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Felicidad Loscertales y Trinidad Núñez
OCTAEDRO
Biblioteca Latinoamericana, núm. 5
Este libro no podría haber sido escrito sin la eficaz colaboración que prestaron Patri
cia Crucera y Javier de la Cuadra, siendo alumnos de Tercer Ciclo de la Facultad de
Psicología y Mª Dolores Cabral, Cristina Díaz y Alberto Haj Saleh siendo alumnos
de la Facultad de Ciencias de la Información. A todos ellos hay que considerar como
coautores del mismo.
© De esta edición:
Ediciones Octaedro, S.L.
Bailén, 5 - 08010 Barcelona - España
Tel.: 93 246 40 02 - Fax: 93 231 18 68
octaedro@octaedro.com
http://www.octaedro.com
ISBN: 978-84-9921-045-2
Depósito legal: B. 43.989-2009
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A mi nieta Popito que me ha ayudado a terminar
de escribir este libro brindándome, en los últimos
días del verano del 2000, muchos ratitos de
serena reflexión sobre la violencia (amorosa y
deliciosa) que los menores nos hacen a los
mayores.
FELICIDAD LOSCERTALES
I. A MODO DE INTRODUCCIÓN.
TODOS FUIMOS A LA ESCUELA… Y AL CINE................................................ 7
1. La violencia en los ámbitos educativos .................................................. 7
2. Los medios de comunicación. El cine ante el tema de la violencia
académica ............................................................................................ 13
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V. LOS PROFESORES PROTAGONISTAS.
QUIEN BIEN TE QUIERE TE HARA LLORAR .................................................. 87
1. El profesorado ante el problema .......................................................... 87
2. De la posición de «salvador» al pesimismo y el malestar docente .......... 106
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I. A MODO DE INTRODUCCIÓN.
TODOS FUIMOS A LA ESCUELA… Y AL CINE
7
que dura la noticia, es decir, la presencia del hecho en los medios de co-
municación. No obstante, la problemática de la violencia juvenil, dentro y
fuera de las aulas, existe y va calando hondo en registros importantes de la
conciencia social. Es una preocupación que se hace patente ante todo en
los ambientes académicos, los entornos básicos de socialización en los que
se desarrolla buena parte del acontecer vital de la infancia y la juventud. Y,
en consecuencia, no cabe duda de que la profesión docente atraviesa una
dura crisis que se prolonga ya a lo largo de varias décadas. La dimensión so-
cial del sistema educativo ha cambiado y las expectativas que recibe desde
la sociedad son múltiples y contradictorias creando serios conflictos y am-
bigüedades a los docentes. Y es que la educación puede ser entendida
como un amplio conjunto de procesos de influencia social generada a tra-
vés de la estrecha interacción comunicativa que mantienen adultos y jóve-
nes. Porque influencia, y no otra cosa, es lo que ejerce la sociedad sobre los
nuevos individuos durante el proceso de socialización. Y, en el mundo de
hoy, este proceso se realiza de forma privilegiada en el circuito académico,
responsable en nuestra cultura de los ritos de iniciación. Sus agentes, los
profesores, preparados casi en exclusiva para transmitir saberes, se ven
necesitados de otro tipo de formación para poder, no sólo instruir a su
alumnado sobre los planes de estudios, sino socializarlo para nuevas for-
mas de ciudadanía. Hay que tener en cuenta también que el cambio social
que tan drásticamente ha afectado al sistema educativo, no ha hecho me-
nos trastorno en las estructuras de la familia tradicional invalidando la fór-
mula familiar que se había consolidado a lo largo del proceso histórico
desarrollado desde el Renacimiento hasta la Revolución Industrial. Actual-
mente, los veloces cambios de carácter tecnológico y postmoderno han al-
terado presupuestos que parecían inamovibles, y han dejado a un lado,
como inútiles, muchos valores que no han sido sustituidos por ningún otro.
De una forma parecida a lo que pasa con el sistema educativo, tampoco en
el que se podría llamar sistema familiar se ha encontrado una nueva es-
tructura válida y plenamente satisfactoria. Ése es un motivo más por el que
la sociedad exige al profesorado responsabilidades que la familia (es decir
una parte de esa misma sociedad) no se siente capaz de asumir porque se
encuentra desbordada.
