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EL PÁJARO PINTADO

" Para el hombre de criterio,


estar solo y estar equivocado
es una misma y única cosa..."
Jean Paul Sartre.

El tema que da unidad a este libro –que a lo largo de los capítulos va enlazando una
gran variedad de temas aparentemente diversos que en él se exponen –es la idea de la
víctima propiciatoria y su función en el metabolismo moral de la sociedad. En particular
he intentado mostrar que el hombre social teme al Otro e intenta destruirlo; pero que
paradójicamente necesita a este Otro y, si es necesario, lo crea, para que –al invalidarlo
como malo- pueda confirmarse a sí mismo como bueno. Estas ideas son transmitidas con
habilidad artística consumada por Jerzy Kosinski en su extraordinario libro «El Pájaro
Pintado». El título alude a este mismo tema: El Pájaro Pintado es el símbolo del Otro
perseguido, de «El Hombre Manchado».
La historia es un cuento desazonador que nos narra lo que le sucede a un muchacho de
seis años «de una gran ciudad de la Europa oriental (que) durante las primeras semanas
de la Segunda Guerra Mundial... fue enviado por sus padres, al igual que miles de otros
niños, a una aldea distante en busca de seguridad». Para proteger a su hijo de las ruinas de
la guerra en la capital; sus padres, pertenecientes a la clase media, lo confían al cuidado de
una mujer campesina. Al cabo de dos meses de su llegada, ésta muere. Los padres no lo
saben y el niño no tiene medios a su alcance para ponerse en contacto con ellos. Se
encuentra a la deriva en un océano de humanidad a veces indiferente, a menudo hostil y
pocas veces protectora.
Durante sus peregrinaciones a través de la campiña de la destrozada Polonia, el niño
vive durante cierto tiempo bajo la protección de Lekh, joven de recia complexión, solitario
pero honrado, que se gana la vida como trampero. Es este episodio el que de modo tan
conmovedor expresa el tema de que para la tribu el Otro es un extraño peligroso, el
miembro de una especie hostil que debe ser destruida.
Lekh ama a una mujer, Ludmila, con la que sostiene apasionadas relaciones sexuales.
Ludmila había sido violada cuando era una niña adolescente y en el momento en que la
encontramos, está loca de deseo sexual. Los granjeros la llaman «la estúpida Ludmila». El
episodio que nos interesa acontece tras un período de separación entre Lekh y Ludmila. Lo
transcribiré íntegro.
«A veces pasaban los días y la Estúpida Ludmila no aparecía por el bosque. Entonces
Lekh se sentía poseído por una rabia sorda. Contemplaba solamente a los pájaros
enjaulados, murmurando algo para sí. Por fin, tras prolongado examen, escogía el pájaro
más fuerte, lo ataba a su muñeca y preparaba pinturas malolientes de diversos colores, que
él componía a partir de los más variados elementos. Cuando los colores le satisfacían,
ponía el pájaro boca arriba y pintaba sus alas, cabeza y pecho con los colores del arcoiris,
hasta que quedaba más vívido y moteado que un ramillete de flores silvestres.
Después, nos adentrábamos en la espesura. Una vez allí, Lekh cogía el pájaro pintado y
me mandaba sujetarlo con mis manos presionándolo ligeramente. El ave empezaba a
gorjear y a llamar a una bandada de su misma especie, que volaba nerviosamente sobre
nuestra cabezas. Nuestro prisionero, al oírlos, luchaba por ir hacia ellos, cantando más
fuertemente y con el corazón batiendo violentamente encerrado en su pecho recién
pintado.
Una vez reunido un número suficiente de pájaros sobre nuestras cabezas, Lekh me
hacía una señal para que soltara al prisionero. Este se remontaba libre y feliz, como una
mancha de arcoiris destacando sobre el fondo de nubes y se zambullía entre la banda que
