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Trabajo práctico Nº 9 – Principios básicos de la poda en frutales

El término podar deriva del latín “ putare” que significa cortar, quitar. La poda es el corte
de las ramas superfluas de una planta para que fructifique mejor. También podemos definir
desde el punto de vista comercial como la práctica cultural que suprime algunos elementos
de un árbol con el objetivo de aumentar el valor de su producción. Otra definición podría
ser: “operación que consiste en eliminar partes del árbol para influir de alguna manera en su
comportamiento fisiológico”.
Padlog considera que el follaje del árbol es todo un sistema fotosintetizador o fuente de
alimentación cuyo destino es la fruta que el árbol vá a producir. Considera que existen
diferentes zonas de iluminación; así a los puntos más internos llega un 30 % de luz, en la
parte media hay un aprovechamiento del 70 % de la luz y en la parte superior hay un
aprovechamiento del 100 %, siendo su eficiencia máxima y puede además de
autoabastecerse, traslocar fotosintatos hacia otros órganos. La parte media sólo puede
autoabastecerse, pero no trasloca y la zona interna es una zona muerta donde tenemos hojas
cuya fotosíntesis no alcanza a autoabastecerlas por lo que mueren; es una zona
improductiva. Concluye que lo óptimo sería tener un árbol abierto, sin ramas ni tronco, lo
cual es imposible, pero la poda ayudaría para mejorar la eficiencia fotosintética del árbol
para que la energía se transloque al destino fuerte que es la fruta.
Con la poda buscamos la remoción de hojas, ramas, brotes, yemas e incluso frutos. La
eliminación de partes secas de una planta si bien no constituye una poda en sentido
riguroso, es una operación necesaria desde el punto de vista sanitario.
La poda de ramas, ramitas y centros fructíferos puede ser total o parcial, produciendo una
alteración en el balance hojas/madera/raíz; presentando la poda un “efecto enanizante o
deprimente” por un lado, y un “efecto vigorizante” por otro.
El crecimiento de los árboles frutales es producto de la interacción de factores
nutricionales (suelo, agua y luz); factores hormonales y factores genéticos (hábito de
crecimiento de la especie). Las plantas sin podar presentan un crecimiento natural bajo una
forma determinada que puede ser globosa como en el ciruelo, o piramidal como en perales
y cerezo. Un árbol no podado tiene la tendencia a producir en la periferia de la copa, dando
un número excesivo de frutos de pequeño tamaño, con plantas de gran desarrollo, donde la
proliferación de ramas será grande y cada una de ellas será cada año más debil, acortándose
la vida útil de la planta. En estado natural los árboles no tienden a dar fruta de calidad,
sino a producir grandes cantidades de semillas, para lo cual basta con que haya
muchos frutos pequeños.
La poda busca transformar esa superficie en una copa de alta producción, fomentando
intencionalmente el crecimiento y vigor de determinados elementos, eliminando y/o
debilitando otros que pudieran competir con los primeros. Una poda racional debe buscar la
penetración de la luz hasta el interior del árbol para aumentar la superficie de producción,
favoreciendo además la ejecución de otras tareas como ser pulverizaciones, raleo de frutos,
etc.
Para aplicar los principios de poda debe tenerse en cuenta la edad de la planta, hábito de
crecimiento de la especie y/o variedad, disponibilidad de recursos naturales, etc.

Objetivos:
 Formar el esqueleto o estructura de la planta capaz de aguantar la carga de cosechas
abundantes, tormentas o la presión de la nieve
 Iniciar más rápidamente la producción mediante la asignación clara de funciones de
las ramas fructíferas.
 Controlar la altura de las plantas.
 Facilitar la penetración de la luz para asegurar la fructificación y la calidad de la
fruta en cuanto a color, tamaño y sanidad.
 Regularizar la producción, buscar el equilibrio en la producción de ramas de madera
y fructíferas.
 Aumentar la eficiencia de los tratamientos sanitarios.
 Reducir los costos de cosecha.

 Evitar escaldaduras de frutas y ramas.


 Rejuvenecer plantas avejentadas por falta de manejo o prácticas incorrectas de poda.
 Prolongar al máximo la vida productiva de la planta.

