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Autora: adorableprince
Pareja: Kai/Kyungsoo
Rating: PG-13
Género: Romance, Tragedia
Traducción: Anna, Maia, yue_kissys
Corrección: yue_kissys
Resumen: Jongin ve, pero no lo suficiente.
Hay cuatro farolas que bordean la calle de su apartamento, dos arbustos al lado de su
puerta principal. Apenas tiene un vecino en lugar de dos, porque su habitación está
ubicada en la esquina de la calle donde el sonido de los coches que pasan, no se oye
a lo lejos desde la ventana del segundo piso. Al otro lado de su apartamento, hay un
parque con tres pistas de tenis y dos redes de voleibol que nunca fueron utilizadas y lo
más probable es que no las vayan a usar en el futuro.
Sus ojos miran al muchacho soñoliento que descansa contra una ventana, auriculares
enchufados a sus oídos. Por encima de su cabeza, los números son 65: 10: 03: 21:
45: 08. La chica que envía mensajes de texto rápidamente en su teléfono, tiene
números que son un poco diferentes 67: 09: 17: 11: 43: 50. Siempre son seis números
y siempre descendiendo.
Durante el tiempo que Jongin puede recordar, ha visto estos números sin saber por
qué. Nadie más los ve y nadie le cree cuando dice que puede notarlos, que los
números flotan por encima de las cabezas de la gente y pintan al mundo con una
sombra brillante color carmesí. Le toma diez años entender qué significan los
números.
A los diez años, Kim Jongin se sitúa en una intersección de autopista, su madre toma
su mano, tarareando una alegre melodía, cuando presiente que algo anda mal con un
vehículo cuyo conductor tiene aparente estado de ebriedad y las piernas le fallan,
donde la luz es color verde y los coches pasan. Hay un accidente, el crujido
repugnante de metal colisionando con frágil piel y huesos. Los gritos llenan el aire y
reconoce el chillido estridente de la voz de su madre mientras ella lo tira hacia atrás y
trata de protegerle los ojos de la vista horripilante tendida a través del camino.
Jongin se queda mirando al creciente charco de sangre y cree que se trata de un tipo
diferente de rojo al que está acostumbrado a ver, pero eso no es todo lo que notan sus
ojos. A pesar del tirón frenético y los gritos desesperados, Echa un vistazo a través de
los dedos temblorosos de su madre y no se atreve a apartar la mirada de los números
por encima de la cabeza del hombre.
Nunca antes vio tantos ceros en los números de una persona y un sentido de lógica y
comprensión llegan a través de su cerebro, trata de enfocarse lo que tiene en mente.
Y en el momento en que llegue la ambulancia, hay diez ceros y un once descansando
en el aire. Antes de que incluso puedan atar al hombre en la camilla, el último número
disminuye hasta un cero también.
El hombre es declarado muerto.
Jongin toma grandes bocanadas de aire como si fuera el único que va a evitar que el
mundo se derrumbe a su alrededor. Tropieza de nuevo en la seguridad de los brazos
de su madre, su visión se distorsiona entre lágrimas que amenazan con
desbordarse. Incluso a través de la nube de humo y las comprensiones dudosas, doce
ceros ardientes parpadean furiosamente hacia él y Jongin finalmente sabe lo que
significan los números.
Años. Meses. Días. Horas. Minutos. Segundos.
Un reloj.
Se pasa el resto del día con los ojos fuertemente cerrados. Su madre cree que ha
estado mentalmente marcado por el accidente y entra en pánico cuando incluso
semanas después del incidente, Jongin se niega a hacer contacto visual y mira directo
al suelo, cerrando los ojos siempre que sea posible. Ella se asusta lo suficiente como
para enviarlo a un psicólogo infantil, lamentablemente no hallan respuestas porque el
profesional no puede determinar con precisión la razón del cambio drástico en el
comportamiento de su hijo.
Jongin sigue así durante un buen mes hasta que resbala accidentalmente una
mañana, ojos borrosos por el sueño y envueltos en el calor de sus mantas. Sus
padres le sacuden suavemente, diciéndole que despierte para el desayuno, y antes de
poder acercarse a ellos, dos conjuntos de números rojos lo saludan y parpadea. Llora
esa noche porque ahora sabe ydesea no saber. Tiene muchas preguntas, pero no hay
alguien que le explique.
"¿Alguna novedad?"
"Pero eso significa que parará pronto ¿no? Quiero decir, perdería mucho más de tres
meses si abusa de su hígado."
Dos palabras concretas son todo Jongin tiene para ofrecer. "Sí, claro."
Jongin baja la cabeza y fija su mirada en Chanyeol, tiene una mirada pesada, no
necesariamente mirándolo a la cara. Está mirando por encima de él y los remolinos se
mezclan en color rojo con destino predestinado.
"Jongin, no lo hagas."
Está de pie frente a la puerta, la mano sujeta a la perilla cuando lanza una frase
encima de su hombro. "Deberías dejar de ser tan dulce, un día te vas a perder."
La puerta se cierra.
Chanyeol se estremece.
Jongin vuelve a ver a Chanyeol en su clase de mitología griega. Es el chico extraño
que aparentemente siempre es fuerte, que hace cualquier comentario y siempre está
bien. Chanyeol claramente no entiende el significado de espacio personal o control de
volumen o el hecho de que nadie quiere escuchar sus interminables especulaciones
acerca de la magia a las nueve de la mañana. Sólo cuando Jongin le da codazo
accidental durante una de sus descripciones particularmente vívidas según él, presta
atención a las palabras de Jongin.
Chanyeol se detiene, hay tensión en el aire y abre la boca antes de fruncir el ceño de
forma cómica. "¿Qué, acaso no crees en las cosas sobrenaturales?"
Jongin sólo quiere volver a dormir, a descansar en los confines de brazos cruzados y
sudadera con capucha color negro. Tal vez es la somnolencia o tal vez es porque no
ha tenido su café en la mañana. Tal vez sea el hecho de que una pequeña parte de
Jongin quiere a alguien que crea en él, incluso si es el compañero loco que no
parecen tener un filtro funcional de cerebro. El remolino de tal vez girando en su
cabeza, le está volviendo loco, pero no le impide ser sorprendido cuando las próximas
palabras salen de su boca. Le toma un par de segundos para darse cuenta que las
sílabas que cuelgan en el aire le pertenecen.
