Академический Документы
Профессиональный Документы
Культура Документы
48
Jacques Aumont
Paidós Comunicación
Culcccron dln!!ltiJ Jl(lr I<N; \lJnud Perez rorncro \' loscp L.hus l·ce<:
Jacques Aumont
La imagen
Últml<" drui<H puhhc'tlllos
11� PAIDÓS
IN:• M lt ><ln
o �o \lsm� /.41 f>"''"llm<'� Jr w 111111aoJ
1� A M• ndon IJu't'rttJ.,/wltu 1 r mun.ft fr..'''
170 Md..omh• ht blm J,/. 4 ,la l3att:l:bla • Buenos Aes • MéJOOO
Tuulo unglllul: L'ww�c umario
Pui\IIGIUO en lr.anu'' rw Edllllln' �alh.m. Pan\
1 ntroducción . 13
Ante todo, y desde un punto de vista en cierto modo inter que. a decir verdad, no es posible separar de las grandes funcio
no a la pedagogía de la imagen, me pareció cada vez más eviden ne§ pstquicas, la intelección, la cogmciOn, la memoria, el deseo.
te, a medida que ensenaba la teoría y la estética del film, que Asi la encuesta, comenzada <<desde el exterior» y siguiendo la lut
é ta no podía desarrollarse en un espléndido aJslamiento, sino que que penetra en el ojo, lleva lógicamente a considerar al sujeto
era indispensable, por el contrario, articularla. histórica y teóri que mtra la imagen, aquel para quien se produce. > que llamare
camente, con una consideración de otras modalidade' concretas mos su espectador.
de la imagen vi ual: pintura, fotografía. vídeo. por citar sólo las 3. Siguiendo siempre el mismo hilo ima�inario, es e"ideme
más importantes. Me pareció en el fondo casi absurdo seguir ha que este mt mo espectador nunca mantiene, con las imágenes que
blando de encuadre en el cine sin confromar realmente su con mira, una relación abstracta. «pura)>, separada de toda realidad
cepto con el del marco pictórico, igual que me pareció lamentable concreta. La visión efecth a de las imágenes tiene lugar, por el
hablar del fotograma sin considerar la instantánea fotográfica. etc. contrario, en un contexto, determinado de modo mulllple: con
- Esta primera comprobación, reforzada con el paso de los texto social, contexto institucional, contexto técmco, contexto ideo
ai'tos. proviene, de hecho, de otra comprobación, más amplia, re lógico. El conjunto de estos factores <<situacionales>) por decirlo
ferente a la !>ucrre de las imágenes en general en nuestra sociedad. así, de estos factores que regulan la relación del espectador con
Es banal hablar de una «civilización de la imagen», pero esta fór la imagen, es lo que llamamos el disposlth'o.
mula traduce bien el sentimiento que tenemos todos de vivir en 4. Habiendo considerado así los principales aspcc10s de la
un mundo en el que las imágenes son, ciertamente, cada vez más relación emre una imagen concreta y c;u destinatario concreto, se
numerosas, pero también cada ve? más diversificadas y cada vez hace posible tomar en consideración el funcionamiento propio de
más intercambiables. El cine, hoy, se ve en la televisión, como la tmagen. ¿Qué relación establece ésta con el mundo real? Dicho
la pmtura, desde hace bastante tiempo, se ve en reproducción fo de otro modo: ¿cómo lo repre enta? ¿Cuáles son la formas y los
tográfica. Los cruces, los intercambios, los pasos de la imagen medios de esta representación? ¿Cómo trata las grandes catego
se hacen cada vez más numerosos y me pareció así que ninguna rías de nuestra concepción de la realidad que son el espacio y el
categoría particular de imágenes podía ya estudiarse hoy omitien tiempo? Pero también, ¿cómo inscribe l>ignificaciones la tmagen?
do una consideración de todas las demás. 5. No es posible, finalmente, hablar de la imagen sin referir
Esta comprobación inicial es la que explica la postura adopta 'ie a las imágenes efectivamente existentes. Entre estas imágenes
da en este libro. Ante todo. pues. permanecer en lo posible en realc • este libro ha elegido privilegiar a algunas de ellas: las tmá
el nivel de lo!> conceptos más generales, no teorizar nunca a partir genes artisticn . El úhimo capitulo está, pue-, dedicado a un exa
de una modalidad particular de la imagen. Simultáneamente, por men de ciertas especificidades de esas imagenes. de sus virrudes
supuesto, conceder un amplio espacio a una consideración efecti y de sus \.aJores panicularc�
va -a titulo de ejemplo, de aplicación, de caso particular- de Este plan puede parecer ambicioso, puesto que, potencialmente,
las imágenes especificas (la imagen fílmica, la imagen fotográfi cubre la materia de varios tratados especializados. Soy comcien
ca, etc.), incluso de las imágenes singulares. Seguidamente, orga te, en especial, de que el primer capitulo, que expone teorías más
nizar la exposición alrededor de encabezamientos de capítulos que formalizadas, más modelizadas incluso. podrá parecer más técni
encarnasen los grandes problemas de la teoría de las imágenes. co, y «por tanto» más dificil de leer para algunos. Su lugar en
Para atenerme a lo esencial, me pareció que estos problemas 'iOn el umbral del libro me pareció, sin embargo, In solución más lógi
cinco: ca y también la más eficat, puesto e¡ ue introduce cienos concep
l. Puesto que este libro está dedicado a las imágenes visua Los fundamentales y generalmente mal conocidos. que los capflu
les, hay que interrogarse en primer lugar sobre la visión de las los �iguienles suponen adquiridos. Aqu!, má!> incluso quizá que
imágenes. ¿Qué es ver una imagen, qué es percibirla. y cómo se en otros lugares, me he esforzado en ser claro; a los lectores, sin
caractcri7a esta percepción en relación con los fenómeno� percep embargo, a los que este capitulo pudiera desorientar, les pido un
tivos en general? poco de paciencia. persuadido de que el contexto del libro les per
2. La visión. la percepción visual, es una actividad compleja mitirá comprender su inclusión.
16 LA IMAGEN
S1 me pareció, pues, deseable adoptar y mantener este plan, 1. El papel del ojo
correr el nesgo de resumir varios tratados en un pequei'lo com
pendiO, fue porque, en primer lugar, para mí no se trataba justa
mente de ofrecer un tratado, sino de exponer sencillamente el es
tado actual de las concepciones relativas a la imagen en un cieno
número de ámbilos. Este libro sólo es, desde este punto de vista,
una Introducción a enfoques más especializados. Pero, invcrsa
meme, me parectó indispensable señalar al lector la multiplicidad
misma de estos enfoques. Al escribir este libro, he pensado cvi
demememe, ante todo, en los estudiames que he conoc1do desde
hace veinte años, en la ensel)anza «del cinc» en la universidad;
a cau�a de lo parcelado que está el saber teórico que se les dispen
sa he Intentado, no ser exhaustivo (¿quién podrfa?), sino lograr
una cierta perspectiva, permitir a esos estudiantes situar lo que
saben acerca de la imagen fílrnica en una reflexión más vasta, me
nos contingeme, menos regional.
Me parece evidente que, por poco conseguido que esté, este
libro va dirigido, del mbmo modo, a Lodos los que tienen sobre
tal o cual especie de imágenes, sobre tal o cual fenómeno ligado
a la existencia de la imagen, un saber particular, y que ayudará,
espero, a relativizar este saber al mismo tiempo que a fortalecerlo.
Quiero manifestar mi agradecimiento a los primeros lectores
del manuscrito. especialmente a Anne-Marie Faux, a Jean-Louis
Leutral y a �lichel Marie, que me ayudaron considerablemente
a mejorarlo. Si hay imágenes, es que 1encmos ojos: es una ev1dencta. Las
Este libro está dedicado a quien, literalmente y en todos los imagenes, artefactos cada vc1. más abundantes y cada vez mas im
sentidos, me ha cnsel)ando a aprender, a Christian f>.letz. portantes en nuestra sociedad, no dejan de ser, has1a cieno pun
to, objetos visuale como los demás, derivadas exactameme de
·
ma guerra). �e han desarrollado los laboratorios de psicofísica, abertura; naturalmente, eso tendría como re.ultado el hecho de
ha aumentado la cantidad de observaciones y de cxpencnctas; se que los contornos de la imagen se d1fummanan (tamo más difu
ha preci)ado, al mismo uempo, la preocupaCión por formular teo minados cuanto m� grande fuese la abenura). Para paliar este
nas de la percepcion 'isual que mtegren y ordenen los resultados defecto, y a partir del siglo X\1, 'iC inventaron la� lentes comer
de estas cxpenenctas, al mismo tiempo que sugieren otras. En po· gentes: trozos de vidrio especiaJmeme tallado para recoger la luz
cas palabras, el est udto de la percepción visual e ha hecho más en toda su superficie y concentrarla en un pumo único.
ctentifico (estamos, sm embargo, desde Juego, bastante lejos de
saberlo todo <>obre este complejísimo fenómeno). Vamos a empe
Lar, en e\te capilulo, por describir lo más sencilJameme posible
las grandes línea� de las concepciones actuale� de la percepción
visual.
T. J. J . Tram.formnciones óptica
Cada receptor retiniano �e enlaza con una célula nerviosa por La percepción visual es así el tratamiento, por etapas
sucesi
un relé (llamado sinopsis); cada una de estas células está, por me vas. de una información que nos llega por medmción de la
luz
dio de otras sinopsis, enlazada a su vez con células que constitu que entra en nuestros ojos. Como toda mformación, ésta
e codi
yen las fibras del nerwn óptico. Las comunicaciones emre estas ficada, en un sentido que no es del todo el de la semiología: los
células son muy complejas: a los dos niveles sinápticos ya men códigos son aquí reglas de tran<;formación naturale
(ni arbitra
cionados c;e al)aden múluples enlaces transversales que agrupan rias ni convencionales) que determinan la actividad nervios
a en
las células en redes (veremos algo más adelante algunas de las con función de la información contenida en la lu?. Hablar
de codifi
secuencias de ello). El nervio óptico sale del ojo y termina en una cación de la información visual significa, puc:.. de hecho, que
nues
reg1ón lateral del cerebro, el cuerpo geniculado, del que salen nue uo sisrema visual es capaz de localizar y de interpretar ciertas
re
vas conexiones nerviosas hacia la parte posterior del cerebro, para gularidades en los fenómenos luminosos que alcanzan nuestros
llegar al córtex estriado. ojos. En lo esencial, estas regularidades afectan a tres caracter
es
Podría decirse muy esquemáticamente que esta red, extrema de la luz: su intensidad, su longitud de onda y su distribuc
ión
damente densa y compleja, representa un tercer y último estadio en el espacio (consideraremos un poco más adelante después su
del tratamiento de la infonnación, tratada primero en fonna óp distribución en el tiempo).
tica y después química. Por regla general, no hay corresponden
cia de punto a punto. sino, por el contrario, multiplicación de
las correspondencias trans\ersales: el istema visual no se conten 1.2.1. La intensidad de lo luz: percepción de Jo luminosidad
ta con copiar información, la trata en cada e1apa. Así, por eJem
plo, las '>inapsis no son simples enlaces: tienen. por ell.!ontrario, Lo que experimentamos como mayor o menor luminosidad
de
un papel activo, siendo algunas «excitadoras» y otra!) l<inhibi un objeto corresponde, de hecho, a nuestra lnterprctactón, ya modi
doras». ficada por factores psicológicos, de la cantidad real de luz emitida
Esta parte del sistema perceptivo es la más importante, pero por este objeto, si es una fuente lummosa (el sol, una Uama,
una
tamb1én la menos conocida, puesto que no se han tenido ideas lámpara eléctrica, etc.), o reflejada por él en todo� Jo� demás
casos.
precisas c;obre su estructura y su funcionamiento hasta hace ape Esencialmente el ojo reacciona a los flujo lummosos (sobre
na'> treinta al)os. Sigue sin saberse e:o<actamcme, en panicular, la noción de flujo, véase el cuadro 1 ); un flujo muy débil
(1O '
cómo pasa la mformactón del estadio químico al esradio nervioso lm., correspondiente sólo a una decena de fotones) puede
ser su
(puesto que no es ab olutamente clara la nalUraleza misma de la ficiente para hacerle registrar una sensación de luz. Cuando
este
sei\al ner. iosa que sólo metafóricamente es comparable a una sc flujo aumenta, se hace mayor el número de células retinian�
afec
i\al eléctrica). Lo imponante, para los propósitos de este libro, tadas, se producen en mayor número las reaccione de descomp
o
es retener que, si el ojo se parece hasra cierto punto a una cámara sición de la rodopsina, y la sei\al nerviosa se hace más intensa.
fotográfica, si la retina es comparable a una especie de placa �cn El cuadro 2 resume los órdenes de magnirud de las luminancias
siblc, lo esencial de la percepción visual tiene lugar dec;pué!), a de objetos usuales. Exceptuando los objetos muy poco luminoso
s
través de un proceso de tratamiento de la información que, como (un objeto oscuro en un túnel, de noche). que no se perciben
,
todos los procesos cerebrales, está más cerca de los modelos in Y de los objetos muy luminosos, que emiren nna energía Juminoc;a
formáticos o cibernético!> que de modelos mecánicos u ópticos (no tan intensa que provoca quemaduras y puede destrui1 el sis1cma
pretendiendo al decir 1<más cerca)) que estos modelos sean necesa nervioso: se distinguen tradicionalmente dos tipos de objeros
riamente adecuados)
pero es menos sabido que también lo está para percibir los Hmites 1- 1 milímetro -1
espaciales de estos objetos, sus borde .
La noctón de «borde visual» designa la frontera entre dos u
perficies de diferente luminancia -cualquiera que sea la causa
de esta dtferencia de luminancia (diferentes iluminaciones, dife
rentes propiedades reflectames, etc.)- para un punto de vista de
terminado (por ejemplo, entre dos superficies, una de las cuales
está tras la otra, hay un borde visual, pero si cambia el punto
de vista, el borde ya no estará en eJ mismo lugar).
Hasta 1950-1955 aproximadamente, se concebía la percepción
en términos de isomorffas sucesivas desde el objeto al cerebro a
través del ojo, considerándose la retina como un «relé» bastante
senciJJo que se limitaba a transmiúr información punto por pun
to, sin interpretarla. Hoy se sabe que la codificación se interrum
pe desde la retina al córtex, y que, en panicular, algunas células
de los últ irnos niveles retinianos están enlazadas con varias célu Figura 2
a un conjunto de receptores; un mismo receptor, por regla gene pondiente cada una a una región de la retina. Estas columnas están,
ral, forma parte de centenares de campos diferentes. que se co a su vez, agrupadas en hipercolumnas, una especie de agregados
nectan mutuamente; de centenares de columnas {de 400 a 1600 columnas por hiperco
-existen entre las neuronas conexiones de dos tipos opues lumna, cuya dimensión es de 0,5 a 1 mm por 3 a 4 mm de al
tos: si un grupo de receptores está asociado a una célula por una tura, y que contienen entre 100.000 y 200.000 células). Cada célu
conexión excitadora, la célula estará tanto más excitada cuanto la da una información ambigua por sí misma, que debe combinarse
percepción de unos afecta a la percepción de los demás. Conse - en cambio, pasan al menos de 50 a 150 milésimas de se
cuencia inmediata: no estamos en condiciones de ofrecer mode gundo entre la estimulación del receptor y la excitación del córtex.
los, ni siquiera simplificados, de estas interrelaciones complejas Se ha podido demostrar que la «pérdida)) de tiempo esencial
(e, incluso, algunas teorías lo prohiben, como veremos en 11.3). se realiza en La retina (alrededor de 100 de las 150 milésimas de
En cuanto a las imágenes, se perciben evidentemente como :.egundo en cuestión, o sea una décima de segundo, duracion muy
cualquier otro objeto y todo lo que acabamos de decir puede apli apreciable).
carse a su percepción. Dan, en panicular, numerosos indicadores
de superficie (véase TTT .2), y los bordes visuales aparecen en ellas Vamos a examinar rápidamente estos factores temporales
casi sistemáticamente como separadores de las superficies copla
nanas: como consecuencia importante. el contraste entre estas su
perficies se percibirá mejor en el caso de una imagen figurativa, 1.3.1. Variación en el tiempo de los fenómenos lumlno os
y no tanto en una escena real semejante a la representada.
Sólo mencionaremos dos fenómenos entre los más importantes:
Los pintores del claro-oscuro, por ejemplo, han utilizado pro a) La adaptactón: el ojo, como hemos visto, tiene un margen
fusamente esta particularidad: el contraste entre sombra y luz en muy amplio de sensibilidad a la luminancia (de 10 • a 1 0
el cuadro, en Rembrandt o Caravaggio, es mucho más fuene que cd/m ) , pero e n cada instante, en l a vida real. l a gama de las lu
en una escena real; difícilmente un cuadro v1vo podrá imitar La minancias que debe percibir excede pocas \ieccs del factor 100 (de
ronda nocturna (la tentativa de Godard en Pasión está más cerca 1 a 100 cd/m- en una habitación iluminada, de 1 O a 1000 fuera.
del cuadro que de la visión real, puesto que se trata además de de 0,01 a 1 de noche. . . ). Cuando se enfrenta con una vanación
una imagen plana, cinematográfica en este caso). brutal de la luminancia, el ojo se vuelve «ciego)) durante cieno
tiempo.
La adaptación a la luL es, por otra pane, mucho más rápi
1.3. El ojo y el tiempo da que la adaptación a la oscuridad: a veces es penoso salir de una
-;ala de cinc para encontrarse bruscamente a pleno sol, pero se
La vi ión cs. ante todo, en primer lugar, un sentido espacial. recupera muy pronto la capacidad de v1sión, mientras que, al en
Pero los factores temporales la afectan considerablemente por tres trar en la sala, se necesita bastante tiempo antes de ver algo (aparte
razones principales: de la pantalla, bastante luminosa generalmente). En cifras, la adap
1 . La mayor parte de los estímulos visuales varían con la du tación a la lu7 necesita unos segundos (según la amplitud de la
ración o se producen sucesivamente. adaptación que se deba operar}; y la adaptación a la oscuridad
2. Nuestros ojos están en movimiento constante haciendo va es un proceso lento que no se culmina sino al cabo de 35 a 40
riar la información recibida por el cerebro. minutos (unos diez minutos para permitir a los conos alcanzar
3. La percepción mi ma no es un proceso instantáneo; algu su sensibilidad máxima, y cerca de 30 minutos, seguidamente, para
nos estadios de la percepción son ráp1dos y otros mucho más len los bastones).
tos, pero el tratamiento de la información se hace siempre en el Estos fenómenos de adaptación sólo están teóricamente expli
tiempo. cados en su parte química (reconstitución de la rodopsina). Pero
son muy conocidos empíricamente y han suscitado, por ejemplo,
Puede intentarse valorar las duraciones implicadas por diver numerosos «trucos)) destinados a paliar las lemitudes de adapta
sos procc·os ncurológicos: ción a la oscuridad. (He aquí uno: si se quiere leer de noche un
- la luz e desplaza muy rápidamente: recorre tres metros mapa topográfico sin perder la adaptacion a la oscuridad, basta
en JO segundos; leerlo con gafas rojas: al estimular la luz roja sobre todo a los
- los receptores retinianos reaccionan en menos de 1 milési conos, los bastOnes seguirán estando adaptados).
ma de segundo cuando están descansados; b) El poder de separación temporal del ojo: numerosas ex pe-
34 t\ IMAGEN H P \1'1.!1. OEl OJO 35
rienda� han mostrado que el ojo sólo percibe dos fenómenos lu se �1uuc un objeto en mo' 1miemo (bastante lento): mov1mtcnto
minol>os como no sincrónicos si están suficientemente distantes mas regular. mas lento. cast imposible de reali1.ar en ausencia de
en el tiempo: '>C necesitan al menos de 60 a milésimas de
80 un blanco móvil.
segundo para separarlos con seguridad, y esta duración pasa a - Los movimiemo� de compensación (vestibulo-ocularcs) des
l OO m.s. (1 1 0 de segundo) si ha)' que distinguir, además, cual tinados a consef\ar la fijación durante el movimiento de la cabe
ha sido el primero. Esta duración, en terminas absolutos, puede :ta o del cuerpo; o;on enteramente reflejo�.
parecer cona: es de hecho muy larga si se la compara con otros - La deriva, sin objeto asignable. que atestieua la incapac1dnd
logros <;ensorialcs (¡el sistema auditivo tiene una resolución tem del ojo paru conservar una fijación; es un movimiento de velocidad
poral de unos pocos microsegundos !). moderada } de pequeña amplitud. corregido constantemente po1
En el mismo orden de ideas, el ojo no es muy rápido al sepa microsacudidas que de'uclvcn muy rápidamente el ojo a su fijación.
rar los estímulos luminosos (más allá de 6 a 8 destello por segun E�tos m O\imicnto� entrañan. durante su realización. una pér
do, por ejemplo, ya no percibe sucesos distintos. sino un conti dld.t de sensibilidad más o menos importante, pero de la que, e\'i
nuum, por un fenómeno de integración) dcntcmente, no somos conscientes.
No sólo nuestros ojos se mueven ca!>i permanememente, sino t\lá., fundamentalmente, pues, el tiempo e
... tá mscrito en nues
que nuestra cabeza y nuc.stro cuerpo son igualmente mó,'iles: la tra percepción Los conocimientos sobre este punto progresaron
retina está, pues. en movimiento incesante en relación con el en constderablemente con el descubrimiento en 1974 de la existencia
torno perc1bido. Esta movilidad continua parece que debena ser de dos tipos de células dél nervio óptico. unas especializadas en
una fuenre de <<ruido» visual, cuyos efectos habda que paliar: pues la re<;puesta a estados de cstimulación permanentes. las otra!> a
bien, no sólo no sucede nada de eso, sino que, de hecho, la per e.,tados tran itorios.
cepción es dependiente de esoc; movimientos. Estabilizando artifi La'> células «permanenteS>• tienen un campo receptor mas pe
cialmente la imagen retiniana por medio de complicados disposi que�o. corresponden ma., bien a la fóvea y trabajan cuando la
tivos, se ha comprobado que si esLa estabilización es efectiva imagen e!) nnida; las célula" «transitorias» tienen un campo bas
aproximadamente en 1 segundo (lo que corresponde, en la retina, tante grande, responden a los csumulos cambtames, correspon
al tama�o de, más o menos, tres receptores). se produce una den má., hien a Ja periferia y son poco sensibles al difuminado.
pérdida progresiva del color y de la forma, una especie de niebla Finnlmcmc, las células «tranmorias» pueden inhibir a las células
que viene a enmascarar la imagen poco a poco El movimien «permanentes»: lac; primeras serian, pues, más bien, una especie
to de la retina es, pue!>, indispensable para la percepción (véa de Sistema de alarma, y las segundas, un mstrumento analft1co.
se T I . l ) . Correlativamente, hay dos tipoc; de respuesta temporal del si<;
Los mo'imicntos oculares son de varios 1 ipo�>: tema nsual:
- Los movimientos sacádicos, muy rápidos (alrededor de una a) La respuesw «lf!llltm: es el conjunto de los efectos de e"ci
décima de segundo). bruscos, voluntarios (con ocasión de una bús taeión o de integrnción temporal. El primer efecto. la excitación,
queda visual, por ejemplo, cuando se vuelve al principio de la 'ie produce en el nivel de lo� receptores que. dentro de cienos li
linea en la lectura, o se explora una imagen con la vista), o invo mites, no distinguirán, o lo harán mal. entre una luz débil y bas
luntarios (para 1r a examinar un esrimulo detectado en la perife tante larga, > un destello muy corto e imenso. si la cantidad de
ria de la retina). Su tiempo de latencia (tiempo necesario para energía total e la mi�ma. El segundo efecto e� el que se produce
que cmp1ecen) es relalivamcnte largo, del orden de las dos déci cuando ' ario� destellos se �<tntcgran>, en una sola percepción por
mas de �egundo. que se 'iuceden mu;, apnsa. m3s aprisa que cicna duración cmica
- Los movimientos de <ieguimiento, por medio de los cuales (produciéndose esta fu!>ión en niveles posrctinianos).
LA 11\1·\t•EN EL 1-'APEL DEL OJO 37
36
Pero d erecto mas conocido en este campo � lo que se llama vadal>. El centelleo tiene lugar con todo fenómeno luminoso pc
la per�i,tenciu rctlninnn, que consiste en una prolongación de la � �
ri dico. > se roduce en el cine cuando la velocidad de proyec
acuvtdad de lo-; receptore" algún tiempo después del ftnal del e'tl clon es demastado lenta. Los pnmcros proyectare. daban a me
mulo. Esta durac10n de perc;istencia es tamo mayor cuanto m::b nudo W18 imagen centelleante: para eliminar este efecto, entre otras
adaptado está el ojo a la oscuridad, es decir, mas descansado. cos�. la velocidad de proyección (y por tanto tamb1en de la toma
más <<frcscO>I: la per,lstencia puede alcanzar vario �egundos para de \istas), no deJó de aumentar, pasando de unas 1 2 a 16 y des
un destello intenso; cuando el ojo no está adaptado a la oscuri pués, progresivamente, a 24 Imágenes por segundo. Cuando
dad, será má!-. breve. del orden de una fracción de segundo. aumentó la intensidad de las lámparas de proyección (especial
mente con los proyectores de arco), la frecuencia critica aumentó
Este efecto está siempre presente en la vida diaria, aunque no por encima de los 24 Ht, y, a 24 Imágenes por segundo. reapare
es realmente perceptible sino en circunstancias bastante raras (al ció el centelleo. Para eliminarlo sin aumentar más la velocidad
despertar, por ejemplo). Se ha pensado a menudo que estaba tam de proyección -lo que hubiese cntra�ado serios problemas
bién presente en el cinc, por la fuerte luminosidad de las im<ige mecánicos- se utilizó un recurso aún en vigor. consistente en «du
nes proyectadas, que provocaban w1a duración de persistencia del plicar», incluso en «triplican>, el sector opaco del obturador, cor
orden de un cuarto de segundo. Por eso, sin duda, durante tonto tando así el flujo luminoso del proyector dos o tres veces en cada
tiempo, se creyó poder explicar la reproducción del movimiento fotograma proyectado. Todo sucede entonces como si cada foto
por la persio;tcncia retiniana. Vamos a ver algo más tarde (véase grama fuese proyectado dos o tres veces, antes de que la película
11 .2) que esta explicación es totalmente falsa y que el cfccto-mo avance hasta el fotograma siguiente. Así se pasa, con 24 imáge
vimlemo movili1a mecanismos muy distintos. nes diferentes por segundo, a 2 x 24 = 48, o a 3 .>. 24
= 72 imáge
Un ejemplo aducido con frecuencia es el del «Circulo de fue nes proyecradas por segundo, por encima, pues, de la l rccuencia
gon (observado ya en la Antiguedad): i e hace girar con sufi cmica.
ciente rapidez una antorcha en el extremo del bra10, se verá un - El enma caramienro 'isual: unos e· tímulos luminosos que
ctrculo luminoso, sin poder disúnguir las posiciones uccssvas de �e dan poco tiempo dcspué� uno del otro pueden interactuar, per
la llama. El>tC efecto, sin embargo, sólo en parte se debe a la per turbando el segundo la percepción del pnmero: es lo que se llama
SIStencia retiniana: en todo caso. no tiene. e'identemente, rela efecto de máscara. Este efecto reduce la ensibilidad al primer
ción alguna con el cinc. que no incluye la percepción de un movi estimulo: se percibe meno., contraste, la agudcLa visual es menor.
miento continuo, sino la percepción de una proyección discontinua. Este fenómeno. explorado con frecuencia desde 1975, parece
b) Lo rer;puer;to ccrapido)): es el conjunto de lo efectos de res directamente ligado a la actividad diferencial de las célula� (<tran
puc�ta a cstimulos que vanan con rapide7. Entre estos efecto!>, '>Íloria�» y ccpermanentes». Un caso que se cna a menudo como
dos son especialmente intcresames para nosotros. porque afectan particularmente espectacular es el metacontraste: dos estímulos
a la percepción de las imágenes moviles: luminosos se suceden en un cono lapso de tiempo, siendo el c;e
- El ccnrcllco (en inglés, flicker): todo sucede como si al sss �
g ndo además �complementario» del primero en el espacio (por
tema visual cele costase trabajo)) seguir las variaciones de una luz CJcmplo, a w� dtsco luminoso sucede, a 50 milésunas de segundo,
_
un autllo lum111oso cuyo hueco ccmral ticnc exactamente el tama
neriódica cuando su frecuencia es superior a unos pocos ciclos
nor 'lcgundo, pero permanece bastante baja. Se produce ClliOilCCS i\o del disco: en este caso preciso no se percibirá el disco o c;e
una sensación de deslumbramiento que se llama centelleo. Cuan hará muy mal). Orro caso importante de enmascaramiento visual
do aumenta la frecuencia de la apariciones de la luz, este efecto es el enmascaramiento por el «ruido vi�ual» (estructura aleatoria
acaba por desaparecer: máo, allá de una frecuencia llamada fre de lineamientos): este enmascaramiento C.\ mucho más potente que
cuencia cn'tico (cuyo valor depende de la intensidad luminosa), cualquier otro.
se percibe entonces una luz continua.
La frewenc1a. critica es del orden de los 10 Hz para intcn.,ída En el cinc puede enmascararse la percepción del movimiento
dcl> rn\!dioo;, pero puede alcanzar los 1000 Hz con intensidade., ele- por un e tímulo (<vacio» insertando un fotograma en blanco en-
38 1 \ IMAGEN
lil PAI'cL DEL OJO 39
la ¡/ummaclón y el comraste: cuanto más ele\ados -;on, me ción ha progresado ciertamente desde 1912, pero s1guen estando
jor se percibe el mo\imiemo; mal re uchas numerosas cuestiones, en panicular é tas:
- el entorno: la perccpc1on del mo' imiento es en parte rela a) ¿Afectan movimiento aparente y movimiemo real a los ms i
cional ) \iene facilitada por la C\istenda de puntos fijos de refe mos receptores? A la luz de Innumerables e"periem:ias, parece que
rencia
�tímulos complejos (o muy cercano ) on tratados. en mo\imiento
aparente. por d mismo mecanismo que el movimiento real. mien
Es difícil percibir el mo\ imiento de un objeto en un campo
tras que estímulos más «binarios>) (los dos puntos luminosos de
no texlUrado (una nube a elevada altitud. en medio del ciclo. o
ames) implicarían distinto tratamiento .
un barco en el océano, en el honzontc: �erá mú� fácil ver su mo
b) ¿Qué atributos de un ob¡eto transmiten /a 1mpres10n de mo
vimiento si se mira por una ven1ana, cuyo borde desempei'tara vwllenro? Aparemernemc se da prioridad a la lumino<:idad sobre
el papel de referencia). OTro ejemplo: el mov1m1ento «autokmési
el color e mcluso -;obre la forma: o;e perctbina <<primero>) un mo
co», que hace que una lucecita en la oscundad se vea como <<en vimtento en tcrminos de luz y sólo después se asignaría este movi
mO\imiento esponráueo» a merced de los movimientos del ojo, mJento a una forma y, por tamo, a u n objeto.
porque falra LOdo marco de referencia. e) ¿Qué papel desempe11a el enmascaramiemo? El mO\imicn
to aparente es, de manera general, muy sensible al enma cara
miento; queda fácilmente <;uprimido c;i se intercala un campo lu
n.2.2. Movimiento real, movimiento aparente minoso uniforme entre los dos estímulos que supuestamente lo
originan.
liemos supuesto hasta ahora que habia un movimiento real d) ¿Qué relación existe emre percepción de la forma y percep
que percibir: el movimiento de un ObJeto real sii Uado en nuestro
ción del movimiemo? Se ha avanz.ado mucho menos sobre e te
campo visuaL Ahora bien, desde hace bastante tiempo. 'le ha com
punto, cuya experimentación es compleja. Se han podido suscitar
probado que podfa aparecer una percepcion del movimiento, en movimientos aparentes con estímulos sucesivos de muy diferentes
ciertas condicione . en ausencia de todo movimiento real. l::s lo
formas: se tiene entonces la impresión de que esas formas, no
que se llama el molimiento aparente.
sólo eMán en movimiento, sino que se transforman l a una en lu
La experiencia fundamental aquí es la misma que puso en evi oua (es exactamente lo que se produce en dibujos animados como
dencia la noción (Wenheimer, 1 9 1 2): -;e dan a percibir a un suje
los de Roben Breer o Norman \1cLaren). Pero e las experiencias
to dos puntos luminosos poco alejadoc; en el espacio, haciendo c;on dific¡Jes de interpretar; se ha supuesto a veces que existe un
variar la c;eparacion temporal entre eJios. Mientras el intervalo de waema «duplicado», que interpreta, por una parte, la informa
uempo enue los do'> destellos es muy pequeño, se perc1ben como ción sobre la localiación del estímulo, y, por otra parte, la mJor
simulráneos. Si, por el contrario, es demasiado ete..ado, los dos mac•on sobre la idenudad del objeto, pero esto sigue siendo hipo
destellos se perciben como dos !)Uccso dt'itintos y sucesivo . En téuco .
la zona intermedia -de 30 a 200 milcsirnas ele segundo entre los
destellos- es donde nace el mo\imicnto aparcme. Se han enume
rado diversas formas ele éste, e1iquctadas con lc1 ras del alfabeto n.2.3. El caso del cine
griego: el rnO\imienlo alfa es un movimiento de expansión o de
contracción (con dos destellos situados en el mismo lugar, pero
El cine utili1a imágenes inmóviles. proyectadas sobre una pan
c.Je tamai'ios diferentes). el movimienlo beta corresponde a la ex taHa con cierta cadencia regular, y separadas por momentos de
periencia descrita mru. arriba (movimiento de un punto a otro). oscuridad resultante!> de la ocultación del objetivo del proyector
etc.; el conjunto de esto fenómeno . ba!>tantc diferentes uno!> de
por medio de un obturador gira1orio, durante el paso de la pelí
otros pero relacionados. se llama hoy a menudo «efcrto fi». cula de un fotograma al siguiente. Dicho de otro modo, se pro
Wcnhcimcr planteó la hipótesi!> csencml, aún \alida. sobre el pone aJ espectador de cine un estimulo luminoso discontinuo que
tema: e trata de procesos posretiruanos. Ll deLalle de la explica-
(SI se elimina el centelleo, véase 1.3.3) produce una impresion de
1\ 1�1\GES EL P\PEL UH OJO 55
continuidad y, además, una imprc<>ión cle movimiento interno en fi. y gracias también al enmascaramiento \isual que nos desem
)a imagen por movtmtento aparente derivado UC Jos diversO!. tipO!) baraza rle la persMencia rettmana.
de electo fi.
Además, el movimiento aparente en el cinc implica cMímulo!)
suceshos bastante semejantes, al mcm1s en 1!1 imcrior de un mi<; 11 3 Los �rondes enjoc¡ues de la percepcton visual
mo plano; puede, puc'>, pcnsar-.c. conforme con el punto 1 1 2 2
a. que utili1a el mismo mecanismo que la pcrcepc10n del mo••i Las cuestione-> que acabamos de abordar en esta segunda par
miento real. Las consecuencias de esta htpótc-.is (ampliamente con te figuran emre las más complejas planteadas por el estudio de
siderada hoy como la má<; probable) son evidente': el movimien la percepción visual. Al afectar éstas a las categorías fundamen
to aparente en el cine no puede di,lln!!uir-.e, fisiológicamente tales del esracio y del tiempo, como he señalado, influyen incvi
hablando, de un movimicnLU real. <ic trata de una ilusión perfec tablemente en la concepción mi!>ma que uno se forma de lo visi
ta, basada en una de Jns caractensticas mnatas de nuestro sistema ble, de lo visual, y de la relación de lo uno con lo otro. que es
vbual, y lo-. progrco;o� rcciemes en los co;tudiO., de la percepción la percepción. Oe!,de hace casi tres siglos. los debates e han ceHi
vi.,ual confirman, pues, de manera brillante la., hipótesis, má!) in do a dos grandes enfoques a través de sus variantes sucesivas:
IUlliVao; que cienrificas en la época, de la escuela de Hlmologío un enfoque de tipo anal!tico y un enfoque de tipo sintético.
(19-17- 1950), retomadas y 'ii'itcmati1ada., entre otros en los prime
ros artículos cle Christian \1etz {1964-1965)
Ademá!>, como hemo., observado más aniba. .,i In inserción 11.3. J . El enfoque onalfllco
Je un fotograma en blanco bloquea el movimiento aparcntc por
un electo de enmascaramiento. el negro entre lo� fotogramas pa Como indtca este término, consiste en parur de un análi i'> de
rece desempeñar otro papel, el de un «cnma�caramiento del con la estimulación del -;istcma '"i'iual por la luz, intentando hacer co
torno» Se piensa hoy que la información detollada sobre los con rre�ponder los componentes a�1 al'ilados con diversos aspectos de
tornos quecla suprimida temporalmcnt�.: en cada fotograma en la experiencia percepll\a real. Esta tendencia quedó reforzada,
negro entre vario� de cllo� !>UCCSJVOS, v que e-; c�te cnma-;cara entre otras cosas, por la investigación sobre la e tructura del cere
micmo. precisamente, lo que exphcana que no haya acumulación bro, que evidenció la exhtencia de células especializadas en fun
de imágenc..� persistentes debida.c; a la pcrsio;tcncia retiniana: en cada ctones «elementales)) como la pcrcepcion de los bord�. de las li
instante no se percibiría mas que Ja posicion )')re\ente en la panta neas, de lo., movtmiento'> t11reccionales. etc.
lla siendo la anterior «borrada)) por enmascaramiento. Las representantes más tipic:as de este enfoque son las teonas
\lotcmo� para terminar que, desde 1912, ai\o en que se publi ((combinatoria!.)) o ccalgoritmicas)), muy en boga en lo:. años se
caron las experiencias de Wertheimer, la teoría del movimiento senta, época en la que pudo creerse, con la aparición de la infor
aparcmc por efecto-fi fue citada por Fredcrick Talbot en 'u libro mática, que unas combinatorias suficientemente complejas podrían
Movml! Picwre�: 1/ow They Are \-lude ami Worl.:ed; } en !916. dar cuenta de lodos los fenómenos naturales {hoy somos más pru
por llugo 1\lunsterberg, en <;u libro Tite Plwtoplay· A Psycllolo dentes). Para esta:. tcoria�. el sistema perceptivo engendra per
giml ')fudy, que la recogió de nue'o tletall<tdameme Es mucho ceptos verídicos, es decir, conformes con la realidad del mundo
más extraño verilicar que, incluso en atllores por otro parte im drcundante, y que permiten cspecialmenre la predicción, combi
portantes como André Batin o Jean-Louis Comolli, !>t.: hu seguí nando unas variables segun ciertas reglas.
do perpetuando, por inercia intelectual, la tcoriu totalmemc erró Aparte de este carácter combinatorio, la segunda caracterfsti
nea, además de intrínsecamente nb�urcla, de la <<pcro;istencia ca preponderante de estas tcortas es que constderan que la infor
retiniamm. Nunca insistiremos, puc�. hn'itnntc· la persistencia re mación contenida en la proyección retiniana no es suficiente, por
tiniana c:<i!.te por supue:.to, pcro �¡ dcsempc1larn un papel en el SI sola, para la perccrc1ón precisa de los objetos en el espacio,
cinc, sólo podna producir un batiburrillo de unúgenes remanen y que ésta necesita recurrir a otras fuemes: hacen, pues, ingresar
te�. La perccpcion fílmica sólo e.. poo;ible, de hecho, por el efecto a la vez en sus combinacione!), en sus algoritmos, las variable
56 Lo\ 1\IAGEN EL ¡>\PEL DCL OJO 57
intrfnsecas deducidas del análisis de la información retiniana, y ríos para interpretar lo que se ve, preferirá 1<i0\entar» una res
unas variables extrínsecas. ligadas a otro eventos ( e�ale!> eferen puesta a no dar ninguna.
tes que dirigen los mo'irniemos de lo ojos. memoria, etc.). Las - Los encuentros repetidos con el mundo visual producen,
mismas dos características se encontraban ya en las más antiguas ademas. háb1tos que �e traducen por txpectatn·os en cuanto aJ
teorías analíticas. las llamadas a veces teonas empiristas: de Bcr resultado visible de los ac1o� perceptivos (y motores). Eo;tas ex
keley ( 1709) a Helmholtz ( 1 850), se insisua en particular en el en pectativa" '>Oil fuente. en gran parte, de las hipótesis de im·anan
lace y las asociaciones, aprendidas por experiencia, entre daros cia emitida� sobre lo) ObJetos del mundo \isual.
opticos y datos no visuales (de ahí el nombre de asoctacionismo,
aplicado igualmente a estas teorías). Estas antiguas teorías insis Ln ejemplo aduc1do con hc<.:ucncia a este propósito es el de
tían mucho en el aprendizaje que llevaba a asociar y a integrar lo que se llama «colina». La relatl\'3 mdecisión del área semánti
informaciones heterogéneas. ca de la palabra, que hace que una <<colina>� no tenga realmente
Toda�o las teorías analíticas se basan en el uc;o de lo que se tamaiiu fijo y, por otra pane, el hecho de que, en la naturaleza,
llama la hipótesis de invariancla. Para una configuración dada el tamaño efectivo de las colina� varíe efC\:tivamente mucho, hace
de la proyección retiniana, existe, como ya hemos destacado, una difícil, en ausencia de otra<; rl!lerem;ia., vi-.uales, juzgar el tamaño
infinidad de objetos posibles que producen esta configuración. real de una colina localitada en un paisaje.
La hipótesis de invariancia consiste en suponer que, entre esta
familia de objeto , el observador elige uno de ello!> y uno �olo;
el modelo empirista supone entonce!> una aplicación repetida de TT.3.2. El enfOCJUe sinlélieo
esta hipótesis, en el modo de los <<ensayos y errores>>: si una apli
cación resulta errónea, el sistema visual «revisa» sus hipótesis de Consiste, por el eomrario. en buscar correspondencias de la
invariancia y emite otras para hacer coincidir todas la hipótesis percepción del mundo \isual únicamente en el estimulo. Para es
con una configuración posible (segun la experiencia adquirida y tos enfoque . la imagen óptica en la retina -incluidas por su
las asociaciones). La hipótesis de i0\ananc1a esta, pues, ligada pueMo su modif1cac:iones en el tiempo- condene toda la infor
al fenómeno de constancia perceptiva antes mencionado: por ejem mación necesana para la perccpc1on de los objetos en el espacto,
plo, la constancia de orientación, que hace que la orientación de por estar nuestro sistema vi�ual c;uficientemente equipado para tra
los objetos mirados siga percibiéndose como constante a pesar tarla en este sentido.
del cambio de imagen retiniana, resultaría de un algoritmo que Este enfoque c�tá representado en el siglo '1" por el «irma
implicaría, entre otras cosa , la orien1ación registrada del cuerpo: ti-;mm> (Hering) que. como su nombre indica, se definió por opo
la constancia de tamaño se ob1endría por un algoritmo que corre sición a todas las tconas que supoman un aprendizaje de la vi
lacionase el tamaño relíniano con una información referente a la �ión. A pnnc¡p¡os del siglo ''· 'e pondrci ma� bien el acento. con
distancia (lo que a veces se llama «ley del cuadrado de la� distan los teóricos de la forma (Gesta/ttlteorie). sobre la capacidad. igual
cias»), etc. mente innata, del cerebro para organi7.ar lo visual segun leyes uni
Naturalmente, en estas teona:,. que combinan lo visual y lo 'ersales y eternas. Pero fue a partir de 1950, con los trabajos de
no 'isual, se concibe como importante el papel del observador: J .J. Gibson } de su escuela. cuando este enfoque volvió de nuevo
- Hay tendencias propias (las mismas, más o menos, para a la acwalidad bajo el nombre de teona psicojl
sica y, después.
todo el mundo), como la tendencia a la equidistancia (cuando los de teoría ecológica de la percepción visual.
indicadores de distancia relativa son poco claros, los objetos Lien La originalidad de la teoría de Gibson es que cons1dera las
dcn o aparecer como equidistames), o la tendencia a la distancia transformaciones de la proyección retiniana como un todo indi
especifica (en presencia de una información muy reducida sobre sociable, no anali1ablc. Para él, los elementos obtenidos por d
la distancia absoluta, c;e tenderá a ver los objetos siempre a la análisb sólo existen en el mundo anit1c1al del laboratorio donde
m1sma distancia, alrededor de dos metros). Podría decirse, en ge :,e los pone en evtdcnc1a, y no en la percepción diaria, «normal»:
neral, que si el sistema visual no tiene todos los elementos necesa- de ahí su propos1C1on de un enfoque «CcologiCO», que rechaza
58 l\ l\1,\(.of:.N
H PAPel I>EL OH> 59
otra parte, necesario conocer la distancia de un objeto para saber proporciona toda la informactón util para eso, baJO 1� especies
lo que es este objeto, ni haberlo ' isto >a para percibirlo como de la perspectha dinámica (relación entre ujeto ) entorno) ) de
dotado de un tamaño y de una forma El flujo retiniano re'istc, las estructuras in,ariantc� (sucesos y objetos en el entorno). El
finalmente, en este enfoque una importancia particular, puc�to papel del aparato visual no es, para él. ni eI de <<descodificar»
_ _
que cada variedad de movimiento de objeto o de mo' imicnto del uno� inputs, ni el de «construin, perceptos, stno el de e:araer m
observador produce un cieno esquema (único) de transformacio formación. La percepción es una actividad directa.
nes en la rc1ina: por ejemplo, el movimiento de un objeto en reJa-
siguknte, sobre esta nocion, especialmente con una per�pecth a plorarse>� 1oda la superltcie Jd campo ...,¡.,ual situado ha�ta uno�
p'>icoanalítica. Pero podemolt, entretanto, ofrecer una pnmera de 30° de la fó...,ea '>in lllO\cr lllS lljos, tínic:amente dirigiendo la aten
finición más limitada de ella: la mirada es Jo que defme la inteo don ..ucesi,·amcntc a todas las zona!> de e�til sup\!rficie (el kctor
cionalidad }' la finalidad de la visión. No e�. si se quiere. más podra intentar convcnccr�c de ello).
que la dtmemión propiameme humana de és1a.
La psicología de la percepción 'isual dcdtca capu ulos impor
lantcs al estudio de la mirada, en algunas de sus mamfestacione:. 1 1 1 . 1 .2. tu bú.,t¡ucdu 'j.,uul
(las mas cercanas a la conctcncta -la" má" alejadas, por el con
trano, del inconsciente-, al ser de fuene oriemactón cognilivista �e habla de husqucda para designar el proceso que constste
cast todos los estuclios psicológtcos; \-éasc capuulo 2, 1 .2.4), en en encadenar varias fijaciones de la mirada seguidas en una mis
particular al problema de la selccti,idad de la mirada, por media ma escena \Jsual pura explorada con detalle.. Este proceso, evi
ción de la atención y la investigación visual. demememe, e<>ta tntimamcnte ligado a la atenctón y a l a informa
ctón, al c;er dctclminado el pumo en el que se detendra la próxima
fiJactón de la mtrada a la vez por el objeto de la búsqueda, la
111. 1 . 1. La atención vi11ual naturale.t..<t de la iiJactón actual � el aspecto del campo visual. Si
se mira un paisaje desde lo allo cle una colina, la búsqueda visual
Siempre se concede un papel esencial a la atenci<)n , pero sin no será la misma (ni Jos pu111os de fijación sucesivos, ni el ritmo)
definirla con precisión. Son numerosas las experiencias sobre esta 'cgún sea uno gl;ólogo, aficionado a las ruinas romanas o agri
cuesrión, pero fracasan cru.i todas a la hora de dar resultados real cultor. E-;tc ejemplo es simpli)ta. apunta sólo a subrayar que sólo
mente interpretables, por su carácter ca�i tautológico: pata defi hay bú,qucda 'i-.ual si hay proyecto de bt.h.qucda más o meno'
nir la atención y cxpcrimenrar sobre ella hay que tener }a una ¡;onsciéme (aunque sea la auscncta aparente de pro�ccto, que con
dcfimción de la misma (que corre el peligro. desde ese momento, siste solameme en espigar l.t informac:•on intcr�ame sin prejUZ·
de ser la del senudo comun). ,gar su posible naturalc1a).
Se opera de modo bastante unánime, aunque con palabras dis Esta noción e� e..pecialmeme intcrc'iame en el caso de las ima
tinta-.. una distinción entre atención central y atencton pcrijenca: gene... Se lw de,tac.tdo dc,de hace mucho tiempo (al menos desde
- la pnmera es1á concebida como una especie de JocahLa los ano' ucinta) que nmamos la:. imúgenc'>, no globalmente, de
ción sobre los aspecto importante� del campo \isual pucs1os de una \CZ, sino por fijaciones 'ucco;Í\a... Las e\periencias concuer
manifiesto por un proceso llamado a veces preatcntivo. } que Ul dan casi totalmemc: en el caso de una imagen mirada sin ninguna
nc Net ser (uno de los padres de la psicología cogmuva) describió imención parucular. las fijaciones suce'i�as duran w1as décimas
como una especie de segmcntactón del campo en objetos y lon d�o segundo cada una y se limitan bas1ame estrictamcme a las par
dm. que permiten a la atención concenlrarse en uno de e�os seg les de la imagen má� pro'tslas de información (lo que puede dcfi
mentos cuando él> necesario; nir'>e de modo bastante riguroso como la� panes que, memori.t..a
la segunda. más vaga, afecta �obre todo a la atención a das, permitirían re¡,;ono�c• la imagen en um1 s�gunda presentación).
los fenómenos nuevos en la periferia del campo. Lo que unpt esionu 111 ucho en e\1 as experiencias es la au�cncia
Esta distinción delimJta. por ejemplo. In noción de campo vi tolal .h;
¡ regularidad en las senes d1. fiJación de la mirada: no hay
sual, que designa la zona, alrededor del punto de fijación de la bartido regular d.: la imagen de urriba abajo ni de izqmcrda a
mirada, en la cual w1 sujeto puede regisunt info11nacion en cada der.:cha, ni esquema visual d1.. conjunto, sino, por el contrario,
trtstumc dado. La dimcno;iún de este campo útil es del urden de \aria!'. fijactones muy �ercanas en �.oada wna fucncmemc mfor
unos pocos grados alrededor de In fo,ca; depende mucho del tipo mati\a y. entre e�a!> zona-., un rcconido complejo (figura 8). Se
de mancha visual en que se fija la mtrada: el campo (uil es tamo ha mtentado pre.,.er lo� 11nyectu' de cxploracion de una imagen
ma}'or cuanto más simple es el es1ímulo que c:e debe regtstrar o por el ojo, pero, c:u auscucia dl toda constgna explicita, estos tra
detectar Se ha podtdo, sin embargo, demostrar que puede <<ex- yetto� 'on un indc,ciltablc cmrelatado de !meas quebraJas. El
LA 11\tAGI!:-.
el P.WCL DLL OJO 65
unico re!>ultado constantemente \erificado e que e te trayecto se mente -eso será mas difícil- a la percepción de estas imágenes
modifica por la introducción dt; consigna� particulares. lo que \!S \ no a su interpretación, reservando para lo!\ próximo capftulo
normal a la vista de lo que deciamos: una mirada informada se �1 examen de su utilización en un marco subjeth·o y ·ocial.
de plaza de modo ctiferente por el campo que explora.
cho de otro modo, el hecho de percibir la imagen como una su por todos los medios disponibles la existencia y la silUación de
perficie plana es lo que permite percibir más eficazmente la terce la uperficte de la tmagen). Es tnútil subrayar la imponancia de
ra dimensión imaginaria representada en la imagen. esta hipótesi!. para la percepción de las imágenes: en el museo,
Esta hipótesis puede parecer sorprendente, puesto que parece en el cine. ame el receptor de televisión, sólo excepcionalmente
ir a contrapelo de la opinión corriente, segun la cual se creerá estamos situados en el punto de vista exacto previsto por la cons
tanto más en la realidad representada en una imagen cuanto más tmcción pcr�pcctiva: -.in compensación, no vedamos más que imá
se olvide u naturaleza de imagen. De hecho, no hay realmenre genes distorsionadas, deformadas
contradicción: la hipótesis de Pirenne no considera el saber del d) Doble realidad y aprendtzaje: si la percepción de la profun
espectador, ni los efectos de credibilidad provocados eventualmente didad de las imágenes moviliza, al menos parcialmente, los mis
por la imagen; se aplica en un nivel anterior a esos fenómenos mos procesos que la percepción de una profundidad real, la per
psicológicos. En este nivel, ha recibido numerosas confirmacio cepción de las imagenes entonces debe desarrollarse, corno la otra,
nes experimentales y se ha evidenciado el mecanismo «compensa con la edad y la experiencia, pero no forzosamente al mismo rit
dor», sin que de Lodos modos haya podido explicarse de manera mo. Parece, por ejemplo, que los nillos, hasta aproximadamente
absoluta. los 3 anos, perciben mal la bidimensionatidad de las imágenes,
La compensación es tanto más eficaz cuanto que el especta y tienden a tratar las proyecciones retinianas que provienen de
dor puede desplazarse y utilizar sus dos ojo!. (o sea, confirmar ellas como si viniesen de objetos reales.
< )>
probable. La imagen sólo planteará problemas s1 ofrece caracle
nsticas contradictorias, o si la representación C!> insuficientemen
te informativa: es el caso de las figuras ambigua!>, paradój1cas,
inciertas, como la de la figura 11.
