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Unidad 14: Fuentes de la relación jurídica. Hechos jurídicos. Actos voluntarios. Actos ilícitos.

1) Hechos jurídicos. Concepto. Su función en la relación jurídica. Art. 257°. Hecho jurídico. El hecho jurídico es el
acontecimiento que, conforme al ordenamiento jurídico, produce el nacimiento, modificación o extinción de relaciones o situaciones
jurídicas.
El hecho jurídico es un acontecimiento al que el ordenamiento adjudica determinados efectos, abarcando supuestos que no provienen
solamente del hombre sino también de hechos externos o de la naturaleza. Resultan relevantes para el Derecho en la medida que lo son
para establecer una relación de causalidad que liga ese hecho con sus efectos. Un acontecimiento será idóneo para constituir un hecho
jurídico cuando pueda ser subsumido en los hechos de los que trata el ordenamiento positivo.
Los hechos jurídicos pueden provenir de la naturaleza o pueden ser hechos humanos.
La fuente productora de efectos descansa exclusivamente en el ordenamiento jurídico, que abarca no solo a la ley, sino al resto de las
fuentes del derecho objetivo.
Son constitutivos los hechos jurídicos que tiene como consecuencia el nacimiento o adquisición de una situación o relación jurídica.
La adquisición puede ser originaria (la atribución de un derecho no se funda en otro derecho antecedente) o derivada (la adquisición se
relaciona con otra que aparece como antecedente y condiciona sus alcances). Se aplica el principio “nemo plus juris ad allium
transferre potest quam quiod ipse habet”. A su vez, es traslativa cuando el derecho se transfiere integralmente a un nuevo sujeto y
queda excluido del anterior titular, y constitutiva cuando el autor conserva el derecho constituyente (gravamen).
Los hechos extintivos son los que ponen fin a los derechos. Las modificaciones son las vicisitudes que se producen entre el nacimiento
y la extinción de una relación jurídica que no modifican sus elementos.
Toda relación jurídica reconoce su origen en un hecho que le antecede, dependiendo la índole y la calidad de la relación jurídica de la
índole y calidad del hecho que constituye su causa.

2) Clasificación de los hechos jurídicos. Hechos externos y humanos. Actos voluntarios e involuntarios. Actos lícitos (simples
actos y actos jurídicos) e ilícitos (delitos y cuasidelitos). Se denominan hechos humanos los que provienen del hombre, y hechos
externos aquellos cuya causa es extraña al hombre. Los hechos humanos se subdividen en voluntarios e involuntarios. Son voluntarios
los actos realizados con discernimiento, intención y libertad, y si falta alguno de ellos, se trata de un acto involuntario.
A su vez, los hechos humanos pueden ser lícitos o ilícitos. Los primeros son aquellos que la ley no prohíbe, quedando comprendidos
en una zona indefinida y desplegando autonómicamente la libertad humana. Son ilícitos los actos reprobados por la ley, que cuando
causan un daño imputable al agente en razón de su culpa o dolo originan la obligación de resarcir al damnificado.
Los actos lícitos se clasifican según las partes tengan o no la intención de producir un efecto jurídico, en actos jurídicos y simples
actos lícitos. Los actos jurídicos son los actos voluntarios lícitos realizados con el fin inmediato de producir la adquisición,
modificación o extinción de relaciones o situaciones jurídicas. El simple acto lícito es la acción voluntaria no prohibida por la ley, de
la que resulta alguna adquisición, modificación o extinción de relaciones o situaciones jurídicas. Es la ley la que establece cuándo el
acto produce efectos con prescindencia de si las partes quieren o no producirlos. En este supuesto se define una especie de hecho
jurídico, aquellos que se refieren a actos voluntarios no contrarios al ordenamiento jurídico sin en fin inmediato de producir efectos
sobre las situaciones y relaciones jurídicas.
Los actos ilícitos son actos voluntarios, reprobados por las leyes, que causan un daño imputable al agente en razón de su dolo o culpa.
En esta definición concurren cuatro elementos esenciales, que son la voluntariedad del acto, la reprobación de la ley, la existencia de
un daño y la intención dolosa o culposa del agente. Los actos ilícitos se clasifican en delitos y cuasidelitos, según la intención del
agente haya sido dolosa o culposa, respectivamente.

3) Actos voluntarios. Elementos internos: discernimiento, intención y libertad. Concepto y causas obstativas. Art. 260°. Acto
voluntario. El acto voluntario es el ejecutado con discernimiento, intención y libertad, que se manifiesta por un hecho exterior.

Para ser reputado como voluntario, el acto debe ser ejecutado con discernimiento, intención y libertad, y ser exteriorizado. Los tres
primeros elementos constituyen los internos, y el cuarto el elemento externo. Si falta alguno de ellos, el acto será nulo. La
configuración de los elementos internos se presume, y el que alegue lo contrario deberá probar las causas obstativas.

 Discernimiento. Aptitud de la inteligencia que permite distinguir lo verdadero de lo falso, lo justo de lo injusto, lo
conveniente de lo inconveniente de las acciones humanas. Son estados de conciencia que permiten apreciar las consecuencias
de las propias acciones. El discernimiento se presume y quien invoca lo contrario debe acreditarlo.
Causas obstativas. Art. 261°. Acto involuntario. Es involuntario por falta de discernimiento:
a) El acto de quien, al momento de realizarlo, está privado de la razón;
b) El acto ilícito de la persona menor de edad que no ha cumplido diez años;
c) El acto lícito de la persona menor de edad que no ha cumplido trece años, sin perjuicio de lo establecido en disposiciones
especiales.
Los actos que fuesen realizados en privación de la razón al momento de ser celebrados son nulos, en tanto que se consideran
inimputables los hechos ilícitos que pudo haber cometido la persona bajo la influencia de las causales que le produjeron
perturbación mental, siempre que dicha circunstancia se verifique en el momento de llevar a cabo el hecho.
Con respecto a los menores de edad, el discernimiento para los actos lícitos se alcanza a los 13 años, aunque aún antes
puedan realizar los actos que le sean permitidos por el ordenamiento jurídico en función de su edad y grado de madurez.
Se consideran efectuados sin discernimiento los hechos ilícitos cometidos por personas que no han cumplido la edad de 10
años.

 Intención. Propósito de la voluntad en la realización de cada uno de los actos conscientes. La ausencia de intención se
caracteriza por la discordancia entre el fin o propósito del acto y el resultado que este produce. Cuando hay concordancia
entre el fin del acto y el resultado obtenido, entonces el acto es intencionado. Caso contrario, el acto es inintencionado. Es el
discernimiento aplicado al acto. Los actos humanos se presumen efectuados con intención, hasta que se pruebe lo contrario.
Las causas obstativas son:
- Error. Se produce por una contingencia no imputable a persona alguna determinada, que causa un desencuentro entre el
fin del acto y el resultado del mismo.
- Dolo. Se da aquella discordancia entre el propósito y el resultado del acto, que es característico de la inintencionalidad,
pero aparece la voluntad de un tercero induciendo la realización del acto en tales condiciones. Es un error provocado e
instigado por alguien mediante una maniobra engañosa.

 Libertad. Espontaneidad de la determinación del agente, posibilidad de elegir entre diversos motivos. El acto humano será
efectuado con libertad cuando no se ejerza sobre el agente coacción externa que excluya la espontaneidad de su
determinación. Si concurre una causa que elimina la espontaneidad del sujeto, forzándolo a obrar en un cierto sentido,
entonces no hay libertad y se trata de un acto involuntario. En las relaciones entre el autor de la violencia y la víctima de ella
que ha obrado el acto, la ley somete al primero al deber de resarcir todos los daños y perjuicios que el último ha sufrido. Los
actos humanos se reputan libres, salvo que se demuestre la existencia de una causa externa que presiona la voluntad del
sujeto.

4) Elemento externo. La manifestación de la voluntad. Formas. El principio de libertad de forma. El silencio como
manifestación de la voluntad. Manifestación tácita de voluntad.
Elemento externo. La manifestación de la voluntad. Formas. El principio de libertad de forma. Art. 262°. Manifestación de la
voluntad. Los actos pueden exteriorizarse oralmente, por escrito, por signos inequívocos o por la ejecución de un hecho material.

Las condiciones internas de la voluntad son por sí solas insuficientes para conformar el acto voluntario, que requiere la traducción al
mundo exterior del estado de conciencia del sujeto mediante un hecho perceptible: tal es la manifestación de la voluntad. La
declaración de voluntad importa un acto de comunicación de la intención de una persona hacia otras. Hay declaración de voluntad
cuando la manifestación consiste en un hecho del lenguaje mediante el cual la persona que la formula tiende a hacer conocer a otros su
voluntad respecto de cierta cuestión. Puede realizarse en forma oral o escrita, o por signos inequívocos, que pueden surgir de la
práctica, de los usos y costumbres del lugar. No existe equivalencia entre manifestación y declaración de la voluntad, por cuanto hay
manifestaciones que no son declaraciones.
La doctrina distingue entre la voluntad de la manifestación en sí misma y la voluntad del contenido de esa manifestación. La voluntad
de manifestación está enderezada a comunicar a otros algo, en tanto que la voluntad de contenido o de resultado se encamina a la
obtención del fin perseguido. Ambas voluntades pueden ser coincidentes, o pueden suscitar inconvenientes en razón de desajustes
entre el elemento interno y el externo, o cuando alguna de ellas es nula. El primer caso se presenta cuando la persona no ha
exteriorizado lo que quería en su fuero íntimo, deliberadamente o no. El segundo supuesto tiene lugar cuando la voluntad se ha
manifestado porque se ejerció dolo o violencia sobre el sujeto.

Formas.
 Declaración positiva o expresa. Se manifiesta por medio de un signo emitido por el declarante que es perceptible por
terceros, con la finalidad de dar a conocer su voluntad. Puede ser posible de forma:
- Oral. Aunque sea difícil de probar, si el autor la reconoce es plenamente eficaz.
- Escrita. Mediante instrumento público o privado.
- Signos inequívocos o hechos materiales.
- Ejecución de un hecho material. Conducta posterior de las partes como herramienta para la interpretación de la voluntad.

 Tácita. Proporcionar elementos para interpretar de qué forma se entiende la voluntad del emisor, aun cuando el sujeto no
haya actuado con el propósito de manifestarla.

 Presumida por la ley. Es ficticia, en cuanto la ley extrae una consecuencia de determinados presupuestos de hecho, aun
cuando no existan elementos para concluir que esa fue efectivamente la voluntad de la persona.

El silencio como manifestación de la voluntad. Art. 263°. Silencio como manifestación de la voluntad. El silencio opuesto a actos o
a una interrogación no es considerado como una manifestación de voluntad conforme al acto o la interrogación, excepto en los casos
en que haya un deber de expedirse que puede resultar de la ley, de la voluntad de las partes, de los usos y prácticas, o de una relación
entre el silencio actual y las declaraciones precedentes.

Como principio general, del silencio no puede inferirse ninguna manifestación de voluntad, a menos que la ley, la voluntad de las
partes, los usos y prácticas o la relación entre el silencio actual y las declaraciones precedentes autoricen a tenerla por expresada.
Ejemplos de la manifestación de voluntad por ley son la incomparecencia a la audiencia confesional o la negativa injustificada a
responder, o cuando se cita a una persona para que reconozca la firma que se le atribuye en un instrumento privado.
El silencio actual comparado con declaraciones precedentes resulta una inequívoca expresión de voluntad cuando, unido a otras
manifestaciones, puede ser tomado en cuenta de esta manera. Por ejemplo, cuando el empleador guarda silencio frente a la intimación
efectuada por el trabajador para considerarse despedido.

Manifestación tácita de voluntad. Art. 264°. Manifestación tácita de voluntad. La manifestación tácita de la voluntad resulta de los
actos por los cuales se la puede conocer con certidumbre. Carece de eficacia cuando la ley o la convención exigen una manifestación
expresa.

La declaración tácita de voluntad es el resultado de la conexión de distintos actos cumplidos por una persona que ponen de manifiesto
la existencia de una voluntad determinada, con prescindencia de la intención que hubiera tenido el sujeto de exteriorizarla. Debe ser
conocida con certidumbre y la ley no debe exigir una expresión expresa o positiva. Por ejemplo, que el acreedor entregue al deudor el
instrumento en que consta la obligación, infiriéndose la liberación del deudor.

 Requisito positivo. Que la voluntad pueda reconocerse con certidumbre a través de la conducta. Resulta imprescindible que el
hecho sea incompatible con una voluntad contraria a la que se desprende de la manifestación, conforme el principio de buena
fe.
 Requisito negativo. La ley no debe exigir una manifestación expresa o imponer que la voluntad se exteriorice de una
determinada manera. Por ejemplo, cuando se impone la forma ad solemnitatem.
 Las partes no deben haber supeditado la obligatoriedad del acto al cumplimiento de formalidades. Es un supuesto de
aplicación de la autonomía de la voluntad en materia de forma que provoca que el negocio jurídico carezca de validez cuando
las partes, apartándose del principio genérico de libertad, han establecido que sea expresado bajo determinada formalidad.

5) Importancia prevaleciente de unos u otros elementos. Distintas teorías. Consecuencias de los actos voluntarios.
 Teoría de la voluntad. Otorga prioridad a la voluntad interna sobre la manifestada. Cuando existe discordancia entre ambas,
debe darse prioridad al contenido de la voluntad íntima.
 Teoría de la declaración. Considerando que la teoría de la voluntad es peligrosa para la seguridad jurídica, entiende que la
voluntad solo puede ser aprehendida por su manifestación externa, debiendo atenerse a ella a la hora de apreciar la existencia,
significado y alcance del proceso voluntario en el fuero interno de los sujetos.
 Teoría de la responsabilidad y la confianza. La declaración de la voluntad prevalece sobre la efectiva voluntad cuando el
sujeto emisor generó confianza o una expectativa legítima en la otra. En tales condiciones, por aplicación del principio de
buena fe, habrá de prevalecer la voluntad declarada por sobre la interior.

Consecuencias de los actos voluntarios. Dichos actos son imputables al sujeto, que es responsable por ellos. En cambio, por regla
general, el sujeto no es responsable por los actos involuntarios.
6) Actos ilícitos. Concepto. Responsabilidad por daños. Fundamento. Evolución. Funciones. Presupuestos de la
responsabilidad: antijuricidad, daño, relación de causalidad, factores de atribución.
Concepto. Actos voluntarios, reprobados por las leyes, que causan un daño imputable al agente en razón de su dolo o culpa. Sus
elementos son la voluntariedad del acto, la reprobación de la ley, la existencia de un daño y la intención dolosa o culposa del agente.
Los hechos ilícitos son definidos como las conductas antijurídicas dañosas imputables a su autor, que obligan a reparar los daños que
guarden adecuada relación de causalidad con ellas.
Pensar si la función del derecho de daños se agota en indemnizar a la víctima de un menoscabo patrimonial o extrapatrimonial, o bien
si es necesario también idear soluciones que se alojen en un instante o estadio anterior al acaecimiento del perjuicio. La premisa de
indemnizar pecuniariamente las consecuencias inmediatas o mediatas que generare un evento dañoso en un principio tuvo un carácter
netamente sancionatorio para el dañador y luego fue girando hacia la idea de reparación de la víctima de un daño injustamente sufrido.
Ha logrado generalizada acogida la interesante postura en cuanto a que la responsabilidad civil ha evolucionado desde una "deuda de
responsabilidad" hacia un "crédito de indemnización. Aún hoy, cierta doctrina, con argumentos por demás valederos, concibe a esta
función del derecho de la responsabilidad civil como la principal y hasta como la única, alegando básicamente que el resto de las
derivaciones que comentaremos más adelante aparecen como impropias del sistema.
En la actualidad existe un consenso prácticamente generalizado en cuanto a que la responsabilidad civil entendida sólo como un
mecanismo tendiente al resarcimiento de daños ya acaecidos es insuficiente. Por el contrario, se propicia la introducción de
mecanismos y técnicas que, desde el derecho de daños, vayan dirigidas concretamente a la evitación de perjuicios probables o
previsibles y también a la sanción de aquellos agentes que actúen a través de conductas cuya gravedad merezca una reacción
adicional.

Responsabilidad por daños. Presupuestos de la responsabilidad: antijuricidad, daño, relación de causalidad, factores de
atribución.
En nuestro Derecho es común afirmar que los elementos de la responsabilidad civil son:
 La acción humana calificada de autoría;

 Antijuridicidad. La acción, conducta o comportamiento genera responsabilidad civil, sin perjuicio de los restantes elementos
o presupuestos, cuando es antijurídica. La conducta es antijurídica, ilícita o ilegal, en sentido lato, cuando está en
contradicción con el ordenamiento jurídico, tomado éste en su conjunto. Pero a los efectos de la responsabilidad civil, la
conducta antijurídica relevante es la dañosa. De modo que podemos decir que antijurídica es la conducta transgresora de una
norma jurídica que prohíbe dañar.
Art. 1717°. Antijuridicidad. Cualquier acción u omisión que causa un daño a otro es antijurídica si no está justificada.

 Daño. Habrá daño siempre que se causare a otro algún perjuicio susceptible de apreciación pecuniaria, o directamente en las
cosas de su dominio o posesión, o indirectamente por el mal hecho a su persona o a sus derechos o facultades. Algunos
autores han dicho que la definición legal es incompleta, pues el daño no siempre es económico (aludiendo así al denominado
daño moral).
Según los criterios generalizados de la doctrina, para que el daño sea resarcible es preciso que reúna las siguientes
características:
- Ha de ser cierto, por oposición a eventual, conjetural o hipotético. Es decir que debe haberse producido
efectivamente (daño actual), o existir la certidumbre de que se ha de producir (daño futuro);
- Ha de ser personal del accionante, de donde nadie puede reclamar indemnización por el daño sufrido por otro,
aunque el sujeto haya también sufrido un daño derivado de la misma conducta ilícita del ofensor;
- Ha de resultar de la lesión de un derecho o interés legítimo, de suerte que haya un "damnificado jurídico".
Advertimos que el tema de cuáles son los intereses cuya afectación genera daños resarcibles no es pacífica. Alguna
doctrina considera que existe daño sólo cuando se pro duce menoscabo de derechos subjetivos o intereses legítimos,
y otros autores extienden la idea al detrimento de intereses simples no ilícitos. La cuestión no es baladí, pues la
segunda idea aprehendería como daño resarcible a la muerte del concubino o del novio, y otras hipótesis;
- Algunos autores agregan la "subsistencia" del daño, lo que alude a que no ha de haber sido enjugado por el autor del
ilícito —o por circunstancias extrínsecas— al tiempo de accionar por su reparación.

 Factor de atribución o imputación. Para que la conducta antijurídica y efectivamente dañosa genere el deber de reparar es
preciso que sea imputable o atribuible al sujeto. Existen dos criterios de imputación o atribución: un criterio subjetivo, que
parte de la idea de reproche moral que se dirige al autor de una conducta ilícita y que da fundamento a la obligación de
resarcir el daño causado. El otro es un criterio objetivo, que prescinde del juicio de reproche contra el autor de la conducta
dañosa, imponiendo el resarcimiento del daño en virtud de un factor de atribución objetivo que opera en virtud de la ley.

Art. 1721°. Factores de atribución. La atribución de un daño al responsable puede basarse en factores objetivos y subjetivos.
En ausencia de normativa, el factor de atribución es la culpa.

- Factores de atribución subjetivos. Los factores de atribución subjetivos son la culpa y el dolo.
Art. 1724°. Factores subjetivos. Son factores subjetivos de atribución la culpa y el dolo. La culpa consiste en la
omisión de la diligencia debida según la naturaleza de la obligación y las circunstancias de las personas, el tiempo y
el lugar. Comprende la imprudencia, la negligencia y la impericia en el arte o profesión. El dolo se configura por la
producción de un daño de manera intencional o con manifiesta indiferencia por los intereses ajenos.

La culpa puede consistir en la imprudencia, la impericia o la negligencia. La imprudencia es la conducta positiva, la


acción que se ejecutó de manera precipitada, no adecuada, prematura o irreflexiva. Importa falta de previsión o de
precaución: se hace más de lo que se debe. "Imprudencia" significa falta de ejercicio de la condición de prever y
evitar los perjuicios. Por ejemplo, obra con imprudencia el conductor que circula a excesiva velocidad. En la
negligencia no se toman las debidas precauciones; es la conducta omisiva de la actividad que hubiera evitado el
resultado; se hace menos de lo que se debe o no hizo lo que se debía hacer.
El dolo es el factor subjetivo de atribución de responsabilidad civil que se caracteriza por que el agente obra con la
intención de producir un daño, el que prevé en base al conocimiento que tiene de las circunstancias que rodean la
realización del hecho.

- Factores de atribución objetivos. Para que pueda atribuirse responsabilidad fundada en un factor objetivo de
atribución, ello debe estar expresamente previsto en la ley.
Art. 1722°. Factor objetivo. El factor de atribución es objetivo cuando la culpa del agente es irrelevante a los
efectos de atribuir responsabilidad. En tales casos, el responsable se libera demostrando la causa ajena, excepto
disposición legal en contrario.
La responsabilidad es objetiva cuando la culpa no es necesaria para atribuir responsabilidad; más aún la culpa del
agente es indiferente, y se prescinde de ella, por lo que la obligación de reparar se efectúa con abstracción de la
imputación subjetiva. También se señala como rasgo que caracteriza a la responsabilidad objetiva la forma como
opera la eximente: el sindicado como responsable se exonera si acredita la causa ajena, o sea la ruptura total o
parcial del nexo causal. En la responsabilidad subjetiva el sindicado como responsable se exime si prueba que fue
diligente (falta de culpa).

Art. 1723°. Responsabilidad objetiva. Cuando de las circunstancias de la obligación, o de lo convenido por las
partes, surge que el deudor debe obtener un resultado determinado, su responsabilidad es objetiva.
En el terreno contractual se configura cuando el deudor no obtuvo el resultado determinado o eficaz prometido.

