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28 de noviembre de 1947 - ¿CÓMO HACERSE UN CUERPO SIN ÓRGANOS?

Se dice: ¿qué es el CsO? -pero ya se está en él,


arrastrándose como un gusano, tanteando como un
ciego, corriendo como un loco, viajero del desierto y
nómada de la estepa. En él dormimos, velamos,
combatimos, vencemos y somos vencidos, buscamos
nuestro sitio conocemos nuestras dichas más inauditas y
nuestras más fabulosas caídas, penetramos y somos
penetrados, amamos.

El CsO, como figuración conceptual, aparece ya determinado desde el comienzo como aquello
que excede, que desborda, aquello que decididamente no puede ser nuestro, que no cesa de
deshacerse y en ello precisamente consiste: no algo de lo que se hace propiedad o que
constituya tenencia sino pura experimentación que nos reclama, en la que estamos y de la que
no podríamos escapar. Cabría decir inclusive que aparece determinado no sólo al iniciar el
texto de la meseta seis —"De todas maneras tenéis uno (o varios), no tanto porque preexista o
dado hecho —aunque en cierto sentido preexiste—, sino porque de todas maneras hacéis uno
no podéis desear sin hacer uno —os espera, es un ejercicio, una experimentación inevitable, ya
hecha en el momento en que la emprendéis, no hecha en tanto que no la emprendáis. No es
tranquilizador, puesto que podéis fallarlo."— sino desde la apertura del libro, con Rizoma,
donde queda claro que en tanto agenciamiento maquínico el libro mismo está "orientado hacia
los estratos, que sin duda lo convierten en una especie de organismo, o bien en una totalidad
significante, o bien en una determinación atribuible a un sujeto; pero también está orientado
hacia un cuerpo sin órganos que no cesa de deshacer el organismo, de hacer pasar y circular
partículas asignificantes, intensidades puras, de atribuirse los sujetos a los que tan sólo deja un
nombre como huella de una intensidad".

Es evidente que esta figuración, como fragmento de inmanencia, no puede ser central, pero
recorre la maquinaria conjugando diversas series y formando continuidades de potencia
insospechadas. Desde ahí comenzamos, nunca por el principio o por el final, siempre por el
medio.

Parece, pues, que desde el comienzo había que señalar el riesgo, dar cuenta de los peligros a
los que tal experimientación nos expone. Cuerpo paranoico, cuerpo drogado, cuerpo
masoquista, esquizofrénico, hipocondríaco, todo un desfile de pellejos agónicos, huecos,
desahuciados. La regla es enunciada sin demoras: PRUDENCIA. Toda experimentación
implica esta regla si se quiere seguir por la línea de incremento. Las preguntas nos hacen
avanzar: ¿qué pasa con el CsO lleno? ¿qué pasa por él? ¿cómo hacer pasar otras
intensidades y de qué depende que éstas se produzcan y pueblen y fluyan por el CsO?
Se delinean dos fases que corresponden a dos preguntas generales y a una relación entre
procesos opuestos pero complementarios: la primera, la fase de producción del CsO, que como
tal va a ser de un tipo o género y va a producir ciertas intensidades aunque no se sepa
exactamente de qué, donde hay que preguntarse, pues, cuál es el tipo de CsO en cada caso
(cómo está fabricado y por qué medios), procedimiento sintético; la segunda, la fase de flujo o
de circulación, donde el CsO es atravesado por aquello a lo que por su tipo, por su hechura, da
lugar y que es parte del cuerpo mismo pero con infinitas variaciones, donde la pregunta es
¿cuáles son sus modos, sus maneras, básicamente, qué es lo que pasa?, procedimiento
analítico.

El CsO es lugar sin ser extensión, spatium (un tener lugar, tal como lo entiende Agamben). Es
necesariamente Lugar (paso, circulación, poblamiento), Potencia/Plan (composibilidad de
cantidades intensivas), Colectivo (agenciamientos de distinto tipo). Es matriz de intensidades,
materia no formada y no obstante productividad pura (producción de lo real como magnitud
intensiva a partir de cero). El organismo es demasiado funcional, demasiado jerarquizado,
obstaculiza si nos quedamos únicamente ahí, interpretando sus finalidades. El problema no son
los órganos, no se trata de reventarlos para que el CsO sea posible. Eso sería equivocar el
enemigo. Se trata más bien de hacer los órganos funcionar de otro modo, de manera
aberrante, multiplicar sus posibilidades fuera las estratificaciones del organismo.
De nuevo las preguntas: ¿Existe un conjunto de todos los CsO? Quien responde aquí más
claramente es Spinoza. Hay una continuidad y un homenaje: Los atributos sustanciales
vendrían a ser los tipos o géneros de CsO (sustancias, potencias, intensidades-tipo) que en su
multiplicidad formal constituyen la unidad ontológica de la sustancia; y los modos aquello que
pasa por el CsO (ondas, vibraciones, umbrales y gradientes, intensidades producidas) en
continuidad con las intensidades que cada tipo o atributo prejuzga. El conjunto de todos los
CsO nos remite entonces a la sustancia infinita, al plano fijo de inmanencia, y los CsO
'singulares' a los atributos y sus modos. Continuum de todas las sustancias en intensidad pero
también de todas las intensidades en sustancia. Multiplicidad de fusión que hace rendirse la
oposición entre lo uno y lo múltiple. El CsO como campo de inmanencia del deseo, plan de
consistencia propio del deseo.

