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hiperpolitizados y
de racionalidad
limitada
Políticas
Públicas I
1
El enfoque hiperracionalista y
el enfoque hiperpolitizado:
racionalismo e
incrementalismo. El enfoque
de racionalidad limitada
2
La política pública es un proceso racional omnicomprehensivo donde los
decisores de políticas y los demandantes de políticas son actores que se
comportan con la intención de maximizar beneficios y minimizar costos, y
para tomar esas decisiones cuentan con toda la información sobre el asunto,
lo que les permite comparar todas las opciones de políticas posibles y elegir,
a base de criterios de eficiencia económica y eficacia técnica, la opción que
maximiza los beneficios sobre aquellos valores preferibles o deseados. Es
decir, los sinópticos asumen que las políticas deben ser procesos racionales
donde la decisión se toma sobre la base de una investigación de la totalidad
de posibilidades y consecuencias que podría generar determinada
intervención. Por lo tanto, la política adoptada será aquella con capacidad
de lograr la mayor cantidad de valores (maximización).
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impreciso descriptivamente, en relación a la heurística; d) es un enfoque de
arriba abajo; e) toma al ciclo de políticas como una unidad temporal,
negando un sistema de relaciones intergubernamentales.
4
y roles, donde unos deciden y otros ejecutan (política versus burocracia) .
Como solución a ello autores como Dahl, Lindblom, Wildavsky, Majone,
Subirats, Brugué partirán del supuesto de que existe una distribución
desigual de recursos entre los diferentes actores, que las fronteras entre
unos roles y otros son confusas, y que el equilibrio inestable encuentra su
punto de asociación en los productos resultantes de la relación entre política
y administración. Desde este enfoque se propone el análisis de las políticas
como resultante de las relaciones entre los actores, y no como resultante de
la matriz institucional y formal del sistema (Subirats, 1991), donde la
atención se centra en qué están haciendo los gobiernos, por qué, y qué
consecuencias provocan esas decisiones y acciones. Es decir, desde la
perspectiva de estos estudiosos de las políticas públicas interesa todo lo que
los Gobiernos eligen o no hacer (Dye, como se cita en Subirats, 1991). Este
es el enfoque que entiende a la política pública como interacción social, la
cual es más importante que el análisis, cuando este es deficitario,
insuficiente o inexistente.
Enfoques hiperpolitizados
Las críticas a las premisas del positivismo dieron origen a enfoques
pospositivistas que sostuvieron que la realidad existe, pero que no es posible
conocerla, explicarla ni criticarla en su totalidad. Kunh (1962), en su crítica
al positivismo, sostenía que ésta no aprehendía los hechos como formas de
valor y que la ciencia no se dedica a demostrar la falsedad de las teorías, ya
que estas son ideológicas y se generan a partir de revoluciones.
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La realidad social es demasiado compleja, interdependiente y dinámica para
ser ajustada a las dimensiones de una caja explicativa; por lo tanto, un solo
enfoque de políticas públicas o teoría de conocimiento no es suficiente para
describir, explicar, interpretar y criticar la actividad de los gobiernos y
administraciones públicas.
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Mientras que los enfoques racionales plantean que los fines son
identificados separadamente y de modo previo a los medios, desde el
enfoque propuesto por Lindblom (1958, 1959, 1979, 1991), se afirma que
los decisores no analizan los medios independientemente de los fines, sino
que, por el contrario, medios y fines están estrechamente interrelacionados.
Desde el enfoque de las comparaciones limitadas sucesivas, se propone la
elaboración de un análisis simplificado, que se base en la experiencia
(historial de políticas), es decir, en el conocimiento acotado a las
consecuencias obtenidas a partir de las políticas implementadas en el
pasado. La política seleccionada será aquella que mayor acuerdo social sea
capaz de generar, a partir de los ajustes partidarios mutuos2 .
Para Lindblom (1958, 1959, 1979, 1991), los decisores se ven obligados, en
la mayoría de los casos, a decidir sobre políticas sin haber podido determinar
con claridad, y previamente, con qué objetivo o para qué fines lo harán. La
selección de los medios y los fines se realiza al mismo tiempo ante la
imposibilidad de conocer las preferencias de toda la sociedad para todas las
políticas en cada momento , la identificación y la jerarquización integran un
mismo momento. Entonces, la decisión es política y no técnica.
