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Introducción
El hombre, como ser vivo, se desenvuelve en constante interacción con el medio. El medio
es fuente de oportunidades para la satisfacción de sus necesidades e intereses, pero también de
riesgos y amenazas. En esencia, la relación del individuo con el medio consiste en procurarse y
conservar las primeras, y en combatir, evitar, minimizar o contrarrestar las segundas. La evolución
ha ido dotando a la especie de complejos mecanismos destinados a preservarse y optimizar la
adaptación a diferentes entornos y circunstancias. Entre ellos, han alcanzado especial relevancia y
desarrollo los sistemas de alerta y de defensa. El sistema que llamamos ansiedad, cumple estas
funciones.
Cada uno de estos componentes puede actuar con cierta independencia. La ansiedad puede ser
desencadenada, tanto por estímulos externos o situacionales, como por estímulos internos al sujeto,
tales como pensamientos, sensaciones, imágenes. El tipo de estímulo capaz de evocar la respuesta
de ansiedad vendrá determinado en gran medida por las características de la persona, y por su
circunstancia.
Se trata pues de un mecanismo facilitador de nuestra relación con el medio, y destinado a preservar
los intereses del individuo y de la especie. Muchas de las cosas que nos van bien son debidas, en
parte, al correcto funcionamiento de este sistema: evitamos actividades o lugares peligrosos,
procuramos no llegar tarde al trabajo, plantamos cara a diferentes conflictos, nos preparamos para
un examen o una reunión, buscamos apoyos para resolver un problema, minimizamos algunos
contratiempos o buscamos formas de asumirlos y reformularlos.
Son muchos los investigadores que han estudiado la relación entre el nivel de activación
psicofisiológica del organismo y la capacidad de individuo para desenvolverse de una manera
eficiente. En general se considera que el mejor rendimiento se consigue con niveles medios de
activación.
Factores activadores: Con esta expresión nos referimos a aquellos hechos, situaciones o
circunstancias que son capaces de activar el sistema de alerta, la preparación para responder ante
ellas y la respuesta propiamente dicha. Hemos señalado anteriormente que la ansiedad está
fundamentalmente vinculada a la percepción de amenaza, por lo tanto, esencialmente, los factores
activadores de la ansiedad son aquellos que están relacionados con la amenaza y su naturaleza.
Hemos indicado, también, que la percepción de riesgo, es decir de lo considerado amenazante,
depende fundamentalmente de un proceso de evaluación, consciente o automático, determinado por
la valoración de qué pasa y cómo nos afecta, por un lado; y qué podemos hacer frente a ello, por
otro. Básicamente, en términos generales, la ansiedad procede de dos grandes tipos de problemas.
En primer lugar, de la posible obstaculización o entorpecimiento de planes, deseos o necesidades,
aún en desarrollo, cuya consecución es para nosotros importante o necesaria – por ejemplo, la
superación de un examen para acceder a un puesto de trabajo- En segundo lugar, del posible
deterioro o problematización de objetivos que ya hemos alcanzado, logros con los que ya
contamos o forman parte de nuestro estatus. Así, percibiríamos como amenazante la pérdida de la
salud o el trabajo.
También se encuentran en este grupo de factores otros que por diversas vías inducen una sobre-
estimulación/sobre-activación del organismo: podemos mencionar especialmente el estrés y el
consumo de sustancias, particularmente las estimulantes.
Factores de mantenimiento: Este grupo de factores afectan fundamentalmente a aquellos casos en
que los problemas originarios de ansiedad no se resuelven satisfactoriamente, o bien cuando la
ansiedad alcanza límites de trastorno. Una vez que la ansiedad se manifiesta como problema tiene
ciertas probabilidades de incrementarse. En el momento en que la ansiedad aparece, debido a los
factores activadores, ayudados en más o en menos por los factores predisposicionales, si es
excesiva y sostenida, propicia la aparición de problemas de salud. Estos problemas, que
previamente no existían, son debidos a la ansiedad, pero, a su vez, la multiplican. La salud es un
bien valorado en sí mismo. Si se problematiza, por cualquier motivo incluida la propia ansiedad,
genera un incremento del estado de alerta e indefensión.
Se ha de considerar además, que la salud es una condición necesaria para la realización de otros
planes que pueden resentirse por el nuevo estado del organismo, lo que llevaría a la aparición de
nuevos problemas, distintos de los que originariamente motivaron la ansiedad, pero que
contribuyen a su retroalimentación.
Las acciones vinculadas a la ansiedad como mecanismo de alarma -obsérvese esta voz: ¡¡ Al arma
!!-, por su valor adaptativo y de supervivencia, son jerárquicamente prioritarias sobre otras
acciones, de forma que se retiran de éstas últimas recursos atencionales, cognitivos y
conductuales para poder responder satisfactoriamente a la emergencia. Tiene su lógica que, si por
ejemplo, se declara un incendio, la gestión de otros programas de acción en curso – leer, realizar
un informe, participar en una reunión, comer- pase a un segundo plano. Si la ansiedad es puntual, la
paralización provisional de estos programas, o su seguimiento bajo mínimos, no representa grandes
inconvenientes; pero si el estado de alarma se prolonga en el tiempo afecta severamente a su
desarrollo y, a la postre, tendría consecuencias tales para individuo que se convertirían en nuevas
fuentes de ansiedad.
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Fuente: Baeza Villarroel, J. C. (2008). Clínica de la Ansiedad. Psicólogos especialistas en el tratamiento de la ansiedad. Madrid y Barcelona
Libros
Entrevista al Dr. Baeza Villarroel, en Onda Radio, sobre La ansiedad y sus trastornos:
Vídeo: La ansiedad y sus trastornos
¿QUÉ ES LA ANSIEDAD Y POR QUÉ SE PRODUCE?
La ansiedad pues, como mecanismo adaptativo, es buena, funcional, normal y no representa ningún
problema de salud.
Sin embargo, en algunos casos, este mecanismo funciona de forma alterada, es decir, produce
problemas de salud y, en lugar de ayudarnos, nos incapacita. ¿Qué factores pueden influir en que
un mecanismo normal, saludable y adaptativo deje de serlo?
Factores predisposicionales
El “miedo al miedo”
La pérdida de condiciones o facultades, por la propia ansiedad, que dificultan el
afrontamiento de los problemas
Soluciones intentadas que resultan contraproducentes
La problematización de áreas inicialmente no conflictivas, como consecuencia de la
propia ansiedad
Afrontamiento insuficiente o erróneo de los problemas origen de la ansiedad.
El establecimiento de mecanismos fóbicos
Los problemas de ansiedad se producen, normalmente, por una combinación de alguno de
estos factores durante un período de tiempo.
“La relación con la realidad es conflictiva porque estamos activamente en ella, o, mejor,
formamos parte de ella, y en ella el ser humano desea respecto de los objetos y por tanto ha de
modificarla, a lo que la realidad se resiste. El ser humano quiere lo que no tiene, y lo que tiene
teme perderlo” Carlos Castilla del Pino, en Teoría de los Sentimientos
Introducción
Cuando existe proporcionalidad entre los medios-recursos con los que cuenta y reconoce el
individuo y las exigencias-condicionantes del medio a los que ha de hacer frente, la persona tiene
la percepción de control sobre los problemas y dificultades, y por extensión sobre su conducta, y
sus planes. Cuando no es así, la persona se siente desborda, a merced de las circunstancias. La
percepción de falta de control, ya sea sobre el medio interno o externo, activa una disposición del
organismo hacia un tipo específico de acciones y actitudes relacionadas con la defensa, la búsqueda
de seguridad, la prevención, o el ataque, a través de conductas específicas de afrontamiento de la
situación. Si las conductas de afrontamiento son efectivas se restablece de nuevo el control –el
antiguo o uno nuevo- y se vuelve a la normalidad, si no, es probable que se multipliquen las
dificultades y se incremente progresivamente la ansiedad.
Los propósitos que dan sentido y direccionalidad a las acciones, y los procesos de evaluación que,
en el caso de la ansiedad, caracterizan una situación como amenazante respecto de dichos
propósitos o metas no siempre son conscientes o no en su totalidad. Algunos procesos son
automáticos –movemos la mano de manera refleja si se acerca una avispa o simplemente un objeto
extraño que todavía no hemos identificado- o se han automatizado: conducimos sin tener presente
constantemente el destino o los procedimientos a seguir en las operaciones y maniobras que
realizamos.
Si recordamos una vez más la definición de ansiedad –alerta del organismo ante situaciones
consideradas amenazantes- se nos plantea la cuestión de cómo el organismo considera una
situación como amenazante, es decir, cómo procesa la información a partir de la cual se ha de
generar o no el estado de alerta y las respuestas que correspondan al caso.
