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LA TEMPESTAD CALMADA EN EL MAR

1 Preliminares
El presente trabajo consistirá en la exégesis del texto conocido como la tempestad calmada en el mar según el
Evangelio de Marcos (4, 35-5, 1).
1.1 Texto provisorio en español BJ3
35 Este día, al atardecer, les dice: "Pasemos a la otra orilla." 36 Despiden a la gente y le llevan en la barca, como
estaba; e iban otras barcas con él. 37 En esto, se levantó una fuerte borrasca y las olas irrumpían en la barca, de
suerte que ya se anegaba la barca. 38 Él estaba en popa, durmiendo sobre un cabezal. Le despiertan y le dicen:
"Maestro, ¿no te importa que perezcamos?" 39 Él, habiéndose despertado, increpó al viento y dijo al mar: "¡Calla,
enmudece!" El viento se calmó y sobrevino una gran bonanza. 40 Y les dijo: "¿Por qué estáis con tanto miedo?
¿Cómo no tenéis fe?" 41 Ellos se llenaron de gran temor y se decían unos a otros: "Pues ¿quién es éste que hasta el
viento y el mar le obedecen?" 5,1 Y llegaron al otro lado del mar, a la región de los gerasenos.
1.2 Delimitación de la perícopa
Resulta primordial este paso metodológico porque, antes de realizar un análisis de texto alguno, debemos decidir
sobre qué texto lo haremos; es decir, dónde comienza y dónde termina la perícopa (unidad con sentido) a analizar.
Por eso llama la atención que cuando transcribimos el texto provisorio en español tomado de la Biblia de Jerusalén,
ésta incluya un texto más breve bajo el título la tempestad calmada. Dicho de otro modo, quienes tradujeron y
editaron dicha Biblia, en este mismo paso metodológico, decidieron que el texto terminaba en el v. 41;
seguramente siguiendo el texto griego del GNT que también hace terminar la perícopa en dicho versículo bajo el
título The Calming of a Storm. (Recordemos que el texto griego del NTG, si bien es el mismo, no divide perícopas ni,
por supuesto, tampoco las titula).
Analicemos la escena para fundamentar la elección de los límites de la perícopa. Los elementos que debemos tener
en cuenta para la delimitación provienen de una metodología moderna llamada análisis narrativo; y son: el tiempo,
el lugar, los personajes, el tema y las marcas del autor.
La escena se distingue claramente de la actividad anterior de Jesús: enseñanzas a orillas del mar de Galilea. Estas
enseñanzas comienzan en 4, 1 “y otra vez se puso a enseñar a orillas del mar” e inmediatamente comienza la
parábola del sembrador, el por qué habla Jesús en parábolas, la explicación de la parábola del sembrador, cómo
recibir y transmitir la enseñanza de Jesús, la parábola de la semilla que crece por sí sola, la parábola del grano de
mostaza y una conclusión de Marcos a todas las parábolas. Justamente esta última conclusión, de sólo dos
versículos (vv. 33-34) claramente cierra las enseñanzas de Jesús en parábolas para comenzar un tema nuevo. De
hecho, después de la primera parábola del sembrador con su explicación, el resto de las parábolas están alineadas
con la frase: Kai. e;legen\
Veamos la secuencia:

Es recién en 4, 35 donde cambia el jalonamiento: Kai. le,gei auvtoi/j evn evkei,nh| th/| h`me,ra| ovyi,aj genome,nhj\
(“Ese día, al atardecer, les dice:”)
Es claro entonces el cambio en el mismo texto, aunque no suficiente. Por eso debemos pasar a analizar los 5
elementos nombrados más arriba para delimitar la perícopa:
1
• El tiempo. Sucede todo en un mismo día, sin precisar cual, de forma continua. Nuestro texto de La tempestad
calmada también sucederá ese mismo día pero con una indicación más precisa: “al atardecer”. Si bien es el mismo
día, la mención del atardecer ya indica un cambio, el comienzo de una nueva jornada según el modo de contar los
días de los judíos.
• El lugar. Algo similar sucede con la locación, es en la misma orilla donde Jesús enseñó las parábolas antes
mencionadas, pero también aquí, el autor nos hace una indicación de cambio: “pasemos a la otra orilla”.
• Los personajes. Los personajes son los mismos: Jesús y sus discípulos (4, 10 “los que le seguían con los Doce”). Se
agregará al relato un protagonista –podríamos preguntarnos si también lo clasificaríamos como personaje por no
ser una persona, pero esto lo analizaremos más adelante– que será la tempestad.
• El tema. Es evidentemente otro. Ya no enseñanzas sino un milagro de Jesús.
• Las marcas del autor. Es aquí donde discrepamos con la segmentación de la perícopa según la BJ3. El autor repite
una palabra clave del relato en el comienzo (4,35) y en el final que nosotros proponemos (5,1). Para mostrar esto
es imprescindible recurrir al texto griego, ya que las traducciones, incluso por razones estilísticas podrían traducir
la misma palabra con diferentes sinónimos para evitar una aliteración, cuando justamente ese es nuestro
argumento por el cual el autor muestra claramente una inclusión.
4,35
Kai. le,gei auvtoi/j evn evkei,nh| th/| h`me,ra| ovyi,aj genome,nhj\ die,lqwmen eivj to. pe,ranÅ
Este día, al atardecer, les dice: Pasemos a la otra orilla.
5,1
Kai. h=lqon eivj to. pe,ran th/j qala,sshj eivj th.n cw,ran tw/n Gerashnw/nÅ
Y llegaron al otro lado del mar (= otra orilla), a la región de los gerasenos
Así se cierra la perícopa, ya que en 5,2 cambia el tema y los personajes serán Jesús y el hombre endemoniado:
“Apenas saltó de la barca, vino a su encuentro, de entre los sepulcros, un hombre con espíritu inmundo…»
2 Crítica textual
3 Estructura (o forma) de la perícopa
Segmentación del texto
Segmentar un texto consiste en reducirlo a sus mínimas unidades proposicionales. Es reescribir el texto dejando un
verbo principal en cada línea. Esto ayuda a resaltar el ritmo y posteriormente descubrir la forma (estructura) del
texto.

