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Davidson y el pragmatismo
Dentro de su análisis de la verdad, y dirigiéndolo ya hacia su visión del
pragmatismo, resulta especialmente interesante la distinción que hace
entre la actividad humana dirigida a obtener el beneficio práctico
durante los procesos de aprendizaje -siguiendo pautas de
comportamiento descriptibles desde el conductismo clásico-, en los que
un marco pragmático puede explicar sin mayor problema el
comportamiento humano, y la tenencia de conceptos -ej. significados,
creencias y verdad- en épocas posteriores del desarrollo humano, que
marcan una clara diferencia con respecto al pragmatismo. En palabras
de Davidson (2000):
[A]ntes de tener una idea de la verdad o el error, antes del
advenimiento de conceptos o pensamientos proposicionales, hay un
rudimento de comunicación en el simple descubrimiento de que los
sonidos producen resultados (…) Es el paso de la reacción a estímulos
próximos al pensamiento de objetos y eventos distantes, el paso de la
mera respuesta condicionada a lo que Wittgestein llamó ”seguir una
regla” (…) Durante el proceso de aprendizaje, la afirmación
pragmatista de que no se gana nada distinguiendo entre éxito (medido
por la aprobación del profesor u obteniendo lo que se quiere) y la
verdad es claramente correcta (…) Una vez que algo de gramática está
en la mano, sin embargo, las partes aprendidas de forma separada
pueden unirse de nuevas maneras, y la verdad se separa de lo
meramente útil o aprobado. Las referencias de nombres, la extensión de
los predicados, las formas de combinación ellas mismas, están en
manos de los maestros y de la sociedad; la verdad no (13-15).
Como hemos visto, a pesar de que converge en algunos puntos sobre la
visión de la creencia y la verdad que se asocia al pragmatismo, critica el
análisis pragmático de estos conceptos y sus relaciones. De manera más
explícita y en palabras del propio Davidson (2000):
Partiendo del hecho de que nunca seremos capaces de asegurar cuál de
nuestras creencias es verdadera, los pragmáticos concluyen que
podríamos también identificar nuestras creencias mejor buscadas y más
satisfactorias con las verdaderas, y abandonar la idea de objetividad
(…) Pero aquí tenemos una opción. En lugar de renunciar a la
igualmente visión tradicional (a la cual los pragmáticos se adhieren) de
que la verdad es una norma, hacerla algo a lo que aspirar. Estoy de
acuerdo con los pragmáticos que no podemos considerar de manera
consistente la verdad como objetiva y como algo a perseguir. Pero creo
que lo habrían hecho mejor adhiriéndose a una visión que tomase la
verdad como objetiva pero inútil como objetivo (7).
En este sentido, de Dummett y Putnam expone que ambos consideran la
verdad como ‘asertabilidad garantizada’, y respeta tal idea, pues
”relaciona verdad con actitudes humanas como la creencia, la intención,
el deseo”, y cualquier análisis de la verdad debe hacerlo. No obstante,
las condiciones para esta ‘asertabilidad garantizada’ son tan duras que
incluyen la verdad en sí misma, de manera que se produce circularidad,
a no ser que se especifiquen claramente estas condiciones, en cuyo caso
podrían falsarse.
Conclusiones
Tras el análisis de la creencia y la verdad en Davidson, la principal
conclusión que saco es que para este autor los conceptos que hacen
referencia a las actitudes proposicionales (creencia, pero también deseo,
aserción, aceptación, pensamiento…) y a la verdad son conceptos
irreducibles, y por tanto no se pueden definir en términos de otros
conceptos. Esto no quiere decir que podamos aspirar a comprenderlos
cada vez más, para lo cual lo que se necesita precisamente es un análisis
conjunto de todos ellos y no tratarlos por separado. Así, si intentamos
definir creencia en función de una norma sobre la aspiración a la verdad,
o en función de un valor intrínseco de aspirar a la verdad, o en función
de una norma de aspirar a la verdad como cuestión práctica, o en
función de aspirar directamente a lo práctico, para este autor caeremos
en error: la creencia y la verdad son ante todo conceptos irreducibles.
De esta manera, Davidson huye de enfoques deflaccionistas de la verdad
y rechaza las teorías de las correspondencias hechos-significados o
hechos-creencias. Igualmente, tampoco acepta teorías pragmáticas que,
o bien eliminan la verdad, o la definen en términos de consecuencias
prácticas.
De manera más concreta, para Davidson la verdad tiene
una dimensión externa y una interna. Hay un componente extensivo
y cognitivo en ella, y es ese componente el que nos permite decir
que aspiramos a conocer ‘la verdad’ (‘La Perfecta Descripción de la
Realidad’), intentando acercarnos a ella cada vez más, aunque no
podamos obtenerla. A su vez, su dimensión interna, es decir, esta parte
conativa e intensiva, es la que no nos permite obtenerla nunca, la que
no nos permite definirla en función de otros términos (psicológicos,
físicos, etc.), y por tanto la que le otorga su carácter irreducible.
Dentro de esta parte interna a cada individuo, la que determina la
infinitud de creencias y significados, y el carácter irreducible de estos
conceptos, cabe un análisis social y probabilístico. En otras
palabras, tanto la creencia como el significado, y en sí la teoría de la
representación, permiten un tratamiento directo y práctico -aunque
nunca completo- en términos subjetivos, sociales y probabilísticos.
Es precisamente esta parte interna la que, al ser responsable del carácter
irreducible de estos conceptos, condiciona
la comprensión (understanding) de los hechos para que no sea
definible en términos de lo práctico-pragmático (esto es, en términos
de la ‘asertabilidad garantizada’), sino que para su comprensión es
necesario que entre en juego el concepto ‘verdad’.
Por último, resulta especialmente interesante para la investigación que
estoy llevando a cabo la aceptación de una explicación pragmática de
todos estos conceptos -que en realidad no existen como tal, pues no
conforman actitudes proposicionales- en los procesos de aprendizaje,
explicados en un marco conductista. Sin embargo, cuando con el paso
del tiempo estos conceptos se forman -de verdad- y se puede hablar de
actidudes proposicionales con contenido, ya no se pueden explicar las
actitudes en función de beneficios, cuestiones prácticas y actitudes
conductistas. En otras palabras, es interesante la explicación que ofrece
Davidson de cómo evolucionamos de las aceptaciones
recompensadas (rewarded aceptances, algo que encuadra en la
visión pragmática) a las creencias según nos formamos como
sujetos, y cómo esto implica la aparición de conceptos
irreducibles (algo que ya no encuentra en la visión pragmática)
asociados a actitudes proposicionales con contenido, y entre ellos, la
creencia y la verdad.