El nivel tres de procesamiento está estrechamente ligado a los procesos cognitivos y operativos del
individuo, muchos de ellos conscientes e intencionales, al menos en parte.
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Fuente: Baeza Villarroel, J.C. (2008). “Higiene y prevención de la ansiedad“. Madrid: Díaz de Santos. Clínica de la Ansiedad, especialistas
en Barcelona y Madrid.
ANSIEDAD Y HERENCIA
La agorafobia, la fobia a la sangre y/o a las heridas y la fobia social son los trastornos de ansiedad
con una mayor heredabilidad (Kendler, Karkowski y Prescott, 1999). También el trastorno de
estrés postraumático (TEPT) es más prevalente en gemelos monozigotos que en dizigotos, con una
heredabilidad que se estima en torno al 20-30%.
Otros estudios sugieren que ciertas características de personalidad muy relacionadas con la
ansiedad (el neuroticismo o la ansiedad rasgo, la inhibición conductual) podrían heredarse. Estas
características heredadas podrían participar en la etiología de los trastornos de ansiedad y del
estado de ánimo.
Los estudios de genética molecular realizados hasta el momento sólo han obtenido resultados muy
preliminares, por lo que es recomendable tomar con cautela las conclusiones que se derivan.
En síntesis, los resultados sugieren que las contribuciones de los genes del individuo son
apreciables, siendo probable que un mismo gen esté implicado en la aparición de diferentes
trastornos de ansiedad. Contrariamente a lo que se suponía, no se han identificado genes concretos
que de forma específica estén implicados en un tipo u otro de problemas de ansiedad. En su lugar,
parece más plausible considerar que un conjunto de genes influya de forma inespecífica en los
trastornos de ansiedad, actuando fundamentalmente como factores predisposicionales o de
vulnerabilidad, factores que no “obligan” o determinan que una persona llegue a sufrir un
trastorno de ansiedad, pero que hacen más probable que éste se desarrolle si concurren otros
factores capaces de activarlo.
Tengase en cuenta, por otro lado, que la trasmisión de rasgos o información de padres a hijos no se
produce solo por vía genética, sino también a través del aprendizaje, cuyos componentes son
también muy importantes en el origen y mantenimiento de los trastornos de ansiedad.
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El término estrés deriva del la latín stringere, que significa provocar tensión. En física se refiere
a la fuerza que se aplica a un objeto, que puede romperlo o deformarlo . En humanidades
se utilizó como sinónimo de adversidad, aflicción. El termino estrés fue incorporado a la biología
por W. Cannon en 1911 y a la psicología científica por el fisiólogo Hans Selye en 1956, que lo
definió como una respuesta global, total y automática del ser humano ante las exigencias externas
e internas que no se pueden armónicamente controlar, las cuales amenazan su equilibrio
homeostático, originando en el individuo lo que llamó un Síndrome General de Adaptación. Se
habla de un estrés positivo, llamado eustress, y un estrés negativo llamado distress.
El estrés es habitual en nuestras vidas. Lo que distingue y caracteriza la vida y al ser vivo es la
facultad de adaptación al cambio. Cualquier cambio al que debamos adaptarnos representa estrés,
ya se trate de acontecimientos negativos -despido laboral, enfermedad, ruptura amorosa, muerte
de un ser querido-, o positivos y deseables -casarse e iniciar la convivencia, nuevas
responsabilidades en el trabajo ligadas a un ascenso- .
Nuestras experiencias estresoras provienen de tres fuentes básicas: nuestro entorno -ruidos, carga
de trabajo excesiva, conflictos interpersonales, falta de medios-, nuestro cuerpo -insomnio,
cambios hormonales, enfermedades- y nuestros pensamientos -preocupaciones, anticipaciones
negativas-. La intensidad y naturaleza de esas experiencias estresoras depende de factores
individuales -reactividad personal, vulnerabilidad, características de personalidad- y contextuales -
apoyos sociales y materiales, cuestiones organizacionales-.
Cuando la respuesta frente a las demandas del medio interno o externo, son adecuadas,
y asumibles fisiológicamente para el organismo, se habla de buen estrés, necesario para el
funcionamiento del organismo y su adaptación al medio. Si las demandas del medio son excesivas,
intensas y/o prolongadas, y superan la capacidad de resistencia y de adaptación del organismo,
hablamos de mal estrés, que, si es prolongado, genera disfunciones en nuestros órganos, favorece
la aparición de las llamadas enfermedades de adaptación o psicosomáticas, y puede precipitar la
aparición de otras.
Las razones que se aducen para explicar cómo el estrés propicia alteraciones psicosomáticas son
diversas:
Holmes y Rahe (1967) construyeron una de las primeras escalas, basándose en datos biográficos
procedentes de cientos de personas, donde se cuantifica el grado de alteración y estrés asociado
acontecimientos. Una acumulación de 200 o más unidades en un solo año incrementaría la
incidencia de trastornos psicosomáticos.
El estrés es, pues, la acomodación de una persona a situaciones nuevas y la respuesta inespecífica
y estereotipada ante los estímulos que trastornan su equilibrio.
Selye explica que son tres las fases por las que pasa el organismo cuando se enfrenta a una
situación de estrés:
Ansiedad y estrés
Muchas veces ansiedad y estrés se usan como sinónimos. En ambos casos se produce una
reacción caracterizada por alta activación fisiológica. El estrés es un proceso más amplio de
adaptación al medio. La ansiedad es una reacción emocional de alerta ante una amenaza. Digamos
que dentro de los proceso de cambio que implica el estrés, la ansiedad es la reacción emocional
más frecuente. La ansiedad elevada genera estrés. A su vez, el estrés una de las fuente más
comunes de ansiedad.
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Numerosos trabajos ponen de manifiesto la importante relación existente entre el uso y el abuso de
algunas sustancias y la presencia de problemas de salud mental. Sin embargo, es difícil establecer
cuál es el papel específico que juega cada sustancia en el inicio, mantenimiento o empeoramiento
del trastorno mental. Esto se debe a varios motivos: en primer lugar, la mayoría de las sustancias
suelen consumirse en asociación a otras (por ejemplo, el alcohol y el tabaco, se habla entonces de
policonsumo). En segundo lugar, se considera que el comienzo del trastorno mental podría
preceder al uso de la sustancia, o simplemente coincidir en el tiempo, en muchas ocasiones.
Finalmente, las diferentes patologías, y en especial los problemas de ansiedad y estado de ánimo,
suelen ir asociados a otros trastornos (comorbilidad), por lo que es complicado establecer la
relación directa entre la sustancia y cada problema en particular.
En este texto se hablará de sustancias como el alcohol y el tabaco, conocidas como drogas legales,
y de otras ilegales, como el cannabis, la cocaína, las anfetaminas, las drogas de síntesis, los
alucinógenos, los inhalantes y los opiáceos. Se señalará finalmente la relación entre ansiedad y el
uso tan extendido en nuestra sociedad de barbitúricos, tranquilizantes e hipnóticos.
Se habla de uso de una sustancia cuando su consumo es ocasional y no interfiere en ningún ámbito
de la vida de una persona (social, laboral, familiar, etc.). Según la Asociación Psiquiátrica
Americana (DSM-IV), se habla de abuso cuando el consumo de una o más sustancias conlleva un
deterioro o malestar clínicamente significativos y se observan uno o más de los siguientes
síntomas durante un período de 12 meses:
a. Necesidad de consumir cada vez una cantidad mayor de la sustancia para conseguir los
mismos efectos que antes (tolerancia) o bien el efecto de la misma cantidad de sustancia
disminuye claramente tras su consumo continuado (habituación).
b. Abstinencia: la supresión o cese de la toma de la sustancia provoca malestar y una serie de
síntomas (específicos en cada droga). En muchos casos, se consume la misma sustancia o
una similar para aliviar o evitar dichos síntomas.
c. La sustancia se toma en mayor cantidad o por un período más largo de lo que inicialmente
se pretendía.
d. Deseo persistente o esfuerzos infructuosos de controlar o dejar de consumir esa sustancia.
e. Se emplea mucho tiempo en actividades relacionadas con la obtención y/o el consumo de
la sustancia o en la recuperación de sus efectos.
f. Reducción de actividades sociales, laborales o recreativas a pesar de tener conciencia de
problemas físicos o psicológicos causados o exacerbados por el consumo de la sustancia.
Tabaco
Cerca del 30% de la población española de 16 o más años es fumadora. En general, fuman más los
hombres que las mujeres, si bien entre los más jóvenes esta relación se invierte. Aunque la
tendencia general sugiere que el consumo de tabaco está disminuyendo de forma lenta en la
población general, se observa un preocupante aumento del número de fumadores en el colectivo
de menor edad.
