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Cuadro 1: Eneas llega a Cartago

(En medio de una tormenta en el mar – atrás de la escena)

Soldado 1: Cuidado! Recojed las velas! El viento se levanta.


Soldado 2: Agarraos! Cuidado con la ola!

(siguen un rato en la tormenta, finalmente el barco se hunde, llegan nadando a la


playa)

Julo: Padre, ayúdame.


Eneas: Ven Julo, ven junto a tu padre. Venid, acercaos
Soldado 3: hemos perdido el barco y ahora estamos en playas desconocidas.
Soldado 4: ¿Hasta cuándo los dioses nos tendrán a la deriva?
Eneas: Amigos! No perdamos el ánimo. Bien sabemos que los dioses nos llevan a
fundar una nueva Troya y una empresa tan grande no puede llevarse sin grandes
pruebas.
Soldado 1: Encendamos un fuego, así descansamos esta noche y mañana veremos que
playas son estas.
(encienden el fuego y se acuestan. Aparecen Juno y Atenea)

Atenea: Hemos conseguido que no lleguen a tierra Itálica. El odio que profesas a Troya
me asusta, pero seguiré tus propositos.
Juno: Troya no debe ser re fundada. Ese linaje me ha ofendido, y junto a mí a todo el
Olimpo, nunca permitiré que sobrevivan.
Atenea: Ahora los tenemos lejos de Italia, pero ¿Cómo haremos para mantenerlos
aquí? Sabes que Venus los proteje, es la madre de Eneas y no parará hasta que su hijo
cumpla la misión.
Juno: Engañaré a Venus… la convenceré de que en esta tierra es donde Troya debe
renacer. Si ella me ayuda, ya no tendré que preocuparme de ningún dios.
Atenea: ¿Y Júpiter? Bien sabes que es su designio… fundar… “Roma”… quén sabrá lo
que se propone…
Juno: A él… puedo convencerlo … es mi marido, no lo olvides… Vayamos a ver a Venus

(Juno – Venus y Atenea)

Juno: Venus, ¿cómo van las cosas de tu hijo?


Venus: ¿Desde cuándo te preocupas por él?
Atenea: No seas dura, nuestra Reina. Viene con buenos propósitos.
Venus: Es extraño en una reina llena de ira y de venganza, pero la escucharé…
Atenea: Es mejor que cuides tu lengua.
Juno: Hay algo en lo que podemos unirnos.
Venus: Lo dudo, jamás me perdonarás ser más bella…
Juno: deja ya los rencores. Vengo a decirte que tu has vencido. Eneas ha llegado al
lugar donde debe ser fundada Roma. Quiero aquí deponer mi ira y terminar ya con
esta historia.
Venus: ¿qué te ha hecho cambiar de idea?
Atenea: Zeus nuestro Padre así lo manda.
Juno: y he decidido cumplir sus órdenes, pero debes saber que Eneas deberá aun sufrir
algunas pruebas. Solo accedí a este pedido de Júpiter si me concedía antes dar una
lección a todos los dioses. No quiero que vuelva a ocurrir una injuria contra mí.
Venus: Entiendo… será tu venganza final. Está bien, lo acepto, iré a avisar a mi hijo.
Recuerda que es un humano, no seas demasiado dura con él.

(parten y quedan durmiendo los troyanos. Venus junto a Eneas, lo despierta)

Venus: Hijo, despierta, ven con tu madre.


Eneas: ¡Madre! Sabía que vendrías. Estamos agotados, nuestras flotas se han perdido.
Anoche perdí mi barco, y no sé que pasó con el de mis compañeros. No pudimos verlos
cuando empezó la tormenta.
Venus: Ya llega al fin la peregrinación. Juno me ha dicho que aquí deberán fundar la
nueva Troya, que finalmente me he salido con la mía y que conseguí lo que me
proponía… claro que esto aumentó la ira de la diosa contigo, pero no temas, sufre
pacientemente lo que aun queda. (se va)

Eneas: despertaos, veamos en que tierra estamos. Tú, ve a cazar algo para este día.
Soldado 1: Sí, señor.
Eneas: tú, ven conmigo, exploremos el lugar. Cuidad a Iulo que aun duerme.

(Eneas y el otro soldado, explorando en un ángulo de la escena)

Eneas: ¿Dónde estaremos? ¿A qué tierras nos habrán traído los dioses?
Soldado 2: Será aquí el fin de nuestros infortunios
Eneas: He tenido un sueño esta noche, mi madre así me lo decía… ¿pero será cierto?
Soldado 2: Mira, allí se acerca alguien. Escondámonos.

(se acerca una mujer, cazando, los hombres le salen al encuentro y la atrapan,
forcejean)

Ana: ¿quién sois? ¿Qué queréis?


