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Gestion Psicopedagogica
Docente:
Tema
Integrantes:
Barriga Henry
Calderón Christian
Lema Jennifer
Montufar Kevin
Orozco Orlando
Reino Jessica
Curso:
Sexto “A”
DESEMPEÑO AUTÉNTICO EN EDUCACIÓN
I. INTRODUCCIÓN
Por lo consiguiente el docente tiene un nuevo reto frente a la sociedad como un ente
generador de cambio de las futuras generaciones garantizando formar personas críticas,
lógicas, seguras de sí, de su entorno, para lo cual debe buscar estrategias adecuadas
innovadoras para lograr en los estudiantes aprendizajes significativos, aprendizajes
permanentes que les permita ser proactivos y positivos.
Se supone que educamos a los niños y jóvenes para funcionar en el mundo y para
contribuir a su desarrollo, pero no; comúnmente lo que ellos hacen en las aulas se
enfoca en el aprendizaje de herramientas y conceptos que los preparan más bien para
pasar pruebas académicas con preguntas y problemas descontextualizados y desligados
de su entorno ordinario. Las actividades de aula sólo llegan eventualmente a la
simulación de contextos en los que se aplican conocimientos teóricos que se imaginan
ya comprendidos, sin estimular la reflexión sobre su uso ni la solución de problemáticas
reales, indican Brown, Collins & Duguid (1989) y Díaz Barriga (2003). Lave (1997)
discute también la problemática de las actividades escolares atribuyéndola a la falta de
autenticidad de los problemas que trabajan, e indica que mientras los problemas
propuestos a los estudiantes partan de los maestros, el currículo o los textos, los
desempeños de quienes supuestamente deben aprender no dejarán de ser simples
improvisaciones. Es importante pensar en las implicaciones que tendría que nos
esforzáramos realmente los maestros por aportar a la formación de nuestros alumnos
para la vida real, desde la vida real.
El “constructivismo del desempeño” (Perkins, 1993; 1998:57; 2005) parece tomar las
ideas de todos estos pensadores de la educación cuando define la comprensión,
sinónimo de aprendizaje, como la habilidad para pensar y actuar de manera flexible, o
sea en diferentes contextos, a partir de lo que se sabe. Para Perkins (1998) la
comprensión se demuestra y avanza cuando un aprendiz opera en la realidad con y sobre
los modelos o esquemas mentales que ha elaborado, yendo mucho más allá de la
memorización y del pensamiento o actividad rutinarios. Igualmente Laurillard (1993),
Díaz Barriga (2003) y Brown et al (1989) indican que desde la cognición situada, el
concepto de aprendizaje supera la memorización de contenidos. Por su parte Boix-
Mansilla y Gardner (1998) indican que quienes aprenden deben usar el conocimiento, y
Perkins (1998) que deben desarrollar conocimiento acerca de la utilidad de lo que
aprenden.
Perkins (1993) también habla de que los desempeños escolares de comprensión deben
ser propios de los diferentes campos disciplinares. Se basa para ello en Gardner (2004),
quien propone la necesidad de encaminar a quienes aprenden hacia la comprensión de
diversas formas de pensamiento disciplinar que exploren con profundidad temas
esenciales de cada disciplina, de modo que se acerquen a cómo piensa y cómo actúa un
experto para utilizar estas formas de pensamiento y acción en la comprensión de su
propio mundo.
Según los autores, la definición sistemática de estas cualidades ha sido una tarea de la
que se han ocupado tanto la psicología como la epistemología, al tiempo que las
comunidades de las diferentes disciplinas y oficios han venido afinando sus procesos,
productos y prácticas. Según Boix-Mansilla y Gardner (1998), si bien las prácticas de
cada disciplina responden a la lógica de la cultura académica respectiva, tienen en
común cuatro dimensiones de comprensión, cada una susceptible de manifestarse en
cuatro niveles diferentes de complejidad que pueden observarse en los desempeños de
los aprendices: la dimensión de los contenidos, la de los propósitos, la de los métodos y
la de las formas de comunicación. La primera se refiere a la calidad, sofisticación y
organización del sistema de conocimientos de una persona (Wilson, 2005); la segunda a
la capacidad de usar ese conocimiento en situaciones reales con propósitos específicos;
la tercera a la calidad de los procedimientos para construir conocimiento y los criterios
para validarlo; y la cuarta a la capacidad de seleccionar y utilizar formas adecuadas de
comunicar ideas, teniendo en cuenta las características de los sistemas simbólicos, los
contextos y las audiencias (Boix-Mansilla & Gardner, 1998; Wilson, 2005). Desde esta
visión, el conocimiento disciplinar se convierte en herramienta para la resolución de
problemas, la formulación de juicios y la modificación de la vida de los sujetos, en
contraste con la perspectiva tradicional en la que el conocimiento disciplinar se reduce a
hechos y datos que los alumnos deben dominar (Boix-Mansilla & Gardner, 1998).
Entre los problemas más importantes y frecuentes que existen en el aprendizaje de los
estudiantes están: poseer un conocimiento frágil y un pensamiento pobre. ¿Qué hacer
cómo docente ante la presencia de estos problemas? ¿Qué hacer cuando nos
encontramos con un grupo de estudiantes que ante una pregunta que el docente
considera que debería saber, sólo se obtiene un silencio abrumador como respuesta?
Con respecto a este tema y para clarificar de qué hablamos cuando hacemos referencia a
estos dos problemas citaremos lo planteado por David Perkins en su texto: Campanas de
alarma sobre las deficiencias de la educación: “ya hemos identificado dos grandes
deficiencias en cuanto a los resultados de la educación: en conocimiento frágil (los
estudiantes no recuerdan, no comprenden o no usan activamente gran parte de lo que
supuestamente han aprendido), y el pensamiento pobre (los estudiantes no saben pensar
valiéndose de lo que saben)”.
