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INGENIERIA ELECTROMECÁNICA II

TAYLORISMO
Como primera síntesis en que culmina el desarrollo de las ideas sobre la organización
de las actividades industriales, sobre todo en lo que concierne a los problemas de
"dirección" y "organización" de la empresa industrial, destacan la obra de una figura
que marca el comienzo de una época: Frederick Winslow Taylor, que ofrece una
primera síntesis teórica (contrapuesta a la visión práctica de un Henry Ford) de los
saberes acumulados sobre la organización en el sector industrial.

La obra de Taylor y sus colaboradores pretendió, desde un enfoque basado en la


racionalidad científica, elaborar una sistemática de la nueva forma de organizar la
empresa. Louis Bradel denominó este enfoque, denunciando su retórica dramática,
"scientific management"i[1]. Su rápida difusión despertó entonces casi ingenuas
expectativas, cuyo cumplimiento vemos hoy más críticamente, sobre las posibilidades
de controlar, casi con la exactitud con que se resuelve un problema matemático, toda la
actividad organizativa en la empresa industrial. Se pensaba que era pues posible,
simplemente esforzándose por la profesionalización de la dirección - dándole la sólida
base de una nueva ciencia: la de la organización industrial, progresar constantemente en
la dirección (management) del sistema productivo.

La obra de Taylor convertía así en programa explícito una tendencia ya latente en los
trabajos anteriores sobre organización: la "racionalización" total del quehacer
productivo, interpretando ese racionalizar como comportamiento "científico"
contrapuesto al mero "arte" o "savoir faire" más o menos intuitivo y basado en la
experiencia. Hoy la crítica detecta en tal programa rasgos de una ideología
"tecnocrática", es decir, basada en la dogmática y primado de la "razón instrumental"
(según el diagnóstico weberiano) que se manifiesta en la "fe" sobre la eficiencia de una
tecnologización de la planificación y organización de todos los factores de producción.

No puede pasarse por alto que el fenómeno taylorista, en cuanto triunfo de la visión
tecnocrática de la interacción entre hombre y naturaleza, se desarrolla paralelamente, y
en los mismos ámbitos de cultura industrial que el pensamiento teórico económico
moderno, es decir, que ambos señalan un dominio socio-cultural del paradigma del
"homo oeconomicus". Pero es claro que ambos desarrollos ofrecen rasgos bien
diferenciados, y el estudio de sus relaciones mutuas plantea exigencias muy altas al
sistema de su observación en lo que concierne a los instrumentos conceptuales y lógicos
necesarios para su análisis. El taylorismo se construye desde la perspectiva del técnico,
del ingeniero que aplica al mundo real los conocimientos de la nueva Ciencia, como lo
hicieron los ingenieros y técnicos casi desde el comienzo de la Revolución Industrial, y
es desde ese enfoque desde el que se desarrollan las ideas y modelos sobre la
organización.

Apuntes de Cátedra 1
Ing. José M. Triano
UTN-2013
INGENIERIA ELECTROMECÁNICA II

Como principal diferencia frente al enfoque o paradigma de la teoría económica


dominante ("marginalista") hay que notar un punto central: indirectamente la crítica del
taylorismo se dirigía contra aquel modo de ver, en que, sesgados por las presuntas
evidencias aceptadas en el (para nosotros: despiadado o "fundamentalista") radical
liberalismo económico del siglo XIX, se declaraba como tema central de toda actividad
económica el grupo de los problemas financieros y de acumulación de capital. Esto
implicaba centrar, en claro reduccionismo injustificado, las decisiones empresariales en
la mera consideración de las magnitudes estrictamente económicas (beneficios, costes,
rentabilidades etc.). Así se llevaba a la praxis el dogma de que el único motor de la
economía es el deseo de maximizar el beneficio y se descuidaba también, como era
también la regla en la teoría económica, mirar dentro de la caja negra ("black box") que
es la organización interna de la empresa. Y la analítica propugnada por Taylor en su
programa de optimización de operaciones suponía precisamente una refutación,
práctica, del programa de visión indiferenciada propio de las teorías económicas al uso.