El estudiante de la izquierda ríe bajito y algunos otros irrumpen con qué buena
mentira. Los tensos hombros de Jongin caen y vuelve a decepcionarse. Ha aprendido
que cuando empieza a esperar cosas de la gente, ellos mismos le hacen daño. Solo
fue una reflexión. Eso fue todo. En su descontento, vuelve a dormir, y no alcanza a ver
la mirada de asombro en el rostro de Chanyeol.
Después de clase, cuando todo el mundo está yendo fuera de la sala de conferencias
y Jongin sólo desea llegar rápidamente de regreso a su dormitorio donde la
comodidad de la ropa acolchada y una almohada suave lo esperan, se encuentra
jalado hacia un lado por el muchacho larguirucho como un árbol. Frunce el ceño
porque esto retrasará su hora de la siesta antes de su próxima clase pero Chanyeol lo
miraba un poco demasiado serio y los pelos de la nuca de Jongin se erizaron.
"No estabas bromeando, ¿verdad?"
"Todo tiene sentido," Chanyeol insiste. "Nunca miramos a la gente, bueno, me refiero
a usted -Pero es como si siempre estás mirando por encima de ellos o, a veces
incluso parece que puedes ver a través de ellos, pero nunca mirarlos directamente."
Chanyeol lo mira con tanta atención que comienza a sentirse incómodo. No hay
ningún indicio de que el muchacho enloquecido quiera algún tipo de reconciliación
entre éstas dos personalidades. A Jongin le resulta hilarante que la primera persona
que le cree, sea un extraño demente en lugar de sus padres; la mirada de confusión
en el rostro de su madre aún está fresca en su mente cuando por primera vez le
expresó su descubrimiento en voz alta.
Decidió que sería mejor si mantenía su capacidad sin darse a conocer, pero ahora, el
pensamiento de que otra persona lo sepa, es tentador. Los secretos quieren salir
desde su interior y se siente cansado en un sentido totalmente diferente. Es un tipo de
cansancio que no va a desaparecer, no importa cuántas horas duerma la noche
anterior.
"Park Chanyeol."
Jongin asiente, más para sí mismo que para la otra persona y luego se vuelve a
alejarse. Chanyeol corre tras él, sorprendido.
"Espera, ¡Nunca me dijiste si yo tenía razón!" Grita.
Jongin apunta a una chica al azar caminando por el patio. "Sesenta y tres."
"Sesenta y cinco."
"Setenta".
"Setenta y dos."
"Y ella sólo tiene cincuenta y cinco años, me pregunto por qué."
El miedo se filtra en su estómago. La forma en que Jongin está hablando parece tan
distante e indiferente, como si no estuviera hablando de personas reales con vidas
reales, sino como si todos fueran simples números. Jongin abre sus labios estando a
punto de pronunciar otro número cuando Chanyeol se da cuenta a quién señala en
ese momento. Es Baekhyun caminando por el césped, el mismo Baekhyun de su
clase de matemáticas por el que Chanyeol ha pensado tanto tiempo e inmediatamente
lleva su mano a cubrir la boca de Jongin antes de que pueda decir algo más.
Jongin tomó un montón de malas decisiones en su vida. La primera fue que aceptó la
amistad de Chanyeol en vez de huir de él, la segunda es que vivieron juntos después
de salir de los dormitorios compartidos durante dos años, y ahora está de acuerdo en
acompañarlo a una conferencia de música siendo ésta, la tercera mala decisión.
Excepto que Chanyeol se olvidó de mencionar que la conferencia era las siete y media
de la mañana, el tiempo en que Jongin debería estar dormido y no pensar o funcionar
o hacer cualquier cosa que remotamente implicaría interacción humana. Está de
alguna manera, arrastrándose fuera de la cama y sintiendo el aire frío frío, empuja su
cuerpo a subir al autobús y maldice todo el camino a la sala de conferencias, pateará
certeramente la ingle de su mejor amigo.
"Más vale que valga la pena", murmura mientras está acurrucándose en su suéter.
Chanyeol rebota sobre las puntas de los pies con entusiasmo. "Confía en mí, lo será."
Juega con la idea de que este es un plan elaborado para vengarse de él por comer la
última porción de budín cuando lo distrajo un momento. Parpadea un par de veces y
frota sus ojos, en la confusión, se pregunta si está viendo cosas, pero después de
unos minutos de mirar fijamente, está seguro de ver algo que no es.
"¿Quien?"
"¿Está enfermo?" Murmura Jongin, tiene los ojos sin moverse en absoluto desde la
parte superior de la cabeza de Kyungsoo.
"Lo veo."
Finalmente, dirige sus ojos desde Kyungsoo a Chanyeol, su expresión es curiosa pero
serena y Chanyeol lo odia porque sabe que esa sonrisa sombría hace que Jongin se
vea mucho mayor que él. Casi parece cruel, como si en su mundo, la gente no es más
que lo sujetos manipulables sin sentido.
Van juntos a las conferencias de historia de la música todos los días después de ese
día y aunque Chanyeol quiere detenerlo, no puede. Observa con impotencia a Jongin
maniobrando a su manera en la vida de Kyungsoo, sentándose al lado del chico
tímido, rosando suavemente sus manos y tirando más de un lápiz al suelo a propósito,
una astuta sonrisa llega mientras le pide que compartan libros, aunque Jongin no esté
registrado en su clase. No está seguro de lo que quiere lograr y duda mucho que sea
algo bueno.
Para decir menos, Chanyeol no se sorprende cuando un día tranquilo, Jongin lo atrae
junto a ellos y otorga a Kyungsoo con una atractiva sonrisa, la personificación de la
confianza envuelta en una capa de belleza y tensión sexual. Chanyeol se siente algo
preocupado.
