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Verdades incómodas sobre el Mastering

por Antonio Escobar | 02/09/2016

Wikipedia

Como usuario (y perpetrador) del proceso del mastering, me veo sorprendido por las
cualidades cuasi-mágicas que son atribuidas al proceso del mastering. Y no culpo a nadie: yo
también tuve mi época en la que pensaba que el mastering salvaría mis mezclas mediocres y
justificaba que un proceso tan caro (proporcionalmente al tiempo que requiere) tenía que ser el
alfa y el omega en el mundo del audio. De hecho, este mismo artículo es resultado de unhilo del
foro donde un usuario ensalza la relevancia del proceso para el sonido final de la canción,
opinando que era capaz de arreglar grabaciones caseras.
Para empezar, deberíamos ahondar algo más en lo que es el mastering en sí. Según laWikipedia
inglesa:

Mastering, a form of audio post production, is the process of preparing and transferring
recorded audio from a source containing the final mix to a data storage device (the master); the
source from which all copies will be produced (via methods such as pressing, duplication or
replication). In recent years digital masters have become usual although analog masters, such as
audio tapes, are still being used by the manufacturing industry, notably by a few engineers who
have chosen to specialize in analog mastering.

Mastering requires critical listening; however, software tools exist to facilitate the process.
Mastering is a crucial gateway between production and consumption and, as such, it involves
technical knowledge as well as specific aesthetics.[1] Results still depend upon the accuracy of
speaker monitors and the listening environment. Mastering engineers may also need to apply
corrective equalization and dynamic compression in order to optimise sound translation on all
playback systems.[2] It is standard practice to make a copy of a master recording, known as a
safety copy, in case the master is lost, damaged or stolen.

En resumen, el mastering ayuda a la traslación de un medio a otro y a la escucha más uniforme


entre canciones, y esto se debe hacer cambiando lo mínimo posible la mezcla.
Para continuar, deberíamos definir qué es una buena mezcla y, para ello, me autoparafrasearé:
una buena mezcla es aquella que (aparte de dar coherencia a pistas de audio que casi siempre
han sido grabadas o generadas de forma independiente) consigue que la canción transmita a la
audiencia el máximo de sensaciones posibles. Para esto se usan todas las herramientas
disponibles y, por supuesto, no hay límites creativos. Una buena mezcla es un viaje y debería
ser capaz de mantener la atención del oyente de principio a fin sin agotarlo auditivamente.

Aquí os dejo mi lista de verdades incómodas:

• El mastering no arreglará una mala mezcla. No me malinterpretéis, se pueden hacer grandes


cosas en mastering: ecualización M/S, compresión, distorsión, reverb y todo esto automatizado
a lo largo de la canción dan para mucho, pero si la mezcla es un desastre, el mastering no lo
arreglará. Si la mezcla tiene un pequeño desequilibrio espectral, o no está bien ajustado el
estéreo, el mastering puede conseguir que algo que era decente se convierta en algo mejor aún.
• No puede rectificar instrumentos. Con la tecnología disponible en el año 2016, más allá de la
limpieza de clicks, ruidos, etc, no se puede hacer nada demasiado emocionante. Esto equivaldría
a tener un pastel de chocolate y pretender que el bizcocho sea de fresa en vez de nata.
• El mastering por stems no es mastering: es una mezcla encubierta, absolutamente respetable,
pero no es mastering.
• El peso en el resultado final debe ser el mínimo imprescindible. Dependerá del estado de
original de la mezcla y de la dirección indicada, pero en condiciones ideales, el mástering debe
ser transparente. Jamás contrataré a nadie que altere indiscriminadamente una mezcla mía sin
consultármelo. Es necesariamente un proceso técnico, donde una persona nueva se incorpora al
proyecto y revisa que todo esté bien y aplica su creatividad y su conocimiento para que la
translación a otros medios más allá de mis altavoces de miles de euros sea lo mejor posible.
• No es un proceso necesario. Cuando ejerzo de productor o mezclador, para mí supone una
garantía tener a alguien de mi confianza (y os aseguro que esa lista es muy pequeña) que revise
mi trabajo y me ayude a mejorarlo, sobre todo en proyectos largos, pero no es algo
imprescindible. Hay grandes discos que no fueron masterizados (el primero de Bruno Mars, por
ejemplo) y la vida ha seguido igual.

Para que tengáis un ejemplo, os contaré mi experiencia como usuario del proceso de mastering.
Aunque masterizo material para otra gente, si yo he mezclado la canción, evito el proceso yo
mismo. Tras la mezcla, la canción tiene el tono, el espacio y la dinámica que a mí me gusta, por
lo que siempre saco dos versiones, una con el volumen final y otra sin limitar. Cuando contacto
con mi ingeniero de mastering le cuento cómo es el proyecto y lo que busco y lo normal es que
devuelvan prácticamente tal como las doy, pero con algo más de volumen. Siempre pregunto
qué cambios se han hecho y reviso el resultado. Dado que en la mezcla ya voy buscando el
volumen, lo normal es que no haya ajustes de tono o que se corrijan ciertas frecuencias que
sobresalen al ganarle volumen (medio dB). En el caso de discos completos, puede haber ajustes
mayores para acercar el color entre las canciones, pero ahí entra el gusto y el oficio de cada
ingeniero de mastering.

Mi mejor consejo para aquellos que piensan que sus canciones necesitan un mastering
mágico que arreglen una mezcla deficiente es que probablemente lo que sí necesitan es una
buena mezcla.

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