Вы находитесь на странице: 1из 12

Introducción

Figuras de la exclusión.
Herramientas teóricas para su crítica

Erika Lindig Cisneros

Hemos llamado figuras de la exclusión1 a aquellos términos o ex-


presiones que inventan y reproducen una interpretación específica
del otro –individuo o colectividad, humano o no humano– y con
ello lo colocan en posiciones de sometimiento o subordinación en
las relaciones sociales. Estas figuras han sido las de la mujer, el
animal, el indio –y también el indígena– el bárbaro, el salvaje,
el primitivo, el negro, y otras muchas; y han sido formuladas en
distintos ámbitos discursivos: en el social, en el jurídico, en el li-
terario, en el de las humanidades y las ciencias sociales, etcétera.
Conviene tratar estos términos o expresiones como figuras (y
no, por ejemplo, como conceptos humanísticos, sociológicos, jurí-
dicos, filosóficos incluso) porque, a nivel semántico proporcionan,
mediante ciertos procedimientos retóricos, unidad de sentido a
una serie de significados y usos más o menos determinados, pro-
duciendo además valoraciones específicas en función del sentido
así inventado, que se naturaliza catacréticamente. Por otra parte,
a nivel performativo, efectúan relaciones de subordinación o de
sometimiento que se refuerzan en los actos de enunciación. Am-
bos niveles pueden distinguirse para el análisis, pero se relacionan

1
En los debates colectivos e interdisciplinarios de los proyectos “Figuras de la
exclusión en el discurso filosófico y político” (Conacyt núm. 242673) de la Facul-
tad de Humanidades, UAEM; y “Formación en humanidades. La importancia del
debate crítico e interdisciplinario desde la alteridad” (PAPIME PE 400214) que
trabajó hasta el primer semestre de 2016 en la Facultad de Filosofía y Letras de la
UNAM con el apoyo de la DGAPA.

Figuras del discurso.indb 15 21/02/17 01:43 p.m.


entre sí de una manera compleja que trataré de esbozar más ade-
lante. Por lo pronto afirmo: a) que la figuralidad o retoricidad del
discurso se entiende aquí a la manera nietzscheana, reformulada
posteriormente por Paul de Man: este último acertó en encontrar
en Nietzsche una teoría de las figuras del discurso o tropos que
no los entiende ni como meros ornamentos ni como conversiones
de un sentido literal o propio a uno figurado o sobresentido. En
cambio, la estructura figurativa es constitutiva de toda lengua (de
Man 128); y b) que la performatividad se entiende a la manera
de Judith Butler, en sus textos de 1993 en adelante. Siguiendo la
lectura que Sedgwick hizo de Austin, pero también considerando
las críticas que tanto Derrida como de Man le plantearon al mismo
texto de Austin, Butler llegó a entender los actos performativos
como formas de habla que ejercen un poder vinculante, y como
actos reiterados “cuyo poder estriba a la vez en su persistencia
y en su inestabilidad” (Butler 316-317). Su modo de proceder es
citacional o iterable.2
La crítica de estas figuras, como toda crítica, debe ser espe-
cífica.3 Sin embargo, pueden proponerse algunas herramientas
teóricas que sirvan como punto de partida para su ejercicio, sa-
ERIKA LINDIG CISNEROS

biendo siempre que en tanto herramientas deben ponerse a prueba


cada vez y que pueden fallar en un momento determinado. En el

2
En el sentido derridiano (Cf. Derrida 362-369).
3
Hemos defendido el siguiente sentido de la crítica: “Ejercicios y tareas em-
prendidas en la diversidad y pluralidad del espacio público para defensa de la
16

alteridad y contra las formas autoritarias y violentas de apropiación de quehaceres


y decires. En este sentido posee carácter específico pues hace referencia a conte-
nidos determinados en los ejercicios susodichos; pero también es una experiencia
generalizable. A este respecto ella se caracteriza por pertenecer a la praxis y no al
juicio de valor ni al juicio epistemológico, a los que cuestiona. Además, se sirve de
la interrogación de los supuestos implícitos u olvidados cuando se escoge o valora
un sentido u otro en el intercambio de ideas. Estos supuestos se hacen evidentes
cuando el examen genealógico practicado, que caracteriza todo proceder crítico,
muestra que son construcciones culturales y no fundamentos epistemológicos u
originarios indubitables (como el género). A la crítica no le concierne solamente
el pasado, sino que saca su fuerza de proposición sociopolítica del porvenir. Un
porvenir del que ella no pretende adueñarse ni dirigir ni determinar. Se trata por
lo tanto de una práctica que además de cuestionar prejuicios que dominan la
imaginación creadora social propone, sin reserva alguna, maneras de hacer y
argumentos inéditos (Martínez de la Escalera y Lindig 39).