Un dato básico para entender el incremento de la violencia en las au-
las es la democratización de la educación. En el avance de los derechos hu-
manos uno de los más importantes y hermosos es el del acceso a la educa-
I. A MODO DE INTRODUCCIÓN 9
De forma que, según las actitudes de los usuarios y sus expectativas
de presente y de futuro, puede decirse que se está produciendo una ense-
ñanza de masas (generalizada) frente a la que fue enseñanza de minorías
(selectiva). Minorías que consideraban un privilegio y un honor poder ac-
ceder a la educación y sabían que el ascenso dentro de sus niveles (un duro
y esforzado ascenso, por cierto) les garantizaba, para el futuro, un valioso
status social. Por eso, tanto los alumnos como sus familias estaban motiva-
dos positivamente hacia el sistema y se relacionaban de la misma forma po-
sitiva con sus profesionales porque allí podrían conseguir los saberes y des-
trezas que les garantizaba su posición laboral y social. Las nuevas mayorías,
o mejor, la totalidad de la población escolar que ahora accede a las aulas
no tiene, salvo excepciones, esos sentimientos. Ni ellos ni sus familias, así
que su forma de comportarse y sus relaciones con los profesionales de la
enseñanza también son muy diferentes. Se pueden señalar tres importan-
tes características que identifican estas nuevas actitudes frente a la educa-
ción y sus profesionales. En primer lugar la enseñanza ya no es un bien es-
caso por lo cual acceder a ella no es aquel privilegio del que los usuarios
estaban orgullosos mientras que sentían un profundo respeto hacia el pro-
fesorado que lo dispensaba. Ahora es algo tan generalizado que no se va-
lora sino que se exige como un derecho (que lo es, y de ahí la gratuidad)
cuyos servidores son los profesionales. A mayor abundamiento, la mayoría
de estos profesionales son mujeres… no hay que respetarlos tanto. Y con-
secuentemente, los profesores se sienten muy mal. Como ejemplo, trans-
cribimos lo que manifiesta un director de un centro en una investigación
que hemos realizado con el objeto de conocer qué piensan y qué sienten
diversos representantes del profesorado sobre la imagen pública de su rol
profesional:
–No me pienso gastar el dineral que valen los libros. ¡Total, todo esto no le va
a servir para nada! (Del archivo de nuestra investigación.)
I. A MODO DE INTRODUCCIÓN 11
cia cree estar de cara a la enseñanza selectiva para la que fueron prepara-
dos. No han aprendido que a quien deben realmente atender es a todos los
ciudadanos en edades infantiles y juveniles que, sin excepción, tienen de-
recho a ser educados (lo cual, indudablemente es un avance social que no
debería retroceder de ninguna manera). Ahora bien, si las características de
esta situación no son claramente conocidas, aceptadas y manejadas por los
profesores, pueden llevarlos a un serio e importante problema que ya está
siendo conocido entre los investigadores del tema con el nombre genérico
de malestar docente. El problema de los docentes se puede situar como un
espejo frente al problema del alumnado: el fracaso escolar y la inadap-
tación. El mal del profesorado se corresponde con el mal del alumnado
como dos partes simétricas, los dos salen perdiendo. Uno de los mejores re-
ferentes sobre las actitudes y sentimientos de los profesores en estas situa-
ciones de malestar es la línea de investigación desarrollada a partir de 1984
por el Prof. Esteve Zarazaga, Catedrático de la Universidad de Málaga y
plasmada en El malestar docente (1994) y Los profesores ante el cambio
social (1995). Para él y su equipo entre las causas del malestar del profeso-
rado hay numerosas variables psicosociales:
Pero lo que ahora nos interesa resaltar es que toda esta problemática de la
violencia académica es un tema vivo y con tal intensidad presente en la re-
alidad cotidiana que aparece recogido y amplificado en muy diversos me-
dios de comunicación. Lo cual significa que ha anclado con fuerza en la
mente social. Unos sencillos ejemplos lo pueden ilustrar:
VIOLENCIA Y COLEGIOS
Me indignan y me apenan noticias como la que acabo de escuchar, que un
alumno de tan sólo doce años del colegio Pérez de Ayala de Ronda le ha pegado a
su profesora. Yo soy maestra desde hace veinticinco años y nunca he visto a un
compañero maltratar a ningún niño, nadie reprime a un alumno porque ese día se
le apetezca sino por «intentar» porque hay veces que es imposible hacer nuestro
trabajo, inculcarle buenos valores y para que sea responsable de sus actos. ¿Qué
harían ustedes si, después de pedirle su trabajo a un alumno, como respuesta le
saca una navaja y se la planta encima del pupitre? Nosotros lo único que podemos
hacer es llamar a sus padres, pero si lo anterior era malo esto es aún peor… (ABC
de Sevilla, 29-III-2000.)
Yo he sido profesor y creo que no hay ninguna diferencia entre dar clases y
estar encima de un escenario. En ambos casos, se trata de entretener a delincuen-
tes en potencia. (2-XI-1986, Dominical de El País.)
