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UNIVERSIDAD MAYO DE SAN SIMON

FACULTAD DE POSGRADO
DIPLOMADO EN EDUCACION SUPERIOR

TRABAJO PRÁCTICO

DE

PEDAGOGÍA CRÍTICA DE LAS

DIFERENCIAS

ALEXANDER ZEBALLOS RODRIGUEZ


El derecho a la educación, tan cuestionado hoy en día

Los derechos de los sujetos remiten a “La Declaración de los Derechos del
Hombre y del Ciudadano”, aproximadamente surgidos a fines del Siglo XVIII
establecida durante la Revolución francesa. Se proclaman derechos naturales de todo
individuo, como derecho a la educación, entre otros que tuvieron origen en ese tiempo
que dio paso a un ciudadano portador de derechos y obligaciones. En este artículo
nos centraremos en el “Problema de la educación como Derecho”.
Cuando hablamos de este derecho, podemos afirmar que es universal, ya que
todo ser que nace posee este derecho sea cual fuere su religión, su cultura, su país
de origen y su posición económica que le atribuye una escala social ineludiblemente.
En la actualidad se puede ver que las políticas que expresan los derechos han
sufrido ampliaciones y mutaciones considerables, pero dichos derechos se
encuentran vulnerados debido a la violación e incumplimiento constante de los
mismos, lo cual impacta y afecta mucho en la vida cotidiana y educativa de los
individuos. En cuanto a lo educativo este derecho también está muy fracturado, ya
sea porque se hace distinción de contenidos o recorte de los mismos para escuelas
de gestión pública y privada. Hay una brecha muy marcada, de hecho, existe una
creencia de que lo público presenta, por naturaleza, una menor calidad, especialmente
en cuanto a la educación. Una creencia que es respaldada por el descuido del Estado
en la Educación Pública y la herencia cultural del Estado Neoliberal, como también
por diversas políticas educativas y culturales de privatización.
La sociedad cambia constantemente y actualmente tenemos muchos sectores
de viviendas precarias, cuyos tutores o padres poseen trabajos poco remunerados.
Durante décadas fue aumentando progresivamente el empobrecimiento de la
población.
Por otra parte, los chicos que concurren a escuelas provienen de diversas
configuraciones familiares. Es decir, muchos de ellos no tienen una familia tradicional
como las que comúnmente conocemos (padre, madre, hijos) y a la que nos atrevemos
a calificar como “normal” sino que conformadas por otras personas, sean familiares o
no. Sin tener en cuenta que cuando se definen formas “normales” de vivir la vida, se
discrimina a quienes no entran en esos parámetros. Asimismo, en muchos casos
estos niños de primaria deben cuidar de sus hermanos menores gran parte del día.
Asumen roles de adultos a muy corta edad. Las familias de los alumnos depositan
su confianza en la escuela como el lugar donde sus chicos aprenden muchas cosas.
Sin embrago, el mundo exogámico del individuo está cargado de representaciones de
su mundo endogámico. Por este motivo el docente deberá contar con una didáctica
apropiada que sea positiva para el educando.
La especificad de la cuestión educativa en este marco adquiere singular
importancia si se tiene en cuenta que por un lado los sistemas educativos aparecen
ubicados en un espacio de intersección entre el estado y la sociedad, con lo cual en
ellos repercute de manera inmediata cualquier redefinición del matriz socio política. A
la vez, la importancia clave de la educación radica en que en ese campo en donde
forma al ciudadano al cual se le demandan mayores niveles de participación y
compromiso en la nueva conformación del espacio público, para lo cual es
indispensable, desde nuestra óptica, generar en ellos mayores niveles posible de
capacidad reflexiva y crítica para ejercicio ciudadano que el nuevo escenario
demanda.
Recrear un espacio público desde esta perspectiva, es asumir la necesidad de
generar marcos regulatorios y de distribución de recursos que superen los obstáculos
de la exclusión o diferencias sociales. En el campo de la educación es necesario
revalorizar el papel de un Estado garante de igualdad de oportunidades y que el
sistema educativo cumpla con su misión de formar a los futuros ciudadanos.
Muchos docentes, a veces, afirman no poder “cargar con estas falencias” que
traen los alumnos, o de su mundo familiar particular y tan difícil abordaje social. Sin
embrago, en la práctica escolar vemos docentes comprometidos en buscar posibles
soluciones a los problemas que tienen nuestros alumnos, como la conducta o las
falencias en el aprendizaje escolar. El reconocimiento de éstas prácticas, siempre
implica un proceso básico de contacto cultural que tiene como objetivo, construir
diálogo intercultural. Diálogo que también implica problematización de las culturas
dialogantes y prácticas de transformación de relaciones opresivas que muchas veces
han sido naturalizadas en cada cultura. A partir de nuestra experiencia, creemos que
todos estos aspectos mencionados, deben guiar nuestra práctica educativa hacia un
horizonte de propuestas ricas e interesantes; respecto de a los contenidos
curriculares, deberán ser vistos durante muchas clases hasta comprobar que se ha
entendido. Empleando criterios de evaluación como por ejemplo el juego, para no
frustrar al niño. El docente será ese puente entre el saber y el alumno: sistematizando
el análisis crítico de la realidad en que vivimos, reconociéndola con la capacidad de
modificarla; analizando los contenidos, problematizándolos. Pensar desde allí las
actividades y propuestas para los alumnos.
Sería una pérdida de tiempo buscar a “los culpables” de las falencias que traen
nuestros alumnos. Es un aprendizaje constante por parte de los integrantes buscar
soluciones diferentes para cada caso en particular.
La mejor calidad educativa parece estar destinada solamente a las familias de
mejores condiciones económicas. Los docentes tenemos la tarea de hacerle saber a
nuestros educandos que ellos tienen derechos y derecho a ejercerlos, ampliarlos y
sumar nuevos. Nuestra función es brindar herramientas. Como dice Hanna Arendt
(1974)1Las sociedades democráticas son aquellas que garantizan a sus miembros el
“derecho a tener derechos”, La educación debe ser entendida como un “derecho que
da derechos” Tener derechos es también tener una buena educación, no como
muchas veces se ve en las escuelas que por mantener una matrícula se deja de lado
este derecho, y así los alumnos no pueden gozar de un aprendizaje significativo,
omitiendo la participación porque muchos de ellos no concurren diariamente a la
escuela por distintas falencias, como por ejemplo: tener que ir a buscar el plato de
comida, cuidar de sí mismos o de sus hermanos, etc. Es por ello que es importante
no olvidarnos que esta la educación “se rebela y se resiste a ser cómplice de
transformar las diferencias en desigualdades”.2 Los docentes tenemos la tarea de ver
los intereses de nuestros alumnos, pero no como punto de partida, sino como punto
de llegada; ampliando el mundo cultural, y hacerles saber que ellos tienen derecho a
tener derechos y que este tiene que ser cumplidos.
Los docentes comprometidos en nuevas prácticas pedagógicas debemos saber
que una clase no sale siempre como la planificamos. No sólo enseñamos la lógica
matemática y la lectura intensiva o en profundidad, sino valores como el respeto, para

