 97
Después de la rebelión se prohibieron las danzas indígenas y se hicieron algunos intentos de
educar a los jefes de pueblos en español. 9x Como siempre sucedía con la legislación colonial
hispana, la implementación se quedó corta con respecto al objetivo y el lenguaje de la ley. Las
danzas siguieron siendo una parte esenci al de la vida comunal, y el quechua y el aymara las
lenguas de los pueblos de la sierra. "Ynga" siguió usándose liberalmente en los apellidos de
la nobleza cuzqueña, y para la década de 1790 los oficiales reales del Cuzco nuevamente
hablaban del cabildo de "electores Y ngas", no de "electores indios" .99

95 Para oposición a las pretensiones de José Gabriel Tupac Amaru, véan se especialmente ARC , Fondo
Betancur, tomos I y II.
96 Morner y Trelles 1987:94-109; Garren 2002:387-438.
97 Aunque se sospechó que Moscoso había apoyado la rebelión. Véase Sahuaraura Ramos Tito Atauchi
1944 para su defensa; también Campbell 1978.
98 Walker 1999:53-54. Para las reformas educativas tardío-coloniales en la intendencia de La Paz.
véase Choque Canqui 1993:87-93.
99 ARC, Corregimiento, Causas Civiles, Leg. 29, Exp. 620.

34 Revista Andina
David Garret: Los incas borbónicos: la elite indígena cuzqueña

Una amenaza más directa a los privilegios incas fue que en 1785 el último corregidor
les prohibió elegir al alférez real para la procesión de Santiago y, en 1786, el primer intendente
del Cuzco inició una seria campaña contra la dispensa del tributo que marcaba la nobleza
inca. HX> Curiosamente, ambos intentos de eliminar sus privilegios fracasaron : tal como había
sucedido antes, los incas presentaron pruebas bien documentadas de los mismos y apelaron
a Lima. Luego de años de demora, en la década de 1790 los funcionarios hispanos se vieron
obligados a reconocer que sus dispensas eran válidas. Mas a pesar de esta exitosa defensa,
la nobleza inca en general inició una decadencia severa y definitiva. Y es que ahora eran un
anacronismo legal, un pequeño grupo de indios cuyos privilegios desafiaban la nueva form a
que la monarquía tenía de ver la sociedad colonial, en la cual la autoridad provincial estaba
directamente en manos de los criollos y los oficiales reales. El justo gobierno forzaba a los
funcionarios y cortes del rey a respetar las tempranas concesiones de nobleza, pero cada vez
que era posible encontraban razones para negar la de solicitantes individuales. De hecho , los
nobles indios perdieron sus privilegios por toda la sierra; la supervivencia temporal de los de
los incas se debió fundamentalmente a la clara concesión de nobleza a varios ayllus de San
Sebastián en la década de 1540.
Pero la nobleza legal no era sino uno de los baluartes de los privilegios coloniales de
los incas, y los otros colapsaron también en las décadas de 1780 y 1790. Aún más importante
es que después de la rebelión la Corona repudió a los caciques indios, reemplazándolos
agresivamente con "recaudadores" españoles. 101 Para la década de 1790 más de la mitad de
los cacicazgos del obispado del Cuzco estaban en manos hispanas. Aquí también las tempra-
nas concesiones hechas a la nobleza india disciplinaron en cierta medida los esfuerzos
hispanos por retomar la autoridad rural andina. Un puñado de linajes cacicales tenía claros
derechos hereditarios a su cargo y la injusticia patente de desposeer a algunos de aquellos
que habían dirigido a sus tributarios en combate en defensa del poder real hizo que algunos
cacicazgos quedaran en manos de indios nobles, aunque muy a menudo éstos pasaban a
maridos españoles vía hijas huérfanas. Pero aquí a los incas les fue mal: como la sucesión
cacica! en la tierra natal de los incas era tan compleja y muchos cacicazgos no pasaban por un
único linaje, la clara posesión hereditaria por parte de una familia era algo difícil de demostrar.
En consecuencia, muchas de estas familias perdieron el control de su cargo, el cual había
sido la base de la nobleza rural inca. w2 Más en general, los últimos cincuenta años de
dominio hispano fueron sumamente difíciles para el Cuzco en términos económicos. La
división del virreinato del Perú en 1776 y la reorientación de los mercados altoperuanos de
Lima hacia Buenos Aires golpearon duramente a la región: la producción azucarera, de coca
y textil, los puntales de su economía de exportación, colapsaron. Es más, la población criolla
había crecido dramáticamente en el siglo XVIII y las posiciones eri la economía urbana que
durante largo tiempo habían sido los fundamentos de los privilegios incas eran ahora defini-
das cada vez más como españolas. De este modo, en los cuarenta años entre la rebelión y la
independencia la nobleza inca perdió tanto su autoridad rural como la base urbana de su
riqueza.

100 Garren 2002 :478-491.


1OI O'Phelan Godoy 1997; Sala i Yila 1996; Walker 1999:55-83; Garrett 2002:442-509.
102 Garren 2002:468-473, 491-492.

Nº 36, primer semestre del 2003 35


Estudios y debates

El golpe final a los incas coloniales llegó con la independencia del Perú. En primer
lugar, Bolívar abolió tanto el cacicazgo como la nobleza legal por ser incompatibles con el
nuevo orden republicano. w3 Lo que reemplazó al ideal virreinal de las "dos repúblicas" fue
una sola de ellas estratificada, en la cual el principio organizador era la superioridad criolla y
la inferioridad india; y en esta nueva república no había ningún Iugar para unl elite india. 11 l4
Las más prominentes familias incas, y las de la nobleza indígena en general, simplemente se
pasaron al Perú criollo, con el cual durante largo tiempo habían tenido muchas alianzas.105
Pero la nobleza inca en tanto casta ya no era reconocida por el estado, y si bien los linajes
incas conservaron una posición de modesto privilegio dentro de sus comunidades, los incas
en general cayeron gradualmente dentro del resto del campesinado indio. Por último, aunque
"el inca" siguió siendo un poderoso símbolo político, fue reclamado cada vez más como
parte de un discurso criollo para que representara la tiranía española y la división entre
peruanos y peninsulares: la nueva elite republicana no vio ninguna conexión entre "el inca"
y las masas indígenas. Hl6 "Indio noble", una categoría social fundamental de los Andes
coloniales, de la cual los incas habían sido una parte excepcional, pasó a ser un oximorón.

Conclusiones

Entonces, ¿qué podemos decir sobre los incas del Cuzco en vísperas de la Gran
Rebelión, y qué nos dice esto sobre la sociedad colonial andina más en general? En primer
lugar, claro está, simplemente que existían. Casi 250 años después del fallido intento de
Manco Inca de expulsar a los españoles del Cuzco, tal vez uno de cada veinte indios a
cincuenta kilómetros de la catedral de esta ciudad era considerado legalmente nobl e, la
inmensa mayoría de ellos precisamente por descender supuestamente de los incas de san-
gre. La presencia de esta nobleza inca revela la complejidad de la sociedad colonial tanto
como de su ideología, y más específicamente de las sociedades indígenas baj o el dominio
hispano. Los ayllus, pueblos y sociedades más amplias que conformaban la "república de
indios" estaban sumamente diferenciados. Las divisiones de etnicidad y sobre todo de clase
-entre las masas tributarias y la elite cacica!- han sido señaladas hace tiempo por los hi sto-
riadores. Pero las dimensiones y complejidad de los incas, privilegiados en la sociedad
nativa así como en el ordenamiento colonial, pero no necesariamente separados de sus
comunidades por su etnicidad o clase material , sugieren la presencia de di stinciones y
organizaciones de castas en la república de indios alrededor del Cuzco. Esta casta de incas
abarcó numerosos corregimientos, uniendo los pueblos y parroquias de la histórica tierra
natal inca durante dos siglos y medio de dominio hispano. En su historia los incas del Cuzco
ciertamente fueron únicos en el virreinato, pero su presencia sugiere la necesidad de estudiar
con mayor detenimiento la organización de la capa dominante de la república de indios,
yendo más allá del simple cacique, a nivel provincial y de los pueblos. El caso de los incas
nos recuerda, en particular, que la reproducción y el cuestionamiento de la autoridad y la

103 Peralta Ruiz 1991 :36-43; Walker 1999:209-2 12; RR.EE., Cuzco, Ju sticia Departmental , Exp. 36.
104 Bonilla 1987; Thurner 1997 :1- 19.
105 Garrett 2002:529-532; Walker 1999:212.
106 Méndez 1996.

36 Revista Andina
David Garret: Los incas borbónicos: la elite indígena cuzqueña

estratificación en el Perú indígena no debe entenderse únicamente en términos de una dico-


tomía "colonial/anticolonial". Las cortes reales y la ley hispana tuvieron un papel importante
en la política local de los pueblos indios a medida que las familias y ayllus peleaban entre sí,
con otras comunidades y con los españoles en pos del dominio local.
Si la existencia de una nobleza inca colonial en el Cuzco borbónico está clara, no
sucede lo mismo con su organización interna. Esto ciertamente se debe en no poca medida a
la escasez de fuentes de archivo. Pero es igualmente importante que la organización interna
no haya sido fija. Si la posesión de un cacicazgo era electiva o hereditaria, y cómo se
determinaba la elección o sucesión, era algo que variaba por parroquia o pueblo. Igual
sucedía con las relaciones entre ayllus en una parroquia o pueblo dados, con las jerarquías
entre las familias de la nobleza inca y con la definición misma de quién era "inca". Y, a medida
que la economía cuzqueña cambiaba a lo largo de tres siglos de dominio hispano, también lo
hacía la posición material ganada y ayudada a conservar por los privilegios incas. Tan clara
como la posesión de la nobleza inca de muchos de los cacicazgos de la zona, es la competen-
cia dentro de esta casta gobernante por el control de dichos cargos. Buena parte de la
historiografía se ha concentrado en la importante cuestión de la imposición a las comunida-
des de caciques "ilegítimos" por parte de las cortes y corregidores españoles, pero la compe-
tencia entre los incas nos recuerda que la "legitimidad" estaba sujeta a cuestionamientos
dentro de la república de indios, y que ella era determinada a través de la posesión y la
política local, tanto como la predeterminaban las costumbres. 107 Ello no obstante, por difícil
que sea definir con precisión a los incas coloniales o su jerarquía interna, es innegable la
importancia que la ascendencia inca -o, más bien, las pretensiones aceptadas de la misma-
tenía como el indicador y la justificación más importante de la posición social en la república
indígena en los alrededores del Cuzco.
Más en general, lo que se desprende es la total liminalidad de los incas coloniales.
Ellos estaban a caballo sobre las repúblicas española e india. Con sus matrimonios, inconta-
bles familias incas llenaban colectivamente la divisoria entre ellas y los criollos del Cuzco, al
mismo tiempo que creaban una barrera social contra los indios del común. Los nobles incas
poblaban buena parte del espacio económico urbano (mas no todo) del Cuzco criollo, pero
usaban sus ganancias del comercio y las artesanías para asumir el cargo honorífico de alférez
real del cabildo inca. Ellos cubrieron la divisoria urbano/rural en notable medida, al igual que
aquella entre la economía de mercado virreinal y la economía comunal del pueblo; al hacer
esto tuvieron un papel importante en la organización de la economía andina como un todo . Y
lo que tal vez resulta más intrigante, su privilegio comprendía los ámbitos de la real cédula y
lo consuetudinario, estando la dispensa de tributos y servicios personales (a menudo con-
juntamente con elaborados escudos y armas) cuidadosamente detallada, en tanto que la
definición de quién gozaba dichos privilegios y cuál era la deferencia más amplia que se le
debía era algo que se ensayaba y establecía repetidas veces en la vida cotidiana del Cuzco
colonial.
Semejante liminalidad cuestiona la división a veces fácil de grandes extensiones de la
sociedad y la ei:onomía andina en "español" e "indio": la primera no corresponde exactamen-