Al considerar este planteamiento debe subrayarse otro aspecto crítico para la


comprensión de las teorías sobre la organización. Las exposiciones al uso (manuales
etc.) suelen situar a la "gestión científica del trabajo" como un enfoque carente de toda
sensibilidad ante la persona del trabajador. Esto puede deberse a razones ideológicas en
el caso de la línea iniciada por Braverman pero, más frecuentemente, responde a una
visión indiferenciada y muy sesgada en que el "malo" de la película es el taylorismo y el
"bueno" es el Movimiento de Relaciones Humanas nacido en los famosos experimentos
en Hawthorne realizados por Mayo y seguidores. Habría pues que evitar caer en los dos
extremos, de "culto" a la racionalidad tecnológica, y de "fervor" misionero de las
virtudes de la consideración psico-social o motivacional de las relaciones humanas en el
ámbito del quehacer organizacional. Es preciso huir de una visión que, en el mejor de
los casos, sería injusta al generalizar excesivamente y no advertir que junto al innegable
acento sobre los aspectos humanos y sociales de la organización, por más que esta
dimensión pueda dar pie a excesos justificados en la ideología tecnocrática, es evidente
que la dimensión de lógica y técnica del organizar, tal como pretendió sistematizarla el
taylorismo, sigue siendo una exigencia esencial para todo sistema "soci-tecnico".

Hoy, los planteamientos de Taylor y Ford conservan su interés. Estas teorías surgidas
en lo que podemos denominar "madurez" de la revolución industrial, y en las no sólo
culminan los trabajos anteriores sobre organización sino que marcaron las pautas a la
organización industrial de casi todo un siglo, nos resultan incluso más interesantes al
contrastarlas con los nuevos enfoques sobre la "eficiencia técnica" de los sistemas de
organización de la producción. En la que ya muchos consideran como una nueva
revolución industrial: "nueva ola", Toyotismo, Lean Production etc., se manifiestan
rasgos que pueden comprenderse mejor si uno los compara con los de los sistemas
Apuntes de Cátedra 2
Ing. José M. Triano
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anteriores, que en cierto modo se manifiestan en "estado puro" (casi al nivel de un "tipo
ideal" a lo Weber). Por eso, este nuevo volver a las fuentes para revisar las magnitudes
de eficiencia técnica, de infraestructura para la "productividad". Este interés marcará
sobre todo el tratamiento del Fordismo en esta exposición.

Quizá una de las lecciones de la "Historia" (magistra vitae) de este momento en el


desarrollo de las ideas sobre organización, consista en sensibilizarnos ante aparentes
"seguridades" o datos "incuestionables".

Una visión en su marco histórico del "taylorismo" (y del "fordismo") lo muestra como
forma históricamente condicionada en la definición y estructuración los problemas (es
decir, del modo de meta-observación) de la organización. El hecho de que durante
mucho tiempo se le considerara como la (única) manera "normal" de ver y justificar las
cosas en el ámbito industrial - pretensión que evidentemente nunca fue justificada -
muestra lo cuestionable de lo que se daba como incuestionable.

En un plano más profundo, probablemente no percibido por la mayoría, tras la


supuesta "racionalidad" y carácter "científico" de muchas doctrinas pueden encontrarse
motivos de orden cultural y hábitos sociales muy particulares, por ejemplo: los propios
de la sociedad burguesa del final de siglo en Taylor, con sus ideales de orden
establecido autoritaria y disciplinalmente, y los que traducen la fe en el progreso técnico
al ideal de una sociedad de consumo de bienes difundidos a gran escala en el fordismo.
Es a ese nivel al que debería llegar el análisis de la semántica de las teorías. Sin ello,
podría correr la misma suerte que el "Estructuralismo" de los años sesenta: convertirse
en máquina de descripción de "relaciones" entre magnitudes relevantes para una cultura,
pero sin llegar a plantear las cuestiones sobre las condiciones o intereses que están tras
dichas relaciones. Pero antes de pasar a dicha fase crítica será necesario recopilar los
datos que permiten reconstruir la estructura del paisaje mental en que se elaboraron
estas teorías.