En la exposición de su teoría del deseo inmanente, como positividad productiva, hay tres
traiciones, tres maledicencias que lo arrancan de su campo de inmanencia: 1) la ley negativa
del deseo como carencia, 2) la regla extrínseca del deseo como placer que lo interrumpe, lo
descarga o lo colma y 3) el ideal trascendente como imposibilidad del goce ínsita en el deseo
mismo. El CsO es campo de inmanencia del deseo, incluso como desestratificación brutal,
incluso como cuerpo canceroso. Como campo de inmanencia debe ser fabricado, hecho o
trazado, pero puede serlo por agenciamientos diversos y en distintas formaciones. Su trazado
puede dar paso a flujos, ondas, intensidades que producen un efecto de llenado, de
incremento, de variación o de composición fecunda en el plan de consistencia; o bien a un
vaciamiento donde los flujos no pasan y no tienen lugar y por tanto el CsO falla y se
desmorona; o bien a la proliferación en un estrato de un CsO que socava y enferma, generando
una metástasis del estrato hasta volverlo contra sí, abominación. En cualquier caso subsiste
como deseo, como proceso continuo de deseo positivo que disuelve las necias coagulaciones
de la maquinaria orgánica. Su oscilación se da precisamente entre el plan que libera y las
superficies de estratificación que bloquean.

"La prueba del deseo: no denunciar falsos deseos, sino en el deseo distinguir lo
que remite a la proliferación de estrato, o bien a la desestratificación demasiado
violenta, y lo que remite a la construcción del plan de consistencia (vigilar hasta
en nosotros al fascista, y también al suicida y al demente)."

Organismo, significancia y subjetivación son los tres estratos que más insidiosamente operan
sedimentaciones en nosotros. A estos el CsO opone la desarticulación (o la multiplicación de
articulaciones) que permita desplazamientos, nuevos agenciamientos, devenires,
experimentaciones. Pero de nuevo se nos advierte: son necesarias dosis constantes de
prudencia, desbaratar los estratos demasiado violentamente acarrearía con seguridad un
debilitamiento. ¿cómo hacer? Abrir el cuerpo a conexiones que supongan agenciamentos
potentes, arrancar al inconsciente de la significación y de la interpretación para convertirlo en
verdadera producción, arrancar la conciencia del sujeto para convertirla en un verdadero medio
de experimentación, claro, pero conservando de las formaciones estrato, de las
sedimentaciones y organizaciones dominantes lo suficiente como para que puedan ser
soportes o vehículos para estas operaciones y desplazarse así hacia el plan de consistencia,
donde puedan liberarse las potencias insospechadas del CsO, sus solidaridades y alianzas.

"Habría, pues, que hacer lo siguiente: instalarse en un estrato, experimentar las


posibilidades que nos ofrece, buscar en él un lugar favorable, los eventuales
movimientos de desterritorialización, las posibles líneas de fuga,
experimentarlas, asegurar aquí y allá conjunciones de flujo, intentar segmento
por segmento continuums de intensidades, tener siempre un pequeño fragmento
de una nueva tierra. Sólo así, manteniendo una relación meticulosa con los
estratos, se consigue liberar las líneas de fuga, hacer pasar y huir los flujos
conjugados, liberar intensidades continuas para lograr un CsO."

"Estamos en una formación social: ver en primer lugar cómo está estratificada
para nosotros, en nosotros, en el lugar donde nos encontramos; luego, remontar
de los estratos al agenciamiento más profundo en el que estamos incluidos;
hacer bascular el agenciamiento suavemente, hacerlo pasar del lado del plan de
consistencia. Sólo ahí el CsO se revela como lo que es, conexión de deseos,
conjunción de flujos, continuum de intensidades."