Vacila unos segundos porque nada de esto es justo, está jugando con Kyungsoo y
quién sabe por qué razón, pero debe intervenir. Piensa que Jongin puede tomarlo
como una sentencia pero aún así, Chanyeol suspira y hace una nota mental para
hablar con él más tarde. Luego de unas horas, Jongin está asolas con Kyungsoo.
Jongin ríe, no hay nadie más en la sala de clase. ¿Con quién más podría estar
hablando si solo están ellos dos? Le resultaba tan inocente. Jongin tenía curiosidad,
curiosidad por el chico son números en los años, curiosidad del por qué a pesar de
que ya sabe cuándo puede pasar. Se da cuenta que no está jugando limpio cuando
una capa de color rosa pinta las mejillas de Kyungsoo. Está demasiado encantado con
lo que ve frente a él y lo toma como un rompecabezas, la más fascinante
rompecabezas que ha encontrado en su vida.
"¿Tengo que ir al hospital por unas horas?" Balbucea Kyungsoo, no debería decirlo en
forma de pregunta.
Jongin frunce el ceño. Así que una enfermedad terminal podría ser la respuesta al
gran misterio. El pensamiento es decepcionante porque no encajaría. Piensa que
Kyungsoo luce bastante saludable pero las apariencias pueden ser engañosas.
"¿Estás bien?"
Jongin mete las manos en los bolsillos, marca la enfermedad fuera de la lista una vez
más, no sabe qué otra cosa podría tener.
"Perdona que te moleste entonces, supongo que tú-"
"¿Quieres venir conmigo?"
Jongin se ve sobresaltado cuando todo el rostro de Kyungsoo se torna color rojo, las
mejillas emiten un hermoso tono seductor rubí contra la palidez habitual de su piel.
"Sí quiero."
La cabeza de Kyungsoo encaje arriba. "¿Quieres? Quiero decir oh bien, por supuesto,
por supuesto, pero tú-"
Van al hospital todos los miércoles, los voluntarios se quedan en el centro de refugio
para desamparados, los jueves, lee cuentos a los niños en la biblioteca pública
durante una hora cada viernes. Do Kyungsoo es la imagen perfecta del cartel infantil
de bondad y generosidad, todo de lo que Jongin se burlaba y reía, ahora ha aprendido
que el tiempo no se detiene, incluso para el más benévolo de las personas. Es una
gran ironía, pero Jongin no se ríe más.
No vuelve a reír cuando Kyungsoo gira hacia él con una sonrisa radiante, ojos en
forma de medias lunas.
No se ríe cuando Kyungsoo se acomoda al lado de la cama de su paciente
favorito. Ella tiene leucemia y no tiene mucho tiempo pero es un ángel.
Kyungsoo se sienta a la mesa de la cocina, con una taza de té con los ojos muy
abiertos ante la repentina aparición de Chanyeol. Chanyeol detiene en sorpresa.
"Usted no es Jongin."
Se sienta junto a Kyungsoo, pasando rápidamente de su silla tan cerca como sea
posible y le da una sonrisa de bienvenida. "No hagas caso a ese muchacho loco."
"Pedazo de mierda", Chanyeol gruñe y lo empuja contra la pared tomándolo del cuello
de su camisa. "Esto no es un juego, entiéndelo. No puedes simplemente jugar con los
sentimientos de las personas que te gustan. Especialmente no con alguien que
apenas acabas de conocer hace menos de un año."
"Mira, te prometo que no le haré daño ¿de acuerdo?" Hace contacto visual, la
expresión de su rostro no se puede leer pero Chanyeol puede sentir la tormenta
debajo de la fachada.
Se sorprende porque es la primera vez que lo ve de esa forma y tiene miedo de cómo
vaya a acabar, está confundido. Kyungsoo está metiéndose en un agujero y Chanyeol
comienza a pensar que tal vez no sea él quien saldrá herido al final. La curiosidad se
funde con interés y se desliza rápidamente por la pendiente resbaladiza del afecto. Se
pregunta hasta qué punto Jongin ha caído de su precipicio original, porque si se
trataba de un juego, en algún lugar a lo largo de la línea, Jongin ha dejado de leer el
manual de instrucciones. Las reglas ya no importan.
Jongin está perdiendo. Kyungsoo está perdiendo. Todo el mundo está perdiendo.
"¿Arroz frito?" Jongin murmura con la boca llena, cuchara dentro de su boca.
Kyungsoo arruga la nariz con desagrado. "Eso no se ve como arroz frito. Parecen
todas sus sobras vomitadas en la caja."
Se inclina con vacilación y recoge algo que sobresalía de la masa de arroz frío. "¿Es
eso un ala de pollo?"
"El arroz frito no tiene que ser perfecto," Jongin defiende, tirando su caja de almuerzo
lejos de las manos indiscretas de Kyungsoo. "Usted acaba de notar algunas mezclas
nada más."
"Eso es asqueroso."
"Deja de juzgar, soy un estudiante universitario con estatus económico normal. Como
si se pudiera hacer algo mejor."
Jongin mira Kyungsoo con cautela, sin saber qué hacer con la ceja arqueada del chico
y sonrisa socarrona. Resulta que la expresión pícara en el rostro de Kyungsoo se
traduce en llevarlo a la cocina de Jongin y ser tomado como rehén un sábado por la
tarde, sus armarios invadidos, ollas y sartenes esparcidos a través de la estufa.
"¿Así que me vas a cocinar fideos?" Preguntas Jongin, la mitad de su cuerpo tendido
en el sofá y la otra mitad cernida sobre el reposabrazos mientras observa a Kyungsoo
con expresión divertida.
"No, yo voy a cocinar que mejor cosa que nunca has probado", murmura porque está
prestando atención a medias, está más ocupado abriendo la bolsa de plástico y los
ingredientes que hacen juego y malabares de la tabla de la parte superior del
mostrador.
"La leche está a punto de expirar," Kyungsoo lanza por encima de su hombro mientras
se da cuenta de la fecha en la caja de cartón.
"¿Jongin?"
"¿Te has detenido a pensar acerca de las fechas de caducidad?" Su voz sale con un
tono frío y aterrador."¿Alguna vez buscaste acerca de ellos?, Luego no lo sacas de tu
mente. La leche está a punto de expirar, así que debería terminar antes de esa fecha.