Figuras del discurso.indb 16 21/02/17 01:43 p.m.


trabajo colectivo que hemos ensayado ya desde hace varios años,
hemos tomado estas herramientas de la teoría crítica del discurso y
de la retórica en sus relaciones con la filosofía. La historia de estas
relaciones consignó momentos especialmente relevantes para la
filosofía del lenguaje y productivos para el trabajo de la crítica del
discurso. Uno de ellos, quizá el más importante, corresponde a
las lecturas que hiciera Nietzsche de la tradición retórica, tanto en
sus Escritos sobre retórica como en textos posteriores. Aquí quiero
presentar dos herramientas teóricas, ambas formuladas por Nietzs-
che y posteriormente actualizadas críticamente por Foucault,
de Man y Butler, que permiten esbozar las relaciones entre el
sentido y la performatividad de las figuras de la exclusión.
1. Figuralidad o retoricidad. Esta noción, acuñada por Paul de
Man, deriva, como decía, de la lectura de los textos de Nietzsche,
quien usó más bien la expresión “lo retórico” para hablar de la
condición figurativa del lenguaje en general. En los Escritos sobre
retórica afirma Nietzsche: “No hay ninguna “naturalidad” no re-
tórica del lenguaje a la que se pueda apelar: el lenguaje mismo
es el resultado de artes puramente retóricas” (91). Y también,
“hablando con propiedad, todo lo que normalmente se llama dis-
curso es figuración […] Una figura que no encuentra destinatario
es un error. Un error aceptado por cualquier usus se convierte en

INTRODUCCIÓN
una figura” (93).
Esta tesis, que sostiene que todo lenguaje es figurativo, debe
ubicarse en el ámbito epistemológico y específicamente en su
dimensión estética entendida ésta como una teoría de la sensibili-
17

dad. Así situada, dicha tesis implica una crítica a la epistemología


moderna4 que, en sus distintas versiones, redujo la experiencia sen-

4
De herencia aristotélica. En “Sobre la interpretación” podemos leer: Así, pues,
lo <que hay> en el sonido son símbolos (sýmbola) de las afecciones <que hay>
en el alma, y la escritura <es símbolo (sýmbola)> de lo que hay en el sonido. Y
así como las letras no son las mismas para todos, tampoco los sonidos son los
mismos. Ahora bien, aquello de los que esas cosas son signos (sēmeîa) primor-
dialmente, las afecciones del alma, <son> las mismas para todos, y aquello de
los que éstas son semejanzas (omoiōmata), las cosas también <son> las mismas
(Sobre la interpretación I, 16a 1). De acuerdo con Aristóteles entonces, entre
las afecciones del alma y los objetos de la sensibilidad habría una relación de
semejanza: se supone que la experiencia sensible es la misma para todos los
hombres porque la relación entre las cosas y los hombres es inmediata. Las len-

Figuras del discurso.indb 17 21/02/17 01:43 p.m.


sible a la relación entre un sujeto y un objeto de conocimiento, y
que excluyó el lenguaje (y con él la historia y las relaciones socio-
políticas) de aquella primera relación. Como algunos románticos
alemanes,5 Nietzsche sostuvo que la experiencia sensible está me-
diada por el lenguaje. A diferencia de ellos, sin embargo, sostuvo
además que esta mediación es figurativa. Nietzsche se sirve al me-
nos de tres tropos para dar cuenta de los procedimientos de dicha
mediación. El primero6 es la metáfora:

[El creador del lenguaje] se limita a designar las relaciones de las co-
sas con respecto a los hombres y para expresarlas apela a las metáforas
más audaces. ¡En primer lugar, un impulso nervioso extrapolado en
una imagen! Primera metáfora. ¡La imagen transformada de nuevo
en sonido! Segunda metáfora. Y en cada caso, un salto total de una es-
fera a otra completamente distinta (Sobre verdad 22).

