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7.

Al honor y a la buena reputación, a la intimidad personal y familiar así como a la voz y a la


imagen propias. Toda persona afectada por afirmaciones inexactas o agraviada en cualquier
medio de comunicación social tiene derecho a que éste se rectifique en forma gratuita, inmediata
y proporcional, sin perjuicio de las responsabilidades de ley.

HONOR

STC 0018-1996-AI
Honor Interno y Externo

“(…) Que el honor interno de cada persona, es decir la apreciación que de sus propios valores y
virtudes tiene, debe diferenciarse del honor externo, que es la percepción que tienen los demás
respecto a los valores y virtudes de esa persona. La injuria, a diferencia de la calumnia y la
difamación, incide sólo sobre el honor interno, que es muy subjetivo, pues depende de la escala
de valores particular del individuo y de la comparación que sobre su propia conducta y su escala
de valores, el mismo individuo realiza, sin que interese, a estos efectos la apreciación externa de
terceros”.

STC 00253-2008-AA

“(…) en cuanto al derecho al honor, este forma parte del elenco de derechos fundamentales
protegidos por el inciso 7) del artículo 2 de la Constitución Política, y está estrechamente vinculado
con la dignidad de la persona; su objeto es proteger a su titular contra el escarnecimiento o la
humillación, ante sí o ante los demás, por lo que tiene estrecha relación con la dignidad de la
persona”

STC 04099-2005-AA

“El contenido del derecho al honor, que la Constitución garantiza como derecho fundamental (...)
es, sin duda, dependiente de las normas, valores e ideas sociales vigentes en cada momento.
Tal dependencia se manifiesta tanto con relación a su contenido más estricto, protegidos por
regla general con normas penales, como a su ámbito más extenso, cuya protección es de
naturaleza meramente civil. Por otra parte, es un derecho respecto al cual las circunstancias
concretas en que se producen los hechos y las ideas dominantes que la sociedad tiene sobre
la valoración de aquél son especialmente significativas para determinar si se ha producido o
no lesión” (STC 185/1989, FJ, 4).

Es en las relaciones sociales donde el honor puede verse comprometido, ya sea por ofensas
directas (injurias) o por imputaciones carentes de verdad, o incluso cuando estas fueran ciertas y
son propaladas con el solo ánimo de agredir la condición de persona y su indesligable condición
de ser social por naturaleza. De este modo, si bien este Colegiado es consciente de que no es
posible construir en términos generales y abstractos un concepto constitucional del honor, sí está
en condiciones de afirmar que los niveles de tutela a través de los procesos constitucionales
difieren ostensiblemente de la protección que, llegado el momento, puede ofrecer el Derecho
penal. Así, parece razonable pensar que la tutela constitucional del honor no puede delimitarse en
los linderos de la jurisprudencia penal, construida para definir los contornos donde ha de recaer
el ius puniendi como última ratio en la protección del honor. El honor en su dimensión de derecho
fundamental, inherente a la persona en su condición de ser humano, sugiere un margen de
apreciación más amplio y, por ello mismo, más sensible al del Derecho penal.

STC 06035-2006-AA

Registro de lista de deudores

El registro de una persona en una lista de deudor de alto riesgo u otros de naturaleza análoga
puede afectarla en su derecho al honor y, además, en el derecho a la autodeterminación
informativa. Esto puede suceder cuando la inclusión de una persona en registros de esta
naturaleza es erróneo o adolece de falsedad. La inclusión una persona en estos registros puede
ocasionar el desmerecimiento de su entorno social y lesionan derecho al honor. Pero, además,
tratándose de una información falsa, se está afectando el derecho a la autodeterminación
informativa debido a que una de las facultades que este derecho garantiza es la rectificación o
eliminación de información inexacta o errónea que se encuentre acopiada en un registro de datos
personales. Ahora bien, conditio sine qua non para que una información que figura en este tipo de
registros no sea lesiva de ninguno de los derechos constitucionales antes mencionados, es que
ella sea verdadera; de lo contrario, estos derechos habrán sido lesionados.

