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Este material fue publicado originalmente por THE APOSTOLIC STANDARED, Diciembre de
2002 Volumen 35, Número 12, páginas 4-8. Este material está registrado y sólo puede ser
utilizado para propósitos de estudio e investigación.
Pregunta: ¿Cuáles son sus puntos de vista bíblicos sobre la doctrina de los cristianos como
"judíos espirituales"?
Una confusión entre la Iglesia e Israel, resulta del error de no confiar estrictamente en una
hermenéutica literal*, y el resultado es el enturbiamiento de las distinciones entre las
dispensaciones, una confusión de los pactos y una negación de los futuros tratos de Dios para
con la nación de Israel. Las raíces de este punto de vista se remontan en la historia de la
iglesia al alegorismo de Orígenes ("espiritualizando" la Escritura, al decir por ejemplo: La
iglesia es Israel), a Agustín en La Ciudad de Dios (donde se afirma que el milenio se ha
cumplido en la presente era de la iglesia, fallando en ver algún futuro para el pueblo judío) y al
amilenialismo de la Iglesia Católica Romana.
Sin embargo, una interpretación literal de la Biblia revela una clara distinción entre la Iglesia e
Israel. 1. Corintios 10:32 es fundamental para entender la distinción entre los judíos, los
gentiles y los cristianos: "No seáis tropiezo ni ajudíos, ni a gentiles, ni a la iglesia de Dios".
Aquí se observan tres grupos claramente diferenciados: (1) los judíos, (2) los gentiles y (3) la
iglesia de Dios.
"Y habitaron los sacerdotes, los levitas, los del pueblo, los cantores, los porteros y los
sirvientes del templo en sus ciudades; y todo Israel en sus ciudades" (Esdras 2:70).
"Y ofrecieron en la dedicación de esta casa de Dios cien becerros, doscientos carneros y
cuatrocientos corderos; y doce machos cabríos en expiación por todo Israel, conforme al
número de las tribus de Israel" (Esdras 6: 17).
"Los hijos de la cautividad, los que habían venido del cautiverio, ofrecieron holocaustos al Dios
de Israel, doce becerros por todo Israel, noventa y seis carneros, setenta y siete corderos, y
doce machos cabríos por expiación, todo en holocausto a Jehová" (Esdras 8:35).
A lo largo de Esdras y Nehemías ellos son llamados judíos. A través del libro de Ester, todos
los israelitas en el reino de los medos y los persas son llamados judíos.
Así, la palabra "judío" llegó a ser sinónimo de "israelita". Esto es razonable en vista del hecho
de que Judá fue en el mayor sentido la tribu principal. A través de esa tribu vendría el Mesías.
Ésta fue la tribu que siempre los conducía en la batalla. Cuando las tribus del norte se
rebelaron contra la casa de David, Judá le mantuvo su lealtad.
Sin embargo, con el rechazo del Mesías por la nación de Israel en general, y con la continua
persecución de los primeros cristianos por parte de los judíos, vino un cambio gradual en el
sentido y el significado de la palabra "judío".
A lo largo de los Evangelios y del Libro de los Hechos, tanto los piadosos como los impíos que
eran descendientes físicos de Jacob, fueron llamados judíos.
"La mujer samaritana le dijo: ¿Cómo tú, siendo judío, me pides a mí de beber, que soy mujer
samaritana? Porque judíos y samaritanos no se tratan entre sí" (Juan 4:9).
"Y les dijo: Vosotros sabéis cuán abominable es para un varón judío juntarse o acercarse a un
extranjero; pero a mí me ha mostrado Dios que a ningún hombre llame común o inmundo"
(Hechos 10:28).
"Y habiendo atravesado toda la isla hasta Pafos, hallaron a cierto mago, falso profeta, judío,
llamado Barjesús" (Hechos 13:6).
"Y halló a un judío llamado Aquila, natural del Ponto, recién venido de Italia con Priscila su
mujer, por cuanto Claudio había mandado que todos los judíos saliesen de Roma. Fue a ellos"
(Hechos 18:2).
"Llegó entonces a Efeso un judío llamado Apolos, natural de Alejandría, varón elocuente,
poderoso en las Escrituras." (Hechos 18:24).
"Había siete hijos de un tal Esceva, judío, jefe de los sacerdotes, que hacían esto." (Hechos
19:14).
"Entonces dijo Pablo: Yo de cierto soy hombre judío de Tarso, ciudadano de una ciudad no
insignificante de Cilicia; pero te ruego que me permitas hablar al pueblo" (Hechos 21:39).
Este pasaje es a menudo mal interpretado en el sentido de que los cristianos son "judíos
espirituales". Pero este no es el punto en absoluto.
