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1 TIMOTEO

1:1 Para «Pablo», véase la nota en Filipenses 3:5 y para «apóstol» la nota en 2 Corintios 1:1.
1:2 El antiguo uso griego de la palabra «gracia» implicaba una bienvenida «superior» y la aceptación de un «subordinado»
en una relación cercana y favorable.
1:3 – 11 Para falsas doctrinas, véase la nota en Colosenses 2:8 – 23.
1:3 Para «Macedonia», véase la nota en Filipenses 4:15 y para «Éfeso» la nota en Efesios 1:1; véase también el artículo
«Historia temprana de Éfeso» y «Éfeso durante la época de Pablo».
1:4 «Leyendas y genealogías interminables» puede referirse a historias míticas creadas a partir de historias del Antiguo
Testamento («genealogías») que luego se desarrollaron hasta convertirse en sistemas filosóficos gnósticos intrincados (véase
el artículo «Las primeras herejías cristianas» y «Los gnósticos y sus escrituras».
1:18 En la iglesia primitiva Dios reveló su voluntad en varios aspectos por medio de los profetas (véase Hch 13:1 – 3,
donde los profetas tuvieron un papel activo en enviar a Pablo y a Bernabé en su misión a los gentiles). En el caso de Timoteo
esta profecía se debió haber dado en el tiempo de su ordenación o quizá doce años antes en el segundo viaje misionero de
Pablo (véase Hch 16:1 – 3).
1:20 Los judíos tenían dos formas de excomunión (la exclusión disciplinaria de la comunidad de la iglesia), aparentemente
aludida en Lucas 6:22 con estas palabras de Jesús: «Dichosos ustedes cuando… los discriminen [el midduy judío, para 30, 60
o 90 días], los insulten [el herem, el formal pronunciamiento de la expulsión, a perpetuidad, de la comunidad], por causa del
Hijo del hombre». La excomunión cristiana era un mandato del Señor (Mt 18:15 – 18), seguida por el precepto y la práctica
apostólica (1 Co 5:11; Tit 3:10). La frase «He entregado a Satanás» (véase también 1 Co 5:5) parece indicar que estas
personas fueron expulsadas de la iglesia al mundo, en el cual habita el poder del maligno (Ef 6:12; 1 Jn 5:19). El objetivo de
la excomunión es el bien del ofensor (1 Co 5:5) y el bienestar moral de los miembros sanos de la iglesia (2 Ti 2:17). Este
castigo se aplicaba a los culpables de herejía o de gran inmoralidad (aquí y en 1 Co 5:1 – 5). La iglesia y sus ministros
representantes infligían esta sanción (1 Co 5:1, 3:4; Tit 3:10). No obstante, las palabras inspiradas de Pablo mo eran una
garantía que ministerios no inspirados afirmaran tener el mismo derecho de dirigir la iglesia para excomulgar a su antojo (2
Co 2:7 – 9).
2:1, 2 El infame emperador romano Nerón (54 – 68 d.C.) estaba en el poder cuando Pablo escribió estas palabras (véase el
artículo «Nerón, perseguidor de cristianos»).
2:5 La creencia de que «hay un solo Dios» es el principio básico del judaísmo, que cada judío confesaba diariamente en el
Shema (véase las notas en Dt 6:4 – 9; Mr 12:29).
2:6 Para «rescate», véase la nota en Mateo 20:28.
2:7 Para «apóstol», véase la nota en 2 Corintios 1:1.
2:8 En este caso la palabra griega para «hombres» no se refiere al género humano en general, sino a los varones, como
distintos de las mujeres. No obstante, las mujeres también oraban en público.
2:9 Esta no era una prohibición total al uso de joyas o al arreglo del pelo. Pablo estaba más bien advirtiendo que tuvieran
cautela en medio de una sociedad donde tales cosas eran señales de lujos extravagantes, ostentación y de demostración del
orgullo personal (véase el artículo «Vestimenta y moda en el mundo greco-romano» y «El comportamiento de las esposas»).
2:12 – 14 Algunos creen que en estos versículos Pablo restringía a la mujer en todas las circunstancias y culturas de
enseñar o ejercer autoridad sobre los hombres, mientras que otros sostienen que Pablo sólo les prohibía enseñar a las mujeres
que no habían recibido una instrucción adecuada (i.e., por la mujer en Éfeso). No obstante, otros mantienen que la enseñanza
de Pablo en este caso estaba históricamente condicionada.
La restricción de Pablo a la enseñanza de las mujeres tenía sentido en un mundo que se negaba a escuchar a las mujeres
maestras y en el cual la mayoría de ellas eran incultas. El Nuevo Testamento aún no estaba completado, por eso las personas
dependían de la palabra autorizada y hablada.
3:1 – 7 En la cultura griega, la palabra «obispo» se usaba para identificar a un oficial que presidía una organización cívica
o religiosa. Aquí se refiere a una persona que supervisaba a una congregación local. La palabra equivalente de trasfondo
judío en el cristianismo es «anciano» (véase el siguiente párrafo para una discusión de los términos «presbítero» y «obispo»).
Los términos «supervisor» y «anciano» a menudo se usan indistintamente en la Biblia (véase Hch 20:17, 28; Tit 1:5 – 7; 1 P
5:1, 2). Las responsabilidades de un obispo eran enseñar y predicar (1 Ti 3:2; 5:17), dirigir los asuntos de la iglesia (3:5;
5:17), pastorear el rebaño de Dios y guardar a la iglesia del error (Hch 20:28 – 31).
Los títulos «anciano» («obispo») o «presbítero» parecen aplicarse al mismo oficio, «anciano» se refiere a su edad
avanzada y a su honor y a su dignidad y «obispo» a su trabajo de administrador. Conforma las iglesias se multiplicaban, al
obispo de una iglesia grande se le daba un honor especial, y de ese modo iba gradualmente creciendo en jerarquía; se seguía
el camino desde los ancianos que presidían, a obispos (sobre grupos de iglesias), hasta arzobispos.

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