INTIMIDAD

STC 00011-2004-AI

Concepto

“El contenido esencial del derecho a la intimidad personal, reconocido por el artículo 2 inciso 7 de
la Constitución, hace alusión a aquel ámbito protegido del derecho cuya develación pública implica
un grado de excesiva e irreparable aflicción psicológica en el individuo, lo que difícilmente puede
predicarse en torno al componente económico del derecho”

STC 0009-2007-AI

Personas jurídicas

Se deberá partir por establecer que la intimidad de las personas naturales comprende una
naturaleza similar aunque no idéntica, porque ésta última al proteger un ámbito estrictamente
personal, y que como tal, resulta indispensable para la realización del ser humano, a través del
libre desarrollo de su personalidad. En cambio las personas jurídicas, en principio no son titulares
del derecho a la intimidad, en la medida que no pretenden el desarrollo de una personalidad, sino
el cumplimiento de sus fines. Son éstos los que no podrían verse afectados por la actuación estatal,
que en el caso específico se concreta por el acceso público de los datos consignados a partir de
la inscripción en el registro de la APCI.

En torno a este punto deberán realizarse algunas precisiones, sobretodo partiendo que ningún
derecho constitucional es ilimitado, en consecuencia la vida privada de las personas jurídicas es
un límite válido del derecho a la información. Por ello, corresponde fijar algunos contenidos básicos
del primero de los derechos mencionados con el fin de controlar jurisdiccionalmente el segundo.
En primer lugar, es menester observar cómo ha sido reconocido en el ordenamiento jurídico el
derecho a la vida privada. En la Constitución, como derecho-regla base se ha prescrito en el
artículo 2°, inciso 7, que toda persona tiene derecho a la intimidad personal y familiar. Además,
existen otros dispositivos que siguen refiriéndose a este tema dentro del mismo artículo 2°: el
impedimento de que los servicios informáticos no suministren informaciones que afecten la
intimidad personal y familiar (inciso 6); la inviolabilidad de domicilio (inciso 9); el secreto e
inviolabilidad de comunicaciones y documentos privados (inciso 10); entre otros.

Con respecto al bien jurídico vida privada tutelado en la Constitución en relación a las personas
jurídicas, se considera que está constituida por los datos, hechos o situaciones desconocidos para
la comunidad que, siendo verídicos, están reservados al conocimiento a la persona jurídica misma
y de un grupo reducido, y cuya divulgación o conocimiento por otros trae aparejado algún daño. Y
este concepto de daño es determinante, pues no se trata de verificar únicamente el acceso de un
tercero a dichos datos, sino se deberá corroborar si ello trae consigo un daño.

STC 04168-2006-AA

Secreto Bancario

“Respecto a la supuesta lesión del derecho a la intimidad, debe recordarse que la intimidad es una
manifestación de la vida privada, que tiene pai1e de su concreción de carácter económico en el
secreto bancario y la reserva tributaria. En este caso, no obstante, se cuestiona la intervención de
la Administración en ámbitos que supuestamente no tendrían relevancia tributaria, por lo que se
estaría vulnerando la intimidad del recurrente. El derecho a la intimidad reconocido en el artículo
2, inciso 7, implica: "( ... ) la posibilidad de excluir a los demás en la medida que protege un ámbito
estrictamente personal, y que, como tal, resulta indispensable para la realización del ser humano,
a través del libre desarrollo de su personalidad, de conformidad con el artículo 2º inciso 1 de la
Constitución. De esta manera, no sólo se hace hincapié en un ámbito negativo de su configuración,
sino también en el positivo" [STC 6712-2005- HC/TC, fundamento 38]”.

STC 07811-2005-AA

Secreto Profesional

El derecho a "guardar el secreto profesional" supone una obligación para el profesional (abogado,
notario, médico, periodista, etc.) de mantener en reserva o confidencialidad las confesiones,
hechos, situaciones o cualquier noticia de la que haya tomado conocimiento, o que se le haya
confiado de modo directo en su condición de profesional o técnico en determinada arte o ciencia.
Dicha obligación le impone que no divulgue ni participe a otros dichos "secretos" sin
consentimiento de la persona a quien le conciernan. El secreto profesional es, así, una garantía
para el ejercicio de determinada profesión u oficio, de modo que ninguna autoridad o poder público,
en general, pueda obligar a entregar dicha información reservada para usos propios de la profesión
(STC 0134-2003-HD/TC, Fundamento Jurídico N.O 3) 6. Esta garantía resulta fundamental cuando
la profesión u oficio guarda estrecha relación con el ejercicio de otras libertades públicas, como es
el caso de los periodistas respecto de la libertad de información y expresión, o de los abogados
con relación al ejercicio del derecho de defensa. En estos supuestos, se trata de preservar y
garantizar el ejercicio libre de las profesiones, de los periodistas, médicos o abogados con relación
a sus fuentes de información, sus pacientes y patrocinados respectivamente, de modo que estos
profesionales no puedan ser objeto de ningún tipo de presión de parte de sus empleadores o de
las autoridades y funcionarios con relación a hechos u observaciones vinculadas al ejercicio de
una determinada profesión u oficio. 7. En ese sentido, dos son los ámbitos de actuación de la
garantía-derecho al secreto profesional que reconoce la Constitución. En cuanto derecho,
reconoce al titular de taies secretos la exigencia de que estos sean celosamente guardados por
los profesionales a quienes se les confía de modo directo, o que tuvieran acceso a información
confidencial en razón de su ejercicio profesional; del mismo modo, el secreto profesional también
protege a los propios profesionales, quienes podrán hacerlo valer en cualquier situación o
circunstancia en que los poderes públicos o cualquier persona o autoridad pretendan desconocerlo
de cualquier forma, sea obligando a confesar dichos secretos o poniendo en riesgo su
preservación en el ejercicio de su profesión.