El pan está a punto de echarse a perder, se debe consumir antes de tiempo."
Mira a Kyungsoo excepto que no hay contacto con los ojos. Kyungsoo tiene miedo,
Jongin está mirándolo pero en realidad no, está mirando por encima de él y no nada
normal, pero esta vez se siente como la corta distancia entre ellos, hacen una gran
diferencia.
"¿Jongin?" susurra de nuevo.
Pero no hay una respuesta. Kyungsoo resuelve que no están hablando de la leche.
"Así que déjame entender esto, si pudieras hacer cualquier cosa ahora mismo
escogerías ganar un animal de felpa de una maquina de peluches?” Jongin jadea. "No
estaba consciente de que eras una chica adolecente."
Kyungsoo indignantemente se sonroja. "Nunca fui capaz de ganarme uno de niño y
siempre quise hacerlo aunque sea una vez. Era un complejo de niñez así que cállate."
Jongin lo mira indignado, recorriendo una mano por su cabello y sosteniendo un dedo
para que Kyungsoo espere mientras desaparece en su habitación. Cuando vuelve,
hay un balde de monedas sueltas en una mano y la otra agarra la muñeca de
Kyungsoo en silencio, jalándolo hacia la puerta.
"Escoge uno."
Kyungsoo se agita nerviosamente y con atención mira por el vidrio hasta que sus ojos
caen sobre un tierno gato negro, extrañamente le recordaba al chico alto junto a él.
Resulta que, el maestro no es muy bueno haciendo nada. Kyungsoo observa mientras
ahoga su risa cuando Jongin falla una y otra vez, deteniéndose cuando le dispara
unas cuantas miradas enojadas para que se calle porque está arruinando su
concentración.
"Yo creo que está bien." Jongin gruñe, su lengua asomándose en la esquina de su
boca.
Aprieta el botón pequeño de la grúa para que descienda y pisa fuertemente cuando el
aparato falla por un centímetro.
Con el ceño fruncido, Jongin mira el vaso vacío en su mano, el mismo vaso que había
llenado con monedas apenas hace una hora antes. El gato negro le sonríe
osadamente desde la cima del montón de peluches de felpa, una prueba del fracaso
de Jongin.
"Chicos."
"chicos."
Jongin toma una manzana y se la tira a Chanyeol quién finalmente deja a ir a
Baekhyun para poder reconocer la existencia de Jongin.
Chanyeol sólo puede hacer caras cuando Baekhyun lo codea para soltar una corta
risa, dándose la vuelta hacía Jongin con una sonrisa. " ¿Así que tú y Kyungsoo?"
"Nada," Baekhyun dice." Los vi a ustedes dos en los juegos de arcade el otro día, creo
q es tierno. Hacen buena pareja. Y sé que es un poco temprano pero deberías
invitarlo a la fiesta de navidad que daré―"
"¡Hey!" Le grita, alcanzándolo mientras camina energéticamente por las calles poco
alumbradas, una mano toma su hombro para girarlo. "¿Estás bien?"
Jongin deja salir una agria risa. "¿Bien? esa es una pregunta divertida."
"Mira, entiend―"
Jongin está dando vueltas como animal rabioso y está más allá de irritado, años de
antagonismo y aislamiento filtrándose fuera de su piel todo en uno.
"Así que no me digas que entiendes porque tú no sabes nada. Puedo ver el cuándo
pero nunca sabré el cómo o el porqué y me está matando, porque Kyungsoo―"
Se asfixiaba por aire, sus pulmones se negaban a suministrarle con lo que necesitaba
mientras su corazón corría millas por minutos. La temblorosa luz de la calle lo bañaba
en un misterioso brillo amarillo teñida de ansiedad y Jongin quería caer y colapsar así
no tendría que ver nada otra vez. Chanyeol observaba su mejor amigo desgarrarse
enfrente de él, todo lo que puede hacer es sostenerlo mientras se rompe.
Es mucho más tarde, cuando los sollozos de Jongin se vuelven en una respiración
desigual mientras Chanyeol vuelve a hablar. "Te pusiste furioso cuando Baekhyun
menciono la fiesta de navidad."
Duda cuando Jongin se congela en sus brazos. "¿Cuánto tiempo tiene Kyungsoo
exactamente? ¿Ni siquiera hasta navidad?"
Jongin se suelta del agarre y se pone de pie, ojos rojos y enojados. No responde la
pregunta. Sus labios apretados formando una fina línea y camina hacía la noche,
perdiéndose y el aire fresco y el silencio sofocante.
Chanyeol lo observa irse con ojos tristes.
"Solo hazlo, por favor." Jongin le ruega, su voz rompiéndose en la última silaba y
Kyungsoo traga el nudo en su garganta cuando nota los ojos de Jongin están rojos
como si hubiera estado llorando.
Kyungsoo corre a su cuarto, tirando la puerta de su closet para abrir la primera
chaqueta que encuentra y toma las llaves de su escritorio. Silenciosamente camina
hacia la puerta donde Jongin está apoyado contra el marco y le da las llaves. Jongin
sonríe tristemente y toma su mano, jalándolo fuera hacía el pasillo, cerrando la puerta
detrás de él. Kyungsoo lo sigue silencioso, permitiéndose trazar los solemnes rasgos
del rostro de Jongin cuando los dos entran al auto y vuela por las calles desiertas.
Manejan por horas, el auto de un azul oscuro contra el cielo igual de melancólico.
Dardos de puntos de luz se expanden sobre ellos. Dentro y fuera de los túneles, y
lejos de la ciudad. Cuando el auto finalmente se detiene Kyungsoo abre la puerta, es
asaltado por el sonido de olas chocando entre sí.
El océano.
Kyungsoo va detrás de Jongin, sachando sus sandalias cuando mira tirando sus
zapatillas y medias a un lado. Camina hasta llegar a la línea entre la arena y el agua,
cayendo sobre su espalda y cerrando sus ojos deja que el viento lo golpee
velozmente. Kyungsoo se sienta a su lado con una sonrisa. Es casi las seis de la
mañana y ellos están sentados en las vacantes costas de la playa, es insano y
espontáneamente emocionante. Las manos de Kyungsoo se hunden en la húmeda
arena y se acuesta junto a Jongin hasta que sus extremidades se tocan, la calidez de
Jongin filtrándose con la de Kyungsoo.
