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“Para ser apóstoles del Rosario es necesario tener experiencia en primera persona de
la belleza y la profundidad de esta oración, sencilla y accesible a todos. Es necesario
ante todo dejarse conducir de la mano de la Virgen María a contemplar el rostro de
Cristo: Rostro Alegre, Luminoso, Doloroso y Glorioso” Benedicto XVI
Se ha escrito y dicho tanto sobre el Santo Rosario que es difícil proponer un contenido
al respecto. Sin embargo, espero poder transmitir a través de estas líneas al menos un
poco de la experiencia de tantos jóvenes, hombres y mujeres, ordenados,
consagrados y laicos, que día a día luchan por su fe, Rosario en mano, perseverando
en el amor de Dios, de la mano de María y buscando ser verdaderos discípulos y
apóstoles de Jesucristo. Espero, que a partir de estas líneas se multipliquen más y
más las Aves Marías que suben hasta el cielo para ser tomadas por nuestra Buena
Madre y ofrecidas a Jesús por su intercesión y para gloria de Dios.
Ahora, sí queremos ser Apóstoles del Rosario y descubrir la verdadera belleza de esta
oración, tenemos que empezar por practicarla; solamente rezando el Rosario podrás
vivir el Rosario. Lastimosamente muchos cristianos católicos no somos aún capaces
de dar un verdadero testimonio de nuestra fe y menos del sentido verdadero del Santo
Rosario. Es triste contemplar cómo para muchos el Rosario es un “sin sentido” o una
cosa más. Algunos incluso lo reducimos a un simple objeto de moda o amuleto de la
buena suerte, portando llamativas camándulas alrededor de nuestros cuellos para
sentirnos protegidos o simplemente porque “se ve bien”. Cuántos más ven el Rosario
como mera decoración, porqué tiene estilo o porque se ve bien en las manos de esta u
otra imagen de la Virgen María. Y acá debo decir algo: ¡Claro que se ve bien en las
manos de María!, pero ¿Y en tus manos se ve bien o no?… ¿Se ve bien un Rosario en
tus manos? Reflexiona tu respuesta.
Sigamos con nuestra reflexión. Muchas personas (tú puedes ser una de ellas) dicen
que el Rosario es aburrido, es repetitivo y sin sentido; muchos no creen que sea una
verdadera oración y lo reducen a una mera devoción popular. Otros tantos lo ven solo
como una oración para rezar en el “cole” cuando hay un acto a la Virgen y porque allí
se ve “todo bonito”, algunos lo ven solo como una oración para viejecitas piadosas o
para rezarlo cada vez que vas a un funeral. ¡Cuán equivocados estamos al reducir el
Rosario a lo temporal! Cada cristiano católico debería tocar las cuentas del Rosario
como pasamanos para la eternidad.
Meditar el Rosario es meditar la vida de Jesús. Parece increíble pero rezando cada
decena vas contemplando literalmente la vida de Jesús: El gozo de su venida, la luz
de su Evangelio, el dolor de su pasión y la gloria de su resurrección. Muchos dicen que
el Rosario es una oración bíblica y ¡vaya que tienen razón! No solo porque en cada
misterio te acercas al Evangelio, sino también porque cada Padrenuestro y cada Ave
María son en sí mismos ecos de la Palabra de Dios: “Padre nuestro” así nos dijo Jesús
que debíamos orar; “Dios te salve María, llena eres de gracia…” es el saludo del Ángel
Gabriel en Nazareth (Lc. 1, 28); “Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu
vientre…” el saludo de Isabel a María cuando llega a su casa (Lc. 1, 42). Y que me
dicen del Gloria, recordando el canto de los ángeles a los pastores en Belén (Lc. 2,
14).
Si de algo estoy seguro es que después de rezar al menos una decena del Rosario tu
día será diferente. Vamos, ¡inténtalo! He escuchado tantos testimonios al respecto, de
cómo al rezar el Rosario te llega la paz que necesitas para enfrentar un día difícil de
trabajo o para calmarte en esos momentos de angustia; de cómo rezar el Rosario te
fortalece para enfrentar momentos difíciles y momentos decisivos de tu vida; de como
rezando el Rosario dibujas sonrisas y te llenas de alegrías. Podrás preguntarte cómo
puede ser posible eso, si talvés recitando las oraciones en el momento no sentirás
nada especial, pero recuerda que al final la oración es diálogo en comunión del alma
con Dios… no te preocupes, tu alma se comunica con Dios y eso se traduce en frutos
en tu vida.
