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LA ANSIEDAD: CAUSAS, ORIGEN Y MANTENIMIENTO

Introducción

El hombre, como ser vivo, se desenvuelve en constante interacción con el medio. El medio
es fuente de oportunidades para la satisfacción de sus necesidades e intereses, pero también de
riesgos y amenazas. En esencia, la relación del individuo con el medio consiste en procurarse y
conservar las primeras, y en combatir, evitar, minimizar o contrarrestar las segundas. La evolución
ha ido dotando a la especie de complejos mecanismos destinados a preservarse y optimizar la
adaptación a diferentes entornos y circunstancias. Entre ellos, han alcanzado especial relevancia y
desarrollo los sistemas de alerta y de defensa. El sistema que llamamos ansiedad, cumple estas
funciones.

La ansiedad es un sistema de alerta del organismo ante situaciones consideradas amenazantes, es


decir, situaciones que nos afectan y en las que tenemos algo que ganar o que perder. El concepto de
ansiedad está pues estrechamente vinculado a la percepción de amenaza y a la disposición de
respuestas frente a ella. La función de la ansiedad es advertir y activar al organismo,
movilizarlo, frente a situaciones de riesgo cierto o probable, quimérico o real, de forma que pueda
salir airoso de ellas. Dependiendo de la naturaleza de las amenazas, o adversidades, la ansiedad
nos preparará:

 para luchar, enfrentar o atacar el posible peligro o problema;


 para huir del posible peligro o amenaza;
 para evitar las situaciones aversivas o temidas;
 para activar conductas de sumisión que neutralicen conductas hostiles de otros -en
miedos de carácter social-;
 para buscar apoyo, elementos de seguridad y protección;
 para dotarnos de las herramientas o conocimientos que permitan sortear los riesgos y/o
acceder a nuestros objetivos.
La ansiedad implica tres tipos de aspectos o componentes:

 Cognitivos: anticipaciones amenazantes, evaluaciones del riesgo, pensamientos


automáticos negativos, imágenes importunas, etc.
 Fisiológicos: activación de diversos centros nerviosos, particularmente del sistema
nervioso autónomo, que implica cambios vasculares, respiratorios, etc.
 Motores y de conducta: inhibición o sobreactivación motora, comportamiento defensivo,
búsqueda de seguridad, sumisión, evitación, agresividad, etc.

Cada uno de estos componentes puede actuar con cierta independencia. La ansiedad puede ser
desencadenada, tanto por estímulos externos o situacionales, como por estímulos internos al sujeto,
tales como pensamientos, sensaciones, imágenes. El tipo de estímulo capaz de evocar la respuesta
de ansiedad vendrá determinado en gran medida por las características de la persona, y por su
circunstancia.

Se trata pues de un mecanismo facilitador de nuestra relación con el medio, y destinado a preservar
los intereses del individuo y de la especie. Muchas de las cosas que nos van bien son debidas, en
parte, al correcto funcionamiento de este sistema: evitamos actividades o lugares peligrosos,
procuramos no llegar tarde al trabajo, plantamos cara a diferentes conflictos, nos preparamos para
un examen o una reunión, buscamos apoyos para resolver un problema, minimizamos algunos
contratiempos o buscamos formas de asumirlos y reformularlos.

De hecho, para desempeñarnos convenientemente, en función de las exigencias y opciones del


medio, por un lado, y de nuestras posibilidades e intereses, por otro, es necesario un cierto estado
de alerta, una activación psicológica y fisiológica mínimas. De otro modo estaríamos lentos,
desatentos, con poca capacidad de anticipación y respuesta, lo que podría acarrearnos algunos
perjuicios o renuncias.

Cuando la ansiedad es proporcionada y se manifiesta dentro unos límites, no se aprecian


manifestaciones sintomatológicas -los cambios psicofisiológicos no alcanzan a superar los
umbrales sensoriales de los receptores del dolor, la presión, la temperatura- , o bien son menores,
salvo en algún momento puntual y limitado que pueden llegar a ser altos. Estos cambios en los
procesos fisiológicos no sólo son normales, sino que son funcionales: prepararán organismo para
emitir las acciones pertinentes en relación a la caracterización de la realidad a la que se enfrenta o
pudiera enfrentarse.

Son muchos los investigadores que han estudiado la relación entre el nivel de activación
psicofisiológica del organismo y la capacidad de individuo para desenvolverse de una manera
eficiente. En general se considera que el mejor rendimiento se consigue con niveles medios de
activación.

Cuando sobrepasa determinados límites, la ansiedad se convierte en un problema de salud, impide


el bienestar, e interfiere notablemente en las actividades sociales, laborales, o intelectuales. Puede
limitar la libertad de movimientos y opciones personales. En estos casos no estamos ante un simple
problema de nervios, sino ante una alteración.
La gravedad de los trastornos de ansiedad se mide fundamentalmente por dos parámetros: el
sufrimiento y la incapacitación que generan, siendo más graves los que originan más problemas de
salud, y más intensos, e implican mayores limitaciones para quien los padece.

Factores implicados en el origen y mantenimiento de la ansiedad como trastorno

En la aparición y mantenimiento de la ansiedad como trastorno influyen tres grandes grupos de


factores: los factores predisposicionales, los factores activadores, y los factores de mantenimiento.

Factores predisposicionales: Con este término nos referimos a variables biológicas y


constitucionales, hereditarias o no, que hacen más probable que un individuo desarrolle
alteraciones de ansiedad si se ve expuesto a situaciones capaces de activarla. Dentro de este grupo
de factores podríamos considerar también algunos referidos a la personalidad, dependiente de la
historia del individuo, condicionada por la biología y el aprendizaje. Estos factores
predisposicionales no son la ansiedad ni condenan a padecerla. Son factores de vulnerabilidad.
Dicho en otras palabras, hay personas que cuentan con un sistema de alerta más sensible, por un
lado, y más complejo de desactivar una vez disparado, por otro. En cierto sentido, son personas
que se encuentran regularmente en una especie de pre-alerta que condiciona su disposición hacia el
medio -externo o interno-, la advertencia y el registro de determinados acontecimientos, y la
prefiguración de un tipo de respuestas –defensivas- como más probables.

Algunos de estos factores predisposicionales se desconocen aún, aunque se presume su existencia.


Otros son conocidos, pero, para un buen número de ellos, sobre todo los origen genético, no se han
desarrollado aún terapéuticas específicas. Sí existen tratamientos para la corrección de algunos de
los efectos causados por dichos factores y expresados en los sistemas de neurotrasmisión, lo que
permitiría la reducción de su influencia, en algunos casos muy importante, la consiguiente mejora,
y la reducción de la vulnerabilidad.

Factores activadores: Con esta expresión nos referimos a aquellos hechos, situaciones o
circunstancias que son capaces de activar el sistema de alerta, la preparación para responder ante
ellas y la respuesta propiamente dicha. Hemos señalado anteriormente que la ansiedad está
fundamentalmente vinculada a la percepción de amenaza, por lo tanto, esencialmente, los factores
activadores de la ansiedad son aquellos que están relacionados con la amenaza y su naturaleza.
Hemos indicado, también, que la percepción de riesgo, es decir de lo considerado amenazante,
depende fundamentalmente de un proceso de evaluación, consciente o automático, determinado por
la valoración de qué pasa y cómo nos afecta, por un lado; y qué podemos hacer frente a ello, por
otro. Básicamente, en términos generales, la ansiedad procede de dos grandes tipos de problemas.
En primer lugar, de la posible obstaculización o entorpecimiento de planes, deseos o necesidades,
aún en desarrollo, cuya consecución es para nosotros importante o necesaria – por ejemplo, la
superación de un examen para acceder a un puesto de trabajo- En segundo lugar, del posible
deterioro o problematización de objetivos que ya hemos alcanzado, logros con los que ya
contamos o forman parte de nuestro estatus. Así, percibiríamos como amenazante la pérdida de la
salud o el trabajo.

También se encuentran en este grupo de factores otros que por diversas vías inducen una sobre-
estimulación/sobre-activación del organismo: podemos mencionar especialmente el estrés y el
consumo de sustancias, particularmente las estimulantes.
Factores de mantenimiento: Este grupo de factores afectan fundamentalmente a aquellos casos en
que los problemas originarios de ansiedad no se resuelven satisfactoriamente, o bien cuando la
ansiedad alcanza límites de trastorno. Una vez que la ansiedad se manifiesta como problema tiene
ciertas probabilidades de incrementarse. En el momento en que la ansiedad aparece, debido a los
factores activadores, ayudados en más o en menos por los factores predisposicionales, si es
excesiva y sostenida, propicia la aparición de problemas de salud. Estos problemas, que
previamente no existían, son debidos a la ansiedad, pero, a su vez, la multiplican. La salud es un
bien valorado en sí mismo. Si se problematiza, por cualquier motivo incluida la propia ansiedad,
genera un incremento del estado de alerta e indefensión.

Se ha de considerar además, que la salud es una condición necesaria para la realización de otros
planes que pueden resentirse por el nuevo estado del organismo, lo que llevaría a la aparición de
nuevos problemas, distintos de los que originariamente motivaron la ansiedad, pero que
contribuyen a su retroalimentación.

Las acciones vinculadas a la ansiedad como mecanismo de alarma -obsérvese esta voz: ¡¡ Al arma
!!-, por su valor adaptativo y de supervivencia, son jerárquicamente prioritarias sobre otras
acciones, de forma que se retiran de éstas últimas recursos atencionales, cognitivos y
conductuales para poder responder satisfactoriamente a la emergencia. Tiene su lógica que, si por
ejemplo, se declara un incendio, la gestión de otros programas de acción en curso – leer, realizar
un informe, participar en una reunión, comer- pase a un segundo plano. Si la ansiedad es puntual, la
paralización provisional de estos programas, o su seguimiento bajo mínimos, no representa grandes
inconvenientes; pero si el estado de alarma se prolonga en el tiempo afecta severamente a su
desarrollo y, a la postre, tendría consecuencias tales para individuo que se convertirían en nuevas
fuentes de ansiedad.

Finalmente, dentro de los factores de mantenimiento, hemos de citar las estrategias


contraproducentes de afrontamiento: soluciones intentadas, fallidas, que destinadas a regular la
ansiedad, sus motivos o sus efectos, no sólo no lo consiguen, si no que contribuyen a su incremento
y perpetuación. Estos procedimientos son variados y afectan tanto control de los síntomas, como
de los pensamientos, del medio y de la conducta. Por poner un ejemplo que ilustre a qué nos
estamos refiriendo, valga citar la hiperventilación. Algunas personas, ante la sensación de ahogo y
falta de aire, responden con una respiración rápida, superficial, e intensa, cuya consecuencia es una
caída brusca de los niveles de dióxido de carbono, lo que a su vez genera un incremento del ahogo,
del calor, de la tasa cardiaca, de los mareos, del hormiguero, etc. síntomas que exacerbarían más el
miedo, si cabe.

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Fuente: Baeza Villarroel, J. C. (2008). Clínica de la Ansiedad. Psicólogos especialistas en el tratamiento de la ansiedad. Madrid y Barcelona

Para saber más

Libros
Entrevista al Dr. Baeza Villarroel, en Onda Radio, sobre La ansiedad y sus trastornos:
Vídeo: La ansiedad y sus trastornos
¿QUÉ ES LA ANSIEDAD Y POR QUÉ SE PRODUCE?

La ansiedad es básicamente un mecanismo defensivo. Es un sistema de alerta ante situaciones


consideradas amenazantes. Es un mecanismo universal, se da en todas las personas, es normal,
adaptativo, mejora el rendimiento y la capacidad de anticipación y respuesta. La función de la
ansiedad es movilizar al organismo, mantenerlo alerta y dispuesto para intervenir frente a los
riesgos y amenazas, de forma que no se produzcan o se minimicen sus consecuencias. La ansiedad,
pues, nos empuja a tomar las medidas convenientes (huir, atacar, neutralizar, afrontar, adaptarse,
etc.), según el caso y la naturaleza del riesgo o del peligro. El peligro viene dado por la
obstaculización de cualquier proyecto o deseo importante para nosotros, o bien por la degradación
de estatus o logros ya conseguidos. El ser humano desea lo que no tiene, y quiere conservar lo que
tiene.

La ansiedad pues, como mecanismo adaptativo, es buena, funcional, normal y no representa ningún
problema de salud.

Sin embargo, en algunos casos, este mecanismo funciona de forma alterada, es decir, produce
problemas de salud y, en lugar de ayudarnos, nos incapacita. ¿Qué factores pueden influir en que
un mecanismo normal, saludable y adaptativo deje de serlo?

Factores predisposicionales

 Factores biológicos, algunos de ellos genéticos


 Factores de personalidad. Patrones de afrontamiento del estrés. Estilo de vida
 Factores ambientales. Aprendizaje. Contextos y apoyos sociales

Factores activadores o desencadenantes

 Situaciones o acontecimientos que son vividos como desbordantes de nuestros recursos


 Acontecimientos vitales de consecuencias graves o que exigen importantes esfuerzos
adaptativos.
 Obstáculos para conseguir logros o que limitan nuestra capacidad para alcanzarlos o
mantenerlos
 Consumo de estimulantes u otras drogas

Factores de mantenimiento, ligados a la gestión de la propia ansiedad

 El “miedo al miedo”
 La pérdida de condiciones o facultades, por la propia ansiedad, que dificultan el
afrontamiento de los problemas
 Soluciones intentadas que resultan contraproducentes
 La problematización de áreas inicialmente no conflictivas, como consecuencia de la
propia ansiedad
 Afrontamiento insuficiente o erróneo de los problemas origen de la ansiedad.
 El establecimiento de mecanismos fóbicos
Los problemas de ansiedad se producen, normalmente, por una combinación de alguno de
estos factores durante un período de tiempo.

LA ANSIEDAD: UN MODELO EXPLICATIVO

“La relación con la realidad es conflictiva porque estamos activamente en ella, o, mejor,
formamos parte de ella, y en ella el ser humano desea respecto de los objetos y por tanto ha de
modificarla, a lo que la realidad se resiste. El ser humano quiere lo que no tiene, y lo que tiene
teme perderlo” Carlos Castilla del Pino, en Teoría de los Sentimientos

Introducción

La conducta de la persona es motivada: implica activación (intensidad) y dirección (aproximación-


evitación). Las emociones, la ansiedad entre ellas, reflejan la relación entre los motivos
(necesidades) y el éxito, o probabilidad de éxito, de realizar la conducta apropiada para obtener el
objeto o meta que satisface dicha necesidad (Palmero,1996).

Dependiendo de la relación necesidades-medios-conducta-éxito se experimenta una emoción u otra


-ansiedad, depresión, etc-. Pongamos un ejemplo. Imaginemos que estamos en periodo de prueba
en un trabajo que supone una oportunidad importante para desarrollar nuestra carrera profesional.
Este trabajo, además, nos permitirá obtener unos ingresos con los que atender el pago de algunas
necesidades perentorias -alimentación, vivienda, coche- y nos otorgará prestigio social en nuestro
medio. Nuestro meta es demostrar que somos la persona adecuada para el puesto y conseguirlo
definitivamente. Nuestras acciones (activación y conducta) van a estar orientadas (dirección) a
alcanzar dicho objetivo disponiendo los medios y recursos más convenientes. Si nuestros planes se
ven amenazados –hemos tenido un fallo, nos falta alguna habilidad, el jefe ha cuestionado una de
nuestras decisiones, por ejemplo- es muy probable que nuestra respuesta emocional sea de temor,
inseguridad y ansiedad ante el riesgo de no alcanzar el éxito en nuestros propósitos. Si finalmente
lo que sucediera es que efectivamente fracasamos, es muy probable que nuestra reacción
emocional sea de tipo depresivo, experimentando tristeza, desánimo, culpa y desgana respecto de
nuevos intentos. Panksepp (1991) considera las emociones como ciertos tipos de procesos
sincronizadores y/o coordinadores que se producen en el cerebro, activando determinadas
tendencias de acción. Así, la ansiedad tendería a propiciar acciones defensivas -ataque, huída,
preparación de medios y apoyos, combatividad-, mientras que depresión facilitaría la desactivación
de planes, la autocrítica y el cuestionamiento de nuestras capacidades, la desconfianza en nuestros
recursos, el desinterés, el retraimiento, etc.

