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UNIVERSIDAD ABIERTA PARA ADULTOS.

(UAPA)

ESCUELA DE PSICOLOGÍA.

ESTUDIANTE
Marlen Elina Perez

MATRICULA
16-10157

FACILITADORA
Milagros Abadesa
MATERIA
TEORÍA DE LA PERSONALIDAD

Desarrollo de la tarea 4

Teorías Disposiciones:

Primero hay que mencionar que las disposiciones tienen consistencia o continuidad y se refiere a los actos, pensamientos y sentimie
ntos que construyen la personalidad. Y difieren en cada persona.

Un rasgo se entiende como un constructo que describe una dimensión de la personalidad. Pone énfasis en las diferencias individuale
s y la medición.

La teoría de Hipócrates y Galeno en la que se mencionan cuatro tipos de personalidad (colérico, melancólico, sanguíneo y flemático)
puede llegar a ser cuestionable por los fluidos con los que se relacionan las personalidades y su generalidad. En el aspecto positivo
hay que mencionar que a pesar de la época en la que se propuso sigue en vigencia, además de que afirma que hay una de ellas que
predomina en cada individuo.

Luego estos postulados fueron, si cabe la palabra, mejorados al incluir E.A.C que se refiere a los aspectos emotivos y de actividad co
nductual. Considero que al agregar estos puntos, puede llegar a ser más fácil la ubicación de los individuos dentro de los temperame
ntos.

Encuanto a la teoría de Jung, sabemos que no es tan simple como puede llegar a ser presentada. Él menciona dos clasificaciones, g
eneralizando como Galeno.

Después Cattell habló de la evidencia empírica dentro de las investigaciones, aspecto que le da más valor científico. Incluyó el análisi
s factorial y la aproximación multivariada colaborando con esa cientificidad. Menciona que los aspectos de la personalidad han sido r
egistrados en el lenguaje, así que realizó un examen sistémico del lenguaje.

Y en el caso de Eysenck no ha valorado el impacto de las situaciones, su manera de entender las situaciones es demasiado global.
La crítica sería tal vez el que sean ambiguos los términos y pueda malinterpretarse, necesita contextualización. Y que son muchísimo
s los rasgos que han sido propuestos.

Dentro de la teoría de los cinco grandes se debe mencionar que lograron conjuntar diferentes test de personalidad y posen sólidas di
ferencias individuales.

Y una crítica general a la perspectiva, es que la conducta es inconsistente como para suponer rasgos estables. Situacionalidad

Componentes de las necesidades y motivaciones

Necesidades y motivaciones constituyen, por así decirlo, el motor que impulsa a la persona a actuar. De allí la importancia de estos p
rocesos.

Motivación es un término bastante amplio utilizado en psicología para comprender las condiciones que proporcionan al organismo la
energía para implementar acciones tendientes a obtener algún fin; y ese fin está relacionado directamente con las necesidades. En o
tras palabras, la conducta humana se dirige, normalmente, hacia fines u objetivos. En los primeros meses de vida, esos fines están e
strechamente ligados a la satisfacción de las necesidades fisiológicas básicas y no es hasta mucho más tarde que la conducta tiende
a ser dirigida a satisfacer necesidades de naturaleza psico-social.

Veamos cuáles son los elementos que caracterizan lo que se considera, normalmente, una conducta motivada. En primer lugar, dire
mos que la conducta motivada es cíclica, es decir, que la motivación tiene una curva de intensidad que no se mantiene pareja. En un
a primera etapa, lo que existe es una necesidad insatisfecha, y esa necesidad despierta la energía que impulsa a la persona a realiz
ar acciones tendientes a satisfacerla. Pero, una vez lograda la satisfacción de la necesidad, el impulso decae, se reduce, o termina.
Por ello decimos, que desde el punto de vista de la energía que despierta, la conducta motivada es cíclica.