Te lo explico con palabras de Papa Francisco: “En la piedad popular puede percibirse
el modo en que la fe recibida se encarnó en una cultura y se sigue transmitiendo. En
algún tiempo mirada con desconfianza, ha sido objeto de revalorización en las
décadas posteriores al Concilio. Fue Pablo VI en su Exhortación apostólica Evangelii
nuntiandi quien dio un impulso decisivo en ese sentido. Allí explica que la piedad
popular «refleja una sed de Dios que solamente los pobres y sencillos pueden
conocer» y que «hace capaz de generosidad y sacrificio hasta el heroísmo, cuando se
trata de manifestar la fe». Más cerca de nuestros días, Benedicto XVI, en América
Latina, señaló que se trata de un «precioso tesoro de la Iglesia católica» y que en ella
«aparece el alma de los pueblos latinoamericanos»” (Evangelii Gaudium #123).
Aplicado a nuestra meditación del Rosario: No reces el Rosario como mera
religiosidad, porque tienes que rezarlo en el funeral de un difunto o en la procesión de
la fiesta patronal. Reza el Rosario porque tienes sed de Dios, porque eres pobre y
necesitas de Dios, porque a través de tu oración quieres entregarte a Dios para
siempre y dar testimonio de Él por siempre.
4. ARMA DE BATALLA.
Hace años leí esta frase en una estampita: “Las cuentas de mi Rosario son como
balas de artillería, que hasta el infierno tiembla cuando digo AVE MARÍA”. Decía San
Pío de Pietrelcina, “Padre Pío”, que “con el Santo Rosario se ganan batallas”. Claro,
estamos hablando de batallas espirituales que trascienden tantas veces sus efectos a
los grandes retos de este mundo. Nunca pensemos que es vana nuestra oración en el
Rosario, porque en la eternidad de Dios, Él siempre la toma para hacerla fructificar. Al
demonio no le gusta que tu reces el Rosario, porque con cada oración alabas y
glorificas a Dios, a su Madre María (la purísima y sin mancha de pecado) y porque tu
alma es ganada para Dios, no para el maligno. Dos detalles para ver la realidad de
esto: Cuando finalizas el Padrenuestro dices “y no nos dejes caer en la tentación, más
líbranos del mal”, pides a Dios que te libre del MAL, del malo, del maligno, y que no te
deje caer en la tentación… y Dios siempre escucha tus oraciones; luego, en cada Ave
María bendices la venida de Jesús, nuestro Salvador diciendo “y bendito es el fruto de
tu vientre: Jesús”, y recuerda que al nombre de Jesús toda rodilla se dobla en la tierra,
en el cielo y en el infierno (Filipenses 2, 10). Solo imagínate, si rezaras más el Rosario,
cuántas más veces harías rendirse al maligno al decir el nombre poderoso de Jesús.
5. ORANDO POR.
Decía San Alfonso María Ligorio que “entre todos los homenajes que se deben a la
Madre de Dios no conozco ninguno más agradable que el Rosario”. Cuando recitas
cada Ave María, la estás bendiciendo a Ella y le dices “te amo mamá”, cada oración se
convierte entonces en una rosa ofrecida por amor del hijo hacia la Madre. Si de verdad
amas a María, por qué no te unes a Ella meditando y orando con el Rosario, diciéndole
te amo, dándole gracias por su compañía e intercesión. Pero, ¿sabes algo? María no
se queda con nada, porque Ella misma se reconoce como la “sierva del Señor” (Lc. 1,
38) y a Él le sirve y le glorifica… cada Ave María rezado con el corazón, en las manos
de María se convierte en alabanza a Dios. Cuando Isabel reconoce la grandeza de
María que ha llegado a visitarle, María inmediatamente alaba la grandeza del Señor
(Lc. 1, 41-48). Recuerda, María no se queda con nada y ¡Qué mejor que nuestra
oración se transforme en alabanza para Dios gracias a nuestra Buena Madre!