Aquí, y salvo el parecido for
mal entre el principio de mayor probabilidad y la hipótesis de in
)>----<
variancia, base de la constante perceptiva, empezamos a dejar el
campo de la simple percepción para entrar en el de la cognición: Fi¡¡uru 12 IJu,hin de llenn¡,o llusJon de Pon.to llusJon de Mullcr-Lycr
la selección del obJeto más probable �e opera, ciertamente, según
los mismos procedimientos que en la visión real, pero recurriendo l:.sms ilusiones <<clemcmoles)) se refieren, pues, a dibujos no des
además a un repenorio de objetos simbólicamente representados tinados a reprcsema1 csccua� reales, y en los que abundan los indi
en el cónex visual, ya conocidos y reconocidos. cadores de bidimcnsionalidad. La ilusión provendría entonces, se
gun una hipótesis de R. L . Gregory, de una interpretación de estos
dibujos en térmtnos tndimensionales y haciemlo intervenir. por tan
Lo, una constante perccpt iva «dc�plazada», y CloO a pesar de que
estas imágenc'> pocas vece'> dan lugar a una interpretación cons
ciente en térmtnos de profundidad. Por ejemplo, en la ilusión de
Ponzo, la barra de arriba se ve como «más lejos» en virtud del efec
to perspectivo induc:ido por la coO\.crgcncia de las oblicuas: aJ es
tar, pue'>. mlb lejos y tener una proyección tan grande como la otra,
\<se ve» más grande. Del mtsmo modo, en la ilusión de Milller-Lyer.
el segmento de abajo, VISto como un Jincon interior, es <<amplia
do» para compensar su supucsco mayor alcjamiemo.
El estudio de e�tac; ilusiones (y de muchas otras) se prosiguió
Figura 1 1 . ¿Pata o conejo? 1� li¡:ura central es ambigua. muy acthamemc en lo� a1'10 sesenta y setenta, en especial por par
te de la escuela inglesa <;eguidora de R.L. Gregof) y Béla Julesz.
como objeto privilegiado que habria de dar supueslarneme acceso
111.2.3. Las ilusiones elcmenlules a Ciertos mecanismos de la 'i'>ión. Estos investigadores quedaron
impresionados sobre todo por la capacidad del sistema visual para
Se dice que una imagen produce una ilusión cuando su espec asociar a unas itm\gencs (aqul muy simplificadas) unas caracteris
tador describe una percepción que no concuerda con un cierto licas no visualc'>, en particular espaciales. Esta conclusión es la que
atributo físico del estímulo. Sólo mencionaremos aquí las ilusio retendremos también: la imagen se percibe. casi automáticamen
nes referentes a la evaluación de los tamaños y de las distancias te. mediante una interpreLación en Lérminos espaciales y tridimen
(y no. por ejemplo, las ilusiones ligadall al después o a la rema sionales. La� ilu�ionc� elementales del tipo de las que hemos men
ncncia, como la ilusión de la cascada): la figura 12 da algunos
cionado no hacen sino manifestar �pcctacularmeme esta capacidad
ejemplos clásicos de ello. de un modo particular. que es el de la percepción «obligada>>.
LA tM"OI� 1!1 PAI'Fl OH OJO 73
72
tros la utilitaremos aquí en el sentido de «forma globah>, <<forma más s1mbólíca (o cuando la profundidad se representa de manera
de conjumm> característica de un objeto representado en una ima incorrecta). En todo'> e tos casos, en Jo que está ausente 0 es
gen, o de un <;ímbolo sin existencia fenoménica en el mundo real. pobre la información sobre la profundidad, pueden entrar en jue
Se trata, pues, aqut, de la pcrccr>ctón de la forma en cuanto uni go otros principios de organización formal.
dad, en cuanto configuractón que 1mplica la extstencia de un todo b) La separactón fi�ura fondo: esta doble noción, que ha pa
que estructura c;us partes de manera rac10nal Por ejemplo, se re sado hoy al lenguaje corriente. fue propuesta por psicologos de
conocerá en una imagen la forma de un ser humano, no sólo si la percepción para designar una división del campo visual en dos
puede identificarse un rostro, un cuello, un torso, unos braLos, 1onas, separadas por un contorno. En el interior del contorno
etc. (al tener cada una de estas m1smas unidades, por otra parte, (borde visual cerrado) se encuentra la figura; esta tiene una for
una forma caracterfstica), sino si se respetan cicnas relaciones cs ma, un carácter mós o menos objeta!, aunque no sea un objeto
paciale� emre estos elementos. reconocible; se percibe como situada más cerca, como de un co
Así concebida. la noción de forma es relativamente abstracta, lor más visible; en las cxpenencias es más fácilmente localizada
y en panicular relativamente independiente de las caracterfsticas identificada y nombrada, más fácilmente asociada a valores se �
físicas en las cuales se encuentra materializada. lJna forma pue mánticos, estéticos. emoc10naleo;. Fl fondo, por el contrario, es
de, por ejemplo. cambiar de tamano, de situación, cambiar algu más o menos informe, más o meno-. homogéneo, y se percibe como
nos de Jos elementos que la componen (punto� en lugar de una extendido tras la figura.
hnea cominua. . . ). sin verse r�lmente alterada como forma. Es NOLemoc; que esta c.li-;tinción «'>C origina>> en la percepción diaria
lo que ha formulado. mas claramente que cualquier otro enfo tal como la dco;cribe la concepción ecológica: percibimo� muchas
que, la Gesta/11/reorie, al definir la forma como esquema de rela figurac; (conjuntos de 'iupcrficies texturadas que constituyen obje
ciones invariantes emre cienos elementos. to�) o;obre unos fondos (superficie' texturadas o no, pertenecien
a) Forma, bordes visuales, ob}eros: todac; las experiencias con tes o no a objetos). Fs, incluso. una de las constantes de toda
firman esta idea (sensata) de que o;on los bordes \lsualcs presentes e�cena perceptiva real l a importancia practica de la distinción
bien que se es entonces incapaz, no sólo de percibir formas, sino, rioc;. de los caracteres distintivos de la figura enumerados más
incluso, de percibir sin más. Segunda idea sen ata confirmada por arriba.
la experiencia: la percepción de la forma requiere tiempo. Incluso La Gesraluheorie ha adelantado la idea de que la separación
al presentar una figura muy sencilla (circulo. triángulo, cuadra figura, fondo es una propiedad organizadora (espontánea) del sis
tema visual: toda fotma sería percibida en su entorno. en su «con
do) a un sujcLo, si la presentación tiene lugar con Ju1 débil y es
muy breve, el sujeto sólo Lendrá conciencia. muy vagamente, de texto», Y la relación figura/fondo sería la e'itructura abstracta de
haber visto algo, sin saber bien qué. En este tipo de experiencia esa relación de contextualización.
Esta concepción guestáltica fue criticada por las teorías analí
de JaboralOrio, todo sucede como si hubiese construcción de la
ticas, que observaron, por una parle. que la separación figura/fon
forma por el sisrema visual: asJ, la prolongación de la presema
do no es inmediata (necesita un tiempo); por otra parte, que n i
cion hace idemificable la forma.
.
SIQUiera e -, u n proceso primario en relación con otros como la
E n una imagen figurativa, la percepctón de la forma es inse
exploración \tsual, la visión periférica, o las expectativas del es-
parable, no solo de la percepción de los bordes, sino de la de los
1 \ tMAGI!l' ct PAPI.!L DI.!L OJO 75
74
rely, que redescubren principios de organización. de e�tructura, en general a lo largo de los contornos. y sobre todo en los lugares
de forma. del todo comparable:.: vease el capitulo 5. 1.2). en los que la ctireccion cambia muy rápidamente. 1\ esos puntos,
d) Forma e mfom10cion: desde hace alguna!> década�. la� tcn sobre todo, ec; a los que '>C d1ngc de manera pnvileg1ada la aJen
Clón del c.pectador cuando e le plantea una pregunta de tipo «in
lalhas para superar la teona de la forma c;e concentraron en gran
formauvo)) (por ejemplo, "1 �e le pide que memorice o que copie
parte alrededor de la noción de información, en el sentido tecntco
una figura).
que le dieron las teorías urgida'> de los celebres trabajOS de Shan
La noción de intormadón ha permitido reformular los princi
non y Wcavcr. La idea directriz es que. en una figura dada. exis
pios guestáhicos de modo má-. general, englobándolos en el prin
ten partes que proporcionan mucha infom1ación y otras que pro
cipio del mínimo: de do., organitacione� informacionales posibles
porcionan poca: estas ultimas son las que apenas ccdicen» más
de una figura dada, la má'> sencilla es la que será percibida, la
de lo que <<dice)) ya su vecindad, las enteramente previsibles; acerca
que implica más redundancia o. lo que viene a ser lo mismo, aque
de éllas -;e habla de redundancia.
lla cuya descripción moviliza meno!. información. Esta generali
zación es en si intcrcsanJc, aunque no haya respondido hasta ahora
o o o • • • a las cxpccta!ivas de información que había despenado (notemos
o o o o o o que el principio del m!nimo está. cvidemememc. actuando con
o o o • • • gran amplirud en las imágenes de smtesis). En cambio, ha dado
o o o o o o lugar a gran número de desarrollos en el marco del enfoque cons
(•) (b) tructivisJa, para el cual la percepción de ligurac; y de objetos se
funda en una acumulación de predicciones y de «tests>> sobre lo
• que significan los bordes: predicciones, por su parte, fundadas
• • • • • • •
• • • a la vez en la dec;igual distribución de la información y de la re
•
•
•
•
• •
• • • • • dundancia en la ligura, } en las expectativas del espectador .
•
•
(r)
o
•
• •
•
•
¿Qué se puede retener de esta relación entre el instrumento
• •
más universal, el ojo, ) la imagen. Objeto cultural, histórico por
• •
• • excelencia, infinitamente singulariz.ado en mil formas diferemes?
•
Ante todo, como dcc1amo'> en forma de perogrullada, que no
(el)
hay imagen s1n percepción de una imagen. y el estllctio, incluso
rapido, de los grandes caracteres de la c;egunda, evita muchos erro
Figura 14. (nl ley de proX1IIln
ld d, (b): lev de stmilitud. le): lc:v de In continuaCIÓn res -algunos convenidos en verdaderos clichés- en la compren
adecuad<�. (d): le} de: dau,ura. sión de la primera. Pues SI la imagen es arbitrana, invemada, ple
namente cultural, su visión, por su parle, es casi inmediata. El
En una figura visual, la redundancia proviene de una lOna estudio inlercultural de la percepción visual ha dernoslrado abun
de color o de luminosidad homogénea, sin rupwra, o de un con uantemenle que unos sujetos que nunca han sido expuestos a ella
torno de dirección casi constante, etc. Se introducen otras redun tienen una capacidad mnata para percibir los objetos figurados
dancia., por las grandes regularidades de estructura, en primer lu en w1a imagen y su organización de conjumo, con tal de que se
gar In simetría, pero también por el respeto de las leyes guestalticas les den los medios de utilizar esta capacidad, explicándoles qué
(y de modo general. todo criterio de im•anancia). La!. parle!) no es una imagen. (Estos estudios se han hecho mucho más demos
redundames son las partes inciertas, no previsibles. concentradas trativos desde que los etnólogos. por una parte, tomaron conciencia
78 l-\ I\1\Gcr-.. El P;\PEL DEl OJO 79
de su propaa posicaón de encuestador exterior y, por otra parte, Bailble (Ciaudc), « Programmauon du rcgardH ( 1 977), en Caluers du ci
daspusieron de medios de producción de imágcne� casa amtantá nema, 281, 5-19 ) 282, 5-20.
neas, con el vadeo o la Polaroid.) Se ha reprochado a menudo Frais.se (Ciaude) y Piaget (Jean), (comp.), Troue de psycllolugte expén
a los estudaos sobre la percepción de la'> imágenes el hecho de mema/e T VI: Percepuon, Parls, P U.F., cd. revi�;ada. 1975.
,
Prc '· 1975 y 1978. Paris tr. fr., Khnck�ieck, 1974 (trad. ca\! · Laperspectiva como <ifor
ma simból1can, Barcelona , lusquets, 1986)
Richards (Whitman), «Visual Space Pcrccpuom•, en Handbooli. of Per
11 .l. El /ttiiCtOIIamíento del ojo ception, vol. 5 , op. cit
Roek ( ln·ing). An lntroductum to Perceptw11, "'ueva Yod ..-Londres, \lac
Frisby (Jolm P.), De 1'0!11 a lo vision ( 1 980), París, u. fr Nat han, 1982 millan 1975 (trad. ca�t .. La penepción, Barcelona, Prensa cientifi
.
Koffka (K ), Principies oj Gestaft Psyc:hofogy, Nueva York, llarcourt 2. El papel del espectador
Brace, 1935
P1renne (Maurice), «Vision and Art)), Handbook of PerceptiOII, vol 5,
op. cn., 434-490; Optics, Painting and Photographv. Cambrid¡re um
ver:.uy Press, 1970.
Finalmente, una recopilación de aniculos muy importante 'obre la per
cepción de imágenes: Hagen (Margaret 1\.) (comp.), The Perception
of P1ctures. Vol. 1: Alberti's Window: The Projective Model of Píe
torial lnformation: vol. 1 1 : Dürer's Devices: Beyond the Projectíve
:\lodel of Pictures, Nueva York, Academic Press, 1980
Las imágcne están hechas para ser vistas y teníamos que em
pezar por conceder una pane relevante aJ órgano de la visión.
El movimiento lógico de nuestra reflexión nos ha llevado a verifi
car que este órgano no es un instrumento neutro, que se comeme
con transmitir datos lo más fielmente posible, sino que, por el
comrario. es una de las avanzadillas del encuentro entre el cere
bro y el mundo: partir del ojo conduce, automáticamente, a con
siderar aJ sujeto que utiliza este ojo para observar una imagen,
y al que llamaremos, ampliando un poco la definición habitual,
el espectador.
Este :;ujeto no puede definirse de modo sencillo y, en su rela
ción con la imagen, deben utilizarse mucha'l determinaciones di
ferentes, contradictorias a veces: aparte de la capacidad percepti
va, se movilizan en ella el c;abcr, los alectos y las creencias,
ampliamente modeladas a su vez por la penenencia a una región
de l a hisLOria (a una clase soc1al, a una época, a una cultura).
En cualquier ca o, a pesar de las enormes diferencias que se bao
manHcstado en la relación con una imagen particular, existen cons-
82 1\ l\1\GLN El PAPEL DEL ESI'LCIAI>OR 83
tantcs, en alto grado Lranshtstóncas e mcluso intcrcullurales, de a) Un ¡•olor de representaCión: la imagen representativa es la
la relactón del hombre con la imagen en general. Desde este pun que representa CO'>as concretas («de un nivel de abstración infe
to de 'isla general 'amos a considerar al espectador. poniendo rior al de la'> 1mágene., mismas»). La noción de representación
el acento sobre los modelo� p icológicos que o;e han propuc 10 e:. capital y volveremos detemdamemc �obre ella, contentando
para estudiar y comprender esta relación. nos de momento con ::.uponerla conocida, aJ menos en sus gran
de!. hncas.
b) Un \'olor de slmbolo: la unagen simbólica es la que repre
l. LA IM.\GE.� y su ESPH'T\DOR senta coloas abstractas («de un valor de ab.tracción superior al
de las imagenes nusmas>>).
Emendamonos: aqUI no se trata, ni de sostener que la rela Dos rapidas observaciones micnlras volvemos a la noción de
ción del espectador con la imagen sea sólo comprensible (o eme s1mbolo, muy cargada a c;u ve; históricamente: en principio, en
ramcnte comprensible) por los camtnos de la psicologia, ni, me estas dos primeras definiciones, Arnheim supone que e sabe apre
nos aún, de proponer un modelo univer<;al de «la>> psicología «del» ciar necesariamente un «nivel de abstracción», lo q u e no siempre
espcc1ador. Se trat ará simplemente de enumerar alguna<; de las es evidente (¿es un círculo un obj eto del mundo o, más bien, una
respuestas más importantes a eslas preguntas: ¿qué nos aportan abstracción matemática?); seguidamente y sobre todo, eJ valor sim
las imágenes? ¿Por qué que han existido en casi todas las socie bólico de una imagen se define, más que cualquier otro, pragmd
dades humanas? ¿Cómo se observan? ticamente, por la aceptabilidad social de los símbolos represen
tados.
e:) Un ¡•alor de signo: para Arnheim, una imagen s1rve de SJg
1.1. ¿Por qué se mira una imagen? no cu ando representa un contenido cuyos caracteres no refleja
vi sualmente. El ejemplo obligado sigue siendo aquí el de las seña
La producción de imágenes nunca es absolutamente gratuita les -al menos de ciertas señale<;- del códtgo de circulación, como
y, en todos los tiempos, se han fabricado las imágenes con vistas la de fin al de limitación de veloctdad (barra negra oblicua sobre
a cierlO!. empleos, indi viduales O colectivos. l.Jna de las primeras fondo marfil). cuyo sigmficame visual no mantiene con u signi
rcs pue tas a nueslra preguma pasa, pul!!> , por otra pregunta: ¿para fic-ado sino una relac1ón totalmente arbi1raria.
qué sirven las m
i ágenes? (¿para qué se las hace servir?) Esta claro A dectr verdad, las imágene'>-signo apenas on imágenes en
que, en todas las sociedades, se han producido la mayor part e el senudo corriente de la palabra (que corresponde, grosso modo,
de las imágenes con vista s a cienos fm es (de propaganda, de in a las dos pnmeras funciones de Arnheim). La realidad de las imá
formación, religiosos, ideológicos en general), y más adelante di genes es mucho má compleja y hay pocas imágenes q u e encar
remos unas palabras sobre esto. Pero, en un primer momento, nen perfectamente una y sólo una de estas trel> fu nciones, al par
y para concentrarnos mejor en la pregunla obre el espectador, ticipar la inmensa mayoría de la s imágenes, en grado variable,
sólo examinaremos una de las razones esenciales de que se pro de 1� tres a la veL. Para tomar un �encillo ejemplo, u n cu adro
duzcan las imágenes: la que deriva de la pertenencia de la tmagen de tema religioso situado en una igle!>ia, pongamos La Asunción
en general al campo de lo simbólico y que. en consecuencia. la de la Virgen de Ti1iano ( 1516-1518) en la iglesia de Sama M aria
sitúa como mediación entre el espectador y la realidad. dci Frari en Venecia, po�ec un tnple valor: significa -de modo
ciertamente redundante en este caso- el carácter religioso del lu
gar. por su inserción en la panc alta de un altar (notemos que,
l. l . l . La relación de la imagen con lo real en este ejemplo, Jo que constuuye el signo, en rigor, es menos
la imagen misma q u e su snuacion); y representa personajes dis
Seguiremos aquí l a ret1exión de Ru dou· ARNIILIM ( 1969). que puestos en una escena que es, adcmas, como toda escena bíblica,
propone una sugestiva y cómoda tricotomía entre valores de la ampliament e smlbo/Jca (�imboUsmos parciales, por otra parte, 1aJes
imagen en su relación con Jo real: como el de lo colores, actuan aqut tambicn).
84 1 \ IMAGE"' EL P-\PEl OEL C'\PI-CT r>OR 85
Este enfoque del espectador consiste ame todo en tratarlo como de identificar los objeto�. a pesar de las distorsiones eventuales
un pamctpamc emocional y cognilivamcmc octtvo de la imagen que les hace sufrir \U reproducc1on por la imagen. El ejemplo más
(y, tambien. como u n organismo pstqutco sobre el cual actua a llamativo es el del rostro· SI reconocemos fácilmente el modelo
no, )' su1> objetos. de modo diferente (Gombrich hace la misma ob
c;ervación a propósito de los colla!!es de Roben Rauschcnbcrg, subra
yando que siempre nos \'ienen a la mente ante cierto'> anunciOS reate�.
con sus collaJ?es y sus dislocaciones). El reconocimiento que permi
te la Imagen anistica participa. pues, del conocimiento: pero se en
cuentra tamb1en con las expectativas del espectador. a co�ta de trans
formarlas o de suscitar otras: tiene que ver con la rememoración.
1.2.2. La <<rememoración>�
;i[l) ).)
tativas, sobre la base de Las cuales se emiten hipótesis, seguida
mente \Cnficadas o invalidadas. Este sistema de expectathas es,
a su vez, ampbamcme informado por nu�tro conocimiento pre
vio del mundo }' de las imagenes: en nuestra aprehcn!)ión de las
So tC I Df
imágenes, establecemos anticipaciones añadiendo ideas estereoti . 1 2..,
padas a nuestras percepciones. La mirada inoccme es, pues. un
mito, y la primera aportación de Gombrich consistió justamente
en recordar que ver no puede ser sino comparar lo que esperamos
con el mensaje que recibe nuestro aparato v1sual.
Esta idea puede parecer tri\ ial, pero la insistencia casi didác
tica de Gombrich apunta, en lo esencial, a las teorías espomá
ncas em.itidas en el ambiente pictórico, en Id'> que ese milo de
la mirada inocente ha resistido firmemente. Fn el siglo '<1'\, en
panicular, el realismo de un Courbet o. más ev1dcmementc, el
impresionismo, quisieron defender la idea de que habla que pin
tar «lo que se ve» (o pintar «como se ve»). lnllUldos por la
teona de la difusión de la luz y por el de cubrimiemo de la «le)
de Jos contrastes de colores», los impre!>ionistas fueron (<dema
siado lejos» en sus cuadros, rechazando el contorno nítido en
favor de pequeñas manchas que deberían, supuestameme. repre
sentar el modo según el cual se difunde la luz en la atmósfera.
� no pintando ya más que sombras, St<;temálica y excesivamente
'ioletas. Es mu)' evidente que esta manera de pamnr no está más
�
cerca de la \isión real que otra (está, inclu<;o, en c1enos puntos,
más alejada de ella).
\
b) La «re?.la del ere. »: haciendo intervenir su saber prc' io,
el espectador de la imagen suple, pues. lo no representado, las
lagunas de la representación. Esta complemcntación interviene en
todos los niveles, del más elcmt:ntal al más complejo, siendo el
principio de base establecido por Gombrich el de que una imagen
nunca puede rt:"presentarlo codo.
Son innumerables los ejemplos de aplicación de esta «regla
del etc.» (según la llamativa expresión acuñada. por John M. Ken
nedy): interviene tanto para permidrnos ver una escena realista
en un grabado en blanco y negro (cuya percepción completamos
afladiendo al menos todo lo que falta emre lo<> mum. grabados
y. a veces. una idea sobre los colore ausemes), como para rcsti-
la regla del etc. El \uicidio de Nert,n. dihujn de Ei<en�lein. 1942.
1,\ IMAGI.::\ EL PAJ'EL DEL LS r>r:ct \JJOR 95
tuir las panes ausentes u ocultas de los ObJclo' representado!> (en en conceder un valor casi cienufico a la perspectiva: no es que
pamcular de los personaJes). estime -sena absurdo- que un cuadro pimado en perspec
tiva
Dicho de otro modo, el papel del espectador es proyecuvo: parezca absolutamente real (acabamos de ver que no cree, preci
como en el ejemplo algo extremo. pero farn1har, de las manchas c;amenre, en la pos1bílidad de un parecido absoluto), pero,
para
del LC\t de Rorschach, tcncmo'> tendencia a identílicar cualquier el. lo convencional no es la perspecrha, sino el hecho de pintar
cosa en una imagen. iempre que ha>a una lorma que se parezca obre una superficie plana. la perspectiva, en efecto,
está en la
m1mmamente a esa cosa. En el limite, esta tendencia proyectiva vis1on: lo plano de la imagen es totalmente exterior al sistema
"i
puede hacerse excesha, :r desembocar en una intapretación erró sual. Gombrich e�. por ejemplo, perfectamente consciente
de las
nea o abusi'a de la imagen, por parte de un espectador que pro ambigüedades teóncas de la per<;pectiva (dcc;de el pumo
de viMa
�ccrasc en ella datos incongruente : es el problema. enrre otros, geometrico): pero. para él, estas ambiguedade son
las mismas
de cierras inrerpreraciones de las imágenes apoyadas en una base en la imagen y en la realidad y, sobre todo. la manera en
que
objetiva frágil y que contienen «mucha,, proyección. eJ ojo las supera es la misma en la imagen } en la vida diaria:
hace intervenir ottos 111d1cadores, orros saberes. y por encima
de
Citemos solamente el conocido ejemplo de lo lectura. por par todo, esquemas ya más o menos sunboli1ados (los que sirven para
Le de Frcud, del cuadro de LcOJtanlo da Vinci, San/a Ana, la Vir la <<rememoración»). I:n resumen, el papel del espectador, seguu
gen y el nillo Jesús. En esta imagen, Frcud creyó poder discernir Gombrich, es un papel extremadamente activo: construcción
vt
-ur ilizando por otra pane observaciones hechas antes de él- el sual del «rcconoc1m1enton, activación de los esquemas de
la ((re
contorno de un ave de presa en La lorma del vesudo de sama Ana: memoracíóm) y ensamblaje de uno y otra con vistas a la
cons
«observación,, singularmente proycctiva, que él situa en relac1ón trucción de una vís1ón coherente del conjunto de la imagen.
Se
con su tcona obre el uca.c;on psrcológico de Leonardo y. en espe comprende por qué es ran central en toda la teoría de Gombri
ch
cral, con el papel que habrla desempei)ado un milano en la infan este papel del espectador: es él qu1en hace la imagen.
cra de Leonardo.
En el fondo, el espectador puede Llegar. en cierta medida, hasta J.1.4. La imn�en nclúu sobre el cspectndor
(<inventan,, total o parcialmente. el cuadro, Gombrich recuerda,
además. que cienos pintore se sirvieron deliberadamente de e ta La posición de Gombrich no e., aislada: otras, parúend
o mu
facultad pro)ectiva para inventar imá!!enc�. bu candolas en for chas veces de premisas mur dilercnte , han desarrollado
enfoques
mas aleatorias como una� mancha:. de tinta hecha'> al aLar. La iguaJmeme anaüucos, «construcuvistas)> si se quiere. de
la rela
tmagen e�. pues, tanto desde el punto de v1sta de su autor como ción del espectador con la 1rnagen. Sin embargo, la mayor
parte
de su espectador. fenómeno ligado, tamb1en. a la unag111aC1ón. de c:,tos otros enfoques ponen sobre todo el acento en
un los proce
e) Los esquemas perceptivos: esta lacuhad de proyección del �>0:, imelectuales que par11c1pan en la percepción de la
imagen y
espectador descanom en la existencia de c.\cauemns pcrceptívoc;. Exac entraflados po1 la imagen, y no conceden tanta irnponancia al
tamente como en la percepción corrieme, la activiJad del ec;pccta estadio puramente perceptÍ\o.
dor anrc la imagen consiste en uuli1ar todas las capacidades del a) El enfoque cogmt1vo: la psicología cognitiva es una rama
c;1stema \isual y, en especial. sus capacidades de organrzacion de de la pstcología cuyo desarrollo ha sido e:.pcctacuJarme
me rápido
la realidad, y en confrontarlas con los datos icón1cos prccedcnte durante el último decenio. Como su nombre indica, pretend
e es
mcnte encontrados y almacenados en la memona de lorma es clarecer los procesos intelectuales del eonocimíemo, entendi
do en
qucmatica (véase el capitulo primero). un sentido muy amplio, que incluye, por ejemplo,
la actividad
D1cho de otro modo, el papel del espectador. en e'>te enfoque, del lenguaje, pero también, rná' recientemente, la activida
d de
es una combinación constante de (<reconocímientOll y de «reme fabricactón y de consumo de las imágenes.
moración)), en el sentido en que acabamos de hablar de ello en La teoría cognitivbta, en prácucamcntc todas sus variante
s ac
1 1 . 2 . 1 y 2. Gombrich, en particular. no tiene e:,crúpulo alguno tuales, presupone el construcli\'ismo. toda percepción,
todo jui-
96 El PAPEL DEl CSI'ECTi\DOR 97
cio, todo conocimiento, es una construcción, establecida por el E"isle, en estado totalmente embrionario, un saber, aparente
modo general de la confrontación de htpótesis (fundada� a su vez mente aún m u} 'ago. sobre la acción de Jos colores, de cienas
en e quemas mentales, algunos innatos, nacidos otros de la expe formas. cte .. campo que la psicología experimemal, pura o apli
riencia) con Jos datos proporcionados por Jos órganos de los sen cada. ha abordado desde hace mucho tiempo. Los re:.ultados de
tidos EXIste ya (casi exclusivamente en lengua inglesa) una vasta esta investigación son demasiado inctertos para registrarlos aqut.
literatura «Cognirivista» sobre la imagen, en especial sobre la ima Mencionaremo� rnáo; bien -no porque sea más científica,
sino
gen artística, pero que se presenta sobre todo corno un programa porque su grado de elaboración teórica la hace más demostrativa
de desarrollo de la disciplina «psicologta cognitiva», y que no ha la tentativa de Eisenstein, a propósito del cine, en los años veinte.
aponado hasta ahora elementos radicalmcme nuevos en la com Concibiendo, de manera bastante rudimentaria, la imagen cine
prensión de la actividad espcctatorial. Se trata en el fondo, a pro matográfica como combinación de estimuJos elementales (defini
pósito de cada elemento particuJar de la 1magen, de explicitar el bles a su vez en términos de formas, intensidades o duraciones),
funcionamiemto de modos mu) generales de cognición (inferen Eisenstein, fundándose en la reflexologla pavloviana, suponía que
cias, �olución de problemas, etc.), lo que es, evidentemente, im cada estímulo entra"'aba una respuesta calculable y que, por con
portante y producirá in duda, a largo plazo, un desplatamiento siguiente, a costa desde luego de un largo, complejo y, a decir
del enfoque simplemente conslructivista a lo Gombrich. verdad, improbable cálculo, podría preverse y dominarse la reac
b) El enfoque pragmálico: este enfoque, a decir verdad, está ción emocional e intelectual de un espectador ame una pelfcula
en la frontera de la psicologfa y de la sociología. Se imcresa sobre dada. Naturalmente, Eisenstein fue el primero en darse cuenta
todo por las condiciones de recepción de la imagen por pane del de que ésa era una visión muy simplista: habiendo «calculado>>
espectador, por Lodos los factores. sea sociológicos, sea sernioló meticulo amente la secuencia fmaJ de La huelga -la del montaje
gicos, que inOuyen en la comprensión. la interpretación, o inclu paralelo entre Ja masacre de los obreros por pane de la policía
so en la aceptación de la imagen. Volveremos a trarar este impor zarista Y la matanza de los bueyes-, tuvo que rendirse a la evi
tante enfoque. muy desarrollado desde hace unos años, y no lo dencia y verificar que esta c;ecuencia. en general eficaz, en el sen
menciOnaremos aqw sino para subrayar la capacidad de la tma tido buscado, con respecto a lo espectadores obreros de las ciu
gen para incluir «señale-;» desunadas aJ espectador y que permi dades, carecta totalmente de efecto sobre los espectadores rurales
ten a é te adoptar una posición de lectura adecuada. (a los que no asustaba el degüello de los bueyes). No renunció
Eisenstein, por otra parte, a actuar sobre el espectador, como
va
Citemos aquí, en pamcuJar, el trabaJO de f-rancesco Casetti mos a ver enseguida, pero abandonó esta concepción mecánic
a
sobre el mm y su espectador: para Casetti, el film incluye ciertos de la influencia de la imagen cinematográfica.
procedimientos formales que le permiten «comunicar» a u es
pectador indicaciones necesarias para la lectura.
1.3. La imagen y el e.'ipectador se parecen
e) La influencia de la imagen: con este úhimo apartado intro
ducimos un problema gigantesco, el de la acción psicológica ejer Con el tema teórico de la innuencia de la imagen aparece con
cida por la imagen. para bien o para mal, sobre su espectador. fuerza una nueva relación: entre el espectador y el productor de
Esta cuestión, objeto de interminables debates (singularmente la imagen. lmpHcitameme, c�ta relación es la que constituye la
a propósito del cine, sospechoso muy promo de «corromper» ideoló base de toda una serie de enfoques bnstamc radicales del cspecLa
gicamente a los espíritus), se aborda generalmente con el mayor dc dor, enfoques muy diferentes unos de otros, pero con la caracLe
!torden metodológico, a fuerza de estadísticas poco representativas y rística común de planLear una especie de paralelismo entre el
Lra
de afirmaciones gratuitas. Las únicas tentativas a las que puede con bajo del especLador y el «trabajo» de la imagen (es decir, en úlLima
cederse algún interés intelectual son las que han imemado precisar instancia, el trabajo del fabricante de la imagen). Es diftcil incluir
el supuesto modo de acción de la imagen, en general descomponién estos enfoques en una metodología general; nos conformaremos,
dola en elememos y examinando la acción posible <.le cada elemento. pues, con proporcionar su� más eminentes ejemplos.
98 LA t\IAGE� 8 PAf>(l L>lL ESI'lCTr\I>OR 99
de ciertas estructuras profundas que so11 las estructuras mentales Jo rodea. Arnhetm ha propuesto con frecuencia describir el espa
mismas: idea, ya se ve, totalmente cohereme con el enfoque gues cio representativo, no �egún la geometría canesiana. objeLi\a, !;ino
tállico en general, para el cual la pcn:epción del mundo es un pro segun una geometría subjetiva, de coordenadas polares (es decir,
ce o de organización, de ordenación de los datos 'icnc;orialcs para defintdas por un centro, el sujeto que mira. dos coordenadas an
conformarlos con cieno número de grandes categorias y de «le gulares que situcn la dirección mirada en relación con ese centro
yes)) innatas que son las de nuestro cerebro (véase capítulo 1 , horizontal }' verticalmente, y una tercera coordenada que es 1�
l l l .2.4). Proporciona un primer ejemplo histórico de esta con distancia desde el objeto mirado al centro). Veremos luego algu
_
cepción Hugo Münsterbcrg y su libro, ya citado, sobre el cine, na!> consecuencias de este enfoque sobre la concepción del marc:o;
al afirmar que los grandes rasgos de la forma fllmica son otros subruycrnos solameme, de momento, que esta idea deriva de la
tantos calcos de Jas grandes funciones de la mente humana (aten nusma concepción «inductiva» de la relacion del espectador con
ción, memoria, imaginación). Pero fue Rudolf Arnheim quien. la tmagcn.
pamcndo de una doble Formación de psicólogo y de historiador
del ane, desarrolló mlli. sistemáticamente este tema, a lo largo
de varias e importantes obras Dos nociones, en panicular, se re 1.3.2. Pensamiento prcU•gico, organicidad, éxtasis: Ei en tein
piten de manera sugeslíva en la obra de Arnheim:
a) El pensamiemo wsual: al lado del pensamiento oral, for La metáfora t.lc la organicidad (organización más o meno!. com
mado y manifestado por medtactón de este artefacto humano lla parable a la de lo-. �eres vivos) remue siempre. a fin de cuemas,
mado lenguaje, ha}' lugar, egún él, para un modo de pensamien al organismo por excelencia, el cuerpo humano. en el que cada
to más inmediato, que no pac;a, o no lo hace enteramente, por parte no uene senudo �ino en relación con el todo. Se puede Ha
el lenguaje, smo que c;e organiza, por el contrario, directamente mar orgánica una obra de anc -en general una produccion de
a partir de perceptos de nuestros órganos de los sentidos: un pen la mente- si la relación entre lru, partes es en ella tan importan1c
samiento ensoriat. Entre estos actos de pensamiento �e concede como la' partes mbmas: !li ese parece>> a un organismo naturaL
un lugar privilegiado al pen amiento vi ual: de todos nuestros sen Fue Eisemtcin quien más decidida y consLruuememe desarrolló
tidos. la ' isión es el rná.<> intelectual. el más cercano al pensamien esta idea. aplicándose a acompañarla con teorías <<psicológicas>>
lO (tesis cohercme con lo que dijimos en el capítulo primero acer globales que la justificasen.
ca de la visión como primer estadio de la intelección). y acaso a) La tmagen se cstruc:/Ura como un lenguaje interior: el más
el unico cuyo funcionamiento �ca realmente cercano al del pensa 1mponame de lo� fenómenoo; humanos, para quien se interesa por
Esta noción de «pensamiento nsual» fue bastante bien acogi currcmc en H<>cnstcln de formas diversas, de que la obra de arte
da por varios autores, especialmente entre las dos guerras; sin ha rc'>uha del ejercicio de una especie de lenguaje, y que el lenguaje
ber sido hoy completamente abandonada, se pone, en general, cmemaLOgráltco, en particular, es mác; o menos comprensible como
seriamente en duda. al ser de intcrpretactón ambigua las expe manifestación de un lenguaje interior. que no es sino otro nom
riencias que se supone deberlan demostrarla (practicamcmc, nun bre del pensamiento mismo.
ca e:. posible probar que no haya intervenido el «lenguaJe» alh Eiscno;tc1n, en particular, intentó en los años treinta asignar
donde se supone una a�.:ción del pensamiento vtsual). Se trata, pues, como modelo, a C!.C «lenguaje interiorH. modos de pensamiento
de una comodidad del lenguaje, que permue destgnar unos fenó- mas primithos, ccprelógtcos>) (el pensamiento infantil. el pensa-
L A IMAGEN • t PAPel DEl 1.'<;1'[:( 1ADOR 101
1 00
miemo de los pueblos ccprimithos» tal como lo antropología ha Se trata aquí, en lo esencial, de la tentativa de Michel Colín.
bía creído poder definirlo, o el pcnsamiemo psicótico). Estos mo que de arrolla la hipótesis de que «la competencia rítmica y la
dos de pensamiento tenian aparentemente en común el hecho de competencia lingüística» son homólogas. es decir que «el especta
establecer una espec1e de <<cono ctrcuito» entre sus elementos, de dor, para comprender un cieno número de configuraciones filmi
apoyarse preferentemente en la asoctacion de ideas más o menos ca�. utilita mecanismos que ha imeriorizado a propósito del len
libre; en pocas palabras. evocar de modo bac;tame inmediato el guaje». Su autor ha aplicado eSta hipótesis únicamente a la imagen
proceso central, según Eisenstein, de la e•.�ructura de toda imagen en secuencias (cinc, tira dibujada). intentando dar cuenta sobre
(sobre todo, pero no solamente, cinematográfica): el montaje. todo de los mecanismo'> de comprensión y de integración de una
b) Ex1asis especlalorial, éx1asis de la imagen: unos años des diégcsís. El carácter deliberadamente hipotético del trabajo de Co
pués, Eisenstein recurrió a otro modelo para expresar la misma lin no pcrmilc juzgar, en el estado actual, sobre el alcance de esla
idea. el del éxtasis. La comtrucción ccextátiea>> de una obra -sea mvestigación, acerca de la cual me conformaré con observar que
filmka, pictórica o incJuso literaria- se basa en una especie de descansa en un supuesto totalmente opuesto al de Arnbeim , a sa
proceso de acumulación y de relajación brusca (p�ra el cual abun ber: que todo pensamiento, incluso cuando utiliza lo visual, pasa
dan las metáforas en el tratado de Eiscnstein, La Non inrlifféren expllcitamcnte por el ejercicio del lenguaje.
le Na/Ure: encendido de un cohete, consecución del éxtasis reli
gioso por el ejercicio espiritual, cte.). Este segundo estadio se llama
«extático» porque represema una explosión, una situación «fuera 1.4. Conclusión muy provisional
de sí» (ek-swsts) de la obra; naLUralmemc, el imcrés teórico es
el de poder aplicar inmediatamente esta ec;tructura a un proceso De esta revisión de enfoques. más o menos coherentes, más
psíquico similar supuestamente mduc1do en el espectador: la obra o menos teóricos de la relación de la imagen con su espectador,
extática engendra el éxtasis (la salida fuera de sf) del espectador, puede, puc . retenerse al menos esto: el modelo espectatorial va
lo sitúa en un estado emocionalmente «segundo» y, por tanto, ria esencialmente según se focalice sobre la lectura de la imagen
propicio para permturle recibir la obra. o sobre su producción. En el primer caso. se tenderá a desarrollar
Es inútil decir que, en cuamo teoría del e pcctador en general, teorías analíticas, constructivistas, que ponen el acento en el tra
esta teoría casi no descansa en base ciemífica alguna. Es. en cam bajo intelectual del espectador; en el segundo caso, el enfoque
bio, apasionante como teoría es1elica del espectador y de su rela �e hara lácílmente más global y más heunstico a la vez y se tende
ción con la obra de ane: las obras analizadas por Eisenstein como rá más a bu<;car grandes modelos antropológicos. que expliquen
estéticas son todas intensamente emocionales y revelan, en efec upue tamente la imagen de una manera que resulte coherente con
to, un arte culto de la composición; en '>U propia producción, la una verdadera concepción del mundo. No se trata aquí de elegir
teoria del éxtasis acompaña la reali73ción de /van el Terrible, que entre estos dos enfoques, que no son en modo alguno exclusivos
debe indudablemente una pane de su fuerza a la búsqueda de roo ni siquiera contradictorio..
memos «extáricos».
manera en que el espectador la comprende: una homología entre gene!> nos en!>ci'an que no es el modo habirual de nuesLra percep
imagen y lenguaje (pero, esta vez, en el semido habitual de la ción de las imágenes, sino, por el contrario, un caso excepcional,
noción de lenguaje > no en referencia a algún hipotético lenguaje ya sea provocado deliberadamente o acaecido por azar (véase más
interior). arriba, capítulo 1 , 1 1 1 .2.3). Sin embargo, en nuestra aprehensión
L\ IMAGE� H Pt\PH Ol:L ESI'ECT\OOR
102 103
mati' a, en
de toda imagen, sobre todo si es fuertemente represe stón es más electiva cuando es objeto de espera. Recordemos la
tida y conscie nte, de ilusion . aun
tra una parte, a menudo consen celebre (aunque o;in duda mítica) anécdota de Zeuxis } Parras1o.
que no fue e mas que en la aceptac tón de la doble reahd � per
d Ambos eran pintare-. en Atenas, y Zeuxic; se hab1a hecho famoso
. segu las epocas,
cepti\.a de las imágenes. La ilu.,ion ha stdo, � por haber pintado. segun se dice, unas uvas tan bien tmitadas que
. el
valorada como objetivo deseable de la represemacton o, por los pájaro� venían a picOtearlas. Parrasio apostó entonces que en
«mah• objctho , engaños o e muri l. Sin
contrario, criticada como . gañaría a su rival. Un d1a imitó a é te a su taller y le mosrró
detenernos de momento en e�tos jutCIOS de 'alar, vamos a mten diversas pinturas, hasta que, de pronto, Zeuxis vio un cuadro re
tar aclarar algo las relaciones entre la imagen } la iJu,ión. cubierto por una tela y apoyado en la pared en un rincón del ta
ller. Intrigado por el cuadro que Parrasto parecía ocultarle, fue
a levantar l a tela y se dio cuenta emonces de que todo aquello
11. 1. La ilustdn y sus condtciones :,ólo era una apariencia engañosa :y que el cuadro y la tela estaban
direcramcmc pinrados en la pared. Parrasio había ganado su apues
0.1.1. La base psicorisiológicu ta y cngat1ado al hombre que enga�aba a los pájaros. Su victoria
ilustra, sobre todo, para nosotros, la imponancia de la disposi
Habiéndose dicho ya lo esencial en el capnulo sobre la per
ción para el engaño, pues, l>i Zeuxis hubiese visto aquel efecto
cepción, seremos breve!. en este punto. La posibilidad de i lusión
. de buenas a primeras, ¿quién sabe si éste habrfa stdo tan eficaz?
está, en efecto, determinada en alto grado por las capnctdades
Por el contrario, la verdadera escenificación de que fue víctima
mismas del sistema perceptivo, en la definición extensiva que he
lo prcdispoma a aceptar como plausible una falsa percepción.
mos dado de él para terminar. Sólo si se cumplen dos condiciones
puede haber ilusión.
11.1.2. Lu bu e sociocultural
a) Una condictOII perc:eptim: el sistema 'isual d�b� ser' en las
.
condlciones en las que c:,tá situado, incapaL de d1sungutr entre
s E\isten toda clase de ilusiones ((naturales», que no han sido
dos o varios perceptos. Ejemplo: en el cine, en las condicion�
ir un movi producidas por la mano del hombre. Citemos el conocidísimo
normales de proyecctón, el ojo e� incapaz de distingu
ejemplo de ciertos insectos cuyas capacidades miméticru; -;on asom
miento real del mo\'lnuemo aparente producido por el efecto li.
brosas· arana<; que imitan a hormigas, maripo as que tienen en
Estando casi siempre '<por construcc10n)) el sistema visual en bus
o;u panc po�tenor una segunda «cabeza», insectos que �e confun
ca espontánea de indícadores suplementariol> cuando su percep�
den con las ramitas sobre las que están posados, cte. Estas ilusio
ción es ambigua, sólo habra ilustón, la mayona de las veces, SI
nes nos afectan poco. a no ser para corroborar rapJdamentc lo
las condiciones en las que �e le coloca son restncti\alo > le impi
que acabamos de decir: a la !>Orprcndenre perfección, a \eces, de
den conducir normalmente su «encuesta>>.
la imitación puramente visual, se at'iade casi siempre la perl'ecta
comcxtuahzación de esta imitación, que culmina el engaño
b) Una condición psicologtca: como hemos VISto igualmente,
el sistema visual, situado ame una escena espacial algo compleja , Pero la ilusión que nos interesa aquf ante todo es, C\ideme
se entrega a una verdadera imerpretacton de lo que per:i �· La � mcme, la producida voluntariamente en una imagen. Ahora bien,
ilusión sólo se provocará si produce un efecto de vcros1m1hLUd: además de las conclicionel\ p!>icológicas y perceptivas, esta ilusión
dicho de o1ro modo. si ofrece una interpretación plausible (más funcionará más o menos bien según las condiciones culturales y
plausible que otras) de la escena vista. Los términos mismos que sociales en la� cunles se prodtUca. Por regla general, la iltt<;ión
milizo aqw -«verostmih>. «plausible))- subrayan que se trata será mucho más eficaz si se la busca en formas de imágcne., o;ocia1-
desde luego de w1 juicio y, por consiguiente, que la ilusión de mcme admitidas. incluso deseables, es decir, cuando la finalidad
pende ampllamentc de las condiciones psicológicas del espe�ta de la ilusiou c�tá codilicada socialmente. Poco importa, por otra
dor, en partiCular de sus e.xpectatll•as. Por regla general, la tlu- parte, la intenc1ón exacta de la tlusión: en mucho casos se trata-
LA I�IAúEI'-
1 04 EL I'APEI Dll rSPEl.
TAUOR 105
rá de hacer la imagen más creíble como reflejo
que extrae
de la realidad {es
su fuerza de con � �
la perc�pdón e onjunto de la imagen filmica. De hecho,
el in
el caso de la imagen cinematográfica, conveniente pnnctpal de esta noción de ilusión
viccion documental, en gran parte,
los
de
contem
la perfect
poráne
a tlusión que es
os, pue de la in
�
'te? � sugesm ) e!> el de reconducir la viswn
�
parcial (que s1gue
de la pebcula al
el movimiento aparente: para
•
�
profundidad. Arnheim sitúa esta ilusión fílmica entre Ilusión
ica, pa�cu1 de In pintura, cuyo medio es singularmente apto
teatral, segun el extremadamente intensa, y la ilusión fotográf para dar
la duston de espacio profundo.
mucho mas debil.
Pero esta tlusión no se da in condiciones previas. Condic
Esta noción de ilusión parcial e!> discutible, puesto que, como io
a nes cuhurales míni a : hay ue tener una idea, siquiera
ha objetado Christian Metz, puede ju1gárscla autocomradictori � � � vaga,
o o no, y no podría de lo que es un edtflcto de ptedra con columnas, con
�
(la ilusión existe o no existe, uno es engai\ad capiteles
1
serlo a medias). Pero esta objeción me parece excesiva, pues hay �str.uctura o como una iglesia. Condiciones más panicularcr,: 1�
ciertamente «en» el cinc una ilustón pura, el movimiento aparen .
�
tlustón óp ttca e San Ignacio es para nosorros un magnCfi
co ejem
plo de vtrtuommo ptctórico; para sus contemporáneo
te, que no es, sin embargo , sino un rasgo parcial en relación con s era ade
más un signo visible de la comunicación del mundo de
} el mund � .
�
a uf abajo
� el más allá Condiciones psicológicas, que refucuan
t. C. 1\tctz. Sermnario en la E�:ole de' Haulc\ E1ude� en Scienc� Sodnles. estas condtc1oncs cuh urales: la ilusión e tanto más fuerte
1983-19!14 cuanro
mas '>C cree en este más alla, cuanto más dispuesto se
está a acep-
l\ li\!AGE:-1 F.l P-\PH IJJ.:l ESPH1\1)01{ 107
106
y o,u práctica del eñuelo (por ejemplo en tu!'. parada!> nu p� iales a esta funcion -y de un modo por otra parte muy ritualizado-.
�
0 guerreras de tas a'es y de tos peces: se sa e que, entre c1enos
podré considerar que Desanhe, por su voz. su cuerpo, u ge tO'I
pece «Combatientes)), su 1magen en un espeJO provocara una ac
. } sus palabras, me hace ver y entender cieno número de acciones
.
�
titud agresiva idéntica a la que de encadena la v1sta de tro m � ) de estados de alma atribuibles a una persona imaginaria. Esta
cho. por ejemplo), pero, en la esfera humana, la eucsuon del SI
representación panicular puede. evidentemente, compararse con
mulacro es más bien comparable, como ha obscn-ado Lacan, a
otra representaciones del mismo tema (con la esccnificacíon de
la del enmascarado o la del travestí. Esta cuestión experimenta Antaine Vitez en Chaillot hace algunos años, por eJemplo, pero
hoy una mayor actualidad con la multiplicación de los sim �do también con la representación que yo me forJO de HamJet C<Cn
res, en especial desde la invención de las imágenes de sfntes1s. Un
mi cabeza>> si releo la obra original, o con la pelicula de Laurencc
simulador de vuelo, destinado al aprendizaje de los pilotos de reac
Olivier o, de modo más delimitado, con un cuadro que muestre
tor, por ejemplo, es una especie de cabina cerrada en la cu l se � a Hamlct en el cementerio).
sienta el alumno ante unos mandos semejantes a mandos de a\1ón,
/J) La represenlactón es arbitraria: en el proceso mismo de la
debiendo reaccionar en función de los sucesos visuales fig ados, � representaCIÓn, la institución de un representaJHc, hay una parte
en una pantalla ame él, por síntesis informatizada. �
a tmagen
enorme de arbitrariedad, apoyada en la existencia de convencio
que se te propone no es ilusionista, nadie la c� nfund1rá con la
. . nes socializadas. Algunos teóricos han llegado a sostener que Lo
realidad; pero es perfectamente funciOnal al 1m11ar rasgos selec
dos los modos de representación son igualmente arbitrarios. Que
cionados (en términos de distancias y de velocidades) que basta
la representación, por ejemplo, de un paisaje no es ni má· ni me
rán para el aprendizaje del vuelo.
llO) convencional en una pintura china tradicional. en un dibujo
egipcio de la época faraónica. en un cuadro holandés del siglo
\VLI, en una fotografía de Ansel Adams. etc., y que la diferencia
11.2.2. La noción de representación: In Ilusión en lu representación
que establecemos entre estas diversas representaciones, por CJcm
plo al ju¿gar algunas má!> adecuadas que otras porque son mas
La ilusión. asi, no es el fin de la imagen, pero ésta la ha con
: parecidas. es totalmente contingente en nuestra cultura occiden
servado siempre. de algún modo, como un honzome \inual, SI
tal del siglo '"'.
no forzosamente deseable. Es, en el fondo. uno de los problemas
centrales de la noción de rcpre entación: ¿en qué medida preten
Uno de los más extremistas emre estos teóricos es el ftlósofo
de la representación ser confundida con lo que representa?
. americano Nelson Goodman. En su libro Los lenguajes del arte
a) ¿Que es la representocion? A pesar de s� carácter algo reto
( 1 968-1976), afirma que, estrictamente. cualquier cosa (por ejem
rico, esta pregunta e<> indispensable. La noc16n de ��representa
plo cualquier imagen) puede representar a cualquier referente con
�
ción», y la palabra misma, están caJgadas, e� cf cto, de tal � � tal de que así se decida. La cuestión del parecido entre el objeto
tratos de significación sedtmcmados por la h1stona, que es dtf1ctl
y lo que representa es así completamente subsidiaria. sin que nada
asignarles un sentido ) uno solo, universal y eterno. Emre una
1mponga a priori su intervención en esa decisión. Goodman, por
representación teatral, los represemantcs dcl pueblo en
.
