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Cuando un pastor beduino penetró en 1947 una cueva en busca de una cabra perdida y

descubrió antiguos rollos encerrados en vasijas, se desató una de las historias


palegrçaficas más fascinantes de la historia.

Esos rollos contenían extractos o pasajes enteros de los libros de la Biblia. Se les
denominó los rollos del Mar Muerto. Muy pronto surgieron teorías curiosas sobre su
contenido: unos afirmaban que esos textos daban una vuelta a los Textos Sagrados, los
cuales habían sido deformados a lo largo de los siglos por la historiografía cristiana.

Otros, añadieron que la Iglesia no quería dar a conocer su contenido pues contenían
reveladoras contradicciones sobre Jesús. Los hubo que dijeron que era el mejor
testimonio del Nuevo Testamento, y hasta que Jesús formó parte de aquella comunidad
que escribió y guardó esos textos: los enigmáticos esenios. Nada de eso es verdad.

Los textos hallados en las cuevas de Qumrán, a orillas del Mar muerto por un pastor
beduino, son fragmentos procedentes de unos 800 manuscritos que, en su origen, se
presentaron en forma de rollos. Muchos de esos manuscritos son copias de copias, pues
en la antigüedad, el papiro era desgraciadamente, la forma más popular de transmitir el
saber. Y el papiro se deteriora fácilmente.

Antiguo Testamento

¿Qué contenían entonces? En parte son textos bíblicos, del Antiguo Testamento, y en
parte son textos religiosos no bíblicos de diverso signo, como reglas morales y legales.
Existen unos 200 manuscritos bíblicos entre los que se encuentran 32 copias del Libro de
los Salmos, 28 copias del Deuteronomio, 21 copias del Libro de Isaías, citas ínfimas
(losteffilim, o pequeñas tiras de cuero), con citas del Exodo y del Deuteronomio, tiras que
se ponían en un estuche y que se llevaban en el brazo o sobre la cabeza.

Los manuscritos esenios permitieron completar algunos pasajes oscuros de las Sagradas
Escrituras, pero no descubrieron nada realmente fascinante, a pesar de que se trató de
uno de los hallazgos arqueológicos más importantes del siglo XX.

Reconstrucción exacta

Al cotejarse los manuscritos de Qumrán con las versiones modernas de la Biblia, muchos
exegetas y paleógrafos respiraron tranquilos al comprobar que la historiografía cristiana,
después de todo, había trabajado con enorme exactitud: había logrado componer unos
escritos sagrados bastante certeros.

Hay que recordar que la Biblia, tal y como la conocemos, fue recopilada por primera vez
en la historia en el siglo III antes de Cristo, cuandosetenta sabios judíos fueron
a Alejandría para aportar a la famosa biblioteca la historia del pueblo de Israel (el antiguo
testamento), a petición del rey Ptolomeo. Se tradujo al griego del arameo y hebreo
antiguos. Así nació la llamada Biblia de los Setenta, en la que se basa el texto cristiano
actual. Posteriormente nació una recopilación hebrea que se llamó texto masorético
(tradición, en hebreo) la cual se hizo en el siglo IX DC. Es la versión hebraica.

Pero de los textos originales, al igual que los textos de los filósofos griegos presocráticos,
no hay ningún rastro físico. Todo aquello se esfumó debido a su débil soporte de
transmisión (el papiro, la vitela, el cuero). Pero durante años, se han hecho miles y miles
de copias de copias. Sin embargo, cada copia siempre tenía algún error de interpretación
o de transcripción, de modo que la paleografía cristiana se ha esmerado en comparar
copias con otras copias para recomponer un texto lo más parecido al original.

Los manuscritos de Qumrán demostraron que el trabajo de los doxógrafos y paleógrafos


cristianos fue serio y atinado durante siglos, y que en Qumrán solo había textos del
Antiguo Testamento.