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Desde el punto de vista de la temática y los actores narrativos, es visible a primera vista la estructura concéntrica
de nuestra perícopa siendo el centro la tempestad misma (no es casual que se la suela intitular la tempestad
calmada) y las acciones y reproches mutuos entre Jesús y sus discípulos (c y c´).
Existe un adjetivo que se repite tres veces en puntos claves (marcados en color rojo) que vienen a estructurar la
perícopa narrativamente. Dicho adjetivo -μέγας- califica las palabras que constituyen el hilo de la trama narrativa8:
4, 37 se generó una gran tormenta (λαῖλαψ μεγάλη)
4, 39 sobrevino una gran calma (γαλήνη μεγάλη)
4, 41 se llenaron de un gran temor (φόβον μέγαν)
Se podría entonces dividir nuestra perícopa en 3 partes: una introducción que fija el contexto, la descripción de la
tormenta con el triunfo de Jesús sobre ella, y por último, la conversación entre Jesús y sus discípulos que interpreta
el acontecimiento.
4 La perícopa en la totalidad del Evangelio
La perícopa constituye el centro de la sección. Enlaza con el tríptico anterior (4, 1-34), donde se describía la
enseñanza de Jesús a la multitud, por la datación de “aquel día” (4, 35a), por la alusión a la multitud (4, 36) y por el
apelativo “maestro” (4, 38), que alude a la enseñanza anterior. En las parábolas del Reino Jesús ha expuesto la
extensión de dicho Reino a toda la humanidad (4, 26-32); por lo que el paso a la tierra pagana no es más que la
puesta en práctica de su programa universalista. Al mismo tiempo la travesía prepara el episodio siguiente, que se
desarrolla en la región de Gerasa, y expone el obstáculo para la misión.
Los discípulos, que, imbuidos de los ideales del judaísmo, sostienen la superioridad de Israel, pretenden
monopolizar la misión entre los paganos, excluyendo de ella a los otros seguidores de Jesús, lo que provoca el
violento rechazo por parte de los paganos. La perícopa muestra así el fracaso de la misión por no estar los
discípulos identificados con Jesús.
5 Comparación sinóptica

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Mateo 8,18.23-28 Marcos 4,35-5,1 Lucas 8,22-26
18 Viéndose Jesús rodeado de 22Cierto día subió a una
la muchedumbre, 35 Ese día, al atardecer, les barca con sus discípulos y les
mandó pasar a la otra orilla. dice: Pasemos a la otra orilla. dijo: Pasemos a la otra orilla
(...) 36 Dejando a la multitud lo del lago. Y se hicieron a la
llevaron así como estaba en mar.
23 Subió a la barca y sus la barca; y había otras barcas
discípulos le siguieron. con Él.
24 De pronto se levantó en el 37 Y se generó una gran 23 Mientras ellos navegaban,
mar una tempestad tan tormenta de viento, se quedó dormido.
grande que la barca quedaba y las olas se lanzaban sobre Se abatió sobre el lago una
tapada por las olas; la barca de tal forma que ya gran borrasca; la barca se
se llenaba la barca. anegaba y estaban en peligro.
pero él estaba dormido. 38 Él estaba en la popa, 24 Entonces, acercándose, le d

25 Acercándose ellos le durmiendo sobre un cojín. espertaron,diciendo


despertaron diciendo: Le despiertan y le dicen: : ¡Ma e s t ro, Ma e s t ro, nos
¡Señor, sálvanos, que Maestro, ¿no te importa que hundimos!
perecemos! seamos destruidos?
26 Díceles: ¿Por qué tenéis

miedo, hombres de poca fe?