le estaba esperando. Durante unos instantes, los pájaros permanecían confundidos. El
pájaro pintado daba vueltas de un extremo al otro de la bandada, intentando convencer a
su tribu de que era uno de ellos. Pero, desconcertados por sus brillantes colores, volaban a
su alrededor sin convencerse. El pájaro pintado era rechazado cada vez más lejos, a pesar
de sus intentos de penetrar en las filas de sus congéneres. Poco después veíamos cómo uno
tras otro los pájaros se lanzaban a un ataque encarnizado. Muy pronto aquella forma de
mil colores desaparecía del cielo y caía sobre la tierra. Estos incidentes sucedían a menudo.
Cuando finalmente encontrábamos los pájaros pintados, solían estar muertos. Lekh
examinaba atentamente el número de heridas que habían recibido. La sangre fluía por sus
alas coloreadas, diluyendo la pintura y manchando las manos de Lekh.
Sin embargo, la Estúpida Ludmila no regresa. Para desahogar su cólera frustrada, Lekh
prepara otro sacrificio. Veamos cómo lo describe Kosinski:
«Cierto día atrapó un enorme cuervo, cuyas alas pintó de rojo, el pecho de verde y la
cola de azul. Cuando apareció sobre nuestra cabaña una bandada de cuervos, Lekh liberó
al pájaro pintado. Tan pronto como se unió a sus compañeros, dio comienzo una batalla
desesperada. El ave transformada se vio atacada por todos lados. Plumas negras, rojas,
verdes y azules empezaron a caer a nuestros pies. Los cuervos revoloteaban frenéticos en
el cielo y repentinamente el cuervo pintado vivo, abría el pico e intentaba en vano mover
sus alas. Sus ojos le habían sido arrancados a picotazos sobre sus plumas pintadas manaba
sangre fresca. Hizo un nuevo intento por levantarse de la tierra pegajosa, pero ya no le
quedaban fuerzas.»
El Pájaro Pintado es el símbolo perfecto del Otro, del Extraño, de la Víctima
Propiciatoria. Con maestría inimitable, Kosinski nos muestra las dos caras del fenómeno:
si el Otro se diferencia de los miembros del rebaño, es arrojado fuera del grupo destruido;
si es igual a ellos, interviene el hombre y le hace aparecer distinto, a fin de que pueda ser
expulsado y destruido. Del mismo modo que Lekh pinta a su cuervo; los psiquiatras
cambian el color de sus pacientes y la sociedad, globalmente considerada, manchada, a sus
ciudadanos. Esta es la gran tragedia de la discriminación, de la invalidación y de la
creación de víctimas propiciatorias. El hombre busca, crea e imputa diferencias para
alienar mejor al Otro. Al expulsar al Otro, el Hombre Justo se enaltece a sí mismo y
desahoga su ira frustrada de una manera que sus semejantes aprueban. Para el hombre,
animal de rebaño, igual que para sus antepasados no-humanos, la seguridad radica en la
similitud. Por esto la conformidad es buena y la divergencia es mala. Emerson lo
comprendió muy bien. «En todas partes la sociedad conspira contra la virilidad de cada
uno de sus miembros» –advirtió–, «La virtud, la mayor parte de las veces, es conformidad.
La autoconfianza es su contrario.»
Quienquiera que aprecie la libertad individual, la diversidad humana y el respeto a las
personas, no puede evitar sentir desaliento ante tal espectáculo. Para quien crea, como yo,
que el médico debería ser un protector del individuo, hasta cuando éste entra en conflicto
con la sociedad, resulta especialmente descorazonador que, en nuestros días, el pintar
pájaros se haya convertido en una actividad médica aceptada y que, entre los colores
utilizados, los diagnósticos psiquiátricos sean los que están más de moda.
THOMAS SZASZ
Sin querer ha llegado a mis manos, el vuelo de los Pájaros Pintados, lo verdadero está más allá de lo
que se ve, de lo que se huele, de lo que se toca, de lo que se escucha, cáscaras apenas de lo subyacente
y esencial, lo esencial está ligado a lo afectivo.
Tabarez