 Relación de causalidad. Adecuada relación de causa-efecto que ha de existir entre la conducta antijurídica y el resultado
dañoso. Su inclusión, como presupuesto de la responsabilidad civil, responde a la idea según la cual, para que exista la
obligación de reparar un daño, es preciso que éste haya sido causado por el responsable, sus dependientes, o por sus cosas
animadas o inanimadas. En otros términos, tanto en el derecho civil cuanto en el derecho penal, la determinación del vínculo
de causalidad permite establecer cuándo una consecuencia debe ser atribuida a la acción u omisión de una persona. Aparece
vinculada directamente a la conducta dañosa, que en alguna medida integra. Es que la autoría no puede concebirse aislada
del daño, el que ha de haber sido causado por esa conducta. Hay pues un punto de contacto entre la conducta y el daño que
permite atribuir la autoría.
Art. 1726°. Relación causal. Son reparables las consecuencias dañosas que tienen nexo adecuado de causalidad con el hecho
productor del daño. Excepto disposición legal en contrario, se indemnizan las consecuencias inmediatas y las mediatas
previsibles.

Art. 1716°. Deber de reparar. La violación del deber de no dañar a otro, o el incumplimiento de una obligación, da lugar a la
reparación del daño causado, conforme con las disposiciones de este Código.
Art. 1708°. Funciones de la responsabilidad. Las disposiciones de este Título son aplicables a la prevención del daño y a su
reparación.

Función preventiva. Art. 1710°. Deber de prevención del daño. Toda persona tiene el deber, en cuanto de ella dependa, de:
a) Evitar causar un daño no justificado;
b) Adoptar, de buena fe y conforme a las circunstancias, las medidas razonables para evitar que se produzca un daño, o
disminuir su magnitud; si tales medidas evitan o disminuyen la magnitud de un daño del cual un tercero sería responsable,
tiene derecho a que este le reembolse el valor de los gastos en que incurrió, conforme a las reglas del enriquecimiento sin
causa;
c) No agravar el daño, si ya se produjo.

El módulo de comportamiento se emplaza, primero, en el ámbito de la antijuridicidad y encuentra su fundamento en el "mínimo


sentido de solidaridad humana y amor al prójimo, en el deber de cooperación ración, información y advertencia del daño y,
esencialmente, en el abuso de derecho, ya que hay obligación jurídica de obrar siempre que la abstención no implique el ejercicio
abusivo de la libertad de actuar o no actuar. La pauta de valoración es la prudencia y razonabilidad, completadas con la buena fe, ya
que hay deber de evitar el daño en cuanto depende de la persona, lo que implica que es susceptible de ser interpretado
"normativamente" (en cuanto le esté impuesto el control jurídico) o "tácticamente" (en cuanto tenga posibilidad de hacerlo).

Para determinar la relación de causalidad, se debe determinar si la omisión era idónea para producir el resultado y, en segundo lugar,
si las circunstancias fueron conocidas por el omitente; por ejemplo, que la omisión de auxilio era idónea para provocar la muerte, en
cuyo caso integra la acción y la relación causal es plena. Una tercera posición, que prevalece, sostiene que no es posible dar respuestas
absolutas o completas, entendiendo que normalmente la omisión influye como concausa del daño ocurrente y puede "existir
causalidad conjunta o acumulativa, concausalidad o frustración de una chance (supuesto que también reclama causalidad). Se agrega
que resulta contrario a la razonabilidad jurídica que alguien pueda sostener que su omisión es inocua, cuando su acción podía impedir
el daño. Con el mismo grado de regularidad y ordinariedad con que se juzga la adecuación de una causa o condición activa puede
juzgarse la adecuación de una omisión. Si una persona está herida de muerte y otro la abandona, desangrándose, esta segunda
conducta omisiva constituye causa acumulativa o concurrente con la que puso quien lo llevó a ese estado.
La solución receptada por el Código se vincula con la tercera postura: corresponde aplicar las reglas de la causalidad adecuada, en los
términos de los artículos 1726, 1727 y concordantes. Ello sin soslayar que la dificultad que presenta la cuestión de la relación causal
en el hecho omisivo reside en que, rara vez, la omisión es la causa exclusiva, sino que el daño es el efecto conjunto de la omisión del
agente con el actuar de un tercero.
Hacer lo proscripto y no hacer lo exigible convierten la conducta obrada y la omitida en acción y omisión antijurídica por vulneración
del deber general de no dañar (art. 1716) y del deber particular de no dañar en el caso en concreto cuando —pudiendo— no se evitó el
daño (art. 1710). Esa conducta ilícita de acción o abstención (art. 1749) puede dar lugar a la tutela resarcitoria si se configuran los
restantes presupuestos de la responsabilidad civil y media relación de causalidad adecuada.

Art. 1711°. Acción preventiva. La acción preventiva procede cuando una acción u omisión antijurídica hace previsible la producción
de un daño, su continuación o agravamiento. No es exigible la concurrencia de ningún factor de atribución.

La tutela sustancial inhibitoria tiene como objeto directo la prevención del daño mediante una orden para impedir (en caso de amenaza
de lesión) o bien para que cese su producción (si la actividad ofensiva ya se ha iniciado y es previsible su continuación o reiteración).
Inhibir equivale entonces a prohibir, suspender, estorbar, hacer cesar o paralizar el factor detonante de una lesión actual o futura.
Los requisitos de procedencia de la acción preventiva son los siguientes:
 Una conducta antijurídica ("acción u omisión antijurídica"), por lo que el hecho generador debe ser ilícito. En términos de
una amenaza ("hace previsible") de producción de daño, de agravamiento —o continuación o aumento— de la magnitud del
daño en curso. En palabras de la Corte Suprema nacional, "la amenaza inminente de los daños definitivos y del peligro de
permanencia en la situación actuar'''.
 Interés del peticionante individual, individual homogéneo o colectivo, patrimonial o extrapatrimonial.
 Posibilidad concreta de adoptar una conducta positiva o de abstención para evitar el daño o sus efectos.
 Adecuada relación de causalidad entre la conducta debida y el resultado probable, es decir, con el perjuicio esperable según
el curso normal de las cosas

Art. 1712°. Legitimación. Están legitimados para reclamar quienes acreditan un interés razonable en la prevención del daño.
Art. 1713°. Sentencia. La sentencia que admite la acción preventiva debe disponer, a pedido de parte o de oficio, en forma definitiva o
provisoria, obligaciones de dar, hacer o no hacer, según corresponda; debe ponderar los criterios de menor restricción posible y de
medio más idóneo para asegurar la eficacia en la obtención de la finalidad.

Función resarcitoria. Art. 1716°. Deber de reparar. La violación del deber de no dañar a otro, o el incumplimiento de una
obligación, da lugar a la reparación del daño causado, conforme con las disposiciones de este Código.

A diferencia del régimen anterior, el Código produce una unificación de la responsabilidad civil contractual y extracontractual. Con
algunas excepciones, la responsabilidad surgida de la violación del deber general de no dañar a otro (extracontractual) o la surgida del
incumplimiento de una obligación (tradicionalmente denominada "contractual") se rigen por idénticas reglas.
Actualmente se afirma que la responsabilidad civil es un fenómeno unitario, sin perjuicio de la existencia —en el código derogado—
de dos subsistemas (contractual y extracontractual) y de ciertas diferencias de regulación entre ellos, que en general se calificaban de
contingentes, o incluso de especiosas o falsas. En ese sentido, la doctrina señala en nuestros días que las dos órbitas de la
responsabilidad comparten la misma finalidad (resarcir todo daño injustamente sufrido) y los mismos elementos (antijuridicidad, daño,
relación causal y factor de atribución), lo que justificaría su regulación unitaria.

Art. 1717°. Antijuridicidad. Cualquier acción y omisión que causa un daño a otro es antijurídica si no está justificada.

La antijuridicidad es la contrariedad entre un hecho y el ordenamiento jurídico considerado en su totalidad -incluyendo los principios
generales del Derecho-, con abstracción de la voluntariedad o involuntariedad de la conducta del agente, o de la existencia de culpa
(antijuridicidad objetiva). En especial, se enfatiza que un principio cardinal del ordenamiento jurídico es aquel que prohíbe dañar a
otro, de donde es antijurídico todo hecho que daña, salvo que exista una causa de justificación, y sin necesidad de que exista una
expresa prohibición ilegal en cada caso.
El artículo en comentario dice que es antijurídica cualquier acción u omisión que causa daño, con lo que para que se configure este
presupuesto basta con que se viole el deber general de no dañar a otro. Es decir que, a diferencia de lo que sucede en el derecho penal,
el ilícito civil es atípico, porque no es necesario que la ley describa en cada caso con detalle la conducta prohibida.
Sin embargo, cabe hacer excepción a este principio en el caso de la responsabilidad contractual, dado que allí el daño resaltará
necesariamente del incumplimiento de una obligación preexistente, que precisa la conducta que el deudor estaba obligado a ejecutar.
También es antijurídico el acto involuntario que causa daño, dado que infringe el deber general de no dañar, aunque en ese caso la
indemnización se discierna por razones de equidad (art. 1750).
Cabe aclarar, en este punto, que la referencia que se hace en la norma que se comenta a cualquier "acto" u omisión debe entenderse en
sentido amplio, como comprensiva no sólo de los actos humanos, sino también del hecho de los animales y las cosas, o la actuación de
los grupos en sí mismos, pues se trata de fattispecie que la ley también contempla como fuentes de responsabilidad.
También es preciso decir que el Código maneja, en puridad, dos conceptos de ilicitud. Hay un concepto amplio, que se contenta con la
simple transgresión de la ley, y que aparece insinuado en el artículo 258 (definición del simple acto lícito), y uno más estricto,
específicamente relacionado con la responsabilidad civil, que se refiere al hecho dañoso y es el que adopta el artículo 1717. Un acto
que viola la ley es ilícito en sentido, pero para dar lugar a la responsabilidad civil —luego, para ser antijurídico en los términos del
artículo en comentario— debe infringir el deber general de no dañar, o provocar un daño como consecuencia del incumplimiento de
una obligación.
Finalmente, la norma en examen establece que el principio según el cual son antijurídicos los hechos o las omisiones que dañan sufre
una excepción cuando media una causa de justificación. En tal caso, el ordenamiento jurídico autoriza la producción de un daño, y esa
circunstancia quita antijuridicidad al hecho o la omisión.

Art. 1718°. Legítima defensa, estado de necesidad y ejercicio regular de un derecho. Está justificado el hecho que causa un daño:
a) En el ejercicio regular de un derecho; (sin abuso, conforme a la ley, moral, buena fe y buenas costumbres)
b) En legítima defensa propia o de terceros, por un medio racionalmente proporcionado, frente a una agresión actual o
inminente, ilícita y no provocada; el tercero que no fue agresor ilegítimo y sufre daños como consecuencia de un hecho
realizado en legítima defensa tiene derecho a obtener una reparación plena;
c) Para evitar un mal, actual o inminente, de otro modo inevitable, que amenaza al agente o a un tercero, si el peligro no se
origina en un hecho suyo; el hecho se halla justificado únicamente si el mal que se evita es mayor que el que se causa. En este
caso, el damnificado tiene derecho a ser indemnizado en la medida en que el juez lo considere equitativo.
Art. 1720°. Consentimiento del damnificado. Sin perjuicio de disposiciones especiales, el consentimiento libre e informado del
damnificado, en la medida en que no constituya una cláusula abusiva, libera de la responsabilidad por los daños derivados de la lesión
de bienes disponibles.

En tales casos, el hecho u omisión dañosos son lícitos, y no antijurídicos, sin perjuicio de que en algún caso —como sucede en el
estado de necesidad— pueda de todos modos ser procedente el pago de una indemnización (responsabilidad por acto lícito).

Art. 1726°. Relación causal. Son reparables las consecuencias dañosas que tienen nexo adecuado de causalidad con el hecho productor
del daño. Excepto disposición legal en contrario, se indemnizan las consecuencias inmediatas y las mediatas previsibles.

Art. 1727°. Tipos de consecuencias. Las consecuencias de un hecho que acostumbran a suceder según el curso natural y ordinario de
las cosas, se llaman en este Código “consecuencias inmediatas”. Las consecuencias que resultan solamente de la conexión de un hecho
con un acontecimiento distinto, se llaman “consecuencias mediatas”. Las consecuencias mediatas que no pueden preverse se llaman
“consecuencias casuales”.

Las reglas sobre la relación de causalidad permiten ligar, por un lado, el hecho ilícito con un determinado resultado, que consiste en la
lesión o afectación de cierto bien (daño-evento). Por otro lado, establecen un vínculo entre este segundo elemento (la lesión a un bien)
y las consecuencias que derivan de él, que son, en puridad, las que deben ser objeto de reparación (daño-consecuencia).
El artículo 1726 declara resarcibles las consecuencias inmediatas y las mediatas previsibles, salvo disposición legal en contrario. A
contrario sensu, las consecuencias casuales no pueden, en principio, ser puestas a cargo del responsable.
 Consecuencias inmediatas. Aquellas "que acostumbran a suceder según el curso natural y ordinario de las cosas". En
realidad, esa circunstancia (que acostumbran a suceder, etc.) es común tanto a las consecuencias inmediatas como a las
mediatas previsibles, en razón de que en ambos casos hay relación de causalidad adecuada. La característica propia de las
inmediatas es que, además de ser previsibles en esos términos, resultan "directamente del acto mismo", sin que entre éste y la
consecuencia en cuestión medie ningún hecho distinto. En el ejemplo que se viene manejando, son consecuencia inmediata la
incapacidad sobreviniente, los gastos médicos que debe realizar la víctima del disparo, y el daño moral sufrido por ella.
 Consecuencias mediatas. Resultan solamente de la conexión del hecho originario con un acontecimiento distinto. Si este
segundo acontecimiento es previsible, la consecuencia que resulta también lo es, y se imputa igualmente al responsable. En el
ejemplo del disparo del arma de fuego, es una consecuencia mediata el lucro cesante sufrido durante la convalecencia de la
víctima, pues resulta de la conjunción del hecho original (lesión causada por el disparo) con otro distinto (que el damnificado
se desempeñaba en una actividad remunerada), pero igualmente previsible.

Art. 1737°. Concepto de daño. Hay daño cuando se lesiona un derecho o un interés no reprobado por el ordenamiento jurídico, que
tenga por objeto la persona, el patrimonio, o un derecho de incidencia colectiva.

Art. 1738°. Indemnización. La indemnización comprende la pérdida o disminución del patrimonio de la víctima, el libro cesante en el
beneficio económico esperado de acuerdo a la probabilidad objetiva de su obtención y la pérdida de chances. Incluye especialmente
las consecuencias de la violación de los derechos personalísimos de la víctima, de su integridad personal, su salud psicofísica, sus
afecciones espirituales legítimas y las que resultan de la interferencia en su proyecto de vida.

Art. 1739°. Requisitos. Para la procedencia de la indemnización debe existir un perjuicio directo o indirecto, actual o futuro, cierto y
subsistente. La pérdida de chance es indemnizable en la medida en que su contingencia sea razonable y guarde una adecuada relación
de causalidad con el hecho generador.

Art. 1740°. Reparación plena. La reparación del daño debe ser plena. Consiste en la restitución de la situación del damnificado al
estado anterior al hecho dañoso, sea por el pago en dinero o en especie. La víctima puede optar por el reintegro específico, excepto
que sea parcial o totalmente imposible, excesivamente oneroso o abusivo, en cuyo caso se debe fijar en dinero. En el caso de daños
derivados de la lesión al honor, la intimidad o la identidad personal, el juez puede, a pedido de parte, ordenar la publicación de la
sentencia, o de sus partes pertinentes, a costa del responsable.

Art. 1744°. Prueba del daño. El daño debe ser acreditado por quien lo invoca, excepto que la ley lo impute o presuma, o que surja
notorio de los propios hechos.
Responsabilidad directa. Art. 1749°. Sujetos responsables. Es responsable directo quien incumple una obligación u ocasiona un daño
injustificado por acción u omisión.

Art. 1750°. Daños causados por actos involuntarios. El autor de un daño causado por un acto involuntario responde por razones de
equidad. Se aplica lo dispuesto en el artículo 1742.
El acto realizado por quien sufre fuerza irresistible no genera responsabilidad para su autor, sin perjuicio de la que corresponde a título
personal de quien ejerce esa fuerza.

Art. 1742°. Atenuación de la responsabilidad. El juez, al fijar la indemnización, puede atenuarla si es equitativo en función del
patrimonio del deudor, la situación personal de la víctima y las circunstancias del hecho. Esta facultad no es aplicable en caso de dolo
del responsable.

Unidad 15: Hechos jurídicos. Actos jurídicos.


1) Actos jurídicos. Concepto y caracteres. Su función en la relación jurídica. El acto jurídico como expresión de la autonomía
de la voluntad. Semejanzas y diferencias con el simple acto lícito.
Concepto y caracteres. Art. 259°. Acto jurídico. El acto jurídico es el acto voluntario lícito que tiene por fin inmediato la adquisición,
modificación o extinción de relaciones o situaciones jurídicas.

El acto jurídico es el acto voluntario lícito por el cual las personas regulan por sí mismas sus propios intereses en las relaciones con
otros. La voluntad de los sujetos es válida en tanto cumpla con la estructura y forma de ser del negocio jurídico, tal como se encuentra
previsto en el ordenamiento. Los actos jurídicos están integrados por una triple fuente de efectos jurídicos: la voluntad de las partes, el
ordenamiento jurídico y la interpretación judicial. Es un hecho voluntario lícito cuya característica esencial es la deliberada voluntad
de producir efectos jurídicos.
En el acto jurídico el bien jurídico tutelado es la autonomía de la voluntad y su intención creadora de efectos jurídicos. Si el acto es
lícito o no contraviene el ordenamiento jurídico y el fin querido no es imposible ni prohibido, la ley ampara esa voluntad y la tutela.
Sin embargo, hay veces que deben someterse a reglas legales previamente impuestas con carácter general abstracto (constitución de
derechos reales, celebrar derechos reales de garantía, etc.).

 Acto. Diferenciación del hecho jurídico humano o de los hechos de la naturaleza, cuyos efectos se producen con
independencia de la voluntad creadora del hombre.
 Acto voluntario. Para configurarse depende de que sea ejecutado por una persona con discernimiento, intención y libertad, es
decir, con todos los elementos internos de la voluntad sanos y sin vicios. Las fallas de la voluntad configuran causas
determinantes de la anulación de los actos jurídicos.
 Acto lícito. No debe estar en contradicción con ninguna disposición, considerando a tal efecto el ordenamiento jurídico en su
totalidad. Si en alguno de sus elementos existen cláusulas inválidas o ilícitas, dicha ilicitud podría comunicarse al acto. De
ahí que las nulidades solo se derivan de los actos jurídicos y no de los simples hechos voluntarios.
 Fin inmediato de producir efectos jurídicos secundado por el ordenamiento legal. Fin específico que lo diferencia de otros
actos, que no obstante ser voluntarios, no tienen el propósito de crear relaciones y situaciones jurídicas.

Su función en la relación jurídica. El acto jurídico como expresión de la autonomía de la voluntad. El acto jurídico es el medio
por el cual el hombre impone relaciones jurídicas adecuadas a las finalidades que se propone alcanzar. Un sector amplio del derecho
privado ha sido entregado al gobierno de los particulares, que se rigen por el principio de autonomía de la voluntad. El sujeto puede
decidir sobre la aplicabilidad concreta de normas en lo que a él respecta.

Semejanzas y diferencias con el simple acto lícito.

2) Elementos esenciales del acto jurídico. Los elementos esenciales del acto jurídico constituyen factores de cuya concurrencia
resulta la misma existencia del acto. Dichos elementos son el sujeto (autor del acto), objeto (materia sobre la cual recae, o a la cual
tiende la voluntad del sujeto, y puede ser una cosa o un hecho) y la forma (manera en la que se relaciona el sujeto con el objeto,
exteriorización de la voluntad del sujeto respecto del objeto, en orden a la consecución del fin jurídico propuesto. La ausencia de
cualquiera de estos elementos importa la desintegración de la noción misma de acto jurídico.

1. Sujeto. Requisitos de validez del sujeto del acto jurídico. Noción de parte, representante y sucesor.
Sujeto. Requisitos de validez del sujeto del acto jurídico.
 Capacidad. Para que el efecto jurídico deseado se produzca, la voluntad del sujeto debe estar calificada por la capacidad. La
ley tiene como objetivo impedir hasta cierta edad la celebración de actos jurídicos por la repercusión que esto podría causarle
en razón de su insuficiente madurez.

Noción de parte, representante y sucesor.


 Partes. Sujetos interesados en el acto, que ejercen una prerrogativa jurídica propia y a quienes se imputan las situaciones y
relaciones jurídicas que el acto tiene por finalidad establecer. Persona que por medio del acto a cuya formación concurre
ejerce una prerrogativa jurídica propia.
 Sucesores. Art. 400°. Sucesores. Sucesor universal es el que recibe todo o una parte indivisa del patrimonio de otro; sucesor
singular el que recibe un derecho en particular.
La sucesión en un derecho tiene lugar cuando el titular es reemplazado por otra persona en el goce de sus prerrogativas
jurídicas. La sucesión se clasifica según:
- Extensión del título de transmisión. Puede ser legal (deriva de la ley, como la que opera a favor de los herederos
legítimos del difunto) o voluntaria (proviene de la voluntad del individuo en cuyos derechos se sucede, como la sucesión
del adquiriente en los derechos del enajenante);
- Causa que opera la transmisión. Puede ser mortis causa o por actos entre vivos (independiente del fallecimiento del
transmitente y se opera en razón de un acto jurídico traslativo del derecho).

 Representantes. Concurren al acto como otorgantes, pero sustituyendo a las partes en cuyo interés actúan y a quienes
involucran y comprometen en el negocio. En consecuencia, los efectos de los actos que realizan en representación de otro son
imputables al representado. Pueden ser legales (los que designa la ley a niños, adolescentes y personas incapaces o con
capacidad restringida), voluntarios (designados por el propio representado, tales como el mandatario) o estatutarios.

 Otorgantes. Disponen, estipulan o prometen por medio del acto, pero pueden ser o no partes, ya que estas pueden hacerse
representar en el acto.

 Terceros. Todos los que no son parte en el acto jurídico. Son terceros que no son partes ni sucesores universales de las partes
del acto.
- Acreedores. Pueden ser quirografarios (su crédito se cobra del patrimonio del deudor sin preferencia, distribuyéndose el
remanente a prorrata una vez pagados los acreedores privilegiados) o privilegiados.
- Sucesores a título singular. En principio, no se ven alcanzados por los efectos de los actos jurídicos realizados por los
autores del acto. Sin embargo, pueden verse beneficiados o perjudicados por los actos jurídicos cumplidos por su autor
en la hipótesis de que constituyan un antecedente del derecho transmitido (hipoteca).
- Penitus extranei. Nada que ver.
- Intervinientes no partes. Concurrieron al acto, pero no comprometieron un interés propio en la celebración del negocio,
aunque contribuyeron a su realización.