Para Lindblom (1958, 1959, 1979, 1991), son las diferencias incrementales
entre las políticas las que provocan que un decisor seleccione una y no otra,
y no la maximización de los beneficios sobre los valores preferidos, como
plantean los sinópticos. Un decisor asume que su decisión es solo un paso,
que si funciona, puede llevar a cabo, rápidamente, el siguiente, y así ir
“saliendo del paso”.
2
Los ajustes mutuos entre sectores de la sociedad incluyen: la negociación, la delegación,
como así también el impacto de un grupo sobre otro. Son un mecanismo de racionalidad
social (Lindblom, 1959 y 1991).
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tener que comprometerse con los supuestos del racionalismo
omnicomprehensivo. Este autor plantea tres tipos de análisis:
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Análisissinóptico:
cumplimiento de - la mayoría se ubica en
todos los requisitos. este rango
-
Partidos
políticos
- Análisis estratégico
-
- rango imposible
-
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un lado de la caja de negra (realidad) y espera para ver qué resultados ha
generado la introducción de esos recursos. Mientras ese proceso genere
beneficios a su favor, repetirá la secuencia. El decisor desconoce cómo
funciona la caja negra en su interior, es decir, no presta importancia a cuál
es o cómo es el proceso que provoca que determinados insumos se
conviertan en determinados productos, en determinado tiempo, lo cual
implica que el grado de control del decisor sobre qué tipos de productos
generar, a partir de qué insumos, es nulo. El decisor introducirá determinado
tipo de insumos basándose en experiencias pasadas y comparadas, pero no
a partir de una teoría previa de cómo funciona o debería funcionar el
sistema, provocando la producción de productos no deseados y
perjudicando la eficacia pública.
No todos los asuntos de política pública han sido estudiados y analizados por
la ciencia, por lo tanto, en muchos casos, no solo se tendrán restricciones de
tiempo y de recursos, sino también de información y de la capacidad
analítica, ya que la racionalidad en los procesos decisorios se caracteriza por
ser limitada. Por ello, la falla del racionalismo estricto deviene en la
pretensión de ser omnicomprehensivo, es decir: que esa evidencia sea sobre
la totalidad de las aristas de la realidad social, cuando, en verdad, esta es
dinámica por naturaleza y la capacidad humana para conocerla y para
revertirla es limitada. Pero, a su vez, al asumir las limitaciones del
conocimiento científico en los asuntos públicos, claramente la eficacia se ve
perjudicada en la medida en que las decisiones públicas se basan en modelos
decisorios al estilo caja negra y no en datos, información, análisis, modelos
causales probados científicamente o, si se carecen de éstos, por el asunto
público que se está intentando resolver si no se basan, al menos en
racionalidad dialógica.
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Si los procesos decisorios que dan origen a las políticas públicas, como
subconjunto principal de la acción gubernamental, se basan en modelos
ciegos (sin racionalidad técnica) y exclusivamente gubernamentales (sin
racionalidad dialógica), se está minando la eficacia gubernamental, porque
esa decisión dará origen a una política arbitraria, infundada, improductiva,
que no puede ser argumentada, explicada ni comunicada.
Aún hoy, la descripción que Lindblom (1958, 1959, 1979, 1991) hace de la
manera en que las decisiones de políticas son adoptadas, está vigente. Los
decisores deciden actividades gubernamentales sobre la base de su registro
de éxito en el pasado (historial de políticas), por intuición, por imitación a lo
próximo (“solo puedo imitar lo que conozco”), sin un marco teórico de
referencia, sin información analítica, sin modelos causales construidos
racionalmente ni consensuados participativamente; no realizan las fases o
etapas propuestas por el racionalismo, es decir, las políticas no se deciden
deductivamente; la cadena de causalidades que se supone que debe
sustentar a toda política pública no es explícita, es difusa y en muchos casos
inexistente.
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Desde el elitismo, se responde a los supuestos pluralistas (Lindblom, Dahl) que la
distribución del poder no es pluralista, descentralizada y situacional, sino que es
jerarquizada y que las decisiones sobre los temas (issues) más importantes son tomadas por
los funcionarios públicos de alto mando y sin procesos de generación de acuerdo con otros
actores sociales. Por oposición, el neopluralismo definirá a la política pública como producto
de la interacción social generada en un escenario de permanente conflicto y/o negociación,
caracterizado por la existencia de muchos centros.
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temas a la agenda gubernamental4, es decir, como un proceso político más
que un proceso racional y analítico.