La nicotina es la principal sustancia psicoactiva del tabaco. Esta sustancia tiene un efecto muy
importante sobre el sistema nervioso central (SNC) y periférico. Se absorbe rápidamente y llega en
pocos segundos al cerebro atravesando la barrera hematoencefálica con facilidad.
Su poder adictivo es muy importante, especialmente debido a estos factores: produce múltiples
efectos placenteros (mejora la concentración, el estado de ánimo, disminuye la agresividad, el
peso); el efecto de una inhalación de esta sustancia es muy rápido (la nicotina tarda menos de 10
segundos en llegar al cerebro); la ingestión de nicotina se produce muchas veces al día (depende
del número de cigarrillos que se consuma) y se asocia a muchas situaciones.
Aunque el tabaco es una droga estimulante, la mayoría de los fumadores fuman para relajarse. De
hecho, fumar un cigarrillo calma la ansiedad provocada por su falta en las situaciones asociadas al
consumo.
Se considera que el tabaco es una herramienta psicológica que se suele utilizar para reducir el
estrés o manejar mejor un estado de ánimo negativo, para afrontar una situación problemática,
para controlar el peso, etc. Por otro lado, se trata de una sustancia comúnmente aceptada por la
sociedad, potenciada desde los medios de comunicación y con una percepción de riesgo o
peligrosidad por parte de la población prácticamente nula.
Las consecuencias del consumo continuado de tabaco en la salud lo convierten en uno de los
principales problemas de salud pública. Fumar constituye un poderoso factor de riesgo de padecer
cáncer (de pulmón, boca, faringe, esófago, etc.), enfermedades cardiovasculares (cardiopatías,
enfermedades cerebrovasculares) y respiratorias (bronquitis crónica), así como úlceras, daños en el
feto, etc.
De las anteriores relaciones, una de las más estudiadas es la asociación entre tabaco y depresión.
El estado de ánimo deprimido es uno de los síntomas más frecuentes del síndrome de abstinencia
asociado a esta sustancia. Diversos estudios señalan que algunos fumadores pueden desarrollar
una depresión durante la abstinencia de la sustancia si tienen una historia previa de este trastorno.
Se considera que la nicotina tiene una función antidepresiva. A nivel biológico, se ha propuesto
que la nicotina aliviaría alguno de los síntomas de la depresión porque actúa sobre los sistemas de
recompensa del cerebro (sistema dopaminérgico).
Otros estudios han asociado el consumo de tabaco con mayores niveles de estrés y ansiedad. Se
considera que muchas de estas personas no afrontan de forma efectiva sus problemas cotidianos,
recurriendo al consumo de tabaco para aliviar la ansiedad que éstos producen. De hecho, una de
las situaciones relacionadas con la recaída del consumo de tabaco es el afrontamiento de
situaciones conflictivas. Otros estudios han asociado el tabaco con una mayor incidencia de
ataques de pánico.
Alcohol
El alcohol es sin duda la droga más consumida por la población, en todos los grupos de edad y en
ambos sexos. Su uso aparece asociado a contextos lúdicos y festivos y forma parte de los hábitos
alimentarios diarios de muchas personas. Según el Observatorio Español sobre Drogas, el 87% de
los ciudadanos de 15 a 65 años ha consumido alcohol en alguna ocasión, mientras que el 4.7% lo
hace de forma semanal y un 13% diariamente. Los estudios epidemiológicos revisados indican que
el consumo de alcohol se ha estabilizado en la población española. Esto ha sido posible gracias a:
un aumento del número de abstemios, la estabilización en la edad de inicio del consumo de
alcohol y la reducción del porcentaje de bebedores „abusivos‟ (bebedores de elevadas cantidades y
consumo regular). En el colectivo de jóvenes también se observa un descenso de los bebedores
habituales y un incremento de los escolares abstemios.
Sin embargo, el consumo de alcohol, especialmente entre los jóvenes, sigue siendo un tema de
candente actualidad y de preocupación a nivel de salud pública, dado que su consumo se ha
convertido en un componente esencial de las noches de fin de semana, constituye una de las
principales causas de los accidentes de tráfico, y tiene consecuencias muy graves a nivel físico,
psicológico y social si se utiliza de forma abusiva.
Pese a ello, existe una importante tolerancia social respecto al uso de esta sustancia. Se trata de
una droga percibida como poco peligrosa y es frecuente la banalización de su consumo.
El alcohol es un depresor del sistema nervioso central, actúa bloqueando la parte del sistema
nervioso responsable de controlar las inhibiciones. La sensación inicial tras su consumo es de
euforia, alegría y desinhibición, calma la ansiedad y el dolor. Sin embargo, le sigue un estado de
somnolencia con visión borrosa, incoordinación muscular, lentitud de reflejos, vértigo y visión
doble, pérdida de equilibrio y lenguaje farfullante.
Efectos agudos
Efectos crónicos
Se considera que muchos de los problemas psicológicos que se asocian al alcoholismo son previos
al inicio del consumo de alcohol. Los trastornos de ansiedad, de personalidad y la esquizofrenia
podrían aparecer antes que los problemas de alcohol. Sin embargo, en muchos casos la depresión
podría ser una consecuencia de los problemas de alcoholismo, ya que su inicio suele ser posterior
al comienzo del problema y su sintomatología tiende a mejorar tras pocas semanas de abstinencia.
Los pacientes con problemas psiquiátricos podrían beber para reducir los síntomas de ansiedad o
„evadirse‟ de sus problemas y para mitigar un estado de ánimo deprimido. En el caso de las
personas con fobia social, por ejemplo, el consumo de alcohol y la desinhibición consecuente
puede facilitar su comportamiento en situaciones sociales. En el caso de personas con agorafobia o
ataques de pánico, el consumo de alcohol puede calmar la ansiedad que experimentan en esas
situaciones. Sin embargo, el uso continuado del alcohol puede agravar estados de ánimo negativos
y aumentar precisamente esos síntomas de ansiedad que los pacientes pretendían mitigar con su
consumo. Las personas que padecen depresión o tienen un bajo estado de ánimo, podrían beber
para animarse y reducir la tristeza. Sin embargo, los efectos depresores de la droga actúan de tal
forma que tras un período relativamente breve de euforia y alegría sobreviene la sintomatología
depresiva de forma acentuada.
El café
El café es muy probablemente la bebida más consumida en los países desarrollados. Su consumo
no aparece únicamente asociado a un contexto lúdico: forma parte de los hábitos alimentarios de la
gran mayoría de las personas y constituye una buena inyección de energía por la mañana. De
hecho, su principal componente, la cafeína, tiene propiedades estimulantes.
¿Por qué hablamos del café en un texto sobre ansiedad y consumo de sustancias?
En primer lugar, porque la cafeína, su principal componente, es una sustancia con propiedades
estimulantes que se considera adictiva. Algunas personas que consumen grandes cantidades de
café pueden desarrollar dependencia y presentan tolerancia y quizás abstinencia. No está claro qué
cantidad de cafeína es necesaria para hablar de dependencia e incluso para determinar el grado en
que su consumo puede provocar efectos perjudiciales. Algunos trabajos consideran que el
consumo de café es elevado si es igual o superior a 4 tazas (300-400 mg de cafeína) diarias. En
segundo lugar, el consumo elevado de cafeína se ha asociado a problemas de ansiedad y
depresión. Por un lado, se considera que el uso prolongado y de cantidades elevadas de esta
sustancia puede provocar alteraciones en el estado de ánimo, además de complicaciones físicas a
diferentes niveles. Por otro, el consumo de café y de otras bebidas estimulantes está
contraindicado en personas que padecen ansiedad, ya que podrían potenciar la aparición de los
síntomas.
Los datos acerca de los efectos perjudiciales o beneficiosos de la cafeína no son concluyentes e
incluso en muchos casos resultan contradictorios. Aquí detallamos los más significativos.
El uso prolongado de más de 650 mg diarios de cafeína, equivalentes a ocho o nueve tazas de café
al día, puede ocasionar úlceras gástricas, incremento en el nivel del colesterol y alteraciones del
sueño. Este tipo de consumo también parece estar relacionado con disfunciones cardíacas
(hipertensión arterial y arritmias) y con la aparición de ciertos tipos de cáncer asociados a los
alquitranes del café. En consumidores crónicos se han descrito migrañas. También se ha asociado
a una mayor prevalencia de artritis reumatoide, si bien los trabajos aparecidos hasta la fecha no
son concluyentes.