La ansiedad es una emoción caracterizada por el sentimiento de miedo, temor, aprensión,


inseguridad, como consecuencia de que el individuo siente amenazados sus intereses, cuenta con
medios insuficientes, tiene dificultades para emitir las conductas adecuadas, desconfía de sus
capacidades, se muestra insatisfecho del éxito alcanzado, o tiene problemas para mantener dichos
logros.

Cuando existe proporcionalidad entre los medios-recursos con los que cuenta y reconoce el
individuo y las exigencias-condicionantes del medio a los que ha de hacer frente, la persona tiene
la percepción de control sobre los problemas y dificultades, y por extensión sobre su conducta, y
sus planes. Cuando no es así, la persona se siente desborda, a merced de las circunstancias. La
percepción de falta de control, ya sea sobre el medio interno o externo, activa una disposición del
organismo hacia un tipo específico de acciones y actitudes relacionadas con la defensa, la búsqueda
de seguridad, la prevención, o el ataque, a través de conductas específicas de afrontamiento de la
situación. Si las conductas de afrontamiento son efectivas se restablece de nuevo el control –el
antiguo o uno nuevo- y se vuelve a la normalidad, si no, es probable que se multipliquen las
dificultades y se incremente progresivamente la ansiedad.

Los propósitos que dan sentido y direccionalidad a las acciones, y los procesos de evaluación que,
en el caso de la ansiedad, caracterizan una situación como amenazante respecto de dichos
propósitos o metas no siempre son conscientes o no en su totalidad. Algunos procesos son
automáticos –movemos la mano de manera refleja si se acerca una avispa o simplemente un objeto
extraño que todavía no hemos identificado- o se han automatizado: conducimos sin tener presente
constantemente el destino o los procedimientos a seguir en las operaciones y maniobras que
realizamos.

Si recordamos una vez más la definición de ansiedad –alerta del organismo ante situaciones
consideradas amenazantes- se nos plantea la cuestión de cómo el organismo considera una
situación como amenazante, es decir, cómo procesa la información a partir de la cual se ha de
generar o no el estado de alerta y las respuestas que correspondan al caso.

En el procesamiento de información vinculado a la percepción de riesgos participan,


coordinadamente, algunas áreas cerebrales responsables de las respuestas emocionales básicas -
tálamo, amígdala- y la corteza cerebral. Dicho procesamiento se produce en tres etapas (Beck y
Clark,1997):

 1ª etapa: Evaluación inicial de la amenaza. Se da un reconocimiento automático e


instantáneo de los estímulos y se les clasifica como amenazantes o no. Este proceso
consume pocos recursos atencionales y permite el procesamiento paralelo de otros planes o
informaciones.
 2ª etapa: Activación primitiva frente a la amenaza. Tras la evidencia inicial de peligro se
ponen en marcha las respuestas cognitivas, emocionales, fisiológicas y conductuales
características de la ansiedad. Esta segunda etapa, que incluye las respuestas de huida o
ponerse a salvo, es también automática, rígida, no racional, y total o parcialmente
inconsciente. La persona sólo es consciente de los resultados de esa evaluación primitiva de
amenaza; es decir, de los efectos fisiológicos, emocionales y conductuales derivados de ella,
y de los pensamientos automáticos que la acompañan. El procesamiento de la información
característico de esta etapa consume muchos recursos atencionales. Se produce, además,
intolerancia a la incertidumbre, y una sobrevaloración del daño y de la probabilidad de que
se produzca.
 3ª etapa: Pensamiento reflexivo. La persona puede pensar acerca de sus pensamientos y
propósitos, evaluar la exactitud de su valoración inicial de amenaza, y la disponibilidad y la
eficacia de sus recursos para afrontarla. Se trata de un procesamiento de la información más
complejo, lento, racional y consciente.

El modelo de procesamiento de la información que acabamos de explicar encaja con


formulaciones neurobiológicas como la de LeDoux (1999). Según LeDoux, las señales o estímulos
fóbicos se procesan inicialmente en el tálamo, desde donde se transmite una información primaria
a la amígdala, y de ésta al sistema nervioso autónomo y otros centros nerviosos. Esta transmisión,
rapidísima, permite un cambio en la focalización de la atención y una apresurada respuesta de
escape o de búsqueda de seguridad -este proceso se correspondería con las etapas 1ª y 2ª antes
citadas-. Simultáneamente, la corteza cerebral recibe del tálamo una información más completa,
que le permite hacerse una representación más precisa, y consciente del problema -etapa 3ª-. Esa
información se transfiere también a la amígdala, desde donde se envía nuevamente al sistema
nervioso autónomo y otros centros. El hecho de que la información viaje por una vía más rápida,
corta y directa del tálamo a la amígdala, antes de que ésta reciba la información reprocesada por la
corteza cerebral, podría permitir que las respuestas emocionales se inicien en la amígdala antes de
que la persona sea consciente del estímulo, interno o externo, que le hace reaccionar. Desde la
corteza cerebral partirían también informaciones al sistema neuroendocrino, que, a través de las
hormonas, participa, a medio plazo sobre todo, en las respuestas del organismo frente a la
ansiedad y el estrés.

La información, no obstante, no sólo viaja de arriba-abajo, sino también de abajo-arriba. Esto


implica que la activación emocional que se refleja en las vísceras -corazón, pulmón, estomago- y
los músculos, puede influir y condicionar la actividad de los procesos cognitivo superiores. Del
mismo modo que pensamientos amenazantes pueden activar respuestas autónomas que preparan al
organismo para la defensa, la sobreestimulación/sobreactivación periféricas pueden activar el
pensamiento tratando de buscar o suponer posibles peligros. Es decir, pensamientos amenazantes
llevan al organismo a activarse para defenderse, pero la activación defensiva propia de las etapas
uno y dos citadas anteriormente, puede llevar al cerebro consciente a indagar por dónde viene el
peligro que está presintiendo. Esto explicaría, también, cómo los síntomas de ansiedad pueden
convertirse en fuentes de ansiedad y preocupación.
En lo que se refiere a las estrategias contraproducentes en el afrontamiento de la ansiedad, la
mayoría de procedimientos a seguir son concernientes a los procesos característicos de la etapa o
nivel de procesamiento tres, dado que los niveles uno y dos son menos accesibles al control
directo y voluntario por parte de la persona.

El nivel tres de procesamiento está estrechamente ligado a los procesos cognitivos y operativos del
individuo, muchos de ellos conscientes e intencionales, al menos en parte.

Un esquema de interrelación de variables operativas para el estudio de la ansiedad

El esquema superior representa la interrelación de variables operativas para el estudio de la


ansiedad, cuya definición sería la siguiente:

 Amenaza: Se refiere a aquellos daños, pérdidas, u obstáculos que pueden alterar


negativamente los planes, intereses, logros o estado del individuo.
 Anticipación: Se refiere a un proceso cognitivo de evaluación sobre un acontecimiento que
todavía no ha ocurrido, respecto del cual, el individuo calcula posibles riesgos, cómo se
producirán o no, y cómo podrían prevenirse o afrontarse.
 Activación biológica: Sobreactivación y sobreestimulación interna del organismo frente a
una situación considerada amenazante.
 Afrontamiento: Aquellos esfuerzos cognitivos y conductuales que se desarrollan para
manejar las demandas específicas, internas o externas, que son evaluadas como
amenazantes, excedentes o desbordantes de los recursos del sujeto.
 Resultados: Son las consecuencias adaptativas o no del afrontamiento, frente a la situación
amenazante y que tiene repercusiones en estado-proceso afectivo, efectivo y fisiológico del
organismo.

La ansiedad no es asimilable, exclusivamente, a ninguna de estas variables o relación particular


entre ellas, sino al conjunto de ellas como sistema.
El afrontamiento efectivo de los riesgos u obstáculos que pudieran amenazar la consecución de los
logros pretendidos, o el mantenimiento de los logros ya alcanzados o dados –Status Quo– que
desean conservarse, reduce la ansiedad o la desactiva.

El afrontamiento no efectivo intensifica la ansiedad. En la medida en que un proyecto o logro se


degrada, y la activación fisiológica y psicológica alcanzan límites de trastorno, la ansiedad
compromete, obstaculiza o degrada -amenaza en una palabra- la continuidad de otros planes
inicialmente no problematizados, dando lugar así a un proceso de generalización, o reacciones en
cadena, que retroalimentan la ansiedad negativamente, en tanto en cuanto el individuo ve sus
recursos progresivamente más desbordados y su bienestar reducido o truncado en malestar.

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Fuente: Baeza Villarroel, J.C. (2008). “Higiene y prevención de la ansiedad“. Madrid: Díaz de Santos. Clínica de la Ansiedad, especialistas
en Barcelona y Madrid.

Vídeo: Fisiología del estrés. Programa Redes.TV2

Otros vídeos relacionados

 Amígdala versus lóbulo frontal


 El miedo I (UNED_RTVE2)
 El miedo II (UNED-RTVE2)

ANSIEDAD Y HERENCIA

El trastorno de ansiedad más estudiado es probablemente el trastorno de pánico. Se estima que la


aportación de la genética a la ocurrencia del trastorno se sitúa alrededor del 40%. De hecho, los
estudios con gemelos indican que entre los monozigotos (comparten la misma carga genética) la
presencia del trastorno es de 2 a 5 veces más elevada que entre gemelos dizigotos (no comparten
la misma carga genética). Por otro lado, entre familiares de primer grado (padres, hijos,
hermanos), es 3 veces más frecuente padecer este trastorno que en la población general. Otros
estudios sugieren que los trastornos de pánico podrían compartir factores genéticos con otros
problemas de ansiedad, como las fobias, la inhibición del comportamiento o la ansiedad por
separación. Esto podría explicar, por ejemplo, que los hijos de personas con trastornos de pánico
muestren alguno de estos trastornos.

Algunos trabajos estiman en un 30% la contribución de la genética a la explicación del trastorno


de ansiedad generalizada (Tsuang, 2002). La concordancia entre gemelos monozigotos es mayor
que entre dizigotos (Kendler, Neale, Kessler, Heath, y Eaves, 1992). Por otro lado, los familiares
de primer grado de personas con este trastorno tienen entre 2 y 3 veces más probabilidad de tener
este mismo trastorno.

La agorafobia, la fobia a la sangre y/o a las heridas y la fobia social son los trastornos de ansiedad
con una mayor heredabilidad (Kendler, Karkowski y Prescott, 1999). También el trastorno de
estrés postraumático (TEPT) es más prevalente en gemelos monozigotos que en dizigotos, con una
heredabilidad que se estima en torno al 20-30%.

Otros estudios sugieren que ciertas características de personalidad muy relacionadas con la
ansiedad (el neuroticismo o la ansiedad rasgo, la inhibición conductual) podrían heredarse. Estas
características heredadas podrían participar en la etiología de los trastornos de ansiedad y del
estado de ánimo.

Los estudios de genética molecular realizados hasta el momento sólo han obtenido resultados muy
preliminares, por lo que es recomendable tomar con cautela las conclusiones que se derivan.

En síntesis, los resultados sugieren que las contribuciones de los genes del individuo son
apreciables, siendo probable que un mismo gen esté implicado en la aparición de diferentes
trastornos de ansiedad. Contrariamente a lo que se suponía, no se han identificado genes concretos
que de forma específica estén implicados en un tipo u otro de problemas de ansiedad. En su lugar,
parece más plausible considerar que un conjunto de genes influya de forma inespecífica en los
trastornos de ansiedad, actuando fundamentalmente como factores predisposicionales o de
vulnerabilidad, factores que no “obligan” o determinan que una persona llegue a sufrir un
trastorno de ansiedad, pero que hacen más probable que éste se desarrolle si concurren otros
factores capaces de activarlo.

Tengase en cuenta, por otro lado, que la trasmisión de rasgos o información de padres a hijos no se
produce solo por vía genética, sino también a través del aprendizaje, cuyos componentes son
también muy importantes en el origen y mantenimiento de los trastornos de ansiedad.

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Fuente: Noemí Guillamón. Clínica de la Ansiedad. Psicólogos y Psiquiatras. Barcelona y Madrid.


Vídeo Ilustrativo: Las bases genéticas de la ansiedad y la depresión I
Otros vídeos relacionados

 Las bases biológicas de la ansiedad y la depresión II


Documentos relacionados
 Ansiedad, educación y aprendizaje
 Ansiedad y personalidad
 El papel de nuestras circunstancias y recursos
ANSIEDAD Y ESTRÉS

El término estrés deriva del la latín stringere, que significa provocar tensión. En física se refiere
a la fuerza que se aplica a un objeto, que puede romperlo o deformarlo . En humanidades
se utilizó como sinónimo de adversidad, aflicción. El termino estrés fue incorporado a la biología
por W. Cannon en 1911 y a la psicología científica por el fisiólogo Hans Selye en 1956, que lo
definió como una respuesta global, total y automática del ser humano ante las exigencias externas
e internas que no se pueden armónicamente controlar, las cuales amenazan su equilibrio
homeostático, originando en el individuo lo que llamó un Síndrome General de Adaptación. Se
habla de un estrés positivo, llamado eustress, y un estrés negativo llamado distress.

El estrés es habitual en nuestras vidas. Lo que distingue y caracteriza la vida y al ser vivo es la
facultad de adaptación al cambio. Cualquier cambio al que debamos adaptarnos representa estrés,
ya se trate de acontecimientos negativos -despido laboral, enfermedad, ruptura amorosa, muerte
de un ser querido-, o positivos y deseables -casarse e iniciar la convivencia, nuevas
responsabilidades en el trabajo ligadas a un ascenso- .

Nuestras experiencias estresoras provienen de tres fuentes básicas: nuestro entorno -ruidos, carga
de trabajo excesiva, conflictos interpersonales, falta de medios-, nuestro cuerpo -insomnio,
cambios hormonales, enfermedades- y nuestros pensamientos -preocupaciones, anticipaciones
negativas-. La intensidad y naturaleza de esas experiencias estresoras depende de factores
individuales -reactividad personal, vulnerabilidad, características de personalidad- y contextuales -
apoyos sociales y materiales, cuestiones organizacionales-.

Cuando la respuesta frente a las demandas del medio interno o externo, son adecuadas,
y asumibles fisiológicamente para el organismo, se habla de buen estrés, necesario para el
funcionamiento del organismo y su adaptación al medio. Si las demandas del medio son excesivas,
intensas y/o prolongadas, y superan la capacidad de resistencia y de adaptación del organismo,
hablamos de mal estrés, que, si es prolongado, genera disfunciones en nuestros órganos, favorece
la aparición de las llamadas enfermedades de adaptación o psicosomáticas, y puede precipitar la
aparición de otras.

Cuando el estrés se convierte en problema

El estrés es pues un mecanismo normal, adaptativo. No obstante, cuando estamos sometidos a


condiciones estresantes de elevada intensidad y duración, es muy probable que se convierta en
disfuncional, interfiriendo en nuestro desempeño, y transformándose, además, en un problema de
salud: alteraciones psicofisiológicas -sueño, alimentación, sexualidad-; emocionales -ansiedad,
depresión-; neurovegetativas -taquicardia, dolencias musculares, molestias digestivas-; del
rendimiento intelectual -concentración, memoria-; debilitamiento del sistema inmunológico -
mayor riesgo de infecciones-, etc.

Las razones que se aducen para explicar cómo el estrés propicia alteraciones psicosomáticas son
diversas:

 Activación o sobrecarga excesivamente intensa y/o excesivamente repetida de los órganos.


 Larga duración de periodo de resistencia del organismo, que produciría un deterioro de la
energía y los recursos fisiológicos del mismo, llevando al agotamiento de los órganos.
 Falta de expresión somatomotora: en las sociedades modernas, los estresores -fuentes de
estrés- no suelen requerir respuestas físicas, sino más bien cognitivas -pensamiento, toma
de decisiones-. De este modo los recursos fisiológicos movilizados ante ellos,
particularmente los relacionados con el sistema motor, aunque activados, no se
desencadenan.
 Regulación o comunicación fallida o inadecuada entre los centros nerviosos superiores y
los periféricos relacionados con los órganos.