Entonces se levantó, increpó Él, habiéndose despertado,
a los vientos y al mar, y 39 Yél,habiéndose increpó al viento y al oleaje,
sobrevino una gran bonanza. despertado increpó al viento, que amainaron y sobrevino
y la bonanza.
dijo al mar: ¡Cállate, estate
mudo! El viento cesó, y
sobrevino una gran calma. 25Entonces les dijo: ¿Dónde
40 Él les dijo: ¿Por qué son está vuestra fe?
27Y aquellos hombres, cobardes? ¿Aún no tienen fe? Ellos, llenos de temor, se
maravillados, decían: 41 Se llenaron de un gran decían entre sí aravillados:
¿Quién es éste, que hasta los temor y se decían unos a Pues ¿quién es éste, que
vientos y el mar le obedecen? otros: ¿Entonces quién es conmina a los vientos y al
éste que hasta el viento y el agua, y le obedecen?
28Al llegar a la otra orilla, a la mar le obedecen?
región de los gadarenos...
Y llegaron a la orilla del
5,1 26Arribaron a la región de los
mar, a la tierra de los gerasenos, que está frente a
gerasenos. Galilea.

5.2 Interpretación teológica de la comparación sinóptica


Siguiendo la teoría clásica de las fuentes de los evangelios sinópticos, analicemos brevemente la versión de Lucas
de la tempestad calmada ya que, a simple vista, parece estar más cerca de la versión de Marcos y depender por lo
tanto de éste.
Las variantes de Lucas respecto a Marcos parecen insignificantes. El contexto posterior es igualmente la curación
del endemoniado de Gerasa. El contexto anterior, en cambio, difiere por un agregado. Nuestro relato en Marcos

