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ASESINOS INFANTILES
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ASESINATO EN LIVERPOOL
El asesinato de James Bulger es, sin duda alguna, uno de los episodios más espantosos de la
criminología moderna. La pesadilla de toda madre se convertía en realidad. El secuestro de un
niño de dos años tenía conmovida a toda Inglaterra, y movilizó a la policía y a la ciudadanía, para
dar con el paradero del chico. Cuando se encontró el maltrecho cadáver y se descubrió a los
asesinos, la opinión pública quedó perpleja ante un caso que dio la vuelta al mundo y que fue
portada de muchos diarios a principios de los noventa.
Denise Bulger, la madre del pequeño James Bulger, estaba desconsolada. Se encontraba
comprando carne en un conocido centro comercial de New Strand, en Liverpool, Inglaterra, el 12
de Febrero de 1993, cuando en un leve descuido perdió de vista a su pequeño hijo. Sólo pasaron
dos o tres minutos; pero fueron suficientes para que el niño, de sólo dos años, desapareciera del
lugar sin dejar rastros.
La policía comenzó una búsqueda exhaustiva, y amigos y familiares de los Bulger también
recorrieron las calles. La última vez que Denise vio a su hijo, fue justo frente al escaparte de una
tienda donde ella entró para realizar unas compras. Al voltearse, el chico ya no estaba. El miedo de
que James hubiese sido secuestrado por un abusador de menores, representaba el mayor temor
de los padres. Los investigadores le pidieron a los Bulger estar atentos a un posible llamado
telefónico, ya que en caso de que se tratara de un secuestro, el o los secuestradores deberían
tratar de mantener contacto con la familia; pero nada ocurrió durante ese primer día. La única
pista con la que contaba la policía, era la versión de varios testigos que aseguraban haber visto a
tres niños de la mano, uno pequeño y otros dos de unos 10 años de edad, caminando por la calle.
El menor lloraba, y alguien se les acercó para preguntar si todo estaba bien. Los
chicos respondieron que sí, que su hermano pequeño se había caído en los juegos del parque y
que ya lo llevaban a casa. El niño mostraba un chichón en la cabeza y no había, en realidad, nada
sospechoso en ello.
Dos angustiosos días pasaron, hasta que el hallazgo de un pequeño cuerpo, cerca de una solitaria
estación ferroviaria de Walton & Anfield, dio la alarma a la policía. El cadáver era el de James
Bulger. Había sido partido en dos por el tren; sin embargo, se descubrió que había muerto a
merced de una brutal golpiza y que había sido puesto sobre las vías a propósito. Dentro de las
múltiples contusiones que mostraba el cadáver, se podían ver marcas de botas o zapatos, además
de quemaduras eléctricas. Las lesiones más graves correspondían al cráneo, el cual estaba
fragmentado en diez partes. Sin lugar a dudas, el chico había sido torturado y, a primera vista,
también parecía haber sido violado, debido a que se encontró el cuerpo sin pantalones ni ropa
interior.
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La noticia produjo una enorme tristeza en la opinión pública, y los detalles de la muerte del niño
causaron una particular sensación de horror en todas las familias británicas. Todos querían que se
atrapara al sádico asesino de James Bulger. Los investigadores comenzaron a notar algunas
irregularidades en el crimen; pero decidieron no aventurarse a nada y esperaron el análisis
completo de la cinta de video del centro comercial donde desapareció el pequeño Bulger. Cuando
se recuperaron las imágenes, tras largas horas de acucioso trabajo, se pudo observar a quienes se
había llevado a James Bulger, segundos después de que su madre se volteara para comprar en una
tienda. Por lo que se lograba ver en la borrosa cinta, se trataba de dos adolescentes de baja
estatura, los cuales tomaron al niño de la mano y salieron tranquilamente del centro comercial. La
imagen que dio la vuelta al mundo mostraba exactamente las 15:42 horas.
Algunos comenzaron a suponer que estos chicos podrían haber sido engañados y enviados por
algún adulto, a cambio de golosinas y dinero, para que le trajeran al menor y luego huir con él.