Eneas: Somo naufragos, venimos de lejos y queremos saber qué tierras son estas.
Ana: Buena presa habéis tomado… soy la hermana de la reina, me llamo Ana.
Mujer: Estáis en Cartago, fundada por Dido, ella aquí gobierna con justicia y orden y la
ciudad crece cada día.
Ana: Os llevaré ante ella, si vuestras intenciones son buenas, os recibirá de buen
grado. Seguidme.
Eneas: Espera, Volvamos al campamento, nos presentaremos todos ante la reina.

(se juntan todos y van tras Ana)

Cuadro 2
Dido: Hermana, ¿a quiénes has traido ante mí? (Dido se muestra fría y dura)
Ana: Este es Eneas, de Troya.
Mujer: Viene con sus amigos de grandes sufrimientos piden hospitalidad.
Eneas: Señora, dejame que me presente. Mi hijo y yo, junto con un grupo de amigos
hemos escapado de Troya, destruida por los Aqueos, de odiosa memoria.
Soldado 1: Júpiter le ha mandado fundar una nueva Troya y hasta el momento solo
hemos escapado de un peligro atrás del otro.
Soldado 3: Pero aquí hemos llegado y pensamos que tal vez este sería el nuevo lugar.

(Dido se inquieta y levantando la voz)


Dido: ¡Guardias! ¡Acercaos! Que extranjeros más osados. ¿Queréis sacarme el reino?
¿Queréis aniqular a la gran Cartago? ¿Qué fuerzas disponéis?

(algunos soldados agarran a Eneas y los demás, Julo está con ellos)

Soldado 2: Piedad mujer! Nadie habló de quitaros el reino, ni de combates. Dejanos


hablar.

(mientras Eneas habla, aparece Cupido con una flecha que va y clava en el corazón de
Dido, empieza a cambiar su expresión y a mirar a Eneas con dulzura)

Eneas: No conocemos los designios de los dioses, aquí tengo a mi hijo, el noble Iulo, tal
vez tú tengas una princesa con quien lo pueda casar, y al entroncar nuestras familias
comenzamos una nueva estirpe… (cupido clava ahora la flecha en Eneas, se arrodilla
frente a Dido)

Dido: (confundida y avergonzada) Disculpa extranjero mi ira. Hagamos un banquete y


allí arreglaremos los asuntos del reino. (salen todos)

Cuadro 3

(Dido sola con Ana y la mujer)


Dido: ¡hermana! ¿Qué me ha sucedido? Mi corazón comenzó a temblar cuando el
extranjero me hablaba.
Ana: ¡hay hermana! Por qué temes tanto al amor. Tu marido hace tiempo ya murió y
aunque llevas muy bien los asuntos del reino, bien sabes que la ayuda de un hombre
en el gobierno es incalculable.
Mujer: Abre tu corazón a Eneas y despósate con él.
Ana: Eneas es de noble estirpe.
Mujer: Es un gran guerrero y se hará respetar y querer por los nuestros
Dido: Tienes razón, pero temo a mi corazón…

(se quedan hablando, en la otra parte de la escena lo mismo pasa con Eneas)

Eneas: amigo, algo extraño me ha sucedido, mientras hablaba con esa mujer, mi
corazón tembló. ¿Me aceptará como esposo?

Soldado 4: Viste la dureza con la que te trató.


Soldado 2: Espera a ver si su temor pasó y hablalé al corazón.
Soldado 4: Si esta será nuestra tierra no hay mejor alianza que la de sangre.
Eneas: así haré. Vayamos al banquete.

(En el banaquete, sentados en una mesa, delante de ellos se realizan destrezas…


mimos… se representa algo de la guerra… terminan Dido y Eneas solo, mientras los
demás se retiran)

Eneas: Así es noble mujer, si estás dispuesta uniremos nuestros destinos y en una sola
estirpe fundaremos la nueva Troya… (salen los dos)

Cuadro 4
(En el olimpo, Júpiter, Mercurio, Cupido, Juno, Atenea y Afrodita)

