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ISFD N° 163
3° año
Según María Esther Díaz, “la verdad es una relación de adecuación entre el
pensamiento o su expresión mediante una proposición y la realidad a la que se refiere
dicha proposición”. No existe una verdad universal ya que es un concepto ligado a su
contexto.
En muchas oportunidades, el conocimiento de la verdad, el saber, trae aparejado un
poder, y se transforma en un recurso esencial. En la sociedad, la verdad se encuentra
netamente relacionada con el concepto de poder, ya que aquellos que quieren hacer
valer el poder a partir de la defensas de sus propias verdades y suele rechazar las ideas
ajenas como falsas.
El paradigma pre moderno abarca desde la antigüedad hasta la Edad Media. Siglos VI
a.C. hasta el siglo XV. Primero en la Antigüedad Clásica, en el ‘’mundo griego” se da la
parte fundacional que da origen a la cultura occidental y da inicio al proyecto
racionalista que posteriormente será ilustrado. Nace el concepto de logos, que
significaba básicamente un discurso explicativo y demostrativo que se contrapone y
complementa con otro concepto, también una narrativa sin necesidad de
demostración, el mythos, concepto que no necesitaba una verificación. Cosa que el
logos si, descansaba en una fundamentación. En esta contraposición encontramos el
primer concepto de ciencia. El saber científico pertenece al logos. Racionalidad
fundada en principios lógicos. Existe también la contraposición entre doxa (opinión) y
episteme (saber). Mientras que la primera es un saber no fundamentado, espontaneo,
asistemático, acrítico, el episteme es fundamentado, requiere esfuerzo y reflexión, es
sistemático, y pretende instalarse en la verdad, así como también es crítico. Es como la
contraposición entre opinión y saber científico. Pero en la antigüedad esta razón fue
subordinada a la fe. La comprensión del origen del mundo era divina. Aquí no gobierna
la racionalidad sino la fe y los signos de Dios en la naturaleza. La diferencia
fundamental que se dará en el paradigma moderno será el de la creciente
desacralización o secularización propia de estos tiempos. Se separa la cultura y la
sociedad. Acontece en el plano de lo religioso y de lo profano. Se da una creciente
diferenciación entre la iglesia y el estado, y desde la óptica cultural, entre la religión y
la ciencia. Los problemas no estarán en el orden de lo divino sino más bien en los
cambios sociales que tuvieron lugar a partir de la aparición de la burguesía. El
fundamento más importante de esta época es la racionalidad plena. A partir de
entonces, el mundo poseerá un orden racional matemático, se tendrá una confianza
absoluta en el poder de la razón en su poder cognoscitivo y práctico. Se pensará
posible un conocimiento universal y necesario del mundo y una ética universal. Y
finalmente el progreso social será la consecuencia lógica del desarrollo de la ciencia.
El contexto histórico fue de variadas innovaciones entre los siglos XV y XVII que dieron
inicio a procesos históricos largos e icónicos. Por un lado, el Renacimiento, primero
italiano y luego en toda Europa, fue un momento propiciado por un regreso a los
clásicos grecolatinos donde se rescató esta cultura fundacional en el arte, la literatura
y las ideas. Se desarrollaron teorías revolucionarias como la de Nicolás Copérnico, que
sería retomada por Galileo Galilei quien desarrollaría varios de los conceptos
fundantes de la ciencia moderna así como también emplearía esos conocimientos en
desarrollos tecnológicos. El cambio de paradigma helio centrista inicia a su vez un
periodo donde tuvo lugar la era de los descubrimientos, se realiza un corrimiento del
eje Europeo hacia el Atlántico, donde se darán los procesos de conquista y en la
economía comenzará a desarrollarse a partir del siglo XVII la economía mundo. Para
esta época ya se desarrollará la teoría científica moderna con René Descartes, Bacon,
Isaac Newton, etc., punto en el cual el desarrollo científico y tecnológico estará a la
orden del día.
Rubén Pardo distingue, por un lado, a las ciencias formales, que son las matemáticas y
la lógica, cuyo objeto de estudio se caracteriza porque solo tiene existencia ideal, no
existe en la realidad espacio-temporal: tanto los signos del lenguaje matemático como
los del lógico no refieren a una realidad extralingüística sino que son formales, vacíos
de contenido. Estos signos formales pueden ser interpretados estableciendo
correspondencias con los hechos y pueden ser aplicados a la realidad empírica.