En segundo lugar, la motivación opera como instrumento de selección de la conducta. Cuando la persona experimenta una necesida
d, durante algún tiempo orientará su conducta hacia los fines relacionados con esa necesidad y no con otra. Es decir, siempre las per
sonas tenemos alternativas de acción. Y una manera de decidir es, justamente, a partir de la motivación. Porque lo que las personas
tendemos a hacer es, normalmente, aquello que nos produce mayor satisfacción. En otras palabras, aquello que satisface necesidad
es más fuertes y, por ello, genera mayor motivación. Esto no significa que, a veces, la opción se hace con otros criterios que no son
el de la satisfacción. Pero incluso en esos casos, si escudriñamos en nuestro interior, veremos que el aplazamiento de una satisfacci
ón se hace en beneficio de otra.

Y, finalmente, diremos que la conducta motivada es homeostática. Este rasgo se refiere al hecho de que una necesidad expresa un e
stado de desequilibrio del organismo, sea este de naturaleza fisiológica o psico-social. La conducta motivada opera con el objeto de
volver al individuo hacia un estado de equilibrio. Nos detendremos en este rasgo porque de él surgen teorías importantes sobre la m
otivación. Que la conducta motivada sea homeostática significa que surge de un estado de desequilibrio entre una necesidad y su niv
el de satisfacción. De allí que para entender la conducta de una persona debemos, frecuentemente, preguntarnos por sus motivos. P
or eso es importante que nos preguntemos, primero, cuáles son las necesidades que provocan conductas motivadas. En otras palabr
as, se trata de identificar aquellas necesidades capaces de impulsar a una persona a comprometerse -con mayor o menor intensidad
- en todas las acciones que emprende, en los diferentes ámbitos de su vida. El trabajo, las relaciones humanas, la familia, etc.

Podríamos iniciar el análisis de este fenómeno recogiendo algunas opiniones que se han ido generalizando en ciertos ámbitos. Habla
mos de quienes sostienen que la lógica del sistema hoy imperante ha llevado a la creación de necesidades cuyo valor ni siquiera nos
preguntamos y cuya satisfacción conduce a comportamientos discutibles y a fines cuestionables. Este ejercicio nos permite adentrar
nos en el problema del consumismo. Se habla mucho de este fenómeno. Pero, ¿qué es, en realidad? Un zapato satisface una necesi
dad de protección; pero, ¿qué necesidad satisface el que ese zapato sea de una marca determinada. Porque eso también satisface
otra necesidad. Esto significapreguntarnos qué necesidades hay detrás de una conducta consumista. Y esa pregunta nos conduce a
análisis bastante interesante.

En este ámbito, sería difícil avanzar en el análisis sin recurrir a los aportes que ha hecho Manfred Max-Neef. Vamos a resumir su pen
samiento, en lo que respecta al tema que nos ocupa: necesidades y motivaciones.

Las necesidades, sostiene Max-Neef, existen con una doble naturaleza: como carencia y como potencialidad. Entenderlas sólo a niv
el de subsistencia, sólo como carencia, implica restringir su espectro a lo fisiológico, que es el ámbito en el cual la necesidad asume
con mayor fuerza la sensación de falta de algo; pero esto empobrece la comprensión del rol que juegan las necesidades en la condu
cta humana. Por el contrario, dicho rol se puede aprehender con mayor riqueza en la medida que entendemos que las necesidades
expresan una tensión constante entre carencia y potencia que es muy propia de la naturaleza humana. Esto significa comprender qu
e las necesidades comprometen, motivan y movilizan a las personas; es decir, constituyen una potencialidad y, más aún, pueden tra
nsformarse en un recurso para que las personas puedan realizar cosas. Si entendemos así las necesidades -como carencia y potenc
ialidad- resulta impropio hablar de necesidades que se “satisfacen” y, luego, dejan de existir como tales. Por el contrario, la presencia
de las necesidades constituyen un proceso dialéctico, un movimiento incesante. Por eso, Max-Neef propone que hablemos de “vivir l
as necesidades y realizarlas de manera continua y renovada”. Pero para vivir y realizar sus necesidades, el ser humano debe estar i
nserto en el medio. Es éste el que reprime, tolera o estimula dicha realización. Y es en este punto donde entran lo que Max-Neef den
omina satisfactores. Este autor parte de una afirmación que es fundamental. En su libro “Desarrollo a escala humana” sostiene lo sig
uiente:

“Se ha creído, tradicionalmente, que las necesidades tienden a ser infinitas; que están constantemente cambiando; que varían de un
a cultura a otra, y que son diferentes en cada período histórico. Nos parece que tales suposiciones son incorrectas, puesto que son p
roducto de un error conceptual…este error es que no se explicita la diferencia fundamental entre lo que son propiamente necesidade
s y lo que son los satisfactores de esas necesidades”.