107 Rostworowski 1961 ; Ramirez 1987; Powers 1995; Stern 1982; O' Phelan 1997; Spalding 1970.

Nº 36, primer semestre del 2003 37


Estudios y debates

te al sector legalmente privilegiado, urbano y orientado al mercado de los Andes coloniales,


y la segunda tampoco encaja plenamente con la población rural sujeta que participaba en
economías tributaria y comunal. Pero no debemos borrar demasiado las fronteras: que haya
habido hacendados y plateros incas en modo alguno disminuye las enormes diferencias
económicas, sociales, administrativas y jurídicas entre ambas repúblicas. Más bien, lo más
significativo de la liminalidad de los incas es que eran necesarios para la sociedad colonial
del Cuzco. Durante más de dos siglos, la Corona española estuvo comprometida con una
sociedad colonial dividida en dos repúblicas legales pero que compartían un espacio econó-
mico y geográfico. No fue sino hasta las reformas borbónicas que el rey comenzó a alejarse
de este ideal de sociedad, el cual fue desafiado después de la rebelión de Tupac Amaru y
repudiado con la independencia. Al igual que otros nobles indios en todo el Ande, los incas
eran esenciales para la negociación de esta división . Lejos de ser un artefacto prehispánico
en la sociedad virreinal, conformaron una nobleza provincial, colonial y de la temprana edad
moderna, cuya cambiante posición y su negociación de la misma ayuda a exponer las com-
plejidades de la sociedad colonial; y a través de ella podemos explorar las sofisticadas
relaciones familiares, administrativas, económicas e ideológicas que conformaron la realidad
colonial andina.

David T. Garret
Reed College

Traducción de Javier Flores Espinoza

38 Revista Andina
David Garret: Los incas borbónicos: la elite indígena cuzqueña

Cuadro 1: Los monarcas incas y sus panacas coloniales

Incas Reinado Panaca/Ayllu Parroquia

Manco Capac Hasta 1107 Chima San Sebastián

Sinchi Roca Hasta 1136 Raw-ava San Sebastián/San Jerónirm

Lloque Yupanqui Hasta 1171 Hahuanina ---

Maita Capac Hasta 1211 Usca Maita Belén

Capac Yupanqui Hasta 1252 Apu Maita San Sebastián/San Jerónirm

Inca Roca Hasta 1303 Uicaquirau San Jerónirm

Yahuar Huacac Hasta 1323 Ailli [Aucaylli] San Sebastián/San Jerónirm

ll)CW San Sebastián/San Jerónirm


VIracocha Hasta 1373
[Sucso]

Inca Pachacutec Hasta 1423 Inca ---

Inca Yupanqui Hasta 1453 Inca ---

Tupac Inca Yupanqui Hasta 1483 Capac ---

Huayna Capac Hasta 1523 Tumi Pampa ---

Huascar Hasta 1528 Huascar ---

Atahuallpa Hasta 1533 ---

Los Incas y k,s fechados de sus reinados son de Unanue (1793) y Sahuaraura ( 1850). La lista de doce e~eradores
(hasta Guayna Capac) se estandarii.ó corrn la hi<;toria de k,s Incas a tires del siglo XVI, y especiahrente después
de la publicación de k,s Comentarios reales del Inca Garcilaso. Éste y varios otros d~ron a Capac Yupanqui corrn
el cuarto Inca y Maita Capac corrn el quinto. Las afiliaciones de las panacas y k,s ef11Jeradores son de Garcilaso
y Sahuaraura. Aurque en el siglo XX se refutó esta narrativa de los gobernadores incas, en el sigkl XVIII ella fue
entendida corrn la hi<;toria de bs Incas e institucionalizada en las doce "casas" del cabiklo inca (según la cual el
cuarto Inca fue Capac Yupanqui y el quinto Maita Capac). Las parroquias cobniales de las panacas yjenen de las
matrículas del Cercado del CtJzco.- 11 "

108 Unanue 1985 [1793); Sahuaraura 1850; Garcilaso de la Vega 1985, vol. II:282-283; ARC, Corregi-
miento, Causas Civiles, Leg. 29, Exp. 620; ARC, Corregimiento, Administrativos, Leg. 94 (1767-
1784); y ARC, Intendencia, Real Hazienda, Leg. 186 (1788).

Nº 36, primer semestre del 2003 39


Estudios y debates

Cuadro 2: Población masculina de San Sebastián y San Jerónimo, 1768109

Parroquia y ayllu Nobles Originarios Forasteros Total


San Sebastián 1

Sucso Collana Pachaca, "que son de los


Nobles que no pagan tnbutos"
120 --- --- 120
Aucailli, "nobles" 31 55 20 106
Apomaita y Quecaquirau 2 18 2 22
Rauragua 7 49 28 84
Chima, "nobles y originarios" 42 41 9 92
Ayamarca y Pumamarca, ''nobles en la que
se compehenden varios aillos y tributarios"
171 47 18 236
Yacanora Puyan Aucaguaqui y Caías,
"nobles y originarios"
28 2 --- 30
Yanaconas 2 51 --- 53
Tributarios en haciendas --- 40 --- 40
Total de la parroquia 403 303 77 783
San Jerónimo
Collana 1 80 10 91
Chavincosco 1 41 6 48
Callanpata --- 21 3 24
Sucso de Nobles 74 --- --- 74
Aucailli de Nobles 45 --- 17 62
Orcon 1 49 --- 50
Andamachay 1 52 8 61
Apomaita 1 56 --- 57
Quecaquirao 2 31 --- 33
Raurau 1 44 --- 45
Anaguanque 1 105 --- 106
Soroma 1 56 --- 57
Collanca 2 19 --- 21
Total de la parroquia 131 554 44 729
TOTAL 534 857 121 1512
N.B.: Este cuadro incluye a todos los horrores, reservados y niños de las parroquias: 281 de los nobles son hijos de
nobles que todavía no están en edad de tributar. Aproximadarrente 250 varones adultos en las parroquias fueron exentos
de tributar por ser nobles.

109 Para San Sebastián, ARC, Corregimiento, Causas Civiles, Leg. 49, Exp. 1129. Para San Jerónimo.
ARC, Corregimiento, Administrativos, Leg. 94 (1767-1784 ).

40 Revista Andina
David Garret: Los incas borbónicos: la elite indígena cuzqueña

Cuadro 3: Población masculina adulta, diversas parroquias del Cuzco Cercado• 1768110
Parroquia y ayllu Nobles ... Originarios Forasteros Total
San Bias 16 61 80 157
Capac 3 6 24 33
Urincosco 3 o 31 34
Collana 5 24 15 44
Hatan Y ngacona 5 31 10 46
San Cristóbal 22 62 111 195
Collana 6 4 40 50
Cayhua o 45 32 77
Suna ll 7 14 32
Hanan C uz.co 5 6 25 36
Belén 24 59 99 182
Collana 6 2 26 34
Queseo y Maras 6 23 31 60
Sutec Uscamayta 12 3 22 37
Urinsaya Altorrirano o 31 20 51
San Jerónimo 52 271 26 349
Collana o 33 7 40
Chavincosco o 17 4 21
Callanpata o 10 o 10
Sucso de Nobles 34 o o 34
Aucailli de No bles 18 o 11 29
Orcon o 27 o 27
Andamachay o 26 4 30
Apomaita o 24 o 24
Quecaquirao o 11 o 11
Raurau o 24 o 24
Anaguanque o 55 o 55
Soroma o 36 o 36
Collanca o 8 o 8
Santa Ana o 94 69 163
Chachapoya y Yanacona o 13 26 39
Chiochaysuio Chasqui o 6 15 21
Callas Quispeguana o 17 13 30
Anansaya Collana o 19 12 31
Cinquenta Uguriche o 39 3 42
Matriz (no se incluyen los gremios) '' 13 27 66 106
Yanaconas 13 27 66 106

.
TOTAL (6 parroquias) 127 574
'No ha y infonroci6n ara h.'i pam XJ uias de Hos ital, Sant.iago y San Seba.~tián.
1765.
451 1152

*"'* No ilcluyc al cacr.tuc.