2. El objeto del acto jurídico. Requisitos de validez. Art. 279°. Objeto. El objeto del acto jurídico no debe ser un hecho imposible o
prohibido por la ley, contrario a la moral, a las buenas costumbres, al orden público o lesivo de los derechos ajenos o de la dignidad
humana. Tampoco puede ser un bien que por un motivo especial se haya prohibido que lo sea.

El objeto de los actos jurídicos queda gobernado, en principio, por la autonomía de la voluntad. El objeto de los actos jurídicos deben
ser hechos o bienes (materiales o inmateriales) que no sean imposibles ni prohibidos por la ley, ni contrarios a la moral o las buenas
costumbres, ni al orden público. Tampoco pueden ser bienes que por un motivo especial estuviera prohibido que lo sean (determinadas
cosas no pueden ser objeto de algunos actos por razones de política legislativa). El objeto de los actos jurídicos debe ser idóneo y esta
característica exige que sea posible, lícito y determinado.
Cuando las normas de objeto prohibido son violadas la sanción es la nulidad, que será absoluta cuando el objeto del acto sea contrario
al orden público, la moral, la dignidad o las buenas costumbres, y relativa cuando la sanción se encuentre establecida en el interés
individual.

3. La causa del acto jurídico. Debate doctrinario. Solución legal. Art. 281°. Causa. La causa es el fin inmediato autorizado por el
ordenamiento jurídico que ha sido determinante de la voluntad. También integran la causa los motivos exteriorizados cuando sean
lícitos y hayan sido incorporados al acto en forma expresa, o tácitamente si son esenciales para ambas partes.
 Causa fuente de la relación jurídica.
 Causa fin (fin que las partes tenían al celebrar el acto; fin inmediato propio del negocio jurídico).
 Causa impulsiva (motivos particulares de los sujetos)

La causa fin es la determinante de la voluntad, sin la cual el acto no se hubiera realizado. La causa también puede ser entendida como
causa fuente, que refiere al hecho generador del acto del cual se derivan las obligaciones legales. La causa fin, en cambio, se vincula
con la dirección de la voluntad en la obtención de efectos jurídicos, siendo el fin que las partes se propusieron lograr. Mientras los
motivos son los móviles indirectos que no se vinculan necesariamente con la celebración del acto y que son subjetivos y múltiples, la
causa es el fin inmediato que ha determinado la celebración del acto. Los motivos pueden ser elevados a la categoría de causa si las
partes le dan ese alcance, por lo que deben ser exteriorizados y ser esenciales para adoptar relevancia jurídica.
Todos los contratos cuentan con una causa fin objetiva que consiste en el propósito recíproco y común de los agentes de obtener el
cumplimiento íntegro de las prestaciones. Sin embargo, bajo determinadas circunstancias y aun cuando las partes no lo hayan pactado
expresamente, el interés concreto del contratante puede causalizarse en el acto integrándose a la estructura del contrato como una
“causa fin subjetiva”. En este caso, el móvil adquiere relevancia jurídica. Para que ello ocurra, a) el fin que motivó la contratación
debe haber sido exteriorizado; b) tuvo que haber sido aceptado en forma expresa o tácita por la otra parte; c) el móvil tuvo que haber
sido esencial y determinante para que ambas partes hayan decidido la celebración del acto.

Debate doctrinario.
 Teoría causalista. Todos los actos jurídicos de un mismo tipo, clase, se van repitiendo de la misma manera. La causa se
repite. Por ejemplo en la compra, la causa es siempre obtener la cosa.
 Teoría anticausalista. Contra la doctrina clásica surgió esta doctrina negando que la causa final sea un elemento esencial del
acto y sosteniendo que ella se confunde con el objeto o con el consentimiento.
 Neocausalismo, que tiene un:
- Criterio objetivo. Considera que la causa es el fin práctico del negocio, la razón económica que caracteriza
invariablemente a cada acto jurídico. No existen criterios individuales sino una razón práctica típica e invariable en
todos los actos de la misma especie. Se identifica con el interés social del acto.
- Criterio subjetivo. Toma en cuenta el elemento psicológico que determina la voluntad y lleva a la persona a celebrar el
acto, siendo un fin particular y variable. La intención forma parte estructural del acto, pero los móviles son extrínsecos
e individuales.
- Criterio ecléctico. Considera la causa como finalidad o razón de ser del negocio jurídico, entendida como doble
manifestación: la causa uniforme y repetida en todas las hipótesis de una misma figura, como así también en los
motivos psicológicos relevantes que hayan impulsado a las partes a concluir el acto. El Código considera que la causa
es tanto el fin inmediato autorizado por el ordenamiento que ha sido determinante de la voluntad, como los motivos
exteriorizados cuando sean lícitos y hayan sido incorporados al acto en forma expresa, o tácitamente si son esenciales
para ambas partes.

Solución legal. El nuevo Código acepta la causa objetiva e incluye la causa motivo impulsiva. La objetiva la tienen todos los actos
jurídicos. La causa motivo impulsiva solo aquellos en donde se haya manifestado la causa.
- Considera la causa como elemento esencial
- Tomo en cuenta la causa fin y la causa motivo, siempre que se cumplan determinados requisitos.

Art. 282°. Presunción de causa. Aunque la causa no esté expresada en el acto se presume que existe mientras no se pruebe lo
contrario. El acto es válido aunque la causa expresada sea falsa si se funda en otra causa verdadera.

Todos los actos se presumen celebrados con causa fin. Los negocios tienen sustento en una declaración de voluntad hasta tanto no se
pruebe que existe algún defecto que invalida que no existe tal causa. Si una persona contrae una obligación en razón de una causa y
esta no existe, se trata de un caso de falsa causa. Si en el título se expresa una cláusula que no es verdadera, sino aparente que encubre
otra real se trata de una causa simulada, y el acto es igualmente válido. La obligación fundada en falsa causa será válida siempre que la
oculta sea lícita.
La ilicitud que da lugar a la nulidad del acto por causa ilícita puede provenir de la contradicción con normas legales, con el orden
público o por otras razones que importen violar el principio de licitud propio del acto jurídico.

Art. 283°. Acto abstracto. La inexistencia, falsedad o ilicitud de la causa no son discutibles en el acto abstracto mientras no se haya
cumplido, excepto que la ley lo autorice.
Los actos abstractos producen efectos con independencia de la finalidad que hubieren tenido las partes al celebrarlos. Solamente
pueden ser creados por ley y son válidos en la medida que las partes ajusten sus condiciones externas a las expresamente previstas.
Las fallas internas que pudiesen producirse no obstan la producción de sus efectos. No es que el acto carezca de causa, sino que por la
particular significación que determinados títulos tienen en el tráfico jurídico, es posible distinguir dos etapas. En un tiene prioridad la
efectividad del título y no se admite el cuestionamiento de su causa. En una segunda etapa puede discutirse la causa de la obligación,
siempre entre las partes, por cuanto los terceros no se verán afectados por el resultado de la discusión. Entre los que formaron el título
finalmente no hay abstracción, ya que esta se acuerda para favorecer la seguridad jurídica.
Se establece el principio según el cual cualquier decisión vinculada a la causa del acto entre las partes ha de postergarse para una vez
cumplidos los derechos y deberes que surgen de la relación jurídica.

4. La forma del acto jurídico. Noción. Concepto genérico y específico. El principio de libertad de formas y sus excepciones.
Clasificación de los actos jurídicos según su forma.
Noción. Concepto genérico y específico. La forma esencial es la manera en la que se exterioriza la voluntad del sujeto respecto del
objeto, en orden a la consecución de un fin jurídico propuesto. Sin exteriorización de la voluntad del sujeto no hay acto voluntario,
sino propósito mental.
La forma legal es el conjunto de las prescripciones de la ley, respecto de las solemnidades que deben observarse al tiempo de la
formación del acto jurídico, como la escritura del acto, la presencia de testigos, que el acto sea hecho por escribano público, etc.
Forma exigida o tasada por la ley.

El principio de libertad de formas y sus excepciones. Art. 284°. Libertad de formas. Si la ley no designa una forma determinada
para la exteriorización de la voluntad, las partes pueden utilizar la que estimen conveniente. Las partes pueden convenir una forma
más exigente que la impuesta por la ley.

Mientras no exista una exigencia legal, rige la autonomía de la voluntad. El principio es que la voluntad de una persona capaz, libre de
vicios que alteren su discernimiento, produce efectos por sí misma y puede ser expresada por cualquier medio. En una primera
acepción se habla de la forma como medio de expresión de la voluntad, como elemento esencial del acto jurídico para manifestarse
por un hecho exterior. Consiste en la conducta oral, escrita o por signos inequívocos. En consecuencia, todos los actos jurídicos deben
ser clasificados como no formales en la medida en que no exista norma que requiera el cumplimiento de una forma determinada.
Respecto de aquellos actos que el legislador considere de mayor trascendencia se impondrá el cumplimiento de determinados
requisitos, resultando en los actos con forma impuesta.
Un acto puede estar considerado por la ley como de forma libre, pero las partes, en ejercicio de la autonomía de la voluntad, pueden
sujetarlo al cumplimiento de determinadas formalidades o agravar la exigencia legal de forma. Se pueden establecer exigencias en
materia de forma, pero no en materia de prueba, ya que es de orden público.

Art. 285°. Forma impuesta. El acto que no se otorga en la forma exigida por la ley no queda concluido como tal mientras no se haya
otorgado el instrumento previsto, pero vale como acto en el que las partes se han obligado a cumplir con la expresada formalidad,
excepto que ella se exija bajo sanción de nulidad.

Si bien el criterio general es el de la forma libre, para casos que el ordenamiento jurídico considera trascendentes requiere que la
voluntad de los sujetos se revista de determinadas solemnidades. Así se podrá requerir la forma escrita, la intervención de un oficial
público, etc.

Clasificación de los actos jurídicos según su forma.


 Actos de forma libre. Cuando la ley no exige el cumplimiento de formalidad alguna, las partes podrán celebrar el acto por el
medio que consideren conveniente.
 Actos de forma impuesta. Actos cuya validez depende de su celebración bajo la forma exclusivamente determinada por la ley.
Mientras la forma es el elemento externo del acto jurídico, la prueba es el medio no necesariamente instrumental por el cual
se demuestra la verdad del hecho de haberse efectuado dicho acto jurídico. Las formas legales, es decir, las exigencias de la
ley relativas al modo en el que deben celebrarse ciertos actos jurídicos, suelen distinguirse en:
- Ad solemnitatem. Establecidas con un rigor categórico, de manera que si no se cumplen, la ley considera que el acto no
ha quedado formado para producir su efecto propio.
- Ad probationem. Instituidas para facilitar la prueba del acto.
Los actos de forma impuesta pueden ser:
- Solemnes. Aquellos en los cuales la omisión de la forma legal establecida no solo provoca la nulidad del acto como tal,
sino que lo destituye de cualquier otro efecto civil.
- No solemnes. Aquellos a cuyo respecto la omisión de la forma legal establecida determina la nulidad del acto en cuanto
tal, pero no le impide producir otros efectos diferentes. Se produce la conversión del acto jurídico, ya que el acto inválido
está privado de sus efectos propios, pero puede producir otros.

3) Elementos accidentales de los actos jurídicos. Condición, plazo y cargo. Nociones generales. Las modalidades de los actos
jurídicos son ciertos elementos accidentales que alteran los efectos normales de dichos actos, ya tornando incierta la existencia de los
derechos respectivos, ya postergando su ejercicio, ya gravando con obligaciones accesorias su adquisición. Las tres especies de
modalidades que responden a esta noción son la condición, el plazo y el cargo, respectivamente.
 Condición. Cláusula por la cual se subordina la adquisición o extinción de un derecho a la realización de un hecho
incierto y futuro. Se subordina la plena eficacia o resolución del acto jurídico a un hecho futuro e incierto. El hecho, para
que pueda configurarse, debe ser cierto, futuro e incoercible. Si fuese cierto, sería un plazo, y si fuese coercible a través
de una acción judicial, sería un cargo.
- Suspensiva. Queda supeditada la adquisición del derecho a la realización del hecho previsto. Te regalo mi biblioteca
jurídica siempre que te recibas de abogado.
- Resolutoria. Deja en suspenso la extinción de un derecho ya adquirido. Te transfiero el dominio de mi fábrica, pero
quedará resuelta la operación si llega cierta materia prima esperada.

Art. 344. Condiciones prohibidas. Es nulo el acto sujeto a un hecho imposible, contrario a la moral y a las buenas
costumbres, prohibido por el ordenamiento jurídico o que depende exclusivamente de la voluntad del obligado.
La condición de no hacer una cosa imposible no perjudica la validez de la obligación, si ella fuera pactada bajo
modalidad suspensiva. Se tienen por no escritas las condiciones que afecten de modo grave las libertades de la persona,
como la de elegir domicilio o religión, o decidir sobre su estado civil.

Art. 345°. Inejecución de la condición. El incumplimiento de la condición no puede ser invocado por la parte que, de
mala fe, impide su realización.
Art. 346°. Efecto. La condición no opera retroactivamente, excepto pacto en contrario.

 Plazo. Modalidad de los actos jurídicos por la cual se posterga el ejercicio de los derechos a que se refiere. Lapso que
media entre la celebración del acto y el acaecimiento de un hecho futuro y necesario, al cual está subordinado el ejercicio
o la extinción de un derecho. El hecho previsto es futuro, fatal y opera sin retroactividad. Opera sus efectos ex-nunc,
dejando subsistentes las consecuencias del acto producidas con anterioridad.
- Suspensivos (difiere el ejercicio de las facultades que incumben al titular de un derecho) o extintivos (opera al cabo de
cierto tiempo la caducidad de un derecho).
- Ciertos (se conoce de antemano el momento de su realización) o inciertos (fijados con relación a un hecho necesario,
para terminar el día que se realice).

 Cargo. Obligación accesoria y excepcional que se impone al adquiriente de un derecho y grava a una de las partes. Puede
ser coercitivamente exigido su cumplimiento. El cargo está vinculado al derecho al cual accede, de tal manera que no es
posible adquirir el derecho sin asumir la obligación del cargo. Es excepcional, ya que no deriva ordinariamente del acto
jurídico, sino que es independiente del derecho, siendo solo la voluntad del enajenante la que establece la vinculación
entre el derecho principal y el cargo accesorio. No impide los efectos del acto, excepto que su cumplimiento se haya
previsto como condición suspensiva, ni los resuelve, excepto que su cumplimiento se haya estipulado como condición
resolutoria.
Art. 356°. Transmisibilidad. El derecho adquirido es transmisible por actos entre vivos o por causa de muerte y con él se
traspasa la obligación de cumplir el cargo, excepto que solo pueda ser ejecutado por quien se obligó inicialmente a
cumplirlo. Si el cumplimiento del cargo es inherente a la persona y esta muere sin cumplirlo, la adquisición del derecho
principal queda sin efecto, volviendo los bienes al titular originario o a sus herederos. La reversión no afecta a os terceros
sino en cuanto pudiese afectarlos la condición resolutoria.
Art. 357°. Cargo prohibido. La estipulación como cargo en los actos jurídicos de hechos que no pueden serlo como
condición, se tiene por no escrita, pero no provoca la nulidad del acto.
4) Clasificación de los actos jurídicos. Criterios legales y doctrinarios. Enunciación y análisis.
 Unilaterales (basta para formarlos la voluntad de una sola persona) o bilaterales (requieren el consentimiento unánime
de dos o más personas);
 Entre vivos (la eficacia del acto no depende del fallecimiento de aquellos de cuya voluntad emanan) o mortis causa (no
deben producir efectos sino después del fallecimiento de aquellos de cuya voluntad emanan);
 Simples (presentan solo los elementos esenciales del acto, a saber, el sujeto, objeto y forma) o modales (presentan
además ciertos accidentes que postergan la ejecución del acto, inciden en la existencia de los derechos a los que refiere o
imponen obligaciones anexas a la adquisición de algún derecho);
 Patrimoniales (tienen contenido económico) o extrapatrimoniales (refieren a derechos y obligaciones insusceptibles de
apreciación pecuniaria). Los patrimoniales pueden ser:
- De administración (conservación y explotación del patrimonio) o disposición (introducen una modificación sustancial
en el patrimonio);
- A título gratuito (benefician exclusivamente a una sola de las partes intervinientes, sin que ella quede obligada a
contraprestación alguna) u onerosos (confieren alguna ventaja a una de las partes que queda obligada a satisfacer
determinada contraprestación).

5) Efectos subjetivos de los actos jurídicos. El principio de relatividad. Efectos con relación a sucesores universales y
singulares, acreedores y terceros propiamente dichos. Art. 1021°. Regla general. El contrato solo tiene efecto entre las partes
contratantes; no lo tiene con respecto a terceros, excepto en los casos previstos por la ley.

Art. 1022°. Situación de los terceros. El contrato no hace surgir obligaciones a cargo de terceros, ni los terceros tienen derecho a
invocarlo para hacer recaer sobre las partes obligaciones que estas no han convenido, excepto disposición legal.

Art. 1023°. Parte del contrato. Se considera parte del contrato a quien:
a) Lo otorga a nombre propio, aunque lo haga en interés ajeno;
b) Es representado por un otorgante que actúa en su nombre e interés;
c) Manifiesta la voluntad contractual, aunque esta sea transmitida por un corredor o por un agente sin representación.

Art. 1024°. Sucesores universales. Los efectos del contrato se extienden, activa y pasivamente, a los sucesores universales, a no ser
que las obligaciones que de él nacen sean inherentes a la persona, o que la transmisión sea incompatible con la naturaleza de la
obligación, o esté prohibida por una cláusula del contrato o la ley.

Los actos jurídicos producen efectos con relación a las partes que en ellos intervienen y no respecto de extraños: “res inter alios acta
allis necque prodesse necque nocere potest”.
Parte de un acto jurídico es la persona que por medio del acto a cuya formación concurre, ejerce una prerrogativa jurídica propia. Por
otra parte, representante es la persona que en virtud de una autorización legal o convencional actúa en nombre de otra, ejerciendo las
prerrogativas jurídicas de esta. Según el origen de la autorización para obrar en nombre de otro, los representantes se dividen en
legales y voluntarios. El sucesor es la persona que reemplaza a otra titular en el goce de sus prerrogativas jurídicas. Los terceros son
las personas extrañas al acto, que no han concurrido a su formación, ni son sucesores universales de las partes. Entre los terceros cabe
distinguir a los sucesores singulares de las partes, los acreedores quirografarios y los terceros propiamente dichos.
Los actos jurídicos producen, en principio, efectos entre las partes por aplicación del principio del efecto relativo de los actos.
También es de aplicación a los sucesores universales, a menos que las obligaciones que nazcan de esos actos sean inherentes a la
persona, que la transmisión sea incompatible con la naturaleza de la obligación o esté prohibida por una cláusula del contrato o por la
ley.
Los terceros no pueden invocar ni verse perjudicados por los efectos de los actos en los que no han intervenido. Sin embargo, existen
excepciones:
 Sucesores universales. Los efectos del contrato se extienden, activa y pasivamente, a los sucesores universales, a no ser que
las obligaciones que de él nacen sean inherentes a la persona, o que la transmisión sea incompatible con la naturaleza de la
obligación, o esté prohibida por una cláusula del contrato o la ley.

 Sucesores singulares. Son los sucesores que reciben un derecho en particular. No se ven alcanzados, en principio, por los
efectos de los actos jurídicos realizados por sus respectivos autores. Sin embargo, se ven beneficiados o perjudicados por los
actos jurídicos cumplidos por su autor, si estos constituyen un antecedente del derecho transmitido. Sufre la influencia de los
actos jurídicos precedentes relativos al derecho cuyo título se le ha transmitido con todas sus ventajas y desventajas. También
los afectan las obligaciones contraídas por el autor de su derecho respecto de la cosa transmitida, es decir, que recaen sobre la
cosa misma (hipoteca). Este alcance se justifica por el principio “nemo plus iuris”:
- Art. 399°. Regla general. Nadie puede transmitir a otro un derecho mejor o más extenso que el que tiene, sin perjuicio de las
excepciones legalmente dispuestas.

 Acreedores. Los acreedores quirografarios cuentan con el patrimonio del deudor como garantía del cobro de sus créditos, por
lo que se benefician o perjudican con el aumento o disminución de la solvencia del mismo. Los acreedores son terceros
respecto de los actos de su deudor, pero tienen un derecho potencial a los bienes del mismo que constituyen la garantía de sus
créditos. De allí que se les reconozca la posibilidad de tomar acción frente a actos simulados (acción de simulación),
fraudulentos (acción de inoponibilidad) o frente a la pasividad del deudor en el cobro de sus créditos (acción subrogatoria).

 Terceros propiamente dichos. No se ven alcanzados por los efectos de los actos jurídicos ajenos, salvo en actos
determinados.
- Art. 1027. Estipulación a favor de un tercero. Si el contrato contiene una estipulación a favor de un tercero beneficiario,
determinado o determinable, el promitente le confiere los derechos o facultades resultantes de lo que ha convenido con el
estipulante. (…) El tercero aceptante obtiene directamente los derechos y las facultades resultantes de la estipulación a su
favor.

6) Interpretación de los actos jurídicos. Reglas generales. Reglas previstas en el Código. La interpretación jurídica se dirige a fijar
el alcance del objeto interpretado, tratando de indagar cuál fue la voluntad de las partes. Para comprender el significado y alcances del
acto jurídico bilateral hay que buscar cuál ha sido la intención común.

 Art. 1061°. Intención común. El contrato debe interpretarse conforme a la intención común de las partes y al principio de
buena fe.
 Art. 1062°. Interpretación restrictiva. Cuando por disposición legal o convencional se establece expresamente una
interpretación restrictiva, debe estarse a la literalidad de los términos utilizados al manifestar la voluntad. Este artículo no es
aplicable a las obligaciones del predisponente y del proveedor en los contratos por adhesión y en los de consumo,
respectivamente.
 Art. 1063°. Significado de las palabras. Las palabras empleadas en el contrato deben entenderse en el sentido que les da el
uso general, excepto que tengan un significado específico que surja de la ley, del acuerdo de las partes o de los usos y
prácticas del lugar de celebración conforme con los criterios dispuestos para la integración del contrato. Se aplican iguales
reglas a las conductas, signos y expresiones no verbales con los que el consentimiento se manifiesta.
 Art. 1064°. Interpretación contextual. Las cláusulas del contrato se interpretan las unas por medio de las otras, y
atribuyéndoles el sentido apropiado al conjunto del acto.
 Art. 1066°. Principio de conservación. Si hay duda sobre la eficacia del contrato, o de alguna de sus cláusulas, debe
interpretarse en el sentido de darles efecto. Si esto resulta de varias interpretaciones posibles, corresponde entenderlos con el
alcance más adecuado al objeto del contrato.