Kyungsoo gira su cabeza a un lado, su mejilla presionada con los ásperos granos para
mirar a Jongin.
"Todo es tan ruidoso y abrumador que no puedes oír tus propios pensamientos,"
Jongin murmura, sus ojos todavía fuertemente cerrados. "Nada que pensar,
simplemente ser."
Sus parpados se abren y mira a Kyungsoo, bebiendo sus rasgos como un hombre
hambriento. Simplemente lo mira, y lo mira y lo mira, una enloquecedora sonrisa
aparece en el rostro de Kyungsoo y Jongin se obliga a olvidar y firmemente mantiene
sus ojos enfocados en sus labios para no sentir la tentación de mirar unos pocos
centímetros sobre él, al constante recordatorio de que su mundo es severamente
cruel.
Y luego se acerca. Su primer beso sabe a fresco aire de océano, memorias agrias, y
clima salado― aunque es la sal del agua fluyendo alrededor de ellos, o las lagrimas
silenciosas de Jongin, nunca lo sabrá. Incluso detrás de sus parpados cerrados puede
ver el débil brillo de un rojo cazador. Cuando se separan, Kyungsoo está
positivamente encendido y Jongin lo besa de nuevo en desesperación, como si la
unión de sus labios pueden mantenerlo aquí por un segundo más, un minuto o una
hora o cualquier cosa que el tiempo tiene para ofrecer.
Alrededor de ellos, las olas se derriten convirtiéndose en espuma, una gaviota suelta
un agudo ruego, y el sol empieza a salir.
Jongin sigue viendo el mundo en números, pero estos números son completamente
diferentes. Estos números lo desgarran y lo cosen de nuevo, trazando la línea roja del
destino, hasta el punto en el que Jongin no sabe lo que significa contar, lo que
significa respirar si es que no está respirando, con ojos muy abiertos y sonrisas
crecientes. Y así, Jongin cae en el desquiciado sin fin de unos y dos y tres.
Documenta todo, cómo, cuándo Kyungsoo tiene hipo, lo hace dos veces en lugar de
una. Cómo hay cinco pliegues en la mano izquierda de Kyungsoo pero solo cuatro en
su derecha. Cómo su número favorito es nueve, mientras que el suyo es veinte. Cómo
es doce de octubre ventoso de 42°F fuera mientras ellos tienen su quinto beso. Su
sexto, séptimo y octavo beso caen en medio de ese día y, el siguiente, limitándose
entre el duodécimo y tredécimo mientras caminan sin rumbo hacia la media noche,
con las manos entrelazadas y sentimientos que dejan sin habla.
Cuatro intentos torpes para abrir el cajón de la mesita de noche junto a su cama.
Treinta y cinco segundos para que el mundo de Jongin se quiebre mientras se desliza
en el interior de Kyungsoo. Un bajo gemido abandona su garganta. Se siente
extrañamente completo a pesar del dolor porque incluso en la oscuridad, el reloj
numerado de Kyungsoo, se niega a desaparecer. Mientras Jongin cuenta todo lo
demás, junto con la respiración entrecortada y los inolvidables himnos, ignora el más
obvio y deslumbrante número de todos.
Si Kyungsoo se pregunta por qué los ojos de Jongin están fuertemente cerrados, no
dice nada, está demasiado ocupado colapsando en un revoltijo de jadeos sin aliento y
caderas balanceándose. Cuando los ojos de Jongin están cerrados no hay números,
sólo el peso de Kyungsoo en sus brazos y el estiramiento de su corazón. Pero
entonces, su visión se vuelve blanca y borrosa y Jongin deja escapar un último
gemido seguido de un maullido sin palabras de Kyungsoo, revoloteando lejos y
descender en caída libre.
Jongin ya está adherido y sabe que está mintiendo cuando le dice a Chanyeol que
solo le gusta Kyungsoo porque la palabra que amenaza con salir de sus labios, es otra
palabra de cuatro letras que definitivamente no es lo que parece. Jongin presiona las
palmas de sus manos contra sus ojos hasta doler y pasa el resto de la noche
aferrándose a Kyungsoo, como si pudiera mantenerlo ahí por siempre.
Es la una de la tarde de un viernes, lo que significa que es hora de que Kyungsoo pare
en la biblioteca a leer a los niños. Jongin no quiere acompañarlo, ya que, si es honesto
consigo mismo, los niños le aterran. Son pequeños, ruidosos e impredecibles. Son
muy bulliciosos, como si tuvieran la fuerza incontrolable de la naturaleza y Jongin
puede sentir el surgimiento de un dolor de cabeza de tan solo pensar en ello.
Kyungsoo tiene que hacer rodar sus ojos para recordarleJongin, tú una vez fuiste
niño antes de que empezara a criticar.
Kyungsoo esconde una sonrisa detrás de su mano. “En realidad, aún actúas como
uno.”
“No lo hago,” Jongin gruñe mientras le envía una mirada feroz. “Y me gusta pretender
que esos tiempos oscuros no existieron en mi vida.”
Deja escapar una risa y tira del brazo de Jongin de todos modos. Jongin, con cada
paso, arrastra los pies por la banqueta, pero sabe que nunca ha rechazado una
invitación a pesar de su miedo a los niños.
Porque el decir no significa que tiene que dejar a Kyungsoo fuera de su vista por más
tiempo, un tiempo en el que una serie de desastres pueden pasar, donde el
insoportablemente poco tiempo de Kyungsoo podría llegar a ser aún más corto.
Jongin sacude su cabeza y trata de no pensar en ello.
Cuando las puertas de cristal de la biblioteca pública se abren, el olor familiar de libros
usados y paginas amarillentas se adentran en sus sentidos. Ha pasado tanto tiempo
desde que puso un pie en la biblioteca de la universidad y mucho menos en la librería
pública al centro de la ciudad. Las hileras e hileras de novelas son una vista
indeseada pero aplasta la náusea que conllevan el tiempo suficiente para caminar
después de Kyungsoo y en la sección infantil un círculo de ojos esperanzados
esperan.