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viene después de las enseñanzas de Jesús en parábolas. Lucas agrega a las parábolas el tema del parentesco de
Jesús: Lc 8, 19-21. Hay una desconexión con respecto al día entero que Jesús habló en parábolas a orillas del lago
subido a una barca a causa de la multitud: Mc 4, 1. Tal vez por eso, Lucas comienza el relato de la tempestad de
forma genérica –y uno de aquellos días...- y no tan precisa como Marcos -ese día, caída ya la tarde...-.
Se observa también en Lucas una tendencia a suavizar términos y expresiones que encontramos en Marcos. Por
ejemplo, cuando los discípulos despiertan a Jesús que está dormido en medio de la tempestad -le despertaron y le
dijeron: Maestro, ¿no te importa que perezcamos?- en la versión según Lucas lo hacen de forma más respetuosa:
llegándose a Él, le despertaron, diciendo: ¡Maestro, Maestro, que perecemos! Igualmente suaviza Lucas el reproche
dirigido por Jesús a sus discípulos aterrados eliminando el detalle del terror y va directo a la lección teológica de la
fe. Finalmente, acentúa el carácter sagrado del espanto -y se llenaron de gran temor- de los discípulos
transformándolo en admiración: estaban atemorizados y asombrados.
Mejor que Marcos, Lucas muestra que estando unidos a Jesús, incluso en una travesía peligrosa, cualquier situación
se convierte en ocasión de dar pruebas de su fe y ningún motivo de temor es válido.
Nuestro relato según la versión de Mateo, tiene un contexto anterior sumamente diferente. El episodio no va
precedido por la predicación en parábolas -que vendrán mucho más adelante: Mt 13, 1-54-, sino por el sermón de
la montaña: Mt 5-7. La tempestad calmada se inserta en la colección de milagros con los que Jesús, tras haberse
mostrado todopoderoso en palabras -“Y sucedió que cuando acabó Jesús estos discursos, la gente se asombraba de su
doctrina; porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como sus escribas. Cuando bajó del monte, fue
siguiéndole una gran muchedumbre” (Mt 7, 28-8, 1)-, aparece todopoderoso en obras:
- 8, 1 Curación del leproso.
- 8, 5 Curación del criado del centurión.
- 8, 14 Curación de la suegra de Pedro.
- 8, 16 Expulsión de muchos endemoniados y curación de todos los enfermos.
- 8, 17 Cita escriturística - Jesús cumple la profecía de Isaías.
- 8, 18 Mandato de Jesús de pasar a la otra orilla.
- 8, 19 Condiciones para seguir al Hijo del Hombre.
- 8, 23 Tempestad calmada.
- 8, 28 Expulsión de los endemoniados gadarenos.
- 9, 1 Mandato de Jesús de volver a cruzar a la otra orilla (a su ciudad).
- 9, 2 Curación del paralítico.
La enumeración precedente devela que la cita escriturística es utilizada por Mateo para coronar un primer grupo
de milagros. Posteriormente hay una segunda colección de milagros, pero que a diferencia de los primeros, evocan
el tema del llamamiento de seguir a Jesús. Precisamente enmarcados por los relatos de llamamientos y vocaciones,
estos milagros no son únicamente signos del poder de Jesús en la acción de curar; sino que también son actos cuya
palabra tiene autoridad sobre los corazones que se le entregan.
Un indicio acerca de esta orientación mateana es el contexto inmediato de nuestro relato de la tempestad. Mateo
intercala entre el mandato de cruzar a la otra orilla (8, 18) y Jesús subiendo a la barca (8, 23) algunos episodios de
vocación. En el momento preciso en que Jesús va a embarcarse, surge un escriba dispuesto a seguir a Jesús donde
quiera que vaya; otro de entre los discípulos pide que se le conceda un plazo antes de partir. Si comparamos estos
breves relatos de vocación con el paralelo lucano notamos que en Lucas, Jesús llama a uno sólo de los tres
candidatos. En Mateo, son los dos quienes se proponen a sí mismos para seguirlo, como respondiendo al llamado
de Jesús de cruzar a la otra orilla. La dificultad de seguir al maestro es una constante en esos relatos de vocación
tanto como en medio de la tempestad.
Es por todo esto por lo que el relato de la tempestad calmada, tiene poco de estructura literaria de milagro y mucho
de catequesis primitiva. De hecho, al final, 13 no son los discípulos sino los hombres quienes se maravillan (8, 27).
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Además, al despertarlo lo llaman Señor, en lugar de maestro y el pedido es sálvanos; ambos denotan un tono más
hierático que nos recuerda una invocación cuasi-litúrgica.
Un último indicio es el cambio en el orden de las escenas. Tan leve que pasa desapercibido, el versículo 26a -
marcado en cursiva en la sinopsis en español- está cambiado de lugar con respecto tanto a Marcos como a Lucas.
En éstos últimos, Jesús les reprocha su falta de fe luego de increpar al mar. Mateo en cambio, invierte estas escenas.
Resulta así una estructura concéntrica, que demuestra la intención catequética de Mateo al adaptar el relato de
Marcos: en el centro se destaca el reproche de Jesús a los discípulos.
- v.24 Tempestad - Jesús duerme
- v.25 ¿Sálvanos!
- v.26a Reproche a los discípulos: ὀλιγόπιστοι
- v.26b Amenaza al mar
- v.27 Calma del mar - Admiración
“Eclesiológicamente, por tanto, el relato es un testimonio de cómo el Señor está en su comunidad “todos los días hasta
el fin del mundo” (Mt 28, 20)”.
6 Crítica de las formas (crítica del género)
Nuestro relato de la tempestad calmada es a primeras vistas un relato de milagro. Pero, ¿qué clase de milagro es?
Es claro que los evangelios narran multiplicidad de milagros realizados por Jesús y son fáciles detectarlos pero en
el momento de clasificarlos por tipos, la tarea se complejiza.
Existen milagros de exorcismos, de curaciones, de resurrecciones y una cuarta tipología: los llamados milagros sobre
la naturaleza. Esta última categoría -la que nos atañe- es discutible. En las primeras tres no encontramos grandes
problemas para definirlos: expulsar un demonio de un poseso, librar a una persona de su enfermedad, resucitar a
un muerto; son conceptos claramente diferenciables, incluso si las subdividiéramos a cada una de ellas en más
categorías. En los llamados tradicionalmente milagros sobre la naturaleza, la forma literaria no es tan fácilmente
distinguible.
Una definición habitual los presenta como acciones mediante las cuales el taumaturgo muestra poder para cambiar
la materia inanimada, a diferencia de los milagros realizados sobre los seres vivos. Pero esta distinción no parece
tan válida porque por ejemplo en los milagros de resurrección el poder actúa también sobre la materia inanimada
del cadáver. Por lo tanto no es una característica esencial.
Además, en algunos episodios usualmente englobados en la categoría de milagros sobre la naturaleza el poder
taumatúrgico no es realizado sobre la materia inanimada. Por ejemplo, el relato de Jesús caminando sobre las
aguas del mar de Galilea. En dicho caso no es que Jesús cambiara las propiedades del agua ejerciendo sobre ella el
poder taumatúrgico, sino que actuó sobre su propio cuerpo viviente para hacerse capaz de realizar ese hecho
extraordinario.
En cuanto a la forma, los relatos de milagros se pueden caracterizar por una estructura básica que consta de tres
partes:
• La exposición: es la explicación de la dificultad, dolencia o necesidad, con una eventual petición de ayuda a Jesús o
una intervención espontánea de él. También pueden mencionarse las circunstancias concomitantes y al público
espectador.
• El milagro propiamente dicho: junto con las palabras y acciones de Jesús, sigue un testimonio de la realización del
milagro, más algún hecho o necesidad que lo corrobora.
• La conclusión: se menciona el asombro de los testigos o su consternación, sus preguntas de extrañeza, sus
aclamaciones y alabanzas, sus manifestaciones de fe o de incredulidad, y se indica si la noticia del suceso y la fama
de Jesús se extiende o no.