7) La representación en los actos jurídicos. Tipos de representación. Efectos. Extensión. Limitaciones. Representación
voluntaria.
Tipos de representación. Art. 358°. Principio. Fuentes. Los actos jurídicos entre vivos pueden ser celebrados por medio de
representante, excepto en los caso en que la ley exige que sean otorgados por el titular del derecho.
La representación es voluntaria cuando resulta de un acto jurídico, es legal cuando resulta de una regla de derecho, y es orgánica
cuando resulta del estatuto de una persona jurídica.
En las relaciones de familia la representación se rige, en subsidio, por las disposiciones del este Capítulo.

La representación es un instituto autónomo, una situación jurídica que se presenta como medio eficaz para celebrar actos jurídicos
entre vivos ante la imposibilidad de hacerlo personalmente, salvo casos excepcionales donde esta situación es insalvable por exigencia
expresa de la ley, y la persona debe actuar exclusivamente por sí.
Las fuentes de la representación pueden ser la voluntad de las partes (voluntaria), la ley (legal) y orgánica (estatutaria).
Mientras la representación legal tiene naturaleza tuitiva de los representados, la orgánica resuelve un problema de imputación al ente y
tiende a la protección de terceros. La necesidad de representación se impone por la incapacidad de obrar del representado o en razón
de tratarse de un ente que se expresa por medio de un órgano.
Efectos. Art. 359°. Efectos. Los actos celebrados por el representante en nombre del representado y en los límites de las facultades
conferidas por la ley o por el acto de apoderamiento, producen efecto directamente para el representado.

El apartamiento de los límites de las facultades del representante actúa como condición resolutoria de dicho efecto y como posible
eximente de responsabilidad del representado. Por la actuación del representante, se producen efectos directos sobre el patrimonio del
representado.
En materia de ilícitos, el representado no es responsable ante los terceros, en razón de que actos de tal naturaleza no pueden
considerarse realizados en ejercicio de un poder, salvo cuando el daño se debió a la falta de vigilancia del representado o en sus
instrucciones. La conducta de representados y representantes queda abarcada por el marco delictual cuando la representación es
ejercida en pos de una finalidad defraudatoria de terceros, lo que los hace responsables de manera solidaria.
Todos los actos realizados por el apoderado dentro de los límites del mandato otorgado, obligan al mandante como si hubieren sido
efectuados por él mismo.

Extensión. Art. 360°. Extensión. La representación alcanza a los actos objeto del apoderamiento, a las facultades otorgadas por la ley
y también a los actos necesarios para su ejecución.

La representación presenta la necesidad de delimitación a los efectos de evitar abusos de los poderes que derivan de aquella. Esta
disposición asegura el conocimiento del representante de los actos que puede realizar, respaldando legalmente su actuación. En efecto,
siempre que actúe acorde a las facultades otorgadas por el acto de apoderamiento, por la ley o en ejercicio de actos necesarios para la
ejecución de su tarea, no se considerará en exceso de poder.

Limitaciones. Art. 361°. Limitaciones. La existencia de supuestos no autorizados y las limitaciones o la extinción del poder son
oponibles a terceros si estos las conocen o pudieron conocerlas actuando con la debida diligencia.

Si el representado o representante pretenden oponer al tercero contratante los términos del poder donde constan las facultades del
representante, sobre todo supuestos donde el representado no autorizó la actuación en su nombre, deben asegurarse que el tercero
conozca dichas situaciones. De lo contrario, no será nulo el acto, pero sí inoponible, subsistiendo sus efectos solamente entre
representado y representante. Los límites que resultan jurídicamente relevantes son aquellos tenidos en cuenta por el tercero, y no en la
relación representante – representado. Aquellas relaciones entre estos que no trascienden a terceros son inoponibles.

Representación voluntaria. Art. 362°. Caracteres. La representación voluntaria comprende solo los actos que el representado puede
otorgar por sí mismo. Los límites de la representación, su extinción, y las instrucciones que el representado dio a su representante, son
oponibles a terceros si estos han tomado conocimiento de tales circunstancias, o debieron conocerlas obrando con cuidado y previsión.

Para la validez de lo actuado por el representante en nombre del representado, en los supuestos de representación voluntaria, es
exigible que este último tenga la capacidad de realizarlos por sí mismo.

Art. 363°. Forma. El apoderamiento debe ser otorgado en la forma prescripta para el acto que el representante debe realizar.

Art. 364°. Capacidad. En la representación voluntaria el representado debe tener capacidad para otorgar el acto al momento del
apoderamiento; para el representante es suficiente el discernimiento.
(En caso de incapacidad del representado, se produciría la nulidad relativa del acto, sujeto a confirmación con la salvedad de que no
afecte a terceros de buena fe que nada saben sobre la capacidad del representado. La ley autoriza a valerse de un representante
incapaz, pero a su propio riesgo, estando obligado por todos los efectos de la ejecución del mandato.)

Art. 365°. Vicios. El acto otorgado por el representante es nulo si su voluntad está viciada. Pero si se ha otorgado en ejercicio de
facultades previamente determinadas por el representado es nulo solo si estuvo viciada la voluntad de este.
El representado de mala fe no puede aprovecharse de la ignorancia o buena fe del representante.

Los actos jurídicos pueden ser declarados nulos cuando hay vicios en la voluntad, que deben darse en la del representante. No tendrá
lugar la nulidad de actos si los hizo en cumplimiento de las facultades que le otorgó el representado, salvo que su voluntad haya estado
viciada.
Art. 366°. Actuación en ejercicio del poder. Cuando un representante actúa dentro del marco de su poder, sus actos obligan
directamente al representado y a los terceros. El representante no queda obligado para con los terceros, excepto que haya garantizado
de algún modo el negocio. Si la voluntad de obrar en nombre de otro no aparece claramente, se entiende que ha procedido en nombre
propio. (El representante no tiene responsabilidad alguna salvo que se obligue en forma de garantía.)

Unidad 16: Actos jurídicos (continuación). Forma y prueba de los actos jurídicos.
1) Prueba de los hechos y actos jurídicos. Concepto y necesidad. Distinción y relación entre la forma y la prueba. Nociones
generales sobre carga de la prueba, sistemas de valoración de la prueba y medios de prueba. Legislación aplicable.
Concepto y necesidad. Distinción y relación entre la forma y la prueba. Mientras la forma es el elemento externo del acto jurídico,
la prueba es el medio no necesariamente instrumental por el cual se demuestra la verdad del hecho de haberse efectuado dicho acto
jurídico.
Forma y prueba son dos conceptos diferentes que suelen confundirse en algunas hipótesis. Cuando alguna norma exige la
instrumentación por escrito, es posible interrogarse sobre si lo requiere como forma del acto (sin la cual no le reconoce validez) o si lo
exige como prueba, es decir, para demostrar su vigencia. Debe entenderse por prueba el conjunto de elementos mediante los que
pueda demostrarse la existencia y contenido del acto, o, si se quiere el conjunto de medios que se emplean en un proceso para
demostrar al juez los hechos invocados. La función de la prueba es la de representar al intelecto y sentidos del juez la existencia de un
acto pretérito. Ese acto jurídico fue tal, es decir, logró su existencia mediante una forma; para mantener su vigencia, en caso de ser
controvertida, es necesaria la prueba. La actividad probatoria importa trasladar al acto en el tiempo, del momento de su celebración al
de su invocación. Forma y prueba, sin embargo, en una primera aproximación, pueden llegar a confundirse. Esto ocurre con la forma
instrumental cuando el sistema jurídico exige para la validez del acto una forma determinada. En tal supuesto, esa forma es necesaria
para la validez del acto y también, para su prueba.
La prueba puede ser externa al acto (ejemplo de esto último, la prueba confesional). La forma es contemporánea al acto, mientras que
la prueba puede o no ser coetánea. No lo es la prueba de testigos, puesto que se produce u obtiene con posterioridad al acto que se
pretende probar. La prueba coetánea se denomina "preconstituida". Como quedó dicho anteriormente, no puede existir acto jurídico
sin forma esencial, aunque no sea determinada, pero sí sin prueba. Ambos son conceptos independientes. De la misma manera, pueden
existir actos jurídicos que efectivamente hayan existido, pero que no hayan podido ser probados, en cuyo caso si de ellos nacen
obligaciones, éstas se transforman en naturales. La forma sólo es exigencia de los negocios jurídicos, mientras que la prueba puede
serlo de la concurrencia de meros hechos jurídicos (v.gr., tener que demostrar que granizó en tal lugar para poder reclamar el pago de
un seguro).
La forma puede ser exigida por el sistema jurídico para la validez del negocio jurídico, por lo que en caso de no concurrir puede
decretarse su nulidad, o para preconstituir su prueba, facilitándola. En el primer caso, la forma es solemne, o ad solemnitatem,
mientras que en el segundo supuesto, sólo es requerida ad probationem. Si la forma fue establecida ad solemnitatem y no se cumplió
con la misma, se afecta la validez del acto y es susceptible de nulidad. Si, por el contrario, el requisito formal sólo fue ad probationem,
aunque no se haya cumplido con el mismo, el negocio es válido y la falta del elemento probatorio puede suplirse por cualquier otro
medio de prueba.

Nociones generales sobre carga de la prueba, sistemas de valoración de la prueba y medios de prueba. Legislación aplicable.
Código Procesal Civil y Comercial de la Nación.
Carga de la prueba. Art. 377°. Incumbirá la carga de la prueba a la parte que afirme la existencia de un hecho controvertido o de un
precepto jurídico que el juez o el tribunal no tenga el deber de conocer.
Cada una de las partes deberá probar el presupuesto de hecho de la norma o normas que invocare como fundamento de su pretensión,
defensa o excepción.
Si la ley extranjera invocada por alguna de las partes no hubiere sido probada, el juez podrá investigar su existencia, y aplicarla a la
relación jurídica materia del litigio.

Medios de prueba. Art. 378°. La prueba deberá producirse por los medios previstos expresamente por la ley y por los que el juez
disponga, a pedido de parte o de oficio, siempre que no afecten la moral, la libertad personal de los litigantes o de terceros, o no estén
expresamente prohibidos para el caso.
Los medios de prueba no previstos se diligenciarán aplicando por analogía las disposiciones de los que sean semejantes o, en su
defecto, en la forma que establezca el juez.
Valoración de la prueba. Art. 386°. Salvo disposición legal en contrario, los jueces formarán su convicción respecto de la prueba, de
conformidad con las reglas de la sana crítica. No tendrán el deber de expresar en la sentencia la valoración de todas las pruebas
producidas, sino únicamente de las que fueren esenciales y decisivas para el fallo de la causa.

2) Forma esencial y forma impuesta. Evolución y principio de libertad de formas. Métodos de publicidad de los actos jurídicos.
Vinculación con la forma y la prueba. Medios principales.
Forma esencial y forma impuesta. Forma esencial es aquella que necesariamente debe concurrir en todo acto jurídico para que sea
tal. De lo contrario, aun existiendo la voluntad, al no llegar a manifestarse, y por tanto, no poder ser conocida por terceros, queda en el
ámbito privado —quizás pueda decirse "psicológico"— del sujeto, y no llega a trascender a la sociedad, por lo que resulta irrelevante
para el derecho. También, como sostuviéramos, al ser requisito imprescindible para la existencia de cualquier acto jurídico, que la
voluntad se manifieste en forma de gestos o hechos inequívocos, verbalmente o en forma escrita, este concepto de forma "esencial" no
es apto para clasificar a los actos jurídicos, puesto que concurre en todos.
Otra cosa es la forma legal, o más propiamente, forma impuesta, que es el conjunto de las prescripciones de la ley, respecto de las
solemnidades que deben observarse al tiempo de la formación del acto jurídico. Tales son la escritura del acto, la presencia de testigos,
que el acto sea hecho por escribano público, o por un oficial público, o con el concurso del juez del lugar.

Evolución y principio de libertad de formas. El derecho privado solo por excepción regula alguna forma en particular para la
validez de determinado acto jurídico. Es decir, que la regla es que los actos jurídicos en derecho privado pueden efectuarse mediante
cualquier forma. Conceptualmente la exigencia de una forma determinada es una excepción, pero en la práctica las excepciones son
múltiples.

Art. 284°. Libertad de formas. Si la ley no designa una forma determinada para la exteriorización de la voluntad, las partes pueden
utilizar la que estimen conveniente. Las partes pueden convenir una forma más exigente que la impuesta por la ley.

Métodos de publicidad de los actos jurídicos. Vinculación con la forma y la prueba.

Medios principales. Documental, testimonial, confesional, pericial, informes, inspección ocular.

3) Expresión escrita. Art. 286°. Expresión escrita. La expresión escrita puede tener lugar por instrumentos públicos, o por
instrumentos particulares firmados o no firmados, excepto en los casos en que determinada instrumentación sea impuesta. Puede
hacerse en cualquier soporte, siempre que su contenido sea representado con texto inteligible, aunque su lectura exija medios técnicos.

Instrumentos públicos.
1. Concepto. Requisitos de validez. La intervención del oficial público. Requisitos legales.
Concepto. El instrumento es todo documento destinado a dar validez o probar un hecho o acto jurídico. La forma más empleada para
la celebración de actos jurídicos es la forma escrita o instrumental, a la que puede recurrirse a través de instrumentos públicos o
privados. Los instrumentos públicos son aquellos otorgados con las formalidades que la ley establece, en presencia de un oficial
público a quien la ley confiere la facultad de autorizarlo. Como se advierte, el instrumento público tiene una fuerza convictiva muy
particular. Ese poder de convicción se denomina "fe pública". Por cumplir con los recaudos formales comunes a todo instrumento
público se presume que el instrumento emana de un oficial público; a esto denominamos "autenticidad”. La exigencia de estos
recaudos formales va dirigida a verificar que emana de u n oficial público, puesto que la firma y el sello del funcionario son fácilmente
verificables y comparables con el dubitado. Y por considerarlo emanado de un funcionario público, se presume veraz su contenido.
Expresado de otra manera, el instrumento que reúne una apariencia regular, se supone emanado de un oficial público. Luego la
presunción se hace extensiva al contenido: supuesto que emana de un oficial público, se presume veraz.
La fe pública es concebida como un bien social porque es necesario para la seguridad jurídica que haya un instrumento que merezca
tal fe por sí mismo, sin necesidad de verificación posterior alguna.
El de "plena fe" es u n concepto vinculado a la fuerza probatoria del instrumento público. Relacionando ambos conceptos —fe pública
y plena fe— podemos afirmar que la fe pública se deposita en el instrumento que, por su uniformidad o formas regulares, se presume
otorgado por u n oficial público. Por necesidad social se presume veraz el contenido volcado al instrumento por el funcionario. Es
decir, se presume auténtico. Por serlo no es requerible otra prueba para tener por verificada la realidad de su contenido. Por lo tanto, el
instrumento público hace "plena fe" por sí mismo.

Presunción de autenticidad. Cuando un instrumento público aparece como regular en cuanto a sus formas, se presume auténtico. Por
esto es que los instrumentos públicos prueban por sí mismos, es decir, que acreditan sin necesidad de recurrirse posteriormente a
ningún otro medio probatorio. Como ya se ha indicado, la regularidad de formas hace presumir que fue autorizado por el oficial
público que lo suscribe, y que, por tanto, es auténtico. Pero esa autenticidad no es referida al contenido del instrumento, sino a su
paternidad, vale decir, a quien debe imputarse.
Con respecto a su contenido, se hace plena fe frente a todos los hombres (erga omnes). Cualquiera que pretenda descalificar el
contenido de alguna de estas cláusulas deberá redargüido de falsedad en sede civil o penal. Lo mismo puede de las enunciaciones
directas y las manifestaciones de las partes, aunque aquí para desconocer este tipo de cláusula no es necesario redargüir de falsedad el
instrumento, pudiendo ser desvirtuado su contenido por simple prueba en contrario. Por el contrario, las meras enunciaciones de las
partes no sólo no hacen plena fe, sino que únicamente podrían llegar a servir como principio de prueba por escrito esgrimible contra su
autor por las otras partes asistentes al acto y por los terceros. Como se advierte, sólo en los supuestos de hechos pasados ante el oficial
público o cumplidos por este, es necesario redargüir de falsedad para recién entonces privar de su fuerza probatoria al instrumento
público en ese aspecto de su contenido.

Requisitos de validez. Art. 290°: Requisitos del instrumento público. Son requisitos de validez del instrumento público:
a) La actuación del oficial público en los límites de sus atribuciones y de su competencia territorial, excepto que el lugar sea
generalmente tenido como comprendido en ella;
b) Las firmas del oficial público, de las partes, y en su caso, de sus representantes; si alguno de ellos no firma por sí mismo o a
ruego, el instrumento carece de validez para todos.

Se impone para la validez del instrumento público que el funcionario actúe en el ámbito de su competencia material y territorial.
Además se impone las firmas del oficial público y de las partes.
 Requisitos objetivos. Del instrumento mismo. Todos requieren la firma de las partes, del oficial público y, de ser necesario,
de los testigos. La intervención del oficial público es esencial para que revista carácter de público, por lo que la ausencia de
su firma importaría la nulidad absoluta del acto.
 Requisitos subjetivos. Del oficial público. Son la compatibilidad, la competencia funcional y la territorial.
- Art. 291°. Prohibiciones. Es de ningún valor el instrumento autorizado por un funcionario público en asunto en que él, su
cónyuge, su conviviente, o un pariente suyo dentro del cuarto grado o segundo de afinidad, sean personalmente interesados.

Art. 292°. Presupuestos. Es presupuesto para la validez del instrumento que el oficial público se encuentre efectivamente en funciones.
Sin embargo, son válidos los actos instrumentados y autorizados por él antes de la notificación de la suspensión o cesación de sus
funciones hechos conforme a la ley o reglamento que regula la función de que se trata.
Dentro de los límites de la buena fe, la falta de los requisitos necesarios para su nombramiento e investidura no afecta al acto ni al
instrumento si la persona interviniente ejerce efectivamente un cargo existente y actúa bajo la apariencia de legitimidad del título.

2. Enumeración legal de los instrumentos públicos. Su carácter. Art. 289°. Enunciación. Son instrumentos públicos:
a) Las escrituras públicas y sus copias o testimonios;
b) Los instrumentos que extienden los escribanos o los funcionarios públicos con los requisitos que establecen las leyes;
c) Los títulos emitidos por el Estado nacional, provincial o la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, conforme a las leyes que
autorizan su emisión.

3. Fuerza probatoria del instrumento público considerado en sí mismo y en cuanto a su contenido: hechos pasados ante el
oficial público, cláusulas dispositivas y enunciativas. Impugnabilidad.
Art. 293°. Competencia. Los instrumentos públicos extendidos de acuerdo con lo que establece este Código gozan de entera fe y
producen idénticos efectos en todo el territorio de la República, cualquiera sea la jurisdicción donde se hayan otorgado.

Se consagra la autenticidad externa del instrumento público, generando sus efectos propios por su mera exhibición. El emanar de un
oficial público lo hace gozar de una presunción de certeza sin requerir ningún recaudo adicional.
La fuente de este artículo es el 7° de la CN, que establece: “Los actos públicos y procedimientos judiciales de una provincia gozar de
entera fe en las demás, y el Congreso puede por leyes generales determinar cuál será la forma probatoria de estos actos y
procedimientos, y los efectos legales que producirán”.

Art. 294°. Defectos de forma. Carece de validez el instrumento público que tenga enmiendas, agregados, borraduras, entrelíneas y
alteraciones en partes esenciales, si no están salvadas antes de las firmas requeridas.
El instrumento que no tenga la forma debida vale como instrumento privado si está firmado por las partes.
Art. 296°. Eficacia probatoria. El instrumento público hace plena fe:
a) En cuanto a que se ha realizado el acto, la fecha, el lugar y los hechos que el oficial público enuncia como cumplidos por él o
ante él hasta que sea declarado falso en juicio civil o criminal;
b) En cuanto al contenido de las declaraciones sobre convenciones, disposiciones, pagos, reconocimientos y enunciaciones de
hechos directamente relacionados con el objeto principal del acto instrumentado, hasta que se produzca prueba en contrario.

El artículo establece el efecto distintivo del instrumento público: hace plena fe. Sin embargo, se distinguen los efectos probatorios del
instrumento público según se trate de hechos auténticos o manifestaciones de las partes.
 Cláusulas esenciales - Hechos auténticos. Aquellos que el oficial ha realizado en forma personal o que se han cumplido en
su presencia. Se trata de una declaración de verdad del autor a la que, dada la facultad que ha sido conferida a este, el Estado
imprime fe pública. El instrumento hará plena fe hasta que sea declarado falso en juicio civil o criminal a través de una
querella de falsedad que le privará de valor probatorio.

 Declaraciones de las partes. Los sujetos efectúan declaraciones que el oficial público redacta.
- Cláusulas dispositivas. Son las configurativas del acto (el compareciente expresa que otorga poder, vende, adquiere, etc.).
Si bien el oficial es el autor del documento que habrá que configurar, se limita a volcar lo que las partes han expresado. Lo
único que goza de fe pública es el hecho de que manifestaron tal cosa, pero no el contenido de tales dichos. La plena fe se
extenderá hasta que exista prueba en contrario. Las partes solo pueden demostrar la falta de veracidad de las declaraciones
formuladas mediante un contradocumento, mientras que los terceros pueden recurrir a todo tipo de pruebas.
 Art. 298°. Contradocumento. El contradocumento particular que altera lo expresado en un instrumento público
puede invocarse por las partes, pero es inoponible respecto de terceros interesados de buena fe.

- Cláusulas enunciativas. Se refieren a manifestaciones de las partes, accesorias o superfluas, que podrían omitirse o
suprimirse sin que se alterase el objeto del acto. Lo dispositivo del acto es lo que constituye el objeto principal perseguido
por las partes, de manera que no podría suprimirse sin modificar lo contenido, mientras que lo enunciativo son
manifestaciones incidentales cuya prescindencia deja intacto el objeto principal del acto instrumentado.
 Directas. Relación directa con el objeto principal del acto.
 Indirectas. Lejana o nula vinculación con el objeto del acto.