11 O ARC, Corregimiento, Administrativos, Leg. 94 (1767-1784); id., Causa~ Civiles, Leg. 46, Exp. I 024.

Nº 36, primer semestre del 2003 41


Estudios y debates

Cuadro 4: Cacicazgos incas fuera del Cercado del Cuzco


desde mediados hasta fines del XVIII
l>no hl n Familia • ov nl:eafo

Anta Poma Yn"a Tuoa Yuoanaui


Ouisoeeuaman
Pucyura Nancav Tuna Yunanaui
Alférez Pama Orcosuna Tuna Yuoanaui
Oni•n• ''º"amavta Guavna Canar Maita Caoac
Corimanva
Zurite Mandortuna
Tito Atauchi
OrcoPuaranca
Pumaeualloa
Garses Chillituna r., avna ro nor Yir•r~ha
r. .. ,..,o,·o""'"' Manco
Guamantica
re· , L pnmoeohua Inca ilP nrivilP"iº ""armaca
Mara., 1 krana ucar
Llanac Ponce
rn•ina urar Paullu Yn"a
Aurr• Poma
Yiñaoi Atauoaucar
Guayllabamba Pomavalli
r.uounoriuna
Tuoa Orcoeuaranca
Chieuantuoa Guavna Caoac Lloaue Yuoanaui
Yur·m, T•,n• CusiPuallna
Lama y Paucarouña
Mavon Savrituoa
Prado Sunatuna
Guavnartuna Pomavlli
Cova Yn"a Paucar Guavna Canac
p ;,.,.,. V Ttl"'" Tamhn"uacso r.uavna ranar Parhacutic M•ita rº"°"
~"" ~,,,.,,.,,,.. Oui snetuna
Caycay y Guasac Guambotuna
º"isnetuna
Tuna Orcoeuaranca
Colquepata Chi Puantuna
Aucavlli
Anatuna
Oropesa Bustinza
Cusinaucar Mavta
Ya,,rir Ariza
Sahuaruara Gran Sahuaruara
Pumaeualloa
Garses Chillituna Guavna Caoac Viracocha
A.,1,""""'lillas Choouecahua Inca de nrivilePio <?\
Ureo, Ramos Tito Atauchi Paullu Ynea
Pacarectambo Sutic Callaniña Manco Canac Cava Cori Coca
Ramos Tito Atauchi Paullu YnPa
Corca Ouehuarucha Pumaeualloa Inea Roca
Guanoquite Uzcamanco
Sutieuaman
Ouisoe Ynea Guavna Caoac
Co/rhn Tunac Yunannui
P , m m¡ Sinche Rocca
Aravnnlnn Cusinaucar Paullu YnPa
Fuente: Garren 2002:588-643

42 Revista Andina
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AGN, Derechos Indígenas
Exp. 336 (1770)
Exp. 413 (1785)

Archivo Nacional de Bolivia, Sucre, (ANB)


ANB, Expedientes Coloniales
1773-1783
1785-1823

Archivo Regional del Cuzco (ARC)


ARC, Fondo Betancur
Tomos I y 11
Tomo III, 145-154 y 587-622
ARC, Cabildo
Causas ~iviles
Leg. 44, Exp. 1056
Causas Criminales
Leg. 94 (1740-1759)

N2 36, primer semestre del 2003 43


Estudios y debates

Pedimentos
Leg. I 14 (1773-1786)
ARC, Corregimiento
Causas Civiles
Leg. 29, Exp. 620 libro de electores del cabildo
Leg.39,Exp.849(1753)
Leg. 41, Exp. 871
Leg. 45, Exp.976(1762)
Leg. 46, Exps. 1023, 1024
Leg. 47, Exps. 1036, 1037, 1038 (1767), 1043, 1060
Leg. 49, Exps. 1098, 1109, 1122, 1123, 1124, 1125, 1126, 1127, 1129 (1768)
Leg. 50, Exps. 1147 (1769), 1149
Leg. 52, Exp. I 169
Leg. 59, Exp. 1338
Leg. 61, Exp. 1395
Causas Civiles, Provincias
Leg. 71 (1752-1765) Queja de Bustinza Cusimayta cacique principal de todo Oropesa ( 1754)
Leg. 72(1766-1769)
Leg.85(1773-1775)
Causas Criminales
Leg 81 ( 1766-9)
Pedimentos
Leg.90( 1753-1765)
Leg. 91 (1766-1784)
Administrativo
Leg. 94 (1767-1784)
ARC, Intendencia
Gobierno
Leg. 133 ( 1785)
Leg. 139 (1787)
Leg. 150,(1800-1802)
Real Hazienda
Leg. 163 ( 1785)
Leg. 173 (1785)
Leg. 176(1786
Leg. 185 ( 1787)
Leg. 186 ( 1787)
Leg. 194 ( 1792)
Leg. 196 ( 1792)
Leg. 198 ( 1792)
Leg. 200 ( 1797)
Leg. 202 ( 1796) petición de 1562 presentada por doña María Nieves Puma Ynga
Leg. 204 (1797)
Leg. 21 I (180 I )
Leg. 212 ( 1801)
Leg. 21 8 ( I 807)
Virreinato
Leg. 160,(1823-1824)

44 Revista Andina
David Garret: Los incas borbónicos: la elite indígena cuzqueña

ARC, Notarios
Miguel de Acuña
Leg. 14, 302 ff., 17 de junio de 1779
Ambrocio Arias de Lira
Leg. 3 I, 16 de diciembre de 1756 poder de la nobleza incaica a don Juan Bus/amente Carlos
Ynga para pedir mercedes del rey en Madrid
Leg. 33, 3 I 4ff., 4 de agosto de I 759
Leg. 39, 549 ff., 29 de abril de I 779
Marcos Forton
Leg. s/n, Urubamba, I 802-1818: don Francisco Yanac de Maras (23 ff., 28 de mayo de 1778);
don Gregario Pilleo de Guayllabamba (46 ff., 14 de agosto de 1770); doña Maria Soccso de
Lucma [Vilcabamba] (49 ff., 26 de mayo de 1787); don Melchor Pillcotupa de Yucay (99 ff., 26
de julio de 1787); don Pablo Llamac Paucar Auca Puma de Maras (426 ff., 1O de mayo de
1779); don Nicolas Orcohuaranca de Guayllabamba (539 ff., 20 de abril de 1787); Vicente
Sampac de Urubamba (108 ff., 24 de mayo de 1793); Bentura Tupayupanqui de Yucay (393 ff..
14 de diciembre de 1788); Esperanza Cusihuallpa de Urubamba (79 ff., 18 de febrero de
1802); don losé Tupayachi de Urubamba (664 ff., 12 de marzo de 1818); María Carlos
Cusipaucar de Maras (131 ff. , 23 de diciembre de 181 O)
Joseph Bernardo Gamarra
Leg. 11 O, 71 Off., 3 de julio de 1785, testamento de doña Me/chora Yauric A riza
Leg. 113, 9 de enero de 1749 testamento de Asencio Ramos Tito Atauchi; 26 de agosto de 1755
testamento de Maria Vasques Obando
Juan Bautista Gamarra
Leg. 133, 21 de agosto de 1747; 22 de noviembre de 1770; 28 de julio de 1775; 4 de mayo de
1779
Leg. 145, 19 de julio de 1766; 11 de octubre de 1765, testamentos de Paula Auccatinco
Pedro Joaquín Gamarra
Leg. 77, 584 ff., 16 de agosto de 1804
Pedro Joseph de Gamarra
Leg. 166, 672 ff., 2 de junio de I 761, testamento de Joseph Tamboguacso
Tomas Gamarra
Leg. 176, 324 ff., 15 de junio de 1782, testamento de don Vicente Choquecahua
Leg. 180, 334, 21 de agosto de 1782
Juan Francisco Grajeda
Leg. s/n, Urubamba, 1827-1834, testamento de don Bias Serban Cusipaucar (696jf., 14 de
mayo de 1790)
Mario Melendez Paez
Leg. 184, 526 ff., 14 de noviembre de 1812
José Francisco de Moya
Leg. sin, Urubamba, 1784-97 Thomas Quispe (405; sin fecha, 1780s); don Diego Vi/canina de
Yucay (433 ff., 4 de julio de I 784); Don Nicolás Santa Cruz de Urubamba (690 ff., 13 de abril
de 1785); doña Úrsula Corimanya de Guayllabamba (700 ff., 22 de julio de 1785)
Juan de Dios QuintaniJla
Leg. 23 \, 144 ff., 10 de febrero de 1756
Leg. 231, 260 ff., 30 mayo de 1759
Carlos Rodríguez de Ledezma
Leg. 248,411 ff., 8 de julio de 1797
Thomas Santos Gamarra

Nº 36, primer semestre del 2003 45


Estudios y debates

Leg. 181 [Calca, 1791-99] Doíia Me/chora Prado Sunatupa Paucarpuña de Lamay, 17 de julio
de 1799
Joseph Tapia Sarmiento
Leg. 253, 376 ff., 7 de julio de 1770
Andres de Zamora
Leg. 294, 360 ff., 24 de noviembre de 1788
ARC, Real Audiencia
Causas Civiles
Leg. 6 ( 1790)
Leg. 27 ( 1798)
Leg. 31 (1 798)
Asuntos Administrativos
Leg. 31 ( 1798) informe de Sebastian Unzueta sobre el cacicazgo
Leg. 151 (1791-1792)
Leg. 154 ( 1795)
Leg. 156 ( 1797)

Biblioteca Nacional del Perú (BNP)


BNP, Manuscritos
Exp. C-298
Exp. C-4197
Exp. C-4218

Archivo del Ministerio de Relaciones Exteriores, Lima (RR.EE.)


RR.EE., Cuzco, Justicia Departamental
Exp.36
RR.EE., Cuzco, Real Audiencia
Exps. 114,409,410
RR.EE., Cuzco, Superior Gobierno
Exp. 31
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Exp. 166
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Nº 36, primer semestre del 2003 51