I. A MODO DE INTRODUCCIÓN 13
una injusticia, exponiéndoles posteriormente su decisión de no acudir más a las cla-
ses y rompiendo las calificaciones delante de ellos. Una vez almorzó, se dirigió a la
azotea del domicilio, donde ató su cinto a un tabique de la misma y, posteriormen-
te, se ahorcó. (Diario de Cádiz, 23-III-1986.)
Era una mañana como otra cualquiera cuando el padrastro de una niña de 10
años se presentó en el centro exigiendo ver al director. Alejandro Arceo no las tenía
todas consigo y le pidió a Raquel, la secretaria del colegio, que se quedara con él.
«No hubo la menor discusión entre ese hombre y yo, como se ha dicho» recuerda
Arceo. «Me limité a darle la razón a la profesora que le había exigido a la niña más
puntualidad. Entonces se puso fuera de sí y me amenazó con rajarme: “yo iré a la
cárcel, pero a ti te mando con los pies por delante”, me dijo. (…) S. A. (siglas tras
las que se esconde una profesora de 30 años) se ha pasado el curso perseguida por
la madre de uno de los alumnos que la acusa de no tratar bien a su hijo: «Ha veni-
do a llamarme hija de puta varias veces. Pero además me ha amenazado de muer-
te y ha llegado a seguirme hasta mi casa».
I. A MODO DE INTRODUCCIÓN 15
desarticulando y desarmando a auténticas bandas que se dedicaban a de-
safiar la autoridad del centro sobre su educación. Ahora presume de haber
logrado trabajar en un centro casi normal. Y es que, como después aposti-
lla otro profesor del mismo centro, trabajar codeándose con la violencia (en
forma de agresión sistemática a ideas, personas o cosas) es complicado: …
es como estar en primera línea del frente, dice este profesor sintiéndose,
efectivamente, soldado en la misma guerra. Lo que nos indica que el con-
cepto de lucha sigue presente. Aunque, siguiendo la misma línea discursi-
va, más adelante añade: tiene un aspecto positivo: cuando se gana la ba-
talla la alegría es grande. Parece querer decir que cuando se consigue
desarmar a un alumno, a veces en sentido figurado y a veces en sentido
literal, la lucha ha merecido la pena. Y aún hay más porque a veces la agre-
sividad desborda la zona de enseñanza no universitaria y los ámbitos socia-
les más deprivados que es dónde habitualmente se produce y entra en la
Universidad donde ya no se puede calificar de juvenil:
I. A MODO DE INTRODUCCIÓN 17
soñar con un profesor terrible que nos persigue con exigencias a las que no
acertamos a responder. O bien que hay un examen al que no podemos fal-
tar y sin embargo (y ésa es la ansiedad larvada en el sueño) no podemos re-
cordar ni una sola palabra de los apuntes, o no somos capaces de abrir la
puerta del aula, o la calle se alarga interminablemente y no podemos com-
parecer a tiempo en la prueba. Y siempre con angustia: no recordar nada,
el tiempo se acaba, la puerta no se abre… El cine, con su recreación de la
realidad, viene a ser casi tan conocido como las aulas y garantiza a sus es-
pectadores una realidad que ya conocen pero con una notable distancia
emocional de seguridad. No hay que volver a pasar por lo mismo; se pue-
de analizar, compartir, comprender, discrepar, proyectar, liberarse,… siem-
pre desde la segura oscuridad placentaria de la sala. Y así se cierra el círculo:
las películas dan a la gente lo que quiere recibir (en caso contrario no serían
rentables), que es lo que en el fondo ya sabe y puede reconocer porque lo
tiene integrado. Cada película es una parte de la vida real pero con el ade-
cuado «maquillaje». Y cuando el protagonista es el mundo académico no
pasa de otra forma. Todos hemos ido a la escuela y sabemos leer el len-
guaje cinematográfico lo suficiente como para calibrar el cruce artístico en-
tre el cine y la enseñanza.
El trabajo desarrollado en este libro surge de las inquietudes sobre los
sucesos de violencia que están sufriendo las aulas en la sociedad actual.
