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Atenea: Hemos conseguido que no lleguen a tierra Itálica. El odio que profesas a Troya
me asusta, pero seguiré tus propositos.
Juno: Troya no debe ser re fundada. Ese linaje me ha ofendido, y junto a mí a todo el
Olimpo, nunca permitiré que sobrevivan.
Atenea: Ahora los tenemos lejos de Italia, pero ¿Cómo haremos para mantenerlos
aquí? Sabes que Venus los proteje, es la madre de Eneas y no parará hasta que su hijo
cumpla la misión.
Juno: Engañaré a Venus… la convenceré de que en esta tierra es donde Troya debe
renacer. Si ella me ayuda, ya no tendré que preocuparme de ningún dios.
Atenea: ¿Y Júpiter? Bien sabes que es su designio… fundar… “Roma”… quén sabrá lo
que se propone…
Juno: A él… puedo convencerlo … es mi marido, no lo olvides… Vayamos a ver a Venus
Eneas: despertaos, veamos en que tierra estamos. Tú, ve a cazar algo para este día.
Soldado 1: Sí, señor.
Eneas: tú, ven conmigo, exploremos el lugar. Cuidad a Iulo que aun duerme.
Eneas: ¿Dónde estaremos? ¿A qué tierras nos habrán traído los dioses?
Soldado 2: Será aquí el fin de nuestros infortunios
Eneas: He tenido un sueño esta noche, mi madre así me lo decía… ¿pero será cierto?
Soldado 2: Mira, allí se acerca alguien. Escondámonos.
(se acerca una mujer, cazando, los hombres le salen al encuentro y la atrapan,
forcejean)
Cuadro 2
Dido: Hermana, ¿a quiénes has traido ante mí? (Dido se muestra fría y dura)
Ana: Este es Eneas, de Troya.
Mujer: Viene con sus amigos de grandes sufrimientos piden hospitalidad.
Eneas: Señora, dejame que me presente. Mi hijo y yo, junto con un grupo de amigos
hemos escapado de Troya, destruida por los Aqueos, de odiosa memoria.
Soldado 1: Júpiter le ha mandado fundar una nueva Troya y hasta el momento solo
hemos escapado de un peligro atrás del otro.
Soldado 3: Pero aquí hemos llegado y pensamos que tal vez este sería el nuevo lugar.
(algunos soldados agarran a Eneas y los demás, Julo está con ellos)
(mientras Eneas habla, aparece Cupido con una flecha que va y clava en el corazón de
Dido, empieza a cambiar su expresión y a mirar a Eneas con dulzura)
Eneas: No conocemos los designios de los dioses, aquí tengo a mi hijo, el noble Iulo, tal
vez tú tengas una princesa con quien lo pueda casar, y al entroncar nuestras familias
comenzamos una nueva estirpe… (cupido clava ahora la flecha en Eneas, se arrodilla
frente a Dido)
Cuadro 3
(se quedan hablando, en la otra parte de la escena lo mismo pasa con Eneas)
Eneas: amigo, algo extraño me ha sucedido, mientras hablaba con esa mujer, mi
corazón tembló. ¿Me aceptará como esposo?
Eneas: Así es noble mujer, si estás dispuesta uniremos nuestros destinos y en una sola
estirpe fundaremos la nueva Troya… (salen los dos)
Cuadro 4
(En el olimpo, Júpiter, Mercurio, Cupido, Juno, Atenea y Afrodita)
Júpiter: (furioso) ¡La nueva Troya en Catago! ¡Que despropósito! ¡Eso sí que no estaba
pensado! ¿Cuál de mis hijas ideó este plan? ¿Cómo concordaron? ¿No estabais
peleadas?...
Venus: Tu esposa me convenció, y se mostró resentida, porque yo había vencido en
nuestra larga pelea… Creí cumplir tus designios cuando todo esto hacía. Cupido
ejecutó mis órdenes…
Júpiter: ¿Cuando todo esto hacía???? ¿Qué significa? (mira a las tres furioso) ¡Cupido
ya ha actuado con sus fatales dardos!
Atenea: (nerviosa) ideamos un plan… para evitar que Troya exista nuevamente…
Júpiter: Ideamos un plan… (mira furioso a Atenea) ¿quiénes?
Juno: (haciéndole frente) Yo, claro que yo! Soy también la reina de los dioses y nunca
me dejas decidir el destino de los pueblos. Ese pueblo, que tú tanto aprecias, y al que
quieres aun vivo, me ha deshonrado.