Estudios y debates

COMENTARIOS

Luis Miguel Glave mercado del sur andino". Es decir, la aceptación


Instituto de Estudios Peruanos legal y política de la nobleza pod as autoridades
coloniales, el control del cargo de caciques en un
Debemos agradecer a David T. Garrett el estu- conjunto de pueblos y el exitoso desempeño de
dio que tengo la suerte de comentar. Esperemos estos personajes como agentes económicos en el
además ver pronto convertida en libro la tesis doc- conjunto de la economía mercantil. A ello falt a
toral de la que proviene esta muy extensa presen- agregar la buena negociación legal de la que hicie-
tación que hace para los lectores de Revista Andina. ron gala, las redes sociales que ayudaron a crear,
Garrett ha reunido una documentación de gran va- su papel medular en el poder local y la prestigiosa
lor para un tema de no menor importancia: la no- simbología que los destacaba y benefi ciaba: al fi-
bleza inca convertida en un engranaje de la socie- nal no queda en pie nada que sea una continuidad
dad colonial. Las aristas del tema involucran tanto "inca" y sólo se vislumbran formas diversas de
la historia precolonial como la finicolonial; el meo- una creación colonial, si bien marcada por claras
llo del asunto, sin embargo, es la trama colonial, lo tácticas de resistencia nativa a la estrategia de
complejo de una sociedad que tenía de andina como dominación.
de hispana, aunque en proporciones variables. · Esta realidad del sujeto construido por nues-
Hay un conjunto de aportes dentro de la idea tro autor se enriquece por otra virtud de su dis-
central del artículo (tan extenso que escapa a esta curso historiográfico: se trata de una existencia
definición) que conviene presentar de manera su- fluida, cambiante, contradictoria y liminal. La com-
maria. El objeto primordial del estudio es "la no- pleja explicación que hace Garrett de estas carac-
bleza colonial incaica que se desarrolló alrededor terísticas, desarrolladas , no sin ciertos altibajos
del Cuzco, una pequeña casta casada entre sí de en la narración, muestra las virtudes de su aproxi-
unas mil personas que dominaba la vida en unas mación historiográfica. Quiero subrayar esto para
cuantas docenas de aldeas indias". Parece simple invitar a la lectura de su valioso aporte.
pero es toda una construcción historiográfica. El El cacicazgo y la sucesión en el cargo, el ma-
autor va desbrozando su sujeto historiable, dis- trimonio como estrategia, la familia y el ayllu, la
tinguiendo la nobleza india de la propiamente inca, simbología del prestigio y el poder puro y duro
siguiendo la trayectoria de las líneas básicas que son analizados con destreza para comprobar las
provienen de la historia previa a la conquista has- hipótesis del autor en cuanto a la autoconstrucción
ta que se reconstituyen en medio de la construc- de la nobleza inca y su naturaleza colonial. Usa
ción de la sociedad colonial hispanoandina. Usa para ello una estupenda documentació n inédita,
para ello los indicios poblacionales , económicos, sobre todo del actualmente llamado Archivo Re-
políticos y simbólicos de una práctica histórica gional del Cuzco.
desarrollada al calor de una lucha cultural, entre la Sorprende, sin embargo, un conjunto de au-
pervivencia de lo andino y la recreación de lo his- sencias en el texto de Garrett. Un estudio de la
pano europeo. Como le interesa la situación de nobleza inca en el Cuzco y sus provincias debe
los incas coloniales en el siglo XVIII y su papel tener presente lo que se ha hecho acerca de esa
en el conjunto cultural del virreinato borbónico en historia. Menciono algunos trabajos de quien esto
pleno proceso de crisis, se detiene en la percep- firma por el solo hecho de tenerlos en la memoria.
ción que de ellos tenían los propios miembros de El libro que escribí con M.I. Remy sobre Ollantay-
esa nobleza y la representación que de ellos se tambo, publicado por el Centro Bartolomé de Las
hacía en la administración colonial, la sociedad Casas en 1983, trata el tema de la nobleza real
criolla y los pueblos indios. incaica, su acceso a la tierra y su conversión en el
La nobleza inca, obsesionada con la pureza señorialismo de la tierra durante la fundación co-
de sangre, adaptada así a las demandas también lonial. Sayri Tupac, Paullo, Carlos y Melchor
obsesivas de los dominadores coloniales, fue más Carlos Inca aparecen allí llenos de mensajes que
bien, como nos lo muestra este estudio, un pro- bien pudo haber tenido en cuenta Garrett para
ducto colonial compuesto por tres vectores iden- enriquecer su estudio. Los caciques locales como
tificados por el autor como "la nobleza legal , el los Mayontopa o Cusirimachi en Tambo y los
cacicazgo y la compleja economía tributaria y de lazos del valle con Maras, uno de los lugares co n

52 Revista Andina
David Garret: Los incas borbónicos: la elite indígena cuzqueña

más presencia de supuestos descendientes reales colás Tito Atauchi, estudiados por Jean-Jacques
incas como lo señala Garrett, están muy docu- Decoster, y conservados en el llamado Fondo de
mentados en ese viejo libro. Luego, la mención Beneficencia del referido archivo, podrían enri-
que hace Garrett a mi libro Trajinantes se debe quecer más el trabajo acerca de los linajes reales.
sólo a una cita general sobre el cacicazgo de Asillo, Celebro que sigan apareciendo trabajos tan
pero en ese libro estudié muchos curacas y mallkus, bien hechos como éste acerca de la historia colo-
su imbricación en la sociedad colonial, sus luchas, nial cuzqueña, espero que éste y los que sigan
éxitos y fracasos hasta el siglo XVII. Procuré en- tomen en cuenta otros que antes se hicieron y que
tonces dar una visión andina que no parcelara Revista Andina siga siendo una tribuna para el
anacrónicamente lo "peruano" de lo "boliviano", conocimiento de la historia y la cultura de los
creaciones obviamente posteriores a la realidad hombres y las mujeres de los países andinos.
del mundo andino colonial, mientras que los ejem-
plos de Garrett se quedan en el lago Titicaca por el
lado "peruano", salvo una mención esponídica a Sabine MacCormack
un estudio de R. Choque Canqui. Y aunque incor- University of Michigan
pora la provincia de Canas y Canchis para sus
observaciones, una lectura de mi libro Vida, sím- Con demasiada frecuencia hemos visto a los
bolos y batallas, una etnohistoria de los canas desde incas ya sea como arquitectos de un imperio, o
el siglo XVI hasta el XX, le hubiera dado pistas como la elite pintoresca de "la gran ciudad del
que todavía me animo a sugerirle. Cuzco" en los tiempos coloniales, o como símbo-
En esos libros menciono alguna bibliografía los característicos de la nación peruana, de allí en
que entonces tenía a mi disposición. Entre otras adelante. Uno de los resultados de la periodifica-
publicaciones, las de Ella Dumbar Temple, que no ción de la investigación historiográfica ha sido que
se limitan a su estudio de don Carlos Inca, y pri- nosotros no hemos pensado tanto como hubiéra-
mordialmente los estudios de David Cahill, a quien mos debido sobre cómo estos diferentes aspectos
Garrett sólo cita por un artículo aparecido en un de ser inca pueden estar vinculados. El espléndi-
libro que coordina con Bradley y que no represen- do estudio de archivos de David Garrett trata ésta
ta de ninguna manera los valiosos aportes que so- entre otras interrogantes, pues nos ofrece consi-
bre el mismo tema y época ha hecho nuestro derablemente más de lo que promete su título.
cuzqueñista australiano. Cahill ha tratado el tema Enfocándose en el siglo XVIII , echa un vistazo
de los cacicazgos en la última parte del siglo XVIII, hacia atrás a la temprana Colonia, y al mismo
ha estudiado las "familias principales" que Garrett tiempo hacia adelante a la independencia.
atina a relacionar correctamente con ese horizonte La derrota militar desalojó a los nobles incas
"incaista" que preñó siempre la ideología del Cuz- y a los descendientes de la realeza inca de los
co, y muchas otras cosas que bien podrían haber centros de poder hasta fines del siglo XVIII, po-
sido tomadas en cuenta para este estudio. cos, o ninguno de ellos participó en la vida del
Un comentario no puede extenderse tanto virreinato más allá del Cuzco, e incluso en el Cuz-
como para que desarrolle las muchas posibilida- co su visibilidad pública como incas era manifies-
des de proponer nuevas ideas que me surgen de ta, en un grado considerable, en el ritual, a diferen-
relacionar estas ausencias con los interesantes apor- cia de la acción política. Frecuentemente, Garrett
tes de Garrett. Simplemente llamo la atención res- demuestra que ellos se casaban entre españoles y
pecto a ello más que como una crítica, como un criollos, lo que los llevó a identificarse a sí mis-
saludo a futuros diálogos que la propia lectura que mos como pertenecientes a un grupo familiar y
alguien haga de este estupendo estudio pueda ha- unidad doméstica, y no, como anteriormente, a la
cer con esas otras viejas publicaciones. panaca y al ayllu. Gobernaban ayllus, pero no se
Finalmente quiero decir que, aunque cita un casaban entre ellos. Constituyeron así, argumen-
documento del Archivo General de Indias, el es- ta Garrett, un cierto puente o amortiguador entre
tudio que comen,tamos se enriquecerá mucho con las dos repúblicas, la república de indios y la re-
una revisión de los fondos allí guardados acerca pública de españoles, y al mismo tiempo, mien-
de los linajes incas de San Sebastián y otros mu- tras carecían de una clara organización global como
chos tópicos que salen de la documentación del grupo, ellos mantuvieron su identidad como no-
archivo cuzqueño. Así y todo, algunos documen- bles Incas y compartieron ciertas características
tos cuzqueños como los papeles del hermano Ni- políticas y culturales. Notablemente, así lo de-

