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Riley, mente poderosa

Riley tiene 11 años y vive con sus papás en San Francisco, a donde se acaba de mudar, lo que
despierta en su mente todo tipo de dudas y emociones. Es muy noble, aunque con una
personalidad muy voluble.

Huele a “Tristeza”

Si algo no funcionó, si los planes fracasaron o el día amaneció con el clima que menos te gusta, es
probable que de ti se apodere la Tristeza, esa emoción que pega un tremendo “bajón” y te lleva a
desear quedarte mejor en la camita.

¡Venga la “Alegría”!

Cuando los colores se ven más brillantes y la sonrisa brote con facilidad, es porque Alegría está a
los controles del cuerpo. Aunque muchos quisieran que siempre fuera la emoción dominante, es
mejor que no sea así, pues puede llegar a ser un poco...irritante.

Se respira el “Miedo”

Los sonidos fuertes, las cosas raras, la oscuridad y en general todo aquello que entre en el terreno
de lo inesperado con una invitación para que siempre aparezca Miedo.

Una vez que toma el control de tu cuerpo, todo te va a costar mucho más, porque, ¿qué tal si pasa
algo malo?

¡“Furia” en el camino!

¿Mal día en el trabajo, en la escuela o simplemente la comida estaba horrible? Pues cuidado,
porque en ese momento Furia se apodera de tus pensamientos y no se va a detener hasta
expulsar todo el coraje contenido. Eso sí, en más de una ocasión, más que enojo su reacción
provoca risa.

“Desagrado” le pone pretextos a todo

Nada le parece, y lo más probable es que ante cualquier acontecimiento, entrecierre los ojos y
tuerza la boca con fastidio. Es Desagrado, la emoción a la que nada, pero nada le parece.

Lo peor que puedes hacer con ella es intentar emprender algo nuevo o comenzar una fiesta,
porque lo más probable es que lo único que obtengas sea un “ash, qué flojera hacerlo”. El único
consuelo es que no suele durar mucho tiempo al “mando” de la mente
La ira es una emoción que se expresa con rabia, enojo, resentimiento, furia, irritabilidad.
Los efectos físicos de la ira incluyen aumento del ritmo cardiaco, presión sanguínea y
niveles de adrenalina y noradrenalina. Algunos ven la ira como parte de la respuesta
cerebral de atacar o huir a una amenaza o daño percibidos.. La ira se vuelve el
sentimiento predominante en el comportamiento, cognitivamente, y fisiológicamente
cuando una persona hace la decisión consciente de tomar acción para detener
inmediatamente el comportamiento amenazante de otra fuerza externa. La ira puede
tener muchas consecuencias físicas y mentales.

La ira es vista como una forma de reacción y respuesta que ha evolucionado para
permitir a la gente enfrentarse con amenazas. Tres tipos de ira son reconocidos por
los psicologos: La primera forma de ira, llamada “ira precipitada y repentina” por
Joseph Butler, un obispo del siglo 18, está conectada al impulso de auto-preservacion.
Es compartida entre humanos y animales no humanos y ocurre cuando están
atormentados o atrapados. El segundo tipo de ira es llamada “ira estable e
intencionada” y es una reaccion a una percepcion de daño o trato injusto por otros de
manera mal-intencionada. Estas dos formas de ira son “episódicas”. El tercer tipo de ira
es sin embargo “impontencional” y esta relacionada más a los rasgos de carácter que a
los instintos o pensamientos. Irritabilidad, resentimiento y actitudes de mala educación
son ejemplos de ira.

La ira potencialmente puede movilizar recursos psicológicos y determinación para


impulsar la corrección de conductas equivocadas, la promoción de justicia social, la
comunicación de los sentimientos negativos y la reparación de agravios. Asimismo,
puede facilitar la paciencia. Por otro lado, la ira puede ser destructiva cuando no
encuentra su salida apropiada en la expresión. La ira, en su forma fuerte, disminuye la
capacidad para procesar información y para ejercer control cognitivo de su conducta.
Una persona enojada puede perder su objetividad, la empatía, la prudencia o la
consideración y puede causar daño a otros. Hay una clara distinción entre la ira y la
agresión (verbal o física, directa o indirecta), incluso a pesar de que se influyen
mutuamente. Mientras que la ira puede activar la agresión o aumentar su probabilidad o
intensidad, no es ni necesaria ni una condición suficiente para la agresión.

Consejos para controlar la ira

Enojarse es una emoción natural en el ser humano, sin embargo cuando se pierden los
estribos, esto puede ocasionar serios problemas en la calidad de vida, por lo que es
necesario tener en cuenta 10 consejos para controlar la ira.

1- Causas del enojo: Emociones como el miedo, estrés, vergüenza o cansancio son
sustitutos de la ira, por eso hay que cuestionarse qué es lo que provoca el enojo.

2- Comprender a tu semejante: El enojo se origina por la forma en que se interpreta lo


que la otra persona dice o hace, por lo que debes encontrar qué es lo que motiva el
desacuerdo para evitar que nazca una discusión.

3- Integrar actitudes de respeto y prudencia: Antes de decir un comentario hiriente se


debe pensar en la reacción propia al recibir un insulto.

4- Concentrarse en el presente: Evitar tener resentimientos o heridas del pasado, ya que


eso sólo aumentará el estrés y el enojo

5- Escuchar atentamente: Debes entender con claridad el punto de vista de la persona


con la que existan diferencias.

6- Identificar la reacción del cuerpo: Si existen dificultades para respirar, el pulso


acelerado, dolor de cabeza o estómago, así como rigidez en los músculos es señal de
que hay que calmarse.

7- Respiración profunda: Mantener la respiración mientras se cuenta hasta cuatro,


soltando el aire hasta ocho y repitiendo el mismo proceso. Este ejercicio se realiza
primero lentamente y luego aumentando la velocidad, pero sin forzarlo.

8- Detención del pensamiento: Sustituir cualquier sentimiento negativo por otros


positivos para evitar sentirse controlado por la situación.

9- Relajación muscular: Esta técnica sirve para aplicar antes, durante y después del
conflicto, sentándose en posición cómoda, cerrando los ojos, relajando lentamente los
músculos empezando con los dedos de los pies hasta llegar al cuello y la cabeza.

10- Cambiar de entorno: Salir a caminar, escuchar música, incluso recurrir al humor
pueden ayudar a controlar el enojo.

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