4. Escrituras públicas. Nociones generales. Art. 299°. Escritura pública. Definición. La escritura pública es el instrumento matriz
extendido en el protocolo de un escribano público o de otro funcionario autorizado para ejercer las mismas funciones, que contienen
uno o más actos jurídicos. La copia o testimonio de las escrituras públicas que expiden los escribanos es instrumento público y hace
plena fe como la escritura matriz. Si hay alguna variación entre esta y la copia o testimonio, se debe estar al contenido de la escritura
matriz.

La fe pública es delegada por el Estado a diversos órganos, existiendo fe pública judicial (secretario de un juzgado al labrar acta de
una audiencia), administrativa (oficiales públicos del Registro Civil) y notarial. Dentro del ámbito de su competencia material y
territorial extenderán diferentes documentos notariales.
Los documentos pueden ser originales o reproducciones. El documento original por excelencia es la escritura pública, que debe ser
extendida por escribano público o por otro funcionario con facultades similares (funcionarios consulares) según las solemnidades
legales y debe ser consecuencia de un requerimiento de parte (el escribano no puede actuar de oficio).
La escritura pública es el instrumento que se genera como resultado directo de la actuación del escribano, que recoge con fe pública
originaria los hechos autenticados que han sido percibidos sensorialmente por él y narrados en forma coetánea. Integra, como
condición de validez, el protocolo notarial, el que se mantendrá en poder del escribano del escribano o en los archivos en
cumplimiento de la función de conservación. Esto permitirá expedir reproducciones del documento.

Art. 300°. Protocolo. El protocolo se forma con los folios habilitados para el uso de cada registro, numerados correlativamente en cada
año calendario, y con los documentos que se incorporan por exigencia legal o a requerimiento de las partes del acto. Corresponde a la
ley local reglamentar lo relativo a las características de los folios, su expedición, así como los demás recaudos relativos al protocolo,
forma y modo de su colección en volúmenes o legajos, su conservación y archivo.

Art. 301°. Requisitos. El escribano debe recibir por sí mismo las declaraciones de los comparecientes, sean las partes, sus
representantes, testigos y otros intervinientes. Debe calificar los presupuestos y elementos del acto, y configurarlo técnicamente. Las
escrituras públicas, que deben extenderse en un único acto, pueden ser manuscritas o mecanografiadas, pudiendo utilizarse
mecanismos electrónicos de procesamiento de textos, siempre que en definitiva la redacción resulte estampada en el soporte exigido
por las reglamentaciones, con caracteres fácilmente legibles. En los casos de pluralidad de otorgantes en los que no haya entrega de
dinero, valores o cosas en presencia del notario, los interesados pueden subscribir la escritura en distintas horas del mismo día de su
otorgamiento. Este procedimiento puede utilizarse siempre que no se modifique el texto definitivo al tiempo de la primera firma.

Art. 305°. Contenido. La escritura debe contener:


a) Lugar y fecha de su otorgamiento; si cualquiera de las partes lo requiere o el escribano lo considera conveniente, la hora en la
que se firma el instrumento;
b) Los nombres, apellidos, documento de identidad, domicilio real y especial si lo hubiera, fecha de nacimiento y estado de
familia de los otorgantes; si se trata de personas casadas, se debe consignar también si lo son en primeras o posteriores
nupcias y el nombre del cónyuge, si resulta relevante en atención a la naturaleza del acto; si el otorgante es una persona
jurídica, se debe dejar constancia de su denominación completa, domicilio social y datos de inscripción de su constitución si
corresponde;
c) La naturaleza del acto y la individualización de los bienes que constituyen su objeto;
d) La constancia instrumental de la lectura que el escribano debe hacer en el acto de otorgamiento de la escritura;
e) Las enmiendas, testados, borraduras, entrelíneas, y otras modificaciones efectuadas al instrumento en partes esenciales, que
deben ser realizadas de puño y letra del escribano y antes de la firma;
f) La firma de los otorgantes, del escribano y de los testigos si los hubiera; si alguno de los otorgantes no sabe o no puede
firmar, debe hacerlo en su nombre otra persona; debe hacerse constar la manifestación sobre la causa del impedimento y la
impresión digital del otorgante.

4) Instrumentos particulares y privados.


1. Concepto. Formalidades. Requisitos. La firma: firma a ruego, impresión digital. Firma electrónica. Firma en blanco.
Concepto. Art. 287°. Instrumentos privados y particulares no firmados. Los instrumentos particulares pueden estar firmados o no. Si
lo están, se llaman instrumentos privados.
Si no lo están, se los denomina instrumentos particulares no firmados; esta categoría comprende todo escrito no firmado, entre otros,
los impresos, los registros visuales o auditivos de cosas o hechos y, cualquiera sea el medio empleado, los registros de la palabra y de
información.

El artículo define la categoría de instrumentos particulares (otorgados por las partes por sí mismas), que pueden ser instrumentos
privados (firmados) y los particulares no firmados. Los instrumentos privados son documentos firmados por las partes sin intervención
de oficial público alguno. Los particulares no firmados sirven como principio de prueba por escrito.

Características.
 No interviene un oficial público.
 Por regla no hay formalidades que deban cumplir.
 Carecen de valor probatorio.

Art. 284°. Libertad de formas. Si la ley no designa una forma determinada para la exteriorización de la voluntad, las partes pueden
utilizar la que estimen conveniente.
Las partes pueden convenir una forma más exigente que la impuesta por la ley.
El viejo Art. 1020 CC: Para los actos bajo firma privada no hay forma alguna especial. Las partes pueden formarlos en el idioma y con
las formalidades que juzguen más convenientes

Art. 288°. Firma. La firma prueba la autoría de la declaración de voluntad expresada en el texto al cual corresponde. Debe consistir en
el nombre del firmante o en un signo.
En los instrumentos generados por medios electrónicos, el requisito de la firma de una persona queda satisfecho si se utiliza una firma
digital, que asegure indubitablemente la autoría e integridad del instrumento.

Formalidades. Requisitos. El requisito de validez del instrumento privado como tal es la firma de las partes. En principio, el
instrumento privado no hace plena fe de su contenido. Sin embargo, entre las partes sí hace plena fe en el caso de que se produzca el
reconocimiento de las firmas.
Los instrumentos privados no están sometidos a formalidades especiales. Existe un amplio campo de expansión del principio de
libertad de forma. Sin embargo, no es absoluto.
 Firma. Es el único requisito de forma común a todos los instrumentos privados, siendo el trazo peculiar mediante el cual el
sujeto consigna habitualmente a fin de hacer constar las manifestaciones de su voluntad.

La firma: firma a ruego, impresión digital. Firma electrónica. Firma en blanco.


Firma. Art. 288°. Firma. La firma prueba la autoría de la declaración de voluntad expresada en el texto al cual corresponde. Debe
consistir en el nombre del firmante o en un signo.
En los instrumentos generados por medios electrónicos, el requisito de la firma de una persona queda satisfecho si se utiliza una firma
digital, que asegure indubitablemente la autoría e integridad del instrumento.

La firma consiste en un trazo que una persona escribe de una manera particular y exclusiva con la finalidad de rubricar los documentos
que otorga. Tal signo colocado debajo de un texto hace presumir que la declaración de voluntad que resulta del mismo es de su
autoría, exteriorizando lo consentido y transformándolo en jurídico exigible. La jurisprudencia consideró como firma a los signos
utilizados con habitualidad aun cuando no contuvieran el nombre y apellido de su autor.
Mientras el universo de los documentos se limitaba a los emitidos en soporte papel, la firma ológrafa era el único medio para vincular
un documento con su autor. Ahora es posible utilizar otros medios, recurriéndose a la firma digital cuando la firma ológrafa no sea
factible. La ley equipara los efectos de la firma digital a los de la firma manuscrita y agrega integridad al contenido del documento.

Art. 313°. Firma de los instrumentos privados. Si alguno de los firmantes de un instrumento privado no sabe o no puede firmar, puede
dejarse constancia de la impresión digital o mediante la presencia de dos testigos que deben suscribir también el instrumento. (Se
limitan los efectos del documento signado por impresión digital, atribuyéndole el carácter de principio de prueba por escrito)

Art. 316°. Enmiendas. Las raspaduras, enmiendas o entrelíneas que afectan partes esenciales del acto instrumentado deben ser
salvadas con la firma de las partes. De no hacerse así, el juez debe determinar en qué medida el defecto excluye o reduce la fuerza
probatoria del instrumento.

Firma a ruego. Los documentos firmados a ruego son los que aparecen suscriptos por un extraño a pedido del interesado. Desde que
el documento firmado a ruego contiene la forma de quien tácitamente actúa como mandatario del interesado no puede dudarse la
validez del instrumento. Sin embargo, el valor probatorio del mismo dependerá de la prueba del mandato.

Impresión digital. Art. 314°. (…) El documento signado con la impresión digital vale como principio de prueba por escrito y puede
ser impugnado en su contenido.

Firma electrónica. Conjunto de datos electrónicos integrados, ligados o asociados de manera lógica a otros datos electrónicos,
utilizado por el signatario como su medio de identificación, que carezca de alguno de los requisitos legales para ser considerada firma
digital.
Art. 1º. Objeto. Se reconoce el empleo de la firma electrónica y de la firma digital y su eficacia jurídica en las condiciones que
establece la presente ley.

Art. 2º. Firma Digital. Se entiende por firma digital al resultado de aplicar a un documento digital un procedimiento matemático que
requiere información de exclusivo conocimiento del firmante, encontrándose ésta bajo su absoluto control. La firma digital debe ser
susceptible de verificación por terceras partes, tal que dicha verificación simultáneamente permita identificar al firmante y detectar
cualquier alteración del documento digital posterior a su firma.

Art. 3º. Del requerimiento de firma. Cuando la ley requiera una firma manuscrita, esa exigencia también queda satisfecha por una
firma digital. Este principio es aplicable a los casos en que la ley establece la obligación de firmar o prescribe consecuencias para su
ausencia.

Art. 4º. Exclusiones. Las disposiciones de esta ley no son aplicables:


a) A las disposiciones por causa de muerte;
b) A los actos jurídicos del derecho de familia;
c) A los actos personalísimos en general;
d) A los actos que deban ser instrumentados bajo exigencias o formalidades incompatibles con la utilización de la firma digital, ya sea
como consecuencia de disposiciones legales o acuerdo de partes.

Firma en blanco. Art. 315°. Documento firmado en blanco. El firmante de un documento en blanco puede impugnar su contenido
mediante la prueba de que no responde a sus instrucciones, pero no puede valerse para ello de testigos si no existe principio de prueba
por escrito. El desconocimiento del firmante no debe afectar a terceros de buena fe.
Cuando el documento firmado en blanco es sustraído contra la voluntad de la persona que lo guarda, esas circunstancias pueden
probarse por cualquier medio. En tal caso, el contenido del instrumento no puede oponerse al firmante excepto por los terceros que
acrediten su buena fue si han adquirido derechos a título oneroso en base al instrumento.

El documento firmado en blanco es válido, ya que se presume que quien lo firmó confirió representación a otro para llenar su
contenido. Caso contrario, puede ser impugnado. El desconocimiento no puede afectar a terceros. El documento no surtirá efectos
salvo los derechos de terceros de buena fe y a título oneroso.
Para que se produzcan los efectos propios de la representación es necesario que el representante actúe dentro de sus facultades. El
Código limita las posibilidades del firmante de probar que no se han seguido sus indicaciones, ya que no podrá hacerlo por testigos
salvo que existiese un principio de prueba por escrito. La impugnación que se realice nunca perjudicará derechos de terceros de buena
fe, por lo que respecto a estos el firmante del documento debe respetarlo.
Cuando hay sustracción del documento en blanco, no se puede hablar de un supuesto de otorgamiento de representación pues no existe
el acto voluntario que permita inferirla. De esta manera, se permite que el firmante pruebe por cualquier medio el hecho de la
sustracción. Quien ostente el documento en su poder no podrá ejercerlo, salvo que se trate de terceros que hubieran adquirido derechos
a título oneroso.
La representación cesa con la muerte del firmante.

2. Instrumentos particulares no firmados. El documento electrónico. Los instrumentos particulares no firmados sirven como
principio de prueba por escrito. Se entiende por documento digital a la representación digital de actos o hechos, con independencia del
soporte utilizado para su fijación, almacenamiento o archivo. Un documento digital también satisface el requerimiento de escritura.

Art. 287°. Instrumentos privados y particulares no firmados. Los instrumentos particulares pueden estar firmados o no. Si lo están, se
llaman instrumentos privados.
Si no lo están, se los denomina instrumentos particulares no firmados; esta categoría comprende todo escrito no firmado, entre otros,
los impresos, los registros visuales o auditivos de cosas o hechos y, cualquiera que sea el medio empleado, los registros de la palabra y
de información.

Determinados documentos carentes de firma, si bien no revisten el carácter de instrumentos, son medios de prueba cuyos efectos
deben ser valorados en sede judicial. Se reconoce expresamente la categoría de los instrumentos particulares, comprensiva de los que
están firmados (instrumentos privados) y de los instrumentos particulares no firmados.

Art. 319°. Valor probatorio. El valor probatorio de los instrumentos particulares debe ser apreciado por el juez ponderando, entre otras
pautas, la congruencia entre lo sucedido y lo narrado, la precisión y claridad técnica del texto, los usos y prácticas del tráfico, las
relaciones precedentes y la confiabilidad de los soportes utilizados y de los procedimientos técnicos que se apliquen.

Cuando se trata de un acto realizado por instrumento público, el valor probatorio es sumamente amplio, ya que hacen plena fe de su
contenido. Respecto de los instrumentos privados (particulares firmados), hacen plena fe entre las partes siempre que se hayan
reconocido las firmas, ya sea en forma espontánea o forzosa. Respecto de los terceros, surtirán efecto en cuanto a la fecha cuando se
haya atribuido al instrumento fecha cierta.
La categoría de instrumentos particulares no firmados incluye los documentos electrónicos, definidos como toda representación en
forma electrónica de un hecho jurídicamente relevante susceptible de ser recuperado en forma humanamente comprensible. Cuando
se trate de un documento electrónico que se firme mediante la aplicación de firma digital será considerado instrumento privado, por
cuanto la firma digital surte los mismos efectos que la ológrafa.

3. Fuerza probatoria del instrumento privado. Reconocimiento de firma. Fecha cierta.


Art. 314°. Reconocimiento de la firma. Todo aquel contra quien se presente un instrumento cuya firma se le atribuye debe manifestar
si esta le pertenece. Los herederos pueden limitarse a manifestar que ignoran si la firma es o no de su causante. La autenticidad de la
firma puede probarse por cualquier medio.
El reconocimiento de la firma importa el reconocimiento del cuerpo del instrumento privado. El instrumento privado reconocido, o
declarado auténtico por sentencia, o cuya firma está certificada por escribano, no puede ser impugnado por quienes lo hayan
reconocido, excepto por vicios en el acto de reconocimiento. La prueba resultante es indivisible. El documento signado con la
impresión digital vale como principio de prueba por escrito y puede ser impugnado en su contenido.

El instrumento privado carece de fe pública, por lo que es necesario generar un procedimiento que permita probar su autenticidad, a
través del deber legal de reconocer la firma. Si el firmante no lo hace, su silencio permitirá atribuirle la autoría. Si no hay
reconocimiento voluntario ni tácito se recurrirá a la prueba pericial.
Así como los instrumentos públicos gozan de una presunción de autenticidad, los privados carecen de ella, por lo que es necesario
generar un procedimiento que permita atribuir a los sujetos su autoría. Una vez reconocida la firma, el instrumento cobra para las
partes similar fuerza probatoria que los instrumentos públicos, por lo que no podrá ser impugnado por quienes lo hayan reconocido o a
quienes se haya atribuido la firma por sentencia judicial.
El reconocimiento de la firma puede ser:
 Espontáneo. Manifestación expresa de voluntad del firmante o mediante el ejercicio de los derechos que emanan del
documento. Debe ser otorgado por persona capaz.
 Provocado. En sede judicial por intimación. Si el citado concurre a reconocer firma, debe hacerlo en forma personal.
Si no responde al requerimiento, su silencio permitirá atribuirle la autoría del documento.
 Forzoso. En caso de que la firma fuese negada por la persona a quien se atribuye, se debe recurrir a la prueba por
peritos. Como consecuencia de este proceso se dictará la sentencia que lo declare auténtico, lo que implicará el
reconocimiento forzoso.

Fecha cierta. Art. 317°. Fecha cierta. La eficacia probatoria de los instrumentos privados reconocidos se extiende a los terceros desde
su fecha cierta. Adquieren fecha cierta el día en que acontece un hecho del que resulta como consecuencia ineludible que el
documento ya estaba firmado o no pudo ser firmado después. La prueba puede producirse por cualquier medio, y debe ser apreciada
rigurosamente por el juez.

En materia de instrumentos particulares, se considera que la eficacia probatoria comienza con la fecha cierta, que es aquella que otorga
certeza de que el instrumento privado ya estaba firmado al momento de su producción, o no pudo ser firmado después de su
acaecimiento.
El valor probatorio de los instrumentos privados solo se extiende a los terceros a partir del momento en el que adquieren fecha cierta,
pues con anterioridad les son inoponibles.

5) Generalidades sobre contabilidad y estados contables. Art. 320°. Obligados. Excepciones. Están obligadas a llevar contabilidad
todas las personas jurídicas privadas y quienes realizan una actividad económica organizada o son titulares de una empresa o
establecimiento comercial, industrial, agropecuario o de servicios. Cualquier otra persona puede llevar contabilidad si solicita su
inscripción y la habilitación de sus registros o la rubricación de los libros, como se establece en esta misma Sección.
Sin perjuicio de lo establecido en leyes especiales, quedan excluidas de las obligaciones previstas en esta Sección las personas
humanas que desarrollan profesiones liberales o actividades agropecuarias y conexas no ejecutadas u organizadas en forma de
empresa. Se consideran conexas las actividades dirigidas a la transformación o a la enajenación de productos agropecuarios cuando
están comprendidas en el ejercicio normal de sus actividades. También pueden ser eximidas de llevar contabilidad las actividades que,
por el volumen de su giro, resulta inconveniente sujetar a tales deberes según determine cada jurisdicción local.

Art. 321°. Modo de llevar la contabilidad. La contabilidad debe ser llevada sobre una base uniforme de la que resulte un cuadro
verídico de las actividades y de los actos que deben registrarse, de modo que se permita la individualización de las operaciones y las
correspondientes cuentas acreedoras y deudoras. Los asientos deben respaldarse con la documentación respectiva, todo lo cual debe
archivarse en forma metódica y que permita su localización y consulta.

Art. 326°. Estados contables. Al cierre del ejercicio quien lleva contabilidad obligada o voluntaria debe confeccionar sus estados
contables, que comprenden como mínimo un estado de situación patrimonial y un estado de resultados que deben asentarse en el
registro de inventarios y balances.

Art. 330°. Eficacia probatoria. La contabilidad, obligada o voluntaria, llevada en la forma y con los requisitos prescritos, debe ser
admitida en juicio, como medio de prueba.
Sus registros prueban contra quien la lleva o sus sucesores, aunque no estuvieran en forma, sin admitírseles prueba en contrario. El
adversario no puede aceptar los asientos que le son favorables y desechar los que le perjudican, sino que habiendo adoptado este
medio de prueba, debe estarse a las resueltas combinadas que presenten todos los registros relativos al punto cuestionado.
La contabilidad, obligada o voluntaria, prueba en favor de quien la lleva, cuando en litigio contra otro sujeto que tiene contabilidad,
obligada o voluntaria, este no presenta registros contrarios incorporados en una contabilidad regular.
Sin embargo, el juez tiene en tal caso la facultad de apreciar esa prueba, y de exigir, si lo considera necesario, otra supletoria.
Cuando resulta prueba contradictoria de los registros de las partes que litigan y unos y otros se hallan con todas las formalidades
necesarias y sin vicio aluno, el juez debe prescindir de este medio de prueba y proceder por los méritos de las demás probanzas que se
presentan.
Si se trata de litigio contra quien no está obligado a llevar contabilidad, ni la lleva voluntariamente, esta solo sirve como principio de
prueba de acuerdo con las circunstancias del caso. La prueba que resulta de la contabilidad es indivisible.
Unidad 17: Vicios de los actos voluntarios.
1) Vicios de los actos voluntarios. Consecuencias. Se denominan vicios de los actos jurídicos a ciertos defectos congénitos de ellos,
susceptibles de producir la invalidez de los mismos. Los vicios sustanciales se producen cuando sus agentes no los hayan practicado
con intención o libertad, o cuando no los hayan celebrado de buena fe. Los vicios consistentes en la falta de intención son el error y el
dolo, y el que incide en la falta de libertad es la violencia. Los que radican en la falta de buena fe son la simulación y el fraude.
Entre los vicios sustanciales podemos encontrar:

 Vicios de la voluntad. Inciden en el discernimiento, la intención o la libertad.


- Discernimiento. No hay vicios, sino falta de discernimiento por circunstancias inherentes al sujeto.
- Intención. Los vicios de la intención son el error y el dolo.
- Libertad. Violencia, tanto física como moral.

 Vicios propios de los actos jurídicos. Abarca defectos de buena fe que pudiesen presentar los actos jurídicos.
- Lesión;
- Simulación;
- Fraude.

Mientras los vicios de la voluntad afectan a todos los hechos voluntarios, los vicios de la buena fe solo pueden concurrir en los actos
jurídicos, por lo que se los denomina “vicios propios de los actos jurídicos”. Los vicios de la voluntad son los defectos en la formación
del consentimiento por que se vio afectado alguno de los elementos internos. De esta manera, se podría decir que en los vicios de los
actos voluntarios se configuran defectos en los elementos internos de la voluntad, mientras que en los vicios propios de los actos
jurídicos se producen defectos de buena fe.

2) Error. Concepto. Error de hecho y de derecho. Error de hecho. Clasificación. Requisitos para que se produzca la anulación
del acto. Error reconocible. Especies de error de hecho esencial previstas en el Código. Subsistencia del acto.
Error. Concepto. El error es el falso conocimiento que se tiene de una cosa, y la ignorancia es la ausencia de conocimiento. La ley
trata unitariamente el error y la ignorancia, como vicios de la voluntad que producen idénticas consecuencias jurídicas. Es el falso
conocimiento o la falsa representación que se tiene sobre la realidad de las cosas. Puede recaer sobre algún elemento de hecho,
contenido o presupuesto del acto, constituyéndose como error de hecho, o recaer sobre el alcance, la existencia o vigencia de las
normas jurídicas, donde se trata de un error de derecho.

