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Te pido señor que me ayudes a borrar esa mala imagen materna que jamás he
podido quitar de mi mente. Ayúdame a saber educar a mis hijos; que no los
abandone en su proceso de socialización; que comprenda el valor de tener una
familia equilibrada, ética y cristiana, basada en el amor a Dios, al prójimo, al
trabajo y la responsabilidad para administrar los bienes que Dios nos provee. Que
no falta jamás la oración en nuestras actividades cotidianas para agradecer a Dios
por sus bendiciones diarias.
Señor, Dios nuestro, te suplicamos que perdones los pecados de los que
confiesan tu santo Nombre. Nos hemos olvidado de tu Presencia en el Santísimo
Sacramento del Altar. Y por eso se han cometido tantos sacrilegios, durante la
celebración del Sacrificio de la Misa hasta recibir la Comunión en pecado mortal, y
por eso en la naturaleza hay tantos desastres naturales y pérdidas materiales y de
vidas humanas, ocasionadas por dichos eventos.
Hoy andamos divididos y nuestros hijos sufren las consecuencias, por nuestros
egoísmos y alejamiento de Dios; queremos recuperar nuestro hogar. Queremos
reconstruir nuestras vidas sobre las ruinas que quedan de nuestro gran amor.
Porque Tú decides: “Quien repudia a su mujer y se cansa con otra, comete
adulterio contra la primera; y si una mujer repudia a su marido y se casa con otro
hombre, ella comete adulterio” (San Marcos 10, 2-12).
“El Señor es testigo de que tú has faltado a la promesa que le hiciste a la mujer
con quien te casaste. ¡Cuiden pues, su propio espíritu y no sean infieles; pues Yo
aborrezco al que se divorcia de su esposa y se mancha cometiendo esa maldad”
(Malaquías 2, 14-16). No queremos ofender más a Dios y hemos decidido
reconciliarnos, sanar nuestras heridas, haciendo una buena confesión, para volver
a empezar nuestra relación matrimonial.
Ayúdanos con tu gracia a practicar la Palabra de Dios, que dice: “Mujeres, estad
sujetas a vuestros maridos, como conviene el Señor. Maridos amad a vuestras
mujeres y no las tratéis con esperanza” (Colosenses 3, 18-19). “Y entre vosotros
vivid en armonía y paz… que nadie vuelva al otro mal por mal… seguid haciendo
en todo tiempo lo bueno el uno para el otro y para con todos. Gozosos siempre.
Orad sin cesar. En todo dad gracias a Dios, en Cristo Jesús Nuestro Señor” (1
Tesalonicenses 5, 13-18). Amén.
¡Oh Dios! Que todo lo dispones para atraernos hacia ti, permítenos entregarte esta
oración para perdonar a quien tú me diste como progenitor.
He sufrido desde la infancia la carencia de una buena figura paterna ¡Oh Dios! Te
pido que saques de mi alma este dolor espiritual que llevo y que me hace sentir
triste, acomplejado y sin motivos de vivir. Hoy me he dado cuenta que mi
matrimonio estoy repitiendo el mismo patrón de comportamiento que mi padre nos
dejó como herencia. Mi infancia fue muy triste y nunca escuche de mi padre una
palabra de amor, cariño o comprensión; solo recuerdo maldiciones, castigos,
insultos, palabras de desprecio y de baja estima y muchos golpes a mi madre y a
tos mis hermanos.
A mi padre, debo agradecerle que me haya dado la vida, ya esté vivo o muerto. No
lo culpo por sus errores, porque quizás nunca recibió de sus progenitores amor,
afecto y comprensión y por eso obró así con nosotros, sin darse cuenta. Por eso lo
perdono.
Gracias Padre Eterno, por haber propiciado esta reconciliación mutua antes de
morirnos. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.
¿Oh Jesús! Tú que estas presentes para levantarnos cuando hemos caído.
Extiende ahora tus santas manos para alejar de nosotros la maledicencia a
intranquilidades que nos tienen en zozobra espiritual.
Con tu sangre brotada de tus pies clavados en la cruz, libérame de toda atadura
satánica que me hubieran puesto para impedir que me movilice libremente para
trabajar, orar y caminar con pasos firmes. Acuérdate, Señor, de éstos, tus siervos,
a los que con tu preciosa sangre redimiste para que cada vez que asistimos al
santo sacrificio de la misa, lo hagamos con devoción y piedad para que
veneremos con profunda reverencia la sangre preciosísima de nuestro Redentor,
ofrecida por el sacerdote a la Santísima Trinidad en todos los altares católicos del
mundo entero.
Oh Dios Padre, sé propio y levanta hasta la cumbre de los cielos a los que hemos
hecho esta oración de liberación y que redimiste con la sangre de tu unigénito
Hijo. Por Cristo Nuestro Señor. Amén.
Padrenuestro, Avemaría, Gloría.