Una revisión completa de las cintas de seguridad del centro comercial, mostró a los dos chicos que
habían raptado a James Bulger, observando a otros niños de menor edad en varias ocasiones
antes de actuar. Ambos parecían estar decididos a salir de allí con un niño pequeño, hasta que lo
lograron. Las controversiales imágenes se difundieron por televisión, con la esperanza de que
alguien reconociera a los dos chicos que huyeron con Bulger y aclarar qué había ocurrido en
realidad.
Liverpool se encontraba de luto por el cruel asesinato de Bulger, y la vía férrea (en donde se
encontró el cuerpo) se convirtió en un improvisado jardín de flores, las que fueron depositadas
por los ciudadanos, días después del crimen. Una mujer, al ver nuevamente la cinta por televisión
con los dos niños llevándose al pequeño James Bulger de la mano, creyó reconocer a uno de ellos.
No estaba muy segura. La cinta de video era bastante difusa; pero llamó a la policía sin dudarlo.
Dijo que uno de los niños que acompañaba a Bulger, parecía ser Jon Venables, un niño de 10 años
a quien ella conocía. El niño había faltado al colegio el día de la desaparición de James Bulger,
aunque ya varias veces lo había hecho, siempre en compañía de su amigo Robert Thompson. La
policía reconoció que el hecho resultaba sospechoso y se acercó a la familia Venables, para
interrogarlos. Finalmente descubrieron que el niño Venables estaba involucrado en el asesinato de
Bulger, al igual que su amigo Robert Thompson. Se descubrieron manchas de sangre en los
zapatos de Thompson y el análisis comparativo con el grupo sanguíneo de Bulguer, dio positivo. La
terrible historia comenzaba a tomar ribetes insospechados.
Jon Venables era un chico problemático. Venía de una familia disfuncional con problemas de
alcoholismo y malos tratos. En el colegio, era distraído y no prestaba atención a sus maestros,
además de mostrarse muy antisocial. También se le calificó como un niño demasiado
influenciable, sobre todo por su amigo, Robert Thompson. A pesar de que este último tenía
antecedentes familiares similares, se le describió como un muchacho con actitudes
sospechosamente maduras, serio e introvertido; pero que en la compañía de Venables, se relajaba
y daba rienda suelta a un comportamiento más delictivo. No era extraño que faltaran al colegio y
se dedicaran a realizar pequeños robos en tiendas cercanas. Ciertamente iban por mal camino,
pero ¿qué motivo los llevó a cometer tan terrible asesinato?
Una vez detenidos, los chicos comenzaron a contar lo que había ocurrido. Ambos habían visto, días
antes, la tercera entrega de la película "Chucky, el muñeco diabólico". Según ellos, ésta les habría
dado la idea de raptar y asesinar a un niño menor. Antes de secuestrar a James Bulger, Jon y
Robert realizaron un par de hurtos en distintas tiendas, entre lo que se encontraba un tarro de
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pintura azul para maquetas y unas baterías eléctricas. Entraron al centro comercial de New Strand,
y aprovechando la distracción de la madre, tomaron la mano del pequeño James Bulger, quien los
acompañó inocentemente, y salieron de allí sin llamar la atención. Unos minutos después, la
madre de James recorría desesperada el centro comercial buscando a su hijo.
Un total de treinta y ocho testigos vieron a James, Robert y Jon, caminando por la calle, y a pesar
de que el pequeño ya estaba asustado y lloraba, nadie los detuvo. Nadie podía imaginar que dos
niños de 10 años tramaban uno de los crímenes más monstruosos cometidos en Gran Bretaña.
Luego de caminar por unos minutos y maltratar a James por el camino, se dirigieron a un lugar
baldío, cerca de las vías del tren. Allí, torturaron salvajemente al niño, pisoteándole los dedos
hasta quebrárselos. También le lanzaron ladrillos y piedras, además de producirle quemaduras con
la batería eléctrica que habían robado. Pintaron su cara de azul con la pintura que habían hurtado
y le introdujeron las baterías eléctricas por la boca y el ano, además de saltar repetidas veces
encima de su cuerpo, quebrando huesos y reventando varios órganos. Finalmente, dejaron caer
sobre la cabeza del pequeño James, una barra metálica de diez kilogramos que le rompió el
cráneo. Cuando se aseguraron de que el niño estaba muerto, lo colocaron en las vías del tren con
el fin de que todo aquello pareciera un accidente. Luego, se marcharon comentando lo que habían
hecho, entre risotadas.
