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RESUMEN
ABSTRACT
The development and maintenance of the capitalist economic and social structure
requires strengthening educational systems and ensure the reproduction of the
conditions that perpetuate it. The results presented in the national education
assessment Colombian media, Testing Saber 11 ° - 2012, to identify how education
responds to the reproduction of class structure, through access or not to a quality
education. The following paper presents a reflection on the effect of class analysis
in Colombian society, and the role of the state and the elites that shape the agency
of educational systems as perpetuate social inequality.
Existen, sin embargo, opiniones divergentes sobre esta imagen. Ponce (1974),
Milliband (1985) y Gutiérrez (2002) sostienen que la educación manifiesta el
ejercicio de dominación de unas clases sociales sobre otras y la implementación
de sus ideales, valores y proyecto en beneficio de sectores privilegiados. Bajo
esta óptica la educación se convierte en una herramienta importante para el
mantenimiento de la estructura política, económica y social de un país, el objetivo
del presente escrito es ilustrar estas relaciones.
Existen diversos niveles de injerencia por parte de los agentes sociales dentro
del Estado, éstos devienen de su posicionamiento en la estructura del mismo. Se
debe tener en cuenta que individuos, clases u organizaciones defienden una
ideología, que quieren convertirla en oficial, para que la estructura estatal la
instaure, consolide, defienda y reproduzca. En términos gramscianos “todo
Estado tiende a crear y a mantener un cierto tipo de civilización y de ciudadano (y
por consiguiente de convivencia y de relaciones individuales), tiende a hacer
desaparecer ciertas costumbres y actitudes y a difundir otras”. (Gramsci, 2007,
p.119)
En Colombia, la puja por el poder y la acción sobre el Estado ha estado marcada
por el dominio de sectores tradicionales de las clases dominantes y la imposición
de sus visiones sobre los demás sectores sociales (Buitrago, Kalmanovitz & Melo,
1991). A pesar de su heterogeneidad, la élite política y económica ha cerrado filas
ante las amenazas potenciales a su poder e influencia, vale la pena recordar como
ejemplos, el aniquilamiento de la revuelta democrática del general José María
Melo en 1854, la eliminación de la opción gaitanista en 1948, el Frente Nacional
(1958-1974) y por último, la eliminación de la Unión Patriótica en el decenio de los
noventa, todos estas propuestas eran reformadoras y progresistas para el
esquema colombiano y postulaban una revisión a la estructura tradicional del
poder. (Buitrago et al., 1991)
Este plan explicitó el acuerdo visional de las clases dominantes sobre el Estado,
el mercado y las relaciones de producción, en consonancia con las directrices del
Consenso de Washington. El documento ordenaba al Estado que “ en lugar de
ser displicente con el mercado, contribuya a fortalecerlo, promoviendo la
competencia interna y externa para una asignación más eficiente de los recursos;
que utilice subsidios específicos más que regulaciones como controles y
racionamientos; que, en vez de una acción universal e indiscriminada en materia
económica y social, sea selectivo en los tipos de mercados que intervenga …
considere la bondad de los usos alternativos de los bienes públicos y la necesidad
de la consistencia macroeconómica para generarlos.” (DNP, 1991)
Tras casi veinticinco años de instauración del neoliberalismo en Colombia, el
sector dirigente estructuró un entramado institucional y legal que le ha permitido
vincularse positivamente dentro de las dinámicas globalizadoras neoliberales
convirtiendo el discurso que sustenta las políticas de ajuste estructural como la
opción única para el desarrollo del país. En este orden de cosas la educación ha
sido un sistema importante que ha servido como fundamento institucional para la
perpetuación de las relaciones económicas, políticas y sociales en el país, dentro
de ellas las de dominio de clase.
Para Lenin (1969) “Las clases sociales son grupos humanos, uno de los cuales
puede apropiarse del trabajo del otro por ocupar puestos diferentes en un régimen
determinado de economía social.” Se hace evidente la polarización de las clases
de acuerdo a la capacidad de adueñarse del trabajo por parte de un sector;
mientras el otro, por su ubicación social esta predeterminado a perder su
propiedad sobre el propio trabajo. La definición de Lenin, constriñe el tema de
clases a dos sectores sociales, el de los propietarios del trabajo y el de los
desposeídos del mismo. En tiempos más recientes, Poulantzas (citado por
Harnecker, 1972) vincula dentro del concepto clases sociales una capa más
amplia de individuos, señalando como “los efectos de la combinación concreta de
las instancias respectivas de los modos de producción, dan nacimiento a toda una
serie de fraccionamientos de clases, de disoluciones de clases, de fusión de
clases, en suma de sobredeterrminacíon y subdeterminación de clases, de
aparición de categorías específicas, etc.” (Harnecker, 1972, p.56) que aunque
complejizan el concepto no evaden la condición básica de antagonismo
“determinadas principal pero no exclusivamente por su lugar en el proceso de
producción, es decir en la esfera económica” (Poulantzas, 1985:12-13)
Sin embargo, el discurso por la educación enarbola las propuestas de las clases
dominantes que en el trascurso de los casi 23 años de ejercicio neoliberal han
concretado su relación con el aparato productivo y las necesidades de este. En el
último plan de desarrollo “Prosperidad para todos. 2010-2014” la administración
del presidente Juan Manuel Santos confiere a la educación un papel primordial en
el camino de la prosperidad; el país requiere según su equipo “de una educación
fortalecida, de calidad y con pertinencia, de una educación concebida desde la
primera infancia hasta la educación superior y la de adultos. Por lo tanto, una
formación de capital humano que contribuye al fortalecimiento de la democracia
con ciudadanas y ciudadanos cívicos y tolerantes que apunte al desarrollo
continuo de sus competencias básicas y las laborales y que articule el sector
educativo con el sector productivo, permitirá a la población ser más competente y
competitiva para alcanzar los objetivos de cerrar las brechas e impulsar el
desarrollo nacional.” (DNP, 2011, p. 270)
Gutiérrez, F. (2002). Educación como praxis política. México D.F.; Siglo XXI
Editores.
Petras, J., & Veltmeyer, H. (2009). Neoliberalism and the dynamics of capitalist
development in Latin American Global research. Recuperado de:
http://www.globalresearch.ca/neoliberalism-and-the-dynamics-of-capitalist-
development-in-latin-america/16167