Apuntes de Cátedra 3
Ing. José M. Triano
UTN-2013
INGENIERIA ELECTROMECÁNICA II

EL TAYLORISMO: LA ADMINISTRACIÓN "CIENTÍFICA" DE LA


ORGANIZACIÓN INDUSTRIAL

1. La personalidad de Taylor
Taylor (1856-1915) nació en Filadelfia. Su padre era jurista. Recibió una buena
formación, inicialmente orientada a seguir la carrera del padre. Destacó en estudios en
baseball y tuvo oportunidad de venir a Europa, con su madre, en 1872ii[2] - un viaje que
le permitió conocer la filosofía moderna, y que probablemente influyó luego en su
forma de aplicar el método analítico cartesiano de la duda, desglose de problemas y
ordenación sistemática de las ideas.

En ese mismo viaje conoció estudios realizados en


Inglaterra sobre el trabajo en las manufacturas inglesas 1[3].
Aunque superó los exámenes de admisión en Harvard debió
abandonar el estudio por problemas en la vista debidos a sus
largos estudios durante la noche. La concepción taylorista,
con su detallismo y rigidez puede responda a los rasgos de
una compleja personalidad analítica, tenaz, entusiasta, y
altamente problemática desde el punto de vista de su salud
psíquica (pues sus éxitos deportivos parece indican una
buena salud básica corporal): con enorme fuerza de
voluntad, como afirman todos sus biógrafos, exageraba la
Frederick W. Taylor autodisciplina y el orden (hasta llegar a creer poder
controlar procesos fisiológicos como el sueño1[4]).
En su forma de
trabajo era analítico, minucioso y decidido positivista en lo tocante a la materialidad de
los hechos observados.

En 1875, recuperada su visión entró de "aprendiz" en la Enterprise Hydraulic Works


de Filadelfia.

Y tres años después pasó a la Midvale Steel Company, donde comenzó como simple
operario en el taller de máquinas, para luego ascender en todos los peldaños de la
organización de un taller, como encargado en taller intentando mejorar la productividad
mediante sistemas de incentivos. A los 25 ganaba un campeonato de dobles en tenis.
Taylor no se formó pues predominantemente en teorías, sino en la práctica, en la que -
como debe subrayarse - había comenzando desde abajo, como simple aprendiz y
operario.

Mientras trabajaba en la Midvale, en sus horas nocturnas, Taylor estudió Ingeniería


Mecánica en el Stevens Institute of Technology - en 1883, concluyó su estudio de in-

Apuntes de Cátedra 4
Ing. José M. Triano
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geniería y comenzó a trabajar como ingeniero jefe con responsabilidad sobre el


mantenimiento y mejora de todo el parque de maquinaria de la Midvale Steel Company
en la que organizó todo un nuevo taller. Podía haber continuado una brillante carrera de
ingeniero e inventor, pues logró más de 40 patentes. Pero su interés científico le hizo
abandonar en 1890 la empresa de aceros y pasó a dirigir, de general manager, la
Manufacturing Investment Company, en la que tuvo que desempeñar tareas globales de
management, pero donde continuó, hasta 1893, su dirección inmediata de la fabricación.

Es allí donde introdujo su sistema de remuneración por unidades fabricadas (véase


más abajo) y se ocupó de los problemas del cálculo de costes así como de un sistema de
informes. También en ese puesto se dedicó a solucionar problemas técnicos de
producción. Diseñó herramientas y útiles así como nuevas máquinas, pero sobre todo
desarrolló nuevos procedimientos en en procesado de metales (publicó sus resultados en
distintas revistas). En los años 1898 y 1899 completó esos trabajos buscando formas de
mejorar aleaciones de acero (patente en 1899), que permitían elevar las velocidades de
procesos de mecanizado con máquinas herramientas - aparte, de poder emplear la
electricidad con lo que desaparecía la servidumbre anterior de las máquinas a las poleas
de transmisión.