�1
parla
otra parte, juzga que la cuestión de la representación misma no
_
mento nacional o la representación fotográfica y p1ctónca, hay
es crucial y que se trata sólo de un subproblema en el interior
enormes diferencias de status y de intención. Pero de todos csLos
del más vasto y más fundamental de la denotación.
empleos de la palabra, puede retenerc;e est : pu.mo común: la re
Ciertos críticos o historiadores del ane han tomado posicio
presentación es un proceso por el cual se 111Stltuye un represen
nes menos excesivas. pero comparables. Citemos, a propósito del
tante que. en cierto comexto limitado, omparú el lugar de lo que
cinc. la serie de artículos de .Tean-Louis Comolli «Tcchnique et
representa. Gérard Dcsanhe ocupa el lugar de Harnlct en la esc:
. idéologie», una de cuyas tesis es que la evolución del lenguaje
nificación de la obra de Shakespeare por parte de Patnce Che
cinematográfico no debe nada a la preocupacion por el parecido
rcau: eso no significa, evidentemente, que sea llamlet, sino que,
o por el realismo, y se explica en ulrimo termino umcamente por
durante unBl> horal> pa adal> en un lugar explícitamente asignado
consideraciones idcológ1cas generales, estando los estilo'i ctnema-
1 10 1 \ 11\1•\GDi l·t p,\f>J 1 !)(1 [·'il'lC11\UOR 111
tográficos estrictamente determinados por la demanda social. O, era más que un mamarracho primitivo, sin valor anastico; inver
a propósito de la pmtura, el libro de Arnold Hauser, The social c;amenre, los pnmcros papue<; de Nueva Guinea a quienes se mos
history of art. que desarrolla una tc<;ls analoga. traron lmografía'>, encontraron extrañas, difíciles de comprender
;,. poco logradao; estéticamente estas irnágen�. por -.er demasiado
e) La representación es motivada: mversamentc, un buen nu poco esquematizadas.
mero de otros tcórico5 han in.,istido en que algunas técnicas de Es, pues, esencial no confundir, aunque estén a menudo rela
represemación son más ((naturales» que mra!i, especialmente en ciOnadas, las nociones de ilusión, de representación y de realis
Jo que se refiere a las imágenes. La argumentación de arrollada mo. La represenaación es el fenómeno más general, el que penru
la mayoría de las veces es la que consiste en subrayar que cual ae al espectador 'er •<por delegación>> una realidad ausente, que
quier individuo puede aprender fácilmente cienas convenciones, se le ofrece tra!> la forma de un tcprcsentamc. La ilus1ón es el
que a veces ni siquiera necesitan realmente ser aprendidas. Ya he fenómeno perceptivo y psicológico que provoca la representación
mos mencionado los debates o¡obre la pcrspect i'a (y volveremos en ciertas condiciones psicológicas y culrurales muy definidas. El
más sistemáticamente sobre ello en el capitulo 3): cs. además. uno realismo, finalmente, es un conJunto de reglas sociales que pre
de Jos puntos esenciales de este lipo de argumemación. Cuando tenden rcgil la relac1ón de la represemación con lo real de modo
Gombrich verifica que la perspecuva artificialis reproduce un buen satisfactorio para la sociedad que establece esas regla¡;. Ante todo,
número de caracterlsticas de la perspectiva natural, extrae de ello es csenc1al recordar que realismo e Ilusión no podrían implícarse
la conclusión de que <;e trata de un medio de representación cier mutuamente de manera automática.
tamente convencional (Gombrich es mu;,. «relativista>> en materia
de estilos). pero más JUStificado, sin embargo, en su empleo que
otras convenciones. En el mismo orden de adcas, Ba1in ha podido 11.2.3. El tiempo en la repre enlación
sostener que el plano-secuencia daba una impresión de realidad
tan fuene que se trataba de una representación de lo real de natu Hemos hablado de modo implicito hasta aquí, sobre todo, de
raleza muy panicular. con vocación mas absoluta que las demás. la imagen en su dimensión espacial. Ahora bien, evidentememe,
d) La cuestion del realismo: �ta� posicione!>, hasta cieno punto. como repetiremos en lm ..iguicnres capimlos, el tiempo ce; una di
son e"identemente Irreconciliable�. No puede �o�tener�c a la vez mensión e encial par.1 la imagen, para el dispo iti\O en el cual
que la representación es totalmente arbitrana, aprendida. que to e prc ema y, por cons1guieme, para '\U relación con el e pecta
dos los modos de la representación visual son equivalentes. y que dor (único aspecto segun el cual vamos a considerarla aquí breve
alguno� modoo; son más naaurales que otros. Sin embargo, buena mente)
parte de las discu iones -a menudo muy enconadas- sobre esta a) El tiempo del er;pectador: existen en todos los animales, y
cuesuón procede de la confus16n entre dos niveles de problemas: tamb1en en el hombre, «relojes biológicos» que regulan los gran
- por una parte. el nivel psícopcrccpt i'o. 1lemos vtsto que. des ritmos naturalec¡, muy en especial el ritmo circadiano (del la
en este plano. la respuesta a las unágencs por parte de todos los tín ctrco dtem: en una jornada). Los advertimos sobre todo cuan
<;ujetos humanos e<> ampliamente comparable. Nociones como las do estos relojes se desajustan, por ejemplo después de un viaje
de «semejanza>), «doble realidad de las imágenes», o «contornos en av16n y el consiguiente dec¡fase horario. Pero no es de este tiem
visuales» on conocida!. por todo ser humano normal (no enfer po biológico ni, aún menos. del tiempo «mecánico» medido por
mo, naturalmente). aunque sea de forma latente; los relojes, del que hablamos al considerar el tiempo del c�pcctador.
- por otra parte, el nivel sociohistórico. Algunas sociedades F'>c tiemJ10 no ce, un tiempo objetivo, sino una experiencia tem
atribuyen una importancia particular a las imágenes realistas; se poral que es la nuestra. La psicología tradicional distingue vanos
ven entonces inducidas a dcnnir rigurosamente criterios de seme modos de esta experiencia:
janza que pueden variar tOtalmente y que instituirán una jerar -el sentido del presente, fundado en la memoria inmediata.
quía en la aceptabilidad de las divcr\a� imágenes. Para un aFicio A. decir verdad, como es fácil advenir, el presente no existe como
nado a la pintura europea del siglo Xt\:, una pintura polinesia no un punto en cl tic:mpo, sino c;iempre como una pequeña duración
1 12 LA tMAC..I:� CL f'AI'H DH fSPCC'tJ\DOR 1 13
(del orden de unos segundos en lo referente a muchas funciones encarnado en cambios y as1milado a sus propias acciones»: los
biopsicológicas, por ejemplo la percepción del ritmo); �
conc ptos temporales tluyen de conceptos más fundamentales, que
- el sentido de la durac1ón, que es, de hecho, lo que enten refleJan los fenómenos eventuales.)
demos normalmente por <<el tiempo)). La duracton «se stentc)> (no _e) El llempo reP_resentado: la representación del tiempo en las
.
digo. e"identemente, ccse percibe))) con la ayuda de la memoria �
1mag nes (mu;, de�1gual según su naturaleza, véase capitulo 3, 1 1
a largo plazo, como una especie de combinacion cmre la dura > capnulo �· 1 1 1 ) se hace, pues, con referencia a estas categorías
ción objetiva que fluye, los cambios que afectan a nuestros per de la durac1ón, del presente, del acontecimíemo y de Ja sucesión.
ceptos durante ese tiempo. y la intenstdad psicológica con la que La representación teatral es evidentemente la que imita más de
registramos una y otros; cerca nuestra experiencia temporal normal, de forma ciertamente
- el sentido del jururo. ligado a las expectativas que pueden convencional, puesto que los sucesos se dilatan o contraen en ella
tenerse, y determinado de manera más directamente social que �
seg n las necesidades cscé111cas. Para permanecer en el campo d �
los dos precedentes; enlazado. por ejemplo. con la definición y las 1mágenes en sentido estricto, existen en este plano diferencias
la medida más o menos precisas del paso del tiempo objetivo {la enormes entre la imagen temporalizada (peUcula, vídeo) y la ima
expectaUva de un espectador occidental, rodeado permanentemente gen no temporalizada (pintura, grabado, foto): sólo la primera
de instrumenros que dan la hora, no es ciertamente la misma que es susceptible de dar una ilusión temporal convincente.
la de un indio de la Amazonia). El campo del futuro es, también,
el de la interpretación (personal, social, intelectual); Notemos que esta ilusión misma está lejos de ser total.
El de
- el sentido de la sincroma y de la asmcroma: ¿qué es «el sarrollo del montaje «transparente>) en el cine clásico
está eHtera
mismo momento>>? Cuando dos fenómenos no se producen en mcme fundado en una representación simbólica, conven
cional,
el mismo momento, ¿cuál precede al otro, etc.? � �
el ll. mpo eventual, que omite numerosos mome
ntos juzgad os
.
No hay, pues, tiempo absoluto, sino máS bien un uempo «ge 1nstg nificames y prolonga, por el contrario, algunos orros.
Como
neral» {Jean Mitry), que refiere todas nuc'itra experiencias tem observó Albert Larfa}. el cine dispone, además, de
medios de sim
porales a un sistema de conjunto que la'i engloba. bolización del tiempo muy avanzados. por ejemplo el
fundido en
b) La noción de acomecimiemo: la repre entación de nuestras cadenado, la sobreimpresión y la aceleración, que no
son en ab-
sensaciones de forma temporal es asf el resultado, a menudo com oluto transparemes. El tiempo filmico es, pues, en
mu) alto
plejo, de un trabajo que combina estos diferentes sentidos. El en : �
grado. un u. mp reelaborado en el sentido de la expresi
'idad (in
timiento del tiempo no fluye, pue!., de la duración objetiva de �
cluso e el mter�or de la unidad temporal que es
el plano, que
los fenómenos, sino má� bien de cambiol> en nuestra �ensación no es s1empre, n1 mucho menos, una unidad comple
tamente ho
del tiempo, que resultan, a su vez. del procel>O permanente de in mogénea). (Véase capitulo 4, 111.2.)
terpretacion que operamos.
Puede decirse, pues, que, si bien la duración es la experiencia �
La i 1 agcn no temporali1ada, por su parte. no produc
e la ilu
..
del tiempo, el tiempo mismo se concibe siempre como una espe ��on del uempo. No Significa esto, sin embargo. que esté
totalmente
cie de represenración más o menos abstracta de contenidos. Di ��
despr v ta de medio� de representarlo. a veces de manera
sugestiva.
cho de otro modo, el tiempo no contiene los acontecimientos, está Descnbtremol> más tarde algunos de estos medios {capitul
o 4, 11 1 ) .
pue , sólidamente anclada en nuestra experiencia espontánea de que eso no s1gnifica forzosamente que el cine sea un arte ilusio
lo visible. nbta, ni que engendre fenómenos de credibilidad necesariamente
más fuene� que otros. implemente, el espectador de cinc está
He aquí, por ejemplo, lo que pudo escribir Ray��nd Bellour más reclUido psicológicamente en la imagen.
a propósito de la pclicula de Th1erry Kuntzel y Ph1hppe Gran
drieux, La Peinfllre cubisre ( 1981 ): ce Parece, pues, que el tacto
e adelante a la vista, eJ espacio táctil al visual. Todo sucede como l l .3.3. Ueclo de realidad. efeclo de lo real
�
si nuestra mirada no fuese más que una prolongación de uestros
dedos una antena en nuestra frente>�. Piénsese, en el m1smo or Por medio de este semijuego de palabras, Jean-Pierre OUDI\R 1 ,
;
den d ideas. en la definición de la «Paluche>�, la cámara de víd o � que propu�o cs1a distinción en u n aruculo de 197 1 , quiso se�alar
en miniatura inventada por Jean-Pierre BeauviaJa, como «UD OJO el luo esencial que une dos fenómenos característicos de la ima
en la punta de los dedos)) (Jean-André Fieschi , a propósito de gen representativa y de su espectador: Ja analogía, por una parte,
sus Nouveaux Myst�res de Nel"'' York). y la credibilidad del espectador, por otra.
El efecto de realidad designa, pues, el erecto producido sobre
el espectador, en una imagen representativa (cuadro, foto o pelí
U.3.2. La impresión de reulidnd en el cinc cula, pm:o importa en principio), por el conjunto de los indicado
res de analogía. Se trata en el fondo de una variante, centrada
Un ejemplo particularmente importante de regulación de la sobre el espectador, de la idea de que existe un catálogo de reglas
distancia psíquica mediante un dispositivo de imágenes es lo � ue represemamas que permiten evocar, imitándola, la percepción na
se ha llamado clásicamente la i mp resión de realidad en el eme.
tural. El efecto de realidad se obtendrá más o menos completa
Las peHculas, en efecto, desde que eXJsten, siempre �an sido re meme, con mayor o menor seguridad, según la imagen respete
conocidas -y e:.o, cualquiera que <;ea su argumento, mcluso f� unas convenciones de naturaleza evidente y completamente histó
tástico en grado sumo- como ingularmente creíbles. Este eno � rica (<<codificadas)), dice Oudart). Pero se trata ya de un efecto,
_
meno psicológico ha retenido muy particularmente la atenc10n de
. e dec1r, de una reacción psicológica del espectador ante lo que
la escuela de Filmología. André Michollc y Henn Wallon entre ve, sin que e ta noción !>Ca fundamemaJmente nueva en relación
otros. pusieron en e'idencia, primero, cierto número de factores con las teorías de Gombricb, por eJemplo.
«negativos��: el espectador de cine, sentado en una c;ala oscura,
El egundo «piso)) de esta construcción teórica, el efecto de
no puede ser en principio ni molestado ni agredido y es más sus
•
.
_ lo real. es el que resulta mas onginal. Oudart dice así que, sobre
ceptible de responder p!oicológicamenle a lo que ve e 1magma. Hay,
la base de un efecto de realidad, supuestamente bastante fuene,
por otra parte, factores positivo!> de dos órdenes, como ha mos el espectador induce un «juicio de existencia» sobre las figuras
trado bien Christian Metz: de la representación, y les asigna un referente en lo reaJ. Dicho
- indicadores, perceptivos y psicológicos. de realidad: todos de otro modo, el espectador cree, no que lo que ve sea lo real
.
los de la fotografía, a los cuales se añade el factor esenc1al del mismo (Oudan no hace una teoría de la ilusión), sino que lo que
movimiemo aparente; ve ha en<;tido. o Ita podido exstir.
. i en lo real. Para Oudart, el
- fenómenos de participación afectiva, favorec1dos, paradó
efecto de lo real es, además, característico de la representación
jicamente, por la relativa irrealidad {o más bien, la inmateriali-
occidemal posrenaccn tista, que siempre qujso esclavizar la repre
dad) de la imagen fílntica. sentación analógica a una intención realista. Así, este conccpLo
.
La situación del espectador de cinc es, pues, eJemplar de un� se forja tanto con una intención de crítica ideológica como con
distancia psíquica muy particular: por las razones a la �ez cu�nu una intención psicológica. Es, sin embargo, a título de ilustración
tativas y cuaJitati' as que acabamos de recordar, esta d1stanc1a es
de la noción de distancia psíquica como lo citamos aquí: el efecto
una de las más débile!o que hayan suscitado las imágenes. Note
de lo real es también interpretable como una regulación, entre
mos bien (es todo el interés de la noción de distancia psíquica)
o1ras posibles. de la reclusión del espectador en la imagen.
1 18
L\ I\1\0EN El PAPEl. DH l"'ii'H t \t>OR 1 19
ll.3.4. aber ) credibllidnd imagen; por la otra. pone en funcionamiento un saber, )' unas
modalidades de saber. incluidos de algun modo en la obra mtsma
La noción de impresión de realidad, la del efecto de lo real (como una especie de modo de empleo). Cienameme, Bordwcll
designan bien. por su vocabulario mi!tmo. la dificultad de la cues nunca ha pretendido que esa -;ca toda la acnvidad espectatorial.
tión. En uno v otro caso. se trata de subrayar que. en !>U relación Sin embargo, no ha dejado de subrayar la importancia de esos
con la image�. el espectador cree, hasta cieno punto. en la reali momentos cogniti ..os, en perjutcto de los momentos emocionalec,
dad del mundo imaginario representado en la imagen. Ahora bien, o subjeti..os (en el 'ienudo del psicoanálisis), que él estima al me
en las teonas de los años cincuenta y �csenta, ese fenómeno de no� dificilc., o, mcluso, unpoc;iblc� de estudiar científicamente.
credibilidad fue visto con frecuencta como masivo, ptedominante Esta divtstón, de momento insuperable, entre teorias del saber
y, a fin de cuentas, engañoso. Para la cmica «tdcológica» de fi y teonas de la credibilidad, demuestra que la psicología del espec
nes de los anos sesenta, el electo de lo real habria stdo explicita tador de la imagen es una mezcla inextricable de saber y de crecli
mente utilizado por la ideología «burguesa» de la representación bilidad. Por otra parte, en este sentido y a este lado del AtJánti
para hacer oh idar la elaboración de la forma, en beneficio de co, se desarrolla una reflexión (menos fromal. más implicita) sobre
la reclusión en una realidad ficticia. Poro la problemática de la el espectador. Asl, en un trabajo sobre la imagen fotográfica. Jean
impresión de realidad, que no se ha desarrollado con esta inten �larie Schacffer hizo resaltar muy claramente que el poder de con
ción crítica, sobreestima en el mismo grado el papel del «engaño» vicción de la fotografía, considerada a menudo como portadora
provocado por esta impresión. en si misma de algo de la realidad misma, depende del saber, im
De�de hace algunos años, parece haberse invertido ampliamente plícito o no. que tiene el espectador sobre la génesis de esta ima
la tendencia con la aparición. en el campo de la rcncxión sobre gen, sobre lo que Schaeffer llama su arche. Porque sabemos que
el cine, de reorfas cognitivas del espectador. de momento aún de la imagen fotográfica es una marca, una huella. automáticamen
forma vinual e incluso condicional, pero que dejan pre agiar un te producida por procedin11emos físico-químicos, de la apariencia
interés creciente, y tendencialmente exclusivo, por el saber del (!.) de la luz en un in<>tante dado, e por lo que creemos que repre:;en
pcctador, mas que por su credibilidad. Aparte del enfoque gene ta adecuadamente c..ta realidad y estamos dic;pue ...tos a creer even
rativo de Michel Colín, menctonado más arriba, y que no consi tualmente que dice la verdad sobre ella (véase el capímJo 3. 11.2.1 ).
dera ese saber del espectador "'"o bastame tndirectnmente, en la Del mi.,mo modo, estudiando las /tRuros de la ausencia en el cinc,
forma de la competencia nece.aria para la comprenstón de la ima \.larc Vernet pri..ilegia un obJeto que manifiesta. mucho má., que
gen, hay que citar aqw sobre todo las mvcsugactoncs en curso el eme diegélico en genetal, el hecho de que, ante una pelicula,
en los Estados Unidos, en espectal las copiosas ) sistemáticas de el espectador c;ea tomlnen Hconsciente de la :.eparación infranquea
David Bordwell. A decir verdad, Bordwell y sus émulos se han ble entre la c;ala en la que e!)tá y el escenario en el que se desarro
dedicado hasta aquí a describir el «funcionamiento>> del especta lla la hi�toria,,. «Figura�» como la sobreimprcsión, o lo que Ver
dor frente a la narración fflmica, que es tndiscutiblemente más nel llama «el más acá>, (el fuera de campo del lado de la cámara)
fácil analizar en términos de procesos cognitivos. Pero, en lo re precisan, para ser comprendidas, que el espectador conozca y acep
ferente a la aprehensión de la imagen, alguno!> de estos procesos, te todo un sistema de convencionc" representativas, apoyadas, a
de tipo (<constructivista», siguen siendo válido . Por otra parte, su vez, en un conocimiento del dispositivo cinematográfico. Di
Bordwcll ha predicado igualmente. con vigor. lo que llama el «neo cho de otro modo, frente a estas figuras, frecuentes por otra par
fonnalismo», } que recubre. grosso modo. una metodología de te en el cinc de ficción. el espectador, para continuar creyendo
mterpretación de los te,tos anísticm. basada en la definición mi en la pchcula, debe poner en <;uc;penso localmente esta credibili
nuciosa de su contexto f01mal y estilístico exacto. Así, el especta dad en beneficiO de un saber o;obrc las reglas del juego.
dor de cine (aunque también, potencialmente, el c�pcctador de Son solamente dos ejemplos, pero, apane de que se trata en
cualquier imagen) es el Jugar de una doble actividad racional y ambos casos de trabajos tmportames, que renue\ an 1 clarifican
cognitiva: por una parte, pone en lunctonamiento las actividades problemas amiguO'i, 'ion stntomáucos de que apenas es posible
120 LA tl\tAOEN
El I'API::l DI::L I'SI•Lt 1 •\DOR 121
pluarmemo ) d e condensación. En lo referente a la imagen, ésta
bo) tratar del espectador 'lin tener en cuenta �u -;abcr, pero que
ha s1do abordada por el psicoanálisis e encialmeme por do5 cau
es decepcionante limitarse a ese saber, al producirse también la
ces: en cuanto Interviene en el inconsciente. y en cuanto que, en
imagen para que se la tome en serio y se le conceda credibilidad. _
el Juego de la 1magen arw,tica, constituye un síntoma.
de una representación a otra. sin otra presión que la provocada da). El estudio de la estal ua de Miguel Angel es de naturaJeza
por el juego del deseo; es el de la expresión subjetiva, neurótica. difereme, puesto que consiste en interpretar esta obra enigmática
fundada en el <<lenguaje» del inconsciente y sus proccl.OS de des- 1memando comprender el estado psicológico que se supone e.\
presa ésta en su personaje, Moisés, bajando del monte Sinai (no
�
Sin uc Freud intente también comprender lo que pudo impulsar
2. Se encontrará una exposk16n de ulguno� de los aspecto� m
i ponan1es del
a M1gucl Angel a querer expresar este estado psicológico y no otro).
enfoque p)Jconnalltico del cine en dos obra� anteriormente aparecidas en �Ul
misma colección, y a las cuaJe<. me pcrrntto rcrmur, sin repetir aquí sus exphcn· Pero, aparte de esto dos estudios célebres que abren el camJ
cione.: úthélique du ji/m ( 1983), capitulo S, .. t e film el 'on �pecleteur•·· >' no, uno a la psicobiografia y el otro a la lectura psicoanalltica
L 'uuulv�e di!!> film< {1988), capitulo 6, "P�ychanaly\c ct analyse du filnw (trads. ?
de las o ras de arte, la relación de los psicoanalistas de la primera
Esté/lea del cine. Barcelona. Paído�. t'JSS. y tnulim delfilm, Barcelona.
generac1ón con el arte está en gran parte determinada por <;us en-
cast
Paidós, t990).
122 1.:1 PAPI-1 DlL LSI'ICf\DOR 123
cuentros profes1onale� con artistas. El desarrollo del psicoanálisis �umen: las obras de anc no deben leer!!e de manera lineal, smo,
en los paise� de lengua alemana, tra-. la primera guerra mundial, por el contrario, de manera «polifónica>>, segun el modo de
la
coincide con la aparición de escudas PICtóricas que, con los di 11oreja horitontal)l que permite o1r varias lmeas melódac
ac; a la
\Cr�o� ab�traccionismo� } o;obre todo con el expresionismo, re \el, separadamente y junta�. El analista debe explorar las
obras
nuncian en parte a la �ecundarización. a la racionalitación, para con la mirada y con el pcn�amicmo (Ehrenzwetg uuhza la expre
dcJ:U voluntariamente emerger en la obra producciones primarias. sión sconniiiR inconsdent), y no pretender aplanar su volume
n
No es casualidad que vario'> de esto-. artiStas fueran psicoanaliza ' inual . El dcsphuamiento producido por este libro,
en relación
dos por freud y sus iliscJpulo�. quiene'> encontraron en �tas obras con los estudio� ma, clas1cos de psicoanálisi<; aplicado. es
consi
un mmerial aún mas sensible a lu interpretación que las obra� del derable: la obra ya no es aquí legible como 'iÍntoma que
se deba
Renacimiento estudiadas por rreud. Citcmo<; solamente un ejem referir a un sujeto neurótico, el autor, sino como producción
or
plo que dio lugar a una publicación, el del análiSI'> de un artista ganitada según reglas que c;on las del Lnconscieme en general
. En
expresioni!>ta (que permanece innominado) por parte de Oskar Pfis esto, Ehrenzwetg prefigura muy exactamente la manera en
que
ter, un pastor de Zurich adepto a Freud. En su libro, Plister adopta el análisis textual <;e ha apropiado del psicoanálisis.
un sistema muy revelador en si nusmo. y por otra parte disculi
ble, que va de l a exposición de elementos del análisi'i del paciente
a una exposición del trasfondo pstcológico y «biológico,> (sic:) de 111.1.2. Jncnnscicnce e lmn�incrín
los cuadros de este paciente, para terminar con una ampliación
al trasfondo psicológico y biológico del expresionismo en gene Una de lao; 1deas fundarncntalc:. que supone el �nfoque psicoa
ral. (Las conclusiones de Pftster '>On bastante '!Ombría!>, y sobre nalluco del espectador de la imagen consiste. pues, en subraya
r
todo, mal deducidas de la tdeología ,lflis1 ica dominante en 1920: la estrecha relación entre inconsciente e imagen: la im
agen «con
el expresionismo <<desemboca en la introversión. para caer bajo tiene,, algo de anconscicntc. de primario, que puede analizar
se;
la innueocia de un autísmo que de�truye todas las relacionell ra mversamente, el inconsciente t<Contiene» imagen, representaciones
.
cionales y volitivas en la realidad emp1rica, condenándose a una A decir verdad . es Imposible precisar de qué modo
esta pre
conremplacion ctica e imcltX:tuahncntc eMeril)).) sente en el incon cient� esta imaginena, puesto que, casi
por defi
Muchos otros autores se han arnesgado tambicn a caracteri nición. el incon:.ciente es inaccesible a la anvestigación directa,
y
Tar el arte como síntoma. Sólo retendremos aquí una temativa, '>ólo indirectamente es cognoscible, a traves de las producciones
por otra parte aislada } original, la de \nton Ehrenzweig en su 'intomáttcas que lo tra1cionan. El hecho de que. en estas produc
libro L 'Ordre coc:he de f'urt. Como indica el utulo, Chrenzwcig ciones sintomáticas. dc,cmpeñen un papel las 1mágenc
, no dice
postula que. más alla del orden aparente de la obra de arte -el e\ldentememe nada sobre <;u cxtstenc1a <<cm> el inconsciente,
> esta
que ordena en especial la representación-, ésta se orgamza tam cuestión sigue -;1cndo una de las más especulativas de toda
la doc
bién en profundidad, según un modo artaculado pero no racio trina freudiana.
nal, de tipo primario; correlativamente, la tarea del analista ante No 1rcmos. pues, más lejos, sino para operar fugazme
nte un
la obra de ane es, pues. la de interpretar no tanto lo representado acercamiento entre esta imaginería inconsciente y otras
formal> de
como lo reprimido de esa representación, no el producto final sino imaginería <dnterna)), «mentah). Ya hemos mencionado
el lluma
las operacion<:.'> inconscientes cuya marca lleva. Los ejemplos pri do pensamiento visual, pero a lo que se alude aquí es
m<ls bien
vilegiados están tomados, evidentemente, de la pintura del si a lo que se llama corrientemente las imdgenes mentoles. El
acer
glo X.\. -más liberada de las prcsionell rcprc.\entativas-, del arte
«primitivo» o de la caricawra. Pero sm a!>pcctos más interesantes
son acaso justamente Jos que demuesmm que csrc enfoque puede _J. l.a c'prc�ión ••vnlumcn ,·irtuah• e<itd tomada de Raymond Bellour.
qwen
dc,Jgna uproxunudumcntc la nmm¡¡ id�. !..le una l:lttruc.:tura
extenderse tambien a la pintuJa cl:isica, en la medida en que con \Ub)nceme en c:J te\·
lo mamlit-.;to > qut: d nnali)h tlcbc:rfa 'a.:ar a la lu7 sin bn!!aluur.
tiene algo «no aniculado», en c<;pccial en lo" valores plasucos (idea (\case L 'una/1-
"' du film. Albatrm. 1971! j «i\ bJton' rompu�... en Tll�oril!
tlu film, \lbatro,,
con la que nos \Oiveremos a encontrar, véase capitulo 5) En re- 1979. )
H PAPr! UCL i:SI'ECTADOR 125
124 L \ !�1\GEN
Reducido as1 a sus grandes lineas -de manera ciertamente Sim a k.ant, que designaba con él <<el sentimiento de un placer o
plificadora-, este enfoque 110 c-;ta, cuno-;ameme, tan lejos dcJ de un disgusto ( ... ) que impide al sujeto llegar a la renc.\ión)),
modelo que proponen tcorias mas próx1mas al cognith·ismo. Cuan lloy o;e llama afecto al <�componente emocional de una experien
do ArnhCJm habla del cenuarruemo subjetivo como fenomeno fun Cia, hgada o no a una representación. Sus manifestaciOnes pue
dador de la percepc1on de las imagenes, podria sin demasiado es den ser mult1plcs: amor, odio, cólera, etc.» (AJain Dhote) Se
fuerzo traducirse este enunciado con refcrenc1a al e�pejo lacaniano. trata, pue , de cons1derar al sujeto espectador. Ciertamente en
Naturalmente, lo que �iempre eparará lo� dos enfoques es la pie �u dimensión subjetiva, pero de manera no analítica, -;in remon
dra de toque del inconsciente, al que tos cogmtÍ\.istas no conce tarse a las estructura profundas de su psiquismo, permanecien
den crédito alguno. ya sea que lo crean completamente incognos do, por el contrario, en sus manifestaciones superliciales, que
cible, o sea que nieguen hasta su existencia. son las emociones. No habiéndose elaborado una teoría general
Se ha profundizado en la nocion de imaginario por los trabajos de las cmoc1one!l ame la imagen, c;eremo�; aquf bastante breves
de inspiración psicoanalltica sobre el cinc, en primer lugar los de y nos conformaremo' con dos ejemplos de tentativas (muy desi
Christian MI:.TL ( 1977). Al no ofrecer el cine presencia real alguna, gualmeme desarrollada<� y culminadas) de tener en cuenta este
esui constituido por representantes, por significantes, imaginarios, registro.
en el doble semido -usual y técnico- de In palabra: <<El cine des
pierta masivamente la percepción, pero paro volcarla enseguida en
su propia ausencia, que es, no obstamc, el único significamc pre 10.2.2. Un ejemplo de participación afec tiva : la Einfü/Jiung
sente». Siguiendo directameme el hito del enfoque lacaniano, que
relaciona estrechamente imaginario e identificaciones, Metz ha de Nuestro primer ejemplo será tomado de la gran tradición
sarrollado una teoria de la identilicac1ón espectatonal en dos nive alemana de la hjo,toria del ane de principios de siglo En 1913
les: idemilicación «primaria» del sujeto espectador con su propia aparece el libro de Withelm Worringer A hstraktion und Emjüh
mirada e identificaciones « ccundarías», con elementos de la imagen. lunx, subtitulado <<Contribución a la psicología del estilo>,, y tra
La imagen cinematográfica con'>lltU}C una presa ideal para c1 ducido al francés (en 1 978) bajo el útuJo Absrraction et Ein
imaginario, y es una de las razones por las cuales se ha privilegia {iihlung.
do su teona. Pero. en justicia, toda imagen socialmeme difundi Cuando escribe c�tc libro, Wornnger pretende de arrollar una
da en un dispositivo espec1fico deri'a del mismo enfoque, puesto estética psicológica, que se opone a la corriente, entonces domi
que, por definición, la imagen representativa actúa en el doble nante, de la e�tética normau\'a (o <<Ciencia del ane>,, concebida
registro (la <<doble realidad») de una presencia y de una ausencia. como pre criptiva, que refiere la obra de arte a un ideal absoluto,
Toda imagen choca con el ima�unario, provocando redes identifi eterno v universal). Para eso toma dos conceptos de sus predece
catonas, y utilizando la 1dcnuficación del espectador consigo mis sores inmediatos:
mo como espectador que nura. Pero. desde luego, las identifica - por una parte, el concepto de abstracción. tomado de Alo1·s
ciones secundarias son mu> diferemcs de un caso a otro (son Riegl. E.te conccbia la producción artística como derivada de un
mucho menos numerosas y �in duda mucho menos intensas ante <<querer)) artlst1co, un Kunstwollen, anónimo y general, ligado a
un cuadro, incluso una fotografía, que ante una película). la noción de pueblo, y había establecido una gran dhisión, a lo
largo de toda la historia universal del arte, entre los estilos realis
tas, fundados en lu imitadón óptica de la realidad, y las formas
111.2. La imagen como fuente de afectos artfsticas concebidas �cgt'm el modo de la estilización gcometrica,
Y fundadas en una relación menos óptica que tactil con la reali
rn .2.1. La nocibn de afecto dad; a estas �t:g undas formas arusticas asociaba el el prim:ip1o
de abstracción.
Con la noción de afecto, no., apanamo-; algo del psicoanálisis - por otra parte, el concepto de Einfühlung, que tenia ya
stricto sensu. pue�to que el término mismo se remonta .U meno una larga existencia en el campo, emonces naciente, de la psico-
l\ 1'-IAGE:'l 'i f
L·l P\PI:t OEt t:. >H1\OOR 129
128
atia»,' Y designa, tinguarse estrictamente: estos dos ülLimos término designan c(se
log1a. Einfülllung se traduce a vece!> por (<emp
de por <11», sobre la base de cundarizaciones>> del afecto, que lo incluyen ya en una serie de
segun Lipps, un ((goce objetivado
una <Hendencia pamebta propi a de la naturaleza humana, de er � repre.,cntaciones. mientras que la emoción conserva un carácter
una sola cosa con el mundo» (esta ulum a fórmula es de VtS �- má<� (<primariO>> y, en especial, se \ive con frecuencia como des
o de lmtona del ane. derada como reguladora del pa o a la acción, y enfoque\ má¡, bien
Siendo el ensayo de Worringer un en�>ay
una 1coria general de esta ncgmivos, que consideran la emoción como sagno de un disfun
esta dicotomia se utHiza para producir
má�> o menos regular ent�e cJOnamiemo correlacaonado con un descenso de la capacidade!>
historia, en la forma de una oscilación
do�> polos, d polo de la c<abslracció n»,
caractcri7ado por .u estJ � del sujeto».
las grandes stntesis de Raegl, y recup era la gran dtvtsa ó �entre va 1\l<b imerc�amc� son los sistemas. pocos. que inteman un en
sión óptica y visión báptica, propuesta
en 1893 por H_
aldebrand, roque posíLi\O de la emoción. En la mayor parte de los casos,
s hablado (más arriba , 11.3.1 ). Es antere ante la� imágcne provocan procesos emocionales incompletos, puesto
y de la que ya hemo
aquí porque Worringer quiere fundarla
�
cnl ramente �o r deter�� que no hay ni paso de la emoción a la acción, ni 'erdadera comu
_
afectava: el arte ama tall\o,
minaciones psicológicas de naturalet.a _
nicación entre el cspcc1ador } la imagen. Vanoye ha propue�to,
idenuficación empáuca con
naLUrali ta, e bru;a en e.ta relación de limitandose al caso del cine, un primer estudio, aun esquemático,
contrario. el arte c<abstrac
el mundo que es la Einfühltmg; por el de la 'iituacaón emocaonal del espectador. Verifica ante todo que
os, en una profunda ne
to», geométrico, se apoya en otros afect se inducen en el espectador de cine dos Lipos de emociones:
a compensar lo que el con
cesidad psicológica de orden que intent _ _ _
- emociones C<fuencs», ligadas a la supervivencia, cercana'
ar de angusua. Esta uluma
tacto con el mundo exterior puede suscit a veces al estrés. } que emranan «comportamientos de alerta y
stia cxi!>tencial por el ane
idea de una «compensación» de la angu de regresión a la conciencia mágica»: miedo, orpresa. novedad,
;
ha t nido. por otra pane, una notab le fortun a en diversa� formas ligereza corporal. En c�te caso, hay bloqueo emocional, puesto
de terapia relativarnenae recienlcl>. que el espectadot no puede realmente reaccionar (no puede sino
repetir compulsivamente la experiencia, yendo a ver orra pehcula);
- emociones más ligadas a la reproducción y a la vida social:
IU.2.3. Las emociones 1 risteza, afección, deseo, rechazo. El film juega cmonces, esen
cialmente, con los registros bien conocidos de la identificación
La noción de emoción, que en lenguaje
corriente se toma co o n: y de la expresividad.
o» o de ((pastón», debe das-
equivaleme aproximado de ((semimiem Estas emociones tropiezan con tres obstáculos: la excesiva co
dificación. necesaria sin embargo, si la pelicuJa quiere ser com
prensible; la inhibición de la comunicación y de la acción, y, fi
4 Lo� traduc:IOrC:' france.•e� del libro de
\\orr!nger evitaron cuttlndo�amente
par� t>VÍiar toda confu�16n nalmente, el semimiento de haber vivido un ciclo emocional
e\lc: ;o!rmino,
prefinendo con�crvar lu pulubru atc:manu.
incompleto o falsamente completo. Vanoye deduce dos condicio-
. en C"pc:dul entre tenos pstcoterapeutas.
e
con lo� empleos de In noción dt> empalia
130 L\ IM.l\GEN El Pl\PEl DEl LSPf:CT\I)OR 131
ne� que permiten e:\periencias emocionales más sau-.factorias en diana, las pul-;ione'> parciales se subordinan. en el curso del desa
el cine: . rrollo psíquico. a una organización ps1quica colocada por Frcud
·
algunas películas ccadminhtran)) mcj.or el CiclO emoc1ona . 1
_
bajo el signo de la genitalidad. Sin embargo, nunca desaparecen
ccpem1i1iendo al e:,pectador un acce o a la mtegrac10n o a la ela ) pueden volver panicularmente al primer plano {retomo de lo
_
boracwn de �u experiencia emocionah,, mcd1amc un domm1o de reprimido) en ca'io de fracaso de la represión.
la configuración narrativa (por ejemplo. variando lo� punto'> de Las pul<;iones son la parte mas enigmática del modelo del p i
v1sta idcmificadores); . . qur,mo cJaborado por Freud. Como en cualquier ituación que
_ algunas situaciones subjethas 'IOn mas prop1c1a'> que otras tmplique al ps1quismo humano. pueden intervenir en nuestra re
para la participación cmoc1onaJ. . lactón con las 1magencs, aunque esta intervención siga siendo pro
�
Este primer enfoque es muy clarificador. Ob.,er emos, sm em blcmatica y mal conoc1da.
_
bargo, que, en la mayona de los casoc;, Vanoye reh � re la pro uc �
_
ción de la emoción en el cine a las C'>ll uct u ras n:nrauvo-dlcgéllcas
y. por tanto, sólo de manera indirecta a la imagen: lo que emo 111.3.2. Pul Ión Cl-.Cóplcu y mi rada
ciona es la participación imaginana y mome�tánea en un mundo
.
[iccional. la relación con personajes, la conlr�ntac1ón co 1 sttua Lo que se llama pulsión escópien es, pues, uno de los casos
�
ciones. En cambio. el valor emocional de las 1mdge�es s1gue cs- paniculares de la noción general de pulsión, tal como acaba cle
1ando, por su parte, muy poco c. t.,udiado, y cas1 s1empre lo es exponerse. La pulsión escópica, que planrca la necesidad de ver.
en el interior de la esfera de la e'>tética. (Volveremos sobre ello no es ciertamente una de las grandes pulsiones primarias, que van
en el capítulo 5.) acompaftadas de un placer del órgano correspondiente. como la
pulsión oral (nacida de la ncccstdad animal de alimcmarse); es.
por el contrario, característica del psiquismo humano en cuanto
/1/.3. Pulswnes espectatonale.\ e imaRt!ll que abandona los instintos por las pulsiones.
Como implica el esquema general, esta pulsión se divide en
111.3.1. La pul ión un fin (ver). una fuente (el 'ii'itema \tSual) y, Finalmente. un obje-
10. Ec;te último, que C\, rccordémoslo. el medio por el cual la fuente
La noción de pulo;;ión es esencml para la ps1col�gía freudia_n? • alcanza 'iu objetivo. ha sido tdemificado por Jacques Lacan con
en la que aparece como una e�pec1c de remodelac10n de la vieJa la mirada. E� comprensible que este concepto de pulsión escopi
noción de instinto. Para Freud, la puls1on es ((el represemantc ca, que implica la necesidad de ver } el deseo de mirar, haya en
p íquico de las excitaciones, que salen del imenor del cuerpo Y contrado una aplicación en el campo de las imágenes. Pero, como
que llegan aJ psiquismo»: es. pues. el lugar de encuemr? entre en el caso general de los conceptos psicoanal1ticos, es la teoría
una excitación corporal y su expresión en un aparato ps1qutco que del cine (secundariamente, la de la fotografía) la que más ha de
apunta a dominar esta excitación.
. . 'iarroUado esta aplicación. Sin duda porque la tcoria del cine, más
Como indka la paJabra (viene de un verbo launo que �1gmfica reciente que lo de la pinrura, ha chocado con menos inercia y reti
cci.mpulsan>), Freud pone el acento. con este concepto, en la uer � cencias t:n la adopción de conccp1os recientes y provocativos, pero
ta de la pulsión. Pero. aparte de este «impulso>> que es el pnm:r también porque el cine, que conjuga imagen visual y narrativi
.
elemento de la pulsión, ésta se define por :.u finalidad (que es dacl, articula más manilicstamcnte el deseo y las pulsiones. (Re
�icmpre la satisfacción de la pulsión). por su obj�to (que es el cordemos, sin embargo. que fue a propósito de la pintura que
medio por el cual puede la pulsión alcanzar !>ti fi �ahdad). Y fi�al
rsa, al culta\arse entonces Sobre esto<; dos puntos, los estudios centrados en la diferencia
una manera que Lacan califica de perve
que yo sé, estos análisis 'exual (y surgidos en gran medida del feminismo) han aportado
ta pulsión por si misma. Pero. por lo
ática por parte de lo una contribución muy amponame, poniendo el acento eu fenó
nunca se han proseguido de manera sistem
menos como la dic;imeLria emre personajes masculinos dotados
teóricos de la imagen pictórica.)
ra. incluso los más del poder de marar > personaje:; femeninos hechos para '>er mara
A decir verdad, en todos lo!. U!->OS de la palab
e visión en que emana dos, o como la diferencia esencial, en el juego de la mirada espec
corrientes, La mirada se dísungue de la simpl
má'> o menos delibera tatorial, entre un sujeto masculino «voyeun> por estructura y un
del sujeto que percibe, de manera acuva >
do cómo las psicolo 'uje10 femenino di\idido entre «voyeurismo» > ituación-de-!'>er-vi!t
da. Así, en el capitulo pnmero, hemos señala
gias de la percepción la definen en cuant o acto sensorio-info r_mat.i to («To-be-/ooked-at-ness», según la expresión forjada por Laura
en una estrat egaa de �ll.JL\l\ en su brillante articulo de 1975) o, para seguir con los
vo consciente y voluntario, que emra
que es la del sujeto en su en términos del mismo articulo, entre La mujer como imagen y el
conocimiemo > de comportamacnto
torno. Pero el enfoque lacaniano, desde luego,
implica otra con hombre co �o portador de la mirada, incluso en el sentido en que,
citada a menud o, de sus Semina por delcgacaón, es el portador de la mirada del espectador neu
cepción del sujeto. En una �cric,
rios, Lacan establece que la mirad a es un objero «a>> mimiscula, tralizando el peligro potencial que encierra la imagen de la ujer,�
un objeto parcia l de deseo o, también, como espectaculo tendente a congelar el nujo de la acción para
(o sea, aproximadamente
Si mirar es un deseo del espect ador, éste provocar la contemplación erótica. Para Mulvey, en una película
un objcLO de la pulsión).
un juego intersu bjetiva compl ejo, que ent ra narrativa clásica, resulta de ello una contradicción fundamental
quedará atrapado en .
itivo espect atoria l. en cuant o máqua na entre el juego sin restricción de la escoptofilia (perversión ligada
ña, por una parte, el dispos
. .
parte las maradas m a la exacerbación de la pulsión escópica) y el juego de las adentifi
habilitadora y censuradora a la vez; por otra
en el juego de las cuales caciones. En términos p:.icoanaliLicos, la mujer significa la ausen
tercambiadas en el intcriOI de la diégesis,
me: y, finalmen cia de pene, la ca�tración: su figura amenaza, pues, siempre, con
puede el espectador quedar atrapado imaginariarne
sala (siempre ima hacer c;urgir la angustia; de ahí las escapa10nas adoptadas a me
te, las miradas dirigidas desde la pantalla hacia la
lugar a múltiples e - nudo por el film clásico, recscenificando de nue\O el trauma pri
ginariamente). Todos e tos punto han dado
el centro, en especial, mitivo (bajo forma sádica, por ejemplo, en el cine negro) o con
tudios: el juego de la'l miradas en la imagen es
un fragmento de La \irtiendo en fetiche la imagen de la mujer (lo que ,iene a ser como
de célebres análisis de peliculas como el de
de El sueño eterno repudiar la castracion que ella representa) .
¡encia por Nick Brov.ne. o la de un fragmento
dili
la al espectad�r es La critica de inspiración feminista ha recogido con frecuencia
por Raymond Bellour; la marada de la pantal
1970 por Jean-P1erre estas te i en lo países de lengua inglesa, sea a propósito del cinc,
objeto del concepto de sutura elaborado en
is más genera l de l\larc sea incluso a propósito de la representación en general. Citemos
Oudan v más recientemente, de un anális
Vernet, q� e ve en ella una de esas «figur a!> de la ausenc ia>) que tras aquí solamente, de un modo menos rigurosamente psicoanahtico,
anora r en él lo irrepre sentab le. pero que comparte los mismos presupuestos feministas, el libro
pasan el discurso fflmico dejando
de John Bergcr Woys oj Seeing, que es una critica radical de la
imaginerla dominante de la mujer en la cultura occidemal (cspe
Ul.3.3. Diferencia scxunl y escoptofilin cialment � en la pintura y en la fotografía publicitaria), y de la
C\plotacaón del cuerpo de la mujer como objeto del «voyeuris
Se han explorado ac¡i dos grandes direccione!> de estudio de mo)) masculino.
la mirada mediame el enfoque psicoannl!tico, a propósito sobre
Lodo del cine y de la fotografia:
- el estudio de las miradas representadas en la imagen y de 1 1 1 .3.4. El goce de l:t imagen
la manera en que implican la del espectador;
- el e tudio de la mirada del espectador, como satisfacción Si la imagen está hecha para ser mirada, para sati-;facer (par
.
parcial de su 1•oyeunsmo fundamemal. caalmente) la puJsión escópica, debe dar lugar a un placer de tipo
134 LA IMAGE:\
El PAPI!t Dl'l E
SJ>ECf AL>OR
135
panicular. A esta observactón es a la que ha respondido un texto
mos e>.ce�o�. el acto del fotógrafo del acto del espectador. no stn
importante. Lo cámara lucida, de Roland B<\RntE.<; ( 1 980), teon
. mostrar de paso que, en el caso de la imagen fotográfica, no hay
zando la relación del espectador con la tmagen fotografica.
lo espectatorial puro, puesto que el espectador se define siempre
Banhes opone dos manerao, de aprehender una (misma) foro
en eUa por referencia a lo <<creatoriah>, al acto de produccion y
�
grafía, lo que llama foto del fotógrafo ) foto del es ectador. La
aJ dispo itivo en el que éste -;e produce.
.
primera utiliza la información contenida en la foto, stgnos obJell
vos un campo codificado intencionalmente. dependtendo el con
�
JUn o de lo que llama el studwm; la segu�da utiliza el atar, l as
JJI.3.5. la imagen como fetiche
.
asociaciones subjeuvas. y descubre en la loto un objeto .
parctal
de deseo' no codificado, no inteoctonal, el punclum. Sin que su trabajo se pre ente expli
citamemc como una pro
No es ciertamente casual que sea a propó!>ito de la imagen ci longación del de Barthes, esta idea de
una cualidad panicular de
nematográfica que Banhes cfectua este 1m portante desplazamien la fotografia, que implica efectos subje
livos singulares, e la que
to teórico (a partir de sus postciones más semiológicas de los años recoge Christian J\lrrz ( 1 989) para
demostrar que la foto tiene
sesenta, por ejemplo en el artículo «Rhétorique de l' tmage»). Como que ver con el fetichismo.
hemos visto, la imagen fotográfica, en cuanto huella de lo real, En la lcorfa freudiana, el fetichismo
es una perversión que re
suscita fenómenos de credibilidad inéditos hasta su invención. Pero sulta de que, al descubrir de modo traum
ático la ausencia del falo
Banhes va más lejos: no sólo creemos en la foto, en la realidad en la madre, el niño se niega a renun
ciar a creer en la existencia
de lo que representa la roto, sino que esta ullima produce una de ese falo y pone «en su lugar» un sustit
uto, el fetiche, constitui
verdadera revelación sobre el objeto representado. La «foto del do por un objeto que ha caido bajo
su mirada en el momemo
fotógrafo» implica una escenificación igníficativa, que debe des de la constatación de la castración feme
nina. Esla teoría ha sido
codificar el espectador, según el modo cognitivo; pero la «foto a menudo cnucada desde vario punto
��
del espectador>> anade a esta primera relación una r l ción plena msta, puesto que solo se aplica, práct
s de vista (en especial femi
icamente, al desarrollo del
mente subjeuva, en la que cada espectador se reciUtra de manera sujeto masculino). Pero, como dice
Metz, y cualquiera que sea
singular, apropiando'ie de cieno elementos de la foto. que serán, el valor intnnseco del concepto en su
campo primero: «Hay con
para él, como pequeños fragmentos sueltos de lo real. La foto mvencias múltiples e mtensas entre lo
satisface así particularmente la pulsión escópica, puesto que ha �e de papel tan fáctlmeme manejable y
que se llama foto, e e trozo
vibrante de ternura, de pasa
ver (una realidad escenificada) pero también mirar (algo fotogra do y de -;upervivencias imaginarias, }
las ideas frcudianas de ob
lico en estado puro, que pro\oca al espectador -el punctum. dice jeto parcial, de amputación, de mied
o, de credibilidad minada.»
Banhes, es también lo que me pmcllo- > lo incita a gozar de Christian Metz encuentra, en efecto,
varios caracteres de la
la foto). Banhes mismo analu.a varias fotos, alguna'> célebres, en fotografía que facilitan su fetichizació
n:
su libro, designando cada vez el lugar del puncfllm desd� s1 pun - el tama�o: incluso una foto de grand
� es dimensiones tiene
to de vista. Es fácil verificar que este lugar no es nj objeuvablc, siempre algo de «peque�on (este punto
, me parece, es el más dis
ni universalizable. que sigue siendo algo propio del autor Y que, cutible: en una expo�icion de fotos, éstas
son a menudo muy gran
si eJ puncwm eJciste en una l'otograffa (no ha de existir necesaria des, más cercnna'i a cuadros que a
la foto de carnet):
mente), es propio de tal sujeto espectador. - la detención de la mirada que provo
ca, o al menos permi
Esta teoría, discutible por naturalela puesto que parte de una te, y que evoca la detención de la mirad
a similar de la que resulta
experiencia subjetiva, sigue siendo interesante aunque no comparta el fetiche;
uno las descripciones de fotografías propuestas por Banhes, aun - el hecho de que, socialmente. la foto
tenga principalmente
que Jos pumos que él designa no siempre conv7nzan e, inclu�o una función documental y, �obre todo.
que sea intrlnsecamemc
si de modo mas general. sigue uno siendo escéptico ante una dtS un inde\· que «muestra con el dedo lo
�
li Ción fundada en el espinoso cmeno de la intencionalidad de má'i o menos como el fetiche;
que ha sido y ya no es»,
la obra. En efecto, esa distincion separa utilmentc, por sus mis- - el hecho de que la foto no dispo
ne ni del movimiento ni
LA IMAGEN f'l PAPI!L DEl (.SJ>ECT>\DOR 137
136
ferirle
encia se in'iene para con (55 ai'los) } monolingüe (habitames los siete de una resena india
del onido, y que ec;ta doble aus .tr para enlazar,
idad », es dec en Anzona), fueron observados por Wonb y Adair en el curso
y de inmovil
una ccfuerza de silencio ne. de un largo periodo de familiarización mutua y aceptaron hacer
bólicam ente , la fotografía con la mue
visible y sim no tiene un el papel de SUJetos en la encuesta. Los dos antropólogos les die
la foto graf ía, que
finalmente, el hecho de que
produzca sin ron únicamente las indicaciones técnicas que les permnieran ser
_
lichotte (Andre). «Le caractére de "realitc;" de� proJectiom cmémato Pfister co�kar), E>.pressiomsm 111 Orl. l ts psycltologtcal and bwlo¡:tcal
graphique:.n, en Revue mternationule de filmologie, n. 3� ( 1 948), basLS, trad. mgl., Londr�. Kegan Paul, Trench, Trubner & Co., 1922
249-261 . Vanoye (Francis), ..L'emouon: �quisse d'une rénexion•>, en Dhote. op
:\litry (Jean), «Temp�. espacc et réel per�u��. e n Esthetíque et psycholo �:it., 183-191
gie du cinéma, vol. 2, Edition� Lmver�ita.re�. 1965, 179-278 (trad. Vernea (�larc), figures de /'absence, op. cit.
cast : Esrelica y pstcologta del c:me, Madrid, Stglo XXI, 1986). \\orringer (\\ilhclm), tlb.\lractton et Einfrihlung (1913). trad. Ir., lo.hnck
Oudan (Jean-Pierre), <<L'EITet de réeln. en Cahíers du cínhna, n. 228 'ie<.k. 1978
(1971), 19-28.
Piaget (Jean), Mes idée1; ( 1 973), Denod-Gonthaer, 1977
Pirenne (Maunce), Opttcs, pamting & pllotograplly, Cambridge Univer- VA. A nrropologla del especrador
siLy Press, 1970.
Schaeffer (Jean-Marie), L 'Jmage préc·aire, Le Seual, 1987. Wonh (Sol) ) Adatr (John), Tlrrougll Nal•ajo eyes, Indiana Univer)ÍI}
\ emct (Marc), Fi!!ures de l'absence, Ed. de I'Etoile. 1988. Press. 1972.