Toda persona tiene derecho a:

11. A elegir su lugar de residencia, a transitar por el territorio nacional y a salir de él y entrar en él,
salvo limitaciones por razones de sanidad o por mandato judicial o por aplicación de la ley de
extranjería.

STC 01953-2007-HC

Contenido

2. El artículo 2°, inciso 11), de la Constitución regula el derecho fundamental a la libertad de


tránsito. Esta facultad comporta el ejercicio del atributo ius movendi el ambulandi. Es decir, supone
la posibilidad de desplazarse autodeterminativamente en función de las propias necesidades y
aspiraciones personales, a lo largo y ancho del territorio, así como la de ingresar o salir de él,
cuando así se desee. Se trata, en suma, de un imprescindible derecho individual y de un elemento
conformante de la libertad individual. Más aún, deviene en una condición indispensable para el
libre desarrollo de la persona, toda vez que se presenta como el derecho que tiene ésta para poder
ingresar, permanecer, circular y salir libremente del territorio nacional. Sin embargo, este derecho,
como todos los demás, no es absoluto, sino que debe ejercerse según las condiciones de cada
titular y de acuerdo con las limitaciones que la propia Constitución y la ley establecen (Exp. N.o
2876-2005-HC/TC, caso Nilsen Mallqui Laurence). 3. La facultad de desplazamiento que supone
el derecho a la libertad de tránsito se manifiesta a través del uso de las vías de naturaleza pública
o de las vías privadas de uso público. En el primer supuesto, el ius movendi et ambulandi se
expresa en el tráns' por parques, calles, avenidas, carreteras, entre otros; en el segundo supuesto,
se manifiesta, por ejemplo, en el uso de las servidumbres de paso. Sin embarg , en ambas
situaciones, el ejercicio de dicha atribución debe efectuarse respet do el derecho de propiedad.

STC 05456-2007-HC

“Si bien es cierto que se acaba de afirmar que el contenido esencial de derecho a la libertad de
tránsito se encuentra asociado a la facultad de desplazamiento o de locomoción de todo ciudadano
a lo largo y ancho del territorio, ello no quiere decir que tal libertad sólo pueda manifestarse dentro
de contextos o escenarios únicamente públicos sino que también puede ser ejercida en ámbitos
mucho más restringidos como pueden ser los espacios semiabiertos o áreas de uso común de un
grupo de personas residentes en determinado lugar de propiedad abierta”
STC 00605-2008-AA

Persona jurídica

“Sobre la titularidad de la libertad de tránsito por parte de una persona jurídica, este Tribunal ya
ha tenido oportunidad de pronunciarse. Ya se ha afirmado que si bien “las personas jurídicas
pueden ser titulares de algunos derechos fundamentales, el derecho a la libertad de tránsito no es
uno de ellos, pues se trata de un derecho conexo a la libertad individual, y por ende, íntimamente
vinculado a la facultad locomotoria que es exclusiva de las personas naturales”

STC 05970-2005-HC

Justificación de las restricciones

“3. En ese sentido, las vías de tránsito público sirven no sólo para perm1tir el desplazamiento
peatonal, sino para facilitar otros ámbitos de autodeterminación de la persona o el ejercicio de
otros derechos fundamentales (trabajo, salud, alimentación, descanso, etc.); y como tales, se
constituyen en un elemento instrumental sumamente importante del cual depende la satisfacción
plena o la realización de una multiplicidad de objetivos personales. Sin embargo, siendo las vías
de tránsito público libres en su alcance y utilidad, puede ser, en determinadas circunstancias,
objeto de regulaciones y aun de restricciones. Cuando estas provienen directamente del Estado,
se presumen acordes con las facultades que el propio ordenamiento jurídico reconoce en
determinados ámbitos (como ocurre, por ejemplo, con las funciones de control de tránsito
efectuadas por los gobiernos municipales); pero cuando provienen de particulares, existe la
necesidad de determinar si existe alguna justificación sustentada en la presencia, o no, de
determinados bienes jurídicos”.