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Estas tres partes básicas -que admiten muchas variantes- en los relatos de milagros sobre la naturaleza, no sólo
varían sino que muchas veces falta alguna de ellas. Por ejemplo, en la exposición, muchas veces no hay petición por
parte de nadie y no sólo esto sino que también falta la necesidad angustiosa o apremiante de las personas. El relato
de la maldición de la higuera sirve de claro ejemplo.
Jesús caminando sobre las aguas también, allí Jesús muestra su poder divino simplemente porque quiere hacerlo,
sin necesidad de atender a una necesidad urgente de una persona.
En el caso sobre el pago del impuesto al templo tampoco hay necesidad ya que la pregunta es sobre si usualmente
paga o no Jesús dicho impuesto, no sobre si lo va a pagar en ese momento específico. En éste último relato falta la
segunda parte estructurante: el milagro propiamente dicho, ya que Jesús indica a Pedro lo que debe hacer y lo que
va a suceder, pero el milagro en sí no es narrado (cfr. Mt 17, 24-27). Por lo tanto en éste último texto falta también
la conclusión.
Las palabras de Jesús sobre el pan en el relato de la multiplicación de los panes, tampoco son especiales de manera
que indiquen una acción taumatúrgica. Son las oraciones y las palabras habituales de un anfitrión en una comida
judía de carácter solemne -si son narradas, es para que los lectores hagan la conexión con la última cena-.
Entonces, ¿qué categoría reflejaría mejor la complejidad de esta clase de milagros? John Meier -siguiendo y
amplificando a G. Theissen- distingue cuatro categorías:
• El milagro de donación (especialmente de alimentos). Pertenecen a este grupo la conversión del agua en vino y la
multiplicación de los panes. La pesca milagrosa también tiene puntos en contacto con ésta clase.
• El milagro de Epifanía. Se refiere a cuando Jesús muestra su divinidad. El ejemplo más claro -y quizás el único- es
el de caminar sobre las aguas. La transfiguración tiene también puntos en contacto.
• El milagro de salvamento. Implica una intervención milagrosa para salvar a alguien de un peligro o una situación
de cautiverio. El mejor ejemplo es nuestro relato de la tempestad calmada.
• El milagro punitivo. Es un milagro de maldición o destrucción. Se produce deliberadamente un daño. El único
ejemplo es la maldición de la higuera.
Analicemos nuestro relato de milagro -de salvamento- según su estructura y contenido.
La exposición incluye las circunstancias y el problema que Jesús es llamado a resolver. En el v. 35 se menciona que
caía la tarde, luego Jesús ordena a sus discípulos que crucen a la otra orilla.
En el v. 36 los discípulos dejan a la multitud y se llevan a Jesús en la barca. Si bien se mencionan otras barcas, éstas
desaparecen del relato posterior. En el v. 37 se introduce la circunstancia apremiante que exige un milagro de
Jesús. Una gran tempestad azota el mar y la barca con él. Las olas están a punto de hundirla. En el v. 38 se detiene la
acción para describir a Jesús que duerme sobre un cabezal de la popa. Finalmente, el v. 39a contiene la petición por
parte de los discípulos para suscitar la intervención de Jesús: “Maestro, ¿no te importa que seamos destruidos?”
Se trata de una petición de milagro un tanto extraña. Es una pregunta que comienza con la partícula negativa no, lo
cual indicaría que se espera una respuesta negativa (no, a Jesús no le importa). Pero el hecho de despertarlo
implica a su vez que, aunque de una manera vaga, creen que Jesús puede sacarlos del apuro. Su pánico no indica fe
en Jesús aunque el vocativo maestro está llena de un reconocimiento de la autoridad que Jesús posee y de la cuál
ellos han sido testigos.
La narración del milagro propiamente dicho, comparado con la larga parte expositiva, es de una brevedad extrema.
En el v. 39b Jesús, ya despierto, «increpó al viento y dijo al mar: “¡Cállate, estate mudo!” La frase contiene dos
verbos que en griego, resultan sumamente significativos. Se dice que Jesús increpó -ἐπιτίμησεν- al viento, y el verbo
increpar -ἐπιτιμάω- es usualmente empleado en Marcos para describir exorcismos de Jesús (Mc 1, 25; 3, 12; 9, 25).
Además, Jesús ordena al mar que se calme diciéndole cállate, estate mudo -σιώπα, πεφίμωσο-, empleando un
verbo utilizado para la orden al demonio en el primer exorcismo de Jesús: cállate y sal de él - φιμώθητι καὶ ἒξελθε
ἐξ αὺτοῦ- (1, 25). Esta conexión indica que la tempestad calmada, al menos en el relato de Marcos, es un exorcismo
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de Jesús con el cual domina a los poderes demoníacos causantes de las turbulencias en el mar del mismo modo en
que crean turbulencias en las personas a las cuales poseen. El v. 39 finaliza con la constatación del milagro, 16 se
afirma que sobrevino una gran calma.
El siguiente cuadro pone de relieve la forma literaria común al relato de la tempestad calmada y al exorcismo del
endemoniado de Cafarnaúm.