Que el Rosario no sea una moda de apariencia, sino un estar siempre listos para la
acción a través de la oración; listos para el combate espiritual, listos para interceder,
listos para alabar a Dios. Lleva siempre contigo un rosario y úsalo cuando tengas que
usarlo. No hay excusas: Rosario en tu cuello o denario en la bolsa de tu camisa o
decenario como pulsera en tu mano… ¡O simplemente los dedos de tus manos! No lo
andes para lucirlo, porque se ve bien, porque está de moda, etc… Llévalo contigo
porque es el estilo del cristiano que está siempre atento y vigilante en la oración,
porque cuando sientas la necesidad de rezarlo estará allí un pequeño auxilio para
ayudarte a recitar cada Padrenuestro y cada Ave María. Siempre listos y vigilantes,
siempre dispuestos y orantes, porque para rezar el Rosario no hay límites de tiempo,
ni de lugar, ni de agenda, ni de espacio… puedes rezarlo en tu oficina, en la
universidad o en la escuela, en el autobús cuando el tráfico no avanza, en una capilla,
en tu casa, en la calle cuando vas caminando, en una procesión, en un Santuario, en
una peregrinación, en un viaje de avión, sentado frente al mar, de visita en el hospital,
ante la tumba de un ser querido, mientras conduces hacia casa, cuando esperas en la
fila del banco, en la noche cuando no puedes dormir… cualquier momento y cualquier
lugar pueden ser iluminados por la oración.
Rezando cada día te convertirás en un “Apóstol del Rosario”, porque conocerás más al
Señor y de los misterios de su vida, porqué meditarás en tu misión y vocación por
medio de la oración, porque te unirás más a Él y a su Iglesia, porque su amor dará
frutos en ti, porque siempre necesitarás de tu Señor, porque tienes muchas batallas
que pelear al lado de Jesús, porque la oración también es servicio y siempre hay
alguien que necesita tu oración, porque amas a María, porque quieres alabar a Dios,
porque siempre estás listo… porque si eres cristiano, te sientes amado por Dios y
elegido por Cristo para dar testimonio de Él hasta los confines de la tierra (Hch. 1, 8); y
porque si crees en Cristo, eres heredero del auxilio maternal de María, a quien
honramos y veneramos con amor como hijos. Reza el Rosario, no tienes nada que
perder, anda empieza ahora, ¡claro que vale la pena!
Artículo escrito por nuestro colaborador y católico con acción Ernesto Martínez
¿SE PUEDE SER CRISTIANO SIN MARÍA?
Si, queridos amigos, ¡Cristo nos ama y nos ama siempre! Nos ama
incluso cuando lo decepcionamos, cuando no correspondemos a lo
que espera de nosotros; El no nos cierra nunca los brazos de su
misericordia. ¿Cómo no estar agradecidos a este Dios que nos ha
redimido llegando incluso a la locura de la Cruz? ¿A este Dios que se
ha puesto de nuestra parte y allí está hasta el final?.
Miro con confianza a esta nueva humanidad que se prepara tan bien
por medio de vosotros; miro a esta Iglesia constantemente
rejuvenecida por el Espíritu Cristo y que hoy se alegra por vuestros
propósitos y de vuestro compromiso. Miro hacia el futuro y hago mías
las palabras de una antigua oración, que canta a la vez al don de
Jesús de la Eucaristía y de la Iglesia:
Así como este trozo de pan estaba disperso por los montes
Tu siervo
Amén.
El término cristiano es bíblico, el libro de los Hechos de los Apóstoles nos narra que
fue en Antioquía en donde los Apóstoles recibieron el nombre de “cristianos” (Hch 11,
26), ahora bien, definido de donde proviene término cristiano, nos podemos preguntar
¿Qué significa ser cristiano? En la más simple de las definiciones cristiano es aquel
que cree en Cristo, pero en realidad ser cristiano es aquel que cree en Cristo bajo la
Fe de los Apóstoles, ya que no se puede creer en Cristo sino es por aquellos quienes
contaron su historia y la han hecho trascender hasta nuestros días, por medio de la
Sagrada Tradición en un primer momento, y luego por la Sagrada Escritura.