Nº 36, primer semestre del 2003 53


Estudios y debates

muestra Garrett, las mujeres heredaban los rio derrotado, pero la memoria de una derrota impe-
cacicazgos con regularidad, mientras la sociedad rial importó menos durante un período en el que, en
dominante de criollos y españoles prefería la su- la mente de muchos, el interés local era un tema tan
cesión masculina. En 1780, ellos permanecieron poderoso como el del territorio en general.
fieles a la Corona "casi como un solo hombre" . Pero no debemos exagerar la_ importancia del
En conjunto es una historia sumamente enig- tema local. Las reformas de los Borbones intenta-
mática, si solamente fuese porque, como cuenta ron imponer un grado mayor de centralización y
David Garrett, uno hubiera esperado que la iden- tuvieron éxito en ello. Como demuestra Scarlett
tidad inca colectiva se desintegrara mucho antes O'Phelan Godoy en un artícu lo reciente, algunos
de la independencia, que se fusionara en alguna incas nobles de Cuzco aprovecharon este cambio
forma de identidad criolla noble. Con el riesgo de de política como un a oportunidad para participar
alejarme un poco del tema tratado, me gustaría más allá de la política local , lo cual fue un factor
reflexionar sobre un par de puntos que por último adicional de por qué, con la esperanza de un futu-
podrían verter alguna luz sobre la historia de Da- ro avance, los incas como grupo permanecieron
vid Garrett y la contextualizarían en la historia fieles a la Corona en 1780. 1 El hecho de que esta
del Perú en general. esperanza fallara no desvirtúa su realidad y poder
Primero, considere los trabajos históricos que durante las últimas décadas del siglo XVIII y el
fueron escritos sobre el Perú, o más bien, sobre el inicio del siglo XIX .2
imperio inca y el virreinato del Perú , durante el Segundo, los nobles incas actuaron en contex-
período colonial. La serie se inicia, en orden tos locales y algunas veces supralocales, expre-
cronológico, con las obras que todos conocemos, sándose en el uso del idioma: ellos eran bilingües
las historias de Cieza, Betanzos, el Palentino, en quechua y español. Este es un aspecto más de
Acosta, Garcilaso, Guarnan Poma, Cobo. Luego, su posición mediadora en la sociedad colonial,
con unas pequeñas coincidencias en el tiempo, y observa Garrett. Pero la elite criolla de Cuzco
a la vez continuando con la secuencia cronológica, también hablaba quechua. ¿Es posible saber si el
tenemos las historias de las órdenes religiosas: quechua hablado por las personas de la cultura
Calancha, Diego de Córdova Salinas, Meléndez. andina difería de aquel de los criollos. y en qué
De allí siguen en secuencia cronológica varias his- forma? ¿O si los significados transmitidos por
torias locales, entre ellas la de Arzans y Vela so- declaraciones hechas en quechua diferían al ser
bre Potosí, Esquive) y Na vía sobre Cuzco, y Mar- entendidos por los dos grupos? En un artículo
tínez Compañón sobre Trujillo. Por supuesto, reciente, Bruce Mannheim ha sacado a colación
uno puede empezar esta última serie con la Fun- estas preguntas. 1 Él demuestra, inter alia, que la
dación de Lima de Cobo, la cual es una suerte de poética quechua transmite significados que son
historia local. Pero en general el patrón es que la doblemente cifrados, es decir, están cifrados tan-
escritura histórica en los Andes, como la conoce- to en términos de vocabulario, como en términos
mos , comienza con obras que tratan de la historia de forma poética, transmitiendo diferentes signi-
secular de la tierra del Perú , seguida por la historia ficados a distintos oyentes y participantes. Ade-
religiosa del Perú , que da paso a la historia local. más, estos significados no residen en la superficie
Es como si , durante fines del siglo XVII y el pe- de las afirmaciones . Mannheim ha descrito al
ríodo Borbón , los historiadores hubieran perdido quechua como un "lenguaje oprimido" . oprimido,
el interés por el virreinato en su conjunto y hubie- quisiera sugerir, en el mismo sentido que la noble-
ran pensado en la historia local. La interrogante es za inca del Cuzco, a pesar de sus privilegios, era
¿por qué? Sin pretender enfrentar este tema com- oprimida. Pues, como lo señala David Garrett,
plejo, pienso que podemos pensar constructiva- los privilegios como nobles de hecho eran otorga-
mente sobre el artículo de David Garrett, como dos a los descendientes de los Incas, pero con la
una historia local del Cuzco y su región, vista precondición de que ellos admitieran su derrota.
desde el punto estratégico de los descendientes Además , estos privilegios eran en un sentido ex-
de los incas. En efecto, él mismo lo define de ese traoficiales: en una sociedad profundamente adic-
modo cuando escribe que el asalto del virrey Toledo ta a crear registros de muchos tipos y multiplicar
a los incas no pudo destruir "los privilegios y la
autoridad incaica en los aproximadamente mil ki- 1 O' Phelan Godoy 1999.
lómetros cuadrados que rodean la antigua capital 2 Ver Flores Espinoza 2001.
imperial". Los Incas fueron la nobleza de un impe- 3 Mannheim 2000.

54 Revista Andina
David Garret: Los incas borbónicos: la elite indígena cuzqueña

el papeleo, "no había registro alguno de la noble-


za india", escribe David Garrett. Más aún, como Scarlett O'Phelan Godoy
observa Garrett repetidamente, dejaron muchas Pontificia Universidad Católica del Perú
menos huellas en los archivos de lo que se espera-
ría de acuerdo con el número de ellos -por ejem- El artículo de David Garrett se abre con una
plo: muy pocos dejaron testamentos escritos. Los referencia al pedido de los 24 electores del Cabil-
incas nobles estuvieron allí, pero en un sentido do de Incas del Cuzco para que, tan tarde como en
oficial ellos no estuvieron completamente allí, o 1824, les permitieran el privilegio de llevar, por
no estuvieron del todo, y así, dada su extraordina- última vez, el estandarte real en la procesión del
ria capacidad de cifrar, así fue su lenguaje, el len- día de Santiago. Si bien conocemos la postura rea-
guaje de sus antepasados incas, "señores natura- lista del Cabildo de Incas frente a la gran rebelión
les que fueron de estos reynos", como fue tan a de Tupac Amaru, poco se sabe de su posición
menudo repetido en los tiempos de la Colonia. frente a la independencia y, concretamente, frente
Para resumir, quizá vale la pena pensar respecto a al ejército patriota conducido primero por San
la lengua quechua como la hablaron los incas no- Martín y luego por Bolívar, y con relación al pro-
bles del Cuzco para poder explicar su continua yecto político de ambos. No olvidemos, sin em-
existencia como grupo, a pesar de los factores que bargo, que al ser Cuzco refugio del virrey La Serna
Dav id Garrett describe: la derrota y la enorme hubo la propuesta que desde la capital de los incas
disminución de su papel político, frecuentes ma- siguiera funcionando el virreinato del Perú, en la
trimonios interraciales, todo combinado con una medida en que Lima había sido tomada por el
aversión a organizarse y producir registros escri- ejército patriota. Cuzco se convertía, de esta ma-
tos, y mucho menos públicos. nera, en el núcleo realista, con el virrey a la cabe-
Rastrear a un grupo semejante a través de los za. Dentro de este contexto extraña menos el pe-
pocos documentos que este dejó es mucho más dido de los 24 electores del Cabildo de Incas, aun-
fácil decirlo que hacerlo. El retrato de grupo al que que queda por explorar cuál fue su visión, en cali-
David Garrett apunta, y la documentación que dad de indios nobles del Cuzco, de la independen-
tan pacientemente ha desenterrado, nos deja a cia que amenazaba con despojarlos de los privile-
todos con una gran deuda a su favor. Esta es una gios que habían logrado acumular, no sin esfuer-
obra de investigación, la cual será un placer reto- zo, durante el período colonial.
mar en futuras ocasiones. Es interesante la fuerza que tuvo la endogamia,
y que aparece con claridad en el artículo, para
Bibliografía reproducir a la nobleza inca y reafirmar sus privi-
legios. Pero la endogamia no es un fenómeno ex-
FLORES ESPINOZA, Javier clusivo de los linajes cuzqueños. Es una caracte-
2001 "Justo Sahuaraura Inca y sus Recuerdos rística de la nobleza en general -sea ésta inca o
de la monarquía peruana", en Don J us- europea- y, concretamente, en el caso del Perú ,
to Apu Sahuaraura Inca, Recuerdos de la también se perfiló como estrategia de poder y de
monarquía peruana o bosquejo de la his- supervivencia en los linajes norteños, donde los
toria de los Incas. Compendio Breve. Temoche y lo Farrochumbi aseguraron su domi-
Lima: Fundación Telefónica, pp. 13-58. nio y expansión regional a través del matrimonio.
Garrett considera que la decadencia del comercio
MANNHEIM, Bruce de Potosí, en el siglo XVlll, redujo el interés de
2000 "El arado del tiempo: poética quechua los cacicazgos cuzqueños por establecer lazos de
y formación nacional", Revista Andina parentesco con la nobleza indígena del Altiplano.
nro. 33. En primer lugar, no creo que la crisis comercial del
sur andino con Potosí haya llegado al extremo de
O ' PHELAN GODOY, Scarlett desactivar el interés por establecer vínculos de
1999 "Repenfando el movimiento nacional parentesco entre la elite indígena del Bajo y el
Inca del siglo XVlll" en su colección El Alto Perú . El circuito comercial de Cuzco a Poto-
Perú en el siglo XVIII. La era borbónica. sí dio muestras de seguir activo a lo largo del siglo
Lima: Pontificia Universidad Católica XVlll , a tal punto que Tupac Amaru II, en su
del Perú , Instituto Riva-Agüero, pp. condición de arriero en la ruta al Alto Perú, estu-
263-277. vo en situación de articular con éxito la gran rebe-

Nº 36, primer semestre del 2003 55


Estudios y debates

lión en el espacio geográfico que cubría la ruta de los "incas de sangre" y los "incas de privile-
surandina. En segundo lugar, el propio autor men- gio" en el contorno de la ciudad del Cuzco. En
ciona cómo en la epidemia que asoló el sur andino este proceso se puede identificar aquellos elemen-
en 1720 es posible observar que entre los caci- tos que los distinguían entre sí al inicio de la con-
ques afectados se mezclaban los apellidos incas quista y cómo estas distinciones 1van a ser elimi-
quechuas y aimaras, denotando de esta manera nadas mediante el mecanismo de parentesco ma-
los lazos de parentesco que los unían. trimonial. Es decir, en qué medida en el siglo XVIII
Por las cifras que presenta Garrett creo que se se puede identificar, tanto en la sociedad urban a
puede concluir que la riqueza de la nobleza incaica como en la rural cuzqueña, los vínculos o los
urbana del Cuzco era significativa, mas no impre- desencuentros entre incas, fundamentalmente por
sionante. Patrimonios estimados en 7 500 o 6 500 la posesión de privilegios.
pesos no me parecen demasiado llamativos. Qui- Sin embargo, como bien se señala, en los si-
zás porque no se tiene las cifras de linajes que glos XVI y XVII los incas de sangre fueron los
probablemente llegaron a acumular patrimonios más que abiertamente habían jurado fidelidad a la au-
considerables, como podrían ser los Sahuaraura y toridad española, y en recompensa consiguieron
los Titu Atauchi, también emparentados entre sí. una serie de privilegios entre ellos: alcalde mayor,
En la medida en que el artículo se centra en el alguacil mayor y alférez real de los incas, privile-
período borbónico, es decir, en el siglo XVIII y el gios reservados en una primera instancia para los
temprano XIX, habría sido de interés poder ana- descendientes de Huayna Capac y después am-
lizar el tránsito de la política de la Corona, es pliados para todos los descendientes de Anan
decir, de los Habsburgo a los Borbones, con rela- Cuzco. En cambio, los descendientes de los Urin
ción a la nobleza inca y sus linajes. En el estudio Cuzco fueron privados de estos privilegios por
que comentamos no se ha visualizado si hubo ser vistos como descendientes de incas remotos.
cambios -leves o diametrales- por parte de los Pero la identidad de ambos grupos, es decir, de
Borbones, frente al tratamiento que dieron los los incas de sangre era reconocida con el uso del
Austrias a los nobles incas. Este es un tema que término "Ynga". Así, por ejemplo, Quispe Topa
queda por desarrollar y que puede explicar por Ynga, Suta Yuapanqui Ynga, etc. Así mismo, se
qué un descendiente de los Carlos Inga se quejaba muestra una cierta predominancia de las parro-
a mediados del siglo XVIII de que ya no se les quias de San Cristóbal y San Bias, lugar de resi-
trataba con la misma consideración. dencia de los Anan Cuzco, sobre el resto de las
parroquias cuzqueñas. En cambio, los incas de
privilegio veían rechazados sus intentos para ac-
Donato Amado Gonzales ceder a los privilegios de los incas de sangre. Solo
lnsituto Nacional de Cultura, Cuzco habían logrado en algunos casos ser eximidos del
pago de tributo y del servicio personal , y los más
El artículo de David Garrett da cuenta de sobresalientes habían logrado ocupar los cargos
cómo, durante el gobierno de los reyes Borbones, de caciques principales o segundas personas ,
los nobles incas cuzqueños pudieron mantenerse curacas de sus ayllus, alcaldes y regidores, y se
bajo una forma de organización distintiva al inte- identificaban con el apelativo de "principales" de
rior de la sociedad indígena colonial . Su propues- sus parroquias o de sus pueblos.
ta central radica en el análisis de cómo en el siglo Parece que en el siglo XVIII, dentro del grupo
XVIII había un predominio de la nobleza inca en de los incas de sangre, los papeles se invierten:
el control de los cacicazgos en los alrededores del son los incas descendientes de Urin Cuzco quie-
Cuzco. Además, esta nobleza se reproducía me- nes acceden a muchos de los privilegios de los
diante un rechazo casi total a casarse con los in- incas An an como alcalde o alguacil mayor, e in-
dios tributarios, prefiriendo marcadamente el cluso se da un a cierta predominancia en la ocupa-
matrimonio con otros nobles indios y criollos es- ción de los cargos de alferazgo inca. Sin embargo,
pañoles. Este a su vez habría permitido la repro- algo excepcional pasa en 1692, cuando don Juan
ducción del sistema de organización de los nobles Sicos, un próspero mercader de la ciudad del Cuz-
incas, dinamizado por una competencia por la co, aun procediendo de los ayllus Pomamarca y
posición social. Ayarmaca, a pesar de no ser descendiente de los
Me parece complejo pero sumamente intere- incas de sangre, sino inca de privilegio, logró ob-
sante explicar, como lo hace Garrett, la ubicación tener el puesto de alcalde mayor de las ocho pa-