Wallon (Henri), <<L'acte perceptif et te cinéma11, en Rew1e intemationale
de filmologie, n. 1 3 (1953).
lo conoce en la forma de relacionel> de vecindad cercana. utilizan centrado en la represemacion de las cosas, hasta Velázquez, quien,
do relaciOnes como «al lado de». <calredcdor de». «dentro de>>. dbtanctándose de algün modo en relación con el lieruo. llegana
. «de a representar el e'>pacio; despue� "endrian los impresiorustas, en
con preferencia sobre las nociOnes de «cercano». <<lejano»
lante». «demis>l, etc. Para Francastel, estas relaciones primarias Jos que el dtstanctamiento Vt<>uaJ llegaría a su colmo, desembo
con el espacro concreto que noo; rodea no desaparecenan nunca cando en la representacion de la ensación luminosa, y, finalmen
del todo, no o;e borranan totalmente por la adquisición uhenor te, Jos monmtento� pletóricos de principios del siglo xx, expre
de un sentido del espacro mas global ) más abstracto. En panicu �ionrsmo o cubismo, en los cuaJe� un ctistanciamiento aún mayor
lar, en nuestra relación con la imagen (arustica, pictórica o filmi jicameme, a recobrar con ello
lleva a repre!>entar ideas (y, parado
La, por ejemplo), resurgiría esta experiencia primordial del espa los valores táctiles, rizando ast el rizo de la historia del arte).
cio ligada a nuestro cuerpo >, al e.spac:to soc:I(JI de la organización Aproximadamente en la misma epoca (principio de los años
perspectivista se añadiría, de manera a veces comradictoria, e l es cuarenta). Eisenstcin recogtó también e ta tesis, especialmeme en
pacio genérico de la organización «topológica». -;u artículo «Rodin et Rilke. Le problcmc de l'espace, dans les
ans représcnt:.Jiifs», en el que propone una variante de la misma
tesis, viendo no sólo la htstoria del arte, sino la historia de toda
1 . 1 .2. Modos de visión relación con el espacio, como un paso de lo cóncavo a Jo conve
xo, del uuerior al e:o.terior (de lo táctil a lo visual). de una situa
Esta tesis de Francastel, que hace coexistir en el espectador ción psicológica c<en hueco», a una aprehensión de lo «pleno».
ma de reproducciones de idéntico tamai\o, en un libro ilu-;trado. ciones. En la exposición Pussoges de l'imoge. celebrada en 1990
Pue:. bien. el fresco de Miguel Angel ocupa un muro entero de en el cemro Pompidou, la pieza de Thierry Kuntzel conjuga una
la capilla SLxtina: el cuadro de Leonardo mide alrededor de un imagen gigante ca y una imagen minúscula, fija una, animada la
metro; y un daguerrotipo. menos de diel centímetros (en cuanto otra; además, la imagen de pequeño tamaño esrá en primcrísimo
al fotograma. en la película mide unos dos centtmetros; proyecta plano, mientras que la de gran tamaño está en un plano general,
do, su altura puede llegar a vanos metrO!>). NucMras principale:. y la combinación de estos diversos parámetros produce un efecto
fuente de imágenes, el libro, la daaposmva, la pantalla de tele\i deliberado de perturbación de las referencias espaciales del espec
sión, neutralizan totalmente la gama de las damensiooes de las tador. Inversamente, el pequeño tamaño de ciertas imágen� -ma
imágenes, habituandonos andebtdamemc a la adea de que todas sivamente, el de la imagen fotográfica en general- es lo que per
las imágenes tienen una dimensaón media, e implicandonos con mite entablar con la imagen una relación de proximidad, de
ellas en una relación espacial fundada tambaén en distancias posesión, o incluso de fetichización (véase capítulo 2, 111.3.5)
medias.
Es. pues, esencial adquirir conciencia de que toda i� agen ha
�
sido producida para situarse en un entorno que det rmma su vt_ � 1.1.4. El ejemplo del primer plano
sión. Los frescos de Ma.saccio y Masolino en la cap11la Brancacc1
de Florencia, no sólo son mucho más grandes que las reproduc Al tamaño uc la imagen proyectada. como se sabe, debió su
ciones que se dan de ellos. sino que, pintados uno!. por encima éxito el cinematógrafo de los hermanos Lumiere (suplantó en es
de los otros en los muros de una capilla relativamente estrecha, pecial al kinetoscopio de Edison, que sólo mostraba una imagen
dan in sttu, a quien no los conociese más que por los libros de de pequeño tamaño). Pero este tamaño de las imágenes, percibi
historia del arte, una impresión de acurnulacion, de amontona do como adecuado para la representación de escenas de bastante
miento que, entre otras razone disminuye fuertemente su poder
•
amplitud al aire libre. se hizo muy perturbador cuando empeza
de ilusión en beneficio de una especie de lecluro argtamentada. ron a mostrarse. en el cine, cuerpos humanos vistos de cerca, y
No fue una de las menores novedades del Renacimiento la de pro despué muy de cerca. Los primeros planos que encuadraban el
ducir obras separables de los muros, cuadros, generalmente mu busto. o incluso la cabeza, produjeron durante bastante tiempo
cho más pequeños que los fresco. de las iglesias. La relacaon del una reacción de rechazo, ligada no sólo al irrealismo de estas am
espectador con el cuadro, no es sólo ma antima, se hace tambien pliaciones sino a un carácter fácilmente percibido como mon:.
mas puramente visual; es curio·o que, cuando en el 'iiglo xvu o truoso. Se habló de «cabezudos>>, de dumb gionts («gigantes mu
en el XVIII, se produzcan de nuevo frescos en muros o techos, dos»), se reprochó a los cineastas que (<ignorasen que una cabeza
estarán influidos por la ideología del cuadro e intentaran copiar no podaa moverse sola, sin ayuda del cuerpo y de las piernas>>;
esta relación visual, como se ve en la bóveda de San Ignacio (véa aquello pareció, en pocas palabras, comra natura. Ahora bien,
se capítulo 2, T l . l .4) o en los muros y en lo� techos de los pala poco tiempo de�pués, en Jos ai\os veinte, Jean Epstein podía de
cios venecianos decorados por Tiépolo. cir del primer plano que era el alma del cine.
El tamaño de la imagen está, puc!., enlre los elementos funda El cine ha transformado asi en efecto estético específico lo que,
mentales que determinan y precisan la relación que el espectador en su origen, no era sino una particularidad algo excéntrica del
va a poder establecer entre su propio espacio y el espacio plástico dispositivo cinemnLogrdfico. El primer plano es una demostración
de la imagen. Más ampliamente, la relactón espacial del especta constantemente renovada del poder de este dispositivo:
dor con la imagen es fundamental: en todas las épocas, los artis - produce efectos de «guUiverización» o de «liliputización))
tas han sido conscientes, por ejemplo, de la fuerza que podía ad (según la expresión de Philippe Dubois), al jugar con el tamaño
quirir una imagen de gran tamaño prescmada de cerca, que obliga relativo de la imagen y el del objeto representado; en el cine pri
al espectador, no sólo a ver su superficie, '>ino a queda� com� mitivo, e suponía que el primer plano representaba un objeto
dominado, o incluso aplastado por ella. Este dato espac1al esta \isto con lupa, o a travéc; de un telescopio astronómico, ele. Pero
ho;,: en el corazón mtsrno de muchos trabajos, en especial instala- lo grandes cineastas del mudo supieron advertir } utilizar lo ex-
lA l\IAOEt-: El P \PEI l>Cl I>ISPOSII I\0 151
150
la notable excepción de una imponante difustón del marco re la lela en una lu1 suave. algo amarillenta. que se juzgaba favora
dondo en la pintura italiana clasica, los marcos eran rectangula ble para la visión del cuadro. Marco-objeto y marco-limite. jun
por
res en su inmensa mayoría, } su formato se dcfimo entonces tos. aseguran. además, una e�pccie de aislannemo perceptivo de
la relación de la anchura con la altura. No existen estadtsticas la imagen. Contribuyen a conferirle su doble realidad percepuva
precisas sobre lo formatos predominantes en las distintas cpo (véase cap1tulo 1 , 1 1 1 .2.1 ). creando en el campo ,.isuaJ una zona
cas, pero puede adelantar<;e sm nc go que, st el eme nos ha habi particular, que produce indic1os de analogía (véase capnulo 4) al
tuado a imágenes horizontales (de.,dc el formato estándar hasta tiempo que esta omeuda a un <<campo de fuerzac;>> v1sual, a una
las proporciones de 2.5). toda la fo10grafía de retrato del s1glo orgaruzac1ón en términos plaslicos que es Jo que se llama tradi
'{]\., recuperando as1 una tradición pictórica muy consagrada, ciOnalmente la composictóll de la 1magen (veac;e 1.2.3 más arriba).
adoptaba un formato \ertical. En cuanto a las proporciones de b) runc10nes econónucas: el enmarque, en la forma en que
la imagen, siguen siendo con mucha frecuencia cercanas a un rec lo conocemos. aparccio aproximadamente aJ mismo tiempo que
tángulo poco alargado (una estadística antigua afirma que una la concepcion moderna del cuadro como objeto separable, inter
relación de 1,6 enue las dos dimensiones, no sólo es la más fre cambiable, que puede circular, como una mercancía, en los cir
cuente, sino también La que <<prefiere» una mayoría de especta cuitos económico�. Cl marco, pues, tuvo muy pronto a su car
dores).' go la mtsión de significar visiblemente este valor comercial del
cuadro; desde este punto de vista no es casualidad que el marco
mismo luese durante mucho tiempo un objeto precioso. que exi
1.2.2. Funciones del marco gfa trabajo y utilit.aba materialc nobles (entre ellos. frecuente
mente, oro ) . a vece�. incru-.taciones de piedras preciosas).
El marco dorado. la «moldura>) que vemos usualmente alre e) Funciones smtbtilic:as: prolongando a la vez su función "i
dedor de los cuadros de nue�;tros museos. lue empleado sobre todo sual de separación. de aislamiento de La imagen, y su función eco
a parúr del siglo X\ 1, pero la pmtura habia conoc1do sus equiva nómica de \alorit.ación dd cuadro, el marco vale también como
lentes desde la pintura griega anugua; muchas pmturas murales una especie de mdice, que «dice» al espectador que está mirando
o mosaicos de la epoca helenística incluyen ast un enmarque pin una 1magen. la cual, al estar enmarcada de cierta manera. debe
tado, a veces esculpido. Así, pues, en !>U., dos a'ipectos, en nues ser vista de acuerdo con c1enas convenciones, y que posee e\en
tra ci\ilización. el marco existe desde hace mud11 imo !lempo, Y tualmcnte c1erto valor.
la existencia de una convención así durante más de do milenios Como toda función simbólica, esta es distinta segun los sim
sólo puede explicarse si cumple unas funciOnes consideradas como bolismo'> en '>igor. Duramc mucho tiempo, el enmarque de la Ima
realmente útiles. o incluso importantes. Potencialmente, las fun gen tuvo un \alor bastante umvoco, con la significación de que
ciones del marco son muy numero.,as: o;c trataba de una imagen arttsrtca y, por consiguiente, para ·er
a) Funciones visuales: el marco es lo que separa, ame todo amada. Esta 1dea, por otra parte, no ha desaparecido del todo
perccptivameme, la imagen de su exterior. La incidencia de esta y puede encontrarse su debilitado eco, por ejemplo, en la multi
función perceptiva es múltiple: el marco-objclo, al aislar un trozo plicación de los cuadrito� montados a la inglesa en los interiores
del campo visual, singulari1a su percepción, la hace más nilida: pequeño bu1gucse., comemporáneo<, (o, hasta 1960, en eJ «enmar
desempeña, además, el papel de una 1ransición visual entre el in que» Slstcmálico de la!) foto., de af1cionado por medio de un pe
terior y el exterior de la imagen, de mediación que permite pasar queño borde blanco, a veces en ligero relieve). Pero aparecieron
no demas1ado brutalmente de lo imerior a lo exterior. Los pinto otro valores con las imágenes «nue\as»: el receptor de televisión,
res clásicos fueron muy sensibles u esta función de transición. en
particular a la manera en que el marco dorado permiua bañar
2 Notemo� de pa�o que la palabr.t ••c.:onomía" 'iene oc ralees gric:glb que:
\ignilkun c.rcguladón de la imngc:n». ría. en Bi1.ancto, al JUC·
1n iknnnmío ..e re(e
1. Esta prorordón e\t:i muy cerca de lo que 'e llama el "mimero áureo••. vea�e go normal, adc.:uado, de la' tmtigl!ne,, d..- lo� icarws. conlorme a regla� tdeológi·
capitulo S. 1.2.3. �-a' -<n �te ca"l· religiou�- que ddinian itlh la imagen.
156 LA 11\lAGI::'II El PAJlCl. DEL DISPOSITI\O 157
que enmarca la trnagen telev1s1"a (encajándola. notémoslo de paso, ncasta ha querido asociar a1 contenido diegético (temblor: «tur
en la arquitectura interior de la habirac16n), confiere a esta ima bación violenta del personaje>>, rotación : «at:mósfera extraña»,
gen un sla/us paticular. lo menos anistico posible (desacraliza etc.).
do), dependiente más bien, a la "ez, de la «conversación>) y del
•<flujo)) ininterrumpido (la imagen tcle"i'iiva parece dirigirse a mí
personalmente y, potencialmente, nunca se detiene}. 1.2.3. Centrado y descentrado
d) Funciones represen/olivas 1' narrauvas: el índice de visión
constituido por el marco, que designa un mundo aparre, cuando De estas funciones del marco -sus funciones económic�. sim
la imagen es representati"a o incluso narrativa. se refuerza ade bólicas, retóncas- varias son relativamente abstractas, y utilizan
más con un notable valor imagmano. El marco. en efecto. apare muy ampliamente las convenciones «sociales» que regulan la pro
ce entonces. más o menos, como una abenura que da acceso aJ ducción y el consumo de las imágenes. En cambio, sus funciones
mundo imaginario, a la diégesis figurada por la imagen. Se reco visuales y representativas se dirigen sin rodeos a este sujeto espec
noce aqui La célebre metáfora del morco como «ventana abierra tador del que hemos hablado en el capítulo 2.
al mundon, repetida a menudo con va1iantcs y que se remonta En su libro El poder del centro (1981), RudoJf Arnbein estu
al menos a León Battista Albcrti, el pintor y matemático del Re dia desde este ángulo la relación entre un espectador concebido
nacimiento que fue uno de los codificadores de la pcrspecliva. según el modelo de un «CentrO>> imaginario que refiere entera
Es el marco-límite, sobre todo, el aquí discutido (aparte de mente a sf mismo el campo visual, y una imagen en la que, desde
que aJgunos cuadros hayan jugado astutamente con su marco-ob ese momemo, desempeñan un papel preponderante Jos fenóme
jeto para prolongar en él, de manera ilusionista, el mundo diegé nos de centrado. [a tesis de Arnheim es interesante por el grado
tico interno del cuadro): en toda la tradición representativa surgi de generalidad que el le confiere; para él, hay en la imagen varios
da del Renacimiento ) viva aún hoy, los bordes de la imagen son, centros, de divcr�ao; naturalezas -cemro geométrico, «centro de
ciertamente, Jo que limita la 1magen, pero también lo que hace gravedad» visual, centros secundarios de la compo ición, centros
comunicar el interior de la imagen, el campo. con su prolonga dicgético-narrauvos- > la "isión de las imágenes (artfsticas. en
ción imaginaria. el fuera de campo (véase capítulo 4, 11.2). su caso) consiste en organi.a�r estos diferentes centros en relación
e) Funciones retóricas: en muchos contexto puede. finalmen con el centro «absoluto» que es el sujeto espectador.
te, comprenderse! el marco como algo que •<profiere un discurso» Esta te is es importante: aunque se juzgue que es dudoso el
casi autónomo (aunqul! difícilmente separable a vece de los valo modelo psicológico smplícito en el que se apoya. ofrece en efecto
res simbólicos). En ciertas épocas casi podría hablarse de una ver la ventaja de proponer una teoría unificada, bajo la noción gené
dadera «retórica del marco», con figuras cristal.izadas y recurrentes. rica de centrado, de fenómenos olvidados hasta entonces en el
Acaso nunca ha sido tan manifiesta esta retórica como en el enfoque más empírico, como lo que tradicionalmente se llama com
caso en que el pimor d01a a su cuadro de un falso marco, pintado posición, pero también como la relación entre esta composición,
también como ilusión ópuca, jugando así consciemememc con to en el nivel plástico, y la organización de la imagen represcmaliva
dos los valores de ese marco. Pero también puede vérsela en ac «en profundidad». Esra teoría de Arnheim es seductora, entre otras
ción de muchos otros modos, por ejemplo en la forma de una razones, por su carácter dinámico. La imagen se concibe en ella
verdadera expresividad del marco en relación con su contenido como campo de fuerzas; su visión, como un proceso activo de
representativo. Bastará un ejemplo para hacerlo comprender: en creación de relaciones, a menudo inestables o lábiles. Los análisis
varias películas japonesas de los ai'los sesenta, rodadas en cine de Arnheim nunca son tan convincentes como cuando trata de
mascope (en e�pecial de Shohei r mamura), el marco está a veces imágenes excentrarlas o descentradas, en las cuales es fuerte y ac
animado por un movimiento autónomo. por ejemplo, una rota tiva la competición entre cemros, y correlativamente, importante
ción sobre su cje. o un fuerte temblor. que no están en modo el papel del espectador. Casi podria decirse que, más que una teoría
alguno jusúficados por el contenido diegético, sino que «expre del centrado, desarro11a, a propósito de las imágenes, una verda
san» de esta forma directamente visible una emoción que el ci- dera estética del descentrado permanente: la imagen sólo es ime-
1\ 11\IAlol:!'. El PAPEl Drt I>IWO 1 1 1\0 159
158
1.3. sru
Encuadre y punJo de vi
- , . .
1
,-
.
·¡
1
1.3.2. El encuadre
w/)), cte. La imagen cinematográfica. ext'>lenle en el tiempo, está, cxpreston tres regtstros pnncipales de significación. El pumo de
por orra parte, idealmente equipada para encarnar la movilidad, vista puede des1gnar:
, inual o actual, del marco. que es el encuadre. l . Una situación, real o imaginaria. desde la que se mira una
Encuadrar es, pues. pa!.ear sobre el mundo visual una pirámi escena;
de \tsual imaginaria (y a vece� fijarla). Todo encuadre establece 2. «La manera panicular de considerar una cuestión»:
una relacion emre un ojo fictiCIO -del pintor, de la cámara cine 3. Finalmente. una opinion o un sentimiemo a propósito de
matográfica o fotografica- y w1 conJunto de objeto� organizado un fenómeno o de un !>uce!.o.
en escena: el encuadre es. pues, en los térmmos de Amheim, un El primero de e�to� scn1idos corresponde a lo que acabamos
asunto de cenlrado descentrado permanente, de creacion de cen de exponer. la encarnación de una mirada en cl encuadre, que
tro-. visuales, de equilibrio entre divero;os centros, bajo la batuta dando por !iaber a quien atribuir esta mirada, esta vtsión: al pro
de un «centro absoluto», el vértice de la pirámide, el Ojo. As1, ductor de la imagen, al aparato, o, en las formas narrativas de
la cue�tión del encuadre coincide parcialmente con la de la c:om la imagen (especialmente en el ctne), a vece a una con trucción
posici6n. Esto se advierte singularmente en la fotografía, que pre ya imaginaria, a un personaje. Pero es, por otra parte, interesan
tendió durante mucho tiempo !>Cr una práctica artlstica alrededor te observar que los otros doc: sentidos corresponden a otros valo
de la ideal conjunción de un encuadre documental (por construc res, connotativos, del encuadre: a lodo lo que, en las imágenes
ción) y una composición geométricamente interesante. Pero la re narrativas. le hace traducir una visión subjetiva, «focalizada»: más
lación entre encuadre y centrado no clt meno!> evidente en el cine; ampliamente, a todo lo que hace que un encuadre tradu1ca un
en la inmensa mayoría de las pelfculas clásicas. 1.1 imagen se cons juicio sobre lo representado, valorizándolo. dcs,alorizándolo, atra
truye alrededor de uno o dos centros visuales, a menudo persona yendo la atención �obre un detalle en primer plano, etc.
jes, hasta el punro de que ha podido caracterizarse el estilo clá!>i El encuadre e�. puc!>, uno de los instrumentos predilectos para
co como esencialmeme centrado. 'loremos además la frecuencia. la expre),ión de e te tercer !icmido del punto de vista, pero no es
en las peliculas. de técnicas de sobreem:uadre (presencia de un el único y otros medtos pueden senir para representarlo, por ejem
marco en el marco, espeJO o ventana, por ejemplo), pero también plo el contraste de los "alorcs y de los colores, el flou, etc. La
del reencuadre, pequeño mo\im1ento del marco de<;tinado a con escuela francesa de cine de los ru
1os 'eime, la Uamada escuela «im
sen ar en el centro el tema elegido. presionista», cullivo ampliamente estos efectos: asi, en El Dora
Este cemramiento. por 'iUpue!>tO, heredado por otra pane de do de \larccl L 'llcrbier, un plano de la heroma, perdtda en sus
una concepción acadenuca de la herencia ptctorica, no es univer pensamiento<;, nos la muestra en jlou en medio de sus compru'le
:.al en el cine, } existen, a la mversa, C'ltilo fundadoc; en un re ras. la cuales se ven nnidas: conjuncion de un punto de vista vi
chazo del centrado, en un descentramicnto activo y voluntario, <;ualmeme centrado } connotativarnente calificador.
con intención a menudo de subrayar ctertos valore cxpre ivo del
marco, como en Amonioni. Drcycr o Straub.
1.3.4. Descncuudre
1.3.3. El punto de visto Hemos insistido hasta ahora en todo lo que tiende a asimilar
un encuadre a la materialización de un punto de vista. siempre
A través del fantasma de la pirámide visual, la noción de en más o menos centrado o. al menos. recemrable. Ahora bien, en
cuadre atrae, pues, el marco al ámbito de una equivalencia, pro el interior mismo de la tradición representativa. esta asimilación
puesta por el disposilivo de la� imagcne�. emre ojo del productor se 'i\ió a menudo, en el siglo xx, como abusiva e ideológicameme
y ojo del espectador. E ta misma asimilación de uno a otro es peligrosa (véase má!> abajo, 1 1 1 .3) y toda una etapa de la historia
la que incluye, en sus avatarc�. la nocion de punto de vistn. Si de las imágenes desde principios de siglo está caracterizada por
se exceptúa un sentido, obsoleto hoy («lugar en el que debe colo la voluntad de escapar a este ccmramiemo, de desplazarlo o de
carse una cosa para ser bien vista))}, la lengua corriente da a esta !lubvemrlo. [n tctminos de marco, el procedimiento más espec-
166 l \ t'-IAGEN EL PAPeL llH l)JSI'OSIrl\'0 167
tacular en este sentido es lo que Pascal Bonitzer llamó de!'lencua
dre, � decir, un en1.uadrc deS\iado. señalado como tal y desuna
do a -.eparar el encuadre de la cqun.alencla automatica a una
mirada.
a) Desem:uadre 1 centrado: la concepción tradictonal de la com
posicion viene en gran parte, como hemos visto, a ocupar el cen
tro de la tmagcn. I:.l desencuadre, tal como lo define BoniiLer,
consiste por el comrano en I'Oc:1ar el centro, es dec1r -puc to que
no se uata, evidentemente, de hacer un agujero en la imagen-.
en vac1arlo de todo ObJeto �igniricativo, en asignarle porciones
relal ivamcntc in.igntficantcs de la represemación. El de�encuadre
es, pues, un descentramiento en el sentido en que hemos hablado
de él Siguiendo a Arnhcim, e introduce una fuerte tensión visual
al tender el espectador. más o menos automáticamente, a qucrct
reocupar ese centro vacío.
b) Desenc:uadre y bordes de la imagen: el descemramicmo com
positivo ·e aprecia a la vez, ya lo hemos dicho, en las dos «reali
dadC!>)) de la imagen y por trulLO, al mismo tiempo, en relac1on
con el marco-ventana y con el marco-límite. El desencuadre es
una operación mós abstracta, que juega más en el segundo aspec
Desencuadre en el cine CNon r�cnru:il/�s. de: J.·M. Stroub y D. Huillct. 1965) }
en píntura (Dos t•amponarws t'll Cop;•httugut al uturtk('(!r, úc J. (lau,cn l)aht.
to: desplazando las J'Onas significaLivas de la imagen la menudo
11!251 Jos personajes) leJOS del cemro, acemua correlativamente los bor
de' de la imagen, > el lado favorecido, vi iblemenle arbnrario }
deLiberado, de esta acentuación, insiste en que estos bordes -.on
lo que separa la 1magen de �u fuera de marco. Dicho de ouo modo,
el de encuadre e un operador teónco que señala implícitamente
el valor d1scursivo del marco (Louis Marin: «El marco C!> lo que
profiere el cuadro como discurso»).
Cn el de�encuadre, los borde del marco parecen cercenar en
la escena representada, subrayandose 11U fuerza conante Por ello,
el desencuadre es una con�ccuenda lejana de la movilización fan
tasmátiea de la pirámide visual en la pintura de finales del siglo
X\111 y principios del XIX, pues s1 hay descncuadre, e que �e ha
podido. por un movimiento imaginario de esta pirámide VISual,
encuadrar «al lodo», voluntariamente. Cuando Dcgas, maestro
del clescncuadre donde loo; haya, dcctdc mos1rar la Bolsa de París
por medio de uu Lrozo de pilar y un grupo de personajes con frac
y sombrero de copa, relegado a la derecha del cuadro } conado
por el borde derecho, mamfiesta claramente que ha querido en
cuadra• la e�ccna de este modo, que ha querido dirigir su mirada
<<al lado>> del centro de intercs de esta escena. Desencuadrar es
o;icmprc encuadrar de otro modo.
168 1,\ IMAGI::;-.1 eL P,\P[I !)[ 1 I>IWOSill\ u 169
peHcula documental; inverc;ameme. 1magenes mucho mas varia cion francesa, una obra consistente en 5000 fotografias de aficio
bles, como la-, somhrus dunas. eran muy rud1memaria!> en el pla nados dispersas por el suelo, e insralacione que mezclaban moni
no ligurativo, cte. tores de v1deo con toda clase de tmágenes diferentes, por no ha
F�ta división es, sin embargo, dcmac;iado c;imple y, en la prác blar de las pre�emac1one más clás1cas de películas o de pintura<;.
tica. va acompañada por otras que, o;in afectar directamente al
tiempo. influyen en la dimensión temporal del dispo.ltivo:
- Imagen fija ver�u� imagen mówl· si la imagen fija es de f i . J .2. Tiempo eo,pectncorial � tiempo de la imagen
fácil definición, la imagen mó\il puede adqu1rir muchas formas
y, si su especie dominante es la 1magen motora. cinematográfica Las imágenes mantienen así una relación infinüamcnte varia
o videográfica, de las que acabamos de hablar. pueden imaginar ble con el tiempo. Hablando con propiedad, la dimensión tempo
c;e muchas 01ras. Pa1a tomar un ejemplo algo simple (pero docu ral del dispositivo es la vinculación de esta imagen. variablemente
mentado en ciertos logros artísticos). si se desplaza un proyector definida en el tiempo, con un sujeto espectador que existe tam
de diapositivas durante la proyección, la imagen resultante será bien en el tiempo.
móvil sin ser por eUo motora. [Jemos hablado ya, en los dos primeros capítulos, de este en
- Imagen única versus imagen mtilflple: uuicidnd y multipli cuentro entre un tiempo subjetivo y una imagen. Por ejemplo,
cidad se definen espacialmente (la 1magen múltiple ocupa varias la 1magen fija y única da lugar a una exploración ocular, un smn
regiones del espacio, o la misma regiOn del espac1o en sucesión), ninR (véase capuulo l , 1 1 1 . 1 y capítulo 2, 11.2.3), que mamfiesta
pero no sin incidir en la relación temporal del espectador con La la existencia mcvitable de un tiempo de percepción, de aprehen
imagen. No supone lo mismo contemplar una proyección de la s1ón de la 1magen. A este scanning de la imagen única, la imagen
misma diapositiva durante una hora, que dedicar el mismo tiem en secuencia al'lade y superpone otra exploración, que también
po a mirar una sucesión de cincuenta diapositiVas diferentes. Para se desarrolla en el uempo: por ejemplo, una página de tiras dibu
tomar un ejemplo menos tri'ial: la extracción de una viñeta de jadas se lee imagen por imagen, en una yu..xtapo ición ordenada.
tira dibujada de su plancha (por ejemplo para ampliarla y hacer pero también, } al mismo tiempo (inclu�o. a \ece�. de manera
de ella una imagen artística. aspecto en el que se ha especiabzado contradictoria). dl; manera global. Lo mismo sucede en el ejem
Roy Lichtcnstein) hace de una imagen múltiple una imagen úni plo del muro de imágenes. que es una yuxtaposición ordenada
ca, y la consigna temporal implícita dada al espectador no es la de imágenes móv1les. y que se debe leer unas veces como una sola
- Imagen owónoma versus imagen en secuencia: el criterio pequeñas tmágencs conuguas, que necesitan entonces, no sólo una
es esta vez mas b1en semántico, por ser In secuencia una serie de exploración oculat más rápida, máo; ágiJ, o;ino incluso una imelcc
imágenes ligadas por su 'lignificación; y, además, puede concebir Cion má'> agu.t.ada.
se esta dicotomía como una variante de la precedente, pues tiene En todos estos casos y en todos los demas casos pos1bles, lo
En conjunto, y si se combinan estos diferente.<; parámetros, el que pertenece al espectador. Si, ante un fotograffa, 'ie es libre
es múltiple el juego de los dispositivos temporales de imágenes. de permanecer tres segundo" o tres horas (como ante cualquier
Ningún espacio social lo demuestra, hoy, mejor que el museo de objeto 'ic;ual que <;e desee mirar), ante una pelfcula, no se podrá
arte contemporáneo. en el que las «nicL.as» prc<>cntadas mezclan permanecer máo, que el uempo de la proyección: es el primer as
deliberadamente todas las familias de imágenes, la pantalla de ví pecto, el de la naturaleza, temporal o no, de la imagen, y se pre
deo y la proyección de diapositivas. la imagen hipcrmulliplicada \enta como una coerción. Pero además, ante una y otra de estas
y la imagen absolutamente única. etc. En el espacio de un mismo imágenes, nuestro ojo y nuestra atención podrán dirigirse varia
ano, habrán podido así verse en el centro Pompidou una fotogra blemente en el tiempo: e<o el egundo aspecto. ligado a los deseos,
f¡a gigante, expuesta durante meses en la fachada, un <<muro de a la<o expectativa'>, es decir, a la situación pragmática, del especta
imágenesn (varios morutores de �•deo contiguos) sobre la Revolu- dor. E te cgundo aspecto es siempre vi\·ido de manera menos
172 LA IMAúf:N !'L 1',\J'I.:L l>LL UISPO:,t1 l\ O 173
coercitiva, pero no por ello es el espectador totalmente libre ame dios etnograficos: i el aborigen australiano a quien se muestra por
una imagen, pues el casi stempre mtra en vmud de consigna-; de primera vez en u \.ida una fotografía, empieza (admilámoslo) por
\.tsron, impliciuts o explicitas, que rigen su e\ploración. Por no manipular, de modo C\tra"o a nuestros ojos, este objeto extraño a
dar mas que un eJemplo, el de la rmagen mo\.tl muluple del tipo sus OJOS -por ejemplo, haciéndolo girar en todos los sentidos, pal
«muro de imagencs», no se mirara con los mrsmos presupuestos pandolo, o incluso mordiéndolo-, �. desde luego, porque no sabe
una instalación de "Jam June Paik, que } U\taponc varios recep qué es una fotografía. Pero ese saber que le falta está. a su ve1. des·
tores, un muro de imagcnes d1dáctico en un musco, y el muro multiplicado: el aborigen no sabe para qué sirve una foto (en nue'\
de imágene� publicitario del Forum de le� llallc!> en Pam. En el tras sociedades. sirve para representar eficazmente La realidad vi�i
último caso, por ejemplo, la mirada será más distraída, �ólo las ble), pero, además, no �abe cómo se fabrica (a primera 'i:-.ta no
zonas visualmeme fuertes tendrán la oportunidad de atraer al ojo, di fierc tanto de otro trozo de papel, o incluso de tejido). l.a'\ cncue-..
mientras que ame la instalación artística. de la que se espera más ras etnográficas !>crías (la!> que, desde hace diez o 'cinte años, inten
�utileza, uno mismo querrá ser más sur il. tan ser menos proycctivas y emocéntricas que a principios de siglo)
verifican todas, por Otra parte. que este segundo saber es como la
clave de los demás: si se hace comprender al aborigen cómo se ha
11.2. El Eiempo onpiJcilO creado una foto, si se le hace tocar con el dedo, por decirlo así, su
arche, sabrá ipso jtJcto para qué puede servir. Eso ha sido demos
En nuestra tipología, sólo las imágenes pre�emadas en cl 1iempo trado varias veces, gracias a los aparatos fotográficos de revelado
-sean móviles o no- tienen una existencia 1emporal intrínseca. instantáneo, del tipo Polaroid, cuya magia (incluso, hay que subra
Sin embargo, casi todas las rmagenes «contienen» tiempo, que yarlo, para nosotros que no somos aborígenes australianos) reside
�on capaces de comunicar a su espectador s1 el dispositivo de pre precisamente en esta permanente exhibición de la génesis de la foto .
sentación es adecuado para ello. De algunas de estas imágenes De esta hipótesis mu} general, que reenconlraremo\ en la ter
es de las que \'amos a empezar a hablar. cera parte de este capitulo. retenemos. pues. de momento que en
la imagen no temporalizada hay tiempo incluido. a poco que el
espectador entre correctamente en un dispositi\'O que implique un
ll.2.1. El :m:lle ) el saber !!upuc 10 saber sobre la creación de la imagen, sobre lo que podría llamarse.
tomando la palabra de lo� filmólogos, su tiempo creatorial. No
Si una imagen que. por SI misma. no existe en modo tempo es, pues, la imagen misma la que incluye tiempo, sino la imagen
ral. puede, sin embargo liberar un sentimiento de tiempo, es for i posilivo. Vamos a dar dos imponamcs ejemplos de ello.
en su ds
Losameme porque el espectador parucipa y ai\ade algo a la ima
gen. Nuestra hipótesis sera que ese «algo» es un saber sobre la
{!enesis de la imagen, sobre su modo de producc1on, sobre lo que 11.2.2. l<otogrnfía, huella, indicador
Jean-Marie Schaeffer llama, a propóc;tto de la f01ografia, u ar
clle (término que extenderemos a 1odas las demás imágenes). Esta Primer ejemplo (sin sorpresa): la fotografía.
hipó1esis, por otra pane, SI se srgue hasta el final, sólo es un as Ante" incluso de formar una imagen, la fotografía e!. un pro
pecto de una h ipotesis más vasta referente al espectador, a la ima ceso, conocido además desde la Antigüedad: la acción de la luz
gen, y a la relación entre ambos, regulada por el dispositivo. En sobre ciertas sustancias, a las que hace reaccionar químicamente,
efecto, en cuanto objeto socialilaclo, convencionalilado, y si se y que se llaman por esta razón fotosensibles. Una superficie foto
quiere codificado -y no sólo un objeto visible , la imagen po sensible. expuesta a la luL, será transformada por ella. provbio
see un modo de empleo supuestamente conocido por su consumi nal o permanentemente. Conserva la huella de la acción de la Jul.
dor, el espec1ador. Como todo artefacto social, la imagen no fun La fotografía empiem cuando esta huella se fija más o meno�
ciona sino en beneficio de un saber supue.Ho del e:,pectador. Hay definitiv.tmcntc, se finaliza con \istas a cieno uso social. Toda�
que citar aquí los estudios interculturale!>, en particular los estu- la!> historia de la fotografía mencionan -sin extraer :,iemprc �us
174 L:\ 1I\IAOI:N él PAPP.t I>H I>ISPOSIII\O 175
de la que ha nacido, una relacton que es menos del orden del sig Doisncau). En fecha reciente, una rama de la fowgrafta <<artísti
no que del indicador (en el sentido de Charles Sandcrs Peirce, ca», .,e ha especiali1ado en la exhibición deJ poder temporal de
es decir, en el sentido de que el ind1cador resuiLa de una relacion la fotografía. ca pretendiendo o,orprender instantes paniculanncn
natural con su referente). r:n pantcular, para esto'i teóricos, una tL re\eladore (Roben Franl..) , sea, por el contrario, aceptando
fotografía es indicador también en el plano temporal: en una foto deliberadamente regt'>trar cualquier instante para «encomrar)) en
ha} tiempo incluido, encerrado, la loto embalsama el pasado eJ el uempo en estado puro (q!anse las ConversaciOnes con el ttem
«como moscas en el ámbar>> (Peter Wollen), <<.,iguc eternamente po de Derus Rache), a costa de hacer seguidamente de ese tnstan
mostrándonos con el dedo (con el índice) lo que ha sido y )a no te cualqUJcra un instante singular, etiquetado por una fecha y un
es» (Christian �letz). lugar prectsos, baJO la modalidad del recuerdo.
El dispositivo fotográfico, cualesquiera que puedan ser. por
otra parte, sus innumerable� formas (desde el álbum de fotos de Csta inclus10n de una huella temporaJ en La fotografía e!> cspe
familia a la conferencia ilustrada con 11royccción de diapositi\aS). dalmeme �ensible en un tipo panicular de foto, hasta el punto
descansa siempre sobre algo que el espectador sabe: la imagen de que casi podría dectrse que ese tipo depende de un dispositivo
fotográfica ha captado tiempo para rcstilutrmelo. Esta restitución apane; estoy hablando de la foto instantánea, tipo Po/aroid. El
es convencional, codificada; será, a su vez, muy variable, en es modo de producción particular de estas fotos, ligado a otro!� ra!>
pecial según la foto haya captado una duración, más o menos gos (en es11ccial el enma1que por medio de un ocultador blanco.
larga, o Jo que e llama un instante (véase ca11itulo 4, 1 1 1 . 1 ) , pero producido aulomúlicamcntc), hace de ellas fotos más inmediata
el saber, por su parte, está siempre ahi. Las dos lotos de la pági mente ligadas a un /lic el mmc, a un lugar y a un instante. Esto
na 175 úenen un tema comparable: una figura humana en movi st! traduce, entre otra� cosas, por la capacidad, observada a me
miento. Pero, en una, la nitidez de los contornos, asociada a la nudo, de estas fotos para producir ficción.
imposibilidad de la posición ((en suspenso», me dice que e trata
de una instantánea, de la captación de un instante (que yo no
podría nunca ver <<al natural», y que sólo la foto puede permitir
me \er): en la otra. por t!l contrario. el difuminado de la :.ilueta
me habla de un registro con una duración má� larga (me hace
ver esta duración tal como yo no podría tampoco verla l!n la rea
lidad). Tanto en un caso como en el otro. \'l>o ttempo. Mi saber
o;obre el arche fotografico, adquirido y después fortalecido du
rante un tiempo suficiente como para haberse hecho implícito,
me perrnile leer ese Líempo, experimentar 'us connotaciones emo
cionales, o incluso, ame ciertas foto" muy expresivas, revivirlo.
La fotografía transmite a su espectador el tiempo del aconteci
miento luminoso del que es huella. 1::.1 dispositivo se cuida de ase
gurar esta transmisión.
Muchos estilos fotográficos descansan en esta implícita inclu
sión del tiempo en la foto. La famosa fórmula de Hcnri Canier
Bresson , que define la {buena) fotograna como ((el encuentro del
instante y de la geometría)>, puede extenderse a toda la fotografía
documental, � Roben Doisneau la relleja perfectamente, titulan
do una de sus selecciones fotográricas Trois secondes d'érerniré
(a razón de un cincuentavo de 't!gundo por fmo, tres segundos Foto� de pren�J de Pu!rrnt 11• fmt (J ·1 GodJrd, 1965) > de Buy ml!t'fl Gtrl (l..
el> el tiempo global «conh:nidon en la' fotos seleccionadas por C:tra:o.. t\184).
178 t\ 1\li\GEN El l'i\J'EL DLL Dl<;f>OSilJ \'O 179
Segundo eJemplo (menos esperado): el cinc. Observemos, por otra parte, que Cl>Listen secuencias de •máge
EJemplo meno" esperado, pue�to que el cinc se basa en una ne5 lijas ) narratl\ as (en el cómic. en la pintura), que, ha!�ta Cier
imagen temporalizada, que rcpreo;enta indisociablemente un blo to punto, pueden compararse con la secuencia filmíca por el con
que de «c.pac1o-durac1óm1 (Gilles Deleuze), y del que hablare temdo narrati\O que trammilcn. Pero la<; relaciones temporalc'>
mos de nuevo en U.3. Pero el cine, o más bien el film, e� también entre imagenes sucesiva... cstan en cUas mucho meno marcadas,
un ensamblaje de �arios de esto-. bloque-. (lo-. plano-.). «en ciertas no sólo porque cada imagen sólo conriene tiempo de manera muy
condiciones de orden y de duradóm>: fórmula en la que se reco indirecta y muy codificada, sino porque el di'lpositivo es mucho
noce la definición de montaje, } que recubre una representación mcnolt cocrcllJVO. Sólo la secuenc1a fo1ográlica -por razón del
del tiempo que es, por su pane. mucho más implíci ta. poder de credibi!Jdad ligado al urclle fotográfico- puede, en me
Toda película, o casi, es montada, aunque algunas películas nol grado, compararse a la secuencia fílmica.
contengan muy pocos planos y aunque la función del montaje Para volver al �o:•ne, el montaje, la secuenciación, fabrican en
esté lejos de ser la misma en todas partc1>. Prescindo aquí de LO· el un tiempo perfectamente artificial, sintético , relacionando blo
das sus funciones narrarivas y expresivas para �ubrnyar unicamenre ques de licmpo no contiguos en la realidad. Este tiempo sintético
que el montaje de los planos de una pclicula es ame todo la se (que la foto no produce tan fácilmente, 1an <cnaturalmente))) es
cucnciación de bloques de tiempo, entre los cualeo; ya no hay más sin duda alguna uno de los rasgos que más ha impulsado al cinc
que relaciones temporales implicilas. Todo el montaje clác;ico, re hacia la narrauvidad, hacia la ficción.
sultante de lo que se llama a veces la estelica de la trwapurencia, Pero es lícito \er e�ta secuenciación de bloques temporales
supone que el espectador es capaz de ccreorganizar lo<; trozos» de ..:omo una producción original, de tipo documental. En los años
la película, es dec1r, de re-.rablccer mentalmente las relaciones dle cincuenta, bajo la innuencia de las estéticas realistas entonces do
geucas }, por tamo, entre otras, temporale!>, entre bloques sucesi minante \ariolt críticos (Ene Rohmer emre otros) emiueron, por
•
\0\. Esto sólo puede hacerse mediame un c;aber, por minimo que ejemplo. la idea de que una película es también c<un documental
'iea, sobre el montaje, o más bien sobre el cambio de plano en sobre su prop1o rodaje»: dicho de o1ro modo que, cualquiera que
una película. Es indispensable, entre o1rao, co.,a-,, para compren sea la historia ficticia que cueme, el film, reuniendo trozo., de
der bien una pelicuJa (para comprenderla como su dispositivo lo fUmado en el rodaJe, da una representación, una imagen -tem
quiere que se la comprenda). \aber que un cambio de plano re poralmente, por cierto. a veces extrai'la- de ese rodaJe. Natural
presema una discontinuidad temporal en el rodaje, que la ca mente, esto sólo es aprehensible a costa de un esfuerzo intelec
mara que ha filmado la escena no se ha desplazado bruscamente tual, y una película de ficción no se percibe inmediatamente así;
a otro punto del espacio, sino que ha habido, cmre la filma todo lo más, es efec1ivamcnte visible un efecto «documental» en
ción y la proyección, esta otra opcrac1011 que co, el montaJe. Todo las pellc.:ulas antiguas, testimonio de una época pasada, al tiempo
el mundo posee hoy este sabc1, que puede parecer muy trivial, que relato de una h1s1oria (lo que acaba por conferir encanto,
pero no siempre ha sido así y los espectadores de las primeras o incluso interés, a ciertas antiguas películas de serie rodadas en
películ as con pumo de vista variable, protestaron con frecuencia exteriores naturales). Pero son películas pertenecientes a otros ge
contra la violencia, visual e imelectual, que representaba esta va ncros las que han hecho más cvidenrc esta relación de rcmodcla
riabilidad. do del tiempo de rodujc �:on el tiempo de la proyección. Cilcmos
únicamente el ejemplo la fnmosa pelicula de Michacl Snow La
Yuri Tsyvianc c1ta a<;í el ejemplo de un cc;pectador que recor Ré!lion centra/e, montaje de largos bloques de duracion filmados
daba el cinemátografo en su'> comicn1os. en el que c<en un trozo por una cámar<J en movimiemo circular alrededor de un punto
de tela blanc.:a o;urg1an una tras otra las cabezas del rey de España fijo. y moltlrando s1emprc la misma reg1ón: a lo largo de la pro
y del rey de Inglaterra, pasaban como un relámpago una decena yección (unas tres horac;), el espectador es inducido forzosamente
180 t\ tr.t.\GEN El PAPEL Df:L DISPOSIfiVO 181
a preguntar e sobre lac¡ relaciones temporale:, entre e�to� bloque . un ritmo mas raptdo. L a luminosidad d e l a pantalla e s e n ge
sin poder nunca po eer tndicador alguno c¡obre el orden de su ftl neral lo bastante fuerte como para que resulte de ella un centelleo
mación. en absoluto despreciable, e�pt><:ifico por otro lado. puc�to que.
por ra.ton del barrido, parece no alcanzar simultáneamente a toda
la pantalla.
De de el punto de vista percepuvo, esta diferencia es la princi
11.3. La imagen temporalizada
pal entre la imagen filmica y la imagen videogralica, al menos
:-.i �e exceptúan las diferencias. con frecuencia importantes, debt
11.3.1. Imagen fnmicn, imagen ' ideOArtificn da-; a los azares de la transmisión televisada (saltos de imágene�.
«rutdo)) visual o «nteve», etc.), asi como al grano más aparente.
La imagen temporalizada -la que incluye el tiempo en su exis a la defintción menos buena. en general, de la imagen de ,{deo.
tencia misma- se presenta hoy seg(m dos especie!.: la imagen fil Es importante subrayar, entre otras cosas, que, si el efecto de en
mica y la imagen vldeogrcífica. Hay numerosas y radicales dife mascaramiento debido al cambio de plano queda ligeramente ate
rencias técnicas entre los modos de registro y de restitución de nuado en vídeo a causa del entrelazamiento de las dos imágenes,
estos dos tipos de imágenes: no h�_Y entre vitl�o Y cine ninguna diferencia perceptible cu lo que
_
se reitere al movJmtemo aparente (la persistencia retiniana, en par
- la imagen fílmica es una imagen fotogralica, la imagen vi
ticular, no intervine aquí ni en un caso ni en otro, comrariameme
deográlica se graba sobre un soporte magnético;
a lo que algunos han escrito. En realidad, parece que, en ciertos
- la imagen fílmica !le registra de una vez. la imagen de ví
teóricos, el supuc�to saber c;obre el disposiLivo haya adquirido,
deo se registra por medio de un barrido electrónico que explora
a propósito de la imagen videográlica (> con un deseo, compren
sucesivameme unas /meas horiLontales superpuesta� (el inglé� tie
"tble, de singulanzación de esta imagen en relación con el film).
ne para este barrido la misma palabra. scanmng, que para la ex
proporciones exagerada�. que entrai'lan una sobrevaloración de
ploración de una imagen por el OJO);
este dispositivo en cuanto a sus consecuencias perceptivas.
- en la proyección, la imagen fflmu:a resulta de la proyec
El o;aber \Upucsto obre el dispositivo se convierte, entre cier
ción sucesiva de fotograma¡, !>eparado' por negros (véase el capi
tO'> artistas que trabajan en cine o en vídeo, en u n saber practico,
tulo primero. 1 1.2.2): la imagen de vídeo, de un barrido de la pan
técnico, determinante a veces en la concepcion y la realización
talla por un rayo lumino�o.
de la obra. y que es entonces imposible ignorar. Así, el hecho
Estas diferencias son muy reales, pero l>U incidencia en la apre
�e _que la imagen electrónica se engendre por barrido de su super
hensión que tenemos de las doc; clases de imágenes móviles ha .
ltcJe !le presta a manipulacionec; especificas ligadas a ese barrido
sido, la mayoría de las veces, demastado sobreesumada. Se ha
Ctod� la gama de loe; trucaJes de vídeo. boy vulgarizados por la
insistido, en panicular, en la ausencia de negros entre imágenes
telcvtstón, procede de ahf); inversamente, el carácter fhicamente
¡,ucesivas en el dispositivo vídeo y en que esta imagen no resulta
tangible del fotograma fílmico se presta a oLros tipos de manipu
de una proyección por medio de arrastre!> discontinuos. De he _
laciOnes (conar, arai'lar, manchar, etc.). y el cine «experimental>,
cho, la imagen 'ideográfica no se percibe exactamente como la
es sin duda más diferente del video <<experimental» que el cinc
imagen fílmica, pero la diferencia esencial entre ella!> no afecta
de ficción del vídeo de ficción, al menos en sus modos de hacer
ni al negro emre los fotogramas, ni al barrido de la pantalla de
intelectuales y artfslicos respectivo!. pues, una vez más, lo más
vídeo, sino, sobre Lodo, a la frecuencia de la aparición de imáge
nes sucesivas. En el cine, como hemos visto, esLa frecuencia es,
en general, lo suficientemente elevada como para evitar el ceme 4. De hc..:ho, por rn1one> dt comodidad té..:nica, la expluradón de cada ima
gen \C lht�c en �ohl\ ll.:mpu), primero una lmea de cada do� (hncu) «tmparcs>ll.
lleo: en vídeo la frecuencia está '>Upcditada, por construcción, a
dc,rlUes la� dcm;h llnen' (linea> «parc,u); In imagen de \'Ideo �e produce, puc,.
la frecuencia de la corriente eléctrica que alimenta el aparato (en al rilmu d.: 2S tmagcne' por 'egundo. dividida cada uno c:n dos «semi·imngenc�•·
Europa. SO Hz). ) no � posible proyectar imágenes sucesivas a emrc:laLadas.
182 lA lMAGEt-. EL I'APLL Dll DISPOSITIVO 183
dificil sigue c;1cndo distinguir, a s1mple "ista, una imagen de film situado ame ello'i, y que hac1a de pantalla a la percepción: de
de una imagen de vídeo. �
ah1 a c'prc'>IOn ejeclo-pantol/o que designa ese proceso de dcsve
lanuento progresl\o de los objetos de percepción. > al cual esca
Trataremos desde ahora la imagen fílmica y la imagen video pa, prccasamcnte, la imagen fílmica. (Como el término «efecto
gráfica como do:. \ariames. difícilc� de distinguir fcnoménicamen pantalla>> podrin inducar a error por confusión con la pantalla de
te, de un mismo tipo de imagen. la imagen mó\iJ o, mejor, la la sala de cme, es san duda preferible evitarlo, y no lo citamos
imagen temporalizada, prescindiendo las más de las vece.> de la sino como referencia a un arúculo históricamente IDlponame .)
diferencia más visible entre ellas, lo debida al centelleo. En todo ca.,o, uno de los caracteres perceplivos tundamentalec;
dc la imagen fllmica, impicados
l en su dispositivo, es esta aparí
..
CIOn brusca, la oscuridad que rodea, que ucne, al menos, una con
II.3.2. La situación cincmato�ráfico scc�encia importante: el contorno de la imagen, sus borde.c; (no
hm1tados, notémoslo de paso, por ningun encuadre <;eparable sino
Lo que, siguiendo a A. 1\lichouc van den Berck, llamamos sólo �or la oscu ridad que rodea la pamalla) • 'ie ven com per
. d
la situación cinematográfica designa, en el vocabulario adoprado tenecaemes o lu 1magen, mientras que la imagen misma aparece
hasta ahora, el encuentro entre el espectador y el dispositivo de como «adherid<��> a su fondo, la pamalla. Dos observaciones:
la imagen temporalizada. Este encuentro, evidentemente, implica l . E� de1>de luego un rasgo temporal, y no sólo espacial, pue!l
muchos aspectos que no son, por su parte, de naturaleza tempo to que eMa apanción/desaparición radical implica una sucesión
ral. siendo el principal el fenómeno psicológico de segregación de estados: sin image1Vimagen !/i magen 2, etc.; hasta <<ya no
de los espacios que separa el e�pacio percibido en la pantalla del 1magen».
espacio de la propiocepción. 2 ésta concepc1on, que hace del marco-limite una clau.<.ura
Sobre el aspecto temporal del dispol>itivo. }O hemos descrito, hcrméuca, parece oponerse a la famosa tesis de Baan sobre el
a decir verdad, su rasgo esencial: la producción de un movimien carácter <<cemrífugo>> de la imagen fílmica (véase capitulo 4, 11).
to aparente, al meno'> en cuanto al papel percepuvo y psicológico 'r es que Ba1in, a diferencia de l\fichotte, toma en consideración
de este movimiemo aparcme {véase capitulo 1, 11.2 }' capítulo 2. la d1égcsis Y el antenso electo de credibilidad que provoca, hmta
11.2 y 11.3). El papel propio del dic;positivo es aquí regulador, pues el punto de \Ubc�umar exageradamente el saber, parc1almemc con
LO que consiste en actuar de modo que este mo..imiento aparente, t �adictorío con este electo de credibilidad, que el disposiuvo sus
fundamento e enc1al de la 1magen videocinematográfica se perci ella. Naturalmente, puede hacerse a C\lichoue el reproche mver
ba adecuadamente. Hay en eso un aspecto técmco {eliminación ,o. Y el mismo observa que este efecto de aparic10n global de la
imagen filmica .e olvida, durante la proyeccion. en favor de la
del centelleo, ausencia de enmascaramiento indebido), pero tam
bién un aspecto socioc;imbólico, puesto que el dispositivo es Lam �
percepción d lol> obj:tos representados, que se nos aparecen, por
su parte, �eguo modalidad� comparables al «efecto-pantalla>, real '
bién, en un sentido más amplio, lo que legitima el hecho mismo
por ocultación o descubrimiento progresivos.
de ir a ver imágenes móvile� en una pantalla. Podría resumirse
ese primer rasgo diciendo que el dispositivo cinematográfico (vi No obstante, este rasgo del disposilivo sigue siendo importan
deográfico) es lo que autoriza In percepción de una imagen móvil. te. especialmente en las películas en las que son frecuentes y bru
En cualquier caso, un rasgo secundario de ese dispositivo me lale!. los cambios de planos, que obligan emonces al espectador
rece que nos detengamos en él: la imagen fflmica es una apari a tomar conciencia de ellos, aunque sea liminalmente o, en todo
ción. Con más precisión, en cuanto objeto de percepción, está caso, a percibirlo!> en forma de salto, de ccaparición brusca» y,
sometida en su conjunto a un proceso de aparición/desaparición a 'cccs, de enmascaramiento visual.
brutales, no aparece progresivamente, por desvelamiento, como
es el caso de todos los demás objetos visuales. En su artículo de
S. f-n cieno' pa�n.1lla� destinada' a lo� dnea�ta\ aficionado�. d comorno de
1948, Michoue destaca que los objetos se nos aparecen, por regla la pantilllu c'tobo Jllnlodo de negro, mn1enalizando asi por un �mtllencundre lo
general, por despla1amiemo relativo en relación con otro objeto que en genernl é1o npcna\ un marco-objeto.