La noticia dio vuelta al mundo. La fotografía de los jóvenes asesinos, Jon Venables y Robert
Thompson saliendo del centro comercial de la mano del pequeño James, resultaba tan
incomprensible como espantosa. El crimen que habían cometido había acaparado todos los
medios de comunicación, y a pesar de que los motivos que explicaban los menores ya se habían
filtrado a la prensa, la opinión pública seguía preguntándose por qué lo habían hecho. La prensa
británica, y el resto de Inglaterra, especulaban con respecto a las medidas que se tomarían
con Venables y Thompson, pues a pesar del terrible asesinato, seguían siendo unos niños.
El juicio se llevó a cabo bajo ciertos parámetros. Quedaba en evidencia que los menores habían
actuado con premeditación e inusual crueldad; pero, ciertamente, eran muy pequeños y quizá no
estaban conscientes de que este delito les arruinaría la vida para siempre. Mientras tanto, la
histeria colectiva se apoderó de Gran Bretaña y miles de mujeres dejaban sus empleos para
dedicarse al cuidado de sus hijos. Nadie quería que sus hijos fuesen víctima de un caso similar, ni
tampoco los padres de un potencial asesino. La sociedad británica se vio profundamente afectada.
Finalmente, Jon Venables y Robert Thompson fueron condenados a permanecer bajo estricta
vigilancia en prisión, con todas las medidas de seguridad posibles. Había mucho temor de que
alguien tratara de asesinarlos. La sociedad exigía la cadena perpetua para los asesinos; sin
embargo la decisión fue la de rehabilitarlos y liberarlos cuando fueran mayores de edad. Cientos
de manifestaciones en contra de esta medida se realizaron en Inglaterra, muchas de ellas
encabezadas por los padres de James Bulger, quienes terminaron separándose durante el
proceso. (GONZÁLEZ, 1993)
En el año 2001, y ante la furia de miles de manifestantes, se dio a conocer que Venables y
Thompson habían sido liberados, y que sus identidades habían sido cambiadas, con el fin de
protegerlos. Los especialistas aseguraban que ya se habían rehabilitado, y la actitud pasiva e
indiferente que habían demostrado durante todo el juicio, había cambiado a un arrepentimiento
verdadero y honesto. Lo cierto es que nadie creyó esa historia y se ejerció gran presión para que
se diera a conocer su paradero. No existían fotografías de cómo lucían los asesinos, años después
de haber sido encarcelados, y nadie se sentía seguro. La pesadilla había vuelto a emerger en las
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familias británicas. Varios retratos computarizados trataron de simular la apariencia actual de
los asesinos de James Bulger, con el fin de dar la alarma si eran vistos en el país. Se intentó, en un
momento, enviarlos a Nueva Zelanda; sin embargo el país se negó a albergar a Venables y
Thompson. Por su parte, la madre de James, realizó una verdadera cruzada en contra de los
asesinos de su hijo, jurando que los encontraría. Criticó duramente a la justicia británica, los cuales
habían dejado en libertad a "dos monstruos", y que si ella no acababa con ellos, alguien más lo
haría.
En el año 2010, los noticieros volvieron a tener noticias sobre Jon Venables, quien ya tenía 27
años, el cual había sido arrestado por nuevos cargos. La insistencia de los medios para conocer los
motivos de su nuevo encarcelamiento, a pesar de la inicial negativa de las autoridades, finalmente
dio frutos. Jon estuvo consumiendo alcohol y drogas, poniendo en peligro su integridad. Sin
embargo, lo más grave fue que se encontró gran cantidad de pornografía infantil en su
computadora. Debido a este delito, Venables fue condenado a dos años de prisión. Como era de
esperar, la opinión pública volvió a ejercer presión con respecto a las decisiones judiciales con
respecto a Venables, las cuales parecían demasiado benévolas. La única respuesta que se obtuvo,
fue que el proceso de adaptación de Jon, tras ser liberado, había sido bastante duro. Siempre
mostró problemas de adaptación y durante su estancia en la cárcel, cuando aún era un
adolescente, solía abstraerse de la realidad constantemente. Posteriormente, Venables habría
dicho a su abogado que, en el fondo, se sentía aliviado de volver a prisión. Thompson, por su
parte, había mostrado grandes habilidades artísticas durante su encierro, pero se desconoce su
actual paradero.