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El pájaro pintado por César VIDAL


Existe una vieja tradición en Polonia que deja trágicamente de manifiesto hasta qué punto la
crueldad no resulta patrimonio de los adultos sino que forma parte innegable del universo infantil.
El juego es el siguiente: un grupo de niños captura un pájaro, pinta sus plumas de un color diferente
y, acto seguido, lo suelta en medio de otros miembros de su especie. Lejos de acoger a su
compañero –ésa es la gracia trágica del juego–, las aves contemplan al desdichado animalillo de
tonalidad distinta y comienzan a picotearlo hasta la muerte. Sin duda, es de los suyos, pero son
incapaces de verlo como tal.

La angustiosa imagen fue utilizada por Jerzy Kosinski para su novela «El pájaro pintado». He
vuelto varias veces a este libro y siempre me causa una especial desazón. Un niño –seguramente
judío – es dejado por sus padres al cuidado de unos extraños para que sobreviva en la Polonia del
Holocausto. La criatura, sin embargo, a pesar de ser tan humano como cualquier otro niño, es, en
realidad, un pájaro pintado. Pocas imágenes habrían convenido más al genocidio que la de ese
animal que es igual y, sin embargo, sólo recibe golpes de sus congéneres que buscan arrancarle la
vida con cierto grado de diversión. La «intelliguentsia» rusa, a la que exterminaron los
bolcheviques sólo podía ser acusada de una ingenuidad deplorable en su misma nobleza de espíritu,
pero fue fusilada y enviada al Gulag por millones.

De Kafka a Roth

Los judíos de Europa durante el Holocausto eran pobres inquilinos de «ghettos» en una Polonia
profundamente antisemita o miembros de una élite intelectual en Austria o Alemania. Dio lo
mismo. La gente de la que habían surgido Kafka, Freud, Mahler o Roth fueron enviados a las
cámaras de gas. Eran iguales, pero ya los habían pintado con los tonos sucios del antisemitismo y
sólo podían esperar picotazos de sus contemporáneos hasta su muerte. Pocas veces una imagen
habrá resultado tan acertada y tan oportuna para recordarla en los días que corren.
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Jerzy Kosinski
Jerzy Kosinski (nacido con el nombre Josek Lewinkopf) (1933 – 1991) fue un novelista
estadounidense de origen polaco. Sus obras más conocidas son El Pájaro Pintado (1965) y Desde
el jardín (1971).
Infancia, estudios y matrimonio
El nombre real de Kosinski era Josek Lewinkopf. Nació en Lodz, Polonia, el 18 de junio de 1933,
de modo que era un niño cuando comenzó la Segunda Guerra Mundial. Sobrevivió a las matanzas al
cambiarse el nombre por el de Jerzy Kosinski y hacerse pasar por católico, acogido por una familia
campesina de la Polonia Oriental gracias a las gestiones de su padre, que incluso logró para él una
partida de bautismo falsa.
Después de la Segunda Guerra Mundial, Kosinski se reunió de nuevo con sus padres y estudió
historia y ciencias políticas en la Universidad de Lodz, trabajando como asistente en la Academia
Polaca de las Ciencias. En 1957 emigró a los Estados Unidos.
Se graduó en la Universidad de Columbia y fue profesor en Yale, Princeton y otras universidades.
En 1965 obtuvo la ciudadanía estadounidense.
Se casó en 1962 con Mary Hayward Weir, que falleció en 1968 debido a un cáncer cerebral. Más
tarde, se volvió a casar con Katherina von Fraunhofer.

Obra
Las novelas de Kosinski aparecían habitualmente en la lista de libros más vendidos del New York
Times. Se han traducido a más de 30 lenguas, y el total de ventas se estimaba en unos 70 millones
de ejemplares en 1991.