Por último, la reacción y aclamación abarca los vv. 40-41, pero dicha reacción y aclamación se encuentran en el v.
41: “se llenaron de un gran temor y se decían unos a otros: ¿Entonces quién es éste que hasta el viento y el mar le
obedecen?”. Pero en el v. 40 se encuentra un elemento extraño a la forma literaria de milagros, Jesús se dirige a sus
discípulos con un reproche en forma de doble pregunta retórica: “¿Por qué son cobardes? ¿Aún no tienen fe?”. En
cierta forma la pregunta con el pedido de ayuda de los discípulos también había sido retórica un tanto descortés,
así Jesús les responde igualmente contrarrestándosela. La presencia del “aún no” en la segunda parte de la
pregunta de Jesús es curiosa ya que apunta hacia el pasado, no al futuro. Alude a la pasada experiencia de la
palabra de Jesús, cuyo poder quedó de manifiesto con sus palabras y milagros; tal experiencia debía haber
producido ya frutos de fe, pero no ha sido así.
Una vez que Jesús expresa su reproche, el relato de milagro llega a su típica conclusión. La manifestación
taumatúrgica suscita un “gran temor”.
Dibelius, por su parte, al clasificar los relatos de milagro, distingue entre paradigmas y cuentos -o narración corta-.
Los paradigmas son narraciones breves tomadas en la predicación primitiva como ejemplos. El acento está en las

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palabras de Jesús: la curación del paralítico (Mc 2, 1-12), la curación del hombre del brazo atrofiado (Mc 3, 1-6), la
curación del endemoniado de la sinagoga (Mc 1, 23-27) y la curación del hidrópico (Lc 14, 1-6).
Los cuentos son relatos que se caracterizan por una mayor amplitud de estilo y de colorido: la tempestad en el mar
(Mc 4, 35-41), el endemoniado de Gerasa (Mc 5, 1-20), la hija de Jairo y la hemorroísa (Mc 5, 21-43), la
multiplicación de los panes (Mc 6, 35-44), Jesús caminando sobre el mar (Mc 6, 45-52), la curación del sordomudo
(Mc 7, 32-37), del ciego de Betsaida (Mc 8, 22-26), del niño epiléptico (Mc 9, 14-29) y la resurrección del hijo de la
viuda de Naím (Lc 7, 11-17).
7 Crítica de la tradición
Nuestra perícopa tiene puntos de contacto y semejanzas con diversas tradiciones literarias antiguas. Empezaremos
comparándola con el relato de Jonás en el Antiguo Testamento. Elegiremos solo algunos versículos que contienen
los términos clave que nos ayudan a realizar esta conexión intra-textual.

Los términos clave -señalados en rojo- nos muestran claramente el contacto literario entre ambos relatos. Incluso
algunos verbos se corresponden perfectamente según la versión de los LXX de la narración de Jonás. Por ejemplo:
Jonás se encuentra a bordo de un barco -nave- (LXX: πλοῖον, la misma palabra con que Mc 4, 35-41 designa a la
barca). En el v. 5, mientras los marineros angustiados tratan de conjurar el peligro por cualquier medio, Jonás
duerme en la bodega (LXX: καθεύδω, el verbo empleado para la acción de dormir es el mismo con que se alude al
sueño de Jesús en Mc 4, 38). El capitán del barco se acerca a Jonás, le recrimina que esté dormido y le ordena que se
levante e invoque a su Dios así no perecemos (LXX: ἀπολωμεθα; cfr. Mc 4, 38: απολλύμεθα). Luego que los
marineros arrojan a Jonás al mar y éste se calma, la tripulación teme a Dios. El texto dice literalmente (Jon 1, 16): y
los hombres temieron con un gran temor, que corresponde palabra con palabra al texto griego de Mc 4, 41: καὶ
ἐφοβήθησαν φόβον μέγαν.
Por supuesto que más allá de estas conexiones existen también grandes diferencias. Jonás es un profeta
desobediente que huye de Dios y quien Dios mismo le envía una tormenta como castigo personal; de tal forma que
solo cuando los marineros los echan por la borda, ésta se aplaca. Sin embargo, hay similitud de temas -además de
las expresiones antes mencionadas-: el hallarse el profeta y la tripulación juntos en una embarcación que corre
peligro de hundirse por la gran tempestad, el dormir del profeta durante la tormenta, la angustia de los tripulantes,
el empleo de una pregunta retórica para apremiar al profeta a que los libre de perecer, el repentino