Este es el punto central en la argumentación de este autor y, creemos, es crucial para tener una perspectiva adecuada de este probl
ema. Existen por un lado, necesidades que han, obviamente, acompañado al ser humano a lo largo de su historia como especie. Per
o lo que ha variado ha sido la forma de satisfacerlas. Y son los satisfactores los que definen el carácter dominante y la forma de reali
zación que una cultura o sociedad imprime a las necesidades y ellos están referidos no sólo a los bienes económicos sino a todo aqu
ello que permite al ser humano su realización como tal.

Max-Neef habla de que el ser humano, justamente para realizarse como tal, debe satisfacer necesidades correspondientes a cuatro
categorías existenciales: ser, tener, hacer o estar. Para dar respuesta a esta gama tan amplia de necesidades, los satisfactores inclu
yen desde los bienes económicos hasta las estructuras y prácticas sociales, pasando por los valores, normas, espacios, contextos, c
omportamientos y actitudes. En un sentido último, satisfactor es el modo a través del cual se expresa una necesidad. Entendidos así,
los satisfactores son productos históricamente constituidos y, por lo tanto, susceptibles de ser modificados. Esto nos conduce a la co
nveniencia de rastrear el proceso de creación, mediación y condicionamiento entre necesidades y satisfactores. Ciertamente, carece
mos de evidencia empírica para sostener que las necesidades humanas fundamentales son permanentes. Pero nada nos impide hab
lar de que existen necesidades cuya realización ha sido, desde siempre, deseable y cuya inhibición ha sido desde siempre indeseabl
e. Lo que ha variado ha sido el conjunto de satisfactores que las expresaron. Volviendo al ejemplo que planteamos: el consumismo.
Quizás sea el ejemplo más claro del carácter social que tienen los satisfactores. Porque el consumismo es la directa consecuencia d
e la lógica de un sistema socio-económico cuyo desarrollo -e incluso existencia como tal- descansa, justamente, en un crecimiento p
ermanente de la demanda de bienes y servicios. Entendido así la relación entre necesidades y satisfactores, Max-Neef sostiene que l
as necesidades son atributos esenciales que han variado al ritmo de la evolución biológica del ser humano en tanto que los satisfacto
res son formas de ser, estar, tener y hacer que han variado al ritmo de la evolución histórica. Ambos, obviamente, muy distintos.

Finalmente, este autor propone una clasificación que resulta de enorme utilidad para comprender el rol de necesidades y satisfactore
s en el condicionamiento del comportamiento humano. Por un lado, parte de los cuatro estados básicos en los cuales se realiza la vid
a y de ellos deriva cuatro necesidades básicas, como habíamos mencionado: ser, tener, hacer y estar.

Por otro lado, reconoce nueve tendencias hacia la realización del ser humano, que van desde lo biológico a lo ético; de allí deriva nu
eve necesidades básicas: subsistencia, protección, afecto, entendimiento, participación, ocio, creación, identidad y libertad. Con la ay
uda de una matriz, Max-Neef combina estas categorías, y va definiendo tanto los satisfactores como los inhibidores de estas necesid
ades.

A modo de ejemplo, tomaremos la necesidad de entendimiento. A nivel de la categoría “ser”, la necesidad de entendimiento se realiz
a a través de los siguientes satisfactores: desarrollo de la conciencia crítica, receptividad, curiosidad, capacidad de asombro, disciplin
a, intuición y racionalidad. A nivel de la categoría “tener”, la necesidad de entendimiento se realiza a través de satisfactores como la li
teratura, los maestros, el método, las políticas educacionales y de formación, y las políticas comunicacionales. A nivel del “hacer”, pa
ra entender las personas requieren de investigar, estudiar, experimentar, educar, capacitar, analizar, meditar e interpretar. Y, finalme
nte, a nivel del “estar”, el entendimiento exige ámbitos de interacción formativa, espacios de reflexión colectiva, grupos e instituciones
cuyo propósito sea el desarrollo del proceso de aprendizaje. La matriz de satisfactores que propone Max-Neef es sólo una propuest
a. Más aún, el autor sostiene que un excelente ejercicio para cada grupo es diseñar su propia matriz de manera tal que puedan identi
ficar tanto los satisfactores que mejor se adaptan a su realidad, a sus valores y a los estilos de vida que creen más adecuados, como
los factores que están inhibiendo la realización de dichas necesidades.