Júpiter: (furioso) ¡La nueva Troya en Catago! ¡Que despropósito! ¡Eso sí que no estaba
pensado! ¿Cuál de mis hijas ideó este plan? ¿Cómo concordaron? ¿No estabais
peleadas?...
Venus: Tu esposa me convenció, y se mostró resentida, porque yo había vencido en
nuestra larga pelea… Creí cumplir tus designios cuando todo esto hacía. Cupido
ejecutó mis órdenes…
Júpiter: ¿Cuando todo esto hacía???? ¿Qué significa? (mira a las tres furioso) ¡Cupido
ya ha actuado con sus fatales dardos!
Atenea: (nerviosa) ideamos un plan… para evitar que Troya exista nuevamente…
Júpiter: Ideamos un plan… (mira furioso a Atenea) ¿quiénes?
Juno: (haciéndole frente) Yo, claro que yo! Soy también la reina de los dioses y nunca
me dejas decidir el destino de los pueblos. Ese pueblo, que tú tanto aprecias, y al que
quieres aun vivo, me ha deshonrado.
Júpiter: (calmándose, entiende todo) empiezo a entender… entonces ahora el remedio
será fatal para Cartago. Ven Mercurio, deciende veloz junto a Eneas, el hombre
piadoso, y dale mi mensaje. En cuanto a ustedes, esposa e hijas, dejad ya esa antigua
pelea, Roma será fundada y debe ser de sangre Troyana, así está decidido por el
destino. Ella brillará frente al mundo, como guia para todos los hombres. Acepten el
destino y cumplan sus órdenes, porque hasta nosotros los dioses a él le estamos
somentidos. (las tres diosas bajan la cabeza y parten, también Mercurio parte)

Cuadro 5 – La partida de Eneas

(baja Mercurio y habla con Eneas mientras Dido va haciendo la lamentación con todas
las mujeres, termina Dido cayendo muerta con Ana a su lado y todas las mujeres
llorando)

Mercurio: Eneas, despierta… traigo un mensaje del Olimpo


Eneas: Mercurio, que nuevas traes. ¿Está acaso airado el dios supremo?
Mercurio: todo ha sido un engaño. Aquí no se fundará Roma. Debes partir, el destino
así lo ha ordenado.
Eneas: ¿Cómo? ¿Debo dejar a Dido, ahora que la he desposado? Le he jurado fidelidad.
¿Como podré dejarla?
Mercurio: Hablale. Ella entenderá.
Eneas: y si me niego a seguir mi destino.
Mercurio: nada bueno sucederá. Roma debe ser fundada. Traerá luz a todo el mundo y
es tu misión que esto suceda.
Eneas: no puedo renunciar a esta gran misión. Hablaré con Dido, quizá quiera
seguirme.
(Eneas y Dido Juntos)
Dido: ¿qué debes abandonarme? No comprendo.
Eneas: Así lo mandan los dioses. He sido engañado, creí que aquí debía fundar Roma, y
ahora debo partir.
Dido: Nuevamente me veré sola ante este pueblo. ¿Qué dios, maligno, me engaño
para que confiará en el extranjero.
Eneas: No digas estas duras palabras. Bien sabes que me duele la partida, pero
siempre he cumplido los designios de los dioses.
Dido: nuestras estirpes jamás podrán amigarse. Esta ruptura será eterna y traerá
venganza. No olvides nunca mis últimas palabras.

(se van)
Narradora: Al punto Eneas y los suyos, lánzanse arrebatados. Dejan atrás la orilla.
Desaparece el mar bajo las velas. Afanosos baten rizando espumas las olas verdiazules.
Al punto en que la reina ve alborear de su atalaya el día y alejarse la flota, las velas a la
par firmes al viento y contempla desierta la ribera y el puerto sin remeros, hiere su
hermoso pecho tres veces, cuatro veces, y mesándose su rubia cabellera exclama:
Dido: «¡Oh Júpiter! ¿Se irá este advenedizo haciendo escarnio de mi reino? ¿Y no
corren los míos a las armas? ¿y no salen de toda la ciudad a perseguirle? ¿y no
arrebatan las naves de los diques?
Mujer 2: ¡Ea, presto, las teas! Traed dardos, volcaos en los remos.
Dido: ¿Qué digo? ¿Dónde estoy? ¿Qué locura me trastorna la mente?
Mujer 2: ¡Desventurada Dido! ¡Ahora te hiere el alma su malvado proceder!
Entonces debió ser, cuando ponías en su mano el cetro.
Dido: Esto es lo que os pido, la última ansia que escapa de mi pecho con mi sangre.
A vosotros, mis tirios, perseguid sañudos a su estirpe, y a toda su raza venidera, rendid
este presente a mis cenizas: que no exista amistad ni alianza entre ambos pueblos.
¡Álzate de mis huesos, tú vengador, quien fueres, y arrolla a fuego y hierro a los
colonos troyanos!

(Silencio muere todo y entra Mercurio)

Mercurio: Esta muerte entraña un odio eterno. Allí parte Eneas, como el destino lo
manda. Ya veo sus hijos y los hijos de sus hijos fundando una nueva estirpe, una nueva
ciudad, Roma aparece, radiante, frente a un mundo que muere, crece su imperio y su
poder, pero el odio de Cartago no muere e inevitablemente termina en una guerra.