La experiencia sensible no es, pues, inmediata; ni la relación


entre las imágenes y las palabras es una mera relación de desig-
nación. Se trata de relaciones metafóricas. Es decir que las figuras,
en este caso la metáfora, son anteriores, epistemológicamente, a
ERIKA LINDIG CISNEROS

la experiencia sensible. Esto se explica en el siguiente fragmento:

Entre dos esferas absolutamente distintas, como lo son el sujeto y el


objeto, no hay ninguna causalidad, ninguna exactitud, ninguna expre-
sión, sino a lo sumo, una conducta estética quiero decir: un extrapolar
alusivo, un traducir balbuceante a un lenguaje completamente extraño,
18

para lo que, en todo caso, se necesita una esfera intermedia y una

guas históricas, en su diversidad, se limitan a referirse de manera arbitraria tanto


a las afecciones del alma como a las cosas. Su uso es meramente instrumental.
5
Nietzsche heredó, respectivamente, de la tradición humanista y romántica
dos tesis. La primera (G. Vico) sostuvo que los tropos son las operaciones del
lenguaje que dan sentido al mundo humano. La segunda (W. von Humboldt) que
el lenguaje es el medio de constitución tanto del pensamiento como del mundo
humanos, pero radicalizó ambas.
6
El orden es expositivo, no indica prioridad de uno u otro tropo. En las notas
para sus cursos sobre retórica, compiladas en Escritos sobre retórica, Nietzsche
se refiere en primer lugar a la sinécdoque, en segundo a la metáfora, en tercero
a la metonimia.

Figuras del discurso.indb 18 21/02/17 01:43 p.m.


fuerza mediadora, libres ambas para poetizar e inventar (Nietzsche,
Sobre verdad 30).

Las figuras son entonces esa fuerza mediadora, esa esfera inter-
media. La metáfora no se entiende ya como un tropo de dicción
que se presenta como una comparación abreviada, sino una ope-
ración en la lengua que produce relaciones entre los cuerpos, una
fuerza que permite la extrapolación o la traducción entre esferas
heterogéneas de la experiencia. Y estas relaciones no son necesa-
rias, son producidas poéticamente. Lo poético, o lo figurativo, es
el único modo de producir significados: de interpretar el mundo y
de relacionarnos con él.7
El segundo tropo que sirve a Nietzsche para dar cuenta de los
procedimientos lingüísticos de mediación entre el hombre y el
mundo es la sinécdoque: la relación entre un todo y sus partes.
Para Nietzsche, la experiencia sensible siempre se limita a una
percepción parcial de la cosa que se quiere conocer, percepción
que es generalizable gracias a este artificio de la lengua:

En vez de la cosa, la sensación sólo capta una señal (Merkmal). […]


el lenguaje nunca expresa algo de modo completo, sino que exhibe
solamente una señal que le parece predominante. Cuando el retórico

INTRODUCCIÓN
dice “vela en vez de barco”, “ola” en vez de “mar” –a esto se llama
sinécdoque– se introduce una co-implicación; sin embargo, es lo
mismo cuando δράκων quiere decir serpiente, es decir, literalmente,
19

7
Quizá una cita de G. Vico ayude a entender la manera muy peculiar en que se
entiende aquí esta fuerza poética, las semejanzas entre la propuesta viquiana y
la de Nietzsche en esta materia son importantes. Como Nietzsche lo hiciera más
tarde, Vico describió la experiencia sensible como la serie de relaciones que se
dan entre las cosas y las imágenes que el hombre se forma de ellas mediante la
fantasía. Esta facultad de formar imágenes, este agrandar, transformar, fingir y
descubrir se describe mediante una figura retórica: la metáfora, que es, para Vico,
uno de los primeros tropos. De hecho es, para él, “el más luminoso y, por lumi-
noso, más necesario y más frecuente”; es el tropo “que da sentido y pasión a las
cosas insensibles”. Esto fue lo que hicieron los primeros hombres, explica Vico:
“los primeros poetas dieron a los cuerpos la existencia de sustancias animadas,
dotadas sólo de cuanto ellos eran capaces, o sea, de sentido y de pasión, y así
hicieron fábulas; de modo que toda metáfora así hecha es una pequeña fábula”
(Vico 197).