“Ya he leído ese libro. Quiero escuchar otro.” Le hace pucheros y Jongin manotea
internamente por unos segundos.
Sus ojos escanean su alrededor como si la respuesta fuera a salir por él y Kyungsoo
está demasiado ocupado entreteniendo a la pequeña multitud de niños para ayudar.
La pequeña niña interpreta el silencio como una señal de que Jongin no le va a leer y
su labio superior empieza a temblar y sus ojos brillaban con lágrimas contenidas.
Jongin se encoge con horror porque la única cosa peor que un niño, es un niño llorón.
“Mira ―yo no tengo un libro, pero te voy a contar una historia, ¿está bien?” susurra en
pánico mientras se arrodilla. “Sólo no llores, por favor no llores.”
Jongin la mira con tristeza. Sus ojos se llenan de nostalgia reprimida y dolores
apagados. “No sé, aún no hay final.”
Es una noche de otoño tranquila, cuando los cielos están rociando lluvia y la gente se
acurruca en abrigos largos. Jongin se apoya en Kyungsoo, inclinando el paraguas
hacia el lado del chico bajito aunque le haya dicho que no era necesario. El hombro
derecho de Jongin se empapa pero no le importa. Ni siquiera siente el frío, ya que
trata de morder su abrigo; en lugar de eso, se siente cálido, increíblemente cálido.
Caminan más allá de un cruce cuando Kyungsoo ve algo del otro lado del camino y se
apresura para llegar allí con los ojos muy abiertos.
Es un gato herido.
“Está herido,” Kyungsoo señala mientras el agua gotea por su cabello ahora
empapado y sus ojos.
“Puedo ver eso, pero no puedes correr así solamente a través de un cruce.” Le dice
conforme al temor paralizante que llega lentamente, el recuerdo del accidente del
coche de un tiempo atrás, dolorosamente fresco y vivo en su mente.
Sus ojos, el reloj en la parte superior de la cabeza del animal, frunciendo el ceño. No
le queda mucho tiempo.
“Podemos ayudar ―”
Jongin está respirando con dificultad, el peso de lo que acaba de decir lo cubre como
una red metálica. Kyungsoo lo mira en shock y nada se puede escuchar a excepción
del sonido constante de la lluvia contra el cemento y el golpeteo ruidoso de la sangre a
través de los oídos de Jongin. Kyungsoo se da la vuelta y en su cabeza cuenta hasta
cinco y entonces los relojes, con un sentido casi cómico e incrédulo cuando el pecho
del gato deja de latir. Se arrodilla allí, entumecido, no registra la muerte del gato hasta
que Jongin lo toma alrededor de la muñeca y lo tira a sus pies.
Kyungsoo quita la toalla de la cabeza de Jongin para poder verlo a los ojos, pero
Jongin se encoge.
Kyungsoo le lanza una sonrisa tentativa y Jongin se tarda un par de minutos antes de
devolverle la sonrisa. Se ve algo forzada.
"¿Quién más lo sabe?" Pregunta con delicadeza mientras se sienta al lado de Jongin y
se apoya sobre su hombro.
"Chanyeol."
"Supongo que eso tiene sentido," Tararea y un segundo más tarde, añade "Lo siento."
"Debe haber sido difícil saber algo como eso sin alguien que crea en ti."
Jongin siente que se va a derrumbar con esas mismas palabras. Así, indudablemente
como Kyungsoo pide disculpas por algo sobre lo que no tiene control y sin embargo
son las que necesitaba oír. El peso sostenido en sus hombros se hace más ligero
mientras que el chico se posa a su lado, la inhalación de una mezcla embriagadora de
lluvia y esperanza. Pero la esperanza se desvanece tan rápido como llega.
Kyungsoo logra ver por encima de la mano de Jongin y ríe. “Eso es genial, podemos
crecer hasta hacernos viejos, arrugados y juntos ser abuelos de mil millones de años.
Jongin le ofrece una acuosa sonrisa y Kyungsoo se la devuelve, sin darse cuenta de
que la sonrisa no puede llegar hasta los ojos de Jongin.
“Jongin, son las 4am, ¿Qué pasa contigo y tu mal hábito de molestarme a horas
impías?” Kyungsoo gruñe en su almohada, con el teléfono presionando su oído
mientras trata de mantenerse despierto.
“Es también sábado y mañana no hay clases así que levanta tu trasero y déjame
entrar.”
"Ya voy," bosteza mientras desliza sus pies en las pantuflas que están en el suelo.
"Por cierto, cuando te dije que estaba afuera de tu apartamento no me refería fuera de
tu puerta."
“Espera, ¿qué?”
“¿Estás loco?, Balbucea apresurado a abrir su ventana, temblando mientras el aire frio
de la mañana entra sin ser invitado.
"Te apareces frente a mi ventana a las 4 am," Enuncia lentamente, cada palabra
fuertemente mezclada con sarcasmo. "¿Porque querrías jugar un juego?"
“Así que dibujaré en tu espalda con mis dedos e intentarás adivinar de que trata, ¿de
acuerdo?”
“¿Es en serio?―”
“¡No voltees! ¡Eso es trampa!
Kyungsoo suspira pero hace todo lo posible por mantenerse así. Escalofríos recorren
por su espina dorsal cuando los dedos de Jongin provocativamente dibujan líneas
a través de su espalda.
La siguiente media hora, se llena de miradas robadas y risas tímidas. Kyungsoo es sin
duda cosquilloso, pero no puede decir que el contacto de Jongin es desagradable, si
su rubor furioso y latidos frenéticos son una indicación. Las suposiciones salpican el
silencio como estrellas en un cielo negro absoluto.
"Un árbol."
"Un corazón".
"Un perro."
"Cuando dices que puedes ver los relojes de la vida, ¿puedes ver el tuyo?” murmura
con calma.
Jongin se tensa y deja escapar un respiro demacrado, pero al final responde. “No.”