Jon venables
Clasificación: Homicida
Características: Menor de edad - Secuestro - Tortura
Número de víctimas: 1
Fecha del crimen: 12 de febrero de 1993
Fecha de la detención: 18 de febrero de 1993
Fecha de nacimiento: 13 de agosto de 1982
Perfil de las víctimas: James Patrick Bulger, de 2 años
Método: Golpes con ladrillos, piedras y una barra de metal
Localidad: Liverpool, Inglaterra, Gran Bretaña
Estado: Condenado a una pena de reclusión por tiempo indefinido el 25 de noviembre de
1993. Fue puesto en libertad en junio de 2001
Robert Thompson
Clasificación: Homicida
Características: Menor de edad - Secuestro - Tortura
Número de víctimas: 1
Fecha del crimen: 12 de febrero de 1993
Fecha de la detención: 18 de febrero de 1993
Fecha de nacimiento: 23 de agosto de 1982
Perfil de las víctimas: James Patrick Bulger, de 2 años
Método: Golpes con ladrillos, piedras y una barra de metal
Localidad: Liverpool, Inglaterra, Gran Bretaña
Estado: Condenado a una pena de reclusión por tiempo indefinido el 25 de noviembre de
1993. Fue puesto en libertad en junio de 2001
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ROBERT THOMPSON Y JON VENABLES
Robert Thompson y Jon Venables, tenían un historial problemático en la escuela. Ambos provenían
de familias disfuncionales. Eran chicos que siempre reprobaban en el colegio, con dramas de
alcoholismo, violencia familiar y divorcios en sus casas. Ambos tenían problemas en su casa, en un
entorno violento donde se abusaba del alcohol, graves conflictos entre sus padres, hermanos con
dificultades de aprendizaje y, además sufrían el acoso de sus compañeros. Por eso se hicieron
amigos. Unos días antes habían visto juntos la tercera película de Chucky, el muñeco diabólico. Esa
cinta, según declararían meses después, los inspiro a cometer la acción que emprenderían poco
después. JON VENABLES: Días antes de matar al pequeño James, dibujó a un hombre con unos
cuchillos agrediendo a dos personas cubiertas de sangre. Lo tituló “La casa de mis padres”.
DIAGNOSTICO: Tras haber valorado las características del contexto familiar, escolar y de la forma
en que sea desarrollado en crimen, mediante las cuales puede distinguir, de entre otros posibles
diagnósticos, el que corresponde al caso es trastorno de conducta; que está asociado con el
trastorno de déficit de atención y el signo inicial de la depresión. Se identifican por tener poca o
ninguna consideración por otras personas o por las normas sociales. Los signos más característicos
incluyen la agresión, la mentira, el robo, la conducta destructiva, el absentismo escolar, la
actividad sexual precoz y el abuso de sustancias, entre otros.
PRONOSTICO: Los niños recibieron diagnóstico y tratamiento de manera temprana por lo general
superan los problemas de comportamiento con el tiempo y logran readaptarse a la sociedad en
este caso Robert Thomson. Los niños que presentan síntomas graves o frecuentes y que no son
capaces de completar el tratamiento tienden a tener el pronóstico menos alentador. Los niños con
trastorno de conducta pueden llegar a desarrollar trastornos de personalidad como adultos, en
particular el trastorno de personalidad antisocial. A medida que sus comportamientos empeoran,
estos individuos también pueden desarrollar problemas a nivel legal o de drogas lo que ocurrió lo
que paso con Jon Venables.
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PERFIL DEL MENOR DELINCUENTE
I. Edad: Entre los 14 y los 15 años, es una edad crítica ya el 50% de los homicidios realizados
por menores se da en esta franja de edad.