Figuras del discurso.indb 19 21/02/17 01:43 p.m.


“el que tiene la mirada brillante”, o bien cuando serpens designa la
serpiente como aquello que repta; pero, ¿por qué serpens no quiere
decir también caracol? (Escritos 92).

El peculiar empirismo de Nietzsche sostiene así que, si los ob-


jetos de la sensibilidad afectan al hombre, lo hacen únicamente
mediante una señal, un rasgo que cada lengua (y no el individuo)
ha marcado histórica y socialmente como el rasgo predominante
de ese objeto, como se muestra en el caso de la serpiente. Se trata
también de un ejercicio poético en la medida en que se produce un
sentido específico en cada caso. Para tomar el mismo ejemplo de
Nietzsche, a la “mirada brillante” de la serpiente se asocian ciertos
significados, usos y valoraciones (el mítico animal puede ser mal-
vado y astuto, por ejemplo), y al “reptar”, otros (en este caso sería
vil y bajo). De la interpretación que cada una de estas figuras pro-
duzca se derivará el comportamiento que se guarde hacia el objeto
interpretado.
El tercer tropo que interviene en la producción de sentido es la
metonimia, que Nietzsche define en sus cursos sobre retórica como
la sustitución de la causa y el efecto. También en el ámbito de la
ERIKA LINDIG CISNEROS

estética, este artificio del lenguaje opera atribuyendo a los objetos


propiedades o cualidades que son efecto de nuestra percepción:
“Nosotros decimos ‘La pócima está amarga’ en vez de ‘excita en
nosotros una sensación particular de esa clase’; ‘la piedra es dura’
como si ‘duro’ fuese algo distinto de nuestro juicio” (Nietzsche, Es-
critos 92). La metonimia produce interpretaciones antropocéntricas
20

de los objetos y las atribuye a los objetos mismos, ocultando su pro-


cedimiento.8 Este tropo produce efectos de verdad.

8
Además de lograr la puesta en cuestión de un postulado fundamental de la
epistemología moderna: que la relación causal entre un objeto y el sujeto es el
fundamento y la garantía de verdad de todo conocimiento empírico, como sostuvo
Paul de Man [130-133], dicha puesta en cuestión se hace posible precisamente por
la operación metonímica de inversión, no solamente causal, sino también temporal
y espacio-temporal. De Man analiza el siguiente fragmento de La voluntad de poder
para mostrar la capacidad deconstructiva (en el sentido que él mismo le dio al
término) de los tropos. “La inversión cronológica que hace que la causa llegue a la
conciencia antes que el efecto. Hemos visto de qué manera el dolor es proyectado
a una parte del cuerpo sin tener su origen allí; hemos visto que las percepciones
que ingenuamente se consideran determinadas por el mundo exterior son más

Figuras del discurso.indb 20 21/02/17 01:43 p.m.


En suma, las relaciones de sentido que estos tres tropos –to-
mados de la disciplina retórica y trasladados al ámbito de la
estética– efectúan son, en primer lugar, aquellas que se dan entre
los humanos y eso que llamamos “mundo” (metáfora); la genera-
lización de la singularidad de la experiencia a partir de uno de sus
rasgos (sinécdoque); la atribución, siempre antropocéntrica, de
propiedades a los objetos (metonimia). Se trata en todos los casos
de ejercicios poéticos, es decir, de invención de sentido que puede
llamarse, también en términos nietzscheanos, interpretación.
2. Interpretación. Decía que las figuras de la exclusión inventan
y reproducen al otro o los otros en interpretaciones específicas
que dotan de unidad de sentido a una serie de significados y usos
más o menos determinados. No se trata de un significado ni de
un conjunto determinado de significados, sino, para usar la expre-
sión viquiana, se trata de pequeñas fábulas o relatos del otro. O
bien de interpretaciones en el sentido de Nietzsche, para quien la
única manera de conocer el mundo y de relacionarnos con él es
precisamente mediante interpretaciones, que siempre son plurales:
“El mundo es algo ‘cognoscible’, en cuanto la palabra ‘conoci-
miento’ tiene algún sentido; pero, al ser susceptible de diversas
interpretaciones, no tiene un sentido fundamental, sino muchísi-