No hay ninguna Escritura en el Nuevo Testamento que sugiera que los cristianos gentiles se
convierten en "judíos espirituales" o en un "Israel espiritual". Tal idea comienza rápidamente a
confundir los principios hermenéuticos sobre las dispensaciones, los pactos y la división
étnica. La consecuencia lógica de esta interpretación errónea, es negar a la nación de Israel
algún trato futuro con Dios y reinterpretar todas las profecías del Antiguo Testamento que
tienen que ver con Israel, como una referencia de alguna manera espiritual a la iglesia.
En realidad, el pasaje de Romanos 2:28-29 revela que la ascendencia física por sí sola no es
suficiente para calificar a alguno para ser un verdadero judío (Israel), sino que la sinceridad de
corazón debe ir acompañada de la descendencia física. Esto es lo que Pablo quiso decir con
su declaración en Romanos 9:6: "No que la palabra de Dios haya fallado; porque no todos los
que descienden de Israel son israelitas". En otras palabras, no todos los que descienden
físicamente de Israel son en realidad verdaderos israelitas. Los verdaderos israelitas son los
que tienen ascendencia física y sinceridad espiritual.
Esto es aclarado por Pablo en su declaración de Romanos 11:26: "Y luego todo Israel será
salvo, como está escrito: Vendrá de Sion el Libertador, que apartará de Jacob la impiedad".
Esta es una profecía que todavía no se ha cumplido y está en las futuras relaciones de Dios
con Israel. Sin duda, no significa que todos los descendientes físicos de Israel que han vivido
se salvarán, ni siquiera que todos ellos estarán vivos y que serán salvos en el momento en
que la profecía se cumplirá. Lo que sí significa, es que todos los descendientes físicos de
Israel que estén viviendo en ese momento y que tengan un corazón sincero para con Dios,
responderán con fe al Mesías y éstos serán salvos. Estos serán los que por fe invocarán el
nombre del Señor, y ellos son el remanente. (Vea Joel 2:32).
Es evidente que Dios siempre ha tenido un verdadero remanente dentro de la nación de Israel.
Asaf escribió: "Ciertamente es bueno Dios para con Israel, para con los limpios de corazón"
(Salmo 73:1). La afirmación de la bondad de Dios para con Israel es calificada por la frase "los
limpios de corazón" dentro de esos diversos usos de la palabra "judío". No todos los de Israel
como nación podrían ser descritos por estas palabras, así que los que no calificaron fueron
excluidos de la bendición que Asaf tuvo a la vista.
Pablo dijo: "Y a todos los que anden conforme a esta regla, paz y misericordia sea a ellos, y al
Israel de Dios" (Gálatas 6:16). El "Israel de Dios" en este sentido del Nuevo Testamento, se
refiere a los creyentes de Israel, es decir a los judíos que habían abrazado a Jesús como su
Mesías. Sin duda, Pablo añadió esta bendición, en vista de la naturaleza del libro de Gálatas.
En éste se había parado firmemente contra los judaizantes, quienes eran cristianos
profesantes judíos que querían que los creyentes gentiles guardaran la Ley de Moisés como
una condición para ser salvos. El reproche inequívoco de Pablo a estos judíos que erraban,
debe haberle incitado a desear confirmarle su amor a los sinceros creyentes judíos.
En su carta a la iglesia de Esmirna, el Señor Jesús dijo: "Yo conozco… la blasfemia de los que
se dicen ser judíos, y no lo son, sino sinagoga de Satanás" (Apocalipsis 2:9). Esto parece ser
una declaración similar a la hecha por Jesús en Juan 8, donde él le declaró a los judíos, la
simiente de Abraham: "Si vuestro padre fuese Dios, ciertamente me amaríais... Vosotros sois
de vuestro padre el diablo..." (Juan 8:42-44; Véanse también los versículos 31, 33, 37-41.).
La clave, entonces, para entender las implicaciones de la palabra "judío" es examinar de cerca
el contexto. En la siguiente tabla se ilustra esto:
Todos los conversos al cristianismo antes de Hechos 10 eran judíos, con la posible excepción
de algunos prosélitos (Hechos 2:10) y éstos mantuvieron su identidad judía. Los gentiles
convertidos a partir de Hechos 10 mantuvieron su identidad gentil.
Y sin embargo, Pablo escribió que en Cristo no hay barreras raciales, sociales o sexuales: "Ya
no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros
sois uno en Cristo Jesús" (Gálatas 3:28).