Fuentes más comunes de estrés

Holmes y Rahe (1967) construyeron una de las primeras escalas, basándose en datos biográficos
procedentes de cientos de personas, donde se cuantifica el grado de alteración y estrés asociado
acontecimientos. Una acumulación de 200 o más unidades en un solo año incrementaría la
incidencia de trastornos psicosomáticos.

Muerte del cónyuge 100


Divorcio 73
Separación 65
Privación de la libertad 63
Muerte de un familiar próximo 63
Enfermedad o incapacidad, graves 53
Matrimonio 50
Perder el empleo 47
Reconciliación de la pareja 45
Jubilación 45
Enfermedad de un pariente cercano 44
Embarazo 40
Problemas sexuales 39
Llegada de un nuevo miembro a la familia 39
Cambios importantes en el trabajo 39
Cambios importantes a nivel económico 38
Muerte de un amigo íntimo 37
Cambiar de empleo 36
Discusiones con la pareja (cambio significativo) 35
Pedir una hipoteca de alto valor 31
Hacer efectivo un préstamo 30
Cambio de responsabilidades en el trabajo 29
Un hijo/a abandona el hogar (matrimonio, universidad) 29
Problemas con la ley 29
Logros personales excepcionales 28
La pareja comienza o deja de trabajar 26
Se inicia o se termina el ciclo de escolarización 26
Cambios importantes en las condiciones de vida 25
Cambio en los hábitos personales 24
Problemas con el jefe 23
Cambio en el horario o condiciones de trabajo 20
Cambio de residencia 20
Cambio a una escuela nueva 20
Cambio en la forma o frecuencia de las diversiones 19
Cambio en la frecuencia de las actividades religiosas 19
Cambio en las actividades sociales 18
Pedir una hipoteca o préstamo menor 17
Cambios en los hábitos del sueño 16
Cambios en el número de reuniones familiares 15
Cambio en los hábitos alimentarios 15
Vacaciones 15
Navidades 12
Infracciones menores de la ley 11
Cómo funciona el estrés

El estrés es, pues, la acomodación de una persona a situaciones nuevas y la respuesta inespecífica
y estereotipada ante los estímulos que trastornan su equilibrio.

Selye explica que son tres las fases por las que pasa el organismo cuando se enfrenta a una
situación de estrés:

a. Fase de reacción de alarma. Se liberan adrenalina y noradrenalina que propician una


reacción rápida e intensa del organismo: aumentan los latidos del corazón y el ritmo
respiratorio, se elevan el nivel de azúcar en la sangre, se incrementan la transpiración,
dilatan las pupilas, se altera el tono muscular y se hace más lenta la digestión. Se
incrementa también la liberación de catecolaminas y cortisol. A esto sigue una sub-fase en
la que se movilizan sistemas defensivos. En esta sub-fase se produce una respuesta de
activación nerviosa que se expresa y desarrolla fisiológicamente de modo afín a la
ansiedad.
b. Fase de resistencia, en el transcurso de la cual el organismo hace intervenir todos sus
mecanismos adaptación y repara daños o desequilibrios causados por la reacción de
alarma. En esta fase la respuesta es más lenta y sostenida. Se intensifica la liberación de
cortisol. Si la situación estresante persiste, el cuerpo permanece alerta y no puede
resaurarse, se pasa a la siguiente fase.
c. Fase de agotamiento, que acaba con las reservas adaptativas del organismo y altera su
homeostasis pudiendo originar, en función también de la vulnerabilidad de cada persona,
diferentes alteraciones y dolencias. Estos trastornos generalmente afectan el sistema
nervioso autónomo, al sistema neuroendocrino y al sistema inmunológico. La hipertensión,
pérdida de memoria, fatiga, algunas jaquecas, tensión, irritabilidad, alteraciones en el
sistema inmune, algunas enfermedades de la piel, depresión, ansiedad, son ejemplos de
alteraciones que pueden estar relacionadas con el estrés.

Ansiedad y estrés

Muchas veces ansiedad y estrés se usan como sinónimos. En ambos casos se produce una
reacción caracterizada por alta activación fisiológica. El estrés es un proceso más amplio de
adaptación al medio. La ansiedad es una reacción emocional de alerta ante una amenaza. Digamos
que dentro de los proceso de cambio que implica el estrés, la ansiedad es la reacción emocional
más frecuente. La ansiedad elevada genera estrés. A su vez, el estrés una de las fuente más
comunes de ansiedad.

_______________________________________________________________________________

Fuente: Clínica de la Ansiedad. Psicólogos en Barcelona y Madrid.


Para saber más:
Video ilustrativo: Estrés crónico: consecuencias sobre la salud
ANSIEDAD Y DROGAS

Numerosos trabajos ponen de manifiesto la importante relación existente entre el uso y el abuso de
algunas sustancias y la presencia de problemas de salud mental. Sin embargo, es difícil establecer
cuál es el papel específico que juega cada sustancia en el inicio, mantenimiento o empeoramiento
del trastorno mental. Esto se debe a varios motivos: en primer lugar, la mayoría de las sustancias
suelen consumirse en asociación a otras (por ejemplo, el alcohol y el tabaco, se habla entonces de
policonsumo). En segundo lugar, se considera que el comienzo del trastorno mental podría
preceder al uso de la sustancia, o simplemente coincidir en el tiempo, en muchas ocasiones.
Finalmente, las diferentes patologías, y en especial los problemas de ansiedad y estado de ánimo,
suelen ir asociados a otros trastornos (comorbilidad), por lo que es complicado establecer la
relación directa entre la sustancia y cada problema en particular.

En este texto se hablará de sustancias como el alcohol y el tabaco, conocidas como drogas legales,
y de otras ilegales, como el cannabis, la cocaína, las anfetaminas, las drogas de síntesis, los
alucinógenos, los inhalantes y los opiáceos. Se señalará finalmente la relación entre ansiedad y el
uso tan extendido en nuestra sociedad de barbitúricos, tranquilizantes e hipnóticos.

Si bien se tratará de forma específica la relación entre cada grupo de sustancias y la


psicopatología, en general se puede considerar que esta asociación se puede establecer a dos
niveles: el consumo de la sustancia como factor de riesgo de desarrollar un problema psicológico
(causa) y como consecuencia de padecerlo (efecto). El consumo regular y prolongado de una
sustancia puede conducir a la aparición de diversas patologías. Es el caso de los cuadros psicóticos
inducidos por el consumo de cannabis o cocaína, por ejemplo. Por otro lado, el consumo de la
mayoría de sustancias que aquí se describen se asocia a contextos lúdico-festivos. Las personas
toman esa droga porque quieren divertirse, se sienten más eufóricos, más sociables y desinhibidos.
Es posible que algunas personas no sean capaces de disfrutar e interaccionar a nivel social si no
consumen alguna sustancia (por ejemplo, el alcohol), o tengan dificultades para afrontar sus
problemas cotidianos o exigencias diarias si no es gracias a alguna de ellas (por ejemplo, los
tranquilizantes o, en otros casos, la cocaína). En estas situaciones diremos que el consumo de
sustancias es un efecto o consecuencia de problemas previos.
Uso, abuso y dependencia de substancias

Se habla de uso de una sustancia cuando su consumo es ocasional y no interfiere en ningún ámbito
de la vida de una persona (social, laboral, familiar, etc.). Según la Asociación Psiquiátrica
Americana (DSM-IV), se habla de abuso cuando el consumo de una o más sustancias conlleva un
deterioro o malestar clínicamente significativos y se observan uno o más de los siguientes
síntomas durante un período de 12 meses:

1. Consumo repetido de la/s sustancia/s, que implica el incumplimiento de obligaciones en el


trabajo, la escuela o en casa.
2. Consumo repetido de la sustancia en situaciones en que es peligroso hacerlo (por ejemplo,
conduciendo un vehículo).
3. Problemas legales relacionados con la sustancia.
4. Consumo continuado de la sustancia a pesar de los problemas sociales o interpersonales
que éste ha causado o exacerbado.

La dependencia se produce como consecuencia de repetidos abusos. Según la APA, el consumo de


la/s sustancia/s implica un deterioro o malestar clínicamente significativos y se deben dar uno o
más de los siguientes ítems durante un período de 12 meses:

a. Necesidad de consumir cada vez una cantidad mayor de la sustancia para conseguir los
mismos efectos que antes (tolerancia) o bien el efecto de la misma cantidad de sustancia
disminuye claramente tras su consumo continuado (habituación).
b. Abstinencia: la supresión o cese de la toma de la sustancia provoca malestar y una serie de
síntomas (específicos en cada droga). En muchos casos, se consume la misma sustancia o
una similar para aliviar o evitar dichos síntomas.
c. La sustancia se toma en mayor cantidad o por un período más largo de lo que inicialmente
se pretendía.
d. Deseo persistente o esfuerzos infructuosos de controlar o dejar de consumir esa sustancia.
e. Se emplea mucho tiempo en actividades relacionadas con la obtención y/o el consumo de
la sustancia o en la recuperación de sus efectos.
f. Reducción de actividades sociales, laborales o recreativas a pesar de tener conciencia de
problemas físicos o psicológicos causados o exacerbados por el consumo de la sustancia.

Tabaco

Cerca del 30% de la población española de 16 o más años es fumadora. En general, fuman más los
hombres que las mujeres, si bien entre los más jóvenes esta relación se invierte. Aunque la
tendencia general sugiere que el consumo de tabaco está disminuyendo de forma lenta en la
población general, se observa un preocupante aumento del número de fumadores en el colectivo
de menor edad.
La nicotina es la principal sustancia psicoactiva del tabaco. Esta sustancia tiene un efecto muy
importante sobre el sistema nervioso central (SNC) y periférico. Se absorbe rápidamente y llega en
pocos segundos al cerebro atravesando la barrera hematoencefálica con facilidad.

Su poder adictivo es muy importante, especialmente debido a estos factores: produce múltiples
efectos placenteros (mejora la concentración, el estado de ánimo, disminuye la agresividad, el
peso); el efecto de una inhalación de esta sustancia es muy rápido (la nicotina tarda menos de 10
segundos en llegar al cerebro); la ingestión de nicotina se produce muchas veces al día (depende
del número de cigarrillos que se consuma) y se asocia a muchas situaciones.

Aunque el tabaco es una droga estimulante, la mayoría de los fumadores fuman para relajarse. De
hecho, fumar un cigarrillo calma la ansiedad provocada por su falta en las situaciones asociadas al
consumo.

Se considera que el tabaco es una herramienta psicológica que se suele utilizar para reducir el
estrés o manejar mejor un estado de ánimo negativo, para afrontar una situación problemática,
para controlar el peso, etc. Por otro lado, se trata de una sustancia comúnmente aceptada por la
sociedad, potenciada desde los medios de comunicación y con una percepción de riesgo o
peligrosidad por parte de la población prácticamente nula.

Se puede hablar de dependencia y de abstinencia de nicotina. Estos síntomas aparecen al cabo de


unas pocas horas (2-12 horas) y pueden extenderse un promedio de cuatro semanas o más tiempo.
La interrupción o reducción de la cantidad de nicotina puede provocar disforia o estado de ánimo
deprimido, insomnio, irritabilidad, frustración o ira, ansiedad, dificultad de concentración,
nerviosismo o aumento del apetito y/o el peso, entre otros.

Las consecuencias del consumo continuado de tabaco en la salud lo convierten en uno de los
principales problemas de salud pública. Fumar constituye un poderoso factor de riesgo de padecer
cáncer (de pulmón, boca, faringe, esófago, etc.), enfermedades cardiovasculares (cardiopatías,
enfermedades cerebrovasculares) y respiratorias (bronquitis crónica), así como úlceras, daños en el
feto, etc.

El consumo de tabaco se ha visto asociado a diferentes problemas psicológicos: trastornos del


estado de ánimo, esquizofrenia, alcoholismo, trastornos de ansiedad y trastorno de déficit de
atención con hiperactividad.

De las anteriores relaciones, una de las más estudiadas es la asociación entre tabaco y depresión.
El estado de ánimo deprimido es uno de los síntomas más frecuentes del síndrome de abstinencia
asociado a esta sustancia. Diversos estudios señalan que algunos fumadores pueden desarrollar
una depresión durante la abstinencia de la sustancia si tienen una historia previa de este trastorno.
Se considera que la nicotina tiene una función antidepresiva. A nivel biológico, se ha propuesto
que la nicotina aliviaría alguno de los síntomas de la depresión porque actúa sobre los sistemas de
recompensa del cerebro (sistema dopaminérgico).

Otros estudios han asociado el consumo de tabaco con mayores niveles de estrés y ansiedad. Se
considera que muchas de estas personas no afrontan de forma efectiva sus problemas cotidianos,
recurriendo al consumo de tabaco para aliviar la ansiedad que éstos producen. De hecho, una de
las situaciones relacionadas con la recaída del consumo de tabaco es el afrontamiento de
situaciones conflictivas. Otros estudios han asociado el tabaco con una mayor incidencia de
ataques de pánico.

Alcohol

El alcohol es sin duda la droga más consumida por la población, en todos los grupos de edad y en
ambos sexos. Su uso aparece asociado a contextos lúdicos y festivos y forma parte de los hábitos
alimentarios diarios de muchas personas. Según el Observatorio Español sobre Drogas, el 87% de
los ciudadanos de 15 a 65 años ha consumido alcohol en alguna ocasión, mientras que el 4.7% lo
hace de forma semanal y un 13% diariamente. Los estudios epidemiológicos revisados indican que
el consumo de alcohol se ha estabilizado en la población española. Esto ha sido posible gracias a:
un aumento del número de abstemios, la estabilización en la edad de inicio del consumo de
alcohol y la reducción del porcentaje de bebedores „abusivos‟ (bebedores de elevadas cantidades y
consumo regular). En el colectivo de jóvenes también se observa un descenso de los bebedores
habituales y un incremento de los escolares abstemios.

Sin embargo, el consumo de alcohol, especialmente entre los jóvenes, sigue siendo un tema de
candente actualidad y de preocupación a nivel de salud pública, dado que su consumo se ha
convertido en un componente esencial de las noches de fin de semana, constituye una de las
principales causas de los accidentes de tráfico, y tiene consecuencias muy graves a nivel físico,
psicológico y social si se utiliza de forma abusiva.

Pese a ello, existe una importante tolerancia social respecto al uso de esta sustancia. Se trata de
una droga percibida como poco peligrosa y es frecuente la banalización de su consumo.

El alcohol es un depresor del sistema nervioso central, actúa bloqueando la parte del sistema
nervioso responsable de controlar las inhibiciones. La sensación inicial tras su consumo es de
euforia, alegría y desinhibición, calma la ansiedad y el dolor. Sin embargo, le sigue un estado de
somnolencia con visión borrosa, incoordinación muscular, lentitud de reflejos, vértigo y visión
doble, pérdida de equilibrio y lenguaje farfullante.

Efectos del consumo de alcohol

Efectos agudos

 Físicos: El consumo excesivo de alcohol produce acidez de estómago, vómitos, diarrea,


descenso de la temperatura corporal, sed, dolor de cabeza, deshidratación… Si las dosis
ingeridas han sido muy elevadas hablamos de una intoxicación etílica aguda (borrachera),
que puede implicar depresión respiratoria, coma (coma etílico) y ocasionalmente la muerte.
 Psicológicos y conductuales: bajo los efectos del alcohol, muchas personas desarrollan una
falsa sensación de seguridad en sí mismo. Esta sensación de seguridad, unida a una
percepción irreal del riesgo y alteraciones en la coordinación, la visión y el tiempo de
reacción se han visto asociadas a la realización de conductas temerarias o de riesgo. El
consumo excesivo de alcohol, como se ha indicado anteriormente, se ha relacionado con
accidentes de tráfico. También se vincula un consumo elevado de esta sustancia con la
realización de conductas sexuales de riesgo, aumento de la agresividad física y, por tanto,
de los conflictos interpersonales.