II. Impulsividad: Es un menor de carácter inquieto y poco reflexivo, que no planea sus actos
antes de llevaros a cabo. Por tanto, es capaz de causar daños que no ha previsto, aumento
la peligrosidad debido a su impredictibilidad.
III. Afán de protagonismo: El menor delincuente presenta un espíritu de liderazgo que desea
sobreponer al del resto de iguales, lo cual va ligado a una búsqueda de sensaciones que
genera que el menor se involucre en situaciones, cada vez, más problemáticas
IV. Fracaso escolar: Esté puede deberse a diferentes causas siendo el primero de ellos, el
feedback que se produce entre fracaso escolar y baja autoestima, circulo que se
retroalimenta de forma constante. Este fracaso escolar va ligado a situaciones conflictivas,
a la rebeldía y a la disnomia o el choque constante contra las normas, especialmente,
escolares.
V. Drogas: La búsqueda de sensaciones, lleva a las drogas. ¿Cuándo se convierte en un
problema de consecuencias difícilmente conmensurables? Al convertirse en una adicción
VI. Baja autoestima: Diferentes factores pueden influir en el estado de ánimo del menor,
pero todo ello repercute en sus acciones. Igual que antes, si hay fracaso escolar, por
ejemplo, la autoestima está muy baja.
VII. Familia desestructurada: Actos negligentes de los padres o una desatención constante,
dan una sensación de “todo vale”. Por otra parte, un delincuente infantil y, por extensión,
un niño homicida “raramente innova o crea, generalmente se limita a realizar conductas
donde imita y repite lo que ve” ( Fornari, 1987).
VIII. Clase socioeconómica baja: En sí misma, no es la clase la que genera niños homicidas sino
las subculturas delincuentes que en ella aparecen debido a la falta de control parental.
IX. Falta de afectividad: no sólo están faltos de afectividad sino que están faltos de
conceptos como el remordimiento y la culpa, porque no los han aprendido.
X. Agresividad: Los menores agresivos – como ya hemos dicho en otros post – son aquellos
que ejercen violencia sobre otra persona y su voluntad, mediante la fuerza física o
amenazas para obligarle a realizar alguna cosa que no desea.
XI. Falta de habilidades sociales: Cómo hemos repetido diversas veces, existe una búsqueda
de sensaciones, cosa que podríamos considerar normal, siempre y cuando se mantuviera
bajo control. Además, sus razonamientos son poco elaborados a nivel cognitivo.
XII. Escaso equilibrio emocional: Suelen presentar un trastorno de personalidad antisocial,
acompañada de un bajo apoyo afectivo familiar y una baja autoestima ligada a esto
mismo, entre otros factores.
XIII. Inadaptación: Estos menores tienen una pobre socialización, basada en la baja capacidad
de crear y mantener amistades lo cual les produce frustración.
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¿EXISTEN DIVERSOS ESTILOS DELICTIVOS?
1.- Reacción social agresiva: Son aquellos menores que han sufrido un fuerte rechazo por parte de
sus padres – generalmente, como consecuencia de conflictos conyugales – y, por tanto, no han
vivido un modelo uniforme ni de disciplina ni de afecto, lo cual debemos recordar que es
necesario para el desarrollo normal de los niños. A partir de aquí, es habitual que se produzca un
trastorno negativista desafiante, es decir, un trastorno de la conducta que se mantiene más de
seis meses; desafío y discusión con adultos, encolerizarse, molestar deliberadamente a otros,
rencoroso y susceptible, todo ello acompañado de una baja tolerancia a la frustración.
2.- Reacción de huida: Igual que en el caso anterior, la causa es un rechazo paterno pero la
reacción del menor es la evitación o huida. Muestran una personalidad débil, desconfiada, se
sienten maltratados, solos e inútiles y no suelen ser bien aceptados en un grupo.
3.- Reacción de delincuencia en grupo: se toma el grupo como un identificador para desarrollar
una función adaptativa al ambiente. En este grupo, el menor se siente aceptado, cosa que no
ocurre en su familia desestructurada
4.- Psicosis: El menor tiene un trastorno mental de tipo psicótico que puede ser; trastorno
paranoide de la personalidad, esquizotípico, esquizofreniforme, etcétera.