Clasificación:

1) Según la época: - Poda de invierno o en seco: se realiza desde la caída de las


hojas hasta el comienzo de la brotación; y puede ser temprana, ni bien caen las
hojas, en lugares de climas templado suaves; o tardía para zonas frías que, como en
el caso de la vid , puede retrasar la brotación permitiendo escapar al peligro de
heladas tardías.
- Poda de verano o en verde: se practica durante el período activo del ciclo vegetativo,
desde la brotación, realizando el corte sobre órganos herbáceos o apenas lignificados.
Puede consistir en un desbrotado o eliminación de aquellos brotes provenientes de una
yema (5-10 cm), o pellizcado donde se elimina la extremidad . La poda en verde
suprime parte del follaje en pleno crecimiento por lo que tiene un efecto debilitante, y
más aún aquellas realizadas a mitad de verano, época en que el árbol destina sus
reservas para formar brotes y todavía no ha tenido tiempo de acumular nuevas reservas.
Cuando es practicada durante el período de formación de los árboles, favorece la
formación de ramas primarias y secundarias al eliminar brotes inútiles que compiten
con éstos. También acelera la entrada en producción al favorecer la formación de yemas
florales al detener el crecimiento de los brotes.

2) Según el objetivo: - Poda de educación: es la que se aplica en el vivero para


preparar la zona donde se realizará el injerto y consisten principalmente en el
desbrotado.

- Poda de plantación: tiene como fin equilibrar la relación copa/raíz y fijar la altura
del tronco o inserción de ramas primarias en algunos sistemas de conducción, los
que serán de bajo viento (menos de 80 cm), medio viento (80 y 120 cm) y alto
viento (+ 120 cm).

- Poda de formación: se practica durante los primeros años de establecimiento del


árbol y su finalidad es guiar y/o modificar el hábito natural de crecimiento de la
planta, para que produzca antes y mejor. Se forma la estructura de la planta con un
esqueleto fuerte capaz de soportar la carga. Los cortes serán fuertes, estimulando el
desarrollo vegetativo. Acá se eliminan las ramas enfermas o con plagas, cruzadas,
quebradas; se descartan las ramas con ángulos agudos (cerrados); las ramas que
compiten con el eje y los chupones mal ubicados. Un árbol bien formado debe tener
un buen anclaje, varias ramas primarias y secundarias, bien distribuidas y
convenientemente separadas unas de otras a lo largo del tronco; con buenos ángulos
de inserción, abiertos, para evitar futuros problemas de rotura de ramas.
La forma de conducir a los árboles dependerá del hábito de crecimiento de la
especie y/o variedad. Es fundamental antes de la poda conocer el sistema de
conducción con que se ha programado el huerto (formas libres o apoyadas), el cual
dependerá además del portainjerto ya que si es de poco desarrollo será necesario
algún tipo de apoyo.

Esencialmente existen dos formas de conducir los árboles, sin desconocer la existencia de
otras que podrían considerarse modificaciones de las primeras; y que son la poda en copa y
la poda piramidal o estructura con eje central.

Poda en copa: consiste en un troco, generalmente corto, del que salen 3,4 o 5 ramas
principales que dejan un centro abierto para facilitar la entrada de luz. Sobre estas ramas
principales se ubicarán las secundarias, terciarias, etc. Produce árboles de gran tamaño, con
baja densidad de plantas por hectárea, que requiere de soportes para mantener la posición
de las ramas primarias, además de generar una gran competencia de la parte alta del árbol
que sombrea la inferior, concentrando la producción en la parte elevada y menos
accesible. Como ventaja tiene la apertura de copa que permite acceso de luz al interior de la
planta.
Poda piramidal o estructura con eje central: se mantiene un eje central único y
dominante al que se van agregando 3 o 4 ramas anualmente. Los frutales así conducidos
presentan más ramas de armazón, cuyo largo decrece con la altura, lo que facilita la
iluminación haciéndolos productivos hasta el tronco. Forma árboles relativamente
pequeños, con buena captación de luz, fácil manejo y buena coloración de frutos. La
desventaja es que son difíciles de conducir y obtener resultados uniformes.

