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PERSONAS JURIDICAS CONSTITUIDAS EN EL EXTRANJERO

El artículo 34 del Código Civil señala “Son también personas jurídicas los Estados
extranjeros, cada una de sus provincias o municipios, los establecimientos,
corporaciones, o asociaciones existentes en países extranjeros, y que existieren en ellos
con iguales condiciones que los del Artículo anterior”.
Si bien es un tema que debe ser considerado dentro del ámbito del derecho internacional
privado, al igual que los puntos anteriores, es necesaria una ampliación de sus
elementos.
En cuanto a los Estados Extranjeros reconocidos expresa y tácitamente como miembros
de la comunidad internacional, pueden actuar como personas jurídicas sin ningún otro
requisito, al igual que sus provincias, municipalidades, así como las otras personas de
derecho público como los entes autárquicos que actúan como órganos descentralizados.
El artículo 34 citado establece las condiciones impuestas en el artículo 33, aunque la
doctrina y jurisprudencia ha interpretado, con referencia a la autorización previa del
Estado, que es necesario hacer una distinción entre aquellas entidades que realizan actos
aislados para lo cual no necesitarían autorización, siempre que no sean contrarios a
nuestras leyes; y aquellas otras que realizan actos permanentes.
Párrafo aparte merecen las sociedades anónimas constituidas en el extranjero que se
encuentran exentas de solicitar autorización del Estado para funcionar.

ORIGEN DE LAS PERSONAS JURÍDICAS

PRINCIPIO DE EXISTENCIA
En referencia a la autorización, el artículo 45 del Código Civil dice “Comienza la
existencia de las corporaciones, asociaciones, establecimientos, etc., con el carácter de
personas jurídicas, desde el día en que fuesen autorizadas por la ley o por el gobierno,
con aprobación de sus estatutos, y confirmación de los prelados en la parte religiosa.
Las decisiones administrativas en esta materia podrán ser revocadas judicialmente por
vía sumaria, en caso de ilegitimidad o arbitrariedad. En el supuesto de fundaciones
cuyos estatutos no prevean el procedimiento para su reforma, podrá el Poder Ejecutivo
disponer su modificación para hacer posible el cumplimiento del fin de la entidad. En
este caso los órganos de gobierno de la fundación podrán interponer los recursos
mencionados en el párrafo anterior”.
Esta prescripción lo es para las personas jurídicas de derecho privado que necesitan
esencialmente la autorización del Estado para funcionar, particularmente las
asociaciones y las fundaciones, porque las sociedades civiles gozan de personería desde
que se han constituido legalmente y las comerciales desde su inscripción en el Registro
Público de Comercio.
Por lo expuesto, para que estas entidades tengan existencia como personas jurídicas es
necesario que los fundadores la hayan dotado de un fin de bien común y patrimonio
propio, y solicitar la autorización al Estado, autorización que fije el comienzo de la
existencia del ente.
La autorización puede ser otorgada por ley o por el gobierno, es decir, por el Congreso o
por un Decreto del Poder Ejecutivo, siendo esta última la vía normal de reconocimiento.
En caso de que deniegue la autorización, cabe un recurso ante el Poder Judicial fundado
en la legitimidad o la arbitrariedad de la resolución apelada.
Si bien la autorización del Estado es el punto de partida de la existencia de las personas
jurídicas, concedida esta, la existencia es retroactiva al momento en que se llevó a cabo
la fundación. El artículo 47 del Código Civil prescribe “En los casos en que la
autorización legal de los establecimientos fuese posterior a su fundación, quedará
legitimada su existencia como persona jurídica, con efecto retroactivo al tiempo en que
se verificó la fundación”.