184 L·\ I\1.\GEN liL PAPLL DLI DISI'OSITI VO
185
!!Tan formato, no imptdc que éstas sean transportadas del taller fundir una diaposi1iva con. por CJemplo, una maqueta de cartón.
; la galena de la colección pnvada al musco Por el contrario, la ima Y 'obre todo, por supuesto, el caso fromerizo en el que todo
gen �roy �
ec ada solo ex1s1c donde se cncucmra la máqwna que puede han pensado ya aqUI: la imagen de vídeo.
proyec1arla y , aunque muchas de es1as maquinac; sean hoy a u 'ez� La imagen de \ideo es a la vez impresa y proyectada, pero
.
móvile!), es raro que .,e las desplace durame la proyecc1ón (lo umcos 111 es 1rnpresa corno la imagen fotográfica, ni proyectada como
ejemplos que me Henen a la memoria pertenecen todos al espac1o la 1magen cmernatográfica. Lo que vemos es el resullado, desde
del museo de ane comemporanco. donde a veces, en efecto, se hace, luego, de una proyección luminosa. pero esta proyección es sin
por ejemplo. girar un proyec10r de diapo.,imas sobre su eje, et .); � guiar: por un lado, proviene de la parte postctior de la imagen,
- la imagen impresa exige luz para ser vi'>ta, puesto que solo } de un lugar que debe permanecer inaccesible (si se abre el tubo
.
es, perceptivarnemc hablando. una superficie reflectame; la ·�a catódico, ya no hay imagen posible); por otro lado, se dirige a
�
gen proyectada lleva consigo su propia luz y nece ita, en carnbt , � vario., puntO!> de la pamalla, alcanzados sucesivamente según un
que se eliminen en mayor o menor grado l�s dernas . fuentes lumi ritmo periódico (no hay flujo luminoso global, ni ha1, o;ino un
_n
nosas, que vienen n dcbiluar la lu1 prop1a de la u agen . pincel luminoso muy fino y móvil). Esre segundo rasgo e� el que
.
Es licito, pues. preguntarse SI este conjunto de dtfcrcnctas n� permite imaginar la imagen de vtdeo como impresa, con una im
seiialaría la existencia de dos grandes dispositivos de trnágencs h- pre«ión efímera y constantemente renovada, pero 1arnbién aquí
gados a estos dos tipos: se ve bien que no se trata realmente de una impresión (corno mu
. . .
- un primer dispostlivo, fundado en la ctrculactón de unagc cho. jugando con las palabras, de una impresión de impresión).
nes impresas, en general de tarnai\o más bien reducido (salvo e� En resumen, la imagen de vídeo aparece casi corno un dispo i
�
cepciones, por supuesto), contempladas por un espe�t dor elau � tivo de un tercer tipo, y eso tamo más cuanto que combina cier
varnente libre en sus movimientos (una libertad tamb1en vanable, to� rasgos que habfamos opuesto tendencialmcnte en los dos pn
desde el espacio del museo a la foto de prensa que puede mirarse meros di.,posittvos: la imagen de \ideo � en general de pequeño
donde se quiera). > C\entuahnente manipulables; . .
tamaño, pero sigue siendo aún, la mayoria de las veces, inmóvil
- un segundo dispositivo, fundado por el contrano en trná (el receptor de tele\isión �<de bobillo>>. de cristal hquido. esuí aún
genes proyectadas, de tamaño 'ariable pero a menudo bastante poco extendido): e dirige, !)egun las circunstancms, tamo a un
grande, ,istas por cieno numero de �pectadore s a la vez, en un e:.pectador indi\idual como a un espectador colectivo, unas veces
_.
lugar especialmente preparado para esta pr�entaCJon. 'Jo hay d�da en el espacio domés1ico, otras en un espacio �oc1ahzado; no re
alguna de que, por ejemplo. la fmografia de aficionado y el eme quiere er \ista en la oscuridad, pero un exceso de luz parásrta
encaman, de manera conHnceme. estos dos disposithos. !>Obre la pantalla puede alterarla. Sólo el criteno de la rnanipula
CIOn la alinea clarameme en el sector de la imagen impalpable,
de In imagen proycc1ada: para manipular la imagen de vfdeo, hay
TTJ.1.2. lmngen opaca. Imagen-luz que mten·en1r rcmomandose a su producción.
Poco Importa, a decir verdad, que deban enumerarse dos gran·
Naturalmente, apenas emitida, esta idea debe ser puesta en
deo; dic;poc;urvos de imágenes. tres o más (corno toda tipología,
tela de juicio, por todo lo que viene a contradecirla: presenra
esta puede perteccionarsc hasta el infinito). Lo que retendremos
ción, en las galería!> y los musco�. de fotografías mmens �, que de esta discusión es el último punto, que parece representar su
dejan estupefacto al espectador, casi clavándolo en su SitiO (en
cima. Hay imágenes opacas. hechas para ser vistas por reflexión
todo caso. privándolo ampliamente de la libertad de su punto de y que pueden 10carse: esta�> imágenes están, unfvoeameme. ante
.
vista, por no hablar de la líbertad de 1ocar la imagen); proyccctón nosotros, ante nues1ra vista; resultan de un sedimento, sobre un
de películas de aficionado� en una pantalla pequei1a, en el espa
soporte del que ya son inseparables. Y ha) imágenes-luz, que no
cio domcslico. donde la distancia de la imagen y el tamai1o de
rc,ultan de sedimento alguno, sino de la presencia más o rnenoo;
ésta son reducidos; (<trampas» perceptivas experimentadas en los
fugitiva de una luz sobre una superficie en la que nunca 'iC mte
laboratorios de perccptologia. > que llevan al espectador a con-
gra: se piensa oscuramente que l'Stas imágenes no son definitivas.
LA 11\IAG� El PAPFL l>l:L l>IWOStIIHl 189
188
que están solamente <<de paso)) y, sobre todo, que tienen una fuente la innuencia gencralízada del inglé , la palabra technologie tienda
localizable (sea o no Vl'lible). (Notemos que, en estos términos a adquirir el o;entido de teclmo/ogy y a perder su primer senúdo
más generales, la imagen vídeo es, mdudablememe, una imagen de «discur'>o sobre la técnica))), y no hay que extrañarse de que,
luz.) Primera -y doble- dimen·1on -;imbólica del dispositivo: 'obre este punto. hayan sido tan frecuem� lo!. diálogos de sordo.,.
la imagen-luz, la imagen hecha de luz, es recibida por su especta En adelante nos esforzaremos. pues. por distingmr entre tres
dor. no sólo como más inmaterial que la otra (lo que e" evidente nivele de naturaleza muv diferente:
mente una ilusión. pue!> la lu1 no es ni más ni menos material - el utillaJe del que se dispone para realizar un acto dado:
que cualquier otro aspecto de la materia). sino como intrínseca por ejemplo. los diferentes estados de los ptgmemos ncccsanos
mente dotada de unn dimensión temporal. sencillamente, porque para pintar (pongamos por caso, con la aparicion de los colores
es casi imposible pensar la luz sin pensarla en el tiempo (la luz en tubo, ya preparados, en el c;1glo XIX, despué las pmturas acrí
no es un estado, <;iuo un proceso). hcas en los años cincuenta del -;iglo xx, etc.);
- la técnica de aplicación de este utillaje. Por ejemplo, cuando
en la práctica de lo!. rodajee; cinematográficos apareció el empleo del
ll/.2. La determinactón técnica zoom (objetivo de focal variable), una técnica corriente consistió en
ul iliLarlo para reemplazar el lravelling (de ahí el nombre dado a ve
lfl.2.1. Técnica y tecnología ces al zoom, de «lravelling óptico»), pero se utilizó también para pro
ducit un nuevo efecto, el «coup de zoonm, que no reemplazaba nada
Uno de los debates má-; vivos, y más importantes, sobre la en absoluto. i producía, por el contrario. una forma ffimica inédita;
cuestión del dispositivo ha consistido en evaluar la incidencia de - finalmcme. el discurso sobre la técnica en general, y las con
lo factores técnicos en el valor s1mbólico de este dispositivo, no secuencia obtenidas de él en cienos casos paniculares. Evidente
solamente porque. durante mucho tiempo, o,c ha considerado im mente. es en este últtmo nivel donde se sitúa el envite de la.' discu
plícitamente que estos factores técnicos tenían su lógica propia, siones alrededor de la detem1inación técnica del dispositivo, pero
su desarrollo autónomo. y que de unas re\oluciones técnicas po indisocioblemente de la existencia de los dos primeros niveles.
dmn provenir re\olucione en los modo de pensamiento o de vi-
ión, sino también porque, más profundamemc. esta cuestión es
liJ.2.2. La imagen aotom:íticn
la misma que la de los motores de la historia y. por tanto. lejana
mente, la de tao; causas de los fenómenos !>Ocialc y imbóücos.
De todo modos, ames de describir las lineas basicas de este Entre las novedades tecnológicas que han jalonado la historia
debate, es esencial una preci<;ión terminológ¡ca. La palabra técnica de las imágene�. hay una que e ha considerado a menudo como
es, en efecto, bastante ambigua en algunos idiomas, puesto que una verdadera re\'olución: la que, con la invención de la fotogra
puede designar tanto tma técmca. es decir, un cieno modo opera fla. introduJO la posibilidad de producir imágenes «automáticas».
torio para realizar una acc1ón dada, como la técnica, es decir, Ya hemos evocado (véase 11.2) la naturaleza indicia/ de la foto
la esfera de la actividad práctica en general (necesite o no instru grafía, es decir, el hecho de que constituya una e pecie de registro
mentos especiali1ados). En las discusiones entre investigadores o de huella de la realidad visible. Pero esta idea ha sido llevado
francófonos e investigadores anglófonos esta ambiguedad ha re con frecuencia, en la renexión sobre la fotografía, hacia una apre
sultado a menudo embarvo'>a por 1encr en inglés la palabra «téc ciación . positiva o negativa. ligada a que, como toma automática
nica» más bien el primero de estos do<; valores y operar además de una marca de lo visible, la fotografía escaparía, aJ menos par
la lengua inglesa una distinción entre tec:lmique y teclmology, de cialmente, a la intervención humana.
finida la segunda como el conjunto de los instrumento� materia Esta capacidad de la fotografía para superar la intcncionali
les y de los saberes de que se dispone para una acción dada, y la dad del fotógrafo o para escapár-;clc Lotalmcme, fue muy pronto
primera como la utilización de unos y otros en la práctica. El fran asimilada por loo; fotógrafo�. ¿No se llamaba The pencil of now
ces, por ejemplo, no posee realmente esta distinción (aunque, por re, «el láp11 de la naturaleza», la obra de Fox Talbot. en la que
1 90 t.X IMAOEl' EL I'WLL DEl DISPO'ílfl\0
191
relataba su JO\cnc1on? Ahora bien, o;i la fotografía está como di perspcCll\a y , por otra parte, el n o interesarse
sino mdirectamen
bujada por la misma naturale1a, nada tenemos que ver, e..iden te por el espectador de la fotografía, en cuamo
po eedor de un
tememe, con ella. Es imposible citar aqut a todos los que han -;aber supuesto (véase capítulo 2. 11.3 y capitul
o 3, 11.2). Durante
dCl>arrollado la misma idea Notemo!-> 'Implemente que las conse ma' de un siglo, en suma. nunca se puso en tela
de juic1o la legill
cuencia.'> que '>e extraen de ella 'an en do!-> direccione-. radicalmen madad documental de la imagen fotográfica
( i bien su legitimi
te opuestas: dad arust1ca, por su parrc, tuvo que esperar mucho
tiempo para
- o bien se concluyó que ex1sten posibilidades propias de la c!ttableccrse).
fotografía. que puede revelarno� el mundo de manera distinta a Ahora bien, e:-. prec1sameme esta legilimldad
de la visión foto
como el OJO (incluido. y :o.obrc todo, el ojo del pintor) había con grafica la que atacó una importante corriente
teórica } critica de
seguido hacerlo hruaa entonces. E� el ca�o de un buen número los años �e'>enta y setenta. En una entrevista de
1969, que es, pa
de artislas de las vanguardias fotográficas de los años vcillle, po1 rece, !>U primera e\presión globaJ y arúculada,
l'vlarcelin Pleynct
ejemplo Laszlo Moholy-Nagy. en su obra Malere1 f·orograjie Film crilica violemamcn1c el automatismo de la imagen
fotográfica.
( 1925), donde reclama que la fotografia desarrolle lo que la dis Pa1a él, este automatismo, y en general la constru
cción de la cá
tingue de la pintura, anali1ando el movimiento, mostrando el mun mara fotogralica, proceden del deseo de produc
ir una perspccli
do al microscopio, bu cando puntos de vistas inédi1os, etc. Pero va cuyas anomalfas potenciales serian definitivament
e rectifica
es también el caso de ciertos tcónco!), y pienso aquí ante todo das, Y eso para reproducir indefinidamente ((el código
de In vi!>ión
en la sintomática idea de Sieglried Kracaucr, para quien la foto especular definido por el humanismo del Renacim
iento». La in
grafía tiene por esenc1a el re,clar cosas normalmente bien ocultas vención de la folografia por parte de Nicpce, observa
Pleynet,
(<<things normally unseen»); se produce «en el momento mlsrnon en que Hegel
clausura la his
- o bien se concluyó, por el conuario, que la fotografía es toria de la pimura, dándole un final; es, pue • en el momento
el arma suprema de la reprc!->entación. que acaba y completa lo en que .e confirma por \Cl primera que la pcrspectha
tiene rela
que babia emprendido toda la historia anterior de las artes figu ción con Cierta estructura cultural, cuando la fotogra
fía viene a
rativas: la imitación de las apariencias. La cámara fotográfica es borrar esta toma de conciencaa, produciendo mecáni
camente la
un relOño de la comoro oscuro. b, pues, como ella, capaz de ideología perspecti'i ta.
producir automat1camente una vbta perspccti\lsta ópucameme pcr Se ve dibuJarse aqu1 un tema CrlllCO que será rápidam
ente am
fecLa, pero, adema\, ofrece 'iobre '>U antecesora la ventaja decisi pliado a propósuo del cmc. Volveremos obre él,
pero es util "e
va de fijar esta construccion. de regiSlrarla. Se reconocen aqu1 ñalar al1ora las pnmeras consecuencias de �ta
teona. J:.n efecto,
las tesis «realistas>> de numerosos criticas. en parucular las de An si la fotografía reproduce una ideología. sólo
puede ser por el
dre Bazin, que d1o de ellas una vers1ón Uamativa, apoyada en una wnjumo de su dispositivo y con destino a su especta
dor. La ro
gran metáfora religiosa: a contrapelo de 1\.racauer, Bazin ve la wgralla, en erecto, en cuanto registro perspectiv1sta
automauco,
«revelación» fotográfica como una realilación de la vocación mi lunc10na como una especie de trampa ideológica,
puesto que im
mética del arte (cuyo ¡1rimer signo era la ado¡1ción de la perspec plica a un \ujclo espectador que esté dispuesto de
entrada a acep
tha en el Renacimiento), y como una de la� manifestaciones más tar la pcrspectha como herramienta legitima de
representación
importames del deseo, implícito en toda representación, de «em (nHcntra�o que, para Pleynct, ésta no es sino un código
entre otros
balsamar la realidad>>. muchos y, lo que es má!>, peligrosamente marcado
ideológicamen
Estas rertexione!> sobre la imagen automática se prolongaron te), y a creer que la fotografía es realmente un registro
de lo real.
ademá!> a propó!>ilo del cinc (por pone de Kracauer. por ejemplo. Insisto: estas tesis son imponantes y han marcad
o toda una
cuya rcnexión sobre la fotografía C!>tá incluida en un capítulo de época. E�> facil hoy criticar una cr!uca de la perspec
tha que con
su Teona del c:ine. 1960). Pero. a pesar de la oposición entre la funde pcrspcct iva natural y perspecliva artificial
(véase capítulo
tendencia «pcrspectivista» y lo tendencia «exploradora», éstas tie 1 , 11.2 Y capnulo 4, 1 1 . 1 ) ; del masmo modo, parece
fácil distinguir
nen en comw1, por una pane, el concebtr de manera emeramente entrt: el registro fotográfico (la foto como hueUa)
} la formaliza
positiva la invención del 1cgistro uutomáuco de una construcción ción lotogrdfica (la foto como �critura), y
no pensar ya que el
LA 1\IAGEl'll l!L PAPEl [)[1 DIWO'iiTIVO 193
192
fotográfica le impide o;er elabo ción cien1ífica. Esta observación es capital y se había hecho en
carácter automático de la imagen
precisamente lactlitaclas por <;u época indispensable por la existencia de tesis tecnicista ten
rada. Pero estas distincione., fueron
•
entre la image n. en espec tal fotog ráltca, mdependientc de la ciencia, pues la ciencia siempre ha cswdo re
xión sobre las relaciones
que C!.te último transmite trasada frente a loe; descubrimientos prácticos, y éstos no han te
-;u técnica, su dispositivo y la ideología
tre-, cuestiones precisas: nido ninguna tncidencia directa en su desarrollo. rui. la camara
con destino a su espectador, planteando
imagen fotográfica {y oscura fue mventada ames que la óptica cartesiana, la qutmica
- la cuestion de la relación entre la
definida en el Q11a1trocento: de las �uperllcies folo-;emibles quedó muy retrasada ante las pn
cinematográfica) y la imagen pictórica
ción de la fotogra mcras experiencia\ de Ntepce, por no hablar de la percepción del
- la cuestión de la relación emrc la inven
mo.,tmienro aparente, inexplicado cuando se in\entó el cine (y que
fía y la del cine;
papel como modelo. Comolli atribuye, ¡ay!, a la t(pcrsi�tencia retiniana»).
- la cuestión de la cámara y de su
de todo el aparato Si co;ta invenctón nada tiene. pues, de ciemifica, es porque.
a) La cámara como mctonunia del cine:
que más directameme se en \U conjunto, está determinada por una demanda ideológica ema
cinematográfico, la cámara es la pane
nada del medio social. También aquí simplifica Comolli enorme
relaciona con lo visible:
cctón y de la recno mente Jos problemas y. por orra parte, se contradice parcialmente
- metonimiza la parte visible de la produ
quím ica, el laboratorio); él mismo, pues1o que observa jusmmente que el cine fue in\'enta
logia (versus su pane invisible, la
y lo '1�ib le; do por artesanos, movidos por motivaciones ideológicas, pero tam
- trata directamente la luz
a en una parte que es bién por cien11ficos interesados por el análisis del movimiento y
- finalmente. se metonimiza a sí mic;m
more geom etrico , según las modaJi� por el es1 udio de la percepción. Sin embargo, su tesis es impor
el objetivo. Este trata la luz .
las cuales ha sido const ru1do, Y Comolll tante y es significativo que se haya vislo, después. reforzada por
dades perspectivas para
ivo a la objetividad (en re�b comparables a propósito de la invención de la fotografía (en
destaca el deslizamiento abusivo del objet
él la imposición ideo especial el tex1o de Petcr Galassl ya citado, que establece que no
panicular en Bazin), que manifiesta según
fueron los de cubrimientos técnicos, y menos aún científicos, los
lógica de la cámara.
er la conclusión de que que dererm111aron esta invención, sino las modificaciones acaeci
Todo esto autoriza a Comolli a extra
lo 'isiblc>) Y. por tanto. das a fines del Siglo 'C\'111 en la práctica pictórica: véase capítulo
la cámara «transmite una ideología de
guir cuidadosameme. 4, 11).
que una teoría matcrialisw del cme debe distin
de lo que es aporta- e) La projimdidad de campo: si Comolli trata de la prolundi-
en la cámara. lo que es herencia Ideológica
194 L\ IM\GE� El Po\l'lt DIL DISI'OSIII\' 0
195
dad de campo en las películas. es en cuanto que está ligada a la mente, la historia de esta demanda
ideológica. En particular, sólo
perspecti\a, en especial por la famosas tes1s de Bazin qu � ha�en en razón de esta historia, que inclu
ye por ejemplo la formación
de una y otra los instrumentos de un plus-de-reel. en el •menor del estilo «clásico)) fundado en la
tran parencia -pero tambu!n
de la representación. Para Comolli, estas tesis y, más ampliamen la aparición del sonoro, del colo
r, de la pantalla panorámica
te todas las concepciones de la 1magen rnm1ca tendemes a auto �
el me puede ser caractenzado, por
parte de esto criticas de prin
�
n mizar el espacio filmico (por ejemplo, las de Jean Mitry), deri cipiOS de los años setema, como «tota
lmente omelido a la ideo
van de una ilusión fundamental que �itua la representación fílmíca logm burgue'a)).
bajo la dependencia de la representación renacentista, es deci �, Después de haber sido objeto de innum
erables discuswncs du
en el interior de una ideolog10, hístoricamcnte determmada Y cn- rante un deeemo, estas tesis están
ho:r aJgo olvidadas, escnc1al
ticable. mcnte a causa de un olvido gene
ralizado (e injusto) de su marco
Este punto aparentemente menor de la profundidad de campo conceptual (marxismo, althuserismo).
En particular, si bien el de
adquiere, muy pronto, una imponancia creciente en el texto de bate sobre la historia continúa siend
o cxtremadameme actual la
Comolli, sin duda como reacción a los textos de Bazin. que ha noción de ideología se encuemra casi
bían hecho de él la clave de una concepción evolucionista de la )Cntido rclat ivamente preciso que había
�
inutilizada, aJ menos e el
imemado deducir de ella
hisloria del cine. Sobre este punto, pues, Comolli iluwa más si!. la critica marxista. A pesar de las
aporías de roda definición de
temáticamente su recurso a una historta marenals
i ta del cine, fun esta noción, e� hcito lamcmar csre aban
dono por haber '>ido rápi
dada en las nociones de prác/tca sip.nific:ante y de temporalidad damente rcinvestido el lugar teóri
co dejado así 'acío por enfo
hstórico
i diferencial (tomadas respcctivameme de Julia Kristeva ques buñadoo; en bea10 empinsmo, sobre
un fondo de recuentos,
y de Louis Althusser). de cstadi.. Licas y de un tosco buen senti
. . . do, que representan indu
d) Conclustón pro rüional: inic1ada como una mamfestac1on dablemente una regresión (aunque
C!itán, como por ejemplo los
de la prioridad de la ideología sobre la técnica, la serie de anícu 1rabajos de Barry Salt. apoyados
en encuestas objetivamente
los de Comolli se apana mu:r promo de ese pnmcr objetivo (pronto exactas).
alcanzado), para wtentar la redefinición de las condiciones de una
historia del cine que C\idencta'le el papel mayor de la ideología
y el juego de la superdetermmación (en el sentido de Althusser). 11/.3. El dtspositivo como máquina psicológico y social
Para Comolü, el punto de partida crucial, alrededor de los deba
tes sobre la profundidad de campo, es el de la ideología realista Para terminar, \'amos. pue�. a carac
terizar rápidamente lac; ba
(que tiende a identificar. a costa de una evideme fluctuación. con zas del dispositivo en el interior de
la esfera social. No e.x1ste,
la ideología de lo visible). hasta hoy, ninguna teona globaJ sobr
e esta cuestión, > lo que SI
Este debate sobre la histona no es lo que aquí nos interesa gue sólo representa, eVIdentemente,
un intento de elaborar una
directamente y retendremos más b1en todo lo que, en este enfo a partir de unos enfoques dificilmem
e compatibles desde sus pre-
que muy cronológicamente localizado (en el semido también de upuestos divergentes: se 1raUl solam
ente de delimitar la cues1ión
que hizo época). ofrece una respuesta, clara y argumentada, a seilalando Jos trabajos mas desta
cados.
la cuestión de la determinación técnica del dispositivo. Para Co
molli, como para Pascual Bonitzer, para Jean-Louis Baudry Y para
Stepben Hcath más tarde, el dispo!>itivo cinematográfico sólo es IU.3. 1. Los dectos sociológicos
comprensible si se analiza como articulador de la esfera de la téc
nica y la de la estética (la!> formas fllmicas} con una demanda L a c;ociologla de la imagen no C!., cierta
mente, la más avanza
ideológica, formulada hacia atrás y hacia adelante, Y que deter da de estas ramas. Existen muchos
estudios sociológicos �ohre la
mina, pues, a la vez las tnvcncioncs técnicas y la aceptación del rcccpcion de los medios (y también
sobre Ja recepción de las obras
dispo itivo por pane del espectador, todo ello incluido en u� aní·ucas). rcro C'-ttán centrados
la mayoría de las veces en cucs
historia de la represemacion y de la., imágenes que es, ampha- uones de «contenidos,), para inten
tar por ejemplo evaluar la mc1-
U\ tMAOE;'I; l::l I'APll Dl·L DISPOSITIVO 197
196
jóvenes t�lespec do, por otra parte, ya que Hauser desarrolla una variante sin ma
denoa de tales o cuales representac1onc� e? l�s
duda meJOr ��� tices de la Hteoria del reflejo>>, que pretende que las obra� de arre.
tadores, etc. Alguna de estas encuestas eMan :,m
�e en aná11s1s en su producción y su recepción. reflejan literalmente la d1\ 1sión
ducidas que otras. pero. al fijarse casi exclusi\..ame�
on m1. ma del en clases de la sociedad).
de lo reprcsemado, evitan por regla general la cucsu
disposilivo, que consideran obvia. . No podemos citar aquí toda<; las tendencias de la historia �o
La gran excepción es aquí, C\ identcmeme, el �rabaJO.
Y� clasl.
.
cia! del arte y bastaran dos ejemplos para demostrar 'iU imere'l
ca mas1va por para un enfoque sobre Jo.; efectos sociales de la imagen (artística).
co de Pierre Bourdicu sobre la fotografía, su pracu
co que no
pa�te de los aficionado , y su recepción por o) El O¡o del Quaflrocemo: bajo este revelador tftulo se ha
un públi
co aJ que la p1mu ra ((asus traducido recientemente un estudio clásico de Michel BA.,ANDAIL
� e"<actamente el de la pintura, un públi
ta)> y que encuentra en el arte fotográfico ese ��� moye n (es el ( 1 972) sobre la pmtura en Italia en el siglo w. La tesis central
tranq ulhL arlo. Se estu del libro es que, determinada ante todo la visión de una pintura
titulo del estudio de Bourdieu) apto para entre
l a mitad de camin � por factores soc1oideológicos, es indispensable, para comprender
dia así la fotografía como prácuca socia
es prop1�: pe
la cliversión y el arte, que define un público que le la manera en que los hombres del siglo X\ vefan las pinturas con
dario s, cte. Las conclUSiones temporáneas, buscar los factores que inlluian mayoritariamente
queño burgués, con estudios secun
a las que llega el autor, a partir de encue st�s lle •adas � cabo en en su visión. Baxandall enumera varios. cuya relación, más o me
e muy d1scu �
t1bles , v1sta �a rá nos directa, con la concepción dominante de la pintura estudia:
los años sesenta, son hoy cierta ment
arte fotog ráfico en nuest ra s�c1ed ad - la gestualidad de la corte. que da un sentido preciso y co
pida evolución del lugar del pun
de su públi co: la f�tog rafía esta a dificado a ciertos gestos representados en los cuadros;
y la evolución correlativa
en todo caso
to de convertirse en un arte plenamente legn1mado, - la retórica del sermón, referencia implícita a numerosac;
a única (O
en términos de mercado, siendo la tendencia la tirad obras que ilustran esa figura clásica, supuestamente conoc1da por
i�a en un
muy limitada), firmada por el artista, expuesta y veud do de todos;
el meto - el texto bíblico, evidememcme;
circuito de galenas copiado al de la pintura. Pero
siendo un mode lo en su géner o por su rigor y, sobre - la danLa y el drama sagrado (que se encuentran, como la
estudio sigue
tanle aJ que los gesJUalidad de la cone, en el origen de las posiciones de persona
todo, por el cuestionamiemo metodológiCO con
autores ometen su trabaJO. jes pmtados, como en la célebre Primavera de BotticclJi);
ncia �el
Pocos sociólogos han estado tan atentos a la influe - la simbologia de los colores, una superviviente de la Edad
Así que los � abaJOS Media y de una tradición antigua (que pretendía por ejemplo que
disposilivo en la recepción de las imágenes.
cto, no de soc1o logos, e! aLul ullramarino de que estaba hecho el manto de la Virgen
má interesante en este campo son produ todo _
aqui. princ ipalm ente, �1mbollzaba el manto cele te, la bóveda de los cielos):
sino de historiadores. Hay que citar ,
«histo ria socia l d�l arte» - la fascinación de las matemáticas. Los banqueros que de
¡0 que se ba bautiLado a veces como
his1ór icos, de tende ncia� m�y sarrollaban la comabilidad por parlida doble. pero también los
y que agmpa numerosos estudios
la hl ston�
diferentes, pero que tienen en común el abandono de _ n
toneleros que aplicaban la geometría de los volúmenes, atestiguan,
las form as) para abord ar hlstó para Baxandall, el gusto de la sociedad toscana del siglo ''" por
tradicional del ane (hiMoria de
las obras.
cameme tos problemas de producción y de recepción �e modelos matemáticos, de los que se sabe, por otra pane, que fue
mran , a decir verda d, estud iOS de todas ron ocasión para los pintores de innumerables ejercicios, de un
En este conjunto se encue
estud ios de rcpre sentn �ionc s socia les, como �ir�uosismo a veces inaudito, en materia de construccion perspec
clases: por ejemplo, _
la ¡cono
el notable analisis, realizado por Francis Khngendcr, de es
liVISta;
�cion
grafía de la primera revolución industrial en ciertas produ - el gusto por el virtuosismo en general, aprec1able igualmente
J1zadora
artísticas inglesas; o estudios con vocación teónca globa ! S� én música o en pocsJa;
er sobre T�u el simbolismo de los c1nco senlidos.
y modelizadora, como el tratado de Arnold Haus
sobre la htstona
cial Hisrory of Art, que es una especie de vuelo A ec;to factores añade además BaxandaU una lista de \'alorcs
marx ista (poco aflna- propiamente pletóricos (los de los pintores en el ejercicio de su
del arte occidental, desde un punto de vista
198 1\ l�IAGEN l·l PAPI:l DLL l>ISI'OSIII\0 199
predominio de esta fig.ura de la absorción en las obras de esta Pero ' aun sobre este punto, es la teoria del cine
. . la que mús
época no puede explicarse sin hacer referencia a un sistema de ststemá!lcameme ha estudiado estos efectos desde
una perspecti
valores implícito, que co; a la VCl el de los pintores y el del supues va ampliamente inspirada por el psicoanálisis (aunqu
e muchos de
to espectador. c;us resultados siguen siendo imcrcsantes en término
s absolutos).
El libro de Fried es doblemente inLcrcsame paro nuestro pro �
1::.1 t rmino mismo de dispositivo fue introducido en
1975 por Jean
pósito: no sólo opera (como Baxandall o;obre otro momento de Louls Baudry como titulo de uno de los artCculo
s que dedicó a
La historia) un enlace entre los valores pictóricos y los fenómenos �
la teo ia del espectador cinematográfico. En su
venieme melapsi
ideológicos o sociales (por ejemplo, el 'alor de loc; diferentes gé �
cológlca pues encontraremos de nuevo a Baudry
algo más tarde,
neros de la pintura, la teoría de las pasiones y de su expresión), a propómo de loo; efectos ideológicos), el estudio
de Baudrv está
ino que lo hace a propósno de una figura pletórica que se refie centrado en la impresión de realidad } eo sus
raíc�. Baudry veri
re. ante todo, a la presencia de un espectador ante la tela. En fica que el disposuivo cinematográfico determ
ina un estado re
efecto. si tamo cuadros franceses del -.iglo \\lit representan per gresivo aruflcial, acampanado de lo que él
llama ccuna relactón
sonajes ab!>onol>. e en \inud de una ccsuprema ficción>>: el olvi en\olvente on � 1? realidad)) (ausencia de delimitación del cuerpo
,
do del espectador. A tra\és de esta ostentosa esceniiicación de que parece lund1r-;e con el mundo diegético, con la
imagen): c([l
la segregacion de e¡,pacio . Fned lee. en último término, el deseo aparato de simulac1ón consiste [. . . ] en transfo
rmar una percep
de afirmar la pintura como un ane (un dispositi\o) específico, Ción cas1 en una alucinación, dotada de un efecto
de realidad no
independientemente del dispo�itivo engido emonces como mode comparable con el que apona la simple percep
ción)). Baudry pone,
lo, el del teatro. Relacionando cuadro¡, y textos contemporáneos puc.,, el acemo en la parte nostálgica propia
de este dispositivo
que corroboran esta idea, acaba produciendo. pues. un análisis Y q ue especifica en varias direcciones: regresión narcisi
. sta, asimi
del dispositivo piCtórico en el 'ligio "'lit lación al ensuei'lo, pero también retorno a
un pasado mítico, en
Podrlan citar e otros muchos ejemplm interesantes, tales como este caso el mito platónico de la caverna.
En (<Le dispositif».
el libro de "1ichel Thevoz. sobre el academici'lmo en la pintura Baudry trala a!ol uo largo naralelismo entre la
situación del espec
francesa del siglo : - "'·los de T1mothy J . Clarke sobre Courbet �
tado de cinc y la de Jo�; esclavos encadenados
en la parábola de
y el realismo nictórico, etc . Lo imponante es o;ubrayar de nuevo Platon. condenados a no ver de la realidad sino
las sombras pro
que estos trabajo� repre-;entan un enfoque indirecto, via el traba yectadas sobre la pared situada ante ellos.
jo histórico. de los efectos c;ociales del dispositivo, y que sena hte Christian MetL quien desarrolló más fronta
l y sbtcmáu
imponame prolongarlo'> con estudios de la misma calidad sobre camen tc, en Psicoall(i/isis y eme, los aspeetos subjetivo� del dis
esto¡, efectos en la época comemporánea (entre otros, a propósito posn•vo-cine: ¿porqué se desea ir al cine en genera
l (independ¡en
de la imagen móvil. cine } 'ideo). t:mcme c.le la pelicula)? ¿Cómo produc
e el dispositivo-eme un
Cieno upo de espectac.lor? ¿Cómo se
comporta el sujeto cspecta-
1·'\ IMAGEI\ !.:1 PAPI:J O[l DJc;p()<;Jli\'U 201
200
iva ha ma. en Cmetluque, se encuentra alrededor de 1 970 el conjunto
cte. Esta riqursrma perspect
dor durante la proyección?
os c5tudios cemrados en punt os � mas importante de textos �obre esta cuestión. En lo referente es
sido alimentada por numeros
paniculares (véase, recientemente, \arras imeres mcs comrrbuc� r? pecilicamcme al drspositivo, estos textos, a pesar de importantes
rda por Alam disentimientos, convergen alrededor de algunas tests: el cine. en
nes en la antología Cméma et
psychanaii•Se, dmg
su forma dominame. manifie ta una busqueda de la continuidad
Dhote).
) del cemramiemo: una > otra de estas características e ven como
(video. fotografía, pintura) está,
El estudio de OLros disposili\OS
n- consJituJivas del sujeto y la función ideologica del cinc consiste
ctador, claramente menos adela
en esta dirección del sujeto espe
en constiluir en sujeto a un mdividuo situándolo imaginariamen
todo:
tado. Hay que señalar obre .
han prolongado la tcorra te en un lugar central. En el cumplimrento de esta función, el di-;
_ por una parte. unos estudio!> que
e positivo desempei1a un papel e.encial: es lo que no es visible, pero
de dispositivo a la reflexrón sobr
del cine, importando la noción
anic ulo�, en los ai'los setenta, que permite ver. En panicular, en este dispositi,o, se pondrá el
os
la fotografía por ejemplo (vari
acento la mayoría de las veces en los instrumentos ópticos: la cá
en la revista inglesa Screen):
, toda la corriente cognitivist � mara, concebida como instrumemo de una reproducción indefi
- por otra pane, por supuesto
2, y que. al desarr�llarsc, se v r.a � nida del sujeto centrado de la ideología burguesa, -;iendo su ma
ya mencionada en el capilulo .
r sobre la influcncra del drsposrtt
nera de representar el mundo el resull.ado de toda la historia de
necesariamente inducida a trata
ctador, en términos que ya no la «representación burguesa»; el proyector, concebido como un
vo cinematográfico sobre su espe
frcud iana. <<ojo tras la cabeza» (André Creen), que encama también ese ojo
serán los de la metapsicologia
genérico que es la gran metáfora del cine. Tal dispositivo está en
teramente centrado en d ver: el espectador es un <<omnividente»
(Metl), es decir. a la vez ornnivideme y sin hacer otra cosa que
m. 3. 3. Lo el'ecto ideológico
ver, > en esta rest ricción al ver -que es más a un ver constante
o, de lo subjeuvo Y lo social, mente recemrado por la óptica per-;pectivista, constamememe pro
En la frontera, en cierto mod
.
te, por sus electos tdeologtc�s. ducido egún el modo de una continuidad ilusoria- se represen
el dispositivo se define, finalmen
o, los primeros en ser CS!Udta tan los efectos rdcológrcos.
Estos efectos fueron, en efect
fuera n Jos más imponames ni los Esta reflexión ha afectado sobre todo aJ cine, en cuanto apa
dos no forzosamente porque
ue la nocion misma de dis rcera. a causa de la fuerte impre ión de realidad que desprende,
;
má fáciles de comprender, sino porq
!
o mom ento , «en la misma l n�a)), como el vector pmilegiado de una ideología «de lo visible>) (Co
positho apareció en el mism
mencionado'>, sobre las pracucas molü). Pero lle'aba necesariamente a reconocer que esto efectos
que un conjunto de trabajos, ya
ógrcos «de parle a parte» (Co ideológrcos asignados al dispositivo-cine no habían caído del cic
anrsticas en cuanto fenómenos ideol
jos, como e ha sei'laJado ya, era lo Y que, por el comrario, se inscribian en una larga historia cul
molli). El envite de eMOl> traba
s de arte, la ideología no se trans tural. Para Jcan-Louis Baudry, a i, la producción, por parte del
la afirmación de que. en la� obra
los contenidos, sino tamb ién en dispositrvo-cine, de un sujeJo centrado, ha de leerse en el sentido
mite solamente en el plano de
formal y en el plano técni co. La misma noción de ide lo � de conseguir la noción de sujeLo trascendemal tal como se elabo
el plano
o en c!>a época > puede �onsrd
e ró desde Descartes al exisrcncialismo, y de la cual es una repre
gra nunca se elaboró tanto com
ulo de Alth u!.ser « ldéo logre et ap semación la escena del cine (una «teatralización», díce Baudry).
rarsc, por ejemplo, que el artíc
parcils idéologiqu es d'Eta t>> ( 1 970), :
d !.empcñó �n papel de marco Más ampliamcme aún (pero de manera Jodavfa más vaga). Jean
sene de estud1m. !!Obre los efec Pierrc Oudan refiere Joda la historia de la represemación en el
conceptual esencial para toda una
tos ideológicos del cinc. . . . arte occidental desde el Renacimiento a una concepción del suje
ry, en los Caluers du eme- to: «Lo propio de la representación burguesa será producir sus
Tambien aquí, en Pleynct, en Baud
figuras como reales para la mirada de un sujeto supuestamente
ignorante de las relaciones de producción en las que se inscribira
, que han 'ido t>:\puesrn� t'n r�rtri
ca del
6. No desarrollo ma� esta\ cul..,tione el producto pictórrco, como lodos los demás productos. [ . . . ) Po-
ctne y, parcialmente. en ;l nuiiSil dt!l film
202 t\ IMAGE:" I!L PAPrt Drt Dl'iPO<;J rJ\'0
203
dría definirse así la idcolog1a burguesa como un discurso en el tonco: no hay dispositavo fuera
de la historia. Esta obsel'\iación
que un sujeto (el sujeto del sigmticame. d1cho de otro modo, el puede parecer tri ..ial (¿hay algun
fenómeno humano que esté fue
sujetO de la producción, en la medida en que el significante con � ?
ra de la istona >· pero no es inúti
l formularla explícitamente,
siste en un producto cconómtco, hngUISIICO, etc.) ha articulado al haber sado forJada la noción mism
a de dispositho en el marco
la cuestion de su propia producción. de su advemm1cnto simbóli de un enfoque teórico tentado a
menudo por la universalizac1ón
co, segun el modo de la repre ión. siendo lo propio de la burgue- de sus conccpto'>, empezando por
las nociones de inconsciente 0
.
de tdeo .
la, como también Marx ob ervaba. el concebirse como ahis- logaa , de las que nada prueba su apút
ud para explicar unos
tórica». efectos sambólicos producido:. en
todas las sociedades humana.\.
A pesar de su panicular orientación filosófica lY lejanameme No se trata aquí de hacer una
historia, ni siquiera de dar una
.
hsta
política), esta corriente coincide así con una reflexión más anti , de los dispositivos de imágenes
. El lector se habrá apercibi
gua sobre las incidenc1as culturaJes de la imagen y de su recep do de que algunos dbpositivos, mejo
r esrudiados, acaso más Jla
ción. Se piensa, desde luego, inmediatamente, en los trabajos de �
méll iv�s que Ol O!>, se citan de manera
recurreme en este libro que
Pierre Francastel, que, en la bisagra de la historia del arte Y del �
s hmn . .
a a vcrtftear el estado de los lugares teóricos.
Notemos
estudio ideológico, habla desarrollado largamente la tesis de que stmplcmcnre que la cuestión del
dic;positivo es quizás el terreno
los momentos de mutación intens1va en la historia de la represen en el cual podrán coincidir más fácilm
ente las diferentes tradicio
tación (Renacimiento, vanguardias de principios del siglo .\.X) co nes teóricas y cmieas sobre el estud
io de las imágenes. El estudio
rrespondian a mutaciones en la manera de ver en el interior de del disposiuvo-cine e�tá muy adela
ntado conceptualmente hablan
la sociedad entera. Pero podrían citarse tamb1en aquí numerosos do, pero el estudio del disposir i\o
pictórico está mucho más ade
filó ofos, que reflexionaron sobre la actividad simbólica en gene lantado desde el punto de vista de
su historia. A pe ar de la la
ral (y, en particular. en y por las imágenes). La noc1ón deforma mentable parcelación de las inves
tigaciones, no es. pues, ilícito
simbólica, debida a Errut Cassirer y que ·e aplica a todas las gran c-;perar algunos beneficios de los cruce
s que e dibujan aquí 0
des funciones del csplritu humano (arte. mito, religión, cogmción), � _
lla, sobre todo alrededor de las moda
lidades má5 nuevas de la
fue popularizada as1 por la aplicación que hizo de ella En\"in Pa 1magcn, como el \Ídeo
.
nofsky a la perspectiva (véase capítulo 4, l l ) , aunque podría ci
tarse igualmente toda una corriente de la filosofía analítica, que
desarrolla la definición, rcaJizada por Wiugenstein, del ane como
forma de vida (Lebensform), es decir, como comexto complejo \. BIBLIOGR\1·1,\
_ .
Bourd1eu (Pterre), (;, Ir! moyen, Ed. de \-linuit. 1967.
Ca,lclnuovo (l·nrico), <<1 ' lli�toire socia1e de l'an. Un bilan provisoire»,
V.l. La dimensión 1emporal del disposlfil'O en ·1ctes de fu redll!rche en �ctences socrales, n. 6, /976, 63-75
C/arke (Tmwthv J.), lmage oj the peop/e, Londres, Tharne!> & Huthon,
(comp.). << Vidéon, en Com 1973: The Absolwe bourge01s, id., ibid.
Bellour (Raymond) y Duguel (Anne Marie)
Comolli (Jean Loui�). (<Tcchnique et idéo1ogie», Cohiers du cméma 11•
nwnications, n. 48, 1988.
Chevrier (Jcan Francois) (comp.), «Photogrophi
e el cint!mO>l, en Plloto- 229 a 240 (1971- 1972).
Dbme (Alain), (comp.) <•Cinema el psychanalyse», Ci11émaction, n. 50,
grapllies. n. 4, abril 1984.
de Minuh , 1983; L 'lma Corlet, 1989.
Dcleuze (Gi lles), L 'lmage-moul'l!lllent, Fd
-movumemo y La mra rrancas1el (Pi erre), Peinture el Sodere ( 1950). rccd. C.o llimard col.
ge-temps. Minuit, 1985 (1rad. case.: La imugen
«ldéc\/arl••. 1965 (trad. cas1.: Pintura y sociedad. Madrid Cátedra
gen-tiempo. Barcelona, Pa!dó\, 1984 y 1987).
• •
Oreen (André), <�L'Ecran bi-race, un ceil derriere la lete)l, Psycllanalyse 4. El papel de la i m agen
el Cinému, n 1 (1970), 1 5 :!2.
Hauser (Arnold), Tlle �ocwl luston of art, trad. ingl.. Londres, Rou
tledge &. Kegan Paul. 19SI
Healh (Srephen), Qu�twm of cinema, Bloominglon, Indiana Univer>ny
Press. 1981
Klingender (Franci�). Art und th� mdusmol rerolwion ( 1 974}, edición
revisada Adam� & Dan, 1968 (trad. cast .: Arte .1' rerolución indus
mal, Madrid, C<\tedra. 1983).
Kracauer (Siegfried), Tlll!ory ofj7/m, Ü\lord Lmverstly Press, 1960 (trad.
cast.: Teoría del cine, Barcelona, Paido�. 1989).
Kristeva (Julia), Semetotike, recherches pour une sémunalyse, Le Seuil,
1969.
Lebel (Jean-Patrkk), Cinima el idéologte, Ed. Sociales, 1970.
Metz (Chrbrian), Le Signifionl 1111agm01r�. U.G.E., col. 10118, 1977, reed.
Christian Bourgoi�. 1987. (trad. cast : Psicoanálisis y cine. El signifi
cante tmaginario, 8a1 celona, Gustavo úili, 1979).
Moholy-Nngy (Laszlo), Muh•rei Fotografíe Film, Bauhaus-Bücher, 1925.
Oudan (Jcan-Pierre), HNotes pour une théorie de la represcntation�>, Cu
ltiers dtt cinému, n. 229 ( 1971 ), 43-45 Panofsk> (Erwin). La Pers
pective comme t<Jorme symbolíquc» ( 1 924), trad. fr. Ed. de Minuit,
1974 (trad. cast. : La per.;peclil•u wmo <(forma simbóltcm•, Barcelo
na. Tusquets, 1986).
Pleynet (Marcelin) ) Thtbaudcau (Jcan), «Economiquc, 1déologique, for
me!», conveNción con la redaccion, Ctn�tllique, n. 3. :.in fecha (1969),
8-14.
Salt (Barr>). Film Stylc &. teclmolog� · lustor.) & unalysis, Londres, Star-
word, 1983. La imagen solo existe para ser vista por
un e'lpectador históri
Sorlin (Pierre), Sociologte du cm�ma, ubtcr \lomaitme. 1977. �amen te defi ido (e<; decir, que trate con cieno
� s dt�positivos de
Thevoz (Michel), L llcodems í me ct \1!.\ juntetimeJ. Ed. de \llinuit. 1980 tma�enes), e mcluso las más autom
'
ática� de las imágene� auto
máucas, las de las cámaras de vigila
_ ncia, por ejemplo, se produ
cen de manera deliberada, cakulada,
con vistas a cieno., efectm
�071ales. Cabe, pues, a priori pregu
ntarse si, en todo e to. tiene
la •magen un papel que sea suyo prop
io: ¿No -;e produce. �e píen
sa v se rectbe todo, con re.,pecto a
la imagen. como momcmo
de un a lO, sea, poco importa, socia
. � l, comunicacional, expresivo
o arusuco?
f:.n rigo1 , el papel de lo imagen es cierta
mente asignable a uno
u otro de lm. actantes de la historia
_ social de las mi ágenes. Si lo
a1slam s aquf, de modo algo artifi
� cial. es, evidentemente, po1 pura
co�odtdad, orque eso permite
� dar cuenta de todo un conjunto
de tn\e.,ttgactoncs sobre la representa
ción que, en mayor o menor
grado, han considerado la imagen como
dotada de valores inma
nente'>
Cedemos a i, durante un capitulo, a
la tentación de personifi-
208 L\ 1\IAGEN EL PAPEL DE LA IM\C.rl" 209
car la imagen, de hacer de ella la fuente de procesos, de afectos, estilo autémicamcme artístico. sigue siendo concebido como un
de significaciones. Pero limüaremo!l ba�tame estrictamente esta modo de representación deformador, que se aparra de la 1101ma
tentación. no exammando aqua, en lo esencial. sino uno de los analógica. siempre más o menos fotográfica.
valores de la imagen, su valor rcpresemauvo, su relación con la Hay que empezar, pues, por relativizar, en lo po 1ble, esta con
realidad sensible, resenándonos para un ulumo capítulo sus va cepcaón «absoluusta» de la analogaa, sin por eso renunciar total
lores expresivos, los que pueden consaderarse como aún más «pro mente, como hacen algunos teoricos, a la noción masma de ana
pios» de la imagen y que, por tamo, han sado retenidos por las logía. Sobre este pumo citaremo� una vez más el trabajo de Ernst
estéticas y las doctrinas arusticas. H. Gombrich, emre otros su gran clásico Arle e ilusión, que es
ejemplar por el caractcr mauzado y argumentado de su posición.
La te i central de Gombrich es doble:
l. L" i\NALOGIA l . Toda representación es convencional, incluso la más analó
gaca {la fotografía, por ejemplo, sobre la que se puede ac1 uar cam
Hemos encontrado ya la noción de analogla, e decir, el pro biando ciertos parámetros ópticos -objetivos, filtros- o qulmi
blema del parecido entre la imagen y la realidad. examinándolo cos -películas-);
(véase capitulo primero, 1 1 . 1 y capitulo 2, 1 . 1 y 1 1 .2) desde el pun 2. Pero hay convem:iones más naturales que otras, las que jue
to de vista del especrador, y preguntándonos en especial cómo gan con las propiedades Jel sistema visual (en especial la perspectiva).
puede éste percibir en una imagen algo que evoque un mundo En otra� palabras, para Gombrich, la analogía pictórica (o,
imaginario. Vamos a recuperar la misma pregunta, pero ponien en general, la analogía icónica) 1 siempre tiene un doble aspecto:
do el acento esta vet en la imagen misma o, más bien, en la rela - el aspecto espejo: la analogía duplica (cienos aspectos de)
ción enue la imagen y la realidad que se supone representa (dicho la realidad visual, y por otra parte, la práctica de la imagen figu
de otro modo, vamos a considerar la representación menos como rativa es quizás una imitación de la imagen especular, la que se
un resultado, que debe apreciar un espccrador, que como un pro forma naturalmente en una superficie acuática, en un vidrio, en
ceso, una producción, que debe obtener un creador). un metal pulido;
- el aspecto mapa (map): la imitación de la naturaleza pasa
por esquema., m altiplcs:
( esquemas mentales, Ligados a unos uni
l. 1. Fronteras de la analogi'u \er aJes > que pretenden hacer más clara la represemación simpli
ficándola; esquemas arusucos, derivados de la tradición > liJado�;
1.1.1. Analogía: ¿convención o realidad? por ella, etc.
Lo que dice Gombrich, en estos término tan coloristas, Lo
Una cosLUmbre profundamente anclada como la nucsua, re mados de su artículo Mirror and Map ( 1974), es que siempre hay
ferente a ver mayoritariamente imágenes fuenemente analógicas, un mapa en el e�;pcjo: sólo los e�pejos naturales son puros espe
nos conduce a menudo a apreciar mal el fenómeno de la analo jo�. Por el contrario, la imilación deliberada, humana, de la na
gía, refiriéndolo mconsc1emcmemc a una especie de ideaJ, de ab turalcLa, implica siempre un deseo de creación concomitame con
soluto, que seria el parecido perfecto entre una imagen y su mo el deseo de reproducción (Y que a menudo lo precede),' y esta
delo. Esta actitud, que tiene sus canas de nobleLa teóricas, se
encuentra aún en estado inocente en todo espectador que identifi
l. r,¡ linico adjetivo directamenle derivado, de In palabrn •dma¡lCD», e� ••imn
ca absolutamente la imagen vista con una realidad documental, ginurio» qul! hn tornndo un )<:nudo e�pcdah.oodo que lo enlaza con la imagina
en todo fotógrafo aficionado que Loma sus clichés por un frag ctón. Se recurre, pue�. n lt1 rai1. ¡riega lkon, para forJar e�le ••icómcOH qut:, t:n
mento de realidad, etc. Ni saquicra las conmociones introducidas, el U'O
• neutro que hacemo� aquí de él, no .ignifica. nada mru. que: «de la imn¡¡en.
perteneciente a la imagen, propio de La inUlgem•.
desde hace un siglo, en la visión artística de la realidad han sido
2 \�i e' como Ciomhrich imerpreta el famoso «YO no bu'oeo, encuentro» de
�uficiemcs para hacer vacilar esta costumbre; aún hoy, si bien el Ptcasso: no pretendo rcproductr la naturaleza. pero cncucnlro, e� decir, miro la<
cubismo. por ejemplo, ..:., aceptado por el gran público como un co�a,, lo\ ra)IIO>, cte., animar'le baJO nili mano).