Efectos crónicos

 Físico: El consumo regular de dosis elevadas de alcohol tiene efectos perjudiciales en


múltiples sistemas del organismo. Uno de los órganos más afectado es el hígado,
encargado de la metabolización del etanol, principal componente activo del alcohol. Se han
descrito alteraciones neurológicas (epilepsia, atrofia cerebral, síndrome de Wernicke-
Korsakoff, entre otros), gastrointestinales (cáncer de boca-faringe, de esófago, de
estómago, de colon y de hígado, cirrosis, pancreatitis, hepatitis, etc.), cardiovasculares
(arritmias, hipertensión, miocarditis), respiratorias (apneas, enfermedad pulmonar
obstructiva crónica, neumonía, tuberculosis, etc.), endocrinas y metabólicas (diabetes, por
ejemplo), así como complicaciones en el sistema reproductivo, musculo esquelético, en la
sangre y durante el embarazo y el parto.
 Psicológicos: Se ha descrito tolerancia y dependencia del alcohol. El cese brusco de su
consumo prolongado provoca un síndrome de abstinencia que puede cursar con inquietud,
nerviosismo y gran ansiedad, calambres musculares, temblores, náuseas, vómitos,
irritabilidad, insomnio e incluso crisis epilépticas. El síndrome de abstinencia puede
acompañarse del denominado “delirium tremens”, que se caracteriza por un estado
confusional y aparición de delirios y alucinaciones.
 Sociales: el abuso o dependencia del alcohol puede comportar problemas a nivel familiar
(pérdida de responsabilidad, malos tratos), en las relaciones interpersonales (agresividad,
beligerancia) y a nivel laboral (absentismo, inestabilidad). El consumo de alcohol juega un
importante papel en la violencia familiar, en los accidentes de tráfico y en los delitos contra
la propiedad, alteraciones del orden, etc.

Consumo de alcohol y salud mental

El alcoholismo se asocia a otras patologías, como trastornos afectivos (depresión, manía),


trastornos de ansiedad, trastornos de la personalidad (especialmente personalidad antisocial) y
esquizofrenia, y al abuso o dependencia de otras sustancias (principalmente cocaína, opiáceos y
benzodiacepinas). La asociación o comorbilidad con otros problemas psicológicos empeora el
pronóstico del alcoholismo: puede presentar más recaídas, más complicaciones psicosociales y un
mayor riesgo de suicidio.

Consumo de alcohol y problemas psicológicos

En general, se considera que la intoxicación o la abstinencia de alcohol podría conducir a la


presencia de determinados síntomas o trastornos psiquiátricos. Estos trastornos reciben el nombre
de trastornos inducidos por el alcohol según el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos
Mentales (DSM-IV, APA, 1995) y podrían ser los siguientes:

 Delirium: durante la abstinencia aparece un síndrome confusional, alteraciones perceptivas


(alucinaciones o ilusiones), interpretaciones delirantes, agitación psicomotriz y alteraciones
emocionales.
 Demencia persistente: cursa con deterioro de la memoria, alteraciones cognitivas (afasia,
apraxia o agnosia), alteración de la ejecución y deterioro significativo de la actividad
laboral y social.
 Trastorno amnésico: puede ser transitorio, por intoxicación aguda, o también persistente.
En ese caso se conoce como síndrome de Korsakoff.
 Trastorno psicótico: se pueden dar alucinaciones, trastorno delirante (con delirios de tipo
persecutorio o celotípico)
 Trastorno del estado de ánimo: Se considera que los estados depresivos inducidos tras el
consumo prolongado de alcohol pueden ser graves pero transitorios.
 Trastornos de ansiedad: el consumo prolongado de alcohol podría inducir estos trastornos
en personas con cierta vulnerabilidad, ante la presencia de acontecimientos estresantes o
por episodios repetidos de abstinencia.

Problemas psicológicos que llevan al consumo de alcohol

Se considera que muchos de los problemas psicológicos que se asocian al alcoholismo son previos
al inicio del consumo de alcohol. Los trastornos de ansiedad, de personalidad y la esquizofrenia
podrían aparecer antes que los problemas de alcohol. Sin embargo, en muchos casos la depresión
podría ser una consecuencia de los problemas de alcoholismo, ya que su inicio suele ser posterior
al comienzo del problema y su sintomatología tiende a mejorar tras pocas semanas de abstinencia.

Al margen de la direccionalidad de la relación entre psicopatología y consumo de alcohol, se ha


señalado que entre un 23 y un 70% de los pacientes con problemas de alcoholismo presentan
también problemas de ansiedad. Por otro lado, del 20 al 45% de los pacientes con trastornos de
ansiedad presentan elevados consumos de alcohol. Entre los trastornos de ansiedad que aparecen
asociados con mayor frecuencia al alcoholismo se encuentran la agorafobia (con o sin trastorno de
pánico), la ansiedad generalizada, la fobia social y las fobias específicas.

Los pacientes con problemas psiquiátricos podrían beber para reducir los síntomas de ansiedad o
„evadirse‟ de sus problemas y para mitigar un estado de ánimo deprimido. En el caso de las
personas con fobia social, por ejemplo, el consumo de alcohol y la desinhibición consecuente
puede facilitar su comportamiento en situaciones sociales. En el caso de personas con agorafobia o
ataques de pánico, el consumo de alcohol puede calmar la ansiedad que experimentan en esas
situaciones. Sin embargo, el uso continuado del alcohol puede agravar estados de ánimo negativos
y aumentar precisamente esos síntomas de ansiedad que los pacientes pretendían mitigar con su
consumo. Las personas que padecen depresión o tienen un bajo estado de ánimo, podrían beber
para animarse y reducir la tristeza. Sin embargo, los efectos depresores de la droga actúan de tal
forma que tras un período relativamente breve de euforia y alegría sobreviene la sintomatología
depresiva de forma acentuada.

El café

El café es muy probablemente la bebida más consumida en los países desarrollados. Su consumo
no aparece únicamente asociado a un contexto lúdico: forma parte de los hábitos alimentarios de la
gran mayoría de las personas y constituye una buena inyección de energía por la mañana. De
hecho, su principal componente, la cafeína, tiene propiedades estimulantes.

La cafeína se encuentra en el café, en el té, en la Coca-Cola, en muchas bebidas gaseosas y en


productos derivados del chocolate. También es un ingrediente común en medicamentos que se
recetan para contrarrestar la fatiga, tratar la migraña y otros tipos de cefalea. Por su capacidad para
estimular la respiración también se recomienda su uso en el tratamiento de la apnea en los recién
nacidos. Se trata de una sustancia que atraviesa la barrera hematoencefálica con mucha facilidad.
Su efecto dura entre 2 y 6 horas. A dosis bajas o moderadas (por ejemplo entre la mitad de una
taza y tres tazas de café instantáneo) proporciona energía, estado de alerta, motivación y
concentración. Sin embargo, a dosis elevadas puede provocar inquietud, nerviosismo, excitación,
insomnio, diarrea, taquicardia y sudoración, entre otros.

¿Por qué hablamos del café en un texto sobre ansiedad y consumo de sustancias?

En primer lugar, porque la cafeína, su principal componente, es una sustancia con propiedades
estimulantes que se considera adictiva. Algunas personas que consumen grandes cantidades de
café pueden desarrollar dependencia y presentan tolerancia y quizás abstinencia. No está claro qué
cantidad de cafeína es necesaria para hablar de dependencia e incluso para determinar el grado en
que su consumo puede provocar efectos perjudiciales. Algunos trabajos consideran que el
consumo de café es elevado si es igual o superior a 4 tazas (300-400 mg de cafeína) diarias. En
segundo lugar, el consumo elevado de cafeína se ha asociado a problemas de ansiedad y
depresión. Por un lado, se considera que el uso prolongado y de cantidades elevadas de esta
sustancia puede provocar alteraciones en el estado de ánimo, además de complicaciones físicas a
diferentes niveles. Por otro, el consumo de café y de otras bebidas estimulantes está
contraindicado en personas que padecen ansiedad, ya que podrían potenciar la aparición de los
síntomas.

Efectos perjudiciales del café

Los datos acerca de los efectos perjudiciales o beneficiosos de la cafeína no son concluyentes e
incluso en muchos casos resultan contradictorios. Aquí detallamos los más significativos.

El uso prolongado de más de 650 mg diarios de cafeína, equivalentes a ocho o nueve tazas de café
al día, puede ocasionar úlceras gástricas, incremento en el nivel del colesterol y alteraciones del
sueño. Este tipo de consumo también parece estar relacionado con disfunciones cardíacas
(hipertensión arterial y arritmias) y con la aparición de ciertos tipos de cáncer asociados a los
alquitranes del café. En consumidores crónicos se han descrito migrañas. También se ha asociado
a una mayor prevalencia de artritis reumatoide, si bien los trabajos aparecidos hasta la fecha no
son concluyentes.

Algunos estudios han demostrado que un alto nivel de consumo de cafeína por parte de mujeres
embarazadas podría estar asociado a una incidencia por encima de lo normal de nacimientos
prematuros, bajo peso al nacer y abortos espontáneos. Basado en datos disponibles, el FDA (Food
and Drug Administration) recomienda a las mujeres embarazadas que eviten la cafeína durante el
embarazo.
Por otro lado, algunos científicos relacionan el exceso de cafeína con la ansiedad, la
hipersensibilidad al dolor y la hipoxia (una disminución de la protección frente a posibles
decrecimientos de oxígeno de las células del sistema nervioso). Los autores consideran que este
efecto podría producirse con consumos de seis o más tazas de café diarias.

Café y salud mental

Algunos trabajos sugieren que tras el cese brusco de consumo de café o de otras bebidas que
contienen cafeína una persona puede experimentar un síndrome de abstinencia que puede durar
incluso varios días. Los síntomas varían en severidad según la persona, pero generalmente
incluyen dolor de cabeza, fatiga, somnolencia, apatía, irritabilidad y nerviosismo. Como se ha
comentado, el consumo prolongado de esta sustancia puede provocar tolerancia y dependencia. A
largo plazo se ha descrito que el consumo prolongado de dosis elevadas de cafeína puede generar
ansiedad y/o depresión.

Por otro lado, se considera que esta sustancia podría agravar trastornos psicológicos presentes.
Hay estudios que demuestran que la cafeína aumenta la ansiedad en algunos pacientes que
padecen trastorno de pánico. Por otro lado, se considera que puede intensificar los síntomas del
síndrome premenstrual, de otros trastornos de ansiedad o del humor e incluso de cuadros
psicóticos ya presentes.

Cannabis

El cannabis, conocido también como marihuana (haciendo referencia a las hojas de la planta) o
hachís (si se consume su resina) es, después del tabaco y el alcohol, la droga cuyo uso está más
extendido en España y en la mayoría de los países occidentales. Así, según los últimos datos
disponibles en el Observatorio Español sobre Drogas, casi uno de cada cinco españoles lo ha
probado alguna vez. Las tasas de consumo experimental y regular de esta sustancia han ido
incrementándose en los últimos años. Su consumo es especialmente elevado entre los más jóvenes,
que se inician en él cada vez a edades más tempranas: el promedio se encuentra entre los 14 y 15
años. En un reciente estudio realizado con estudiantes de 14-18 años de Madrid se observó que el
30% habían consumido cannabis en los últimos 30 días.

Cada vez son más numerosos los estudios que consideran que el cannabis es una droga de
“acceso” o “puerta de entrada” al consumo de otras drogas „más fuertes‟, como las anfetaminas,
los alucinógenos o la cocaína. Por otro lado, los estudios que examinan la percepción de riesgo o
de peligrosidad asociada a esta droga señalan que la mayoría de las personas consideran al
cannabis poco peligrosa, y por tanto, con bajos riesgos.

Efectos del cannabis sobre el organismo

La vía de administración más usual y extendida del cannabis es la fumada. Las sustancias
psicoactivas del cannabis, los cannabinoides, son absorbidas por los bronquios, pasan a la sangre y
atraviesan la barrera hematoencefálica (BHE) muy fácilmente debido a su gran liposolubilidad.
Los cannabinoides actúan sobre diversos receptores del SNC. Sus efectos suelen durar de 1 a 4
horas después de su consumo.
Se puede considerar que el efecto de esta sustancia en las personas es principalmente depresor, si
bien los efectos agudos más conocidos de esta droga son un estado de euforia y bienestar, aumento
de la sociabilidad y desinhibición, aumento de la percepción sensorial, analgesia y relajación. Tras
el consumo de un „porro‟, una persona se siente más animada, relajada y desinhibida. Debido a
estos efectos, su consumo se suele asociar a situaciones sociales. Por otro lado, sus propiedades
relajantes lo relacionan con estados de ansiedad y de depresión.

Efectos agudos

 Efectos conductuales y psicológicos: Además de las sensaciones de bienestar y relajación,


se produce una alteración de la percepción sensorial, enlentecimiento de los procesos de
pensamiento y dificultades de concentración y de memoria. Se origina confusión, las
personas suelen tener lagunas y utilizar un lenguaje monótono. La percepción alterada de
la velocidad, la distancia y el tamaño de los objetos, unida al enlentecimiento psicomotor
que produce la droga, se ha relacionado con dificultades para el manejo de máquinas
complejas, por lo que su consumo se asocia a un mayor riesgo de accidentes (de tráfico,
laborales).
 Efectos físicos: A parte de los efectos que produce sobre el SNC, el cannabis tiene efectos
perjudiciales sobre el sistema respiratorio (broncodilatación), el sistema cardiovascular
(taquicardia y a dosis elevadas bradicardia, sensaciones de vértigo y desmayos, debido a la
disminución de la presión sanguínea), el aparato digestivo (puede producir diarrea),
produce hipotermia, sequedad de boca, sed y aumenta el apetito.

Efectos crónicos

 Físicos: problemas en el sistema respiratorio (bronquitis o asma, aumenta el riesgo de


padecer cáncer de pulmón), sistema reproductor (disminución de la libido acompañada de
alteraciones en la producción de testosterona, estrógenos y de esperma), efectos sobre el
sistema cardiovascular similares a los que produce el tabaco, alteraciones en el sistema
endocrino, menor actividad del sistema inmunitario y efectos perjudiciales en el desarrollo
del feto.
 Psicológicos: alteraciones en los procesos de atención, memoria y aprendizaje. Puede
producir dependencia y su interrupción un síndrome de abstinencia. El consumo
prolongado a dosis elevadas puede conducir a un estado de pasividad e indiferencia
conocido por síndrome emotivacional. También se asocia a otros síntomas de deterioro
social y laboral por la alteración de la atención, la escasa capacidad de juicio, y la
disminución de la capacidad de comunicación y de afecto en situaciones interpersonales.

Consumo de cannabis y problemas psicológicos

El uso prolongado de esta sustancia y, en ocasiones, el uso puntual por parte de sujetos con cierta
predisposición, puede producir episodios breves de ansiedad, pánico, tristeza o depresión. En otras
ocasiones las personas presentan alucinaciones (especialmente visuales) o delirios. Estos síntomas
aparecen por períodos breves de tiempo y suelen desaparecer al cabo de pocas horas o pocos días.
El consumo prolongado del cannabis puede producir un síndrome de dependencia, similar al
producido por otras drogas, y su interrupción conducir a un síndrome de abstinencia caracterizado
por ansiedad, depresión, irritabilidad, alteraciones del sueño y disminución del apetito.

Cannabis y psicosis: el consumo de cannabis puede causar episodios psicóticos agudos sin
alteración del nivel de conciencia del sujeto. Estos episodios suelen ser de corta duración, si bien
pueden persistir incluso si se interrumpe el consumo de la sustancia. Muchos estudios se plantean
la relación entre el consumo elevado y prolongado de cannabis y la aparición de psicosis o
trastornos del humor (manía, depresión). Los datos acerca de si el cannabis actúa como inductor
de estos trastornos o bien sólo como „mero acompañante‟ de los mismos no son concluyentes. Por
otro lado, se considera que el consumo prolongado de cannabis precipita el inicio de la
esquizofrenia en pacientes con predisposición genética y que empeora su curso. Está asociado con
un menor efecto del tratamiento y un mayor porcentaje de recaídas (nueva aparición de episodios
psicóticos).

Síndrome amotivaciona: El uso crónico de cannabis se ha asociado con un estado caracterizado


por apatía y pérdida de motivación, que se acompaña de déficits en el funcionamiento escolar o
laboral y cambios en la conducta.

Problemas psicológicos que llevan al consumo de cannabis

Como se ha comentado anteriormente, el efecto inmediato del cannabis es euforizante y relajante.