Júpiter: (calmándose, entiende todo) empiezo a entender… entonces ahora el remedio
será fatal para Cartago. Ven Mercurio, deciende veloz junto a Eneas, el hombre
piadoso, y dale mi mensaje. En cuanto a ustedes, esposa e hijas, dejad ya esa antigua
pelea, Roma será fundada y debe ser de sangre Troyana, así está decidido por el
destino. Ella brillará frente al mundo, como guia para todos los hombres. Acepten el
destino y cumplan sus órdenes, porque hasta nosotros los dioses a él le estamos
somentidos. (las tres diosas bajan la cabeza y parten, también Mercurio parte)
(baja Mercurio y habla con Eneas mientras Dido va haciendo la lamentación con todas
las mujeres, termina Dido cayendo muerta con Ana a su lado y todas las mujeres
llorando)
(se van)
Narradora: Al punto Eneas y los suyos, lánzanse arrebatados. Dejan atrás la orilla.
Desaparece el mar bajo las velas. Afanosos baten rizando espumas las olas verdiazules.
Al punto en que la reina ve alborear de su atalaya el día y alejarse la flota, las velas a la
par firmes al viento y contempla desierta la ribera y el puerto sin remeros, hiere su
hermoso pecho tres veces, cuatro veces, y mesándose su rubia cabellera exclama:
Dido: «¡Oh Júpiter! ¿Se irá este advenedizo haciendo escarnio de mi reino? ¿Y no
corren los míos a las armas? ¿y no salen de toda la ciudad a perseguirle? ¿y no
arrebatan las naves de los diques?
Mujer 2: ¡Ea, presto, las teas! Traed dardos, volcaos en los remos.
Dido: ¿Qué digo? ¿Dónde estoy? ¿Qué locura me trastorna la mente?
Mujer 2: ¡Desventurada Dido! ¡Ahora te hiere el alma su malvado proceder!
Entonces debió ser, cuando ponías en su mano el cetro.
Dido: Esto es lo que os pido, la última ansia que escapa de mi pecho con mi sangre.
A vosotros, mis tirios, perseguid sañudos a su estirpe, y a toda su raza venidera, rendid
este presente a mis cenizas: que no exista amistad ni alianza entre ambos pueblos.
¡Álzate de mis huesos, tú vengador, quien fueres, y arrolla a fuego y hierro a los
colonos troyanos!
Mercurio: Esta muerte entraña un odio eterno. Allí parte Eneas, como el destino lo
manda. Ya veo sus hijos y los hijos de sus hijos fundando una nueva estirpe, una nueva
ciudad, Roma aparece, radiante, frente a un mundo que muere, crece su imperio y su
poder, pero el odio de Cartago no muere e inevitablemente termina en una guerra.
Cuadro 5
Aníbal: De niño he aprendido a odiar a Roma, es algo que llevo en los huesos, no
descansaré hasta verla destruida.
Cartaginés 1: Todos lo llevamos Aníbal. Estamos a las puertas de Roma, el mejor
ejército romano se encuentra en hispania, lejos de aquí.
Cartaginés 2: Es cierto, ¿qué nos impide realizar el ataque?
Cartaginés 3: Estamos aislados, no podemos recibir ayuda de Hispania, Escipión está
presentando dura batalla a nuestras tropas en Hispania, y Cartago no puede
socorrernos.
Aníbal: Esas murallas están protegidas… no olvidéis, son hijos de Troya, solo la
paciencia y la audacia nos darán la victoria.
Cartaginés 1: Si, pero mientras los romanos nos desarman. Nos esquivan en el campo
de batalla y nos van matando poco a poco.
Aníbal: Esperemos unos días, si no llegan noticias de Hispania, tendremos que dejar
Roma y volver a Cartago, allí, reforzados podremos reemprender el combate.
Cartaginés 3: ¡Partir de Roma! ¡Cuando está a nuestros pies! Serás despreciado por
todos si no la tomas. Por más murallas que tengan, no tienen prácticamente ejército!
Aníbal: (enojado) ¿Desafías a tu general? ¿Crees que no sé la gloria que me aguarda si
tomo Roma? (enfrentados los dos cara a cara, entra el mensajero)
Mensajero: Señor! Noticias de Hispania. Nuestras tropas han sido derrotadas, tu
hermano ha sido vencido y está muerto, Escipión con su ejército viene ahora por
nosotros, está a pocos días de aquí.
Cartaginés 2: Todo está dicho, debemos volver a Cartago y dejar el sabor de la victoria
para otro momento…
Aníbal: Partamos…
Danza
Termina la danza y todos se van haciendo presentes en el escenario
Todos juntos a coro: Y vos Paraguay, heredera de estos grandes hombres, no dejes de
cantar sus hechos y reverenciarlos, para que puedas ser una nueva Roma, que guíe e
ilumine a los demás pueblos.
Fin…