Y a pesar de que, más recientemente, el padre Josep O’Callahan, (experto papirólogo), vio
en algunos de estos trozos de Qumrán pequeñas frases del Nuevo Testamento, un
examen más profundo constató que la vida de Jesús no estaba recogida en los
manuscritos.

Textos públicos

Los textos son públicos desde 1991, cuando las autoridades arqueológicas de Israel (que
controlan el acceso a los documentos desde la Guerra de los Seis Días en 1967),
permitieron la libre consulta a todos los documentos. Desde esa fecha, se han ido
fotografiando, y desde hace pocos años, se podían consultar en internet en este formato.
Pero ahora, con Google, se podrán consultar de una forma mucho más cómoda:
digitalizados.

Ahora bien, lo más importante de los manuscritos de Qumrán es lo que está fuera de la
Biblia, pues allí se encontraban textos de la Regla de la Comunidad y la Regla de la Guerra,
una serie de normas que regían la vida de esa extrañísima comunidad llamada los
esenios.

¿Quiénes eran estos esenios?

Según se desprende del texto referido a la Regla de la Comunidad, los esenios eran un
grupo judío “fuertemente estructurado, con su propia jerarquía y sus funcionarios, cuyos
miembros ponían en común todos sus bienes, participaban en comidas comunitarias, y se
hallaban sometidos a una disciplina muy estricta, con penas y castigos para cualquier
transgresión”, comenta Florentino García Márquez en la reseña 'Los manuscritos de
Qumrán'. En suma, un grupo de judíos conviviendo hace más de dos mil años bajo mismas
reglas que los kibutz del siglo XX.

¿Por qué se habían retirado al desierto, imitando al profeta Isaías? Según se desprende de
otro texto encontrado en Qumrán, (la Regla de la Guerra), se llamaban a sí mismos Los
Hijos de la Luz, se habían retirado para purificarse, y esperaban volver a Jerusalén “al final
de los tiempos”, después de haber vencido a Los Hijos de las Tinieblas.

¿Estaba Jesús entre los esenios?

En los manuscritos de los esenios se mencionaba la figura de un jefe carismático llamado


el Maestro de Justicia, quien había recibido la revelación de los Textos Sagrados y, de
forma escatológica, conduciría a esta comunidad a la victoria “al final de los tiempos”.
¿Era Jesús elMaestro de Justicia? ¿Acaso no coincidían los 17 años que se pierden de la
vida de Jesús con su estancia entre los esenios? El célebre periodista e historiador Edmund
Wilson coqueteó con esta idea en su célebre libro sobre los manuscritos de Qumrán. Pero
se dejó llevar por el periodismo más que por el rigor.

La respuesta de los expertos es rotunda: Jesús no convivió con los esenios. Los textos
de Qumrán no mencionan a Jesús porque son anteriores a él. La comunidad (para algunos,
secta) de los esenios sí vivió en tiempos de Jesús, como confirma el historiador Flavio
Josefo, coetáneo de Cristo. Pero sus textos se escribieron antes y no tienen ninguna
relación con el Nuevo Testamento.
El año 1947 en el Wadi Qumrán, junto al Mar Muerto, aparecieron en diversas cuevas, once en
total, unas jarras de barro que contenían un buen número de documentos escritos en hebreo, arameo
y griego. Se sabe que fueron escritos entre el s. II a.C. y el año 70 d.C., en que tuvo lugar la
destrucción de Jerusalén.

Se han recompuesto unos 800 escritos de entre varios miles de fragmentos, puesto que son muy
pocos los documentos que han llegado completos. Hay fragmentos de todos los libros del Antiguo
Testamento, excepto de Ester, de muchos libros judíos no canónicos ya conocidos e incluso de otros
hasta entonces desconocidos, y han aparecido un buen número de escritos propios del grupo
sectario de esenios que se habían retirado al desierto.