Jongin niega con la cabeza y Kyungsoo se inclina para colocar un suave beso contra
el pulso bajo la mandíbula de Jongin, con la esperanza de poder calmarlo. Toda la
conversación es tan extraña para Jongin. Su habilidad para ver le hace sentirse
incomodo incluso por más razones que las del constante recordatorio de que
Kyungsoo se está desvaneciendo. Nunca había hablado cerca de las complejidades
que implica el ver esos números rojos- Nadie nunca ha querido saber, nunca nadie
preguntó
"― ves una persona con un reloj idéntico al de otra? ¿Hasta el último segundo?"
Piensa por un momento y responde: "Yo no creo que lo tenga.”
Kyungsoo lo ve, la alegría salta de sus ojos. “¿Pero no sería dulce? Hablar de
destino.”
"Esta no es una novela romántica de mala calidad," responde Jongin con una risa.
"Veintiuno."
Jongin hace una pausa cuando Kyungsoo murmura el número en la parte trasera de
su cuello.
"¿Qué?"
“¿Jongin?”
“Deberíamos dormir.”
No dice más y cae dentro de las mantas, volteándose hacia la pared. Kyungsoo se
desliza a regañadientes en la pila de mantas junto a Jongin, sus brazos caídos
torpemente a su lado hasta que decida envolverlos alrededor de su cintura. El chico
no responde. Kyungsoo pasa las horas restantes de la mañana preguntándose qué
dijo mal.
Chanyeol no puede decir que nunca ha visto borracho a Jongin pero a medida que va
caminando a la sala de estar, Jongin está claramente más que embriagado― está
completamente roto.
“En verdad tienes que dejar de romper todo así,” murmura Chanyeol- “Y, maldita sea,
por qué siempre es vidrio.”
Ahora permanece tranquilo y cuando Chanyeol ve a través de la mesa, puede ver las
rayas corriendo por sus mejillas, donde sus lágrimas se han secado. Cuando elige
hablar, su voz es ronca como si hubiera estado gritando y maldiciendo.
Chanyeol no sabe cómo responder, pero no parece que Jongin busque una respuesta,
continuando en su conversación desigual.
No sabe cómo responder, pero no parece que Jongin busca una respuesta,
continuando en su conversación unilateral.
"¿No es bonito?" ríe, pero el sonido es vacío y hueco. "Debe hacerlo. Visitar a su
familia es bueno. Tiene que verlos una última―”
La voz de Jongin duele en la última palabra y es casi como Chanyeol puede escuchar
a través de las grietas astillando su corazón. Jongin es un desastre incoherente de
miseria emborrachada mientras arremete, amargo e impredecible.
Chanyeol no cree que haya algo que alguien pueda hacer por Jongin porque el tiempo
no se detiene. En la oscuridad de su habitación, Jongin cierra el puño vendado con
tanta fuerza que los cortes sangran a través de las bandas blancas de tela. Duele,
pero le da la bienvenida a cualquier sentimiento que no sea la aplastante sensación de
desesperanza que cae sobre él como una serie interminable de olas gigantes. Que le
recuerdan que todavía está vivo.
Jongin no menciona que la razón por la que se rompió fue porque su puño corrió a
través de él.
"Oh", murmura Kyungsoo. "Deberías conseguir otro, están teniendo una venta
navideña en un par de semanas."
Chanyeol alcanza como reflejo de rayo rápido el dispositivo de video juego de las
manos de Jongin antes de que pueda romper ese también. Kyungsoo toma todo el
intercambio con el ceño fruncido, pero Chanyeol sólo ofrece una risita nerviosa en
respuesta. Jongin no dice una sola palabra.
"En realidad, eso es una gran idea," Chanyeol tose. "En lugar de esperar a la venta de
Navidad, por qué no salen a comprar uno nuevo ahora porque los relojes son
importantes y los necesitamos para llegar a tiempo, porque estar a tiempo es genial
y―”
"Sólo trataba de ayudar", Bufó mientras murmuraba en voz baja, frases furiosas que
suenan como las variaciones de colores de Kim Jongin eres un maldito imbécil. “De
todos modos, estoy llamando a Baekhyun, no vuelvan por lo menos en una hora.”
Jongin gruñe evasivamente pero permite a sí mismo de ser llevado hacia la tienda
más cercana. En el camino, Kyungsoo ocasionalmente se da vuelta para mirarlo
contemplativo y después de la tercera vez, Jongin finalmente decide decir algo.
"¿Qué?"
"No, por supuesto que no", dice, luego de darse cuenta que no es muy bueno en
ocultar su desesperación. Permite una sonrisa estirarse en su rostro porque así es
como Jongin quiere que Kyungsoo lo recuerde. Quiere ser recordado como el Jongin
que ha re-descubierto la felicidad, el Jongin que ha sido sacado de las aguas oscuras
de la apatía por sonrisas de media luna y labios rojos cereza.
Jongin asiente con la cabeza, probablemente sería mejor si Kyungsoo escoge el reloj.
Como resultado, la respuesta es todo. Jongin está de pie en un pasillo con el reloj
elegido sostenido en ambas manos cuando hace una mueca, literalmente. Está
seguro de que la anciana que pasaba al lado de él le lanzó una mirada dudosa y
honestamente, no puede culparla.
"La parte de atrás de este, dice que es para siete años de edad.”
Jongin suspira y camina a la caja sin protestar porque no puede decir que no a
Kyungsoo y sus ojos suplicantes, incluso si eso significa tener que tragarse su
dignidad y aceptar que su especie-de-novio tiene una extraña obsesión por los dibujos
animados. Más tarde esa noche, Jongin cuelga el nuevo reloj en su habitación, en
lugar de ponerlo en la sala de estar. A propósito, saca las pilas fuera y deja el reloj
como es, los segundos congelados, los minutos suspendidos, las horas atrapadas en
un limbo de inmovilidad.
Él detuvo el tiempo.
16 de diciembre.
17 de diciembre.