H f'APfl Df L\ IMAGE' 211
210
naccntista, pero la invención de la perspectiva, «pecado origmal
vocabulario de la pintura (más tar
imitación pasa siempre por un de la pintura occidentah>, las separó, llevando excesivamente el
es re/ativameme auronomo. As1
de. de la fotografía, del cinc) que arte hacia el aspecto de la ilusión;
mundo no c;e parece nunca del
se explica. por ejemplo, que «el - la fotografía ha liberado a la pintura del parecido. en la
un cuadro puede tomar la apa
todo a un cuadro. mientras que medida en que satisface mecánicamente un deseo de ilusión: la
e'ita apariencia del mundo está
riencia del mundo>>: en el cuadro.
- fotografta es, esencialmente, omo/6gicamente objeti\a, más cret
esquemas que intentan hacer com
modelada, v . modulada, por ble. pue!l, que la pintura. La fotografía po ce <<Un poder trracio
que ensci'la a ven>. .
prender. El arte C!-. también (<lo nal que arrastra nuestra credibilidad».
a exam inar rápid ame nte unos enfoques teónco que
Vamos
teral, sea sobre el aspecto e.s Esta �esis es notable por su coherencia: si la imagen fotograli
han msistido, de manera má' unila ca e� cretble, es por ser perfectamente objetiva, pero no podemo\
cto mapa, el aspecto
el aspecto mimests, sea sobre el a�pc
pejo, � � !
ju garla omo tal s no en vinud de una ideología del arte que
referencia. astgna a este la functón de representar (y eventualmente de expre
sar) lo real, y nada más. Bazin acepta que haya un mapa en el
espejo, a condición de que tenga efectivamcme la neutralidad de
l. 1.2. Annlogfn � mfme�i.,
un mapa geográfico. que sólo informe sobre el territorio y no so
fica «imi tacióm> y que bre el topógrafo. Ultimo ajuste de la teoría: Ba¿in estima que,
Mimesis es una palabra griega que signi st es lo real y 'iólo lo real lo que ha de representarse y expresarse,
os, en dos contextos bastanre
se encuemra. en tos ntósofos grieg es porque posee un semido, de origen necesariamente divino (sólo
distintos:
n, en particular, de igna Dios puede dar un sentido a lo real) y, por tanto, necesariamente
- un contexto narratológlco: Plató
forma particular de relato, oculto. Lo importante es, pues, expresar la significación de lo reaJ·'
con ella, la mayoría de las vece�. una
el que el recitador imita a Jo., la ilu!)ión. alcanzable, es una finalidad menor.
el relato (oral) t<por imitación». en \lo es éste el lugar para desarrollar la critica de este texto,
'iU'> modo'> de pensar etc. (\éase
personajes, adoptando su lenguaje. l!xtremadamentc marcado por su contexto filosófico y crítico (Ba
más abajo, 1 V 1 . 1 ) zin cita en él implicitamente a Sartre, Malraux o Teilhard de Char
Aristóteles. y más clara
- un come\to reprcsemacional: en
designa la imitación repre din). Recordemos de él solamente el aseno que forma parte de
mente aun en Filóstrato, la mtmesis su título: la imagen rotográfica tiene una esencia, que e. la de
amos en este capitulo.
entatÍ\-a, en el sentido del que habl
bastante adecuado de ser una «alucinación verdadera». la de t<embalsamar» y «reve
Mtinesis es, en el Jondo, un <;inónimo
destg nar el ideal del parecido lam lo real en todos sus aspecto . incluidos los temporales. Es,
analogía. Lo adoptamos aquf para pues, la encarnación de un parecido ideal, apto para satisfacer
senti do, prec isamente porque
«absoluto)), forzando un poco su la necesidad de ilusión mágica que está en el fondo de todo deseo
analo gía ideal c;e basan en la
la mayor parte de las teorfas de la
postulación de un efecto de credibilid
ad prov ocad o 1�
por imagen de analogía.
relac ion con que estas tmág eocs
analógica y que no deja de tener
o;enti do actua l de la palab ra, es de
�ean también diegéticas (en el 1. 1.3. Annlo�ín ) referenciu
de ficci ón). La enca rnac ión más ab
cir, rccordémoslo, cargadas
artículo de André Bazin, ya
solllta de esta teoría e!> sin duda el Sl Ba.lin estima que la analogía «perfecta» responde a unn ne
ráfica» ( 1945); recordemos,
citado, t<Ontología de la imagen fotog cesidad fundamcnral y eterna del hombre, hay en cambio teóricos
:
esquemáticamente, la tcsb de Bazin que piensan que no es más que un accidente en la historia de las
- la htstorin del arte e la de un conflicto entre la necesidad
�upervivencia de la menta producciones humanas. > que la analogía -nunca pen ablc como
de ilusión (de duplicación de/ mundo), perfccra- sólo es una de las modalidades, no más importante
e�ión (entendida por Bazin
lidad mágica, y In necesidad de C\pr que 01ras, de un proceso más amplio. que Uamarcmos la referencia.
del mundo). Estas dos ne
como expresión c<concreta y esenctal» I.:.ste término está tomado de la obra ya citada de 1\elson Good-
conjugada!> en el ane prerre-
cesidade� e�taban armoniosamente
212 LA IMAGEN 1t PAPI:l L>E 1A IMAGE."'
213
roan. Los lenguaJes del arre ( 1 968. 1 976), que pretende establecer �
a un l po pro io de refe �
rencia. Así, la analogía
los fundamentos de una «teona general de los símbolos>> (englo � ente lntervemr en cada uno
puede teónca
de los úpos de referencia y
.i, histó
bando este úllimo término, en este caso, todos los artefactos de ncameme, ha estado ocia �
da sobre todo a la represe
ntac ión, para
la comunicación humana: letras, palabras, textos, imágenes, dia Goodman, esto es acctdem
al. Dedica, en especial.
bastante largo a demostr un des arrollo
gramas, mapas. modelos. etc.) y de los (<sistemas de símbolos», ar que el parecido {suponie
qu� sea alcanzable, de lo ndo inclu 0
o «lenguajes». cual duda) no es en modo
sano para la representaci algu no nece
En esta cmprel>a, conducida segun el modo extremadamente ón y que tampoco es su ficie
palabras, hablando lógicam me. En otra s
abstracto de la tilosofla analftica anglosajona. la cuestión de la ente, no hay relación algu
rcctdo y representación. na entre pa
analogía y la de la repre entación misma o;on consideradas meno
res y no se abordan sino por las confusiones que podrían provo
car. Para Goodman, la noción de imitación casi no úene sentido: El libro de Goodman des
. borda, pues, ampliamente
uón , la cues
110 puede copiarse el mundo «tal como ec;», sencillamenre po�que de la an logfa. En panicul
. � ar, estudia bastante detenida
. te ltp�s de Imágenes com men
no se sabe como es. Esta expresión. pue solamente puede slgru
•
� las imágenes «colectivas» {las que
ficar esto: «copiar un aspecto del mundo, lo más normal posible, 1eprescntan una clase de
objetos, es decir, un objeto
visto por un ojo inocente» . Pero no existe ni normalidad absolu �
,a o. supuestameme cara
cterístico, por el contrario,
no singulari
bricamos. �
� n de un un1corruo) Y lo
que !Jama representation-a
ejemplo la ima
plificación en que la segunda Licne lugar en presencia del referen - trene una realidad emp
írica, que está sin duda en
te y la primera en su ausencia: la denotación es definida por Good �
g n. La anaJogfa se verifica
perceptivamente, y de esta
su ori
CIÓn es de donde ha nac verifica
man como symbolizing without ltaving, simbolizar sin tener. En ido el deseo de producirla;
.
cuanto a la distinción entre represemación y expresión, se define - ha s1do, pues, producida
. . artificialmente, en el curso
h1storra de Ja
como algo que remite a una diferencia de naturaleza del referen , por diferentes medios que
permiten alcanzar un pare
do más o menos perfect ci
te, concreto en el primer caso, abstracto en el segundo: se repre o;
sentatl objetos concretos. e expresan valore.� {objetos) abstractos. �
- ha si o pr�tlucida siem
pre para utilizarse con fine
den de lo 'llmbóhco (es s del or
Desde esta perl>pectiva. el parecido, la analogia, se convierte . deci r, ligados al lenguaje
).
en un fenomeno menor, hasta el punto de no dar lugar siquiera Las Imágenes analógicas han
sido siempre, pues, con truc
cto-
214 1A IMAGE" El PI\Plt D[ 1 A 11\.1>\{rf.._
liS
nes que mezclaban en proporcione'! variables la imitación del
parecido natural y la producción de '>ignos comunicables social
mente. Ha> grados de analogm. según la imponancra del primer
término, pero la analogta nunca está ausente de la imagen repre-
sentativa.
Es fácil e\idenciar esta gradación del fenómeno de la analogía
confrontando imágenes que tengan el mismo referente, pero pro
ducidas en circunstancias sociohistóncas diferentes. Un objeto tan
elemental como un árbol da lugar a imágenes que \arfan casi has
ta el infmito. sobre un esquema de base que sigue siendo aproxi
madamente siempre el mismo (distinción entre tronco y ramas,
entre ramas y follaje. etc.). Otro ejemplo esclarecedor es el de
escenas enteramente convencionales, tratadas en difcrenrcs esú
los: una escena religiosa como la Anunciación, abundamemente
representada en la pintura europea de los siglos XII al xvH, con
serva en lo esencial todos sus rasgos más codificados (símbolo
del lecho con colgaduras rojas que metaforizan la sangre del par
to, lirios y recipientes de vidrio para la pureza de la Virgen, etc.},
aunque la representación global de la escena se ajuste aJ eslilo
dominante, haciéndose más naturalista en el siglo xv, mas dra
mática y con más erectos lumino os, en el siglo X\11, etc.
<lnu.Jos de anologia: l rC'\
del ;lpocalt¡I\IJ, nuntalur
modu� d e �er
o� del ,j¡;lo ��-
cabal.
1 1 uqu
·los· a :1 . �
tc:r a . L.m c-.Jhallt•rm
ocricat� l dcrc:.; ha, 1:1 Tt'l fcllpt• 11 Q t'aballo,
a
1.2.2. Lo indicadores de unulog(a de Rubcn': debajo, 1(" O<!rby,
dt:
n de la pers pecn
_
. a mve ru a, ? tambtén, y sobre todo, a la figura humana (gestos exprcsivoc;, ca
caso, que, si se acepta la convenció _
�
tamente la mtsm a mfo rma ctón racterizaciones, vestimenta, actitudes). Las instrucciones a los ar
ésta transmite. en potencia, exac
que la perspecti va con punt o de f�ga central. Si el realis tistas contenidas en varios dlscursos del ministro Andrei Shdanov
espacial _
lemente ligado a la canttdad de en el curso de los a�os treinta, especifican en especial que estas
mo de una imagen no está simp
ue hay que añadir una ctá �u figuras deben ser <<más destacadas, más próximas al ideal» socia
información que transmite, es porq .
en realista es la que da el maxtmo lio;ta: clara con fcsión de que el realismo tiene menos que ver con
la a nuestra definición: la imag
. una información fácilmente la realidad que con el ideal, con la convención.
de información pertinente. es decir
idad de acceso es relativa, depen Pero In noción misma de realismo no es pertinente en relación
accesible. Ahora bien, esta facil
de del grado de estereotipia de
las convenciones utiliza as con � •. con rodas las normas de representación. En ciertas épocas de la
inantes. Si «casi cualqwer tma historia del arte, la representación no apunta en modo alguno al
respecto a la convenciones dom
r cosa)) (Goodman), entonces, realismo, porque no pretende, en absoluto. representar lo real.
gen puede representar casi cualquie
de la relación entre la norma Citemos el ejemplo bien conocido del ane egipcio, muchas de cu
el reaHsmo no es sino la medida
a de representación efectivamente yac; figuras representan escenas del más allá, y no del mundo de
representativa en vigor y el o;istem
. aqu! abajo; de modo más general. esto es cieno en las artes sa
empleado en una tmagcn dada
cras, en el '>Cntido de André Malraux (arte de los citases, anóni
mo, enteramenre situado en el campo de lo sacro y separado de
la apariencia), desde el arte griego arcaico a las artes de Oceanía.
1.3.2. Realh.mo, e tilo, ideología
de Africa, etc. Lo ideológico es, en el fondo, la noción misma
mente, una noción rel�tha } de lo real, y el hecho de que viviéramos desde hace siglos con
El realismo es, pues, necesaria
siqu iera realismo a secas (stempre este concepto no debe ocultarnos su falta de univer alidad. Sólo
no hay realismo absoluto, ni
hay que precisar de qu� realhmo
�
se habla). A emás, co�o la pa
_
puede, por consiguiente, haber realismo en las culturas que po
ufijo en -lSmo, ya mdtca, el �een la noción de lo real y le atribuyen importancia. En cuanto
labra o, con mayor precistón, su
ud, una concepcion, en pocas a las formas modernas del realismo (digamos, desde el Renaci
realismo es una tendencia, una actit
de la r7presenra ción , q �� se miento), provienen, además, de un lazo, también plenamente ideo
palabras. una definición panicular _
.
ela Los htstonado res y cnuc os lógico, establecido entre lo real y sus apariencias: encontramos
encarna en un estilo, en una escu
s realismos (varias escu elas aquí In noción de «ideología de lo visible». de la que hemos ha
de arte han inventariado as! vario
realistas). y pocas similitudes hay entre , por ejemplo, el rea smo � blado siguiendo a Jean-Louis Comolli en el capítulo 3 , 1 1 1 . 2 .
iados del siglo xtx, el «realismo
reivindlcado por Courbet a med
las artes de la U.R .S.S. duran- Hay que observar, <;in embargo, que la imagen nsagrada>) se
socialista» que fue hegemónico en
ha hecho hoy una variedad más rara, y que ningun estilo repre
<�cntativo relativamente reciente escapa totalmente a la ideología
el co!ntro Pomprdou c:n Pan�. dedicada o
3. A)i, una c:�po\ición rc:cicntc: en de lo real (si no a la ideología de lo visible). En Arre e ilustón,
\'· tenia ror tuulo: Los r�u/tSmos.
cierra� rcndcncias del arte del sislo
H PAI'rt DI I.A t\1AGEN 223
222
da (las repetitivas e!>tawas de Buda, por ejemplo. sin hablar de
lo-. iconos cristianos onodoxo , en los que la presencia di'tna se
'IUpone infu-.a) descansa en una repre entación parcialmente rca
hsta de la.. apariencias sensibles, a costa, por otra parte, de re
chazar estas apanencias en el campo de la ilusión (el «velo de
�taya)) de la religión brahmánica).
El realbmo �ocinll
�
sonajes del fondo). Del mismo modo. la pers ect1va coball�ra uti métrica, es decir, para sus inventores, Leon Bauista Albcrti
geo
o Fi
lizada por la casi rotalidad de lao, eMampas Japonesas clásicas, Y lippo 13runelleschi, a la manera divina de m¡•estir el univers
o. l:sta
en la que no hay punto de fuga, corresponde a una negauva a perspectiva es, pues, una forma simbólica porque respond
e a una
jerarquiau lo próximo y lo lejano, etc. demanda cultural espec1fica del Renacimiento, que está
. superde
En cambio, en el sistema para nosotros dommante. el que se ll!rminada políticamente (la forma republicana de gobiern
�
impuso en la p1ntura occademal a partir de �rincipi s del siglo w rece en Toscana), ciemificamente (desarrollo de la óptica)
o apa
con la perspectivo ortif ictaltS, se ha pretendtdo cop1ar la erspec � lógicamente (invención de las ventanas acris1aladas, por
, tecno
ejemplo),
tiva natural que actua en el OJO humano. Pero esta cop1a no es �stilisticamemc, estéticamente y, por supuesto, ideológ
inocente y, al hacer esto, se da a la vision el papel de m delo � icameme.
Sin duda, esta manera de pre entar la perspec1iva renacen
tista
de toda representación. As1, la perspectiva cemrada, fotográfica, como producto puro } simple de una (<tendencia de la
es también t�timonio, aunque lo hayamos oh1dado la mayor p e � telectual o cultural es demasiado esquemática y no hace,
epoca)) in
por o1ra
del úempo, de una elección ideológica o, más ampliameme, sun parte, justicia a Panofsky. En su libro L 'Origine de la perspet:
bólica: hacer de la visión humana la regla de la represemac1 n. � li1•e
( 1 987), al que aquí hemos de remitirnos necesariamente, lluben
�
E lo que Panofsky qu1so expresar al de nir la perspecuva Damisch demuestra que la perspectiva no tiene una historia
� .
como la ((forma simbólica» de nuestra relac1ón c n el espa 1o. � \e concibe la historia según el modelo lineal que llevaría
, si
La noción de forma simbólica, que ya hemos menc1onado vease � el nacimiento hasta la muerte, sjno hstorias
i
desde
, y que, a través de
capítulo 3, 1 1 1 .3.3), se debe al filósofo alemán Ernst Cass1rer, Y cs1a� hislori�. pone siempre en evidencia la visión del
. mundo y
designa las grandes construcciones imelecLUales y soc1ales por las el ejercicio del pensamiento.
cuales entra el hombre en relación con el mundo (para él: el ! n � En el fondo, lo que descubrieron entre otros Alberti y Brune
�
guaje como forma sunbólica de los obj tos e� la comuucac1ón
_
llcschi, es (para decirlo evidentemente en términos
verbal; la imagen arustica como forma !;tmbóh a d las � :
�tdeas en
que lo visto, «ecológicameme», en el <(mundo visual»
anacrónicos)
la comunicación visual; los mitos, y después la ctencta. com f r � � exprcsarl>c geomérricamente sin renunciar a la ilusión
, no puede
ma simbóhca de nuestro conocimiento del mundo natur l). 10�1 - � didad. Es1e descubrimiento, secundario en el Renacim
de profun
iento (ya
tiendo sobre la rcla11va autonomia de esta esfera de lo s1mbóllco que, una vc7 más, lo que pretendfa simboli1ar la perspec
tiva um
que se desarrolla y se construye <;cgun sus propias reglas. Al re�o (icia/si era la mtrada de Dios), permitió seguidamente al mismo
ger esta noción pretende Panolsky mostrar, no que la perspec va � ·islcma ser investido por otros valores simbólicos Como
. . vere
�ca una convención arbmana, smo que cada penodo h1stónco mos (11.3, más abajo), la perspectiva influyó en el
teatro para
UL PAPEL DI: 1 \ I�IAGEN 229
l.'> 1\IAGEN
228
car enormemente la perspecti"a (aunque sólo fuese con focales
ayudarle a jerarquizar las mirada!> alrededor de la del �ey, mien muy largas o muy cortas), no ha habido uno ideología burguesa
rras que, en la pintura, se vino progresivamente a co� s1derar que
del siglo \\ al siglo "· sino varias formaciones ideológicas su
la perspectiva centrada «repre�e�taba» el modo prop1amente hu cessvas que fueron otras tantas manifestaciones suyas. La visión
mano de apropiacion de lo VISible. de la hi toria que tiende a �<aplastar)), unos sobre otros, diversos
valores imbólicos de la perspectiva, que son los que tuvo duran
te varios siglos. no puede ser, pues, muy rigurosa. (Añadamo!>
11.1.3. El debate sobre la per pectlva que. para DAMISC!t [ 1987). que critica vigorosamente estas tesis,
1<el humanismo [toscano u otro] no podfa acomodarse a la pers
así, en
Por construcción, la imagen perspectiva (designaremos pectiva llamada cenrraJ, como tampoco a la definición puntual
leyes de
adelante, para abreviar, la imagen construida seg� n las del sujero [ . . j que es su corolario)).)
de las líneas
la perspectiva artificialis) produce una convcrgenc1a
rectas per
en un plano: en particular, las lineas que representan Inversamente, la posición académica tradicional, que veía en
en un punto, el punto
pendiculares a1 plano de la imagen convergen . la perspectiva el único sistema cienlfricamente legítimo, ha encon
. vtsta. No podría ma
defuga principal, llamado tamb1én punto de trado nuevos defensores que, conlra el relativismo histórico de
nifestarse mejor que la pcrspecriva es un sist7ma centrad o, cuy ? Panofqky, han mantenido la idea de una cientificidad, y por tan
ucame nte, a la posi
centro corresponde, en cierto modo amomá to de validez absoluta, intemporal. del sistema invemado en el
ción del observador humano. Renacimiento. Es a veces el caso de ciertos teóricos de la percep
s de
Este rasgo es el considerado como m:b notable en mucho ción, que distinguen insuficientemente la perspectiva Optica de su
tiva. Alrede dor de 1970, en par
bates del siglo xx sobre la perspec representación en las imágenes, y no ven que romar el ojo como
perspe ctiva un sistem a entera mente ade
ticular, se quiso \'er en la modelo de la visión es un ideología como cualquier otra (aunque
cuado para la emergencia de un sujeto «centrad
?)) en el nos parezca más natural).
humanismo (y totalm ente dererm mado por esta emer � encm). Como
Han de ponerse estos debates, de hecho, en relación con las
ar, hubo efectiv amente , en la h1ston a del �te
acabamos de observ profundas transformaciones de la repre entación en el siglo '"·
occidental, un encuem ro entre el centram sento de la � onc ��c� on
Pierre Francastel, en Pintura y sociedad ( 1950), ha mostrado bien
en el sujeto human o y un sistema percep uvo msclal
del mundo que las �<revoluciones)) formales en el interior de la pintura tradu
meme inventado para dar cuenta de la presencia d.e Dios
�n lo Cian un profundo cambio de sensibilidad ante lo visual y el naci
pmtor
visible (en AJberti, el rayo cemral, el que une el OJO del miento de un nueva concepción del espacio. Como dice de modo
al punto de fuga principal, se llama aún rayo divmo). Pero
�ste cxcelcmc Mansa Dalai Emiliani: 1<la crisis de la perspectiva en
la constJt u
encuemro fue muy progresivo como, por otra parte, la cultura moderna ha de ponerse en relación con la nueva con
ción misma de la noción de sujeto: ésta. iniciad a por el � umams
_
cepción del espacio, Introducida por la!> geometrías no euclidia
sa d� las
mo, prosigue con Descartes y el co�ito, con . la filosof na-; y en el campo científico por la teoría de la relatividad; coinci
medsda , el cemrarru emo
Luces con el Romanticismo. Así, en c1erta de, ademas, con la crisis de la función tradicional del arte como
de la ;epresentación y su asimilación a la visión human a. son fe
mtmes1s, a la que la estética idealista opone una vissón nueva del
más bien característicos de la pintura de alreded or de
nómenos arte concebido como conocimiento y lenguaje».
1800 y, por supuesto, de la naciente fotografía. Si bien estos debates son la parte más visible de la rertexión
reciente sobre la perspectiva, son Lambién su parte más especula
Conviene en particular relativizar las tesis des�rrolladas (por tiva y es justo mencionar que, al mismo tiempo, la investigación
Jean-Louis Comolli, Marcctin Pleynel o Jcan-LOUJS Baudry, véa histórica �obre la perspectiva ha progresado enormemente en una
se capflulo 3, 1 1 1 .2.3) sobre la cámara como máquina de ela�orar djrección generalmente muy «panofskyana». Así, Miriam Suuw
perspectiva, y «por tanto)) como mstrumcmo marcado por la Ideo Bt.NIM ( 1940) ha descrito la historia de la repre entación del e:.
logía humanista y la ideologla burguesa denvada_ de ella. Aparte pacio. desde el ane paleocristiano hasta el Renacimiento. dando
de que la cámara cinematográfica, como la fotográfica, puede tru-
L \ !M·\GEN El Pi\PI t Oc LA JM'\GI·I\ 231
230
tificiali
aplica cione s en la pinLUra), con las sensacione:. táctile:.. El espacio de este arte objetivo es •<po
tarse (al mismo tiempo que la de U'>
la manif estaci ón histórica lLSensonal ) operatorio», l<práctico y experimental»; se encuentra
pero también es. más profundamente,
ficos presen te:. de entrad a desde en el arte de la Edad Media, pero también en el cubismo. en el
de un conjunto de problemas filosó
y aún actual es hoy, ya que son arte egipcio, en los dibuJOS infantiles. Es un espacio abierto en
la invención de la perspectiva,
ser y del pensa r. el semído de que. fundado en la noción de objeto y en una geo
los problemas mismos del
metría de la \ecmdad, es, en SI, ilimitado. En relación con este
espacio •<abieno», Francastel lec el dominio de la perspectiva so
bre cinco siglos de histona de la pintura como una clausura del
l/.2. Superficte y profundtdad
espacio, que deviene limitado, imaginariamente, pero de forma
coercitiva, por el marco de la tmagen, el cual se identifica total
0.2.1. Espacio abierto, espacio cerrado
mente con los bordes del cubo perspectivo y significa, pues, con
Ni la perspectiva, ni siquiera la profundidad, son el espacio. crcramente, la imposición de la <<rejilla» geométrica sobre el es
Ante todo, porque éste, ya lo hemos repetido, se dirige de mane pacio real de la experiencia y de los objetos.
ra coordinada a nuestras sensaciones visuales y táctiles; luego, por Prosiguiendo la renexión de Francastel, Jean-Francois LYO
que incluso en el interior de lo VISible, la cxpres1ón icóníca del TARD gura ( 1970) el a�
ha acentuado también, en su Discurso, fi
espacio movilia muchos ractores distintos de la pcrspccúva (en pccw ncgati vo de la construcción perspectiva. Para Lyotard, el
.
panicular, todos los efecto-; de luz y de colores). cspac1o sens1ble 'iC organiza según el modo de la diferencio, y no
Lo que pusieron en C\idencia las alleracionC'i de la representa de la oposición: ahora bien, la historia de la pintura sólo e� una
ción pictórica en el siglo \\ es, entr� 01 ras cosa!>, la excesiva pre perpetua represión de la diferencia en favor de la racionalización
ponderancia que se había concedido. por la importancia atribui- geométrica, Y Lyotard pone de relieve, como momemos pOSitivos
t\ JM\GE'i
232 El I'AJ'J:L l>l t \ 11\1 .\C
• f·� 233
muy precisa, la de
LJ libro de Lyotard defiende una estética Sobre e!ite pumo prec1so, se ve que difícil es eparar c1
papel de
lo figura!. en cuanto que la figura
está ligad a a la emergencia del
� �
la m agcn e aquellos del di�;posiuvo ' del e p�.:'Ctador: si la ima
deseo en la representación (véase más
abajo . 1 V .2.3), estética por
gen llgurauva nos ofrece a la vista un campo \isual, es que somos
el «freu do-m an.l mo>, en
otra parte fuertemente dominada por earaces de referir é'te a un desglo:.e dd c:.pacio por una mirada
boga en 1970,y en cuyo marco intent ó '>Cgui dame nte Lyotard de .
�
1110\ ti. en llh t rmino'> del eneuadrt pcrJ>pecflvo.
ización
sarrollar una «economia libtdmal>� Su lectur a de la organ
pero parci al.
�sla opcrac16n �e nos ha hecho completamente familiar con
pues, apasi onant e,
perspcctivista como represiva es. el e1 �c. en el cual se manifiesta el encuadre como esencialmente
e, a la idea de que, igual que .
No limitaremos, mác; simplemem mó\ 11. scgtm la� varicdauc!. del «movimiemo de cámara)). La mo
cualquiera que sea- ate:.tigua
la perspectiva -toda pcrspecuva, '1hdad d� In ca�1ura se eon!Sagro casi desde los pnmeros balbu
una elección simbólica, tamb ién la clausura del espacio figurativo �
c��s del eme, pnmcr�. -.iruá� ola en un vehículo (barco, coche);
resulta de la institución de un desgl ose de lo visible por una mira después, cuando se htzo su f1c1cntememe ligera, llevándola sobre
da, de la definición de lo que llama remos un campo, y da testi ti hombro. Desde cnrouces, la mdustria cinematográfica ha in
lico, del privilegJO con
monio con ello. de modo igualmente Simbó 'en! ádo numerosos aparato<; desunados a facilitar esta movilidad
(contra la «pasividad))
cedido a esta mirada y a su actividad (grua. dolh o. mas recicmcmt!nte, steadycam). Hace, pues. mu
uJa de Merlcau-Pomy).
exaltada por Lyotard. recogiendo una fórm cho ru:.mpo que lo� �peradores y los cineastas han e.xplorado toda
de origen cinematográ
La palabra campo. en C!itC c;enlido. es la gama de poo;lbthdades de los movimiento� de cámara.
de e!ipacio imaginario de
fico: design a. en el cine. esa fracción
imagen fílmica. Se sabe
tres dunens10nes que se percibe en una L� ��
s cámara.. n s reciente'> permiten movimiento:. de una gran
.
e tá ligada a la forusima
que esta nocion. de origen empírico. am �htud �
flextblhdad. Al mhmo tiempo tienden a subravar la
1magen fflmica. ) que lle
impresión de realidad produc1da por la cqul\alcnc1a entre encuadre } mirada: es el ca!lo, espl.
>cial�eme
espacio profundo. }
va a creer factlmemc en la rcaltdad como dC: la sreadycam, la cual. por con:.�rucción (se trata de un arne �
el espac io visible real. no _
también a creer que este cspac1o. corno liJad � al operador). e:.tá destinada a traducir los movimiemo' de
que se prolo nga indefini
se deuene en los bordes del marco. <;ino un OJO que se del>pla..za libremente.
de cam
damente más allá de estos borde s. en forma de un fuera
abierta aJ
�
En cierta'> pocas anteriores, en las que se diSponía de cámaras
marco como «\cnt ana
po. E!. la famosa metáfora del n�enos perfecCIOnada.,. \C utilizó muchas veces el mo\imicnto de
sigml lcauv o qu�.: esta mctaf ora, uti
mundo>>; ahora bien. es muy camara de manera meno� CMIictameme ligada a la mirada humana.
la image n cinem atogr af¡ca. �ambi én
lizada por André Bazin para Es el cas?. �n csp(."Clal, de varias película" europcaJ> de los años veinte
os térmi nos. Albcr ti a propo sito de la pin
la milizara, en los mism (pront? unnado" por llollywood). En su Baller mecanique, Fernand
imponer un centro al espa
tura per:.pccthista. La perspectiva. al Légcr msralu ast una cámara en el extremo de un columpio, y Ja llacc
s. lo orga11 1za como el campo visto por una
cio, le impone límite .
acercat se Y aleJarse nherna1 hamente del objeto filmado, -.in que
emplear el nombre sin
mirada (como una 1•edura. una vista, por puedo auJbutr�c este movimiento a ningún ojo c.Jicgt!tico. Fn algu
paisajes pintados).
tonullico que se dabu a los primeros nas pcllculas alemanas de la misma época, el guslo por el virtuosie.
mo de la cámara originó lo que se llamó la «cámara c.ll!Sencadenada))
(enrjesseltt' Kamera). como en aquella escena de El ti/tuno de 1\lur
11.2.2. Campo ) cocundre nau (19�6).'
en la quc 1?
embriague/ del personaj�.: :.e expresa por
.
un mo' lrtuento gtratono c.Je la cámara a su alrededor o como en
toda la historia de
Esta definición del campo, que amplía a �
vanas c�cenas de una película que jugó sistemáticamellc cou este
a por ) para d cine, e:..
las imagenes ligurathas la noción torjad ccdc�encadcnamicnto''· Vuriéré. de EwaJd·Andre Dupout (1925).
234 t\ tMi\GE:'l EL P\PLL IJL: t \ 11\1 \<•l.:'
235
Refiriéndose a estas últimas utilizaciom:�. Edward BRA.,túAN do del decorado? ¿Ni lo uno 01 lo otro
'! Es tanto más dificil rcs
(1984) propuso distinguu los mo"im1emos «funcionales» -que � �
pond r cuamo ue tal plano pued
e producirse de variru. maneras
:
pretenden construir el espaciO escenográfico. seguir o anticipar sea fiJando la camara en una verdader
a diligencia que avance real
un movimiento, segu1r o descubrir una 1111rada, seleccionar un de mente por un paisaje; sea acompaña
ndo el mo�imiemo de la dili
talle significativo, revelar un rasgo c;ubjetivo de un personaje - gencta por una cámara montada
en un vehículo que avance a
de todos los demás movimientos de la cámara, los gratuitos, dis �
m1s a velocidad; sea, incluso. roda
ndo en estudio una falsa dili
la
tinción útil para el análisis de las pehculas, pero muy discutible gencia ante una transpan:ncia.
en el plano teórico.
La expresión «mO\ imiemo de cám
ara» es, pues, ame todo una
Así, si bien la noción de «mo"imiento de cámara» está empí comod1dad de lenguaje, aunque
demasiado imprecisa como para
ricamente muy perfeccionada, es de poca con'listcncia teórica y
.
�
pertenecer al vocab lario teórico.
La hemos expuesto aquí por
reveladora de la complejidad de la relación entre imagen, espec que pone en ev1denc1a de modo insup
erable, a la vez, la diferencia
tador y dispositivo. El espectador, que se enfrenta con la película entre el campo y el encuadre, y el lazo
imaginario extremadamen
terminada, no tiene medio alguno de saber realmente cómo se ha te fuerte que establece entre ellos el dispo
sitivo, y, por consiguiemc
componado la cámara que h�1 producido un plano dado: está obli el espectador. '
.t. J..:\1 ten otras llcl'suktonc' postble,. en espednl �¡ '>C rcrmtc fu a!.:a Jc �-.mtpo,
uo al "''pacio trldimc:n,ion.tl rtprc�cntado ¡lor la imagen, 'IIICI ni esp.ICI<' bidtmen·
<tonal de la �u¡�erficie de la tmn¡zcn: �e hablaru, pnr eicmpln. de ••.::lmp<l> fllásuro E! lucra de campo en d ctnc (Non rrknndliés. de Strnu
b y Hutlle
t. J96S) y eo
de la Imagen como «C8nlJ10•• de: �ÍI!Il<l� ('l.lc)cr Schapiro), cte. r•murtt CLi lurriflcw dr Abrahom de Camvng¡to hacia
• 1600)� ftemrre cue ·.
,
�llun
de mtr<tda, de entrada o de
'allda
238 LA IMAGE:'-1 él I'APfl {)[ 1\ 11\1 \{,l'J
239
bién el que llevó a pensar que, si el campo e un fragmento de torce; han llegado a poner totalmente en tela de juicio la idea de Ba
e:.pac.:io recortado por una mirada }' organizado en función de un zm: para Jean Mitry, por ejemplo, l a pintura puede producir per
punto <.le vista, no es más que un fragmento de este espacio y, fectameme un efecto de fuera de campo comparable al del cinc, sobre
por tanto, que es posible, a parttr de la imagen y del campo que todo si se acercan las condiciones de su visión a las condicione:. de
representa, pensar el espacio global del que ha stdo tomado este la visión de la película, por ejemplo poniéndole un contorno negro.
campo. Se reconoce aquf la noción de fuera de campo: noción De hecho. y cualquiera que sea en efecto la gran pertinencia
también de origen empfrico, elaborada en la prácuca del rodaJe de la noción de fuera de campo para la imagen fija. existe una
cinematográfico, en el que es indtspensable c;aber lo que, del es diferencia irreductible entre ésta y l a imagen móvil. En la imagen
pacio profilmico, se verá o no a través de la camara. fija, en efecto, el fuera de campo permanece para siempre fuera
En la misma medida de su doble movilidad (movimiento apa de la vista, c;ólo es imaginable; en la imagen móvil. por el contra
rente, movi1iz.ación del encuadre), la imagen fílmica da acceso en rio, el fuera de campo es siempre susceptible de ser desvelado,
efecto, al menos potencialmente y de manera más constante, a sea por un encuadre móvil (un «reencuadre))). sea por el encade
esas parte!> no vistas del espacio diegético que consthuyen el fuera namiento con otra imagen (por ejemplo en un campo-contracam
de campo. Es la observación fundamental realizada por André po cinematográfico}. Es lo que Noel Burcb afu·ma mediante su
BAZtN en su articulo «Pcimure ct cinéma)) ( 1950). en el que defi distinción entre fuera de campo L'Oncrero (en el fuera de campo
ne la imagen fílmica como «Ccntrffuga)) y su marco como un ocul momentáneo se encuentran elementos que ya se han visto y que
tador móvil (y no como una fromera infranqueable y definitiva). pueden imaginarse má� concretamente) y fuera de campo imagt
Seguidamente, esta obsc1vación se prolongó, en especial por par norio (el que implica elementos que no se han visto todavfa}. Asf,
te del examen sistemático de las posibilidades prácticas de paso los efectos <<localc.<.)> de fuera de campo están más desarrollados
del campo al fuera de campo: sobre este punto, fue Noel Bt.RCH y son más eficaces en el cine; la mirada hacia el exterior del mar
quien dio, en Praxi
s del cine ( 1969), la tipología má<; detallada, co. en especial, es en él un medio banal de (<interpelación>) del
distinguiendo 'ieis segmento del ec;pacto fuera de campo, segun fuera de campo que suscitará fácilmente la idea de que se mira
su localización en relacton con el campo (a la tzquicrda, a la dere algo o a alguien, mientras que, en pintura, tal mirada se recibirá
cha, delante, etc.), y tres upos pnncipales de paso. como algo que afecta más bien al espectador.
El articulo de Bazin imphcaba una comparactón emrc la ima
gen fílntica } la imagen pictónca y tendta a concluir que el fuera En 'iU discustón del artículo de Bazin, Jean Mitry
adelanta la
de campo, natural } e:.encial para la pnmera, estaba casi prohibi idea de que la tendencia de la imagen filmica
al fuera de campo
do en la segunda. Stn embargo, puede ser muy productho hacer \iene esencialmente, o incluso únicamente, del
hecho de que esta .
funcionar, en cierto modo rctroactivamente, la noción de fuera tmagen no se produce nunca sola. Así, dice,
la pintura secuen
de campo a propósito de la tmagcn ftJa, pictórica o fotográfica. cial, de Imágenes multiples, produce un fuera de
campo del todo
Ya hemos hablado (\éase capítulo 3, 1.2 y 1.3) de las imágenes comparable al del cine (da el ejemplo de los via
crucis, sccuenctas
(<descentradas» o «desencuadradas)> producidas por cienos pin de una quincena de cuadros colgados en cienas
iglesias, y que
tores o fotógrafos. y que implican una consideración de los en representan la pasión de Cristo). Pero esta idea
sólo es a medias
tomos de la imagen. del fuera de campo. Si Oega�. o Caillebotte, convincente y ese «fuera de campm> queda muy
lejos de la efica
cortan también con frecuencia sus personajes por el borde del mar cia y de la inmediarcz del fílmico.
co, es porque pretenden sugerir al espectador que prolongue ima
ginariamente el marco más alió de ese borde ' A�i. cienos au-
U.3.2. E'lcenn y puesta en escena
pecuva) los decorados de la escena a la italiana: luego, más am de vista, la perspectiva; en el film, que posee la perspe
ctiva por
pliamente, el ane de fijar los decorados y, finalmente, la manera construcción, la expresión del espacio es un proces
o Sintético, en
de repre:.entar los lugare . En un libro de 1970. titulado precisa el que la actividad escenográfica se desplaza y debe
procurar pre
mente Scénografie d'un tableau, Jean-Louis Schéfer. invirtiendo servar la coherencia de las imágenes sucesivas. Entre
el teatro clá
La filiación histórica. analizaba una tela del siglo X\1 como una es sico } el cinc, puede leerse toda la historia del espac
io en pintura,
cenificación teatral; la noción de escenografía <;e tomaba aqui en su descemramiento, su ilimitación, su explosión.
su más amplio sentido abarcando la representaciÓn de los lugares
e incluyendo también las relaciones entre los personaje y la arqui
tectura. Esta tendencia se acentuó con la recuperación del término 1 1 1 . EL TIEMPO RFPRES�ADO
por una parte de la critica de cine (en especial Alain BergaJa y Pas
cal Bonitzer), en la que el término ((escenografla» designa de he Si el e�pacio da lugar a una representación altamente simbóli
cho el aspecto espacial de la escenificación, mientras que la expre ca, ¿qué decir del tiempo? La imagen misma, en efeero, se des
sión de «puesta en escena» e ve cada ve1 más restringida sólo al pliega siempre en el espacio, pero sólo ciertas imágenes rienen tam
aspecto dramático. en particular a la «dirección de ac1ores)). Pueden bién una dimensión temporal. Ahora bien, las imágenes tienen
evidentemente lamentarse estas confusiones terminológicas, pero también casi siempre a su cargo, aunque a veces muy secundaria
tienen aJ menos el interés de subrayar el profundo parentesco en mente, el dar una información sobre el tiempo del suceso o sobre
tre la escena teatral y su escenografía por una parte, la puesta en la situación que representan: fue, pues, preciso que esta informa
escena pictórica por otra y, finalmenrc, la construcción, en la es ción se representase de manera enteramente convencional, codifi
cena filmica, de un espacio diegético unificado dramáticamenre. cada. Son numerosas las tácticas utilizadas para eso y no podre
mos sin duda examinarlas exhaustivamente, sino indicar sólo las
Resulta evidente desde hace mucho tiempo esta naturaleza mix principales entre las que ha registrado la historia de las imágene1..
ta del espacio cinematográfico, y Pierre I·rancastel, por ejemplo,
ya le había dedicado un anículo (complejo, incluso algo confu
so). Más recientemente, Eric RoiiMI:R ( 1 977) ha intentado distin 11f. l. La noción de instame
guir tres tipos de espacio en la pellcula:
- el e:;pacio pictórico, o la imagen cinematográfica como re Como ya hemos dicho a propósito del tiempo
espectatorial,
presentación del mundo: el modo normal de aprehensión del tiempo es el
de la duración,
- el espacio arquitectónico, correspondiente a las partes del aunque sea cona. St se imagina aconar esta durac
ión a los lfmiles
mundo, naturales o fabricadas, dotadas de una existencia objeti de lo sensible, se convertirá en lo que se llama,
con un término
va en lo prorílmico: difícil de definir exactamente. pero comprensibl
e, un instnnte. La
- el espacio/t1mico. «e�pacio virtual reconstituido en [el] es imagen fija ha tenido, evidentemente, una relació
n privilegiada
píritu [del espectador] con ayuda de los elementos fragmentarios con la noción de instanre, en cuanto que ésta persig
ue precisa
que la película le proporciona». mente extraer imaginariamente, del flujo tempo
ral, un <<punto»
Esta distinción, que confirma ampliamente la distinción entre singular, de extensión casi nula, próxima, pues,
a la imagen (que
espacio plástico, espacio profllmico y espacio diegético, es des tiene, a su vez, una dimensión temporal intrínseca
totalmente nula).
graciadamente más dificil de sostener de lo que parece, como mues
tra el propio ensayo ele Rohlllcr, en el que, cu especial, resulta
a menudo dificil establecer la separación entre lo arquitectónico 111.1.J. El «inslanle esencial»
y lo filmko.
Con l a aparición de un esLilo mayoritariamente naturalista en
La escenografía ha sido la apropiación, por parte del teatro, la pintura a partir de la Edad Media, la mayor parte de las esce
de una tecnica piCtórica de expresión del espacio desde un punto nas representadas por la pintura se convirtieron en escenas con
1 '\ 11\!AG(;!.;
244 fl PAPEL DE 1-\ IMA<JI:" 245
tada a base de un montaje de manos. de un busto, de una cabeza ción) que en lo que los separa y que designaremos como el inler
que no son estrictamente contemporáneos los unos de los otros. v:llo cm re ellos
Es también el momento de �ei'alar uno de los ejemplos favori Fn musicología, un intervalo es la separación entre dos notas,
tos de Ei enstein, L 'Emharquement pour Cvthere de Watteau, que medible por la relación de sus frecuencias; un otdo algo entrena
lee, con motivo de una observación del escullor Auguste Rodin, do consigue fácilmente reconocer } apreciar estas separacione� y,
como un verdadero decoupage cmemmográfico, mostrando va así, la música juega, concreta y posithamente, con lo que en sí
rios estados sucesivos de una pareja tiptca de enamorados, senta no e' "ino una relación abstracta. Esta última observación es la
dos primero en la hierba, levantandosc después, dirigiéndose lue que dto lugar a la utilización metafórica, por parte del cineasta
go hacia el barco. ruso Dz.iga Venov, del termino mtervalo para designar la separa
ción entre dos tmágenes fílmicas. Naturalmente, esa separación
El collage temporal serfa, pues, el modo más frecuente de re no es medible; Vcrtov, sin embargo, propuso hacer de ella el fun
presentación del tiempo en la pintura. incluso cuando ésta tuvo damento de un lipo de cinematógrafía deliberadamente no narra
la pretensión de representar un instante único, ya que, como he tiva e incluso no ficcional, en el cuaJ la signiricación y la emoción
mos visto, el instante esencial es ca�i '>iempre equivalente a un nacerían de la combinación de tales reJaciones abstractas (entre
pequeño momaje. formas, duraciones, encuadres, cte.). La «teoría de los interva
Pero se puede Llegar at'm más lejos y preguntarse si la fotogra los» apenas está esbozada por Venov, pero la confromactón en
fía misma, cuando el tiempo de exposición excede al de la más tre sus cscrilo!> y �u!> pelfculas hace destacar que él pretendía am
breve instantánea, no funciona del mismo modo. La acción de pliar la metáfora y aplicar la noción de intervalo tamo a planos
la luz sobre la superficie fotosensible se produce durante toda la �ucesivos (intervalo <<melódico» en música) cuanto a imágenes si
duración de la apertura del obturador, cualquiera que ésta sea: multáneas (imenalo <<armónico»), como en las famosas sobtcim
apenas es algo larga (pongamos, a pattir de una dccima de segun presiones múltiples de El hombre de la cámara (1929).
do), la foto fija la huella de pequei'as modificactones temporales, Cn �u tntctador en la teoría deJ cine, la noción de intervalo
en especial pequei'os movimientos (pero no solamente eso: es, por no es, pues, explicttamente, de orden temporal, y el intenato en
ejemplo, la luz la que ha podido cambiar), de manera continua. tre do� planos puede ser, para Venov, por el contrario, totalmen
Esta huella no aparecera, pues, tan articulada como lo collages te a-cronológico. Pero esta noción puede extenderse provechosa
o montajes de los que hablábamos ante • puc to que es de un mente a nuestro tema, la representación del tiempo, para designar
olo acto, de una sola pieza. No por e o deja de ser cieno que todos los ca�os en lo!> cuales, entre dos imágenes diferente�. tem
la imagen, de algún modo, habrá acumulado tiempo, desplegán· poralizadas o no, hay un hiato temporal, el paso brusco de un
dolo espacialmente (véase capitulo 3, 11.2.2). Esa podría er, pu�. estado temporal a otro, sin que pueda restablecerse ninguna con
la fórmula más general de la simesi� temporal en la imagen: a tinuidad. En el cine. los ejemplos son bastante numerosos, con
puntos diferentes en el espacio de la imagen corr�ponden puntos lo que se llama salto (o a veces, con un término inglés, jump cut,
diferemes en el tiempo del suceso representado. que se define como un cambio de plano en el cual se mantiene
el punto de "ista, pero se produce una elipsis temporal).
lll.2.2. Secuencia e intervalo En un aruculo de 1984, David Bordwell mostró que el sallo
es una figura estilística cuyo uso en una película debe referirse,
Aparte de este modo de la sommation, el montaje, tal como históricamente, a las normas formales en vigor para esta película.
lo define el cinc, atrajo tambicn la atención sobre otro modo de Por ejemplo, los saltos en A l final de la escapada, de .Jean-Luc
relaciones temporales en la imagen (móvil o fija, pero, esta vez, Godard ( 1959) están hechos para ser visibles, conforme a las nor
necesariamente múltiple). Este modo es el del salto entre dos pla mas de lo que Bordwcll llama cinéma d'art; en cambio. los saltos
nos sucesivos, es decir, de un montaje de dos planos en el cual en Méliés están hechos para ser, si no invisibles, �í al menos anu
se pone menos interés en lo que une los dos planos (su interac- lados en beneficio del efecto fantástico: del mismo modo, los sal-
ll P,\1'131 t>l- 1 \ IMMol.!:-. 253
252 Lo\ 1\IAGE:-.;
rm•. numcrO!>O'>, en las películas mudas de Pudovkin, pasaron de
sapcrcibidos porque se comcmplaron dentro de una práctica gc
neralizada del momajc cono y discontinuo.
El alto c.• pues, algo ac;i como el aspecto percep1 i\o deJ in
tcr\'alo (que seria mas bien de orden cognitivo): si cJ primero solo
está presente en la imagen temporalizada, el segundo es concebi
ble en casos más amplios. Puede asi hablarse de imervalo (tem
poral) cn1rc dos imágenes fijas peneneciemes a una m1sma serie
o una mi.,ma secuencia. La imagen insrautanea y, especialmente,
la fotograf1a, es la que mejor �e presta a la consm ución de series
en las que el tiempo está marcado (y que pueden lomar la forma
má.s rígida de la -,ccucncia), pero pueden encomrarse ejemplos de
ello hastu en la pinwra. Podna decirse incluso que el imervalo
es UUIIO más interesante de considerar, tanto más poteme en el
plano estético, cuamo menos narrativas son las imágenes emre
las cuales se produce. En una secuencia fotográfica de Duane Mi
chnls, por ejemplo, que cuenta una historieta, gcncraJmeme de
tipo ranlébtico o sobrenaiUral (apariciones. de doblamientos, cte.),
la �eparacíón 1emporal entre las fmos sucesivas es referida inme
diatamente a un tiempo diegético coherente, que permite llenar
mentalmente esta separación. Del mismo modo, en las o;ccucnctas
pictOncas tradicionales. cuyo prototipo es el vía cruc:ts, cada ima
gen representa un sketch 3Cmiaurónomo, y La separación entre las
imágene\ �uccsiva!l !le llena i melect ualment e mediante el conoci
miento que se tiene de la historia relatada: es muy d1l tctl experi
mentar el paso de un episodio aJ siguicme como un saJto temporal.
J:n cambio, la produccion de varias fotografías, o de 'arias
pinturas, de un mismo paisaje en intervaJos de una!> horao;, por
e;emplo, dara lugar a obras que, poco cargadas narrativamcnre.
insistirán sobre el paso del tiempo entre momentos sucesivos. Es
el ca•;o, bastantes 'cces, de los pintore!> aJ aire libre como Valcn
dcnnc'i, del que hablábamos hace poco; es el caso, con un pro
vcc1o mas imelectualtzado, de artistas «conccpiUales>> de lo� a�os
setenta ) ochenta que ul ili1an la serie de fotografías. jus1ameme,
para repre'>entar el tiempo.
La representación del tiempo según el modo del intervalo es,
pues, stcmprc bastante intelectual, aunque se apoye en la scn�a
ción d� in..,t.mtaneidad proporcionada eventualmente por las irna
gcnc'> unitarias que el i mcnaJo separa. El intervalo const'lle "•cm
l:l mtervnlo: entre c!itO\ do� fotut�rumn.s �ucest�u� de' 11)mu/ dt'/u C'�cupatlu (J- Luc
\bual, c.¡uc no nnul.t ni 1.1 conc:,ion rnctunimi.:a (tle la pre en mantener una dbtanc1a, una scparacion, una d1lcn:nc•a
GodMd, 1959), un ,,thu
(la mnnu
mano que ,omene el re,ólvcr al revól\cr), m In cone:m\n mc:tntonco \isual entre do!l tmágcncs, y en signilicar el tiempo medtante esta
.umo revolver).