Entre 1893 y 1898, Taylor trabajó como consultor autónomo y pudo difundir mejor
sus ideas en conferencias. En su última fase de actividad práctica, hasta 1901, trabajó en
una fábrica de armamento, donde se le contrató para reducir costes. Aquí pudo emplear
todo el abanico de instrumentos de racionalización desarrollado hasta entonces.

Destacan entre esos instrumentos sus mediciones de tiempos y movimientos en el


trabajo de los obreros que tenían que cargar lingotes en los vagones.

A los 45 años, en parte por razones de salud, pero sobre todo para tener más tiempo
que dedicar a sus estudios, dejó de trabajar como ejecutivo y se dedicó a elaborar sus
ideas. Puede decirse que en esta última fase trabajó casi como un profeta de un nuevo
ideal: la renovación racional de las industrias.

Desde 1904 al 1914, con su mujer, con la que adoptó tres hijos, vivió en Filadelfia. La
American Society of Mechanical Engineering le nombró presidente en 1906. Muchas de
sus publicaciones aparecieron en las Transacciones de la sociedad. Conseguida una base
de independencia económica, Taylor se dedicó, rodeado ya de un buen grupo de
alumnos (entre ellos Gantt), a propagar, como misionero de sus propias concepciones, la
nueva "dirección científica de la empresa". Taylor, como muestra la investigación
reciente, sólo escribió por si mismo una parte de su obra central "The Principles of
Scientific Management" (1911) donde condensa sus ideas - aunque parece utilizó el
manuscrito de un colaborador (M.L. Cooke). Pero Taylor sabía trabajar en equipo,
estimaba la "cooperación" real, y organizaba bien el trabajo de sus colaboradores a los
Apuntes de Cátedra 5
Ing. José M. Triano
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que permitía exponer opiniones incluso contrarias (como sucedió con las de Gantt o
Gilbreth). En su trabajo le ayudó, sobre todo, su compañero de estudios Henry L.
Gantt (conocido por sus histogramas o gráficos que llevan su nombre). Esta actitud de
cooperación es un rasgo típico en su forma de actuar que él recomienda se ejerza
también en el ámbito de la organización industrialiii[5].

Junto a la solución de problemas técnicos ingenieriles, Taylor realizó un profundo y


detenido trabajo de reflexión en que desarrolló sus ideas sobre el "Management
científico", es decir, sobre una gestión racional y apoyada en todos los instrumentos
analíticos posibles de los procesos de fabricación.

i[1]
Citado en: Jenks, Leland H. (1960): Early Phases of the Management Movement. En: Administrative
Science Quaterly V, pp. 421-447.
ii[2]
Su biografía ha sido escrita repetidas veces, destacan: Copley, F.B. (1923): Frederick Taylor: Father
of Scientific Management, 2 vols. Nueva York; Kakar, S. (1970): Frederick Taylor: A study in
personality and innovation. Cambridge Mass.
iii[5]
Las obras sobre la gestión científica del trabajo se publican muy pronto:

Brandeis, L.D. (1911): Scientific Management and the Railroads, New York: Engin. Mag. Co.;
Dartmouth College (1912): Conference on Scientific Management. Dartmouth, N.H.; Drury, H.B. (1918):
Scientific Management: A History and Criticism, Columbia University Studies in History, Economics,
and Public Law, vol. 65, nr. 2.; Farquhar, H.H. (1918): Positive Contributions of Scientific Management.
Bulletin of the Taylor Society, octob. vol. 4.; Hunt, E.E. (ed.) (1924): Scientific Management Since
Taylor, New York: McGraw; Thompson, C.B.(ed.)(1914): Scientific Management. Cambridge MA:
Havard Univ. Press.; Thompson C.B. (1917): The Theory and Practice of Scientific Management. Boston:
Houghton.

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Apuntes de Cátedra 6
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