Especialmente por la abundancia de estos hechos en los centros docentes
que es donde la infancia, la adolescencia y la juventud pasan la mayor par-
te de su tiempo. Estudiando situaciones y diálogos en las películas selec-
cionadas hemos querido mostrar los aspectos más destacados del amplio
conjunto de actitudes y conductas violentas a las que se enfrenta actual-
mente el mundo académico y muy concretamente los docentes que son los
que «dan la cara» al problema. En efecto, estas películas muestran, de una
u otra forma, una realidad difícil –y creciente– que tiene en jaque a los sis-
temas educativos de muchos países. Por lo tanto, este estudio no es uno
más acerca de cómo aparece la agresión en el cine, sino una reflexión acer-
ca de cómo este medio se interesa por lo que pasa en las aulas en relación
con la violencia, demostrando con sus imágenes y sus palabras que es un
fenómeno social de gran envergadura. En un proyecto de investigación
que llevamos a cabo en el Grupo de Investigación Comunicación y Rol Do-
cente (Departamento de Psicología Social, Universidad de Sevilla) con el tí-
tulo La mirada del cine sobre la enseñanza y sus profesionales hemos revi-
Nos gustaría que el lector de este libro pensara lo mismo que este
profesor, que le guste cómo hemos querido enfocarlo. Es más, nos gusta-
ría que la persona que tiene este libro en la mano juegue, mientras lo lee,
a ser profesor en algún momento, a ser padre o madre en otro, a ser alum-
no en otra ocasión, y… remitiéndonos de nuevo al profesor de la película,
y parafraseándolo, nos vemos en el cine.
El libro se ha estructurado en siete capítulos. Éste, titulado: A modo
de introducción. Todos fuimos a la escuela… y al cine, es el primero y
hace la introducción al tema desde la doble perspectiva de la educación
y los medios de comunicación.
El segundo capítulo, La violencia en las películas sobre enseñan-
za. La fábrica de sueños, se ha dedicado al cine, el Séptimo Arte, la gran
creación artística del siglo XX. Con un matiz que nos interesa sobremanera,
su capacidad de reflejo de la sociedad a través de su lenguaje específico: la
imagen (el tratamiento de los personajes y de sus entornos) y el sonido
(música y diálogo). Y, en consecuencia, en este capítulo, se consideran las
cosas que se dicen a través de las lecturas de lo verbal y de lo no verbal.
El capítulo tercero, La educación como contexto de violencia en
el cine. La letra con sangre entra, se centra en la violencia académica:
los hechos, los actores, los contextos, las consecuencias. Así mismo ofrece
una aproximación al concepto de violencia en la que se incluyen enfoques
I. A MODO DE INTRODUCCIÓN 19
muy variados (científicos, mitológicos, etimológicos, etc.) con un marco in-
tegrador de un color psicosocial. El análisis de la interacción entre la socie-
dad y el Sistema Educativo va a desembocar en un intento de tipología de
la violencia en las aulas. No es ni la mejor, ni la definitiva, sino un paso ade-
lante en la tarea.
El alumnado es el eje de atención en el capítulo cuarto, El alumnado
como víctima y como agresor. Dime con quien andas… Si son víctimas
de la violencia el dolor es grande porque tanto sus padres como la sociedad
en general los consideran como la joya de la corona… y es que a nada ni a
nadie se quiere como a un hijo. Pero si son los agresores el dolor no es me-
nos porque se ve agravado por el sentimiento de culpabilidad: no lo hemos
hecho bien al educarlos. Y además, se genera una enorme incertidumbre
sobre el futuro que pueden construir. Son las manzanas podridas del cesto,
las que pueden estropear a todas las demás. Sin embargo, a estos chicos
no se les puede tirar del cesto como a las manzanas. ¡Sería tan fácil! ¡Pero
es tan imposible!… También en este capítulo cuarto se ha dado una pince-
lada sobre el debate en torno a los medios de comunicación y su posible
culpabilidad en el tema de la mal llamada violencia juvenil.
En el capítulo quinto, Los profesores protagonistas. Quien bien
te quiere te hará llorar, aparecen, por fin, los docentes como centro de
atención. Ser protagonistas es su grandeza y su servidumbre. Están en la
primera línea y han de afrontar todos los problemas. Y cuando se trata de
la agresión violenta, no es sólo su integridad física la que peligra, sino tam-
bién su salud mental. Porque es muy difícil mantener el equilibrio entre el
complejo de omnipotencia y la total desesperanza. Por eso, para abrir una
puerta a la esperanza, hay que buscar una dinámica positiva en las aulas.
No es una empresa sencilla pero debe ser enfocada con optimismo y con
una exigente preparación de los profesionales. Las grandes tareas requie-
ren mucho esfuerzo. El objetivo lo merece y hay que llegar, en la realidad
igual que en el cine, a un final feliz.
El capítulo sexto, Selección de películas sobre violencia académi-
ca. El que da primero, da dos veces, es un anexo que ofrece una selec-
ción de películas, de entre las que figuran en nuestra base de datos, en
cuyo argumento aparece, total o parcialmente, la violencia en las aulas. Se
relacionan por orden alfabético con los siguientes datos de la ficha técnica:
Título, año, Director, Actores protagonistas. Añadiendo a cada uno de los
títulos seleccionados una breve Sinopsis de su contenido y un Comentario,
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