Poda en sistemas apoyados: buscan lograr una mayor producción en el menor tiempo
posible; se combinan con el uso de portainjertos enanizantes y permiten controlar el
crecimiento por medio del atado de las ramas. Las estructuras de sostén pueden ser muy
variadas, desde una simple alambrada de 2,3 o más alambres, pasando por espalderas con
una o más crucetas, hasta complicados armazones. La duración del período de formación es
variable, se dará por terminado en forma individual cuando cada planta haya ocupado el
lugar asignado.
Influencia hormonal: en el caso del manzano el crecimiento es controlado por hormonas
endógenas . La auxina (AIA) producida en los ápices de los brotes vigorosos más altos y en
las hojas jóvenes, desciende por el floema modificando el crecimiento de los brotes, yemas
y ramas por debajo del punto de origen de la misma; inhibiendo por ejemplo el crecimiento
de yemas laterales; los ángulos que forman las ramas laterales con el tronco, se incrementan
con la distancia al ápice y están relacionados con la cantidad de auxina que llega de los
brotes situados inmediatamente por encima; disminuye la longitud de las ramas laterales; se
amortigua la curvatura hacia arriba que normalmente tiene lugar en el ápice de una rama
horizontal, dando lugar a un árbol de porte más abierto. Estas características de crecimiento
relacionadas con el abastecimiento de auxinas endógenas pueden ser afectadas por
tratamiento como la poda, el anillado o la aplicación de hormonas.

- Poda de fructificación: se aplica a los árboles que completaron su período de


formación y su objetivo es influir directamente sobre la cosecha a obtener. Con esta
poda se pretende eliminar los elementos improductivos, mantener el vigor óptimo
de los centros de producción, fomentar la formación de nueva madera y facilitar la
realización de todas las prácticas culturales, como ser cosecha, raleo de frutos,
pulverizaciones, etc. Para aplicarla es necesario conocer los hábitos de fructificación
de la especie. Hay especies como el manzano que producen sobre maderas de 2-3
años o más, por lo que acá la poda debe ser suave, que tienda a envejecer
racionalmente la madera, lo cual no significa que no necesitan poda, por el
contrario, deben estar en continua renovación ya que aún cuando sus dardos tienen
una duración relativamente larga, las mejores frutas se obtienen sobre dardos
jóvenes. La cantidad de nuevo crecimiento puede variar desde pocos centímetros
como en manzano y peral en plena producción, hasta 60-120 cm en durazneros y
aún más en kivi y vides.
- Poda de rejuvenecimiento: se aplica en plantas envejecidas por un mal manejo y
en especies que la soportan. Se llega incluso a cortar ramas primarias.
3) Según la forma de realizarla: esta clasificación se hace por las características del
corte, teniendo en cuenta si los elementos son removidos integralmente o si sólo se
compromete su longitud. Puede ser:
- Poda de raleo o larga: consiste en un aclareo de ramas o centros frutales,
eliminando aquel material que no interesa a los fines productivos. Se actúa sobre
ramitas mal ubicadas, quebradas, enfermas, con plagas, chupones, rebrotes internos,
etc. Lo que se busca con esta poda es un estímulo generalizado en toda la planta,
brotes menos vigorosos y más repartidos, adelanto en la entrada en producción y un
menor efecto depresivo.
- Poda de rebaje o corta: también llamada de despunte e implica remover el extremo
de las ramitas comprometiendo la longitud del brote, eliminando la acción hormonal
inhibitoria que la yema terminal tiene sobre las laterales. Con esta poda se busca un
estímulo localizado, brotes más vigorosos en el lugar del corte, retrasar la entrada en
producción y reducción de la habilidad de una planta para producir brotes
distribuidos regularmente y frutos

Operaciones complementarias de la poda

Inclinación: se mantiene las ramas en una posición oblicua con ángulos de 0 a 90º con
relación a la vertical, con lo que se favorece la formación de yemas florales y se
mantiene un cierto vigor del brote. En las ramas de posición vertical se desarrollan
brotes vigorosos en el ápice, mientras que las yemas de la base permanecen latentes.
En las ramas horizontales el extremo no presentará brotes, la base se cubrirá de
chupones y las yemas florales aparecerán en la parte media. La posición oblicua
presenta efectos intermedios. Cuanto más inclinamos una rama hacia la horizontal, más
la debilitamos. Se produce el mismo efecto que el despunte de la misma. Para equilibrar
dos ramas cuando una es más fuerte que la otra se inclina la más vigorosa.
Arqueado: consiste en curvar el extremo de la rama más o menos pronunciadamente
hacia el suelo buscando como efecto el adelanto en la entrada en producción.

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