El consumo de esta sustancia se ha asociado a problemas de ansiedad principalmente por sus
propiedades depresoras. La desinhibición asociada a esta sustancia permite al sujeto desprenderse
de sus miedos y complejos mientras dura su efecto. El enlentecimiento psicomotor y atencional
permiten „bajar la guardia‟ a personas que constantemente se encuentran sobreactivadas e
hipervigilantes a cuanto acontece a su alrededor. Sin embargo, la aparición de episodios breves de
pánico o ansiedad, o la taquicardia que suele acompañar al consumo pueden hacer desaparecer
estos efectos „deseables‟.

Por otro lado, las personas que presentan un bajo estado de ánimo pueden verse „atraídas‟ por esta
sustancia elicitadora de bienestar, euforia, una sonrisa fácil y un aumento de la sociabilidad. Sin
embargo, el consumo continuado de esta droga en personas con depresión puede incrementar las
dificultades atencionales, enlentecimiento psicomotor y deterioro laboral y social característicos
de este trastorno.

Cocaína

La cocaína es un estimulante del sistema nervioso central que provoca sensación de euforia,
bienestar, aumenta la comunicación verbal, la sociabilidad y disminuye la sensación de fatiga o
sueño. Se consume principalmente asociada a contextos de ocio y el objetivo principal de quien la
toma es la búsqueda de placer y diversión y aumentar la energía. Algunas personas señalan que la
cocaína les ayuda a desinhibirse en situaciones sociales, a ser más sociable. Otros relatan que
cuando han tomado esta sustancia se sienten más seguros de sí mismos, con una mayor
autoestima. Muchos de los consumidores de esta droga la toman como ayuda para escapar de sus
problemas. Como dijo Freud, la cocaína es un „quitapesares‟ capaz de alterar el estado de ánimo.
El consumo de cocaína sigue siendo mucho menor al de otras sustancias como el tabaco, el
alcohol o el cannabis. Sin embargo, los datos aportados en los últimos años por el Observatorio
Europeo de las Drogas y las Toxicomanías sugieren un incremento en la prevalencia del consumo
de cocaína tanto experimental como regular. En España, el porcentaje de población general que ha
probado esta droga al menos una vez en su vida se sitúa en torno al 3%, aumentando esta tasa al
5% en el colectivo de jóvenes. Si bien la edad de inicio del uso de cocaína ha permanecido
relativamente estable, el mayor incremento en su consumo se ha producido en el colectivo de
jóvenes de 14 a 16 años.

La cocaína se asocia al consumo de otras sustancias como el alcohol, el tabaco, el cannabis y otros
estimulantes. La vía de administración más frecuente es esnifada, aunque algunos también la
consumen fumada combinada con tabaco o marihuana, o mezclada con heroína. Un número
elevado de consumidores de heroína también utilizan la cocaína por vía intravenosa o pulmonar
(crack).

Efectos de la cocaína sobre el organismo

Efectos agudos

 Efectos conductuales y psicológicos: la administración de cocaína provoca euforia inicial,


aumento de la comunicación verbal, inquietud psicomotora, autoconfianza. También puede
provocar irritabilidad, impulsividad y agresividad. Por otro lado, se pueden presentar
alteraciones sensoperceptivas como alucinaciones visuales o táctiles.
 Efectos físicos: el consumo agudo de esta droga puede producir taquicardia, alteraciones de
la tensión arterial, sudoración, escalofríos, náuseas o vómitos, disminuye la fatiga, el sueño y
el apetito. Tiene también efectos anestésicos a nivel local. Suele ser habitual la midriasis
(mirada „cristalina‟) y la sequedad de boca.

Efectos crónicos:

 Físicos: Además de tener una elevada capacidad adictiva, se trata de una sustancia muy
tóxica. Entre las complicaciones orgánicas asociadas a la cocaína destacan las alteraciones
cardiovasculares en forma de arritmias, hipertensión, infartos agudos de miocardio o
hemorragias cerebrales, las alteraciones neurológicas como las convulsiones, las
complicaciones respiratorias y gastrointestinales, y las cefaleas. Pueden aparecer lesiones
locales de la mucosa nasal.
 Psicológicos s: El consumo crónico de cocaína puede producir depresión, crisis de angustia,
irritabilidad y agotamiento general, déficits de atención y memoria, compulsividad,
alteraciones del deseo sexual e intentos de suicidio. Son muy frecuentes la inhibición y el
retraimiento social y la rumiación del pensamiento. Se ha asociado a trastornos psicóticos,
como paranoia y esquizofrenia, y al trastorno bipolar. El consumo prolongado de esta
sustancia puede derivar en un problema de dependencia, y su interrupción provocar un
síndrome de abstinencia.
Consumo de cocaína y problemas psicológicos

El consumo prolongado de cocaína puede conducir a desarrollar tolerancia a la droga y


dependencia. Los sujetos con dependencia suelen gastar mucho dinero en un espacio breve de
tiempo e implicarse en robos o solicitar anticipos para comprar la droga. Frecuentemente aparecen
alteraciones en el funcionamiento a nivel familiar, social o laboral. El síndrome de abstinencia se
caracteriza por un estado de ánimo deprimido, apatía, fatiga, pesadillas, insomnio o hipersomnia,
aumento del apetito e intranquilidad, acompañados de un deseo irresistible de consumir
nuevamente la droga.

El consumo de cocaína se ha asociado a depresión. Aunque puede ser complicado diferenciar si el


trastorno afectivo es previo o una consecuencia del uso de la droga, la mayoría de estudios
apuntan a que la depresión aparece después de iniciar el consumo de cocaína. Otros trabajos
señalan que el consumo de esta droga exacerbaría el estado de ánimo deprimido previo,
aumentando la intensidad de los síntomas.

El uso reiterado de esta droga también puede provocar ansiedad. El sujeto puede experimentar
intranquilidad (especialmente tras la interrupción del consumo) y crisis de angustia.

Los síntomas psicóticos son muy frecuentes tras el consumo, agudo o crónico, de cocaína. Se han
descrito ideas delirantes y alucinaciones auditivas, visuales o táctiles. Por otro lado, entre el 22 y
el 31% de los esquizofrénicos consumen cocaína, siendo complicado en la mayoría de los casos
discernir si el consumo ha inducido el trastorno o éste es previo.

Problemas psicológicos que llevan al consumo de cocaína

Como se comentaba al principio de esta sección, el uso de cocaína aumenta la comunicación y


disminuye la inhibición en situaciones sociales. Es muy probable que personas con ciertas
dificultades para establecer relaciones sociales o moverse con comodidad en ambientes de ocio y
diversión hagan uso de esta droga para superar sus limitaciones.

Numerosos trabajos han intentado asociar el consumo de cocaína con la presencia de ciertas
características de personalidad. Si bien los estudios no son concluyentes, se ha descrito una
importante asociación entre problemas por el consumo de esta sustancia e historia previa de otro
trastorno psicológico.

Se considera que muchos consumidores de cocaína tienen problemas de estado de ánimo. En estos
casos, se utiliza la sustancia para intentar mejorar su sintomatología depresiva. Del mismo modo,
muchos usuarios de esta sustancia que no presentan un trastorno del estado de ánimo pueden
recurrir a ella cuando se sienten desanimados tras algún acontecimiento negativo (problemas
laborales, personales).

Por otro lado, también se ha descrito un mayor consumo de cocaína en pacientes con trastorno
bipolar, especialmente durante la fase maníaca, y en personas con trastornos por déficit de
atención con hiperactividad (TDAH).
Drogas recreativas

Si bien el término „drogas recreativas‟ hace alusión a todas aquellas sustancias que principalmente
se consumen con fines recreativos o lúdico-festivos, hemos tratado por separado la relación entre
ansiedad y drogas más conocidas y utilizadas, como el alcohol, el tabaco, el cannabis o la cocaína,
y los derivados anfetamínicos y alucinógenos. En este apartado nos referiremos a la relación entre
ansiedad y consumo de éxtasis, anfetaminas y derivados, y alucinógenos. Hablaremos por tanto de
drogas de diseño o de síntesis como el MDMA (éxtasis), MDA o „píldora del amor‟, MDEA o
„Eva‟, del GHB o éxtasis líquido, la ketamina, y del LSD (alucinógeno) o las anfetaminas.

La prevalencia de consumo de estas sustancias, en comparación a la del alcohol o el cannabis, es


relativamente baja. De acuerdo con la Encuesta sobre Drogas a la Población General, cerca del 3%
ha probado el éxtasis o las pastillas alguna vez en su vida. Sin embargo, este porcentaje ascendió
hasta el 5.7% en el 2000 entre la población escolar (14 a 18 años).

Estas sustancias se consideran facilitadoras de la sociabilidad, por lo que se consumen.


Principalmente en contextos de ocio y diversión. Como se ha indicado, su consumo está
aumentando entre los más jóvenes, se asocia a salidas nocturnas de fin de semana, se suele dar en
discotecas, pubs, bares o fiestas, y se relaciona frecuentemente con el consumo de otras sustancias
psicoactivas como el alcohol (91.4%), el tabaco (87.3%), el cannabis (93.1%) y la cocaína (53%).
El nivel de riesgo percibido ante el consumo de éxtasis y de alucinógenos es bastante elevado, si
bien es menor entre los hombres que entre las mujeres y en los jóvenes en comparación con los
adultos.

El consumo de drogas de síntesis provoca cambios en la conducta, como euforia, elevación de la


autoestima y desinhibición. Disminuye la sensación de hambre y cansancio, puede mejorar la
capacidad de concentración e incrementar la actividad física. Alguna de ellas puede provocar
efectos alucinógenos breves (en el caso del MDMA estos efectos son nulos). Asimismo, a alguna
de estas sustancias se le ha atribuido un efecto afrodisíaco (por ejemplo el MDA o „píldora del
amor‟), aunque los estudios científicos no han confirmado este hecho.

En los últimos años han aumentado los estudios que relacionan el consumo de estas sustancias con
problemas psicológicos, alteraciones físicas, accidentes de tráfico y aumento de conductas de
riesgo.

Problemas asociados al uso de drogas recreativas

Problemas agudos

 Físicos: el consumo de anfetaminas y éxtasis produce una sobreestimulación del SN


simpático. No es infrecuente observar efectos neurológicos o cardiovasculares como
sequedad de boca, sudoración, sofocos (son conocidos los golpes de calor) o una mayor
sensibilidad al frío, pupilas dilatadas, visión borrosa y percepción distorsionada de los
colores, tensión muscular, entumecimiento, aumento de la frecuencia cardiaca y la presión
arterial, agitación o palpitaciones, vómitos o pérdida del apetito y de energía, entre otros.
También pueden producirse alteraciones a nivel hepático (ictericia, hepatitis). El consumo
de estas sustancias puede provocar complicaciones a nivel cardiovascular, como accidentes
cerebrovasculares, edemas cerebrales o convulsiones. Los efectos del LSD son
principalmente emocionales y perceptivos, por lo que la aparición de complicaciones
físicas es muy poco frecuente.
 Psicológicos: en algunos casos se ha descrito tras el consumo de anfetaminas y éxtasis
presencia de alucinaciones, ansiedad, agresividad, paranoia, verborrea, alteraciones del
sueño o de la conciencia y convulsiones. En el caso del LSD pueden aparecer crisis
psicóticas o ataques de pánico.
 Sociales: Si bien es difícil separar los efectos de estas sustancias del de otras drogas sobre
la conducción, dado que con frecuencia se consumen simultáneamente, se ha extendido la
idea de que conducir bajo sus efectos aumenta el riesgo de tener un accidente de tráfico.
Estas sustancias disminuyen la capacidad de concentración, los reflejos y la visibilidad,
aumentan el tiempo de reacción y pueden alterar la percepción y valoración del riesgo.
También se ha relacionado el uso de estas sustancias con la realización de conductas
sexuales sin protección.

Problemas crónicos: drogas recreativas y salud mental

Además de daños a nivel cerebral, el consumo de estas sustancias se ha visto asociado a problemas
cognitivos a corto plazo, como déficits en la memoria, la atención y el aprendizaje.

El consumo continuado de estas sustancias puede generar dependencia y síndrome de abstinencia.


En el caso de los derivados anfetamínicos, el síndrome de abstinencia puede cursar con estado de
ánimo deprimido, fatiga, pesadillas, alteraciones del sueño, aumento del apetito y alteraciones
motoras (enlentecimiento o agitación). No se ha descrito el síndrome de abstinencia tras el
consumo de alucinógenos ni de fenciclidina (PCP, ketamina).

Entre los trastornos inducidos por estas sustancias, destacan:

 Trastornos perceptivos : tras el uso prolongado de alucinógenos se ha observado la


presencia de alucinaciones y alteraciones perceptivas.
 Delirium por intoxicación: tras el consumo de alucinógenos, derivados anfetamínicos o
fenciclidina. Cursa con alteración de la conciencia y deterioro de funciones cognitivas como
la memoria o la percepción, entre otros.
 Trastornos psicóticos inducidos por consumo de alucinógenos, anfetamina o fenciclidina,
que pueden cursar con alucinaciones y/o delirios.
 Trastornos del estado de ánimo o ansiedad.

La revisión de numerosos casos clínicos sugiere que el uso prolongado de MDMA, quizás una de
las drogas recreativas más estudiadas, puede asociarse a trastornos psiquiátricos como psicosis,
trastornos de pánico, despersonalización, depresión y flashbacks. La presencia de estos problemas
persiste tras el cese del consumo de esta sustancia.

Se considera que el consumo regular de MDMA puede alterar el funcionamiento de un


neurotransmisor, la serotonina, implicada en la regulación del humor, la ansiedad, la impulsividad
y agresividad, la actividad sexual, la ingesta, el sueño y el dolor, entre otros. El déficit de esta
sustancia podría explicar, por tanto, la presencia de estos problemas psicológicos en los
consumidores de MDMA.

Sin embargo, el policonsumo asociado al uso de estas drogas hace difícil asegurar que el MDMA
sea el precursor o la causa principal de estos trastornos psiquiátricos. Se considera que la
predisposición genética a padecer alguno de estos problemas, unida a la presencia de trastornos
psicológicos previos, puede incrementar la probabilidad de presentar alguno de estos trastornos
tras el uso continuado de MDMA. Por otro lado, la mayoría de estas alteraciones psicológicas se
han asociado a un consumo elevado de esta sustancia, pero no son concluyentes los estudios que
relacionan MDMA y psicopatología a dosis bajas o moderadas.

Opiácios

Nos referimos a una familia de sustancias derivadas del opio, que se extrae de la adormidera. Los
opiáceos más conocidos son el opio, la morfina, la heroína y la metadona. Se trata de sustancias
con una potente acción depresora y analgésica sobre el sistema nervioso central. La heroína es, sin
duda, el opiáceo más consumido como droga de abuso. En España, se ha observado un
decremento importante de su consumo, pasando del 1% en 1995 al 0.5% en 1997. Asimismo, la
principal vía de administración sigue siendo la endovenosa, si bien está incrementando el número
de consumidores que la toman esnifada o fumada debido al peligro de transmisión del SIDA.

Efectos agudos

Durante un intervalo de 2-3 horas, el sujeto percibe una sensación de intenso placer (“flash”) y
euforia, seguida de apatía y somnolencia. A nivel físico, los efectos inmediatos de la ingestión de
heroína son sequedad de boca, disminución del tamaño de la pupila, enlentecimiento de la
respiración, estreñimiento y disminución de la temperatura corporal.

En los usuarios de esta sustancia es muy habitual el policonsumo: la mayoría de ellos también
usan cocaína, tabaco, cannabis o ansiolíticos, entre otras sustancias.

