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DOCUMENTOS QUE TRAEN APAREJADA EJECUCIÓN

Dentro de los procedimientos mercantiles, se pueden encontrar


documentos que tienen aparejada ejecución, lo cual significa que se
exige un cumplimiento del mismo, con la inmediatez debida, como
un ejemplo podemos mencionar a los títulos de crédito, los cuales son
documentos que por su naturaleza traen aparejada ejecución pero
además de estos documentos hay otros que se determinan como tal,
algunos vienen seguidos de sentencias determinadas por alguna
autoridad judicial, otros por la sola confesión del deudor, pero hay que
tener muy en cuenta que estos documentos facilitan que se ejercite la
acción de cobro, el por qué es que este tipo de documentos, debido a su
naturaleza, tal y como se mencionó, se puede ejecutar un embargo de
bienes para garantizar el pago en algunas de las ocasiones sin la
necesidad de intervención de una autoridad judicial.

El procedimiento ejecutivo tiene lugar cuando la demanda se funda en un


documento que traiga aparejada ejecución.

Traen aparejada ejecución:

I. La sentencia ejecutoriada o pasada en autoridad de cosa juzgada y la


arbitral que sea inapelable, conforme al artículo 1346, observándose lo
dispuesto en el 1348;

II. Los instrumentos públicos, así como los testimonios y copias


certificadas que de los mismos expidan los fedatarios públicos;

III. La confesión judicial del deudor, según el art. 1288;

IV. Los títulos de crédito;

V. Las pólizas de seguros conforme a la ley de la materia;

VI. La decisión de los peritos designados en los seguros para fijar el


importe del siniestro, observándose lo prescrito en la ley de la materia;

VII. Las facturas, cuentas corrientes y cualesquiera otros contratos de


comercio firmados y reconocidos judicialmente por el deudor; y
VIII. Los demás documentos que por disposición de la ley tienen el
carácter de ejecutivos o que por sus características traen aparejada
ejecución.

Los documentos que traen aparejada ejecución, además de la fuerza


ejecutiva que poseen, les corresponde el carácter de prueba constituida
de la acción, tal y como lo ha determinado la jurisprudencia obligatoria y
definitiva de la Suprema Corte de Justicia de la Nación:

Los documentos a los que la ley concede el carácter de títulos ejecutivos,


constituyen una prueba preconstituda de la acción.

Aunque el artículo 1391 del Código de Comercio no señala expresamente,


se debe entender que, el Juzgador no deberá despachar ejecución si no
reúnen los documentos que traen aparejada ejecución tres requisitos que
ha señalado la Suprema Corte de Justicia de la Nación.

a) La deuda del título debe ser cierta

b) La deuda debe ser exigible

c) La deuda debe ser liquidad

Se debe dar cumplimiento a los requisitos antes señalados, además se


debe saber cuáles son los documentos que tienen aparejada ejecución
con antelación y especificar puntualmente cuáles son, mismos que están
contemplados en los numerales antes citados. Para que tengas una noción
más completa, te sugiero los analices detenidamente, aunque queda muy
claro cuáles son los documentos que exigen su cumplimiento por ser
considerados un documento que trae aparejada ejecución.
FUENTES SUPLETORIAS DEL DERECHO MERCANTIL

Antes de comenzar, es preciso tener claro que el término fuente se refiere


a “de donde nace”, “de donde surge”, aplicado al Derecho Mercantil, es
“donde está soportado”, “donde está establecido”, entonces; si nos vamos
a la lógica, deducimos que en el Código de Comercio es donde están
establecidas. Pero aun a sabiendas que el Código de Comercio es la
principal fuente del Derecho Mercantil y es considerado una fuente formal
del derecho; existen también las llamadas fuentes supletorias, las cuales
consisten en aplicar normas diferentes a las que se establecen en la fuente
principal, dejándolas a un lado para aplicar las que se estipulan en el
Código Civil, debido a ello surge una gran interrogante, ¿Por qué se
aplica el Código Civil a los asuntos mercantiles? Es muy sencillo,
porque las leyes mercantiles no contienen de manera específica un
lineamiento aplicable a un caso concreto, por lo tanto no pueden regular
un acto derivado de la actividad mercantil, en cambio el Código Civil si lo
contempla y lo tiene establecido, además puede regularlo. He aquí el
principio de supletoriedad, que no es otra cosa que la suplencia por falta
de Ley Mercantil aplicable al caso específico, además de que el
procedimiento se lleva a cabo bajo los lineamientos procesales de la Ley
Adjetiva Civil.

Debemos reconocer que las instituciones del derecho mercantil se


encuentran en múltiples casos insuficientemente reguladas, y en otros
tantos ni siquiera existen normas que den solución a los problemas que
surgen en este campo del derecho privado.

Ante tal realidad, el legislador federal ha pretendido encontrar la solución


estableciendo un régimen jerárquico mediante la utilización de diversas
fuentes supletorias en algunas de las leyes mercantiles; tanto en la norma
general, como en las especiales, en donde destaca la aplicación de los
usos mercantiles y el derecho común, muy probablemente en razón de
que tanto en la norma civil como en la mercantil el interés en juego es de
carácter particular, así como por la similitud que algunas de las
instituciones tienen entre sí.