5.- Personalidad antisocial: Menores con problemas de socialización, tendencia a culpabilizar a los
demás de sus problemas y actuaciones y a negar su propia culpa, locuacidad y encanto superficial,
autoestima muy elevada, narcisismo, egocentrismo elevado, falta de empatía, impulsividad,
violencia.
FACTORES DE RIESGO
Si los menores se hallan en un ambiente en el que la violencia es respuesta común, ello les
condiciona; así, hay niños viviendo en un ambiente de violencia en el que, de esta forma, se
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resuelven las discusiones. Es lo que han aprendido desde que son bebés, que es una herramienta
social de uso común. Y, por tanto, lo usan. Es lo que le ocurrió, por ejemplo, con el asesino de
Kayla Rolland, de seis años. Una disputa entre los dos y el niño cogió un arma de su casa, fue al
colegio y la mató.
Sin embargo, más del 90% de los menores condenados por homicidio entre 1994 y 2001
pertenecían a familias normales, que no habían vivido en un entorno violento
Un estudio revela que el 54% de los muchachos tiene una posible patología, que no ha sido
detectada ni por la familia ni por la escuela y que, por tanto, no tiene un tratamiento psicológico
adecuado. El 42% restante es un grupo de niños, aparentemente sanos, que residían con sus
padres y en un ambiente sin particular violencia.
2.- Factores escolares: el colegio es el primer centro de socialización que el menor encuentra fuera
de su hogar. Será allí dónde encuentre su primer grupo de iguales y dónde tenga que enfrentarse a
las primeras situaciones sin su referente familiar. Los factores más influyentes son: Fracaso
escolar, Vandalismo.
Sin embargo, la escuela es el lugar preferido para matar; en ella, se cometen el 36% de los
homicidios, mientras que en el hogar se registran un 5% de muertes violentas.
Allí, compañeros y amigos son el primer objetivo, al menos, según un estudio en el que se pone de
manifiesto que los mismos son el centro de las iras en el 33% de los casos. Los
desconocidos, representan el 28% y los profesores, el 17%. La familia es el resto: la madre, el 11%;
el padre, el 6%, y los hermanos, el 5%.
Asimismo, el estudio desvela que en el 30% de casos, los niños usan un arma de fuego –la
escopeta de caza de algún familiar– y un 26%, una arma blanca: la navaja o el cuchillo de cocina.
Los estrangulamientos con las manos o cuerdas representan el 22% y los golpes, el 18%. En un 4%
de los casos estudiados hay agresión sexual.
3.- Clase social: No por el mero hecho de que un menor sea de clase social baja se verá abocado a
una vida de delincuencia, pero sí de personas con baja formación, con bajo control de las
situaciones de riesgo y con un grupo de iguales que presentarán el mismo patrón familiar que su
entorno
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Dureza emocional: se puede manifestar en indiferencia hacia los demás, insensibilidad o
falta de empatía, frialdad, o crueldad, en casos extremos. “Si no siento, no sufro”, es la
lógica del niño con dureza emocional como respuesta a un entorno que le genera
malestar, siendo que el mismo puede pasar desde manifestarse a nivel familiar en unos
padres que golpean, hasta unos padres que son fríos, distantes e indiferentes Sobre esto,
dice el psicólogo Andrés Pueyo: “En estos niños, el castigo no sirve de nada. Ni el castigo
físico, ni la amenaza, les produce el más mínimo impacto”.
Impulsividad Presentan muchas dificultades de autocontrol.
Ausencia de miedo, con una cierta incapacidad para comprender o visualizar los efectos de
las acciones que emprenden.
5.- Psicopatología:
6.- Neurobiológicos: Estudios clínicos muestran que “niños sometidos a malos tratos sistemáticos
tienen la amígdala hasta un 12% más reducida”, y la amígdala tiene como función principal el
proceso y almacenamiento de reacciones emocionales. Algo parecido sucede cuando el
niño, tortura animales, ya que se ha demostrado que la repetición de actos crueles termina por
disminuir las conexiones y estructuras cerebrales vinculadas a la empatía, lo cual es muy superior
en niños ya que su cerebro es más maleable porque está en fase de maduración.