San Juan Crisóstomo en su homilía sobre el Evangelio de San Juan 19,2- 3 en el año
390 decía:
“Entonces recibían diversos nombres. Mas ahora tenemos todos un único nombre,
mayor que todos aquéllos; nos llamamos cristianos, hijos de Dios, amigos, un solo
cuerpo. Esta apelación nos obliga más que cualquier otra y nos hace más diligentes en
la práctica de la virtud. No hagamos nada que sea indigno de tan gran nombre,
pensando en la gran dignidad con la que llevamos el nombre de Cristo. Meditemos y
veneremos la grandeza de este nombre.”
Somos cristianos y bajo la universalidad del mandato que Cristo nos encomendó nos
llamamos católicos, por ende somos cristianos católicos; comprometidos en la vivencia
del misterio de Cristo a la luz de la Fe Apostólica. Dentro de la Fe Apostólica, María es
celebrada tanto en la Tradición como en las Sagradas Escrituras como “Dichosa por
haber creído” (Lc 1, 45). No se puede separar a María de la Apostolicidad, ya que
desde la comunidad primitiva (compuesta por discípulos, amigos y familiares de Jesús)
tenía especial estima entre todos los miembros, el cual se fue extendiendo entre los
que se agregaban. Cabe destacar que antes de ser escritos los evangelios, hubo un
período de aproximadamente 20 años en que los relatos de la vida de Jesús fueron de
boca en boca; pero al ir falleciendo quienes contaban estos relatos, los cristianos
empezaron a poner por escrito todo cuanto escuchaban de quienes habían sido
testigos de primera mano de la vida y obra de Jesús (La Sagrada Tradición
Apostólica).
En este contexto, podemos tomar como referencia el trabajo de San Lucas, discípulo
de Pablo, en el cual es palpable que antes de escribir su evangelio, recopiló la mayor
cantidad información sobre Jesús mediante una especie de investigación que tuvo que
documentar, para escribir su obra y en la que podemos apreciar la importancia de
María en la comunidad cristiana; él la llama “llena de gracia” (Lc 1, 28). A partir de este
punto podemos empezar a esbozar que la figura de María está estrechamente ligada a
la herencia cristiana que hemos recibido de los Apóstoles, no solo por tener el
privilegio de haber sido la madre del Cristo, sino por méritos que ella reflejaba en su
diario vivir. María fue la primera cristiana, ya que ella creyó en Cristo antes que
cualquier otro ser humano, María fue la primera discípula, debido a que ella siguió
atentamente los pasos y las enseñanzas de su hijo, siempre fue consciente que el
fruto de su vientre era el Mesías, el Hijo de Dios; María fue la primera Apóstol, ya que
el día de Pentecostés ella estaba presente en el cenáculo y fue testigo de la obra
maravillosa del Espíritu Santo de la cual ella ya era partícipe desde la anunciación
años atrás (Lc 1, 35).
Parece un poco extraño que los propios reformadores tenían una concepción de María
diametralmente opuesta a lo que predican nuestros hermanos de las sectas cristianas.
Veamos que dicen algunos de sus fundadores acerca de la Santísima Virgen María, la
madre de Jesús.
Sermón Navidad 1531: “[Ella es] la mujer más encumbrada y la joya más noble de la
cristiandad después de Cristo… Ella es la nobleza, sabiduría y santidad
personificadas. Nunca podremos honrarla lo suficiente. Aun cuando ese honor y
alabanza debe serle dado en un modo que no falte a Cristo ni a las Escrituras.”
“Helvidius mostró demasiada ignorancia al concluir que María debió haber tenido
muchos hijos, por la razón de que son mencionados algunas veces los hermanos de
Cristo”
Publicó en 1524 uno de sus sermones que trató sobre María, siempre virgen, madre
de Dios: “Nunca he pensado, ni mucho menos enseñado o declarado públicamente,
nada concerniente al tema de la siempre Virgen María, Madre de nuestra salvación,
que pudiera ser considerado deshonroso, impío, sin valor o malvado… Creo con todo
mi corazón, de acuerdo con el santo Evangelio, que su pureza virginal nos conduce
hacia el Hijo de Dios y que ella permaneció, durante y después del parto, pura y sin
mancha, virgen por la eternidad>.
Cristiano sin María no es cristiano. ¿Virgen María que me has dado? con tu sí me has
dado a Cristo, por tu sí, yo soy cristiano. ¡Gracias Señora!
Artículo colaborativo escrito por los católicos con acción Fátima Moreno y Pedro
Mira.
Amén.
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