STC 03541-2004-AA

Limitaciones explícitas e implícitas

4) La libertad de tránsito o derecho de locomoción es, dentro del catálogo de atributos susceptibles
de tutela por vía del hábeas corpus, de los más tradicionales. Con el mismo se busca reconocer
que todo nacional o extranjero con residencia establecida, pueda circular libremente o sin
restricciones por el ámbito de nuestro territorio patrio, habida cuenta que en tanto sujeto con
capacidad de autodeterminación tiene la libre opción de disponer cómo o por dónde es que decide
desplazarse, sea que dicho desplazamiento suponga facultad de ingreso hacia el territorio de
nuestro Estado, circulación o tránsito dentro del mismo, o simplemente salida o egreso del país.
Dicho atributo, por otra parte, se encuentra también reconocido en los artículos 12 ° Y 13° del
Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos y en el artículo 22° de la Convención
Americana de Derechos Humanos, constituyéndose en uno de los derechos de mayor implicancia
en el ámbito de la libertad personal perteneciente a cada individuo.

5) Siendo el derecho de tránsito o de locomoción un atributo con alcances bastante amplios, se


encuentra, sin embargo, por mandato expreso de la propia Constitución y conforme a los criterios
recogidos por los instrumentos internacionales antes referidos, sometido a una serie de límites o
restricciones en su ejercicio. Dichas restricciones, por de pronto, pueden ser de dos clases,
explícitas o implícitas.
6) Las restricciones calificadas como explícitas se encuentran reconocidas de modo expreso y
pueden estar referidas tanto a supuestos de tipo ordinario, como los enunciados por el inciso 11)
del artículo 2° de la Constitución (mandato judicial, aplicación de la ley de extranjería o razones
de sanidad), como a supuestos de tipo extraordinario (los previstos en los incisos 1 y 2 del artículo
137° de la Constitución), referidos a los Estados de Emergencia y de Sitio, respectivamente.

7) Las restricciones explícitas ordinarias. Éstas se presentan cuando, en un estado de normalidad


constitucional se estima necesario que deben protegerse otros derechos fundamentales o bienes
jurídicos, de modo que, en atención a un estudio de razonabilidad, pueda limitarse el derecho a la
libertad de tránsito.

8) Son diversos los supuestos que se incluyen dentro de las restricciones explícitas ordinarias:

a) Razones sanitarias: Son aquellas que surgen en pro del resguardo de la plenitud
físicopsíquica de la población, la cual puede verse afectada por la existencia de pestes,
epidemias y otros eventos de similares características, limitación permitida en el propio
inciso 11 del artículo 2° de la Constitución.
b) Razones jurisdiccionales: Son aquellas que surgen de la existencia de una orden judicial
de impedimento de salida del territorio nacional, expatriación de nacionales o la expu ión
de extranjeros. La expatriación de un nacional (acción de sacar a la fuerza a un tural del
territorio de su propio país) procede en los casos de comisión de ate tados contra la
seguridad nacional, la participación de un grupo armado dirigido por extranjero, la
alteración de hitos fronterizos, actos desleales con el país o la traición a la patria (casos
previstos explícitamente entre los artículos 325° y 332° del Código Penal). Sobre la
materia, este Colegiado reserva pronunciamiento sobre la constitucionalidad o
inconstitucionalidad de dicha modalidad punitiva. La expulsión de un extranjero (acción de
hacer salir por la fuerza a un no nacional del territorio patrio) procede como consecuencia
de un acto subsecuente del cumplimiento de una condena con pena privativa de la libertad
impartida por un tribunal nacional.
c) Razones de extranjería: Son aquellas que, basándose en el inciso 11 del artículo 2° de la
Constitución, derivan de la falta de aptitud legal de un extranjero para ingresar al territorio
nacional o para continuar residiendo dentro de él. Tales son los casos siguientes: c.1 Por
ingreso clandestino o fraudulento al territorio nacional, c.2 Por haber sido anteriormente
expulsado del territorio nacional por razones jurisdiccionales de poder de Policía (reglas
de migración), c.3 Por ser prófugo de la justicia por delitos tipificados como ilícitos
comunes en la legislación nacional, c.4 Por haber sido expulsado de otro país por la
comisión de delitos tipificados como ilícitos comunes en la legislación nacional o por
infracciones a normas de extranjería homólogas a las nuestras, c.5 Por encontrarse
incurso en razones de seguridad, c.6 Por registrar antecedentes penales o policiales por
delitos tipificados como comunes en la legislación nacional, c,7 Por carecer de recursos
económicos que le permitan solventar los gastos de permanencia en nuestro territorio, c.8
Por haber realizado actos contra la seguridad del Estado, el orden público interno o la
defensa nacional.
d) Razones políticas: Son aquellas que se derivan de la discrecionalidad política que la
Constitución otorga al Congreso de la República en el caso del Presidente de la República,
En efecto, el inciso 9 del artículo 102° de la Constitución señala que es atribución del
Congreso de la República autorizar al Presidente de la República para salir del país. En
ese sentido, mediante la Ley N.o 26656 se ha establecido la modalidad y plazo para las
autorizaciones sobre la materia.
e) Razones de capacidad de ejercicio: Son aquellas que se derivan de la restricción para
poder realizar per se el ejercicio de la facultad de libre tránsito. Al respecto, el segundo
párrafo del artículo 6° de la Constitución, concordante con los artículos 12°, 74° Y
subsiguientes del Código de los Niños y Adolescentes, establece que la libertad de tránsito
de los menores de edad está sujeta a las restricciones y autorizaciones establecidas en la
ley.
f) Razones administrativas: Pueden exigirse determinados requisItos legales o
administrativos para el ejercicio del derecho, los cuales deben ser razonables a fin de no
desnaturalizarlo; en el caso del transporte público, es necesario contar con una licencia
de funcionamiento para transitar por las vías que se autoricen.

