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CASO 1

Un carpintero de 43 años de edad, divorciado, es visitado en el servicio de urgencias de un hospital porque en los últimos
días se ha sentido confuso e incapaz de cuidar de sí mismo. La hermana del enfermo nos proporciona la siguiente
información. Explica que el paciente: ha consumido grandes cantidades de vino durante más de 5 años (Criterio 1).
Llevaba una vida hogareña y laboral estable hasta que su mujer le dejó por otro hombre hace 5 años. La hermana indica
que el enfermo bebe casi 1 1itro de vino al día (Criterio 10) y que ésta ha sido la norma invariable desde su separación. A
menudo ha sufrido amnesia temporal (Criterio 9) a causa del alcohol y ha faltado al trabajo (Criterio 5); por este motivo,
le han despedido de varios empleos (Criterio 6). Afortunadamente pata él, hay mucha demanda de carpinteros y durante
estos años ha podido ganarse la vida bastante bien. Sin embargo, hace 3 días se quedó sin dinero y sin vino, y tuvo que
pedir en la calle para comprar comida. El paciente se ha alimentado mal, quizá haciendo sólo una comida al día y
evidentemente confiando en el vino como principal fuente nutritiva.
La mañana después de su última ingesta de bebida (hace 3 días) se sintió cada vez más tembloroso, sus manos temblaban
tanto que le resultaba difícil encender un cigarrillo. Acompañaba a estos síntomas un sentimiento creciente de angustia,
que le producía insomnio. Un vecino empezó a preocuparse por el paciente cuando éste pareció claramente incapaz de
cuidar de sí mismo. El vecino se puso en contacto con su hermana, que le llevó al hospital. En la exploración, el enfermo
oscila entre la aprensión y una efusión locuaz y superficial. Está totalmente emocionado y habla casi constantemente de
un modo desvariado y descentrado. A veces reconoce al médico, pero otras se confunde y piensa que el doctor es su
hermano mayor. En dos ocasiones durante la exploración, llama al doctor con el nombre de su hermano mayor y le
pregunta cuándo ha llegado, perdiendo totalmente el hilo de la entrevista. Presenta un temblor enorme en las manos en
estado de reposo y hay períodos en que atrapa bichos que cree ver en las sábanas. Muestra desorientación temporal y cree
hallarse en el aparcamiento de un supermercado y no en un hospital. Indica que se siente como si estuviera luchando
contra un aterrorizador sentimiento de que el mundo se va a terminar en un holocausto. Se alarma cada pocos minutos por
sonidos y escenas de violentos choques entre coches (evidentemente provocados por el sonido de las sillas de ruedas en el
vestíbulo). Sus esfuerzos en las pruebas de memoria y de cálculo fracasan porque su atención cambia demasiado
rápidamente. Un electroencefalograma indica un patrón de encefalopatía difusa. (Criterio 11, son síntomas de
abstinencia graves, presenta un delirium tremens por abstinencia).
Delirium por abstinencia de alcohol  Dificultada para mantener el nivel de atención, pensamiento desorganizado
(desvariaba), alteraciones en la percepción (choques entre coches), desorientación en cuanto a lugar y a persona
(confunde doctor con hermano y hospital con aparcamiento), alteraciones del ciclo sueño-vigilia (insomnio),
hiperactividad autonómica (temblor de manos) poco tiempo después del cese o reducción de la bebida.
CASO 2
Al Santini, de 39 años de edad, propietario de un restaurante, es enviado por un consejero matrimonial para evaluación y
tratamiento de un posible «problema con la cocaína» a un programa terapéutico privado y ambulatorio de abuso de
sustancias. Según el consejero, los intentos para tratar los problemas matrimoniales de la pareja no han progresado durante
los últimos 6 ó 7 meses. El matrimonio continúa manteniendo frecuentes y explosivas discusiones, algunas de las cuales;
han desembocado en episodios de violencia física. Afortunadamente, la mujer, nunca ha sufrido heridas serias, pero este
caos continuo en su relación está dando lugar a una gran tensión en la casa y parece estar contribuyendo a los
comportamientos impulsivos y problemas escolares de sus dos hijos, de 9 y 13 años de edad, respectivamente. (Criterio
6).
Unos días antes de ser admitido en el programa terapéutico, el paciente confesó al consejero matrimonial y a su mujer que
desde hacía por lo menos 1 año consumía cocaína de forma «ocasional». (Criterio 2)
Su esposa se puso furiosa y empezó a llorar, advirtiendo que si su marido no decidía ponerse en tratamiento se separaría
de él e informaría a sus padres del problema. El paciente aunque reacio, aceptó ponerse en manos de profesionales,
insistiendo en que su patrón de consumo de cocaína «no representaba un problema», y que se sentía capaz de abandonarlo
sin necesidad de someterse a un programa terapéutico.
Durante la entrevista inicial, Al refiere que actualmente consume cocaína por vía intranasal 3-5 días a la semana, y que su
patrón de consumo ha sido continuado durante al menos los dos últimos años.
Como media, consume un total de 1-2 g de cocaína a la semana, por los cuales paga 10.000 pesetas el gramo. La mayor
parte de veces consume la cocaína en el trabajo, en su oficina privada o en el lavabo.
Por lo general, empieza a pensar en la «coca» por la mañana (Criterios 2 y 4), mientras se dirige en coche al trabajo.