El Pájaro Pintado
El Pájaro Pintado relata la experiencia de un niño (de religión y etnia desconocidos, aunque de
apariencia judía y gitana) que deambula desamparado por las zonas campesinas de la Polonia
Oriental antes y durante la Segunda Guerra Mundial. Su periplo sin rumbo a través de un mundo
cruel, ignorante y supersticioso, se convierte en una metáfora de la condición humana.
La novela, en la que se han querido ver reminiscencias autobiográficas (aunque Kosinski haya
desmentido que se trate de una autobiografía en el sentido estricto), fue considerada por Arthur
Miller, Elie Wiesel y otros como una de las obras más importantes de la literatura del Holocausto.
Así, Weisel, por ejemplo, escribió en el New York Times Book Review que se trataba de "una de las
mejores... escrita con profunda sinceridad y sensibilidad".
Tras la publicación del libro en Estados Unidos, Kosinski fue acusado en su país natal de
antipatriota debido a su implacable descripción del medio rural polaco. Las acusaciones se
intensificaron en 1968, con la campaña antijudía que pusieron en marcha las autoridades polacas,
que obligó a muchos judíos a abandonar el país.
El libro fue prohibido en Polonia y otros países de Europa Oriental, y el autor recibió amenazas
personales, que llegaron incluso a un intento de agresión en su propia casa por parte de dos
inmigrantes polacos que le recordaban mucho a los campesinos que conoció en su infancia.
Kosinski se dolía de que los polacos odiaran su libro y a su persona sin siquiera haber tenido la
ocasión de leerlo.
Finalmente, pudo publicarse en Polonia en 1989. En Varsovia se vendieron miles de ejemplares en
poco tiempo y la gente hacía colas de varias horas para comprar libros autografiados por el autor.2
El crítico literario y profesor de la Universidad de Varsovia, Paweł Dudziak, calificó El Pájaro
Pintado como una gran obra y resaltó su vertiente simbólica, argumentando que las acusaciones de
antipatriótica no tenían sentido ya que las descripciones de los ambientes y los caracteres que
aparecían en el libro no debían ser tomadas literalmente.
Sin embargo, la recepción del libro no fue uniformemente positiva. "Cuando el Pájaro Pintado de
Kosinski fue traducido al polaco – escribió Iwo Cyprian Pogonowski – lo leyó la gente con la que la
familia Lewinkopf había vivido durante la guerra. Se escandalizaron por las historias de abusos que
nunca habían ocurrido. Reconocieron los nombres de algunos niños judíos a los que ayudaron
durante la guerra, niños que sobrevivieron gracias a ellos, ahora representados como víctimas de su
abuso. Estaban furiosos por la ingratitud de Jerzy".
En posteriores reediciones, Kosinski explicó que tanto la nacionalidad como la raza de sus
personajes se había ocultado para prevenir malas interpretaciones, e insistió en que la novela no era
una autobiografía, sino una metáfora de la confrontación entre el ser humano en su estado más
indefenso (un niño) y la sociedad en su estado más inhumano (la guerra).

Pasos
Pasos (1968), una novela construida a partir de fragmentos de fuerte contenido autobiográfico, es
probablemente su novela de mayor prestigio. Ganó el National Book Award en 1969.
En 1975, Chuck Ross (un escritor de Los Ángeles) realizó un experimento con esta novela: envió
21 páginas del libro a cuatro editores firmadas con el seudónimo Erik Demos. El libro fue devuelto
por todos los editores, incluso por Random House, que había publicado la novela de Kosinski. En
1981 repitió el experimento, pero esta vez enviando la novela entera. El resultado fue el mismo.

Desde el jardín
Desde el jardín (1971) es una novela corta, sencilla y divertida, de un tono muy diferente a las otras
dos, que, bajo su aparente calma, arremete contra la superficialidad del mundo moderno.
Fue convertida en película en la película Bienvenido Mr. Chance en 1979, dirigida por Hal Ashby y
protagonizada por Peter Sellers. Kosinski participó en la elaboración del guión y ganó un Óscar de
la Academia por ello.