Efectos a largo plazo

 Físicos: Las consecuencias a nivel físico dependen del tiempo de consumo de la droga, de
la vía de administración y dosis, de los hábitos higiénicos utilizados y del estilo de vida. Se
ha observado una gran incidencia en los consumidores de esta sustancia de llagas, procesos
infecciosos como hepatitis, neumonías, SIDA, alteraciones de la nutrición (adelgazamiento
extremo), estreñimiento severo, problemas cardiovasculares, etc.
 Psicológicas y sociales: La heroína tiene un elevado poder adictivo, por lo que su consumo
puede generar en un período breve de tiempo dependencia y tolerancia. Durante el
síndrome de abstinencia de esta droga puede aparecer tristeza, irritabilidad, náuseas o
vómitos, dolores musculares, temblores y convulsiones, lagrimeo, dilatación de las pupilas,
sudoración, diarrea, bostezos, fiebre e insomnio. Su consumo continuado suele comportar
un gran deterioro del funcionamiento de la persona a nivel familiar, social (ruptura de
relaciones interpersonales), laboral y económico (desempleo, problemas económicos). En
muchos casos, las personas consumidoras de heroína se ven complicadas en el sistema
judicial. Debido a todas estas consecuencias, es frecuente que los consumidores de heroína
presenten asociados problemas del estado de ánimo. Por otro lado, también se han descrito
alteraciones de la memoria y la atención, estados confusionales, delirium y trastornos
psicóticos inducidos por el consumo de esta sustancia.

Inhalantes

Hacemos referencia a un numeroso grupo de sustancias químicas como pegamentos, solventes o


colas que se administran por vía oral o nasal. Entre ellas se encuentran algunos productos
derivados del petróleo como lacas, pinturas, quitamanchas, gasolinas, etc. La prevalencia de
consumo de sustancias volátiles es escasa en nuestro país, situándose alrededor del 1% en jóvenes
de 14-15 años, y siendo mucho menor en adultos.

Estas sustancias tienen efectos depresores sobre el SNC. Los efectos inmediatos son la exaltación
del humor, la euforia y la alegría, la agresividad y la hiperactividad motriz. También pueden
aparecer alucinaciones y delirios. Pasados estos efectos iniciales, se experimenta somnolencia,
confusión y bradicardia. Si la inhalación continúa se puede alcanzar una intoxicación grave
semejante a la embriaguez etílica, con amodorramiento profundo e incluso pérdida de conciencia.
A ello se unen síntomas no buscados por el consumidor como náuseas, vómitos, tos, lagrimeo, etc.
La mezcla con otras drogas depresoras (tranquilizantes, somníferos, alcohol) incrementa
peligrosamente el riesgo de muerte por sobredosis.

A largo plazo, se produce palidez y fatiga permanente, una disminución de la memoria y de la


concentración, pérdida del equilibrio, irritabilidad, conducta agresiva, alteraciones hepáticas,
renales, pulmonares y cardiacas, neuropatías, etc.

El uso continuado de estas sustancias puede crear dependencia. Muchos inhaladores crónicos
presentan un alto grado de ansiedad ante la falta de la sustancia y un fuerte deseo de inhalar, a la
vez que tienen que aumentar la dosis para conseguir los mismos efectos que, tiempo atrás,
alcanzaban con cantidades inferiores.

Por otro lado, se ha descrito la relación entre el uso regular de inhalantes y trastornos psicóticos
agudos, trastornos del estado de ánimo y ataques de pánico. Algunos autores proponen que las
personas con un estado de ánimo deprimido podrían consumir estas sustancias para evadirse de
sus problemas. La presencia de ataques de pánico tras la intoxicación por estas sustancias podría
conducir igualmente a un estado de ánimo depresivo. Así, entre estos tres componentes (trastorno
del humor, trastorno de pánico y consumo de inhalantes) se establecería un círculo vicioso en el
que la presencia de uno de ellos „alimentaría‟ la aparición y/o el mantenimiento del otro.

Sedantes, hipnóticos y ansiolíticos

Con este título genérico nos referimos a sustancias químicas que actúan como depresoras del
sistema nervioso central. En el mercado hay muchas de ellas y debido a la facilidad con la que se
han prescrito desde el ámbito médico, su uso se ha popularizado entre la población. Algunos
medicamentos como Trankimazín, Lexatín, Tranxilium, Valium, Orfidal, etc., son fármacos
clasificados dentro del grupo de las benzodiacepinas que suelen tomarse para reducir los síntomas
de ansiedad y la tensión muscular y tienen efectos relajantes e inductores del sueño.

Las benzodiacepinas, unidas a algunos antidepresivos, constituyen el tratamiento farmacológico


de elección para ciertos trastornos de ansiedad, como la agorafobia, el trastorno de ansiedad
generalizada o el trastorno de angustia. En dosis normales, estas sustancias mejoran el rendimiento
del paciente y provocan somnolencia y relajación. Dosis elevadas provocan náuseas, aturdimiento,
confusión, disminución de la coordinación psicomotriz, etc. El efecto de estas sustancias si se
utilizan asociadas al alcohol se ve incrementado, hasta el punto que la mezcla de ambos puede
conducir a una sobredosis.

El uso de esta medicación se suele recomendar cuando los síntomas de la ansiedad son
incontrolables y muy intensos. Sin embargo, tomar estas sustancias no soluciona el problema. Para
poder controlar la ansiedad es necesario „atacar‟ la base del problema, y esto comporta aplicar
estrategias para reducirla (por ejemplo cambiar la forma de vida) y reaccionar ante ella de forma
diferente.

Estas sustancias tienen la capacidad de desarrollar tolerancia y dependencia. La mayoría de


personas que las utilizan durante mucho tiempo señalan que el medicamento ya no es efectivo si lo
toman en la misma cantidad. Por este motivo, se recomienda no utilizar esta droga durante un
período prolongado y sustituirla poco a poco por estrategias psicológicas como el autocontrol. La
retirada brusca de la droga puede resultar peligrosa y provocar un síndrome de abstinencia que se
caracteriza por aumento de la ansiedad, insomnio, irritabilidad, náuseas, dolor de cabeza y tensión
muscular, temblor y palpitaciones y disforia.

De todas las sustancias aquí reseñadas, las benzodiacepinas son las más utilizadas debido a que
presentan menos efectos secundarios que otros psicofármacos. El uso prolongado de barbitúricos,
por ejemplo, puede conducir a padecer alteraciones como anemia, hepatitis, depresión,
descoordinación motora y entorpecimiento del habla, etc.

En muchos otros casos, el uso de estas sustancias no se inicia con el tratamiento farmacológico de
un problema de ansiedad. Algunos jóvenes consumen estos psicofármacos en asociación con otras
drogas como el alcohol, la cocaína o las anfetaminas. El patrón inicial de consumo intermitente
puede conducir a un consumo más regular que puede provocar un incremento en los problemas
interpersonales y/o laborales, irritabilidad o depresión y alteraciones importantes en la memoria.
De hecho, en el DSM-IV (APA, 1995) se han descrito los siguientes trastornos inducidos por el
uso de estas sustancias: delirium, demencia, trastorno psicótico, trastorno del estado de ánimo y
trastorno de ansiedad, entre otros.

___________________________________________________________________________

Fuente: Noemí Guillamón (2006). Dibujo: Raúl Ariño. Clínica de la Ansiedad. Psicólogos y psiquiatras

Para saber más

APA (1995). Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-IV). Barcelona: Masson.
Becoña, E. (2004). Guía clínica para ayudar a los fumadores a dejar de fumar. Valencia: Socidrogalcohol.
Becoña, E., Rodríguez, A. y Salazar, I. (Eds.) (1996). Drogodependencias. III Drogas Ilegales Santiago de Compostela: Servicio de Publicaciones
de la Universidad de Santiago de Compostela.
Bobes, J., y Calafat, A. (Eds.). (2000). Monografía Cannabis. Adicciones, 12 (suplemento 2).
Bobes, J., Sáiz, P.A. (Eds.). (2003). Monografía Drogas Recreativas. Adicciones, 15 (suplemento 2).
Escohotado, A. (1995). Aprendiendo de las drogas. Madrid: Alfaguara.
Gual, A. (Ed.) (2002). Monografía Alcohol. Adicciones, 14 (suplemento 1).
Pascual, F., Torres, M. y Calafat, A. (Eds.) (2001). Monografía Cocaína. Adicciones, 13 (suplemento 2).
Plan Nacional Sobre Drogas (2002). Drogas de síntesis: Consecuencias para la salud. Ministerio del Interior.
Snyder, S. H. (1993). Drogas y Cerebro. Barcelona: Prensa Científica.
Sociedad Española de Investigación sobre Cannabinoides (2002). Guía Básica sobre los Cannabinoides. Delegación del Gobierno para el Plan
Nacional sobre Drogas. Ministerio del Interior. Madrid: Universidad Complutense de Madrid.

Direcciones Internet (en castellano)

FAD: Fundación de Ayuda contra la Drogadicción.


www.socidrogalcohol.org.
www.drogasycerebro.com.

Video ilustrativo: Prevención drogodependencias. (UNED-RTVE2)

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 Ansiedad y estrés
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Fuente: Clínica de la Ansiedad. Especialistas en el tratamiento de la ansiedad. Madrid y Barcelona

Fuente: https://clinicadeansiedad.com/soluciones-y-recursos/preguntas-mas-frecuentes/que-es-la-ansiedad-y-por-que-
se-produce/

ANTIDEPRESIVOS, ANSIOLÍTICOS E HIPNÓTICOS


Los antidepresivos son medicamentos diseñados para tratar o aliviar los síntomas que provocan
las depresiones clínicas, una dolencia que se caracteriza por un trastorno del estado de ánimo y
con una pérdida generalizada de interés o de la capacidad para experimentar placer.

Por su parte, los ansiolíticos son un grupo de fármacos que producen enlentecimiento de las
funciones nerviosas, por lo que producen relajación o sensación de calma. Se utilizan para tratar
cuadros de pánico, contracturas musculares, síntomas de nerviosismo, insomnio, ansiedad, y
convulsiones. Existen dos grupos, por un lado las benzodiazepinas que son de acción corta (entre 2
y 10 horas) y las acción larga (de 12 a 100 horas) en su efecto.

Por último, la industria farmacéutica ha desarrollado en los últimos años sustancias hipnóticas para
el tratamiento del insomnio. Bajo el epígrafe de tranquilizantes e hipnóticos se acogen un amplio
grupo de fármacos que son capaces de controlar la ansiedad patológica y a dosis más elevadas de
inducir sueño.

Son un grupo de fármacos muy eficaces, aunque pueden provocar problemas cuando no se emplean
adecuadamente o durante períodos de tiempo excesivamente prolongados.

Ansiolíticos e hipnóticos

Los ansiolíticos (tranquilizantes) producen sueño si se administran de noche y los hipnóticos


sedan si se administran durante el día. Algunos de estos fármacos producen dependencia. Por
este motivo, cuando se toman durante varias semanas de manera regular, puede costar retirar la
medicación. Deben utilizarse sólo para tratamientos cortos de trastornos agudos.

Sólo deben usarse durante periodos de dos a cuatro semanas.

Los más utilizados son las benzodiazepinas. Algunas personas muestran un aumento de la
agresividad y hostilidad al tomarlas. Sus efectos varían desde la locuacidad y excitación hasta
actos agresivos. También pueden producir un aumento de la ansiedad y trastornos de la
percepción. Pueden alterar la capacidad de juicio y prolongar el tiempo de reacción, influyendo
en la capacidad para conducir. Deben retirarse gradualmente, pues de lo contrario puede
aparecer confusión, convulsiones, psicosis tóxica o un trastorno parecido al delirium tremens.
La retirada brusca de un barbitúrico es aún más peligrosa.

El síndrome de abstinencia de benzodiazepinas puede aparecer en cualquier momento, hasta


tres semanas después de haberse interrumpido la toma de benzodiazepinas. Se caracteriza por
insomnio, ansiedad, pérdida de apetito y de peso, temblor, transpiración y trastornos de la
percepción. Dado que estos síntomas son similares al trastorno original, a veces dan lugar a un
aumento de la dosis.

Las benzodiazepinas deberían usarse sólo en los siguientes casos:

 Ansiedad intensa, invalidante o que haga sufrir exageradamente al paciente.


 Insomnio intenso, invalidante o que haga sufrir exageradamente al paciente.

Ansiolíticos

Benzodiazepinas. El tratamiento con benzodiazepinas ansiolíticas deben usarse sólo en casos


de ansiedad intensa, invalidante o que haga sufrir exageradamente al paciente. Deben
administrarse durante un periodo breve (de 2 a 4 semanas).
Pueden crear dependencia y síndrome de abstinencia. La dependencia es más probable en
personas con antecedentes de abuso de drogas, alcohol, fármacos o con trastornos de
personalidad. Algunos antidepresivos se utilizan en los trastornos de ansiedad.

Efectos adversos: somnolencia y aturdimiento al día siguiente; amnesia; dependencia; aumento


paradójico de la agresividad; debilidad muscular; a veces cefalea, vértigo, hipotensión, cambios
en la salivación, trastornos digestivos, trastornos visuales, disartria, temblor, cambios de la
libido, incontinencia, retención urinaria; trastornos hemáticos e ictericia; reacciones cutáneas;
dolor, tromboflebitis.

ALPRAZOLAM
BENTAZEPAM (Tiadipona)
BROMAZEPAM (Lexatin)
CLORAZEPATO DIPOTÁSICO (Tranxilium)
CLORDIAZEPÓXIDO, hidrocloruro de (Huberplex, Omnalio)
CLOTIAZEPAM (Distensan)
DIAZEPAM (Valium, Stesolid).
HALAZEPAM (Alapryl)
KETAZOLAM (Marcen, Sedotime)
LORAZEPAM (Donix, Idalprem, Orfidal Wyeth, Placinoral, Sedicepam)
PINAZEPAM (Duna)

Buspirona. Actúa sobre los receptores específicos de serotonina. La capacidad de dependencia


y abuso de la buspirona es baja. No obstante, sólo debe usarse para tratamientos cortos.

Efectos adversos: náuseas, mareos, cefalea, nerviosismo, aturdimiento, excitación; rara vez
taquicardia, palpitaciones, dolor torácico, somnolencia, confusión, crisis convulsivas, sequedad
de boca, fatiga y sudoración. Nombres comerciales: Buspar.

Plantas medicinales ansiolíticas

Pasiflora
Valeriana

Hipnóticos

Se usan para el tratamiento del insomnio. Antes de utilizar un hipnótico debe averiguarse la
causa del insomnio y tratarla.

El insomnio pasajero puede deberse a causas externas como ruidos, cambios de horarios, y
afectar a personas que suelen dormir bien. Si está indicado un hipnótico debe usarse uno de
eliminación rápida y administrase sólo una o dos dosis.

El insomnio de corta duración suele deberse a un trastorno emocional o a una enfermedad


médica grave. Puede durar unas semanas y luego desaparecer. En caso de usar un hipnótico, no
debe administrarse durante más de tres semanas (preferiblemente solo una semana). Se
aconseja que se tome de manera intermitente, omitiendo algunas dosis. Es preferible un
fármaco de eliminación rápida.

El insomnio crónico no suele mejorar con los hipnóticos y la mayoría de las veces se debe a
una dependencia de los hipnóticos mal prescritos. Otras causas son la ansiedad, la depresión y
al abuso de drogas y alcohol. En estos casos deberían tratarse dichos trastornos.

Al cabo de 3 a 14 días de tomar hipnóticos aparece una tolerancia, de manera que su eficacia no
puede garantizarse a largo plazo. La retirada tras una administración prolongada puede producir
insomnio de rebote y un síndrome de abstinencia.

Benzodiazepinas. Las benzodiazepinas usadas como hipnóticos son los siguientes:

- FLurazepam: tiene una acción prolongada y puede producir resaca al día siguiente.

- Loprazolam y lormetazepam: actúan durante menos tiempo y producen poca o ninguna resaca.
Aunque el síndrome de abstinencia es más frecuente con las benzodiazepinas de corta duración.

BROTIZOLAM (Sintonal)
FLUNITRAZEPAM (Rohipnol)
FLURAZEPAM (Dormodor)
LOPRAZOLAM (Somnovit)
LORMETAZEPAM (aldosomnil, Loramet, Lormetazepam Normon, Noctamid).
MIDAZOLAM
QUAZEPAM (Quiedorm)
TRIAZOLAM (Halcion)

TIPOS DE ANSIOLÍTICOS: LA MEDICINA CONTRA LA ANSIEDAD


Los ansiolíticos no hacen desaparecer a ese jefe tóxico que nos chupa la energía, las ganas y la
alegría. Tampoco resuelven nuestros problemas, lo sabemos, ni hacen que el sufrimiento
psicológico se vaya para siempre. Sin embargo, lo que sí logran es reducir el malestar emocional
para facilitar la efectividad de la psicoterapia y del enfoque multidisciplinar.