9. Las restricciones explícitas extraordinarias, Este tipo de restricción se deriva de situaciones


singulares, que ameritan una intervención rápida y concreta. Un estado de anormalidad
constitucional supone la posibilidad de restringir la libertad de tránsito de las personas. Al respecto
son citables los casos siguientes:

a) Estado de Emergencia o de Sitio: De conformidad con lo establecido en el artículo 137°


de la Constitución, el Presidente de la República, con acuerdo del Consejo de Ministros,
puede decretar, por plazo determinado, en todo el territorio nacional, o en parte de él (con
cargo de, posteriormente, dar cuenta al Congreso o a la Comisión Permanente), el Estado
de Emergencia o el Estado de Sitio. En dicha eventualidad puede restringirse el derecho
relativo a la libertad de tránsito. Tal como lo señalara este Colegiado en la sentencia del
Expediente N.o 0349-2004-AA/TC, dicha restricción encuentra su justificación en la
existencia de causas de extrema necesidad o grave alteración de la vida del Estado,
"circunstancias en las que resulte posible limitar en cierta medida el ejercicio de
determinados atributos personales, uno de los cuales resulta ser el derecho de transitar o
de locomoción. Dentro de dicho contexto, cabe, naturalmente, precisar que lo que resulta
limitable o restringible no es el ejercicio de la totalidad del derecho (,,,), sino aquellos
aspectos estrictamente indispensables para la consecución de los objetivos de
restablecimiento, a lo que propende el régimen excepcional, para efectos de lo cual ha de
estarse a lo determinado por referentes tan importantes como la razonabilidad y la
proporcionalidad".
b) Asilo diplomático: Es la tutela que se otorga a una persona perseguida por razón de sus
ideas y/o actos de carácter político. Se ejecuta en las legaciones diplomáticas, naves,
aeronaves o campamentos castrenses del Estado asilante. Extradición: Alude a un
instituto jurídico que viabiliza la remisión compulsiva de un individuo, por parte de un
Estado, a los órganos jurisdiccionales competentes de otro, a efectos de que sea
enjuiciado o cumpla con la condena señalada, según haya sido su situación de procesado
o condenado en la comunidad política de destino. Al respecto, se ha señalado que "La
extradición, y el asilo, cuando conllevan restricciones a la libertad de locomoción, o cuando
dan lugar a la salida compulsiva del país, no implican una trasgresión de la Constitución
si es que se cumplen por lo menos los siguientes requisitos: la legislación aplicable debe
guardar correspondencia con los tratados internacionales de derechos humanos; b) la
decisión del Poder Ejecutivo -instancia administrativa- debe haber sido objeto de control
suficiente. El artículo 32° de la Constitución dispone que "la extradición sólo se concede
por el Poder Ejecutivo previo informe de la Corte Suprema; c) el Estado a favor del cual
se extradite a una persona debe ofrecer un juzgamiento con las garantías del debido
proceso" (Mesía, Carlos, Derechos de la Persona / Dogmática Constitucional. Lima, Fondo
Editorial del Congreso del Perú, 2004).
10. Las restricciones implícitas Se trata de aquellas situaciones en donde se hace necesario
vincular el ejercicio del derecho a la libertad de tránsito con otros derechos o bienes
constitucionalmente relevantes, a fin de poder determinar, dentro de una técnica de ponderación,
cuál de ellos es el que, bajo determinadas circunstancias, debe prevalecer. Son diversos los casos
en que existe limitación implícita a la libertad de tránsito, pero entre ellas cabe resaltar las
siguientes:

a) Seguridad ciudadana: La seguridad ciudadana no debe ser observada como un derecho


damental sino como un bien jurídico protegido, habida cuenta que hace referencia a un conjunto
de acciones o medidas que están destinadas a salvaguardar el desarrollo de la vida comunitaria
dentro de un contexto de paz, tranquilidad y orden, mediante la elaboración y ejecución de medidas
vinculadas al denominado poder de Policía. La seguridad ciudadana consolida una situación de
convivencia con 'normalidad' ; vale decir, preservando cualquier situación de peligro o amenaza
para los derechos y bienes esenciales para la vida comunitaria. Tal como lo señala la Defensoría
del Pueblo, la seguridad ciudadana tiene una doble implicancia; por un lado, plantea un ideal de
orden, tranquilidad y paz, que es deber del Estado garantizar; y, por el otro, permite el respeto de
los derechos y cumplimiento de las obligaciones individuales y colectivas (Comunicación del
Comité de Derechos Humanos N°. 492/1992, Lauri Peltonen c.Finlandia, párrafo 8.4. 49° período
de Sesiones, Suplemento N.O 40 -Al49/40-). De otro lado, este Colegiado ha precisado en la
sentencia emitida en el Expediente N. ° 349- 2004-AA/TC, que se trata de "( ... ) un estado de
protección que brinda el Estado y en cuya consolidación colabora la sociedad, a fin de que
determinados derechos pertenecientes a los ciudadanos puedan ser preservados frente a
situaciones de peligro o amenaza o repararlos en casos de vulneración o desconocimiento". Es
más, también ha acotado, en la sentencia del Expediente N.O 2961-2002-HC/TC, que "( ... ) es
posible permitir la instalación de dispositivos de seguridad, vigilancia y control en las vías públicas,
siempre que dicha medida tenga por propósito resguardar la seguridad y tranquilidad de los
ciudadanos, cuente con la previa autorización de la autoridad competente, y resulte razonable y
proporcional con el fin que se pretende alcanzar" . Empero, enfatizaba que, en el caso concreto,
"( ... ) no sólo no obra documento alguno que permita acreditar algún problema de seguridad en la
zona donde han sido instaladas las rejas, sino que existen suficientes elementos probatorios que
permiten sostener que la instalación tenía por finalidad la disminución del tránsito en las calles
Arcos de la Frontera y Jacarandá". En el caso, este Colegiado declaró fundado el hábeas corpus
y ordenó que la demandada retire en forma inmediata e incondicional las rejas metálicas colocadas
en la vía pública. En general, este Tribunal se pronunció a favor de la colocación de rejas en la vía
de acceso al lugar de residencia de los demandantes, argumentando que con ello se estaría
tutelando la seguridad de los habitantes de la zona. Es decir, se aceptaba la reducción del
contenido de la libertad de tránsito (ello tampoco significa que se eliminaba su existencia) en pos
de un bien jurídico que merece una protección superlativa en las circunstancias actuales de
inseguridad ciudadana.

b) Seguridad nacional: El Comité de Derechos Humanos de la Organización de las Naciones


Unidas, como parte de la ya mencionada Observación General N.O 27, reconoce la posibilidad de
restricciones a zonas militares por motivos de seguridad nacional. Asimismo, se puede recurrir a
una restricción válida y necesaria de la libertad de tránsito para la protección de la seguridad
nacional y el orden público (Comunicación del Comité de Derechos Humanos nO. 492/1992, Lauri
Peltonen c. Finlandia, párrafo 8.4 49 periodo de sesiones, Suplemento N.O 40-A/49/40).
Toda persona tiene derecho al trabajo:

Contenido

STC. 00008-2005 - AI

19. De conformidad con lo que dispone el artículo 23° de la Constitución, el Estado asume las
siguientes responsabilidades con relación al trabajo:

- Promover condiciones para el progreso social y económico. Para tal efecto, tiene la obligación
de establecer políticas de fomento del empleo productivo y de educación para el trabajo.
- Asegurar que ninguna relación laboral limite el ejercicio de los derechos constitucionales ni
desconozca o rebaje la dignidad del trabajador.
- Asegurar que a ningún trabajador se le obligue a prestar servicios sin retribución
compensatoria o sin su libre consentimiento.
- Proteger especialmente la actividad laboral de la madre, el menor de edad y el impedido.