Controversias
La vida y obra de Kosinski está tan llena de zonas oscuras como sus obras, hasta el punto de que el
propio Kosinski parece en ocasiones un personaje de ficción.
Según el escritor, ensayista, editor y traductor norteamericano Eliot Weinberger, Kosinski no pudo
ser el autor de El Pájaro Pintado porque no dominaba suficientemente la lengua inglesa en la época
de su publicación (sólo llevaba seis años en Estados Unidos). M.A. Orthofer matiza la afirmación
de Weinberger diciendo que el mismo Kosinski fue una falsificación en algunos aspectos, porque
aparentó ser alguien que no era en realidad (como muchos de los personajes de sus libros). Las
mejores falsificaciones son las que siembran dudas acerca de qué parte de ellas es verdadera y qué
parte no lo es.
En Jerzy Kosinski: A Biography, de James Park Sloan, D. G. Myers argumenta que los hechos
relatados en El Pájaro Pintado son ficticios y se hicieron pasar por autobiográficos por consejo de
los editores.

El artículo de Stokes
En junio de 1982, un artículo publicado en Village Voice y firmado por Geoffrey Stokes y Eliot
Fremont-Smith, acusó directamente a Kosinski de plagio. Aseguraban que gran parte de su trabajo
estaba tomado de fuentes polacas, que resultaban inaccesibles a los lectores occidentales. Citaban,
por ejemplo, que Desde el jardín tenía una gran semejanza con Kariera Nikodema Dyzmy — una
conocida novela polaca de 1932 escrita por Tadeusz Dołęga-Mostowicz. También señalaban que
Kosinski había escrito El Pájaro Pintado en polaco, y que luego había hecho que se tradujera en
secreto al inglés para su publicación. Otra grave acusación, fundamentada en las diferencias
estilísticas y de puntuación entre unas novelas y otras, sostenía que Kosinski y sus editores
utilizaban en aquel momento escritores sin acreditar para redactar sus obras. El poeta y traductor
neoyorquino George Reavey aseguró haber escrito El Pájaro Pintado para Kosinski, aunque no se
le prestó mucha atención.
El artículo también presentaba una visión diferente de la vida de Kosinski durante la Segunda
Guerra Mundial, apoyada posteriormente por la biógrafa polaca Joanna Siedlecka y por Sloan. El
artículo aseguraba que El Pájaro Pintado parecía ser semi-autobiográfico, pero que se trababa de
pura ficción, ya que Kosinski había pasado toda la guerra oculto con una familia católica y que no
había sido maltratado.
El escritor y editor británico Terence Blacker respondió en 2002 a este artículo, señalando que los
libros de Kosinski tenían una visión y una voz consistente entre ellos, y que el verdadero problema
de su autor era que había despertado muchas envidias por su estilo de vida (poco convencional y
abundante en excesos) y su éxito.
John Corry, un personaje controvertido por sí mismo, defendía a Kosinski en un artículo publicado
en el New York Times en 1982. Entre otras cosas, Corry alegaba que la teoría de que Kosinski era
un falsificador y un plagiario, y que estaba a sueldo de la CIA, fue difundida por el gobierno
comunista polaco para desacreditarle.
Otro argumento de los defensores de Kosinski era que, al basarse en las diferencias estilísticas entre
sus diferentes obras para apoyar la teoría del plagio, sus detractores parecían olvidar que esas
mismas diferencias existen en casi todos autores si se considera un periodo de tiempo
suficientemente largo.
Kosinski mismo respondió que él nunca había dicho que sus libros fueran autobiográficos. En 1988,
escribió Te Hermit of 68th Street, donde demostraba lo absurdo que resultaban las investigaciones
sobre su trabajo previo insertando notas a pie de página en prácticamente todas las palabras del
libro.
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