El tiempo desde que se realizó la fundación del ente hasta la autorización en ocasiones
es muy extenso, los actos necesarios celebrados por los fundadores los obligan
personalmente ante terceros con quienes hubieran contratado con todas sus
consecuencias, en los casos en que los socios desistieran de proseguir con el objetivo
primigenio o hubiera una denegación de la autorización por parte del Poder Ejecutivo o
básicamente el Estado.
Esta situación se modifica cuando la sociedad obtiene la personería, quedando los
fundadores desligados de su responsabilidad.
De cualquier manera, vale aclarar que la doctrina, jurisprudencia y la ley de sociedades
han interpretado que los fundadores, y en el caso de las sociedades, los directores, son
solidaria e ilimitadamente responsables por los actos celebrados antes de la constitución
definitiva de la entidad, aún en los casos en que se otorgara personería.
El tiempo desde que se realizó la fundación del ente hasta la autorización en ocasiones
es muy extenso, los actos necesarios celebrados por los fundadores los obligan
personalmente ante terceros con quienes hubieran contratado con todas sus
consecuencias, en los casos en que los socios desistieran de proseguir con el objetivo
primigenio o hubiera una denegación de la autorización por parte del Poder Ejecutivo o
básicamente el Estado.
Esta situación se modifica cuando la sociedad obtiene la personería, quedando los
fundadores desligados de su responsabilidad.
De cualquier manera, vale aclarar que la doctrina, jurisprudencia y la ley de sociedades
han interpretado que los fundadores, y en el caso de las sociedades, los directores, son
solidaria e ilimitadamente responsables por los actos celebrados antes de la constitución
definitiva de la entidad, aún en los casos en que se otorgara personería.
Las personas jurídicas se encuentran autorizadas a recibir donaciones o legados cuando
el objeto sea fundarlas, y en ese sentido el propio artículo 47 del Código Civil es claro al
plantear la retroactividad de la autorización a la fecha de la fundación misma, por lo que
se considera persona jurídica desde ese momento.
Con respecto a este tema el Código Civil en sus artículos 1806 y 3735 señala, en el
primero “No puede hacerse donación a persona que no exista civil o naturalmente.
Puede, sin embargo, hacerse a corporaciones que no tengan el carácter de personas
jurídicas, cuando se hiciere con el fin de fundarlas, y requerir después la competente
autorización”, mientras que en el segundo “Pueden sin embargo recibir por testamento
las corporaciones que no tengan el carácter de personas jurídicas, cuando la sucesión
que se les defiere o el legado que se les haga, sea con el fin de fundarlas, y requerir
después la competente autorización”.

Con referencia a los estatutos diremos que son el requisito fundamental para el
otorgamiento de la personería y la estructura vertebral del funcionamiento y
supervivencia de las personas jurídicas, estableciendo la finalidad de los entes, nombre
y domicilio, sus órganos de gobierno, los derechos y deberes de los miembros,
formación e inversión de patrimonio, disolución y destino de los bienes.
Los estatutos fueron considerados contratos que obligaban no solamente a los miembros
fundadores, sino incluso a aquellos que se integran a posteriori a través de una adhesión
al mismo.
Esta situación derivó en críticas de la doctrina moderna, que ha entendido que los
contratos son instrumentos que reglan los derechos y obligaciones de las partes, en
tanto, los estatutos son muchos más amplios, al manifestar la posibilidad de adquirir
derechos y contraer obligaciones. El contrato como tal tendría una relación inseparable
entre los miembros de la entidad y la entidad misma, mientras que el estatuto demarca la
línea divisoria entre justamente los miembros y la entidad, no importando el tránsito
incluso permanente de asociados mientras mantenga la finalidad primigenia. El contrato
según esta línea de pensamiento solo puede ser modificado por acuerdo de partes,
mientras que la modificación del estatuto implica una obligación incluso para los
miembros que no estuvieran de acuerdo, incluso existen situaciones en donde los
estatutos son redactados por una sola persona por lo que ni siquiera habría dos partes
necesarias para la elaboración de un contrato.
Para la aprobación de los estatutos existen diversos mecanismos de control, la
Inspección General de Justicia, dependiente de la Secretaría de Estado de Justicia, que
los estudia, no limitándose al análisis legal del mismo, sino a la posibilidad de realizar
modificaciones que generen un mejor desenvolvimiento de la institución.
Como toda estructura se va adaptando a los cambios sociales, políticos y económicos
que se van produciendo, muchas veces es necesario readecuar las reglas que regulan el
funcionamiento del ente, situación que es posible a través de mayorías de miembros
reunidas en asamblea y establecidas en el estatuto, salvo cambio de finalidad de la
personería jurídica que importaría la voluntad unánime de los miembros.
En el caso de las fundaciones, si bien es posible la modificación de los estatutos, es
necesario que este contemplada esta posibilidad en los mismos, o en última instancia, y
en caso de ser fundamental para el cumplimiento de los fines que persigue, será el Poder
Ejecutivo quién modifique los estatutos, tal lo prescribe el artículo 45 del Código Civil
que dice “... En el supuesto de fundaciones cuyos estatutos no prevean el procedimiento
para su reforma, podrá el Poder Ejecutivo disponer su modificación para hacer posible
el cumplimiento del fin de la entidad. En este caso los órganos de gobierno de la
fundación podrán interponer los recursos mencionados en el párrafo anterior”.
SOCIEDADES