Es el último día de clase y Jongin entrega su proyecto con un solo día de retraso. Su
profesor lo lleva aparte, muy enfadado y le da una lección sobre cómo ordenar sus
prioridades. Jongin sabe que tiene sus prioridades en orden. Kyungsoo es su
prioridad. Pero no lo dice, en lugar de eso le dice a su maestro que no tuvo tiempo
suficiente. El hombre nervioso lo mira y le dice siempre tienes suficiente tiempo si lo
planeas.
Chanyeol y Baekhyun insisten en hacer una fiesta, ya por fines descanso. Jongin sabe
que 'hacer una fiesta' realmente significa que su departamento va a ser destrozado,
pero Kyungsoo está emocionado, nunca ha estado en una antes. Al final, Jongin dice
que sí, pero en lo que resta de la noche, no puede quitarse la idea de que esta no es
tanto una celebración si no una despedida.
19 de diciembre.
Ellos compran un árbol de Navidad y pasan un día entero decorando con un surtido de
adornos y oropeles que arrojan brillo por todas partes. Jongin está fuertemente
castigado por Kyungsoo debido a su falta de creatividad artística y repetidamente
llamado murciélago daltónico. Jongin nunca ha sido más feliz.
20 de diciembre.
Un día más. Jongin se siente adormecido. No está listo para esto. No está listo para
que termine. No está listo para decir adiós. Kyungsoo puede sentir que algo está mal,
pero Jongin sólo le dice que tuvo una pesadilla. Pero esta pesadilla es demasiado real
y casi lo suficientemente tangible. Se revela en los pliegues suaves de los ojos de
Kyungsoo, en el rosa pálido de la manzana de sus mejillas bonitas. Es un cielo que
Jongin ha llegado a creer que puede ser suyo para siempre sólo para ver que le sea
cruelmente arrancado
.
Jongin considera romper y decirle a Kyungsoo, porque tal vez merece saber. Pero
entonces toma una mirada así mismo en el espejo, un retrato de sombras oscuras y
mejillas hundidas y sabe que las personas no tienen la intención de saber cuándo
mueren. El conocimiento se filtra en su alma y planta una semilla desastrosa de pena
omnipotente. Es el poseedor de un secreto que nunca debió ser revelado. Si hay una
cosa que pueda hacer por Kyungsoo, es salvarlo de la misma desolación.
"No puedo soportar lo lleno que consiguen estarlas calles debido a las compras de
última hora por Navidad," miente.
Jongin se sacude despierto en una cama vacía y una almohada fría, desorientado y
aturdido porque no puede recordar cómo se quedó dormido. El terror se apodera de
su corazón como si su respiración estuviera fuera de control. Las personas no mueren
así. No sólo desaparecen en medio de la noche mientras sus cuerpos se desvanecen
como si nunca hubieran existido. Jongin lanza las mantas en una ráfaga tumultuosa,
como si con sus extremidades estuvieran luchando y luego un trozo de papel se
arruga debajo de su palma.
¡He ido a comprar algo de comer! Necesitaremos comida si vamos a estar aquí todo el
día. No quería despertarte. Llámame si te apetece comer algo en particular…
Jongin se precipita a buscar su teléfono y presiona los números con sus dedos
temblorosos, su mente es un lío de números y preguntas calculadas de ¿cuánto
tiempo le queda?
Jongin puede oír el gesto aun cuando no está allí para verlo, pero está demasiado
ocupado entrando en pánico.
"Mira, sólo quédate donde estés -no te muevas. Voy por ti."
Ni siquiera se molestó en cambiar sus pantalones antes de avanzar por la puerta y por
la calle, corriendo como si su vida dependiera de ello, hacia el supermercado un par
de cuadras de distancia. En cierto modo, su vida no depende de él. Para cuando el
supermercado está a la vista, puede ver a Kyungsoo desplazándose de ida y vuelta
bajo la marquesina roja de la entrada. Jongin llega barriéndose, un caótico y sudoroso
desastre.
Jongin se echa hacia atrás y hace una comprobación rápida pero sutil por partes,
cualquier señal de que algo esté fuera de lugar antes de que sus ojos se muevan
frenéticamente alrededor, contemplando en el entorno y la gran cantidad de
situaciones que podrían ser la causa de la muerte de Kyungsoo. Durante toda la
prueba, Jongin nota que los números rojos no han dejado de contar hacia atrás, es
solo cuestión de minutos para el final.
Es una cacofonía de ruidos. Kyungsoo grita para que el ladrón se detuviera, la sangre
de Jongin está corriendo por sus venas mientras maldice la necesidad inquebrantable
de Kyungsoo siendo el buen samaritano, y luego hay un destello de metal reflejando la
luz del sol que Jongin ve un segundo más tarde. De pronto, está corriendo y
empujando y su voz sale de su garganta en un grito ronco porque lo sabe. Así es
cómo terminará.
Kyungsoo sólo puede controlar un gemido de dolor mientras sus ojos llenos de
lágrimas miran a Jongin cuando se derrumba junto a él.
"Lo siento, te mentí. No tenías mil millones de años", se ahoga. "Pero creo que, yo
tampoco."
Kyungsoo intenta reír, pero el sonido que sale de su garganta es más de un gorgoteo
ahogado. "¿Vienes conmigo?"
Jongin sonríe.
El sonido de las sirenas, perforan el aire, pero ambos saben que es demasiado tarde.
Jongin trata de decir hasta pronto, pero lo único que sale de su boca es más sangre.
00: 00: 00: 00: 00: 04
Kyungsoo aprieta la mano de Jongin y le dice con los ojos está bien, lo sé.
Ambos cierran los ojos y esta vez, ninguno de los dos tiene el poder de abrirlos de
nuevo, luchando a través de un río de letargo, sus cabezas sumergidas e incapaces
de nadar a la superficie. Empieza la cuenta regresiva, dos relojes que son
perfectamente idénticos, perfectamente sincronizados.
En algún lugar de un universo paralelo, se está contando una historia. Una historia
sobre un chico que podía ver los números de color rojo. Una historia sobre un chico
atrapado en la complacencia hasta que otro chico aparece para salvarlo. Una historia
de sonrisas, risas, lágrimas y dolor. Una historia que llega a su final.
FIN.