Dicen los sociólogos que estamos viviendo ya en una sociedad distópica. Somos ese mundo
donde se venden cada año millones de libros sobre cómo ser felices, somos esas personas que
gustan de poner filtros a sus fotos para ofrecer a los demás una imagen de perfección absoluta. De
sonrisa perfecta, de felicidad ideal. Porque ser feliz vende, es a lo que todos aspiramos. Sin
embargo, de puertas hacia dentro y en la penumbra del propio hogar, se nos llevan los demonios,
los miedos nos carcomen y la sombra de las ansiedades nos atrapan.

“Tratamos el duelo y el miedo con pastillas como si fuesen enfermedades. Y no lo son” -Guillermo
Rendueles, psiquiatra-
La industria farmacéutica intenta crear medicamentos psiquiátricos cada vez más sofisticados, con
menos efectos secundarios y de acción más rápida. Tanto es así, que existe varios tipos de
medicación para cada dolor de la vida, esos que los médicos de cabecera nos recetan a veces con
excesiva facilidad hasta el punto de generar dependencias en personas que tal vez, hubieran
resuelto su problema puntual mediante una estrategia no-farmacológica.

Sin embargo el problema está ahí, hay patologías de origen endógeno que requieren de un enfoque
químico, y hay depresiones de carácter reactivo ocasionadas por el estrés que sin duda, necesitarían
más de una estrategia psicológica. Sea como sea, los ansiolíticos son imprescindibles en muchos
casos, sin duda, pero siempre durante un tiempo determinado para evitar caer en una espiral
medicalizadora. Una espiral donde los efectos secundarios son a veces más perjudiciales que la
propia sintomatología.

Ahondemos hoy en todos esos tipos de ansiolíticos presentes en el mercado farmacéutico y que
tienen como objetivo tratar desde procesos asociados a la ansiedad, el insomnio, los trastornos del
pánico, etc.

¿Cómo actúan los ansiolíticos?

Las personas que han necesitado o que necesitan en la actualidad de un tratamiento farmacológico
para reducir la ansiedad, saben que por lo general, es común probar más de un tipo, cambiar la
dosis de vez en cuando y hacer un seguimiento sobre cómo nos sentimos y los posibles efectos
secundarios que nos ocasionan.

Por ello, antes de nada debemos entender algunos aspectos.

 Cada persona reacciona mejor a un tipo de ansiolítico. Por lo tanto, es aconsejable


contar con la supervisión de los buenos profesionales para que nos guíen en este proceso.
 Los ansiolíticos, los sedantes y los hipnóticos son medicamentos que funcionan en el
sistema nervioso central para aliviar la ansiedad o ayudarnos a conciliar el sueño.

Asimismo, también es conveniente tener en cuenta cuál es el mecanismo de acción de los


ansiolíticos:

 Son sedantes, relentizan las funciones del cuerpo.


 Son fármacos psicotrópicos que actúan sobre el sistema nervioso central. Es decir, no solo
relajan sino que muchos de ellos tienen efectos sedantes, anticonvulsivos y amnésicos.
 Su mecanismo de acción, por lo general es simple: aumentan el efecto de una sustancia
química cerebral llamada GABA (ácido butírico amino gamma). Se trata de un tipo de
inhibidor cerebral que relaja y reduce la actividad de las neuronas.

Veamos ahora en detalle cuáles son los principales tipos de ansiolíticos.

1. Benzodiacepinas

Qué son:

 Las benzodiacepinas conforman la “familia” de ansiolíticos más comunes y


utilizados en la actualidad. Además de actuar sobre la sustancia GABA también lo
hacen sobre el sistema límbico, inhibiendo la actividad de la serotonina en esta región
cerebral.
 Los fármacos más habituales en esta tipología son sin duda el diazempam, el lorazepam,
el bromazepam, el alprazolam o el clorazepato, los cuales, pasaremos seguidamente a
describir.
 La mayoría de ellos producen relajación, alivio de la tensión cognitiva y un efecto más o
menos sedante según el tipo de fármaco.

¿Para qué se utilizan las benzodiacepinas?

 Las benzodiacepinas se utilizan para el tratamiento de la ansiedad generalizada.


 Insomnio.
 Fobias.
 Trastorno obsesivo compulsivo.
 Trastornos afectivos.
 Esquizofrenia.
 Asimismo, es interesante saber que las benzodiacepinas se utilizan en muchos tipos de
urgencias psiquiátricas: agitación psicomotriz, el estrés ambiental o los trastornos de la
personalidad, delirium tremens…

Clasificación según su duración y el efecto en nuestro organismo

Ansiolíticos de vida media corta (sus efectos pueden durar hasta 8 horas):

 Bentazepam.
 Clotiazepam.
 Cloxazolam.

Ansiolíticos de vida media intermedia (sus efectos duran de 8 a 24 horas):

 Alprazolam.  Bromazepam.
 Camazepam.  Oxazepam.
 Clobazam.  Oxazolam.
 Ketazolam.  Pinazepam.
 Lorazepam.

Ansiolíticos de vida media larga (sus efectos duran más de 24 horas):

 Clorazepato dipotasio.  Halazepam.


 Clordiazepoxido.  Medazepam.
 Clordiazepoxido + piridoxina.  Prazepam.
 Diazepam.

Efectos secundarios

Cabe señalar que los efectos secundarios asociados a las benzodiacepinas no son tan graves como
los que en su momento causaron el primer tipo de ansiolíticos: los barbitúricos. Además, es
necesario recordar que la administración y consumo de estos fármacos psiquiátricos no debe
exceder nunca de las 4 o 6 semanas. En caso contrario, podemos desarrollar dependencia.

Por otro lado, los síntomas secundarios más comunes asociados a las benzodiacepinas son los
siguientes:

 Somnolencia.  Debilidad muscular.


 Mareos.  Estreñimiento.
 Confusión.  Náuseas.
 Falta de equilibrio (sobre todo en las  Boca seca.
personas mayores).  Visión borrosa.
 Trastornos del habla.

2. Los barbitúricos

Qué son
 Lo señalábamos hace un momento: antes de que llegaran al mercado las benzodiacepinas, los
barbitúricos eran el único ansiolítico del que disponía la población para el tratamiento de la
ansiedad. Desde que el premio nobel en química Emil Fischer descubriera el barbital en 1902, se
alzaron como ese recurso peligroso pero eficaz, capaz de actuar como sedantes del sistema nervioso
central de forma inmediata.
 Más tarde, en 1963 la empresa”Roche” lanzó el conocido Valium y con este fármaco, llegó la era de
las benzodiacepinas. Justo un año antes -y como curiosidad- de que Marilyn Monroe se suicidara
“supuestamente” con una ingesta elevada de barbitúricos.
Los barbitúricos dejaron de prescribirse para el tratamiento de la ansiedad

 Los barbitúricos y todos aquellos fármacos que contengan ácido barbitúrico generan una
elevada dependencia psicológica y física.
 Asimismo, la línea que separa a que se considera una dosis normal de una dosis tóxica es muy fina.
 Su mecanismo de acción se basa en impedir el flujo de sodio a las neuronas. En la actualidad, su uso
se reserva solo a algunos tipos de cirugía y para tratar las convulsiones.

Tipos de barbitúricos más comunes:

 Amobarbital (Amytal).
 Apropbarbital (Alurate).
 Butobarbital (Butisol).
 Phentoarbital (Nembutal).
 Secobarbital (Seconal).

3. Buspirona

Qué es:
 La buspirona tiene sus pros y sus contras. Sin embargo, sigue siendo un tipo de ansiolítico muy
interesante. Su principal ventaja es que apenas tiene efectos secundarios, no interactúa con
otras sustancias, no afecta al rendimiento cognitivo y no provoca sedación.
 Es un fármaco por tanto muy bien consolidado en el mercado farmacéutico y gusta mucho a los
facultativos por su escasa adversidad.
 Sin embargo, el punto que tiene en contra la buspirona es que es de acción lenta. De hecho el
paciente empieza a notar sus efectos a los 15 días. Algo sin duda complejo, porque la persona que
sufre un cuadro severo de ansiedad quiere sentirse mejor cuánto antes, y ante todo, poder dormir. De
ahí, que este fármaco no resulte útil en estos casos.

Sin embargo, los expertos nos señalan que es muy eficaz para cuadros de ansiedad no muy intensa,
y que es muy recomendable en personas mayores.

Para qué se utiliza


 La buspirona se utiliza para trata los síntomas de la ansiedad: miedo, tensión,
agitación, irritabilidad, mareos, insomnio, taquicardias…

Efectos secundarios
 Tal y como hemos señalado, la buspirona tiene por término medio unos efectos secundarios
mínimos o carentes de gravedad. Los más comunes son dolor de cabeza, sequedad de boca,
malestar estomacal…
4. Alprazolam

Qué es y para qué se utiliza


 El alprazolam es uno de los ansiolíticos que más se recetan. Muchos lo conocen
como Trankimazin, es un derivado de las benzodiacepinas y se usa ante todo para el tratamiento de
crisis de angustia como la agorafobia, ataques de pánico y estrés intenso.
 Asimismo, cabe destacar que tiene principios antidepresivos puesto que sus principios químicos se
asemejan mucho a los antidepresivos tricíclicos.
 Cabe destacar que es un fármaco de alta potencia y de acción inmediata, a diferencia de la
buspirona. Tiene propiedades sedantes, hipnóticas y anticonvulsivas, pero el efecto más notable es
el ansiolítico.
 Por otro lado, es importante destacar que el potencial adictivo del Alprazolan es también muy
alto, por lo tanto, y para evitar la tolerancia, recordamos una vez más que su administración debe ser
limitada y puntual.

Qué efectos secundarios presenta


 Dolor de cabeza.  Sequedad en la boca
 Problemas para orinar  Bajo deseo sexual
 Cansancio  Estreñimiento
 Mareos  Cambios en el apetito
 Iritabilidad  Cambios en el peso
 Problemas de concentración  Dolor articular

5. Diazepam

Qué es y para qué se usa:


 El diazepam o valium es sin duda otro de los ansiolíticos más conocidos. Es también un
derivado de las benzodiacepinas y el que más se administra en los ambulatorios y centros médicos.
 Es el fármaco más eficaz para tratar los espasmos musculares, de ahí que no se use solo para el
tratamiento de la ansiedad, sino también para trastornos psicosomáticos, tortícolis, delirium
tremens, ataques de pánico, disnea… e incluso para las clásicas sedaciones previas a las
intervenciones quirúrgicas.
 Asimismo, cabe advertir nuevamente que este ansiolítico también genera una elevada dependencia
cuando se usan dosis elevadas durante períodos prolongados.
“El consumo regular de ansiolíticos crea adicción a largo plazo, en lugar de tratar el problema o la
enfermedad”

Qué efectos secundarios presenta

Los efectos secundarios más comunes del diacepam son los siguientes:
 Somnolencia.  Dolor de cabeza
 Problemas de coordinación.  Calambres
 Problemas de equilibrio.  Problemas de concentración.
 Pequeños fallos de memoria.  Amnesia anterógrada.
 Insomio

En caso de que desarrollemos dependencia al diacepam, podemos experimentar desde taquicardias,


desmayos, estados paradójicos de conciencia, somnolencia o incluso uñas azuladas debido a una
falta de oxígeno en sangre.

6. Lorazepam

Qué es y para qué se usa


 La mayoría hemos oído hablar del Lorazepam o sencillamente, del “orfidal”. Tiene una
elevada potencia y se utiliza con distintos fines:
 Para tratar trastornos de ansiedad.
 Trastornos del sueño, problemas de insomnio.
 Estados de tensión.
 Para tratar algunas enfermedades psicosomáticas y orgánicas.
 Para el síndrome del colon irritable.
 La epilepsia.
 También está indicado en el tratamiento de las náuseas y los vómitos originados por la
quimioterapia o por la agitación provocada por la abstinencia del alcohol.

Es interesante saber que el lorazepam tiene un efecto inmediato, alcanzando su máximo pico
de biodisponibilidad a las 2 horas. Asimismo, sus efectos secundarios no son excesivamente
graves, no genera una dependencia elevada, pero aún así se recomienda que su uso sea
limitado en el tiempo.

Efectos secundarios
 Somnolencia  Problemas digestivos.
 Cansancio  Problemas para orinar
 Boca seca  Visión borrosa
 Periodos que oscilan entre la
diarrea/estreñimiento
7. Bromazepam

Qué es y para qué se utiliza


 Al bromazepam lo conocemos como Lexatin, se usa en dosis bajas para tratar la ansiedad y las
neurosis fóbicas. Si se administra en dosis más elevadas actúa como efectivo relajante muscular,
sedante e hipnótico.
 Cabe señalar que el bromazepam es un medicamento peligroso: genera rápidas dependencias e
interactúa con diversas sustancias. En caso de que se combine con el alcohol puede llegar a ser
mortal. Por tanto, deben seguirse con puntual exactitud las pautas de los profesionales para que su
efecto sea el adecuado.

Efectos secundarios
 Problemas de coordinación.
 Dolor de cabeza.
 Problemas a la hora de reaccionar ante los estímulos.
 Cansacio
 Visión borrosa.

8. Cloracepato

El clorazapato es un fármaco psiquiátrico es un medicamento que pertenece al grupo de los


tranquilizantes, ansiolíticos, derivados de las benzodiazepinas. Se utiliza en casos no
excesivamente graves, trastornos psicológicos comunes que requieren de un abordaje puntil

Es efectivo en los siguientes casos:

 Trata la ansiedad.
 Angustia.
 Trastornos del sueño.
 Problemas durante la menopausia.
 La neurosis.
 La psicosis.
 Es muy efectivo para tratar la abstinencia del alcohol y de otras drogas.
 Se usa también para tratar el síndrome del colon irritable.

El clorazepato puede tomarse durante 3-4 meses. Más allá de este periodo genera dependencia y
puede perder eficacia.

Efectos secundarios

Problemas gastrointestinales, cambios en el deseo sexual o reacciones cutáneas, dolor de cabeza,


mareos, boca seca, apatía…

9. Antihistamínicos
Qué es y para qué se usan
 Es muy posible que a más de uno de nuestros lectores le sorprenda que en este listado aparezcan los
antihistáminicos. ¿No son los medicamentos que usamos habitualmente para tratar los procesos
alérgicos?

Bien, es importante señalar que dentro de los antihistamínicos los hay de diferentes tipos. Por lo
general la mayoría de los antihistamínicos bloquean la histamina. Sin embargo, dentro de ellos
podemos encontrar también la Hidroxizina, la cual, además de aliviar la picazón causada por las
reacciones alérgicas de la piel, reduce la actividad cerebral y sirve también para aliviar la ansiedad
y la tensión.

Cabe señalar que los antihistamínicos no son los fármacos más idóneos para tratar la
ansiedad, de hecho los psiquiatras no los recomiendan en caso de que el paciente sufra ataques de
pánico.

Efectos secundarios
 Problemas a la hora de reaccionar, ralentiza nuestros sentidos.
 Somnolencia.
 Cansancio
 Boca seca
 Problemas intestinales

Para concluir, a esta lista se le podrían añadir sin duda muchos más nombres y muchas opciones,
como los fármacos bloqueantes beta-adrenérgicos, dentro de los cuales también hay alternativas
naturales y con escasos efectos secundarios. Sin embargo, los que hemos descrito aquí son los más
comunes, los que más se recetan y los que más habitan en nuestras mesitas de noche o en nuestros
bolsos.

Apuntar una vez más que los ansiolíticos no curan la ansiedad, no hacen desaparecer los ataques de
pánico, las neurosis o esas sombras puntuales que alteran nuestra vida en un momento dado. Los
fármacos tratan, alivian, relajan, nos ofrecen descanso y aunque todo ello sea bueno y
necesario, no resuelven el problema de raíz a no ser que estemos ante una enfermedad de origen
endógeno, como pueden ser algunas depresiones.

Usemos por tanto los ansiolíticos de forma puntual, pero combinados siempre con la psicoterapia.
Porque aunque nos hayan educado siempre con la clásica idea de que “somos lo que
comemos”, en realidad “somos lo que pensamos”. Cambiemos entonces el enfoque y no
medicalicemos obsesivamente dimensiones que en ocasiones no son patológicas.