Error de hecho y de derecho.


Error de hecho. Clasificación. Requisitos para que produzca la anulación del acto. Error reconocible. Art. 265°. Error de hecho.
El error de hecho esencial vicia la voluntad y causa la nulidad del acto. Si el acto es bilateral o unilateral recepticio, el error debe,
además, ser reconocible por el destinatario para causar la nulidad.

El error se clasifica en esencial y accidental.


 Error esencial. Refiere al elemento del acto que se ha tenido en mira al tiempo de su celebración. Existe error esencial que
vicia la voluntad de quien lo padece y, por ende, da lugar a la anulación del acto, si el error incide en la persona de la
contraparte o en la cualidad sustancial de la cosa que constituye el objeto del acto.
 Error accidental. Recae en las circunstancias accesorias o intrascendentes es inhábil para producir la invalidez del negocio y
se trata de un error accidental. No ejerce influencia alguna sobre la suerte del acto.
Para que cause la nulidad, el error debe ser esencial. Cuando el vicio afecta un acto bilateral o unilateral recepticio, debe ser
reconocible por el destinatario para declarar su invalidez.
Para que el error pueda ser jurídicamente relevante y causar la nulidad del acto es preciso que el falso conocimiento recaiga sobre
algún elemento de hecho, contenido o presupuesto de aquel, afectando el proceso de formación interna de la voluntad y siendo la
causa determinante del acto.

También puede ser espontáneo o provocado.


 Error espontáneo. Proviene de alguna de las partes del acto jurídico.
 Error provocado. Proviene de un tercero que intervino para que una de las parte caiga en error. Es decir, el DOLO.

Art. 266°. Error reconocible. El error es reconocible cuando el destinatario de la declaración lo pudo conocer según la naturaleza del
acto, las circunstancias de persona, tiempo y lugar.

Los actos jurídicos pueden ser declarados nulos cuando hay error de hecho, que debe ser esencial (incide en la persona de la
contraparte, o en la cualidad sustancial de la cosa que constituye el objeto del acto; recae sobre un elemento esencial del acto jurídico)
y reconocible. Este último requisito está destinado a proteger la confianza que el destinatario habitualmente deposita en la declaración
de voluntad que le es dirigida.
El error es reconocible cuando el destinatario de la declaración lo pudo conocer según la naturaleza del acto, las circunstancias de
persona, tiempo y lugar. Es decir, el error es reconocible cuando en relación a la naturaleza y circunstancias del negocio jurídico, el
destinatario, usando la normal diligencia, hubiera podido darse cuenta de él, aunque de hecho no se haya percatado, y tanto más si se
hubiera demostrado que conocía efectivamente el error del declarante. No es necesario que el destinatario de la declaración haya o no
reconocido el error, sino que basta que el error fuese objetivamente reconocible considerando la naturaleza del acto y las
circunstancias de tiempo y lugar. Todo esto en caso de que el acto sea bilateral o unilateral recepticio.
La reconocibilidad, como regla, no se presume y corre a cargo de quien invoca la nulidad del negocio la prueba del extremo.

Especies de error de hecho esencial previstas en el Código. Art. 267°. Supuestos de error esencial. El error de hecho es esencial
cuando recae sobre:
a) La naturaleza del acto;
b) Un bien o un hecho diverso o de distinta especie que el que se pretendió designar, o una calidad, extensión o suma diversa a
la querida;
c) La cualidad sustancial del bien que haya sido determinante de la voluntad jurídica según la apreciación común o las
circunstancias del caso;
d) Los motivos personales relevantes que hayan sido incorporados expresa o tácitamente;
e) La persona con la cual se celebró o a la cual se refiere el acto si ella fue determinante para su celebración.

Para que el error sea esencial y produzca la nulidad del acto, debe recaer sobre las cualidades sustanciales o bien sobre la persona si
esta fue la causa determinante. La enumeración no es taxativa. El error esencial consiste en un conjunto de razones determinantes
particulares a cada contratante en su origen, y hechas comunes en el acto, bien por declaración expresa o aceptación tácita.

 Error sobre la naturaleza del acto. Es el típico caso de cuando una persona cree que está prestando una casa, y la otra
persona cree que está recibiendo la donación de esa cada. En el Código viejo decía que yo tenía que saber que lo estaba
prestando. Ahora, la otra persona tendría que saber que se la estoy prestando.
 Objeto. Por ejemplo, cuando quiero comprar una casa. La inmobiliaria me muestra una casa en el Norte y otra en el Sur. Yo
quiero la del Sur, pero me venden la del Norte. La culpa la tiene la inmobiliaria, que tendría que saber por su profesión.
 Cualidad sustancial. Es la cualidad que haya sido determinante para la celebración del acto. (Por ejemplo, si quiero comprar
una camioneta para el campo: que sea 4x4)
 Causa fin. Incorpora la “causa motivo”. Por ejemplo, compro una casa pero lo que quiero es realizar ahí un jardín de infantes.
Si es ese el motivo lo tengo que declarar para que se tenga en cuenta.
 Error sobre la persona. Me caso con alguien que no es quien yo pensé (adicciones, sexualidad)

Art. 268°. Error de cálculo. El error de cálculo no da lugar a la nulidad del acto, sino solamente a su rectificación, excepto que sea
determinante del consentimiento.

Art. 270°. Error en la declaración. Las disposiciones de los artículos de este Capítulo son aplicables al error en la declaración de la
voluntad y en su transmisión.
El error en la declaración es una falsa representación por la cual la parte atribuye a la declaración o comportamiento propios un
significado distinto al que tiene objetivamente. Se trata en este caso de algo que el sujeto conoce y quiere, pero falla en la declaración
que traduce un significado distinto del que tiene objetivamente y que es aquello realmente querido al celebrar el negocio.
El error en la declaración puede manifestarse:
 Cuando la persona realiza una declaración en forma involuntaria o inconsciente.
 Cuando se emite una declaración que no refleja su efectiva voluntad. Es decir, la voluntad declarada no existe aun cuando
exista otra.
 El sujeto emplea deliberadamente expresiones, pero no conoce que tiene distintos significados, acepciones o que puede hacer
referencia a diferentes especies.
Si la parte que recibe la oferta es de buena fe en consideración a los términos utilizados en el acto, el negocio jurídico es válido tal
como resulta de las cantidades o calidades declaradas. La contraparte, en cambio, no podría aprovecharse de una declaración errónea
de la otra ni podría invocar error cuando surge manifiesto del propio acto en carácter irrazonable o extravagante de la oferta. En estos
casos, el error no da lugar a la anulación del contrato, sino a la rectificación del mismo.

Subsistencia del acto. Art. 269°. Subsistencia del acto. La parte que incurre en error no puede solicitar la nulidad del acto, si la otra
ofrece ejecutarlo con las modalidades y el contenido que aquella entendió celebrar. (Esto está fundado en el principio de conservación
de los actos jurídicos y el principio de buena fe.)

Error de Derecho. Aquel que recae sobre el alcance, la existencia o la vigencia de normas jurídicas. El error de derecho no puede ser
invocado para anular los actos, salvo excepciones:
Art. 8°. Principio de inexcusabilidad. La ignorancia de las leyes no sirve de excusa para su cumplimiento, si la excepción no está
autorizada por el ordenamiento jurídico.
Si se admitiese la invocación de la ignorancia de la ley para hacer una excepción de la aplicabilidad de ella se quebraría su
obligatoriedad y se desnaturalizaría su carácter normativo.

3) Dolo. Acepciones. El dolo como vicio de la voluntad. Clases y consecuencias. Dolo de un tercero. Requisitos para que se
produzca la anulación del acto. Otras consecuencias.
Dolo. Acepciones.
 Dolo como elemento del acto ilícito. En materia de actos ilícitos, el dolo designa la intención del agente de provocar el daño
que su hecho produce.
 Dolo obligacional. En lo relativo al cumplimiento de las obligaciones, el dolo designa la deliberada inejecución por parte del
deudor.
 Dolo como vicio de la voluntad. Maniobras engañosas empleadas por una de las partes que vician la voluntad de otra en la
celebración del acto jurídico.

El dolo como vicio de la voluntad. Art. 271°. Acción y omisión dolosa. Acción dolosa es toda aserción de lo falso o disimulación de
lo verdadero, cualquier artificio, astucia o maquinación que se emplee para la celebración del acto. La omisión dolosa causa los
mismos efectos que la acción dolosa, cuando el acto no se habría realizado sin la reticencia u ocultación.

El dolo consiste en realizar una maniobra engañosa o incurrir en una omisión o reticencia que produzca el mismo efecto, y debe ser
idóneo para provocar que otro celebre un acto jurídico, siendo causa determinante de la voluntad. La característica del dolo radica en
el engaño que se emplea para lograr que otro celebre un acto jurídico, constituyéndose como una maniobra ilícita que determina la
voluntad de otra persona y llevándola a realizar un acto jurídico que de otro modo no se hubiese celebrado.
El acto celebrado a raíz del dolo cometido por una de las partes o por un tercero acarrea la nulidad del acto.

 Dolo y error. Si bien el dolo procura hacer incurrir en error a la otra parte, la diferencia entre ambos radica en el engaño
producido por una de las partes sobre la otra o por un tercero. El dolo, a diferencia del error, no requiere ser reconocible para
causar la nulidad del acto.
 Dolo y fraude. Ambos consisten en maniobras desleales que causan perjuicio a la víctima. En el fraude, el deudor lleva a
cabo un acto real con posterioridad a la existencia del crédito para provocar o agravar su insolvencia y no cumplir con sus
obligaciones. En el dolo el acto se comete antes o al tiempo de celebrar el acto.

Clases y consecuencias. Requisitos para que se produzca la anulación del acto.


 Dolo esencial (engaño que constituye la causa determinante del acto) o incidental (engaño que, si bien ha logrado que la
víctima lleve a cabo el acto jurídico en condiciones desventajosas, no ha sido la causa determinante para realizar el negocio
jurídico; logra que la víctima consienta en condiciones más onerosas para el otro).
 Dolo directo (cometido por alguna de las partes del acto, o sus representantes) o indirecto (proveniente de terceros).
 Dolo positivo (el sujeto emplea una acción como maniobra engañosa) o negativo (la maniobra consiste en una omisión de
alguna característica esencial del acto sin la cual este no se hubiese llevado a cabo).

Art. 272°. Dolo esencial. El dolo es esencial y causa la nulidad del acto si es grave, es determinante de la voluntad, causa un daño
importante y no ha habido dolo por ambas partes.
No cualquier maniobra engañosa resulta idónea para provocar la nulidad del negocio a causa de dolo. Para ello, es preciso que este sea
esencial y no incidental. Se considera dolo esencial al que reúne determinados requisitos:
 Grave. El límite de tolerancia radica en la buena fe, y debe superar el nivel de astucia y picardía que son usuales en una
sociedad. La gravedad del dolo debe ser apreciada según las características de la víctima.
 Causa determinante del acto jurídico. Debe estar encaminado a que otro realice un determinado acto jurídico, afectando el
proceso deliberativo interno de la persona y viciando la intención. De no ser por la maniobra, no se hubiese llevado a cabo. Si
no obstante el engaño la víctima hubiese igualmente celebrado el negocio jurídico, no podrá reclamarse la nulidad porque el
dolo hubiese sido incidental.
 Daño importante. La víctima tiene que haber sufrido un perjuicio de cierta magnitud. En caso de que el dolo no hubiese
provocado un daño significativo, la víctima podrá reclamar los daños y perjuicios sin necesidad de invalidar el acto jurídico.
El daño que provoca la nulidad puede ser patrimonial o moral.
 Ausencia de dolo recíproco.

Demanda de nulidad. Debe dirigirse siempre contra la otra parte del acto aun cuando el autor del dolo hubiera sido un tercero. Si ha
muerto, ha de dirigirse contra sus sucesores universales. Cuando el bien que se intenta recuperar no se encuentra en manos de la
contraparte sino que fue transmitido a un tercero subadquirente, también habrá que citarlo para que la sentencia le resulte oponible.
Por constituir un supuesto de nulidad relativa el acto viciado por dolo es susceptible de confirmación.
La prueba de la acción dolosa que vicia la voluntad puede rendirse por cualquier medio de prueba y la acción prescribe en 2 años.

Art. 273°. Dolo incidental. El dolo incidental no es determinante de la voluntad; en consecuencia, no afecta la validez del acto.
El dolo incidental se refiere a la maniobra engañosa que proviene de la otra parte o de un tercero, pero que no ha sido causa
determinante del acto y solo le sienta condiciones más gravosas a la víctima. Como el acto se hubiese realizado de no haber existido el
engaño, no se declara la nulidad, sino que solo se genera responsabilidad por los daños causados. Para que se configure el dolo
incidental, las maniobras o la omisión empleadas no deben haber sido causa determinante del acto, o deben haber causado un daño de
escasa importancia.

Dolo de un tercero. Art. 274°. Sujetos. El autor del dolo esencial y del dolo incidental puede ser una de las partes del acto o un
tercero.
Tanto el dolo incidental como el esencial pueden ser cometidos por una de las partes o por un tercero ajeno al acto. En ambos casos se
aplican las mismas reglas. Para que el dolo de un tercero pueda dar lugar a la nulidad, es preciso que se verifiquen los requisitos del
dolo esencial. Para ello debe acreditarse que haya sido un dolo grave, que sea causa determinante del acto, que exista daño importante
y la ausencia de dolo recíproco. Si el dolo fuera incidental, el perjudicado podrá solamente reclamar reparación de daños.
El dolo, se trate de esencial o accidental, configura un hecho ilícito, por lo que su víctima deberá acreditarlo. Rigen los principios
generales sobre la carga de la prueba. La prueba del dolo cometido por terceros puede rendirse por cualquier medio porque se trata de
simples hechos.

Otras consecuencias. Art. 275°. Responsabilidad por los daños causados. El autor del dolo esencial o incidental debe reparar el daño
causado. Responde solidariamente la parte que al tiempo de la celebración del acto tuvo conocimiento del dolo del tercero.

El dolo, esencial o incidental, siempre constituye un acto ilícito y es idóneo para dar lugar a una indemnización. El dolo genera
responsabilidad civil tanto para la parte como para los terceros que fueron autores del dolo que vició el acto. Cuando se trata de dolo
esencial, se produce la nulidad y la acción resarcitoria para reclamar daños y perjuicios. La víctima puede optar por dejar subsistente
el negocio jurídico. Si el dolo fuese incidental, solo da lugar a la reparación de daños y perjuicios.
Cuando el dolo fue cometido por un tercero, la parte beneficiada por el obrar de este responderá solidariamente por los daños causados
a la víctima siempre que hubiera tenido conocimiento del dolo del tercero al tiempo de la celebración del acto. Si dicho conocimiento
es posterior, no genera responsabilidad, sino que la obligación de indemnizar será exclusiva del autor.
Cuando se trata de dolo recíproco ninguna de las partes puede reclamar la nulidad ni la indemnización.

4) Violencia. Concepto. Clases. Requisitos de la fuerza. Requisitos de la intimidación. Consecuencias jurídicas. Violencia
ejercida por un tercero. Efectos.
Violencia. Concepto. Clases. Se denomina violencia a la coerción grave, irresistible e injusta ejercida sobre una persona para
determinarla contra su voluntad a la realización de un acto jurídico. Asume dos formas:
 Fuerza o violencia física. La voluntad se manifiesta bajo el imperio de una presión física irresistible.
 Intimidación o violencia moral. Amenaza de un sufrimiento futuro e inminente.
Art. 276°. Fuerza e intimidación. La fuerza irresistible y las amenazas que generan el temor de sufrir un mal grave e inminente que no
se puedan contrarrestar o evitar en la persona o bienes de la parte o de un tercero, causan la nulidad del acto. La relevancia de las
amenazas debe ser juzgada teniendo en cuenta la situación del amenazado y las circunstancias del caso.

Requisitos para la fuerza. El requisito que alude a que la fuerza sea irresistible implica que la víctima debe haberse encontrado
coaccionada a realizar un acto inevitable. El sometimiento debe haber impedido acudir a la autoridad pública.
Para que la fuerza física constituya causal de invalidez del acto es preciso que sea su causa determinante, es decir, que el negocio no se
hubiera realizado de no haber existido dicha acción. La víctima tiene que haber sido un mero instrumento del agente, no obrando por
su propia voluntad, sino en virtud de constreñimiento corporal irresistible y ausencia de libertad.

Requisitos para la intimidación.


 Injustas amenazas (sobre la persona o sus bienes). Acción psicológica sobre una de las partes, inspirándole temor de
infligirle o sufrir un mal inminente y grave si realiza o no realiza un acto determinado. Las amenazas deben exteriorizarse de
manera expresa o tácita, infiriéndose con certidumbre, siendo concretas y de posible cumplimiento. Para provocar la nulidad
del acto, deben ser antijurídicas. Esto quiere decir que el medio intimidatorio es en sí mismo ilícito. También puede ser lícito
(te amenazo con denunciarte penalmente si no hacés algo que no tiene nada que ver). No hay intimidación cuando se advierte
sobre acciones legales. También causan la nulidad del acto las amenazas que recaen sobre la persona o bienes de terceros.
 La amenaza debe importar el temor de sufrir un mal inminente y grave. La ocurrencia del daño tendrá lugar en un lapso
breve. La gravedad importa la idoneidad de la amenaza para infundir racionalmente temor fundado de sufrir un mal. La
magnitud del mal debe juzgarse en función de las circunstancias del agente. La falta de discernimiento permanente o
transitorio del autor de la amenaza es irrelevante en tanto se acredite su injusticia e idoneidad para torcer la libertad de la
víctima.
 El temor de las amenazas es la causa determinante del acto.

Consecuencias jurídicas. Violencia ejercida por un tercero. Efectos. Art. 277°. Sujetos. El autor de la fuerza irresistible y de las
amenazas puede ser una de las partes del acto o un tercero.

La fuerza o la violencia que da lugar a la nulidad del acto pueden provenir de una de las partes o de un tercero. En cualquiera de esos
casos se encuentra afectada la libertad. Reviste el carácter de tercero todo aquel que no ha intervenido como parte del acto jurídico o
que no obra como agente activo de los hechos lícitos ni de los simples actos lícitos. Presentar el carácter de terceros con relación al
acto (además de los terceros propiamente dichos) el testigo, el escribano o cualquier otra persona para quienes el acto no produce
ningún efecto sustancial, aunque hubiesen concurrido a su celebración.
En el caso de que la violencia hubiese sido ejercida por una de las partes, la perjudicada puede reclamar:
 Nulidad. Por ser una nulidad relativa, la parte interesada en su declaración puede renunciar a ejercer la acción y dejar firme el
negocio jurídico.
 Acción resarcitoria.
Si las amenazas hubiesen provenido de un tercero, se puede reclamar la invalidez siempre que se presenten los requisitos de
procedencia de la nulidad. Los daños y perjuicios solamente podrán solicitarse contra la parte que incurrió en el delito y amenazó
injustamente a la víctima.
Si la violencia ejercida por un tercero fue de conocimiento de la otra parte al tiempo de celebrar el acto, ambos serán responsables
solidariamente hacia la víctima por los daños y perjuicios. La acción de nulidad debe intentarse contra la parte del acto o sus sucesores
universales. Si la cosa o bien ya no está en su poder, deberá integrarse la Litis con el tercer adquirente. Para que proceda la nulidad
será preciso acreditar la mala fe de este último, que tenía conocimiento de las circunstancias. La prueba del efectivo conocimiento
puede rendirse por cualquier medio probatorio.

Art. 248°. Responsabilidad por los daños causados. El autor debe reparar los daños. Responde solidariamente la parte que al tiempo
de la celebración del acto tuvo conocimiento de la fuerza irresistible o de las amenazas del tercero.

Las amenazas que infunden temor a la víctima con el fin de constreñirla a otorgar un acto y suprimir su libertad constituyen un hecho
ilícito y generan responsabilidad civil para su autor. La ilicitud de la conducta se aprecia de manera objetiva, el propósito del agente es
irrelevante, por cuanto la ley tutela la libertad como elemento interno de la voluntad de quien otorga un acto jurídico. La privación
ilegítima de la libertad abarca no solamente los daños materiales, sino también el daño extrapatrimonial por la violación a un derecho
de la personalidad.
La víctima tiene acción para reclamar, además de la nulidad, el daño patrimonial o moral que ocasionaron las amenazas o la fuerza
física irresistible. El sujeto pasivo del reclamo es el autor de la acción antijurídica, que puede ser la contraparte, un tercero o ambos.
 Si el agente del daño fue una de las partes, debe hacerse cargo de los daños que su acción antijurídica provocó.
 Si fue un tercero ajeno al acto y la parte beneficiada no conocía la existencia del vicio, el tercero será el exclusivo
responsable de los daños.
 Si las amenazas partieron de un tercero que estaba en connivencia con una de las partes o está tomó conocimiento y
aprovechó las circunstancias continuando con el negocio, o no dio oportunidad a la víctima de proporcionar los medios para
dejarlo sin efecto, ambos serán responsables solidarios frente a la víctima.

Unidad 18: Vicios propios de los actos jurídicos.


1) Vicios propios de los actos jurídicos. Noción. Comparación con los vicios de la voluntad. Se denominan vicios de los actos
jurídicos a ciertos defectos congénitos de ellos, susceptibles de producir la invalidez de los actos que los padecen. Habrá vicio
sustancial en los actos jurídicos cuando sus agentes no los hayan practicado con intención o libertad (vicios de la voluntad) o cuando
no los hayan celebrado de buena fe. Mientras los vicios de la voluntad inciden en algún elemento de ella, los vicios propios de los
actos jurídicos abarcan defectos de buena fe.
Mientras los vicios de la voluntad afectan a todos los hechos voluntarios, los vicios propios de los actos jurídicos solo pueden
concurrir en los actos jurídicos, que son lícitos.