No obstante, es menester señalar que la norma supletoria solamente se


utilizará en el caso de que la ley de aplicación directa nada establezca
sobre el caso concreto, o bien que su regulación, siendo deficiente,
requiera por ello de ser complementada.
El mecanismo de supletoriedad se observa generalmente de leyes de
contenido especializado con relación a leyes de contenido general. El
carácter supletorio de la ley resulta, en consecuencia, una integración, y
reenvío de una ley especializada a otros textos legislativos generales que
fijen los principios aplicables a la regulación de la ley suplida; implica un
principio de economía e integración legislativas para evitar la reiteración
de tales principios por una parte, así como la posibilidad de consagración
de los preceptos especiales en la ley suplida.

Desde luego debemos aceptar que si alguna norma se aproxima de mayor


y mejor manera a la mercantil, es por supuesto la civil, pero con
independencia de ello debemos recordar que ésta se utilizará solamente
en defecto de las disposiciones mercantiles, y en algunos casos tal
aplicación debe esperar a que la solución se presente en la norma general
mercantil (Código de Comercio); en las leyes especiales o bien en los usos
mercantiles.

Para Arturo Díaz Bravo: “Los regímenes legales con derecho privado
diferenciado como el de México, suelen reconocer al derecho común como
fuente supletoria de las normas mercantiles, por manera que en ellos la
teoría general de las obligaciones civiles, cumple el mismo desempeño
respecto de las obligaciones mercantiles”. No obstante, cabe señalar que
en ocasiones la norma civil no presenta la solución a la problemática que
se apunta en razón de que opera en un ámbito tan opuesto al mercantil
que no puede ser fuente supletoria.

Es muy evidente y normal en la cotidianeidad, que se dé la suplencia de


las leyes, porque las que ya existen en muchos casos ya son obsoletas,
o los actos y hechos las sobrepasan y es por esto que se aplican leyes no
consideras como formales sino que se denominan supletorias, las cuales
suelen aplicarse a los asuntos mercantiles; la supletoriedad en tu
quehacer como abogado, seguramente será un principio que a menudo
utilizarás, lo que te recomiendo es que hagas el uso correcto de las leyes
existentes en el ámbito mercantil, y en caso de ser necesario utilizar las
Leyes contempladas en el Código Civil, pero aplicables al Derecho
Mercantil.

FUENTES FORMALES DEL DERECHO MERCANTIL


El Término fuente surge de una metáfora, pues remontarse a las fuentes
de un río es llegar al lugar en que sus aguas brotan de la tierra; de
manera semejante, inquirir la fuente de una disposición jurídica es buscar
el sitio en que ha salido de las profundidades de la vida social a la
superficie del derecho, es decir, es el lugar donde mana el agua del
derecho.
Una primera cuestión por aclarar es que no hay propiamente “Fuentes del
Derecho Mercantil” en un sentido técnico riguroso y que si se estudia así
se debe, en nuestro concepto, a dos razones: Para evidenciar y poner en
relieve la importancia que una particular fuente, la costumbre, ha tenido,
y por tradición doctrinaria. Nosotros optamos entonces por estructurar
esta clase de la forma dicha.
La fuente está constituida por los factores, elementos o causas que
contribuyen a que la norma nazca y hacen que ella tenga un determinado
contenido (convicción jurídica de los comerciantes, la tradición, la opinión
popular, naturaleza de las cosas y demás factores económicos, políticos
y sociales).
Desde el punto de vista formal, el estudio de las fuentes tiende a descubrir
los requisitos puramente extrínsecos, es decir, los procesos a través de
los cuales nace la norma y, por consiguiente, nada tiene que ver este
tema con el contenido de las reglas jurídicas, con lo que ellas preceptúa;
porque esto último es el campo de investigación de las fuentes materiales,
que nos señalarán los factores o causas que hacen que la norma disponga
lo que dispone.
Las fuentes formales por excelencia del Derecho Comercial son la ley y la
costumbre, aunque también a la jurisprudencia y a la doctrina se le
considera como fuentes formales del derecho mercantil. La primera es
expresión de los órganos competentes del Estado, en cumplimiento y
ejercicio de sus potestades de imperio; y la segunda, por el contrario, es
manifestación espontánea de los comerciantes, sin obviar ni minimizar la
posible injerencia que los consumidores pueden llegar a tener en la
formación detales costumbres.
La ley, en el sentido dicho, es la “fuente más rica y sistemática de
disposiciones relativas al comercio”, si bien, la existencia de las leyes
especiales produce descoordinación en el sistema: “Por respeto al
principio que subordina la ley general a la especial diremos que si alguna
de estas leyes especiales está en contradicción con el Código de Comercio,
aquélla deberá prevalecer sobre éste.
Hechas estas distinciones, podemos ahora entender que no toda
expresión de voluntad de quienes gobiernan se convierte en mandato
jurídicamente obligatorio. Esto solo ocurre con aquellas que siguen un
procedimiento especial que llamamos fuente formal del Derecho.
Es decir, todas las acepciones que distingan y establezcan el nacimiento
del derecho aplicable a cada caso concreto, según lo establecido en las
diferentes concepciones del derecho, ya que para que este exista es
preciso contar con un sustento y cimientos bien definidos, para lograr
contemplar el debido estado de Derecho.
Si quieres conocer un poco más con respecto al tema que analizamos,
puedes hacerlo mediante el siguiente video.

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