Algunos estudios han demostrado que un alto nivel de consumo de cafeína por parte de mujeres
embarazadas podría estar asociado a una incidencia por encima de lo normal de nacimientos
prematuros, bajo peso al nacer y abortos espontáneos. Basado en datos disponibles, el FDA (Food
and Drug Administration) recomienda a las mujeres embarazadas que eviten la cafeína durante el
embarazo.
Por otro lado, algunos científicos relacionan el exceso de cafeína con la ansiedad, la
hipersensibilidad al dolor y la hipoxia (una disminución de la protección frente a posibles
decrecimientos de oxígeno de las células del sistema nervioso). Los autores consideran que este
efecto podría producirse con consumos de seis o más tazas de café diarias.
Algunos trabajos sugieren que tras el cese brusco de consumo de café o de otras bebidas que
contienen cafeína una persona puede experimentar un síndrome de abstinencia que puede durar
incluso varios días. Los síntomas varían en severidad según la persona, pero generalmente
incluyen dolor de cabeza, fatiga, somnolencia, apatía, irritabilidad y nerviosismo. Como se ha
comentado, el consumo prolongado de esta sustancia puede provocar tolerancia y dependencia. A
largo plazo se ha descrito que el consumo prolongado de dosis elevadas de cafeína puede generar
ansiedad y/o depresión.
Por otro lado, se considera que esta sustancia podría agravar trastornos psicológicos presentes.
Hay estudios que demuestran que la cafeína aumenta la ansiedad en algunos pacientes que
padecen trastorno de pánico. Por otro lado, se considera que puede intensificar los síntomas del
síndrome premenstrual, de otros trastornos de ansiedad o del humor e incluso de cuadros
psicóticos ya presentes.
Cannabis
El cannabis, conocido también como marihuana (haciendo referencia a las hojas de la planta) o
hachís (si se consume su resina) es, después del tabaco y el alcohol, la droga cuyo uso está más
extendido en España y en la mayoría de los países occidentales. Así, según los últimos datos
disponibles en el Observatorio Español sobre Drogas, casi uno de cada cinco españoles lo ha
probado alguna vez. Las tasas de consumo experimental y regular de esta sustancia han ido
incrementándose en los últimos años. Su consumo es especialmente elevado entre los más jóvenes,
que se inician en él cada vez a edades más tempranas: el promedio se encuentra entre los 14 y 15
años. En un reciente estudio realizado con estudiantes de 14-18 años de Madrid se observó que el
30% habían consumido cannabis en los últimos 30 días.
Cada vez son más numerosos los estudios que consideran que el cannabis es una droga de
“acceso” o “puerta de entrada” al consumo de otras drogas „más fuertes‟, como las anfetaminas,
los alucinógenos o la cocaína. Por otro lado, los estudios que examinan la percepción de riesgo o
de peligrosidad asociada a esta droga señalan que la mayoría de las personas consideran al
cannabis poco peligrosa, y por tanto, con bajos riesgos.
La vía de administración más usual y extendida del cannabis es la fumada. Las sustancias
psicoactivas del cannabis, los cannabinoides, son absorbidas por los bronquios, pasan a la sangre y
atraviesan la barrera hematoencefálica (BHE) muy fácilmente debido a su gran liposolubilidad.
Los cannabinoides actúan sobre diversos receptores del SNC. Sus efectos suelen durar de 1 a 4
horas después de su consumo.
Se puede considerar que el efecto de esta sustancia en las personas es principalmente depresor, si
bien los efectos agudos más conocidos de esta droga son un estado de euforia y bienestar, aumento
de la sociabilidad y desinhibición, aumento de la percepción sensorial, analgesia y relajación. Tras
el consumo de un „porro‟, una persona se siente más animada, relajada y desinhibida. Debido a
estos efectos, su consumo se suele asociar a situaciones sociales. Por otro lado, sus propiedades
relajantes lo relacionan con estados de ansiedad y de depresión.
Efectos agudos
Efectos crónicos
El uso prolongado de esta sustancia y, en ocasiones, el uso puntual por parte de sujetos con cierta
predisposición, puede producir episodios breves de ansiedad, pánico, tristeza o depresión. En otras
ocasiones las personas presentan alucinaciones (especialmente visuales) o delirios. Estos síntomas
aparecen por períodos breves de tiempo y suelen desaparecer al cabo de pocas horas o pocos días.
El consumo prolongado del cannabis puede producir un síndrome de dependencia, similar al
producido por otras drogas, y su interrupción conducir a un síndrome de abstinencia caracterizado
por ansiedad, depresión, irritabilidad, alteraciones del sueño y disminución del apetito.
Cannabis y psicosis: el consumo de cannabis puede causar episodios psicóticos agudos sin
alteración del nivel de conciencia del sujeto. Estos episodios suelen ser de corta duración, si bien
pueden persistir incluso si se interrumpe el consumo de la sustancia. Muchos estudios se plantean
la relación entre el consumo elevado y prolongado de cannabis y la aparición de psicosis o
trastornos del humor (manía, depresión). Los datos acerca de si el cannabis actúa como inductor
de estos trastornos o bien sólo como „mero acompañante‟ de los mismos no son concluyentes. Por
otro lado, se considera que el consumo prolongado de cannabis precipita el inicio de la
esquizofrenia en pacientes con predisposición genética y que empeora su curso. Está asociado con
un menor efecto del tratamiento y un mayor porcentaje de recaídas (nueva aparición de episodios
psicóticos).
Por otro lado, las personas que presentan un bajo estado de ánimo pueden verse „atraídas‟ por esta
sustancia elicitadora de bienestar, euforia, una sonrisa fácil y un aumento de la sociabilidad. Sin
embargo, el consumo continuado de esta droga en personas con depresión puede incrementar las
dificultades atencionales, enlentecimiento psicomotor y deterioro laboral y social característicos
de este trastorno.
Cocaína
La cocaína es un estimulante del sistema nervioso central que provoca sensación de euforia,
bienestar, aumenta la comunicación verbal, la sociabilidad y disminuye la sensación de fatiga o
sueño. Se consume principalmente asociada a contextos de ocio y el objetivo principal de quien la
toma es la búsqueda de placer y diversión y aumentar la energía. Algunas personas señalan que la
cocaína les ayuda a desinhibirse en situaciones sociales, a ser más sociable. Otros relatan que
cuando han tomado esta sustancia se sienten más seguros de sí mismos, con una mayor
autoestima. Muchos de los consumidores de esta droga la toman como ayuda para escapar de sus
problemas. Como dijo Freud, la cocaína es un „quitapesares‟ capaz de alterar el estado de ánimo.
El consumo de cocaína sigue siendo mucho menor al de otras sustancias como el tabaco, el
alcohol o el cannabis. Sin embargo, los datos aportados en los últimos años por el Observatorio
Europeo de las Drogas y las Toxicomanías sugieren un incremento en la prevalencia del consumo
de cocaína tanto experimental como regular. En España, el porcentaje de población general que ha
probado esta droga al menos una vez en su vida se sitúa en torno al 3%, aumentando esta tasa al
5% en el colectivo de jóvenes. Si bien la edad de inicio del uso de cocaína ha permanecido
relativamente estable, el mayor incremento en su consumo se ha producido en el colectivo de
jóvenes de 14 a 16 años.
La cocaína se asocia al consumo de otras sustancias como el alcohol, el tabaco, el cannabis y otros
estimulantes. La vía de administración más frecuente es esnifada, aunque algunos también la
consumen fumada combinada con tabaco o marihuana, o mezclada con heroína. Un número
elevado de consumidores de heroína también utilizan la cocaína por vía intravenosa o pulmonar
(crack).
Efectos agudos
Efectos crónicos:
Físicos: Además de tener una elevada capacidad adictiva, se trata de una sustancia muy
tóxica. Entre las complicaciones orgánicas asociadas a la cocaína destacan las alteraciones
cardiovasculares en forma de arritmias, hipertensión, infartos agudos de miocardio o
hemorragias cerebrales, las alteraciones neurológicas como las convulsiones, las
complicaciones respiratorias y gastrointestinales, y las cefaleas. Pueden aparecer lesiones
locales de la mucosa nasal.
Psicológicos s: El consumo crónico de cocaína puede producir depresión, crisis de angustia,
irritabilidad y agotamiento general, déficits de atención y memoria, compulsividad,
alteraciones del deseo sexual e intentos de suicidio. Son muy frecuentes la inhibición y el
retraimiento social y la rumiación del pensamiento. Se ha asociado a trastornos psicóticos,
como paranoia y esquizofrenia, y al trastorno bipolar. El consumo prolongado de esta
sustancia puede derivar en un problema de dependencia, y su interrupción provocar un
síndrome de abstinencia.
Consumo de cocaína y problemas psicológicos
El uso reiterado de esta droga también puede provocar ansiedad. El sujeto puede experimentar
intranquilidad (especialmente tras la interrupción del consumo) y crisis de angustia.