56 Revista Andina
David Garret: Los incas borbónicos: la elite indígena cuzqueña

rroquias, gracias a su parentesco con los incas de predominaban. Con la rebelión de Tupac Amaru
sangre. Incluso pudo lograr esta meta que hubiera se dan algunos cambios. A los incas de privilegio
debido serle inaccesible: ponerse el símbolo de urbanos, es decir, los integrantes de los ayllus que
los Incas, la mascapaicha, y desfilar a lado de las no formaban parte de las panacas incas, se les
autoridades en la procesión de Nuestra Señora de ampliaron algunas perspectivas. Al contrario, des-
Loreto. Sin embargo, parece que el cargo le duró pués de la rebelión, los pretendientes a la nobleza
muy poco tiempo y que el honor recayó en don de sangre tenían que demostrar el apoyo prestado
Melchor Quispe Sucso Ynga, quien lo tuvo du- a favor del ejército realista. Este mecanismo im-
rante varios años. portante para ser declarado noble inca puede ha-
Finalmente, el cargo llega a pasar a manos de ber permitido a aquellos que solo tenían por línea
un mestizo, Bernardo Góngora, con quien los materna sangre inca y que por línea paterna eran
nobles incas tuvieron un larguísimo pleito sobre incas de privilegio ser declarados como nobles
malos tratos en el cobro de los tributos. Quisiera incas y acceder a los privilegios denegados a la
aquí proponer una hipótesis. Parecería que los generación anterior.
cargos de privilegio como alcalde y alguacil ma- Después de la rebelión, la nobleza inca, tanto
yor, gracias a la coyuntura política de los Bar- de sangre como de privilegio, fue duramente re-
bones, fueron sustituidos por cargos militares primida por la autoridad colonial y vio limitados
como maestre de campo, sargento mayor, tenien- sus privilegios ancestrales como era el ser elector,
te de capitán general, capitán general, cabo y co- alférez real y cacique. Y eso a pesar de que los
misario de los indios nobles . También en la incas de sangre, apenas un mes antes del estallido
predominancia de las parroquias se invierten pa- de la rebelión, cuando los rumores violentistas se
peles. Como señala el autor, las parroquias de San adueñaban de la ciudad, hicieron juramento de fi-
Sebastián y San Jerónimo fueron las que predo- delidad a la Corona. Después, en el momento de
minaron sobre el resto de las parroquias. Por otro la rebelión, los mismos incas encabezaron los re-
lado, en las doctrinas o pueblos fuera de la ciudad gimientos del ejército realista. La autoridad colo-
del Cuzco, donde había presencia de los incas de nial, en su vo luntad de castigar a los "yngas",
sangre, se reproducía el cabildo de los veinticua- intentó eliminar todos los elementos característi-
tro que funcionaba en la ciudad del Cuzco y se cos del cabildo de electores del alférez real, en los
elegía el alférez real de los incas, para festejar las que se mantenían intactos la mascapaicha, el ves-
fiestas del Apóstol Santiago (en Maras, Guaylla- tido inca, la danza, la música y hasta la misma
bamba y Huarocondo, entre otros) . institución del cacicazgo. Mata Linares, demos-
Como bien señala el autor, resulta difícil exa- trando su desconocimiento de estas costumbres
minar la organización de la nobleza inca y poder antiguas, aplicó el proyecto de la eliminación sis-
detectar los mecanismos de su reproducción. Sin temática prohibió la elección ya tradicional del
embargo la repartición desigual de los privilegios alférez real inca, y, más drástico aún, mandó em-
.dentro del grupo es lo que lleva a crear mecanis- padronar como tributarios a todos los nobles incas .
mos de competencia entre los incas y las tensio- Obviamente, estas acciones causaron un rechazo
nes derivadas. Finalmente, otra idea que invita a unánime de parte de los nobles incas. Rápida-
la reflexión es la imagen de los nobles incas, ali a- mente prepararon memoriales y alistaron sus ex-
dos entre sí y rechazando los matrimonios con pedientes de probanza, y se corrió el rumor de
los indios del común, y abiertos a la posibilidad una segunda rebelión, esta vez dirigida por verda-
de buscar parentesco matrimonial con los criollos deros incas de sangre. Al final la autoridad colo-
provincianos. Es decir, por entonces la barrera nial tuvo que suspender el proyecto de Mata
entre los incas de sangre y de privilegio evidente- Linares, ordenándose así el inmediato restableci-
mente se había roto, y el camino hacia una paula- miento, en 1789, del cabildo de los electores del
tina alianza entre los incas y los criollos se dibu- alférez real inca, el cual funcionó normalmente a
jaba en la primera década del siglo XIX, cuando partir de la fecha hasta 1820. Y aun después de
los movimiento~ políticos criollos se apoderaron 1824 se intentó restablecer el cabildo, no solo
del liderazgo inca. De otro lado, en lo que toca a la porque se lo consideraba como un derecho ances-
repartición de los curacazgos, los datos de Garrett tral, sino también porque, como tanto se había
indican que los incas de sangre habían logrado hablado de los incas en el momento de la indepen-
controlar fundamentalmente el área urbana y en dencia, parecía oportuno formar parte de la nueva
cambio en las áreas rurales los incas de privilegio República del Perú .

Nº 36, primer semestre del 2003 57


Estudios y debates

Por otro lado, también quiero señalar el caso señala, el cacicazgo y la nobleza inca fueron defi-
de los cacicazgos de las parroquias y de aquellos nitivamente eliminados por decreto del generalí-
pueblos donde la presencia de los incas de sangre simo Simón Bolívar, quien no creía en una super-
era evidente. Creo que allí el predominio del con- vivencia inca de carne y hueso sino más bien en la
trol del cacicazgo sigue adelante, mientras que los figura mítica de un inca glorioso ~nterior a la con-
cacicazgos que estaban bajo el control de los incas quista española, y esta visión logró materializar-
de privilegio fueron reemplazados por recauda- se en la imagen de Manco Capac como padre de
dores españoles. Pero en todo caso, como bien se los incas y como fundador del Cuzco.

RESPUESTA
David Garret contraían matrimonio con criollos y con sus pa-
Reed College res no incaicos, y una sustancial casta nobiliaria
alrededor del Cuzco, unida más por la ascenden-
Para comenzar, deseo agradecer a mis colegas cia que por la clase o el cargo. Infortunadamente,
sus generosos comentarios, y sobre todo sus crí- todo intento de definir la ubicación de los incas
ticas (bien merecidas) que resaltan problemas es- cuzqueños y su trayectoria histórica local naufra-
pecíficos del argumento más amplio, así como ga por las lagunas en los archivos y porque la
sugieren direcciones extremadamente fructíferas "nobleza incaica" no existía como un grupo clara-
en las cuales desarrollar el trabajo mayor del cual mente definido a ojos de la ley y la administración
el presente artículo forma parte. En efecto, es un colonial. Una "nobleza subalterna" resulta una
raro placer académico que a uno se le permita (de contradicción evidente, pero la del Cuzco no exis-
hecho, se le obligue) a reconsiderar su trabajo a la tía como un grupo reconocido; ella estaba confor-
luz de comentarios tan reflexivos y extensos. mada más bien por ayllus y linajes que habían
El artículo fue concebido como un esbozo de sido reconocidos por los españoles, y que tal vez,
un grupo: la nobleza incaica del área alrededor del a ojos indígenas, incluía a otros que no habían
Cuzco en las décadas antes de la rebelión de Tupac sido categorizados como tales por aquellos (por
Amaru. Su finalidad era mostrar que una "noble- ejemplo, ¿qué cosa eran los "comuneros" del ayllu
za incaica" siguió dominando los pueblos de la Chima?). Ni tampoco era estática: ¿cómo rastrea-
tierra natal de los incas en vísperas de la rebelión mos los cambios de importancia, status y privile-
de Tupac Amaru. El resultado, como los comen- gio material, del hecho de descender de Paullo en
taristas tan bien señalan, muestra tal vez un coro- contraposición a pertenecer al ayllu Sucso?
lario histórico del principio de Heisenberg. Los Estas observaciones tal vez ayuden a situar
incas de "mediados del siglo XVIII" ciertamente las maravillosas, aunque múltiples y dispares,
no pueden definirse refiriéndonos exclusivamen- respuestas al artículo . MacCormack señala con
te a su propia época, dado que su posición social razón que éste es, sobre todo, un estudio local ;
dependía de los siglos XVI y XVII, vueltos a me parece que este localismo se debe a los mate-
imaginar pero a pesar de todo llevados al siglo . riales de archivo y no es un producto de mi pro-
XVIII . Y tampoco me parece que sea posible de- pia creación. O ' Phelan cuestiona con justicia que
finir su posición en el espacio -la región involu- el localismo, tal como lo muestran los patrones
crada- con gran especificidad: ¿exactamente qué matrimoniales del siglo XVIII, pueda atribuirse a
constituía la división entre la nobleza incaica del la decadencia de la red de Potosí: esta es tal vez
Cercado del Cuzco y los nobles indígenas de Ca- una explicación demasiado simple. En efecto,
nas y Canchis, Azángaro u Omasuyos que soste- podría argumentarse que la nobleza inca del Cuz-
nían contar con ascendencia inca? Con todo, yo co era demasiado pobre como para atraer alianzas
sostendría que sí había una diferencia entre las en el Ti ti caca, a pesar de que Ramos Tito Atauchi
dinastías de caciques rurales, que cada vez más y Sahuaraura dejaron patrimonios de más de diez