En síntesis, desde el punto de vista de los factores psicológicos que condicionan la conducta humana, la motivación juega un rol ese
ncial porque es ella la que proporciona la energía y la direccionalidad a esa conducta. Pero la direccionalidad no se expresa a través
de las necesidades sino a través de sus satisfactores. Y estos son histórica y socialmente definidos. Por lo tanto, están sujetos a ma
nipulación y cambio.

Hasta aquí, hemos intentado explicar de dónde surge la energía que nos lleva a actuar tras ciertos objetivos. Pero no podemos termi
nar este artículo sin preguntarnos lo que sucede cuando una persona motivada no logra conseguir los fines deseados. Es decir, cuan
do la conducta desemboca en una situación de frustración. El término frustración se aplica a las circunstancias que dan por resultado
la falta de satisfacción de una necesidad o logro de un motivo. Cuando sucede esta circunstancia, son innumerables los procesos qu
e se pueden desatar en una persona; y todos ellos afectan, indudablemente, su comportamiento. En primer lugar, cabe destacar que
las personas difieren considerablemente en sus reacciones frente a la frustración. Una persona puede dar pasos constructivos para s
uperar los obstáculos mientras otra sigue soñando con el éxito; una puede volverse enérgica y otra apática. En general, unas pueden
resistir bien y otras no. El término tolerancia a la frustración se utiliza, justamente, para designar el grado y la duración de la ansieda
d o estrés que acompaña a una situación de frustración. Este es un elemento fundamental para entender el comportamiento de una
persona.
Pero, ¿Cuáles son los factores que determinan la tolerancia a la frustración? Nombraremos sólo algunos que creemos son los más i
mportantes. En primer lugar, la fuerza con que la persona vive el motivo, siente la necesidad; obviamente, mientras más motivado se
ha sentido alguien, más fuerte será su estrés al no conseguir lo deseado. En segundo lugar, la disponibilidad de metas sustitutivas;
es decir, la facilidad con que una persona encuentra maneras alternativas de satisfacer su necesidad. En tercer lugar, la experiencia
previa. Las investigaciones psicológicas han mostrado hasta qué punto las experiencias traumáticas de frustración que se viven en la
primera infancia obstaculizarán, más tarde la capacidad de una persona para soportar las frustraciones. En cuarto lugar, el nivel en
que se ve afectada la autoimagen. Las frustraciones que ofrecen menoscabo o amenaza directa sobre la imagen que tenemos de no
sotros mismos son sentidas con mayor intensidad que las otras. Estas son reacciones a la frustración que tienen que ver con la inten
sidad de la emoción que conlleva. Pero también la forma, el tipo de conducta reactiva puede variar. En general, se habla de dos posi
bilidades de conducta frente a la frustración: conductas orientadas hacia la realidad externa y conductas orientadas hacia el propio in
dividuo que experimenta la frustración; en este último caso estamos en presencia de lo que se denomina “mecanismos de defensa”.

Las conductas orientadas hacia el exterior son todas aquellas reacciones de la persona tendientes a modificar la realidad que generó
la frustración. Pueden ser conductas constructivas, si ellas significan superar los obstáculos sin herir a terceros o a sí mismo; por eje
mplo la sustitución de fines o la negociación. Pero también pueden ser destructivas y en este caso estamos frente al fenómeno de la
agresión. Dada la fuerza que la agresividad ha ido tomando en la sociedad moderna, es importante no olvidar que, en términos gener
ales, la agresividad tiene su origen en situaciones de frustración. Los mecanismos de defensa, en cambio, implican distorsiones de la
realidad que tienen como función el defenderse de la ansiedad resultante de la frustración. El uso de este tipo de mecanismos es m
uy frecuente y, por la importancia que tiene en la definición de nuestra conducta, hablaremos un poco de ellos.