Los síntomas psicóticos son muy frecuentes tras el consumo, agudo o crónico, de cocaína. Se han
descrito ideas delirantes y alucinaciones auditivas, visuales o táctiles. Por otro lado, entre el 22 y
el 31% de los esquizofrénicos consumen cocaína, siendo complicado en la mayoría de los casos
discernir si el consumo ha inducido el trastorno o éste es previo.
Numerosos trabajos han intentado asociar el consumo de cocaína con la presencia de ciertas
características de personalidad. Si bien los estudios no son concluyentes, se ha descrito una
importante asociación entre problemas por el consumo de esta sustancia e historia previa de otro
trastorno psicológico.
Se considera que muchos consumidores de cocaína tienen problemas de estado de ánimo. En estos
casos, se utiliza la sustancia para intentar mejorar su sintomatología depresiva. Del mismo modo,
muchos usuarios de esta sustancia que no presentan un trastorno del estado de ánimo pueden
recurrir a ella cuando se sienten desanimados tras algún acontecimiento negativo (problemas
laborales, personales).
Por otro lado, también se ha descrito un mayor consumo de cocaína en pacientes con trastorno
bipolar, especialmente durante la fase maníaca, y en personas con trastornos por déficit de
atención con hiperactividad (TDAH).
Drogas recreativas
Si bien el término „drogas recreativas‟ hace alusión a todas aquellas sustancias que principalmente
se consumen con fines recreativos o lúdico-festivos, hemos tratado por separado la relación entre
ansiedad y drogas más conocidas y utilizadas, como el alcohol, el tabaco, el cannabis o la cocaína,
y los derivados anfetamínicos y alucinógenos. En este apartado nos referiremos a la relación entre
ansiedad y consumo de éxtasis, anfetaminas y derivados, y alucinógenos. Hablaremos por tanto de
drogas de diseño o de síntesis como el MDMA (éxtasis), MDA o „píldora del amor‟, MDEA o
„Eva‟, del GHB o éxtasis líquido, la ketamina, y del LSD (alucinógeno) o las anfetaminas.
En los últimos años han aumentado los estudios que relacionan el consumo de estas sustancias con
problemas psicológicos, alteraciones físicas, accidentes de tráfico y aumento de conductas de
riesgo.
Problemas agudos
Además de daños a nivel cerebral, el consumo de estas sustancias se ha visto asociado a problemas
cognitivos a corto plazo, como déficits en la memoria, la atención y el aprendizaje.
La revisión de numerosos casos clínicos sugiere que el uso prolongado de MDMA, quizás una de
las drogas recreativas más estudiadas, puede asociarse a trastornos psiquiátricos como psicosis,
trastornos de pánico, despersonalización, depresión y flashbacks. La presencia de estos problemas
persiste tras el cese del consumo de esta sustancia.
Sin embargo, el policonsumo asociado al uso de estas drogas hace difícil asegurar que el MDMA
sea el precursor o la causa principal de estos trastornos psiquiátricos. Se considera que la
predisposición genética a padecer alguno de estos problemas, unida a la presencia de trastornos
psicológicos previos, puede incrementar la probabilidad de presentar alguno de estos trastornos
tras el uso continuado de MDMA. Por otro lado, la mayoría de estas alteraciones psicológicas se
han asociado a un consumo elevado de esta sustancia, pero no son concluyentes los estudios que
relacionan MDMA y psicopatología a dosis bajas o moderadas.
Opiácios
Nos referimos a una familia de sustancias derivadas del opio, que se extrae de la adormidera. Los
opiáceos más conocidos son el opio, la morfina, la heroína y la metadona. Se trata de sustancias
con una potente acción depresora y analgésica sobre el sistema nervioso central. La heroína es, sin
duda, el opiáceo más consumido como droga de abuso. En España, se ha observado un
decremento importante de su consumo, pasando del 1% en 1995 al 0.5% en 1997. Asimismo, la
principal vía de administración sigue siendo la endovenosa, si bien está incrementando el número
de consumidores que la toman esnifada o fumada debido al peligro de transmisión del SIDA.
Efectos agudos
Durante un intervalo de 2-3 horas, el sujeto percibe una sensación de intenso placer (“flash”) y
euforia, seguida de apatía y somnolencia. A nivel físico, los efectos inmediatos de la ingestión de
heroína son sequedad de boca, disminución del tamaño de la pupila, enlentecimiento de la
respiración, estreñimiento y disminución de la temperatura corporal.
En los usuarios de esta sustancia es muy habitual el policonsumo: la mayoría de ellos también
usan cocaína, tabaco, cannabis o ansiolíticos, entre otras sustancias.
Físicos: Las consecuencias a nivel físico dependen del tiempo de consumo de la droga, de
la vía de administración y dosis, de los hábitos higiénicos utilizados y del estilo de vida. Se
ha observado una gran incidencia en los consumidores de esta sustancia de llagas, procesos
infecciosos como hepatitis, neumonías, SIDA, alteraciones de la nutrición (adelgazamiento
extremo), estreñimiento severo, problemas cardiovasculares, etc.
Psicológicas y sociales: La heroína tiene un elevado poder adictivo, por lo que su consumo
puede generar en un período breve de tiempo dependencia y tolerancia. Durante el
síndrome de abstinencia de esta droga puede aparecer tristeza, irritabilidad, náuseas o
vómitos, dolores musculares, temblores y convulsiones, lagrimeo, dilatación de las pupilas,
sudoración, diarrea, bostezos, fiebre e insomnio. Su consumo continuado suele comportar
un gran deterioro del funcionamiento de la persona a nivel familiar, social (ruptura de
relaciones interpersonales), laboral y económico (desempleo, problemas económicos). En
muchos casos, las personas consumidoras de heroína se ven complicadas en el sistema
judicial. Debido a todas estas consecuencias, es frecuente que los consumidores de heroína
presenten asociados problemas del estado de ánimo. Por otro lado, también se han descrito
alteraciones de la memoria y la atención, estados confusionales, delirium y trastornos
psicóticos inducidos por el consumo de esta sustancia.
Inhalantes
Estas sustancias tienen efectos depresores sobre el SNC. Los efectos inmediatos son la exaltación
del humor, la euforia y la alegría, la agresividad y la hiperactividad motriz. También pueden
aparecer alucinaciones y delirios. Pasados estos efectos iniciales, se experimenta somnolencia,
confusión y bradicardia. Si la inhalación continúa se puede alcanzar una intoxicación grave
semejante a la embriaguez etílica, con amodorramiento profundo e incluso pérdida de conciencia.
A ello se unen síntomas no buscados por el consumidor como náuseas, vómitos, tos, lagrimeo, etc.
La mezcla con otras drogas depresoras (tranquilizantes, somníferos, alcohol) incrementa
peligrosamente el riesgo de muerte por sobredosis.
El uso continuado de estas sustancias puede crear dependencia. Muchos inhaladores crónicos
presentan un alto grado de ansiedad ante la falta de la sustancia y un fuerte deseo de inhalar, a la
vez que tienen que aumentar la dosis para conseguir los mismos efectos que, tiempo atrás,
alcanzaban con cantidades inferiores.
Por otro lado, se ha descrito la relación entre el uso regular de inhalantes y trastornos psicóticos
agudos, trastornos del estado de ánimo y ataques de pánico. Algunos autores proponen que las
personas con un estado de ánimo deprimido podrían consumir estas sustancias para evadirse de
sus problemas. La presencia de ataques de pánico tras la intoxicación por estas sustancias podría
conducir igualmente a un estado de ánimo depresivo. Así, entre estos tres componentes (trastorno
del humor, trastorno de pánico y consumo de inhalantes) se establecería un círculo vicioso en el
que la presencia de uno de ellos „alimentaría‟ la aparición y/o el mantenimiento del otro.
Con este título genérico nos referimos a sustancias químicas que actúan como depresoras del
sistema nervioso central. En el mercado hay muchas de ellas y debido a la facilidad con la que se
han prescrito desde el ámbito médico, su uso se ha popularizado entre la población. Algunos
medicamentos como Trankimazín, Lexatín, Tranxilium, Valium, Orfidal, etc., son fármacos
clasificados dentro del grupo de las benzodiacepinas que suelen tomarse para reducir los síntomas
de ansiedad y la tensión muscular y tienen efectos relajantes e inductores del sueño.
El uso de esta medicación se suele recomendar cuando los síntomas de la ansiedad son
incontrolables y muy intensos. Sin embargo, tomar estas sustancias no soluciona el problema. Para
poder controlar la ansiedad es necesario „atacar‟ la base del problema, y esto comporta aplicar
estrategias para reducirla (por ejemplo cambiar la forma de vida) y reaccionar ante ella de forma
diferente.