2) Lesión.
1. Concepto. Antecedentes. Naturaleza jurídica. Elementos del acto lesivo. Art. 332°. Lesión. Puede demandarse la nulidad o la
modificación de los actos jurídicos cuando una de las partes explotando la necesidad, debilidad psíquica o inexperiencia de la otra,
obtuviera por medio de ellos una ventaja patrimonial evidentemente desproporcionada y sin justificación.
Se presume, excepto prueba en contrario, que existe tal explotación en caso de notable desproporción de las prestaciones.
Los cálculos deben hacerse según valores al tiempo del acto y la desproporción debe subsistir en el momento de la demanda.
El afectado tiene opción para demandar la nulidad o un reajuste equitativo del convenio, pero la primera de estas acciones se debe
transformar en acción de reajuste si este es ofrecido por el demandado al contestar la demanda.
Solo el lesionado o sus herederos pueden ejercer la acción.

La lesión consiste en el aprovechamiento que realiza una parte del estado de necesidad, debilidad psíquica o inexperiencia de la otra
que, con motivo de ese aprovechamiento, saca una ventaja evidentemente desproporcionada y sin justificación. La prueba de los
elementos subjetivos y del objetivo recae sobre quien invoca la lesión, pero se presume que existió explotación cuando la
desproporción de las prestaciones sea notoria. Dicha desproporción debe verificarse al tiempo de celebrar el acto y subsistir al
momento de la demanda.
La víctima puede iniciar acción de nulidad o de reajuste. Si promueve la primera y el demandado ofrece reajustar equitativamente la
pretensión, la acción se transforma en reajuste.

Naturaleza jurídica. Es un vicio propio de los actos jurídicos, fundado en un defecto de la buena fe lealtad.

 Elementos subjetivos.
Estado de inferioridad preexistente del lesionado. Un sujeto que atraviesa por un estado anormal, que se caracteriza por:
- Estado de necesidad. Estado de peligro que pueda poner en riesgo la vida, salud, honor, bienes o libertad de la persona
afectada, siendo la amenaza determinante para celebrar el negocio.
- Debilidad psíquica. Se vincula con el estado patológico en que se halle el damnificado, que le impide tener dimensión
plena de las consecuencias del acto que realiza.
- Inexperiencia. Falta de conocimientos que se adquieren con el uso y la práctica.

Aprovechamiento de la inferioridad de la otra parte. El agente, a diferencia de lo que ocurre en el dolo, no genera la
situación de inferioridad, sino que la explota.

 Elemento objetivo.
Desproporcionalidad de las prestaciones, a través de la cual se obtiene una ventaja patrimonial injustificada y evidente.

2. Acción de lesión: legitimación, posibilidades acordadas a la víctima, prueba de la lesión. Efectos de la sentencia.
Prescripción de la acción.
Legitimación. La demanda solo puede ser intentada por la víctima o sus herederos, de modo que no pueden promover la acción los
acreedores o terceros.

Posibilidades acordadas a la víctima. La víctima puede elegir entre la acción de nulidad y la de reajuste. El demandado, en tanto,
solamente tiene a disposición la acción de reajuste de las prestaciones, equilibrando las mismas y eliminando la inequidad producida
por la explotación del estado de inferioridad del actor.

Prueba de la lesión. La prueba de los presupuestos de la lesión recae sobre la víctima o sus herederos. Sin embargo, si la
desproporción es evidente, no se exige actividad probatoria por parte de la víctima porque las propias circunstancias del acto dan
cuenta de la anormalidad. Se establece una presunción iuris tantum sobre la existencia de la explotación del estado de inferioridad. Se
presume, excepto prueba en contrario, que existe tal explotación en caso de notable desproporción de las prestaciones.
Probada la desproporción, incumbe a la demandada probar que no hubo explotación y que la desproporción se encuentra justificada.

Discusión doctrinaria. Hay una regla básica: ¿Quién tiene la carga de la prueba? Normalmente la tiene quien invoca un hecho.
Hay una particularidad: El artículo 332 en el segundo párrafo establece una presunción legal (un hecho que ya se tiene por probado).
Las presunciones en la lesión son iuris tantum, pero la presunción de un hecho ya existe.

“Puede demandarse la nulidad o la modificación de los actos jurídicos cuando una de las partes explotando la necesidad, debilidad
psíquica o inexperiencia de la otra, obtuviera por medio de ellos una ventaja patrimonial evidentemente desproporcionada y sin
justificación.
Se presume, excepto prueba en contrario, que existe tal explotación en caso de notable desproporción de las prestaciones.”.

1. ¿Qué requisitos debe haber para que este la presunción? Es decir, ¿Qué significa “NOTABLE?
Algunos autores dicen que NOTABLE=EVIDENTE (Notable es igual que evidente)
Si decimos que notable=evidente, la presunción juega en todos los casos donde hay notable evidencia.
Otros autores dicen que NOTABLE es + que EVIDENTE. Para estos autores la presunción de la que estamos hablando juega solo en
los casos en donde la presunción es ASOMBROSA.

2. Se discute el alcance de la presunción. ¿Qué es lo que se presume?


Los autores que dicen que notable=evidente dicen que lo que se presume es solo el APROVECHAMIENTO DEL LESIONADO. Es
decir, hay que probar el requisito 1 y 2.
Los autores que dicen que notable es + que evidente, es asombroso, dicen que se presume ese aprovechamiento del lesionado y
también la inferioridad de la víctima. Hay que probar el elemento que falta.

Efectos de la sentencia. Nulidad o reajuste.


Prescripción. La acción para solicitar la nulidad o el reajuste por vicio de lesión prescribe a los dos años, contados desde la fecha en
que la obligación a cargo del lesionado debía ser cumplida.

3) Simulación.
1. Concepto. Naturaleza jurídica. Elementos. Clases: absoluta y relativa; lícita e ilícita.
Concepto. Art. 333°. Caracterización. La simulación tiene lugar cuando se encubre el carácter jurídico de un acto bajo la apariencia
de otro, o cuando el acto contiene cláusulas que no son sinceras, o fechas que no son verdaderas, o cuando por él se constituyen o
transmiten derechos a personas interpuestas, que no son aquellas para quienes en realidad se constituyen o transmiten.

La simulación es la declaración de un contenido de voluntad no real, emitido conscientemente y de acuerdo entre las partes, para
producir con fines de engaño la apariencia de un negocio jurídico que no existe o es distinto de aquel que realmente se ha llevado a
cabo. Acto o negocio jurídico que por acuerdo de partes se celebra exteriorizando una declaración recepticia no verdadera, que tiene
por finalidad engañar a terceros. De esta manera, se produce la apariencia de un negocio jurídico que no existe o es distinto de aquel
que realmente se ha llevado a cabo.

Naturaleza jurídica. Para unos autores el acto simulado sería un acto inválido, y para otros sería un acto jurídico inexistente.
La primera opinión considera el acto simulado como nulo, aclarando que queda en pie lo que las partes han estipulado ocultamente.
Según Llambías, no puede considerarse a la simulación como causa de nulidad del acto, ya que no es reprobada por la ley cuando a
nadie perjudica ni tiene un fin ilícito. Aunque la simulación sea fraudulenta, no es causa de nulidad, ya que resulta nulo no porque sea
simulado, sino porque media una razón particular. Es decir, si la simulación es lícita el acto podrá perdurar en su apariencia, sin
establecerse sanción alguna; si es ilícita, sería su carácter ilícito y no el hecho de la simulación lo que podrá aducirse para destruir la
apariencia nociva.
La opinión doctrinaria más aceptada sostiene que el acto simulado es un acto jurídico inexistente, por ausencia de voluntad. El acto
jurídico se distingue por el fin inmediato de las partes, y si falla dicho ingrediente, falla el acto mismo. Esto ocurre en la simulación,
donde las partes no han tenido el fin inmediato de producir el efecto jurídico que se aparenta. El consentimiento expresado por las
partes ha sido para constituir una apariencia. En suma, el acto simulado no es un acto jurídico por cuanto el consentimiento de las
partes no es efectivo.

Elementos.
 Contradicción entre la voluntad interna y la declarada. Puede ocurrir que el acto consista en una pura apariencia o que
esconda otro distinto del manifestado.
 Acuerdo simulatorio entre todos los intervinientes en el negocio. Ambas partes convienen en generar una apariencia con la
finalidad de engañar a terceros.
 La motivación o fin inmediato es engañar a terceros. El engaño es el elemento esencial de la simulación, a diferencia del
perjuicio, porque el engaño que no provoca un menoscabo a derechos de terceros ni tiene por finalidad violar la ley no
desemboca en simulación ilícita, sino lícita.

Clases: absoluta y relativa; lícita e ilícita.


 Absoluta (las partes no tienen ninguna intención de celebrar un acto jurídico, sino solamente generar una apariencia) o
relativa (aunque también existe un acto ficticio, detrás de este se esconde el verdadero acto jurídico que se pretende celebrar).
La simulación relativa puede caer sobre la naturaleza del acto (una compraventa que encubre una donación) o sobre su objeto
(cláusulas o fechas falsas).
 Lícita o ilícita. Esta clasificación se funda en el móvil que tuvieron las partes al celebrarla. Cuando es ilícita, la acción de
simulación procura la declaración de nulidad del acto. Si el acto oculto no es ilícito y cumple todos los recaudos, por efecto
de la sentencia que declara la simulación, será plenamente eficaz entre quienes lo celebraron y sus sucesores universales.
En sí misma, la simulación es neutra, ya que su licitud dependerá de la intención de los que la celebraron.

 Art. 334°. Simulación lícita e ilícita. La simulación ilícita o que perjudica a un tercero provoca la nulidad del acto
ostensible. Si el acto simulado encubre otro real, este es plenamente eficaz si concurren los requisitos propios de su
categoría y no es ilícito ni perjudica a un tercero. Las mismas disposiciones rigen en el caso de cláusulas simuladas.
- Lícita. El motivo determinante se vincula a un interés justificado que no persigue violar la ley ni causar daño a
terceros.
- Ilícita. Violación de la ley o daño a terceros.
 Total (simulación de la naturaleza del acto en conjunto) o parcial (una cláusula).

2. Acción de simulación entre partes. Límite a su ejercicio. Prueba: el contradocumento. Consecuencias de la declaración de
simulación. Prescripción de la acción.
Acción de simulación entre partes. Límite a su ejercicio. Art. 335°. Acción entre las partes. Contradocumento. Los que otorgan un
acto simulado ilícito o que perjudica a terceros no pueden ejercer acción alguna el uno contra el otro sobre la simulación, excepto que
las partes no puedan obtener beneficio alguno de las resultas del ejercicio de la acción de simulación.
La simulación alegada por las partes debe probarse mediante el respectivo contradocumento. Puede prescindirse de él cuando la parte
justifica las razones por las cuales no existe o no puede ser presentado y median circunstancias que hacen inequívoca la simulación.

La admisibilidad de la acción de simulación está supeditada a que el acto sea lícito, ya que de lo contrario las partes carecen de acción
para promoverla. El ordenamiento jurídico no podría permitir que aquellos que simularon y ocultaron bienes para sustraerlos de la
garantía común de los acreedores puedan aprovechar las consecuencias de su propio obrar ilícito y volver las cosas al estado real.
Sin embargo, si las partes se proponen destruir la apariencia que causa daño a terceros, la acción es válida. Esto equivale a que, no
obstante su ilicitud, el rechazo de la acción de simulación entre las partes no es un principio absoluto, ya que se puede promover en la
medida en que ninguna de las partes se beneficie.

 La acción de simulación puede ser interpuesta cuando una de las partes del negocio jurídico se quiere aprovechar de
la apariencia creada. Solo se puede promover la acción si la simulación es lícita, salvo que de la declaración de
nulidad no haya beneficio para ninguna de las partes.

Prueba: el contradocumento. El contradocumento es un escrito destinado a comprobar o reconocer la simulación total o parcial de
un acto aparente. Es la prueba principal del carácter ficticio del negocio simulado, donde se aclara cuál es la voluntad oculta y la
verdadera razón de ser del negocio. Aunque el contradocumento sea exigido como prueba principal, es posible prescindir de este
cuando la parte justifica por qué no puede ser presentado. El contradocumento constituye una prueba irrefutable, porque frente a su
ausencia el actor deberá arrimar prueba convincente que ponga de manifiesto por qué no puede presentar el instrumento y la
inequívoca existencia de la simulación.
En caso de duda o si la prueba no es contundente, no procederá declarar la nulidad del acto simulado en virtud del principio de
conservación de los negocios jurídicos.
Algunas razones justificables son la confesión de que el acto era irreal, la imposibilidad moral o física (relación de parentesco o
destrucción), dolo de una de las partes para que no se extienda, etc.
Debido a la falta de contradocumento, la simulación puede probarse por cualquier medio.

Consecuencias de la declaración de simulación. Se declara la nulidad del acto simulado.


Prescripción de la acción. La acción de simulación entre partes prescribe a los dos años, que empiezan a correr desde que una de
ellas se negó a dejar sin efecto el acto jurídico.

3. Acción de simulación ejercida por terceros. Prueba. Efectos. Prescripción de la acción.


Acción de simulación ejercida por terceros. Art. 336°. Acción de terceros. Los terceros cuyos derechos o intereses legítimos son
afectados por el acto simulado pueden demandar su nulidad. Pueden acreditar la simulación por cualquier medio de prueba.

Son terceros quienes pueden resultar perjudicados por el acto simulado, por lo que pueden demandar la nulidad del acto aparente. La
simulación tiene por fin inmediato crear una ficción destinada a generar una apariencia engañosa hacia terceros. Si el acto es
inofensivo, estos no pueden cuestionar ni pedir su nulidad.
Procede la acción ejercida por terceros cuando el acto al que son ajenos está destinado a generarles perjuicio. Si la simulación es
ilícita, los terceros tienen acción contra las partes que intervinieron en el negocio jurídico.
Tienen condición de terceros todas aquellas personas que no formaron parte del acuerdo simulatorio.
Los efectos del acto simulado se extienden a los sucesores universales, que heredan la condición de parte.

Prueba. En la acción de simulación promovida por terceros, todos los medios de prueba son admisibles. Se ha establecido una serie de
supuestos que constituyen presunciones que, reunidas, prueban la simulación:
 Las partes están ligadas por una relación de parentesco, confianza, amistad íntima.
 El negocio no fue ejecutado. No existe tradición ni entrega de la cosa que continúa en manos del ficticio enajenante.
 El adquirente carece de capacidad económica o se ignora el origen de los fondos.
 El enajenante se desprende de todos sus bienes, los que son necesarios para su forma de vida o trabajo.
 La venta fue apresurada.
 La conducta de las partes.
Efectos. El acto simulado y los terceros de buena fe. Art. 337°. Efectos frente a terceros. Deber de indemnizar. La simulación no
puede oponerse a los acreedores del adquirente simulado que de buena fe hayan ejecutado los bienes comprendidos en el acto.
La acción del acreedor contra el subadquirente de los derechos obtenidos por el acto impugnado solo procede si adquirió por título
gratuito, o si es cómplice en la simulación.
El subadquirente de mala fe y quien contrató de mala fe con el deudor responden solidariamente por los daños causados al acreedor
que ejerció la acción, si los derechos se transmitieron a un adquiriente de buena fe y a título oneroso, o de otro modo se perdieron para
el acreedor. El que contrató de buena fe y a título gratuito con el deudor, responde en la medida de su enriquecimiento.

La simulación produce como efecto hacer volver los bienes al patrimonio del aparente enajenante (caso de simulación absoluta) o
sacar a la luz el acto oculto para que este produzca sus efectos típicos (simulación relativa).
 Si mientras subsiste la apariencia, los acreedores del adquirente simulado ejecutaron los bienes comprendidos en el acto
ficticio, la sentencia no puede afectar sus derechos.
 Si el tercero subadquirente recibe el bien a título oneroso y de buena fe, los efectos de la nulidad no lo alcanzan. Solo tiene
efectos frente a terceros subadquirentes cuando, tratándose de un acto a título oneroso, sean cómplices. Si fuese a título
gratuito, la mala o buena fe del tercero es irrelevante para extender los efectos de aquella y permitir que el acreedor
perjudicado pueda lograr que regrese el bien al patrimonio del deudor. Si la adquisición del tercero es a título gratuito o si fue
cómplice en la simulación, los acreedores del enajenante podrán solicitar la ampliación de los efectos de la sentencia contra el
subadquirente. Sarmiento y Alberdi simulan una compraventa, y Alberdi le transfiere el bien a Roca. Si la transferencia fue a
título oneroso y de buena fe, entonces los acreedores de Sarmiento no tendrán acción contra Roca. Sarmiento y Alberdi son
solidariamente responsables ante los acreedores por la imposibilidad de cobrar sus créditos. Si hubo connivencia en la
simulación o el acto fue a título gratuito, los efectos de la sentencia se amplían a Roca.
- Principio general de protección de los sucesores singulares del adquirente simulado siempre que sea de buena fe y a título
oneroso.
- Si el tercero subadquirente recibió el bien a título oneroso y de buena fe, las partes de la simulación son solidariamente
responsables por los daños causados a los acreedores que no pudieron cobrar sus créditos.

Prescripción de la acción. La acción de simulación ejercida por terceros prescribe a los dos años desde que conocieron o pudieron
conocer el vicio del acto.

4) Fraude a los acreedores.


1. Concepto. Distinción con el fraude a la ley y con la simulación. Acto de enajenación de bienes del deudor que provoca o agrava
la insolvencia e impide el cobro de los créditos de los acreedores. Cuando una persona insolvente enajena bienes, a fin de sustraerlos a
la ejecución de sus acreedores, se le permite ejercer la acción revocatoria. Dicha acción no constituye una acción de nulidad, sino que
el acto fraudulento es válido y eficaz, tanto respecto de las partes como de terceros en general. Solo frente a ciertas personas, los
acreedores anteriores del enajenante de los bienes, el acto deja de ser eficaz.
Mientras la simulación es un acto ficticio, el fraude es un acto real.

2. Acción de declaración de inoponibilidad. Requisitos. Efectos. Protección a los subadquirentes. Prescripción de la acción.
Acción de declaración de inoponibilidad. Requisitos.
Art. 338°. Declaración de inoponibilidad. Todo acreedor puede solicitar la declaración de inoponibilidad de los actos celebrados por
su deudor en fraude de sus derechos, y de las renuncias al ejercicio de derechos y facultades con los que hubiese podido mejorar o
evitado empeorar su estado de fortuna.

La acción revocatoria se concede a los acreedores contra los deudores que ponen en peligro la garantía común al realizar actos de
disposición patrimonial que provocan o agravan la insolvencia para sustraer bienes que deberían ser ejecutados. A pedido del
acreedor, podrá declararse la inoponibilidad de los actos celebrados por su deudor en fraude de sus derechos, y de las renuncias al
ejercicio de derechos o facultades con los que hubiese podido mejorar o evitado empeorar su estado de fortuna. Mientras que en la
simulación se declara la nulidad, este supuesto integra la nómina de actos ineficaces.
En este supuesto de inoponibilidad, la ineficacia del acto no se extiende erga omnes, sino que para algunas personas no es oponible,
por lo que los acreedores pueden oponerse a que el acto produzca efectos en su contra. La inoponibilidad solamente favorece al
acreedor que ha promovido la acción y hasta el importe de su crédito. Si se produce la ejecución, el remanente vuelve al deudor.

Art. 342°. Extensión de la inoponibilidad. La declaración de inoponibilidad se pronuncia exclusivamente en interés de los acreedores
que la promueven, y hasta el importe de sus respectivos créditos.
Art. 339°. Requisitos. Son requisitos de procedencia de la acción de declaración de inoponibilidad:
a) Que el crédito sea de causa anterior al acto impugnado, excepto que el deudor haya actuado con el propósito de defraudar a
futuros acreedores;
b) Que el acto haya causado o agravado la insolvencia del deudor;
c) Que quien contrató con el deudor a título oneroso haya conocido o debido conocer que el acto provocaba o agravaba la
insolvencia (se presume connivencia).

Efectos. Protección a los subadquirentes. Art. 340°. Efectos frente a terceros. Deber de indemnizar. El fraude no puede oponerse a
los acreedores del adquirente que de buena fe hayan ejecutado los bienes comprendidos en el acto.
La acción del acreedor contra el subadquirente de los derechos obtenidos por el acto impugnado solo procede si adquirió por título
gratuito, o si es cómplice en el fraude; la complicidad se presume si, al momento de contratar, conocía el estado de insolvencia.
El subadquirente de mala fe y quien contrató de mala fe con el deudor responden solidariamente por los daños causados al acreedor
que ejerció la acción, si los derechos se transmitieron a un adquirente de buena fe y a título oneroso, o de otro modo se perdieron para
el acreedor. El que contrató de buena fe y a título gratuito con el deudor responde en la medida de su enriquecimiento.

Prescripción de la acción.
3. Posibilidad de acumular las acciones de simulación e inoponibilidad.

Simulación Fraude
 Acto ficticio.  Acto real.
 Persigue la nulidad del acto.  Persigue inoponibilidad.
 Beneficia a todos los acreedores.  Beneficia solo al que inició la acción.
 Todos los acreedores la pueden iniciar.  Solo la pueden iniciar los acreedores con crédito de
fecha anterior al acto fraudulento.
 No es necesaria la insolvencia.  Sí, es necesario que genere o agrave la insolvencia.
 No se presume la complicidad del tercero  Sí se presume la complicidad si conocía o debía
subadquirente si lo adquiere a título gratuito. conocer el estado de insolvencia.

Unidad 19: Ineficacia de los actos jurídicos.


1) Ineficacia de los actos jurídicos. Noción. Distintas categorías de ineficacia. Art. 382°. Categorías de ineficacia. Los actos
jurídicos pueden ser ineficaces en razón de su nulidad o de su inoponibilidad respecto de determinadas personas.

El acto jurídico carece de valor cuando no reúne los requisitos exigidos por la ley. En cambio, será ineficaz si por cualquier razón no
produce efectos. Ineficacia es, entonces, un concepto más amplio, comprensivo de distintas situaciones en las que los actos no tienen
valor. La ineficacia es, genéricamente, privación o disminución de los efectos propios del negocio jurídico, vale decir, de los efectos
que las partes persiguen de manera inmediata al otorgarlo. Ello como principio. Con este alcance, la ineficacia jurídica no impide que
el acto produzca otros efectos (que actúan por vía supletoria) dispuestos por la ley, aunque no deseados por las partes. La ineficacia es
pues, u n concepto jurídico amplio, que abarca diversas situaciones en las que los actos carecen de valor, fuerza o eficiencia para
lograr sus efectos propios.

