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Anexos
El filosofo de la vida -el método en Aristóteles- 143
La moral y el ideal de virtud republicano
romano -comentario al de re publica de Cicerón- 163
Traducciones
Foucault: ética y souci de soi 183
Pierre Hadot: historia del souci 192
Bibliografía 203
"Me he dejado arrastrar por la admirable estructura de la
doctrina y el orden increíble de la materia. ¿Acaso, ¡por los
dioses inmortales!, no admiras tú este orden? Pues, ¿qué puede
encontrarse, o bien en la naturaleza, cuya armonía y perfecta
disposición es insuperable, o bien en las obras realizadas por la
mano del hombre, tan ordenado, tan conexo y tan bien
estructurado? ¿Qué conclusión no está de acuerdo con su
antecedente? ¿Qué consecuencia no corresponde a su premisa?
¿Qué cosa no tiene tan íntimamente conectadas sus partes, que,
si alteras una sola letra, todo se viene abajo? En efecto no hay
nada que pueda cambiarse".
Cicerón
"Si es verdad que sólo es feliz el hombre bueno y que todos los
hombres buenos son felices, ¿qué cosa hay más digna de ser
cultivada que la filosofía y qué cosa más divina que la virtud?".
Cicerón
1
M . J. ímaz, "Sobre el estoicismo. Rasgos generales y figuras centrales",
en: Historia de la filosofía antigua, Madrid, ed. de C.García Gual, Trotta,
p. 297.
2
En esta breve presentación volvemos a retomar las conclusiones de P.
Hadot en: ¿Qué es la filosofía antigua?, México, F.C.E., 1998, pp. 105 -
111.
8 Frangois Gagin
6
M. Pohlenz, La Stoa, storia di un movimiento spirituale, Firenze, La
Nuova Italia editrice, 1967, p.16: "A la muerte de Alejandro sucedió el
confuso período de los Diádocos [...] Hasta el ciudadano común fue
preso en el remolino y ya no se sintió seguro de sus bienes y de su vida
¿Dónde podía buscar refugio? La polis, donde el griego había encontrado
hasta entonces un sólido apoyo se había vuelto un entretenimiento en
manos de las grandes potencias. Atenea y Posidón desde los orígenes
habían tenido el propósito de proteger, más que los individuos, la
colectividad y también en eso habían fracasado. Las religiones
extranjeras que prometían ayuda al individuo no habían adquirido
todavía una fuerza de atracción suficiente en los corazones de los
hombres. La única divinidad cuya activa presencia fue advertida con
asombro en todo momento era la Tyche: ¿pero quién podía afiliarse a la
extrovertida diosa del azar?"
10 Frangois Gagin
7
De hecho, la tripartición de la doctrina estoica y epicúrea en física,
lógica (canónica) y ética, responde a los avances científicos de entonces.
¿Crisis o decadencia? 13
8
Aún el gran divulgador del estoicismo en Francia, É. Bréhier, no está
ajeno a esta arbitrariedad cuando dice en su Histoire de la philosophie,
París, P.U.F., T. 1 , 1 9 6 1 , pp. 288-289: "Un sublime impulso idealista que
llena con pensamientos filosóficos la civilización, pero que pronto se
detiene y muere cristalizado en dogmas, un repliegue del hombre sobre
sí mismo que repudia la cultura para buscar apoyo sino en sí mismo, en
su voluntad erecta por el esfuerzo o en el gozo inmediato ele sus
impresiones; éste es el balance del siglo V, del gran siglo filosófico de
Atenas".
El amplio trabajo de M. Bernal (Atenea Negra: las raíces afroasiáticas
de la civilización clásica, Barcelona, Crítica, 1993) mostró que la
civilización occidental no deriva de la Grecia clásica ni del impacto
indo-europeo de unos invasores "arios" llegados al sur de los Balcanes,
sino de influencias afroasiáticas, cuyas raíces estarían en Egipto y en
Cariaán durante la Edad de Bronce medio y final. El teorema de Pitágoras,
el modelo de sociedad esclavista, la noción de justicia, la ciudad-estado
y las fórmulas geométricas habrían sido descubrimientos egipcios o
fenicios y no griegos, y tanto la unidad cultural de la civilización clásica
como la superioridad de Grecia en el ámbito del saber y de la ciencia
serían meros tópicos creados por los historiadores del siglo XIX. El
"eurocentrismo" y el llamado siglo de oro (siglo V) deben de ser
reconsiderados a la luz de estos aportes, y para nuestro caso sirve
indirectamente para restaurar en toda su dimensión la filosofía
helenística frente a la supuesta gran tradición metafísica.
12 Frangois Gagin
9
P. Hadot, ¿Qué es la filosofía antigua?, op. cit., passim.
¿Crisis o decadencia? 13
10
Para una exposición detallada y objetiva, de esta crisis de civilización
lejos de una mirada escéptica y nostálgica, véase M. Daraki, Une
religiosité sans Dieu: essai sur les stoiciens d'Athénes et Saint Augustin
París, La Découverte, 1989, pp. 12-37.
LO PÚBLICO Y LO PRIVADO EN LOS
FILÓSOFOS GRIEGOS
-La cuestión de la libertad-
14
Platón, República, 55 b sg.
Lo público y lo privado - l a cuestión de la libertad en los griegos- 27
3
El historiador francés J. Brun hace bien en recordar que "la persona de
Sócrates plantea al filósofo un problema bastante extraño, pero lleno de
sentido: toda la historia de la filosofía griega es tradicionalmente
organizada alrededor de su nombre y no sabemos quién fue
verdaderamente Sócrates, no hay historia del pensamiento griego sino
en función del personaje de Sócrates y la historia no nos permite hacer
de él un personaje histórico. Si bien es cierto que hay, según la expresión
de G. Bastide, un 'momento histórico de Sócrates', debemos añadir en
seguida que no hay historia de Sócrates. El socratismo domina a tal
punto la historia que la regula pero se le escapa.
[...] Sócrates es un 'hecho histórico' que escapa a la historia". J. Brun,
Socrate, París, P.U.F., 1960, pp. 5-9.
Así mismo P. Hadot, al iniciar su elogio de Sócrates, insiste sobre la
dificultad que hay en calificar al filósofo de histórico: "Es muy difícil, y
quizá imposible, decir lo que fue el Sócrates histórico, aunque los
hechos notables de su vida sean bien atestiguados. Pero los testimonios
que nos dejaron sus contemporáneos sobre él, los de Platón, los de
Jenofonte, los de Aristófanes, transformaron, idealizaron, deformaron
los rasgos del Sócrates que vivió en Atenas al fin del siglo V antes de
Cristo. ¿Podremos jamás volver a encontrar y reconstituir lo que fue
realmente? Pero, tendría la osadía de decir: ¡en cierto sentido, poco
importa! Pues es su figura ideal tal como fue dibujada por Platón en el
Banquete y tal como fue percibida también por esos dos grandes
socráticos que fueron Kierkegaard y Nietzsche, la que ha tenido un
papel fundador en nuestra tradición occidental, y aun en el nacimiento
del pensamiento contemporáneo". P. Hadot, Éloge de Socrate, París,
Allia, 1999, pp. 7-8.
Conócete a ti mismo-, lecturas del socratismo 35