De todas las sustancias aquí reseñadas, las benzodiacepinas son las más utilizadas debido a que
presentan menos efectos secundarios que otros psicofármacos. El uso prolongado de barbitúricos,
por ejemplo, puede conducir a padecer alteraciones como anemia, hepatitis, depresión,
descoordinación motora y entorpecimiento del habla, etc.
En muchos otros casos, el uso de estas sustancias no se inicia con el tratamiento farmacológico de
un problema de ansiedad. Algunos jóvenes consumen estos psicofármacos en asociación con otras
drogas como el alcohol, la cocaína o las anfetaminas. El patrón inicial de consumo intermitente
puede conducir a un consumo más regular que puede provocar un incremento en los problemas
interpersonales y/o laborales, irritabilidad o depresión y alteraciones importantes en la memoria.
De hecho, en el DSM-IV (APA, 1995) se han descrito los siguientes trastornos inducidos por el
uso de estas sustancias: delirium, demencia, trastorno psicótico, trastorno del estado de ánimo y
trastorno de ansiedad, entre otros.
___________________________________________________________________________
Fuente: Noemí Guillamón (2006). Dibujo: Raúl Ariño. Clínica de la Ansiedad. Psicólogos y psiquiatras
APA (1995). Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-IV). Barcelona: Masson.
Becoña, E. (2004). Guía clínica para ayudar a los fumadores a dejar de fumar. Valencia: Socidrogalcohol.
Becoña, E., Rodríguez, A. y Salazar, I. (Eds.) (1996). Drogodependencias. III Drogas Ilegales Santiago de Compostela: Servicio de Publicaciones
de la Universidad de Santiago de Compostela.
Bobes, J., y Calafat, A. (Eds.). (2000). Monografía Cannabis. Adicciones, 12 (suplemento 2).
Bobes, J., Sáiz, P.A. (Eds.). (2003). Monografía Drogas Recreativas. Adicciones, 15 (suplemento 2).
Escohotado, A. (1995). Aprendiendo de las drogas. Madrid: Alfaguara.
Gual, A. (Ed.) (2002). Monografía Alcohol. Adicciones, 14 (suplemento 1).
Pascual, F., Torres, M. y Calafat, A. (Eds.) (2001). Monografía Cocaína. Adicciones, 13 (suplemento 2).
Plan Nacional Sobre Drogas (2002). Drogas de síntesis: Consecuencias para la salud. Ministerio del Interior.
Snyder, S. H. (1993). Drogas y Cerebro. Barcelona: Prensa Científica.
Sociedad Española de Investigación sobre Cannabinoides (2002). Guía Básica sobre los Cannabinoides. Delegación del Gobierno para el Plan
Nacional sobre Drogas. Ministerio del Interior. Madrid: Universidad Complutense de Madrid.
Artículos relacionados
Fuente: https://clinicadeansiedad.com/soluciones-y-recursos/preguntas-mas-frecuentes/que-es-la-ansiedad-y-por-que-
se-produce/
Por su parte, los ansiolíticos son un grupo de fármacos que producen enlentecimiento de las
funciones nerviosas, por lo que producen relajación o sensación de calma. Se utilizan para tratar
cuadros de pánico, contracturas musculares, síntomas de nerviosismo, insomnio, ansiedad, y
convulsiones. Existen dos grupos, por un lado las benzodiazepinas que son de acción corta (entre 2
y 10 horas) y las acción larga (de 12 a 100 horas) en su efecto.
Por último, la industria farmacéutica ha desarrollado en los últimos años sustancias hipnóticas para
el tratamiento del insomnio. Bajo el epígrafe de tranquilizantes e hipnóticos se acogen un amplio
grupo de fármacos que son capaces de controlar la ansiedad patológica y a dosis más elevadas de
inducir sueño.
Son un grupo de fármacos muy eficaces, aunque pueden provocar problemas cuando no se emplean
adecuadamente o durante períodos de tiempo excesivamente prolongados.
Ansiolíticos e hipnóticos
Los más utilizados son las benzodiazepinas. Algunas personas muestran un aumento de la
agresividad y hostilidad al tomarlas. Sus efectos varían desde la locuacidad y excitación hasta
actos agresivos. También pueden producir un aumento de la ansiedad y trastornos de la
percepción. Pueden alterar la capacidad de juicio y prolongar el tiempo de reacción, influyendo
en la capacidad para conducir. Deben retirarse gradualmente, pues de lo contrario puede
aparecer confusión, convulsiones, psicosis tóxica o un trastorno parecido al delirium tremens.
La retirada brusca de un barbitúrico es aún más peligrosa.
Ansiolíticos
ALPRAZOLAM
BENTAZEPAM (Tiadipona)
BROMAZEPAM (Lexatin)
CLORAZEPATO DIPOTÁSICO (Tranxilium)
CLORDIAZEPÓXIDO, hidrocloruro de (Huberplex, Omnalio)
CLOTIAZEPAM (Distensan)
DIAZEPAM (Valium, Stesolid).
HALAZEPAM (Alapryl)
KETAZOLAM (Marcen, Sedotime)
LORAZEPAM (Donix, Idalprem, Orfidal Wyeth, Placinoral, Sedicepam)
PINAZEPAM (Duna)
Efectos adversos: náuseas, mareos, cefalea, nerviosismo, aturdimiento, excitación; rara vez
taquicardia, palpitaciones, dolor torácico, somnolencia, confusión, crisis convulsivas, sequedad
de boca, fatiga y sudoración. Nombres comerciales: Buspar.
Pasiflora
Valeriana
Hipnóticos
Se usan para el tratamiento del insomnio. Antes de utilizar un hipnótico debe averiguarse la
causa del insomnio y tratarla.
El insomnio pasajero puede deberse a causas externas como ruidos, cambios de horarios, y
afectar a personas que suelen dormir bien. Si está indicado un hipnótico debe usarse uno de
eliminación rápida y administrase sólo una o dos dosis.
El insomnio crónico no suele mejorar con los hipnóticos y la mayoría de las veces se debe a
una dependencia de los hipnóticos mal prescritos. Otras causas son la ansiedad, la depresión y
al abuso de drogas y alcohol. En estos casos deberían tratarse dichos trastornos.
Al cabo de 3 a 14 días de tomar hipnóticos aparece una tolerancia, de manera que su eficacia no
puede garantizarse a largo plazo. La retirada tras una administración prolongada puede producir
insomnio de rebote y un síndrome de abstinencia.
- FLurazepam: tiene una acción prolongada y puede producir resaca al día siguiente.
- Loprazolam y lormetazepam: actúan durante menos tiempo y producen poca o ninguna resaca.
Aunque el síndrome de abstinencia es más frecuente con las benzodiazepinas de corta duración.
BROTIZOLAM (Sintonal)
FLUNITRAZEPAM (Rohipnol)
FLURAZEPAM (Dormodor)
LOPRAZOLAM (Somnovit)
LORMETAZEPAM (aldosomnil, Loramet, Lormetazepam Normon, Noctamid).
MIDAZOLAM
QUAZEPAM (Quiedorm)
TRIAZOLAM (Halcion)
Dicen los sociólogos que estamos viviendo ya en una sociedad distópica. Somos ese mundo
donde se venden cada año millones de libros sobre cómo ser felices, somos esas personas que
gustan de poner filtros a sus fotos para ofrecer a los demás una imagen de perfección absoluta. De
sonrisa perfecta, de felicidad ideal. Porque ser feliz vende, es a lo que todos aspiramos. Sin
embargo, de puertas hacia dentro y en la penumbra del propio hogar, se nos llevan los demonios,
los miedos nos carcomen y la sombra de las ansiedades nos atrapan.
“Tratamos el duelo y el miedo con pastillas como si fuesen enfermedades. Y no lo son” -Guillermo
Rendueles, psiquiatra-
La industria farmacéutica intenta crear medicamentos psiquiátricos cada vez más sofisticados, con
menos efectos secundarios y de acción más rápida. Tanto es así, que existe varios tipos de
medicación para cada dolor de la vida, esos que los médicos de cabecera nos recetan a veces con
excesiva facilidad hasta el punto de generar dependencias en personas que tal vez, hubieran
resuelto su problema puntual mediante una estrategia no-farmacológica.
Sin embargo el problema está ahí, hay patologías de origen endógeno que requieren de un enfoque
químico, y hay depresiones de carácter reactivo ocasionadas por el estrés que sin duda, necesitarían
más de una estrategia psicológica. Sea como sea, los ansiolíticos son imprescindibles en muchos
casos, sin duda, pero siempre durante un tiempo determinado para evitar caer en una espiral
medicalizadora. Una espiral donde los efectos secundarios son a veces más perjudiciales que la
propia sintomatología.