 Ineficacia simple. Se presenta cuando el acto no produce sus efectos propios por una situación ajena a la estructura del acto.
Es el caso del testamento que para ser eficaz requiere de la muerte del testador. El acto jurídico es plenamente válido, pero no
produce sus efectos propios por un impedimento extrínseco (el heredero muerte antes que el autor del testamento). El acto es
ineficaz ab initio, pero con posterioridad puede adquirir eficacia o transformarse definitivamente en ineficaz.
 Ineficacia relativa o inoponibilidad. Por un lado, el acto vale y es eficaz entre las partes aunque es inoponible con relación a
ciertos terceros. Por el otro, el acto es inválido como tal frente a todos, pero algunos terceros pueden invocarlo a su favor.
 Ineficacia potencial. Los actos son válidos y producen efectos, pero por alguna circunstancia posterior se tornan ineficaces.

 Ineficacia estructural. Cuando la privación de los efectos propios de u n negocio jurídico se produce por defectos en su
estructura y existentes desde el momento mismo de celebrarse el acto, se habla de ineficacia estructural. Esos defectos, o
vicios, constitutivos y estructurales pueden referirse, como ya se vio, a cualquiera de los elementos del negocio jurídico o a
su contenido. Por ejemplo: falta de capacidad en el sujeto, inmoralidad del objeto, ilicitud de la causa, etcétera. En estos
casos, la privación de los efectos se produce desde el origen y prima la idea de nulidad. Desde este punto de vista, la
ineficacia que deviene de la nulidad es originaria. Por eso muchos autores se refieren a la nulidad denominándola ineficacia
estructural.
 Ineficacia funcional. Se habla de ineficacia funcional cuando ella se causa en circunstancias extrínsecas a la estructura del
negocio y sobrevinientes a su constitución, que inciden sobre los efectos del negocio, de tal modo, que mantenerlo conduciría
a obtener u n resultado contrario a derecho, o a los fines o intereses prácticos de los sujetos del negocio. En este sentido, en
esta categoría no se alude a la aptitud del negocio como fuente de u n a relación jurídica, sino que se apunta a destituirlo por
carecer de función económico-social.

2) Inoponibilidad. Noción. Efectos. Casos. La inoponibilidad es un supuesto de ineficacia relativa. No atiende al efecto obligacional
del negocio sino a su oponibilidad erga omnes. Esto significa que cuando se dice que un acto es inoponible no se refiere a su eficacia o
ineficacia per se, sino a su no aplicación en un caso concreto. Es de fuente exclusivamente legal. Mientras el acto inválido, es decir,
sujeto a una sanción de nulidad, carece de efectos respecto de las partes, si bien accidentalmente pueden derivar efectos a favor de
terceros, lo contrario ocurre con el acto inoponible, que siendo válido entre las partes no produce efectos respecto de determinadas
personas ajenas a él, que pueden comportarse como si el acto no existiese.
 Inoponibilidad positiva. No está en juego la validez o eficacia estructural del acto jurídico, sino que en tanto este incide sobre
intereses de terceros y los perjudica, la ley establece que para ellos ese acto ha de tenerse como no celebrado. Así, es de
inoponibilidad positiva el acto otorgado en fraude a los acreedores que promovieron la acción de inoponibilidad.
 Inoponibilidad negativa. La sentencia que declara la nulidad entre las partes principales es oponible erga omnes, aunque no
se puede oponer frente a ciertos terceros a quienes por un motivo especial la ley beneficia. Es el caso de los subadquirentes de
buena fe y a título oneroso de bienes registrables que pueden repeler la reivindicación por parte de quien ha obtenido
sentencia favorable en la acción de nulidad.
 Inoponibilidad por incumplimiento de las formas de publicidad del negocio.

Art. 397°: Oportunidad para invocarla. La inoponibilidad puede hacerse valer en cualquier momento, sin perjuicio del derecho de la
otra parte a oponer la prescripción o la caducidad.

3) Teoría del acto inexistente. Caracterización. Discusiones. Casos. La categoría de actos jurídicos inexistentes es extraña al
sistema de nulidades. En tanto que estas constituyen sanciones legales que inciden sobre los actos jurídicos privándolos de sus efectos
propios, la inexistencia es una noción conceptual que se aplica a ciertos hechos, que no obstante tener la apariencia de actos jurídicos,
no son tales por carecer de algún elemento esencial de ellas. Al no ser un acto jurídico, se lo designa como acto jurídico inexistente. El
acto que no reúne los elementos de hecho que supone su naturaleza u objeto, en ausencia de los cuales es imposible concebir su
existencia, debe ser considerado como inexistente.
Mientras la nulidad es una sanción de la ley, cuyo régimen está dado por la misma fuente jurídica que la establece, el acto inexistente
se rige por las disposiciones que le sean aplicables.
Partiendo de la "existencia de la inexistencia" como categoría distinta de la nulidad, algunos autores sostienen que el acto simulado
forma parte de ella. Se afirma que el acto simulado no es u n acto real provisto de un vicio que pueda invalidarlo, sino una mera
apariencia, dada su falta de sinceridad. No se trataría entonces de invalidar el acto viciado para extinguir sus efectos, sino simplemente
declarar que tal presunto acto no existe y que se está frente a una simple apariencia.

4) Nulidad.
1. Concepto. Caracteres. Articulación. Conversión. Actos indirectos.
Concepto. La nulidad según la concepción clásica es una sanción legal que priva de sus efectos propios a un acto jurídico, en virtud
de una causa existente en el momento de su celebración.

Caracteres.
 Sanción legal. Encuentra su fuente en la fuerza imperativa de la ley, y no en la voluntad de los particulares.
 Aniquilamiento de los efectos propios del acto jurídico. Descarta los efectos que las partes quisieron constituir.
 Actúa en razón de una causa originaria. Es decir, existente en el origen del acto.

Articulación. Art. 383°. Articulación. La nulidad puede argüirse por vía de acción u oponerse por excepción. En todos los casos debe
sustanciarse.
La nulidad puede articularse como acción cuando una de las partes pretende desmantelar los efectos de un acto y obtener la restitución
de aquello que se hubiera entregado en virtud del acto nulo. También puede deducirse por vía de excepción, procediendo cuando una
de las partes intenta prevalerse del acto nulo e inicia acción para obtener el cumplimiento. Frente a esa pretensión, la otra parte invoca
como excepción la nulidad del acto.
La acción de nulidad debe ser promovida contra todos los que intervinieron en el acto o sus sucesores. Si el bien se transmitió a
terceros, deben ser citados a juicio.
La acción de nulidad absoluta es imprescriptible e insusceptible de confirmación, mientras que la de nulidad relativa es prescriptible (2
años) y confirmable.

Conversión. Art. 384°. Conversión. El acto nulo puede convertirse en otro diferente válido cuyos requisitos esenciales satisfaga, si el
fin práctico perseguido por las partes permite suponer que ellas lo habrían querido si hubiesen previsto la nulidad.

El principio de conversión consiste en atribuir a un acto jurídico que carece de los elementos necesarios para producir sus efectos
típicos las consecuencias o efectos de otro, análogo o cercano, para el cual sí resultan suficientes los recaudos cumplidos. Remedio por
el cual un acto nulo en su especie resulta válido como acto o negocio de una especie diferente. Se puede establecer en base a dos
criterios:
 Criterio objetivo. Considera los elementos existentes al celebrar un acto jurídico determinado que, no obstante ser
inadecuados para producir los efectos típicos realmente buscados por este, reúnen los necesarios para producir los efectos de
otro negocio jurídico afín.
 Criterios subjetivos.
- Que el acto nulo reúna los requisitos de otro acto;
- Que las partes, de haber conocido que el primero acto no reunía los recaudos propios de su especie, hubieran querido el
segundo.

Actos indirectos. Art. 385°. Acto indirecto. Un acto jurídico celebrado para obtener un resultado que es propio de los efectos de otro
acto, es válido si no se otorga para eludir una prohibición de la ley o para perjudicar a un tercero.

Los negocios indirectos son actos reales utilizados como recurso técnico para producir un efecto jurídico determinado, pero distinto de
la función económica típica que el acto normalmente está destinado a producir. La diferencia con la simulación radica en que el
negocio simulado no sería querido, mientras que el indirecto sí.

2) Clasificación de la nulidad. Absoluta y relativa. Total y parcial.


Absoluta y relativa. Art. 386°. Criterio de distinción. Son de nulidad absoluta los actos que contravienen el orden público, la moral o
las buenas costumbres. Son de nulidad relativa los actos a los cuales la ley impone esta sanción solo en protección del interés de
ciertas personas.

Nulidad absoluta. La nulidad absoluta es aquella en la que el vicio afecta en forma inmediata y preponderante el interés general o
particular cuando este ha sido especialmente protegido por la legislación. El interés vulnerado es el interés general, el orden público, la
moral y buenas costumbres. Puede ser declarada de oficio por los jueces, es imprescriptible y no es susceptible de confirmación.

Art. 387°. Nulidad absoluta. Consecuencias. La nulidad absoluta puede declararse por el juez, aun sin mediar petición de parte, si es
manifiesta en el momento de dictar sentencia. Puede alegarse por el Ministerio Público y por cualquier interesado, excepto por la parte
que invoque la propia torpeza para lograr un provecho. No puede sanearse por la confirmación del acto ni por la prescripción.

 Puede ser declarada de oficio por el juez, cuando surge manifiesta en el momento de dictar sentencia, cuando el vicio o
defecto que afecta directamente el orden público, la moral y las buenas costumbres surja de la prueba producida en el caso.
 Puede ser articulada por el Ministerio Público y por cualquier interesado, justificando un interés legítimo. No pueden
solicitar la nulidad del acto quienes produjeron el vicio o conocían su existencia al momento de la celebración del acto. Si el
causante de la nulidad no ejecutó el acto viciado, al ser demandado puede oponer la excepción respectiva siempre que no
pretenda sacar ventaja de su proceder.
 No puede ser saneado por confirmación.
 Es imprescriptible.
Nulidad relativa. La nulidad relativa es la sanción legal que priva de efectos al acto jurídico en razón de un vicio congénito que
produce perjuicios a intereses particulares o privados. Instituida en beneficio de las personas que resultan perjudicadas por un acto
viciado y que afecta el interés individual. Constituye una sanción para los vicios de la voluntad y solamente puede ser articulada por el
afectado. Es confirmable y prescriptible.

 Procede solo a petición de parte interesada. Autoriza a pedir la nulidad solo al que haya padecido el vicio, siendo
transmisible a los herederos o sucesores universales, siempre que no se trate de un derecho inherente a la persona. No están
legitimadas la parte que provocó el vicio, ni la parte capaz cuando el defecto radicara en la incapacidad de la otra. Por otro
lado, la parte beneficiada no puede plantear la nulidad si obró con dolo y ocultó deliberadamente su incapacidad, obrando la
otra parte de buena fe creencia. Como excepción, también puede invocar la nulidad no solo la parte en cuyo beneficio se ha
establecido sino también la otra, pero con la condición de que sea de buena fe y hubiera experimentado un perjuicio
importante.
 No puede ser invocada por el Ministerio Público. Sí puede solicitarla si además de un interés particular se incurre en
violación del orden público, la moral o las buenas costumbres, siendo sus facultades concurrentes con las del interesado.
 El acto puede ser confirmado. Como la nulidad está instituida en beneficio de una de las partes, el acto viciado es susceptible
de confirmación, expresa o tácita.
 La acción es prescriptible.

Art. 388°. Nulidad relativa. Consecuencias. La nulidad relativa solo puede declararse a instancia de las personas en cuyo beneficio se
establece. Excepcionalmente puede invocarla la otra parte, si es de buena fe y ha experimentado un perjuicio importante. Puede
sanearse por la confirmación del acto y por la prescripción de la acción. La parte que obró con ausencia de capacidad de ejercicio para
el acto, no puede alegarla si obró con dolo.

Total y parcial. Art. 389°. Principio. Integración. Nulidad total es la que se extiende a todo el acto. Nulidad parcial es la que afecta a
una o varias de sus disposiciones.
La nulidad de una disposición no afecta a las otras disposiciones válidas, si son separables. Si no son separables porque el acto no
puede subsistir sin cumplir su finalidad, se declara la nulidad total.
En la nulidad parcial, en caso de ser necesario, el juez debe integrar el acto de acuerdo a su naturaleza y los intereses que
razonablemente puedan considerarse perseguidos por las partes.

Nulidad total. Habrá nulidad total cuando el vicio se difunda o propague a todo el acto, restándole eficacia. Ello sucede en caso de que
se verifique dolo en la causa principal del acto.

Nulidad parcial. Será parcial cuando la invalidez afecte una o varias disposiciones, siempre que el vicio no incida en el resto de las
cláusulas.
Principio de separabilidad. A diferencia de lo que ocurre en el caso de la nulidad total, para que resulte viable considerar la
posibilidad de disponer la nulidad parcial de un acto jurídico es preciso que contenga diversas cláusulas o disposiciones. El principio
de separabilidad es un presupuesto de la nulidad parcial, distinguiendo entre unidad interna y externa del negocio. Muchas veces las
cláusulas de un acto están entrelazadas de tal modo que no se puede declarar la nulidad parcial porque su interdependencia causa que
no puedan sobrevivir si no es conjuntamente.
Integración del acto jurídico. En caso de declararse la nulidad parcial, el juez puede integrar el acto jurídico, rigiendo el principio de
conservación siempre que fuese necesario para salvar su existencia.

3. Efectos de la nulidad entre partes y respecto de terceros. Art. 390°. Restitución. La nulidad pronunciada por los jueces vuelve las
cosas al mismo estado en que se hallaban antes del acto declarado nulo y obliga a las partes a restituirse mutuamente lo que han
recibido. Estas restituciones se rigen por las disposiciones relativas a la buena o mala fe según sea el caso, de acuerdo a lo dispuesto en
las normas del Capítulo 3 del Título II del Libro Cuarto.

Como principio general, la declaración de nulidad vuelve las cosas a su estado anterior y obliga a las partes a restituirse lo que han
recibido en virtud del acto nulo. Este postulado se aplica a las partes y a los terceros. Si el acto no fue ejecutado, no corresponde
ninguna restitución. Como natural efecto de la nulidad, no será posible exigir el cumplimiento de las obligaciones que surgen del acto,
pues si una de las partes lo reclamara, la otra podrá oponer la nulidad como excepción. Por otra parte, si el acto fue ejecutado total o
parcialmente sí corresponde la restitución.
El fundamento de la restitución no proviene de la nulidad, sino del título que pueda invocar cada parte sobre la cosa entregada. Es por
ello que no es suficiente la declaración de nulidad. La restitución puede solicitarse por vía de acumulación en el mismo juicio que la
invalidez o en juicio por separado. La parte que provocó la nulidad no podrá beneficiarse con la restitución, se trate de nulidad
absoluta o relativa.

Art. 391°. Hechos simples. Los actos jurídicos nulos, aunque no produzcan los efectos de los actos válidos, dan lugar en su caso a las
consecuencias de los hechos en general y a las reparaciones que correspondan.

El acto jurídico nulo que no produce sus efectos propios puede producir los efectos de los simples actos, que podrán ser lícitos o
ilícitos. En este último caso, podrá dar lugar al resarcimiento de daños. La indemnización también podrá ser sustitutiva en caso de que
la declaración de nulidad no pueda hacerse efectiva contra terceros de buena fe y a título oneroso.
Además de impedir que el negocio produzca sus efectos propios, produce los efectos de los simples hechos en general y el acto podrá
ser subsumido en otro supuesto jurídico, ya sea un simple acto lícito, un acto ilícito o en otro acto jurídico si se reúnen las condiciones
para que opere la conversión.
Cuando la nulidad reduce el acto a un hecho ilícito, el perjudicado puede solicitar la reparación de los daños y perjuicios. A tal efecto,
el acto nulo es un simple hecho, cuyas consecuencias deben ser reparadas, verificándose los presupuestos de la responsabilidad civil.
Los daños y perjuicios derivados en razón del negocio anulado no se confunden con el deber de restitución, cuya causa es la
declaración de invalidez. Destituido el acto jurídico de sus efectos propios, se transforma en un simple hecho con independencia de la
voluntad de las partes y, en la medida que cause daño, se transforma en un hecho ilícito.
La acción resarcitoria es autónoma de la nulidad. No obstante, también puede ser complementaria de la obligación de restituir.
La indemnización será sustitutiva en caso de no ser posible la restitución de las cosas al estado anterior. Si se produjeron daños y la
víctima pretende su resarcimiento, deberá probar que se configuran los presupuestos de la responsabilidad civil. Será complementaria
cuando se acumula a la reparación de nulidad.

Art. 392°. Efectos respecto de terceros en cosas registrables. Todos los derechos reales o personales transmitidos a terceros sobre un
inmueble o mueble registrable, por una persona que ha resultado adquirente en virtud de un acto nulo, quedan sin ningún valor, y
pueden ser reclamados directamente del tercero, excepto contra el subadquirente de derechos reales o personales de buena fe y a título
oneroso.
Los subadquirentes no pueden ampararse en su buena fe y título oneroso si el acto se ha realizado sin intervención del titular del
derecho.

La nulidad vuelve las cosas al estado anterior al acto declarado nulo y las partes habrán de restituirse lo que mutuamente se entregaron
en miras del acto viciado. Por aplicación de la teoría de la apariencia del acto, quedan exceptuados de la obligación de restituir y a
resguardo de la acción de reivindicación, los terceros subadquirentes de buena fe y a título oneroso de tener inmuebles o muebles
registrables. La buena o mala fe en caso de que el acto sea a título gratuito solo tiene incidencia en cuanto a la restitución de los frutos
y a la posibilidad de repeler una acción de daños y perjuicios.

4. Confirmación del acto sujeto a una acción de nulidad. Art. 393°. Requisitos. Hay confirmación cuando la parte que puede
articular la nulidad relativa manifiesta expresa o tácitamente su voluntad de tener el acto por válido, después de haber desaparecido la
causa de nulidad.
El acto de confirmación no requiere la conformidad de la otra parte.

La confirmación es un acto jurídico que tiene por fin inmediato convalidar a otro acto jurídico anterior, sujeto a una acción de nulidad
relativa en razón de experimentar un vicio en su origen. Al confirmar el acto, se renuncia a hacer valer la nulidad, lo que significa que
no desaparece el vicio, sino los efectos de la nulidad que lo afectaba.
La confirmación forma parte del género convalidación, siendo un acto jurídico unilateral, ya que no requiere la conformidad de la
parte contraria.
Solo pueden ser confirmados los actos viciados de nulidad relativa, porque los actos afectados por una nulidad absoluta no pueden ser
revividos de ninguna manera por la naturaleza de la protección y los intereses que se tutelan en ese caso.

Para que la confirmación resulte válida y eficaz, se deben reunir diferentes requisitos:
 Condiciones de fondo.
- La confirmación debe expresar de forma expresa o tácita la voluntad del titular de la acción de nulidad de subsanar
el acto y de no reclamar la nulidad. Solamente pueden confirmar el acto quienes están facultados para solicitar la
invalidez. No pueden hacerlo la otra parte ni los terceros.
- Que haya cesado la causa que da lugar a la nulidad.
- Que el acto de confirmación no tenga un vicio que lo invalide.
 Condiciones de forma. Son exigibles en la confirmación expresa que adopta la forma escrita, es decir, cuando la voluntad se
manifieste en orden a sanear el acto.

Art. 394°. Forma. Si la confirmación es expresa, el instrumento en que ella conste debe reunir las formas exigidas para el acto que se
sanea y contener la mención precisa de la causa de la nulidad, de su desaparición y de la voluntad de confirmar el acto.
La confirmación tácita resulta del cumplimiento total o parcial del acto nulo realizado con conocimiento de la causa de nulidad o de
otro acto del que se deriva la voluntad inequívoca de sanear el vicio del acto.

 Confirmación expresa. Se requiere una declaración de voluntad por escrito que reúna la forma para el acto que se sanea (si el
acto que se confirma es un acto formal solemne deberá ser realizado en idéntica forma que el acto viciado), conteniendo los
siguientes requisitos:
- Referencia precisa a la causa de la nulidad del acto a confirmar, individualizando el negocio.
- Indicación del vicio que invalidaba el acto y su desaparición.
- Manifestación de la intención de reparar el acto a confirmar.
 Confirmación tácita. Resulta del cumplimiento voluntario y espontáneo del acto nulo realizado. Se exige que el
cumplimiento sea deliberado, teniendo el sujeto pleno conocimiento de la causa de la nulidad y tenga expresa voluntad de
sanear el vicio del acto. La manifestación tácita de la voluntad de confirmar debe ser inequívoca.
- Debe haber cesado la causa de nulidad;
- la parte que confirma debe ser plenamente consciente del acto que realiza;
- la voluntad de confirmar debe ser inequívoca;
- el nuevo acto no debe tener vicios que lo invaliden.

Art. 395°. Efecto retroactivo. La confirmación del acto entre vivos originalmente nulo tiene efecto retroactivo a la fecha en que se
celebró. La confirmación de disposiciones de última voluntad opera desde la muerte del causante.
La retroactividad de la confirmación no perjudica los derechos de terceros de buena fe.

 Confirmación de actos entre vivos. La confirmación tiene efectos retroactivos a la fecha en que tuvo lugar el acto anulado. Si
el acto no se ejecutó, se podrá exigir su cumplimiento por cuanto producirá sus efectos típicos.
 Actos de última voluntad. Producirá efectos a partir del fallecimiento del disponente.

Efectos entre las partes y terceros. Producida la confirmación expresa o tácita del acto, sus efectos entre las partes se retrotraen al
momento en que se celebró.
Con relación a los terceros, rige el efecto retroactivo de la confirmación. Sin embargo, se tutela a los terceros que hubieran adquirido
derechos sobre la cosa objeto del negocio susceptible de nulidad. En ese caso, se limita la retroactividad por aplicación del principio
de apariencia jurídica. No todos los sujetos merecen idéntica protección:
 Sucesores singulares. El acto tiene efectos retroactivos, aunque rige plenamente la protección de los terceros a quienes se
traspasó a título singular un derecho antes de la confirmación del acto antecedente nulo. Esta protección depende de la buena
fe y la celebración del acto a título oneroso.
 Acreedores. Operan los efectos retroactivos de la confirmación, siempre que no se quiera burlar sus derechos, en cuyo caso
podrán invocar las acciones protectorias del crédito.
 Sucesores universales. No revisten la calidad de terceros, por lo que se aplican los mismos principios que entre las partes.

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