INTRODUCCIÓN
bien determinadas por el sentido interno; que el verdadero impacto del mundo
exterior nunca es consciente […] el fragmento del mundo exterior del cual somos
conscientes es un elemento correlativo del efecto que ha llegado a nosotros desde
fuera y que luego es proyectado, a posteriori, como su ʻcausaʼ […]” (Nietzsche
275). El fragmento se refiere a una oposición clásica en el pensamiento moderno:
21

la oposición sujeto-objeto basada en la tópica de la interioridad-exterioridad. Dicha


tópica describe eso que la filosofía moderna llamó “fenómeno” como efecto de la
percepción sensible de un objeto, entendido como causa. Lo que se muestra en el
texto nietzscheano es que esta relación de causalidad se funda en la suposición in-
justificada de prioridad temporal del objeto respecto al fenómeno, de la exterioridad
respecto a la interioridad. Al mostrar que hay una inversión en la temporalidad que
sustenta todo el esquema, éste se desestabiliza: las tres parejas de oposiciones
que entran en juego en la argumentación (antes/después, causa/efecto, interiori-
dad/exterioridad) son susceptibles de intercambio entre sus partes constitutivas (el
antes por el después, la causa por el efecto, el interior por el exterior). La desesta-
bilización en este caso afecta a todo el sistema de creencias en el que se funda la
descripción moderna de la experiencia sensible, es decir, de las relaciones entre
un sujeto de conocimiento y sus objetos. Más allá de la desautorización de la
argumentación filosófica a la que sin duda conduce la lectura deconstructiva de
de Man, interesa aquí el efecto de realidad que la operación produce.

Figuras del discurso.indb 21 21/02/17 01:43 p.m.


mos sentidos: perspectivismo” (La voluntad 277). Es importante,
para efectos de la crítica de las figuras, tener presente que su
sentido es producido en una interpretación que no es natural ni
necesaria, aun cuando el sentido tienda a naturalizarse. Esto es
así porque los procedimientos de producción y reproducción del
sentido siempre están atravesados por relaciones de poder. En
Genealogía de la moral de Nietzsche podemos leer:

algo existente, algo que de algún modo ha llegado a realizarse es in-


terpretado una y otra vez por un poder superior a ello, en dirección a
nuevos propósitos, es apropiado de un modo nuevo, es transformado
y adaptado a una nueva utilidad; […] todo acontecer en el mundo or-
gánico es un subyugar, un enseñorearse, y […] a su vez, todo subyugar
y enseñorearse es un reinterpretar, un reajustar, en los que, por nece-
sidad, el sentido anterior y la finalidad anterior tienen que quedar os-
curecidos o incluso totalmente borrados (111).9

Así, toda interpretación es un ejercicio de poder (no necesaria-


mente individual ni voluntario); aquello que se entiende como lo
existente en el mundo es producto de un ejercicio de apropiación,
ERIKA LINDIG CISNEROS

es decir, de hacerse propio un sentido específico, tanto como de


apropiación de dicho sentido por parte de individuos o colectivi-
dades. Las nuevas verdades siempre son producidas por estos me-
canismos de apropiación de la interpretación y son resultado de
una lucha en el discurso (y por el discurso mismo también),10 por
22

9
El procedimiento genealógico de lectura que corresponde al análisis de las
interpretaciones históricas específicas de un objeto determinado fue heredado
por Michel Foucault y la misma Butler. Foucault lo utiliza en Vigilar y Castigar
y Butler en casi todo su trabajo. Lo importante es que los tres relacionan la in-
terpretación, este “plegar las cosas a otros fines”, con el cuerpo, el castigo y la
reiteración de las normas. Con distintas temáticas, empero, podríamos decir que
ellos constituyen la tradición crítica que más ha pensado las relaciones de poder
y las transformaciones que sufren los cuerpos históricamente, liberando el pro-
blema del cuerpo de una reflexión biológica (de naturaleza) y evolucionista (de
aptitud para la sobrevivencia, lo cual implica repetir la cuestión de la naturaleza
biológica mejor dotada) (Cf. Villegas y Lindig 187-188).
10
Como lo mostrara Foucault en El orden del discurso (15), quien además en-
contró también en los textos de Nietzsche los elementos que proporcionan un
modelo para el análisis histórico de lo que él llamó una política de la verdad (Fou-
cault, La verdad 29), es decir “el problema de la formación de ciertos dominios