254 LA II\1AúE El PAPEL OC t i\ 1\1/\Gl/'. 255
diferencia. El intervalo es así aún má!. turbador perceptivamente cion dcl uempo <;e modula estrictamente por su contenido d1egéu
en la imagen móvil. Hablábamos de Vertov y de sus sobreimpre co. Las <<\istas» realizadas por los operadores de Lumiere, con
siones, pero habría que mencionar también los numerosísimos su durac1ón uniforme de alrededor de cincuenta segundos (corres
ejemplos de intervalos visuales en la obra reciente de Jean-Luc pondiente a la longuud de película impresionable en una sola
s
Godard, sobre todo en sus produccion� en video, tales como Puí toma), constituyen un excelente corpus para verificar esta modu
sonce de lo paro/e ( 1 988) o Histoire(s) du cinema ( 1989). El inter lación: algunas, hormigucantes de microsucesos, como La place
valo tal como Godard lo practica es bastante exactamente seme des Cordeliers en Lyon o L 'orrivee d'un train en gare de la Cio
jante a lo que Venov querin: tensión mantenida entre dos imágenes tat. parecerán rápidas y relativameme cortas, mientras que otras,
o más, con fines expresivos. El uempo, puc., no se significa en que muesJran una sola acción realiLada en toda su longitud por
ellas sistemáticamente; pero la gama explorada por Godard es vasta un único figurante, como el Marécllo/-ferrant o las Brüleuses d'ller
y el imervalo temporal es en ella, entre otras cosas, bastante fre bes, parecerán mucho más lentas y claramente más largas.
cuente. Todo sucede, en el cinc narrat i'o, como si el tiempo pudiese
«floculam, condensarse en granos alrededor de los acontecimien
tos, y tamo más fácilmente cuanto que este acontecimiento es fic
III.2.3. La imagen-duración ticio. Asf, la mayorfa de los cineastas han sabido que podia mo
dularse el tiempo de esta manera (lo que se !Jama impropiamente
Hablando estricJamenle. lo que llamaremos imagen-duración, <<JUgar con el ritmo de la imagcm>}.
es decir, la imagen temporalizada en la cual se inscribe un regis
tro del flujo temporal, no depende de la síntesis temporal. Si un Un ejemplo demostrativo se encuentra en el primer plano de
plano de película dura veintidos segundo�. la mayoría de las ve la película Em:ore, de Paul Vecclúali ( 1 988). Como todos los pla
ces es que el suceso cuya huella soporta ha durado veintidós se nos de la pelfcula. se trata de un plano largo, de unos diez minu
gundos, y sólo se puede repetir aquí una vez más la formula ma tos. que representa al principio los acontecimientos «en tiempo
ravillada de André Bazin: el eme «embalsama el tiempo>), lo reah). Pero, hacia el final del plano, la camara e queda repenti
preserva tal cual. El tiempo, pues, apenas está representado eh namente fija, durante bastamc riempo, en una puerta tras la cual
la imagen-duración, está más bien presentado, prescmificado, re acaba de desaparecer un personaje. Cuando -siempre en el mis
producido idémicameme. Y esto, en el fondo, sobre un aspecto mo plano- reaparece el personaje, se comprende (por el diálogo,
parcial de la realidad, uno de los raros casos en los que puede por la acción en general} que han pasado supuestamente varias
pensarse el duplicado perfecto. Esta idea ha sido reforzada, ade horas al menos entre su desaparición y su reaparición. Brusca ace
más, por la televisión, con la práctica de la retransmisión en di lcracion del tiempo dicgético, que no deja de actuar por otra par
recto, en la cual el tiempo del suceso y el de la imagen coinciden te sobre el tiempo cspectalorial (los casi veinte segundos pasados
absolutamente, con apenas un desfase infinite imal, el del tiempo frente a la puerla cerrada parecen largos y .'>e queda uno mucho
de recorrido de las ondas hert1ianas, uno� poco� microsegundos. más sorprendido al comprender, muy pronto, que reprcsemaban,
Sin embargo, es1a perfecta representación del tiempo pocas por un virtuosismo de la narración. un tiempo mucho más largo).
veces ha sido :.ulicieme para el arte del cine (y aun menos para
el del vídeo) y cineastas y \ideoartistas no han dejado de reelabo b) La deformación: hemos ncruado hasta aquí como si la ima
rarla -para hacer de ella un medio expresivo más- al menos gen-duración no pudiese sino reproducir idénticamente el úempo.
en tres direcciones: Evidentemente es falso y Jodo el mundo sabe que es técnrcamemc
a) La f/ocu/ación evenwal: como hemos senalado más arriba posible ralcmizar o acelerar esta reproducción, más generalmente
(véase capitulo 2, 11.2.3), el tiempo cspectaJorial no es un flujo deformarla. Como toda deformación (véase capítulo 5), ésta se
unifom1e } neutro, un rcccptaculo en el que vinieran a inscribirse ha practicado, La mayona de las veces, con fines expresivos, y
acciones; por el contrarío, está determinado por estas acciones lo!> primeros teóricos del cinc mudo habían reconocido ya el inte
mismas. La imagen-durac1ón no escapa a esta ley y su representa- rés de estas alteraciones. El ralenti, en particular, fue mu} uúliza-
256 LA lMAG�
fL P\P[ 1 DI 1 A IMAC
rl:� 257
do por el eme «de arte)) europeo de los años veinte. Conocido
«SU pa.,ado contemporáneo>>, el pasado en el presente. Ve sus ejem
por los cineastas alemanes con el nombre de Zeirlupe (l�pa tem"
poral), fue importado baJO el m1smo nombre por Pudovk.in y Ver
plo� mayores en el cinc de los años cincuenta y sesenta, des c �
Or.,on Wclle� y Alain Rco;nais, explorando el Lema de la memona
tov; aproximadamente por las m1smas fechas, cineastas como Jean
) encontrándole formas film1cas, a Alain Robbe-Gnllet, cuyo cine
Epstein o Maree! L'Herbier, en Francia, lo uc;aban abundante
rcch;va dic;ungutr entre futuro, pasado } presente. y produce to
mente. Lo notable es que el ralcntí haya podido 1ener valores muy
dos los acontecimientos sucesivos «como un solo y mismo acon-
variables, según lo conte>aos: medio deliberado de investigación
1ccimiento>� v, finalmente, a Jean-Luc Godard. que trabaja el ticm
de la realidad por parte de un Veno' ('véanse las secuencias dc
po como opc1.1dor del devemr, de la aparición. de la metamorfosis
porúvas en El hombre de la camara, que prefiguran el slomo de
m trabajo de Deleuze excede con mucho a un simple estud1o
las retransmisiones televisadas), -;e comicnc en instrumento de
de la r<.presemación del tiempo. Es. entre otras cosas, una rcnc
una dramaturgia de la expresión fisionómica en El hundimiento
\ión .,obre el tiempo mismo, cuya comprensión, demuestra justa
de la casa Usher, de Epstein ( 1 928). Después se ha reutilizado pc
mente, ha 1 rastornado el cine. En lo referente a nuestro propósi
riódicameme, como una figura sin significacion impuesta a prio
to, la sinte�b temporJI de la imagen. apona una luz suplcmemana
ri, pero siempre connotada como «artística)), micmras que la ace
<1 lo que dcciamos del collage temporal, pues la imagcn-crtstal no
leración ha tomado más bien un valor cómico bastante consLame,
se. presenta. formalmente, como un collage, un momajc. smo que
ligado a su utilización frccucme en el género burlesco.
está dividida por el doble juego del Liempo en el interior de st
Puede además mencionarse, como procedimiento frecuente,
misma. tas ampliamente, cs1a metáfora del cristal. que rc!racHl
la «reversión del tiempo fiimico)) ( J .J. Riniéri), consistente en mos
.
tes, cuyos significados constituyen una historia. Además, este con do prescmificado), siempre del orden de lo simultáneo y de Jo
junro de signiticames -que transmite un contenido, la historia, sincrooo, y sólo el montaje permite escapar a ese preseme per
supuestamente desarrollada en el tiempo- tiene, al menos en La petuo.
concepción tradicional, una duración propia, pues también el re
lato transcurre en el tiempo. Tal es, pues, la pregunta central que Gaudreault no dice, por otra parte, que el plano cinematográ
se plantea de entrada: si el relato es un acto temporal, ¿cómo t�co n� contenga ningún relato (seria absurdo). Para él, el plano
puede inscribirse en la imagen si é ta no está temporalizada? Y, uene cierta autonomía narrativa, pero es un relato producido so
sí lo está, ¿cuál e la relación entre el tiempo del relato y el úem bre el modo de la mostración, que no podría acceder a la verda
po de la imagen? dera narración: ésta sólo aparece en el transcurso de una lectura
Siendo nuestro propósito hablar principalmente de la m i agen, continua. que anule la autonomía de los planos. Jnsistamos en
y no del relato, más bien reformularemos esta pregUJHa, plan dio: para Gaudreault, todo plano, incluso el más largo plano
teándonos si, y cómo, puede una imagen contener un relato. Pero, secuencia, que implica los más elaborados movimiento de cáma
ames, hay que recordar brevemente que la definición misma de ra. está en presente de la mostración, puesto que hay isocronla
la noción de relato se ha investigado, desde muy antiguo, en rela entre el mostrador y lo mostrado.
ción con la de representación o, mejor, de mfmesis. Como ha de
mostrado André GAUDREAUIT ( 1 988), en Platón se encuentra la Retendremos, esencialmente, de esta discusión, la aserción de
definición de tres tipos principales de relato: la posibilidad de un modo narrativo de tipo mimético, lo que Gau
- el relato que excluye la mtínesis: relato exclusivamente ver dreault IJama la mostración. Es, en el fondo, el problema de la
bal, en eJ cual ninguna parte es analógica (en panicular, no se mostración el que vamos a abordar rápidamente ahora.
transfieren literalmente las palabras de un personaje). Es el modo
de la epopeya, el que Platón preconiza:
- el relato que sólo incluye mimesis: constituido, pues, por JV . l .l. ecuencin ) simultaneidad
un analogon de las accione y de las palabras de los personajes.
Es, en lo esencial. el teatro; Lo que dice, entre otras cosas, la distinción emrc mo tración
- el relato mh.to, que incluye a la vez una pane verbal y una } narración, es que existen dos niveles de narratividad potcnciaJes
pane mimética. Es el relato ho} mayoritario en literatura, con ligados a la imagen: el primero, en la imagen única: el segundo,
sus descripciones, por una pane, y sus diálogos «citados», por en la ccuencia de imágene:-.. Es desde luego lo que habíamos ve
otra pane. rificado, a panir de otras premisas, en nuestra discusión sobre
Esta distinción entre verbal y mimctico (o analógico) es fun el e pacio y el tiempo representados, pero, evidentemente, a con
damental a toda narratología, y se encuentra en formas variables dición de no quedarse en una concepción demasiado limitada de
en casi todo los teóricos, desde Pcrcy LLanoc¡.. (1947), que opo la unagen «única)).
ne, a propósilo de la literatura y del relato escrilo, showing y te Un ejemplo muy sencillo permitirá explicarlo mejor. Sucede
lling, hasta Gaudreault, que recoge y aplica al cine esta oposi a menudo que unas imágenes, físicamente perceptibles como imá
ción. Para este úhimo, la narración propiamente dicha, cualquiera genes únicas, representen varios episodios de una misma historia.
que sea su soporte (literario, teatral, cinematográfico), se limita Es el caso de numerosos cuadros de temas bíblicos de los siglos
al te!ling, al decir, y propone distinguir rigurosamente de la na '<\ Y XVI, como La Pasión de Cri sto, de Memling, en el cual el
rración lo que llama la mostrad<JII (traduciendo literaJmenre el personaje de Cristo está representado una veintena de veces, en
showing de Lubbock). Así. en la pelfcula, que es su objeto privi Jugare y en posturas diferentes, correspondientes a las «estacio
legiado, Gaudreault dbtingue un nivel mostrativo que se encar nesn del Vfa Crucis, o como, más sencillamente, La adoración
na, para él, en el plano aislado, mientras que el nivel narrativo de los Magos, de Gentile da Fabriano ( 1 423), donde se ve, en la
está en la actividad de montaje de los planos entre si. En térmi parte 'uperior del cuadro, bajo las (<arcadas>) formadas por la
nos [emporales, el plano e�ui, pues, para él, en presente (un pasa- moldura dorada y e culpida, tres epi�odios que precedieron al de
LA IMAGEN EL PAPEl OE LA IMAGEN 261
260
Resumamos: lo que ind1can las tesis de Gaudreault o las ob do actualiza casi siempre esta potencialidad. Es lo que han obser
servaciones de Arnheim, es que el relato (e, incluso, ese embrión vado varios autores de la corriente emiológica: el relato se inscri
de relato que es el acontecimiento) se inscribe menos en el tiem be tamo en el espacio como en el tiempo; por consiguiente, toda
po que en la secuencia. Hay ciertamente una duración del relato, unagen narrativa, incluso toda imagen represemativa, está mar
pero éste se define también por el orden de sucesión de los acon cada por los «códigos» de la narratividad, antes incluso de que
lejos esta narratividad se manifieste eventualmente por una secuen
tecimientos. Nelson GOOD\1.1\N (1981) ha ido, incluso, más
afirma que, en un relato (en imágene s), ni lo enunciad o ni ciaclón.
y
que
la enunciación están necesariamente temporalizados, y que lo
pueden Asf e como Alain BERGAIA (1 977) anaJjza, en secuencias de
más importa es el orden del relato, cuyas modificaciones
(un
llegar incluso a transformarlo en algo distinto a un relato fotografías. ese marcaje narrativo del espacio como patente en
«estudio» o una «sinfonía», por ejemplo). En lo referente a la el uso codificado de la profundidad de campo, de los encuadres,
el criterio de narrativ idad de los ángulos de toma de vistas. Cada foto extralda de las se
imagen, y sobre todo a la imagen fija,
orde
será, pues, el más poderoso: la imagen narra, anrc todo, cuencias que analiza cuenla ya una pequeila historia embrionaria
ya se haga esta represem ación se -porque ha sido escenificada con esa intención- pero puede ex
nando sucesos representados,
gún el modo de la instamán ea fotográfica, o según un modo tenderse su observación a la fotografía en general, ya que el arte
más elaborado y más sintético, tal como lo hemos considerado fotográfico consiste muchas veces, justamente, en definir esos pa
en lii.2. rámetros técnicos de la toma de vistas en función de una inten
ción narrativa.
Igualmente, Gu:y Gauthier ha dedicado un capfrulo integro de
262 LA IMAGEI'>o Cl PAPfl Uf t•\ IM,\GE:>." 263
us Vingl le�ons (plus une) sur l 'unage et le sens ( 1989) a «L 'or verbalmente, y el problema del semido de la imagen es, pues, ante
ganisation de l'e!lpace, élément narratif», sobre un corpus consti todo. el de la relacaón entre las imágenes y las palabras, entre
tuido por cubiertas ilustradas de revistas sensacionalistas del siglo la imagen Y el lenguaje. Este pumo ha sido a menudo analizado
>.eL\.. Muestra en él cómo la tmagen fija aislada intenta remitir a y aqua no� limitaremos a recordar, despues de otros muchos, qu�
un ames y un después (un (<fuera de uempo)), un fuera de campo no hay imagen c<pura)), puramente iconica, pues, para ser plena
temporal), y cómo condensa, en un espacio restringido, todos lo mente comprendida, una imagen exige el dominio del lenguaJe
signos convencionales de la e cena a ilustrar, jugando con la pro verbal.
fundidad del espacio representado .
Sobre este punto, todos los enfoques están de acuerdo. La se
mtologaa, por supuesto, para la cual el lenguaje es el modelo
y
IV.2. Imagen y sentido la base de todo fenómeno de comunicación y de significación :
"éanse los lumino!'>OS artículos de METz (J 970) demostrativos no
rV.l.l. Lo percibido ) lo nombrado s?lo de que existen numerosos códigos no icónicos cu la ima en, �
.
smo de que los cód1gos icónicos mismos no existen smo con refe
La representación del espacio y del ttcmpo en la imagen es, rencia a lo verbal; véase Emilio 0ARRONr (1973) plamcando, aún
pues, la mayoría de las veces, una operación determinada por una más cautlamente, que «exiMe una relación de interdependencia de·
intención más global, de orden narrativo: lo que se trata de re fimtoria entre una imagen y una definición verbal». Pero. igual
presentar es un Cl.pacio y un tiempo diegéticos y el trabajo mismo mente, el estudio de la percepción visual, cuidadoso por una vez
de la representación está en la transformación de una diégesis, de no olvidar el campo simbólico: véase el celebre estudio de Ju
o de un fragmento de diégesis, en imagen. lian Hc>eiiBER<.í y Virginia BROOKs ( 1962), verificando empírica
La diégesis, como se sabe, es una construcción imaginaria, un memc que la comprens1ón de la imagen visual interviene, en el
mw1do ficticio que tiene sus leyes propias, más o menos semejan niño pequefto, al mismo tiempo que la adquisición del lenguaje
Les a las leyes del mundo natural, o al menos a la concepción. verbal y en relación con este.
cambiante tambicn, que uno se forma de ellas. Toda construc
ción dtegética, en efecto, esta determinada en gran pane por su El problema es, pues, comparar la manera en que la imagen
aceptabilidad social y, así pues, por convenciones y códigos, por Y el lenguaJe transmiten las informaciones. y en la que son rec;
los simbolismos en vagor en una ociedad. Eso es e�.ideme en es pccuvamcme comprendidos. Las diferentes e.scuelas sem10lógica.
pecial, por ejemplo, en las representaciones de la Amiguedad, so se dedicaron mucho a e.sta cuestión:
bre las que se ha observado a menudo que informaban mas sobre - sea para poner en evidencia las diferencias fundamentales
la época en la cual e habían realizado que sobre la Antigüedad entre la significación por imágenes y la significación por palabras;
misma (\'éanse las numerosas versiones cinematográficas de la vida por ejemplo Sol WoRTH ( 1 975), mostrando que la imerpre1ación
de Cristo, ampliamente inOutda� por modas, estilo , vestimentas. tle las imágenes es diferente de la interpretación de las palabras
fisonomías, etc.: apenas hay puntos comunes entre los Cristos sul porque los aspectos sintácticos, prescriptivos y vcndacos de la gra
picianos de las Passions de Pathé, a principio de siglo, el Cristo mática verbal no pueden aplicarse a ella; las imágenes, cnlrc otras
tercem10ndista de El Evangelio segtín San Mateo, de Pasolini cosas, no pueden ser ni verdaderas ni falsas, al menos en el senti
( 1 964) y el Cristo decademista de La ti/tima temación de Cristo do que tienen esos témlinos a propósito de lenguajes verbales;
de Scorsese ( 1 987). no pueden expresar ciertos enunciados, en especial un enunciado
Toda representación es, pu<!l., referida por su espectador -o negativo («Pictures can'! say ain't)), como dice el título del ar
más bien, por sus espectadore!t hiMóricos y sucesivos- a enun tículo);
ciados ideológicos, culturales, en todo ca!to simbóücos. sin los cua - sea para ins1slir, por el contrario, en las similitudes, o las
les no tiene sentido. Esos enunciados pueden estar totalmente im necesanas relaciones entre ellas. Ya hemos citado a Garroni y a
plicilos, nunca formulados: no por eso son menos formulables �lctl. (cuyo aruculo «Le Percu et le Nommé» ( 1975] e!> sin duda el
264 LA 1\.IAGEN
El PAPI!L 01: LA IMAGEN 265
� � �
que más claramente plantea la necesidad e un in erretación en ción de l a imagen. Todo el mundo sabe, por experiencia directa,
. . .
tre la dimensión v1s1ble de la imagen y su d1mens1on mtelig�ble, c�n que las imágenes. que son v1sibles de manera aparentemente in
la noción de «Códtgos de nominación icómcos»). Podnan aiiadir- mediata e mnata, no son por eso fácilmente comprensibles, sobre
e otros varios autores, desde Umbeno Eco y Roland Banhes as � rodo si han sido producidas en un comexto alejado del nuc tro
ta las temauvas recientes de fundar una sem10log1a «generauva>) (en el espacio o en el tiempo, y las imágenes del pasado son a
��
de la imagen ·obre la hipótesis de un parentesco entre o mecanis menudo las que más interpretación necesitan).
mos (<profundos)) de dominio de la imagen y de �omm1o det len a) Lo 'il'miologta: la empresa semiológica, con su distinción
.
guaje (véanse sobre todo los trabajos de M1chel Cohn sobre el eme . ? emre diferentes niveles de codificación de la imagen, da una prt
.
Retendremos esencialmente de esto que la imagen uene una dJ mera respuesta a e ta pregunta: en nuestra relación con la ima
mensión simbólica tan importante sólo porque es capaz de ignifi gen, se movilizan diversos códigos, algunos casi universales (los
car, siempre en relación con el lenguaje verbal. Hay que obs.ervar que dependen de la percepción); otros, relativamente naturales pero
que aquí romamos posición, implícitamente, en contr.a de c1enos ya más formalizados socialmente (los códigos de la analogía, por
filosofas de la imagen que quieren ver en ella un medto de expre ejemplo. véase 1, más arriba); otros, además, totalmente determi
sión «directo>> del mundo, que estaría en competencia con el len nados por el contexto social. El dominio de estos diferentes nive
�
guaje pero no pasaría por él, lo conocircuitaría. Citemo por ejem les de códigos será, lógicamente, desigual según los sujetos y su
plo el Contre /'image de Rogcr MuNIG.R {1963, rec1ent meme � situación histórica, y las imerpreraciones resultames diferirán en
reectitado), para quien «la imagen sustituye a la forma cnta �or �s proporción.
.
un modo de expresión global, de gran poder de sugesuon)), e <<m
viene la relación tracticional del hombre con las cosas: el mundo Esto puede comprobarse diariamente en un campo en
el que
no es ya nombrado, se d1ce él mismo en su pura y c;implc repeti la scmiolog¡a se aplica corrientemente, el de la publicidad.
La ima
ción se hace él su propio enunciado». Munier concluye de ello que gen pubhcnaria, concebida por definición para ser fácilmem
e in
�
la i agen es peligrosa. y que hay que <<transcendcrla integrándola terpremda (sin lo cual es ineficaz). e:. también una de las
más so
en una forma nueva, aún in precedente. del dcc1r, ordenando a brecargadas que hay de códigos culturales, ha<11a el punto
un lenguaje la autoenunciación del mundo que la imagen ». Esta � saturar, muchas veces. esta necesaria facilidad de interpretación.
de
. . .
posición, cuyo origen parece evidente (el sen11m1ento de mvas1ón De hecho, el trabajo de los creativos consiste en fabricar
image
por unas imágenes cada vez más arrogantes, cada ve� menos .con nes que puedan leerse aplicando diferentes estrategias, segun
el
troladas), es sin embargo tngenua. Sobreesrima en pamcular la Iden numero y la naturaleza de los códigos movilizados, y
en hacer
tificación de la imagen con el mundo real olvidando que las «es compatibles estas cstraregias; asr, el espectador más culto
o más
trategias simbólicas» (WORTll y GRoss, utilizadas p�a con
1�74) �<al dia)), captará alusiones, citas. metafon.ts, que escapar
án a una
la una o el otro no son en absoluto las tn1smas, y sobreest1ma la lecLUra más rudimemaria, pero en todos los casos ha de
estar pre
�
presencia «en profundidad>) del lenguaje e la imagen, de la que sente un signjficado común, si no se quiere fracasar.
.
acabamos de hablar. En cuanto al <<lenguaje)) al que, segun Mu
nier habría que subordmar la imagen, se trata de una 1dea de la
h) Lo iconolo¡:10: pero el problema de la interpretación es tan
� � �
que a existen act ualiaciones efectivas, ;por jemplo e cine! (Par Lo más crucial cuanto que la apuesta de la imagen se siente como
tiendo de una idea comparable a la de Mumer, Pasohru propone impo1tame. Por eso la mayor parte de las reflexiones sobre este
justamente ver en el cine «la lengua escrita de la realidad».) tema afectan a la imagen artística, considerada en general como
provista de una intención más noble. más digna de inten!s, y como
mucho más conscientemente elaborada y, por tamo, más diffcil
IV .2.2. La interpretación de In lmn�en } a la vez más interesante de mirar.
En este campo, la empresa más importante, por su coherencia
Si la imagen contiene cntido, éste debe «ser leído» por su des )- su mllucncia, sigue siendo la de la escuela alemana desde Aby
únatano, por su espectador: es todo el problema de la interpreta- Warburg y us discfpulo5, de Erwin Panofsky a E. H . Gombrich,
266 LA IMAOI:.N U 1'\PI!L l>li 1 \ 1\1-\(,f:N 267
pasando por Fritz Saxl. Rudolf Wiul..owcr y alguno!> otros. A PA· dad } condensada en una obra11. Es el ni\'el del anáh i tconolog1-
..;of<it.'Y ( 1 932-1933) se debe la expo�1ción más sintética del méto co, } Panofs l..y subraya que esas significaciones pueden ser' y son
do propuesto, con el nombre de iconolo�in. Para él, todo fenó ..:n general. no intencionales.
meno social implica varios niveles de sentido (y ha de ser, por La <<revolución>� iconológica consiste, pues, en considerar a con
tanto, leído en varioo; niveles). Un gesto d1ano -cruzarse con al trapelo de los análisis anteriores, que todos lo. elemento de ia obra
guien que se levanta el sombrero, por CJemplo- posee así varias de arte son simbolicos, en senudo amplio, es decir. que constituyen
significaciones: s1momas cul.turale!. rc..cladorcs del espíritu, de la esencia de una épo
- una significación primaria o natural, escindida a su vez en ca, �e un es11lo. o de una escuela. Se ha criticad
o a menudo este esen
significación puramente factual (referencial: comprender que un cmhs�o de la :�ncepc1ón panofskiana y, más recientcmeme, se la ha
ser humano ha levantado un elemento de su vestuario llamado rec.og1do mod1f1cándola para evitar las aporías de la noción de «es
sombrero) y en significación expresiva (comprobar que el gesto pmtu de una época)) (Zeilgetst). La interpretación de la obra de arte
sea más o menos amplio, más o menos violento): hoy, pr��ende ame todo leer esta obra históricamente, poniéndol�
- una significación secundaria o convencional, consistente en en relac1on de la manera más precisa y más verosímil posible con su
atribuir a ese gesto un valor en función de una referencia cultural contexto filosófico, ideológico, pero también material y político. Por
(levamarse el sombrero 'lólo tiene el sentido de saludo cortés en 1� qu�, de Norman Bryson a Svetlana Alpers o Daniel Arasse, los
cienas sociedades: por otra parte, esta convención está desapare h1ston�dorcs d�l arte practican casi todos la iconología."
ciendo por la tendencia recieme de esta prenda a permanecer un La 10n�enc1a de este enfoque fue incluso suficiente para al
canLar rcg1ones de la imagen tradicionalmente
perturbablemcnte atornillada sobre la cabeza; muy distintas de
- una significación intrínseca o esenctal. que es la de ese ges las que Panofsky estudiaba, en particular el cine. El mismo PA·
"OF'il\ ' ( 1 934) había propueslO, por otra parte,
to referido a un individuo que lo ha efectuado y cuyo tempera .
una comparación
memo. conesía, etc., permitirá inferir. entre el c1ne de 1910 y el arte de la Edad Media, basada en que
La lectura de las imágenes artísticas se efectuará segun la mis uno Y otro Clitaban buscando una iconografia estable, que ayuda
ma división: se a la comprensión. Pero fue en fecha mucho más recient
e cuan
l . El motivo primario. o natural. en otros términos el de la do pudieron leerse verdaderas interpreLaciones de obra:, cinema
denotación: la 1magen repre enta a un hombre, él ríe, tiene los tográfica:,. que igualan en rigor y en erudición a las imerpreLaciOne5
brazos colgando, etc. Esta identificación e:, lo que Panofsky lla de la:, obras pictóricas (véanse en especial los análisis de Nosjero
ma el estadio pre-iconográfico;
tu de Mumau por Michcl Bouvier y Jean Louis Leutrat.
y de Cen
taur�s del desterto de Ford, por J .L. Leutrat, a los que
2. El mouvo secundario. o convencional. el que e compren podrían
de poniendo en relación elemenros de la reprcJ>entación con temas ai)adlrse, con intenciones diferentes, mucha:, páginas de Oa\id
o conceptoc;: «entender que una figura de hombre con un cuchillo Bor�well sobr� Dreyer y <;>zu, o de Gérard Legrand sobre Lang).
representa a san Banolomc. que unu figura de mujer con un me La mterprctacJOn de las 1111ágenes artísticas e� hoy, la mayoría
de las veces Y en todas sus regiones, una imerpreLación
locotón en la mano es una personificnción de la veracidad, que iconológica.
un grupo de figuras sentadas a la mesa en cierta disposición y
en ciertas actillldes representa la Santa Cena, o que dos figuras IV .2.3. La figuru
combatiendo de cierta manera represeman el Combate del Vicio
y de la ViriUd». Es el estadio iconográfico, que supone el conoci I lcmos considerado esencialmente b.asta aquí el sentido
miento de los código tradicionales (y, subraya Paoofsky, inten . de la
1magen como algo contenido en los elementos representalivos, Jos
cionales):
3 . Finalmente. la significación intrfn!.eca, que es «aprehendi
tí Vense, ���� embargo, una impugm1c1ón intcre5anre de
da definiendo los principios subyaccmes que revelan la actitud lO$ funcJam!:nlo� mi�·
nto\ de la andadura iconológica (\O�pcchosa de no ser
un merodo cienrlfko > de
fundamental de una nación, de un período, de una clase. de una no obrcner de una obra �1oo lo que a elm �e apona
inidalm�ote), en el libro de
convicción religiosa o filosófica, especificada por una personali- Jean Wmh. L 'tiiiiiJif' m�di1h·alr (1989)
268 LA I�IAGEN
!!L PAPEl 01 L\ IMAGE"l
269
que representan visiblemente objetos Imaginarios. Pero la com de lo más puramente visual a lo más
puramente abstracto (inclui
paración. implícita pero obligatoria, con el lenguaje verbal, a la da-.. en el caso de Vcrnet, figuras que
afecran al dispositivo cine
que hemos sido Ue\ados. sugiere que debe existir también en la matográltco mismo).
imagen un segundo nhel de significación, correspondieme a lo J\s1, en la ma}'oría de los casos. es
la figura una l'ez realizada
que se llama, en los enunciados verbales, un sentido figurado. la que se pone en evidencia, y no su
«figuralidad)), el proceso
La fjgurn, como se sabe, en el enunciado verbal, es una confi de gcnes1s de las figuras en la imagen.
Paradójicamente todo su
guración más o menos única, diferenciándose de la regularidad cede como si ese proceso semántico
del discurso en que pretende producir sentido de un modo más co)), más directamente relacionado
supuestamente m s l<gráfi á
con un «pensamiento vbuah>,
original (las figuras se consideran a menudo tanto más inter�an no pudiera describirse sino en referencia
estricta, no sólo a lo ver
tes cuanto más nuevas o más inéditas son; por el contrario, las bal, sino a lo literario. Hay que ver
sin duda en ello un signo
figuras «gastadas>>, convenidas en clichés, uenden a pasar al len de que, en nuestra tradición cultw·at. las
obras representativas han
guaje corriente, a perder su valor de ligura}, más «gráfico)). Este estado, en todos los tiempos, impre
gnadas por lo literario, lo fi
último término, y el de «figuran incluso, indican que, tradicio losófico, lo verbal en general {no cs.
evidentemente, indiferente
nalmente, se considera la ligura, o más bien el principio figural, aqul que la tradición cristiana, tanto
tiempo dominante, sea una
como una especie de contaminación de lo verbal por algo icóni tradición de lo escrito, del Libro).
co. Así. los teóricos de la figura han pretendido muchas veces
fundar este principio figura! sobre' la intervención de un modo Una de las pocas tentativas para salir de las categorfas litera
de pensamiento distinto del activado por el lenguaje verbal «ordi rias tradicionales es la del grupo «J.l>>, que pretende definir una
nario)). Arnbeim, pero también, a veces, Francastel, han puesto retórica de la imagen fundada en categorías e�pecificas, en parti
el acento en la importancia, en esta materia. del l<pensamiemo cular en una distinción rigurosa entre el nivel icónico, ya investi
visual>>; LYOTARD {1970}, que hace de lo figura! una pequeña má do por sentidos predeterminados, ligados a elementos representa
quina de guerra contra la primacía del lenguaje, ve en él el lugar dos, y el nivel plástico, constituido por elementos (formas, colores,
de la emergencia del de eo, de lo primario (en sentido freudiano); contrastes, cte.) desprovistos de sentido en si mismos, pero capa
esta misma idea es transformada por Claudine Eyzikman, que la ces de adquirirlo por su combinación, sus permutaciones; más bre
aplica al cine; Paul Rtcoeur ve en la mctafora «viva)) el motor vemente. u entrada en un �ístcma. Esta tentativa, teóricamente
mismo de la poesía, una concepctón recuperada a propósito del original (la reencomrarcmos algo más adelante), no se ha ,isto
cine por su discípulo Dudley Andrew { 1 984); ere. de:,graciadamente acompañada de análisi concretos que habrían
No obstante, si no faltan teoricos que han constderado la fi 'erificado y precisado su alcance.
gura como un principio significante original, que representa el sur
gimiento permanente de nuevas formas de expresión, hay muy En gran parte, la retórica de la imagen es algo aún pendiente.
pocos trabajos analíticos dedicados a figuras efectivamente pro
ducidas en imágenes. Sobre todo, la mayor parte de estos traba
jos calcan literalmente sus definiciones de lo que enseña la retóri
ca del lenguaje verbal {lo que es comprensible, dada la fuerza de
V. BillliOCiRAI-l\
la tradición retórica), y procuran extraer metáforas, metonimias,
V. /. La analogt'a
sinécdoques, incluso lítotes o cabOS de énfasis, en las obras anali
zadas. Señalemos algunas afonunadas excepciones: los análisis de Ban���� (Rolnnd), <<Rhétorique de l'imageH, en Communicotions. n. 4,
películas efectuados por Dudley Andrcw, y reunidos bajo el lltu 1 964, 40·5 1 .
lo Film in tlle aura of arr ( 1 984), por Jean-Louis LEUTRAT en su
Koléidoscope ( 1 988), o por Marc VLRNLl en Figures de l absen 7. S.: !rata de un ¡¡rupo de universitarios
'
belgas, especializado� en el estudio de
la retóflt:il (de lo verbal v, aqul, de lo
ce (1988), análisis que intentan localizar, describir y hacer com no verbal). Al ser este grupo de compo
sicion
•u�able, .rred\emo� que estaba constituido.
prensibles tiguras inédllas, situadas en todos los niveles de la obra. para este articulo, por Jacqul:) Du
txl•'· Ptuhppe Dubo•�. foraJJCJ� Edelíne, Jean Marie Klinke
nberg y Phitippe Mm(luet.
270 LA IMAGE"'; l!L J>\PEL DE l\ 1!11AOLJS 271
Bazin (André), uOntologie de l'ima�e photographique � (1945), en Qu'estce Francastel (Pierre), Pemture et société ( 1950), reed. Gallimard, col.
que le cmemo?, edíc1ón definitiva, Cerf, 1975 (trad. cast.: ¿Que es <cldées/an)), 1965 (trad. cast.: Pintura y soc1edad, 1\ladnd, Catedra,
el eme?, Madnd, Rmlp, 1991). 1984). La Realité fiKurat11•e, Denoel-Gomhier, 1965 (trad. ca�t.: Lo
Damisch (Hubert), TluJonL du rwagel, Le Seuil, 1972. realtdad figurativa, Barcelona. Pa1dós, 1990)
Eco (Umbeno). La Stntcmre uhsente, ( 1968), trad. fr \1ercure de Fran Jomaron (Jacqueline de) (comp.), Histotre du théiitre en Fronce, 2 volll
..:e, 1972 (trad. cast.. La estmuura tiiiStllle, Barcelona, Lumen, 1981). mene<i, Armand Colin, 1989.
Gombrich (Em�t 11.), L 'Art et l'dlu.\1011 ( 1 959), trad. fr Gallimard, 1971
.• Lyotard (Jean-Franco1s), Dt.scours Figure, Klincks1ed., 1970 (trad. cast .:
(trad. cast : Arte e iltiSIOil, Barcelona, Gustavo G11i, 1982). Discurso, /it?uro, Barcelona, Gustavo Gili, 1979).
Gombrich (Emst 11.). «La carte et le miroin• (1974), trad. fr., en L 'Ec() Merleau-Ponty (Maurice). L 'CEtl erl'espm, Gallimard, 1964, reed. r•o·
logie des images, Flammarion, 1981 lío, 1985 (trad. cast: El ojo y el espíritu, Barcelona, Paidós, 1986).
Goodman (Nel'ion), Langua.r.:es of art, lndianapolis, llackeu, 2. • edi \.litry (Jean), «Camera libre et profondeur de charnp», ccEspace et pein
ción 1976 ttrad. cast.: Los lengua¡ef del arte. Barcelona, Seix Barra!, turCl>} e< De la pemture lilmée)), en Esthétique et psychologie du cim!
1974). ma. respectivamente vol. 2, Ed. Umversitaires, 1965, pág!>. 9-85, y
Klein (Roben), La Forme e t l 'intelligíble, Gallimard, 1970 (trad. caSt.: vol. 1 , 1963, págs. 248-265 (trad. cast.: Estéttc:a y pstcologfo del cine,
La forma y lo mteliglhle, Madrid, Tauru�. 1982). Madrid, Siglo XXI, 1986).
Marin (Louis), Etudes sémiologiques, Klincksieck, 1971 (trad. casl.: Es Panor�k} (forwin), La perspecti1•e comme c</orme s:vmbolique» ( 1 924),
ttullos semiológ1cos, Madrid, Alberto Cora¿on, 1978). trad. fr., Ed. de Minuit, 1974 (trad. ca.�l.: La perspecti11a como «for
MeLZ (Christian), «Au-dela de l'analogie, J'imagc1> (1970), en Communi ma sunbólita», Barcelona, Tusquets. 1986).
carwns, n. 15, reproducido en Es:.al!> sur la !Jignification au cinéma, Rohmer (Eric), L 'Orgamsation de l'espace dans le ccFaiiSI» de Mumau,
2, Klincksieck, 1972. 151-162. U.G.I?., col. 10/18, 1977.
Thévo:. (Micllel}, L 'Académime et se.\ funtasmes, Etl. de Minuit. 1980. Schefcr (Jean-Louis), Scénographie d'tm tableou, Le Seuil, 1970.
Scluld Buni m (Miriam), Spoce in medieval painling and ti/e jorerormers
o/ perspectn •e, 1940, reed. ueva York, AMS Press, 1970
V.l. El espacio representado Vt:rnet (Marc), Fl!(ures de l'obsence. Ed. de I'Etmle, 1988
Wh11c (John), The Birth and rebirtll o/pictoflal spa,·e, 2.• ed., Londres,
Albeni (Leon Bauista), On Pamtmg (1435-1436), trad. ingl., Yale Uni Faber & Faber, 1967.
versity Press, ed. re\., 1966 (trad. casi. · Sobre la pmwra, Valencia, \\ írth (Jean), L 'lma¡:e médiévale, Méridiens-Klinck�iecJ... , 1989
Fernando Torres, 1976).
Aumont (Jacquel>), L 'CEi/ intermmaiJie, Llbra1rit: Séguier, 1989.
Buin (Andn!), «Evolution du langage cinématographiqueu ( 1 950-1955). V.J. El 11empo representado
en Q'est-a? quP fp cinlma? , op. cit., 6�-80; ••Peinturc ct cinéma11(1950),
ibid., 187-192 (trad. cas1.: ¿Que es el cine?, Madrid, Rialp, 1991) Aumont (Jacques), L '(T I I du Quaurocenro ( 1972), trad. fr., Gallimard.
Bergala (Ah:un) (comp.) «Scénographie�>, en Caluetl d11 cinéma. extra 1986.
n. 7, 1980. Bordwcll (David) (cl.a Saute et l'ellip�e» ([984), trad. fr., en Revue beige
Bordwell (David), «Camera Movemenl antl Cinemaltc Spacen, en Cine du cméma, n. 22-23, 1988, 85-90.
Tracts, vol. 1 , n. 2, 1977. Deleuze (C..illes), L 'lmage-temps, Ed. de Minuil, 1985 (trad. casi. : La
Branigan (Edward), Polllf oj view in /he cmemo, Mou1on, 1984. imagen-tiempo, Ban:elona, Paidós, 1987).
Burch (Noel). Praxis du cinému, (,ullirnartl, 1969. rccd. Folio, 1986 (trad. Fisenblein (S.M.), Le MontaJ?e ( 1937-1940), rrad. it. Teona genera/e del
cast.: Prax1s del cine, Madrid, Fundamentos, � 1986). montoggio, Venezia, Marsilio, 1985; Le Cinémalisme, trad. fr., Bru
Darnisch ( l lubert), L 'Origme tie fu perspect1 ve, Flammarlon, 1987. �elas, Cornplexe, 1980.
Doesschate (Gezenius ten), Per�pect11•e, fimdamemals, comrol'eflials, Jus Lessiug (Gotlhold Ephraim), Laocoon ( 1766), fragmentos comentado�
tory, icuwkoop, B . De Gruuf, 1964. por Binlostocka (J.) y K l ein (R.), Hcrmann, 1964 (trad. ca�t.: Lao
Edgenon (Samuel Y.), Jr. . The Renai�san('(' redm·m•er) o/ /mear pefl coonte, Madrid, Editora Nacional. 1978).
pective, Nueva York, Harper & RO\\, 1975. Vertov (Dnga), Articles, joumaiL'f, projets, U.G.E., col. 10/18, 1972.
Emiliani (Marisa Dalai), ••La Qucstion de la pcr�pectívcll, en Panofsky.
op. cit.
272 LA IMAGEN El PAPEL DE t\ lMAGJ:N
273
que van parejas a su «anic;licídad» y, en pnmer lugar, de la 1ma- El ane abstracto no tiene. pues, sino
definición negativa: es
gen «pura». el ane de las imágenes no represemativas
(·e dtce má., bien «no
ftgurativa.s>>), el ane de la pérdida
de la representación. Como
la mayor panc de los episo<lios anislicos
, éste ha sido hoy am
l. LA L\lAGtN AHSTRMl \ pliamente recuperado, banalizado por
diversas an� aplicadas (te
jido, decoración. ambientación). Conserva,
sin embargo, en el gran
J. l. lmafl,en e imagen publico, una imagen de extrañeza algo
sulfurosa, como toda pro
ducción que está o ha estado fuertemen
te ligada a prácucas van
J.l.l. La querella del arte abMrncto guardistas.
como c1 valor absoluto en que lo había convenido la Academia nomía absoluta en relación con la realid
ad visible. Pero esta mis
y tenía obligatoriamente que referirse a la existencia de esta his�o ma idea c1rcula incluso entre autores no
especiahzados en la Ima
ria y de esta insútución. Se ha afirmad� much� vece� que la In gen abstracta aunque ampliamenre influ
idos por ella.
vención de la forografta v, despuc�. del eme hab1a. en eteno modo, Citemos aqui una vez más el caso de
Pierre Francastel, que de
canalizado drenado la neccs1dad de imitacion que es siempre la dica todo el primer capítulo de su obra
La Figure et le lteu ( 1 967)
raíz de la �ctividad artística, y la hab1a evacuado as1 de la pintu a demostrar que la obra figurativa no
es equi\'aleme a su traduc
ra la cual podía desde entonces arriesgarse en la aventura de la C.:IOn en lenguaje verbal. que los elem
entos de la representación de
b
a stracción. Se encuentra esta idea, con diversas variantes, en la rivan en ella de un sistema original,
<<que nada debe a la Jingüisti
mayoría de los autores que hemos citado anteriormente a propó ca)), que, en conj unto, las anes desem
pe�an. en la sociedad, un
sito de la fotografía, de André Bazin (recogiendo tesis de André papel especffico, paralelo al de los demá
s lenguajes. y que, por con
1\lalrau>.) a E. H. Gombrich, y está lejos, además, de ser absu�da. siguiente, en el análisis de obras antig
uas, que <<eran acaso oscuras
Las reacciones de lo� pintores ante la invención del daguerrotipo, para sus mismos contemporáneos» no
hay que dejarse engai1ar por
desde la fascinación a la repugnancia atectada, atestiguan bien una sobreestimación de la intención repre
sentativa.
lo que percibieron inmediatamente como un peligroso com�eti Estas tesis son a veces excesivas. como
si el descubrimiento,
dor en el terreno de la imilación, que era hasta entonces patnmo con �1 arte abstra to, de valores intrín
� secos a la imagen <<pura»,
nio suyo. Hasta cierto punto, e lógico, pues. pensar que, para unpltcase la negac1ón de que la imagen
_ posee también valores «cx
poder definirse aún como arte, la pimura tuviera que diferenciar uinsccos», Y que éstos fueron prepondera
ntes durame mucho tiem
se claramente de una práctica, la fotografía, a la que se negaba po. Retenemos �obre todo la idea, que vamo
s a desarrollar, de que
la categoría de arte. Si no era en modo algun� obligatorio que la imagen tuvo, en efecto, una vida prop
ia a la cual, sin duda, lo�
esta voluntad de diferenciación fuese en el senttdo de la abstrac arústas fueron más sensibles que ouos
, ames incluso de que se afir
ción, al menos institucionalmente era inevitable. mase teóricamente, aunque sólo fuese a
través de los ((trucos» de
oficio y de las prácticas de taller (hay
más relaciones entre los es
critos técnico-teóricos de Leonardo da
Vinci, de Paul Klee, de An
1.1.3. La imagen <<pura>> dré Lhote, que entre sus prácticas respe
ctivas de la pintura).
La ima�cn representativa fue siempre
1ambién una imagen abs
La imagen representativa, tal como la hem s co�derado en tracta.
�
los cuatro primeros capítulos, se define por su mtenc1ón refe!en
cial: designa, muestra la realidad. Al mismo tiempo profie�e Siem
:
pre un discurso. al menos implícito. sobre e ta reahdad (v�ase ca 1.2. Los valores plaslicos
_
pítulo 4, IV). EMa referencia e� la que, ev1dentcmcm�, la 1magen
. _
abstracta pone de nuevo en tela de juicio Fue tam�1én a partir 1.2.1 . Plti.lica e icónica
.
de la difusión socialmente atestiguada de un arte p1ctónco abs
tracto cuando se hizo posible, o al menos tentador, elaborar teo a) Las orles plasticas: al mismo tiempo que se
desarrollaba
rías de la imagen que minimizaran la relación entre la imagen. la preocupación por una imagen ((pur
a», separada de su referen
incluso representativa, y la realidad . cia a la realidad , apareció la noción
de plasticidad de esta ima
Ha habido, pues -infinitamente menos especta:ular qu� l.a gen. En su uso corrieme, cxr raantstico
, esta noción significa la
quereUa del arte abstracto, que estuvo en buena med1da �ed1au� nexibilidad, la variabilidad, la «mod
elabilidad», podría decirse.
zada, pero fue estrictamente paralela a ella-, una polémtca te� La imagen será, pues, concebida como
plástica si es modelable
rica, centrada en el srams de la imagen en relación con la reali de manera nexible, según un mode
lo siempre implicito del ane
dad. Citaremos algo más adelamc a unos autores que tomaron más plástico que existe, la escultura
(en panicular, e e estadio de
posicione extremas, incluso excesivas, sobre �ste tema, para de la escullura que pugna con un
esbozo de arcilla, en modelación
fender e ilu ·trar la idea de una «pureza)) de la 1magen, de su auto- incesa nte).
lA IMAGE' t:L P\l'll DEl ARTE 281
280
Muy pronto, la 1dea primera de la flexibihdad se perdió un
poco en beneficio de un segundo senúdo que el u o tendió a con
fundir con la 1dea de ab tracción. En efecto, la plasticidad de la
imagen, d1gamos, pictórica (el ca o de la imagen fotográfica es
bastante d1feremc en este punto), depende de la pos1bilidad de
man¡pulacíoncs olrecida por la materia de la que se extrae y, si
el arte de la Pintura ha podido ser considerado como un arte plás
tico (comparado con el del escultor modelando su masa de arci
lla), es en primer lugar pensando en los gestos del pintor que cx
uende la pasta sobre la teJa, la bosqueja, la trabaja con diversos
instrumentos } en último recurso con sus manos. Pero innegable
mente, d tipo de imagen en el cual ese trabajo es más cvideme,
má� sensible en el cuadro terminado, es la imagen abstracta. o,
retrospectivamente, las imagcnes pictóricas en las cuales se ha
bían trabajado los valores de la imagen absLracta, del color a la
pincelada (la plasucidad de los cuadros de Velázquez. de Gaya
o de Dclucroix, aparecerá asf más evidente que la de los cuadros
de Durero o de logres).
lloy se habla corrientemente de las «artes plá!>tica�» para en
globar todas las artes de la imagen no fotográfica. las artes de
la m
i agen «hecha a mano)). El eco de la metáfora del escultor
resuena aún, débilmente, en e te u o. pero la locucion se ha en -
isión institucional (pues las anc tradJ
tali7.ado, remite a una di\
cionaJc de la ima�en se «defienden>) contra la 1magcn fotografi
ca, desvalorizada por razón de su automatismo) más que a una
significación absoluta.
- el color, dado también segun el modo de una gama conti estructura dividua! y e'tntctura individual); y el de la organicidad
nua {cuyo paradigma es el arco iris); de la forma, tema clásico del origen natural de las forma:. artísti
- la gama de los 1•olores (negro/diferemes matices de ca-. (la planta, el organismo humano -por ejemplo su aparato
gris/blanco). circulatorio- se toman como modelos estructurales <<en profun
Esta lista, como se ve, es breve y coincide, de manera llamati didad>> de la imagen artística, de una manera que no habria de
va, con la de los elementos de la percepctón visual: luminosidad. sautorizado leonardo)
color, bordes. e) 1a eslrucwracton: la reflexión sobre el campo de lo plásti
b) Las estrucwras: el trabajo del anista plástico consiste en co Lleva, finalmeme, a aislar el momento del trabaJO sobre lo�
fabricar. a panir de estos elememos simpleo;, formas más comple elementos para fabricar una estructura, el momento de la estruc
jas, combinando, componiendo los di,ersos elemento�. Así. KAN turación activa de la materia. Varios pintores, en sus escrito'>. in
Dt'>�SKY dedica un libro entero. Punto y ftitea sobre el plano ( 1926), srsten así sobre el papel de la mano que traza y deposita el color.
a la cuestión de la superficie, a la� encarnaciones de este valor sobre el papel de la pincelada. No obstante. más aún aquí que
plástico fundamental en el punto, en la línea o en unD porción en otros lugares, la reflexión sigue siendo empírica y la mayoría
de superficie, y a las relaciones mutuas entre estas tres entidades. de las veces bastante vaga.