Relación Laboral

STC. 04184-2007-AA

“9. (…) Toda relación laboral se constituye por la existencia de tres elementos esenciales: (i)
prestación personal de servicios, (ii) subordinación y (iii) remuneración. En contraposición a ello,
el contrato de locación de servicios, definido por el artículo 1764 del Código Civil como un acuerdo
de voluntades por “el cual el locador se obliga, sin estar subordinado al comitente, a prestarle sus
servicios por cierto tiempo o para un trabajo determinado, a cambio de una retribución”, se
caracteriza por la independencia del locador frente al comitente en la prestación de los servicios”

Prohibición de Discriminación Directa e Indirecta

“La discriminación en el trabajo puede ser directa o indirecta. Es directa cuando las normas
jurídicas, excluyen, desfavorecen o dan preferencia explícitamente a ciertos trabajadores
atendiendo a características como la opinión política, el estado civil, el sexo, la nacionalidad, el
color de la piel o la orientación sexual, entre otros motivos, sin tomar en cuenta sus cualificaciones
y experiencia personal. Por ejemplo, los anuncios de ofertas de empleo en lo que se excluye a los
aspirantes mayores de cierta edad, o de determinado color de piel o complexión física, es una
forma de discriminación directa.

En cambio, la discriminación es indirecta cuando ciertas normas jurídicas, políticas y actos del
empleador de carácter aparentemente imparcial o neutro tienen efectos de un colectivo
determinado, sin justificación alguna e independientemente de que éstos cumplan o no los
requisitos exigidos para ocupar el puesto de trabajo de que se trate (…)
Tipos de discriminación y prueba de la discriminación

STC 02562 – 2002 – AA

Es conveniente señalar que la discriminación en el trabajo puede manifestarse en el acceso


un empleo, durante el desempeño laboral o, por supuesto, a través del despido; también se
produce cuando se niega un puesto de trabajo a un trabajador por razón de raza, sexo u otros
motivos. La discriminación laboral supone un trato diferente y menos favorable al trabajador,
basado en razones de raza, color de piel, sexo, religión, ideas políticas, afiliación sindical,
entre otros motivos, independientemente de cuáles sean sus aptitudes, lo cual entraña una
discriminación, exclusión o preferencia cuyo fin es menoscabar la igualdad de oportunidades
y de trato en la relación laboral, derecho reconocido en el inciso 1) del artículo 26° de la
Constitución Política.

Cuando se alegue que se es objeto de una conducta discriminatoria, ha de acreditarse la


existencia de indicios que generen una razonable sospecha, apariencia o presunción en favor
de semejante alegato, para lo cual se requiere, por lo menos, la prueba indiciaria.

4. La discriminación por razón de sexo comprende aquellos tratamientos peyorativos que se


fundan no sólo en la pura y simple constatación del sexo de la víctima, sino en la concurrencia
de razones o circunstancias que tengan con el sexo de la persona una conexión directa e
inequívoca. Para acreditar dicha conducta discriminatoria, la demandante adjunta un cuadro
comparativo obrante a fojas 78, en el cual se detallan los niveles remunerativos, los cargos
ocupados durante el período de 1994 al 2001 y los desplazamientos de la demandante y de
otros tres servidores supuestamente beneficiados, argumento que ha quedado totalmente
desvirtuado, puesto que de dicho documento se advierte que la demandante y los tres
servidores supuestamente beneficiados han seguido en el mismo nivel remunerativo que
ocuparon desde 1994 hasta el 2001. Asimismo, se aprecia que han desempeñado diversos
cargos, y que han sido desplazados para desempeñar diferentes funciones.

