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TRABAJO DE ENSAYO
JULIO 2018
El comienzo de un trabajo suele ser
aterrador, pero también un reto, y
aunque duro, siempre
nos motiva obtener buenos
resultados.
INTRODUCCIÓN
En enero de este año, al concluir su reunión anual, los obispos del Perú publicaron el
pronunciamiento Reflexiones pastorales frente a la inseguridad y la construcción de la paz en
nuestro país. “Como pastores estamos al lado de las personas y, desde esta cercanía,
observamos con enorme preocupación cómo se incrementa la violencia: robos, asaltos y
asesinatos que llenan de dolor y desconcierto a las familias y a la sociedad en su conjunto. Se
recurre cada vez más a la cárcel como respuesta a la criminalidad. La violencia cotidiana:
asesinatos, pandillaje y sicariato remecen varios lugares del país e involucran a adolescentes
y jóvenes desde muy temprana edad, muchos de ellos atrapados en el consumo de drogas,
alcoholismo y otras dependencias degenerativas”, señalaban. Cinco meses después, según
recientes encuestas, la seguridad ciudadana es una de las demandas prioritarias que se
plantean, en cuanto que derecho humano inherente a la calidad de vida a la que todos
aspiramos. La inseguridad ciudadana tiene múltiples causas: el desempleo, la desintegración
familiar, la pobreza, el narcotráfico y, sobre todo, la desigualdad y la exclusión. Pero la
respuesta del Estado suele ser simplista: más penas, más policías, más cárceles. Lo más grave
es que la ineficiencia del Estado para garantizar la seguridad de sus ciudadanos genera en la
población una actitud de desconfianza que se expresa en rejas y candados, en la tendencia a
comprar armas y en comportamientos hostiles y temerosos que impiden mayor interacción
entre vecinos. De otro lado, el miedo y la desesperación llevan a la ciudadanía a aceptar
cualquier exceso represivo sin caer en la cuenta de que ello constituye un peligro para todos
los ciudadanos. Así terminamos por poner entre paréntesis la libertad y el respeto de los
derechos humanos, a cambio de la seguridad y el orden. Urge un cambio inteligente y eficaz
del Estado para prevenir y enfrentar integralmente la inseguridad. Pero nada será posible si
los ciudadanos no hacemos lo nuestro contribuyendo a generar en todos los espacios
comportamientos de vigilancia, solidaridad, cuidado mutuo y espacios de organización y de
encuentro entre vecinos que contribuyan a promover iniciativas creativas para fomentar la
seguridad mediante el reforzamiento del tejido social.
Una de las dimensiones principales de las obligaciones estatales se vincula al esclarecimiento
judicial de conductas, con miras a eliminar la impunidad y lograr su no repetición. Tanto la
Comisión como la Corte Interamericanas han condenado la impunidad de hechos que vulneran
derechos fundamentales ya que ésta propicia la repetición crónica de las violaciones de
derechos humanos y la total indefensión de las víctimas y de sus familiares. Sin duda la
adecuada y eficaz administración de justicia por parte del Poder Judicial, y en la medida
correspondiente por entes disciplinarios, tiene un rol fundamental no sólo en términos de
reparación del daño causado a los afectados, sino también en términos de disminución del
riesgo y el alcance del fenómeno.
La Defensa Nacional y los Derechos Humanos Impresión y difusión de textos y folletos sobre
Derechos Humanos Para facilitar y complementar la instrucción, se han impreso y difundido,
textos y folletos sobre Derechos Humanos. Entre los más importantes podemos citar: 1. El
Manual denominado "Derechos Humanos, Principios, Normas y Procedimientos" de 1994,
actualizado en el año 2000, que por su contenido y alcance se constituye en la doctrina de
Derechos Humanos de las Fuerzas Armadas y Policía Nacional del Perú. 2. La Cartilla
"Decálogo sobre Derechos Humanos de las Fuerzas del orden", distribuido a todo el personal
militar y policial 3. El tríptico denominado: "Las Fuerzas del Orden y los Derechos Humanos",
distribuido a todo el personal militar y policial. El Perú es firmante de otros tratados
internacionales relativos a Derechos Humanos, cuyas normas ha incorporado en la
Constitución y en la legislación vigente del país. La Constitución del Perú de 1993,
explícitamente reconoce que los Derechos Humanos son aplicables en todo tiempo y lugar;
protegen a las personas en todo momento en sus derechos: civiles, políticos, económicos,
sociales y culturales. La legislación peruana ha creado múltiples instituciones que velan por
su estricto cumplimiento. Contrario a lo que se suele afirmar en algunos medios de
comunicación y organismos defensores de los Derechos Humanos, el Perú cuenta desde hace
muchos años con una política definida de Derechos Humanos, que se demuestra con la
existencia de una frondosa normatividad del Estado dirigida expresamente a proteger y
garantizar los Derechos Humanos de todos los peruanos. En este contexto, el comportamiento
de los hombres integrantes de las Instituciones encargadas de la Seguridad y la Defensa
Nacional, siempre han estado ajustados a la práctica y respeto de los Derechos Humanos y de
las diversas normas que regulan la vida de los peruanos. Los casos aislados de excesos que se
pudieran haber cometido en los 17 años de enfrentamiento al accionar terrorista que amenazó
la vida de las personas y de la propia institucionalidad jurídico-política del país, son atribuibles
sólo a las personas que cometieron dichos delitos, puesto que no es política del Estado ni de
los Organismos de Seguridad y de Defensa Nacional que lo conforman, violar los Derechos
Humanos. Política Gubernamental sobre Derechos Humanos En cumplimiento de los tratados
internacionales sobre Derechos Humanos firmados por el Estado Peruano y dentro de la
política de Derechos Humanos del propio Estado, la Directiva Presidencial No. 003 de la
Secretaria de Defensa Nacional del 09 de Septiembre de 1991, define la Estrategia Global para
la Pacificación Nacional con normas y disposiciones específicas para la observancia y respeto
irrestricto de los Derechos Humanos por parte de las Fuerzas del Orden.
CONCLUSIÓN
A partir de todo lo antes expuesto, han surgido propuestas irresponsables que sugieren
controlar el problema con la implementación de medidas drásticas, desconociendo las
obligaciones internacionales que el Perú mantiene, y pretendiendo fracturar el marco
constitucional de los derechos fundamentales. Así, dentro de las iniciativas presentadas, dos
han sido las más sonadas.
Resulta evidente que establecer nuevas causales como el sicariato para la aplicación de la
pena de muerte sólo podría hacerse a través de la denuncia al Pacto de San José y la posterior
reforma constitucional. Las vías para reformar la Constitución son a través del referéndum o
del Congreso. Habría que preguntarse si son constitucionalmente factibles ambos procesos en
función de aquello que se desea modificar. En ambos casos el Tribunal Constitucional ha
sostenido que para realizar una reforma constitucional deberá observarse los límites materiales
y formales, estando estos primeros constituidos por principios supremos del ordenamiento
constitucional que no pueden ser modificados por la obra del poder reformador de la
Constitución. En consecuencia la reforma que no observe dichos límites, o simplemente los
ignore, resultará ilegitima en términos constitucionales.