Es evidente que el cristianismo no borra las distinciones sexuales: los hombres siguen siendo
hombres y las mujeres siguen siendo mujeres. Tampoco niega el estatus social: los que se
convirtieron siendo esclavos permanecieron como esclavos, y los que eran hombres libres
permanecieron como hombres libres (1. Timoteo 6:1-2, 1. Corintios 7:20-24). Se deduce por
tanto, que la conversión no borra las distinciones étnicas entre los judíos y los gentiles. Los
judíos siguen siendo físicamente judíos; los gentiles son todavía físicamente gentiles.
El punto de la declaración de Pablo es que "en Cristo Jesús" todos somos uno. Es decir, el
judío no tiene ventaja sobre los gentiles, el hombre no tiene ventaja sobre la mujer, el hombre
libre no tiene ninguna ventaja sobre el esclavo. Como alguien dijo: "La tierra es nivelada al pie
de la cruz".
En ciertos casos, es evidente que tanto los términos "judíos" como "gentiles" llevan
connotaciones negativas. En estos casos, ambos términos se refieren a los miembros no
regenerados de los dos grupos étnicos. Por ejemplo, Pablo escribió: "Por tanto, acordaos de
que en otro tiempo vosotros, los gentiles en cuanto a la carne, erais llamados incircuncisión
por la llamada circuncisión hecha con mano en la carne" (Efesios 2:11). En Romanos 2:24,
escribió: "Porque como está escrito, el nombre de Dios es blasfemado entre los gentiles por
causa de vosotros". Una vez más, en 1. Corintios 10:20, Pablo dijo: "Antes digo que lo que los
gentiles sacrifican, a los demonios lo sacrifican, y no a Dios; y no quiero que vosotros os
hagáis partícipes con los demonios". En el mismo libro, dijo: "Sabéis que cuando erais
gentiles, se os extraviaba llevándoos, como se os llevaba, a los ídolos mudos" (1. Corintios
12:2).
El misterio en el Antiguo Testamento, no era que los gentiles vendrían algún día al Mesías a
través de la nación redimida de Israel. El misterio era que en Cristo las distinciones étnicas
serían disueltas, y tanto los judíos como los gentiles serían "coherederos" y "miembros del
mismo cuerpo".
En el futuro trato de Dios con la nación de Israel (que todavía está por venir), los gentiles
vendrán al Mesías a través de la nación redimida. (Vea por ejemplo, Apocalipsis 7:4-14 e
Isaías 60:3.) Pero esto será aparte de la iglesia donde los judíos y los gentiles están puestos
en el mismo nivel de igualdad. Aunque las naciones tendrán oportunidad de redención, la
nación de Israel aún conservará distintos privilegios y estatus. La barrera entre los judíos y los
gentiles no se caerá.
No hay una explicación más clara de la unidad entre los judíos y los gentiles en la iglesia, que
la que se encuentra en Efesios 2:11-19. Observe cuidadosamente lo que dice y lo que no dice
este pasaje.
Lo que no dice:
Lo que sí dice:
* Que los gentiles ahora han "sido hechos cercanos por la sangre de Cristo".
* Que la "pared intermedia de separación" entre los judíos y los gentiles ha sido derribada.
(Una referencia obvia a la pared que separaba el atrio de los gentiles de las zonas del templo
reservadas a los judíos. Pero la caída de la pared no convirtió a los gentiles en judíos como
tampoco convirtió a los judíos en gentiles).
* Que "la ley de los mandamientos expresados en ordenanzas" fue abolida. (Una obvia
referencia a la ley ceremonial, que era distintivamente judía e incluyó todos los mandamientos
no morales dados únicamente a Israel, y que eran de naturaleza predictiva de la venida del
Mesías).
* Que en Cristo tanto los judíos como los gentiles son hechos "un solo y nuevo hombre".
* Que tanto los judíos como los gentiles son reconciliados con Dios por la cruz.
* Que tanto los judíos como los gentiles tienen acceso al Padre por un mismo Espíritu.
* Que los gentiles ya no son extranjeros ni advenedizos.
* Que los gentiles son conciudadanos de los santos.
* Que los gentiles son miembros de la familia de Dios.
Mientras que una lectura rápida de este pasaje parece sugerir que los creyentes gentiles se
han convertido en parte de la nación de Israel, un estudio cuidadoso revelará que este no es el
caso. La afirmación bíblica más exacta que se puede hacer, no es que los creyentes gentiles
se convierten en "judíos espirituales" (un término que no aparece en ninguna parte de la
Escritura), sino que los creyentes judíos y gentiles se hicieron "un solo y nuevo hombre", y
este nuevo hombre es espiritual, no judío ni gentil. (Ver Gálatas 3:28).