5. En lo concerniente a la discriminación por motivos políticos, la demandante señala que existe


una actividad política dirigida contra los funcionarios del fujimorismo, adjuntando para ello un
panfleto que obra a fojas 12, el cual no constituye una prueba de indudable importancia a fin
de acreditar la supuesta discriminación, puesto que dicho documento es de fecha posterior a
la expedición de la Resolución Presidencial Regional N.° 745-2001-CTAR-AYAC/PE, del 31
de diciembre de 2001, mediante la cual se aprobó el Cuadro para Asignación de Personal
(CAP) y el Cuadro Nominativo de Personal (CNP) de la Dirección Regional Agraria, órgano
desconcentrado de la línea sectorial del Consejo Transitorio de Administración Regional
(CTAR) Ayacucho, en el que se le asigna a la recurrente el cargo de Técnico en Ingeniería I,
en la Oficina Agraria Ayacucho, Agencia Agraria Huamanga .

Irrenunciabilidad de los derechos

Recorte de pagos

STC. 00818 – 2005 – AA

“Debe tenerse presente que las remuneraciones de los trabajadores, al amparo de lo dispuesto en
el artículo 26, inciso 2), de la Constitución Política del Perú, son irrenunciables e intangibles,
y sólo se podrán afectar las planillas de pago por orden judicial o por un descuento aceptado
por el trabajador. Por consiguiente, al haberse recortado el pago de las remuneraciones de la
recurrente, se han transgredido los derechos constitucionalmente invocado”

Remuneración

STC. 00027-2006-AI

“El mandato constitucional ha previsto como condición que la remuneración que el trabajador
perciba como contraprestación por la labor (entendida en términos latos) que realiza debe ser
equitativa y suficiente; características que constituirían los rasgos esenciales del derecho a la
remuneración. Adicionalmente, la norma constitucional dispone que tanto el pago de las
remuneraciones como de los beneficios sociales ocupan el primer orden de prelación entre las
obligaciones del empleador; y, un tercer elemento que se dilucida de la norma constitucional
en esta materia es la delegación al Estado de la regulación sobre remuneración mínima,
previéndose la participación de los agentes sociales en dicha regulación. En nuestro país, en
línea con tal disposición, normalmente ha tenido participación -desde que su existencia lo
permite- el Consejo Nacional del Trabajo para fines de la determinación de la remuneración
mínima. Una cuestión adicional que nuestro ordenamiento jurídico nacional imprime a la
remuneración, con el fin que pueda calificar como tal, es su carácter de libre disponibilidad”

Jornada de Trabajo

Inmodificabilidad por acuerdos

“Con relación a convenio colectivo, es pacífico, y así se ha sostenido en el Exp. 0008-


2005-PI/TC, fundamento 31, que éste prevalece sobre el contrato individual de
trabajo cuando el convenio es más favorable al trabajador. Debe tenerse presente
que cuando la Constitución y los Tratados Internacionales de Derechos Humanos
fijan un estándar mínimo (por ejemplo, el derecho a la jornada de ocho horas y el
derecho a una jornada razonable de trabajo), entonces los convenios colectivos y
los contratos de trabajo no pueden contradecir dicho estándar mínimo, bajo sanción
de nulidad por contravenir derechos fundamentales.

Protección contra el despido arbitrario

“Cuando se alegue que un despido encubre una conducta lesiva del derecho a la libertad sindical
al empleador la carga de probar que su actuación obedece a sus causas reales y que no constituye
un acto de discriminación por motivos sindicales. Para imponer la carga de la prueba al empleador,
previamente el demandante ha de aportar un indicio razonable de que su despido ha sido
consecuencia de su mera condición de afiliado a un sindicato o por su participación en actividades
sindicales”

Interpretación favorable al empleador

STC. 00008 – 2005 – AI


“El Tribunal Constitucional considera que la aplicación del referido principio está sujeta a las cuatro
consideraciones siguientes:

- Existencia de una norma jurídica que, como consecuencia del proceso de interpretación,
ofrece varios sentidos.
- Imposibilidad lógico – axiológica de dirimir esta duda mediante la utilización de cualquier
método de interpretación admitido como válido por el ordenamiento nacional.
- Obligación de adoptar como sentido normativo a aquél que ofrece mayores beneficios al
trabajador.
- Imposibilidad del operador de integrar la norma, ya que el principio no se refiere a suplir
la voluntad de éste, sino a adjudicarle el sentido más favorable al trabajador”

Principio de primacía de la realidad

“Con relación al principio de primacía de la realidad que, es un elemento implícito en nuestro


ordenamiento jurídico y, concretamente, impuesto por la propia naturaleza tuitiva de nuestra
Constitución, este Colegiado ha precisado que en mérito de este principio (…) en caso de discordia
entre lo que ocurre en la práctica y lo que fluye de los documentos, debe darse preferencia a lo
primero, es decir, a lo que sucede en el terreno de los hechos”

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