7.- Videojuegos de violencia: los niños y los adolescentes viven un permanente bombardeo
mediático relacionado con lo que podría ser una visión militarizada, unido a los programas
televisivos y a los videojuegos en los que hay terror y catástrofes.
Son juegos de guerra que van dirigidos a ese sector de la población para su entretenimiento, en los
que se trata de matar a los personajes y que los niños o los jóvenes, encuentran divertido. Sin
embargo, el niño es muy susceptible de copiar las conductas que ve y ante ello, se debe tener un
mayor control en ese tipo de diversiones para que no se conviertan en testigos de violencia.
- Dependiendo de la edad del menor, se seguirán las medidas previstas en la Ley Orgánica
del Menor.
- Nos podemos preguntar; la violencia, ¿se hereda o se aprende? Parte, se hereda pero,
también, se aprende. Lo que no está claro es en qué proporción se combinan ambos
factores en cada caso. Si un niño tiene un temperamento proclive a la violencia y nadie le
pone límites desde muy pequeño, las posibilidades de que la educación pueda llegar a
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modular su comportamiento son cada vez menores. Pequeñas transgresiones que no se
han controlado a los tres años pueden dar lugar a una conducta incorregible a los diez. Por
tanto, es muy importante poner límites y normas.
- Mediante políticas públicas se debe mostrar que la violencia no es un código de relación,
ni de convivencia, esto implica, por supuesto, perseguir y sancionar a los responsables de
ese fenómeno contra niños, luchar contra la impunidad y sancionar a funcionarios
implicados. En esa proporción veremos que irá reduciéndose la violencia.
- Intentar limitar el tiempo de los menores ante cualquier tipo de dispositivo móvil,
controlando el acceso a contenidos violentos mediante control parental.
- Alejar a los menores del progenitor/a maltratador/a en una familia que se hallé en
conflicto conyugal, lo cual implica estar atento ante el tipo de custodia de dicho menor. Un
error puede provocar que la imitación por convivencia con un maltratador/a, conlleve, en
muy poco tiempo, un niño o un adolescente maltratador y, después, homicida.
- Recordar que los niños y los adolescentes también precisan de un psicólogo/a, ante la más
leve sospecha de patología.
Pueden ser los asesinos más sádicos y fríos porque lo han demostrado en más de una ocasión.
Explicar sus crímenes sin ningún tipo de emoción. Son niños, sí, pero pueden convertirse en
demonios. Lo primero que hay que destacar es que estos casos son excepcionales. Son tan raros
como los niños que intentan suicidarse, que aunque no le creamos también existen. Existen,
obviamente, hermanos que han matado a otros más pequeños de forma accidental, o como un
juego que acaba en tragedia. Esos son casos que conmocionan a la sociedad pero que se explican
de una forma racional.
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Abandono, pobreza, carencias emocionales y malos tratos son ingredientes comunes de
muchas de estas tragedias. Los estudios muestran que determinadas condiciones de vida
pueden llegar a alterar las estructuras cerebrales que controlan los impulsos. Lo dicen los
expertos.
Solo en casos aislados proviene de un brote psicótico pero la mitad tenía alguna
patología
De acuerdo a informes sólo un 4% de los asesinatos tienen su origen en un brote
psicótico, el 54% de los tuvieran una probable patología, y que ésta no fuese detectada ni
por la familia ni por la escuela y que, por tanto, no tuviera un tratamiento médico
adecuado. El 42% restante es un grupo aún más asombroso, puesto que eran jóvenes
aparentemente sanos, que residían con sus padres y en un ambiente sin particular
violencia. El estudio revela que los menores mataron por un impulso incontrolado en el
54% de los casos analizados, así como por desprecio y crueldad en otro 12%. Las otras
causas para acabar con la vida de una persona hay que buscarlas, por este orden, en la
notoridad (8%), la inducción (8%), el vandalismo (6%), el brote psicótico (4%), los celos
(4%) y la xenofobia (4%).
¿Tienen los padres y la sociedad alguna responsabilidad en la aparición de los niños asesinos? Sí.
Aunque algunos casos se puedan deber a problemas psicológicos no detectados debido a la
juventud. Estas son algunas de las claves desveladas por expertos en diferentes estudios.