El �imple examen de la relación entre el pw1to y el plano en el En conj unto, puede hoy albergarse el sentimiento de que el
cual aparece permite asi a Kandinsky definir las <<resonancias fun campo plástico ha sido en cieno modo catalogado, que <;e cono
damentales» de todo punto, a subcr, 'lU letJSión concéntrica, su cen alguna�> de �u� categorías fundamemales, sin tener por eso
estabilidad (no tendencia espontánea al movimiento) y su tenden un enfoque verdaderamente teórico. La tendencia a la «grnmati
cia a «incrustarse en la superficie>>, resonancias fundamentales que calitación» del enfoque empírico se ha acentuado aúp, por ejem
se modifican por otras resonancras, dependientes de factores más plo. en escritos como los de Vasarely, sin representar con todo
comingenres, la dimenstón del punto, su forma, su situación en un gran progreso en este cammo. Incluso una obra de síntesis,
la superficie. intencionalmente mas 1eonca, como la de René PA<;sr:Rol\ ( 1 926),
Esros análisis se multiplican a propósno de todos los casos '>i b1cn es rnfinitamente mas precisa. sigue tratando los \aJores
posibles de interacción punto Hnca/superficie, } quedan integra plásticos como dependientes en gran parte de lo rnefable.
dos en un gran objetivo que es el de la expresión. Lo que interesa
a Kandinsk}, en efecto, es atribuir un 'alor expre ivo a cada con
figuración analizada. Su texto abunda en metáforas. sobre todo 1.2.3. Ln compo.,ición
la del frío y el calor. y metáfora� mu�rcale . de!.tinadas todas a
caracterizar el valor de las configurationes plásticas en el interior Este trabajo de estructuración que acabamo de evocar es lo
de un .sistema global, fundado a su '<e7 en una estetica panicular que tradicronalmente se designa como la compo ición de la obra,
mente idealista, que pretende para las formas una vida propia, de la imagen. �lás arriba ("éase capítulo 3, 1.2) hemos asignado
una «pulsación», una «resonancia>> imnn'ieca, que hay que des la composición a las funciones del marco, en cuanto superficie
cubrir. (Este modo de descripción y de evaluación ha ejercido una organi1ada, estructurada, y eso sigue siendo verdadero. Se trata
innuencia notable en ciena.<; teóricos, en especial en Amheim quien, ahora de insisl ir un poco más en la concepción tradicional de ec;ta
sin suscribir toda la filosofia de Kandinsky, sí adopta su manera estructuración.
de correlacionar análisrs plástico y análisis de la expresividad). a) Composición y geomerrla: una idea extendida y regularmen
En la misma época se encuentra en Ktcr: una reflexión com te reforzada por análisis de cuadros clásicos pretende que la com
parable, en sus Esq/1/sses pédagogiques ( 1925), considerando las posrción sea ame todo cosa de distribución, geométricamente ar
relaciones de la linea con la superficie en términos de actividad/pa moniosa, de la c¡uperficie de la tela (o, más en general, de la
o;ividad de la una y de la otra, por ejemplo en forma de «vertical superfictc pimada, de lo que se Llama en francés sub)ectile). l a
en marcha». El texto de Klce, ma'> o;ucinto. aborda además do� compoc;rción <�ería un arte de la!:> proporciones o, para recoger el
temas importantes: el UCI <<ritmO>> visual (con la oposición entre titulo de un libro del pintor :r escultor \1atila Ghyka. habría una
286 LA t\1\GEl\ l!t PAPEL. UI:L ARrE: 287
Esthétique des proportions dans la nature et dans les arts (J927). b) Compos1cion y plastica: la idea de una geometría de la com
Esta 1dea ha suscitado, desde principios de siglo. innumerables pOSICión parece relativamente reciente, pues los tratados acadé
aniculos y obras; pueden cncomrar e, entre otros. docenas de aná micos del -;iglo '\t\. enseñaban más bien que ésta dependla. dire'-
lisis más o menos dcmoMrativo . destinados a probar que tal o tameme, de la matena pláStica del cuadro o. incluso. de su materia
cual cuadro está cons1ruido �egtin proporciones geométricas sim 1cómca. El arte de componer se entendió durante mucho tiempo
ples, > alguno� han llegado incluso a dar modelos de alcance «uni como el ane de disponer adecuadamente la<o figuras del cuadro
versal» de desglose del rectángulo del marco según proporciones (personajes, ObJetos, decorados). y sólo a medida que la pintura
«armoniosas». se alejaba de la imitación. quedó incluida la disposición de los
En cs1e cspíri1u hay que mencionar al menos toda la literatura elementos plásticos, valores, colores, lineas y superficies. Esta do
producida a propósito de lo que se llama la sección áurea. rela ble concepción es la que se encuentra clas1camente, tanto en los
ción emre dos dimensiones en la cual «una es a la otra como ésta recorridos históricos de Passeron como en los anális1c; de cuadros
es a la suma de las dos» (en término'> matemáticos: a/b = de Arnhcim; no es incliferente observar aqu( que uno y otro, por
b/(a + b), lo que da una relación, fácilmente verificable, de J .618, otra parte admirables analistas, conceden, en la obra visual, un
llamado «número áureo», enire lo'> lados). La sencillez de la ecua valor en si al ámbito plastico que, para ellos, deriva de una apre
ción que define esta relación, cierta:, llamativas propiedades ma hensión clirecta por pane del «pcnsamienlo sensorial>>. Hemos di
temáticas derivadas de ella, moti\aron la atención dedicada al nú cho más arriba que era dudosa la existencia real de este modo
mero áureo desde las especulaciones del Renacimiento (fue un de pensamiemo: hay que ver acaso en él, simplemente, el ind1cio
matemático, Fibonacci, el primero que puso en evidencia esas par de una scn�ibilidad particular, reforzada además por el ejercicio
ticularidades matemáticas y, en especial, que el número átLreo es de unos valores plásticos que pueden parecer más (<inmediatamen
el limite de la �cric llamada «armónica>>). Es probable que estas te» '1suales que otros.
especulacione<. fueran conocidas por ciertos pímorcs - el Rena e) lnterartisticidad de la nocidn de composíc1ón: en cuanto or
cimiento en general no dcsdel)aba el vmuosismo geometrico- pero ganización visible de la materia plástica de la imagen, la composi
no es menos probable que la búsqueda desenfrenada de «Seccio ción puede estar actuando en toda imagen. La extensión más no
nes aureas» en la composición de todos lo. cuadros sea, al me table de la noción C.'>. evidentemente, la que la aphca a la tmagen
nos, incongruente. Es, pues, en referencia a un mito como hay automática, en primer lugar a la fotografía. liemos n
i sisudo sufi
que comprender las alus1ones a la 'iección áurea en teóricos saga cientemente sobre la naturaleza de huella de esta úluma como para
ces, de Eiscnstem a Jcan \-Jitry que haya quedado claro que lo que en ella llamó la atención en
Coincidiremos en este punto con la pos1tión de Passcron. que primer lugar, fue la ausencia de mrencionalidad: el «ojo de buey»
ve en la sección áurea una proporción ciertamente imeresante por de la foto no hace más que grabar tal cual lo que está ante el
que es <<atraída en sentidos diferenti!.'> por dos form� fuertes [...] objetivo
el cuadrado y el rectángulo prolongado)), pero para quien «debe La composición, en fotografía, se refugió, pues, durante mu
ser suficientemente deformada, interpretada, para no quedar nunca cho uempo, ame el objetivo, adquiriendo el sentido clásico de
fijada del todo en una aburrida perfección». Más ampliamente: la palabra, el de una escenificación. Un retratista tan discreto como
no debe. sobre todo, sobrecstimarse e�ta «geometría secreta de Nadar, no omite, sin embargo, disponer su modelo de unu mane
los pintores» de la que tanto caso se ha hecho. La multiplicación ra exprcc;iva, colocarlo a veces en un decorado, al que olroll, de
de las construcciones geométricas en un cuadro ha podido, en cier Disdéri a Rejlander, darán aún más irnponancia. Hubo que espe
tos casos, pocos por otra pallc, servir de <<arquitectura)) prepara rar al episodio conocido con el nombre de pictorialismo, n f'iuale�
toria, pero, en la mayor parte de los casos, sólo las proporciones de siglo, para que la rmografia -por el cauce contra natura de
más masivas son percibidas por el espectador, y muy escasas telas una copia de la pincelada pictórica- afirmase su vocac1on de com
revelan, en un anáhsís detenido, una estructura geometrica a la poner, también ella, elementos plásticos. Se encuentra ahi, de he
vez compleja y regular. En resumen, las matemáticas no son sino cho, lo que con tituyó el nudo de internunablcs discusiones alre
las muletas de la compoSICIOn. dedor de la definición de la fotografía y del ane fotográfico:
288 LA 11\'U\GEN I!l PAP(I DI 1 ARTE 289
1 Véase por ejemplo la obra de Jean-Marie Aoch. Lt>s Formes dt' l'empremu:
(1986). ded1cada a una delinit:ión de la fotograffa como compo�ición } con I:J
imención, mu) polémica, de oroner e a la corriente tt:órica de la que hemo� ha
Comf'Osición en la ima�en fotográfica Ralrh Ciibson. Cerdena, 1980. blndo varias vece� v que la ddine o;obre todo comC\ huella.
El PAPEL 0[l AR ll! 291
290
�
mclones), �ro 'ie extenderá igualmente a las producciones del cinc,
plo}; se buscarán igualmente en la imagen elementos que emocio
nen con seguridad a su espectador, elementos por tanto universa
�
e las vancdadcs, de la pub icidad, incluso a la vida cotidiana:
CJO aquí a cad � uno produc1r sus propios ejemplos y expresarse
les, sencillos, fáciles de subrayar (el color, por supuesto, pero
un poco a �¡ mtsmo al hacer eso .
también el contraste: el claro oscuro �e uliliz.a siempre para un
d) �a definición formal: es expresiva la obra cuva forma es
efecto emocional fuene). cxpres1va. Este enunciado, aparentemente simple, oc�lra, eviden
b) La de.finictÓII realista: es expresivo lo que expresa la reali temente, un problema mayor: ¿cómo saber si una forma es o no
dad. Para esta teoría, los elementos de la expresión son, pues, expres1va? En la mayor pane de los casos, será necesario referirse
elementos de sentido: el sentido de la reaJjdad. Así, sólo ha teni
además a una de las deftniciones precedenres. Pero esta defini
do vigencia en contexto� que conced1an a la realidad un sentido Ción «formal>> es in duda más interesanre, más demostrativa, allf
296 LA lMAGE:-1 EL f>AJ>I!t Of:l AKJI 297
donde es pura, e.) decir entre los teórico� que creen en una ex la� formao, Cl> imeparable del deseo del sujeto pintor, y atesugua
presividad de l a forma. Hay (ha habido) do� manera� de creer en <.icmprc un encuentro logrado con lo real; es ampliamente tnlrln
ella: seca a la obra cuyo caracrer vivo marufiesta.
- según se refiera la forma de la obra a un catálogo conven
cional de formas que csupule cuáles son cxpresh·as y cuáles lo
son menos: la expresividad está emonce' totalmente regulada en T l . l .2. Críticas
el sentido social. El Egipto laraonico cs. qu1za • un ejemplo de
ello (aunque 'iC 1gnore si los artistas poscran allí la noción de ex bl recorndo por eo,tas principales defmiciones permite com
presividad); el siglo de Luis XIV, desde luego, sl que lo es, como prender por que es tan problemática la noción de expresión: su
la U . R.S.S. del realismo socialista; definición no cesa de variar según los 'alares e téticos reconoci
- según se prense que la forma eo, un campo «vivo». «orgá dos por la sociedad; en cuanto función simbolizadora. siempre
nico», cuya expreshidad será comparable a la de todo organismo está relacionada con la significación. sin confundirse, sin embm
vivo: es una concepción qu� s� ha vi'>to florecer en el siglo x.x , go, con ella; aparece siempre. poco o mucho, como un suplemen
en la consecución de la abstracción pictórica > en su culto de los to en relación con una función primera (de representación en es
valores plásticos «puros». pecial): está a la ve¡ en la obra y en el exterior de la obra, eterna
La estética pictórica del �iglo X\ ha desarrollado a menudo e hi�t6rica.
esta úllima idea, sintiendo la tentación de uutonomizar, a veces A�i. no han faltado las críticas, sea para imcntar dar final
excesivamente, la ((\.ida de las formas» cuyo concepto hemos evo mente una definición racional de la exprcsion, sea para recusar
cado algo más arriba. En los anos cmcuenta, por ejemplo, la filó totalmente la noc1on. Uno de los eJemplos más impresiOnante�
sofa americana Suzannc Langcr desarrolla un enfoque del ane de las primera!) e� el de Rtchard Wol lheím : en el marco de un
como algo definido por una finahdad rdeal y transhistónca, que enfoque estrictamente anahuco, emprende una completa redefi
es precisamente su valor expresivo. Para ella. la expresividad está nicion. no o;olo de la noc1ón de C\presión, sino de la de arte, que
no sólo presente, sino idcnucamentc prc'iente, en todas las obras él Juzga inseparable de ella. Opuesto a la teoría instuucionaJ del
de arte: lo que se cxprc�;a son -;cntunrcnto� (feeling), > la ewre arte hoy dommante (el arte es lo 'ocialmcnte reconocido como
sión es la encarnación de una forma abstracta, es lo que da forma arte y nada mao,), Wollhcim intenta dar de él una definición em
simbólica al jeeling. De de esta perspecti\a, si el arte no imitati plrica: el arte, para el. es un campo de producciones humanas
vo, el arte que transforma la realidad, �e concibe como más fuer comparable al lenguaje, que tiene. como el lenguaje. un ...alor sim
temente expresivo. el ane imitativo puede \erlo también a condi bolil.ador y, como él una «Vida» propia (por otra parte, Woll
ción de evitar la copia pura y simple de las apariencia!>, para hcim retoma el término de WiHgcnstcin. Lebensform, fom1n de
dedicarse a <<renejar formas naturalmente expresivas». La emo v1da), tamo desde el punto de vista del artista como desde el pun
ción no simbolizada resulta huidiza, y la realidad no se transmite to de vi'ita dd espectador. Resulta de ello que hay, desde luego,
sino abstracta y simbolizada: as1 el ane implica siempre un proce inll!nc:tol/e.s artht icas y que el ane exige un aprendizaje.
so de abstracción. Existen aún OLras del"inicioneo; po'libles. por su Wollheirn examino la noc1ón de expresión a titulo de ejemplo
puesto, y las mismas que acabamoc; de da1 se cncucmran la ma de la� propiedades especificas del ane, las que obligan a superar
yoría de las veces combinadas unas con otras. Un historiador del toda concepción material, «presemacionah>, de la obra de arre.
arte como Gombrich insistirá asf en que la expresividad se desa El proceso mental, dcliberad<tmente complicado, no se puede re
rrolla en el plano formal � que, si tiene componemes naturales sumi• fácilmente. Wollhc1m, por una parte, refuta las definicio
(colores, formas gráficas) que remiten a la realidad, tiene sobre nes que hemos llamado �ubjcuva y espectatorial, porque suponen
todo componentes hiStóricos, contextualcs, que remiten a la his la cxpresr.,.idad extenor a la obra; por otra parte, verifica de�pué�
toria de las formas y de ahí a la situación histórica del especta de Gombrich que la e-.presividad tampoco puede estar contenida
dor: para él, la expresividad es principalmente C\tnn�e<:a a la obra. en la obra en cuanto algo dado. En e e punto en el que parece
Inversamente, para un critico como Duthuit. la expresividad de rechazar todas las deliniciones po�ibles. e propone la solución
298 !...\ 1\IAG[¡N EL PAPEl [)["'( \IU1:' 299
como una especie de dialéctica entre un componente <<natural>, análisis de peliculas, poner en evidencia unos procesos de «escri
e «mmediato» de la expresión (que la enlaza por ejemplo al Yo tura)) (en el semido de Derrida).
artista), y un componente <<cultural, y l<arbitrario)) (que la enlaza
a la historia de las formas), careciendo de emido el conJunto ex
cepto cuando se relaciona con su definicrón de arte como «forma 11.2. Los med1os de lo expresión
de vida,.
Pero la noción de expresión en general, } especialmente las No pretenderemos, evidentemente, dar una definición unifi
definiciones que la enlazan a la subjetividad, han sido objeto de cadora de la expresión, tentativa convenida en demasiado utópi
una critica más radical, en los años sesenta, por pane de filóso ca por la larga exposición de definiciones contradictorias que
fos de la «desconstrucción» como Jacques Derrida, y de críticos acabamos de dar de ella. Conservamos, a título de definición fun
como Julia Kristeva. La crítica recae sobre el modelo de signifi cional, la idea de que la expresión apunta al espectador (indivi
cación implícitamente subyacente en la noción de expresión: ésta dual o más anónimo), y que transmite significados exteriores a
Sllpondria, en efecto, que se privilegm la producción de un signi la obra, pero movilizando técnicas particulares, medios que afec
ficado, descuidando los efectos propios de la elaboración del sig tan a la apariencia de la obra. De estos medios es de los que va
nificante. Correlativamente, lo rechazado es la idea de un sujeto a tratarse ahora.
centrado, conscieme, «lleno», con el que la obra se encontraría
a plena luz. Derrida, Kristeva, y muchos otros, recogen, por el
contrario, la concepción freudiana (a veces, en la revisión de La 11.2. J . La materia, l a forma
can}, según la cual el sujeto sólo existe en un proceso intermina
ble de constitución por el juego de significantes de cualquier na Las definiciones actualmente dominantes de la noción de ex
turaleza, juego del que él nunca es dueí\o y que se juega presión ponen todas en evidencia, como hemos destacado, una
ampliameme en el subconsciente. Hablar de «expresión» de un especie de autonomización ostensible. y a menudo de hipertrofia,
sujeto no puede er, pues, para ellos. sino un señuelo que remiti del trabajo formal. Unas veces es la forma misma lo acentuado,
ría a una concepción falsa del sujeto. Recusada en cuanto pro lo subrayado, lo deformado a veces {volveremos sobre ello ense
ducción de significados, recusada en cuanto producción imencio guida}; otras veces es el tratamiento de la materia lo que e in is
nal de un sujeto, la expresión se ve -una vez más- reducida tente, lo que se hace visible.
a la expresividad formal codificada. Estas criticas apuntaban so El pnmero de los medios para crear una imagen reputada como
bre todo a la esfera de la literatura, en general al Juego del len expresiva, es, pues, muchas veces, incluir en ella «más, materia
guaje (un aspecto imponantc de los primeros trabajos de Derrida o, más bien. hacer aparecer en ella un trabajo de la materia (con
es su critica de la preponderancia de lo oral en las filosofías del toda la ambiguedad de esta última fórmula: el artista trabaja la
lenguaje, y su valoractón de la escrttura). Han ejercido, sin em materia, pero tratando de dar la impresión de que, en la obra
bargo, una influencia nada despreciable en la teorfa de las artes terminada. es la materia la que trabaja). Los ejemplos se refieren
visuales, especialmente en el cinc. Por ejemplo, en los Cahiers evidenremente aquí, en primer lugar, a utilizaciones marcadas por
du cinéma (alrededor de 1970), tras la pluma de Pascal Bonitzer. los valores plásticos más elementales.
de Jean Narboni o de Jcan-Pierre Oudan, se encuentran conde a) La superficie de la 1magen: los aí\os setenta y ochenta vie
nas sin mal ices de la noción de expresividad en las peliculas, como ron a.�i producirse gran número de pinturas de muy gran forma
perteneciente a una concepción superada, centrada en el sujeto to, productoras de un efecto específico (expresivo, si se quiere)
y en el logos de la obra de ane, y son elogiados cineastas como por el simple hecho de c;u gran tamaño. Citemos los rerratos gi
Bresson o Straub por haber realitado obras, no inexpresivas, sino games de Chuck Close, ampliación meticulosa, en una tela de más
liberadas de la voluntad de exprc�ión. En fecha más reciente y cle dos metros de altura, de fotografías voluntariamente inexpre
de manera má sistemática, �larie-Ciaire Ropars ha proseguido sivas en términos fisionómicos, y que extraen una parte de su po
la critica del modelo «logocéntrico,, procurando, en numerosos der de fascinación de su desproporción, incluida la despropor-
300 L\ 11\IAGE:-1 El I'AI'El. 01L -\RTE 301
apresura, que está desequilibrada, etc.). Queda la práctica, que Le Degré zéro de f'éc:riture el ruvel individual del estilo al de la
ha demostrado hasta la saciedad que las formas, elementales o escritura; y en ese sentido también es como lo entienden muchas
complejas, son consideradas como elementos expresivos impor expresiones del lenguaje corriente;
tantes. En lo referente al cinc, el inagOLable Eisenstein quiso in - la del grupo: el estilo se define emonces como caracteriza
cluir los contrastes gráficos en el nllmero de los parametros deter dor de un periodo o una escuela, como en «el estilo barroco»,
minames de las relaciones entre planos sucesivos en una de sus «el estilo Luis XVh> o «el estilo logres».
primeras teorías del montaje. Pero es la pmtura la que tiene el A decir verdad. estas dos defiruciones no son totalmente in
registro más extenso, desde las geometrías de Feininger o de Kup compatibles; el estilo individual nunca hace otra cosa 'lino tradu
ka hasta las de Sonia Delaunay o de Vasarely, desde los colores cir la elección que un individuo ha hecho refiriéndose a un estilo
de Sam Francis a los drippings de PollocJ.. , desde las tachaduras en el segundo sentido, a un estilo constituido como marca de un
de Hartung hasta los traz.adoc; «salvajes>> de André Masson, des grupo o de una época, ciertamente transformándolo a veces un
de el tachismo hasta el arte informal, etc. poco. El estilo gótico fue así objeto de numero as reapropiacio
imposible intentar aquí n1 s1quiera la más simple de las tipolo nes en el s1glo \IX, dando lugar por otra parte, vbto desde hoy.
gias, salvo acaso para d1!>l1nguir entre una e:-.presividad «intrínse mucho menos a esrilos individuales que a nue..os estilos de época
ca» de las formas, que hana que el triángulo, mruo puntiagudo (lo prerrafaelitas, por ejemplo). Del mismo modo, en el siglo X.\,
que el círculo, fuera también experimentado como más agresivo se reivindkó un estilo más difuso. el de los dibujos infantiles, por
(se encuentra en Kandinsky ese género de !lentimiemo, pero tam artistas tan diferentes como Klee o Dubuffet; pero, si el estilo
bién en Arnheim, en Gombrich o en Eisenstein. para limitarnos de uno y otro se define hasta cierto punto como «infantil», se
a autores que hemos citado), y una e>.presividad \<extrínseca», que refiere además a movimientos en los que ellos han participado,
dependería más de su carácter de huella de un gesto, que conser la Bauhaus y el arr bntt, respectivamente.
varía, pues, una especie de dinamismo ligado a ese gesto: la mis Pero, cualquiera que sea la definición adoptada, el estilo que
ma línea sinuosa puede haber sido meticulosamente dibujada {en da siempre definido por cierto número de elecciones, que afectan
Kandinsky) o, por el contrario, lanzado furiosamente sobre la tela no sólo a lo que acabamos de mencionar, la materia, la forma,
(en Masson}, y su expresividad relntiva quedará con ello evidente sino también a todos los elememos de la figuración, de la «csce
mente tran!lformada. njficacióm>. Es además una de las razones de la dificultad para
definir el estilo: afecta a roda la obra. En cuanto a su poder ex
presivo, depende de un principio sencillo: un estilo es tamo más
expres1vo cuanto más nuevo es. Eso vale para los estilos indivi-
L� 11\lAm:� 1·1 P\Pl1 DEL �tUl 305
duale�. } la bú�qucda de 01iginalldad, de la sensación incdila. co, ron el suyo: citemos solamente, porque fue una y otra cosa, el
uno de lol> ObJell'us confesados del ane desde, al menos, el s1glo caso de Josef 'on Stcmberg. cuya antepenuhima película. The
:>;;r\ (recientemente, Chrisuan Boltansky lo decía mu} bien: ((El Sa�a of Anatuhun, �e apoya igualmente, para produc1r la impre
fin de la pmiUra es la emoc1on y lo que la ... uscua es lo inespera �ión de ahogo y locura creciente<; que exige el guión, en un deco
do))). Csto \'ale, acaso mas todavía. para los estilos colectÍ\·O . rado opres1vo, en una dirección de actores muy extravertida, y
que sólo e definen prcci-.amente como estilos al oponerse a lo� en un desglo�e constante de la imagen entre sombras y luce� orga
estilos que lo'> han prectd1do: el neoclasicismo en rcacc16n al ro ninlda� en rcde�. en enrejados, en una e pecie de rejilla que en
cocó, el romantiCISmo en reacción al d.tsicismo, e1c. cierra y devora a los personajes. En el cine, más aún que en pin-
Lo ejemplos en los que aquí se piensa podnan e\iJdentememe 1 ura, el estilo de la luz rige la expresividad de la imagen (porque
repeur los del apartado prcccdemc. pues un estilo se define tam �e trata de una imagen-luz, de una imagen en la que la luL no
bién en relación con Cierto lratamiento de la materia, con un gus sólo esta representada, sino presente: véase capítulo 3, f f l . l).
to por cierta� fornuts o cienos colores, etc. Pero la mayoría de Otro ejemplo: el primer plano. Hemos hablado ya de él (véase
las veces �on lo!> elementos de puesta en escena los preferidos en capitulo 3, 1 . 1 .4) para ilustrar la segregación de lo� espacios plás
la constitución de los estilos. Ejemplo: la luz. llabría, pues, toda tico } cspectalorial. y habíamos advertido entonces que había sido
una historia por hacer de la reprcsemac1ón pictórica de la lu1., reconocido muy pronto como una de las bazas mayores del arte
desde la represemación, incvuablememe dorada, de los rayos de del cine en su búsqueda de la expresividad. Puede añadirse ade
La luz celeste en los cuadro'> italianos de los siglos \111 o XI\. has más que ha habido estilos de primer plano. El rostro humano fue,
ta las temativas de princ1p1os del siglo xx, para reproducir la luz como hemos dicho, el primer objeto privilegiado del primer pla
elcctrica, en lorma de una salpicadura de nan!culas luminosas. no y sigue siendo, para filmar rostros, para acentuar su mímica
pintadas una a una, en cierto!. cuadro'> de los futuristas. Esta his en un momento especialmeme dramático, para lo que lo ut1hza
toria pasaría por di\crsas manera� de representar la «materia,, un cineasta como Griffith. Pero, a partir de los anos vemte, el
luminosa misma y su color, unas veces amarillento. como en Ra cine d'art europeo quiere extenderlo a la figurac1ón expresiva de
fael, otras a1ulado, como en Constable. otras incluso, blanco o siognomia, lo hace pcn
lo� ObJetos: cuando Béla Balázs habla defl
rojo. �fostraría la huella de diversas concepciones sucesivas de �ando tanto en un paisaje, en una naturaJeza muerta, en un pri
la lu1, como irradiación, como ondulacion, como atmosfera; de mer plano de objetos. como en un ro tro; cuando Jcan Epstein
mostraría. sobre todo. la� variac10ne� de la puesta en escena lu escribe su famoso texto de Bonjour ciném(J, yuxtapone. en su apo
minosa. desde lO!> pmtore� del claro-oscuro como Caravaggio y logía del pnmer plano. las lágrimas que nuyen del ojo > el telcfo
Rembrandt, en quienc� la luz destgna vtolcntamente zonas signi no, la expresión de una boca y un reloj de pulsera . . . El primer
ficativas, ha�til los puuores lummlSlas, de Velá/quez a Vermeer, plano ha podido parecer que agota, en e�ta década de los veimc,
en quienes la luz baña Jos objetos, los rodea, los enlaza uno con roda la gama de sus potencialidades expresivas, cuya apoteosis
otro. En cada etapa de esta htstoria, el c�tilo de la luz apona con debía ser. en cierto modo, la Jeunne d'Arc de Dreyer. Sin embar
sigo una impresión de conjunto, v si la., brechas luminosas en la go, muchos cineastas han seguido utilizándolo con éxito, sea pun
sombra de Rcmbrandt son dramá11camente expresivas. los paisa tualmente (piénsese en el primcrísimo plano sobre la boca y el
jes nebulosos de Constablc lo son atmosféricamentc. bigote de "-anc pronunciando ((Rosebudn, al principio de la pclf
La fotografía, el cinc, incluso el vídco, han tenido también. culo de Wclles), c;ca más sistemáticamente, por ejemplo conju
a su vez, r;us estilos de luz. Eso es singularmente evidente en el gándolo con la pantalla ancha (y aquí es el nombre ue Scrg10 Lcone
cinc «institucional», en el cual lu lu1 �e conffa a un especialista, el que se impone).
el operador jefe (el mejor pagado y el más prestigioso de los téc No desarrollaremos estos ejemplos, que cubrirfan toda la his
nicos: muchos rcali1adores podrían ho) cm 1diar la rcpmación de toria de las arte figurativas. Una última co a, simplemente, so
un Néstor Almendros) y donde ésta se fabrica únicamente por bre estos medioc; de la expresión: en La imagen-mol'imiento, Gi
las exigencias de la cau<,a. Los estilos de luz cincmatografica han llcs Delcu.�c agrupa. bajo el nombre de ima�e-affection. las
sido \ariado�. y ciertos opcradore� jefe, cienos directores (Uvie- represcntacione� del rostro humano } las de lo que llama «c�pa-
•
306 LA IMAGEN
Lt PAPéL Dl.!l \RIT: 307
cios cuaJe qutera,,, espacios inconexo . vaciados. presa de La luz,
de la sombra, del color. La imagen-afección, en el cine, es aque
lla en la que la expresividad se ha hecho invasora, preponderante,
exclusiva; en cuanto al espacio cualquiera, es el de la tela, la pan
talla, la imagen. ese espacio plástico del que el especrador está
siempre fundamentalmeme separado. Lo que apuma Delcuze a
propósito del cine, y que podna extenderse a la imagen en todos
sus avatares, es, pues, la tmponancia, la imposición expresiva de
los elementos de la tmagen ames de su conformación (cuando si
guen siendo cualesquiera, no especi ficados).
acusactoncs que se han dirigido contra casi todos los estilos mlli.
pian con tradiciones esulísticas bien establecidas. Ahora bien. !m
o menos intensos. por «deforman> algo (y prioritariamente, lo
pres.sion, solei/ levan/, el cuadro de Monet que valió su nombre
habitos); desde principios del siglo x\1. ha habido gentes que han
al movimiento, habla sido ciertamente concebido como una obra
reprochado a Miguel Angel su exceso de violencia inhabitual, su
particularmente expresiva, porque proponía una solución radical
mente nueva a la representación de la luz del amanecer, insistien
tembilitlr. La idea de deformación. en cambio, es imercsame si
�e evita convertirla en normativa.
do especialmente en su difusión en la atmósfera. Del mismo modo,
Puede también comprobarse que ciertos estilos deforman las
se suponfa que las primeras descomposiciones cubistas expresa
imágenes de una manera sistemática en relación con una versión
ban más y mejor una cierta «objetalidad» de sus modelos, etc.
realista de lo visible. Hemos criticado abundantemente la idea de
Lo que imemamos subrayar aquí es el lazo establecido casi
un absoluto, de una objetividad de la representación, y no se tra
siempre emre novedad y deformacion. La obra expresiva es, muy
ta de un cambio de criterio en este pumo, sino de <;eguit aqul
a menudo, la que sorprende por el frescor de su trabajo formal,
uno� trabajos que se han imeresado por el semido de algunas de
a costa de lo que aparece como una deformación. La noción mis
c!ttas «dcformacioncsn. Es el caso, en particular, de cstudioc; como
ma de deformación, por supuesto, es sospechosa, pues no podría
los de Jan Deregowsky sobre lac; artes «primitivas>), en los cua
haber deformación absolutamente, sino sólo en relación con una
les hay el esfuerzo por explicar el estilo de representación •<late
forma supuestamente legitima; estamos, por otra parte. acostum
rab> de lo" indio" de América del Norte, o las enormes simplillca
brados hoy a encontrar intere ante y legilimable casi cualquier
ctones gráficas que o;c encuemran en ciertas imagcnes africana'>.
308 LA li\1AOE.._
r:L PAPEl DEL \RTJ: 309
312 1\ IMJ\úE:-1
El I'AJ>I:l Dl·l \RTI 313
ditado por pane del astuto productor Erich Pommer para explo
Hemos \ isto (más arriba) que la pérdida de la referencia óptj
tar la celebridad del movimiento. Triunfó más allá de sus espe
ca, e tncluso de la referencia representativa, era sin duda el fenó
ranzas ) fueron etiquetada� como <<e\presJontstas)) "arias pelicu-
meno mavor de toda la historia reciente de la imágenes. Lo que
1� de tema ;,: decorados fantástico legendarios, ya se confundiera
la ideolog•a expresionista añade es la idea, precisamente, de un
sinceramente el abigarramiento \lsual con los principiOS del mo
más alld de la represcmación. Si la imagen empieza allí donde
vimiento pictórico, o se busca.e c;implemente un slogan publicita
acaba la vulgar función representativa, no tiene interés, ni siquie
rio fácil. En 1926, Rudol f �urtz publicó un librito 1itulado Ex
ra e\istencla, �mo en relac1ón con ese más alta. El rechOLo expre
pressiomsme e1 cinéma, en el cual tampoco lemla las amalgamas,
sionista de la imitación no es, pues, una uegati\idad, sino por
pues en él se encuentra tanto Gerwine o Raskolmkow (realizadas
el contrano un de eo positivo de llegar «más lejos)), de permitir
expresamente para prolongar el éx1to de Coligan) como las pelí
a la 1magen alcanzar la repre<;entación de lo inVIsible, de lo inefa
culas abstractas de Ruttmann o el Bolle/ mécanique de Fernand
ble. de lo trascendente. Desde este punto de vista, el expresionis
Léger.
mo está en la trayectoria de movimientos estéticos del siglo '<IX
En resumen: muy pronto reinó la confusión terminológica. la
que. del romanticismo al simbolismo. habían preparado a los pin
aparición, tras la segunda guerra mundial, de la obra de Loue
tare!. (y a su público) para la idea de que el cuadro podía, a través
Eisner, La pantalla diabólica, no contribuyó a clarificar las co
de la representación, alcanzar el mundo divino (como en Caspar
sas. Mal leido, ese libro pareció querer decir que el expresionismo
David 1-riedrich). el mundo del ensueño y de la pesadilla (como
había sido la tendencia característica del cine aleman de los
años en Füssli), el mundo de lo fantasmal {como en Odilon Redon)
veinte (lo que ciertamente no dice), y hacia 1 960 empezó a for
o el de las mitologías (como en Boklin).
marse, y después a solidificarse, el mno segun el cual viven mu
chos todavía hoy, el del c<cine-expresion•sta-alcmán)), que mezcla
b) 1 a exacerbación de la sub¡e1Mdad; Casimir Edschmid
(1918): «Cs preciso que la realidad sea creada por no�otr�s. Hay
confusamente Caligari, Me1rópolis o Jo-. Mabus·e de Lang y hasta
que buscar el �emido del objeto más allá de la apanenc1a. [. . . 1
las obras de l\lurnau. No es este el lugar para abordar la crítica
Hay que dar un reneJO puro, inalterado, de la imagen del mun
detallada de este mito; como todo m1t0, tuvo efectos simbólic
os do. Y ésta solo se encuemra en uosotro mismos».
imeresames, incluso benéficos. Simplemente, sólo tjene una rela
Este es acaso el punto más importante: a travcs de este credo
cion muy lejana con la verdad hmórica.
subjcuvma algo ingenuo, el expresionismo ha fijado la conc�p
La escuela expresiomsta, si queremo-. 'cr prcci�o�. no tuvo.
ción de la C\presión en general, y no debena subcsumaro;e la 1�1-
pues, en lo referente a las ancs \ii�ualcs. �ino una verdadera
en
nuencia que ejerce aún hoy. Seria aquí muy revelador el e tud•o
camación: en la pintura {y algo �n la escuhura). y antes de
la de un campo algo menor (al menos instituc.ionalmeme) como el
guerra. Fue la repre entame más agresiva de la expres1\tdad
for c.:órnic. No sólo supo muy pronto adoptar y adaptar, en algunas
mal y subjetiva ) a ese titulo y según ese a�pecto vamos a detallar
de su� producciones más hábiles, las formas cxprcsiomstas (ayu
algo más sus principios .
dado en eso desde 1906 por algunos passeurs como Lioncl Feinin
� �
ger), sino que !.U impre ionante desarrollo en los ai\os set nta f c
acompañado, en general. por una absoluta complacencia hacm
ll.3.2. El expresionismo corno cstilu
la idea de los «fantasmas personales» que habría que expresar,
314 1\ IM\GE.'
m PAI'lL Dl:l \IU L 315
Pero se trata, desde luego. de una visión muy simplificada de d) El exceso: con este término supernumerano ( ólo habramoc;
anunciado tres rasgos para definir el expresionismo), no se pre
la estética exprc.,ionista que no e�. prácticamente nunca. la de los
artistas mismos. ni la de lo!> crfticoll de la época. En 1919, en un lendl! llegar a una conclusión. Simplemente, acaso, aislar el mi
librito de síntesis, Wilhelm llausenstein caracteriza el expresio deo de lo que, sigue fascinándonos del expresronismo. Los expre
nismo por la desaparición de las categorfas de la luz, de la atmós sronístru, combaticron lo que les parecía una demasiado tranquila
fera, del tono y del matiz, la desaparición del «culto gozoso de «objetualidad» en la pintura; buscaron desencadenar los poderes
la Stimm1111gJ>, en favor de un acemo situado en el testimonio expresivos de la materia y de la forma, hasta producir la vir.ión,
de la cosa, del entusiasmo por las formas de base, de un fanatis la imerpretación más arbitraria, la má!> individualmente exacer
mo po1 lo dinámico. Para él, el expresionismo es un arte de lo bada. No hay duda de que este exceso, este desencadenamiento
«céntrico)) (comra el «acéntríco>) impresionismo), de la esenciali es lo que pareció enseguida ran deseable que no se ha dejado de
querer 1gualarlo. Debido al expresionismo, la e>.prcsividad artísti
dad, de la simctrfa, de lo estático; deriva de una afirmación con
fiada y aventurada que, plásucamente, se traduce por un ac;pecto ca habrá quedado durante mucho tiempo ligada a la emoción,
en su brutalidad y su malienabilidad. Desde ese punto de vtsta,
extremadamente cmuc1 urado. calíi gcomél rico.
Este texto, > otros de la misma época, pueden parecer vagos: todof> somos todavfa un poco expresionrqas.
316
L o\ lM-\GEN
317
Pero, muy rápidamente, la palabra tomó un sentido bastame ción entre un proyecto artistico, una delinición <docaln de ane,
diferente } designó má!> bien el estudio de la supuesta fuente de y la producciones emanadas de esta dclinicion.
las sensacionc:-'> agradables productdas por la obra de ane: lo Be Muy distinto es el proyecro de la Esreuco (primera edic1ón:
llo. En toda!> �us actualizaciones en el cur<;o de la historia del arte 1901) de Bencdetto Croce. Este refuta todas las divisiones Lradi
desde hace dos s1glos, la eMcllca e<; una teoría de lo Bello, muchas cionalcs entre anes de la vista y anes del oído, anes del espacio
veces pretendidamentc Científica, que desemboca igualmente a me y artes del tiempo, anes del reposo ) artes del movimiento, etc.,
nudo en prescripciones normauvas, } o cilando casi entre la obje para afirmar la posibilidad de una estética general (e incluso la
tividad y la normauvidad. Mucho� de los grandes filósofos del impOSibilidad de estéticas paniculares). Naturalmente, tal <(estéti
siglo \.1\. tuv1eron su esteuca, haya s1do o no publicada con ese ca», deliberadamente lo menos específica posible. susceptible de
tilulo. La d1stinc1ón kantiana entre sensibilidad y entendimiento tratar tanto la pintura como la música. no podría ser ni un estu
lleva a una consideración privilegiada del ((juicio del gusto», que dio de la� diferentes estéticas particulares que se han sucedido en
encierra la estetica en la problemática de la belleza, de la creación el curso de la historia. ni, o jorriori, una estética en el sentido
y del genio. Para el rtegel de la Fenomenología del espíriru, que normativo. Se trata. para Croce, en el fondo, de establecer una
quiere escapar a las aporías del juicio del gusro, la estética debe teoría general de los símbolos, más o menos desprovista de todo
estudiar, no lo Bello en sí mismo, !.ino la función del arte (que juicio de valor (por otra parte, él mismo afirma que la estética
para Hegel es. igual que la de la religión o de la filosoffa, una cuyo proyecto concibe se confunde con la linguistica: diríamos
función de descubrimiento del espíritu por sí mismo). más bien, hoy, <cla serniologia»). Este ahisroricismo absoluto puede
No hemos «salido», ciertamente, de estas filosofías idealistas; parecer embarazoso, pero en ese (>royecto se reconoce una parte
las cuestiones planrcadas por Hegel encuentran su eco en Sartre, Importante de la reflexión sobre el ane, la que se interroga sobre
por ejemplo. y -'>ll vulgarimc1ón sigue Siendo el fundamento más la significación de las obras de arte y la comprensión que tene
C\.ideme de la concepcion más corrieme del arte como «creación)). mos de ellas (véase Jo que hemos dicho de los trabajos de Nclson
Sin embargo, la estética del siglo '--' ha trabajado sobre otras ba Goodman Lvéase capitulo IV, 1 . 1 . 3] o de Richard Wollheim [este
se:., esencialmente en do dírccc1ones, que podrían llamarse. por capítulo, 1 1 . 1 ]).
el nombre de sus mic1adores, la dirección Riegl y la dirección Cro
ce. Aloi"s Ricgl, historiador del ane \ienés, es sobre todo conoci
do hoy por er el inventor del concepto de Kunsrwol/en (<(querer 111.2.2. Problema eslélicos
anistico»). Si unos artista!> de un período dado de la historia del
ane, en panicular de eso� períodos que se consideran tradicionaJ Como puede deducirse de lo que acabamos de decir, la estéti
mente como menore� o decadentes, han producido lo que han pro ca no es una ciencia, ni siquiera una disciplina. En cambio, cons
ducido, dice en '>UMancia Riegl, no e� porque no hayan podido tituye un campo de estudio vasto y siempre muy activo, aunque
hacer algo mejor, es porque han tenido un proyecto anistico deli muchas investigaciones sobre La imagen se han conducido recien
berado diferente del de la época anterior. Una época de clasicis temente a partir de perspectivas diciplinariao¡ más determinadas
mo puede aparecer ame nuestros OJOS como l<mejor», como en (c;cmiológicas o históricas en especial), o por el contrario de pers
gendradora de obras más logradas, más duraderas: pues bien, dice pecLivas filosóficas más amplias (el trabajo de Deleuze sobre el
Riegl, esto sólo es verdad desde nuestro punto de vista, que es cine, que es una ruosofia del cine, implica, a pesar de todo, un
ilusorio, y cada época produce obras logradas si se las refiere, aspecto estético).
no a nuestra definición de ane, sino al Kunsrwol/en que la!. ha Uno de los problemas más debatidos ha sido, indiscutiblemente,
determinado. Este credo relativista e historicista ha tenido una el de la especificidad de las diferentes artes: ¿hay, o no, leyes es
enorme innuencia en toda una generación de historiador� del ane, téticas particulares de cada forma social e históricamente docu
de los que ya hemos hablado, y Panofsky es sin duda quien ha mentada de la acuvidad artística'? Acabamos de ver que la ten
deducido de él las leccione'> más claras: la (!.)!ética no es una cien dencia de los teóricos era a menudo el estudio de los fenómenos
cia de lo bello eterno } abc;oluto, ec., una evaluación de la adecua- «profundos», comunes a todas las manifestaciones artísticas (por
w
324 LA IMAGEI\
El. PAPI:L DEL ARTE 325
i
..
convincentes por la extremada exactitud de su documentación, y dico funrruthf, podemos idealizar. Pero nosotros vamo!. más le
ello a pesar del carácter a veces algo mecánico de los sistemas jos y pretendemos ser capaces de añadir algo de;. \erdnd ftrutllj
estilisucos que propone a los hechos desnudos)>. Este anadido es, literalmente, el poder
fotogénico; se encuemra constamemenre su mención, y su defim
ción, durante todo el período constitutivo de una fotografía artís
111.3. El ejemplo de la Jotogenia tica, es decir hasta finales de los años veinte.
La fotografía, lo decíamos, ha necesitado mucho uempo para
La imagen automática es, acabamos de decirlo, la que más convertirse en un arte. Puede ai'ladirse, además, que ella se ha
cucstionamientos estéticos ha provocado desde hace un siglo. A buscado como arte en varias direcciones contradictorias. Asf el
la fotografía, primera en ser inventada de esas imágenes automá pictorialismo, alrededor de 1 900. quiso producir obras que fue
ticas, y vista inicialmente como una técnica de duplicación ópti sen visiblemente artísticas multiplicando las manipulaciones, los
ca, le ha costado mucho imponerse como imagen arristica. En
retoques, los raspados, posiúvando las fotografías sobre soportes
esta empresa ha desempeñado un papel importante una noción: de grano visible, de materia aparente, como las famosas «gomas
la fotogenin, noción tanto más inTeresante cuanto que ha desbor
bicromatadas». Es una dirección interesante, que licne sus cartas
dado enseguida el campo fotográfico para alcanzar al cine.
de n<>blew y cuya tentación, por otro lado, resurge periódicamente
(en particular en los años ochcma). Sin embargo, el pictorialismo
ve la expresividad fotográfica esencialmente en los medios plásti
L O .3.1. Fotogenin y fotogrnfin
cos que son los tradicionales de la pintura: materia, color, pince
lada. Así fueron violentamente combatidos sus principios por parte
La fotografía reproduce las apariencias visibles registrando la
de todo los que, rotógrafos o críticos, querían que el anc de la
huella de una impresion lummoc;a: tal es el principio de su inven
fotografía se fundase en lo que es la «esencia» de la forografía,
ción. Ahora bien, muy promo 'ie adivinó que este registro, si en
el regastro sin retoques de la realidad. Edward Weston ( 1 965):
el plano puramente óptico acercaba la tmagen fotográfica a la
«Gentes que no pensarían ni un segundo en coger un colador para
imagen formada en el ojo, la distmguía de ésta al fijar un estado
-.acar agua de un pozo. no logran ver la locura que supone coger
fugitivo de esta amagen, un estado que escapa a la visión normal
un aparato fotográfico para hacer una pintura>).
(véanse nuestras discusiones sobre el tiempo, capítulo 3, I J y ca
Fue la corriente realista, sin discusión. In dominante entre el
pítulo 4, I I J), y, al hacer esto, daba acceso a una manera inédita
final de la escuela pictoriaJista de Camera Work (hacia 1910) Y
de ver la realidad. Es el conoddisimo tema de la «revelación))
la aparición de nuevas tendencias con respecto n la mnnipuJación
fotográfica: la fotografía nos permite ver el mundo de una mane
en los dos últimos decenios. No por eso se ha unificado en ella
ra invisible a simple "ista. no'> pcm1ite ver �<cosas normalmente
la concepctón de la expresividad fotográfica, ni mucho menos.
no vistas» (Kracaucr).
Por no citar más que dos posiciones bastante extremas. �e ha
He aquí lo que c!)cribfa en 1896 Henry Peach Robinson, fotó
podido:
grafo inglés del siglo XI\: «Los que sólo tienen un conocimien
- Sea considerar que el ane de In fotografía era un arte de
to superficial de las posibilidades de nuestro ane pretenden que
la escenificación, de la valoración de lo real por la ciencia de los
el fotógrafo es un simple realistn mecánico, sin el poder de aña
encuadres y de las iluminaciones, y que sólo a ese precio {el de
dir nada de sí mismo n su producción. Sin embargo, algunos
la maestría) era posible la fotogenia. Franz Roh, 1929: «La foto
de nuestros críticos, no sin inconsecuencia, se inclinan a declarar
grafía no es una simple huella de la naturalea, puc�to que e� (me
que algunas de nuestras imágenes no se parecen en nada a la na
cánicamenle) la transformación de lodo valor cromátu.:o, e mclu
turaleza. Eso los traiciona, pues, si podemos añadir algo no ver!-
so de la profundidad del espacio, en estructura formaJ. [ . . . ) rara
Uegar a ser un buen fotógrafo, ¿es suficiente con dommar. los .Ins
2. Esta cita. como la\ 'iguiente\, \C da �egún la 'lclección de Tr.:tchtenbefll, trumentos de la fotografía? De ninguna manera: como en otros
C/asu: E.ssa1·s on Phom�rapln, 1980. campos de expresión. aquí se necesita per onalidad. ( ...] Esta cua-
328 LA lr.L\GEI\ lt f>APEt DEL -\RfE 329
talla está en los nouciarios [en los cuales] unos pocos segundos
nos dan una impre ión tan fuene que los consideramos anísticos.
330 El !>,\P[1 DEL ,\RTl- 331
No se pued e decir otro tanto d e l a pel!cula dramática [. . . ] que to! Este t e xto, y 1odos los que recogen sus temas. son igualmente
'iene d�pués. Poca gente ha comprendido el interés d e La fotoge con más frecuencia alegatos pro domo que verdadero � manifiestos.
nia. Por lo d emás, ni siq uiera sabe qué es. M e encamaría que El pod er fotogénico del cine ha sido pueMo en evid encia por
se supusiera un misterio�o acuerdo entre l a fotografía y el genio. l a mayoría tic los cnucos d e la época muda, a menudo �in que
¡Ay! El público no es Jo bastante tomo como para creer en eso. se pronunciase la palabra, y l a forog enia fue, para tod a una gene
Nadie lo persuadirá d e que una foto pueda tener n unca lo impre ractón de cnticos, de cineastas y de cmeftlos, l a con s1gna, corr es
visto del genio, pues nadie, que yo sepa, está persuadido d e ello,>. pondiente al «no-sé-que>> d e Didcrot para defimr la pmtura. Cn
Está claro: Delluc no cree en el « milagro>� d e l a fotog rafía y, para fecha má� reciente ha vuelto a aparecer. más o menos subrepti
él, la fotogenia debe adq uirirse, cienamcnte «con el máximo d e ciamente. en el di scurso d e críticos rcdescubritlor es del ane del
elegancia>>. En otros términos, s u definicion del arte del cine no mudo. como Claudc Ollier, mostrando su fascinactón po r las aven
es otra que una definición del arte del di rector, del cineasra (fue turas d e la llll en el cinc de anteguerra, o J ean-Andrc Ficschi,
él, no lo olvidemos, QUien inventó esta palabra e impuso su ancsano, con Noel Burch y André Labarthe, d e una reevaluación
empleo). tic la premiere vague francesa.
Para su amigo Epst ein, la s cosas están algo menos dcfinidru.. bl la práctica de la realización d e películas, los d esarrollos
L a fotogenia es, t ambién para él, un prod ucto cicnamente raro, recientes son menos interesantes: la fotog enia. la mayorl a d e las
que define una estética, la misma que él defiend e e ilustra, en veces, se ha aplauatlo, banal izado, fijado en fórmulas estereoti
especial po r ciertos uso� del ralcn tí y del primer plano, vistos hoy pad as, y los considerables progresos técn icos en materia d e so
como las marcas estilísticas más caracterfsticas d e sus pelicu las. port e y d e iluminación, l a impresion ante destreza d e numeroso�
Epstein. sin duda alguna. pensaba también que el arte del cinc operadores-j efes sólo s1rven con demasiada frecuencia para al i
era el arte del cineasta, que la foLogcnio se obtcnia, yo diría casi: mentar electos sin gran originalidad. Lo <;aben alg unos cineastas,
se merecía. Sin embargo , sus textos dejan traslucir una concep como Eric Rohmer, quien ha manifestado a menudo su añoran za
ción más « m i l agrosa)), más próxima a la t emacion d e d ej ar que d e lo que con sidera perdido, un estilo visual y lummoso no este
l a fo tog rafía cree sola, d e dejar a la naturaleza desvelarse sola. reotipado, como J ean-Marie Straub y DanjeJle Hutllet, que tra
Epstein, 1923: «¿Qué es l a fotogenta? Llamaré fotogénico todo bajan concienzudamente para eliminar todo efecto vtsual sobrea
aspecto d e las cosas, d e los seres ) d e las almas que incremente ñadido. para dejar advenir la realidad en la imagen. Tanto en
su calidad moral por l a reproducción cinematográfi ca. Y todo as uno como en Jos otros, la fotog enia se ha hecho extremadamente
pecto que no se incrementa por su reprod ucción cinematográfica di screta, más fría que la d e Epstein, como si, hoy, l a fotog enia
no es fotogénico, no forma parte del arte cinematográfico». no pudiese ya pasar má que por el f/ou.
Es evidente lo que supon e esta declaración: menos una defini
ción d e la fotogenia, que nunca se anicula claramente. que una
defensa, fácilmente po lémica en ocasiones, d e cierta estética fíl 111.4. Conclusión: el placer de la imagen
mica. Contin uación del texto d e Epstein: <<Hace poco d ecía yo:
es fotogénico todo aspecto cuyo valor mo ral resulte incrementa Este capitulo que quería establecer el papel de la imagen ha
do por la reproducción cinematográfica. Ahora digo: sólo los as repetido con stan temente que no hay más im agen que la vista, con
pectos móviles del mundo, de las cosas y d e l a s almas, pueden sumida, apreciada, apropiada por un espectador en un cierto con
ver incrementado su valor mo ral po r la reproducción cinemato texto in stitucion al (entre otros, el del arte). Acaso en el no se haya
gráfica. [. ] L a mo vilidad fotogénica es un a movilidad en [el] sis
..
insist ido bastant e -aunque, espero, haya quedado claro- en que
tema espacio-ti empo, Utla movilidad a la vez en el espacio y en ese consumo de la i magen no se da sin placer.
el tiempo. Puede, pues, decirse que el aspecto fotogénico d e un Que la imagen, objeto visual, d estinado a ser registrado por
objeto es una resultante d e sus variaciones en el espacio-uempo». el ojo. órgano d e la percepción a distancia, órgano frío, pueda
Esta estética que Epstein propon e pued e parecer plana: ¿no pare procurar placer, no es cosa evidente a priori. H emo tl1cho ad e
ce decir que la especificidad del ane fílm1co está en el movimien- má� d e paso que las teorías estéticas int eresadas por Jo valores
H PAI'lt DEL ARTE 333
332 LA 1111,\GEN
J
334 L\ IM\GEN EL I'AI'I.!l D! 1 ARtE 335
Asi, la verdadera revolución de las Jmúgcnco;, sí la hay, está 1cgcr (Fcrnand), Fonctwns de la petnture. Gomhier. col. «M�diariomm,
desde luego muy leJOS de nosotros, en una época en que, redu 1965 (trad. ca 1 . · /-unciones de lo pintura, Barcelona, Paidól>, 1988).
ciéndose progresh amcmc a no ser ya mas que el registro -por 1 hotc (\ndré), TrUttes du poysage et de lafi
gure, Bernard Gra�set, 1958
expresivo que sea- de las apariencia�. han perdido la ruerza tras (lrad ca�t. Tratado del paisaje, Barcelona, Po.. eidón, 1985).
1 }Otaru (Jean Franc;o1�). DtScour<> Flf.!Ure, Klind.s1ect... . 1970 (trad. ca�t.:
cendente que había sido -.uya. Puede pcrcibírsc in duda. hoy.
D1wtrm, ft[.!ttra, Barcelona. Gusta\O Gih. 1979).
como u n retorno de la imagen a través de la multiplicación de
\laldinc) (Henf)). Re�ard Poro/e E.\pace, L'-\ge d'homme, 1973
las imágenes: por ello nuestra civiliLación 1>iguc siendo, quiérase
\lerleau-Pont\ (\1auncc), L '(Lit er /'esprit ( 1 96 1 ) , Gallimard, 19M; recd.
o no, una civilz
i ación del lenguaje. col l-oli�... 1911<; (trad. ca,l.: El OJO y el esptrllll, Barcelona, Pai·
dó... 191!6).
Milry (Jcan). uPemture c1 1mage animee>> <<Regards �ur le rythme», Cft
lltttqut et psyclloloJ:íe du dnémo vol. 1 , Ed. Univer\ilaire�. 1963,
V. BtBLIO(íRAflA re�pectivnmenre pag\. 195-217 y 287-298 (trad. co.�r.. EHéltco v pst
mlnRW del c111e, Madrid, Siglo XXI, 1986).
V. l . L a imagen abstracta Grupo J-1, Hlconique el plastique, �ur un fondement de la rhéwrique -.isue·
lle�>, en Re,•ue d'eslhettquc, n. 1-2. 1979, U.G.E .. col. 10/18, 173-192
Amhcim (Rudoll), Vers une psychologh! de l'urt, ( 1 966) trad. fr. Seg Pn�seron (Rcné). L '(I:'uvre pictrrrule. Vrin, 1962.
hers, 1973 (trad. cast.. huelo una psiC'Oiogt'o del arre, "vtadrid, Alian Vinc1 (Lt:onurdo da), Truité de la peinture, diver\a.\ ediciones (trad. cns1.:
za, 1986). The Power of the Center, Umvcrsily of Calitomia Pre�s. Trutado df! pilllltro, fvladrid, Akal, 1986).
www. paidos.com
34048
1 1 �1 1 � 1
9 788475 097442