Figuras del discurso.indb 22 21/02/17 01:43 p.m.


una interpretación que será dominante y en ese sentido tempo-
ralmente exitosa, y que, según Nietzsche, es siempre un subyu-
gar: una práctica de dominación. En este sentido, hay un primer
efecto performativo de todo discurso cuando se interpreta de una
manera determinada un objeto específico: se produce una refe-
rencia. Ahora bien, las figuras de la exclusión, para serlo, además
de producir una referencia, para tener efectos de exclusión deben
reproducir posiciones de subordinación o de sometimiento de di-
cha referencia en las relaciones socio-políticas. A nivel semántico,
estas posiciones son justificadas por el sentido específico tanto
como por las valoraciones asociadas a él. En el caso de las figu-
ras de la exclusión, al tratarse en general de nombres o sintagmas
nominales, tienen efectos referenciales: a) de identificación: dis-
tintivos, por su condición metafórica y metonímica, y homogenei-
zantes, por su condición sinecdóquica; y b) identitarios: producen
al referente en una oposición excluyente en función de su sentido
y jerárquica en función de su sentido sumado a su valoración (o
bien en una escala jerárquica que puede ser de más de dos tér-
minos pero cuyo término superior e inferior sí son opuestos ex-
cluyentes). Tienen además efectos de realidad (por su condición
metonímica) y de verdad, por las relaciones que se establecen en-
tre las interpretaciones y los poderes que intervienen en su éxito

INTRODUCCIÓN
histórico. Si no hay garantía metafísica de la verdad, si esta se en-
tiende como la posibilidad de hablar de una realidad que sería
independiente de las palabras que la nombran, ya que el hom-
bre no puede tener acceso a las “cosas como son”, y la lengua no
23

procede nombrándolas, sino produciendo relaciones, sí hay natu-


ralización histórica de las relaciones que la lengua produce: “la
misma relación de un impulso nervioso con la imagen producida
no es en sí necesaria; pero cuando la misma imagen se ha produ-
cido millones de veces y se ha transmitido hereditariamente a tra-
vés de muchas generaciones de hombres […] acaba por llegar a

de saber a partir de relaciones de fuerza y relaciones políticas en la sociedad” (La


verdad 31). Y aunque advirtiera que una crítica del discurso debería estudiarlo
como procedimientos retóricos, no desarrolló esta veta de análisis. Quien lo ha
hecho de una manera interesante recientemente es Armando Villegas a partir de
esta sugerencia foucaultiana. (Villegas 2014).

Figuras del discurso.indb 23 21/02/17 01:43 p.m.


tener para el hombre el mismo significado que si fuese una rela-
ción necesaria” (Nietzsche, Sobre verdad 30). El hábito y la re-
petición son maquinarias catacréticas.
Pero, además, de la interpretación que se haga de un cuerpo es-
pecífico (individual o colectivo) dependerán las formas, también
específicas, de comportamiento hacia él (que pueden ser discursivas
tanto como no discursivas). Para usar una expresión de Gadamer:
“Tener mundo quiere decir comportarse respecto al mundo” (532),
pero en tanto que Gadamer encontró aquí el rasgo esencial de la
libertad humana,11 una lectura nietzscheana y foucaultiana encuen-
tra que estas formas de comportamiento son sancionadas social e
históricamente y así son susceptibles de normalización, en el do-
ble sentido de la normatividad y la normalidad. En el caso de las
figuras de la exclusión, dichas formas de comportamiento son vio-
lentas y a menudo han involucrado un componente importante de
crueldad. Sin embargo, la normalización de las figuras de la ex-
clusión siempre enfrenta posibilidades de resistencia. Si dichas
figuras son entendidas como procedimientos específicos de inven-
ción de sentido en la lengua y aun cuando el uso continuo y la
transmisión, en las lenguas históricas, de un tropo, naturalicen, ca-
ERIKA LINDIG CISNEROS

tacréticamente, el significado que éste produce, los procedimientos


mismos ofrecen nuevas posibilidades de invención.
Al inicio de este artículo decía que el poder de los actos per-
formativos, según Butler, radica a la vez en su persistencia y en su
inestabilidad. En el caso de las figuras de la exclusión, asumiendo
que el acto de nombrar sea performativo, es la persistencia de la
24

eficacia del acto la instancia que reproduce y refuerza las exclu-


siones. Sin embargo, las posibilidades de resistencia a su violencia
excluyente radican en la inestabilidad del acto, o bien en el carác-
ter incalculable o imprevisible de la performatividad. No sólo por-
que el efecto esperado o normalizado de un acto puede no tener
lugar, sino porque su eficacia no puede reducirse a la producción