Referencias Bibliográficas
Andrés-Trelles, F. (1993) Fármacos utilizados en la ansiedad: benzodiacepinas y otros ansiolíticos. Madrid: MacGraw Hill Interamericana.
Hardman J. G., Goodman L. S., Gilman A. (1996) Las bases farmacológicas de la terapéutica. Vol. I. Págs. 385-398. Madrid: MacGraw-Hill
Interamericana.
Robert Whitaker, (2015) Anatomía de una epidemia, Madrid: Capitán Swing
Sophie Billioti, Yola Moride , Thierry Ducruet (9-09-2014) Benzodiazepine use and risk of Alzheimer’s disease: case-control study. British Medical
Journal, 349, págs 205-206
Eugene Rubin, Charles Zorumski, (2015) How Many People Take Benzodiazepines? Psichology
Today https://www.psychologytoday.com/blog/demystifying-psychiatry/201505/how-many-people-take-benzodiazepines
NATURALEZA DE LA ANSIEDAD

La respuesta de temor ante estímulos nuevos en condiciones normales, conlleva una serie de
respuestas fisiológicas, como los comportamientos defensivos, los reflejos autónomos, el despertar,
el estado de alerta, la secreción de glucocorticoides y las emociones negativas. Cuando esto se
vuelve patológico se produce la ansiedad. Si aparece la ansiedad, estas respuestas fisiológicas ante
estímulos nuevos se producirán en ausencia de estímulos. El límite entre ansiedad "normal" (en
respuesta a estímulos nuevos) y "patológica" (ausencia de estímulos) no está claro, aunque se
podría establecer en el punto en el que la ansiedad afecta a la actividad diaria.

Podemos hacer una distinción entre dos tipos de ansiedad:


I. Trastornos que implican miedo (crisis de angustia y fobias)
II. Trastornos que implican una sensación de ansiedad general.

Más concretamente tenemos trastornos de ansiedad generalizada, ansiedad social, angustia, fobias,
estrés postraumático y trastorno obsesivo compulsivo.

TIPOS DE ANSIOLÍTICOS

 Antidepresivos: Son los más puramente ansiolíticos. ISRS, ATC e IMAO. (Los veremos
con más detalle en la segunda parte de la comisión)
 Benzodiacepinas: Son el grupo más característico dentro de los ansiolíticos, y se utilizan
aquellas que tienen mayor semivida en el tratamiento de la ansiedad aguda. Destaca la
administración junto con un ISRS en los trastornos de angustia.
 Buspirona: Es un agonista del receptor 5-HT1A (receptor de serotonina).
 Antiepilépticos: La gabapentina y el valproato. (Menos importantes: Pregabalina y
tiagabina.)
 Antipsicóticos atípicos.
 Antagonistas del receptos β-adrenérgico: Se usan para tratar los síntomas físicos
(sudoración, temblor, taquicardia,...). Ej. Propanolol.

TIPOS DE HIPNÓTICOS

 Benzodiacepinas: Para tratamientos relacionados con insomnio se utilizan las de acción


corta, que tienen una menor semivida y tienen escaso efecto resaca.
 Zolpidem: Tiene composición química diferente de las benzodiacepinas, pero actúan de
manera similar. Tiene una vida media bastante corta. Destaca que no tienen efecto ansiolítico.
 Antihistamínicos: Pueden utilizarse para inducir el sueño.

BENZODIACEPINAS

a) Receptor GABA

Las benzodiacepinas poseen una acción selectiva sobre los receptores GABAA, que actúan en el
SNC como mediadores de la transmisión sináptica inhibidora. Potencian la respuesta al GABA al
facilitar la apertura de los canales de cloruro activados por dicho transmisor. Se une de manera
específica a un sitio regulador del receptor diferente de los sitios de unión del GABA y actúan de
manera alostérica incrementando la afinidad del GABA por el receptor. Lo que se produce no es un
aumento de la conductancia ni del tiempo medio que el canal permanece abierto, sino un aumento
de la frecuencia de apertura del mismo. La apertura de los canales, al ser selectivos para aniones,
producirá la hiperpolarización de la célula

ESTRUCTURA, SUBUNIDADES DEL RECEPTOR GABA.


- Estructura pentamérica formada por 4 diferentes subunidades.

1.- Lugar receptor: (2)


- lugar de unión a los antagonistas del GABA.
- otro lugar donde actúan los fármacos que bloquean el canal.

2.- Los lugares moduladores (2) para:


- agonistas, antagonistas y agonistas inversos de las benzodiazepinas.
- moduladores del canal.

EFECTO DE LAS BENZODIACEPINAS SOBRE LOS RECEPTORES GABA

La unión al GABA en presencia de benzodiacepina produce la apertura del canal y la entrada de


cloro provoca el aumento de las corrientes de cloro que hiperpolarizan (debido al aumento de
frecuencia de apertura).

 Sobre el sitio modulador de las benzodiacepinas puede actuar antagonistas que disminuyan el
efecto estimulador de las mismas, algo que nos será muy útil en caso de intoxicación.
 También pueden actuar agonistas inversos, que disminuirán la actividad del canal
aumentando la ansiedad.

APLICACIONES Y EFECTOS FARMACOLÓGICOS.

Los principales efectos de las benzodiacepinas son:

I. Reducción de la ansiedad y de la agresividad. ansiolitico.


II. Sedación e inducción a sueño : hipnótico, aumenta el sueño y la sedación. para tratamientos
cortos 1-2 semanas por la creación de tolerancia y dependencia.
III. Reducción del tono muscular. Miorrelajante, disminuyen la coordinacion motora y el tono
muscular.
IV. Efectos anticonvulsionantes . Destaca su uso en las epilepsias.diacepam y clonacepam.
V. Amnesia anterógrada . Impiden el recuerdo de acontecimientos vividos mientras se está bajo sus
efectos.

Aspectos farmacocinéticos BENZODIACEPINAS

- Las benzodiacepinas se distinguen por sus acciones, ya sea predominando la sedación, la


inhibición de la ansiedad o la reducción de convulsiones. Menores semividas y menores duraciones
globales son los más utilizados como hipnóticos. En cambio, aquellos con semividas más largas y
duraciones globales prolongadas tienen un mayor efecto ansiolítico. Los fármacos con menores
vidas medias serán los que nos interesen en casos de insomnio.
- la presencia de metabolitos activos, que en el caso del diacepam (nordacepam) o del fluracepam
(desmetilfluracepam) tienen mayores semividas que los fármacos originales, por lo que aumentan
su acción y presencia en el cuerpo.
- se absorben mejor por vía oral, se unen intensamente a proteínas plasmáticas y tienen elevada
liposolubilidad (acumulación en tejido adiposo).

Efectos adversos BENZODIACEPINAS


- Los principales efectos secundarios son la somnolencia, confusión, amnesia retrógrada y
coordinación deficiente ataxia, que afecta considerablemente a las habilidades manuales.
- En el caso de sobredosis, no aparecen efectos tan graves como con otros ansiolíticos, provocando
un sueño profundo sin alteraciones relevantes de respiración y tono vascular.
- En presencia de otros depresores del SNC, especialmente alcohol, pueden causar grave depresión
respiratoria. tolerancia cruzada con el alcohol.
- dan lugar a tolerancia , así como dependencia. La interrupción del tratamiento tras semanas o
meses puede producir ansiedad de rebote, temblores, mareos, pérdida de peso y trastornos del
sueño.
- El síndrome de abstinencia depende de la vida del fármaco, siendo más brusco en los que tienen
una vida media más corta.
Antagonistas de las benzodiacepinas: flumacenilo
El compuesto más conocido es el flumacenilo, que tiene cierta actividad ansiogénica y
proconvulsionante. Puede utilizarse para revertir el efecto de las sobredosis de benzodiacepinas.
Actúa de manera rápida cuando se administra ENDOVENOSO pero su efecto solo dura unas 2
horas.

BUSPIRONA, ANSIOLÍTICO AGONISTA SEROTONINERGICO 5HT1

Se utiliza para el tratamiento de trastornos de ansiedad generalizada. Su efecto se presenta semanas


después del comienzo del tratamiento. Es un agonista parcial de los receptores 5-HT1A y se une
también a los de dopamina. Estos receptores están en neuronas liberadoras de serotonina y actúan
como autoreceptores inhibitorios que inhiben la secreción de serotonina. Se cree que la buspirona
reduce la sensibilidad de estos receptores aumentando la secreción de serotonina (sobre todo en los
circuitos corticolímbicos relacionados con las emociones). No se han referido casos de tolerancia ni
abstinencia, y los efectos secundarios son menores a los de las benzodiacepinas.

NATURALEZA DE LA DEPRESIÓN
La depresión es el trastorno afectivo más frecuente, que puede ir desde un cuadro leve a un cuadro
grave con alucinaciones e ideas delirantes. Es una causa importante de discapacidad, muerte y tiene
un componente de tendencia suicida. Su asociación a otras enfermedades graves (cáncer, VIH)
aumenta la mortalidad de la enfermedad.

DEPRESIÓN
Se presentan síntomas tanto emocionales, como biológicos:
-Biológicos:
-Pensamiento y acción lentos
-Pérdida de libido
-Trastornos del sueño y pérdida de apetito.
-Emocionales:
-Estado de ánimo deprimido, apatía y pesimismo.
-Baja autoestima
-Indecisión y Anhedonia .

MAYOR PROPENSION A ENF CARDIOVASCULALES Y CANCER


TEORIA MONOAMINERGICA

- La principal teoría es la monoaminérgica que defiende que la depresión se produce por la


deficiencia funcional en los trasmisores noradrenalina y serotonina (5-HT o 5-hidroxitriptamina),
en determinadas regiones del encéfalo.
- Los efectos neuroquímicos de los antidepresivos relacionados con estos trasmisores son muy
rápidos, pero los efectos antidepresivos tardan semanas en aparecer, debido a las vías de
transducción de la señal que vemos en la imagen conllevan gran cantidad de mediadores y
adaptaciones celulares.
- Los mecanismos neuroendocrinos producidos por el estrés que activan el eje hipotálamo-
hipófisis-corteza suprarrenal y la activación de receptores NMDA por el glutamato intervendrán
sobre la transcripción génica de forma negativa y producirán apoptosis neuronal

MECANISMOS DE ACCIÓN DE LOS ANTIDEPRESIVOS

I. Inhibiendo a la MAO (Monoaminooxidasa): De esta manera, hay un aumento rápido y mantenido


del contenido encefálico de serotonina, noradrenalina y dopamina (monoaminas disponibles) ya
que inhibimos la enzima que se encarga de su degradación. No selectivos (FENELCINA,
TRANILCIPROMINA E ISOCARBOXACIDA). Serán más efectivos aquellos fármacos que sean
selectivos para la MAO-A. (MOCLOBEMIDA). Muchos efectos adversos, se usan poco.

II. Antagonistas α2, 5HT1 5HT2: Los receptores se encargan de inhibir la exocitosis cuando hay
presentes monoaminas en la hendidura sináptica. Una manera de aumentar la cantidad de
monoaminas en la sinapsis será antagonizando estos receptores y anulando la inhibición de la
exocitosis. Se realiza un bloqueo mixto, asociado con sus otras acciones.

MIRTAZAPINA, TRAZODANA Y MIANSERINA.

III. Inhibidores de la recaptación de monoaminas: Bloqueamos los mecanismos que retiran las
monoaminas de la sinapsis.
- ISRS. Inhibidores de la recaptación de serotonina
- ATC. Antidepresivos tricíclicos
- ISRN. INHIBIDORES SELECTIVOS NA.
Inhibidores de la recaptación de serotonina (5-HT) o ISRS
tienen menos efectos secundarios anticolinérgicos que los ATC (más adelante) y menos peligro en
sobredosis. También se emplean en la ansiedad. FLUVOXAMINA, PAROXETINA Y
SERTRALINA Y VENLAFAXINA FLUOXETINA Y EL CITALOPRAM
Antidepresivos tricíclicos (ATC)
- CLOMIPRAMINA, IMIPRAMINA Y AMITRIPILINA
- Son más antiguos que los anteriores, aunque se siguen utilizando, producen más efectos
secundarios y se prefieren los ISRS.
- Compiten con la proteína transportadora de aminas. La mayoría inhiben la recaptación tanto de
serotonina como de NA (algunos son más selectivos a NA).
- Sus propiedades farmacocinéticas provocan que tenga una eliminación lenta y que pueda
producirse su acumulación y además destaca una ventana terapéutica estrecha.
Inhibidores selectivos de la recaptación de NA
-Son muy selectivos a la NA, pero son poco eficaces en el tratamiento de la depresión
- DESIPRAMINA, REBOXETINA, PROTRIPTILINA Y NORTRIPTILINA Y MAPROTILINA.
-
EFECTOS ADVERSOS E INTERACCIONES ATC
- Bloquean también otros receptores como los alfa adrenérgicos, muscarinicos tipo 3, histamínicos
y otros receptores de serotonina, por lo que presentan efectos secundarios, sobre todo debido a que
interaccionan con receptores colinérgicos produciendo sedación, hipotensión postural y pérdida de
coordinación motora.
- Destaca entre ellos la hipeforina , compuesto principal de los hipericos que hemos visto que
generan importantes interacciones farmacologicas.
- Otros efectos son: sequedad bucal, visión borrosa, estreñimiento y retención urinaria. También
arritmias ventriculares. Presentan también numerosas interacciones con alcohol, fármacos
anestésicos, antihipertensivos, AINES y además son muy peligrosas sus sobredosis.
EFECTOS ADVERSOS IMAO
- Reaccion del queso, vino por ser ricas en tiramina.
- son menores en los inhibidores de la MAO-A como la moclobemida
- provocan hipotensión.
Hipotensión postural, bloqueo muscarínico, aumento de peso, estimulación SNC (temblor,
insomnio y en sobredosis, convulsiones). Menos importantes son la sequedad bucal, visión borrosa,
retención urinaria, etc.
EFECTOS ADVERSOS ISRS
- MENOS FRECUENTES QUE IMAO Y TRICICLICOS
- NAUSEAS, INSOMNIO Y DISFUNCIÓN SEXUAL
- reaccion serotoninergica, cuando se administran con IMAOS, hioertermina, desbalance
cardiovascular.
- Tendencia al suicidio en niños y adolescentes.
DEPRESION BIPOLAR
Los síntomas depresivos se alternan con la manía. La manía es exactamente opuesta a la depresión,
con exuberancia, entusiasmo exagerado y exceso de confianza, con acciones impulsivas. Todo esto
acompañado a veces de irritabilidad, impaciencia, agresividad y delirios de grandiosidad. Suele
manifestarse en las primeras fases de la edad adulta, y es menos frecuente que la depresión
unipolar. Tienes más indicios de seguir un patrón familiar que la unipolar y suele confundirse con
la psicosis en los momentos en los que se presenta la manía
TRATAMIENTO DEPRESION BIPOLAR
- objetivo: Estados megalo maníacos y depresivos, inhibir esta alternancia.
- Litio, carbonato de litio. Es un ión muy pequeño, mecanismo no dilucidado, tiene que ver con el
metabolismo del inisitol trifosfato
- efectivo en depresion bipolar y presenta muchas reacciones adversas, algunas graves.
- Sus efectos adversos son: náuseas, vómitos, diarrea, temblores, aumento de pelo, alopecia y
efectos renales (poliuria, lesión tubular renal grave).
- ventana terapeutica estrecha, es necesario monitorizar concentraciones plasmáticas
- algunos antiepilepticos,LA CARBAMACEPINA, EL VALPROATO Y LA LAMOTRIGINA que
bloquean los canales de sodio dependientes de voltaje. Se usan en la profilaxis y tratamiento de los
episodios maníacos del trastorno bipolar
- en fases maníacas se usan antipsicoticos como la OLANZAPINA tb risperidona y aripiprazol .Son
antagonistas de receptores trasportadores de aminas (sobre todo de dopamina D2 y el 5-HT2A).
Todos ellos son eficaces contra la manía, pero solamente algunos son eficaces contra la depresión
bipolar. En este caso suelen administrarse con litio o valproato.

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