Por otro lado, las ciencias fácticas, que informan sobre la realidad extralingüística,
tienen como objeto de estudio entes materiales (hechos o procesos) y se refieren a la
realidad empírica. Sus enunciados, al apuntar a esos hechos, son proposiciones
sintéticas y su método se basa en la contrastación empírica para constatar si estos
enunciados son verdaderos o falsos: de ellos resulta siempre una verdad contingente y
fáctica (ineludiblemente provisoria)
Pardo a su vez, dentro de las ciencias fácticas, traza una subdivisión entre dos tipos de
ciencias: las naturales y las sociales. Tal distinción pretende fundarse en las diferencias
en cuanto al objeto de estudio (la naturaleza o el hombre, respectivamente) y, sobre
todo, acerca del tipo de conocimiento involucrado en ellas. Respecto de esto último,
hay quienes descalifican la cientificidad de las ciencias sociales al argumentar que ellas
nunca pueden alcanzar metodológicamente la objetividad de las naturales, dando por
sentado que la cientificidad de un conocimiento queda acotada a la posible y rigurosa
aplicación del método de las ciencias naturales y reduciendo la verdad y racionalidad al
método. Históricamente, el primer modo de considerar a las ciencias sociales ha sido el
positivista, que partía del supuesto naturalista de reducción de la realidad social a la
natural y tenía como único criterio evaluativo la metodología de las ciencias naturales.
En el Texto de Alan Charlmers “¿Qué es esa cosa llamada ciencia?”, el autor define al
falsacionismo como la doctrina que propone que las teorías se construyen como
conjeturas o suposiciones especulativas y provisionales que el intelecto humano crea
libremente en un intento de solucionar los problemas con que tropezaron las teorías
anteriores y de proporcionar una explicación adecuada del comportamiento de
algunos aspectos del mundo. Una vez propuestas, las teorías especulativas han de ser
comprobadas rigurosamente por la observación y la experimentación. Las teorías que
no se superan esas pruebas deben ser eliminadas y reemplazadas por otras. Solo
sobreviven las teorías más aptas. Para el falsacionista, la ciencia es un conjunto de
hipótesis que se proponen a modo de ensayo con el propósito de describir o explicar
de un modo preciso el comportamiento de algún aspecto del mundo. Pero no todas las
hipótesis lo consiguen, hay una condición y es que cualquier hipótesis ha de ser
falsable. Es falsable si existe un enunciado observacional o un conjunto de enunciados
lógicamente posibles que sean incompatibles con ella, esto es, que en caso de ser
establecidos como verdaderos, falsarían la hipótesis.
Según Kuhn analizar las características de un período de crisis en la ciencia exige tanto
la competencia de un psicólogo como la de un historiador. Cuando se llega a
considerar que las anomalías plantean al paradigma serios problemas, comienza un
periodo de inseguridad profesional marcada. Los intentos por resolver el problema se
hacen cada vez más radicales y progresivamente se van debilitando las reglas
establecidas por el paradigma para solucionar problemas. Los científicos empiezan a
expresar su desconfianza e intranquilidad por el paradigma reinante. La gravedad de
una crisis aumenta con la aparición de un paradigma rival, que va a expresar una nueva
concepción del mundo, constituido por distintos tipos de cosas.
En cambio según Esther Díaz, se produjo un corte abrupto a mediados del siglo XX
entre la visión científica de la modernidad y la postciencia entendida como una nueva
forma de comprender el mundo que nos rodea y por lo tanto de relacionarnos con el,
debido a que los avances tecnológicos comienzan a marcar el camino de la ciencia.
En nuestras sociedades del siglo XXI esta relación entre ciencia y poder se cierra más
sobre si misma porque la ciencia y la tecnología son esenciales para pensar el mundo
contemporáneo y mantener el poder y el orden de las elites sobre sus pueblos y otras
naciones. Como contra presentación el poder (político, económico e intelectual) se
orienta y subvenciona la investigación y el desarrollo de nuevos conocimientos que
mejoren y faciliten el control y por lo tanto el poder.
La ciencia se muestra neutra en cuanto a ser influenciada por el poder sea este público
o privado, legitimando su contenido