Ahondemos hoy en todos esos tipos de ansiolíticos presentes en el mercado farmacéutico y que
tienen como objetivo tratar desde procesos asociados a la ansiedad, el insomnio, los trastornos del
pánico, etc.
Las personas que han necesitado o que necesitan en la actualidad de un tratamiento farmacológico
para reducir la ansiedad, saben que por lo general, es común probar más de un tipo, cambiar la
dosis de vez en cuando y hacer un seguimiento sobre cómo nos sentimos y los posibles efectos
secundarios que nos ocasionan.
1. Benzodiacepinas
Qué son:
Ansiolíticos de vida media corta (sus efectos pueden durar hasta 8 horas):
Bentazepam.
Clotiazepam.
Cloxazolam.
Alprazolam. Bromazepam.
Camazepam. Oxazepam.
Clobazam. Oxazolam.
Ketazolam. Pinazepam.
Lorazepam.
Efectos secundarios
Cabe señalar que los efectos secundarios asociados a las benzodiacepinas no son tan graves como
los que en su momento causaron el primer tipo de ansiolíticos: los barbitúricos. Además, es
necesario recordar que la administración y consumo de estos fármacos psiquiátricos no debe
exceder nunca de las 4 o 6 semanas. En caso contrario, podemos desarrollar dependencia.
Por otro lado, los síntomas secundarios más comunes asociados a las benzodiacepinas son los
siguientes:
2. Los barbitúricos
Qué son
Lo señalábamos hace un momento: antes de que llegaran al mercado las benzodiacepinas, los
barbitúricos eran el único ansiolítico del que disponía la población para el tratamiento de la
ansiedad. Desde que el premio nobel en química Emil Fischer descubriera el barbital en 1902, se
alzaron como ese recurso peligroso pero eficaz, capaz de actuar como sedantes del sistema nervioso
central de forma inmediata.
Más tarde, en 1963 la empresa”Roche” lanzó el conocido Valium y con este fármaco, llegó la era de
las benzodiacepinas. Justo un año antes -y como curiosidad- de que Marilyn Monroe se suicidara
“supuestamente” con una ingesta elevada de barbitúricos.
Los barbitúricos dejaron de prescribirse para el tratamiento de la ansiedad
Los barbitúricos y todos aquellos fármacos que contengan ácido barbitúrico generan una
elevada dependencia psicológica y física.
Asimismo, la línea que separa a que se considera una dosis normal de una dosis tóxica es muy fina.
Su mecanismo de acción se basa en impedir el flujo de sodio a las neuronas. En la actualidad, su uso
se reserva solo a algunos tipos de cirugía y para tratar las convulsiones.
Amobarbital (Amytal).
Apropbarbital (Alurate).
Butobarbital (Butisol).
Phentoarbital (Nembutal).
Secobarbital (Seconal).
3. Buspirona
Qué es:
La buspirona tiene sus pros y sus contras. Sin embargo, sigue siendo un tipo de ansiolítico muy
interesante. Su principal ventaja es que apenas tiene efectos secundarios, no interactúa con
otras sustancias, no afecta al rendimiento cognitivo y no provoca sedación.
Es un fármaco por tanto muy bien consolidado en el mercado farmacéutico y gusta mucho a los
facultativos por su escasa adversidad.
Sin embargo, el punto que tiene en contra la buspirona es que es de acción lenta. De hecho el
paciente empieza a notar sus efectos a los 15 días. Algo sin duda complejo, porque la persona que
sufre un cuadro severo de ansiedad quiere sentirse mejor cuánto antes, y ante todo, poder dormir. De
ahí, que este fármaco no resulte útil en estos casos.
Sin embargo, los expertos nos señalan que es muy eficaz para cuadros de ansiedad no muy intensa,
y que es muy recomendable en personas mayores.
Efectos secundarios
Tal y como hemos señalado, la buspirona tiene por término medio unos efectos secundarios
mínimos o carentes de gravedad. Los más comunes son dolor de cabeza, sequedad de boca,
malestar estomacal…
4. Alprazolam
5. Diazepam
Los efectos secundarios más comunes del diacepam son los siguientes:
Somnolencia. Dolor de cabeza
Problemas de coordinación. Calambres
Problemas de equilibrio. Problemas de concentración.
Pequeños fallos de memoria. Amnesia anterógrada.
Insomio
6. Lorazepam
Es interesante saber que el lorazepam tiene un efecto inmediato, alcanzando su máximo pico
de biodisponibilidad a las 2 horas. Asimismo, sus efectos secundarios no son excesivamente
graves, no genera una dependencia elevada, pero aún así se recomienda que su uso sea
limitado en el tiempo.
Efectos secundarios
Somnolencia Problemas digestivos.
Cansancio Problemas para orinar
Boca seca Visión borrosa
Periodos que oscilan entre la
diarrea/estreñimiento
7. Bromazepam
Efectos secundarios
Problemas de coordinación.
Dolor de cabeza.
Problemas a la hora de reaccionar ante los estímulos.
Cansacio
Visión borrosa.
8. Cloracepato
Trata la ansiedad.
Angustia.
Trastornos del sueño.
Problemas durante la menopausia.
La neurosis.
La psicosis.
Es muy efectivo para tratar la abstinencia del alcohol y de otras drogas.
Se usa también para tratar el síndrome del colon irritable.
El clorazepato puede tomarse durante 3-4 meses. Más allá de este periodo genera dependencia y
puede perder eficacia.
Efectos secundarios
9. Antihistamínicos
Qué es y para qué se usan
Es muy posible que a más de uno de nuestros lectores le sorprenda que en este listado aparezcan los
antihistáminicos. ¿No son los medicamentos que usamos habitualmente para tratar los procesos
alérgicos?
Bien, es importante señalar que dentro de los antihistamínicos los hay de diferentes tipos. Por lo
general la mayoría de los antihistamínicos bloquean la histamina. Sin embargo, dentro de ellos
podemos encontrar también la Hidroxizina, la cual, además de aliviar la picazón causada por las
reacciones alérgicas de la piel, reduce la actividad cerebral y sirve también para aliviar la ansiedad
y la tensión.
Cabe señalar que los antihistamínicos no son los fármacos más idóneos para tratar la
ansiedad, de hecho los psiquiatras no los recomiendan en caso de que el paciente sufra ataques de
pánico.
Efectos secundarios
Problemas a la hora de reaccionar, ralentiza nuestros sentidos.
Somnolencia.
Cansancio
Boca seca
Problemas intestinales
Para concluir, a esta lista se le podrían añadir sin duda muchos más nombres y muchas opciones,
como los fármacos bloqueantes beta-adrenérgicos, dentro de los cuales también hay alternativas
naturales y con escasos efectos secundarios. Sin embargo, los que hemos descrito aquí son los más
comunes, los que más se recetan y los que más habitan en nuestras mesitas de noche o en nuestros
bolsos.
Apuntar una vez más que los ansiolíticos no curan la ansiedad, no hacen desaparecer los ataques de
pánico, las neurosis o esas sombras puntuales que alteran nuestra vida en un momento dado. Los
fármacos tratan, alivian, relajan, nos ofrecen descanso y aunque todo ello sea bueno y
necesario, no resuelven el problema de raíz a no ser que estemos ante una enfermedad de origen
endógeno, como pueden ser algunas depresiones.
Usemos por tanto los ansiolíticos de forma puntual, pero combinados siempre con la psicoterapia.
Porque aunque nos hayan educado siempre con la clásica idea de que “somos lo que
comemos”, en realidad “somos lo que pensamos”. Cambiemos entonces el enfoque y no
medicalicemos obsesivamente dimensiones que en ocasiones no son patológicas.
Referencias Bibliográficas
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Hardman J. G., Goodman L. S., Gilman A. (1996) Las bases farmacológicas de la terapéutica. Vol. I. Págs. 385-398. Madrid: MacGraw-Hill
Interamericana.
Robert Whitaker, (2015) Anatomía de una epidemia, Madrid: Capitán Swing
Sophie Billioti, Yola Moride , Thierry Ducruet (9-09-2014) Benzodiazepine use and risk of Alzheimer’s disease: case-control study. British Medical
Journal, 349, págs 205-206
Eugene Rubin, Charles Zorumski, (2015) How Many People Take Benzodiazepines? Psichology
Today https://www.psychologytoday.com/blog/demystifying-psychiatry/201505/how-many-people-take-benzodiazepines
NATURALEZA DE LA ANSIEDAD
La respuesta de temor ante estímulos nuevos en condiciones normales, conlleva una serie de
respuestas fisiológicas, como los comportamientos defensivos, los reflejos autónomos, el despertar,
el estado de alerta, la secreción de glucocorticoides y las emociones negativas. Cuando esto se
vuelve patológico se produce la ansiedad. Si aparece la ansiedad, estas respuestas fisiológicas ante
estímulos nuevos se producirán en ausencia de estímulos. El límite entre ansiedad "normal" (en
respuesta a estímulos nuevos) y "patológica" (ausencia de estímulos) no está claro, aunque se
podría establecer en el punto en el que la ansiedad afecta a la actividad diaria.