En general, podemos decir que este tipo de conducta no resuelve el problema planteado por la frustración porque no tienen ningún ef
ecto sobre los obstáculos que la provocaron. Simplemente nos protegen contra la ansiedad. Su rasgo esencial es que operan a nivel
inconciente. Veremos cuáles son los más utilizados. En primer lugar, la racionalización. A través de este mecanismo lo que la person
a hace es buscar razones lógicas, pero falsas, que explican la frustración de tal manera que las responsabilidad nuestra en la situaci
ón se diluye. En general, la racionalización nos conduce a ubicar la culpa, la responsabilidad de lo sucedido, en los demás. No nos c
onfundamos. Si las razones son falsas, estamos en presencia de una racionalización. Si efectivamente el motivo de la frustración fue
ajeno a nuestra responsabilidad, la conducta que desplegamos es otra: de aceptación, de sustitución o de modificación de los factor
es externos. Estas son conductas conscientes. Otro mecanismo de defensa muy utilizado es la represión; esta implica que la person
a, ante la frustración, sabe que experimentará sentimientos, emociones o impulsos que considera inaceptable expresar -generalment
e por razones sociales- y por ello los encierra en su inconsciente. No permite que ellos afloren, ni siquiera a su conciencia. En la teorí
a Freudiana, este mecanismo tiene un gran peso explicativo. La sustitución es otro mecanismo de defensa y consiste en reemplazar l
os impulsos originados en la frustración y que se consideran socialmente inaceptables por otros impulsos que sean aceptados. Un ej
emplo muy recurrido es el de reemplazar la agresividad por una expresión de humor descalificatoria. Finalmente, destacamos el mec
anismo de defensa denominado proyección que consiste en atribuir a otros las emociones y sentimientos de dolor o agresividad que
nos produjo una frustración, porque en nosotros mismos lo consideramos inaceptable. Como vemos -y es importante repetirlo- los m
ecanismos de defensa operan a nivel inconsciente y con el sólo propósito de evitarnos el dolor, la tensión que provoca la frustración.
Pero, a pesar de ello, tienen un fuerte peso en nuestro comportamiento. Y, lo que resulta más grave, es que sus consecuencias no s
on positivas. Eso es importante de considerar. No son positivas porque no apuntan a cambiar la realidad en la que se originó la frustr
ación. Por lo tanto, la necesidad donde se generó la motivación sigue estando insatisfecha. Al recurrir a los mecanismos de defensa,
lo único que hacemos, en el fondo, es postergar una situación de dolor que más tarde, casi con seguridad, volverá a aparecer, en otr
a situación, bajo otra fachada, frente a otro estímulo, pero reaparecerá. Como el uso de estos mecanismos es inconsciente, sólo una
gran capacidad de introspección o una adecuada acción terapéutica puede sacar a luz esos mecanismos.

Concepto de sistemas de necesidades

La Jerarquía de necesidades de Maslow. Aplicaciones y evaluación de la jerarquía de necesidades. En segmentación. En posiciona


miento. Versatilidad de la jerarquía de necesidades. Una alternativa a la jerarquía de necesidades. El trío de necesidades es una alte
rnativa más sencilla de necesidades que se puede aplicar al mercado. Poder: deseo de los individuos de controlar su ambiente (nece
sidades del ego) Afiliación: la conducta está muy influida por la necesidad de tener amistades, aceptación y sentido de pertenencia (n
ecesidad social). De logro: Las personas con este tipo de necesidades consideran que los éxitos personales son un fin en si mismos
(necesidades de autorrealización).

La Jerarquía de necesidades de Maslow (1954). Autorrealización Secundarias Ámbitos social De Status y económico (Prestigio, esti
ma, auto-respeto) Pertenencia (afecto, amistad, sociales) Seguridad (protección física, orden, estabilidad) Primarias Fisiológicas (ali
mento, agua, aire, desplazamiento, abrigo, sexo).

