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¿Cómo podemos salir de la subjetividad y vivir en comunidad?

El hombre entiende que es responsable de sí mismo y que es el único capaz de proyectar su


porvenir, luego entendemos comprensible que en él aquella condición provoque cierto vértigo;
porque no sólo es dictamen de su propia vida y consecuencias, también lo es para todos los demás.
Es que el ser humano nunca escapa a la verdad, al bien, y es ahí donde empieza a construir en
carne propia el modelo de persona que debe servir para la época entera. Y también de esto se
deriva el problema a solucionar en este ensayo, a saber, el desarrollo de la comunidad en presencia
de esta condición de sus integrantes. Examinaremos esta cuestión abordándola desde distintos
focos y propósitos que presentan las interrelaciones, ya que en ello encontramos las verdaderas
explicaciones al problema.(Sarte)

Después de reflexionar, de existir para ya ser consciente de sus actos, el hombre se encuentra con
un problema gigante y es el que se refiere a la vida en comunidad: ¿Cómo reconciliarse con miles de
personas que piensan distinto?, y aquí lo más importante, ¿ Aquel encontrón acaso no es
comparable con lo que siente alguien fielmente engañado? Entonces el ciudadano solo tiene dos
propósitos y/o objetivos para participar en sociedad, y es esto el argumento central del problema.

Cuando Rousseau se refería a que cada individuo de la sociedad debía ceder su voluntad hacia una
voluntad general, nombrándolo como una “enajenación de las voluntades”, nombraba justamente
una de las formas más propicias para eliminar de raíz el problema que atañe al humano en su
encuentro con la sociedad, podríamos decir justamente que es la solución más eficaz, pero la menos
sincera. Es que cuando el hombre renuncia a su voluntad particular para el bien común es un ataque
a su individualidad, una expropiación de un pequeño campo en el que él creía ser parte creativa y
por lo tanto activa, una momentánea deformación del ideal. Pero el hombre renuncia porque sabe
que es solo una pequeña parte de él, sigue confiando en que él actúa obrando el bien porque lo que
designa es de manera consciente y ello nunca va a cambiar.

Por otra parte, hay quienes creen que la manera en que esta forma de vivir afecta el ideal es
irreparable, y no puede ser de ninguna forma permitida. Lo que significa que el humano debe estar
en constante busca de la validación de sus verdades, por lo menos, un camino que interponga
pruebas que lo modifiquen sin saber, un encuentro con su anhelo más profundo que se refiere a la
verdad última, pero bien no queremos que sea cualquier forma de verdad, sino que aquella que
conserva el molde elaborado por nosotros, y ello difícilmente puede encontrarse renunciando a
voluntades por sobre las del conjunto.

Si bien el hombre es un ser social, también no significa que nuestro acto social sea entregado
puramente a él, sabemos que en nuestro relacionar hay mucho de nosotros en él. La forma que lo
hacemos es fundamental, pero más es hacerlo recordando quienes somos.

Fabrizio Agulló

Lucas Galvez

4b

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