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apaciguamiento de la tempestad y, finalmente, el gran temor -asombro y admiración- de la tempestad como
respuesta.
Es evidente que en el relato de milagro evangélico se ha pretendido utilizar el relato de Jonás a modo de trasfondo;
para el autor cristiano, con el acontecimiento protagonizado por Jesús quedan superados y suprimidos los
correspondientes sucesos vetero-testamentarios. El mensaje cristológico es claro: «y aquí hay uno que es más
importante que Jonás» (Mt 12, 41 // Lc 11, 32).
En lugar del profeta desobediente encontramos al profeta escatológico que tiene una obediencia absoluta a la
voluntad de Dios. Jesús no necesita invocar al Dios de Israel, siendo el mismo el Hijo de Dios tiene el poder de
dominar las aguas.
Otros trasfondos del Antiguo Testamento son el dominio de Yahveh sobre los poderes del caos, específicamente
sobre el mar rebelde (Gn 1, 2ss). Yahveh le impone los límites y así lo mantiene en calma. También el Salmo 107 da
gracias a Yahveh porque salva a los que se encuentran en dificultades, incluso a los que navegan por los mares:
Se hicieron a la mar con sus naves, comerciando por todo el océano,
y vieron las obras de Yahveh, todas sus maravillas en el océano profundo.
A su voz, un viento de borrasca hizo encresparse a las olas;
al cielo subían, bajaban al abismo, su espíritu se hundía bajo el peso del mal;
daban vuelcos, vacilaban como ebrios, no les valía en nada su pericia.
Pero clamaron a Yahveh en su apuro, y él los libro de sus angustias.
A silencio se redujo la borrasca, las olas callaron a una.
Ellos se alegraron al verlas calmarse, y él los llevó al puerto deseado.
(Sal 107, 23-30)
Lo que hace Yahveh para salvar a los navegantes en el salmo, lo hace Jesús para salvar a sus discípulos. Este poder
divino sobre el mar es descripto también en el Salmo 104, 7: “ante tu amenaza (LXX: ἐπιτιμήσεως) [las aguas]
huyen; al fragor de tu trueno, se escapan”. Esa idea de increpar al mar es la que se encuentra en la poderosa orden
de Jesús a los elementos (ἐπετίμησεν en Mc 4, 39). Estrictamente hablando la orden no es al mar, sino al viento;
pero, sin duda, la orden exorcismo dirigida al mar “cállate, estate quieta” debe ser considerada parte de la
increpación de Jesús.
A los paralelos vetero-testamentarios ya mencionados, podríamos añadir algunos otros provenientes de leyendas y
mitos grecorromanos, sobre dioses como Asclepio, Serapis y los Dioscuros; otros relativos a héroes como Eneas o
figuras históricas como Pompeyo, Julio Cesar y Apolonio de Tiana.
“A propósito del milagro de la tempestad calmada, suele aducirse la conocida anécdota del César que exhorta
así al timonel, atemorizado por el fragor de la tempestad: «no temas: llevas al César y a la suerte del César que
navega contigo»; así Plutarco, Caes. 38, p. 726C; en otra forma lo relata Dión Casio XLI, 46. Sin embargo,
esto es tan sólo un paralelo lejano, como también el de Calpurnio, Bucol. IV, 97ss. Se contaban historias sobre
cómo Asclepio o los Dióscuros salvaban del peligro de naufragar. Arístides II, 337 cuenta a propósito de
Asclepio: «oí ya a algunos que decían cómo a ellos, cuando navegaban y estaban turbados, se les apareció el
dios tendiéndoles la mano». Es impresionante la descripción que hace el mismo Arístides II, 362 de la
salvación efectuada por Serapis del peligro de naufragar. Teócrito XXIII, 1, 17-22 alaba a los Dióscuros como
salvadores del peligro de naufragar. Dos epigramas en honor a Cipris la celebran como protectora en los viajes
marítimos (Anth. Pal. IX, 143 y 144). Yo conozco una sola historia de milagros en la cual el acto de calmar la
tempestad se atribuya a un «hombre divino», a una figura de salvador. Pero Porfirio refiere: «se recuerdan de él

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predicciones inequívocas de terremotos, rápidas prevenciones de epidemias, el cese de vientos violentos y de
una granizada, y la suspensión de oleajes fluviales y marítimos para una cómoda travesía de sus
discípulos» (de manera semejante Jámblico, Vit. Pyth. 135)”20
Meier hace una crítica de estos presuntos hallazgos de Bultmann, diciendo que en algunos relatos donde se cree
encontrar estos paralelos, “lo que vemos en realidad es el tema general de la protección divina en el mar, y no la idea
específica de un milagro obrado para calmar los elementos por parte de alguien que se encuentra en la embarcación
amenazada.”
Incluso Taylor se pregunta irónicamente: “Los paralelismos con la historia de Eneas son impresionantes, lo que no
deja de ser extraño; pero ¿es que Marcos leyó a Virgilio?”
Provenientes del mundo rabínico, encontramos relatos posteriores como la de un chico judío o la del rabí Gamaliel.
En ambas narraciones se nota el influjo del relato de Jonás y la diferencia con el texto evangélico.
“La historia narrada en Baba-mesia 59b acerca de cómo se levantó una tempestad durante un viaje marítimo
emprendido por R. Gamaliel al confesar éste que había obrado mal con R. Eliezer no es un paralelo con la
historia de la tempestad calmada milagrosamente en Mc 4, 35-41, pero sí la historia narrada en jBerakot XI, 1
de la R. Tanjuma (hacia el 350 d. C.): un niño judío emprende un viaje marítimo en una nave pagana. Cuando
la tempestad pone a la nave en peligro de naufragar, todos los paganos invocan a sus dioses y, al resultar
inútiles sus oraciones, exigen finalmente al judío que invoque a su Dios. Por la oración del niño judío se calma
la tempestad, y los paganos tributan un homenaje de admirado respeto al Dios de los judíos.”
También el Testamento de Neftalí 6, 3-9 contiene un relato de salvamento marítimo pero “a menudo se exageran las
conexiones con la tempestad calmada”.
Por último, podríamos añadir en estos paralelos judíos un pasaje de los Salmos de acción de gracias de Qumrán. En
1QH 6, 22-24 el orante se compara a sí mismo con un marino sorprendido con una gran tormenta de viento que
produce olas igualmente terribles que amenazan su vida.
Yo estuve como el marino en una nave presa de la furia de los mares;
sus olas y sus aguas todas rugieron contra mí.
Un viento de vértigo, sin pausa para tomar aliento,
sin sendero para dirigir nuestra ruta sobre la faz de las aguas.
El abismo rugió ante mi gemido,
y mi alma hasta las puertas mismas de la muerte.
9 Crítica de la redacción
Si bien hemos tratado ya lo que atañe a este paso del análisis más arriba en interpretación teológica de la
comparación sinóptica- ahora recapitularemos y haremos un intento de desarrollo de la historia de la redacción de
nuestra perícopa.
Resulta imposible llegar al hecho real, ya que aún el texto más primitivo está interpretado por la comunidad
primitiva en un contexto de fe pos-pascual. Sin embargo, imaginando formas preliterarias, podemos decir que el
hecho fue referido a través de un relato de milagro centrado en la admiración al taumaturgo que contiene un dato
cristológico: la admiración por Jesús de Nazaret cuyo poder cósmico domina la naturaleza.
Desde el comienzo de la historia de la redacción, la tradición orientó el recuerdo en el sentido de la educación de la
fe de los discípulos. Este relato más de tipo catequético pervive en los tres sinópticos. Marcos es más sensible a este
tema de la imposibilidad de los discípulos de entender a Jesús. Es por eso que su orientación está en el sencillo
razonamiento: la fe en Dios se corresponde con la fe en Jesús.