Clasificación de las necesidades

Clasificación de las necesidades:

La idea básica de esta jerarquía es que las necesidades más altas ocupan nuestra atención sólo cuando se han satisfecho las necesi
dades inferiores de la pirámide. Las fuerzas de crecimiento dan lugar a un movimiento ascendente en la jerarquía, mientras que las f
uerzas regresivas empujan las necesidades prepotentes hacia abajo en la jerarquía. Según la pirámide de Maslow dispondríamos de
:

Necesidades fisiológicas

Son necesidades fisiológicas básicas para mantener la homeostasis (referente a la salud); dentro de estas, las más evidentes son:

Necesidad de respirar, beber agua, y alimentarse.

Necesidad de mantener el equilibrio de la temperatura corporal.

Necesidad de dormir, descansar, eliminar los desechos.


Necesidad de evitar el dolor

Necesidades de seguridad y protección

Estas surgen cuando las necesidades fisiológicas se mantienen compensadas. Son las necesidades de sentirse seguro y protegido; i
ncluso desarrollar ciertos límites de orden. Dentro de ellas se encuentran:

Seguridad física y de salud.

Seguridad de empleo, de ingresos y recursos.

Seguridad moral, familiar y de propiedad privada.

Necesidades de afiliación y afecto

Están relacionadas con el desarrollo afectivo del individuo, son las necesidades de asociación, participación y aceptación. Se satisfac
en mediante las funciones de servicios y prestaciones que incluyen actividades deportivas, culturales y recreativas. El ser humano po
r naturaleza siente la necesidad de relacionarse, ser parte de una comunidad, de agruparse en familias, con amistades o en organiza
ciones sociales. Entre estas se encuentran: la amistad, el compañerismo, el afecto y el amor.

Necesidades de estima

Maslow describió dos tipos de necesidades de estima, una alta y otra baja.

La estima alta concierne a la necesidad del respeto a uno mismo, e incluye sentimientos tales como confianza, competencia, maestrí
a, logros, independencia y libertad.

La estima baja concierne al respeto de las demás personas: la necesidad de atención, aprecio, reconocimiento, reputación, estatus,
dignidad, fama, gloria, e incluso dominio.

La merma de estas necesidades se refleja en una baja autoestima y el complejo de inferioridad.

Auto-realización o auto-actualización

Este último nivel es algo diferente y Maslow utilizó varios términos para denominarlo: «motivación de crecimiento», «necesidad de se
r» y «auto-realización».

Son las necesidades más elevadas, se hallan en la cima de la jerarquía, y a través de su satisfacción, se encuentra un sentido a la vi
da mediante el desarrollo potencial de una actividad. Se llega a ésta cuando todos los niveles anteriores han sido alcanzados y comp
letados, al menos, hasta cierto punto.

Descripción de las semejanzas de las distintas perspectivas

Tanto Marx como Weber toman como criterio general para distinguir las clases el criterio de la económico en general y el de la propie
dad en particular, pero no hacen lo mismo al definir el papel de las clases como actores partícipes de esa sociedad Para Marx las cla
ses constituyen un factor decisivo en la historia - su “motor” - y esto no se refleja en la postura de Weber. Para Weber las clases no s
on actores ni agentes de transformación centrales en la sociedad; la multiplicidad de categorías y sub categorías que Weber incorpor
a en su análisis termina por diluir su papel (el de las clases) en la economía y en la sociedad. Respecto del capitalismo Marx lo carac
teriza como un sistema de explotación donde la sociedad terminaría por agruparse en dos clases: los propietarios de los medios de p
roducción y quienes no cuentan más que con su fuerza de trabajo (es decir la distinción entre burgueses y proletarios), Weber en ca
mbio creía en un aumento sostenido de los sectores medios. Esta diferencia se funda en la visión diferente que ambos tenían del cap
italismo. Mientras Marx sostenía la contradicción de clase, Weber resaltaba la tendencia a la burocratización del sistema a saber, ent
re otras cosas, a la diferenciación funcional entre las ocupaciones y como consecuencia a la movilidad social resultante. Weber afirm
a también que debe distinguirse en clase en sí y clase para sí donde sólo bajo determinadas condiciones los que comparten una situ
ación de clase común toman conciencia de ello y actúan en orden a sus mutuos intereses económicos, diferenciándose de esta man
era de la postura marxista que reconoce a los lazos entre clase (clase en sí) y conciencia de clase (clase para sí) como directos e in
mediatos.

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