Para Lowi (1964) las políticas públicas son arenas de poder, es decir, cada
una de ellas cuenta con su propia estructura, actores, funcionamientos,
roles, etcétera. Por lo cual, al analizar una política pública, es necesario
asumirla como un proceso político en que el poder se está disputando5 . Este
autor ha afirmado que las relaciones políticas entre los actores están
determinadas por el tipo de política de que se trate, es decir: las políticas
(policies) determinan a la política (politics). Las relaciones políticas, la
estructura de poder y las preferencias valorativas variarán de acuerdo al
tema de política que se esté abordando y este definirá los instrumentos,
alcances y actores de la política pública.
En este sentido, Lowi y Lindblom tienen puntos en común, ya que este último
al igual que el primero sostenía que las preferencias no son universales ni
estáticas, sino que irán variando de tema en tema y a partir de las
circunstancias. Ambos autores coincidían, además, en que la base para
enfrentar los problemas actuales es la historia de las decisiones
gubernamentales del pasado (historial de políticas).
Hacia los años 706, Lindblom (1991) sostuvo que la formulación de los
intereses empresariales predominaba por sobre los intereses o demandas
de otros grupos sociales. Por ello, las políticas, como consecuencia de
procesos de toma decisión, favorecían a los poderosos; es decir, el escenario
pluralista (igualdad de condiciones) no era tal, ya que en las democracias
operaba el juego del sistema capitalista.
4
Véase Elizalde, L. H. (2009). Gestión de la comunicación pública. Empresas, grupos e
instituciones en el escenario público. España: Bosch SA.
5
Lowi define a las políticas como arenas de poder y las clasifica en tres tipos de políticas:
a) distributivas, b) regulativas y c) redistributivas (Lowi, 1992/2007, pp. 89-117). La
naturaleza del problema definirá el tipo de política pública, y la decisión se tomará
basándose tanto en la naturaleza del problema como en el conflicto que ésta implica
(Aguilar Villanueva, 2013a).
6
A principios de los años 70, se constituyó el primer panel dedicado a temas vinculados
por el análisis de políticas en el congreso de la American Political Science Association.
Recién a principios de los años 90, en Europa, el análisis de las políticas públicas se
convierte en uno de los temas centrales para la ciencia política.
12
“diferentes racionalidades” (Subirats, 1991ª, p. 7); donde la política y la
técnica fueran producto de interacción social.
7
La relación entre el decisor y el analista de políticas (asesor) debe ser clara. El político
necesita del conocimiento técnico del científico, pero éste debe tener claro que su función
es decirle al político, no lo que debe hacer, sino la factibilidad de lo que pretende o
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Por lo tanto, es el Análisis de Políticas Públicas el que puede aportar
conocimiento y eficacia al proceso decisorio, a partir de la generación de
herramientas que permitan anticiparse a los problemas, fortalecer la
argumentación tanto pre- como posdecisional y mejorar, a través del
conocimiento, los procesos de política. En este contexto se encuentra el
objetivo de la disciplina: dotar de mayor conocimiento (inteligencia) al
proceso decisorio, generando herramientas que agreguen reflexión,
información y análisis tanto científico como dialógico para que la decisión
del gobierno sea una decisión de gobierno y, principalmente, de eficacia
pública.
prefiere. La decisión es del político, sobre la base del conocimiento técnico y del consenso
social, no del científico (Aguilar Villanueva, 2013a).
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basen en el conocimiento tanto técnico como dialógico, ya que, de lo
contrario, lo que se estaría propiciando sería la ineficacia de las democracias.
Etzioni (1967) con su propuesta de escáner mixto, es uno de los principales
exponentes de este enfoque, ya que consideró que si se acercaban los dos
enfoques anteriores (racional estricto e incremental), se podía mejorar tanto
la calidad del análisis como del proceso decisorio. Así, el autor propone una
combinación de visiones, es decir: contar con una visión general, lo más
completa posible (método racional), y luego una visión particular, específica
de ciertas dimensiones del asunto en cuestión (método incremental). Para
Etzioni, la falla de la propuesta del incrementalismo se encuentra en que el
zoom sobre las dimensiones del problema se realiza solo sobre la base de lo
que se conoce, mientras que la falla del racionalismo estricto está en
proponer análisis holísticos, omincomprehensivos, que no son factibles ni
oportunos para la acción gubernamental.
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Finalmente, desde el neopluralismo se entiende a la política pública como
interacción social y al análisis de políticas públicas como un aprendizaje
colectivo, donde se pasa del criterio de corrección de la política al criterio de
acuerdo sobre la política. Bajo esta perspectiva, los gobiernos no resuelven
problemas a través de políticas, sino que estas crean los problemas que son
factible resolver por parte de los gobiernos.
Referencias
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