Cuadro 5
Aníbal: De niño he aprendido a odiar a Roma, es algo que llevo en los huesos, no
descansaré hasta verla destruida.
Cartaginés 1: Todos lo llevamos Aníbal. Estamos a las puertas de Roma, el mejor
ejército romano se encuentra en hispania, lejos de aquí.
Cartaginés 2: Es cierto, ¿qué nos impide realizar el ataque?
Cartaginés 3: Estamos aislados, no podemos recibir ayuda de Hispania, Escipión está
presentando dura batalla a nuestras tropas en Hispania, y Cartago no puede
socorrernos.
Aníbal: Esas murallas están protegidas… no olvidéis, son hijos de Troya, solo la
paciencia y la audacia nos darán la victoria.
Cartaginés 1: Si, pero mientras los romanos nos desarman. Nos esquivan en el campo
de batalla y nos van matando poco a poco.
Aníbal: Esperemos unos días, si no llegan noticias de Hispania, tendremos que dejar
Roma y volver a Cartago, allí, reforzados podremos reemprender el combate.
Cartaginés 3: ¡Partir de Roma! ¡Cuando está a nuestros pies! Serás despreciado por
todos si no la tomas. Por más murallas que tengan, no tienen prácticamente ejército!
Aníbal: (enojado) ¿Desafías a tu general? ¿Crees que no sé la gloria que me aguarda si
tomo Roma? (enfrentados los dos cara a cara, entra el mensajero)
Mensajero: Señor! Noticias de Hispania. Nuestras tropas han sido derrotadas, tu
hermano ha sido vencido y está muerto, Escipión con su ejército viene ahora por
nosotros, está a pocos días de aquí.
Cartaginés 2: Todo está dicho, debemos volver a Cartago y dejar el sabor de la victoria
para otro momento…
Aníbal: Partamos…

Cuadro 6: (En cartago)

Soldado 1: La batalla no será pareja Escipión, nuestros hombre son menos.


Soldado 2: ¿Cuál será nuestra estrategía? Avanzaremos todos juntos?
Soldado 1: Eso significaría la muerte, nos aplastarían con sus elefantes…
Soldado 2: estamos en franca desventaja. Qué haremos?
Escipión: Cuando el enemigo es mayor, en el combate no cuenta la fuerza, si no la
astucia…
Soldado 3: ¿La astucia? ¡Ja! Qué astucia podremos usar contra un ejércitos de
elefantes que se te vienen encima… lo único que se me ocurre es correr…
Escipión: o cantar…
Soldado 1: ¿Qué??? ¿Cantar??? ¡Te has vuelto loco…!
Soldado 2: ¿Qué quieres decir con eso?
Escipión: Si hacemos que todos nuestros trompeteros suenen a la vez y por largo rato
sus instrumentos…. Y bruñimos bien nuestras armaduras y corazas… podríamos
asustar ese ejército invencible y en medio de la confusión…
Soldado 3: es arriezgado… podríamos mandar a todos los elefantes sobre nosotros…
Soldado 2: de todos modos los tendremos encima… mejor es arriezgar
Soldado 1: Creo que podríamos abrir pasillos en medio para llevar hacia allí a los
elefantes…
Escipión: Fucionará! Preparemos a los hombres
(ambos ejercitos uno frente al otro)
Aníbal: ¿Qué han hecho estos romanos?
Cartaginés 1: Sin duda se han preparado para la retirada, mira la formación que han
elegido…
Cartaginés 2: alguna razón deben tener… seamos cuidadosos
Aníbal: Cuidadosos? Estamos en nuestra tierra, con un jeército superior y elefantes de
nuestra parte. Morirán todos aquí! Avancemos!
(en silencio los romanos esperan y se produce el encuentro, cuando los elefantes están
llegando a las filas romanas, los trompeteros empiezan a ensordecerlos por todos
lados, se confunden y van cayendo poco a poco…)
(se van retirando todos, dejando el escenario vacío para la danza)
Escipión: Una vez más, Roma, los dioses han marcado tu destino. Una vez más la gran
urbe brilla ante los hombres y marca el destino de los pueblos. Gocemos con este
triunfo y mantengamos la piedad hacia los dioses que Eneas nos enseñó! Solo en este
camino podremos ser la antorcha para los demás pueblos.

Danza
Termina la danza y todos se van haciendo presentes en el escenario

Todos juntos a coro: Y vos Paraguay, heredera de estos grandes hombres, no dejes de
cantar sus hechos y reverenciarlos, para que puedas ser una nueva Roma, que guíe e
ilumine a los demás pueblos.

Fin…

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