Cuando llega al restaurante le resulta casi imposible evitar pensar en la cocaína. Aunque intenta distraerse y posponer el
momento del consumo lo más tarde posible, suele esnifar su primera raya durante la primera hora de trabajo. Algunos días
puede esnifar otras dos o tres rayas en el transcurso del día. Otros días, especialmente si se siente estresado o frustrado por
asuntos de trabajo, puede esnifar una o dos rayas cada hora desde buena mañana hasta el final de la tarde (Criterio 3). Su
consumo de cocaína resulta a veces estimulado por ofertas de droga de su socio en el restaurante, al cual el paciente
describe como más controlado y consumidor infrecuente de cocaína.
Al Santini raramente consume cocaína en casa, y nunca en presencia de su mujer o sus hijos.
Ocasionalmente esnifa una o dos rayas los fines de semana, bien durante la noche o en otro momento del día si no hay
nadie en casa. Al niega el consumo actual de ninguna otra droga ilegal, pero refiere la toma antes de acostarse de 10-20
mg de un fármaco ansiolítico, díacepam (prescrito por un médico amigo suyo) aquellos días que la cocaína le deja en un
estado de inquietud, irritabilidad e incapacidad para conciliar el sueño. Cuando no puede disponer de diacepam, se bebe
dos o tres cervezas. (Policonsumo)
La primera vez que probó la cocaína fue hace 5 años en una fiesta de un amigo. Le encantó aquella sensación de energía y
de euforia, y la ausencia de ningún efecto secundario desagradable, exceptuando una ligera sensación incómoda de
aceleración en su pecho. A partir de ese momento, durante casi 3 años, consumía cocaína sólo cuando se la ofrecían,
nunca buscaba sus propios proveedores o se encontraba a sí mismo pensando en la droga entre cada episodio de consumo.
Raramente esnifaba más de cuatro o cinco rayas en una misma situación.
Durante los últimos 2 años, el consumo de cocaína ha sufrido una escalada hasta llegar al nivel actual (Criterio 10),
coincidiendo con varios cambios significativos en su vida. Su restaurante ha empezado a ser rentable económicamente, se
compró una gran vivienda en los suburbios de la ciudad, tenía acceso a grandes cantidades de dinero en metálico, y la
presión de un negocio en crecimiento le hizo sentirse autorizado a disfrutar del alivio y el placer que le ofrecía la cocaína.
Niega antecedentes de problemas por abuso de alcohol o de drogas. La única otra droga que ha consumido alguna vez es
la marihuana, que fumaba de forma infrecuente en la universidad, pero que nunca le acabó de gustar. Niega, asimismo
otros problemas emocionales y exceptuando la terapia de pareja, afirma que nunca ha requerido ayuda de un profesional.
Durante la entrevista, Al repite en varias ocasiones que aunque piensa que el consumo de cocaína «puede representar un
problema», no se considera a sí mismo un «adicto», y todavía no está seguro de que realmente necesite tratamiento.
Así lo razona: 1) Su actual nivel de consumo de cocaína no le ha acarreado problemas financieros ni ha alterado su estilo
de vida. 2) No experimenta ninguno de los problemas de salud que él sabe que se relacionan con las drogas, exceptuando
quizá la sensación de letargia que aparece al día siguiente de haber tomado más de la cuenta. 3) En muchas ocasiones ha
sido capaz de abandonar el consumo de cocaína por su cuenta y durante varios días. 4) Cuando deja de consumirla no
experimenta un síndrome de abstinencia ni una necesidad irresistible por obtener la droga.
Por otra parte, también admite lo siguiente: 1) A menudo consume más cocaína de la que había previsto (Criterio 1). 2)
El consumo de drogas está deteriorando su rendimiento en el trabajo (Criterio 7) debido a sus efectos negativos sobre la
memoria, fijación de la atención y actitud hacia empleados y clientes (Criterio 9). 3) Incluso cuando no está activamente
intoxicado por la cocaína, los efectos posteriores de la droga dan lugar a irritabilidad y ganas de discutir con su mujer y
sus hijos, lo cual ha desembocado en numerosos problemas familiares (Criterio 5), incluyendo una posible rotura de su
matrimonio. 4) Aunque parece capaz de dejar de consumir cocaína durante unos días, de alguna forma siempre acaba
retornando su consumo. 5) Tan pronto como empieza a consumir cocaína de nuevo, la necesidad irresistible y la
preocupación por la droga vuelven de inmediato al nivel de intensidad que tenían antes de que dejara de tomarla.
Al final de la entrevista, Al admite que, aunque acudió a esta entrevista principalmente por las presiones de su mujer, es
capaz de ver los beneficios potenciales de intentar dejar de consumir cocaína de forma más permanente. Con una
expresión triste, explica lo preocupado y aterrorizado que se siente por los problemas con su mujer y sus hijos. Afirma que
aunque sus problemas matrimoniales existían antes de que empezara a esnifar cocaína; el consumo continuado de la droga
los ha empeorado, y en este momento teme que su mujer pueda abandonarle. También se siente intensamente culpable por
el hecho de no ser un «buen padre». Dedica muy poco tiempo a sus hijos, y a menudo se comporta de forma distraída e
irritable con ellos debido al consumo de cocaína.

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