La ley 195503, en el capítulo I, bajo el título Disposiciones Generales, señala lo


innovador de esta ley respecto del derogado régimen del Código de Comercio y
legislaciones internacionales, al regular en forma unitaria los principios básicos que
informan a la sociedad comercial como estructura jurídica de la empresa,
estableciéndose genéricamente los supuestos de su funcionamiento para todos los tipos
societarios, más allá de atender a las particularidades de cada tipo de sociedad.
En la Sección I, De la existencia de la sociedad, el artículo 1 establece que “habrá
sociedad comercial cuando dos o más personas en forma organizada, conforme a uno de
los tipos previstos en la ley, se obliguen a realizar aportes para aplicarlos a la
producción o intercambio de bienes o servicios participando de los beneficios y
soportando las pérdidas”.
Lo claro de este articulado es que la ley dispone la exigencia de dos o más personas para
la constitución de la sociedad, exigiendo la pluralidad de socios no solo en su
conformación originaria sino también durante la vida de la sociedad.
La organización que presupone y la intervención en la producción e intercambio de
bienes o servicios aluden a la noción económica de empresa.
La tipicidad alude a que la conformación de la sociedad debe encuadrarse en cualquiera
de sus modelos tipos prefijados en la ley.
En cuanto a la obligación de realizar aportes hace a la condición y esencia del contrato
asociativo, no solo por la obligación misma de realizar los aportes, sino porque estos
constituyen, por un lado, el fondo necesario para conseguir su objetivo, y por el otro, el
capital social de la empresa.

La tipicidad alude a que la conformación de la sociedad debe encuadrarse en cualquiera


de sus modelos tipos prefijados en la ley.
En cuanto a la obligación de realizar aportes hace a la condición y esencia del contrato
asociativo, no solo por la obligación misma de realizar los aportes, sino porque estos
constituyen, por un lado, el fondo necesario para conseguir su objetivo, y por el otro, el
capital social de la empresa.
En la Sección II, De la forma, prueba y procedimiento, el artículo 4 señala que “El
contrato por el cual se constituya o modifique una sociedad, se otorgará por instrumento
público o privado”.
Queda instituido entonces que toda sociedad regular tiene que instrumentarse por
escrito, particularmente las sociedades por acciones por instrumento público, quedando
para las restantes la opción establecida en este artículo, opción que es inclusoria a todos
los tipos cuando se trate de actos modificatorios.
El artículo 5 establece que “El contrato constitutivo o modificatorio se inscribirá en el
Registro Público de Comercio del domicilio social, en el término y condiciones de los
artículos 36 y 39 del Código de Comercio. La inscripción se hará previa ratificación de
los otorgantes ante el juez que la disponga, excepto cuando se extienda por instrumento
público, o las firmas sean autenticadas por escribano público u otro funcionario
competente. Si el contrato constitutivo previese un reglamento, este se inscribirá con
idénticos recaudos. Las mismas inscripciones se efectuarán en el Registro Público de
Comercio correspondiente a la sucursal”.