58 Revista Andina
David Garret: Los incas borbónicos: la elite indígena cuzqueña

mil pesos.' En todo caso, llama la atención la au- participación inca en, o su actitud para con , las
sencia, en la nobleza cuzqueña, del tipo de lazos guerras de la independencia. Los criollos del Cuz-
matrimoniales que unían a las familias criollas co ciertamente adoptaron el simbolismo inca en
prominentes de las distintas ciudades de la sierra: su rechazo del dominio Barbón a comienzos del
incluso familias tan prominentes como los Sahua- XIX, pero la nobleza incaica dejó pocas huellas
raura no contrajeron matrimonio con las grandes de lo que pensaba. Me parece que aquí los hallaz-
familias del Titicaca y el Altiplano a mediados del gos hechos en este artículo tal vez tengan algo que
siglo XVIII, y esto no obstante la ascendencia ofrecer. En sus sectores más altos -los Pumacca-
incaica reconocida de muchas de ellas. Es más, los hua, Marcos Chillitupa, Justo Sahuauraura-, los
vínculos culturales y a veces familiares creados nobles indios del Cuzco fueron activos en los
por el matrimonio de familias criollas con inmi- movimientos anticoloniales y en la formación de
grantes europeos no tuvieron, por cierto, ningún la república a finales de la década de 1820. Sin
paralelo en la nobleza india.2 Las redes de paren- embargo, en general, para comienzos del siglo XIX
tesco de la nobleza cuzqueña tardo-colonial eran esta nobleza pasaba penurias . Salvo por unos
concomitantemente pequeñas. Aquí, Quiquij ana cuantos que prosperaron después de la rebelión ,
sirve muy bien como una frontera si mbólica: los ella (y la nobleza indígena de la sierra sur) ya no
vínculos maritales de los incas barbones del Cuz- estaba ligada a las redes más amplias (extraprovin-
co llegaban por lo menos hasta el sur de Qui spi- ciales) económicas, administrativas y familiares
canchis. Sin embargo, por lo general no llegaban a que podían determinar cómo se "imaginaba" la
Canas y Canchis (de lo que da fe la ausencia de comunidad nacional. 4
estrechos vínculos de parentesco entre Tupac MacCormack plantea precisamente este pun-
Amaru y el Cuzco) ni más allá. Por cierto que, to: ¿cuáles son los límites de la historia local , y
como señala O ' Phelan, el tráfico con la cuenca del cuándo concentrarnos en ella nos impide ver los
Titicaca y el Alto Perú siguió siendo importante procesos más amplios? Ella señala el reciente e
para la economía de la nobleza inca del Cuzco. importante artículo de O ' Phelan sobre los promi-
Pero como sostiene Leon Campbell , los vínculos nentes caciques realistas cuando la rebelión de
maritales de la dirigencia de la rebelión de Tupac Tupac Amaru, lo que argumenta a favor de una
Amaru sugieren unas elites provincianas relativa- participación de los sectores más altos de la noble-
mente restringidas, y yo sostendría que para me- za india en la política virreinal, que produjo su
diados del siglo XVIII la nobleza inca del Cuzco fidelidad a la Corona.~ Y ciertamente no deseo sos-
era una elite de esas, ya que sus vínculos de pa- tener lo contrario. La hi storia de la sierra a finales
rentesco no se extendían a más de cincuenta kiló- de la Colonia, y en realidad de todo el Perú virreinal,
metros de la ciudad.1 no puede escribirse sin Pumaccahua, Choque-
El objetivo de este ensayo fue proponer la huanca, Pedro y Justo Sahuaraura y así sucesiva-
existencia de una nobleza local relativamente de- mente, y los estudios pioneros de O 'Phelan, Glave,
finid a en el Cuzco en el siglo XVIII: la ideología Roberto Choque Canqui, Jorge Cornejo Bouroncle
del grupo caía fuera de su ámbito. Pero O ' Phelan y otros produjeron una reevaluación enormemente
y Amado plantean la importante cuestión de la importante del papel de los actores indígenas en la
ruptura del ordenamiento colonial. Pero concen-
trarse únicamente en aquellos nobles indios que
Véanse los testamentos de Asencio Ramos Tito alcanzaron importancia regional o incluso virreinal
Atauchi y Maria Vazquez y Ovando (ARC, Juan puede crear sus propias distorsiones. La abruma-
Bautista Gamarra, Leg. 133, 9 de enero de 1749 dora mayoría de la nobleza incaica tardo-colonial
y 26 de agosto de 1755); y de Maria Ramos (y de otros indios nobles) no contaba con un pues-
Tito Atauchi (Joseph Bernardo Gamarra, Leg. to asalariado en las fuerzas armadas, educación
121 , 662ff, 11 de noviembre de 1796). universitaria, estipendios eclesiásticos y así suce-
2 Como comparación, Clara López Beltrán esti- sivamente. Los horizontes y oportunidades del
ma que 30% ~e los miembros de la elite paceña cacique de un ayllu inca con una impecable aseen-
en el siglo XVII eran o peninsulares (20%) o de
otras c iudades peruanas (López Beltrán
1998 :73-107) . 4 Benedict Anderson 1991 :47-65 ; Walker 1999;
3 Campbell 1981 ; y sobre los incas véase tam- Thurner 1997.
bién Flores Espinoza 200 l. 5 O' Phelan 1999.

Nº 36, primer semestre del 2003 59


Estudios y debates

dencia pero una fortuna de apenas mil pesos -y El comentario de Glave plantea preguntas si-
tanto más para un noble labrador del ayllu Sucso, milares sobre el área de estudio y hace una muy
en San Sebastián- eran mucho más limitados. En merecida crítica de la revisión excesivamente bre-
las últimas décadas del virreinato y las primeras de ve de la historiografía existente. Sólo puedo pedir
la república la nobleza india gozó (o soportó) un disculpas por toda ofensa perciqida -y no inten-
destino bifurcado: una delgada capa de nobles aco- cional en absoluto- a una bibliografía que ha trans-
modados y bien situados ingresó a las filas supe- formado íntegramente el estudio de la sierra colo-
riores de la nobleza provincial criolla, en tanto que nial en los últimos treinta años y constituye la
la inmensa mayoría fue cada vez menos distinguible base del proyecto mayor del cual este artículo
de los comuneros indígenas. forma parte. En retrospectiva, debí haber tratado
No toda historia es local, pero tampoco es estas obras directamente; mi defensa vuelve a la
global o siquiera regional: sostengo que para el si- cuestión del área y del localismo en el estudio de
glo XVIII, el horizonte geográfico de la inmensa las sociedades coloniales andinas. Evidentemente
mayoría de la nobleza inca del Cuzco era mucho hay una enorme resonancia en el estudio de los
más limitado que su horizonte temporal, al cual cacicazgos en el Altiplano, en la cuenca del Titicaca,
remontaban en forma tan agresiva hasta la "genti- en Canas y Canchis, y en Cuzco, sobre todo en
leza". En efecto, la obra más importante produci- los papeles económicos y administrativos de los
da por un noble inca prominente en torno a las curacas. Al mismo tiempo me parece que la no-
guerras de la independencia, los Recuerdos de la bleza incaica del Cuzco era estructuralmente sin-
monarquía peruana de Justo Sahuaraura, sugie- gular. La simple densidad de nobles indios en un
ren precisamente la evolución del localismo en la radio de cincuenta millas del Cuzco; su propio
historiografía andina que MacCormack esboza. reconocimiento de una identidad incaica de grupo
Sahuaraura y su cuñado fueron ambos diputados compartida y limitada dentro de la república de
del Congreso peruano y ciertamente formaron par- indios; y la intersección de esta privilegiada casta
te del proyecto nacional surgido en la Ilustración indígena con la historia económica y social de una
peruana, el siguiente paso en el desarrollo de la de las ciudades más grandes del Perú virreinal :
historiografía andina. 6 Pero en el libro de Sahuarara, todo esto creó una nobleza india cuya organiza-
de una relación de los incas y la conquista -una ción y relaciones internas con las sociedades en
"historia imperial"- se salta el periodo colonial y que vivían, tanto indígena como criolla, fueron
se alaba las bases de la fundación de la república distintas de otras en los Andes. Una vez más
precisamente transcribiendo el "Canto a Bolívar" resulta imposible definir con precisión dónde era
de José Joaquín de Olmedo. Inmediatamente des- que la nobleza indígena dejaba de ser "inca" a ojos
pués plantea la cuestión del papel debido del Cuz- de los nobles del Cuzco . Glave y Sala i Vil a estu-
co en el nuevo orden, volviendo entonces a una diaron a Francisco Guambotupa, un cacique de
discusión más prolongada de la conquista y de Yauri que parece haber sido considerado parte de
Vilcabamba, sólo para concluir con una breve dis- la elite inca del Cuzco, no obstante sus estrechos
cusión de los "doce Incas" y una relación suma- vínculos con una familia cacica! de Paucartambo;
mente extensa de su propia genealogía (que inclu- José Gabriel Tupac Amaru, su vecino, no recibió
ye una concesión de nobleza errada). 7 Aquí, la his- la misma consideración. 8 Los comentarios de
toria del Perú en general termina cuando ella deja O'Phelan y Glave dilucidan un punto central del
de tener su centro en el Cuzco, y la historia que artículo que no fue trabajado y que de hecho es
más le interesa a Sahuaruara -y que evidentemente proteico : ¿en qué medida debemos asumir la
le importaba a sus antepasados- es la del linaje. En conmensurabilidad de la nobleza indígena y las
esencia, la pregunta es en qué medida un "imagina- familias cacicales de distintas regiones de los An-
rio andino", concebido a escala regional o nacional, des coloniales, y cómo definimos estas regiones?
aplastó los imaginarios más locales, y cómo éstos Me parece que esta es una cuestión que la elite
fueron distribuidos a lo largo de los diversos estra- indígena del siglo XVIII trató en forma conscien-
tos de las sociedades indígenas. te, y es una que los historiadores deben asimismo
tener en cuenta.