La fácil oposición entre el CsO y los estratos sería negligente. Está el problema de los tres
cuerpos. 1) CsO lleno en el plan de consistencia 2) CsO vacíos en los fragmentos de estratos,
por desestratificación violenta y 3) CsO canceroso en un estrato que ha devenido proliferante.
¿Cómo fabricarse un CsO que no sea el CsO canceroso de un fascista en nosotros, o el CsO
vacío de un drogadicto, de un paranoico o de un hipocondríaco? ¿Cómo distinguir los tres
Cuerpos?. Los peligros no dejan de acosarnos. Hay que volver a plantearse las preguntas
iniciales: ¿Cómo está formado o hecho un CsO, de qué tipo o género es, de qué manera
prejuzgan su producción de intensidades? ¿Cómo producir las intensidades necesarias y con la
ponderación adecuada para que no quede vacío? ¿cómo alcanzar el plan de consistencia?
Al respecto de ésta última, el párrafo final es esclarecedor aunque nos deja otras interrogantes
no menos relevantes. Por lo demás, me parece que nos devuelve a la Ética de Spinoza, toda
vez que esta ética sólo puede entenderse estrictamente como una ontología:

"Cuando nosotros planteábamos el problema de un conjunto de todos los CsO,


considerados como atributos sustanciales de una sustancia única, en sentido
estricto había que entenderlo únicamente del plan. Él es el que crea el conjunto
de todos los CsO llenos seleccionados (no hay conjunto positivo con los cuerpos
vacíos o cancerosos). ¿De qué naturaleza es ese conjunto? ¿Únicamente
lógica? ¿O bien hay que decir que en su género cada CsO produce efectos
idénticos o análogos a los efectos de los otros en su propio género?"

Para no extenderme más, quisiera finalizar esta intervención con un par de citas de Infancia e
historia de Giorgio Agamben que considero nos remiten de manera muy clara a la imagen del
huevo, figura en que convergen lo biológico, lo psíquico y lo cósmico, el huevo como CsO,
como bloque de infancia, como devenir. La infancia, pues, como instancia presente y activa,
contemporaneidad del niño y el adulto.

"Pues la experiencia, la infancia a la que nos referimos no puede ser


simplemente algo que precede cronológicamente al lenguaje y que, en un
momento determinado, deja de existir para volcarse en el habla, no es un
paraíso que abandonamos de una vez por todas para hablar, sino que coexiste
originariamente con el lenguaje, e incluso se constituye ella misma mediante su
expropiación efectuada por el lenguaje al producir cada vez al hombre como
sujeto."

y después

"En base a este modelo deberemos representarnos la relación con el lenguaje


de una experiencia pura y trascendental que, como infancia del hombre, esté
liberada tanto del sujeto como de cualquier sustrato psicológico. No es un simple
hecho, cuyo sitio cronológico se pueda aislar, ni una suerte de estado psico-
somático [...] Como infancia del hombre, la experiencia es la mera diferencia
entre lo humano y lo lingüístico. Que el hombre no sea desde siempre hablante,
que haya sido y sea todavía in-fante, eso es la experiencia. Pero que haya en
este sentido una infancia del hombre, que haya diferencia entre lo humano y lo
lingüístico, no es un acontecimiento similar a otros en el ámbito de la historia
humana o un simple rasgo entre tantos que identifican a la especie homo
sapiens. La infancia actúa en efecto, antes que nada, sobre el lenguaje,
constituyéndolo y condicionándolo de manera esencial. Pues justamente el
hecho de que haya una infancia, es decir, que exista la experiencia en cuanto
límite trascendental del lenguaje, excluye que el lenguaje pueda presentarse a sí
mismo como totalidad y verdad."
Cierro con un poema de Juan Porto Granados que me parece verdaderamente ilustrativo

Un nebuloso purasangre come hierba entre los rieles.

Un tren negro y borroso se dirige a la ciudad.

El animal está concentrado en el Jockey que derribó y murió frente a sus ojos.

El conductor está concentrado en volver a la isla para despedirse de su hijo.

Hace sonar su silbato. El animal galopa hasta desvanecerse.

El hombre ha recordado algo importante al mirar el caballo.

Viene a su mente la forma en que su madre ayudaba parir a las yeguas.

En ocasiones, cuando nadie lo veía,

jugaba con las placentas en un rincón del establo.

Metía su escuálido cuerpo

y relinchaba.

Se imaginaba patalear dentro de la matriz de la yegua,

escuchando sus órganos,

la voz de su madre ayudándolo a salir.

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