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cariño familiar, por vivir en un ambiente en el que el niño aprenda que lo mejor es esconder las
emociones para no ser vulnerable. Y eso puede llevar a no sentir ni lástima ni compasión por los
demás.
CASO MÉXICO
En México en el año 2015 se dio un caso similar al del asesinato del niño James Patrick Bulger.
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crímenes, como el de Christopher, la víctima presentará lesiones diversas consistentes con la
participación de varios agresores”, agregó.
Refirió que un caso de este tipo tiene antecedentes en Liverpool, Inglaterra, cuando en febrero de
1993, James Patrick Bulger, un niño de sólo dos años fue asesinado en las mismas circunstancias.
El menor inglés perdió la vida a manos de Robert Thompson y Jon Venables, ambos de 10 años de
edad, quienes patearon a James, le “tiraron piedras, fue violentado sexualmente y finalmente le
tiraron una barra de 10 kilogramos en la cabeza, que le partió el cráneo”, comparó. “La diferencia
en el caso de Christopher, es que al menos uno de los agresores sugirió esconder el cadáver de la
víctima, lo cual no sucedió en el caso de James Bulger”. “Esto implica que sí existen rasgos
sicopatológicos entre los miembros del grupo agresor y no nada más rasgos sociopatológicos. Por
ello es muy importante que se tenga cuidado a la hora de evaluar a los agresores”. Lo anterior,
debido a que el grado de responsabilidad y los agravantes criminológicos dependerán de
“distinguir quién tiene rasgos de sicópata y quién de sociópata, independientemente de sus
edades. Los sicópatas son más peligrosos que los sociópatas”, advirtió. Eso, explicó, porque en el
caso de James Bulger, sus dos agresores fueron liberados en el 2001, es decir, por ser niños sólo
les dieron una sentencia de ocho años y sin embargo, al menos Jon Venables, fue arrestado de
nuevo en el 2010, con material pornográfico de niños de dos años violados por adultos. Al
cuestionarlo si el caso de los cinco menores que mataron al pequeño residente de Laderas de San
Guillermo II, era parte del pronóstico que evaluó en entrevista previa, sobre que la ola de violencia
que enfrentó Chihuahua daría origen a una generación completa de adolescentes y menores
sicópatas, como Ana Carolonia y Dayana, respondió que “lamentablemente sí”. “Esto es muestra
de ese trágico pronóstico porque no se trató sólo de ‘un juego que salió mal’ o de que ‘se les pasó
la mano’. Esto fue obra de un grupo de depredadores adolescentes con diversos niveles de
sicopatologías y sociopatologías, quienes asesinaron a una víctima indefensa y vulnerable”, alertó
al sugerir que el concepto de lo que creemos es un niño o adolescente, en ese caso no es válido.
Lo invitaron a simular un secuestro y terminaron matándolo Christopher Raymundo Márquez
Mora, de seis años de edad, desapareció el pasado jueves 14 y fue hallado muerto en el fondo de
un arroyo en la colonia Laderas de San Guillermo II etapa, justo atrás del Cereso de Aquiles Serdán,
en Chihuahua. Tras darse a conocer el hallazgo del cuerpo sin vida del menor el Fiscal de la zona
centro, a través de una conferencia de prensa, dio a conocer que los responsables del suceso son
otros cinco menores, quienes invitaron a la víctima a un arroyo para jugar y simular un secuestro.
Los menores, 2 de 15 años, 1 de 12 y 2 niñas de 13, lo golpearon con palos y piedras, lo sofocaron
con un palo en el cuello y posteriormente cavaron un hoyo hasta donde lo arrastraron y lo
enterraron boca abajo. Después, una de las niñas lo apuñaló con una navaja en espalda y cara para
luego colocar maleza y un animal muerto sobre el lugar donde dejaron el cuerpo de Cristopher.
Los 5 adolescentes se encuentran bajo la calidad de presentados ante la Fiscalía Zona Centro,
también bajo estudios psicológicos y económicos. Serán separados de sus padres y puestos a
disposición de las autoridades de menores.
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BIBLIOGRAFÍA
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