11
Para sostenerlo, Gadamer recurre a una de las oposiciones excluyentes más exi-
tosas en la historia del pensamiento occidental: lo animal/lo humano. Los animales
(todas las formas de lo viviente están comprendidas en esta figura), de acuerdo con
Gadamer, tendrían entorno, no mundo. El mundo es privilegio del hombre y el
lenguaje la instancia que le permitiría, según él, “elevarse” por encima del entorno.

Figuras del discurso.indb 24 21/02/17 01:43 p.m.


de los efectos esperados o normalizados, como ya lo notara Aus-
tin en sus conferencias cuando propuso la distinción entre actos
ilocucionarios (cuyos efectos son inmediatos) y perlocuciona-
rios (que dan lugar a posteriores consecuencias no calculables).
Y es posible que una parte importante del carácter excluyente de
las figuras que nos ocupan: su fuerza de interpelación, la justifica-
ción de comportamientos violentos asociados a ellas, su carácter
hiriente (en el caso del insulto, por ejemplo) radique justamente en
la dimensión perlocucionaria del acto.

Bibliografía

ARISTÓTELES. Tratados de lógica (Órganon). Vol. II. Trad. Miguel


Candel Sanmatín. Madrid: Biblioteca Clásica Gredos, 1995.
BUTLER, Judith. “Acerca del término queer”. En Cuerpos que
importan. Sobre los límites materiales y discursivos del sexo.
Trad. Alcira Bixio. Buenos Aires: Paidós, 2002.
DERRIDA, Jacques. “Firma, acontecimiento, contexto”. En Már-
genes de la filosofía. Trad. Carmen González Marín. Madrid:
Cátedra, 2010.
FOUCAULT, Michel. La verdad y las formas jurídicas. Trad. Enrique

INTRODUCCIÓN
Lynch. Barcelona: Gedisa, 2008.
_____. El orden del discurso. Trad. Alberto González Troyano.
Barcelona: Tusquets, 1999.
GADAMER, Hans-Georg. Verdad y método. Trad. Ana Agud Apari-
25

cio y Rafael de Agapito. Salamanca: Sígueme, 1997.


MARTÍNEZ DE LA ESCALERA, Ana María y Erika Lindig. “Crítica (lema)”.
En Alteridad y exclusiones. Vocabulario para el debate social y
político. México: Facultad de Filosofía y Letras - Universidad
Nacional Autónoma de México / Juan Pablos, 2013.
NIETZSCHE, Friedrich. Escritos sobre retórica. Trad. Luis Enrique
Santiago Guervós. Madrid: Trotta, 2000.
_____. La genealogía de la moral. Trad. José Mardomingo Sierra.
Madrid: EDAF, 2000.
_____. Sobre verdad y mentira en sentido extramoral. Trad. Luis
M. Valdés, y Teresa Orduña. Madrid: Tecnos, 2004.

Figuras del discurso.indb 25 21/02/17 01:43 p.m.


VICO, Giambattista. Ciencia nueva. Trad. Rocío de la Villa. Ma-
drid: Tecnos, 1995.
VILLEGAS, Armando. La propiedad de las palabras. Ensayos de
retórica, filosofía y política. México: Universidad Autónoma
de Morelos / Juan Pablos, 2014.
VILLEGAS, Armando y Erika Lindig. “Género, cuerpo, repetición”.
En Martínez de la Escalera, Ana María y Erika Lindig (coords.)
Alteridad y exclusiones. Vocabulario para el debate social y
político. México: Facultad de Filosofía y Letras - Universidad
Nacional Autónoma de México / Juan Pablos, 2013.
ERIKA LINDIG CISNEROS
26

Figuras del discurso.indb 26 21/02/17 01:43 p.m.

Вам также может понравиться