Sabemos que gran parte de los estudiantes son capaces de repetir los conceptos
aprendidos en el aula, pero son incapaces de resolver los problemas que se le presentan
cotidianamente. Frente a esta situación es necesario promover un aprendizaje que
satisfaga las características de un conocimiento que no se acumula sino un conocimiento
que enriquece la vida del alumno. Es necesario favorecer un aprendizaje reflexivo
dándole lugar primordial al pensamiento y a la reflexión y no a la memoria, de nada
sirve memorizar sino se comprende y razona, se debe retener y no olvidar.
De tal modo podemos decir que la comprensión es la base fundamental de la educación,
de nada sirve memorizar sino se puede comprender y razonar lo que se está
aprendiendo.
Como consecuencia podemos decir que el docente frente a esto debe lograr que el
alumno le encuentre un sentido a lo que estudia, hallándole un propósito a lo impartido
por el docente logrando el llamado aprendizaje significativo-reflexivo.
Para esto es necesario desterrar o por lo menos intentar desterrar el muy utilizado por
los alumnos método de aprendizaje memorístico.
Estimular la comprensión es una de las metas que anhela todo docente, pero quizás la
más difícil de lograr. La comprensión trasciende el mero saber. Cuando se entiende
algo, no solo se tiene información, sino que se es capaz de hacer ciertas cosas con ese
conocimiento.
Para que se produzca un diálogo reflexivo el docente debe relacionarse con los alumnos
convirtiéndose en un facilitador del aprendizaje. El centro de atención debe ser el
aprendizaje del alumno.
Con respecto a esto podemos decir que se considera que una persona es competente
cuando es capaz de realizar las tareas requeridas por su profesión de forma adecuada.
Una persona, competente es alguien que posee no solo los conocimientos y destrezas
técnicas, sino las capacidades prácticas o psicosociales requeridas por la situación.
(Anahì Mastache).
Esto de ninguna manera quiere decir que el docente mientras forma al futuro profesional
deba darle todo sin exigirle esfuerzo al alumno, por el contrario lo que necesita este
futuro profesional es ser guiado para poder seleccionar la información válida para la
situación que se le plantee en su futuro laboral.
“Se requiere, pues, ofrecer a los estudiantes instancias que les permitan no solo conocer,
sino también, y quizás principalmente, usar ese conocimiento para resolver problemas o
tareas de su propia profesión .Se trata entonces de recurrir a estrategias didácticas que
vinculen el contexto de formación y el de actuación”. (Anahí Mastache).
Pero no se debe olvidar que no solo se debe preparar al futuro profesional para resolver
problemas en su ámbito laboral sino que se lo debe preparar para la interacción con
otros profesionales, con otras personas.
LA PRÁCTICA FORMATIVA
Uno de los retos de los docentes de hoy frente a la evaluación escolar tiene que ver con
la transformación de los modelos tradicionales: se parte de unos procesos evaluativos
centrados en examinar y calificar, y se va hacia el modelo de la evaluación formativa. O
como lo refieren Dochy, Segers y Dierick (2002), pasar de la “cultura del examen” a la
“cultura de la evaluación”, encaminados hacia el mejoramiento de la práctica docente, y
por ende mejorando el aprendizaje de los estudiantes.
Para ello es indispensable entender que evaluar y calificar son dos procesos
completamente diferentes. Debemos tener claro que la evaluación no debe estar en
función de una nota calificación, sino que debe actuar al servicio del conocimiento y el
aprendizaje, aunque se requiera la sistematicidad de una notas como evidencia física de
los desempeños de los estudiantes.
Desde esta visión, se puede afirmar que los alumnos en el aula y el maestro en su
práctica docente ofrecen varias alternativas que pueden favorecer la construcción un
modelo de evaluación “congruente”, es decir, entre lo que se debe y lo que se quiere en
la educación; pero la congruencia no sólo debe limitarse dentro del aula, sino que debe
de llegar a las autoridades educativas. Por tal motivo, la evaluación debe ser
considerada como una extensión del proceso enseñanza y aprendizaje y no como un
paso más, es decir, una actividad continua, un proceso integrador que genera, desde la
reflexión de las experiencias, oportunidades formativas.
CALIFICAR
Como lo explica Richard D. Wolf, las “calificaciones” de los exámenes, ponen una
presión innecesaria en los estudiantes, ya que en un sólo día el alumno tendrá que dar
su mejor esfuerzo para contestar de manera correcta las preguntas que vienen en una
hoja de papel.
EVALUAR
Existe una crítica, una reconstrucción, para que el estudiante sepa en qué y cómo puede
mejorar, además de darle la oportunidad al profesor de evitar que los alumnos se
rezaguen, mientras que las calificaciones solamente persiguen una meta a corto plazo.
No obstante, este tipo de evaluaciones resultan poco factibles en la práctica por la
cantidad de alumnos a los que un maestro debe retroalimentar.
BIBLIOGRAFÍA
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Winston.
Barragán, L.E. (2007). La enseñanza de las ciencias y el inglés como medio de instrucción. Tesis
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Boix-Mansilla, V. & Gardner, H. (1998). What are the Qualities of Understanding? In M. Stone-
Wiske (Ed.). Teaching for Understanding: Linking research with practice, (161-196). San
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Brill, J. M. (2001). Situated cognition. En M. Orey (Ed.). Emerging perspectives on learning,
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Dewey, J. (1945). Experiencia y educación. (Lorenzo Luzuriaga, trad.). Buenos Aires: Editorial
Losada S.A. Diaz Barriga, F. (2003). Cognición situada y estrategias para el aprendizaje
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http://redie.ens.uabc.mx/vol5no2/contenido-arceo.html