Los documentosmás importantes sin duda son los textos de la Biblia. Hasta el descubrimiento de
los textos de Qumrán, los manuscritos en hebreo más antiguos que poseíamos eran de los siglos IX-
X d.C. por lo que cabía sospechar que en ellos se habrían mutilado, añadido o modificado palabras
o frases incómodas de los originales. Con los nuevos descubrimientos se ha comprobado que los
textos encontrados coinciden con los medievales, aunque son casi mil años anteriores, y que las
pocas variantes que presentan coinciden en gran parte con algunas ya atestiguadas por la versión
griega llamada de los Setenta o por el Pentateuco samaritano. Otros muchos documentos han
contribuido a demostrar que había un modo de interpretar la Escritura (y las normas legales)
diferente al habitual entre saduceos o fariseos.

Entre los textos de Qumrán no hay ningún texto del Nuevo Testamento ni ningún escrito cristiano.
En algún momento se ha discutido si algunas palabras escritas en griego sobre dos pequeños
fragmentos de papiro encontrados allí pertenecían al Nuevo Testamento, pero no lo parece. Fuera de
eso, no había en esas cuevas ningún otro posible documento cristiano.

Tampoco parece que hubiera influencias de los textos judíos que han aparecido allí en el Nuevo
Testamento. Hoy los especialistas están de acuerdo en que en el ámbito doctrinal Qumrán no
influyó nada en los orígenes del cristianismo, pues el grupo del Mar Muerto era sectario,
minoritario y apartado de la sociedad, mientras que Jesús y los primeros cristianos vivieron
inmersos en la sociedad judía de su tiempo y dialogaron con ellos. Únicamente los documentos han
servido para aclarar algunos términos o expresiones habituales en aquella época y que hoy
resultaban difíciles de entender y comprender mejor el ambiente judío tan plural en que nació el
cristianismo.

En la primera mitad de los noventa se propalaron dos formidables mitos que hoy están plenamente
diluidos. Uno, que los manuscritos contenían doctrinas que contradecían o al judaísmo o al
cristianismo y que, en consecuencia, el Gran Rabinato y el Vaticano se habían puesto de acuerdo
para impedir su publicación. Ahora están publicados todos los documentos y es evidente que las
dificultades de publicación no eran de orden religioso, sino de orden científico. El segundo es de
mayor calado, porque se presentó con visos científicos: Una profesora de Sydney, Barbara Thiering
y otro de la State University de California, Robert Eisenman, publicaron varios libros en los que
comparando los documentos qumránicos con el Nuevo Testamento llegaron a la conclusión de que
ambos están escritos en clave, que no dicen lo que dicen, sino que hay que descubrir su significado
secreto. Sugieren que el Maestro de Justicia, fundador del grupo de Qumrán, habría sido Juan el
Bautista y su oponente Jesús (según B. Thiering), o que el Maestro de Justicia habría sido Santiago
y su oponente Pablo. Se basaban en que hay personajes mencionados con términos cuyo significado
se nos escapa, tales como Maestro de Justicia, Sacerdote impío, el Mentiroso, el León furioso, los
buscadores de interpretaciones fáciles, los hijos de la luz y los hijos de las tinieblas, la casa de la
abominación, etc. Actualmente ningún especialista admite tales afirmaciones. Si no conocemos el
alcance de esta terminología no es porque contenga doctrinas esotéricas. Es evidente que los
contemporáneos de los qumranitas estaban familiarizados con estas expresiones y que los
documentos del Mar Muerto, si bien contienen doctrinas y normas diferentes de las mantenidas por
el judaísmo oficial, no tienen ninguna clave secreta ni esconden teorías inconfesables.

Bibliografía: Jean Poully, Los manuscritos del mar muerto y la comunidad de Qumrán, Verbo
divino, Estella, 1980; Florentino García Martínez – Julio Trebolle, Los hombres de Qumrán:
literatura, estructura social y concepciones religiosas, Trotta, Madrid, 1993; R. Riesner – H. D.
Betz, Jesús, Qumrán y el Vaticano (Herder, Barcelona, 1992)

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