6 Sahuaraura Inca 2001, vol. 11:99; El Correo de


Encomiendas 1832.
7 Sahuaraura Inca 2001, vol. 11:61- 101. 8 Glave 1992: 132-135; Sala i Vita 1996: 128-135.

60 Revista Andina
David Garret: Los incas borbónicos: la elite indígena cuzqueña

Esta misma interrogante se presenta en forma dades indígenas en beneficio de los criollos, la
temporal. Glave nuevamente indica la incapaci- posición económica de los incas tardo-coloniales
dad de tomar en cuenta la historiografía de los fue radicalmente distinta de la de sus tatara-tata-
cacicazgos posteriores a la rebelión (y a la impor- rabuelos. De hecho, espero que este artículo ayu-
tante obra de Cahill debemos añadir, entre otras, de a dar una base para un examen comparativo de
las de O'Phelan, Nuria Sala i Vila, Roberto Cho- las economías familiares de la nobleza inca y de
que Canqui y Sinclair Thomson). 9 Sostengo que su papel en la economía regional en distintas eta-
en términos de los cacicazgos y la nobleza india, pas de la inmensamente larga y variada era colo-
la rebelión constituye la verdadera línea divisoria nial; creo que un intercambio tal en tomo a las
después de la cual todo cambió; de ahí la relevan- diferencias entre periodos y áreas es exactamente
cia de la crisis cacical post-rebelión para una his- lo que Glave propone.
toria de la nobleza incaica a mediados del siglo Los comentarios de Amado plantean interro-
XVIII. De otro lado, mi intento (infortunadamente gantes similares sobre la periodificación y la defi-
demasiado breve) de rastrear el colapso posterior nición. Como él señala, el Cuzco del siglo XVIII
a la rebelión es un indicio de la imposibilidad en cierta medida vio una inversión de la 'relación
historiográfica y política de esbozar una nobleza que hubo en el siglo XVI entre las panacas anan y
indígena bien afirmada en ese momento, sin apun- urin de los incas de sangre, por lo menos dentro
tar su virtual eliminación en el siguiente medio de las jerarquías ceremoniales del Cercado del
siglo. Igual cosa sucede con la discusión excesiva- Cuzco. El auge de "urin" se debió principalmente
mente breve de un pasado inca. Y es que si bien a los ayllus reales de San Sebastián y San Jeróni-
acepto que el argumento de Zuidema de que los mo, con sus muchos integrantes y grandes tenen-
incas imperiales crearon un pasado para respal- cias territoriales. Para la década de 1750 los anan
dar y explicar el presente puede en cierta medida ayllus de San Bias y San Cristóbal contaban con
aplicarse a los incas coloniales (y aquí la oralidad pocos nobles y pocas tierras: en la medida en que
de la cultura indígena colonial figura prominente- las parroquias internas del Cuzco eran cada vez
mente) , el hecho de depender de una documenta- menos indias dejaban de ser incas, y anan inca
ción con la cual defender sus privilegios colonia- perdió su dominio entre los incas del Cercado. En
les también arraigó a la nobleza incaica borbona cambio, casi todos los caciques que eran "incas de
del Cuzco en el pasado inca y Habsburgo de la sangre" en los pueblos vecinos debían ser consi-
ciudad. Esto se manifestó, por encima de todo, en derados anan incas, ya que sostenían abrumadora-
el interés de los incas tardo-coloniales por la ge- mente descender de Huayna Capac y Tupac
nealogía y los instrumentos de nobleza; por lo Yupanqui. Lo que llama la atención es que cierta-
tanto, para mejorar nuestra comprensión de los mente ya en el siglo XVIII, y aparentemente a
incas del siglo XVIII es necesario prestar mayor mediados del XVII, los incas mismos ya no usa-
atención a los esfuerzos que ellos hicieron para ban esta dicotomía definidora anterior a la con-
situarse a sí mismos genealógicamente. Al mismo quista y de la temprana Colonia. Analíticamente,
tiempo, este estudio en particular fue concebido las categorías de anan y urin siguen teniendo im-
mucho más en términos materiales y estructura- portancia porque en el siglo XVI estas diferencias
les, y aquí me parece que debemos tener cuidado. (entre los pocos y más ricos linajes de la primera
Glave y Remy mostraron brillantemente los pro- y las panacas suburbanas terratenientes de la se-
cesos a través de los cuales los integrantes de la gunda) fueron en gran medida responsables de las
temprana elite colonial incaica -sobre todo los diferencias del siglo XVIII. Pero no está claro si
descendientes de Paullu y la nobleza inca basada estas divisiones fueron algo central para la
en San Cristóbal- perdieron, a comienzos del si- autodefinición de la nobleza incaica en este últi-
glo XVII, gran parte de sus riquezas. 10 En ausen- mo siglo, y ello nos devuelve a la pregunta central
cia de mayorazgos y ante la pérdida de familias de en qué medida la nobleza incaica borbona era
completas con las epidemias, las herencias una "supervivencia" de la elite prehispánica, y
partibles y el de¡,poseimiento general de propie- cuánto tenía de creación colonial. Y por supuesto
que podemos decir lo mismo de los incas de privi-
legio. Mateo Pumaccahua frecuentemente añadía
9 O'Phelan Godoy 1995, 1997; Sala i Vila 1996; "Ynga" a su apellido y por lo menos una vez
Choque Canqui 1993; Thomson 2002. sostuvo descender de Huayna Capac, aunque hasta
1O Glave y Remy 1983:44-58. antes de su meteórico ascenso luego de la rebelión

Nº 36, primer semestre del 2003 61


Estudios y debates

sostenía descender de Toca y Capac Inca, lo que le en el contexto de la sociedad colonial más ampli a
situaba entre la nobleza Ayarmaca. 11 Tanto Ama- de la cual formaban parte. Y como ella señala, al
do como Cahill han mostrado la fluidez en las cate- igual que el quechua -la "lengua índica" , la cual
gorías de Ayarmaca e inca noble. El uso de las virtualmente todos en el Cuzco hablaban de un a
categorías analíticas resulta nuevamente válido: en forma u otra-, la nobleza india era omnipresente
el siglo XVlll podemos ver sobre el terreno los pero extrañamente invisible en el registro colo-
restos tanto de los incas de sangre como de los nial. La aristocracia inca no fue negada activamen-
incas de privilegio, lo que a su vez nos permite te sino hasta el final de la era colonial (e irónica-
extraer conclusiones sobre la evolución estructural mente igual cosa sucedió con el quechua, aunque
de la sociedad colonial . La pregunta es si estas ca- semejante asalto frontal lingüístico resultó invia-
tegorías tenían un significado en el siglo XVIII. ble). Más bien la nobleza incaica era ignorada en
Una vez más nos topamos con el desafío de inten- general, al igual que buena parte de la sociedad
tar fijar, en un momento específico, a un grupo que indígena, con lo cual los raros momentos de reco-
se definía a sí mismo precisamente remontándose a nocimiento sugieren un mundo que una sociedad
través de los siglos para reclamar una identidad colonial adicta a la conservación de registros no
atemporal, que era ella misma redefinida continua creía fuese necesario registrar. También coincido
y radicalmente a lo largo de las generaciones. con MacCormack en que los incas, al igual que el
Glave describe el argumento central del ensa- quechua, estaban oprimidos, pero también tenían
yo como uno que sostiene que "al final no queda privilegios. Estas contradicciones -privilegiados
en pie nada que sea una continuidad ' inca' y sólo pero oprimidos, omnipresentes pero invisibles,
se vislumbran formas diversas de una creación incas pero coloniales- produjeron la ambigüedad
colonial, si bien marcada por claras tácticas de que los incas del Cuzco eran en el siglo XVlll , y
resistencia nativa a la estrategia de dominación" . no necesariamente tenían un único significado fijo .
Aunque me parece que "nada" es demasiado en-
fático, sí es una sinopsis sumamente adecuada. El Bibliografía
énfasis del artículo gira en torno a la estructura
sumamente virreinal de la nobleza incaica tardo- Fuentes manuscritas
colonial del Cuzco: las repetidas redefiniciones y Archivo Regional del Cuzco (ARC)
adaptaciones de sí misma a las realidades materia- Notarios,
les y políticas del dominio hispano permitieron a Gamarra, Joseph Bernardo Leg. 121 , 662ff,
los incas conservar sus privilegios locales pero Testamento de María Ramos Tito Atauchi, 11
les distanció de los "incas" que Pizarro encontró. de noviembre de 1796
Pero, sí, quedaban como "incas". Y es en torno a Gamarra, Juan Bautista, Leg. 133, Testamen-
esto que MacCormack introduce una crítica im- to de Asencio Ramos Tito Atauchi, 9 de enero
portante sobre los límites de la historia estructu- de 1749, Testamento de Maria Va zquez y
ral. Por mucho que los incas coloniales debieran Ovando, 26 de agosto de 1755
sus privilegios al ordenamiento colonial, y por
mucho que su estructura y organización difirie- Fuentes publicadas
sen de sus antepasados imperiales, su identidad
dependía de la conciencia dual de haber goberna- ANDERSON, Benedict
do los Andes y de haber sido vencidos por la 1991 lmagined Communities: Reflections on
nueva elite étnica. No puedo formular un método the Origin and Spread of Nationalism.
con el cual examinar las diferencias entre el quechua Londres: Verso.
de los criollos del Cuzco en el siglo XVlll y sus
incas y otros habitantes indígenas, pero la "doble BALLESTEROS GAIBROIS, Manuel
codificación" de la poética quechua sirve como 1972 "Papeles del Brigadier Mateo Puma-
una maravillosa metáfora de los múltiples signifi- ccahua" en Quinto Congreso Interna-
cados de la nobleza incaica del Cuzco, tanto cional de Historia de América . Lima:
autorreferencialmente entre ellos mismos como Publicaciones de la Comisión Nacional
del Sesquicentenario de la Independen-
cia del Perú.
1 1 Ballesteros Gaibrois 1972, 11 :222 n 13 ; Cahill
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