1
Arendt, Hanna, Los orígenes del totalitarismo, Madrid, Taurus, 1974. Pineau, Pablo. La educación como
derecho.

2
Pineau, Pablo. La educación como derecho, 2008.
propiciar que las relaciones inter-personales sean más llevaderas y evitar conflictos
cargados de violencia, como sucede en muchos casos. La escuela es uno de los
espacios que ofrece la oportunidad de reformular escala de valores, potenciando
nuestra actuación, ya sea cuando trabajamos contenidos curriculares vinculados con
los derechos, como así también cuando trabajamos con el grupo de chicas y chicos
atentos a sus interacciones, y aprovechando los conflictos como oportunidades de
aprendizaje y reflexión. La relación, basada en el respeto y en la valoración, que
establecemos con alumnos y alumnas es condición necesaria para que, a partir del
aprendizaje vivencial de valores, puedan vivir las diferencias en los modos de vida
como algo positivo, en el marco del respeto a los derechos humanos. Es indispensable
que el docente comprometido realice diferentes capacitaciones para afrontar las
demandas educativas que no solo se centran en el aprendizaje, sino que son un
conjunto de situaciones problemáticas sociales diversas.
Si logramos atender estas demandas, de por sí nada sencillas, habremos de
cierta forma recuperado el derecho a la educación de nuestros educandos. La
educación es la garantía y sostén de una sociedad. Es necesario enseñar en las
escuelas públicas, contenidos que no sean efímeros ya que nos habituamos al
estigma de la pobreza, y que los pobres no pueden abordar toda la planificación del
docente.
Los alumnos de sectores sociales humildes no deben ser vistos como
peligrosos. No debemos marginalizar, naturalizar y pensar que si nacieron así llegarán
a su vida adulta como posibles delincuentes y ser una amenaza para la sociedad. Esta
condición no es inmodificable ya que mucho de ellos podrá ir ascendiendo por sus
capacidades personales y progresar en la vida. Solamente la educación podrá sacar
de la ignorancia al individuo.

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