Más concretamente tenemos trastornos de ansiedad generalizada, ansiedad social, angustia, fobias,
estrés postraumático y trastorno obsesivo compulsivo.
TIPOS DE ANSIOLÍTICOS
Antidepresivos: Son los más puramente ansiolíticos. ISRS, ATC e IMAO. (Los veremos
con más detalle en la segunda parte de la comisión)
Benzodiacepinas: Son el grupo más característico dentro de los ansiolíticos, y se utilizan
aquellas que tienen mayor semivida en el tratamiento de la ansiedad aguda. Destaca la
administración junto con un ISRS en los trastornos de angustia.
Buspirona: Es un agonista del receptor 5-HT1A (receptor de serotonina).
Antiepilépticos: La gabapentina y el valproato. (Menos importantes: Pregabalina y
tiagabina.)
Antipsicóticos atípicos.
Antagonistas del receptos β-adrenérgico: Se usan para tratar los síntomas físicos
(sudoración, temblor, taquicardia,...). Ej. Propanolol.
TIPOS DE HIPNÓTICOS
BENZODIACEPINAS
a) Receptor GABA
Las benzodiacepinas poseen una acción selectiva sobre los receptores GABAA, que actúan en el
SNC como mediadores de la transmisión sináptica inhibidora. Potencian la respuesta al GABA al
facilitar la apertura de los canales de cloruro activados por dicho transmisor. Se une de manera
específica a un sitio regulador del receptor diferente de los sitios de unión del GABA y actúan de
manera alostérica incrementando la afinidad del GABA por el receptor. Lo que se produce no es un
aumento de la conductancia ni del tiempo medio que el canal permanece abierto, sino un aumento
de la frecuencia de apertura del mismo. La apertura de los canales, al ser selectivos para aniones,
producirá la hiperpolarización de la célula
Sobre el sitio modulador de las benzodiacepinas puede actuar antagonistas que disminuyan el
efecto estimulador de las mismas, algo que nos será muy útil en caso de intoxicación.
También pueden actuar agonistas inversos, que disminuirán la actividad del canal
aumentando la ansiedad.
NATURALEZA DE LA DEPRESIÓN
La depresión es el trastorno afectivo más frecuente, que puede ir desde un cuadro leve a un cuadro
grave con alucinaciones e ideas delirantes. Es una causa importante de discapacidad, muerte y tiene
un componente de tendencia suicida. Su asociación a otras enfermedades graves (cáncer, VIH)
aumenta la mortalidad de la enfermedad.
DEPRESIÓN
Se presentan síntomas tanto emocionales, como biológicos:
-Biológicos:
-Pensamiento y acción lentos
-Pérdida de libido
-Trastornos del sueño y pérdida de apetito.
-Emocionales:
-Estado de ánimo deprimido, apatía y pesimismo.
-Baja autoestima
-Indecisión y Anhedonia .
II. Antagonistas α2, 5HT1 5HT2: Los receptores se encargan de inhibir la exocitosis cuando hay
presentes monoaminas en la hendidura sináptica. Una manera de aumentar la cantidad de
monoaminas en la sinapsis será antagonizando estos receptores y anulando la inhibición de la
exocitosis. Se realiza un bloqueo mixto, asociado con sus otras acciones.
III. Inhibidores de la recaptación de monoaminas: Bloqueamos los mecanismos que retiran las
monoaminas de la sinapsis.
- ISRS. Inhibidores de la recaptación de serotonina
- ATC. Antidepresivos tricíclicos
- ISRN. INHIBIDORES SELECTIVOS NA.
Inhibidores de la recaptación de serotonina (5-HT) o ISRS
tienen menos efectos secundarios anticolinérgicos que los ATC (más adelante) y menos peligro en
sobredosis. También se emplean en la ansiedad. FLUVOXAMINA, PAROXETINA Y
SERTRALINA Y VENLAFAXINA FLUOXETINA Y EL CITALOPRAM
Antidepresivos tricíclicos (ATC)
- CLOMIPRAMINA, IMIPRAMINA Y AMITRIPILINA
- Son más antiguos que los anteriores, aunque se siguen utilizando, producen más efectos
secundarios y se prefieren los ISRS.
- Compiten con la proteína transportadora de aminas. La mayoría inhiben la recaptación tanto de
serotonina como de NA (algunos son más selectivos a NA).
- Sus propiedades farmacocinéticas provocan que tenga una eliminación lenta y que pueda
producirse su acumulación y además destaca una ventana terapéutica estrecha.
Inhibidores selectivos de la recaptación de NA
-Son muy selectivos a la NA, pero son poco eficaces en el tratamiento de la depresión
- DESIPRAMINA, REBOXETINA, PROTRIPTILINA Y NORTRIPTILINA Y MAPROTILINA.
-
EFECTOS ADVERSOS E INTERACCIONES ATC
- Bloquean también otros receptores como los alfa adrenérgicos, muscarinicos tipo 3, histamínicos
y otros receptores de serotonina, por lo que presentan efectos secundarios, sobre todo debido a que
interaccionan con receptores colinérgicos produciendo sedación, hipotensión postural y pérdida de
coordinación motora.
- Destaca entre ellos la hipeforina , compuesto principal de los hipericos que hemos visto que
generan importantes interacciones farmacologicas.
- Otros efectos son: sequedad bucal, visión borrosa, estreñimiento y retención urinaria. También
arritmias ventriculares. Presentan también numerosas interacciones con alcohol, fármacos
anestésicos, antihipertensivos, AINES y además son muy peligrosas sus sobredosis.
EFECTOS ADVERSOS IMAO
- Reaccion del queso, vino por ser ricas en tiramina.
- son menores en los inhibidores de la MAO-A como la moclobemida
- provocan hipotensión.
Hipotensión postural, bloqueo muscarínico, aumento de peso, estimulación SNC (temblor,
insomnio y en sobredosis, convulsiones). Menos importantes son la sequedad bucal, visión borrosa,
retención urinaria, etc.
EFECTOS ADVERSOS ISRS
- MENOS FRECUENTES QUE IMAO Y TRICICLICOS
- NAUSEAS, INSOMNIO Y DISFUNCIÓN SEXUAL
- reaccion serotoninergica, cuando se administran con IMAOS, hioertermina, desbalance
cardiovascular.
- Tendencia al suicidio en niños y adolescentes.
DEPRESION BIPOLAR
Los síntomas depresivos se alternan con la manía. La manía es exactamente opuesta a la depresión,
con exuberancia, entusiasmo exagerado y exceso de confianza, con acciones impulsivas. Todo esto
acompañado a veces de irritabilidad, impaciencia, agresividad y delirios de grandiosidad. Suele
manifestarse en las primeras fases de la edad adulta, y es menos frecuente que la depresión
unipolar. Tienes más indicios de seguir un patrón familiar que la unipolar y suele confundirse con
la psicosis en los momentos en los que se presenta la manía
TRATAMIENTO DEPRESION BIPOLAR
- objetivo: Estados megalo maníacos y depresivos, inhibir esta alternancia.
- Litio, carbonato de litio. Es un ión muy pequeño, mecanismo no dilucidado, tiene que ver con el
metabolismo del inisitol trifosfato
- efectivo en depresion bipolar y presenta muchas reacciones adversas, algunas graves.
- Sus efectos adversos son: náuseas, vómitos, diarrea, temblores, aumento de pelo, alopecia y
efectos renales (poliuria, lesión tubular renal grave).
- ventana terapeutica estrecha, es necesario monitorizar concentraciones plasmáticas
- algunos antiepilepticos,LA CARBAMACEPINA, EL VALPROATO Y LA LAMOTRIGINA que
bloquean los canales de sodio dependientes de voltaje. Se usan en la profilaxis y tratamiento de los
episodios maníacos del trastorno bipolar
- en fases maníacas se usan antipsicoticos como la OLANZAPINA tb risperidona y aripiprazol .Son
antagonistas de receptores trasportadores de aminas (sobre todo de dopamina D2 y el 5-HT2A).
Todos ellos son eficaces contra la manía, pero solamente algunos son eficaces contra la depresión
bipolar. En este caso suelen administrarse con litio o valproato.