Del texto surge que la constitución de un instrumento privado requiere que las firmas
sean autenticadas por escribano público u otro funcionario competente, de no ser así,
por ratificación de los otorgantes ante juez o autoridad de contralor.
El Código de Comercio establece en sus artículos del 36 al 39 que la inscripción tiene
que ser efectuada dentro de los quince días corridos desde la fecha del otorgamiento del
acto, fecha oponible a terceros, en caso de inscripción tardía, procede si no hay
oposición y desde su efectiva inscripción.
De la mano con lo precedentemente comentado, el artículo 7 dice “la sociedad solo se
considera regularmente constituida con su inscripción en el Registro Público de
Comercio”.
El artículo 8 prescribe que “Cuando se trate de sociedades por acciones, el Registro
Público de Comercio, cualquiera sea su jurisdicción territorial, remitirá un testimonio de
los documentos con la constancia de la toma de razón al Registro Nacional de
Sociedades por Acciones”.
El artículo 10 señala “las sociedades de responsabilidad limitada y las sociedades por
acciones deben publicar por un día en el diario de publicaciones legales
correspondientes, un aviso que deberá contener: a- oportunidad de su constitución: 1-
nombre, edad, estado civil, nacionalidad, profesión, domicilio, número de documento de
identidad de los socios. 2- fecha de instrumento de constitución. 3- la razón social o
denominación de la sociedad. 4- domicilio de la sociedad. 5- objeto social. 6- plazo de
duración. 7- capital social. 8-composición de los órganos de administración y
fiscalización, nombres de sus miembros y, en su caso, duración en sus cargos. 9-
organización de la representación legal. 10- fecha de cierre del ejercicio. b- oportunidad
de la modificación del contrato o disolución: 1- fecha de la resolución de la sociedad
que aprobó la modificación del contrato o disolución. 2- Cuando la modificación afecte
los puntos enumerados en los incisos 3 al 10 del apartado a, la publicación deberá
determinarlo en la forma allí establecida”.

CONSTITUCIÓN DE LAS PERSONAS JURÍDICAS

LAS PERSONAS JURIDICAS Y SUS MIEMBROS


El artículo 39 del Código Civil señala “Las corporaciones, asociaciones, etc., serán
consideradas como personas enteramente distintas de sus miembros. Los bienes que
pertenezcan a la asociación, no pertenecen a ninguno de sus miembros; y ninguno de
sus miembros, ni todos ellos, están obligados a satisfacer las deudas de la corporación,
si expresamente no se hubiesen obligado como fiadores, o mancomunado con ella”.
Lo precedentemente prescripto otorga, en el caso de las asociaciones, a las entidades
una individualidad totalmente independiente de sus miembros y viceversa, trasladada
incluso al ámbito de los derechos y obligaciones.
Cabe mencionar que los miembros si bien quedan perfectamente diferenciados del ente
portador de la personería jurídica, estos para lograrla, son una pieza fundamental, por lo
que surge que miembros y ente funcionan fusionados o como un todo pero solo hasta el
momento del otorgamiento de la autorización.
En el caso de las sociedades, sean estas civiles o comerciales, la participación societaria
marca o demarca la parte que le corresponde dentro del capital social de la misma y sus
consecuentes derechos y obligaciones que de ella surjan.

Bibliografía

Borda, Guillermo Manual de Derecho Civil, Parte Gral. Ediciones Abelardo Perrot,
1999
Régimen de Sociedades Comerciales, Ley 19550, Texto ordenado 1984 según Decreto
841/84.
Código Civil de la República Argentina y Leyes Complementarias, Ediciones
Argentinas, 2002.
Ley 19836, sancionada el 15 de septiembre de 1972, y publicado en el Boletín Oficial el
25 del mismo mes y año.

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