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Mateo centra más bien su relato en forma eclesiológica. Es la Iglesia la que está embarcada con su Señor, así los
creyentes de todo tiempo pueden fácilmente verse identificados con los discípulos en los momentos de peligro.
La conexión posterior con el exorcismo del endemoniado de Gerasa -en territorio pagano- es también muy antigua
en la historia de la redacción, ya que existe en los tres sinópticos. No sucede lo mismo con la conexión anterior
como ya hemos visto previamente. La intención misionera es fuerte: la barca conduce a tierras paganas. Esto se
nota claramente en los relatos de Mateo y Lucas, dónde no hay otras barcas junto a la de Jesús.
Al situar Marcos el relato en la iniciación a los discípulos se hace patente que la preparación al apostolado
misionero apunta al poder sobre los elementos, los demonios, la muerte y el pecado; que se extienden éstos en
territorio pagano. Persisten entonces, dos focos de atención: el cristológico y el reproche a los discípulos. Puesto
que éste último responde a una preocupación típica de Marcos, debemos suponer que fue redacción de dicho
evangelista.
Podría ser -como sugieren algunos comentaristas- que la tempestad calmada sea el primero de los tres milagros
más poderosos de todo el evangelio: Jesús demuestra su poder sobre la fuerzas de la naturaleza (Mc 4, 35-41),
sobre el demonio (Mc 5, 1-20) e incluso sobre la muerte (Mc 5, 21-43). Todos estos milagros, curiosamente,
presentan a Jesús relacionado con una barca, por lo que se ha sugerido que estos milagros formasen parte de un
ciclo de la barca, de origen premarcano:
- 3, 7-12 Curaciones de Jesús, preparación de la barca
- 4, 35-39 Tempestad calmada en el mar
- 5, 1-20 Exorcismo del endemoniado de Gerasa
- 5, 21-43 Curación de la hija de Jairo y de la hemorroísa
- 6, 31-44 Multiplicación de los panes
- 6, 45-52 Jesús caminando sobre el mar
- 6, 53-56 Curaciones de Jesús
El contexto más global de Lucas nos permite percibir al lago como frontera que Jesús debe atravesar. Lucas incluso
precisa que luego de su paso por la región de los Gerasenos, Jesús se vuelve a Galilea donde lo esperan (Lc 8, 37.
40). La intención misionera de Marcos queda subrayada en Lucas. A pesar de su fracaso, esta iniciativa de Jesús de
adentrarse en territorios paganos muestra su voluntad profunda de salvación universal.
Por su parte, el contexto más global de Mateo, le da al episodio de la tempestad una nueva dimensión. Los
incrédulos, igual que los creyentes, deben profundizar constantemente en el misterio de Jesús. Se nota al relacionar
ciertas preguntas y respuestas: unos plantean “¿quién es éste?” (Mt 8, 27); los demonios responden “es el Hijo de
Dios” (Mt 8, 29); los paganos no quieren saber nada con Jesús (Mt 8, 34); los escribas sugieren que es Dios, puesto
que perdona los pecados (Mt 9, 3); Mateo el publicano se levanta y deja todo para seguir a Jesús (Mt 9, 9); la
presencia actual del esposo (Mt 9, 15), el vino nuevo no se puede contener en odres viejos (Mt 9, 17). Todos estos
textos evocan en el lector una serie de títulos: Jesús es el salvador de los pecadores, el médico de los enfermos, el
maestro que llama, el esposo presente por breve tiempo, el Hijo del hombre, el Hijo de Dios, con quién ningún
peligro debemos temer.

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